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T E X T O S DEL B R O N G E

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anrom i i y !‘
THOMÁS MORMÁNN

E l program a
de C arn ap
leriMaié,: filosofe
T E X T O S ' D E L B R O N. G E

/% pesar de su posición clave en la histo-


¿ J . ria de las ideas contemporáneas, el
pensamiento de C am ap ha sido objeto de
interpretaciones inadecuadas. En este libro se
analizan bajo un nuevo prisma diversos
aspectos de su obra y de su interrelación con
Wittgenstein, Neurath y Quine. El progra­
ma de Carnap no sólo arroja lu z sobre un
hito en la historia del pensamiento, sino que
muestra de qué modo la reflexión sobre la
génesis de la filosofía analítica se ensambla
naturalmente con ana visión actualizada de la
investigación filosófica y científica. E l libro
incluye, por primera vez en castellano, el tra­
bajo de Carnap “Sobre el carácter de los pro­
blemas filosóficos”, clásico exponente del lla­
mado giro lingüístico en filosofía.

ISBN 84-8300-069-5

9 788483 000694
P R IM E R A E D IC IÓ N : M A R Z O D E 1 9 9 6
P R O Y E C T O G R Á F IC O : R JC A R D B A D IA & A S SO C IA T S
D IS E Ñ O G R Á F IC O : Á R T U R R O S E L L Ó
© R A M O N C IR E R A , A N D O N I IB A K R A , T H O M A S M O R M A N N ,1 9 9 6
© D E LAS C A R A C T E R ÍS T IC A S D E ESTA E D IC IÓ N
C .E .L .C . / E D IC IO N E S D E L B R O N C E
C A L L E V IL A D O M A T , 1 35 - 0 8 0 1 5 B A R C E L O N A
ISB N : 8 4 -8 3 0 0 -0 6 9 -5
D E P Ó S IT O L EG A L: B -8 .5 7 9 -1 9 9 6
IM P R E S IÓ N : B A L M E S, S.L.
C A LLE A M A D E U T O R N E S , 11 1 - 0 8 9 0 2 L ’H O S P IT A L B T D E L L O B R E G A T

L A E D IC IÓ N D E E S T E L IB R O H A S ID O P O S IB L E
G R A C IA S A LA A Y U D A D E

k u tx a fu n d a z io a

* fu n d a c ió n k u t x a

gipuzkoa donostia kutxaren g iza rte-e kin tza


o b ra social de la caja gipuzkoa san sebastián

E N LA C U B IE R T A ,
L I B R A R ÍA ( 1 7 2 0 ),
D E G IU S E P P E M A R IA C R E S P I.

N IN G U N A PA R T E D E ÉSTA P U B L IC A C IÓ N ,
IN C L U Y E N D O E L D IS E Ñ O D E L A C U B IE R T A ,
P U E D E S E R R E P R O D U C ID A , A L M A C E N A D A O T R A N S M IT ID A
E N M A N E R A A L G U N A N I P O R N IN G Ú N M E D IO , YA SEA
E L É C T R IC O , Q U Í M I C O , M E C Á N IC O , Ó P T IC O
D E G R A B A C IÓ N O D E F O T O C O P IA , S IN P E R M IS O
P R E V IO D E L A M A R C A E D IT O R IA L
ÍN D ICE-

Presentación .............................................................................................

INTRODUCCIÓN
R Cuera, A. 1barra, Th. Mormann .......................................................

SOBRE EL CARÁCTER DE LOS PROBLEMAS FILOSÓFICOS


Rudolf Carnap . . . ...................................................................................

LAS RAÍCES EPISTEMOLÓGICAS DEL AUFBAU DE CARNAP


C. Ulises Moulinex *.................................................................................

UN MODELO OPERACIONAL DEL AUFBAU DE CARNAP


C. Ulises Moulinex ...................................................................................

TEORÍA DE LOS SIGNOS EN CARNAP


Javier Echeverría .....................................................................................

LA CONCEPCIÓN CIENTÍFICA DEL MUNDO,


EL CÍRCULO DE VIENA: UN BALANCE
Rainer Hegsehnann ................................................................................
VI

LA CONCEPCIÓN CIENTÍFICA DEL MUNDO,


EL CÍRCULO DE VIENA: UN BALANCE*
R a in er H egselm ann

En 1937, M ax H orkheim er publicó un' trabajo con el título “El


ataque más reciente a la M etafísica” (“Der neueste A ngriff auf
die M etaphysik” ) en el que arrem etía con extrem a fiereza contra
la filosofía del Círculo de Viena, conocida también como
“em pirism o lógico,” “positivism o lógico” o “neopositivism o.” 1
H orkheim er aceptaba que, del mism o modo que M ach había sido
“un hom bre progresista” (H orkheim er 1937, 134), “muchos de
los m iem bros del Círculo habían abogado por objetivos liberales”
(ibid.), pero a continuación consideraba este hecho como un caso
de afortunada inconsecuencia. Según su opinión, la filosofía
em pirista lógica desem boca en general en una “renuncia a la
razón” (ibid.)- Al ¿admitir com o conocim iento sólo aquello que
puede rem itirse a la experiencia inmediata, esta filosofía excluye
la reflexión sobre objetivos racionales.
Un pensam iento que se mantiene dentro de tales límites será
“siervo de los objetivos de la sociedad industrial vigentes en cada
m om ento” (ibid. 114), no podría “oponerse a ninguna locura, por
divulgado que estuviera” (ibid. 123) y sirve “tan poco de
antídoto contra la superstición política como contra la espiritista”
(ibid. 134). Esta concepción se contrapone “ únicamente a las
creencias puras sobre el más allá” (ibid. 93). Con su insistencia
en que el conocim iento está vinculado a la observación, el

111
RAINER HEGSELMANN

Círculo de Viena defiende un principio “cuya consideración [...]


es particularm ente conveniente para un m undo cuya ornam entada
fachada refleja en todas sus partes unidad y orden mientras que
en su interior mora el espanto. Dictadores, malos gobernadores
coloniales y sádicos com andantes de prisiones siem pre han
deseado tener contertulios de esta índole intelectual” (ibid. 101).2
H orkheim er denuncia algo más que la m era pasividad frente a la
injusticia general: a propósito de la crítica, motivada por su
negación de la metafísica, que el em pirism o lógico presenta a
gran parte de la tradición filosófica, observa que en ella se
reconoce “ una relación con la herencia cultural que suele actuar
en los levantam ientos nacionales y en sus hogueras” (ibid. 124).
Relaciona además la exigencia em pirista lógica de conceptos
claros, es decir, precisos y con contenido, con las limpiezas
nacionalsocialistas, y se anticipa al rechazo que habría de
provocar esta ‘crítica ideológica asociativa’ en los positivistas,
atribuyéndolo a su “bárbara relación con el lenguaje” (ibid. 129).
En suma, para H orkheim er, “la m etafísica neorrom ántica y el
positivism o radical” se basan am bos “en las mism as tristes
condiciones de una gran parte de la burguesía, que ha perdido
totalm ente la confianza en su capacidad para m ejorar el estado
de las cosas y que, por miedo a un cam bio decisivo del sistem a
social, se somete sin voluntad al dom inio de sus grupos de
capital más poderosos” (ibid. 90).3
Estas tesis de H orkheim er acuñaron, a finales de la década de
los sesenta, las convicciones de una parte considerable de los
estudiantes de la República Federal A lem ana y probablem ente
tam bién de Austria. Un lugar com ún durante aquellos años en
num erosas facultades de filosofía y de ciencias sociales era la
incom patibilidad entre una com prensión neopositivista de la
ciencia y una aplicación de ésta y de la técnica orientada a
objetivos humanos. Se daba también por hecha la com plementa-
riedad entre esa com prensión de la ciencia y la existencia de
aspectos inhum anos, autoritarios e incluso fascistas en ,1a
sociedad.

112
LA CONCEPCION CIENTÍFICA DEL MUNDO

Sin em bargo, cuando apareció el veredicto de H orkheim er


sobre el em pirism o lógico, éste presentaba ya una anom alía
evidente: tanto en A ustria com o en la A lem ania de 1937, los
representantes y seguidores del em pirism o lógico — al contrario
de lo que se podía deducir de las tesis de H orkheim er— no
ocupaban ningún puesto de dirección ideológica. La mayoría
había tenido que em igrar o estaba preparando su huida. Habían
perdido incluso los cargos modestos. Los medios de difusión y
las asociaciones creados por el m ovim iento em pirista lógico no
podían continuar su tarea, si es que no habían sido directam ente
prohibidos. ‘
¿Fue todo esto solam ente un m alentendido? ¿A caso los
m iem bros del Círculo de Viena no habían com prendido lo bien
que se ajustaba su concepción a las circunstancias políticas de
A ustria después de Febrero de 1934 y de M arzo de 1938? ¿Es
que la adm inistración de DollfuB y sus sucesores sufría un
m alentendido com plem entario? ¿Fue únicam ente el hecho de la
pertenencia a determ inadas razas lo que produjo el antagonism o?
¿A caso no supieron encontrarse una m ala filosofía y un gobierno
malo, que de haberlo hecho habrían form ado una buena pareja?
A continuación me ocuparé de aquéllos a los que H orkheim er
denunció públicam ente como pioneros intelectuales y cóm plices
del nacionalsocialism o. Se trata del m ovim iento conocido como
em pirism o lógico o neopositivism o, que surgió principalm ente del
llam ado Círculo de y ie n a, y cuya ‘im agen de m arca’ se encon­
traba en la noción de “concepción científica del m undo.” Como
es bien sabido, tanto la filosofía de la ciencia com o la filosofía
analítica desarrollada particularm ente en el m undo anglosajón han
surgido del em pirism o lógico o han sido m arcadas de forma
decisiva por éste.
O freceré, en prim er lugar, una caracterización del com plejo de
actitudes propias del em pirism o lógico. En segundo lugar,
inform aré sobre las concepciones políticas en el Círculo de
Viena. En la tercera parte, analizaré el desarrollo histórico del
Círculo de Viena. En la cuarta, bosquejaré la historia de su

113
RAINER HEGSELMANN

em igración y de su posguerra. En la. quinta parte volveré de


nuevo a los ataques de Horkheimer.

