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Los Libros de mamá y papá

En el transcurso de nuestra vida aprendemos que no


sólo la escuela educa, sino también lo hacemos en la
casa. La familia es por excelencia la que forma a las
niñas y a los niños. Por ello es importante que los hábi-
tos, actitudes y valores que fomentemos diariamente en
nuestros hijos se enriquezcan para ayudarles a entender
y enfrentar mejor el mundo en que viven.

Los libros de Mamá y Papá fueron elaborados por pro-


fesionales y especialistas en los temas que tratan; asi-
mismo, se consideraron opiniones y sugerencias de
madres y padres de familia. Estos libros son parte de los
esfuerzos que la Secretaría de Educación Pública lleva
a cabo para poner en sus manos información que los
ayude a enriquecer los conocimientos y experiencias que
ustedes aplican todos los días en la educación de sus
hijas e hijos.

Las madres y los padres de familia, mediante su ense-


ñanza y ejemplo son los primeros responsables de la
formación de sus hijos, ya que influyen fuertemente en
la visión que éstos tienen del mundo.

La información que se ofrece en estas páginas busca


apoyar a las madres y a los padres en su gran responsa-
bilidad respecto a la educación de sus hijas e hijos.
Los Libros de mamá y papá
Este libro fue elaborado por el Centro de Cooperación Regional para la Edu-
cación de Adultos en América Latina y el Caribe (CREFAL).

RDINACIÓN GENERAL Juan Francisco Millán Soberanes


ESPECIALISTA Elena Trejo
DINACIÓN EDITORIAL Graciela Galindo Orozco y Marta Covarrubias Newton
DIRECCIÓN DE ARTE Rafael López Castro
NACIÓN EDITORIAL Y
Marta Covarrubias Newton
DISEÑO GRÁFICO
ILUSTRACIÓN Cecilia Lemus y Emilio Watanabe
Lilian Álvarez Arellano, SEP / Carlos López Díaz, SEP /Carmen Bulos Méndez
POYO INSTITUCIONAL
Jesús García, Instituto Mexicano de la Juventud

D.R. © Centro de Cooperación Regional para la Educación de Adultos en América


Latina y el Caribe, Pátzcuaro, Michoacán
ISBN 968-5341-03-6
Impreso en México por la Comisión Nacional de los libros de Texto Gratuitos en los
talleres de Imprentor, S. A. de C. V. con domicilio en Salvador Velasco 102, Parque
Industrial Exportec 1, Toluca, Estado de México. Agosto de 2000.
I N D I C E
PARA EMPEZAR

1. ¿POR QUÉ UN JOVEN SE HACE ADICTO?

2. PODEMOS PREVENIR

3. LA FAMILIA AMOROSA

4. PARA REDONDEAR IDEAS

SI TIENEN DUDAS
P A R A E M P E Z A R

E scribimos este libro pensando en

las inquietudes que ustedes pueden tener acerca del consumo de alcohol, de
tabaco y de otras sustancias que causan adicción. Este consumo ha aumenta-
do entre los niños, niñas y jóvenes de manera importante en los últimos años.
Muchos padres y madres de familia desconocen las causas que pueden llevar
a sus hijas e hijos a consumir drogas, las posibles soluciones y las medidas de
prevención que pueden tomar.
En este libro podrán encontrar información sobre cómo prevenir el proble-
ma, qué hacer si sospechan que alguno de sus hijos está en riesgo de adquirir
una adicción, y a dónde acudir para ser orientados sobre cómo manejar el
problema.
En el primer capítulo «¿Por qué un joven se hace adicto?» se proporciona
información sobre las principales causas que promueven el consumo de alco-
hol, de cigarro y de drogas en los niños, las niñas y los jóvenes. Estas causas
pueden ser tanto familiares como sociales.
En el segundo capítulo «Podemos prevenir» se dan recomendaciones para
prevenir el consumo de alcohol, de cigarro o de drogas, destacando el papel
tan importante que tienen los padres y las madres de familia en la prevención
de las adicciones.
En el tercer capítulo «La familia amorosa, el mejor frente contra las drogas»
se presentan las principales señales de alerta que pueden indicar que un niño
o un joven ya está en el camino de la adicción; así como qué hacer en caso de
requerir ayuda profesional. Se indican los tipos de tratamiento que existen y
cómo la familia, los amigos y los maestros pueden
apoyar la rehabilitación del adicto.
En el cuarto capítulo «Para redondear ideas» se brinda
información técnica general sobre las principales drogas
que consumen los niños y los jóvenes y cuáles son los
principales daños que produce su consumo.
Por último, en «Si tienen dudas» se proporcionan las principales direcciones
y teléfonos a los cuales ustedes pueden acudir para recibir mayor orientación
sobre este tema.
En los capítulos encontrarán una historieta y algunas preguntas que los ayu-
darán a reflexionar sobre su contenido. Los invitamos a comentarlas con sus
hijos y con otros padres y madres de familia para compartir experiencias y
así conocer más acerca de este asunto.
El camino más eficaz en la prevención de las adicciones es estar atentos e
informados para orientar a nuestras hijas y nuestros hijos sobre cómo resistir
la presión que los conduce al consumo de alcohol, de tabaco y de otras sus-
tancias que causan adicción; así como interesarnos por lo que les sucede y
mantener una relación de afecto y amor con ellos.
Mamá y papá: junto con ustedes deseamos formar generaciones de niños y
jóvenes sanos y sin adicciones.
1. ¿POR QUÉ UN JOVEN SE HACE ADICTO?

