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THOMASHOBES

Esquema visual

Nace en un ambiente de
sangrientas guerras. Vivió en
Francia. Tuvo gran influencia
de Galileo, a quien conoció en
Italia. La necesidad de una
nueva ciencia que deje atrás la
filosofía antigua y medieval
(Carta dedicatoria).
Junt
filósofo
Hobbe
el po
o

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,

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f
e
t
s un
a. Para
iencia es
ía es un
paz.
Fue ado de ateı o y
herejı a por s ideas. Distinto de los
animales que sí
tienen un consenso
espontáneo, basado
en un apetito
natural (6
diferencias).

Hobbes, igual que Rousseau,


vuelve a pensar el estado de
naturaleza del hombre para
explicar la organización social.

El hombre es egoísta,
violento y capaz de
hacer lo que sea para
satisfacer sus
intereses. Cada
hombre es distinto
del otro. El hombre
no está unido a los
demás por un
consenso espontáneo
sino que tiene que
tiene que ser un
acuerdo
convencional,
Es inteligente someternos a un acuerdo y un autoridad.
Es conveniente para su supervivencia. Obedecer al
gobierno nos libra del estado de naturaleza.
hu m an id ad no ha dejado siempr e ha
¿Acaso el orden en la hi sto ri a de la
alguien afuera? Dario Z.

¿Y si el
gobernador es
un lobo? Paul
(merlí)

¿Acaso obedecer es
el fin del hombre?
¿Cómo entendemos
la libertad?
[En el estado de naturaleza,] cada hombre permanece solitario, en su miedo a perder

de manera violenta su vida, en cualquier momento. El hombre puede superar tal situación

gracias a dos elementos básicos: a) determinados instintos y b) la razón.

a) Los instintos son el deseo de evitar la guerra continua, para salvar la vida, y la

necesidad de procurarse lo necesario para la subsistencia.

b)La razón se entiende aquí no como un valor en sí, sino como un instrumento apto

para realizar aquellos deseos fundamentales.

Nacen así las leyes de naturaleza, que no son más que la racionalización del egoísmo,

las normas que permiten satisfacer el instinto de autoconservación. Hobbes escribe: «Una
ley de naturaleza (lex naturalis) es un precepto o una regla general descubierta por la

razón, que prohíbe al hombre hacer aquello que resulte lesivo para su vida o que le quite

los medios para preservarla, y omitir aquello que le sirva para conservarla mejor. »

La segunda regla impone renunciar al


La primera regla, de carácter
derecho sobre todo, a aquel derecho
fundamental, ordena esforzarse por
buscar la paz. Hobbes sostiene: que se posee en el estado de naturaleza
“Constituye un precepto o regla y que es el que desencadena todos los
general el que todos los hombres enfrentamientos. La regla prescribe “que
deben esforzarse por la paz, siempre un hombre esté dispuesto -siempre que
que haya esperanza de obtenerla, y los otros también lo estén, en lo que
cuando no se la puede obtener, busque considere necesario para su propia paz y
todas las ayudas y ventajas de la defensa- a abdicar de este derecho a
guerra. La primera parte de esta regla todas las cosas; y que se contente con
contiene la primera y fundamental ley poseer tanta libertad en contra de los
de naturaleza, que es buscar la paz y demás hombres, como la que él les
conseguirla. La segunda, la concedería a los otros hombres en contra
culminación del derecho de naturaleza, de él”. Nuestro filósofo comenta que ésta
que es defenderse con todos los “es la ley del Evangelio: todo lo que
medios posibles”. quieres que los otros te hagan, házselo a
ellos; es la ley de todos los hombres…”.

