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FÁBULA.

“¡Concurso del año!, […] ¡corra ya en este momento a inscribirse totalmente gratis!”

Se podía leía en aquel olvidado periódico gubernamental. (que normalmente era

leído por los ancianos de clase alta, casi todos allegados del alcalde para cuidar que

no hablaran mal de ellos). Aunque en esta ocasión logró generar el genuino interés

de tres amigos, -habitantes del pueblo de clase buena, de ahí que eran unos

soberbios y engreídos-, que por el aburrimiento veraniego decidieron ir a participar

en aquel lastimoso concurso.

—¿Qué podremos ganar?, ¿Cuáles serán los premios? — Preguntaba la

Abeja llena de ilusión, como si de un niño se tratara, —¿Podremos?, Tú ni has de

alcanzar un lugar como espectador, no es un concurso para abejitas lloronas, mucho

menos para idiotas con actitud infantil — Respondió el Martillo, burlándose de la

pobre abeja. —Entonces tú ni de la entrada vas a pasar; Que no sé te olvide la vez

en que quisiste clavar a ese pobre tornillo tan solo para impresionar a una Llave

inglesa, tan solo para que te rechazara y te dejara plantado — Interrumpió la Botella

en defensa de la pequeña abeja.

El premio del concurso eran tres chascos y dos bonzones de la época, un

premio que podía atraer la avaricia de cualquier pueblerino, sobre todo de la clase

necesitada en dinero, -aunque no era el caso de estos tres tipejos, pero aun así

fueron a probar su egocentrismo-. Los golpes, los gritos y la sangre de los

desesperados por comer los recibían, el caótico caos no solo era provocado por los

menos civilizados del pueblo, también uno que otro adinerado con algunas drogas

encima hacía más grande la anarquía en la entrada de El Mayab, lugar de la ansiada

inscripción y en donde más tarde se realizará el evento a la media noche.


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—¿De verdad vamos a competir contra esas?, las pelotas de goma y las flores no

son dignas de competir en contra mía, ¡Pónganme un verdadero reto! Y que mejor se

vayan a dar lástima para conseguir dinero como de costumbre — Gritaba totalmente

exaltado el Martillo a los cuatro vientos, sin darse cuenta de que las pelotas de goma

y las floreces solo eran los jueces que había puesto de último momento.

—¿Qué tenemos que hacer, señorita? — Amablemente preguntaba la Botella

a una de las promotoras del concurso. —Ya sabrán las reglas al inicio del evento, no

son nada complejas. Alguien como usted debería poder con eso y más, ¿No lo cree,

guapo? — Fue la respuesta coqueta que recibió por parte de esta.

Y al fin llegada la media noche comenzó el esperado concurso. Todos estaban

listos para presenciar un momento jamás visto en aquel pueblo, pues el

entretenimiento no era para todo público, se reservaba en la casona del alcalde con

misteriosos eventos privados. Los ricos y pobres estaban en un mismo lugar; El

Mayab estaba a reventar, el escenario se veía increíble, las luces, el sonido. Todo

parecía del futuro, brillaba más que cualquier estrella del cielo.

Aunque a todos les tomó por sorpresa que únicamente los tres amigos iban a

ser los participantes de la noche, todo el público murmuraba confundido con aquella

noticia repentina. “Esos malditos nobles, siempre hacen lo que les da en gana, sin

importarles que nos estemos muriendo de hambre” era lo que más se comentaba

entre las personas. Una verdad total; el primo del Martillo (funcionario público con

buena influencia política) le hizo al Martillo un pequeño favor: Mandar al demonio a

todos los demás, sin importar nada y abusando de su poder. Tan solo para poder

humillar fácilmente a sus amigos sin que otros se entrometieran. Y sin más; La

presentadora comenzó a dar las reglas generales del juego.


2
Las reglas eran muy sencillas: Inflar un globo a su máximo sin reventar, subirse en él

sin que explote y permanecer ahí cinco segundos lo más firme posible. El martillo

comenzó a llenar el globo con aire oxidado pesado y sucio, razón por la cual explotó

casi al mismo instante de comenzar a llenarlo; La botella era el participante perfecto,

su aire era limpio, puro y ligero, sin ningún problema logro inflar el dichoso globo. Y la

abeja… La abeja era el objeto de burla para la multitud, ni con el soplido más potente

y largo que pudo haber dado logro llenar ni la mitad del globo, por lo que tuvo que ser

ayudado por la presentadora, lo que ocasiono más burlas y abucheos.

El siguiente paso fue el más complicado, nadie podía mantenerse los cinco

segundos. El martillo al subirse reventaba el globo por sus astillas, la botella se

resbalaba por su base aboyada y la abeja se ponía nerviosa, haciendo que pinchara

el globo con su aguijón. La cuarta vez que la Botella lo intentó estaba a punto de

lograrlo, tan solo le faltaban dos segundos cuando el Martillo comenzó a golpearla,

una y otra vez, hasta que solo dejó un pedazo de vidrio. Esto provoco que los dos

quedaran descalificados, el Martillo fue mandado de ser quemado y el pedazo de

vidrio decidido que lo fusilaran al término del día.

La Abeja logró una concentración absoluta, dejó de escuchar los abucheos,

las risas y la pelea de los otros dos, en cuestiones de segundos y casi después de

diez intentos logro quedarse los cinco segundos en un globo que ella llenó de aire.

¡Nadie podía creerlo!, fue la noticia más inesperada que había pasado. Y sin más, el

premio fue para la pequeña abeja.

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