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31-agosto-1922/31-agosto-2022

08/Febrero/2013
- 9º Aniversario Luctuoso
08/Febrero/2022
Esclavas Misioneras de Jesús

Con una profunda alegría y gratitud estamos celebrando el 9º Aniversario de la partida a la casa del
Padre de Nuestra Querida Madre María Teresa Azpíroz Castellnou, primera Esclava Misionera de Jesús y
Cofundadora de esta Familia Misionera, por lo cual proponemos estos momentos para manifestar
nuestro agradecimiento a Dios por la vida de nuestra madre y por todas la gracias que sigue
derramando a nuestra congregación por su intercesión, así mismo unirnos en oración y recordar este
acontecimiento que merece ser custodiado en nuestro corazón.

ACTIVIDADES HA REALIZAR EL 08 DE FEBRERO

1.- Poner una foto de la madre con alguna frase, a creatividad de


cada comunidad
2.- Lectura de las memorias del día de su partida
2.- Silencio y canto “Somos Esclavas de la Libertad”

3.- Lectura y meditación del comentario del artículo segundo de las


constituciones.
4.-Silencio
5.- Canto
6.- Oración de gratitud por la vida de nuestra Madre a cargo de las
superioras de cada casa en su caso la que designe.
7.- Canto final

Memorias del día de su partida


¡Oh llama de amor viva,
Que tiernamente hieres
de dice
Bien mi alma en el
el Señor más
que profundo
nadie centro!
sabe el día ni la hora, las cosas nos llegan de sorpresa,
Pues ya no eres esquiva,
por eso hemos de estar siempre en espera.
Acaba ya, si quieres;
¡rompe
Así la tela de
fue la muerte denuestra
este dulce encuentro!
Madre Teresita. En al cuál, una noche antes, el día 7 de
febrero del 2013, que mientras cenaba como de costumbre, nos hablaba del recorrido
2 que habían hecho en varios pueblos de Navarra y de las experiencias que había vivido
junto a su prima (a propósito, hermana de nuestra madre Lucía), es como si hubiera
dejado el trayecto de su vida en nuestras manos y así mismo sobre el comienzo obra
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En el Evangelio (Mc 6,30-34) se recogían las palabras de Jesús «Venid vosotros solos a
un sitio tranquilo a descansar un poco», que se podían aplicar a la Madre en su
tránsito al cielo: ¡Él ha querido llevársela consigo a descansar…! Y en la carta a los
Hebreos (Hb 13,15-17.20-21) se dan consejos de “hacer el bien, ayudarse
mutuamente, obedecer…” que parecían el testamento de la Madre. A esa Misa, como
es natural, asistieron pocas, las Hermanas y unos poquitos del pueblo (entre ellos la
familia del carpintero), además de la hermana de Hna. Lucía, la Hna. Guadalupe,
Amaya y pocos más; los cantos salían también llenos de emoción. Terminamos con un
sencillo responso y enseguida empezó a venir gente de Milagro a rezar y a dar el
pésame (entre ellos llegó de Logroño Gloria con su hermana).

A la hora de comer, hacia la una, ya se habían marchado todos. Vinieron los sobrinos
de la Madre y ellos y nosotros nos dispusimos a comer para estar dispuestos a la hora
del funeral. Durante la comida la conversación giró en torno a recuerdos de la Madre,
sus palabras sus gestos, sus orientaciones, su paz…, tantas cosas hermosas que a mi
me daban ganas de grabar, sobre todo cuando hablaban la Hna. Gloria o la Hna Lucía.
Fue una comida entrañable.

Antes de que llegaran los de la funeraria, exactamente a las 3:30 nos volvimos a reunir
en la Capilla para rezar Vísperas; iban llegando bastantes personas, pero
respetuosamente se unían en silencio al rezo. ¡Era la última oración comunitaria que
presidía la Madre desde el Cielo y con su cuerpo entre nosotros! Después de Vísperas
añadimos un largo responso, con el Miserere, las preces de difuntos y la oración final.

