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Estudiando los estudios acerca de Internet a través de los tiempos

Barry Wellman

Director de NetLab; Departamento de Sociología; Universidad de Toronto

Borrador de una contribución al Blackwell Handbook of Internet Studies (2009)

Editado por Robert Burnett, Mia Consalvo y Charles Ess

20 de noviembre de 2008

Prehistoria

Como el anciano de una tribu, a menudo recuerdo el estado de Internet y del estudio de la

sociedad antes del advenimiento de Internet. Si bien en 1978 la socióloga Roxanne Hiltz y el

científico informático Murray Turoff habían publicado el profético libro Network Nation,

estudiando el vínculo entre la ciencia social y la comunicación informática, la palabra “Internet”

aún no se había inventado.

Como uno de los primeros científicos sociales en participar en investigaciones acerca de

cómo las personas se comunican en línea, en 1990 comencé a asistir a reuniones bianuales de la

tribu de aquellos tiempos: Trabajo Cooperativo con Apoyo Informático (CSCW, por sus siglas

en inglés), conferencias en las que predominaban los científicos informáticos que redactaban
aplicaciones de groupware1. En aquella época, estaban de moda las aplicaciones para Lotus

Notes. Los estudios de laboratorio, el método de investigación más utilizado en aquel entonces,

se encuentran resumidos en Connections (1991), de Lee Sproull y Sara Kiesler.

Sin embargo, solo se quería tratar con grupos pequeños y cerrados. Recuerdo haber estar solo

y desamparado frente al micrófono en la sección de comentarios de la conferencia de la CSCW

en 1992. Sintiéndome profundamente frustrado (y visto ahora con sentido profético) exclamé:

¡No entienden! El futuro no está en redactar aplicaciones autónomas para grupos

pequeños. Está en comprender que las redes informáticas funcionan con los tipos de redes

sociales en las que las personas generalmente viven y a menudo trabajan. Esas redes

sociales no son los grupos pequeños, aislados y densos a los que se intenta brindar un

soporte a través del groupware. Son redes dispersas y de largo alcance, en las que las

personas establecen vínculos con relaciones y comunidades cambiantes. Además, las

personas no solo se relacionan unas con otras en línea, incorporan la comunicación

mediada por computadora a la totalidad de su espectro de interacciones: en persona, por

teléfono y fax e incluso por escrito.

Exhorté a prestar una mayor atención a la manera en que la gente se comunica

verdaderamente en la vida real. Pero este enfoque recibió el denigrante calificativo de “estudios

de usuario”, algo mucho menos atractivo para los geeks2 informáticos que redactar nuevas

aplicaciones. Los participantes de la conferencia escucharon amablemente y siguieron

desarrollando aplicaciones para grupos pequeños. Por mi parte, también ayudé a desarrollar una,
1
Conjunto de programas que conforman una unidad de trabajo mediante el uso de Internet o una

intranet.

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porque era estimulante y divertido colaborar con científicos informáticos y ser uno de los

primeros sociólogos en haber construido algo de verdad. Tal vez nos hiciéramos ricos y famosos.

Nuestros sistemas de videoconferencia de escritorio Cavecat/Telepresence fueron uno de los

mejores groupwares autónomos de la época (Mantei, et al., 1991; Buxton, 1992). Pero nunca

salieron del laboratorio porque se nos agotaron las subvenciones y producirlos era costoso en

épocas anteriores al surgimiento del Internet. Estábamos distantes de imaginamos que quince

años más tarde Cisco se adueñaría de nuestro nombre Telepresence y, muy ufanamente, lo usaría

como marca.

Aunque es inevitable que este artículo esté obsolscente para cuando se lo publique, considero

que las formas en que los académicos han pensado sobre Internet y la sociedad pueden dividirse

en tres eras, desde sus orígenes, a principios de la década de 1990, hasta noviembre de 2008,

cuando publico esta breve historia en .pdf aspic.

2
Grupos de técnicos informáticos que generaron las aplicaciones que hicieron posible, entre

otros logros, Internet.

3
La Primera Era de los estudios de Internet: el desenfreno de los expertos

Las fuerzas de la economía ya estaban impulsando el cambio desde el groupware autónomo

hacia aplicaciones que funcionaban con redes sociales. Fue la proliferación en Internet dejó de

ser tan solo una sala de chat académico. A diferencia del groupware, Internet tenía un alcance

abierto, extenso y aparentemente infinito. Internet incorporó el sufijo .com y para mediados de la

década de los 90 estaba en pleno auge.