1. EL NÚCLEO TEÓRICO DEL EM PIRISM O LÓGICO

D esde un p unto de vista histórico-filosófico, el em pirism o lógico


puede entenderse com o un intento de extraer las consecuencias
filosóficas de las revoluciones cognoscitivas producidas en las
ciencias naturales, las matemáticas y la lógica. El em pirism o
lógico es, ante todo, una reacción frente a las dificultades que,
a causa de los progresos a principios de siglo de la física, la
lógica y las m atem áticas, encontraba la concepción filosófica que
con razón puede considerarse como una de las mejores funda-
m entaciones m odernas de las ciencias, esto es, la filosofía
trascendental kantiana. Para poder explicar la presunta apodictici-
dad de las leyes físicas fundam entales (la m ecánica de Newton
y la ley de conservación de la masa) Kant había declarado estas
leyes juicios sintéticos a priori. En su Crítica de la Razón Pura
y en la pregunta inicial de ésta, “¿Cóm o son posibles los juicios
sintéticos a priori?,” hilo conductor de la investigación, se
introducía una presunción de existencia de tales juicios. Era muy
natural considerar errónea esta presunción después de que, tras
una revolución científica, la m ecánica new toniana hubiera sido
relevada por la Teoría de la Relatividad de Einstein. En este
relevo habían cooperado determ inados resultados de observación,
el potencial físico y m atem ático — especialm ente el geom étrico—
de la teoría, así com o convenciones y consideraciones de
sim plicidad, lo que puso en evidencia el carácter no apodíctico
de las teorías físicas. Con ello desapareció un m otivo para
considerar la existencia de juicios sintéticos a priori. Tam bién a
los juicios de las m atem áticas Kant les había adjudicado un
status sintético-apriorístico, para aunar la evidente apodicticidad
de estos juicios con su supuesta inform atividad. Sin em bargo, los
trabajos de Frege, Russell y W hitehead sugerían claram ente la

1 14
LA CONCEPCION CIENTÍFICA DEL MUNDO

conclusión de que era posible una construcción de las m atem áti­


cas a partir de la lógica (logicismo) y que, en cualquier caso, el
status de los enunciados lógicos era indudablem ente analítico. El
logicismo transfiere la condición epistem ológica de los enuncia­
dos lógicos a los de las m atemáticas: los enunciados m atem áticos
se vuelven analíticos, efecto que, por otro lado, no sólo el
logicismo produce. Por tanto, no parece haber, en absoluto,
juicios sintéticos a priori. Los juicios sintéticos parecen posibles
sólo com o juicios em píricos, o sea a posteriori. A sí lo ve
Reichenbach en su libro D ie Philosophie der Raum -Zeit-Lehre
(Filosofía de la teoría del espacio-tiempo), donde afirm a que
Kant sum inistró la últim a solución filosófica al problem a del
conocim iento, problem a que en relación a las ciencias naturales
alcanzó su punto álgido en tiempos de Kant. Pero esa solución
es hoy insostenible. El análisis filosófico renovado del conoci­
miento de la naturaleza es, en consecuencia, un desiderátum (cf.
Reichenbach 1928, 1 y ss.).
D esde un punto de vista sociológico, los representantes del
em pirism o lógico poseían típicam ente — por lo m enos los de la
prim era generación— un perfil de conocim iento, de form ación y
de intereses que los transform ó, no sin razón, en un grupo de
trabajadores científicos fronterizos y de vagabundos disciplina­
rios. “La realización de una tal filosofía del conocim iento de la
naturaleza debe [...] quedar reservada a un grupo especial de
investigadores, c o m a com ienza a hacerse patente en los últimos
tiempos; a un grupo que domine, por un lado, la técnica y la
ciencia natural m atem ática, pero que, por otro lado, no esté tan
absorbido por ella com o para que el trabajo especializado lo lleve
a perder la perspectiva filosófica” (Reichenbach 1928, 4). Poder
reconocer la precaria situación en la que había caído la filosofía
kantiana hacia el cam bio de siglo debido a los desarrollos
científicos particulares, presuponía, por una parte, un buen
conocim iento de las teorías físicas y lógico-m atem áticas más
modernas y; por otra parte, exigía tam bién una sensibilidad y un
interés por las consecuencias y los problem as que planteaban a

1 15
RA1NER h e g s e l m a n n

la filosofía estos desarrollos científicos en los campos particula­


res. En otras palabras, la crisis filosófica a partir de la cual se
puede com prender la génesis del em pirism o lógico, fue una crisis
sólo para una vanguardia cognoscitiva que disponía de los
conocim ientos lógico-m atem áticos y de las ciencias naturales más
modernos en una m edida que era (y sigue siendo) inusual para
los filósofos del siglo XIX y XX, pero que al mismo tiempo
estaba interesada en una reflexión y un análisis epistemológicos
de las teorías científicas particulares o de los procesos cognosciti­
vos científicos de un modo inusual entre los científicos especiali­
zados.
D esde un punto de vista sistem ático se puede caracterizar el
em pirism o lógico por: a) un interés elucidador fundamental; b)
tres tesis o supuestos básicos; c) una serie de desiderata y de
problem as resultantes com o consecuencia de estos supuestos
básicos.

a) Un interés elucidador fu n dam ental


Un prim er rasgo característico del em pirism o lógico se pone de
m anifiesto en su interés elucidador, es decir, su interés por la
claridad de los conceptos y las argum entaciones, por la recons­
trucción, el control intersubjetivo y la contrastabilidad, por la
(auto)transparencia del pensar y del decir. Quien siente un interés
tal se alejará de la inexactitud, de lo nebuloso y de las oscuras
profundidades: la invocación de la fuerza intuitiva oculta y las
especulaciones incontrolables son incom patibles con este impulso
elucidador básico. Feigl, un representante del em pirism o lógico,
expresó certeram ente la actitud básica de crítica al lenguaje y al
conocim iento del em pirism o lógico con las siguientes palabras:
“en mi opinión, vivimos ahora en una nueva era de ilustración
en la que planteam os una y otra vez dos cuestiones principales:
‘¿Que quiere usted decir?’ y ‘¿Cóm o lo sab e?” ’ (Feigl 1969a,
409).

116
LA CONCEPCION CIENTÍFICA DEL MUNDO

b) Tres tesis o supuestos básicos


Hay tres supuestos básicos característicos del em pirism o lógico.
El prim er supuesto básico es una reacción ante las dificultades
surgidas del program a de fundam entación filosófico-transcenden-
tal de Kant. A prim era vista es absurda la aceptación de juicios
sintéticos a priori, dado que sus ejemplos paradigm áticos ya no
valen com o tales a la luz del progreso científico particular:
sinteticidad y aprioricidad parecen incompatibles. Que un juicio
sea a posteriori parece ser el requisito para que pueda ser
realm ente sintético. El secreto del rápido progreso científico
particular se encuentra sencillam ente en'el control sistem ático de
la experiencia. Com o supuesto básico se puede entonces expresar
el siguiente diagnóstico: el conocimiento sólo puede alcanzarse
a través de la experiencia. '
La inexistencia de juicios sintéticos a priori y el hecho de que
el progreso científico particular se logre en el ám bito de los
juicios sintéticos a posteriori y en el de los analíticos, llevan a la
segunda tesis básica, según la cual sólo se pueden em itir juicios
con sentido, verdaderos o falsos, de estos dos tipos. Que en
disciplinas com o la filosofía y la teología dom ine un caos
cognoscitivo se explica por el hecho de que justam ente en ellas
se discuten problem as que desde una perspectiva de la crítica del
lenguaje y del significado son pseudoproblem as. H ay enunciados
que son enunciados con sentido sólo en apariencia. Tales
pseudoenunciados reproducen las fo rm a s gram aticales de
enunciados con sentido, pero para la mirada atenta del ojo
lógicam ente adiestrado resultan ser tan sólo una secuencia de
sonidos o signos sin sentido.
U na tercera tesis básica del em pirism o lógico concierne al
significado y valor de la lógica moderna — que em pieza especial­
mente con Frege y con Russell y W hitehead— tanto para el
progreso m atem ático y científico particular com o para la
elucidación de cuestiones de carácter ‘filosófico’, com o, por
ejem plo, las que ya se han planteado en relación con las dos
prim eras tesis básicas.

117
RA1NER HEGSELMANN

A pesar de los diferentes énfasis, se puede constatar en el


em pirism o lógico una am plia coincidencia en que la lógica
m oderna es un instrumento de análisis irreem plazable para la
reconstrucción y explicación de conceptos, enunciados, argum en­
tos, teorías y particularm ente para la identificación de pseudo-
problem as y pseudoenunciados.

c) D esiderata y problem as resultantes


Si bien la tendencia a la crítica del lenguaje y a la validez del
conocim iento junto con las tres tesis centrales describen un
com plejo de posiciones característico del em pirism o lógico, esas
posiciones son más bien de tipo programático y heurístico y, por
tanto, necesitan precisión y elaboración. Visto más de cerca, el
em pirism o lógico se caracteriza justam ente por el interés
dilucidador y por los problem as que resultan como consecuencia
del com plejo de posiciones que lo caracterizan:
Un . prim er problem a concierne a la diferenciación con/sin
sentido: si adem ás de problem as ‘reales’ tam bién hay pseudopro-
blem as, si adem ás de enunciados con sentido hay enunciados sin
sentido, ¿cóm o se puede precisar más exactam ente qué distingue
a los enunciados con sentido de los enunciados sin sentido?
¿Cuál es el defecto específico de los enunciados sin sentido?
¿Q ué se expresa en ellos y qué los produce? ¿Con qué criterio
se podrían establecer las condiciones necesarias para su distin­
ción? ¿Traza este criterio una separación tajante? ¿Pueden
aquellos enunciados que no cum plan con él poseer, no obstante,
un valor heurístico? Estas preguntas y otras sim ilares han
provocado durante décadas una discusión sobre los diferentes
criterios de significado — denom inados tam bién a veces criterios
de significación cognoscitiva. Los diferentes criterios llevaron a
una constelación de dificultades que se repetía sin cesar: los
criterios no eran capaces de excluir, es decir, considerar sin
sentido, aquellos enunciados m etafísicos indeseados (com o por
ejem plo “La nada es la negación- por excelencia de la totalidad
del ente” ), m ientras que por otra parte no eran capaces de incluir

