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RECOMENDACIONES PARA PREPARAR

1. Se lee el tema previo a juntarse podría ser en el transcurso del día o dos
horas antes de la reunión. Los matrimonios deben de hacerlo juntos.
Hacer una oración invocando el Espíritu Santo.

2. El responsable que se asignara buscara en el tema 5 lecturas para la 1ra


(pentateuco, libros históricos y sapienciales), 5 lecturas para la 2da
(profetas), 5 lecturas para la 3ra (hechos, epístolas, cartas católicas y
apocalipsis) y 5 Evangelios (sin leerlos solo buscarlos).

3. El día de la reunión se inicia con una oración invocando el Espíritu Santo,


el hermano que busco las lecturas las comparte con el resto del equipo.

4. A cada hermano le corresponderá leer una lectura de cada grupo,


elegirán la que crean conveniente, para la 1ra, 2da, 3ra y el Evangelio
(como gracia se le puede hacer eco a cada lectura).

5. Elegirán monitores y lectores.

6. Terminaran la celebración haciendo oración, peticiones, un Padre


Nuestro, un Ave María, y el Gloria, y se envían un saludo de Paz, se dan
la Bendición Final.

7. Se le envía al responsable de la comunidad el Evangelio escogido.

ANIMO, JESUCRISTO NOS PRECEDE


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Evangelio
Para nosotros el evangelio designa ya el escrito que narra la vida de Jesús, ya el pasaje del mismo que se suele
leer en la misa. En griego profano, evangelio significaba «buena nueva», particularmente anuncio de victoria.
La paz romana, los principales acontecimientos de la vida del emperador, dios y salvador, se celebraban como
otros tantos evangelios. Sin embargo, la palabra «evangelizar» fue tomada sin duda por el lenguaje cristiano,
del AT, con el sentido particular que ya entonces poseía: anunciar la salvación. I. ANTIGUO TESTAMENTO.
El hebreo disponía de una palabra para significar el anuncio de las buenas nuevas, de la vida privada o nacional:
muerte de un enemigo (2Sa 18.19s.26), la victoria (Sal 68,12), la salvación de Judá (Nah 2,1). Esta palabra
adquiere valor propiamente religioso en Is 40-66. El «mensajero de buena nueva» anuncia entonces con el fin
del exilio la venida del reino de Dios (Is 52,7): su mensaje es consolación, perdón del pecado, vuelta de Dios
a Sión (40,ls.9). Este «evangelio» es una fuerza divina en acción (52, ls). Gritado sobre la montaña (40,9),
interesa a todas las "naciones (52,10; cf. Sal 96,2). Rebasa incluso el horizonte del siglo. Más allá del retorno
del exilio, anuncia la "victoria y el "reinado definitivos de Dios. II. JESÚS. 1. El mensajero de buena nueva.
En su respuesta a los enviados del Bautista (Mt 11,4s p), como en la escena de la sinagoga de Nazaret (Le 4,16-
21), se aplica Jesús a sí mismo el texto de Is 61,ls: «Ungido por Dios con el Espíritu Santo y con poder» (Act
10,38; Mt 3,16s), viene a «evangelizar a los "pobres». 2. La buena nueva. «Cumplido es el tiempo y el reino
de Dios está cercano» (Me 1,15), esto es lo esencial del mensaje. Pero esta vez la persona misma del mensajero
se convierte en el centro de la buena nueva. El evangelio es Jesús (cf. Me 1,1). Los ángeles anunciaron su
nacimiento como un evangelio (Le 2, lOs). Con él está presente el reino de Dios (Mt 12,28). El que abandone
todo a causa de Jesús y «a causa del evangelio» recibirá «desde ahora el céntuplo» (Me 10,30). Así se ve a las
muchedumbres correr presurosas en torno al mensajero de buena nueva y esforzarse por retenerlo. Pero el
evangelio debe propagarse: «también a las otras ciudades debo anunciar la buena nueva del reino de Dios, pues
para eso he sido enviado» (Le 4,43). 3. La respuesta al evangelio será "penitencia y "fe (Me 1,15). Dios 274
Evangelio ofrece una gracia de perdón (Me 2, 10 p; 2,17 p), de renovación (Me 2,21s). Espera del hombre que,
confesando y renegando su pecado, ponga su vida en función del evangelio: «El que quiera salvar su vida la
perderá, pero el que pierda su vida por causa mía y del evangelio, la salvará» (Me 8,35). Los clientes natos del
evangelio son los «pobres de espíritu» (Mt 5,3 p; Me 10,17-23 p), los «pequeños» (Mt 11,28; Le 9,48; 10,21),
hasta los pecadores (Le 15, ls; 18,9-14; Mt 21,31), e incluso los paganos (Mt 8,10s; 15,21-28 p). El sentimiento