Poco después llegaron los de la funeraria y con ellos le quitamos con muchísima
emoción el anillo de la fidelidad y el crucifijo de Sierva de Jesús que había llevado al
cuello durante su vida. Yo tuve la osadía de poner en sus manos el rosario que
recogería en el cementerio; quería tener un recuerdo (una reliquia) para mi uso
personal. Inmediatamente nos dirigimos a la parroquia para la misa exequial.

Cuando llegué a la sacristía ya estaban todos revestidos. El Sr. Arzobispo me saludo


muy afectuasoamente (tenías que haber venido a México, me dijo una vez más), y
otros siete sacerdotes, de los que únicamente conocía a D. José Ignacio, al vicario de
zona, D. Bibiano Esparza, que vino con el diácono), el párroco de Peralta, Luis, D.
Valentín y un carmelita. Pienso que el otro era un agustino, pero no estoy seguro.

La Misa fue de una sencilla solemnidad que impresionaba. Al órgano estaba la Hna.
Carmen. Después del saludo inicial Diana leyó una semblanza de la Madre, breve,
pero muy densa de contenido. Las lecturas las hicieron unos sobrinos de la Madre y
las preces Hna. Yolanda.
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El Sr. Arzobispo tuvo una homilía muy cariños, recodando su reciente visita a México,
mencionando las tres casas con especial énfasis en la del DF y la labor de las que
trabajan en las Obras Misionales Pontificas; pero sobre todo habló de la Madre
recordando lo que tantas veces decía “quiero sólo lo que Jesús quiera” y esta frase le
dio para toda la homilía. En el momento de la paz, bajó a dar la paz a todas las
Hermanas y al terminar la Misa volvió a hablar con ellas. Ha estado muy cercano.

Como es costumbre en Milagro al terminar la Misa fuimos los más cercanos, que
éramos bastantes, al cementerio. Allí se volvió a rezar un responso en la capilla, que
dirigió D. José Ignacio, los de la funeraria abrieron por última vez el féretro, D. José
Ignacio esparció un poco de tierra y nos encaminamos todos a donde iba a ser
depositado el cadáver, exactamente en el nicho que está a la derecha del que
contiene los restos de D. Quintín. Todos estábamos en silencia respetuoso y me
imagino que todos rezando intensamente. Al cabo de unos diez minutos todo había
terminado y regresamos cada uno a su sitio con el convencimiento de haber asistido a
un acontecimiento histórico para la Congregación y para todos los que estamos cerca.
¡Cuántas veces mencionamos a todas las de México, que no habían podido asistir
físicamente, pero que en espíritu estaban presentes, muy presentes! En mis adentros
ofrecía al Señor este sacrificio que les había pedido para que le sirviera de sufragio a la
Madre y de “grano de trigo que cae en tierra y da mucho fruto para las almas.

Ese día se vivió con la gente el pueblo que llegó a verla para darle su último adiós
entre lágrimas, pues había sido un gran testimonio para ellas, incluso aquellos que por
diversas razones no participaban activamente en la vida de la parroquia, entre ellos el
alcalde del pueblo de Milagro que reconocía su santidad de vida y el gran ejemplo que
fue para muchos.

Nunca esperábamos que así terminarían sus días, en silencio, una mujer que
transmitía mucha paz, no habrá una como ella. Nunca demostró ningún dolor,
simplemente se fue apagando poco a poco para dar paso a su anhelo más profundo
expresado en estas palabras que a ella tanto nos recuerda:

¡Oh llama de amor viva,


Que tiernamente hieres
de mi alma en el más profundo centro!
Pues ya no eres esquiva,
Acaba ya, si quieres;
¡rompe la tela de este dulce encuentro!

Testimonio del Pbro. Santiago Ausín


5 Y hna. Yolanda Vega Gómez EMJ
Comentario del Capítulo II de las Constituciones

Las religiosas de este Instituto de Vida Consagrada, que se denominan “Esclavas


Misioneras de Jesús”, tratan de seguir a Cristo dando respuesta, con la oración al
llamamiento evangélico “rogad al Señor de la Mies que envíe obreros a su Mies”
(Mt. 9,38), y ofreciéndose al servicio de la Iglesia para ser enviadas a territorio de
misión. Todas las religiosas se llamarán hermanas.

