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NOVENA DE LA GRACIA EN HONOR A SAN FRANCISCO JAVIER

(Del 4 – 12 de marzo).

NOVENA DE LA GRACIA EN HONOR DE


SAN FRANCISCO JAVIER

ORACIÓN PRIMERA PARA TODOS LOS DÍAS.

¡Apóstol amabilísimo, y lleno de caridad San Francisco Javier! Adoro junto


contigo y con la mejor reverencia a la Divina Majestad y con gozo le agradezco los
extraordinarios dones y gracias que te concedió durante tu vida y por la gloria de que
gozas ya en el Cielo. Y a ti te suplico que me obtengas con tu poderosa intercesión la
gracia de cooperara a la salvación de todos los hombres, y para mi, en particular, la
de vivir y morir santamente. Te ruego además que me consigas la gracia especial que
deseo alcanzar en esta novena. (Petición) Pero si lo que pido no ha de ser para
mayor gloria de Dios y mayor bien de mi alma, alcánzame tú lo que para eso sea más
conveniente. Amén.

Padre nuestro, ave María y Gloria.

DIA PRIMERO
LA ORACIÓN MISIONERA

El Papa Pío XI es quizás el Pontífice que más ha recomendado la oración a favor de


las Misiones.
En su célebre Encíclica Rerum Ecclesiae, tantas veces citada en los documentos Conciliares,
expone la necesidad de esta oración:
<<Trabajen, fatíguense y aun den su vida los portavoces del Evangelio por convertir a
los no cristianos a la Religión Católica; y pongan en ello ingenio, habilidad y todo género de
medios humanos; pero no darán paso adelante, todo será en vano, si Dios, con su gracia, no
toca las almas y las ablanda y las atrae hacia sí>>.
La oración es el medio más fácil y más eficaz para ayudar al apostolado misionero.
<<Fácilmente se echa de ver que no hay nadie que no pueda orar, pues está en manos de
todos este socorro y como alimento en las Misiones>>.
<<Procurad – les dice a todos los obispos del mundo- , de palabra y por escrito,
introducir entre nuestros fieles y haced que crezca constantemente la santa costumbre de rogar
al Señor de la mies que envíe obreros a su campo y pedir para los no cristianos los auxilios de
la luz y gracias celestiales>>.
Reparad que hemos dicho la costumbre y uso constante y duradero de orar; porque
ésta ha de lograr e influir necesariamente con la misericordia divina, mucho más que las
plegarias aisladas o realizadas sólo de cuando en cuando.
Principalmente invítese y exhórtese con calor a esto mismos a los niños, a las vírgenes
consagradas a Dios. Deseamos que los Asilos, de los orfanatos, de las Escuelas y Colegios de
niños, lo mismo que todas las casas y conventos de Religiosas, suba a lo alto la oración y baje
sobre tantos hombres desgraciados y tan numerosas razas de gentiles la misericordia de Dios.
Porque a los inocentes y a las almas castas ¿Qué va ha negar el Padre celestial?
Por otra parte es de esperar que las tiernas almas de todos esto niños, quienes, al
despuntar el primer brote de caridad, se han acostumbrado a orar por la eterna salvación de
los no cristianos, se podrá insinuar con el favor de Dios deseos de apostolado; y si estos
deseos se fomentan cuidadosamente darán quizás con el tiempo obreros no indignos del oficio
de apóstoles>>.
Y sigue el Santo Padre exhortando a los Obispos: <<Harías una cosa muy conforme
con nuestros deseos y muy en armonía con los sentimientos del pueblo fiel, si mandaseis que
en las Catedrales y en los demás templos se añadiesen al Rosario de la Virgen y a otras
preces semejantes, después de ellas, alguna oración a favor

