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Cristianismo y Verdad
Cristianismo y Verdad
San Agustín
--------------
n
Los estoicos y la providencia filosofía griega e a la h
e
Y conforme a la opinión de
t
algunos, es mera presunción
cualquier diferencia entre la La fe cristiana y la historia
providencia y el destino pues-
to que, en realidad 1 son una
1:
El cristianismo trajo consigo doctrinas radicalmente nueva .
misma cosa. Pues la providen-
cia sería la voluntad de Dios y cuanto habían afirmado los filósofos griegos. Una de ellas es ~Jena_s a
la voluntad de éste, a su vez, de la creación, a la que más adelante nos referiremos. Otra de la octnna
es la serie de las causas. Por terísticas que distinguen radicalmente al cristianismo de todos 1~ ca_rac.
·1 , f' . 1 f . . 1d d s siste.
ser vol untad, es providencia; mas f 1 º~.º '.co~ griegos es a r~ erenc1a es;,nc1a e su. octrina a la histo-
pero, a su vez, la serie misma ria. El cristianismo pone a Daos en relac1on con la historia.
de las ca usas se denom ina
Podemos afirmar de modo general que la filosofía griega hab'
destino. De donde resu lta que
aquellas cosas que so n con- puesto a D .ms en re 1acmn . ' con e 1 cosmos, con e 1 universo,
· bien com 'ª
forme al destino, provienen int~ligencia or_denadora (A~axá~or~s, Plató~)'. bien ~orno motor y fi~
tambié n de la providencia; y (Aristóteles), bien como razon cosm1ca (esto1c1smo). S1 el cristianismo se
del mismo modo, las cosas hubiera limitado a proponer una teoría en la cual Dios fuera simple-
que son conforme a la p rovi- mente el origen del universo, seguramente se habría desdibujado fun-
dencia, provienen del destino,
diéndose con otras corrientes del pensamiento antiguo. El cristianismo
como afirma Crisipo. Otros,
por el contrario, como Clean- pone a Dios en relación con la historia en un doble sentido.
tes, afirman que las cosas que
provienen del poder de la
a) En primer lugar, en cuanto que Dios es providente y se ocupa
providencia suceden también directamente de los asuntos humanos, de la marcha de la historia. Esta
fatalmente, pero no que po r doctrina no es, sin embargo, la más definitiva ni tal vez exclusiva del
suceder fatalmente las co sas cristianismo. También los estoicos afirmaban que Dios es providente,
provengan de la provid enc ia. aun cuando identificaban la providencia con el destino (como señalába-
mos en el capítulo anterior, el estoicismo es rígidamente deterministal,Y
Calcidio, Comentario al Ti-
m eo, 144. (V. Arnim 11, 933). aun cuando Dios no fuera para los estoicos un ser personal sino la razon
del universo.
b) Pero el cristianismo anunciaba algo aún más sorprendente. N;
solamente que Dios se ocupa providencialmente de la historia huma:~
sino que Dios había entrado en ella, Dios se había hecho hombre ~~stó·
l~gar y en _un momento bien dete[ minados y preciso:· Este hec:fa crea·
ri_
c o constituye el centro de la historia: toda la historia ~~esd ntidºª
crón del mundo hasta el juicio final- adquiere significacion Y se
la luz de ~s~e hecho. , uerto cr~-
La not1 c1a de que Dios se había hecho hombre Y habia mi t·110 sof1a
cr _,ca do por 1os romanos nunca fue ni podía ser as1m1
'f . ·t ª.d por aTal anu~-
1
g~1ega, que la criti có insistentemente como absurda y ndicula. 1·¡11pasib •
5
cro resultaba incompatible con la inmutabilidad divina, con ~ ·entº' 1 Y
lidad Y per f ecc1on
- · (¿como
, •
Dios puede ser afectado po r sufnm ·5arne n·
dolores?) Y con su dignidad (¿cómo Dios puede encarnarse prec•
te en un personaje insignificante y oscuro?), además de que suponía en
Dios una predilección inexplicable por una raza, un lugar del mundo
habitado y un momento de la historia humana (¿por qué judío precisa-
mente y por qué en este momento de la historia?). Tampoco las doctri-
nas religiosas conocidas ofrecían un precedente equiparable. Es cierto
que entre las creencias religiosas populares existían historias de dioses
que habían sido descuartizados y muertos, pero la diferencia con el
cristianismo era excesiva: en primer lugar, siempre se trataba de atenta-
dos sufridos por tales dioses sin ellos quererlo, mientras en el cristianis-
mo es Dios quien decide y acepta su propio sacrificio; en segundo
lugar, el cristianismo señalaba un momento histórico preciso, mientras
que las historias y creencias no cristianas situaban tales hechos en un
tiempo mítico, no en un momento histórico datable con precisión.