Según la concepción antigua y primitiva, el nombre, no es sólo lo que designa,


caracteriza y distingue de los demás al que lo lleva, sino además es un elemento esencial
de su personalidad.
Lo que no tiene nombre no existe.
Domina por eso la creencia de que el nombre responde a la naturaleza, o por lo menos a
las cualidades del que lo lleva (porque es lo que su nombre significa... (I Sam. 25,25).

En el Bautismo nos es conferido un nombre a cada persona que lo recibimos, en el


“nombre del Padre, del hijo y del Espíritu Santo”, por lo cual, el Señor nos santifica, nos
libera del Pecado Original, y esa persona lo recibe en nombre de la Iglesia. Nos convierte
en Hijos de Dios. Es nuestra primera Consagración bautismal, la primera y esencial.

Pero como hemos comentado en el art. 1, canon 573, se encuentran en ese c. Recogidos
todos aquellos elementos, tanto teológicos como canónicos que definen la vida
consagrada, la identifican y la distinguen de cualquier otra forma de vida producida por
la simple recepción del Bautismo o la del Orden Sagrado. (Estudiar y comprender bien
los elementos definitorios, principalmente los números 1.- y 2.- ).

La Iglesia ha aceptado de cada Congregación de las que existimos en el mundo, un


nombre distinto; aquel inspirado por el Señor a los fundadores. Por eso con cierto
aplomo nos dice este art. 2 que las religiosas de este Instituto de Vida Consagrada se
denominan Esclavas Misioneras de Jesús. El nombre, como ya hemos dicho, sintetiza y
encierra cuanto tenemos que vivir. Ser totalmente Esclavas Misioneras de Jesús. No
desparramarnos y concedernos caprichos o antojos personales para nuestra satisfacción.
Jesús nos quiere, esclavas, como su Madre, esclava de toda la misión de Jesús.

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La Iglesia ha aceptado de cada Congregación de las que existimos en el mundo, un
nombre distinto; aquel inspirado por el Señor a los fundadores. Por eso con cierto
aplomo nos dice este art. 2 que las religiosas de este Instituto de Vida Consagrada se
denominan Esclavas Misioneras de Jesús. El nombre, como ya hemos dicho, sintetiza y
encierra cuanto tenemos que vivir. Ser totalmente Esclavas Misioneras de Jesús. No
desparramarnos y concedernos caprichos o antojos personales para nuestra satisfacción.
Jesús nos quiere, esclavas, como su Madre, esclava de toda la misión de Jesús.

En Jesús existía la obediencia total en la fe a su Padre. Vino a salvar a todos los hombres.
En María, su madre, ocurre lo mismo. “El Padre de las Misericordias quiso que
precediera a la Encarnación, la aceptación de la madre predestinada”. María da este
consentimiento después de haber escuchado todas las palabras del Angel. Le dice: “he
aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra”. Por la fe se confió María a
Dios sin reservas y se consagró totalmente, a sí misma, como esclava del Señor a la
Persona y a la Obra de su Hijo. En María, al igual que en Jesús, se dio la obediencia total
en la fe a Dios y sin titubeos se involucró en humildad y sencillez en la misión de su Hijo y
desde entonces vivió totalmente para Él. Sin alardes, en humildad, silencio y sencillez.
Esta disposición de total “obediencia en la fe a Dios” es lo que todas las Esclavas
Misioneras de Jesús hemos de querer ir adquiriendo a lo largo de nuestra vida.


Tenemos un gran apellido, Esclavas Misioneras de Jesús; es el que


debemos estampar en nuestra firma.
Esclavas Misioneras
de Jesús

31-agsoto-1922/31-agosto-2022

CENTENARIO DEL NACIMIENTO DE


Madre Teresa
7
Azpíroz
Castellnou

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