de su indigencia los predispone para oírlo y para percibir la compasión divina de la que procede (Mt 9,36;
14,14 p; Le 7,47-50; 19,1-10). III. Los APÓSTOLES. 1. Los mensajeros. Jesús resucitado prescribe a sus
apóstoles que «vayan por todo el mundo a proclamar el evangelio a toda la creación» (Me 16,15), «a todas las
naciones» (Me 13,10). El libro de los Hechos describe las etapas de esta proclamación (o kerygmaj. Pese a los
obstáculos, la buena nueva se extiende «hasta los confines de la tierra» (Act 1,8). Por la gracia del Espíritu, la
Iglesia la anuncia «con seguridad» (2,29; 4,13.31; 28, 31). Esta función es tan importante que basta para
calificar a los que la desempeñan; así, al diácono Felipe se le llama «evangelista» (Act 21,8; cf. Ef 4,11; 2Tim
4,5). 2. El mensaje. La buena nueva es siempre la del reino de Dios (Act 8,12; 14,21s; 19,8; 20,25; 28,23);
anuncia que «se ha cumplido la promesa hecha a nuestros padres» (13,32). Es gracia de perdón, don del Espíritu
(2,38; 3,26; 10,43; 13, 38; 17,30). Pero ahora es ya igualmente «la buena nueva de Jesús» (8,35; 17,18), «del
"nombre de Jesucristo» (8,12), «del "Señor Jesús» (11, 20), «de la paz por Jesucristo» (10, 36). La resurrección
de Cristo pasa al centro del evangelio. 3. La acogida del evangelio. La buena nueva va acompañada de los
«signos» prometidos por Jesús (Me 16,17; Act 4,30; 5,12.16; 8,6ss; 19,1 ls). Se propaga en una atmósfera de
pobreza, de sencillez, de caridad comunitaria y de gozo (Act 2, 46; 5,41; 8,8.39). El evangelio encuentra por
todas partes "corazones que están en armonía con él, «deseosos de oir la "palabra de Dios» (13,7.12), ávidos
de saber lo que hay que hacer para salvarse (16,29s). Tienen este rasgo común de «escuchar» (2,22.37; 3,22s;
etc.), de «acoger», aceptar (8,14; 11,1; 17,11), de «obedecer» (6,7). Por el contrario, la suficiencia desdeñosa
(13,41) y envidiosa (13,45s), la ligereza (17,32) cierran el corazón de los hombres al evangelio. IV. SAN
PABLO. 1. El mensajero. Pablo es el hombre del evangelio por excelencia. Dios lo «puso aparte para el
evangelio» (Rom 1,1). Le reveló a su Hijo para que «lo anunciara entre los paganos» (Gal I,I5s). Le «confió el
evangelio» (ITes 2,4). «Ministro» del evangelio (Col 1,23), siente el deber de anunciarlo (ICor 9,16), tributando
así a Dios «un "culto espiritual» (Rom 1,9), ejerciendo una «función sagrada» (Rom 15,16). 2. El mensaje. A
este evangelio lo llama Pablo ya el evangelio, sin más, ya el evangelio «de Dios», «de su Hijo Jesucristo,
nuestro Señor» (Rom l,3ss.9), «de Cristo» (Rom 15,19s; 2Cor 2,12; etc.), «de la gloria de Cristo» (2Cor 4,4),
de su «insondable riqueza» (Ef 3,8). a) Fuerza de salvación. El evangelio de Pablo, como el de toda la Iglesia,
pero con singular vigor, está centrado en la muerte y en la resurrección de Cristo (ICor 15,1-5) y orientado
hacia su advenimiento glorioso (ICor 15,22-28). Es la nueva 275 Evangelio economía, en cuanto que ésta se
propaga y se desarrolla por la «predicación apostólica y por la energía divina que le es interior, «es una fuerza
de Dios para la salvación» (Rom 1,16). «En el mundo entero fructifica y se desarrolla el evangelio» (Col 1,6).
Una floración de Iglesias, una sobreabundancia de «carismas, una renovación espiritual sin precedente, todo
esto, junto con la «seguridad» sobrenatural del Apóstol mismo, da testimonio de su poder, que está en vías de
conquistar el mundo (Gal 3,5; 4,26s; 2Cor 2,12; 3,4; ITes 1,5). Pablo trabaja con sus manos y «soporta todo...
para no crear obstáculos al evangelio de Cristo» (ICor 9,12). b) Cumplimiento de las Escrituras. Pablo subraya
la continuidad entre el evangelio y el AT: es «la revelación del misterio, tenido secreto en los siglos eternos,
pero manifestado ahora y dado a conocer por las «Escrituras a todas las naciones» (Rom 16,25s). La «promesa
hecha a Abraham (Gen 12,3) era un «preevangelio», que se realiza hoy en la conversión de los paganos (Gal
3,8; Ef 3,6). 3. La respuesta humana al evangelio. El evangelio sólo ejerce su virtud salvadora si el hombre le
responde por la *fe: «Es fuerza de Dios para la salvación de todo creyente... En él se revela la justicia de Dios
de la fe a la fe» (Rom l,16s; ICor 1,18. 20). Es el punto de una opción. Desplegando en la debilidad su fuerza
