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1. CONCEPTOS PRELIMINARES
en tanto recoge no sólo el hecho punible, sino también las diversas particulari
dades que presenta el autor culpable a fin de imponer una pena útil y merecida.
Y es que el efecto de confianza y de pacificación recién puede darse a partir de
lo que resulte del proceso880.
A decir de Hurtado Pozo, no hay pena sin ley previa significa que, de la
misma manera como el comportamiento debe ser delimitado en la disposición
penal, por un lado, también la sanción punitiva, antes que el delito sea cometido
debe ser prevista de manera suficiente y, por otro, que el juez debe limitarse a
imponer la sanción prescrita881.
Un Sistema determinativo de la pena, que no puede ser concebido bajo
términos en puridad «legalista», en tanto la sanción punitiva recae sobre un
bien jurídico basilar del orden jurídico-constitucional: la «libertad personal»; por
tales motivos, han de introducirse criterios legitimantes, que puedan configurar
a la vez: una pena justa para la sociedad, compatible con la dignidad humana,
ajustable al proyecto «resocializador», según la política criminal esbozada en la
Ley Fundamental. En definitiva, la imposición de la pena, no puede ser dejada
a puro arbitrio del juzgador, de ser así, estaríamos convalidando decisiones
arbitrarias e injustas, desprovistas de toda razonabilidad.
Al sistema legalista se le objeta de ser injusto, pues si bien puede resultar
igual la aplicación de una pena en forma abstracta, individualizada ésta, puede
ser diferente, e incluso antagónica, afirma P eña C abrera . Asimismo, se dice que
es ineficaz, pues es contrario a toda política preventiva que demanda en algu
nos casos mayores sanciones y en otras, posiblemente la mayoría de los casos,
menores. Por su parte, al sistema de libre arbitrio judicial se le critica el estar en
contra de las exigencias de seguridad jurídica a todo Estado de Derecho882; (...)
cuantas más reglas se establezcan y menor sea el ámbito del arbitrio judicial,
más cerca nos encontraremos del sistema de pena absolutamente determina
da883.
Lo que se pretende en todo caso, es conciliar la pena legal, con aquellos
criterios basados en la personalidad del agente infractor, que puedan en su
conjunto armonizar una sanción penal que satisfaga los intereses jurídicos en
conflicto, lo cual es una empresa en realidad de difícil concreción. Así, Costa,
al señalar que se debe, en cuanto sea posible individualizar la pena, pero sin
880 R oxin, C.; La Teoría del Delito en la discusión actual. Traducción por Manuel Abanto Vás-
quez, Grijley, Lima, 2007, cit., p. 82.
881 H urtado P ozo, J.; Manual de Derecho Penal. Parte General, I, 3era. Edición, Grijley, Lima,
2005, cit., p. 172.
882 P eña C abrera , R.; Tratado de Derecho Penal. Parte General. Estudio Programático de la
Parte General. GRIJLEY, 3era. Edición, Lima, 1999, cit., p. 626.
883 López Barja D e Q uiroga, J.; Teoría de la Pena. Ediciones AKAL, Madrid, 1991, cit., p. 115.
386 D erecho p e n a l - P ar te g e n e r a l : T o m o I I
olvidar, ante todo, que la proporción penal constituye ya, por si misma, una ma
nera de individualización, que responde perfectamente al fin de prevención y, en
segundo lugar, que separarse del principio de proporción penal significa chocar
con el sentimiento común de justicia884.
En un sentido más amplio, la tarea de individualizar la pena no se agota
en la tarea judicial de determinar la clase y cantidad de pena que corresponde al
caso concreto, sino que incluye otras cuestiones, como la creación de un marco
punitivo abstracto para cada hecho punible, la determinación de pautas que el
juez debe considerar, la discrecionalidad que resulta admisible en su aplicación,
la decisión sobre la viabilidad de una condena de ejecución condicional, las
modalidades de ejecución o en fin la determinación de la fecha de libertad antici
pada, por lo que corresponde distinguir los ámbitos en los que deben adoptarse
estas decisiones885.
En el séptimo fundamento jurídico del Acuerdo Plenario N° 1-2008/CJ-
116 de la Corte Suprema de Justicia de la República, que precisó lo siguiente:
“Con ello se deja al Juez un arbitrio relativo que debe incidir en la tarea funcional
de individualizar en el caso concreto, la pena aplicable al condenado. Lo cual
se hará en coherencia con los principios de legalidad, lesividad, culpabilidad y
proporcionalidad (artículos II, IV, V, Vil y VIII del Título Preliminar del Código
Penal), bajo la estricta observancia del deber constitucional de fundamentación
de las resoluciones judiciales.
Cuando se trata de delitos muy graves, las necesidades preventivo-gene-
rales pasan a primer plano, sin que ello implique dejar de lado, las finalidades
preventivo-especiales; en tanto, la alarma social provocada por el delito, es de
mayor intensidad.
En cambio, ante injustos de menor disvalor antijurídico, la pena puede
quedar por debajo de la medida de la culpabilidad o ser reemplazada por otras
sanciones (p.ej. la reparación civil), anota Roxin, en tanto exigencias preventi
vas lo evidencien o por lo menos lo permitan886.
887 D emetrio C respo, E.; Prevención General e Individualización de la Pena. Ediciones Uni
versidad de Salamanca, Salamanca, mayo 1999, cit., p. 43.
888 López B arja D e Q uiroga, J.; Teoría de la Pena, cit., p. 116.
889 Z ugaloía E spinar, J.M.: Fundamentos de Derecho Penal. Parte General, cit., p. 264.
388 D erecho p e n a l - P ar te g e n e r a l : T o m o I I
890 M oreno y B ravo, E.; El Principio de Culpabilidad. Las Dilaciones Indebidas en el Proceso
Penal y su Incidencia en la Determinación de la Pena. En: “Dogmática y Ley Penal - Libro
Homenaje a Enrique Bacigalupo. Tomo I, Marcial Pons, Ediciones Jurídicas y Sociales SA,
Madrid-Barcelona, 2004, cit., 552.
891 D emetrio C respo , E.; Prevención General e Individualización Judicial de la Pena, cit., p.
44.
892 M aurach, R ./ Z ipf, H.; Derecho Penal. Parte General. 2. Traducción de la 7o edición alema
na por Jorge Bofill Genzsch, Editorial Astrea, Buenos Aires, 1995, cit., p. 694.
893 M oreno y B ravo, E.; El Principio de Culpabilidad...., cit., p. 553.
894 B oldova Pasamar y otros; Las Consecuencias Jurídicas del Delito en el Nuevo Código
Penal Español, cit., p. 180.
895 M aurach, R ./Z ipf, H.; Derecho Penal. Parte General, 2, cit., p. 695.
C a p ít u lo XXXIII: L a a p lic a c ió n y d e te r m in a c ió n de l a pena 389
Las tres etapas descritas, han de guiar los criterios y/o pautas, a emplear
por parte del juzgador, amén de arribar a una pena, que pueda acoger los fines
preventivo-generales así como los preventivo-especiales, en especial el senti
miento de justicia de la comunidad. Este último aspecto fundamental, cuando el
crimen perseguido es de «lesa humanidad».
En resumidas cuentas, el proceso de «determinación legal de la pena»,
de la concreción de la amenaza legal en abstracto, en cuanto la persona del
sujeto infractor de la norma, se deriva de una serie de criterios que revisten a
este acto de un sentido realista, de abstraer el juicio de valoración judicial a lo
meramente jurídico, para penetrar en aspectos fundamentales, en específico
en los actores involucrados en la conflictividad social producida por el delito: -al
autor, a la sociedad y a la víctima.
Los criterios anotados, fueron recogidos y plasmados normativamente
por el legislador en el artículo 45° del CP, siendo los siguientes:
898 P eña C abrera , Raúl, desde otra perspectiva, considera que el art. 46 oscurece el plan
teamiento esbozado (ref. al art. 45) posibilitando que los rezagos positivistas del Código
derogado sobre este punto, se mezclen con la dogmática novedosa del artículo 45; ob.cit.
394 D erecho p e n a l - P a r te g e n e r a l : T o m o I I
899 Tal como lo consagra el artículo 163° de la Constitución Política del Estado, al señalar que:
“El Estado garantiza la seguridad de la Nación mediante el Sistema de Defensa Nacional.
