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Corría el siglo XIV y los vecinos del barrio de la ribera y del puerto de barcelona decidieron

construir la Basílica de Santa Maria del Mar con sus propios medios. Los más pudientes, como
mercaderes o armadores pusieron dinero, los más humildes como pescaderos estibadores u otros
vecinos del barrio pusieron la mano de obra. Se trata de una iglesia para el pueblo hecha por el
pueblo.

El resultado es esta proeza arquitectónica probablemente el único ejemplo de un templo de estilo


gótico catalán puro es una obra comúnmente conocida como La Catedral del Mar, cuando en
realidad es una basílica.
Una obra más humilde en su concepción que la catedral, pero con un diseño espectacular.

Sus arquitectos concibieron esta obra con dos torres octogonales, que están rematadas en terraza
sin ningún tipo de pináculo o de aguja.

La fachada principal está dividida en dos planos el plano inferior con la portada y el superior
retranqueado con el rosetón de tal manera que se genera un juego de volúmenes muy poco usual

Aquí se tiene el homenaje a los estibadores y a todas aquellas personas que transportaron sin
cesar todas las piedras que permitieron construir esta iglesia.

La espectacularidad de la basílica de Santa María del Mar aumenta cuando tenemos en cuenta
cómo están calculadas sus dimensiones y la simbología de las mismas, un preciso trabajo
matemático en el que la altura la longitud y la anchura de sus naves están perfectamente
proporcionadas.

Un espacio diáfano en el que destacan los 16 descomunales pilares octogonales que favorecen la
imagen de verticalidad del templo, éstos enmarcan los cuatro tramos en que se divide la nave
central y que en planta forman cuadrados perfectos de 13 x 13 metros.

La altura de la nave central es dos veces y media su ancho y la anchura total del conjunto es igual a
la altura de las naves laterales un auténtico prodigio de la arquitectura medieval.

¿Por qué popularmente se conoce a este templo como la catedral del mar si no es una catedral es
una basílica?
Pues evidentemente todo viene de la novela de Ildefonso Falcones “la catedral del mar”, todo el
mundo la conoce así y efectivamente no es la catedral, la catedral está en ciutat vella, la tenemos
en lo alto de la colina romana. Sin embargo, el título es bastante acertado porque es un edificio de
dimensiones catedralicias, tiene la importancia arquitectónica que podría tener cualquier catedral.

¿Y por la parte del mar?


Bueno en la edad media cuando se construyó el edificio el mar estaba prácticamente a dos
manzanas de aquí estamos en un barrio marítimo es un barrio que se genera a la salida de la
ciudad antigua se genera por todos estos gremios de estos ricos comerciantes que dependen del
mar por lo cual el título es acertado literalmente correcto.

Es uno de los edificios paradigmáticos de lo que más proteico catalán, usa los mismos elementos
de los mismos sistemas constructivos, los adquiere del gótico francés y los pone en obra, pero con
esta otra forma de actuar.
El gran elemento es la luz. En el gótico francés llega desde arriba, es una luz matizada, continua.
También hay que pensar que son climas diferentes, el clima francés va a buscarla, es mucho más
complicado, mientras que, en el clima mediterráneo, o sea la luz mediterránea está por todas
partes, hay que controlarla y eso es lo que hacen magníficamente.

La luz que entra por las vidrieras superiores, como por las inferiores, como desde el rosetón
provoca esta sensación de un espacio continuo.

Uno de los puntos más interesantes del edificio es que se construyó en tan sólo 54 años, un
tiempo récord para la época, un edificio de ese tamaño pues podría tardar siglos. Eso implica cosas
interesantísimas, por ejemplo: nos permite tener una unicidad estilística que no se da en ningún
otro edificio y nos da una idea de la importancia y la potencia económica que tenía la gente de
este barrio, realmente estos comerciantes, los patrocinadores del templo eran gente muy
poderosa y con mucho dinero que pudieron pagar una construcción tan rápida.
La peste negra ocurrió durante la construcción del templo, a pesar de lo cual las obras tampoco se
retrasaron.

El rosetón es probablemente una de las joyas de todas las vidrieras de la basílica.


El rosetón que se encuentra actualmente en la basílica no es el original, el original cayó en un
terremoto en 1428 mientras estaban en misa, matando a 20-30 personas.
Se reconstruye en el siglo XV con unas fantásticas tracerías flamígeras y se producen por las
nuevas vidrieras dedicadas a la coronación de la virgen.

Dos de las vidrieras que se conservan, son de las más importantes que sobrevivieron al incendio.
No datan del origen de construcción de la basílica, pero una se construyó a finales del siglo XV por
el vidriero francés Limo, que es el juicio final. Mientras que, la segunda fue construida por un
librero catalán Juliá, que es de la última cena.

El rosetón cuenta con llamas propias del estilo flamígero siglo XV y el óculo central.

Si tuviéramos que destacar un rasgo de la personalidad de esta basílica de Santa María del Mar de
Barcelona sería su belleza sobria que se manifiesta en su fachada, donde destacan los enormes
contrafuertes, que sobresaliendo enmarcan el rosetón central. En los extremos de la fachada
principal las dos torres octogonales, esta austeridad favorece que la luz sea el elemento
predominante de la decoración interior, la auténtica protagonista que se cuela a través de los
numerosos ventanales y rosetones. Una explosión de luz que tiene su culmen en la cabecera y que
se tamiza hacia los pies del templo, lo que ensalza la espiritualidad del mismo.

Vitrales que han resistido desde el siglo XV incendios, terremotos y ataques, como los sufridos
durante la guerra civil española.

La nave principal de la basílica es un poquito más alta que las naves laterales y se contrarresta
gracias a que esta cubierta está aligerada, tiene vasijas de barro y las vacías que hacen una especie
de forjado celular que permiten que en conjunto tenga menor densidad y pesen menos que las
naves laterales. Las naves laterales con su peso contrarrestan el empuje y verticalizan las cargas
perfectamente en los pilares, eso permite que tengan unos pilares tan esbeltos y tan separados
unos de otros.
Hay elementos también de ventilación, por ejemplo: las campanas, en realidad están tapando
pequeños agujeros que ventilan las bóvedas para que pudiera salir el aire caliente.

Tres elementos que han hecho posible la construcción de esta basílica:


1. El mar: le da el nombre.
2. Montjuïc: le da la piedra con la que se construye.
3. La luz del sol: ilumina y llena de luz su interior.

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