DIA SEGUNDO
IMITEMOS EL FERVOR MISIONERO DE JAVIER

San Francisco Javier, no bien desembarco en la india que fue su primera misión,
escribió a sus hermanos de religión esta frase que parece tomada del concilio vaticano II:
<<Por los meritos de la Santa Madre la Iglesia, en que yo mi esperanza tengo, y cuyos
miembros vivos sois vosotros, confío en Cristo Nuestro Señor que me ha de oír y conceder
esta gracia: que use este inútil instrumento mío para plantar la Iglesia>>.
Cada uno de nosotros es miembro de la iglesia. <<A todos los discípulos de Cristo
incumbe el deber de extender, en cuanto le sea posible, la fe>>.
<<Es tan estrecha la conexión y trabazón de los miembros del Cuerpo místico de
Cristo, que el miembro que no contribuye, según su propia capacidad, al aumento de este
cuerpo, debe reputarse como inútil para la Iglesia y para sí mismo>>.
Ante estos textos del Concilio Vaticano II, inspirados por el Espíritu Santo, debemos
preguntarnos: ¿Ha sido nuestra conducta conforme a estas normas conciliares o solamente
nos hemos cuidado de asegurar nuestra propia salvación, olvidando la de los demás?
Imitemos a Javier. Más de cien veces repite en sus cartas que <<su más ardiente
deseo es extender nuestra santa fe, ensanchar los límites de la Iglesia>>.
Es muy triste que a los más de veinte siglos de la muerte de Cristo y de su categórico
mandato de predicar el evangelio por todo el mundo, más de las tres cuartas partes de los
hombres de hoy no sepan que Cristo ha fundado la Iglesia para salvarnos a todos.
¡Qué lección para nosotros la de un anciano isleño de Samoa, en el mar Pacífico, que recién
bautizado, díjole a su Obispo misionero!:<<si yo hubiera sabido, cuando era joven, que había
pueblos sin bautizar, no hubiera dudado en lanzarme al Océano para llegar a nado a aquellos
y anunciarles el Evangelio>>.

DIA TERCERO
CRISTO NOS PIDE AYUDA
Durante la última guerra mundial, en Italia, Junto a una encrucijada de caminos, sobre
la imagen de un Cristo roto por la metralla, alguien escribió esta leyenda: <<Detente,
caminante; mira a tu Dios. No tiene más brazos que los tuyos para establecer su reinado en el
mundo>>.
Cristo ha querido necesitar de nosotros para completar su obra redentora en el mundo
aún no cristiano. La Iglesia no se implantará allí si nuestras manos no la llevan y afirman.
Los últimos Pontífices nos dicen que los signos de los tiempos ofrecen hoy a la Iglesia
una ocasión propicia, como nunca la hubiera, para un avance poderoso en su tarea misionera
universal.
Si a Javier costóle más de un año en llegar de Lisboa a la india,. Doce horas tan sólo
realizan este viaje los misioneros de hoy.
Este mismo santo que estuvo en las misiones durante doce años escasos, gastó cinco
en navegar o esperar en los puertos la nave en que había de embarcarse.
Jamás la Iglesia ha tenido como hoy, tan cerca a los pueblos no cristianos, para
dialogar con ellos y ofrecerles el evangelio.
No digamos que Dios, por ser eterno, no tiene prisa para la obra de Evangelización.
Cristo la tiene. Bien lo manifestó en Vísperas de su muerte:
<<Cuando fuere elevado en lo alto, todo lo atraeré hacia mí>>
<<Yo he venido a traer fuego a la tierra y ¿qué quiero sino que arda?>>.
<<Tengo otras ovejas que no son de mi rebaño y es preciso traerlas a él, para que no
haya más que un solo rebaño y un solo pastor>>.

DIA CUARTO
HACEN FALTA MÁS MISIONEROS
Si a todos los cristianos les pide el Señor que cooperen al apostolado misionero, ha
querido elegir a algunos de entre ellos, de manera particular, para emplearlos directamente en
la obra de Evangelización. Estos son los misioneros. Unos serán sacerdotes y hermanos de
Institutos. Otros, Sacerdotes Diocesanos en tiras de misión (generalmente por tiempo limitado);
bien misioneras de vida activa o contemplativa; bien seglares misioneros…
Por Ellos cumple la Iglesia su sacratísimo deber de anunciar el Evangelio a los pueblos
no cristianos.
Los misioneros no van a las misiones en nombre propio. Es la Iglesia la que los envía.
Y es la misma Iglesia, por medio de sus fieles, la que los ha de sostener.
La vocación de misionero, como planta delicada, exige un ambiente propicio, acogedor,
en la familia, en la escuela, en la Parroquia, en las asociaciones y centros eclesiales.
L a familia no debe, no puede oponerse a esta vocación, antes bien debe fomentarla,
protegerla y hasta considerarla como una gloria y honor para ella.
¡Qué pocos padres imitan hoy el gesto del progenitor del Beato Teófano Venard, mártir
en el Tonquín, quien, cuando sus amigos trataban de consolarle por la decisión de su hijo de
partir a las misiones, contestó!;<<No; yo no me opongo. ¿Cómo me voy a oponer?
¿Cómo se cumpliría la profecía de nuestro Señor, de que su Evangelio sería anunciado por
todo el mundo, si los padres de familia prohibiéramos a nuestros hijos abrazar la vocación
misionera?>>
Todas las familias cristianas deberían cumplir la recomendación reiterada de Cristo:
<<La mies es mucha; pero los obreros son pocos. Rogad por tanto al Señor que envíe obreros
a su campo>>.