¿Se hace
o lo hacen?
Cada persona tiene su propia historia y una familia diferente a las demás. Las
adicciones son un problema social tan amplio que cada vez existen más fami-
lias en las que alguien sufre de esta enfermedad: hay alcohólicos, fumadores,
consumidores de tranquilizantes u otro tipo de medicamentos como los que
quitan el hambre para bajar de peso.
Si una niña o un niño crece en un hogar donde hay algún adicto, es probable
que aprenda esta manera equivocada de resolver problemas. Por ello, es muy
importante formarlos con seguridad, con afecto, con respeto para que tengan
fortaleza y confianza en sí mismos de manera tal que en una situación difícil
sepan decir «no», resistir a las presiones y rechazar las drogas. Lo importante
es buscar soluciones responsables y adecuadas a sus problemas, no falsas
salidas que atenten contra su salud y pongan en riesgo sus anhelos.
Ustedes se preguntarán: ¿cómo haremos para que nuestros hijos e hijas ten-
gan confianza en ellos mismos? No hay recetas, pero el mejor ingrediente es
el amor y se aplica cada vez que les demostramos nuestro cariño, les recono-
cemos sus éxitos y capacidades y les respetamos sus diferencias. También,
cada vez que sin ofenderlos y sin humillarlos les hacemos ver sus errores o
los ayudamos a entender que tienen que esforzarse en lo que hacen; cuando
confiamos en ellos y les hacemos sentir que cuentan con nosotros en las
buenas y en las malas; y cuando les damos información para entender sus
problemas y tratar de resolverlos.
El amor también consiste en ponerles límites, cuidar lo que hacen, saber dón-
de están y con quién andan. Sin embargo, no podemos evitar que nuestros
hijos vivan sus vidas y enfrenten sus propios riesgos, ni imponerles tal canti-
dad de normas que los ahoguen.
Recordemos que para las niñas, los niños y los jóvenes no es difícil conseguir
cigarros, alcohol y drogas. Desafortunadamente en ocasiones es bastante fá-
cil, pues se los pueden vender hasta en las paradas del camión o en puestos
callejeros. Por ello es apropiado decirles que aunque puedan conseguir las
drogas, es importante que rechacen consumirlas.
Por otro lado, si nuestros hijos no tienen confianza y seguridad en sí mismos,
probablemente harán todo lo que les pidan con tal de pertenecer a un grupo
de amigos o a una «banda» para sentirse aceptados. Si les exigen fumar,
beber o consumir alguna droga, es probable que lo hagan. Fomentar y contri-
buir a desarrollar la autoestima y la confianza en nuestros hijos es una tarea
muy importante de los padres.
Las adicciones pueden iniciarse con una invitación o con la curiosidad por
experimentar nuevas sensaciones. Algunos niños, niñas y jóvenes pueden
ser más propensos que otros a consumir alcohol, tabaco o algunas drogas,
cuando se encuentran en una o varias de las siguientes situaciones:

Son maltrados
Carecen de atención y comprensión.
No estudian o dejan la escuela.
Son tímidos y con poca confianza y
seguridad en sí mismos.
Son hijos de madres o padres
alcohólicos o adictos a las drogas.
Son hijos de madres o padres
rígidos y sordos a sus necesidades
e inquietudes.
Si nuestros hijos están en alguno de estos casos, lo que debemos hacer es
reflexionar sobre la responsabilidad que tenemos; aceptar que los podemos
estar afectando; comprender que podemos cambiar la forma en que los trata-
mos; acercarnos a ellos con paciencia, sinceridad y respeto para mejorar las
relaciones familiares y así disminuir el riesgo de que busquen drogas.

Además de los problemas emocionales, económicos y sociales que pueden


provocar que ciertas personas se vuelvan adictas, también existen otros fac-
tores, por ejemplo algunos programas de televisión en los que aparecen
personajes que fuman o beben sin medida para adoptar un estilo de vida;
toman pastillas para tranquilizarse, para dormir o para divertirse. En estas
situaciones se están proponiendo modos de vida. Por lo regular, el consu-
mo de alcohol y de tabaco se liga con falsas ideas de poder, sexo, prestigio
o éxito. Pocas veces se informa abiertamente sobre la relación que puede
haber entre el consumo de alcohol, tabaco y drogas
y el deterioro de la salud, la violencia,
la infelicidad, el fracaso y la incapacidad
de relacionarse, así como la pérdida
de la libertad esencial del ser
humano: su capacidad de decidir.
No todos los casos son iguales, hay unos más graves que otros.
La violencia familiar y las limitaciones económicas a veces
empujan a niñas y niños a abandonar el hogar. Actualmente
se les llama «niños de la calle». Su vida es muy dura y algu-
nos consumen drogas.
Otros se convierten en víctimas de «enganchadores» que les
ofrecen una vida en apariencia sin complicaciones a cambio
de consumir drogas. Una vez que son adictos los hacen dis-
tribuidores y nuevos enganchadores, los explotan y prostitu-
yen ampliando la violencia y la degradación en que viven.
En todos los casos, sean niños de la calle o cuenten con una
familia, jóvenes estudiantes, trabajadores, hombres y muje-
res adultos, ricos o pobres, la adicción es una enfermedad
porque daña la salud física, mental y emocional de quien la
padece, y afecta a la comunidad.
Hablar de adicción o dependencia al alcohol, al tabaco o a
las drogas es hablar de una enfermedad progresiva y que
puede ser mortal. La persona adicta sufre y difícilmente
puede controlar su adicción. Es necesario entenderla y ayu-
darla.

PENSEMOS OTRO POCO

¿Qué favorece el consumo de alcohol, de tabaco y de


drogas en niñas, niños y jóvenes? ¿Cómo podemos
proteger a nuestros hijos de las adicciones? ¿Cómo po-
demos estar alerta a sus cambios de comportamiento?
¿Han pensado en cómo reaccionarían sus hijas o hijos
frente a algún «enganchador»?
2. P O D E M O S P R E V E N I R

¿Qué podemos
hacer?
Sin duda, lo más importante es prevenir que nuestros hijos e hijas consuman
drogas. ¿Cómo evitarlo?
Ya dijimos que el principal ingrediente es el amor, lo segundo es hablar con
ellos y explicarles qué son las drogas, por qué son peligrosas y cuáles son los
daños que nos hacen.
Se trata de hacer una plática agradable e incluir el tema en la vida cotidiana
de la familia. Es necesario escuchar a nuestros hijos, tomar en cuenta los
comentarios que ellos y ellas hacen, y buscar juntos información en los libros
o con otras personas que nos puedan ayudar. Podemos mirar de manera críti-
ca los programas de televisión que tratan el tema o comentar casos de enfer-
mos conocidos para que ellos puedan comprender el dolor, los problemas y
la destrucción que afectan a esas personas y a sus familias.
Las familias unidas que dan atención a sus hijas e hijos hacen un frente con-
tra muchos riesgos sociales. Si ellos crecen en un ambiente de seguridad,
adquirirán una fuerza interna que les ayudará a tomar decisiones, a resolver
problemas y a darle sentido a sus vidas; también tendrán la libertad de expre-
sarse, de desarrollar sus habilidades, de sentir comprensión y estímulo, de
saberse reconocidos y aceptados. Con esa seguridad probablemente aprende-
rán a rechazar lo que daña su cuerpo y su mente, no harán uso del alcohol, del
tabaco o de las drogas y serán capaces de negarse cuando se los ofrezcan.
Hay quienes no hablan con los niños y jóvenes sobre el consumo de alcohol,
de tabaco y de drogas porque no saben qué decir o cómo hacerlo, o porque
tienen miedo de proporcionarles información que los lleve a interesarse en
las drogas.
No esperemos hasta sospechar que alguno de nuestros hijos tiene el proble-
ma. Muchos jóvenes que están en tratamiento dicen haber consumido alco-
hol, tabaco y drogas por lo menos dos años antes de que sus padres lo supie-
ran.
Comencemos hoy a hablar con nuestros hijos e hijas sobre adicciones. Man-
tengamos abierta la comunicación.
No tengan miedo de confesarles que no conocen todas las respuestas. Hágan-
les saber que juntos pueden encontrarlas. Hay instituciones que ofrecen orien-
tación profesional, les recomendamos acudir a ellas.

