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INVESTIGACIÓN

Cavim: balas perdidas de corrupción


A 40 años de su creación, la Compañía Anónima Venezolana de Industrias Militares
(Cavim) se ha convertido en un importador misterioso. Con la expectativa de producir
armamento en y para Venezuela, el país “potencia” de Hugo Chávez quedó en su magín
ante la dependencia extranjera de armamento bélico y contratos abaleados de corrupción

And
Andrea Tosta • 4 de mayo de 2016 • 06:16 am

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P ara el fallecido expresidente Hugo Chávez, la Compañía Anónima Venezolana


de Industrias Militares (Cavim) estaba “quebrada” cuando llegó al poder. Así lo
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sentenció por Globovisión ante la periodista Macky Arenas en el 2000, cuando aún
se exponía a entrevistas en medios de comunicación. Desde su creación el 29 de
abril de 1975, Cavim ha sido la empresa del Estado encargada no solo de producir y
comercializar armas y municiones sino también de satisfacer las necesidades de la
Fuerza Armada Nacional, entes gubernamentales y otros clientes. Sin embargo, la
compañía fue punta de lanza en el alejamiento de la dependencia internacional que
tanto alegaba.

DESTACADOS

“Se creó para tratar de concentrar las compras militares de la nación. Con el
EE.UU denuncia que Maduro
ascenso de Chávez al poder, despegó sus actividades”, indica Rocío San Miguel, paga con oro a Irán por
abogado y presidente de Control Ciudadano para la Seguridad, la Defensa y la ayuda petrolera
Fuerza Armada Nacional. Y el mismo Chávez procuró hacerlo público en su
programa Aló Presidente, entrevistas, rendiciones de cuenta. Entre sus contratos SALUD

más sonados, destaca el que transó con Petróleos Mexicanos (Pemex) en el año Sobre el coronavirus y
otras particularidades
2000, con el que se proveería “por dos años toda la carga hueca que necesita para
las exploraciones petroleras”.
VENEZUELA

La diáspora
Cavim era su diamante en bruto para una Venezuela militar. La creación de una venezolana:
Hemorragia de una
nueva planta en Morón, estado Carabobo, para la cual Chávez hizo un acto de nación
inauguración en el 2000, era demostración suficiente de su aparente capacidad de
convertir lo que tocaba en oro. “Los soldados estamos preparados para eso, para OPINIÓN

que nos entreguen una guerra perdida y nosotros la transformamos en victoria, para Retrato de dos sifrinas
durante el fin del
eso somos soldados”, sentenció entonces.
mundo

DESTACADOS

EE.UU sufre peor


desempleo de su
historia por el
coronavirus

OPINIÓN

Con base en declaraciones públicas, la Asociación Civil Control Ciudadano detalló El legado de las hojas
en su informe Adquisiciones de sistemas de armas y material militar 2005-2012 que de otoño

Venezuela había adquirido: una fábrica de pólvora proveniente de Irán para la planta
instalada en Morón, un centro de mantenimiento de equipos ópticos y optrónicos de
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Bielorrusia, un centro industrial de comunicaciones de China, fábrica de Kalashnikov
de Rusia, con plantas que producirían los fusiles de mismo nombre. Cavim
repotenciada era la promesa de una nación armamentista en ascenso, tal como
apuntaba su “Comandante en Jefe”.

Potencia en espera

En 2012, doce años después de la instalación de la planta en Morón, Venezuela


tendría con qué defenderse. El entonces presidente de Cavim, Julio César Morales
Prieto, presentó, desde las instalaciones de la compañía en Maracay, estado Aragua,
una serie de promesas bélicas en junio de ese año: la producción de fusiles de
asalto Kalashnikov AK-103 y AK-104 y de municiones 7,62 x 39 mm —prometidas a
Rusia—; el desarrollo de la granada venezolana para el fusil AK-103; la creación del
fusil para francotirador Catatumbo en sus tres versiones 7,62×39 mm, 7,62×51 mm y
7,62 x 54 mm; el vehículo aéreo no tripulado (UAV) Arpía, modelo de cuatro metros
de ancho y dos y medio de alto, construido por personal adiestrado en Irán.

Este es el fusil 100% venezolano, el Catatumbo

Otra gran promesa fue el control de armas dentro de Venezuela. La quimera era
tener registrados y seriados los proyectiles que se disparaban o disparan en el país
con el propósito determinar no solo el origen de las municiones sino también los
autores de crímenes que las usaban. “Esto es un hecho histórico de control, pero no
estamos satisfechos. Vamos hacia el marcaje, hacia la serialización (sic), hacia la
individualización de la munición”, afirmó en su momento Morales Pietro. Así podrían
“determinar qué funcionario o qué persona tuvo bajo su responsabilidad esta
munición”, con la Ley para el Desarme, Control de Armas y Municiones en boga y la
inseguridad en ascenso. En noviembre de 2012, Cavim entregó más de un millón de
balas con su firma y su serial correspondiente: 625.000 cartuchos de entrenamiento
a la Universidad Nacional Experimental de la Seguridad (Unes) y otros 500.000
cartuchos alta expansivas a la Policía Nacional Bolivariana (PNB), informó el
viceministro del Sistema Integrado de Policía, Luis Fernández.