La Defensa Nacional es integral y permanente. Se desarrolla en los ámbitos interno y
externo".
900 Por ejemplo, el delito de Parricidio, tipificado en el artículo 107° del CP, fija como sanción
una pena no menor de quince años, entonces, aplicando una agravación de un tercio, se
le podrá imponer una pena de 20 años.
901 A mayores detalles, ver infra, lo referente a la pena de cadena perpetua.
C a p ít u l o XXXIII: L a a p lic a c ió n y d e t e r m in a c ió n de l a pena 395
902 Los particulares que intervengan a efectos de configurarse estos delitos (extraneu), única
mente podrán ser sancionados a título de partícipes (cómplice primario o secundario), pues
sobre ellos no recae la función especial, en tanto nunca van a tener el dominio del hecho,
el cual se deriva de la función encomendada.
396 D erecho penal - P a r te g e n e r a l : T o m o I I
conocimiento para la realización típica; sin duda, se revela una mayor peligro
sidad social.
Segundo, se ha fijado normativamente en un tercer párrafo lo siguiente
“Constituye circunstancia agravante, cuando el sujeto activo desde un estable
cimiento penitenciario donde se encuentra privado de su libertad, comete en
calidad de autor o partícipe, el delito de tráfico ilícito de drogas, lavado de ac
tivos, trata de personas, terrorismo, extorsión o secuestro. En tal caso, el juez
podrá aumentar la pena hasta un tercio por encima del máximo legal para el
delito cometido, no pudiendo exceder de treinta y cinco años de pena privativa
de libertad”.
Las cárceles de nuestro país no sólo resultan ser disocializadoras y neu-
tralizadoras de la persona humana, sino también el centro de operaciones de
peligrosas bandas criminales, que desde los barrotes planifican la ejecución de
execrables crímenes. A partir de esta inclusión, la agravante in examine, ya no
puede ser considerada en cuanto al prevalimiento de la función pública, sino en
orden a determinadas particularidades del agente, que importan una mayor re
probación jurídico-penal; en este caso, no obstante encontrarse en un régimen
de carcelería, continúa en su quehacer delictivo.
Ahora bien, dice el texto normativo, que el agente puede ser considerado
autor o partícipe; para ser calificado como autor, deben darse ciertos presu
puestos, pues es lógico que esta persona no participa de forma formal en la
ejecución del injusto penal, en virtud a la privación de libertad de la que es
objeto. Supone entonces, su membresía a una estructura criminal de ciertas
características, que cuenta con jerarquías internas, mandos medios, inferiores
y superiores, que dada su articulación, permite la concretización de los planes
criminales, a partir de su propio funcionamiento.
Por otro lado, para que pueda ser considerada su intervención a título de
participación, bastará con acreditarse que éste dio una aportación en la etapa
preparatoria del delito, sea informando el paradero de la posible víctima para
que sea secuestrada, aportación que si era imprescindible será constitutiva de
una «complicidad primaria» y si no era de relevancia (sustituible), será en su
defecto una «complicidad secundaria».
A nuestro entender, la inclusión de esta circunstancia, parte desde un
factor eminentemente criminológico, ajustado a los fines preventivo-generales
de la conminación penal.
C a p ít u l o XXXIII: L a a p lic a c ió n y d e t e r m in a c ió n de l a pena 397
1. A modo de aproximación
y/o la puesta en peligro de bienes jurídicos, tal como se desprende del artículo
IV del Título Preliminar del CP.
Así también se deja por sentado en la misma titulación, que la sanción
punitiva ha de adquirir una magnitud adecuada a la gravedad del delito (disvalor
de la acción + disvalor del resultado), la respuesta penal debe ser razonable
conforme al grado de antijuridicidad material. Con ello tomar lugar el principio
de Proporcionalidad (artículo VIII), que ha de ajustarse a otros dos principios,
no menos importantes: de Culpabilidad y de Humanidad de las penas. Este
último cobra gran relevancia, a en orden a evitar que la pena sea constitutiva
de una reacción estatal meramente retributiva, a fin de cautelar los cometidos
preventivo-generales y preventivo-especiales.
Cuestión de relevancia es que dichos factores preventivos, tienen por
finalidad última la tutela de bienes jurídicos, por lo que ha de rechazarse la
postura que sugiere que la función del Derecho penal es el fortalecimiento de
la vigencia de la norma, ello en realidad no es así, pues las normas asumen
una función instrumental, como medios para alcanzar la tutela de los intereses
jurídicos fundamentales.
Como pone de relieve Rudolphi, el fin inmediato de la conminación penal,
la imposición y la ejecución de la pena, es decir, de la norma penal, es, por tanto
la estabilización o la mera imposición de las normas que existen para la protec
ción de bienes jurídicos, los mandatos y prohibiciones como pautas vinculante
del comportamiento humano904.
Mientras que el principio de Culpabilidad importa, que debe existir una
vinculación anímica del autor con el injusto típico, con el hecho que se le atribu
ye como obra suya, proscribiendo toda clase de responsabilidad objetiva.
Dicho esto cabe decir, que los principios rectores mencionados, juegan
un rol fundamental al momento de la «determinación judicial de la pena», im
pidiendo que la reacción punitiva desborde el plano preventivo-especial, que
se supone debe tener como efecto la misma, nos referimos a la rehabilitación
social, con arreglo a lo previsto en el inc. 22) del artículo 139° de la Ley Funda
mental, concordante con el artículo IX del Título Preliminar del CP, concordante
con el artículo II del Título Preliminar del CEP.
En resumidas cuentas, lo descrito configura el marco de determinación e
imposición judicial de la pena, de acorde con los valores que se compagina en
un orden democrático de derecho.
904 R udolphi, H.J.; El fin del Derecho penal del Estado y las formas de imputación jurídico-
penal. En: El sistema moderno del Derecho penal: Cuestiones fundamentales - Estudios
en honor de Claus Roxin en su 50°. Aniversario, cit., ps. 82-83.
C a p ít u l o XXXIII: L a a p lic a c ió n y d e t e r m in a c ió n de l a pena 399
905 Sin dejar de lado los decretos legislativos de julio del 2007.
400 D erecho p e n a l - P a r te g e n e r a l : T o m o I I
lidad normativa, nos referimos a la ideología del «Derecho penal del enemigo»,
cuya fundamentación teórica y filosófica, se sostiene bajo la premisa de las fun
ciones sistémicas que ha de seguir el sub-sistema reconocido por las normas
jurídico-penales, es decir, lo que importa en todo caso es el funcionamiento del
orden social, el orden público, por lo que la pena, como respuesta ante el delito,
deberá adquirir una mayor intensificación cuando la amenaza a dicho orden sea
mayor.
Manifestación que no hace más que superponer los fines estrictamente
colectivos, sobre los «individuales», entonces, muchas veces se tendrá que de
jar de lado los fines preventivo-especiales, para dar paso a los fines preventivo-
generales, por eso se dice, según esta doctrina, que el fin del Derecho penal no
es al protección de bienes jurídicos, sino el fortalecimiento de la vigencia de la
norma mediante la prevención general positiva906, la cual colorea y determina el
contenido de la culpabilidad.
A partir de dicha concepción los derechos fundamentales del penado,
son vaciados de contenido material, y reducidos a una función netamente “ins
trumental”, la sanción punitiva ya no será reconducida a los fines de rehabi
litación social, que se supone debe cautelar toda pena, pues como se dijo lo
que interesa ahora es la tutela del orden público, de la seguridad pública, etc.;
mientras más grave sea el injusto, más severa será la sanción, pero, ahora se
añade ciertos factores criminológicos, que tienden a descripciones tipológicas
de autor: «delincuente terrorista», antes los llamados «enemigos del derecho».
