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N eurociencia

Cómo internet está cambiando nuestros cerebros

Pensamientos
líquidos por Federico Kukso | fedkukso@gmail.com

Los nuevos estímulos que ofrece la tecnología parecen haber


cambiado algo puertas adentro, en nuestro cerebro. La poca
A la irlandesa Eleanor Maguire le en-
cantan los taxis. Cuando esta neu-
rocientífica de la University College
concentración, el estado de alerta permanente o el uso de “la London, Inglaterra, se sube a uno de los
tradicionales black cab londinenses sien-
memoria externa” que significa la web son factores comunes te que abandona el mundo en el mismo
en la mayor parte de los usuarios de internet y de celulares. instante que cierra la puerta. De hecho,
es tan adicta a este medio de transporte
En esta nota, un recorrido por varias voces de especialistas que fue arriba de uno de estos bólidos
negros donde se le ocurrió la idea de un
que aportan su visión sobre las posibles alteraciones en las experimento para constatar cómo nuestra
funciones celebrales. experiencia, las actividades que realizamos
todos los días, alteran la fisonomía de
nuestros cerebros.
CePro-EXACTAS

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Eleanor Maguire investigó los
ciar el último vástago de la técnica, sino
cerebros de taxistas londinenses para interrogarlo.
para intentar develar cómo
afecta el contínuo ejercicio de la Internet se infiltró en nuestra piel. Las
navegación el desarrollo de sus
conexiones nerviosas.
computadoras, los celulares, la red son la
nueva naturaleza en la que nos movemos y
alimentamos. Es un hábitat informacional
No tuvo que buscar mucho a sus sujetos tores. Es más, el equipo liderado por esta del que difícilmente se puede escapar. Vivi-
de estudio en una de las ciudades más neurocientífica constató que mientras más mos conectados y cuando nos quitan for-
complejas del mundo. Lo tuvo todo el años lleva manejando uno de estos indi- zosamente el chupete electrónico –la note-
tiempo frente suyo. Ahí estaba, dándole la viduos, más grande es su hipocampo pos- book, el celular o cuando de un momento a
espalda en su vuelta a casa. Desde aquel terior. “Posiblemente el continuo ejercicio otro se corta internet– comienzan a florecer
día de 1999, los taxistas se volvieron sus de navegación –concluye la investigadora los primeros síntomas tortuosos de la absti-
mejores amigos. Conversó largas horas en un paper publicado en Proceeding of the nencia. Inocentemente, pensamos que so-
con ellos, les preguntó cómo hacían para National Academy of Science– aumenta el mos nosotros los que usamos la tecnología,
recordar más de 250 mil calles y lugares número de conexiones nerviosas cerebra- cuando en realidad, es ella la que nos usa y
diferentes, si se confundían u olvidaban les de la región posterior del hipocampo, en el camino reconfigura nuestra forma de
los recorridos. Y cuando se le acabaron aumentando así su tamaño”. pensar, sentir y mirar el mundo.
las preguntas, Eleanor Maguire recurrió a
una de sus herramientas favoritas: un es- No fue la primera ni fue la última vez que En el fondo, lo intuimos. Nuestro cuerpo lo
cáner cerebral. un grupo de científicos se inmiscuyó en la sabe. Algo cambió desde aquella época en la
intimidad cerebral de una “tribu” en parti- que las computadoras eran enormes mons-
Así fue como durante el primer tramo del cular (están los que les pusieron capuchas truos de metal, a hoy en que es casi impo-