118
LA CONCEPCION CIENTÍFICA DEL MUNDO

entre los enunciados con sentido ejemplos paradigm áticos de


enunciados provenientes del campo de la física (por ejemplo,
leyes naturales cuantificadas universalm ente o hipótesis existen-
ciales). La discusión de las diferentes variantes de criterios de
significación cognoscitiva no condujo a ningún criterio com pleta­
mente irrecusable.
Un segundo problem a concierne a las posibilidades y a las
tareas del filosofar con sentido: una consecuencia de esa
tendencia a la crítica del sentido y de la validez del conocim ien­
to, así como de las tesis básicas que la precisaban, es el enfrenta­
miento con la filosofía tradicional. El análisis de los enunciados
filosóficos m uestra que muchos de ellos son sólo pseudoenuncia-
dos, que num erosos problem as (entre, ellos por ejem plo la
controversia idealism o-realism o) son sólo pseudoproblem as. Se
plantea entonces la cuestión de si hay realm ente un lugar para un
filosofar con sentido. Dado que se puede excluir la posibilidad
de los juicios sintéticos a priori, el conocim iento a posteriori cae
dentro del cam po de com petencia de las ciencias particulares y
los juicios analíticos pertenecen a la lógica y a las m atemáticas,
¿puede haber aún en tal situación preguntas genuinam ente
filosóficas que no sean pseudocuestiones? ¿Puede haber enuncia­
dos . que sean respuestas a tales preguntas? ¿Cuál sería el
proyecto con sentido que pudiera o debiera ser em prendido
después del fracaso s previsible, explicable y definitivo de la
tradición filosófica? Ante estas cuestiones, el em pirism o lógico
p or una parte ha favorecido un concepto de filosofía según el
cual ésta es absorbida por el análisis lógico. “A nálisis lógico” ha
de entenderse aquí en un sentido muy amplio que incluye el
análisis de los aspectos sintácticos, semánticos y pragm áticos del
lenguaje, y eso incluye el lenguaje científico y las teorías
form uladas en dicho lenguaje.
Por otra parte la ciencia unificada se convierte en el proyecto
sucesor de la filosofía, com o enfatizaba sobre todo Neurath. La
ciencia unificada consiste en la reunión de todas las ciencias
sobre la base de un lenguaje y un método comunes. Una tal

119
RAINER HEGSELMANN

integración — se espera— haría posible un am plio aprovecha­


m iento de la capacidad predictiva del saber científico. A este
program a de unificación científica correspondía el proyecto de
una enciclopedia gigantesca, a la vez lugar propagandístico e
institucional, donde se buscarían y crearían sistem áticam ente
relaciones entre las disciplinas, se identificarían las dificultades
de integración y se discutirían las soluciones. El estallido de la
Segunda Guerra M undial dem oró la realización del proyecto de
la enciclopedia. La muerte de Neurath en diciem bre de 1945 lo
dejó sin su organizador. El proyecto quedó así truncado.
El interés elucidador, las tesis básicas y los problem as
resultantes conforman el perfil teórico característico del em piris­
mo lógico. A través de num erosas publicaciones, sus representan­
tes pusieron mucho entusiasm o en popularizar bajo la denom ina­
ción de “concepción científica del m undo” un co m p lejo ' de
actitudes y convicciones aproxim adam ente así (véase por ejem plo
C arnap, Hahn, Neurath 1929). Sería sin em bargo erróneo
entender el m ovim iento del em pirism o lógico com o un bloque
m onolítico, exento de controversias.

2 . LOS OBJETIVOS POLÍTICOS DEL ALA IZQUIERDA

Hoy se considera en general al Círculo de V iena como el lugar


de nacim iento de la m oderna teoría de la ciencia y de la filosofía
analítica. Y lo es. El desarrollo ulterior, sin em bargo, ha
restringido a veces la com prensión de sus inicios al lim itar la
perspectiva que de él se tiene y desatender un aspecto im portan­
te: la afinidad y el parentesco entre los program as de “la
concepción científica del m undo” y de la reform a socialista de
la sociedad, tal como los veía en particular el ala izquierda del
C írculo de Viena.
El m anifiesto program ático “La concepción científica de]
m undo, el Círculo de V iena” m uestra especialm ente que por lo
m enos Carnap, Hahn y Neurath veían interrelaciones en varios

120
LA CONCEPCION CIENTÍFICA DEL MUNDO

aspectos entre el program a de la concepción científica del m undo


y el program a socialista de modificación de la sociedad. Según
su opinión: a) am bos programas se basan en los m ism os motivos;
b) la concepción científica del mundo proporciona los instrum en­
tos cognoscitivos necesarios para una actuación racional; c) los
detractores del program a de la concepción científica del mundo
son tam bién detractores de la modificación socialista de la
sociedad; d) con los medios de la concepción científica del
mundo podrían ponerse al descubierto los errores fundam entales
que se encuentran en las cosm ovisiones de aquellos círculos
conservadores o reaccionarios que se oponen al socialism o; e) la
concepción científica del mundo puede transform arse en la
cosm ovisión de las masas que luchan por su em ancipación.
Estás opiniones de Carnap, Hahn y 'Neurath están en franca
oposición con las versiones com únm ente divulgadas sobre el
em pirism o lógico, y por ello las trataré con detalle.
a) En cuanto a la conexión del em pirism o lógico con la m odifi­
cación socialista de la sociedad, en el m anifiesto program ático
“La concepción científica del mundo, el Círculo de V iena” se
dice: “La vitalidad que se manifiesta en los esfuerzos por lograr
una transform ación racional del orden social y económ ico
im pregna tam bién el m ovim iento de la concepción científica del
m undo” (1929, 86). Según otro pasaje, estos esfuerzos no sólo
tienen com o base está m ism a “vitalidad,” sino que es el mismo
“espíritu de la concepción científica del m undo” el que se
expresa en el program a de reform a social. “Som os testigos de
que el espíritu de la concepción científica del m undo im pregna
de m anera creciente las form as de la vida pública y personal, de
la enseñanza, de la educación, de la arquitectura y contribuye a
organizar la vida económ ica y social conform e a principios
racionales. La concepción científica del mundo sirve a la vida y
la vida le da cabida en sí m ism a” (1929, 101).
b) Carnap, Hahn y Neurath com prom etían la concepción
científica del m undo con la vida práctica en general: “Se trata de
forjar herram ientas intelectuales para lo cotidiano, para lo

121
RAINER HEGSELMANN

cotidiano del científico, pero también para lo cotidiano de todos


aquéllos que contribuyen de algún modo a la organización
consciente de la vida” (1929, 86).
c) Si los esfuerzos por lograr la reform a de la filosofía y la
reform a de la sociedad tienen en su origen un mismo motivo, no
es de extrañar que los detractores de la prim era sean también
detractores de la segunda. Carnap, Hahn y Neurath escribían:
“Un grupo de com batientes, que se aferra al pasado en el campo
social, cultiva también las caducas actitudes m etafísicas y
teológicas cuyo contenido ha sido superado desde hace tiempo,
mientras que el otro grupo, con su atención puesta en los nuevos
tiempos, rechaza, especialm ente en Europa Central, estas
actitudes y se basa en la ciencia em pírica” (1929, 100).
d) A estas luchas sociales contem poráneas la concepción
científica del mundo hace una aportación importante: con sus
medios, es decir, con los medios de las ciencias particulares
inspirados por dicha concepción, se pueden denunciar y esclare­
cer los errores y prácticas de la cosm ovisión conservadora-
reaccionaria: “¿De qué m anera [...] se han de explicar los
cam inos errados de la m etafísica? Esta pregunta puede ser
planteada desde diferentes puntos de vista: psicológico, sociológi­
co y lógico. Las investigaciones psicológicas se encuentran
todavía en su estado inicial; los prim eros pasos hacia una
explicación más profunda se han dado quizás con las investiga­
ciones del psicoanálisis freudiano. Lo m ism o sucede con las
investigaciones sociológicas. Pensem os en la teoría de la
‘superestructura ideológica.’ A quí queda todavía cam po abierto
para seguir investigando provechosam ente. M ás avanzada está la
dilucidación del origen lógico de los errores m etafísicos” (1929,
88 ).
e) Carnap, Hahn y N eurath indicaban que el em pirism o moderno
podía transform arse en la cosm ovisión de las masas que luchan
por la em ancipación (véase 1929, 100). Para Neurath incluso era
seguro que el “proletariado [...] se transform a en el portador de
la ciencia sin m etafísica” (1928, 152). En la obra de los marxis-

122
LA CONCEPCION CIENTÍFICA DEL MUNDO

tas veía aún equivocaciones aisladas (1981, 464), pero considera­


ba sin em bargo sólo “una cuestión de tiempo que la filosofía
exacta y el m arxism o se enlacen entre sí” (1929).

3. LA HISTORIA DEL CÍRCULO DE VIENA

¿Quiénes integraban el Círculo de Viena? ¿Cuándo surgió?


¿Cómo se desarrolló? ¿Qué fue de él? El Circulo de V iena era
un grupo informal. Sólo algunos de sus miembros eran catedráti­
cos; algunos eran profesores no numerarios, otros se ganaban su
sustento con profesiones no universitarias. Al Círculo pertenecían
también estudiantes avanzados y de doctorado. Los m iem bros del
Círculo provenían de las más diversas especialidades. Los puntos
teóricos de referencia, los intereses y los ideales com unes se
pueden indicar con conceptos tales como “concepción científica
del m undo,” “ inteligibilidad y claridad del lenguaje,” “aclaración
de las cuestiones básicas de la m etodología de las ciencias.” El
Círculo se reunía sem analm ente. M oritz Schlick detentaba una
posición clave, pues era él quien decidía las invitaciones para
participar; por ello a veces se hablaba tam bién del Círculo
Schlick. Schlick había sido llamado en 1922 para ocupar la
antigua cátedra de M ach en la U niversidad de Viena. En el
círculo form ado alrededor de Schlick confluyó un círculo de
debate teórico científico y filosófico existente desde hacía
muchos años form ado por Hans Hahn (m atem ático), Philipp
Frank4 (físico), Richard von M ises5 (m atem ático e ingeniero
m ecánico) y Otto N eurath (econom ista).6 Al prim er círculo lo
llam a H erbert Feigl el “Círculo de Viena prehistórico;”7 sus
com ponentes habían sido influidos especialm ente por M ach y el
convencionalism o francés (Poincaré, Duhem, Abel Rey), y
poseían una buena form ación histórico-científica y un conoci­
m iento muy exacto de los problem as relacionados con la
dinám ica de las teorías.8

123
RA1NER HEGSELMANN

Según cuenta Feigl, gracias a su sugerencia y a la de W ais-


m ann,9 Schlick organizó cada jueves, a partir de 1924, un
coloquio en el que tom aba parte el círculo de debate ‘prehistóri­
c o ’ y del que surgió el Círculo de Viena. R udolf Carnap, que
m arcaría profundam ente al Círculo, se trasladó en 1926 de Jena
a Viena, donde, tras muchas dificultades, fue nom brado profesor
ese mismo año. Además de los m iem bros m encionados, habría
que m encionar especialm ente a Gustav Bergm ann, Kurt Gódel,
Bela von Juhos, Félix K aufm ann, V ictor Rraft, Karl M enger,
O lga H ahn-Neurath y Edgar Z ilsel.10
Los esfuerzos por la elaboración y divulgación de una
concepción científica del mundo tom aron en 1928 una form a
organizada con la fundación de la Asociación E rnst M ach." Esta
fundación se llevó a cabo en un contexto político-cultural en el
que existían otras organizaciones em parentadas entre sí (a
m enudo entrelazadas a través de m iem bros com unes), guiadas
igualm ente por orientaciones que podrían ser denom inadas con
etiquetas tales como “racionalism o,” “hum anism o,” “cosm opoli­
tism o,” “socialism o,” “ateísm o,” “pacifism o,” “optim ism o sobre
la técnica y la posibilidad de planificación.” 12 Junto a Schlick,
que actuaba com o presidente de la A sociación, pertenecían
tam bién a la junta directiva Carnap, N eurath y Zilsel. La
A sociación desarrolló una intensa actividad conferenciante,
siguiendo el mism o ím petu esclarecedor y de educación popular
que orientaba a la Federación de Librepensadores y M onistas, y
que era particularm ente característico de M ach. Prácticam ente
todos los m iem bros del Círculo de V iena pronunciaban charlas
en el marco de los actos organizados por la Asociación: N eurath
im partió num erosas conferencias que trataban sobre el m arxism o,
las ciencias sociales, la pedagogía, la magia, la técnica y muchos
otros temas. Feigl hablaba sobre las leyes de la naturaleza y el
libre albedrío. Carnap explicaba las pseudocuestiones de la
m etafísica y la teología. Schlick disertaba sobre los problem as de
la causalidad e inform aba sobre las corrientes filosóficas en los
Estados Unidos. Pero no sólo se trataban cuestiones filosóficas:

124
LA CONCEPCION CIENTÍFICA DEL MUNDO

Josef Frank hablaba sobre la concepción m oderna del mundo y


la arquitectura m oderna; W ilhelm Reich, sobre los problem as de
la teoría psicoanalítica de los instintos; Ludw ig Bertalanffy, sobre
el problem a de la entropía; Egon Brunswik, sobre la psicología
de la Gestalt; Otto Bauer, sobre la interrelación entre la racionali­
zación industrial y la ciencia.13
El año siguiente a la fundación de la A sociación Ernst M ach
se presentó también por prim era vez el Círculo de V iena como
escuela filosófica autónom a. En colaboración con la Sociedad
Berlinesa de Filosofía Em pírica se organizó un congreso sobre
la epistem ología de las ciencias exactas que tuvo lugar en
septiem bre de 1929 en P raga.,, al mism o tiempo que un congreso
de la Sociedad fiísica A lem ana y de la Asociación Alem ana de
M atem áticos. Hahn expuso allí el m anifiesto program ático
proyectado por N eurath y elaborado por él y Carnap: “La
concepción científica del mundo, el Círculo de V iena.” 14
La Sociedad Berlinesa de Filosofía Em pírica, coorganizadora
del congreso, había sido fundada en 1928 y se consideraba, de
m anera muy sim ilar al Círculo de Viena, com o un punto de
reunión intelectual que organizaba a todos los interesados en una
filosofía científica.15 De la sociedad form aban parte entre otros
W alter D ubislav, K urt Grelling, K arl-G ustav Hem pel y Hans
Reichenbach. M ás tarde la sociedad cam bió su denom inación por
la de “Sociedad de Filosofía C ientífica,” a partir de una propues­
ta de D avid Hilbert.
Ya antes del congreso de Praga existían relaciones e n tró lo s
m iem bros de am bos grupos. Carnap y Reichenbach m antenían un
estrecho contacto; von M ises se había graduado en la U niversi­
dad Tecnológica de V iena y conocía muy bien a Frank, a Hahn
y a N eurath. Am bos grupos tenían, por tanto, conocim iento de la
am plia coincidencia en posiciones, puntos de vista y actitudes,16
En 1930 el Círculo de V iena realizó conjuntam ente con la
Sociedad Berlinesa otro congreso sobre la epistem ología de las
ciencias exactas en Kónigsberg. E n este congreso se trataron

125
RAINER HEGSELMANN

especialm ente los problem as de los fundam entos de la m atem áti­


ca.
D espués de 1929 la concepción filosófica del Círculo de
V iena traspasó rápidamente" las fronteras de A ustria y de
A lem ania. Se establecieron num erosos contactos con filósofos de
otros países que com partían el interés por una filosofía científica.
Se establecieron relaciones con los grupos de lógicos polacos en
V arsovia y Lemberg. En estos grupos figuraban Kasim ierz
A jdukiew icz, León Chwistek, Tadeusz K otarbinski, Stanislaw
Lesniew ski, Jan Lukasziew icz, Alfred Tarski y Zygm unt Zawirs-
ki. T am bién el pragm atism o am ericano se prestaba de m anera
natural al enlace: se establecieron contactos con Charles W.
M orris y Ernest Nagel. W illard Van Orman Quine visitó Viena.
Surgieron relaciones con Ake Petzáll, A m e Naess, Jórgen
Jórgensen y Eino Kaila que trabajaban en Escandinavia. Y
naturalm ente hubo relaciones con los filósofos analíticos de
Inglaterra: surgieron contactos entre otros con Richard Beven
B raithw aite, Gilbert Ryle, B ertrand Russell y Susan Stebbing.
A lfred Julius A yer se desplazó a V iena y tom ó parte en las
reuniones del C írculo.17
En 1929, año en que por prim era vez se presentó el Círculo
al público com o escuela filosófica, hizo tam bién su aparición la
serie Schriften zur wissenschaftlichen W eltauffassung (Escritos
sobre la concepción científica del mundo'), editada por Schlick y
F ran k .18 En 1930^ Carnap y Reichenbach se hicieron cargo com o
editores de la revista Annalen der Philosophie (A nales de
Filosofía), publicada por láecfitoriai Félix M einer, y la continua­
ron con el nombre de E rkennm is (Conocim iento). Con ello
disponían el Círculo de V iena y la Sociedad Berlinesa, o m ejor
dicho, el m ovim iento em pirista lógico, de una especie de órgano
central. La creación de la serie de escritos Einheitsw issenschaft
(Ciencia Unificada), cuyo prim er volum en, E inheitsw issenschaft
und Psychologie {Ciencia unificada y psicología), se publicó en
1933, se debe a una iniciativa de N eurath.19

126
\

LA CONCEPCION CIENTÍFICA DEL MUNDO

4. LA HISTO RIA DE LA EM IGRACIÓN DEL CIRCULO DE VIENA20

El desarrollo del em pirism o lógico en los años treinta tiene un


doble carácter especialm ente trágico. Por un lado, es la historia
de un m ovim iento filosófico que no realiza sólo pequeños
congresos, sino grandes congresos internacionales para la unidad
de las ciencias, que crea revistas y series internacionalm ente
respetadas, o sea que logra internacionalizar su red científica.2'
El m ovim iento descubre parentescos y afinidades con otras
concepciones guiadas tam bién por un ‘espíritu analítico’; así
particularm ente con el pragm atism o americano, el_operacionalis-
mo y el conductism o. La orientación 'analítica gana ya en los
años treinta una enorm e influencia en muchas regiones del
mundo, especialm ente en Estados Unidos, Inglaterra y Escandina-
via, y com ienza ja decidir las discusiones y a establecer con éxito
estándares de argum entación filo s ó fica (véase Carnap 1963, 34
y ss.: Feigl 1968, 81 y ss.). Otra cosa muy distinta — y en cierta
m anera el reverso de esta exitosa internacionalización (véase
H empel 1981, 209; Dahms 1985, 335)— es la evolución en
Austria y A lem ania. Al estallar la guerra en 1939 no existían,
desde hacía varios años, ni el Círculo de Viena ni la Sociedad
Berlinesa. El em pirism o lógico se había transform ado en una
filo so fía de em igrantes de gran éxito.22
En lo que concierne al Círculo de Viena — a continuación
tratarem os sólo de ío que atañe a su destrucción y disolución— 23
se produjo una prim era gran pérdida al abandonar Carnap Viena
en 193_1 para ocupar un puesto com o profesor extraordinario en
la U niversidad A lem ana de Praga. Para esta partida no existieron
evidentem ente m otivos políticos. Pero sí fue m otivado decisiva­
mente por la evolución política el que Carnap, que seguía
tom ando parte de vez en cuando en las reuniones del Círculo de
Viena, abandonara C hecoslovaquia a fines de 1935 para hacerse
cargo de una cátedra en la U niversidad de Chicago. En su
autobiografía Carnap aduce como motivos de su partida, por un
lado, la propagación creciente en aquella época de la ideología

127
RAINER HEGSELMANN

nacionalsocialista, incluso entre los estudiantes y profesores de


la universidad, y por otro lado, el peligro de una invasión por
parte de la A lem ania de Hitler. (Carnap 1963, 34);24 Charles
M orris prestó una valiosa ayuda tanto en el caso de la em igra­
ción de Carnap com o en la de otros m iem bros del m ovim iento
em pirista lógico — por ejem plo H em pel y R eichenbach— así
com o en la búsqueda subsiguiente de puestos de trabajo (véase
Feigl 1968, 72).
En el mismo año en que Carnap abandonó Viena, Feigl se fue
definitivam ente a los Estados JUnidos, después de conseguir un
puesto en la U niversidad de Iowa — gracias entre otras cosas a
una carta de recom endación de Einstein. La partida de Feigl fue
m otivada por el antisem itism o, creciente incluso en la U niversi­
dad de Viena. Al contrario que su optim ista m aestro Schlick,
Feigl no veía ninguna posibilidad de hacer carrera académ ica en
A lem ania o A ustria debido a su origen ju d ío (véase Feigl 1968,
73 y ss.).25
El año 1934 trajo consigo duros golpes para el Círculo de
Viena. Durante las luchas de febrero la policía austríaca intentó
detener a Neurath. Este no gozaba de una posición académica,
sino que era entonces director del M useo Social y Económ ico de
Viena, museo que se consideraba un “instituto de educación
popular para la ilustración social” (N eurath 1931, 156). Para
llevar a cabo esta tarea había que elaborar técnicas de ilustración
apropiadas para representar los acontecim ientos sociales que
perm itieran traspasar las barreras del lenguaje y de la educación.
Este problem a se solucionó m ediante un m étodo estadístico
gráfico que más tarde se conoció con el nom bre ISOTYPE
(.International System o f Pictographic E nlightm ent: Sistema
Internacional de Ilustración Pictográfica). N eurath había
conseguido para el m useo la colaboración del grafista G ert Arntz,
que más tarde se haría muy fam oso (véase Stadler (ed.) 1982a).
M ientras la policía'lo buscaba en V iena, N eurath se encontraba
en M oscú asesorando a entidades soviéticas en el diseño de
institutos estadísticos. Avisado de la orden de su captura por

