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La subordinación europea en África fue el resultado de varias causas económicas, políticas, sociales y culturales convergentes. Desde el siglo XV, los países europeos se involucraron principalmente en África por razones comerciales como el tráfico de esclavos y productos naturales. El imperialismo europeo llevó a la reducción de África a una dependencia colonial a través del poder del capital financiero. La conferencia de Berlín en 1884 repartió África entre las potencias europeas, quienes establecieron economías coloniales para
La subordinación europea en África fue el resultado de varias causas económicas, políticas, sociales y culturales convergentes. Desde el siglo XV, los países europeos se involucraron principalmente en África por razones comerciales como el tráfico de esclavos y productos naturales. El imperialismo europeo llevó a la reducción de África a una dependencia colonial a través del poder del capital financiero. La conferencia de Berlín en 1884 repartió África entre las potencias europeas, quienes establecieron economías coloniales para
La subordinación europea en África fue el resultado de varias causas económicas, políticas, sociales y culturales convergentes. Desde el siglo XV, los países europeos se involucraron principalmente en África por razones comerciales como el tráfico de esclavos y productos naturales. El imperialismo europeo llevó a la reducción de África a una dependencia colonial a través del poder del capital financiero. La conferencia de Berlín en 1884 repartió África entre las potencias europeas, quienes establecieron economías coloniales para
La subordinación europea en África, una cuestión multiarticular
El reparto de África por las potencias europeas no puede ser explicado ateniendo a razones mono-causales, sino por la convergencia de causas económicas, políticas, sociales y culturales que de alguna forma intervienen sobre los diferentes países que habrían de repartirse el continente en uno de los episodios más tensos de la historia europea. Desde el siglo XV la intervención de los países europeos en África se debía principalmente a factores comerciales claves para el tráfico de esclavos y productos naturales, por lo que el interés europeo se dirigía a la importancia geopolítica y competencia económica (Uzoigwe, 1984, pp. 61). La ejecución de procesos económicos del imperialismo europeo en territorio africano llevó a una reducción del continente a una dependencia colonial por medio del poder del capital financiero (Rodney, 1958, pp. 362. Los europeos pusieron en marcha diferentes modalidades para crear aquellas economías en las áreas, donde, a partir de la repartición de África en la conferencia de Berlín, ya tenían una fuerte injerencia. El contacto entre estos dos continentes no comienza en el siglo XIX, sino que desde el siglo XV ya existía una relación que se dio gracias a los adelantos tecnológicos de la navegación marítima, donde predominaba una intervención por parte de los portugueses en el África occidental (Rodney, 1958, pp. 359). Adicionalmente, la tipificación y cronología de los procesos históricos es crucial para comprender los cambios de diferente tipo (económico, social, político, etc.) en fechas y periodos determinados. El transporte de personas, conocido como la trata negrera, duró cinco siglos y caracteriza la economía colonial. Este tiempo de esclavitud permitió la existencia de un comercio particular, donde los africanos intercambiaban seres humanos por mercancías. Dicha cuestión llevó a la creación de una demanda de esclavos y bienes, generando una economía europea negrera, que produjo bienes de consumo para desarrollar ese intercambio, pero ignoraba el control territorial (Uzoigwe, 1984, pp. 61). Sin embargo, la instalación definitiva de las colonias, concretizada por la repartición de África, cambió aquella relación bilateral de forma notoria, puesto que, empezaron a destacar las pretensiones europeas (Rodney, 1958, pp. 363). Esta interconexión entre los siglos, donde se adquirió un gran conocimiento territorial y de riquezas del continente africano, se convirtió entonces en un deseo de control y dominación (Uzoigwe, 1984, pp. 61). La potencia del continente occidental fue demostrada mediante la búsqueda de una economía industrial con obreros, un aspecto que eliminó el carácter esclavista y se generó un control territorial, donde las economías tradicionales africanas que habían subsistido en función de los diferentes ecosistemas fueron desplazadas paralelamente a los intereses de las metrópolis europeas. Esto quiere decir que, dichas economías de autoconsumo, agrarias y mineras, a pesar de la trata negrera que fue devastadora y desestabilizadora para los gobiernos antes de los europeos y durante su presencia como esclavistas, se mantuvo aun cuando fue fragmentada por la reducción de mano de obra (Rodney, 1958, pp. 375). La substitución de las economías tradicionales por parte de los europeos también caracteriza la economía colonial. Los europeos ejecutaron su propio modelo productivo de interés y se impusieron sobre los africanos, ya que implementaron nuevos descubrimientos tecnológicos como el telégrafo y el ferrocarril (Rodney, 1958, pp. 359). Si bien es cierto que no utilizaron violencia para dominarlos, incurrieron en su territorio y los invadieron, así como devastaron su vida agraria y, por lo tanto, su economía, ya que hubo una expropiación tecnológica de sus recursos de subsistencia. Un factor dominante en el éxito y superioridad europeas residía en el acceso a múltiples recursos económicos y tecnológicos, los cuales los acercaban al éxito frente a los africanos y hacía que la suerte estuviera a su favor (Uzoigwe, 1984, pp. 61). Aquel aspecto se encargó de demostrar la fortaleza de este continente para sobreponerse y llevar a cabo una colonización, ya que hubo un fomento de las nuevas formas de comercio y el surgimiento de la economía colonial. La industria minera de oro y diamantes en Suráfrica se promovió tan pronto existió una inversión europea y por el desarrollo tecnológico moderno (Rodney, 1058, pp. 363). Estas grandes inversiones del continente europeo fueron destacables al momento de la colonización, pues ayudaron a establecer un dominio total de las colonias, puesto que, debido a aquellas actividades comerciales que estaban a su cargo, eran ellos quienes dominaban esa región del mundo. Por otro lado, los trabajos ejercidos por los africanos se limitaban a actividades relativamente sencillas y mal pagadas, como lo son los trabajos agrícolas y producción de bienes primarios y, además, se convirtieron en agentes dependientes de los productos manufacturados y de la tecnología de los países que los habían conquistado y residían actualmente en su región (Rodney, 1958, pp. 375). En conclusión, acentuar la cronología histórica es significante, pues aclara la manera en que se logró el afianzamiento de la economía colonial antes de la Primera Guerra Mundial (1884-1910), la cual no obtenía militarización masiva por parte de los europeos, sino que fue una dominación a partir de la puesta en marcha de avances tecnológicos como los ferrocarriles. No obstante, los africanos si obtuvieron una respuesta agresiva sobre la intención de dominio por parte de Europa, debido a que esta iba en búsqueda de la destrucción de su independencia (Rodney, 1958, pp. 359). De todas formas, dichas acciones no lograron frenar el objetivo europeo, sino solo atrasarlo un tiempo. Es por esto que, la importancia de mantener una correcta cronología posibilita el óptimo conocimiento de los hechos históricos, eliminando cualquier confusión y produciendo una fijación del tiempo. Además, se contemplan las actitudes y disposición de los africanos en vísperas de la época colonial y se logra afirmar la importancia de la ubicación del territorio como generador de facilidad de conquista, dominación e intervención, reduciendo la economía a entidades dependientes. Referencias G.N. UZOIGWE. “La división y conquistas europeas de África. Visión general” en Historia General de África, Tomo VI. África bajo el dominio colonial 1880-1935. Madrid, 1985, pp. 41-67.
RODNEY, Walter. La economía colonial en Historia General de África, tomo 6, África
bajo el dominio colonial 1880-1935: Madrid, 1985, pp. 359-377