Ha de mencionarse, por tanto, que el análisis de la presente sentencia, en
definitiva, no puede sujetarse únicamente a un balancing test, de orden cons
titucional, sino que se deben recoger las posturas dogmáticas que sirvieron al
legislador, para edificar las bases programáticas del CP de 1991, de forma con
creta los principios jurídico-penales que se asientan en el Título Preliminar, de
común idea con la Exposición de Motivos que se insertó de forma preliminar en
dicho texto punitivo, que habría de adecuarse a la Ley Fundamental de 1979 así
como a las nuevas tendencias de la política criminal según las coordenadas de
la moderna concepción del Constitucionalismo Social. De forma literal se expre
sa lo siguiente, en cuanto a la necesidad de una reforma total de la codificación
punitiva: “Esta empresa debía abocarse no solamente a adaptar el Código Pe
nal al sistema político dibujado por la Constitución, sino, también a las nuevas
realidades de nuestra sociedad y a los avances que presenta en esta hora la
política criminal, la dogmática penal, la criminología y la ciencia penitenciaria".
Hoy en día cobra cada vez más vigencia la célebre frase de V on L iszt : “El
Derecho penal constituye la barrera infranqueable de la política criminar-, dicho
906 Así, Tocora, F.; Principios Penales Sustantivos. Editorial Temis SA, Bogotá - Colombia,
cit., p. 75.
C a p ít u l o XXXIII: L a a p l ic a c ió n y d e t e r m in a c ió n de l a pena 401
2. Cuestiones preliminares
2. 1. D e r e c h o p e n a l d e l e n e m ig o
2 .2 . L o s fin e s d e la p e n a
2 .3 . A n á lis is d e la C o n s t it u c io n a lid a d d e la L e y N ° 2 8 7 2 6
Que nos esta diciendo el TC, que para poder resolver el test de constitu
cionalidad normativa, únicamente será necesario cotejar los fundamentos ex
puestos por el demandante, según los alcances e incidencias de la reincidencia
y la habitualidad, de acuerdo a los intereses constitucionales que pueden ser
vulnerados, sin tomar en cuenta dice y, esto es lo más grave, las doctrinas o
construcciones teóricas consagradas en el Derecho, a fin de no tomar partido
por alguna de ellas. En otras palabras dicho, la dogmática penal no sirve para
poder definir la constitucionalidad de dichas instituciones.
Es que acaso olvida el TC, que precisamente el desarrollo del pensa
miento sistemático, contenido en el depurado avance de la dogmática jurídico-
penal, fue precisamente el gran apoyo teórico, que tuvo el legislador para poder
construir el CP de 1991 y, así se expresa contundentemente en la Exposición
de Motivos. Se adoptó una dogmática penal de fiel respeto a los derechos hu
manos, con arreglo a los valores de una sociedad democrática, de donde en
tonces, aparece a la luz, los principios de humanidad de las penas, de los fines
preventivo generales y preventivo especiales, del principio de proporcionalidad,
del non bis in ídem, el principio de subsidiariedad y otros, que fueron anclados
en el Título Preliminar del CP, gozando de una protección «Constitucional».
El principio de responsabilidad penal, tiene que ver fundamentalmente
con el principio de dignidad humana, de acorde al principio de proporcionalidad;
C a p ít u lo XXXIII: L a a p lic a c ió n y d e t e r m in a c ió n de l a pena 407
la pena no puede suponer una reacción estatal, que deje de lado, los cometidos
preventivos, para constituirse en una respuesta retributiva, ha de fijarse con
respecto a la necesidad preventivo-especial. Si es que el sistema de punición
respeta en realidad la dignidad humana y la libertad personal, sólo puede des
cargar una pena, cuando el sujeto ha revelado con su conducta una exterioriza-
ción de lesión y/o la puesta en peligro de un bien jurídico -penalmente tutelado-,
y no por su tendencia conductiva, no en base a la peligrosidad social, sino en
cuanto a su culpabilidad por el acto.
Un «Derecho penal del acto», así como una responsabilidad personal
por la conducta, importa un reconocimiento constitucional de primer orden, por
tanto el análisis constitucional no puede desvincularse de la dogmática penal
imperante, sin que ello suponga tomar partido por tal o tal postura, sino la coin
cidencia con aquella que se ajusta a la ratio de la norma y, ello es una opción
legítima. Máxime, si la dogmática es la fuente de la ley penal, y el instrumento
de hermenéutica jurídica que debe tomar en cuenta el legislador, cada vez que
emprende una reforma política criminal.
No se puede separar sin más la política criminal de la dogmática penal,
so pena de que la reforma legislativa se constituya en un decisionismo “torpe”,
incompatible con los fines que ha de desplegar el Derecho penal. Justamente
esta desvinculación, ruptura, divorcio entre la norma y la dogmática, es la que
ha propiciado el resquebrajamiento del CP, en cuanto a su coherencia sistemá
tica y, en definitiva esta es la pauta que se revela en el caso de la Ley N° 28726,
en gran medida.
Recogemos unas frases de Mir Puig: “(...), si las reformas legislativas fue
ran siempre el resultado y la manifestación de posiciones que han conseguido
la aprobación de la opinión dominante, tras el reposado proceso de discusión
que supone la evolución histórica de la ciencia jurídica y su diálogo con la ju ris
prudencia, reflejo a la larga de la evolución social general, se aseguraría mejor
la adecuación del Derecho al ritmo de la Sociedad y a los problemas efectivos
que cada institución plantea a lo largo del tiempo y de servir de base a la labor
dogmática, m ejor que mediante el solo recurso a un legislador generalmente
demasiado apremiado por la prisa y distante de las necesidades de la materia
a regular. (...). El conocimiento dogmático del Derecho vigente es presupuesto
necesario para su acertada reforma. Antes de recurrir a la modificación legis
lativa la Dogmática intentará todo tipo de soluciones en el marco de la Ley
positiva. Sólo así se comprobará con rigor si no hay otra vía, con frecuencia
preferible, que la reforma legal; y en la búsqueda de soluciones se habrán ensa
yado con calma caminos que en su caso han de ofrecer al legislador alternativas
no improvisadas y técnicamente probadas, a la vez que aseguren la oportuna
408 D erecho penal - P ar te g e n e r a l : T o m o II
relación con la legalidad anterior, en cuyo contexto han surgido, y con ello una
evolución racional del Derecho”907.
El «racionalismo normativo», de contenido axiológico, como lo denomino,
importa la única vía garantizadora de que las reformas legales en materia penal,
se ajusten al orden de valores de un Estado democrático de derecho, para ello
el conocimiento dogmático se erige en una herramienta indispensable e insus
tituible.
2 .4 . C o n c e p to d e R e in c id e n c ia
907 M ir Puig, S.; Por una dogmática creadora. En: La Sentencia Penal. Consejo General del
Poder Judicial, Madrid, cit., ps. 19-20.
908 En cuanto a que los delitos se hallen en el mismo Título del CP, J iménez de A súa, anota que
seguir este criterio es absurdo, pues a menudo hay delitos de tipo íntimamente parejos
que no están en el mismo título del Código, y otras muchas veces Infracciones contenidas
C a p ít u l o XXXIII: La a p lic a c ió n y d e t e r m in a c ió n de l a pena 409
en el mismo título tiene móviles tan distintos, que realmente no podría hablarse de la per
manencia del mismo impulso criminoso, del cual es signo la reincidencia específica; La
Ley y el Delito, cit., p. 539; así, Blanco Lozano, C.; Tratado de Derecho Penal Español, T.
I, Vol. II, cit., p. 359.
909 Así, B acigalupo, E.; El Principio de Culpabilidad, Reincidencia y Dilaciones Indebidas del
Proceso, cit., ps. 164-165; Z ugaldía E spinar, J.M.; La Individualización de la Pena en el
Borrador de la Parte General del anteproyecto de Código Penal de 1990, cit., p. 465; Mu
ñoz C onde, F./ G arcía A ran , M.; Derecho Penal. Parte General, cit., p. 542; C ury U rzua, E.;
Derecho Penal. Parte General, cit., ps. 504-508.
410 D erecho penal - P a r te g e n e r a l : T o m o II
como se dispone expresamente en el inc. 3) del artículo 440° del CP910. No obs
tante, observamos que las ansias punitivistas del legislador, ha conllevado una
modificación sustancial en el régimen sancionador de las Faltas, de forma espe
cífica en el artículo 440°: “Las penas que pueden imponerse son las restrictivas
de derechos y multa, salvo el caso de reincidencia en faltas dolosas reguladas
en los artículos 441 y 444. En este caso, se aplica pena privativa de libertad,
para cuyo efecto se procede a efectuarla conversión de las penas lim itativas es
tablecidas, aplicando lo dispuesto en los artículos 55 y 56 del presente Código".
