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Septiembre 2017. Núm.

21 LECTURAS y RELECTURAS
ISS N: 1988-3927

Esta tierra es mía


LÓPEZ GUIL , ITZÍAR (2017). Esta tierra es mía, Sevilla: La Isla de Siltolá, col. Siltolá Poesía. II Premio de Poesía Nicanor Parra.

Juan Carlos Abril [*]

Bajo el título homónimo de la excelente pelí- tres citas con las que se abre el poemario: «En rá que el poemario posee una coherencia y
cula de Jean Renoir, This land is mine (1943), 2015 solo 62 personas poseían la misma rique- se dispone como una suerte de diario ínti-
protagonizada por los inolvidables Charles za que 3.600 millones (la mitad más pobre de mo por donde circulan y se distribuyen los
Laughton y Maureen O’Hara, Itzíar López la humanidad)», de Oxfam, con lo que se nos temas de manera independiente pero, sobre
Guil (Madrid, 1968) nos entrega su cuarto introduce en esa preocupación por lo colectivo, todo, se van trenzando en grupos que van
poemario, tras Del laberinto al treinta (2000), en esa reivindicación de la justicia social, a par- asociándose. Las anécdotas que se recuer-
Asia (2011) y Valores nominales (2014). tir de un poema que habla de la cotidianidad de dan tienen mucho de fantasmagoría, de ex-
una persona que manda a su hija a una escue- periencia pasada por el tamiz de la magia,
Esta tierra es mía sorprende por su madurez, la a aprender cómo «sumar para otros», y de- pues siempre el ejercicio de recordar es un
su tono cotidiano e íntimo al mismo tiem- nuncia la pérdida de la moral en una sociedad filtro fantasioso. Se mezclan así ambos pla-
po, sin olvidar los grandes temas, digamos que nos homogeneiza como «rosas tiesas y sin nos, dotando a Esta tierra es mía de un eje
universales, los cuales van del yo al nosotros perfume», haciendo negocio al inculcarnos un fabuloso, surgiendo el profundo entrama-
y luego recorren el camino inverso del noso- consumismo jerarquizador y antisolidario («no do del libro, como en «Cohecho» (p. 16) o
tros al yo. No existe, de hecho, el uno sin el eres un refugiado que se ahoga / a las puertas «Chicharra» (p. 17), combinados el plano
otro y viceversa. Por eso el territorio que se de tu casa», ibíd.). La voz de los versos finales alegórico y el real. Este recurso se repetirá en
reivindica y al que se alude desde el título es reproduce, desde la ironía, el discurso manipu- varias ocasiones más en poemas completos
el de los valores: atañe a lo privado y lo pú- lador que nos explota, tratándonos como a si- o en momentos de otros poemas, como en
blico, lo individual y lo colectivo, en una dia- mios que no cuestionan y admiten sin reservas «Permacultura en occidente» (p. 42), «Poe-
léctica incluyente, y en constante simbiosis. la ecuación del título: «Ese espejo infernal te está sía» (p. 44), «Qué juego es este» (p. 45), o
La tierra que pertenece al yo enunciatario mintiendo, / Chita. / Aquí nadie te trata como a «¿Tú crees que yo te entiendo?» (p. 52). Al
es la de los sentimientos, una extensión de un simio.» (ibíd.). El segundo poema, «Ascen- calor del plano real se desgajan las fábulas,
amor puro, pero también la tierra de la so- so» (p. 13), es una especie de flash o escena en la el plano simbólico-alegórico, y no sólo es
lidaridad entre las personas, la de la justicia que la idea de lo colectivo empuja los sueños, o un método didáctico y/o poético, sino so-
social. Por ejemplo: «Cuando caiga, mi rama los esfuerzos asociados: «Arriba, arriba, arriba. bre todo eficaz para trasladar un contenido
irá a parar / a vuestro lecho oscuro y renova- / Arriba, arriba, arriba.» (ibíd.), repiten los dos a partir de una serie de exempla. Aunque sea
do. / E incluso allí, ya muerta, buscará / otro últimos versos finales, insistiendo en las ilusio- de manera sesgada. Así, en «Permacultura
aliento, más limpio y verdadero, / donde nes unidas y reunidas. en occidente» (p. 42) se observa una crítica
agitar la luz del mediodía, / donde apoyar la concreta al discurso oficial contra el hambre,
frente y descansar / esta sed de justicia para Asistimos a una estructura del poemario desde ese sistema de principios éticos de di-
el hombre», de «Frente alta» (p. 22). sencilla: dos poemas en cursiva abren y cie- seño agrícola y social, político y económico
rran un conjunto en el que las iniciales de basado en los patrones y las características
Quizás el primer poema, «¿62=3.600.000.000?» los títulos componen el antiguo alfabeto del ecosistema natural, en un planeta des-
(p. 11), podría resumir esta dialéctica, ya que (con ch, ll y ñ). Sin embargo, pese a ese orden gastado y a punto de extinguirse, «Porque se
desde ese título extraño se alude a una de las aparentemente arbitrario, el lector descubri- va a acabar ya mismo. FIN.» (ibíd.).

