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Beatrice Webb recuerdoendelaMan


compañera
En Cannen
tierra como García Nieto
en elcielo.
la Sociología del 1. Introducción
Trabajo entre dos
siglos «E 1 mejor profeta del futuro es
el pasado». Eso al menos
dice un proverbio chino que
me regalaron en el restaurante Beijin, un lugar
muy cercano a la sede del último Congreso
Mundial de Sociología en Montréal.
_________________________ Allí nos congregamos a finales de julio de
1998 varios miles de sociólogos, venidos de
Juan José Castillo todos los confines de la tierra, para debatir en
torno a «la herencia de la sociología y el por-
venir de las ciencias sociales en el siglo vein-
tiuno». Inmanuel Wallerstein, presidente de la
Asociación Internacional de Sociología enton-
ces, nos convocaba explícitamente a debatir,
reflexivamente, sobre nuestro propio quehacer
como científicos sociales, planteándonos los
avances y los puntos ciegos de nuestra profe-
sión, su valor y la orientación futura, el cami-
no hacia donde vamos a movemos en este
siglo que entra. Y, para ello, decía Wallerstein,
una vía fundamental para nosotros es hablar-
nos los unos a los otros, académicos o no, por-
que tenemos mucho que aprender, de nuestros
clásicos, de nuestros vecinos 2
El Comité de Investigación 30, «Sociología
del Trabajo» de la Asociación Internacional de
Sociología, propuso como uno de los temas
centrales de reflexión para este congreso mun-
dial, precisamente, «Trabajo del pasado, traba-
jo del futuro: para una renovación de la socio-
logía del Trabajo». El mismo que vertebró los
debates de nuestro último congreso nacional,
en septiembre de 1998, en La Coruña.
Que en ambos casos el responsable de esa
orientación sea quien esto firma no es, obvia-
mente, coincidencia: creo firmemente que una
renovación de nuestro propio oficio, y una
inserción social de nuestra práctica sociológi-
ca, sea ésta en la Academia o en la Sociedad,
necesita volver a anclarse en nuestros clásicos,
en las mejores prácticas, necesita una mirada
hacia dentro y hacia afuera del propio oficio de
sociólogo.
Y tratándose de la Sociología del Trabajo,
cuyo objeto propio de estudio, el trabajo, se
hace cada vez más concepto escurridizo y
nebuloso, esa necesidad de reflexión histórica

Juan José Castillo. Universidad Complutense de Madrid.