DIA QUINTO
LITURGIA Y MISIONES
Cristo Nuestro Señor recomienda encarecidamente la oración individualmente; más nos
exhorta de modo especial a la práctica de la oración comunitaria, que es, por su naturaleza, de
<<mayor dignidad y eficacia>>.
<<Donde estén dos o tres congregados en mi nombre alelí estoy Yo, en medio de
ellos>>, dice el Señor.
No existe la liturgia sino cuando la comunidad ora en cuanto Iglesia, bajo la acción del
Espíritu Santo.
<<Toda celebración litúrgica, obra de Cristo Sacerdote y de su cuerpo que es la Iglesia,
es acción de la Iglesia>>.
<<La acción litúrgica no puede tener otro objetivo final que el señalado por el Concilio
para el Pueblo de Dios, que es la Iglesia: dilatar más y más el reino de Dios>>.
Las reformas introducidas, tanto en la Asamblea Eucarística, como en las preces del
Oficio, hacen más comprensible y visible este esencial sentido misionero que conlleva toda
acción litúrgica.
<<Los participantes en los actos litúrgicos, especialmente en la Eucaristía (considerada
ésta como sacramento y sacrificio), renovados por la fe, animados por la esperanza y
apremiados por la caridad se sienten fuertemente inclinados a promover la glorificación de
Dios y la salvación de los hombres, que es el último fin de todos los apostolados de la
Iglesia>>.
En la Liturgia de las horas se advierte a los que practican que los intereses universales han de
ocupar el primer lugar en su oración y se les recuerda la exhortación de Pablo a Timoteo, que
<<sobre todas las cosas se hagan oraciones a fin de que todos lo hombres lleguen al
conocimiento de la verdad>>.
DIA SEXTO
EL DOLOR Y LAS MISIONES
Entre los diversos medios de ayudar a las Misiones hay uno que está - como la
oración- al alcance de todos lo cristianos. Es el ofrecer en favor de aquellas, nuestros dolores.
La impasibilidad es sólo prerrogativa de la otra vida en el cielo. El dolor, bien sea físico
o moral, nos acompaña siempre en nuestra peregrinación por la tierra.
El dolor, que en Adán y en sus descendientes es <<estipendio del pecado>>, es en
Jesucristo medio de redención. Cristo que podía haber salvado al mundo con una sonrisa en
sus labios (pues cualquiera de sus actos tenía un valor infinito) quiso en sus inescrutables
designios realizar su redención con su pasión y su muerte dolorosísima en la cruz.
<<Quien quiera venir en pos de mí, -ha dicho el Señor- tome su cruz y sígame>>
Nuestro dolor quiere Dios que lo santifiquemos llevándolo con paciencia y ofreciéndolo
por la salvación de todos lo hombres, especialmente por los que nada o muy poco saben de él.
¡Cuánto cuesta el sufrir! El mismo sufrimiento físico es causa de otros sufrimientos
morales, a veces más dolorosos que aquel. Hay enfermos que sienten angustia porque no
saben el por qué de su Cruz; otro sufre porque no puede ayudar a los suyos, cuando queda
tanto por hacer. Motivos son todos estos que tornan, a los que sufren, ariscos, concentrados,
inquietos, proclives a la iracundia y hasta a la desesperación.
Otros hay a los que el dolor vuelve terriblemente egoísta. Para ellos no hay otra tarea
más importante que la de ser atendidos por los suyos. El cansancio de éstos nada significa
con tal que sirva para mitigar un poco su propio dolor…
Más he aquí que el dolor, ofrecido al Señor a favor de la Iglesia y por los más
desvalidos del mundo, como son los que no conocen a Dios, abre horizontes nuevos al
enfermo. Al egoísta lo vuelve generoso, al iracundo pacífico; y hasta llegan, a veces, a
bendecir sus propios dolores.
Aprendamos de Javier a sufrir, como apóstoles de las Misiones.
Cuando Javier recibe de Dios consuelo s le dice: ¡basta Señor, basta! Y cuando
cruces: ¡Mas Señor, más! Sus sufrimientos salvaron a muchos, y hoy Javier en el cielo,
rodeado de millares de salvados por él, canta con ellos eternamente las misericordias de Dios.