Lo introducido en este apartado, advierte una suerte de utilización del
Derecho penal, para situaciones que deberían ser enfrentadas con otros medios
de control social, dando lugar a la expresión de una Neo-Criminalización, en
franca contravención a los principios de Proporcionalidad y de Razonabilidad911]
en este caso se llegaría al absurdo de aplicar una sanción de carcelería efectiva,
ante hechos que no llegan a ser delitos, por su escasa materialidad antijurídica.
La inclusión de la ppl, en el marco regulativo de las Faltas, constituye todo
un hito en la legislación comparada, donde nuestro país se coloca en la van
guardia, no por caminos legislativos acertados, sino por la trasnochada propo
sición normativa, al contravenir los principios rectores y legitimadores del Dere
cho penal. ¿Es que acaso se quiere encarcelar a todo agente que cometa actos
de bagatela, a aquellos que perpetran hechos de mínima lesividad? Constituye
en realidad un discurso que se ajusta al Derecho Penal Simbólico, no podemos
aceptar, que algún juez de la República haya de ordenar el enclaustramiento
carcelario de un Reincidente de faltas dolosas. Primero, en la medida que el
órgano judicante, ha de efectuar un test de razonabilidad, de proporcionalidad
y ponderación, prefiriendo los preceptos constitucionales en rigor, que una nor
ma desprovista de toda legitimidad. Y, segundo, es la propia infraestructura
penitenciaria del Perú, que no admite ingresos carcelarios de esta naturaleza,
la capacidad hospedante esta abarrotada, donde los clientes prioritarios son los
autores de los crímenes más graves, donde el Estado no cuenta con el financia-
miento necesario para poder solventar tremendo gasto912.
Son los propios actos del legislador, que nos dan la razón, al haberse in
troducido al catalogo punitivo, la denominada «Pena de Vigilancia Electrónica»,
910 Vide, al respecto, C astro T rigoso, H.; quien a efectuado un fatigoso y prolijo análisis a este
tópico; Las Faltas. Un estudio sustantivo y procesal. GRIJLEY, Lima, 2008.
911 En palabras de F ernández C arrasquilla, principios como el de ofensividad y proporciona
lidad redimen, pues, del desastre al limitar las sanciones penales a lo que es socialmente
necesario dentro del equilibrio de la justicia conmutativa, la dignidad de la persona y la
estricta justificación de la ingerencia estatal en derechos fundamentales; Dogmática Pe
nal sin reproche de Culpabilidad..., cit., p. 169.
912 Vide, al respecto, C astro T rigoso, H.; La Reforma Penal de las Faltas..., cit., p. 29.
412 D erecho p e n a l - P a r te g e n e r a l : T o m o II
vía la dación de la Ley N° 29499 del 2009, en virtud de la cual, aquellos que se
gún la legislación positiva, irían directo a prisión, tienen la posibilidad de cumplir
la sanción penal en su domicilio y/o en lugar determinado, siempre que la pena
privativa de libertad no sea mayor a los seis años.
Precisamente, la admisión de esta alternativa a la ppl, toma lugar en
aquellos injustos de meridiana gravedad. ¿Cómo es qué acaso se pretende
recluir en un Establecimiento Penitenciario, a quien comete una Falta contra el
patrimonio o contra la persona y a quien perpetra una Estafa o unas Lesiones
leves, bastará con recluirlo en su domicilio? Observamos, una política criminal
incoherente, contradictoria en su proyección normativa, cuya señal es la mani
festación de una orientación meramente coyuntural; transitamos entre una ex
presión democrática de la violencia penal y, a su vez en una agazapada visión
autoritaria del Derecho penal.
Por lo demás, cabe advertirse otro error de técnica legislativa en esta
incidencia normativa: las pautas y criterios a tomar en cuenta por la judicatura
en la etapa de la «Determinación Judicial de la Pena», sólo tiene que ver con
el delito y no con las Faltas, conforme se detalla normativamente en el artículo
46° del CP. La incidencia regulativa de estas manifestaciones conductivas, ha
de verse conforme lo estipulado en el artículo 440° del CP, muy a pesar de la
modificación traída a mas por la Ley N° 29407.
Se incorpora al artículo 46°-B, el siguiente párrafo: “Si el agente se le in
dultó o conmutó la pena e incurre en la comisión de nuevo delito doloso, el juez
puede aumentar la pena hasta en una mitad por encima del máximo legal fijado
por el tipo penaf.
Es sabido, que existen ciertas instituciones ius-constitucionales, que tien
den a poner freno y/o límite a la concreción punitiva estatal, como una vía legí
tima de un orden democrático de derecho, de poner freno a una prisionización
per se irracional, que en ciertas circunstancias vulnera la propia dignidad del
penado. Constituyen mecanismos constitucionales legítimos, que se condicen
con el objetivo de ejercer equilibrios entre los Poderes del Estado.
Es a partir del Indulto y de la Conmutación de la pena, que el Presi
dente de la República puede decidir la excarcelación de condenados o en
su defecto de reducir significativamente el tiempo de ejecución de la pena,
en correspondencia con lo previsto en el inc. 21) del artículo 118° de la Ley
Fundamental. Toman lugar en mérito a las condiciones personales que pre
senta el penado y otros datos a saber, que en conjunto permitan inferir que
la pena impuesta por la judicatura no se ajusta a los fines constitucionales de
la sanción punitiva.
C a p ít u l o XXXIII: La a p lic a c ió n y d e t e r m in a c ió n de l a pena 413
- E l r e c o r t e d e lo s B e n e f ic io s P e n ite n c ia r io s , p a r a lo s « R e in c id e n te s »
y lo s « H a b itu a le s » , v ía la L e y N ° 2 9 5 7 0
la pena impuesta, de que el castigo por el crimen cometido, sea un mal para el
sujeto infractor y un bienestar a la sociedad, que se quiere defender. Se dejan
de lado, los fines preventivo-especiales de la pena, tal como lo proclama la Ley
Fundamental.
Anular el acceso a los Beneficios Penitenciarios, a los Reincidentes y Ha
bituales, podría resultar inconstitucional; empero, a nuestro entender, ello se po
dría salvar, si es que se define el acceso a los Beneficios, no por la personalidad
del autor, sino por su frecuente y continuó obrar antijurídico, manifestando un
desprecio tajante, hacia las normas de convivencia social, por ende, merecedor
de un mayor reproche de Culpabilidad. Según dicha consideración, se debería
proceder a lo siguiente: en el caso del Concurso delictivo (ideal o real), la pena
concreta, se determina con arreglo al principio de «Acumulación Jurídica», pero,
para el cómputo del plazo de la admisión del Beneficio Penitenciario, la «Acu
mulación Material», esto quiere decir, que si el agente, cometió en un lapso de
tres años, cuatro Asesinatos, merecedores cada uno de 25 años de pena pri
vativa de libertad, se sumara los 100 años y, sobre dicha base, se requerirá el
cumplimiento de las dos terceras partes y de la mitad de la condena.
Acudir a los conceptos de la Reincidencia y de la Habitualidad, no resulta
ajustado a los principios rectores de nuestro Derecho penal, tal como es de ver
se de «Culpabilidad por el Acto» que se corresponde con un «Derecho Penal
del Acto», tal como se pregona en la Exposición de Motivos del Código Penal
de 1991; en cambio, la regulación de los Concursos delictivos, otorga una base
legítima de reacción punitiva intensificada, tomando en cuenta, que no es lo
mismo cometer un solo Asesinato, que haber matado a cuatros personas en un
lapso de tres años. Máxime, cuando el legislador, aún no identifica un rasgo dis
tintivo, entre la Habitualidad y el Concurso Real de delitos, lo que puede llevar a
confusión a los operadores jurídicos.
- E l a ju s te p o r e n c im a d e l m a r c o p e n a l, c u a n d o e l R e in c id e n t e o H a b i
tu a l c o m e te d e lit o s g r a v e s
Las bases de un Derecho penal del acto, reclaman que la reacción puniti
va, debe ser proporcional, adecuada, conforme a la graduación manifestada por
el disvalor del injusto y el reproche de Culpabilidad del autor; por tales motivos,
podemos decir, que la pena ajustada a la Culpabilidad por el hecho, es aquella
que se fija, conforme los marcos penales, que se regulan en los tipos penales.
