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Cálzate las botas.

Nos vamos de ruta

Con anterioridad, en este mismo blog, intentamos resaltar la importancia


de la actividad motriz para el desarrollo integral de los niños, y como
potenciarla dentro del contexto covid en el que nos encontramos.
Profundizando en esa misma idea, queremos haceros otra propuesta muy
interesante y enriquecedora, que estoy convencido de que os puede cambiar
la vida, si es que no os la ha cambiado ya. Me refiero al disfrute de la
naturaleza, esa actividad tan practicada por millones de personas en este
planeta y que solemos denominar, de forma general, con el termino de
senderismo. Si, lo que antes era un paseo por el campo, caminata por el
bosque, salida de monte, etc. ahora todo ello se reduce a practicar
senderismo. Es una actividad de la que vengo disfrutando desde hace
muchos años, de la que toda mi familia ha disfrutado y algunos seguimos
disfrutando, solos y en grupo, con nuestras mascotas, descubriendo la
naturaleza y descubriéndonos a nosotros mismos rodeados de olores,
colores e infinidad de agradables sensaciones y experiencias irrepetibles y
sorprendentes.
Si queremos que los niños y adolescentes se enamoren de la naturaleza y se
desarrollen en el respeto de la misma, asumiendo valores ecológicos, esta
es la actividad que lo pueden hacer posible. Pero como todo en la vida, los
adultos somos el espejo en el que nuestros pequeños se miran y aprenden.
Somos sus personajes favoritos a los que imitan. Por ello, si queremos que
se calcen unas botas de monte y se lancen a la aventura, es preciso que
antes nos vean disfrutar desgastando las nuestras por caminos mientras les
descubrimos un mundo fantástico, lleno de continuas sorpresas, que no solo
llenan sus retinas, también su memoria que posteriormente se
transformaran en recuerdos a compartir en futuras veladas en familia o con
amigos.
Los hábitos y costumbres en los que ponemos tesón y mucho amor, son,
con seguridad, los que nuestros hijos imitan y luego repiten.
Continuamente nos quejamos que nuestros hijos pasan muchas horas
pegados a sus pantallas, que nos cuesta cada vez más sacarles de ese
mundo y comunicarnos con ellos, que se van haciendo más sedentarios.
Pues bien, la práctica del senderismo contribuye a alejarlos de esos estilos
de vida si lo hacemos desde edades tempranas. Habrá algo más maravilloso
para nuestros peques que un paseo por una Calella rodeado de precios
estímulos en plena naturaleza cogidos de la mano de sus padres. Es una
experiencia única y barata, al alcance de cualquier bolsillo como dirían los
publicistas. Es un reto para nuestros pequeños que no solo les estimula y
refuerza su voluntad, también les va gestando unos fuertes pilares a su
autoestima.
Recuerdo a mi hijo con tres años haciendo la ruta de los Arrudos. Se
empeñó en hacerla él solito, caminando por un sendero con cierta
dificultad, y en el tramo final de la ruta, se para, cansado, con las manos
sobre las rodillas, a modo de jugador de rugbi ante una melé, y me dice,
“papa, me duelen las piernas”. Fue su manera de pedir ayuda sin perder su
dignidad, sin fracasar en su reto personal. Lo subí a los hombros y ambos
disfrutamos orgullosos de lo que habíamos experimentado ese día juntos en
familia en plena naturaleza.
Como veis, hay muchos motivos por los que empeñarnos en enseñar la
práctica del senderismo a nuestros hijos. Podemos contribuir a descubrirles
un mundo mágico, lleno de sorpresas que no agotan nunca su capacidad de
curiosidad y su necesidad de experimentar, que enriquecen e invaden sus
sentidos con paisajes y estímulos generadores de intensas emociones,
excitantes y divertidas. En definitiva, les enseñamos a sentirse vivos y muy
felices, mientras descubren la naturaleza y aprenden a valorarla y
respetarla. Pero no tenemos que olvidarnos de la premisa mayor, no
podemos dar aquello que no poseemos. Lánzate a la aventura y veras que
obtienes muchas ganancias.
A modo de ejemplos quiero mostraros algunas de estas ganancias, pero
seguro que hay muchas más:
 Se generan fuertes vínculos afectivos entre los miembros de la
familia que se hacen extensibles a grupo de amigos.
 Se propician momentos y espacios en los que podemos mostrarles
los pequeños y grandes tesoros que forman parte de la naturaleza en
su gran diversidad de ecosistemas, animales, plantas, paisajes y
paisanajes, etc.
 Podemos convertirnos en cuentacuentos asumiendo el rol de
reportero y narrador de experiencias propias provocadas por las
situaciones experimentadas mientras caminamos por el monte, una
playa, un sendero de un río, etc.
 Durante una caminata podemos descubrir que nuestros hijos tienen
vida propia más allá de la familia. En plena naturaleza se abre el
apetito por hablar y contar cosas que les ocurren en el colegio, con
los compañeros de juegos, de actividad deportiva o artística; o nos
abren su mundo prohibido de sentimientos y emociones, de miedos
y preocupaciones que, al estar relajados y confiados, nos cuentan
con naturalidad sorprendiéndonos.
 Experimentando un inmenso placer al disfrutar de todo lo que nos
rodea en plena naturaleza, de otros olores que no sean la de los
pasillos de grandes supermercados, al vivenciar sensaciones que
podamos tocar, pisar y recrearnos con todos los sentidos sin que
medie una pantalla de las muchas de las que usamos para ocupar
nuestro tiempo.
 Podemos revivir nuestra infancia y compartirla con nuestros hijos.
 …….

