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Impacto de las
tecnologías de la
información y
comunicación en los
modos de vida del ser
humano
Desafíos Culturales
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Contenido
Para empezar ..................................................................................................................... 2
Introducción ...................................................................................................................... 3
1. Globalización .............................................................................................................. 5
Para empezar
Tras haber revisado los conceptos de cultura, paradigma, discurso, semiótica, identidad,
identidad digital e identidad colectiva, daremos paso al concepto de globalización, con el
fin de ahondar en las diferentes etapas a través de las cuales se han desarrollado las
percepciones que tenemos al vivir en nuestro presente bajo este fenómeno, y la manera en
que interactuamos en y con ella. De este modo, avanzaremos en nuestra segunda unidad
de curso, la que nos plantea el impacto provocado por las tecnologías de la información y
comunicación en nuestras maneras de vivir.
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Introducción
Nuestras formas de vida y pensamiento están ligadas a
nuestros orígenes. Es por eso que resulta fundamental
plantearnos hipótesis en relación a cómo fuimos, cómo
nos comunicamos y relacionamos, cómo enfrentamos
esa accidentada vida de los comienzos y de qué manera
fuimos capaces de adaptarnos a diferentes climas,
paisajes, medios, condiciones políticas, económicas, religiosas
y culturales. Todo ello nos llevó a materializar un complejo proceso de identificación con un
suelo, una tierra, un lugar propio. Entonces, para intentar armar el puzzle del pertenecer,
acontecer y ser –desde aquella huella del pasado hasta nuestro acontecer contemporáneo–
, la revisión histórica, contextual y autobiográfica resulta una pieza fundante, que nos
permite detectar tanto los modos que han pervivido como aquellos que han perecido a
través del desarrollo de la humanidad. Una vez habitado el lugar propio, hemos convenido
en mostrar aquello que nos identifica –como si de una vitrina se tratara– ante diversas
miradas que han expandido nuestras fronteras y, al mismo tiempo, hemos dejado penetrar
en el territorio propio. La asimilación de lo foráneo, lo que viene desde otras latitudes
culturales.
En definitiva, desde la comercialización de especias del mundo moderno hasta las compras
realizadas por internet, hemos desatado una verdadera revolución cultural. Pareciera ser
que la dimensión del espacio-tiempo, el fértil desarrollo de las comunicaciones y la matrix
tecnológica fueron permitiendo que la vertiginosa apertura de la construcción de la
singularidad cultural se abriera hacia una generalidad cultural. Desde ese fenómeno,
comenzó el desplazamiento de lo que hoy llamamos globalización, y en ello entraremos y
profundizaremos en este módulo.
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1. Globalización
No obstante, lo anterior llevó a una segunda reflexión que despertó la cuantiosa necesidad
de mejorar aún más los niveles de productividad. Así, se anunció en la Inglaterra del siglo
XVIII la Revolución Industrial y con este verdadero hito histórico, el imparable desarrollo de
la máquina, la necesidad de mano de obra y el nacimiento de industrias y fábricas. En pleno
funcionamiento de dichas nuevas mecanizaciones y procesos industriales, aparece la
siguiente radiografía de aquella realidad:
su satisfacción productos de los países más apartados y de los climas más diversos.
(Swingle, 1999: 12)
Carlos Marx y Federico Engels, hace 150 años, escribieron estas palabras en el Manifiesto
Comunista, y su declaración describe una realidad que posiblemente podemos aterrizar en
nuestra vida actual.
Los bienes circulan. La gente circula. las ideas circulan. Y las culturas cambian. La
diferencia en la actualidad es la velocidad y la magnitud de estos cambios. La
televisión tardó 13 años en reunir 50 millones de usuarios, a Internet le tomó
solamente cinco (Swingle, 1999: 12).
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Esta concepción del mundo hoy nos regala probablemente situaciones impensadas para
Marx y Engels; si no podemos acudir a la experiencia real de comprar un boleto de avión y
viajar hacia algún destino del globo, de igual manera podemos entrar virtualmente al Museo
del Louvre y contemplar a La Gioconda en su vitrina mediática.
Pregunta activadora:
¿Qué diferencias podrías establecer entre la globalización incipiente
del mundo antiguo y la globalización que vivimos hoy?
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2. Etapas de la globalización
2.1. Diálogo desde diversas voces
Cuando nos acercamos a la Historia Universal y a la Historia del Arte, nos damos cuenta de
la enorme diversidad cultural que existe en el mundo y de la particularidad de cada una de
esas historias. Entonces, si volvemos a leer la cita inicial, cuando el autor plantea que la
globalización no hace simplemente desaparecer la variedad de signos, ideas, imágenes,
condimentos y olores; podemos inmediatamente imaginar la cultura japonesa con sus
tradicionales postales de los cerezos en flor con esas tonalidades de rosa que nos cautivan
y que se visualizan fragantes. O bien, podemos trasladarnos a Nueva Zelanda y quedarnos
prendados de aquellos horizontes turquesas y azules dibujados y pintados a lo largo de sus
playas en la península de Coromandel, acompañados de un grupo de danzantes que
movilizan la energía de sus cuerpos bajo los ritmos del haka, porque todos estos ejemplos
instalan en nuestro imaginario, verdaderos íconos propios de cada lugar.