128
LA CONCEPCION CIENTÍFICA DEL MUNDO

M arie R eidem eister a través de un telegram a en clave, Neurath


no regresó nunca más a A ustria.26 Los Países Bajos fueron la
prim era estación de su exilio. Después de la ofensiva alem ana en
el oeste, N eurath se puso a salvo en Inglaterra de m anera
novelesca.
Tam bién a partir de los acontecim ientos de febrero se prohibió
la A sociación Ernst M ach, creada para la divulgación y populari­
zación de una concepción científica del mundo. O ficialm ente se
alegó que la A sociación actuaba de acuerdo con la socialdem o-
cracia, ya prohibida entonces.
Schlick, que al contrario que otros m iem bros del Círculo
sostenía ideas políticas más bien conservadoras y que veía en el
régim en de DollfuB una especie de baluarte contra el N acionalso­
cialism o,27 intentó conseguir la revocación de la prohibición con
dos cartas en las que negaba el carácter político y particularm en­
te socialdem ócrata del Círculo (véase Stadler 1982, 196 y ss.).
Sus esfuerzos no tuvieron éxito.
El tercer golpe que sufrió el Círculo en 1934 .fue la muerte
totalm ente inesperada de Hahn, que murió en julio de 1934 sin
haber cum plido los 55 años.
El 22 de junio de 1936, Schlick fue asesinado en la U niversi­
dad de Viena. El asesino, Hans Nelbóck, un antiguo estudiante
de Schlick m entalm ente trastornado, actuó por m anía persecutoria
y celos (aparentem ente) infundados. Es evidente que el hecho no
estaba m otivado políticam ente; no obstante, posteriorm ente
N elbóck elevó una petición en la que reclam aba para sí una
conm utación de la pena alegando haber servido a la causa del
N acionalsocialism o. Las reacciones ante el asesinato arrojan luz
sobre el clim a intelectual dos años antes de la llam ada Anschluft
(anexión): el 12 de julio de 1936 un artículo de la revista
católica Schónere Zukunft (Futuro M ejor) firm ado “Prof.
A ustriacus” decía: “A hora no se cansan los círculos judíos de
enaltecerlo com o al pensador más im portante. N osotros lo
com prendem os muy bien. Pues el judío es el am etafísico innato;
en filosofía am a el logicism o, el m atem aticism o, el form alism o

129
RAINER HEGSELMANN

y el positivism o, o sea, todas las cualidades que Schlick aunaba


en sí mism o en alto grado. Pero quisiéram os recordar que
nosotros los cristianos vivimos en un estado cristiano-alem án, y
que nosotros hem os de determ inar qué filosofía es buena y
adecuada. ¡Que los judíos tengan en su instituto cultural su
filosofía judía! ¡Pero las cátedras de filosofía de la U niversidad
de V iena en la A ustria cristiano-alem ana han de ser ocupadas por
filósofos cristianos! U na y otra vez se ha dicho en los últimos
tiem pos que la regulación pacífica de la cuestión judía en Austria
es en interés de los mism os judíos, pues de otro modo una
solución violenta de la m ism a será inevitable. O jalá el espantoso
caso de asesinato en la U niversidad de V iena acelere una
solución realm ente pacífica de la cuestión ju d ía.”28 Hay que notar
que Schlick no era judío,29 si bien parece que había subestim ado
la capacidad explosiva política del antisem itism o católico.30
D espués de la violenta m uerte de Schlick, W aism aniw ntentó
continuar con el Círculo. Pero éste había perdido ya miembros
irreem plazables y los que quedaban arriesgaban su vida, debido
tanto a la A lem ania de H itler como al fascism o austríaco, que se
iban fortaleciendo peligrosam ente. A sí se derrum baron rápida­
m ente los restos del Círculo: en 1937 em igró Karl M enger a los
Estados U nidos.31 W aism ann, a quien Schlick ni siquiera pudo
conseguir un puesto en la biblioteca de la universidad debido a
su origen judío, em igró en 1938 a Inglaterra, al igual que Zilsel,
que había sido despedido de su puesto de enseñante.32 Víctor
K raft y Félix Kaufm ann perdieron después de la llamada
“A nexión” la autorización para la enseñanza. M ientras que Kraft,
jubilado forzosam ente, se quedó, K aufm ann — hasta esa fecha
director de la Shell com o profesión principal— em igró a Estados
U nidos. Lo mism o hizo en 1938 G ustav Bergm ann, que trabajaba
com o jurista. En 1940 tam bién Godel abandonó Austria. Junto a
K raft sólo se quedó Bela Juhos: am bos sin puesto académico. En
m arzo de 1938, si no ya antes, dejó de existir el C írculo de
V iena.33 La Sociedad B erlinesa de Filosofía C ientífica había
tenido que abandonar sus actividades inm ediatam ente después de

130
LA CONCEPCION CIENTÍFICA DEL MUNDO

la tom a del poder por el N acionalsocialism o. M iem bros de


prim era fila, com o por ejem plo Dubislav, Grelling, H em pel, von
M ises y R eichenbach se habían visto asim ism o obligados a
em igrar. A finales de los años treinta ya no quedaba ningún
m ovim iento em pirista lógico en el continente europeo.34
H abría de pasar m ucho tiempo para que en el ám bito de la
lengua alem ana se com enzara nuevam ente a filosofar en la línea
de la tradición del em pirism o lógico. Eso no sucedió hasta fines
de los años cincuenta, gracias a los trabajos de W olfgang
Stegm üller sobre sem ántica, lógica inductiva y algunos problem as
m etam atem áticos y m etalógicos relacionados con las problem áti­
cas y discusiones que habían surgido entretanto. El efecto
inevitable de esta nueva recepción de ideas filtrada por el estado
contem poráneo de los problem as tenía que ser que m uchas cosas
cayeran en el olvido, principalm ente todo aquello que tenía su
origen en la historia vienesa tem prana del em pirism o lógico, en
especial las im portantes aportaciones de aquellos que ya habían
muerto. H asta finales de los setenta no se cayó en la cuenta de
que el em pirism o lógico no había sido desde sus inicios aquella
teoría de la ciencia reencontrada — sino que se había transform a­
do en ella debido al exilio, que dejó a los m iem bros del Círculo
sin el “m arco del A ustrom arxism o” político-cultural (G laser
1981)— y que en los albores del Círculo de Viena, m uchos de
sus m iem bros veían el esfuerzo por lograr una concepción
científica del m undo estrecham ente vinculado al program a de una
reform a social relativam ente radical basada en principios
socialistas.35
Que la recepción de la propia tradición em pirista lógica y la
reanudación del “espíritu analítico” se instauraran tan tardíam ente
se debe a una razón muy sencilla: a pesar del derrum bam iento
político-m ilitar del N acionalsocialism o, se m antuvieron continui­
dades en el ám bito de la filosofía y en muchos otros. Hasta la
fecha no se ha escrito aún una com pleta y detallada historia de
los filósofos y sus disciplinas bajo el régim en del N acionalsocia­
lismo, pero existen estudios particulares muy instructivos.36 Es un

131
RAINER HEGSELMANN

hecho com probado que muchos filósofos eran nacionalsocialistas


activos, y ello no sólo a partir de 1933. El que los filósofos
tom aran partido por el N acionalsocialism o podía deberse a la
am bición personal, a la vanidad, al deseo de hacer carrera y de
conseguir buenos ingresos económ icos, a la esperanza de lograr
ventajas al com petir por puestos o a la búsqueda de reputación
y de influencia. La adhesión y las concesiones a la ideología
nacionalsocialista en las publicaciones filosóficas bien podían ser
de naturaleza superficial, pero no por eso eran inofensivas.37
Podían consistir sim plem ente en evidenciar y subrayar las
aportaciones de los países de lengua alem ana a la evolución de
la filosofía, estrategia ésta para la que se prestaba particularm ente
bien el idealism o alemán. Pero las adhesiones tam bién podían
estar fundam entadas directam ente “en la cosa m ism a,” es decir,
en la posición filosófica o, en todo caso, ser sugeridas por ella.
Estas adhesiones “m otivadas filosóficam ente” me parecen de
m áxim o interés, no sólo desde una perspectiva histórico-filosófi-
ca, sino tam bién desde una perspectiva sistem ática. Probablem en­
te podam os distinguir aquí entre los planteam ientos de una
filosofía nacionalsocialista original y substancial, por un lado, y
las filosofías con claras afinidades con partes centrales del
program a y la cosm ovisión nacionalsocialistas, por el otro. La
diferenciación sugerida es sólo tentativa y requiere ser explicada.
La filosofía de Ernst Krieck sería un ejem plo paradigm ático de
una filosofía nacionalsocialista. En su calidad de “soldado
político” al que “entre los seguidores del Führer [...] le es
asignada la universidad y la ciencia com o sector para la lucha y
el trabajo por el futuro alem án” (K rieck 1936, VII), Krieck
propugnaba una cosm ovisión que él m ism o denom inó “biológica”
y que puede considerarse como ‘preparación filosófica’ directa de
la “ideología” nacionalsocialista.’8 Las investigaciones más
recientes parecen dar argum entos a favor de que la filosofía de
H eidegger ha de considerarse un ejem plo paradigm ático de una
filosofía que posee claras afinidades con el N acionalsocialism o,
en el sentido de que toda una serie de ideologem as centrales del

132
LA CONCEPCION CIENTÍFICA DEL MUNDO

N acionalsocialism o son consecuencia de su concepción. La parte


típicam ente com ún a las concepciones de raíz nacionalsocialista
y a las filosofías afines al N acionalsocialism o podría describirse
m ediante conceptos com o “antihum anism o,” “antiliberalism o,”
“antiintelectualism o” o también “antidem ocracia.” Según la
descripción que hacen de esta actitud aquéllos que la sostienen,
se trata de sustituir el dominio de los muchos por el de los
m ejores, los elegidos, los más aptos, etc.; de cum plir m isiones
históricas y de poner fin a las críticas que destruyen las tradicio­
nes, las instituciones y los lazos históricos. Así, este com plejo de
convicciones com porta una hostilidad hacia la atribución e
institucionalización del derecho ilim itado de exam en y crítica de
todas las opiniones, juicios y tradiciones por parte de los
individuos. Esa hostilidad se extiende tam bién a la garantía
institucional y Social de que cada uno puede gobernar en su
propia vida dentro de los límites más am plios posibles. En
consecuencia, las concepciones afines al N acionalsocialism o están
esencialm ente en contra de la dem ocracia y de la ilustración, sin
com prom eterse, sin em bargo, con una “solución” nacionalsocia­
lista.
N o puedo ofrecer una valoración exacta de la relación de
fuerzas entre las concepciones substancialm ente nacionalsocia­
listas, las concepciones afines al N acionalsocialism o y aquellas
que enfatizaban la “aportación alem ana” a la filosofía.39 M e
parece más bien que las filosofías substancialm ente nacionalso­
cialistas eran la excepción, y que en cam bio las concepciones
afines al N acionalsocialism o o bien las estrategias que buscaban
“hacer evidente la aportación alem ana” eran la norma. Si bien el
desm oronam iento político y m ilitar del N acionalsocialism o
term inó con las concepciones originalm ente nacionalsocialistas,
las dem ás tan sólo alteraron el tono, el vocabulario y los ám bitos
de referencia.
M ientras que la tom a del poder por el N acionalsocialism o
em pujó al exilio a más de setenta filósofos y costó el puesto
aproxim adam ente a una quinta parte de los profesores ordina-