DIA SEPTIMO
LA OFRENDA MISIONERA
La Obra de las Misiones se componen de dos elementos esenciales: sobrenatural uno
y humano el otro.
En nuestra labor de cooperación misional ayudamos a conseguir la gracia mediante la
oración. Ayudamos a la actividad humana mediante nuestra limosna. La primera constituye el
alma de la cooperación misionera. La segunda su cuerpo.
Manca e incompletamente que daría nuestra cooperación a las Misiones si a nuestra
oración no añadiésemos la ofrenda de la limosna.
Suprimamos nuestra ayuda material a las Misiones y habrá que suspender éstas.
¿Quién sostendrá a los 55.000 misioneros, entre extranjeros e indígenas y las 13.000
misioneras y a los 7.000 misioneros seglares y a los 225.000 catequistas y maestros y a los
520 Seminarios con sus 50.000 seminaristas? ¿Y a las 80.000 Iglesias y capilla, y más de
1.000 hospitales con 300.000 enfermos, y millares de dispensarios, leproserías, orfanatos,
asilos, etc. etc.?
Mientras las misiones sean tales, será necesario asistirlas hasta que lleguen a valerse
por sí mismas. Pero entonces dejarán de ser <<Misiones>>. Se habrán convertido en Iglesias
normales, que puedan subsistir por sí solas.
La limosna seguirá todavía siendo necesaria para conservar y acrecentar la actividad
misionera de la Iglesia.
El Concilio, dirigiéndose a los Sacerdotes les dice así: <<Enseñad a los fieles a orar
por las Misiones, y no os avergoncéis de pedir para ellos limosnas, convertidos en mendigos
por Cristo y por las almas>>
Hasta los cristianos más pobres nos avergüenzan por su generosidad para con las
misiones.
No hay oro en todo el mundo para comprar en justo valor los dos ochavos que
depositó la viuda del Evangelio en el gazofilacio del templo de Jerusalén. Y es que el valor de
la limosna no se mide por la cuantía de lo que se da, sino por el amor y sacrificio con que se
entrega.
Es el mismo Cristo el que nos desvela el secreto de esta alquimia divina: la limosna
que se da a un pobre la recibe el mismo Cristo. Y son las obras de caridad – lo afirma el
Señor- las que nos dejan entrar en el Reino de los cielos.

DIA OCTAVO
LA COOPERACIÓN MISIONAL DEL PUEBLO DE DIOS
El decreto conciliar <<Ad Gentes>>, que es el documento específicamente misionero
del Concilio, afirma:
<<La Iglesia es toda ella misionera y al obra de Evangelización es deber fundamental
del pueblo de Dios<<.
Entiéndase bien: La Iglesia fundada por Jesucristo no se hizo misionera después de
salir de las manos de su fundador; sino que nació misionera, porque así quiso modelarla el
Señor.
Iglesia misionera es lo mismo que Iglesia católica; y espíritu misionero se confunde con
espíritu católico.
<<Todos los fieles –dice el Ad Gentes>>- como miembros de Cristo vivo… tienen el
deber de cooperar a la expansión y dilatación del cuerpo de Cristo, para llevarlo cuanto antes
al plenitud>>.
Nada menos que tres sacramentos vinculan a todos y a cada uno de los cristianos a
este inexorable deber misionero:
El Bautismo, por el que el cristiano queda unido para siempre a la Iglesia
esencialmente misionera.
La Confirmación, por la que, con la virtud del Espíritu Santo, acrecienta el cristiano su
fe en Cristo y en la Iglesia, sacramento universal de salvación, a la que debe servir y, a la cual
debe propagar.

La Eucaristía, que compromete al cristiano en el crecimiento del cuerpo místico, del


que es miembro vivo. Esta inserción progresiva en la Iglesia capacita a los cristianos y los
obliga a:
 Dar testimonio de vida cristiana. Es la manera de presentar a los que no son cristianos
la imagen de Cristo y de su iglesia. Así el amor mutuo entre los primeros cristianos
constituyó un poderoso argumento para la conversión de los gentiles.
 Ayudar espiritual y materialmente a todas las Misiones.
 Formar en sí mismos y en los demás la conciencia misionera con auténtico espíritu de
catolicidad o universalidad.
Este deber misionero obliga a los cristianos individualmente, sino también a las
comunidades, principalmente representadas por las Diócesis y por las Parroquias .