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Luego Byung-Chul Han nos insiste con una segunda idea: la producción de unidad y de
monotonía no es característica ni de la naturaleza ni de la cultura. Hace referencia a la
producción de unidad –aludiendo a la globalización como un soporte económico que vela
por la producción– y continúa diciendo que ella no es característica ni de la naturaleza ni de
la cultura; vale decir, aprecia la variedad sustancial que la naturaleza nos regala y que la
cultura, en este largo proceso de adaptación e identificación con un suelo, ha singularizado
y asumido como propia. Desde allí podemos observar la complejidad de la globalización. No
obstante, también existen visiones y posturas que aplauden el fenómeno de la
globalización, porque justamente con ella muchos lugares distanciados han logrado
posicionar el establecimiento de una economía inteligente cohesionada con mercados
mundiales, que les ha posibilitado prosperar hacia una dinámica de trabajo móvil, viva y
activa.
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Una interesante disciplina que busca identificar aquellas claves que determinan visiones del futuro, desde
un estudio profundo del pasado, con basamentos fundados en acontecimientos del presente y proyectados
hacia el porvenir, tanto en factores de ruptura como de continuidad.
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El industrialismo era algo más que chimeneas y cadenas de producción. Era un sistema
social rico y multilateral que afectaba a todos los aspectos de la vida humana y
combatía todas las características del pasado de la primera ola. […] puso también el
tractor en la granja, la máquina de escribir en la oficina y el frigorífico en la cocina. […]
Más importante, unió todas estas cosas —las ensambló como una máquina— para
formar el sistema social más poderoso, cohesivo y expansivo que el mundo había
conocido jamás: la civilización de la segunda ola. (Toffler, 1998: 18)
Estas referencias ilustran situaciones históricas muy interesantes. La primera ola plantea
bienes surgidos del trabajo de la tierra, los innumerables beneficios que la humanidad
obtuvo desde el cultivo del cereal en el pleno Neolítico y, con ello, una mayor calidad de
vida y salud, tanto para el ser humano como para el animal. Ambos son pilares de aquella
construcción de mundo y resultan absolutamente renovables en el transcurrir del tiempo
con el ciclo de vida y muerte. Esta situación se estableció y perduró por varios siglos hasta
que, con la Revolución Industrial, aquella mano campesina se trasladó a la ciudad para
cambiar su destino y ocuparse en las fábricas e industrias que requerían de mano de obra.
Aquí, Toffler plantea que por primera vez se estaba consumiendo el capital de la naturaleza
porque no todas aquellas energías obtenidas eran renovables, pero era tal el interés que
esto producía, que desde allí comenzó el uso y abuso de los bienes no renovables del
planeta. Desde ese episodio, llegamos a la Tercera Ola, o la conformación de la sociedad
posterior a la industrialización, cuando el mundo cambia de dirección. Es la era de la post
Segunda Guerra Mundial, también llamada la era de la información. Desde este momento,
se despliega la proyección y factura del mundo que conocemos hoy. Aquí se encuentra su
gestación, pues en este escenario surge la globalización actualizada, que ya no tiene
relación con el trueque del pasado sino que se abre caminos entre naciones,
insospechadamente inclaudicables.
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Finalizada la Segunda Guerra Mundial, comenzó una segunda etapa de integración global,
que se extendió aproximadamente hasta los los años setenta. Aquí tienen nacimiento
instituciones internacionales de cooperación financiera, comercial, educacional, cultural y
la expansión del comercio entre países desarrollados. La tercera fase la podemos ubicar en
los últimos treinta años del siglo XX, a partir del desarrollo de las redes y capitales que
estucaron el suelo de los tratados de libre comercio, la instalación de empresas y compañías
transnacionales y multinacionales que operaron como sistemas internacionales de
producción integrada, la movilidad de los capitales y el menor requerimiento de mano de
obra. A ello debemos adicionar el acelerado desarrollo de las comunicaciones, el avance
vertiginoso de las tecnologías de la información y el acceso masivo a la información virtual,
redes sociales y, con ello, la tendencia cada vez mayor hacia una homogeneización de los
modelos de desarrollo económico.
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Pregunta activadora:
¿Existen etapas en el proceso de globalización?
Esta es la globalización. Hoy estamos viviendo de otra manera, por ello la percepción del
entorno es otra y podemos llevar sobre nuestra cabeza un paraguas transparente chino,
comprado a través de internet, que nos permite ver a través de su textura el cielo que nos
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cubre. ¿Ha cambiado ese cielo? ¿Es el mismo cielo que observaron nuestros antepasados?