Política y Sociedad, 32(1999), Madrid (pp. 195-205)
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y metodológica me parece aún más urgente y puede decir que Sidney y Beatrice Webb son
necesaria. Porque, por un lado, el trabajo los padres de lo que hoy podríamos denominar
mismo, hoy en día, se ha convenido, como la escuela del Estado de Bienestar. Más aún si
resultado de políticas laborales y económicas, se recuerda su papel de fundadores, en 1895,
en «objeto oscuro», precarizado el empleo que de la London School of Economics and Politi-
fué la norma, disperso en el territorio geográ- cal Science, su único hijo como Beatrice dirá,
fica y socialmente, «fluido» y variopinto. Y y su nada desdeñable papel en el nacimiento
sobre todo, según las ideas dominantes, escaso mismo del Labour Party, queda dicho que se
y tendente a desaparecer. trata de una obra excepcional, científica y poíí-
La «búsqueda del trabajo perdido» se con- ticamente. La obra de los Webb.
vierte así en un reto doble para la sociología: la Nació Beatrice Potter el 22 de enero de
obliga a redefinir su objeto de estudio, y con él 1858, y murió, a la edad de ochenta y cinco
los métodos, las técnicas de recogida y trata- años en 1943. De sus innumerables trabajos
miento de la información. Por otro lado, la utilizará aquí, especialmente, aquellos que Ile-
misma sociología ha de reconstruir su anda- van en sí mismos la marca de su formación
miaje conceptual para ser capaz de captar, ana- como investigadora social, como ella gusta de
lizar y teorizar sus hallazgos. denominarse, y tomará como referencia funda-
Esta renovación que hoy sentimos como mental una obra que cumple hoy cien años jus-
una necesidad perentoria, para ser capaces de tos, su Industrial Democracy, publicada, junto
estar a la altura de los tiempos, de abordar «la con Sidney Webb en enero de 1898, y que
cuestión palpitante» del cómo conseguir la marca tanto en el área de la reflexión, como en
mayor cuota posible de felicidad humana para el de la institucionalización de los sindicatos,
la mayoría, recorre distintos caminos. Uno de un jalón fundamental. Y aunque los tiempos
ellos es el volver a nuestros clásicos donde, han cambiado «una barbaridad», su apasiona-
sin duda, se halla una parte de ese «paraiso do y meticuloso trabajo, al releerlo, nos trae la
perdido», cuando la sociología era la antesala sensación de que podría estar escrito hoy
racional de los cambios y avances democráti- mismo, para defender la constitución de los
cos de nuestras sociedades de «capitalismo sindicatos como parte fundamental de la cons-
reformado». titución de la sociedad democrática.
Por ello, para despejar un poco más esa
vereda, planteo esta reflexión sobre la sociolo-
gía entre dos siglos, sobre la vida y la obra de 2. ¿Por qué Beatrice Webb?:
una socióloga que muestra, en sí misma y las mujeres y la vida
haciéndose, cómo muchos de los problemas
que se planteó, y algunas de las soluciones que
les dió, nos ayudan a encontrar respuestas para MM
los problemas de nuestros días, para aquello fl ace ya algunos años, cuando pasa-
que es el reto, como decía, de la sociología del ba largas horas en el British
siglo veintiuno. O al menos nos ayuda a for- Museum tras las huellas de Charles
mular mejor, más radicalmente, nuestras pre- Babbage, cuya obra pionera de 1832, Sobre la
guntas. economía de las máquinas y las manujbcturas
Se trata de Beatrice Potter, de soltera, y es, a mi juicio, la primera Sociología del Ira-
más conocida después y en nuestros días por bajo merecedora de tal nombre, comencé a pre-
Beatrice Webb, apellido que adquiere al ocuparme, y a acumular datos y noticias, sobre
casarse con Sidney Webb, en julio de 1892, una cuestión singular —que tenía menos impor-
con quien firmará, desde entonces, una larga tancia en el caso de Babbage—: había, hay, en la
cantidad de obras sociológicas e históricas historia de las ciencias sociales muchos casos
enormemente influyentes, y que constituyen de parejas de sociólogos en los que el renombre
un corpus fundamental en nuestra disciplina, de uno de ellos deja en la sombra, ¡qué casua-
Y no sólo aportaron científicamente un verda- lidad¡, a la mujer de la pareja. Y en más de un
dero bloque de saber nuevo, sino que, por su caso el papel jugado por esas mujeres no sólo
compromiso con las reformas sociales y la ha sido parte de la vida, sino que ha sido deci-
intervención política para conseguirlos, se sivo en la propia formulación y teoriZación
Beatrice Webb: la Sociología del ‘IYabajo entre dos siglos 197