año 2000, esta investigadora se obsesionó con electrodos a monjes tibetanos, a bebés sible comunicarse, trabajar, existir sin estas
con los cerebros de once conductores de y a cantantes). Pero lo que hizo Maguire herramientas. Leer un libro de un tirón es
taxis. A cada uno de estos hombres le pe- fue un poco más allá. Con el consecuente una misión cada vez más imposible. Recor-
día lo mismo: que, luego de vendarse los y esperado rebote mediático que tuvo su dar un número de teléfono, una dirección,
ojos y ponerse bien cómodo dentro de un investigación, puso en evidencia la plasti- un cumpleaños, se volvió ahora toda una
tomógrafo, les describiera –a ella y a los de- cidad de aquel pedazo de carne que car- hazaña mental. Para toda una generación,
más miembros de su equipo– los caminos gamos entre nuestras orejas y que hacen chequear los mails es una necesidad casi tan
que tomaría para ir de un punto al otro de que seamos quienes somos. Es más: esta básica como tomar un vaso de agua.
la ciudad. Por ejemplo, desde Grosvenor neurocientífica irlandesa exhibió eviden-
Square a la estación de metro Bank. cias indiscutibles de que esa “cosa” a veces La revolución interior
tan indefinible pero humanamente esen- “Los efectos de la tecnología no se dan en el
Y entonces, se hizo la luz. Las imágenes cial llamada cultura deja sus trazos en lo nivel de las opiniones o los conceptos –es-
no tardaron en delatar el proceso mental más profundo de nuestra corporalidad. O cribió hace décadas uno de los genios más
de cada uno de estos individuos. Cada vez mejor aún: que lo que hacemos a diario – citados pero menos leídos de la literatura
que un taxista imaginaba un recorrido, el compulsivamente, con ganas, porque nos mediática universal, el canadiense Marshall
hipocampo –es decir, aquella estructura obligan, porque no tenemos otra o, lisa y McLuhan–. Más bien alteran los patrones de
cerebral bautizada así por su curiosa seme- llanamente, porque sí– no sucede de nues- percepción continuamente y sin resistencia”.
janza a un caballito de mar– se iluminaba tras narices para afuera. Nuestras rutinas,
como una lamparita. Allí, concluyó Ma- más bien, alteran –para bien o para mal, Hasta que el periodista Nicholas Carr no
guire, se encuentra el centro de navega- está por verse– la manera en que nuestras arrojó la primera piedra y se hizo una pe-
ción del cerebro. neuronas dialogan las unas con las otras. queña gran pregunta, nadie se atrevía a
O lo que es lo mismo: la cultura recablea confesarlo: “¿Google nos está haciendo es-
Pero la curiosidad de la investigadora no nuestros cerebros. túpidos?”, se preguntó Carr en un ensayo
se agotó ahí. Y volvió a insistir diez años publicado en 2007 en la revista The Atlan-
después cuando citó a un nuevo grupo de La nueva dependencia tic. Ahí, el autor subrayaba cómo él ya no
taxistas y con una tecnología de imágenes Desde entonces y cada vez con más fuer- podía concentrarse como antes, cómo se
de resonancia magnética un poco más za, no uno sino muchos investigadores, la pasaba (y pasa) pensando en forma de
avanzada reveló toda una deformación curiosos y críticos, redirigieron su mirada links, saltando de una cosa a la otra, lo cual
profesional: que el hipocampo de los taxis- hacia nuestro no tan nuevo ecosistema no hacía más que corroer su pensamiento
tas es más grande que el de otros conduc- tecnológico. Pero esta vez no para reveren- crítico y alentar una mirada superficial.

