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referente a los recursos, se capta información respecto a los disponibles en las

instituciones para brindar atención a la población que solicita el servicio; éstos son
clasificados como físicos, materiales, humanos y financieros, todos ellos relacionados
entre sí; de tal forma que dependiendo de la infraestructura se debe contar con el
resto.

En cuanto a los recursos físicos y materiales es frecuente encontrar sistemas de salud


en los que ha habido una inversión significativa en infraestructura física, pero cuyos
presupuestos no permiten un financiamiento del personal o el mantenimiento del
equipo, lo que repercute en la prestación del servicio, por lo que se hace necesaria su
planeación y racionalización para estar en posibilidades de proporcionar una adecuada
atención a la comunidad demandante.

Los recursos humanos son de suma importancia porque los sistemas de salud
requieren de personal calificado y experimentado para su buen funcionamiento;
pueden definirse como el inventario de todos los individuos comprometidos en acciones
de salud que van desde la promoción, prevención, curación y, en su caso, hasta la
rehabilitación.

Se requiere que en las unidades hospitalarias se disponga de un equipo


multidisciplinario que permita proporcionar al paciente una atención completa y de
buena calidad.
Al revisar las funciones de los ministerios de salud descritas en las presentaciones de los
países en este libro, se observa que la gran mayoría de los ministerios son los órganos
responsables de la rectoría del sistema de salud. La rectoría se manifiesta por la autoridad
sanitaria del ministerio de salud y su capacidad de elaborar e implementar las políticas
públicas, de regular, de legislar y de conducir el sistema para garantizar el derecho
universal a la salud. La redefinición de las funciones del Estado en salud en los años 1990
ha generado como prioridad precisar el rumbo hacia donde deben avanzar los sistemas de
salud. La noción de rectoría involucra una profunda revisión de la simple función de dictar
normas y requiere de mayor responsabilidad de los gobiernos nacionales, aunque
inicialmente estaba a tono con la tendencia de los años 1990, cuando se planteaba con
fuerza la mera separación de las funciones de financiación y prestación de servicios, la
descentralización de los servicios, el desarrollo de seguros competitivos, la aparición de los
seguros para cubrir a la población carenciada, la focalización y selectividad con paquetes
mínimos. Hoy, el Estado se enfrenta con la necesidad de definir con mayor precisión y
resignificar las funciones que debe desarrollar para cumplir más eficazmente el rol de
rectoría y garantizar el derecho a la salud, fundamentalmente ante la nueva ola de reformas
que se implantan en algunos países. Los Sistemas Integrados de Sistemas de Salud en
América del Sur 35 Salud (Uruguay), el Sistema Único de Salud (Brasil), el Aseguramiento
Universal de Salud (Perú), el AUGE, Acceso Universal con Garantías Explícitas (Chile),
exigen del Estado, además de garantizar los derechos de los ciudadanos a través de leyes,
una mayor capacidad de conducir, regular y llevar a cabo las funciones esenciales de salud
pública correspondientes a la autoridad sanitaria. Esa rectoría desempeñada por la máxima
autoridad sanitaria nacional se compone de diversas acciones, entre las cuales se encuentran
la conducción, definiendo prioridades políticas y objetivos; regulación, estableciendo reglas
de juego para la provisión de bienes y servicios de salud y aseguramiento de la salud;
cumpliendo con las funciones esenciales de salud pública; vigilando que el acceso a los
servicios de salud esté garantizado y que no se presenten barreras de acceso; armonizando
la provisión de servicios, recuperando la programación desde el modelo de atención, que
fue abandonada desde la década de 1980, estableciendo los parámetros de referencia y
contrarreferencia y para la conformación de redes de servicios, entre otros. Por otra parte, el
observado énfasis en la función rectora y la reducción de rol de los ministerios de salud
como prestadores expresa, de alguna manera, la propuesta de “separación de funciones”
generada en las reformas de la década de los noventa, que planteaban dejar a los ministerios
de salud sólo la función rectora, pudiendo transferirse el resto de sus funciones a otros
órganos y al sector privado. Además, los ministerios de salud cumplen importantes
funciones de la vigilancia sanitaria, la regulación de tecnologías y productos e insumos para
la salud, la alineación y la coordinación de las relaciones internacionales y la cooperación
internacional. Otra función que aparece como importante, es la coordinación con las
instituciones de educación a cargo de la formación científico-técnica de los profesionales y
técnicos de la salud, tanto en pre como en postgrado. En algunos casos, minoritarios, los
ministerios tienen instituciones para la formación de cuadros de dirección, tipo escuelas de
gobierno, o escuelas de salud pública. Asimismo, buena parte de los ministerios mantienen
el desarrollo de programas y acciones de salud pública, en algunos casos en coordinación
con niveles subnacionales, para temas como programas de promoción de la salud,
prevención de enfermedades, control de epidemias, inmunizaciones, etc. En tres países
(Ecuador, Venezuela y Paraguay), el Ministerio de Salud asume también la función de
prestador de atención médica individual, constituyéndose en el principal prestador público.
En general, la función es de autoridad sanitaria nacional, ejerciendo la rectoría, regulando el
sistema y funciones de protección en salud colectiva. La totalidad de los ministerios de
salud actúan en las áreas de vigilancia sanitaria, epidemiológica, ambiental, medicamentos,
así como también en las relaciones internacionales. 36 Sistemas de Salud en Suramérica Se
observan también rasgos comunes en las prioridades actuales de las políticas de salud
mencionadas por los ministerios de salud. Las prioridades de los ministerios de salud se
pueden diferenciar en dos tipos: por un lado, las de tipo político organizativo, tales como
eliminar la exclusión social, mejorar el acceso y la calidad, fortalecer la descentralización y
la participación, promover la universalidad con modelos de atención integral y redes
basadas en atención primaria y la acción sobre los determinantes de la salud; y por otro
lado, en algunos países las prioridades están más centradas en lo asistencial, dirigidas a
atender determinado tipo de procesos o patologías y a aumentar la cobertura.

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