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No obstante en «Barreras» (p. 14) se apela a volumen. Sin olvidar el magnífico «Referen- un cabo suelto sino como rebeldía frente
«ver de nuevo la extensa y misteriosa / esen- te» (p. 47), que reproducimos aquí íntegro: al automatismo de nuestra jornada laboral,
cia de la vida» (ibíd.) como en el verso final «Las palabras se gastan como el cuerpo. de nuestros horarios estrictos, de nuestros
del libro, «la entraña misma de la vida» (p. / Pero, antes de morir, / qué llenas van de mecanismos cotidianos de supervivencias e
61), porque de lo que se trata es de vivir, sea carne: / saludan, se estremecen, / tiemblan inercias que acaban oxidándonos, corroyén-
lo que eso sea, y nada mejor para sentir la de amor y abrazan nuestras bocas / como un donos el carácter, como reza el famoso libro
vida que la experiencia del amor, el cual apa- pez / que les huyera entre escamas de voz / y de Richard Sennet... «No saben recordar, de
rece en múltiples ocasiones, ya sea en forma de saliva, / blando pez inasible / que escupe puro jueves, / qué ha sido del amor y su rugido
de intimidad o en escenas eróticas, «buscan- al aire el frágil ser, / piel palpable y fugaz, / / inquieto, dónde queda el milagro / del abra-
do que se doblen las rodillas / y el pulso se eco sin fin de su derrota.» (ibíd.). zo, la hiedra enloquecida / del deseo rasgando
desboque en ese rito / que acaba en la bra- con sus dientes / la distancia, la mínima dis-
gueta.» (p. 15). Otras veces los pensamientos De este modo llegamos al poema final, sin tancia.» (ibíd.). Así dice la estrofa central de
—como en «Educación» (p. 19) — en for- título, que actualiza el chestertoniano El este poema último que apenas puede resu-
ma de reflexión, el tono confesional como hombre que fue jueves desde el centro de mir un poemario muy amplio, por enrique-
en «Hielo» (p. 27), o el apunte en torno a la la realidad laboral y existencial de nuestro cedor, con muchas más connotaciones que
carne, como «Ilusiones» (p. 28), amparan quehacer cotidiano: «Los jueves tienen mala las que aquí hemos reseñado brevemente, y
estas nociones. Y otros tópicos sentimenta- memoria: / se enfilan entre un día de trabajo que recomendamos por su sinceridad, en la
les aparecen en «Lluvia» (p. 32), porque la / y un tiempo que promete y aun no llega.» (p. que extrae poesía de ese puñado de verdades
lluvia con su repiqueteo «rompe con fuerza 61). Los jueves son el centro de la semana, que nos asaltan día a día. Itzíar López Guil
este cristal» (ibíd.). Podríamos también citar quizá más duros incluso que los lunes, pero ha publicado un libro excelente, un libro
dos composiciones reivindicativas y explíci- en cualquier caso deben apuntar hacia nues- emocionante, con una voz que vibra. Noso-
tas como «“Nosotras”» (p. 34), para disentir tra salvación del fin de semana, ese tiempo tros, sus lectores, lo agradecemos.
del discurso de género clásico, y «Ortografía para nosotros mismos, como en los versos
básica» (pp. 37-38), en la que el yo femeni- finales antes citados: «[...] Para cobrar / el
no rechaza acostarse con un editor y lo hace, único latido que nos salva. / Para volver, de
en cambio, con el poema/texto. Seguiríamos nuevo, a caminar, / como un autómata entre
Notas
con nuestra exégesis en la que no dejamos bombas, / hacia la entraña misma de la vida.» [*] Universidad de Granada, España.
de señalar «Perlas del plata» (pp. 40-41), un (ibíd.). Un final que deja abierto el hilo de la
Contacto con el autor: jca@ugr.es
poema descriptivo fuera/dentro que se erige vida, esa que tanto cuesta bien saber qué es,
quizá como el más emocionante de todo el que no se define sino que se vive, no como

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