Las familias que fomentan la comunicación entre sus miem-


bros y se tratan con cariño y respeto, son el mejor frente con-
tra las drogas.
Las madres y los padres somos modelos para nuestros hi-
jos, quienes creen en nosotros. Es importante ser sinceros,
honestos y no defraudarlos. No hagamos lo que no quere-
mos que ellos hagan.

Es probable que a partir de los once o doce años los niños sean invitados a
fumar o a probar el alcohol. Por ello, desde antes debemos reforzar el diálogo
preventivo y darles toda la información que nos sea posible. Nunca es dema-
siado temprano para empezar esta plática.
Los adolescentes desean encontrar su propia manera de ser. En este periodo
pueden acercarse al alcohol, al tabaco y a las drogas porque sus amigos lo
hacen y requieren aceptación del grupo, o por curiosidad, casi siempre sin
tomar en cuenta el riesgo que corren.
Aquí también son indispensables las pláticas de prevención, los valores fa-
miliares que les den seguridad en sí mismos y la confianza que ellos necesi-
tan.
Es necesario que ustedes y sus hijos comprendan:
Qué es una adicción.
Cuáles son sus causas.
Cuáles son las drogas más comunes y cómo dañan la salud.
Cuáles son las maneras más comunes de introducir a niños y
jóvenes al consumo de drogas.
El efecto mortal que pueden tener las adicciones.
La destrucción personal y familiar que generan.
Los problemas sociales que provocan.
La responsabilidad de hablar en familia
de todo esto cuantas veces sea necesario.
La importancia de informar a nuestros
hijos respecto a este tema, pero
sobre todo de formarlos y prepararlos
para que los jóvenes hagan un frente común
contra las drogas.

Lo más importante que una persona puede alcanzar en su


vida es la capacidad de decidir con libertad su rumbo, y
esto es lo primero que pierde cuando se vuelve adicta, pues
su incontrolable necesidad de consumo la atrapa. Las
adicciones no respetan edad, sexo, condición social o etnia.
Ciertos programas y anuncios comerciales de la radio y de la televisión, algu-
nas películas, revistas y canciones imponen modas y modelos de hombres y
mujeres, supuestamente exitosos, quienes adoptan actitudes y estilos de vida
basados en la superficialidad, el consumismo y las adicciones.
Nuestros hijos están en riesgo potencial de convertirse en personas adictas, si
a esta influencia externa agregamos:

La falta de comunicación y diálogo con la familia.


La falta de información sobre el tema.
La facilidad con que las niñas y los niños pueden ser engañados.
La actitud de búsqueda de nuevas experiencias de los
adolescentes, que puede estar mal encaminada.
El maltrato físico, emocional o sexual en la familia.
Madres o padres adictos.
La facilidad para consumir alcohol, tabaco y drogas con los
amigos.
Soledad, ocio o malas compañías.

Para que las niñas, los niños y los jóvenes


rechacen la droga
Con las siguientes sugerencias ustedes pueden ayudar a sus hijas e hijos a
rechazar las drogas:

Hablen con ellos del alcohol, del tabaco y de las drogas como lo
harían sobre deportes, ciencia u otros temas. Si saben que pueden
hablar con ustedes acerca de cualquier cosa, se sentirán en confianza
para platicar cuando algo les preocupe. Por ejemplo, si les
comentan: "A Juan su papá le permite beber una cerveza los
domingos"
ellos desean saber qué piensan ustedes.
Aprovechen la ocasión para dejar que expresen
lo que les preocupa. Pregunten: «¿Tú qué harías
si el papá de Juan te ofreciera una cerveza?».
Oriéntenlos para que reflexionen sobre el
daño que les producirá el consumo de
alcohol a su edad, y que la moderación
fortalece nuestra libertad.
Enséñenles a tomar sus propias
decisiones y a resistir la presión de la
invitación. Permítanles asumir
su responsabilidad.

Fortalezcan su capacidad para tomar


decisiones que no los pongan en riesgo

Establezcan las reglas de la familia.


Éstas deben ser claras, conciliadoras,
de respeto mutuo y firmes.
Constrúyanlas con ellos
Elógienlos cuando se esfuerzan y no sólo cuando tienen éxito.
Háganles saber que lo importante es el empeño que han puesto.
Estimulen su creatividad, no los ofendan con sus críticas.

Denle importancia a sus estudios y establezcan y respeten


horarios para hacer sus tareas.

Denles ánimos. Las niñas y los niños, como cualquier persona,


tienen sus altas y bajas. Impúlsenlos a encontrar algo que disfruten
hacer y para lo que tengan destreza.

Compartan las responsabilidades. Participar en los quehaceres,


de acuerdo con su edad, hará que se sientan útiles en la familia.

Siempre transmitan mensajes claros. Cuando les hablen sobre


el consumo de alcohol, tabaco y drogas, utilicen las palabras que
ellos usan para asegurar que la comunicación se establezca.
Juntos
lo hacemos
mejor
¿Sabían ustedes que en la escuela se trata el tema de las adicciones? Platiquen
con los maestros de sus hijos y conozcan qué les están enseñando. El trabajo
conjunto de ustedes con los maestros será de gran ayuda para prevenir el
consumo de tabaco, alcohol y drogas.
Organicen pláticas sobre estos temas. Por ejemplo, un médico puede hablar
sobre cómo el alcohol, el tabaco y las drogas afectan la salud de las niñas y de
los niños, de los jóvenes y de la población en general; un promotor comuni-
tario puede dar información sobre la gravedad del problema en la comuni-
dad. Formen un grupo con otros adultos con quienes puedan conversar. In-
corpórense a las organizaciones de padres de familia y platiquen del tema.
Intercambiar experiencias les ayudará a saber que otros padres y madres han
enfrentado situaciones parecidas y a dialogar sobre cómo prevenir o solucio-
nar problemas.

A pesar de las historias desalentadoras que llenan los perió-


dicos, la mayoría de jóvenes no consume drogas ni está de
acuerdo con que sus amigas o amigos las usen. Seguramen-
te, encontrarán que sus hijas e hijos comparten su preocu-
pación sobre los peligros de consumirlas.
Recuerden que . . . Hay que evitar consumir bebidas que
no vengan selladas o no tengan envase original, ya que
pueden estar adulteradas. Además, si ustedes saben que
hay alguna persona desconocida y sospechosa que trata de
hablar con los alumnos, denúncienla a las autoridades de la
escuela: puede estar ofreciendo drogas.
3. L A F A M I L I A A M O R O S A.
EL MEJOR FRENTE CONTRA LAS DROGAS

Señales de
alerta
Como madres y padres de familia no olvidemos tener siempre presentes las
señales de alerta que indican ¡cuidado!, tales como cambios repentinos en la
conducta, nerviosismo, agresividad, insomnio, irresponsabilidad, bajas cali-
ficaciones, ausentismo y abandono de la escuela, inestabilidad emocional,
incomodidad o enojo cuando se habla del tema.