Podríamos seguir enumerando, pero creo que con los que os he puesto os
hacéis una idea de lo que nos perdemos cuando nos quedamos sentados
delante de una tele o cualquier otro artilugio informático siguiendo series
que, no solo nos enganchan, también nos incomunican y aíslan de los que
están a nuestro lado.
Está claro que no es fácil animar a un adolescente a planificar una salida al
monte. Es mucho más fácil si ese adolescente ya está acostumbrado a
hacerlo porque desde pequeñito lo ha venido haciendo y forma parte de sus
hábitos de ocio. Por ello, debemos iniciar a nuestros pequeños en el
senderismo en edades tempranas, poco a poco, con paciencia, pero teniendo
en cuenta que debemos adaptarnos a ellos, cuidando siempre que puedan
disfrutar de esta actividad.
Queremos dejaros algunos consejos para que los peques vayan tomando
contacto y disfruten con esta preciosa actividad:
 Sé un modelo a imitar. Si tu disfrutas como padre de esta actividad,
es fácil que tu hijo lo haga también. Si, tu entusiasmo y pasión por la
naturaleza se contagia. Por ello, es importante que, desde la
preparación de la ruta, los materiales que vas a necesitar y cuanto es
preciso planificar, lo hagas en presencia de tus hijos, seguro que
quieren colaborar y aprenden a hacerlo ellos también.
 Echa mano del buen humor, de la tolerancia y comprensión
cuando muestren cansancio, torpeza, se nieguen a colaborar, o,
simplemente, se aburren de caminar. Se positivo, Han de llegar a
casa pensando que ha sido un gran día porque se han divertido. Fuera
las riñas y enfados. Saca el niño que llevas dentro y ponte sus
zapatos durante la ruta.
 Que la edad de tu hijo no sea una excusa. Siempre puedes adaptar
la ruta que vas a realizar a sus características, evitando experiencias
negativas que le lleven a rechazarla. Hay que graduar distancias y
niveles de esfuerzo para que les resulten sencillas y no les cansen
demasiado. También tendremos en cuenta los estímulos que nos
ofrecen y las posibilidades a la hora de realizar actividades divertidas
durante la misma y, que sabemos, que son de su agrado (presencia de
ríos, estanques, bosques, diversidad de fauna y plantas, etc.) evitando
el hastío y aburrimiento.
 No insistas siempre por el mismo tipo de paisaje, de actividades,
diversifica y con ello acertarás: no todos tenemos los mismos
gustos y no siempre acertamos a la primera.
 Debamos recordar, la salida al campo es algo lúdico y no una
prolongación del cole. Dejemos aparcado al profesor, o , al abuelo
cebolleta que todos llevamos dentro y disfrutemos con ellos
aportando respuestas naturales a sus preguntas o muestras de interés
 No limitarse a una simple caminata por el campo. Es importante
que ese entorno sea el escenario de juegos y actividades muy
interesantes: juegos como, el “escondite”, “el pilla pilla”, “veo veo”;
dibujos de animales, flores, hojas…, pequeñas construcciones con
los materiales del bosque respetando el ecosistema y no dañando a
los seres vivos que lo habitan; construcción de refugios para
animales, recogida de hojas para secarlas y enmarcarlas, contar
historias o cuentos relacionados con lo que va apreciando por el
comino, etc.
 Tenemos que conseguir que se sientan más importantes que la
actividad. Es un buen momento para que, mediante la escucha
activa, compartan con nosotros aspectos del colegio, de sus amigos,
que posiblemente no nos iban a contar en casa. El marco lúdico va a
propiciar que se abran y compartan su mundo.
 Si los sorprendemos con un reto o una sorpresa al final de la
ruta, seguro que los mantendremos altamente motivados y
enganchados. Prometerles que van a poder vivir una pequeña
aventura, explorando una cueva, o, que van a bañarse en un rio o
estanque, o descubrir una cascada, es seguro que vamos a triunfar en
nuestro objetivo.
 Empieza por rutas cercanas a tu entorno. En Avilés, Corvera, Illas,
Gozón o Castrillón puedes encontrar infinidad de pequeñas rutas que
seguro ya conoces y se adaptan a tus intereses. Siempre puedes
ampliar los escenarios por toda Asturias o por los lugares habituales
de vacaciones.
Espero que esta exposición os sirva de estímulo y pueda orientaros y
animaros a emprender aventuras que estoy seguro transformarán
vuestras vidas y la de los niños.

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