Pero mucha agua turbia corrió bajo el puente en la primera década de la Cavim
“potencia”. Podría decirse que su primer contrato opaco se remonta a los inicios de
la carrera presidencial de Chávez, cuando hizo referencia a “unos argentinos” que
poseían “gran experiencia y potencial para producir explosivos para uso pacífico,
claro”. De acuerdo con el exmandatario, los sureños tenían más de diez años sin
hacer una transacción con la empresa armamentista venezolana. En menos de un
año, los desconocidos tenían un acuerdo de producción de explosivos y fertilizantes,
aclaró en su rendición de cuentas de sus 18 meses de gestión el dos de julio de
2000. Chávez jamás hizo referencia directa a los empresarios en ninguna de sus
alocuciones, tampoco aparecen en registros de páginas oficiales luego de una
búsqueda exhaustiva.

La fábrica Kalashnikov es el ejemplo más palpable del fracaso gubernamental en la


producción armamentista de la compañía criolla, aunque fue y sigue siendo su
contrato bandera. Pactada con la corporación estatal rusa Rosoboronoexport en
2006, se construiría una planta para la fabricación de fusiles de asalto Kalashnikov
AK-103 y otra para sus respectivas municiones en Maracay, Edo. Aragua. Para ello,
Venezuela transfirió 1,1 billones de rublos (18 millones de dólares,
aproximadamente) a Rosoboronoexport, de acuerdo con el portal infodefensa.com.

La obra estaría lista en 2009, pero la arruga se corrió dos veces (2011 y 2012) y su
desarrollo se manchó de corrupción: el exsenador y empresario ruso Serguéi
Popelniujov –propietario de la contratista principal de la fábrica- fue acusado por el
Ministerio de Interior ruso de fraude en gran escala por el desvío de 1,1 billones de
rublos para la construcción de las plantas criollas. Aunque se paralizó en 2014 con
un acabado de 70%, la fábrica Kalashnikov se completará entre 2016 y 2017, según
declaraciones del embajador de Rusia en Venezuela, Vladimir Zaemskiy.

Claroscuros

La adquisición armamentista a países como Rusia y China despertó la alerta de la


opinión pública y ONGs, junto al acuerdo de confidencialidad que se pactó en la
última Asamblea Nacional (AN) chavista, antes del triunfo del 6 de diciembre de
2015. Un silencio gravita alrededor de los acuerdos militares suscritos con Rusia y
Bielorrusia. Según el Instituto de Investigaciones de Paz de Estocolmo (SIPRI),
Venezuela gastó 162 millones de dólares en compra de armas en 2015, gasto que se
acumula a los 5.620 millones de dólares invertidos en los últimos 16 años de
gobierno. Entre sus vaguedades, la Memoria y Cuenta 2015 del Ministerio de
Defensa especifica las únicas inversiones: 997 armas de servicio para la Fuerza
Armada Nacional Bolivariana y 13.605 cartuchos calibre 7,62 x 39 mm tipo bala
adquiridos bajo un contrato en ejecución.

La comunidad internacional, no obstante, sí ha estado atenta a las transacciones


bélicas criollas. Estados Unidos sancionó en febrero de 2013 a Cavim por la
adquisición de armas a Irán, Corea del Norte y Siria. El comunicado emitido desde
Washington aseguraba que “existía información creíble que indicaba la transacción
o adquisición de equipamiento y tecnología registrada en listas de controles de
exportación multilateral o ítems no listados, pero que podrían materialmente
contribuir en la construcción de armas de destrucción masiva o programas de
misiles balísticos”.

En Venezuela, indagaciones por parte de instituciones públicas es casi un


simbolismo. “Contratos opacos ha habido desde la cuarta, pero antes existía un
contrapeso: el Congreso hacía sus investigaciones. Con las composiciones de la AN
desde 2005 —mayoritariamente chavista—, nunca se abrió ninguna averiguación
sobre los muy particulares casos en que se celebra la compra de armas en el país”,
explica San Miguel, quien no encuentra casualidades entre el posicionamiento
dominante chavista en la Asamblea y los contratos multimillonarios que se han
transado fuera de la luz pública.

Supuestas investigaciones por parte del Sebin y la Dirección General de


Contrainteligencia Militar (DIM) sacaron de su plaza al expresidente de la compañía,
José Vicente Padilla, informó José Vicente Rangel en octubre de 2014 por su
programa José Vicente Hoy en Televen . Padilla ostentó el cargo durante dos
meses y fue destituido por Nicolás Maduro. Las indagaciones ni los porqués
salieron a la luz pública. Como en toda entidad gubernamental de comienzos de
siglo, la inestabilidad de sus presidentes en el cargo es característica. La empresa
ha tenido seis presidentes desde que Chávez llegó al poder.

