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APRECIABLE HERMANO, ES IMPORTANTE QUE ANTES DE INICIAR CADA LECCION

RECUERDES QUE EL MOTIVO DE ESTAS LECCIONES NO ES JUZGAR, SEÑALAR O


CRITICAR A LAS PERSONAS QUE PROFESAN TAL RELIGION, SINO MAS BIEN, PODER
CONOCER SUS DOCTRINAS PARA PODER APOYARLES CONFORME A LA BIBLIA.

CATOLICISMO
Segunda parte

LO QUE DICEN LOS CATÓLICOS ACERCA DE LA CELEBRACION DEL DIA DE


MUERTOS

Lo que coloquialmente conocemos como celebración de "día de muertos”,


nosotros lo celebramos en dos fiestas: el 1° de noviembre festejamos a Todos los
santos y el 2 de noviembre, a Los Fieles difuntos que duermen el sueño de la paz.
La primera nos sirve para acercarnos a conocer a aquellas personas que nos
dejaron una serie de enseñanzas para vivir el amor de Dios por los demás: ellos
son los santos. La segunda, nos recuerda que, en cualquier época, siempre ha
habido personas que se han dejado tocar por el amor de Dios. La Iglesia celebra
no solo a los santos que están canonizados (canon se refiere al catálogo en el que
están inscritos los nombres de las personas que la Iglesia ha llamado santos), sino
a todas aquellas personas que transmitieron el mensaje de Dios.
Por otro lado, ¿quiénes son los fieles difuntos? Son todas aquellas personas que
han partido a la casa del Padre. El Catecismo de la Iglesia Católica nos enseña
que "la muerte corporal es natural, pero por la fe sabemos que realmente es
«salario del pecado». Y para los que mueren en la gracia de Cristo, es una
participación en la muerte del Señor para poder participar también en su
Resurrección" (CIC. No. 1006). El santo obispo de Hipona, por su parte, expresa
la añoranza natural que tiene el ser humano de volver con su Creador cuando nos
dice "nos hiciste Señor para ti y nuestro corazón estará inquieto hasta que no
descanse en ti". De ahí que el ser humano, sabe que está en este mundo de paso,
buscando su felicidad plena, la cual alcanzará cuando se encuentre cara a cara
con el Señor.
Asimismo, la Iglesia celebra esta festividad para pedir por todos los difuntos que
están en el purgatorio para que lleguen a la presencia de Dios. Se le denomina así
a este estado de vida intermedio entre la vida terrena y la vida celestial, porque en
él, los fieles difuntos purgan sus penas. Esta purificación es necesaria puesto que
el pecado, por su naturaleza, lastima la amistad con Dios e impide acceder
directamente al cielo.
También, en la religiosidad popular, recordamos la forma en cómo nuestros
antepasados celebraban la memoria de sus seres queridos que habían fallecido;
ellos lo hacían a través de las tradiciones prehispánicas: ponían un altar en sus
casas adornado con flores, velas, comida, agua, sal, sahumerio, etcétera, pues se
creía que las almas de los difuntos tenían que recorrer un largo camino para
llegar a lo que ellos llamaban el Mictlán (el lugar de los muertos). Entonces, en
solidaridad con ellos, dejaban toda esa comida para que se alimentaran estas
almas y tuvieran fuerzas suficientes para seguir su camino.
Ahora, a partir de la evangelización de dichas tradiciones más bien sabemos que,
cuando una persona es llamada a la presencia de Dios, ya no necesita el alimento
terrenal pues su alma está descansando en Él. Sin embargo, la Iglesia promueve
que sigamos poniendo altares en nuestras casas para recordar a nuestros seres
queridos difuntos, pues la ofrenda que colocamos en los altares se ha revestido de
un significado cristiano. Por ejemplo; lo primero que debe tener el altar es un
crucifijo que nos recuerda que Jesús padeció y murió por nosotros, la comida
representa el cuerpo de Cristo como alimento que se entrega por todos, el agua
nos recuerda el bautismo y además es signo de purificación, las velas aluden al
signo de la luz de Jesucristo que ilumina nuestras vidas en todo momento, la sal
simboliza que somos sal de la tierra para infundir el Evangelio con todo aquel
que lo necesite, el sahumerio constituye el signo de la conducción del alma al
cielo; entre otros elementos que pueden formar parte de la ofrenda.