El principio de humanización de las penas aporta también sus límites, ya
que no se pueden establecer penas arbitrarias, desmedidas o en general aten
tatorias contra los Derechos fundamentales913.
Se pasa, primero, por el filtro del marco «legal imponible», que el legis
lador ha fijado normativamente, como consecuencia jurídica de todo hecho
punible, como norma de sanción, de acuerdo a los fines preventivo-generales
{negativa).
La amenaza de pena -apunta Goldschmidt-, debe ser lo más grave po
sible y lo más determinada posible, mientras la pena aplicada debe ser lo más
justa posible. Debido a que la pena constituye un mal, nuestro sentido de justicia
requiere que entre el delito y la pena exista correspondencia y proporcionali
dad914.
913 F erré O livé, J.C. y otros; Derecho Penal Colombiano. Parte General, cit., p. 182.
914 G oldschmidt, J.; Derecho, Derecho Penal y Proceso, T. I, traducida del alemán por Miguel
Ángel Cano Paños y otros, Marcial Pons, cit., p. 520.
416 D erecho penal - P ar te g e n e r a l : T o m o II
Dentro del marco penal legalmente determinado, los tribunales deben fijar
la pena en un punto que resulta adecuado a la gravedad de la culpabilidad, es
decir de la reprochabilidad del autor915.
Al develar los marcos de punición, montos mínimos y máximos de pena
lidad (de forma abstracta), nos lleva a inferir, que la determinación del grado
de Imputación Individual (Culpabilidad), no importa una tasación inamovible y
predeterminada, todo lo contrario, su valoración incide en varios niveles, depen
diendo de las características y circunstancias que rodean al hecho punible, la
preponderancia del bien jurídico lesionado o puesto en peligro.
Se dice, que también son decisivos los motivos del agente, el peso de
las ocasiones que impulsan el delito, el grado de su inteligencia y el influjo de
sus perturbaciones psicológicas916. Aplicando los postulados teóricos de la
teoría Clásica, se pregonaba la Culpabilidad, como la relación psíquica entre
el hecho y el agente, lo que cambia radicalmente con el Finalismo, al incluir el
dolo y la culpa en la acción típica del autor. A decir, de Ambos, en la doctrina
alemana, la “subjetivización” de la acción humana conlleva la consecuencia
de que los elementos legales del delito englobados en el tipo no pueden ser
plenamente entendidos sin tomar en cuenta la parte subjetiva, interna, de la
conducta917.
Las particularidades y singularidades que presenta el agente, al momento
de cometer el delito (tempos comissi delicti), no están señaladas en la pena
abstracta, en el marco penal, su análisis procede con arreglo al «proceso de
Individualización de la pena», donde el principio de Culpabilidad, no sólo es
visto como una vinculación anímica del autor con el hecho, sino también, con
respecto a su capacidad para motivarse normativamente, atendiendo a sus po
deres de dirección conductiva.
La medición de la pena según la magnitud del reproche de Culpabilidad,
se sustenta en las teorías retributivas de la pena, donde la sanción punitiva
debe ser acorde con la responsabilidad mostrada por el autor, al momento de
perpetrar el injusto penal. Graduación de penalidad que debe ser armonizada
con los fines preventivos de la pena, -tanto general como especial-, lo que per
mite en algunos casos, ir por debajo del mínimo legal, cuando se hace uso de
la prevención especial; empero, la posibilidad de imponer una pena por encima
del marco penal, cuando se trata de un solo hecho punible, no puede sostener-
915 Bacigalupo , E.; Teoría y Práctica del Derecho Penal, T. I, cit., p. 795.
916 G oldschmidt, J.; Derecho, Derecho Penal y Proceso, T. I, cit., p. 556.
917 A mbos, K.; Dogmática jurídico-penal y concepto universal de hecho punible. En: Funda
mentos y ensayos críticos de Derecho Penal y Procesal Penal, PALESTRA, cit., p. 42.
C a p ít u l o XXXIII: L a a p lic a c ió n y d e t e r m in a c ió n de l a pena 417
918 Así, Bacigalupo, E.; Teoría y Práctica del Derecho Penal, T. I, cit., p. 796.
919 Ferré O livé, J.C. y otros; Derecho Penal Colombiano. Parte General, cit., p. 184.
920 Vide al respecto, C hoclán M ontalvo, J.A.; El principio de Culpabilidad en la Jurispruden
cia..., cit., ps. 94-95.
921 Vide al respecto, Lüderssen, K.; La función Preventivo-General del Sistema del Delito. En:
Principales Problemas de la Prevención General, cit., ps. 88-89.
418 D erecho p e n a l - P a r te g e n e r a l : T o m o II
- L a a p lic a c ió n d e la L e y N ° 2 9 5 7 0 e n e l tie m p o
922 Ferré O livé, J.C. y otros; Derecho Penal Colombiano. Parte General, cit., p. 427.
C a p ít u l o XXXIII: L a a p lic a c ió n y d e t e r m in a c ió n de l a pena 419
- F u n d a m e n t o d e la « R e in c id e n c ia »
923 Ferré O livé, J.C. y otros; Derecho Penal Colombiano. Parte General, cit., p. 80.
924 Vide, al respecto, Cap. Aplicación de la ley perder el tiempo.
925 Blanco L ozano, C.; Tratado de Derecho Penal Español. T. I, Vol. II, cit., p. 357.
420 D erecho p e n a l - P ar te g e n e r a l : T o m o II
mando como límite la Culpabilidad, como juicio de reproche personal del autor
y/o partícipe, con arreglo al principio de proporcionalidad926.
Una pena justa, legítima, preponderando sobre todo, los fines preventivo-
especiales (rehabilitación social), que nunca pueden ser rebasados, so pena de
garantizar un mayor ejercicio de la prevención-general. Como expone Naucke,
la pena, es decir, cada sanción, debe atender a la dignidad humana y no debe
ser cruel ni ser exageradamente severa. La pena no debe lesionar la condición
de igualdad, ella debe ser justa y humana927.
2 .5 . L a R e in c id e n c ia y e l p r in c ip io d e l N e b is in d e m
2 .6 . L a R e in c id e n c ia y e l p r in c ip io d e C u lp a b ilid a d
930 Peña Cabrera, R.; Tratado de Derecho Penal. Estudio Programático de la Parte General.
Editorial Grijley, 3era. Edición, Lima, 1997, cit., p. 77.
422 D erecho p e n a l - P a r te g e n e r a l : T o m o II
Dicho esto, habrá que decir que la pena requiere de un injusto penal cua
lificado y «Culpable», en algunos casos de añade la categoría de «Punible».
Es de verse, entonces, que un Derecho penal democrático exige como
principal garantía la Responsabilidad personal, como elemento definidor de
pena que vincula al autor con el injusto penal atribuible, contrario a posturas
doctrinales de antaño, que pretendían legitimar la imposición de penas sin deli
tos y, para ello acudían al factor «Peligrosidad».
Del concepto de culpabilidad, señala C hoclán M ontalvo , deberían elimi
narse los momentos referidos a la personalidad, hablando, entonces, de una
“pura” culpabilidad por el hecho, conforme a la cual deberían quedar fuera de
consideración desde el punto de vista de culpabilidad, la vida del autor anterior
al hecho y las penas sufridas, la peligrosidad y la energía delictiva, el carácter,
la actitud del autor y su comportamiento con posterioridad al hecho931.
La Culpabilidad por el acto, que toma lugar en el CP de 1991, se corres
ponde plenamente, con el principio político criminal de “legalidad” - nullum cri
men nullum poena sine lege praevia.
Habiendo señalado que la Reincidencia es una circunstancia agravante,
que permite al juzgador, elevar la pena, al revelarse una desobediencia reite
rada del infractor de la norma, desoye los mandatos normativos, pese al haber
sido advertido con anterioridad.
