Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
“No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro
entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y
perfecta” (Rom. 12:2 Reina Valera Revisada 1960).
¿Eres cristiano y has sentido que vives en derrota? A lo mejor te has sentido fracasado y sin
esperanza. Quizás tienes miedo de nunca llegar a ser lo que Dios quiere que seas. A veces
pensamos que ya perdimos la oportunidad, que Dios ya no va a hacer nada más con
nosotros; eso nos deprime, nos desanima. Sin embargo, eso es una mentira. Dios quiere obrar
en nosotros a pesar de nosotros.
Para lograr ser libre del pasado y del pecado tienes que conocer tu identidad en Cristo. ¿Se
te ha ocurrido que podrías estar pensando equivocadamente de ti mismo? Muy
probablemente te estés percibiendo de una manera diferente a lo que en realidad eres. No
te conformes, transfórmate, renueva tu pensamiento. ¿Sabes lo que Dios piensa y dice de ti?
Si no es así entonces te animo a invertir un poco de tu tiempo leyendo este artículo. Pon
atención.
“El hombre bueno, del buen tesoro de su corazón saca lo bueno; y el hombre malo, del mal
tesoro de su corazón saca lo malo; porque de la abundancia del corazón habla la boca” (Lc.
6:45). Este es Jesús hablando. Tal vez has leído y escuchado muchas veces este versículo y
piensas: “como hago cosas malas, entonces soy malo”. Pero Jesús dice que una persona
obra según lo que abunda en su corazón. Si piensas que eres malo, entonces harás lo malo. Tu
futuro depende de lo que piensas de ti mismo hoy, así como lo que eres hoy es lo que
pensabas de ti mismo en el pasado.
¿Quién eres?
Quién eres no lo define tu nombre, profesión, nacionalidad, religión o características físicas.
Entonces ¿quién eres? Eres un ser creado por Dios pero destituido para siempre de Su gracia,
hasta que crees en Cristo. En ese momento recibes el nombre de hijo de Dios.
“ÉL QUISO LLAMARTE HIJO POR SU AMOR.”
Éstas no son sólo palabras bonitas para animarte, sino una verdad fundamental y poderosa.
Ser hijo de Dios es una obra espiritual. No lo somos porque lo merezcamos, sino por el puro
afecto de Su voluntad, es decir, porque Él así lo decidió. Él quiso llamarte hijo por Su amor.
El problema es que muchos entramos en una lucha interna al pensar que nos hemos ganado
el amor de Dios porque algo estamos haciendo bien, o porque le echamos muchas ganas, o
que podemos merecerlo más si hacemos más cosas buenas. Pero no es así.
Tengo otra pregunta para ti: ¿lo que haces define lo que eres? O ¿Será que haces lo que
haces a consecuencia de quién eres? La verdad es que lo que piensas que eres condiciona
tus acciones. Si tú crees que eres capaz, inteligente y bueno, seguro vas a actuar conforme
a eso. Si piensas que eres un fracasado, un caso perdido, un bueno para nada, entonces así
vas a actuar y vivir.
¿Eres pecador? La respuesta bíblicamente correcta es: ya no. Cuesta creerlo, pero Dios lo ha
dicho. Lo que Él hizo es que antes estabas en pecado y eras esclavo de él. Pero ahora eres
libre para vivir en santidad y libre para seguir viviendo. Antes no podías decidir pecar o no. El
pecado era tu naturaleza, ahora tienes la libertad de decidir entre el pecado y la santidad. Al
ser hijo de Dios puedes recibir los privilegios de nacer de nuevo, la vida que Él te da.
Uno de los errores más grandes es tratar de que Dios te acepte. Dios ya te aceptó. Deja de
pretender ser perfecto o impresionarlo, porque ni eres perfecto ni hay nada en ti que lo pueda
impresionar. Él ya te aceptó y ya te amó. “Mirad cuál amor nos ha dado el Padre, para que
seamos llamados hijos de Dios” (1 Jn. 3:1).