Puede ser propio de la edad, pero también


pueden ser señales de alerta si de manera
muy notoria e intransigente sus hijas e hijos
se alejan de la familia, hacen nuevas
amistades que no compartan con ustedes,
mienten, adoptan nuevas maneras de hablar y
de vestir y cambian la hora de llegar a casa.
Otras señales de adicción pueden ser
la demanda excesiva para gastos personales,
el robo de dinero u objetos que puedan ser
vendidos, la presencia de un olor especial
en la ropa o en el cuerpo, el empleo de anteojos
oscuros, la lectura de revistas y el uso
de ropa con mensajes relacionados con
alcohol, tabaco y drogas, o de camisas de
manga larga para esconder marcas
de inyecciones.
¿Cuándo se requiere
ayuda profesional?
En el momento en que nos damos cuenta de que la señal de alerta confirma
nuestra sospecha de adicción en nuestro hijo o en nuestra hija es necesario:
primero, reconocer el hecho; segundo, buscar ayuda profesional, y tercero,
actuar. El tratamiento puede variar según el tipo de droga empleada y el tiem-
po que la persona lleva consumiéndola.
Básicamente existen tres tipos de tratamiento:
el prestado por médicos y psicólogos, a éstos últimos también se
les conoce como terapeutas,

el de grupos de autoayuda (enfermos adictos en recuperación que


brindan apoyo), y

el mixto, que incluye los anteriores.


Existen centros de tratamiento abierto donde sólo se brinda ayuda en consul-
ta externa, y centros de tratamiento residencial donde los enfermos adictos
pueden permanecer internados por periodos de 30 a 90 días.
Para que un adicto pueda recibir tratamiento y rehabilitarse necesita:

aceptar su enfermedad,

reconocer que él solo puede hacer poco y que requiere ayuda


profesional,

convencerse de que es capaz de rehabilitarse como muchos lo han


logrado,

saber que existen centros de tratamiento y personas a las que


puede acudir,

realizar alguna actividad que lo discipline y lo mantenga ocupado,


que estimule su creatividad y su realización personal.

¿Cómo podemos
apoyar?
La participación de los familiares es clave para que el adicto logre su rehabi-
litación.
En la familia todos nos relacionamos unos con otros y lo que le pasa a uno
afecta a los demás. Si ya hay problemas, la presencia de un adicto los agrava.
El ambiente familiar se vuelve muy difícil y todos resultan dañados. Por lo
general, la atención se centra en el enfermo y la situación se empeora porque
se descuida al resto de la familia.
Por esta razón, cuando una persona está siendo atendida en un centro de
tratamiento abierto es necesario que la madre, el padre, las hermanas y los
hermanos platiquen con los terapeutas para saber
cómo pueden apoyar y reforzar el tratamiento en casa. También, si el joven
adicto fue internado, es necesario que la familia reciba capacitación para
saber qué hacer y cómo comportarse cuando regrese a casa.

EN CASA. Cuando un joven adicto asiste a un centro de


tratamiento, los terapeutas lo hacen hablar de sí mismo y de sus
problemas. Esto no es fácil. Él o ella tiene que enfrentar su realidad:
hablar de sus sentimientos, de lo que considera como sus fracasos,
de sus temores, de que no se acepta y de los problemas que le
ocasiona la adicción. Cuando el enfermo regresa a su hogar necesita
un ambiente tranquilo y acogedor que le permita continuar con su
rehabilitación.
Si su familia está en ese caso, es importante que traten a su hija o hijo con
cariño constante y fortaleza. Con su ayuda podrá aprender a enfrentar su
realidad de la mejor manera. No olviden que probablemente tendrá nuevas
tentaciones, y sólo el apoyo de la familia y el que los buenos amigos le brin-
den logrará mantenerlo en abstinencia prolongada y duradera, es decir, deja-
rá de consumir la droga.
Les sugerimos proponerle tareas y
responsabilidades en casa como el
cuidado de su ropa, la preparación
de los alimentos o la limpieza de su
cuarto; pero también, volver a sus
estudios o trabajo, hacer deporte,
coleccionar objetos que le gusten o
aprender un oficio. Si cumple con
esas tareas, será una señal de que está
en etapa de recuperación.

LOS AMIGOS Y SU
MAESTRO. Si su hijo o hija
está en tratamiento, el
terapeuta les pedirá que
platiquen del problema con las
personas más cercanas para
que le ayuden a mantenerse en
abstinencia. Éste es el caso de
las amistades, la novia o el
novio y los maestros. Hablen
con ellos, pues serán un gran
apoyo. El cariño que le tienen
a su hija o hijo le ayudará en
los momentos difíciles.
A veces, un adicto puede enfrentar problemas como los siguientes: «se le
hace el feo», se le aleja «porque es vicioso», la gente se burla o lo pone como
ejemplo que no se debe seguir. Esto afecta mucho al enfermo y puede echar
a perder su proceso de rehabilitación.
Anteriormente se consideraba que un adicto tenía pocas oportunidades de
rehabilitarse; hoy sabemos que esto no es así. Existe una variedad de alterna-
tivas y modalidades de tratamiento que le ayudan a recuperarse, aunque re-
quieren voluntad y esfuerzo de todos.
Expliquen a los amigos y maestros lo importante que es para la rehabilitación
del enfermo recuperar su seguridad y quererse a sí mismo, confiar en la gente
que lo quiere y que desea ayudarlo.

Hasta ahora hemos hablado de situaciones en las que la fa-


milia se preocupa y participa en la rehabilitación de niños o
jóvenes adictos, pero ¿qué sucede cuando también la madre
o el padre son adictos?
Hemos dicho que lo que le pasa a uno de los miembros de la
familia afecta a los demás. La madre o el padre adictos son
un mal ejemplo para sus hijas e hijos.
Si alguno de ustedes está en ese caso, es importante buscar
apoyo y orientación. No sólo existen tratamientos para per-
sonas adictas sino también para sus familiares, independien-
temente de que el enfermo decida rehabilitarse. Al final de
este libro se presentan algunas direcciones que pueden ser de
utilidad.
Vivir con una adicta o con un adicto es difícil; sin embar-
go, podemos encontrar soluciones para que no destruya
nuestra vida.
Las recaídas
Cuando el adicto está en tratamiento es posible que sufra una recaída. Ésta
no ocurre a propósito, sucede ante una urgencia irresistible de consumir alco-
hol, tabaco o drogas. La adicción es una necesidad que no es fácil de contro-
lar y a veces es más fuerte que la voluntad.
A menudo la recaída se presenta después de un buen tiempo de tratamiento
en el que todo iba bien. «¡Ya la hice, así que si me tomo una copita o me doy
un toque no me va a pasar nada!». De ahí a volver al consumo de alcohol,
tabaco o drogas, sólo hay un paso. La mayoría de las recaídas se presenta
como resultado de una falsa confianza en sí mismo, por sentirse desprotegido
del apoyo que se le brindaba cuando estaba internado o por el rechazo y las
recriminaciones de la familia, vecinos, amigos y compañeros de trabajo.
La recaída no es un fracaso ni una señal de que los esfuerzos fueron en vano,
sino un momento a veces inevitable de la rehabilitación. No hay que darlo
todo por perdido, pero sí insistir en continuar el tratamiento. Ustedes pueden
apoyar a sus hijos en ese camino tan difícil.