QUE DICE LA BIBLIA ACERCA DE ESTO (festejar u honrar a los


muertos)

la Biblia menciona que los muertos no pueden regresar a la tierra; además de que no
se debe hablar con los difuntos.
“Y de la manera que está establecido para los hombres que mueran una sola vez, y
después de esto el juicio”, Hebreos 9:27.
“Cuando entres a la tierra que Jehová tu Dios te da, no aprenderás a hacer según las
abominaciones de aquellas naciones. No sea hallado en ti quien haga pasar a su hijo
o a su hija por el fuego, ni quien practique adivinación, ni agorero, ni sortílego, ni
hechicero, ni encantador, ni adivino, ni mago, ni quien consulte a los muertos.
Porque es abominación para con Jehová cualquiera que hace estas cosas, y por estas
abominaciones Jehová tu Dios echa estas naciones de delante de ti”, Deuteronomio
18:9-12.
“Antes digo que lo que los gentiles sacrifican, a los demonios lo sacrifican, y no a
Dios; y no quiero que vosotros os hagáis partícipes con los demonios. No podéis
beber la copa del Señor, y la copa de los demonios; no podéis participar de la mesa
del Señor, y de la mesa de los demonios”, 1 Corintios 10:20-21.
Estas son algunas enseñanzas fundamentales (DIA DE MUERTOS) del Espiritismo, Catolicismo y
otros más: Hacer creer que los muertos, hayan sido buenos o malos, siguen estando poseídos de una
conciencia y sentimientos propios por el cual pueden sentir el dolor del castigo de las llamas de
fuego del infierno, el gozo de la gloria del cielo, el tormento del purgatorio; y que por ésto tiene
nociones de todo lo que pasa en el planeta tierra.

También hacen creer que los espíritus de los muertos están conscientes y por esto pueden
venir a la hora que los invoquen.

Además hacen creer que los muertos estando en la gloria; en el cielo o en el infierno como
ellos dicen, Dios les da vacaciones para venir a gozarse con los vivos.

Ahora veremos algunos textos de la Biblia que hablan sobre el estado de los muertos.

"Y de la manera que está establecido que el hombre muera una vez y después el
juicio" Hebreos 9:27. Aquí se nos habla de que está establecido que el hombre ha de morir.
Pero... ¿a dónde irá? De acuerdo a la orden de Dios leemos: "En el sudor de tu rostro
comerás el pan hasta que vuelvas a la tierra; porque de ella fuiste tomado: pues polvo
eres, y al polvo serás tornado" Génesis 3:19.

Y Añade el Predicador: "...Porque en el sepulcro, adonde tú vas, no hay obra, ni industria,


ni ciencia, ni sabiduría" Ecclesiastés 9:10

No puede el hombre levantarse de la tumba para estar con sus familiares y amigos como la
gente cree, porque está en los sepulcros; pues polvo eres y al polvo serás tornado.

¿En qué estado están? "Porque los que viven saben que han de morir: mas los muertos
nada saben, ni tienen mas paga; porque su memoria es puesta en olvido" Ecclesiastés 9:5.

En nuestro país se ha establecido el Día de Muertos (1 y 2 de noviembre), como si ellos lo


supìeran o pudiesen salir de sus tumbas cuando ellos lo quieran o los sacerdotes se lo
ordenen.

Esto es todo lo contrario a las Escrituras: "Ni tampoco invocarás a los muertos, porque esto
es abominación a Jehová" Deuteronomio 18:11 y 12.