133
RAINER HEGSELMANN

rios,40 prácticam ente todos los que habían estado em pleados en


la universidad hasta 1945 consiguieron conservar sus cargos y
posiciones después del desm oronam iento del N acionalsocialism o.
La Filosofía de la A lem ania de la posguerra fue dom inada así
tem ática y personalm ente por escuelas y corrientes filosóficas que
hubieran podido aprender mucho del em pirism o lógico, pero que
tenían poco interés en hacerlo. En esta situación no había
prácticam ente probabilidad alguna de contratación de empiristas
lógicos.
Si se reflexiona sobre las posibilidades que hubieran podido
existir de reinstalar en sus puestos a los em piristas lógicos
em igrados, se hace evidente otra consideración interesante sobre
su emigración: prácticam ente ninguno de los expulsados tenía al
partir un puesto universitario fijo, y m uchos dieron el paso
decisivo para su carrera en los países de inm igración. Esto a su
vez evidencia que, si bien al com ienzo de la em igración el
em pirism o lógico era una em presa prom etedora, estaba muy Tejos
de determ inar decisivam ente de form a tem ática o personal la
filosofía universitaria de Alem ania o de Austria. Su posición era
más bien periférica y marginal. La em igración em pirista lógica
m erece seguram ente ser descrita com o “la razón expulsada.” Tal
vez más vergonzoso que la expulsión sea que probablem ente aun
sin ella, el em pirism o lógico no habría podido ganar en Alem ania
y en A ustria una influencia digna de m ención sobre la clase,
m anera y nivel de las discusiones filosóficas y de las soluciones
a los problem as.4'
Estas afirm aciones se pueden generalizar. Con ejem plos que
van de la arquitectura a la filosofía, pasando por la música,
puede mostrarse que, gracias al exilio, muchos científicos,
literatos y artistas accedieron a un ám bito cultural y científico
que les perm itió abrirse cam ino y alcanzar éxitos que en
A lem ania y A ustria sólo hubieran sido posibles si, adem ás de no
haber sido expulsados, no pocas cosas hubiesen tom ado un
rum bo bien distinto. Por otro lado, no hay que pasar por alto dos
puntos: en prim er lugar, el nuevo com ienzo en los países del

134
LA CONCEPCION CIENTÍFICA DEL MUNDO

exilio no resultó, en general, fácil para los que más tarde


lograrían el éxito; y para la mayoría de ellos la vida en el exilio
siguió siendo, a pesar del éxito, una vida en el exilio. Las
m em orias y los relatos personales de los em igrantes muestran
como, incluso en el caso en que un exilio m arcado por el éxito,
el respeto y el reconocim iento siguió a las am enazas de muerte,
las hum illaciones, las privaciones de derechos y bienes, y las
desilusiones personales en su propio país, la añoranza de la tierra
fue muy intensa e incluso insoportable. En segundo lugar se ha
de tener en cuenta que nuestra visión actual del exilio está
deform ada, pues se centra en el destino de aquellos exilados que
lograron triunfar. N uestra m irada se dirige siem pre a los m iem ­
bros de una élite de em igración que ocupan ya un lugar en la
historia intelectual, cultural y científica del siglo XX — porque
llevaron a cabo grandes obras' científicas y artísticas bien
docum entadas y muy discutidas, y porque hay teorías, ecuaciones
e incluso visiones del mundo vinculadas a sus nombres. Pero la
m ayoría de los em igrantes no form a parte de esta élite. Esos
m enos agraciados por el éxito consum ieron a m enudo sus fuerzas
tratando de echar raíces, al menos profesionalm ente. Las huellas
escritas que dejaron sus vidas tienen la form a de peticiones de
trabajo y de becas y de los correspondientes escritos de rechazo.

5. R EG RESO AL iATAQUE DE HORKHEIM ER: LA CONCEPCIÓN


CIEN TÍFICA DEL M UNDO Y LA IDEOLOGÍA N A CION A LSO CIA LISTA

Si convenim os con H orkheim er, los gobernantes de aquella ralea


que dom inó desde 1933 A lem ania y más tarde tam bién A ustria
deberían haber sentido una pronunciada sim patía por la concep­
ción científica del mundo. ¿Cuál es entonces la relación entre la
concepción científica del m undo y la ideología N acionalsocialis­
ta? ¿Cuál es la relación entre el em pirism o lógico y la (in)cultura
política? En mi opinión, si se parte de una concepción científica
del mundo, surgen efectos dem oledores para la ideología

135
"RAINER HEGSELMANN

nacionalsocialista y las visiones del m undo afines, y ello


siguiendo por lo m enos tres caminos:
La cosm ovisión nacionalsocialista tiene en p rim er lugar
com ponentes descriptivos accesibles a la com probación científica.
Así, se pueden identificar aserciones em píricas que se refieren,
1 por ejem plo, a la existencia de ciertas razas, a las superioridades
i cognoscitivas y físicas entre diferentes razas, a la im portancia de
las razas y a los conflictos entre ellas a lo largo de la evolución
histórica hasta nuestros días o al papel que ha tenido la actuación
de individuos pertenecientes a determ inadas razas en determ ina­
das situaciones y acontecim ientos socioeconóm icos. Las afirm a­
ciones em píricas presentadas como apoyo de estas tesis no
resisten una com probación científica. Ya en este plano se podría
probablem ente privar de base a todo intento de instaurar ciencias
i específicas de cada raza (la física alem ana), pues la suposición
de órganos de cognición, estilos de pensam iento y demás
dotaciones cognoscitivas específicas de cada raza no se sostiene
em píricam ente. Una concepción científica del mundo echa p o r
■ tierra los principios descriptivos de la ideología nacionalsocialis-
i ta.
En segundo lugar un oído u ojo críticos en relación al
lenguaje y a su significado son parte de la concepción científica
' del mundo. Quien los posee, puede identificar significados y
' contenidos cognoscitivos en las palabras y los enunciados; puede
distinguir los com ponentes de significado puram ente em otivos y
puede reconocer las asociaciones, los sentim ientos y los estados
de ánimo que se quieren provocar. Un oído sensible y crítico con
el lenguaje y el significado será poco receptivo fren te a un
, pathos vacío, fren te a las grandes palabras y las form ulaciones
sugestivas. La concepción científica del m undo insensibiliza, por
así decir, contra la retórica nacionalsocialista y agudiza la
1 capacidad de detección de lo que W olfgang Stegm üller denom inó
, una vez “la contam inación sem ántica del medio am biente
intelectual del hom bre.” Es probable que justam ente este efecto
era el que Brecht tenía presente cuando tras la tom a del poder

136
LA CONCEPCION CIENTÍFICA DEL MUNDO

por H itler intentó ganar a N eurath para una sociedad cuya meta
había de ser enseñar a “pensar sin defectos,” diseccionando
ejem plarm ente “verdades aparentes, mentiras, infam ias, metafisi-
cismos. ?42
• ?

En tercer lugar, fin a lm en te, un ojo entrenado lógicamente


reconoce m uy pronto la corrupción lógica de la cosmovisión
nacionalsocialista; ve su inconsistencia interna del mismo modo
que detecta el non-sequitur en tantos supuestos argumentos. El
ojo lógico perm ite reconocer los sofismas, naturalistas o de otro
tipo, com o por ejem plo el que se conoce con el nom bre de “p ost
hoc ergo propter hoc,” am pliam ente propagado en contextos
políticos. El sentido de la consistencia y de la lógica es inherente
a la concepción científica del m undo en la m ism a m edida en que
trae m alas consecuencias para la ideología nacionalsocialista, lo
que a su vez explica el resentim iento fuertem ente antilógico que
ésta presenta.43 Así, por ejem plo, las aserciones sobre la dim en­
sión, el alcance y el éxito de grandes conspiraciones judías junto
con la típica suposición de una inferioridad racial de los judíos
están absolutam ente preñadas de inconsistencia; los éxitos
soviéticos en la guerra son, a la vista de las afirm aciones sobre
la infrahum anidad rusa, una grave anom alía para la visión
nacionalsocialista del mundo. E incluso aunque lo que se ha
llam ado “superioridad racial” pudiera, después de algunas
aclaraciones conceptuales, aceptarse en determ inados casos, de
ello no resultaría que una raza superior tuviera el derecho de
someter, esclavizar o destruir a otra inferior.
La concepción científica del mundo del Círculo de Viena, con
su actitud crítica con el conocim iento, la argum entación y el
lenguaje, y orientada hacia la claridad, la contrastabilidad, la
intersubjetividad, la exactitud deductiva y la consistencia, es
evidentem ente incom patible con una cosm ovisión que tiene como
com ponentes centrales la pertenencia a una raza que la historia
ha escogido y una m ística de la providencia y del destino. Esta
incom patibilidad se ve aún más reforzada por el hecho de que,
como afirm a Carnap en su autobiografía, prácticam ente todos los

137
RAINER HEGSELMANN

m iem bros del Círculo aceptaban un hum anism o científico del que
son característicos los tres puntos de vista siguientes: “ E n
prim er lugar, la idea de que el hom bre no tiene ni protectores m
enem igos sobrenaturales y que, por consiguiente, todo lo que
puede hacerse para m ejorar la vida es tarea del hom bre mismo.
En segundo lugar, teníamos la convicción de que el género
hum ano es capaz de cam biar las condiciones de vida de m anera
tal que muchos de los sufrim ientos actuales pueden ser evitados
y de que la situación externa e interna de la vida para el
individuo, la com unidad y finalm ente para la hum anidad será
m ejorada esencialm ente. El tercero es la idea de que toda acción
deliberada presupone conocim iento del mundo, que el método
científico es el m ejor m étodo para adquirir conocim iento y que
por eso la ciencia tiene que ser considerada como el instrum ento
más valioso para la m ejora de la vida” (Carnap 1963, 83).
A dem ás, Carnap, Hahn, Frank y N eurath eran socialistas. ^
Creo que en verdad se puede decir que tras la ilustración
em pirista lógica se encuentran las dos sim ples preguntas de Feigl:
“¿Q ué quiere usted decir?” y “¿Cóm o lo sabe usted?. Las
preguntas parecen banales, pero no lo son. Hay m uchas cosmovi-
siones que no se pueden plantear estas preguntas y muchas
personas que no se las quieren plantear. Q uien las propone
produce a m enudo efectos disolventes, y a lo largo de este siglo
hubo épocas en las que era prudente que el que se las planteaba
a sí mismo y a otros abandonara A lem ania y A ustria. Práctica­
m ente todos los seguidores de la ilustración em pirista lógica
tuvieron que abandonar esos países. N inguno regresó. Esto es en
cierto modo com prensible. Pero menos com prensible, aunque
explicable, es el hecho de que ningún cargo oficioso de la
R epública Federal o de A ustria haya hecho esfuerzo alguno para
que regresen los em igrantes em piristas. U na m irada meramente
superficial a la cultura política de am bos países dem uestra cuán
im periosam ente hubiéram os necesitado y seguim os necesitando
una ilustración con el espíritu del Círculo de Viena. M ucho es lo
que hubiéram os podido ganar: im aginem os que cada vez que un

138
LA CONCEPCION CIENTÍFICA DEL MUNDO

político hablara, viera sólo caras en las que tuviera que leer las
dos preguntas: “¿Qué quiere usted decir?” y “¿Cóm o lo sabe
usted?”44

NOTAS

* T ra d u cc ió n de A n a C a rlo ta G ebhardt, revisada p o r los editores.