RECUERDEN QUE:

Hay que prevenir la recaída desde que empieza el tratamiento.

La abstinencia, es decir, no volver a consumir alcohol, tabaco o


drogas por ningún motivo, es la señal más clara de la recuperación.

No se dejen convencer cuando les diga que "sólo era una


probadita para ver cómo se sentía" o "te prometo que no lo vuelvo a
hacer". Recuerden que el enfermo no tiene el control y que es mejor
enfrentar el problema. Cuanto antes, recurran al terapeuta.
Señales
que alertan de una posible
recaída
SEÑALES QUE DA EL
QUÉ HACER
ENFERMO
Trabaja demasiado para ¡Cuidado! El cansancio lo puede llevar a pensar que con un
recuperar el tiempo perdido trago o un poquito de droga se sentirá mejor.

Comparta con ella o él su tiempo libre. Inventen actividades


que le diviertan.

Explíquele que aún es joven, que tiene la vida por delante.

La recuperación lleva su tiempo y es necesario tomarlo con


calma.

Se desespera o impacienta. Su No caigan en la tentación de cortar el tratamiento.


recuperación no es tan rápida
como quisiera.
Manténganse firmes en la necesidad de continuarlo hasta el
final.

Explíquenle que en la vida no hay soluciones fáciles, y que


sólo su voluntad y entusiasmo le ayudarán a salir del
problema.
Miente, inventa problemas y No caigan en su juego. Platiquen sobre las consecuencias de
discute sin razón con el fin de su adicción, sobre lo que ha ganado y lo que ha perdido. Si no
buscar pretexto para volver a está convencido de que necesita ayuda para continuar, seguirá
consumir drogas. diciendo mentiras.
Se entristece, se enoja y se Es lógico, sucede en cualquier tratamiento. Anímelos a seguir
deprime. adelante.
Se compadece de sí mismo y Háganlo sentir que es importante para ustedes. Que la culpa y
le echa la culpa al mundo de lo la compasión no llevan a ningún lado.
que le pasa.
4. P A R A R E D O N D E A R I D E A S

¿Qué son
las drogas?
Llamamos droga a toda sustancia tóxica que altera la actividad mental, esti-
mulándola o deprimiéndola, que causa adicción y daño físico y psicológico.
Existen varios tipos de drogas:

algunas son medicamentos como los tranquilizantes y los


estimulantes,

otras provienen de plantas como la mariguana, los hongos o la


coca,

también sustancias de uso industrial como el tíner o el cemento,


que se inhalan,

compuestos químicos como los llamados tachas, crack, y diversos


productos que causan adicción y dañan la salud.

Las drogas son sustancias que producen cambios en la capacidad de sentir,


percibir la realidad y pensar. Alteran la forma de ser y de comportarse y
crean la necesidad de continuar consumiéndolas sin control, aumentando cada
vez más la cantidad y la frecuencia. A esto le llamamos dependencia o adicción.
La adicción produce angustia. Las drogas dañan en grado variable y con
frecuencia en forma irreparable el funcionamiento del cerebro, del corazón y
del hígado, entre otros órganos. Todo esto transforma la vida de quienes su-
fren la adicción y afecta su relación familiar, escolar, laboral y social.
Por lo general, los adictos
consumen al mismo tiempo
varios tipos de droga,
son inestables, inmaduros,
no quieren tener
responsabilidades,
están atormentados
por problemas internos
y externos, y se concretan en la
medida de sus posibilidades sólo
a resolver sus necesidades inmediatas.
Algunas drogas producen placer al inicio. Los
jóvenes ignoran y no creen en los graves
problemas que les causarán en sus vidas, pues
suponen que las pueden controlar.

El alcohol y el tabaco,
puertas de entrada
al mundo de la adicción
Sabemos que el consumo de alcohol y de tabaco es aceptado por la mayoría
de las personas y por lo general se consumen en fiestas y reuniones. Así,
estos productos con frecuencia se encuentran al alcance de niños, niñas y
jóvenes, lo que muchas veces convierte estas sustancias en puertas de entra-
da al mundo de la adicción. Sabemos que en muchas ocasiones su consumo
es visto como natural. El problema no está en su consumo sino en la frecuen-
cia y en el abuso o en la falta de moderación. En general, quienes son adictos
se iniciaron entre los 10 y 12 años, mediante el consumo de tabaco y de
bebidas alcohólicas. Posteriormente, algunos de ellos, entre los 16 y 20 años,
exploraron otras drogas como la mariguana, la cocaína y las pastillas estimu-
lantes o tranquilizantes.
¿Qué efectos nocivos tiene
el alcohol?
Poco a poco y sin darnos cuenta nos hace perder el control, los reflejos y el
equilibrio. El alcoholismo produce desnutrición, pérdida de la memoria,
cirrosis hepática y alteraciones en el sistema nervioso, entre otros daños físi-
cos y mentales.
Cuando una persona desnutrida consume alcohol, sus efectos destructivos
son todavía más rápidos, ocasionando la afectación de órganos tan importan-
tes como el hígado. Por desgracia, esto también sucede con frecuencia en
comunidades rurales o suburbanas muy pobres donde, además, se consume
alcohol producido localmente de muy escasa calidad, como el aguardiente.
Otros efectos dañinos son los que causa en la personalidad del individuo,
aislándolo de los demás o fomentando la compañía de alcohólicos con quie-
nes comparte la misma adicción. El abuso en el consumo de alcohol aleja a
las personas de sus actividades cotidianas, así como de las responsabilidades
que tienen para consigo mismas y con los demás.
El alcoholismo está relacionado con las causas más frecuentes de muerte
entre los jóvenes: accidentes automovilísticos, suicidio y violencia.
Vivir en una familia donde las relaciones son difíciles, provoca que una
persona busque la solución a sus problemas
en el consumo de alcohol y que con esto
aumenten la violencia, el maltrato y
la falta de comunicación. La adicta
o el adicto y su familia caen en un
círculo vicioso de rechazo e
intolerancia del que sólo pueden
salir con ayuda profesional.
Se estima que en México casi cinco millones de jóvenes tie-
nen problemas relacionados con el consumo de alcohol.
Los jóvenes que consumen alcohol a temprana edad tienden
a beber cada vez más y esto aumenta el riesgo de que consu-
man drogas.
Los jóvenes alcanzan una concentración de alcohol en la san-
gre más rápida que la de los adultos y permanecen
alcoholizados más tiempo.
Algunos alumnos, hacia el último año de secundaria, consu-
men regularmente bebidas alcohólicas, al menos los fines de
semana.
FUENTE: Encuesta Nacional de Adicciones, Secretaría de Salud. 1998.