Internet era vista como una viva luz que brillaba por sobre las preocupaciones cotidianas. Era

una maravilla tecnológica y se pensaba que traería una nueva Ilustración que transformaría el

mundo. La comunicación dominaba Internet, mediante el correo electrónico asíncrono y los foros

de debate y mediante mensajería instantánea sincronizada y grupos de chateo. En teoría todos

estaban conectados con todo, sin límites de tiempo ni espacio. Como dijo John Perry Barlow,

uno de los directivos de la Electric Frontier Foundation, en un artículo publicado en 1995:

Con el desarrollo de Internet y la creciente difusión de la comunicación entre

computadoras en red, estamos ante el acontecimiento tecnológico más importante desde la

domesticación del fuego. Solía pensar que era el acontecimiento más importante desde la

imprenta de Gutenberg, pero ahora creo que hay que ir más atrás en el tiempo (p. 36).

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En medio de la euforia, muchos analistas perdieron el rumbo y sucumbieron ante el

presentismo3 y la focalización en Internet misma. Como Barlow pensaban que, con el

surgimiento de Internet, el mundo había vuelto a empezar (presentismo). Fueron más allá del

groupware y se dieron cuenta de que la comunicación mediada por computadora –CMC- (bajo

la forma de Internet) fomentaba la conectividad generalizada. Pero al igual que los adeptos al

groupware, consideraban la conexión en línea de manera aislada (localismo). Dieron por sentado

que solo aquello que ocurría en Internet era pertinente para comprender a Internet. A menudo,

sus análisis iniciales sobre las repercusiones de Internet no estaban respaldados por datos y se

basaban solamente en conjeturas y anécdotas: relatos de viajeros a Internet incognita. A menudo,

los análisis eran utópicos: se cantaban loas a Internet como un instrumento igualitario y mundial

y se hacía caso omiso a la manera en que las diferencias de poder y estatus podrían afectar las

interacciones tanto en línea como fuera de línea. Los distópicos también realizaban su aporte,

preocupándose por que

... aunque este alboroto nos conecta electrónicamente, nos desconecta el uno del

otro, nos relacionamos más con las computadoras y las pantallas de televisión que

mirándole la cara a otros seres humanos. [cita de Jim Hightower, presentador de Texas, en

Fox, 1995, p. 12].

Tanto los expertos como los científicos informáticos todavía estaban intentando comprender

lo que estaba ocurriendo sin tener mucho en cuenta el conocimiento de la ciencia social. En mi

frustración, comencé a publicar manifiestos en forma de artículos académicos. En dos presentaba

3
Idea de que lo más válido es el presente en detrimento del pasado y el futuro.

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mis argumentos, basados en más de treinta años de experiencia como analista de las redes

sociales y como analista comunitario. En An Electronic Group is Virtually a Social Network [Un

grupo electrónico es virtualmente una red social] (1997) comparé los grupos y el groupware con

las redes sociales y los programas de redes sociales. Escribí que era más adecuado considerar a

Internet como una red social que funciona a través de la computadora, que la constituye en el

agregado más grande del mundo (una red en la que todos los puntos están conectados en último

término, de manera directa o indirecta). En mi segunda ponencia, Net Surfers Don’t Ride Alone

[Los navegantes de la red no viajan solos] (con Milena Gulia, 1999) se abordó la moda de

bautizar a todas las interacciones en línea como “comunidad”. Nuevamente se basó en mis

treinta años de experiencia en el estudio de las comunidades como redes sociales. Sostuve que

Internet no marcaba la llegada del nuevo milenio, a pesar de lo que predicaba el evangelio de la

revista Wired (la revista Vogue de Internet), sino que era una nueva tecnología en la línea de

otros promotores de la conectividad, como el transporte y la comunicación, como el telégrafo, el

ferrocarril, el teléfono, el automóvil y el avión. Mostraba como la dinámica comunitaria seguía

funcionando en Internet (no era éste un mundo totalmente nuevo) y cuán entrelazadas estaban las

relaciones fuera de línea con las relaciones en línea.

La Segunda Era de los estudios de Internet: recopilación sistemática de datos acerca de los

usos y los usuarios

La segunda era de los estudios de Internet comenzó aproximadamente en 1998 cuando, a

instancias de las autoridades gubernamentales, los intereses comerciales y los académicos,

comenzaron a generarse informes sistemáticos sobre Internet. Se percataron de que si el auge de

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Internet iba a continuar sería mejor describirlo en lugar de tan solo alabarlo y dejarse llevar. Sin

embargo, la euforia por Internet disminuyó con el colapso del auge de las dot.com a principios de

la década de 2000. El número de páginas de la revista Wired se redujo en un 25% con respecto a

las 240 páginas publicadas en septiembre de 1996, para ubicarse en 180 páginas en septiembre

de 2001, y volvió a reducirse en un 17%, hasta alcanzar 148 páginas en septiembre de 2003: una

disminución del 38% desde 1996.