Recordemos lo que dice Juan: "No os maravilléis de esto; porque vendrá hora, cuando
todos los que están en los sepulcros oirán su voz; y los que hicieron bien, saldrán a
resurrección de vida; mas los que hicieron mal, a resurrección de condenación" Juan
5:28,29.
PARA LOS CATOLICOS ESTA BIEN FESTEJAR DÍA DE MUERTOS, PERO
HALLOWEEN NO, AUNQUE PRACTICAMENTE SON LO MISMO.
LO QUE DICE LA IGLESIA CATOLICA DE VENERAR A LOS SANTOS Y
A MARIA

Los santos que la Iglesia católica venera (venerar es honrar, y supongo que la persona que me
escribe me entenderá, pues ella misma, si es buena cristiana, debe honrar a sus padres y abuelos) no
son considerados como mediadores alternativos o independientes de Jesucristo, sino como buenos
amigos e incluso en algún caso (la Virgen María) como familiar de Jesucristo (no creo que se anime
a negar esto, al menos con la Biblia en la mano, puesto que allí Ella es llamada “la madre de Jesús”,
“toma al niño –Jesús– y a su madre”, como le dice el ángel a José); y por tanto se les pide que
intercedan ante él. Creemos que Ella sigue haciendo lo que hizo en Caná: enviar a los hombres a su
Hijo y decirles que hagan lo que él les dice (cf. Jn 2,5).

Los santos que están en el Cielo, a quienes verdaderamente rezamos y honramos (sus imágenes,
como ya dije antes, son un simple recordatorio como las fotos de nuestros abuelos –no creo que
alguien crea tener a su abuelo encerrado en un álbum–) no son mudos, pues el libro del Apocalipsis,
cuando habla de los santos que asisten al trono del Cordero, dice que ellos cantan un cántico nuevo
delante del trono (cf. Ap 14,3). Y se puede leer su hermoso cántico en Ap 19,6-8.

Respecto a la veneración de María Santísima, hemos de suponer que Jesús cumplió más que ningún
otro el mandamiento de “honrar a los padres”, por tanto, honró a su Madre, la cual es María.
Nosotros simplemente intentamos imitarlo en esta honra.

En cuanto a los demás santos, sus imágenes, no cumplen otra función que recordarnos que esas
personas fueron capaces de imitar a Jesús y que nos vamos a salvar si hacemos lo que hicieron ellos
(imitar a Jesús); y como sabemos que están en el Cielo (lo dice el Apocalipsis cuando habla de la
multitud de santos que asisten al trono del Cordero) y que sus oraciones suben a Dios como
incienso (lo que también dice el Apocalipsis 5,8; 8,3-4) les pedimos que en esas oraciones nos
tengan presentes a nosotros
El culto de veneración a los santos se remonta a los comienzos de nuestra fe. En los más antiguos
documentos de la literatura cristiana aparece que ya en los primeros tiempos de la Iglesia se
tributaba un culto a los mártires y a sus reliquias. En el s. IV se añadió el culto a los Obispos que
sobresalieron por la santidad de su vida, y muy pronto también el de los anacoretas y otros fieles
que con su vida de grande austeridad imitaron de algún modo a los mártires. La Iglesia al
canonizarlos (o sea, al ponerlos de modelo, de canon) da testimonio y sanciona que estos hombres y
mujeres ejercitaron las virtudes de un modo heroico, y que actualmente gozan de Dios en el cielo.
De esta forma ellos se convierten para los creyentes en un modelo de santidad y en intercesores en
favor nuestro.