La globalización ha ido entretejiendo experiencias, sabores, gustos y necesidades
exportadas, que hoy son concebidas como propias, en cuanto nos hemos adaptado a una
concepción de mundo sin fronteras, sin límites en el tiempo y en el espacio, porque cada
vez con mayor fruición nos hemos mimetizado con un tipo de vida que requiere lo
inmediato, lo instantáneo, una progresiva rapidez en la información y sus datos. Entonces,
¿cuál es la percepción que tengo de la globalización en mi propia vida?
La ciudad tiene una larga data desde su formación y conformación. Podemos revisar mapas
del mundo antiguo y del mundo contemporáneo y notar cómo han cambiado y darnos
cuenta de que la Historia, la Ciencia, el Arte, la Arquitectura y el Urbanismo, se han hecho
cargo de guardar en libros, estudios, instalaciones y maquetas esa información. Sabemos
que en el mundo antiguo se construían murallas que tenían el propósito de guardar y cuidar
la vida activa de la ciudad. Algunas de aquellas murallas del pasado aún se conservan y en
época de vacaciones y de temporada alta, se transforman en destinos favoritos del turismo
cultural; pareciera ser que al visitarlas y empaparnos de ellas, se nos despierta un espacio
perdido en la memoria humana. Hoy ya no tenemos esos muros a la vista, pues han sido
desplazados por otra manera de concebir el espacio y el territorio. La propia globalización
se ha hecho cargo de derribar esos muros, y muchas veces esa expansión del paisaje actual
nos proporciona la impresión de que el mundo se acerca cada vez más a la idea de lo
universal, de lo planetario, en donde las fronteras no existen y, por ende, tenemos al
alcance la posibilidad de conocerlo todo, pero al mismo tiempo sabemos que ello es una
entelequia, porque las fronteras continuan expuestas en la propiedad que asegura la
pertenenencia de los ciudadanos que están agrupados en lugares particulares.
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La globalización nos abre los límites del mundo para ser recorrido, y nos permite vivir sus
efectos, en los objetos que forman parte de nuestras pertenencias, como nuestro
computador, nuestros teléfonos móviles o tablets; y verificar en su uso cotidiano, el efecto
de las pantallas múltiples como múltiple es el mundo. La globalización ha entrado en
nuestros escritorios, nos conoce, nos sigue el ritmo de nuestros recorridos laberínticos
virtuales, nos permite muchos likes en nuestras redes sociales; pero al mismo tiempo nos
limita, ya que no todos podemos permitirnos el goce de esa experiencia. En efecto, se
amplían las brechas de la desigualdad. Este es un espacio de dominio en el que tenemos la
obligación de reflexionar.
Pregunta activadora:
¿Te animas a crear una gráfica que refleje el recorrido laberíntico
que vas dibujando en un día, a partir de los lugares por donde te
desplazas, observas, visitas; tanto en la realidad como en la
virtualidad?
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Conclusiones
La complejidad de la globalización como concepto, como alcance en el mundo a partir de
sus diversos momentos históricos, aparición, fricciones y continuidades, pareciera haberse
instalado con tal magnitud, que ya no podemos concebir el día a día sin las oportunidades
y opciones que nos demanda y ofrece. Desde la percepción tanto doméstica como
multidimensional que tenemos de ella, ha entrado en nuestros dominios para quedarse.
Es necesario estudiar profundamente su posible origen en el tiempo, desarrollo y
expansión, para poder hilar el tejido del cambio que tanto la humanidad como los países,
ciudades, poblados, villas y barrios estamos experimentando en el presente. Los estudios
sobre diversidad, economía, micropolíticas, ciencia, literatura y arte conforman
indudablemente la concepción de la cultura adscrita a un espacio territorial, pero con la
llegada de la globalización, estas prácticas y definiciones han comenzado a dialogar y
fusionar sus contenedores y contenidos. Entonces, ¿cuál es la pregunta que debemos
hacernos hoy en torno a la identidad?, ¿existe en nuestro imaginario una necesidad de
actualización de la identidad?, ¿cómo podemos compatibilizar las diferentes realidades
históricas incrustadas en la tradición popular de un país, en función de las novedades
capturadas con total adicción que han penetrado en nuestras pantallas líquidas con la
globalización?
Dejamos estas preguntas tendidas a modo de estímulo para entrar en nuestro siguiente
módulo, sin dejar de tener presente que la revisión y reflexión instalada con el concepto de
globalización resulta relevante para continuar avanzando y conquistando territorio en
nuestro curso. La invitación queda abierta, como también las direcciones y orientaciones
de nuestro laberinto, que se levanta con el conocimiento e interés en los diversos desafíos
culturales de nuestro siglo XXI.
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Referencias bibliográficas
Argullol, R. (1991). El fin del mundo como obra de arte. Barcelona: Destino.
Swingle, E. (1999). “Los bienes circulan. (…) Las ideas circulan. Y las culturas cambian”.
Revista National Geographic, agosto, Nº 2.