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“Mientras más confiamos en las compu- Lo que comenzó como una pregunta y que nuestras neuronas se conectan entre
tadoras para ser el medio por el que en- una respuesta en 4000 palabras –el artí- sí. Las tecnologías con las que pensamos,
tendemos el mundo, es nuestra propia culo de Carr puede leerse en http://bit.ly/ que incluyen los medios que usamos para
inteligencia la que se está convirtiendo en cXNeCU– creció y tomó forma de libro: acaparar, acumular y compartir informa-
inteligencia artificial”, decía por entonces. The Shallows: what the internet is doing to ción, desempeñan un rol fundamental
Pasaron los años, Carr escribió y firmó our brains (publicado recientemente en al moldear nuestras formas de pensar. Si
otros libros como The Big Switch: Rewi- Argentina como Superficiales: ¿Qué está bien soy ahora bastante ágil al navegar por
ring the World, from Edison to Google y su haciendo internet con nuestras mentes?, de los rápidos de la red, he experimentado
postura y mirada se fortalecieron gracias a la Editorial Taurus). “El cerebro huma- un retroceso en mi habilidad de mantener
las investigaciones que describían numéri- no se adapta rápidamente a su ambien- la atención. La red carcome mi capacidad
camente el nuevo estado de aturdimiento te –se extiende Carr–. Esta adaptación de concentración, contemplación, intros-
mental del mundo. ocurre a nivel biológico en la manera en pección. Mi mente espera ahora tomar
información de la manera en que la red la
Desde el borde distribuye: en un dinámico chorro de par-
tículas. La red erosiona la habilidad hu-
Como viene haciendo desde 1998, el sitio Edge.org –aquel que reúne a la llamada mana de entablar modos de pensamiento
“tercera cultura” o sea, la que tiende puentes entre las ciencias y las humanida- más calmos y meditativos. Si bien muchos
des– lanzó en el año 2010 a la comunidad científica internacional una pregunta estamos agradecidos por las riquezas de la
para radiografiar el estado de una cuestión en un momento determinado. “¿Cómo red nos preocupan los efectos a largo plazo
está cambiando Internet tu forma de pensar?” fue el interrogante elegido. Todo en la cultura intelectual, colectiva e indi-
tipo de investigadores, científicos y pensadores compartieron sus respuestas. Es- vidual”.
tas son algunas de ellas:
La fábrica del olvido
“Internet altera nuestras funciones cognitivas: pasamos de buscar información No nos damos cuenta inmediatamente,
dentro de nuestra mente a buscarla fuera de ella. El hombre moderno tiene una pero las tecnologías alteran la manera en
memoria de largo plazo poco entrenada y nos cuesta recordar grandes cantidades la que vemos el mundo. Como recordaba
de información. Internet amplificó esta tendencia pero nos enseñó nuevas estra- el sociólogo e historiador de la tecnología
tegias para encontrar lo que uno quiere usando buscadores. Internet es nuestra Lewis Mumford, en el siglo XIII el reloj
gran memoria colectiva”. mecánico permitió la cuantificación del
Gerd Gigerenzer, psicólogo alemán.
tiempo y cambió para siempre la forma de
trabajar, comprar y actuar. La imprenta en
“Internet permite que las personas aprovechen cualquier idea que surja en la ca- el siglo XV instauró el pensamiento lineal.
beza de alguien en el mundo. Esto cambió mi manera de pensar sobre la inteli-
gencia humana. Internet es la más reciente y mejor expresión de la naturaleza Ahora les toca el turno a internet y a los
colectiva de la inteligencia humana”. celulares. Por ejemplo, ya no es necesario
Matt Ridley, zoólogo inglés.
recordar: las máquinas lo hacen por no-
sotros. Wikipedia, blogs, flogs, redes so-
“Internet cambia cada aspecto del pensamiento del humano online: percepción, ciales, videos onlines, agendas digitales:
categorización, atención, memoria, navegación espacial, lenguaje, imaginación, el conocimiento y los recuerdos no están
creatividad, resolución de problemas, juicio, toma de decisiones. Gmail estructu- adentro sino afuera. Nuestras memorias se
ra mi atención: ¿borro, respondo o le pongo al mail una estrellita para contestar trasladaron del cortex cerebral a aquel me-
luego? Wikipedia es mi memoria extendida. Google Maps cambia cómo me mue- gacerebro mundial que se alimenta de re-
vo a través de mi ciudad y el mundo. Y FaceBook expande mi entendimiento de cuerdos, la web. El olvido digital (o el Al-
las creencias y deseos de los demás”. zheimer tecnológico), así, es la cara oculta
Geoffrey Miller, psicólogo evolucionista.
de la obsesión tecnológica por la memo-
ria. El español Manuel Castells considera
que las sociedades contemporáneas care-