Además, los usos de Internet siguieron ampliándose y democratizándose. A las excelentes

aplicaciones de comunicación iniciales (variantes del correo electrónico y la mensajería

instantánea) se sumaron la información, a través de la World Wide Web utilizando Netscape o

Internet Explorer. Los buscadores, como Alta Vista y después Google llevaron la exploración de

la web más allá del juego para entendidos que consistía en memorizar misteriosos URLs y

direcciones IP. ¿Qué estaba pasando exactamente, además del bombo publicitario de Internet por

parte de los medios de comunicación?… ¿los gobiernos, las organizaciones no gubernamentales,

los empresarios y los académicos estaban a la caza de subvenciones de las que repentinamente

empezaron a estar disponibles?

Internet amplió nuestro ámbito de acción mucho más allá de los estudios de los grupos

pequeños. La segunda era de los estudios de Internet estuvo dedicada a la documentación de esta

proliferación de los usuarios y los usos de Internet. Se basó en estudios a gran escala, en un

primer momento efectuados por empresas orientadas al marketing (y con cierta propensión al

bombo), pero con participación creciente de gobiernos, académicos y emprendimientos a largo

plazo, como Pew Internet and American Life Study (www.pewinternet.org) y World Internet

Project (www.worldinternetproject.net). Estos estudios contaron el número de usuarios de

Internet, compararon las diferencias demográficas y determinaron cuáles son las cuestiones

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básicas que las personas han estado haciendo en Internet. Por ejemplo, se determinó que la

mayoría de los adultos de los países desarrollados están utilizado Internet y que la presencia de

las mujeres aumenta rápidamente. Sin embargo, se descubrió, también, que en la mayoría de los

países se mantiene la brecha socioeconómica a pesar del uso creciente, porque el porcentaje de

personas más pobres que usan Internet no está aumentando tanto como el de las personas más

ricas e instruidas (Chen & Wellman, 2005).

Ni las esperanzas utópicas de Barlow ni los temores distópicos de Hightower han quedado

sustanciados. A pesar de las esperanzas de Barlow, Internet no ha traído una utopía de

comunicación mundial y democracia generalizadas. A pesar de los temores de Hightower, el

elevado uso de Internet no ha alejado a la gente del contacto cara a cara. Por el contrario,

parecería que cuanto más la gente utiliza Internet, más se ve en persona (cuando lo permite la

distancia) y habla por teléfono (véanse los estudios de Wellman & Haythornthwaite, 2002). Esto

puede obedecer a que Internet ayuda a concertar las reuniones en persona y ayuda a mantener las

relaciones entre encuentro y encuentro (Haythornthwaite & Wellman, 1998). También puede

significar que las personas gregarias y extrovertidas aprovecharán todos los medios disponibles

para comunicarse (Kraut, et al., 2002).

Para sorpresa de algunos, la supuesta aldea mundial de Internet no ha hecho mella en los

contactos cara a cara entre los vecinos. En “Netville,” un suburbio de Toronto, los dos tercios de

los residentes que tenían acceso permanente y súper rápido a Internet sabían el triple de nombres

de sus vecinos con respecto a aquellos que no tenían acceso a Internet, hablaban con sus vecinos

el doble y se visitaban en una relación de 1,5 a 1 (Hampton & Wellman, 2003). Al organizarse,

las personas suelen conectarse con quienes viven cerca, tanto en línea como fuera de línea

(Hampton, 2007).

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Sin embargo, el alcance mundial de Internet es sin dudas real, especialmente en el caso de las

diásporas electrónicas que conectan a los emigrados con sus patrias. Al conectarse, la

combinación de estas diásporas permite que lleguen noticias oficiosas y confiables a países

donde a menudo impera la censura (Miller & Slater, 2000; Mitra, 2003; Mok, Wellman &

Carrasco, 2009).

La Tercera Era: de los datos al análisis

El uso de Internet ha seguido creciendo. Sin embargo, su proliferación se ha traducido en que

Internet ya no es autónoma, si es que alguna vez lo fue. Ha quedado incorporada a la vida

cotidiana. El aura etérea que emitía desde el firmamento ha quedado integrada a las cosas de

todos los días. Pasamos de un mundo de expertos sobre Internet a uno de personas comunes y

corrientes que utilizan Internet de manera rutinaria. Internet ha cobrado importancia, pero no es

algo especial. Se ha transformado en un servicio público de masas y no en el juguete de los

científicos informáticos. En lugar de experimentar un crecimiento explosivo, en América del

Norte el número de usuarios de Internet se ha estabilizado, si bien han proliferado los tipos de

usos de Internet. Sin embargo, la eclosión de variadas aplicaciones Web 2.0, desde el programa

de redes sociales de Facebook a los videos caseros de YouTube, ha alimentado el deseo de saber

qué aplicaciones usar. Fiel reflejo del nuevo carácter cotidiano de Internet, desde sus orígenes al

mejor estilo Vogue, Wired se ha transformado en algo más parecido a una revista de “hágalo

usted mismo”. Con un total de 160 páginas en septiembre de 2008, registra un aumento del 8%

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con respecto a 2003, aunque me pregunto cuán preparada está para enfrentar la nueva recesión

mundial.

