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PROBLEMAS FAMILIARES

INTRODUCCION
El solo hecho de mencionar problemas familiares, ya se entiende como una
situación más seria y complicada por que la familia se considera como una
fortaleza ante los problemas en la sociedad o con los amigos.
Quise enfocar mis ideas en la familia, ya que es el lugar donde se tiene un lazo
estrecho de unidad, donde se sabe que nadie nos va a fallar y se deduce que
siempre nos van a apoyar cuando lo necesitemos, así como ellos saben que
nosotros, del mismo modo, estamos dispuestos a ayudarlos, es aquí donde se
produce la reciprocidad de valores, sentimientos, ideas, entre otras cosas.
Cualquier preocupación o problema en uno de los miembros produce, en todos,
consecuencias; yo comparo esto como una serie de foquitos navideños, todos
van unidos por un cable (en este caso el lazo de cariño) y si uno de los foquitos
comienza a fallar sale afectada toda la serie pues está unida, lo mismo pasa en la
familia; cuando todo va bien hay un buen compartimiento de intereses, opiniones,
dolor, alegria, sin importar las dificultades, pero cuando ya empieza a faltar el
respeto, ya sea que no se escuche la opinión del otro o no exista una buena
comunicación de pareja, es cuando surgen los conflictos, se quiera o no, y aunque
digamos que el problema es solo entre papá y mamá, se ejerce una gran
influencia emocional sobre la conducta emocional de los miembros, en este caso
de los hijos, se producen sentimientos se abandono, culpa, soledad, etc.
Los problemas familiares, en su gran mayoría, terminan con la separación de la
pareja o con que ésta se enoje y se tome “un tiempo”, igualmente, este es un
factor que perturba mucho a los hijos, pero más a los que son menores de edad
pues, pase el tiempo que pase, tienen la ilusión de que sus padres se vuelvan a
unir, por algo son los hijos de esa pareja.
Los padres deberían resolver sus conflictos como adultos y en un lugar donde los
pequeños no los estén observando, pues todos los hechos y palabras que se
dicen, se guardan muy dentro del subconsciente del niño y lo afecta mucho
emocionalmente, muchas de las veces cuando los padres no quieren resolver sus
conflictos de forma madura ponen al menor como objeto, como excusa y como
pretexto a las responsabilidades no cumplidas.
En este caso, ambos regentes de la familia, deben comprender que los hijos no
son instrumentos para atacar, lastimar o herir al otro.
Todo este disturbio produce una gran confusión en los hijos, y es cuando
empiezan a adoptar conductas erróneas, sentimientos equivocados y actitudes
rebeldes, que los conducen a los malos pasos, es entonces cuando surge la queja
de que el hijo sea agresivo y desobediente y les echan la culpa a los amigos
ignorando que su comportamiento se debe a lo que aprendió en casa, todos esos
gritos, incomprensiones, maltratos, etc, que trajeron como resultado, el sentirse
obligado a alejarse e iniciar otra vida sin depender de ellos.
Cabe mencionar que el simple hecho de pertenecer a una familia genera un gran
compromiso emocional entre sus integrantes, ya que éste influirá mucho en el
comportamiento tanto bueno como malo del individuo en una sociedad.
Cada elemento de una familia debe hacer hincapié en la forma como trata a cada
uno, ya que ninguno es igual y todos necesitan distinta atención, requieren que se
les trate como seres individuales.
Olvidar la individualidad puede generar consecuencias de disturbios familiares que
ocasionen violencia.
La violencia existe, es la que se da después de los problemas familiares, al verse
impotentes, al ver que no se rige su autoridad, es entonces cuando recurre a
gritos, golpes, maltratos, malas palabras; tanto de padres a hijos como de los hijos
hacia los padres.
Es mas común la violencia de los padres hacia los hijos, pues muchos de los hijos
les tienen miedo y guardan mucho su autoridad, al comprender esto, los padres
aprovechan y buscan un modo de que ese miedo y autoridad no se desvanezcan
rápidamente.
A todo esto expuesto anteriormente es necesaria una pregunta, ¿por qué hay
tanta agresión de los padres hacia los hijos? Que no se supone que los quieren
mucho, que están para ayudarlos, que son sus protectores y que no quieren que
nada malo les suceda.
Esta agresión no es surgimiento espontáneo a causa de la ira y el coraje
provocado, si no que son tradiciones, costumbres, ideas y pensamientos erróneos
que se van pasando de generación en generación, les dejan un vació y un daño
tan grande, tanto física como emocionalmente, que muchas veces se ven en la
necesidad de sacar todo eso, y es cuando surgen sus maltratos; ¿a quienes
afectan?, obviamente a los hijos, pero a unos menos que a otros, ya que el que
sale mas dañado es el mayor o con el que, el padre agresor, se identifica más.
Una de las consecuencias mas frecuentes de los golpes en un niño, no son que
con eso van a dejar de hacer lo que ellos pensaban que estaba mal, sino que le
van a dar inseguridad y lo van a hacer sentir miserable, los golpes no llevan a
nada bueno, ¿por que no sustituir esto con un regaño o una prohibición de
determinada complacencia del menor?
Cuando una persona se enoja, es importante alejarse inmediatamente del lugar y
no arrancar al primer ataque de ira, sino esperar a que ésta se baje o se pueda
controlar, después de esto ya será mas fácil solucionar el problema de forma
pacífica y no mediante golpes y palabras que dañan, pues muchas veces, es tanto
el coraje que ciega e impide reflexionar rápidamente las consecuencias que
pueden traer, y después ya es muy tarde para el arrepentimiento.
Erróneamente se considera que una palabra no afecta en nada y que es más
necesario un golpe, pero que no se eluda un dicho que dice: “Los golpes hieren
pero las palabras matan.”
CONCLUSIÓN
La forma de ser de cada uno de nosotros proviene de la condición de vida que se
tenga dentro de la familia pues es allí donde se adquieren los valores, destrezas,
conocimientos, sentimientos que se expresan día con día y que son parte
importante de una buena formación como ser humano.
BIBLIOGRAFÍA

http://www.quierete.com/familia1.php

CURSO DE FILOSOFÍA 1
Segunda edición
Gustavo Escobar Valenzuela
El problema antropológico pág. 67

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