Ni siquiera la explosión en una de sus plantas de Maracay, ocurrida el 30 de enero de


2011, fue motivo de pesquisas y comprobación de hechos. Un muerto y tres heridos
—confirmados por el entonces gobernador del estado Aragua, Rafael Isea— fue el
saldo que dejó el incendio registrado en tres depósitos de Cavim. Según Isea, se
evacuaron a 10 mil personas hasta Coliseo Limón, el Parque Las Ballenas o el
Cuartel Páez, lugares dispuestos por las autoridades para brindar atención mientras
se superaba la contingencia. “Los tres depósitos de municiones que fueron
afectados están totalmente controlados, inclusive vamos a dejar un tiempo de
reposo para comenzar las investigaciones y ver qué fue lo que causó el incendio”,
declaró el ex ministro de Defensa, Carlos Mata Figueroa, horas más tarde. Los
resultados aún se esperan.

Mientras en el bando oficialista las actividades de Cavim se asumen con


normalidad, sin mayores alardes ni declaraciones, las inquietudes en la toma de
decisiones de la compañía y sus repercusiones han resurgido en la AN de Henry
Ramos Allup. El diputado y miembro de la Comisión Permanente de Cultos y
Régimen Penitenciario, Carlos Paparoni, y la presidenta de la Comisión Permanente
de Política Interior, Delsa Solórzano, han llamado al actualmente presidente
Santiago León Sandoval a comparecer en hemiciclo en vista de la posesión de
armamento de guerra por parte de delincuentes.

Sí, como se lee, al parecer criminales se hacen de armas y balas de Cavim para
delinquir. De acuerdo con el diputado Armando Armas, Cavim y sus inconsistencias
también están bajo la mira de la Comisión Permanente de Defensa y Seguridad, de
la que es vicepresidente. “Hemos requerido de Cavim en un comunicado enviado la
explicación de cómo llegan armas de guerra a manos de particulares. El Estado no
puede lavarse las manos”, explica Solórzano, quien, además de tener un proyecto
que se reserva, se le hace imposible localizar documentos al respecto ante la falta
de archivo. “Si se han extraviado, hay corrupción. Y si las tiene Cavim y las está
comercializando sin rendir cuentas, hay un mercado negro que está importando
armas secretamente”, remata Paparoni.

“Cavim, mucho más que armas!”, este desatinado lema da la bienvenida a curiosos
y cibernautas a la página web de la compañía de industrias militares del siglo XXI.
Las fábricas a medio construir y las negociaciones turbias se suman a sus alianzas
y servicios. Las presentan muy orondos. Otros negocios, que no tienen nada que ver
con la “seguridad nacional” ni con lo bélico, resaltan. Como la planta envasadora de
agua potable desarrollada por Cavim donde se produce Agua Tiuna del grupo
Atahualpa. La hidratación de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana es patrocinada
por la compañía de industrias militares, así como el calzado, productos textiles y
artes gráficas desarrollados en el Complejo Industrial Tiuna, fruto de la alianza.
Dicho grupo ha sido caracterizado por su versatilidad en los negocios y clientes:
Misión Sucre, Consejo Nacional Electoral (CNE), CANTV, IVSS, Inatur, Ministerio de
Turismo, Dirección de Inteligencia Naval (Dina), Bandes, Banco de Venezuela,
Movilnet, Ministerio de Trabajo, Ministerio de Comunas y Gobierno del Distrito
Capital. “En la empresa no hay coherencia de acción. Se usa su figura jurídica para
transacciones económicas que no guardan relación militar”, afirma San Miguel. La
empresa militar predilecta de Chávez se convirtió en chequera particular de
proyectos fracasados, licitaciones de productos comerciales para civiles y contratos
internacionales ocultos.

Para la redacción de este reportaje, se solicitó una entrevista con el presidente


actual de Cavim , el General de División Santiago León Sandoval Bastardo, la cual
fue fijada en recepción para el pasado 27 de abril. Luego de horas de espera, el
mayor Efrén Jiménez, quien trabaja en el despacho de la presidencia de la
compañía, informó que el presidente no podría emitir declaraciones ya que
necesitaría una autorización del ministro de Defensa Vladimir Padrino López, según
la Ley Orgánica de la Fuerza Armada Nacional. Ante la petición de hablar con algún
vocero civil, Jiménez respondió que toda persona que trabajase allí se regía por la
misma normativa.

Imágenes: Fotografía de portada: AP | Composición fotográ ca dentro del texto: Mercedes Rojas Páez-Pumar

ARMAS CAVIM DELINCUENCIA HUGO CHÁVEZ

Andrea Andrea Tosta


Tosta

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