QUE NOS DICE LA BIBLIA SOBRE VENERAR A LOS SANTOS Y A MARI A

La Biblia es absolutamente clara en que solo debemos adorar a Dios. Los únicos casos en que
alguien más que Dios recibe adoración en la Biblia es cuando se trata de dioses falsos, los cuales
son Satanás y sus demonios. Todos los seguidores de Dios el Señor rechazan la adoración. Pedro y
los apóstoles se negaron a ser adorados (Hechos 10:25-26; 14:13-14). Los santos ángeles se negaron
a ser adorados (Apocalipsis 19:10; 22:9). La respuesta es siempre la misma, “¡Adora a Dios!”
Los Católicos Romanos intentan “desviar” estos claros principios Escriturales, diciendo que ellos
no “adoran” a María y a los santos, sino que más bien ellos sólo “veneran” a María y a los santos.
El usar una palabra diferente no cambia la esencia de lo que se ha estado haciendo. Una definición
de “venerar” es “respetar en sumo grado o dar culto.” En ningún lugar en la Biblia se nos dice que
rindamos culto a alguien, sino solo a Dios. No hay nada de malo en respetar a aquellos cristianos
fieles que se han ido antes que nosotros (ver Hebreos capítulo 11). No hay nada malo con honrar a
María como la madre terrenal de Jesús. La Biblia describe a María como “muy favorecida” por
Dios (Lucas 1:28). Al mismo tiempo, no hay instrucción en la Biblia de reverenciar a aquellos que
se han ido al cielo. Debemos seguir su ejemplo, sí, ¡pero nunca adorarlos, reverenciarlos, o rendirles
culto!
Cuando son forzados a admitir que en realidad ellos adoran a María, los católicos argumentarán que
ellos adoran a Dios a través de ella, al adorar la maravillosa creación que Dios ha hecho. María, en
sus mentes, es la más hermosa y maravillosa creación de Dios, y al alabarla ellos están alabando a
su Creador. Para los católicos, esto es análogo a dirigir alabanzas a un artista al alabar su escultura o
pintura. El problema con esto, es que Dios explícitamente prohíbe ser adorado a través de las cosas
creadas. No debemos inclinarnos y adorar a ninguna cosa que esté arriba en los cielos ni abajo en la
tierra (Éxodo 20:4-5). Romanos 1:25 no puede ser más claro: “ya que cambiaron la verdad de Dios
por la mentira, honrando y dando culto a las criaturas antes que al Creador, el cual es bendito por
los siglos. Amén.”
La mayor manera en que los católicos “veneran” a María y los santos, es rezándoles. Como la
siguiente declaración lo demuestra, el orar a alguien más que a Dios es anti-bíblico. “Es anti-bíblico
orar a los santos y a María, ya sea que se ore directamente a María o a los santos, o que se les hagan
peticiones como mediadores. Ninguna de estas prácticas es bíblica”. El orar es un acto de adoración.
Cuando oramos a Dios, estamos reconociendo que necesitamos Su ayuda. Al dirigir nuestras
oraciones a alguien más que no sea Dios, le estamos robando a Dios la gloria que solo le pertenece a
Él.

Otra manera en que los católicos “veneran” a María y a los santos es creando estatuas e imágenes de
ellos. Muchos católicos usan las imágenes de María o de los santos como “amuletos de la suerte”.
Cualquier lectura superficial de la Biblia revelará que esta práctica es un claro acto de idolatría
(Éxodo 20:4-6; 1 Corintios 12:12; 1 Juan 5:21). El frotar las cuentas del rosario es idolatría. Prender
velas o veladoras ante una estatua o imagen de un santo o de María, es idolatría. El enterrar una
estatua de José con la esperanza de vender tu casa (y un sinnúmero más de prácticas católicas), es
idolatría.
La terminología no es lo importante. Ya sea que la práctica sea descrita como “adoración” o
“veneración”, o cualquier otro término, el problema es el mismo. Cada vez que atribuimos a alguien
más algo que pertenece a Dios, es idolatría. En ninguna parte de la Biblia se nos enseña a
reverenciar, orar, depender, o “adorar” a alguien que no sea Dios. Debemos adorar solamente a
Dios. La gloria, la alabanza y la honra pertenecen a Dios solamente. Solo Dios es merecedor de “...
la gloria y la honra y el poder...” (Apocalipsis 4:11). Solo Dios es merecedor de recibir nuestra
reverencia, adoración y alabanza (Nehemías 9:6; Apocalipsis 15:4).
LO QUE LOS CATOLICOS DICEN DEL SACRAMENTO DE LA CONFESIÓN

Debido a este hecho de la vida Cristiana, encontramos gran consuelo en el


Sacramento de la Confesión porque tenemos la oportunidad de ser perdonados de los
pecados que cometemos después de ser bautizados. San Ambrosio dice que hay dos
conversiones "agua y lágrimas: el agua del Bautismo y las lágrimas del
arrepentimiento". (Catecismo de la Iglesia Católica, 1429)

Como todos los a sacramentos, es un encuentro personal con Jesús. En Confesión,


estamos contando nuestros pecados al sacerdote que actúa en la persona de Cristo y
con la autoridad de Jesús para escuchar, ofrecer orientación, proporcionar una
penitencia adecuada y pronunciar las palabras de absolución. Jesús dio el poder de
perdonar pecados a los apóstoles cuando se les apareció después de su resurrección
en el Evangelio de Juan. Jesús se le aparece a María Magdalena, quien viene a los
apóstoles para decirles que Jesús ha resucitado de la muerte. Luego, más tarde ese
día, Jesús hace una visita sorpresa a los discípulos.