salvadora y prolongando el misterio de la *cruz (ICor 1,17-2,5), para unos es «escándalo, «locura» (ICor 1,18.
21.23; Rom 9,32s; Gal 5,11), «permanece velado»: éstos, cegados por «el dios de este mundo», «no ven
resplandecer el evangelio de la gloria de Cristo» (2Cor 4,4). No le «obedecen (2Tes 1,8). Los otros, en cambio,
reciben el evangelio en «la obediencia de la fe» (Rom 1,5; 2Cor 10,5). En la gracia del evangelio «se abren al
evangelio de la gracia» (Act 20,24). V. SAN JUAN. Ni el evangelio de san Juan ni las epístolas joánnicas
utilizan la palabra evangelio. En su lugar están la «palabra y el «testimonio : su objeto es la «verdad, la «vida
y la «luz. Pero en el Apocalipsis tiene Juan la visión de un «ángel que vuela por medio del cielo y tiene un
evangelio eterno para pregonarlo a los moradores de la tierra» (14,6s), evangelio del advenimiento definitivo
del reino de Dios. CONCLUSIÓN. Cuando durante el siglo n la palabra «evangelio» comenzó a designar la
relación escrita de la vida y de las enseñanzas de Jesús, no por eso perdió su significación primitiva. Continuó
significando la buena nueva de la salvación y del reino de Dios en Cristo. «Este evangelio, escribe san Ireneo,
primero lo predicaron los apóstoles. Luego, por voluntad de Dios, nos lo transmitieron en Escrituras para que
fuera la base y la columna de nuestra fe.» Cuando el sacerdote o el diácono entona en la misa la fórmula:
«Secuencia del santo evangelio...», como el profeta o el apóstol, anuncia, pues, al mundo la buena nueva de su
liberación por Jesucristo. En las respuestas litúrgicas: «¡Gloria a ti, Señor! ¡Alabanza a ti, Cristo!», hay en
ellas, si estamos atentos a las palabras, todo el impulso y todo el entusiasmo del primer encuentro del mundo
con la novedad del evangelio. -> Apóstol - Escritura - Palabra - Predicar. DM Exhortar. La exhortación (gr.
paraklesis) figura una sola vez (Rom 12,8) en las listas de «carismas. Era, sin embargo, una de las funciones
esenciales de los apóstoles, de los profetas y de los 276 Exilio presbíteros; está enraizada en la vida religiosa
del AT y del judaismo y se prolonga en la Iglesia actual. AT. Los testigos de Dios no se contentaron jamás con
exponer fríamente el «designio divino de la «salvación: Los discursos sacerdotales (como los de Dt 4-11), los
discursos proféticos (como Is 1,16...), los discursos sapienciales (como los de Prov 1-9) se dirigen al «corazón
no menos que al espíritu de los oyentes; los invitan, los animan, los estimulan por parte de Dios a «escuchar, a
«convertirse y a «buscar a Dios. Desde los tiempos antiguos hasta la época de los Macabeos, hallamos siempre
el mismo movimiento, la misma llamada: no se «predica sin exhortar a una animosa «fidelidad para con Yahveh
y para con su «ley (Dt 5,32; 6,4ss; 32,45ss), particularmente en las «persecuciones (2Mac 7,5) o en el momento
de la «guerra santa (2Mac 8,16; 13,12.14). NT. En los umbrales del NT continúa Juan Bautista esta tradición:
«con muchas exhortaciones anunciaba al pueblo la buena nueva» (Le 3,18). Jesús, a su vez, no se contenta con
proclamar el mensaje del «reino que llega en su persona y con revelar sus «misterios. Incita a los hombres a
entrar en él, invitándolos en forma apremiante a arrepentirse, a «creer en el Evangelio, a «seguirle y a guardar
su «palabra. Asi mismo los apóstoles «conjuran y exhortan» a las multitudes a acoger su mensaje y a bautizarse
(Act 2,40). En las comunidades cristianas, el «profeta «edifica, exhorta, anima» (ICor 14,3), como deben
hacerlo también Timoteo y Tito (2Tim 4,2; Tit 1,9). Esto no hace sino prolongar uno de los actos esenciales
del ministerio apostólico (Act 11,23; 14,22; 15,32; 16, 40; ITes 3,2), sobre el que Pablo se explica claramente:
«Es, dice, como si Dios exhortara por medio de nosotros» (2Cor 5,20; cf. ITes 2,13). Así los escritos del NT
encierran numerosas exhortaciones; tal es el fin esencial de la epístola a los Hebreos (Heb 13,22) y de la 1.a
epístola de Pedro (IPe 5,12). Además, los cristianos corrientes deben exhortarse unos a otros (2Cor 13,11; Heb
3,13; 10,25) con miras a la «edificación de la Iglesia.
—» Carismas - Consolación - Predicar. RD

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