¿Qué efectos nocivos produce


el cigarro?
El tabaco puede producir dependencia física y psicológica en cualquier per-
sona. Los fumadores tienen mayores posibilidades que los no fumadores de
desarrollar con el tiempo enfermedades cardiacas, respiratorias y cáncer.
Los hijos de madres fumadoras pueden nacer con bajo peso e inmadurez y
tienen muchas probabilidades de enfermarse en los primeros años de su vida.
Las madres fumadoras o en contacto con fumadores tienen riesgo de parto
prematuro.
Los no fumadores también se ven afectados en su salud al respirar el humo
del cigarro. Por eso, cada vez más se prohíbe fumar en lugares públicos como
escuelas, hospitales y oficinas públicas.

El 20% de los alumnos del último año de secundaria fuman


en promedio once cigarros por día.
Los niños, niñas y jóvenes que fuman tienen una mayor pro-
babilidad de consumir drogas.
FUENTE: Encuesta Nacional de Adicciones, Secretaría de Salud. 1998.

¿Qué efectos nocivos tienen


los inhalantes?
Su consumo produce desorientación, dificultad para hablar, pérdida de con-
tacto con el ambiente, desnutrición, falta de coordinación, debilidad y fatiga
muscular que pronto impide a los adictos caminar y valerse por sí mismos;
también, visión borrosa, náusea persistente, hemorragia nasal, alucinaciones
y sentimientos de persecución, así como deterioro irreparable del sistema
nervioso. Además, provocan alteraciones importantes en la conducta y en las
emociones, pues causan daño a las neuronas.
La inhalación de cementos, disolventes, tintas, barnices, «activo» (mezcla de
varias sustancias de desecho que se utilizan en la producción de tintes y pin-
turas), entre otros, se ha convertido en los últimos años en el segundo tipo de
droga de mayor consumo entre las personas de recursos económicos más
bajos.
El uso repetido de inhalantes crea una dependencia incontrolable en corto
tiempo y sus daños son casi inmediatos e irreparables.
¿Qué efectos nocivos produce
la mariguana?
El consumo de mariguana produce dependencia física y psicológica con al-
teraciones importantes en el comportamiento y el afecto.
A los consumidores les acelera el corazón, les pone rojos los ojos, les seca la
boca y la garganta, les deforma la percepción de la realidad, les puede produ-
cir alucinaciones, les disminuye progresivamente la memoria y la compren-
sión, les altera el sentido del tiempo y los incapacita para realizar tareas que
requieren coordinación y concentración.
Como pasa con todas las drogas, la adicción a la mariguana puede ser una
puerta falsa de escape de una persona ante un problema para el que no en-
cuentra solución. Al igual que sucede con el alcohol, la familia entra en un
círculo vicioso, es decir, de regaño-disculpa-regaño-promesa-recaída-rega-
ño, del que no puede salir, por lo que todos necesitan ayuda profesional.

¿Qué efectos nocivos tiene


la cocaína?
El consumo de cocaína produce dependencia física y psicológica con altera-
ciones importantes en el comportamiento y el afecto.
Acelera el corazón y el sistema nervioso en general, por lo que la mente de
quien la consume se agiliza y se mantiene despierta en exceso, más allá de su
capacidad natural. Cuando el efecto pasa, la persona presenta temblores, suda
mucho, se angustia y necesita física y psicológicamente volver a drogarse.
La dependencia a esta droga es tan brutal que los enfermos hacen cualquier
cosa por conseguir dinero para comprarla: robar, corromperse, prostituirse o
vender objetos domésticos, con lo que, además del daño emocional al resto
de la familia, afectan su capacidad económica. Para la atención del enfermo
es indispensable la combinación de la familia, el médico, el terapeuta u orien-
tador y el centro de atención.
La cocaína es una droga muy peligrosa. Su uso repetido y en sobredosis pue-
de producir la muerte repentina provocada por
hemorragia cerebral, convulsiones, paro
respiratorio o infarto del corazón.
Una variedad de la cocaína es el
crack. Es muy tóxico y causa daños
muy serios desde el primer consu-
mo, principalmente alteraciones
del ritmo cardiaco. Su uso frecuen-
te puede llevar a la muerte.

¿Qué efectos nocivos provocan


los estimulantes?
Algunos estudiantes y personas que trabajan de noche erróneamente los to-
man para mantenerse despiertos. Pasado el efecto, se presenta dolor de cabe-
za intenso, visión borrosa, mareos, taquicardia y presión alta.
Como todos los medicamentos, éstos deben tomarse sólo por prescripción
médica, pero en algunos lugares todavía los venden sin receta contravinien-
do la ley. Esto permite que muchas personas se automediquen. Su consumo
crea dependencia física y emocional. Su empleo es muy peligroso.

PENSEMOS OTRO POCO

¿Se podrían dar cuenta si alguna persona es adicta?


¿Han pensado qué hacer si descubren que
uno de sus hijos o hijas consume
alcohol, tabaco o drogas?

Las drogas de mayor consumo entre niños, niñas, y


jóvenes son el tíner, el activo, la mariguana, la cocaína
y las anfetaminas, además del alcohol y el tabaco.
Los enfermos sufren el rechazo familiar y la
marginación social. Los expulsan de las escuelas, los
despiden de sus trabajos, los encarcelan, los sobornan,
los chantajean y los prostituyen. Las redes del
narcotráfico los atrapan.
El problema de la adicción no sólo afecta a la perso-
na enferma sino también a la familia y a la sociedad.
Recordemos que...
Es importante platicar sobre este tema con nuestros hijos e
hijas. Si nos informamos, estamos en mejores condiciones
para reconocer si ellos o ellas presentan signos de problemas
relacionados con el alcohol, el tabaco y las drogas.
Si, por ejemplo, los oyen hablar de Juanita, hierba, cartucho,
blanca, roca, pastel, solventes, spid, cristal, éxtasis y tacha,
probablemente están hablando de drogas. Platiquen con ellos
y manténganse comunicados.
Es preciso:
Favorecer la salud física y mental de sus hijas e hijos
aprovechando el tiempo en acciones de estudio, deporte,
esparcimiento y, sobre todo, de convivencia familiar.
Aceptar que todas las drogas causan daños irreparables.
Aprender a identificarlas por su apariencia física y lo que
se usa para su consumo (papel arroz para envoltura de
cigarros, jeringas, ligas para presión).
Conocer los nombres populares de las drogas que se usan
en el lugar donde ustedes viven.
Reconocer los signos de una intoxicación para conducir a
la persona a un centro de urgencias.