"En la tarde de ese día, el primer día de la semana, cerrando las puertas donde
estaban los discípulos, por temor a los Judíos, Jesús vino y se paró entre ellos y les
dijo: 'La paz sea con ustedes'. Cuando hubo dicho esto, les mostró las manos y el
costado. Entonces los discípulos se alegraron al ver al Señor. Jesús les dijo de
nuevo: 'La paz sea con ustedes. Como el Padre me ha enviado, así que yo los envío a
ustedes.' Y cuando hubo dicho esto, sopló sobre ellos y les dijo: 'Reciban el Espíritu
Santo. Si perdonan los pecados de cualquiera, son perdonados; si retienen los
pecados de cualquiera, son retenidos’" (Juan 20: 19-23)

Este pasaje revela tres cosas importantes sobre la institución de este sacramento.
Primero, al darles el don del Espíritu Santo, los envía específicamente a usar este
poder para perdonar los pecados de las personas usando las palabras "yo los envío" y
"si perdonas los pecados de cualquiera, ellos son perdonados". Además, Jesús
especifica que este poder también se extiende a situaciones donde no pueden
perdonar los pecados de alguien usando la frase "si retiene los pecados de
alguien ..." ¿Por qué haría esto? ¿No quiere Jesús que todos reciban el perdón? Por
supuesto, Jesús (y sus sacerdotes) quieren que todos reciban la misericordia y el
perdón de Dios. Sin embargo, una parte esencial del intercambio de misericordia es
lamentar los pecados y la expresión del deseo de no volver a pecar. Si se descubre
que esto es insuficiente, entonces el confesor tiene la autoridad de no ofrecer la
absolución. En situaciones donde esto sea apropiado, el sacerdote proporcionará
orientación al penitente sobre los obstáculos que quedan por superar para recibir la
absolución. Por último, el hecho de que el sacerdote tiene la autoridad y la
responsabilidad de perdonar o no perdonar los pecados confesados por cada persona,
debe escuchar los pecados específicos del penitente y su expresión de contrición
(pena por sus pecados) y sus resolución para evitar cometer esos pecados en el
futuro (enmienda de la vida). Esta es la diferencia esencial entre simplemente orar
para que los pecados de uno sean perdonados y el intercambio entre sacerdote y
penitente en este sacramento.
El Sacramento de la Penitencia y la Reconciliación
El Sacramento de la Confesión también se llama Sacramento de la Penitencia y la
Reconciliación. Usamos estos nombres para describir los diferentes aspectos de este
sacramento porque no solo implica confesar nuestros pecados y recibir el perdón.

Se llama el Sacramento de la Penitencia para describir la restauración de nuestros


corazones a través de la expresión de nuestro dolor y la cooperación en nuestra
curación. La Penitencia tiene dos aspectos; interior y exterior.

Penitencia Interior ...


“Es el movimiento de un 'corazón contrito' (Salmo 51:19) atraído por la gracia
divina para responder al amor misericordioso de Dios. Esto implica pena y
aborrecimiento de los pecados cometidos, un firme propósito de no volver a pecar en
el futuro y confiar en la ayuda de Dios. Se nutre de la esperanza en la divina
misericordia. -Compendio del Catecismo, 300

Penitencia Exterior ...


“Se puede expresar de muchas maneras, pero sobre todo en ayuno, oración y
limosna. Estas y muchas otras formas de penitencia pueden practicarse en la vida
diaria de un Cristiano, particularmente durante el tiempo de Cuaresma y el día
penitencial del viernes. -Compendio del Catecismo, 301

También se le llama el Sacramento de la Reconciliación porque no solo restaura


nuestra relación como hijos e hijas de Dios, sino que también nos reconcilia entre
nosotros restaurando nuestra unión con el Cuerpo de Cristo, su Iglesia. Entonces,
además del perdón de los pecados, el penitente, a través del sacerdote, se reconcilia
con la Iglesia misma.