1 U tilizo m aterial de otros trabajos m íos: H egselm an n 1979, 1983, 1985,
1988 y 1988a.
2 E n otro p asaje escribe: "F o rm a parte esencial de este co n cep to de
co n o c im ien to que, cuando nueve décim as partes de los h o m b res ven
fan ta sm a s, cu a n d o acusan a grupos inocentes de la socied ad de ser
d iab lo s y d em o n io s, y p roclam an dioses a los cab ecillas de los b andidos,
es decir, a la vista de esa esp an to sa confusión que suele p rec ed er a la
d iso lu ció n de una fo rm a de so cied ad ; el cono cim ien to no sea cap az de
e n fre n ta r a esta in flación de p retendidas exp erien cias otra im agen de la
realid ad ni de criticar la co nciencia com ún. C u an d o la m u ltitud
irre flex iv a p ierd e el ju ic io , tam poco sabe p erm a n ec er cu erd a la filo so fía
irre flex iv a " (H o rk h eim er 1937, 116).
3 P ara tesis sim ilares, véase A d o rn o /H o rk h eim er 1947. •
4 P h ilip p F ran k era el herm an o del arquitecto Jo se f F rank.
5 R ich ard von M ises era el h erm ano del ec o n o m ista L u d w ig von M ises.
R ich a rd von M ises fue p ro fe so r de M atem ática A p licad a en B erlín d esde
1920 h asta 1933, año de su em igración a T urq u ía. En B erlín fue
m iem b ro de la S ociedad B erlinesa de F ilo so fía C ientífica.
6 V éase F ran k (1 9 4 1 ,¡1 3 ), para una d escripción de este tem p ran o círcu lo
co lo q u ial. ’
7 H aller (1982; 1985; l-985a) lo llam a el p rim er C írcu lo de V iena.
8 En cam b io , en el C írculo de V iena p o sterio r (el tardío), S ch lick y
W a ism an n estab an fu ertem en te influidos por W ittg en stein . L a d iscu sió n
so bre las raíces histó ricas de las ideas del C írcu lo de V ien a es ta m b ié n
m otivo de aten ció n en la co rresp o n d en cia entre N eurath y C arn ap (v éase
H eg selm an n 1985). P o sib le m en te hayan sido este tem p ran o círcu lo de
d isc u sió n teó rica, por u n a parte, y el im portante papel que ju g ó H ah n en
la elec ció n de S ch lick po r la otra, lo que ju stific a que F ran k diga, en su
artículo n ec ro ló g ico sobre H ahn, que éste h ab ía sido el v erd ad ero
fu n d a d o r del C írcu lo de V iena. Con la m irada p u esta en este ‘círcu lo
p re h istó ric o ’, H aller (1982; 1985; 1985a) defien d e al C írcu lo de V ien a

139
RAINER HEGSELMANN

de las acusaciones de hab er trazado una im agen no h istó rica de las


cien cias, haber ten id o una co m p ren sió n de la d in ám ica de las teorías
d em asiad o sim ple — es d ecir sim p lem en te acum u lativ a— , h ab er pasado
p o r alto los m om entos co n v e n cio n ale s de las ciencias y, fin alm en te,
h ab er negligido el carácter ho lista de las contrastaci'ones teóricas. F rente
a esto, se puede d em o strar que en p articu la r N eu rath — qu e estaba
esp ecialm en te influido por D uhem , P o in caré, A bel R ey y M ach— había
ad elan tad o n um erosos argum entos del d eb ate entre P o p p er, L akatos,
F ey erabend y otros. (P ara esta tesis véase tam bién H eg selm an n 1979, 38
y ss.). Por otra parte, m e p arece in ju sta la afirm ació n de H aller de que
esa falsa visión del C írcu lo de V ien a es co n sec u en cia de la en g añ o sa
d escrip ció n de las p o siciones y de la h isto ria del C írcu lo hecha p o r
N eurath. H aller h ab la de una ‘“ h isto ria o fic ia l” ’ (1982, 26) con lo que
ev id en tem en te se refiere al artículo de N eu rath “ Le d év e lo p p em en t du
C ercle de V ienne et l ’av en ir de T em p irism e lo g iq u e,” de 1936. Pero
p recisam en te este artículo apenas si pued e serv ir de p ru eb a p ara la tesis
de H aller, pues en él consta que D uhem , A bel Rey y P o in caré “rep re­
sentan en cierta m edida el em p irism o ló g ic o sin estar p o r ello libres de
toda m e tafísica” (N eurath 1936, 685). A dem ás, se hab la en él de una
n otable influencia de D uhem sobre el C írc u lo de V iena (689), se cuenta
al con v en cio n alism o francés entre los p red e ceso re s intelectu ales (695,
6 9 7 ) y finalm ente se atribuyen al em p irism o lógico en g eneral las
co n cep cio n es holistas, falib ilistas y co n v en cio n alistas que sostenía
N eu rath desde épocas muy tem pranas. Si en este artículo (y en otros)
N eu rath atribuye al C írculo una h o m o g e n eid a d de o p in io n es, lo hace
ju sta m e n te en el sentido del rechazo com ún de un en fo q u e estándar
según el cual el pro g reso cien tífico es acu m u lativ o y pu ed e ser
en ten d id o com o ap ro x im ació n a la verdad, el d esarro llo cien tífico sólo
sigue criterios “ in te rn o s,” etc. El C írculo de V ien a y el em p irism o lógico
han sido relacionados de hecho a veces, y con razón, con ese “enfoque
e stá n d a r,” pero debe hab er una ex p lica ció n de ello d istin ta a la d ad a por
H aller.
9 Q u e eran los dos estu d ian tes m ás q u erid o s po r S chlick.
10 El m anifiesto p ro g ram ático “L a co n c ep c ió n cien tífic a del m undo, el
C írcu lo de V ien a” no cu en ta sin em b arg o a Z ilsel entre los m iem bros
del C írculo (véase sobre esto D v o ra k 1981, 30). L a estru c tu ra inform al
del C írculo co m p o rtab a en algunos casos una cierta in d eterm in ació n en
cu an to a la com p o sició n de sus m iem bros.
11 V éase sobre esto el extraordinario estu d io de S tad ler (1982, 152 y ss).
12 V éase G laser 1981.

140
LA CONCEPCION CIENTÍFICA DEL MUNDO

13 En S tad le r 1982, 181 y ss, puede encontrarse una lista de las c o n fe re n ­


cias.
14 A sí lo ex p lica M arie N eurath en su inform e verbal so b re la g én esis del
m anifiesto. Feigl relata que tanto él com o W aism an n p articip aro n
ta m b ié n en su elab o ració n (véase Feigl 1968, 70).
15 P ara la h isto ria de la S o cied ad B erlinesa véase S tad ler 1982, 297 y ss.;
K am lah 1983, 1985; T hiel 1984. El pro g ram a de actos de esta sociedad
era m a rc ad a m en te p luralista. H ans D riesch d isertó co m o rep resen tan te
del vitalism o; tam bién habló el m arxista K arl K orsch (au n q u e estaba
ex clu id o del K PD — P artido C om unista A lem án— d esd e 1926). S tad ler
ha c o n fe ccio n ad o una lista de las co n ferencias de la S o cie d ad (1982, 209
y ss.).
16 E sto no q u iere d ecir que en P raga no hub iera h ab id o y a co n tro v ersias.
A sí por ejem p lo , C arnap y Reichenba.ch d iscu tiero n so b re la p ro b ab ilid ad
y la indu cció n . V éase, para la relación de R eich en b ach co n el C írcu lo
de V iena, K am lah (1985). K am lah llega a llí a la sig u ien te co nclusión:
“ N o creo que R e ich en b ach esté m ás lejos en su p en sam ien to de S chlick,
W aism an n y C arn ap de lo que lo está N eu rath ” (ibid. 234).
17 V éase A y er 1977; 115 y ss.
18 C o m o p rim e r tom o apareció el que estaba pen sad o que fu ese tercero de
la serie, o sea, R .v. M ises, W íihrscheinlichkeit, Stcitistik u n d W ahrheit
(.P ro b a b ilid a d , esta d ística y verdad); com o segundo: R. C arn ap , A b rifi
d e r L o g istik (C om pendio de L o gística). Se había p la n ea d o que el p rim er
to m o de la serie fuera una introducción a la filo so fía de W ittg en stein
elab o rad a po r W aism ann, pero a causa de la d ifícil relació n entre
W aism an n y W ittg en stein , el volum en no apareció en alem án h asta 1976
(o sea d ie cisiete años d espués de la m uerte de W aism an n y n atu ralm en te
fu era de la serie de los Schrifterí). V éase T hiel 1984, 245.
19 P ara la h isto ria de esta serie de escritos, véase H eg selm an n 1987.
20 L a h isto ria de la em ig ració n del C írculo de V ien a m ejo r y m ás co m p leta
h asta la fech a es la dé D ahm s 1987. V éanse tam b ién la s.d e sc rip c io n e s
de F eigl (1968), S tad ler (1982), K am lah (1983), D ah m s (1985a) y Thiel
(1984). Es notable, e incluso inconsistente, que la d escrip ció n de T hiel,
q ue p o r lo d em ás es m uy inform ativa, no inclu y a a W aism an n en el
n ú cleo del C írcu lo de V iena, sino que únicam en te lo m en cio n e co m o a
alg uien que vivía en V ien a y que discu tía con el C írcu lo (véase 2 3 0 y
ss.). P o r otra parte, T hiel h ab la de W aism ann co m o “c o fu n d a d o r del
C írculo de V iena tard ío ” (ibid. 232).