Para prevenir que sus hijas e hijos consuman alcohol, taba-


co o drogas ¿cuál sería el mejor ejemplo o la mejor suge-
rencia que ustedes les podrían dar?
Hay mucho
que hacer
En el problema del consumo de alcohol, tabaco y drogas no todo está perdi-
do. A pesar de que nuestros hijos y nuestras hijas estén expuestos a la invita-
ción permanente a probarlas, podemos:

platicar con ellos,

allegarles información,

apoyar los esfuerzos de sus maestros,

ganarnos su confianza,

ayudarlos a que sean seguros de sí mismos, se quieran y se


respeten,

enseñarlos a reconocer las situaciones de riesgo y a tomar


decisiones acertadas en sus vidas.

A lo largo de su convivencia, las familias pueden aprender a comunicarse


positivamente, a relacionarse con respeto y a tenerse confianza para resolver
problemas y compartir éxitos. Estas familias favorecen un desarrollo afecti-
vo y emocional en los niños y en las niñas que evita que caigan con facilidad
en el consumo de tabaco, alcohol y drogas.
Si desde pequeños los niños y las niñas aprenden a controlar sus emociones y
a ser disciplinados y seguros de sí mismos, probablemente adquirirán la se-
guridad adecuada y suficiente para controlar las situaciones y las tentaciones
que se les presenten en la vida.
Cuando decidimos ser padres o madres, la responsabilidad que tenemos so-
bre nuestras propias vidas aumenta en la medida en que debemos cuidar más
nuestra manera de ser y de relacionarnos con el mundo, ya que de éstas apren-
derán nuestros hijos. Si nosotros no tenemos control sobre lo que hacemos,
ellos actuarán de la misma manera.
Es importante que cada día los ayudemos a que no pierdan el control de sus
vidas. Debemos estar alerta a que cualquier signo, por insignificante que pa-
rezca, puede estar diciéndonos que alguno de nuestros hijos o hijas está en
peligro y necesita ayuda. En ese caso, debemos redoblar esfuerzos para que
se sientan amados, aceptados y acompañados, y puedan recuperar el control
de sus vidas.

Seguramente algunas veces ustedes se preguntaran:

¿Por qué parece tan complicado educar a mis hijos y a mis hijas ?

¿Soy el padre o la madre que quiero ser?

Estas respuestas tienen que ver con la forma en que se ven y se sienten los
hombres y las mujeres que son padres y madres, así como con la manera de
comunicar y demostrar el afecto entre padres, madres, hijos e hijas.
Es importante destacar que las formas autoritarias de relación en las familias
ponen a sus hijos e hijas en riesgo de consumir alcohol, tabaco y drogas,
afectando su desarrollo personal.
Por eso es importante que cada persona que convive con jóvenes reflexione y
revise cómo es su relación con ellos, y si lo considera necesario, inicie un
proceso permanente de cambio hacia maneras más disfrutables de convivir y
educar a niños, niñas y jóvenes.
Leamos la historia de Luis, y reflexionemos sobre cómo su mamá y su
papá lo están ayudando a vivir mejor su vida.
Las niñas y los niños
tienen derechos:

Es nuestro derecho
que se nos proteja
del consumo,
producción
y distribución
de cualquier droga
Artículos 19 y 34 de la Convención sobre los Derechos del Niño
aprobada por la Asamblea General de las Naciones Unidas,
en noviembre de 1989.
Si tienen dudas
Algunas dependencias han establecido una línea telefónica para orientarlos
en el manejo de situaciones delicadas, sobre los signos de alerta frente a un
posible adicto y la manera en que puede recibir tratamiento.

El Consejo Nacional Contra las Adicciones

Teléfono 5524-8742

Centros de Integración Juvenil

Teléfono 5568-1212

Locatel

Teléfono 5658-1111 (Módulo de Toxicología)

Vive Sin Drogas

Teléfono 01800 911 2000

En cada ciudad capital del país existe un Consejo Estatal Contra las
Adicciones, que agrupa todas las instituciones que dedican sus esfuerzos a la
prevención y al tratamiento del alcoholismo, del tabaquismo y de la
farmacodependencia.
En el siguiente listado encontrarán los teléfonos a los que pueden dirigirse
para solicitar orientación profesional.
Puesto que dichos teléfonos pueden cambiar, busque el del Consejo Estatal
Contra las Adicciones (CECA), y el de Alcohólicos Anónimos (AA).
AGUASCALIENTES DURANGO
CECA Tel. (01 49) 12 17 42, Fax 18 66 21 AA CECA Tel. (01 181) 711 38, 748 80
(9149) 5- 7497 Fax 717 37
AA Durango( 891 181) 2-0799
BAJA CALIFORNIA Gómez Palacio (91 17) 14-752
CECA Tel. (01 65) 57 15 60, 57 20 84
Fax 57 36 81 GUANAJUATO
AA ENSENADA (91 617) 7- 0330 CECA Tel. (01 473) 210 82, 253 01
TIJUANA (9166) 80-5425 Fax 245 73
AA León (91 47) 7-6147
BAJA CALIFORNIA SUR Irapuato (91 462) 7- 1516
CECA Tel. (01 112) 287 84, 274 69 Salamanca (91 464) 8 35-99
Fax 247 01, 286 12
AA (91 112) 2-9313 GUERRERO
CECA Tel. (01 747) 272 73, 271 27
CAMPECHE Fax 272 73
CECA Tel. (01 981) 123 15, 683 91, 610 00 AA Acapulco (91 748) 3-7382
Fax 654 97 Zihuatanejo (91 753) 4-4770
AA (91 981) 6- 0476 Taxco (91 762) 2-2936

COAHUILA HIDALGO
CECA Tel. (01 84) 15 93 49, 15 92 89,15 62 68 CECA Tel. (01 771) 377 98
Fax 15 69 98 Fax 364 88
AA Saltillo (91 84) 14-8026 AA Pachuca (91 771) 5- 0444
Torreón (91 17) 16-6638
JALISCO
COLIMA CECA Tel. (01 3) 613 48 01, 613 48 02
CECA Tel. (01 331) 246 73, 251 67 Fax 614 03 82
Fax (01 331) 236 55, 414 42 AA Guadalajara (91 3) 613-2640
AA ( 91 331) 4-5893 Puerto Vallarta (91 322) 2-5659
Ciudad Guzmán (91 341) 2-4300
CHIAPAS
CECA Tel. (01 961) 313 09, 312 57 MÉXICO (ESTADO DE)
Fax 312 58 CECA Tel. (01 72) 15 19 26, 15 19 32
AA Tuxtla Gutiérrez (91961) 3-3898 Fax 14 98 46
Tapachula (91962) 6- 4131 AA Toluca (91 72) 17-3886
San Cristóbal de las Casas ( 91 967) 8- 4450 Los Reyes La Paz (91 5) 855-0191