Es que el momento de la determinación judicial de la pena, ha de aco
ger una serie de aspectos: el grado de afectación al bien jurídico, la prepon
derancia de dicho interés jurídico conforme al orden de valores plasmado en
el la Ley Fundamental, la relevancia de los deberes infringidos, los móviles, la
energía criminal desplegada por el autor (dolo, culpa, preterintencionalidad), el
prevalimiento del cargo y/o función que desempeñaba el agente al momento
de la comisión del injusto, las relaciones jurídico-institucionales del autor con
su víctima, etc932. Se ponen en juego los factores que dan lugar a la preven
ción general y aquellos que apuntan hacia la prevención especial. Los primeros
siempre van hacia arriba (agravantes) y, los segundos, al contrario, hacia abajo
(atenuantes)933. Empero, ¿Cuál es el límite? «La Culpabilidad por el Hecho», los
marcos penales fijados como norma de sanción en el tipo penal contravenido.
Resulta del artículo 46°-B del CP, que el juzgador puede sobrepasar el
marco penal imponible (un tercio por encima del máximo legal), de manera que
931 C hoclán M ontalvo, J.A.; El principio de Culpabilidad en la Jurisprudencia del Tribunal Su
premo Español. En: Dogmática y Ley Penal - Homenaje a Enrique Bacigalupo, T. I, Marcial
Pons, ediciones jurídicas y sociales SA, Barcelona - Madrid, 2004, cit., p. 91.
932 Vid., al respecto, C ury Urzua, E.; Derecho Penal. Parte General, cit., ps. 407-408.
933 Así, Peña Cabrera, R.; Tratado de Derecho Penal..., cit., p. 90.
C a p ít u lo XXXIII: L a a p lic a c ió n y d e te r m in a c ió n de l a pena 423
se supera la “Responsabilidad por el hecho”, dando lugar a una mayor pena que
de ninguna manera puede forma parte de la Culpabilidad por el acto, por mas
que se incida en aspectos vinculado con el hecho, anteriormente perpetrado.
Como postula acertadamente, un sector de la doctrina, el plus de mayor
penalidad sólo puede justificarse en un Derecho penal de autor, basado en la
“Peligrosidad”934, por tanto incompatible con los principios: de Responsabilidad
personal (Culpabilidad), de dignidad humana, de interdicción a los poderes pú
blicos, de libertad personal, por ende la Reincidencia normada en el CP es
“Inconstitucional”.
Queda por otro lado, abierta la posibilidad, de la pena sobrepase la me
dida de la Culpabilidad por el acto, por motivos de prevención general, sea de
intimidación y/o de estabilización de la validez de la norma935.
Sin embargo, el TC, argumenta lo siguiente:
37. Ha sido señalado que la reincidencia consiste en una circunstancia
en la cual se constata la existencia de antecedentes delictivos en la
persona que está siendo juzgada, para efectos de agravar la pena
que se le pretende imponer como consecuencia de haber cometido un
delito. Se trata, pues, de una comprobación desde la criminología de
la forma de vida delictiva del procesado, que posibilita la imposición
de una mayor punición a una persona, allende a la que le corresponde
por la comisión del delito, considerada de modo aislado. El principio
de culpabilidad clásico previsto para delitos comunes exige que el gra
do de reprobación de una persona por un acto ilicito sea configurado
desde la valoración de tal acto y no de otro. En virtud de este principio,
el límite para saber qué conductas deben evaluarse y cuáles no, lo
establece el propio tipo penal que subsuma la conducta. Esto acarrea
la proscripción de evaluar circunstancias ajenas a la conducta descrita
en el tipo penal, como podrían ser otros delitos anteriormente perpe
trados.
38. Pero el principio de culpabilidad constitucional considera la figura de
la reincidencia del siguiente modo: para determinar el grado de re
probabilidad de una persona respecto a un delito “A", la figura de la
reincidencia faculta al juez para evaluar otros delitos anteriormente
cometidos, a los que llamaremos “6 ”, para considerare! nivel de repro
babilidad de la conducta delictiva del procesado. Si eljuez comprueba
que existe “B", esto constituirá un elemento que agravará la reproba
2 .6 .1 . L a R e in c id e n c ia a n a liz a d a p o r lo s T r ib u n a le s C o n s t it u c io n a
le s d e E s p a ñ a y A le m a n ia
936 C hoclán M ontalvo, J.A.; El principio de Culpabilidad en la Jurisprudencia..., cit., ps. 92-93.
937 C hoclán M ontalvo, J.A.; El principio de Culpabilidad en la Jurisprudencia..., cit., p. 93.
938 Ver al respecto, Blanco Lozano, C.; Tratado de Derecho Penal Español, T I Vol II cit p
356. ’ '
C a p ít u lo XXXIII: L a a p lic a c ió n y d e t e r m in a c ió n de l a pena 425
939 Jaén Vallejo, Manuel; Tendencias Actuales de la Jurisprudencia Penal Española. Gráfica
Horizonte. Lima-Perú, noviembre del 2001, cit., p. 161.
940 Jaén Vallejo, M.; Tendencias Actuales de la...., cit., p. 162.
941 Haffke, B.; Reincidencia y medición de la pena, cit., p. 187.
426 D erecho p e n a l - P a r te g e n e r a l : T o m o II
2 .6 .2 . L a R e in c id e n c ia y e l D e r e c h o p e n a l d e a u t o r
2.7. L a R e in c id e n c ia y e l p r in c ip io d e P r o p o r c io n a lid a d
952 Carbonell M ateu, J.C; Derecho penal: concepto y principios constitucionales. Tirant lo
blanch, Valencia, 1999, cit., p. 211.
953 Garrido M ontt., M:; Derecho Penal. Parte General. Tomo I. Editorial Jurídica de Chile,
Chile, 2005, cit., p. 46.
954 Así, G arrido Montt, M.; Derecho Penal. Parte General, T. I, cit., p. 50.
955 G arrido M ontt., M.; Derecho Penal. Parte General, T. I., cit., p. 49.
956 Lüderssen, K.; La función Preventivo-General del Sistema del Delito, cit., p. 98.
430 D erecho p e n a l - P a r te g e n e r a l : T o m o II
961 Hassemer, W.; L o s destinos de los derechos del Ciudadano en un Derecho Penal Eficaz.
En: “Persona, Mundo y Responsabilidad”. Traducción de Francisco Muñoz Conde y Ma del
Mar Díaz Pita. Tirant lo blanch, Valencia, 1999, cit., p. 96.
432 D erecho p e n a l - P a r te g e n e r a l : T o m o II
Sobre lo sostenido por el TC, en los apartados citado, habrá que señalar
se lo siguiente: cualquier delito subvierte de cierta forma las normas mínimas
de convivencia social pacífica, mayor gravedad del injusto que se advierte en
aquellos ilícitos penales, como el narcotráfico, lavado de activos, terrorismo,
delitos de lesa humanidad, etc., pero no lo que no dice el TC, es que la forma
de combatir dichos crímenes, mejor dicho la política criminal, es haciendo uso
de los mecanismos e instrumentos (materiales y procesales), que la Ley Funda
mental y la legalidad reconoce a los órganos estatales predispuestos; es decir,
el legislador, no puede salirse de los márgenes de razonabilidad y de proporcio
nalidad, que han de entenderse de común idea con los principios de Culpabili
dad por el acto, de dignidad humana así como los fines preventivo-especiales,
962 Z affaroni, Eugenio R. Derecho penal: parte general, Buenos Aires, B de F, 7.a Edición,
2005, cit., p.137.
C apítulo XXXIII: L a aplicación y determinación de la pena 433
los que en ningún caso pueden ser dejado de lado, a fin de dar preponderancia
a los fines preventivo-generales positivos ,-propios del funcionalismo sistémi-
co-. Presupuestos ellos, que han de respetarse en un orden democrático de
derecho, que sigue la regla de oro kantiana, en el sentido, de que el individuo
no puede ser sometido, mejor dicho instrumentalizado, para fines ajenos a su
“intersubjetividad".
