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Este documento resume dos acciones paralelas que Dios realiza con aquellos que pasan por aflicciones: sanar y vendar. Sanar se refiere a remendar el corazón quebrantado de una persona, que es el centro de sus emociones y pensamientos. Vendar se refiere a tratar con cuidado las heridas físicas y emocionales de una persona, como dolores y tristezas. El documento explica que Dios obra en los creyentes como un médico experimentado que puede sanar y restaurar toda su persona, y que tiene
Este documento resume dos acciones paralelas que Dios realiza con aquellos que pasan por aflicciones: sanar y vendar. Sanar se refiere a remendar el corazón quebrantado de una persona, que es el centro de sus emociones y pensamientos. Vendar se refiere a tratar con cuidado las heridas físicas y emocionales de una persona, como dolores y tristezas. El documento explica que Dios obra en los creyentes como un médico experimentado que puede sanar y restaurar toda su persona, y que tiene
Este documento resume dos acciones paralelas que Dios realiza con aquellos que pasan por aflicciones: sanar y vendar. Sanar se refiere a remendar el corazón quebrantado de una persona, que es el centro de sus emociones y pensamientos. Vendar se refiere a tratar con cuidado las heridas físicas y emocionales de una persona, como dolores y tristezas. El documento explica que Dios obra en los creyentes como un médico experimentado que puede sanar y restaurar toda su persona, y que tiene
Esta verdad, que fue históricamente aplicable a los
israelitas cautivos, también lo es en general para
nosotros. En este verso contemplamos dos acciones paralelas: Sanar y vendar. «Sanar» (del heb. «Rafa») tiene la idea de remendar con puntadas: «Cuidar, restaurar, arreglar»; mientras que «vendar» (del heb. «Kjabásh»); significa: «Envolver firmemente, poner una comprensa, ajustar, atar con cuidado, trenzar, vendar». Estos verbos conllevan la imagen de alguien que procura cuidados médicos y delicados o alguien que por su profesión sabe lo que hace.
¿Qué es lo que venda y sana?
(a) Un corazón quebrantado: El corazón (del
heb. «Ieb») es el centro de todo el ser de una persona o la persona misma: Sus emociones, sus motivaciones, intenciones, pensamientos, inclinaciones, deseos, sentimientos, sus afectos de lealtad o fidelidad. Todo lo que el ser humano es en lo interior. Este centro del ser personal es lo que ha sido quebrantado (del heb. » Shábar»), es decir, dañado, derribado, deshecho, roto o humillado.
(b) Heridas: Dios venda heridas que en
hebreo («Atstsébet») refiere a sujetar con alguna comprensa o telas entrelazadas con mucho cuidado; pero también esta palabra engloba aspectos físicos y emocionales: Son dolores, tristezas, preocupaciones, afanes, pesares o cólera. Además, la raíz de esta palabra posee un matiz positivo: Estas heridas son hechas para ser talladas o modeladas, como un alfarero que trabaja constantemente en una vasija; le da formas a base de martillo y cincel. Estas herramientas «hacen sufrir» a la masa pero son necesarias para darle forma y transformación.
Entonces, podemos ver a través de estas
figuras poéticas dos cosas sobre cómo obra Dios en Sus hijos cuando pasan por aflicciones en esta vida: 1) Dios tiene tal cuidado de nosotros como un médico experimentado en cuidar el alma y el corazón de Sus hijos. Sabe lo que hace y cómo lo hace. Conoce tan bien nuestro corazón que no necesita radiografías. Tiene el poder para sanar y restaurar nuestros pensamientos, emociones, afectos, deseos e inclinaciones de la voluntad; toda la persona entera de un hijo de Dios. Como dijo alguien: «El que te hizo te puede componer».
2) Tiene absoluta soberanía sobre nuestras
heridas. Sabe cómo tratarlas, porque el propósito de ellas es ayudarnos a contemplar Su cuidado, Su amor, y Su control. La imagen de unas herramientas que moldean una vasija nos enseña que hay heridas que son necesarias para formar el carácter y la fe personal de los que creemos en Jesús. Él usa estas heridas como un cincel que da forma a Cristo en nosotros. Dios no desaprovecha nuestro dolor, sino que lo usa y sirve de puente para amarle, adorarle, confiar en Él y depender de Él.