CHIHUAHUA MICHOACÁN
CECA Tel. (01 14) 26 64 66 CECA Tel. (01 43) 12 25 20, 12 25 21
Fax 26 64 67 Fax 12 07 14
AA Cd. Juárez (91 16) 17- 7052 AA Morelia (91 43) 2-4488
Lázaro Cárdenas (91 753) 2-1910
DISTRITO FEDERAL Pátzcuaro (91 434) 3-0831
CECA Tel. (01 5) 55 34 73 04, 55 34 75 68, 55 34 La Piedad (91 352) 2-5179
78 91
Fax 55 34 90 24, 55 34 73 23, 55 34 78 51
AA 512-0317, 512-3268
MORELOS SONORA
CECA Tel. (01 73) 14 30 13, 12 34 32 ext. 105 CECA Tel. (01 62) 12 20 86, 12 06 58
Fax 18 77 34 Fax 12 47 32
AA Cuernavaca (91 73) 12-8607 AA Hermosillo (91 62) 14-2471
Navojoa (91 642) 2-5953
NAYARIT
CECA Tel, (01 321) 344 27, 441 73 TABASCO
AA Tepic (91 321) 261-30 CECA Tel. y Fax (01 931) 215 98
AA Villahermosa ( 91 931) 4-0918
NUEVO LEÓN
CECA Tel. (01 83) 45 14 72, 44 59 86 TAMAULIPAS
Fax 59 12 43 CECA Tel. (01 131) 211 81, 296 11
AA Monterrey (91 83) 45-2707 Fax 208 14
AA Tampico (91 121) 2-5634
OAXACA Reynosa (91 89) 2-4850
CECA Tel. (01 951) 464 02, Fax 463 94 Cd. Mante (91 123) 2-4977
AA Oaxaca (91 951) 6-4184 Matamoros (91 891) 6-1548
Puerto Escondido (91 958) 2-0802
TLAXCALA
PUEBLA CECA Tel. (01 246) 233 87, 912 46
CECA Tel. (01 22) 46 62 59, 42 32 66 Ext. 122 Fax 236 58
Fax 32 09 38, 32 10 89 AA Apizaco (91 241) 7-5029
AA PUEBLA (91 22) 41-6103 y 46-5559
TEHUACÁN (91 238) 3-1223 VERACRUZ
CECA Tel. (01 28) 15 48 12, Fax 15 90 33
QUERÉTARO AA Jalapa (91 28) 12-7693
CECA Tel. (01 42) 12 14 78, Fax 12 03 34 Orizaba (91 272) 5-6977
AA Querétaro (91 42) 16-8777 Córdoba (91 271) 2-8444

QUINTANA ROO YUCATÁN


CECA Tel. (01 983).200 40, 275 42 CECA Tel. (01 99) 21 09 23
Fax 220 06 Fax (01 99) 24 70 54
AA CHETUMAL (91 983) 2-5784 AA Mérida (91 99) 24-9238

SAN LUIS POTOSÍ ZACATECAS


CECA Tel. (01 48) 12 75 09, 12 49 83 CECA Tel. (01 492) 225 09, 212 02
AA San Luis Potosí (91 48) 2-9405 Fax 226 13
AA Fresnillo (91 493) 2-3461
SINALOA
CECA Tel. (01 67) 16 91 20
AA Culiacán (91 67) 2-4700
Los libros de Mamá y Papá es una colección que invita a las ma
dres y a los padres a reflexionar respecto de las relaciones en las pa-
rejas y en las familias actuales, haciendo hincapié en el cuidado, la educación y
el amor que los hijos y las hijas necesitan para tener un buen crecimiento y desa-
rrollo afectivo, físico e intelectual. Sugiere medidas preventivas y alternativas de
solución a diferentes problemas que se pueden presentar en la vida cotidiana. La
colección está integrada por ocho libros que se complementan entre sí y cuyos
títulos son los siguientes:
El amor en la familia . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Brinda información para apoyar la formación de niños y niñas durante las principales etapas de su
crecimiento y desarrollo físico, emocional y afectivo.

La sexualidad de nuestros hijos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .


Plantea la importancia de considerar la sexualidad de nuestros hijos como un proceso natural y de
disfrutar de una vida sexual plena y con responsabilidad. Su realización satisfactoria y amorosa con-
tribuye al bienestar de las personas, las parejas, las familias y de la sociedad.

Violencia en la familia . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Rechaza la violencia como forma de vida y promueve un proceso de búsqueda de relaciones armóni-
cas en la familia, en las que prevalezcan la confianza, la comunicación, el afecto y la seguridad. Pro-
pone la cultura del respeto y el rechazo de la violencia.

Cuidado con las adicciones . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .


Propone a madres y padres permanecer alerta ante posibles cambios de comportamiento de sus hijas
e hijos y les ayuda a prevenir que los niños y jóvenes caigan en la adicción.

La nutrición de la familia . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Promueve la reflexión respecto de los hábitos alimentarios de las personas y proporciona informa-
ción a madres y padres para revisar la dieta diaria de su familia y mejorarla de acuerdo con sus nece-
sidades y posibilidades.

La salud de nuestros hijos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .


Proporciona información a madres y padres sobre aspectos de prevención de accidentes y enferme-
dades en sus hijas e hijos, así como acerca de la vacunación y las prácticas higiénicas mínimas para
tener una vida sana.

Los medios masivos de comunicación y la familia . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .


Contiene información para ayudar a madres y padres a intensificar la comunicación con sus hijas e
hijos a partir de la reflexión y el análisis conjunto de los mensajes que transmiten los medios masi-
vos, sobre todo a través de la televisión.

La escuela y la familia . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Ofrece sugerencias a madres y padres para lograr una mejor comunicación entre la escuela y el ho-
gar, de modo que los niños y las niñas aprovechen y disfruten más sus estudios.
La escuela y la familia ofrece algunas ideas para mejorar el desempeño de
sus hijos en la escuela, así como para propiciar que vayan con más gusto y que
saquen mayor provecho de ella. La comunicación entre la familia y la escuela
impulsa la educación de las niñas y los niños. La familia puede ofrecer am-
bientes seguros, afectuosos y estimulantes; la escuela debe educar para la
vida.

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