"Los que se acercan al sacramento de la Penitencia obtienen el perdón de la


misericordia de Dios por la ofensa cometida contra él y, al mismo tiempo, se
reconcilian con la Iglesia que han herido por sus pecados y que por caridad, por
ejemplo, y por oración. labores para su conversión." (Catecismo de la Iglesia
Católica, 1422)

QUE DICE LA BIBLIA SOBRE ESTO (CONFESION)

En ninguna parte de la Escritura se enseña el concepto de la confesión de pecados a un sacerdote.


Comenzando porque el Nuevo Testamento no enseña que debe haber sacerdotes en el Nuevo Pacto.
En su lugar, el Nuevo Testamento enseña que todos los creyentes son sacerdotes. 1 Pedro 2:5-9
describe a los creyentes como “real sacerdocio” y “nación santa” . Apocalipsis 1:6 y 5:10, ambos
describen a los creyentes como “reyes y sacerdotes” . En el Antiguo Pacto, los fieles tenían que
aproximarse a Dios a través de los sacerdotes. Los sacerdotes eran mediadores entre Dios y el
pueblo. Los sacerdotes ofrecían sacrificios a Dios en nombre de la gente. Eso ya no es necesario,
porque por el sacrificio de Jesucristo, podemos aproximarnos al trono de Dios confiadamente
(Hebreos 4:16). Con la muerte de Jesús, el velo del templo se rasgó por la mitad, destruyendo así el
símbolo de la pared divisoria que había entre Dios y la humanidad. Podemos acercarnos a Dios
directamente por nosotros mismos, sin el uso de un mediador humano. ¿Por qué? Porque Jesucristo
es nuestro Sumo Sacerdote (Hebreos 4:14-15; 10:21), y el único mediador entre Dios y nosotros (1
Timoteo 2:15). El Nuevo Testamento enseña que debe haber ancianos (1 Timoteo 3), diáconos (1
Timoteo 3), obispos (Tito 1:6-9), y pastores (Efesios 4:11) – pero no sacerdotes.
Cuando se trata de la confesión de pecados, en 1 Juan 1:9 es dicho a los creyentes que confiesen sus
pecados a Dios. Dios es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, si se los confesamos a Él.
Santiago 5:16 habla de confesar nuestras transgresiones “unos a otros”. Pero esto no es lo mismo
que confesar los pecados a un sacerdote, como lo ensaña la Iglesia Católica Romana. En ninguna
parte son mencionados los sacerdotes / líderes eclesiásticos, dentro del contexto de Santiago 5:16.
Es más, Santiago 5:16 no vincula el perdón de los pecados con la confesión de transgresiones de
“unos a otros.”
La Iglesia Católica Romana basa sus prácticas de la confesión a sacerdotes principalmente en la
tradición Católica. Los católicos señalan a Juan 20:23 “A quienes remitiereis los pecados, les son
remitidos; y a quienes se los retuviereis, les son retenidos” Basándose en este verso, los católicos
aseguran que Dios les dio a los apóstoles la autoridad de perdonar los pecados, y que esa autoridad
fue legada a los sucesores de los apóstoles, entiéndase por ello, a los obispos y sacerdotes de la
Iglesia Católica Romana. Hay muchos problemas con esta interpretación. (1) Juan 20:23 en ninguna
parte menciona la confesión de pecados. (2) Juan 20:23 en ninguna parte promete, o aún sugiere,
que la autoridad de perdonar pecados pasaría a los sucesores de los apóstoles. La promesa de Jesús
era específicamente dirigida a los apóstoles. (3) En ninguna parte del Nuevo Testamento se declara
que los apóstoles tendrían herederos de su autoridad apostólica. Similarmente los católicos señalan
a Mateo 16:19 y 18:18 (reteniendo o remitiendo) como evidencia para que la Iglesia Católica tenga
la autoridad de perdonar pecados. Los mismo tres puntos anteriores se aplican de igual manera a
estas Escrituras
Nuevamente, en ninguna parte de la Escritura es enseñado el concepto de la confesión de pecados a
un sacerdote. Debemos confesar nuestros pecados a Dios (1 Juan 1:9). Como creyentes del Nuevo
Pacto, no necesitamos mediadores entre Dios y nosotros. Podemos ir directamente ante Dios por el
sacrificio de Jesucristo por nosotros. 1 Timoteo 2:5 dice, “Porque hay un solo Dios, y un solo
mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre.”

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