La tercera ley manda, una


vez que se ha renunciado al
derecho sobre todo, “que se
A estas tres leyes básicas les
cumplen los pactos establecidos”. siguen otras dieciséis, que
De aquí nace la justicia y la
injusticia (La justicia es atenerse a resumimos brevemente.
los pactos realizados; la injusticia
consiste en transgredirlos).
La cuarta ley prescribe devolver los La quinta prescribe La sexta prescribe que,
s
beneficios recibidos, de manera que que cada hombre cuando no se posean la
los otros no se arrepientan de que
garantías debidas, hay
tienda a adaptarse a
haberlos hecho y continúen los demás; de aquí e,
haciéndolos; de aquí nace la gratitud surgen la sociabilidad perdonar a aquellos qu
en.
y la ingratitud. y su opuesto. arrepintiéndose, lo dese

La séptima
prescribe q
las vengan ue en La novena y pre
z as ( o c as
tigos)
La octava ley prescribe que no se ribe
no s e t eng e todos s h
a en cuen manifieste odio o desprecio hacia bres
mal recibid t a el reozn a s
o en el pa los demás, a través de palabras, dema s
sino el bie s ado, o ias a e
n futuro; os
observar e el no gestos o actos; la infracción de por naturaza; 
sta ley da
lugar a esta ley recibe el nombre de infrao n de ea
la crueldad y
. contumelia. es el oro.

La undécima ley prescribe


cribe que
La décima ley pres que, aquel a quien se confíe
se le
nadie pretende que la tarea de juzgar entre un
o que no
adjudique un derech hombre y otro, debe
judicar a
esté dispuesto a ad
comportarse de una manera
mbres; de equitativa entre los dos; de
todos los demás ho aquí nacen la equidad y la
estia y la
aquí nacen la mod parcialidad.
arrogancia.

Las ocho leyes restantes prescriben el uso compartido de las cosas indivisibles, la regla

de confiar la suerte (natural o establecida de manera convencional) el disfrute de los

bienes indivisibles, el salvoconducto para los mediadores de la paz, el arbitraje, las

condiciones de idoneidad para juzgar de forma equitativa y la validez de los

testimonios.
El poder absoluto

Estas leyes, empero, no son suficientes por sí mismas para constituir la sociedad, ya que es

preciso que también exista un poder que obligue a respetarlas; los “pactos sin la espada

que imponga que se respeten” no sirven para lograr el objetivo deseado. Por consiguiente,

según Hobbes es preciso que todos los hombres encarguen a un único hombre (o a una

asamblea) su representación.

el pacto social no lo establecen los súbditos con


Téngase en cuenta, sin embargo, que

sus soberano, sino los súbditos entre sí. (El pacto social propuesto por Rousseau
tendrá un carácter muy distinto…). El soberano permanece fuera del pacto, es el único

depositario de las renuncias a los derechos que poseían antes los súbditos y, por lo tanto,

el único que conserva todos los derechos originarios. Si también el soberano entrase en el

pacto, no podrían eliminarse las guerras civiles, ya que muy pronto aparecerían diferentes

enfrentamientos en la gestión del poder. El poder del soberano (o de la asamblea) es

indivisible y absoluto. Se trata de la teoría más radical del Estado absolutista, que no se

deduce del derecho divino (como había ocurrido en el pasado), sino del pacto social

antes descrito.

Puesto que el soberano no entra en el juego de los pactos, una vez que ha recibido en sus

manos todos los derechos de los ciudadanos, los detenta de manejar irrevocable. Se halla

por encima de la justicia (porque la tercera regla - al igual que las demás- se aplica a los

ciudadanos, pero no al soberano). También puede intervenir en cuestión de opiniones,

juzgando, aprobando o prohibiendo determinadas ideas. Todos los poderes deben

concentrarse en sus manos. La Iglesia misma debe estarle sometida. Por lo tanto, el

Estado también intervendrá en materia de religión. Y como Hobbes cree en la revelación y

en la Biblia, el Estado al que se refiere deberá arbitrar en materias de interpretación de

las Escrituras y de dogmática religiosa, evitando así todo motivo de discordia. El


absolutismo de este Estado es, realmente, total.

BIBLIOGRAFÍA:

Reale, G. y Antiseri, D. (1995).Historia del pensamiento filosófico y científico. Del humanismo a


Kant. Editorial Herder.
Tanaka, M. (2021). Gran historia visual de la Filosofía. Blackie Books.

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