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---Wil\"a~
Inmutabilidad de Dios y contradecirse entre sí pusieron de manifiesto 1_ .
Parménides al creer que había alcanzado la verdadª bingenuidad d
1
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Me parece que di respuesta ·' d e 1a 1mpos1
Esta convicc1on · 1 1 a d d e un conocimientªO solut
·b·1·d b a y total)e
adecuada a estas objeciones de la verdad estaba muy extendida entre los filósofo ª s(_)luto, tota·I
cuando expuse en qué senti- . . . mo. En las 1
do se dice en la Escritura que Imperio romano. El e nst1anismo - a 1 proc 1amar que sp en t1ern
. Pos deJ, nales a favc
. . . h
revelada por Dios mismo- venia a c ocar con la actitud ose,a la Verdad
Dios «desciende» a los asun- permitió ql
tos humanos. Para ello no es los filósofos al respecto. moderada de por lo que
necesario que Dios sufra una b) Cre
transformación, como cree b) Junto a este constante aceptar los límites del .
f I f , . . d conoc,rni Según 1
Celso que afirmamos noso- humano, la i oso 1a griega en tiempos el Imperio Roma ento
tros, o que cambie de bien a caracterizaba por haberse acostumbrado a la pluralidad d no se creación ei
mal, de virtud a vicio, de feli- nides, la ir
las filosóficas. En el Imperio Romano coexisten el plato~ escue. pre consid
cidad a miseria, de óptimo a . . • , n1srn
aristotelismo, e 1 esto1c1smo y e 1 ep1cure1smo. Entre los tres p . ' e1 0
creación a
pésimo. Continuando inmuta-
ble en su esencia, desciende a tuvo lugar un diálogo constante y un notable proceso de un/' 01 ~~os naba nue,
los asuntos humanos por la Ahora bien el diálogo entre distintas doctrinas solamente es icpac'.0 n. contingen,
, . os, le
eco11omía de su providencia. cuando se acepta un doble supuesto: que ninguna de ellas po 6 Dios son e
· see la rentes a le
Por consiguiente, demostra- ~erdad, a secas, y que to d as e 11 as se enc~en~ran en_ u~ plano de
mos que las Sagradas Escritu- igualdad por lo que a sus fundamentos y entenas de Justificación se c) 01
ras representan a Dios como refiere. La ide.
inmutable, con expresiones
como éstas: «Tú eres el mise El cristianismo negaba los dos supuestos citados. Al afirmarse d creacioni:
origen divino, la verdad cristiana se presentaba como la verdad a secae es único¡
mo» y «Yo no me mudo» (Ps. pluralidae
101,27; Mal. 3,6); en cambio, y, por tanto, situaba su fundamento y criterios de justificación en u~
los dioses de Epicuro, por es- Laide
plano distinto y superior al de las doctrinas filosóficas con que había de
tar compuestos de átomos y los milag1
dialogar. Esta actitud desagradaba a los filósofos y les parecía primitiva e mente ce
ser susceptibles de disolución insultante, acostumbrados como estaban a considerar que una teoría es
a causa de su misma composi- ' capítulo
ción, se esfuerzan en eliminar para discutirla serenamente y no para defenderla fanáticamente hasta verso se
los átomos que contienen gér- morir mártir por ella. El mantenimiento de esta actitud fue lo que mientos
menes de destrucción. Pero permitió al cristianismo no desdibujarse ni acabar fundiéndose con las precisarr
aun el mismo dios de los es- escuelas filosóficas en un sistema sin contornos precisos y propios. cosmos.
toicos, por ser corporal, cuan- ral de le
do tiene lugar la conflagración siempre
del mundo, su esencia está Cristianismo e imagen de Dios posibilic
enteramente compuesta por universc
el principio regulador; pero en dores c1
otras ocasiones, cuando se Aun cuando el cristianismo no sea una filosofía, ni se presente al
produce un nuevo reajuste de. diálogo en pie de igualdad con los sistemas filosóficos de la época, el gros, pr
las cosas, vuelve a ser parcial- yoría in
contenido de la fe cristiana incluía doctrinas que podían ofrecerse
mente c;orporal. En efecto, los como respuestas a los problemas tradicionaimente afrontados por la d)
mismos estoicos fueron inca- filosofía (origen del mundo, naturaleza del primer principio de lo real, Dirn
paces de comprender la idea var a I<
de la naturaleza divina, a la esencia y destino del hombre, fundamento de las normas político-
morales, etc.). Ya desde las primeras páginas de sus libros sagrados, Nunca
vez incorruptible, simple, sin El únio
composición e indivisible. desde el Génesis, se ofrece una narración del origen del mundo, una tón, qt
imagen de Dios y una descripción de la naturaleza humana susceptibles dor de
Orígenes (s. 111), Contra de ser confrontadas con las teorías filosóficas griegas.