47. La cuestión, por tanto, de si la adjudicación de una pena a una perso
na reincidente ha cumplido o no su finalidad, no es una cuestión ajena
a la sociedad democrática. Ella tiene un interés sustancial en conocer
si la ejecución de la pena ha cumplido con los objetivos perseguidos
por el inciso 22) del artículo 139° de la Constitución. En definitiva, el
Tribunal es de la opinión que la intervención del legislador en el dere
cho a la libertad personal, a través de las disposiciones modificatorias
en la Ley N° 28726, no infringe el principio de proporcionalidad, en su
variante de prohibición o interdicción de exceso; por lo que dicha ley
ha de ser considerada como constitucionalmente legítima.
forma reiterada en el tiempo, actitud antisocial que revela una peligrosidad in
herente en su personalidad. La institución de la Habitualidad, por lo tanto, no
puede desprenderse del concepto de “peligrosidad”. P eña C abrera define a la
Habitualidad como la reiteración en más de tres delitos, en tiempos diversos, e
independientes unos de otros, pero, que a sus titulares, se les declare el esta
do “especialmente peligroso”, es lo que nuestra legislación positiva denomina
habitualidad965.
Tratándose de la reincidencia específica -anota León Ortiz- y siguiendo
la misma orientación se busca la mayor temibilidad inmanente, se distingue
todavía la habitualidad que constituye cada vez más el centro de atención,
por considerar que plantea ya con firmeza el problema criminológico que se
quería prever a través de la reincidencia; un problema, si no de anormalidad
antropológica que pudiera ser la raíz de esa persistencia inveterada del de
lito, sí, al menos, de un carácter antisocial formado ya de manera que, tanto
por la razón como por la experiencia, deba tomarse como una prueba de
incorregibilidad que ya no amerite una pena propiamente, sino una medida
de seguridad966.
La habitualidad, sin duda, es una conducción fenoménica propia del con-
ductivismo, que importa el análisis del ser delincuente, de identificar los facto
res internos que inciden en esta conducta antisocial; por lo tanto, su génesis
no puede ser explicitada en cuanto al hecho antijurídico que se manifiesta de
forma repetida a través del tiempo, sino a partir de una explicación psicológica,
que sólo puede ser construida por el método causal-explicativo de la ciencia
criminológica.
Parafraseando a P eña C abrera , diremos que los caracteres esenciales del
delincuente hay que observarlos no en la manifestación de la conducta delictiva
concretada en el hecho punible, sino en el estudio serio de la personalidad total
con miras a precisar su verdadera peligrosidad967. El delincuente habitual expre
sa una proclividad a cometer determinada clase de delitos, muestra una base
patológica, que sin necesidad de formar un cuadro clínico -que pueda dar lugar
a una “inimputabilidad”-, importa la inclinación constante a saciar una necesidad
promovida por una determinada intención.
Jiménez de Asúa, escribe que el hábito criminal es costumbre adquirida
por la repetición de actos delictivos, y la facilidad para realizarlos, como conse
cuencia de la práctica en este ejercicio, implica ordinariamente la comisión de
965 P eña C abrera , Raúl. Tratado de Derecho Penal. Parte General. Volumen I. AFA Editores.
3era. Edición, Lima-Perú, 1988, cit., p. 289.
966 L eón O rtiz, A.; Teoría del Delincuente, cit., p. 4.
967 P eña C abrera , Raúl; Los personajes Delincuentes en la obra de Dostoyevski. Edusmp.
Editorial Universitaria “San Martín de Pórres1’. Lima, agosto de 1983, cit., p. 60.
C apítulo XXXIII: L a aplicación y determinación de la pena 437
cometidos deben revelar una esfera subjetiva del injusto referida únicamente al
dolo, por lo que, los delitos culposos no ingresan a este ámbito de valoración,
asimismo las faltas.
Ahora bien, la concurrencia de los presupuestos antes anotados, daría lu
gar a la Habitualidad como circunstancia agravante, pero, en esta misma línea,
estaríamos también frente a un «Concurso real de delitos». Nos preguntamos,
entonces: ¿Cuál es la diferencia entre ambas instituciones? ¿Es qué acaso el
legislador no se olvido de dar un plus de disvalor personal a la «Habitualidad»,
que necesariamente habría de remitirlo a la «peligrosidad», será que éste no re
paro en este elemento, o que no quiso incluirlo a fin de no quedar al descubierto
la orientación de la reforma penal emprendida?
Lo cierto y concreto es que la Habitualidad tal como se ha previsto nor
mativamente, ingresaría a zonas confusas de delimitación aplicativa en relación
con el Concurso real de delitos. Se necesitaría, por lo tanto, de añadir el ele
mento “peligrosidad’ en su composición normativa, que es en realidad el presu
puesto necesario para fundamentar esta circunstancia agravante. Como apun
taba Ángel G. Cornejo, no basta la perpetración de tres crímenes para constituir
el hábito al delito, pues, se requiere además, que la naturaleza y modalidad de
aquellos, los móviles y el género de vida del delincuente, le den los relieves de
un criminal nato e incorregible970.
Mientras que la Reincidencia se acerca a una culpabilidad por el hecho
cometido, siempre y cuando se cumplan las condiciones anotadas en el acápite
correspondiente, la Habitualidad encarniza una caracterización propia del autor,
incidiendo en su carácter o mejor dicho en su conducción de vida, pues, en
este último caso no interesa la certeza de que éste volvió a reincidir, que sólo
puede emanar de una sentencia condenatoria, sino que basta que varios delitos
independientes entre si puedan ser atribuidas a un solo autor en un determina
do lapso de tiempo. Son los delincuentes habituales en sentido estricto; ningún
hábito de un delito determinado o de grupos de delitos, sino inclinación a la
criminalidad en general971.
La problemática, ha de verse, de cómo diferenciar la «Habitualidad» de
un Concurso real de delitos (artículo 50° del CP), cuando en este último, el
agente comete una pluralidad de delitos, en un lapso de tiempo que no exceda
de cinco años, los cuales son objeto de persecución penal en una unidad proce
sal, presupuesto que también se cumple en el caso del artículo 46°-C.
de Policía y aun Derecho Penal de Autor. En: Actualidad Jurídica, Tomo 131 - octubre del
2004, Gaceta Jurídica, Lima-Perú, cit., p. 93.
973 Así, R o x in , C.; Derecho Penal. Parte General, cit., p. 188.
440 D erecho penal - P arte general: Tomo II
3. A modo de Conclusión
Sólo cabe decir, que a nuestra modesta opinión, el TC, perdió una opor
tunidad muy valiosa (invaluable), de hacer respetar la constitucionalidad nor
mativa, sobre esta irrazonable orientación político criminal, que ha seguido el
legislador en los últimos años; tal vez, la necesidad por garantizar un estado de
percepción cognitiva hacia la población, en lo que Seguridad Ciudadana refiere,
haya primado, en vez de reivindicar los valores y derechos y principios funda
mentales de los ciudadanos, que gozan de reconocimiento constitucional.
Los principios de «culpabilidad», de «proporcionalidad», de «humanidad
de las penas», de «prevención especial positiva», de «subsidiariedad», nacie
ron precisamente como medios de interdicción a la arbitrariedad pública, como
rasgo esencial de un «Estado Constitucional de Derecho», que lo distingue cla
ramente de un «Estado de Policía».
En un orden democrático de derecho, los individuos sólo pueden ser ob
jeto de punición, por lo que hicieron y no porque lo que son, cuando se exterio
riza una lesión y/o puesta en peligro de un bien jurídico -merecedor de tutela
penal-. La pena importa la reacción estatal, ante dicho hecho, pero ésta ha de
fijarse con respecto a la Culpabilidad por el acto, la que no puede sobrepasar
lo marcos penales impuestos en la norma de sanción aplicable, si esto no es
así, una mayor pena adquiere justificación en factores ajenos a la conducta, nos
referimos a la personalidad del autor, por lo que tanto la «Reincidencia» como
la «Habitualidad», constituyen anacrónicas figuras propias de un Derecho penal
de autor.
El autoritarismo adquiere siempre diversas caretas, el Derecho penal del
enemigo es una de ellas, orientación que ha de ser frenada, a fin de cautelar el
contenido material de los derechos fundamentales. Y esta es una declaración
que se desprende de cara a una posición “constitucional”.
El desarrollo del iter-crim inis viene definido por una serie de etapas, des
de una vertiente subjetiva a una fase objetiva, puesta en escena desde la idea
ción, por su preparación, por el inicio de su ejecución y por su fase consumativa
-de plena realización típica.