141
RAINER HEGSELMANN

21 En setiem bre de 1935, tuvo lugar en P arís un P rim e r C ongreso


In tern a c io n a l p o r la U nidad de las C iencias, que hab ía sido preparado
en 1934 en P rag a con una co n fe re n cia previa. L os p u n to s tem áticos
cen trales del co n g reso fueron entre otros: el fisicalism o , la in ducción, el
an álisis lógico, la prob ab ilid ad , la relació n entre la b io lo g ía y la física,
los p roblem as de la ax io m atizació n y la histo ria del em p irism o . M ás de
170 p ersonas de m ás de 20 países tom aron parte en este co n g reso al que
la p rensa prestó m ucha atención. Se diero n m ás de 100 co n feren cias. La
co n feren cia de apertu ra la p ronunció R ussell. El seg u n d o congreso
in ternacional tu v o lugar en C o p en h ag u e en 1936, y el tercero n u ev am en ­
te en P arís en 1937. En 1938 tuvo lu g a r un co n g reso en C am b rid g e
(In g laterra) y en 1939 otro en C a m b rid g e (E stados U nidos).
22 E sto no quiere d ecir natu ralm en te que los em ig ran tes em p iristas pudieran
acce d er tam bién p erso n alm en te de m odo directo y sin dificu ltad es a
puestos bien dotados. En general hay que tener en cuenta que en el
m o m ento del co m ienzo de la em ig ració n las co n secu en cias de la gran
d ep resión en E stados U nidos y tam b ién en los otros p aíses de in m ig ra­
ción estaban aún lejos de hab er sido superadas. L os inm igrantes
agu dizaban la co m p ete n cia en los m ercados de trabajo. P o r tanto, según
cu e n ta P hilipp F rank, no fueron rec ib id o s po r reg la g en eral de m anera
am isto sa (véase F rank 1979, 434). L os em ig ran tes co m p etían , adem ás,
en tré sí. P h ilipp F rank lo describe crudam ente: “C u an d o se arro ja al
m ercado una gran can tid ad de buenas m ercancías a p recio s reducidos,
esto trae siem pre consigo co n m o cio n e s económ icas. P o r tanto, m uchos
ven dedores sólo p ueden d esh acerse de su m ercan cía a mal p recio, y a
veces ni siquiera d esh acerse de ella [...] C o n d icio n es m uy sim ilares eran
las que regían en el m ercado en el que se ofrecían los in m ig ra n tes.”
(1979, 431 y ss.). L as in fo rm acio n es de los in m ig ran tes alem an es y
au stríaco s sobre las p ersecu cio n es p o líticas y raciales, el estab lecim ien to
de cam pos de con cen tració n , la p rep a ra ció n sistem ática p ara la guerra,
etc., chocaron a m enudo con oídos sordos. C uan d o con el estallid o de
la g uerra se co n firm ó gran parte de lo que an terio rm en te m uchos
in m igrantes habían afirm ado, la situ ació n de éstos em p eo ró en algunos
p aíses de m odo dram ático , p ues en to n ces fueron co n sid erad o s ex tran jero s
en em ig o s que h ab ía que in tern ar e in clu so d ep o rtar p o r m otivos de
seguridad. L ion F eu ch tw a n g er llevó al papel sus tristes y trágicas,
au n que no atípicas, exp erien cias en F ran cia bajo el título U nholdes
F ra nkreich (La- h o stil F rancia). P o r si fu era poco, en alg u n o s de los
p aíses de inm igración había actitudes an tisem itas, que en el caso de

1 42
LA CONCEPCION CIENTÍFICA DEL MUNDO

E stad o s U nidos tam bién estab an propagadas en las u n iv ersid ad es de


élite.
23 P ara la h isto ria de la S o cied ad B erlin esa véase S tad ler 1982, 207 y ss,.;
Feigl 1968, 81 y ss.
24 C a rn a p no h ab la de em ig ració n . N o obstante, m e p arece del todo
co rrecto hacerlo, com o D ahm s (1985, 349). En 1935, es d ecir, años
antes de la d estru cció n de C h ecoslovaquia, C arn ap ya no p o d ía h acer
n o m b rar a N eu rath su su p len te de cátedra en P rag a, d ebido al origen
ju d ío de N eurath (véase F legselm ann 1985, 277).
25 T hiel no co n sid era la p artid a de Feigl com o em ig ració n “en su sentido
m ás estricto ” (1984, 231).
26 V éan se las m em orias que M arie N eurath elaboró p ara el libro N eurath
(1973, 62 y ss.). M arie R e id e m eister y O tto N eu rath se casaro n en el
ex ilio inglés.
27 En ju n io de 1933, S chlick escrib ió una carta de lealtad a D ollfuB en la
qu e q u ed a claram e n te ex p resad a e'sta actitud. E sta carta ap arece en
S tad ler (1982, 200 y ss.).
28 C ita to m ad a de S tadler 1983, 19.
29 D ah m s (1985a, 338) atribuye al am biente creciente de p ersecu ció n de los
ju d ío s el que en el artículo n ecrológico de W aism an n sobre el asesin ato
d e S ch lick no se hab lase de sus resonancias ni d e las reaccio n es
an tisem itas.
30 Jeah A m ery escribió en su au to b io g rafía titu lad a U n m eisterliche
W cinderjahre (A ñ o s de p e re g rin a je sin m a g isterio ) sobre la A u stria de
aquel entonces: “El país se desp ren d ió p rem a tu ram e n te de lo que en
esp íritu h ab ía creado. F reu d se convirtió en algo p ro p io de ju d ío s que
se rec o m e n d a b a pese a la vig ilan cia cristiana. D etrás de los h o m b res del
C írcu lo de V ien a estab an ya los jó v e n es asistentes de o rien tació n to m ista
y detrás de éstos, lo,s d isc íp u lo s de R osen b erg que estab an d isp u esto s a
ac o g er al cristian ism o con la m ism a lealtad coex isten cial que la Ig lesia
de A ustria p ro fe sab a p o r su parte a los n az is” (A m ery 1971, 4 9). S obre
el asesinato de S chlick, A m ery escribió en W idersp rü ch e {C o n tra d iccio ­
nes)'. “ Q uien, com o el autor de este ensayo, h ay a v ivido esta ép o ca y
h ay a sido te stig o del ac o n tecim ien to en el lugar del hecho, o sea en
V iena, rec o rd a rá claram en te en qué m edida el asesin ato de S ch lick
p are ció a las perso n as de izquierdas una señal an u n ciad o ra de la
catástrofe. U n p rofundo abatim ien to se apoderó del am b ien te de los
in telectu ales de iz q u ierd as” (A m ery 1971a, 197).

143
RAINER HEGSELMANN

31 E se m ism o año em igró tam bién K arl P opper, que era en aq u ella época
p ro fe so r de instituto en V iena.
32 P ara una d escripción m ás d etallad a de la triste h isto ria de la vida de
Z ilsel, véase el trabajo de D v orak (1981). El intento de h ab ilitació n de
Z ilsel de 1933 se convirtió en un desastre. Zilsel retiró fin alm en te su
d isertación “A portacio n es a la historia del co ncepto de g en io ” después
de q u ed ar claro que no co n seg u iría en la facultad un ap o y o m ayoritario
p ara el trabajo d eb id o a su carácter su p u estam en te p o co filo só fico ; entre
los interesantes e instructivos detalles que D v orak av e rig u ó sobre este
tem a, se encu en tra el hecho de que E rnst C assirer reco m en d ó ex p re sa­
m ente la aceptación del trabajo. F racasad o el intento d e hab ilitació n
q u ed ó cerrada para Z ilsel la p o sib ilid a d de h acer ca rre ra en la u n iv ersi­
dad. P ero ya antes había p rese n tad o con éxito una p etició n de licencia
p ara p o d er en señ a r en las u n iv ersid ad es populares de V ien a, cosa que
hizo hasta 1934. D espués de doce largos años de ab n e g ad a lab o r en la
fo rm ació n p o p u la r y de obreros vien esa no se le pro rro g ó la licencia. En
1936 fue d espedido y em igró a Inglaterra, y m ás tarde a E stad o s U nidos.
Z ilsel se su icidó en m arzo de 1944. T am b ién en 1938 ab an d o n ó P raga
P h ilip p F rank y em igró a E stados U nidos.
33 En cuan to a O lga Flahn-N eurath, ésta había seguid o a N eu rath al exilio
en los P aíses B ajos
34 T hiel (1984, 250 y ss.) señala que hay que ag rad ecer esp ecialm en te al
trab ajo de H einrich S cholz el que d espués de 1933 h u b iera seguido
h ab ien d o en A lem an ia investig acio n es en el cam p o de la ló g ica. (D icho
sea d e paso, entre S cholz y S chlick había una relació n p erso n al m uy
estre ch a y abu n d an te co rrespondencia).
35 V éase a p ropósito de esto W artofsky (1982) y K am lah (1983, 41 y ss.).
36 A sí los extrao rd in ario s trabajos de D ahm s (1987, 1987a) q u e se refieren
á la U niversidad de G ottin g en y al d estino de la L eb en sp h ilo so p h ie
(filo so fía de la vida). El trab a jo de K am lah (1983) p ro p o rc io n a una
bu en a p an o rá m ica introductoria.
37 El artícu lo de R u d o lf M etz de 1941 “E ngland und die D eu tsch e
P h ilo so p h ie” (“In g laterra y la filo so fía a lem a n a”) m u e stra h asta d onde
p u ed e llevar esta actitud.
38 O tro ejem p lo de filó so fo original y su stan cialm en te n ac io n a lso cialista
sería H ans H eyse, que pasó a ser el ed ito r de los K a n t-S tu d ien .
39 P o r lo dem ás, las transiciones de u n a a o tra p u eden ser fluidas.
40 E stas son las cifras aproxim adas que se indican en K am lah (1983).
41 V éase tam bién K am lah (1983, 42).
42 E sta carta está im p re sa en S tadler (1982, 147).

144
LA CONCEPCION CIENTIFICA DEL MUNDO

43 A sí h ab lab a L .G . T írala sobre el C írculo de V ien a en 1935 en la


c o n fe re n c ia de in a u g u ra ció n del Instituto P hilipp L en ard de la U n iv ersi­
dad de H eidelberg: “E stos hom bres intentan p en sar de un m odo
fo rm a lista que les es p ropio y p retenden p oner de m an ifiesto , apoyados
por u n a d o ctrin a eso térica m atem ática totalm en te in d ep en d ien te de la
in tu ició n , una ló g ica nueva, esp ecífica de los sabios no arios del m undo
cie n tífic o ” (cita to m a d a de T hiel 1984, 251).
44 En el m arco de una p o sic ió n g en e ra l escéptica y crítica q ue in clu y era
tam b ién una actitud crítica hacia las co n secu en cias, los valores y la
eficacia, h ab ría que plantear, adem ás de las cuestio n es sobre el sentido
y el co n o cim ien to , las p reguntas siguientes: ¿C u áles p o d rían ser las
c o n sec u en cias? ¿Q ué p o d ría su ced er después? ¿C u áles p o d rían ser las
c o n sec u en cias m enos agrad ab les? ¿Q ué hay en ello de b u eno o de m alo?
¿N o se p u ed e h acer de m anera m ás sencilla? ¿C u áles serán los precios
a p ag a r? ¿Q u é po d ríam o s perd er?

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