¿Cómo se relacionan los académicos con Internet en esta tercera era? Las dos primeras eras

de los estudios de Internet fueron fáciles. En la primera era no se necesitaban datos, tan solo una

euforia o una desesperación elocuentes. En la segunda era, los investigadores cosecharon los

frutos más cercanos a la mano utilizando métodos estándar de la ciencia social (encuestas y

trabajo de campo) para documentar la naturaleza de Internet.

En la tercera era se hacen visibles dos tendencias opuestas, pero complementarias.

Una tendencia es la del desarrollo de los “estudios de Internet” como ámbito propio, en el

que convergen académicos de las ciencias sociales, las humanidades y la informática. En el año

2000 se celebró la primera conferencia anual de la Association of Internet Researchers

[Asociación de Investigadores de Internet] (AoIR), que en los últimos años se ha

institucionalizado al grado que muchos participantes no son conscientes de hasta qué punto la

primera reunión en la Universidad de Kansas estuvo llena de incertidumbres y esperanzas.

Rápidamente, la AoIR tomó carácter internacional y celebró conferencias en los Países Bajos,

Australia, Canadá y Dinamarca, a las que asistieron cientos de personas. Su lista de correo de

AIR es incluso mayor. Para los investigadores aficionados al turismo, la Conferencia

Internacional de Hawai de Teorías de Sistemas fue un agradable destino. Varias publicaciones, a

menudo con apoyo de importantes casas editoriales, se dedican al estudio de Internet y la

sociedad, entre ellos Computers in Human Behavior, Information, Communication and Society

(que publica un compendio de la conferencia anual de la AoIR); The Information Society; la

publicación exclusivamente en línea Journal of Computer Mediated Communication, New

Media and Society, y el Social Science Computing Review.

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La otra tendencia es la incorporación de la investigación sobre Internet a las principales

conferencias y publicaciones de sus disciplinas, donde los proyectos siguen la línea de las

cuestiones de actualidad. Esto hace que entren en juego las teorías y los métodos más

desarrollados de las disciplinas, aunque en ocasiones a expensas de la intrépida capacidad de

innovación que ofrece la investigación interdisciplinaria de Internet. Tomaré dos ejemplos de mi

propia disciplina, la sociología.

Un ejemplo es la incorporación de la preocupación de larga data sobre la “brecha digital” al

estudio de la estratificación. Yendo más allá del recuento realizado en la segunda era sobre qué

tipos de personas están en línea o fuera de ella, Eszter Hargittai (2004) ha demostrado la

distribución diferencial de las capacidades, no tan solo del acceso, en la población

estadounidense. No se trata solamente de conectarse; se trata de estar eficazmente conectado.

Dicho de otra manera, hay factores no económicos de inequidad social (vinculado con el capital

cultural y de las capacidades) que afectan de manera importante la estructura de sociedades cada

vez más informatizadas y las posibilidades de vida de sus miembros (DiMaggio, et al., 2004).

El segundo debate en curso es el relacionado con la pérdida del sentimiento de comunidad

sobre el que argumentó por primera vez hace más de un siglo Ferdinand Tönnies, en 1887. En

lugar del antiguo debate sobre si la industrialización y la urbanización habían debilitado la

comunidad, la investigación pasó a centrarse en la televisión (Putnam, 2000) e Internet (Kraut, et

al., 1998, 2002). La investigación sistemática de ese ámbito mostró que los vínculos

comunitarios estaban prosperando y que la conectividad en línea estaba interrelacionada con las

relaciones fuera de línea (Wellman & Haythornthwaite, 2002; Boase, et al., 2006; Wellman, et

al., 2006; Wang & Wellman, 2008).

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Actualmente NetLab está estudiando qué tipos de relaciones promueve (o no promueve)

Internet. Como idea rectora, NetLab cree que la personalización, portabilidad, conectividad

ubicua y movilidad inalámbrica en evolución de Internet están facilitando el avance hacia las

redes individualizadas (Kennedy, et al., 2008). Internet está ayudando a cada persona a

transformarse en un conmutador de comunicación e información entre personas, redes e

instituciones.

¿Qué pasó con el groupware, donde comencé mi periplo hace casi veinte años? Pasó de

permitir el funcionamiento de pequeños grupos cerrados a transformarse en programas

informáticos de redes sociales que conectan a redes dispersas y complejas de amigos y colegas y

ayudan a que se conecten quienes hasta el momento no lo estaban.

Ya no estoy solo. Claramente, los grupos se han transformado en individuos en red: dentro y

fuera de Internet (Wellman, 2001, 2002). La persona se ha transformado en el portal.

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