DIA NOVENO
LAS OBRAS MISIONALES PONTIFICIAS

Entre las múltiples obras que ayudan a las misiones hay cuatro que, por el
universalismo de sus fines, han sido acogidas como obras oficiales de toda la Iglesia, bajo la
autoridad del Papa y de los Obispos.
Son cuatro estas obras:
 La Obra de la Propagación de la Fe, que ayuda con su oración y limosna a todas las
Misiones en sus necesidades más generales.
 La Obra de la Santa Infancia, que atiende a las necesidades temporales y
espirituales de los niños de las Misiones.
 La Obra de san Pedro Apóstol, que ayuda a los seminaristas y Sacerdotes indígenas
y a la formación de las religiosas en los países de misión
 La Pontificia Unión Misional, que promueve la formación misionera de los
Sacerdotes, religiosas y seminaristas.
El Concilio Vaticano II ha consagrado solemnemente estas Obras como el instrumento
principal del Colegio Episcopal, es decir del Papa y de los Obispos, para la cooperación a la
actividad misionera de la Iglesia.
<<Estas Obras-afirma el concilio- deben ocupar con todo el derecho el primer lugar;
porque son medios para difundir a los católicos, desde la infancia, el sentido verdaderamente
universal y misionero, estimular la recogida eficaz de subsidios a favor de la s Misiones, según
las necesidades de cada una>>
Estas Obras se consideran como instrumento apropiado de la Iglesia para dar a todos
los cristianos, tanto individuos, como comunidades, su esencial dimensión de catolicidad.
Por su universalismo misionero, que es lo mismo que catolicidad, se distinguen estas
Obras de todas las demás instituciones de cooperación misionera.
San Francisco Javier es el Patrono principal de la Obra de la Propagación de la fe,
nombrado por el Papa San Pío X el año 1904.
El corazón de la fundadora de esta Obra, Paulina Jaricot, cuya causa de beatificación
está ya muy adelantada, fue colocado a los pies de la imagen del santo Apóstol Javier, en la
Iglesia de San Policarpo de Lyon, donde nació esta Obra providencial.

ORACIÓN QUE COMPUSO Y DECIA SAN FRANCISCO JAVIER

¡Eterno Dios, Creador de todas las cosas! Acordaos que Vos creasteis las almas de los
gentiles, haciéndolas a vuestra imagen y semejanza. Acordaos, Padre Celestial, de vuestro
Hijo Jesucristo, que derramando tan libremente su sangre padeció por ellas. No permitáis,
Señor, que sea vuestro Hijo por más tiempo menospreciado de los paganos; antes aplacado
por los ruegos y oraciones de vuestros escogidos los santos, y de la Iglesia, Esposa
benditísima de vuestro mismo hijo, acordaos de vuestra misericordia y, olvidando su idolatría e
infidelidad, haced que ellos conozcan también al que enviasteis, Jesucristo, Hijo vuestro, que
es salud, vida y resurrección nuestra; por el cual somos libres y nos salvamos y a quien sea
dada la gloria por infinitos siglos de los siglos. Amén.

Oración Final

¡Señor y Dios nuestro! Tú has querido que numerosas naciones llegaran al


conocimiento de tu nombre por la predicación de San Francisco Javier. Infúndenos su celo
generoso por la propagación de la fe; y haz que tu Iglesia encuentre su gozo en evangelizar a
todos los pueblos. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.

HIMNO A SAN FRANCISCO JAVIER.

En el eco de tus montes,


vibre eterna esta canción,
al cruzado que vencía
con la fuerza del amor.

A Javier el grande apóstol


de la Iglesia bella flor.
Ofrezcamos sus hermanos
de este suelo lo mejor.
Por enseña el Crucifijo
donde expira y gime Dios,
donde Cristo da a los hombres,
un abrazo de perdón.

En el solar de nuestra fe,


cantemos todos a Javier.

Al entrar en tu castilo,
santo apóstol del Japón
te pedimos nos enciendas
en el fuego de tu amor
y abrazados de tu celo
con tu m mismo corazón
entreguemos nuestras vidas
por llevar almas a Dios.

Por nuestro Dios y ante tu altar antes morir que desertar (2) desertar…

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