Ce/s, 4, 14.
muy le
a) Monoteísmo. expres
La filosofía griega no había alcanzado nunca el monoteísmo en sen· aplica
o actit
tido estricto. Es cierto que se había acercado de un modo notableª
11 posturas monoteístas en Platón, en Aristóteles y, sobre todo, en el ne;~
platonismo. Nunca, sin embargo, se había pronunciado de un n:1° n-
definitivo y rotundo, y en el conjunto de los sistemas filos~f~cos ~1g\a
1 / tes en el Imperio Romano (aristotelismo, platonismo, estoicismo 5~ r a)
0
quedar siempre lugar para la pluralidad de los dioses del culto, etc~,elas. dame
debajo del Dios supremo a cuya afirmación llegaban todas lastcfilóso· inmo1
df últim
Frente al monoteísmo vacilante o el politeísmo manifie_sto
fos, los cristianos defendieron siempre y de forma radical e '" f
º!noteís·
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mo. En las polémicas entre aqu.éllos y éstos, las argumentaciones racio-
nales a favor del monoteísmo resultaron siempre más vigorosas, lo que
permitió que la teología cristiana acabara imponiendo su superioridad
por lo que al monoteísmo se refiere.
b) Creacionismo.
Según el cristianismo, Dios creó el mundo de la nada. La idea de
creación es también una idea extraña a la filosofía griega. Desde Parmé-
nides, la imposibilidad de que surja algo de la nada absoluta fue siem-
pre considerada como un principio racional incuestionable. La idea de
creación acentuaba el poder ilimitado de Dios, a la vez que proporcio-
naba nuevos caminos a la filosofía: así, el desarrollo del concepto de
contingencia, es decir, la afirmación de que todos los seres excepto
Dios son contingentes, existen pero pueden no existir, son por sí indife-
rentes a la existencia o inexistencia.
c) Omnipotencia.
La idea de un Dios omnipotente está vinculada al monoteísmo y al
creacionismo: sólo si Dios es omnipotente puede ser creador y sólo si
es único puede ser omnipotente (¿cómo podrían ser omnipotentes una
pluralidad de dioses?).
La idea de omnipotencia está también vinculada en el cristianismo a
los milagros. Este es un punto en el cual el cristianismo chocaba fuerte-
mente con la filosofía griega. En efecto y como ya vimos en el primer
' capítulo (al tratar del concepto griego de naturaleza), el orden del uni-
verso se caracteriza para los griegos por su necesidad: los aconteci-
mientos en el universo suceden como tienen que suceder y esto es
precisamente lo que hace que el universo no sea un caos, sino un
cosmos. Es cierto que los filósofos griegos admitieron que el curso natu•
ral de los acontecimientos se quebraba a veces. Pero en tales casos
siempre era para mal, dando lugar a monstruos y malformaciones. La
posibilidad de una intervención arbitraria y frecuente de Dios en el
universo les parecía atentar contra el orden y la racionalidad. Los pensa-
dores cristianos hubieron de poner suma cautela en lo tocante a mila-
gros, procurando no caer en los excesos en que fácilmente caía la ma-
yoría inculta de los creyentes.
d) Paternidad divina.
Dios -que, según el cristianismo, se había hecho hombre para sal-
var a los hombres- es padre, de acuerdo con la doctrina cristiana.
Nunca la filosofía griega había llegado a formular semejante afirmación.
El único filósofo griego que se acercó remotamente a este idea es Pla-
tón, quien en cierta ocasión califica al demiurgo como «padre y hace-
dor de todo» (Timeo, 28c). Esta expresión platónica está, sin embargo,
níuy lejos de la afirmación cristiana: en primer lugar, no pasa de ser una
expresión de la benevolencia del demiurgo; en segundo lugar, no se
aplica a la relación específica de Dios con el hombre, sino a la relación
o actitud genérica de aquél con el universo.
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La concepción griega del
acontecer universal choca con
la idea cristiana de la interven-
ción de Dios en la historia y
en la vida del hombre. En la
ilustración, creación de Adán
y pecado original. Detalle de
las pinturas murales de la er-
mita de la Cruz de Maderuelo
(Museo del Prado).
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