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SAN TELMO
La música en el Barrio de San Telmo es de bohemia, tango y rock. La noche de San
Telmo tiene su epicentro en la Plaza Dorrego y las calles Defensa y Chile. En esta
zona hay muchos bares, algunos con música en vivo (rock, blues, latina, tango).

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En Sal Telmo se comen muchas comidas típicas del país y internacionales, por ejemplo: el
asado que es carne cocinada a temperatura fuerte en una parrilla- las empanadas que son
carnes, verduras o fiambres que se encierran en masa, mayormente se comen de carne- el
guiso de lentejas que es una mezcla de lentejas acompañadas de verduras y alguna salsa -el
shawarma que es carne asada de cordero y vegetales enrollado en pan árabe- tortillas
españolas que es una comida que se prepara con huevo batido al que se añaden otros
ingredientes y se fríe o se cocina en una sartén dándole una forma circular-tartas que es un
pastel redondo dulce o salado hecho con una masa acompañada de carnes, vegetales, fiambre-
etc.
En san Telmo hay leyendas urbanas de fantasmas y te voy a contar algunas de fantasmas:

FANTASMAS DE SAN TELMO


"¡En San Telmo no hay fantasmas!", grita enfervorizado un viejo habitante del
barrio, en medio de un grupo de gente que sigue el relato del origen del palo
borracho de la plaza Dorrego. Lo escuchan, lo miran, pero nadie le hace caso.
Los más chicos tienen la mirada fija en un hombre vestido de época, y todos
escuchan a una mujer de traje largo de terciopelo negro, que atrapa con una
historia de fantasmas que pululan por el barrio buscando resolver antiguas
cuitas de amor, desencanto y poder.

Así, una noche de jueves de 2010, la imaginación de los que se acercaron a la


plaza de Humberto I y Defensa retrocede años y años siguiendo historias de lo
que fue Buenos Aires.

"¡En San Telmo no hay fantasmas!", vuelve a vociferar el hombre, hasta que un
joven lo hace callar: "¿Acaso, usted, nunca vio un fantasma?" La gente ríe
mientras los actores respiran un aire enrarecido de apariciones y piden al
público silencio para poder escuchar.

Silencio, entonces.

En medio de la noche y bajo las luces de la plaza se escucha un llanto de mujer


que, según cuenta la leyenda, se transformó en palo borracho cuando supo que
su amado –en batalla contra los españoles– jamás volvería. Así, sus brazos se
transformaron en ramas y sus lágrimas, en flores.

MAS QUE IMAGINACION


Suena un violín en la esquina de Anselmo Aieta y Bethlem. Sentado contra una
ventana aparece Esteban Echeverría, o más bien el fantasma del que fue uno de
los grandes enemigos de Rosas y el fundador del romanticismo por estas tierras.
En medio de un silencio ejemplar, recita una larga poesía en honor a una chica
de 15 años a la que jamás se animó a dirigirle la palabra, pero de la que está
enamorado.

Se sabe que los fantasmas no habitan en las cercanías del lugar donde murieron,
sino que vuelven adonde fueron más felices, buscan con desesperación aquellos
recuerdos para encarnarlos y permitir a los mortales contar sus historias. Esa es
la idea del tour Los fantasmas, organizado por el Ente de Turismo de Buenos
Aires, con idea, producción y guion de Marisé Monteiro, mujer de teatro.

Sigue la caminata por San Telmo y de repente se intuye un mal presagio. Una
música de tambores en vivo acelera el ritmo frenéticamente. La peste amarilla
se disemina como reguero de pólvora durante el verano de 1871: desde mulatos
hasta blancos, desde acomodados hasta pobres, los muertos, unos 40 por día,
van en aumento progresivo y Buenos Aires queda despoblada.

En la reconstrucción 2010, los actores bailan, se desmoronan y gritan pidiendo


auxilio: "No hay ataúdes, hasta los carpinteros han muerto", se escucha.

DE AMOR ETERNO
Los participantes caminan sin sacarle la vista a los actores que deambulan por
las calles empedradas reconstruyendo el pasado. El fantasma de un soldado
inglés corre borracho por la calle Humberto I llorando penas de amor mientras
la audiencia escucha atentamente su desgraciada historia.

Igual de atrapantes son los hechos protagonizados por Margarita Oliden, hija de
un vasco armador de barcos enviado por la corona de España, y Juan Cuello,
payador aventurero, mujeriego y de mala reputación. El grupo se detiene frente
a lo que fue la morada de los Oliden, hoy uno de los restaurantes más
reconocidos del barrio, La Tasca de los Cuchilleros. La historia cuenta que,
perseguido por la policía rosista, Juan Cuello decide fugarse con Margarita, que
le salva la vida y muere. Desde entonces su padre no vuelve a abrir las ventanas
de la casa. Se dice que los rosales del jardín dejaron de florecer desde entonces y
que, atención, los pétalos de rosa atraen al fantasma de Margarita.

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