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cen de temporalidad: no tienen ni pasado “El uso de la tecnología digital altera Las redes sociales son particularmente se-
ni futuro y por lo tanto no tienen memo- nuestros circuitos cerebrales”, señala Gary ductoras. Nos permiten satisfacer de ma-
ria. Las tecnologías nemóticas –cámaras, Small, neurocientífico de la Universidad de nera constante nuestro deseo humano de
grabadores– reconfiguran lentamente las California (Estados Unidos). Aunque lejos compañía e interacción social”.
neuronas de los nativos digitales, aque- de resaltar lo malo, este investigador subra-
llos que no conocen, ni se imaginan un ya lo bueno. “En un grupo de voluntarios Obviamente, no está todo dicho y hay
mundo sin iPods, celulares, computadoras de más de 55 años –cuenta– comprobamos voces críticas. “No estoy tan seguro que
donde volcar sus recuerdos efímeros. que el uso de internet tiene resultados po- si, como se dice, tenemos menor capa-
sitivos para el funcionamiento del cerebro. cidad de atención que antes –confiesa
Adaptación cerebral El problema surge cuando se exagera. Pasar el neurobiólogo argentino Iván Izquier-
“Vivimos una época en la que el exceso 10 horas por día frente a la computadora do, uno de los pioneros en el estudio de
de información nos abruma y casi no hay puede reducir las aptitudes de una persona los mecanismos de la memoria–. En este
tiempo para detenerse a pensar –advierte para el contacto personal, como mantener mundo donde hay tanta cantidad de es-
el neurocientífico Rodrigo Quian Quiro- una conversación cara a cara. Una elevada tímulos que muchas veces nos distraen,
ga, jefe de bioingeniería de la Universidad exposición a la tecnología disminuye nues- confunden y perturban, aguantamos bas-
de Leicester (Inglaterra), profesor visitante tra capacidad de captar ciertos detalles du- tante bien. El instrumento que el cere-
del Departamento de Física de la FCEyN- rante una conversación. Dejamos de leer bro tiene para aguantar tanto bombardeo
UBA y autor del reciente libro Borges y la las informaciones no verbales como la pos- de estímulos es la memoria de trabajo; y
memoria (Ed. Sudamericana)–. Estamos tura corporal y los gestos”. funciona. Se encarga de discriminar lo
online todo el tiempo. Con tantos datos importante entre lo irrelevante. Parece
en la cabeza tendemos a la dispersión in- Los cerebros que le preocupan a Gary no hacerle daño tanto estímulo. Es como
cesante. Uno se encuentra en un estado de Small, en realidad, son los de los adoles- un gran director de orquesta”.
alarma permanente. No nos damos cuenta centes, cuyos cerebros no desarrollaron
de lo adictivo que es la información y cómo completamente el lóbulo frontal, la sección Internet, así y todo, continúa siendo un
la tecnología corroe nuestras capacidades que nos diferencia de los animales y que campo fértil de contradicciones. Nos
cognitivas, nuestro poder de abstracción y controla los pensamientos más complejos hace más estúpidos y más inteligentes al
reflexión. En cinco o diez años vamos a ha- y nuestra capacidad de planificación. Ellos mismo tiempo. Alienta todo tipo de teo-
blar de internet como ahora hablamos del (y ellas) –los llamados “nativos digitales”– rías conspirativas y también nos brinda la
vino: si te tomás una copa está bien, pero si están más indefensos ante el alud informa- posibilidad de desarrollar un nuevo tipo
tomás mucho tenés un problema”. tivo y al cambio de mentalidad. de sociabilidad, compartir opiniones,
puntos de vista a una escala hasta ahora
Se sabe: cada generación se adapta al cam- En unos pocos años nos volvimos cazado- nunca imaginada.
bio. La Historia (así, en mayúsculas) es res de datos, adictos informativos. “Como
una larga cadena de transformaciones en tendemos a buscar constantemente infor- Como dice el gran neurobiólogo francés
pos de la supervivencia: la aparición de la mación en internet, nuestra mente va de Jean Pierre Changeux, la cultura esculpe
agricultura, la pólvora, la revolución in- un sitio a otro –continúa Small–. La tec- nuestros cerebros. “No somos observado-
dustrial, el telégrafo, la radio, la tv y ahora nología nos incita a seguir siempre adelan- res neutrales –cuenta–. La cultura, la so-
Internet y los celulares. Con una pequeña te, en lugar de hacernos parar para reflexio- ciedad y el ambiente nos transforman. En
diferencia: desde que nuestros antepasa- nar. La revolución digital nos sumergió en todo el desarrollo del ser humano hay una
dos más remotos descubrieron cómo usar un estado de continua atención parcial. gran plasticidad. Nuestros cerebros pro-
una herramienta, el cerebro humano nun- Estamos permanentemente ocupados. No ducen cultura y la cultura se internaliza en
ca fue afectado de un modo tan rápido y tenemos tiempo para reflexionar, analizar nuestros cerebros”.
drástico como lo está siendo ahora. Como o tomar decisiones meditadas. Las perso-
nunca ocurrió hasta el presente, nuestros nas pasan a vivir en un constante estado Nos cambie la tecnología como nos cam-
cerebros están expuestos a una tormenta de crisis, en alerta permanente, sedientas bie, lo cierto es que hay un hecho indiscu-
de estímulos desde que nos despertamos de un nuevo contacto o de un nuevo bit tible: ya no hay vuelta atrás. Nos transfor-
hasta que vamos a dormir a la noche. de información. Vivimos híperexcitados. mó por fuera y por dentro.

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