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Antes de conocer el Espiritismo era yo un cero sin valor en la suma

social; me faltaba familia, salud, medios para vivir, iba a tientas por este
mundo, porque llegué a perder en gran parte la escasa luz que siempre
han tenido mis ojos, y al conocer el Espiritismo ¡qué metamorfosis se
opero en mi!..... vi desaparecer mi inutilidad, resonaron en mis oídos
voces proféticas, que me decían: «¡El porvenir es tuyo!…. ¡levántate y
anda!» Y me levanté, y anduve: y yo que no tenia a nadie en la tierra
¡me creé una familia universal!... y al creármela, dije: «Si yo que era
menos que un átomo, al ponerme en relación con los espíritus, he
adquirido un íntimo convencimiento que puedo ser grande (si quiero
serlo), ¡cuántos que valgan más que yo llegarán a ser héroes
estudiando y comprendiendo el Espiritismo!
Me permito presentarme mis queridas hermanas del alma y hermanos
del corazón, mi nombre es Amalia Domingo Soler, reconocida como la
cronista de los pobres. Nací en Sevilla el 10 de Noviembre de 1835.
Algunos de ustedes me reconoceréis por algunas de mis obras, quienes
son producto de mi fructífero labor durante el tiempo que estuve en la
tierra. Los conocéis por alguno de su nombres como La luz del porvenir,
de futuro, del camino, ramillete de violetas o cartas al padre German, mi
guía espiritual.

El carácter de mis obras es espiritual, fraternal, poético y ejemplificado,


ya que gracias a mi familia universal pude recopilar historias y
enseñanzas para esclarecer algunos vacíos que existían, como la
pluralidad de existencias; por otra parte agradezco a los buenos
espíritus que me ayudaban en mi labor diaria, a iluminar y darle un
sentido mas racional a lo que sucedía.

Así mis escritos, humildes y sencillos, han llenado las páginas de


muchos periódicos espiritistas, esparciendo el aroma de su sentimiento
y de su fe en la justicia divina. Incansable en mi afán de dar a los otros
una parte del bien que yo disfrutaba estudiando el Espiritismo, más de
dos mil producciones he dado a la prensa desde el año 73 del siglo XIX.
Sin familia ninguna, he llegado a tener una familia inmensa, he llamado
a tantos corazones, que muchos me han respondido, hasta el punto
que, sin yo pedirlo; (ni aún soñarlo), los espiritistas cubanos abrieron
una suscripción para publicar todos mis escritos diseminados en los
periódicos espiritistas de España y de Ultramar.

Tratados filosóficos que llevaron a esparcir un aroma de esclarecimiento


en el espiritismo, a partir de obras que hoy en día son Memorias del
padre German, consejos de vidas pasadas que traen mensajes de
indulgencia y esperanza a partir de Te perdono, poemas que son un
Ramo de violetas que de una maneara poética y sutil embellecen el
espiritismo y muchos otros libros mas son los que han perdurado en las
generaciones y han aportado con amor y fraternidad el mensaje de luz
que he querido que os obráis.

Aunque mi vida, llena de obstáculos y enfermedades, fue un paso de


enriquecimiento espiritual por medio de la cual pude llenar vacíos
existenciales, y convencida así, en esta tierra desencarne el 19 de abril
de 1909 debido a una bronconeumonía.

- "Cuando en la Tierra todo volvió a sus lugares acostumbrados, fue


cuando yo, como paloma mensajera, volví a mi palomar sin querer
distanciarme de allí, aunque estuviese plenamente convencida de que
nadie me veía ni oía pensando que aun les podía ser útil. Y así era en
realidad..."
A UN MATERIALISTA

Dices que el Espiritismo


será secta o religión;
tan sólo el oscurantismo
le da tal definición.
Nosotros no pretendemos
formar religión ninguna,
tan sólo enlazar
el sepulcro con la cuna.
Queremos unificar
los átomos disgregadas;
queremos analizar
todos los hechos pasados.
Queremos ver la razón,
la causa que efecto da;
y en la regeneración
el miramos el mas allá.
¡No abrigamos pretensiones
de tener sabiduría,
que las humanas razones
valen poco todavía!
Mas tenemos intuición
de la ley universal,
que es su complementación
la lucha del bien y el mal.
¡Concedemos a la vida
progreso indeterminado;
la eternidad suspendida
sobre todo lo creado!
Vemos a Dios en las flores,
en sus preciados aromas,
en los pardos ruiseñores
y en las cándidas palomas.
En el lago, en el torrente,
en el valle, en la espesura
y en el mar que sordamente
con su impotencia, murmura.
Y en las olas que en la arena
corren tras de un algo en pos,
hallamos la prueba plena
de la grandeza de Dios.
Mas no le hacemos altares,
ni en ídolos le adoramos;
nuestros templos son los mares
y los mundos que admiramos.
Las catedrales gigantes
con sus arcadas sombrías
,
con sus luces vacilantes
y sus graves melodías.
No son más que aberraciones
del entendimiento humano,
que hizo un Dios con sus pasiones
y le ofreció un lujo vano.
Qué son los templos de piedra
de admirable construcción?
¡Si a ellos se enlaza la hiedra
de la envidia y la ambición!
Es preferible la ermita
de la cumbre solitaria,
donde el creyente eremita
eleva a Dios su plegaria.
Mas nosotros no formamos
ningún templo en este mundo,
porque en nosotros llevamos
algo mas, grande y profundo.
Por eso el Espiritismo
ni es secta, ni es religión,
es la esencia de Dios mismo
germinando en la razón.

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