Para el Derecho penal únicamente le merece reproche, los sucesos que
importan una verdadera puesta en peligro para el bien jurídico objeto de tutela,
cuando se crean verdaderos riesgos no permitidos, desde una perspectiva obje
442 D erecho penal - P arte general: Tomo II
jurídico-penal, a través de una sola acción u omisión y, otra muy distinta, que en
tiempos y lugares distintos, el autor, proceda a vulnerar varias normas penales;
por consiguiente, la represión en el caso del concurso real, debe adquirir una
mayor magnitud, lo que se ajusta cabalmente a los principios de culpabilidad y
de proporcionalidad.
Son entonces, varias acciones u omisiones, que toman lugar en tiempos
fraccionados y en secuencias distintas, sólo que a efectos de tratamiento pro
cesal y de punición, se les integra, mediante una operación abstracta contenida
por una supuesta unidad de resolución criminal.
Esta figura jurídica puede ser de naturaleza homogénea o heterogénea;
la primera de ellas cuando el bien jurídico lesionado o puesto en peligro es de
la misma naturaleza jurídica y, el segundo de ellos, cuando los bienes jurídicos
vulnerados son de distinta naturaleza, por ejemplo: el agente que ingresa ilíci
tamente, es decir, sin el consentimiento del morador (violación de domicilio), y
luego en su interior, vulnera la libertad sexual de uno de sus moradores (viola
ción a la libertad sexual).
Desde aristas de estricta punición, se impondrá la pena del delito más
grave, es decir, mediante el sistema de absorción de penas975, no obstante, el
juzgador deberá tener en cuenta los delitos de conformidad con el redacción
normativa propuesta en el artículo 50° del CP, a efecto, de poder graduar la pe
nalidad, de conformidad con un reproche jurídico más intenso, pues, el agente
desobedeció la vigencia de las normas en varias oportunidades, lo que implica
una reacción jurídica de mayor drasticidad.
Resultando, que luego de la reforma producida por la Ley N° 28730, la
reacción penal, ya no puede ser concebida conforme el sistema de absorción
de penas, en la medida que rige ahora, el sistema acumulativo de penas, mas
en sentido jurídico, pudiendo el juzgador, sumar las penas privativas de libertad,
para cada uno de los delitos, hasta un máximo del doble de la pena del delito
más grave, no pudiendo exceder de los 35 años.
975 En el caso del Código Penal español de 1995, los artículos 75° y 76° in fine, resuelven la
punición del concurso real de delitos mediante la acumulación de las penas aplicables. En
este caso la “acumulación material” supone el cumplimiento simultáneo o sucesivo de to
das las penas resultantes, pero, limitado por una “acumulación jurídica", que fijan topes de
gravedad a la acumulación material, la cual no puede superar el triple del tiempo de la pena
más grave, ni en principio los 20 años, el cual se amplía a los 25-30 años en función de los
delitos acumulados. El máximo es entonces de 30 años; así, B o l d o v a P a s a m a r al señalar
que dicha acumulación presenta dos modalidades: por una parte, la acumulación simultá
nea de las penas, por otra, la acumulación sucesiva de las mismas, dependiendo para uno
u otro caso de la naturaleza y de los efectos de las diversas consecuencias penales que
corresponda imponer; Las consecuencias jurídicas del delito en el nuevo Código Penal
español, cit., ps. 215-216.
C apítulo XXXIII: L a aplicación y determinación de la pena 445
calificado como autor, sólo aquel que se encuentra revestido de los poderes fun-
cionariales, en cuanto relación laboral de derecho publico, puede quebrantarlos
principios jurídico-constitucionales que guían el proceder de la Administración
Pública, en el marco del Estado Constitucional de Derecho, en cuanto infracción
del deber funcional, cuando asumen la posición de garantes, del objeto m aterial
que le es confiado en razón del cargo público o cuando hacen un uso excesivo
de las potestades y facultades que le confiere la Ley; sólo el intraneu, puede ser
considerado autor, quien al momento del hecho, tenía dicha condición y apro
vechándose de dichas esferas de organización institucional, perpetra el injusto
funcionarial; quebrantamiento, que nunca podrá ser atribuido a los extraneus,
quienes al carecer de dicho revestimiento funcionarial, no pueden ser conside
rados autores a efectos penales, sin defecto, de poder ser valorada su contri
bución al suceso delictivo, como una de participación delictiva; de forma, que el
sujeto público, al quebrantar la normativa que regula su actuación funcional, es
quien deberá recibir una penalidad agravada, al provocar una defraudación so
cial legítima, ello podemos verlo en toda su manifestación, cuando comparamos
los marcos penales del delito de Apropiación ilícita con el de Peculado.
Conforme lo anotado, el injusto en los delitos contra la administración
pública se fundamenta en que los funcionarios son personas especialmente
obligadas por una vinculación jurídica con la Administración Pública978.
Por lo expuesto, queda claro, que únicamente el funcionario o servidor
público -que infringe el deber encomendado- puede ser considerado autor, don
de el partícipe (extraneu) únicamente podrá ser considerado como cómplice
-primario o secundario- de acuerdo al grado del aporte delictivo, conservando
así, el principio de la «unidad en el título de la imputación», siempre y cuando,
actúe en comparsa criminal en pleno desarrollo del iter-criminis, pues luego de
consumado el delito, estos tipos ya no admiten formas de participación, por lo
que la intervención del particular deberá ser tipificada de acuerdo al ámbito de
aplicación de los delitos comunes.
En el caso, de la admisión dogmática de una instigación por parte de un
sujeto no cualificado hacia un sujeto cualificado (funcionario), la doctrina se en
cuentra dividida; para quienes así lo consideran, aseveran que979 la inducción a
un funcionario a prevaricar por un extraneu, es punible, según el artículo 14.2
del CP español, no exige que el inductor sea cualificado en los delitos especia
les propios.
Según las aristas de una política criminal moderna, no sólo resultan ob
jeto de punición las conductas dolosas, aquel proceder conductivo, merced del
cual, el agente dirige concientemente su accionar a lesionar o poner en peligro
un bien jurídico -penalmente tutelado-; esta es la imagen tradicional y conven
cional de la criminalidad; descripción dogmática que no se sujeta a las nuevas
formas de la criminalidad, entendiendo ello, que los individuos, no en pocas
veces, afecta la integridad u intangibilidad de los bienes jurídicos, pero en este
caso, el autor no sabe que la conducta que esta emprendiendo esta generando
un riesgo jurídicam ente desaprobado, en el sentido de infringir una norma de
cuidado, susceptible de lesionar un bien jurídico; por tales motivos, aparece en
escena el denominado «injusto imprudente», de gran aplicación en la práctica,
pues podría decirse en rigor, que a la sociedad actual, en cuanto a la generación
de focos de conflictividad social, el delito culposo asume un gran protagonismo,
producto de las continuas y permanentes deficiencias conductivas de los indi
viduos, cuando ejercitan y desarrollan una serie de actividades socio-económi-
cas-culturales.
Dicho lo anterior, a que este estudio interesa, el juzgador, al momento de
definir la pena justa, apegada a los fines preventivos de la sanción punitiva, ha
de graduar la penalidad aplicable, conforme a los principios de culpabilidad y
de proporcionalidad, incidiendo en un plano de graduación distinto, que ha de
verse de la comparación entre el injusto doloso y el injusto imprudente. Resulta
más que lógico, que quien emprendió una conducta, de forma conciente y, a
veces voluntaria, haya de recibir una sanción punitiva más drástica, que aquel
que provoca la lesión de un interés jurídico, en mérito a un proceder conductivo
defectuoso.
Cabe indicar, también, que la realización de la modalidad culposa requie
re también la constatación de la infracción de una norma de cuidado, que a
su vez genere un riesgo jurídicam ente desaprobado con aptitud de lesión a
los bienes jurídicos fundamentales, sin que medie un conocimiento efectivo y/o
virtual del peligro creado por el comportamiento prohibido, pues de ser así, la
incriminación habría de ser dolosa.
C a p ít u lo XXXIII: L a a p l ic a c ió n y d e te r m in a c ió n de l a pena 449
980 G imbernat O rdeig, E.; ¿Tiene futuro la dogmática jurídicopenal?, cit., p. 38.