social, incluida la escritura y defensa en sede En el caso de Mill, además, que nos halle-
académica o pública. mos ante el primer sociólogo «feminista» por
Un magnífico libro de Wolf Lepenies, que así decir, que publica en 1869 su trabajo
hoy puede leerse en castellano, Las tres cultu- «Sobre la sujeción de Ja mujer», aplaudido y
ras: la sociología entre la literatura y la cien- reeditado hasta hoy en día, añade más interés
cia, me confirmó que aquella curiosidad mía aún a nuestra inicial curiosidad. Ahí, precisa-
no era solitaria, ni mucho menos irrelevante mente, como en la dedicatoria de Sobre la
para el desarrollo y progreso de la sociología, libertad, vuelve a decir al paso Mill una ver-
Para todos nosotros, sociólogos orgullosos de dad que la mayoría de sus editores se niegan a
nuestro oficio, la figura de Auguste Comte, el reconocer: «¿Quién es capaz de contar las
«padre fundador», por lo menos del nombre de ideas originales que, dadas a luz por escritores
la disciplina, se ve reavivada, o se revive, si del sexo masculino, pertenecen realmente a
uno busca en París —una peregrinación como una mujer que se las sugirió, sin que el hombre
otra— el Museo que es hoy la que fue su casa, les preste más que la tasación y el engarce? Si
no lejos de su estatua en piedra un poco arrin- yo hablase por experiencia propia diría que el
conada hoy en la Place de la Sorbonne. Allí, en caso es frecuentísimo».
el número 10 de la me Monsieur Le Prince, La figura y la obra de Mill en el campo de la
sigue estando, cubierta con una tela que es más economía, que entonces es difícil distinguir de
un sudario, la silla donde se sentaba Clotilde la sociología, viene a ser «sucedida» por la
Del Vaux, el gran amor de Comte, que, según magna obra Principios de Economía Política,
sus mejores biografos reorientó sustancial- de Alfred Marshall, cuya primera edición es de
mente sus doctrinas después de 1845, «el año 1890, y que será el patrón canónico de la eco-
decisivo», el año que conoció a Clotilde. nomía política hasta su muerte en 1924, fecha
Desde entonces a los eslogans anteriores del en la que toma el relevo su discipulo y exége-
positivismo comtiano se añadió éste: «La- ta, en aquel momento, John Maynard Keynes.
mour pour principe». Nuevamente aparece ante nosotros una pareja
Pero quizá la figura más llamativa de esos de excepción, Mary Paley, quien casa con
precursores sea la de John Stuart Mill, quien Marshall en 1871, y con él escribe y publican
también nos ha dejado, en su Autobiografía un juntos, en 1876, lo que podría considerarse el
testimonio irremplazable y apasionante de su embrión de los Principles, un libro de texto
evolución intelectual y personal. Su relación hoy inencontrable, bajo el título de TI-te econo-
con Harriet Taylor marca una época en mics of industry, «La economía de la indus-
muchos sentidos. Los Principios que publica tria»; libro que consiguió una altísima difu-
en 1849, según su testimonio, son ya un pro- síon: en la estimación de Keynes, discípulo y
ducto conjunto de la pareja, y decididamente, sucesor de Marshall como decía, se editaron
especialmente para sociólogos del trabajo, el 15.000 ejemplares. Y no fueron más porque, al
capitulo «Sobre el futuro probable de las cia- parecer de los biógrafos, Alfred no gustaba
ses obreras» de ese manual, que fue la guía mucho de esa co-autoría formal y real.
más solida de la economía política durante En 1873, Marshall pronuncia una conferen-
cuarenta años, es obra directa de Harriet lay- cia, cuyo texto, no sólo en su título, recuerda a
br, su mujer John Stuart Mill, «Sobre el futuro de las clases
Lo que me atrae de esta pareja, y lo que trabajadoras», sino que además comienza con
quiero destacar aquí, es, precisamente esa una expresa cita de la Autobiografía, la que
mezcla de la vida y la obra, que se renueva y declara la autoría doble de aquel paradigmáti-
llega a cotas de excelencia, con una historia co capítulo del tratado milliano sobre el mismo
—por qué no decirlo— de amor, que hace más asunto, debido a Harriet Taylor y John Stuart
aguda la capacidad de análisis en torno a los Mill, pero firmado sólo por éste.
problemas del trabajo, pero, sobre todo, que Nuevamente, y ello es especialmente
lleva consigo una toma de posición teórica importante para un sociólogo del trabajo, una
mucho más próxima a los trabajadores, como mujer, Mary Paley está en el origen de este
orientación política. Y, sobre todo, para ir al análisis muy pegado al terreno y orientado a
meollo de mi argumento, que renueva la meto- favor del trabajo, de los trabajadores y de los
dologia tradicional de las ciencias sociales. ciudadanos.
198 Juan José Castillo

Sin embargo, en uno de los más reputados le correspondía a los sindicatos: su papel, cía-
diccionarios biográficos del gremio de los eco- ramente fonnulado en tres apartados distintos
nomistas, que abarca los últimos doscientos era: 1), participar en la decisión del qué pro-
años, figura Mary Paley Marshall, y vale la ducir; 2), en el cómo producir, qué procesos de
pena leer lo que allí se dice de ella: «Como la trabajo, qué materiales, que formas de selec-
primera mujer profesora de economía en Cam- cionar a los trabajadores...; 3)y, finalmente, el
bridge y co-autora de un buen libro de texto de qué de las condiciones de trabajo y empleo, el
economía, pudiera haber seguido una carrera ambiente laboral, la intensidad del trabajo, los
destacada. Sin embargo, al casarse con Mars- salarios.
hall ella sumergió su carrera en la de él». Y,
por cierto, Marshall se encargo con mimo de
que su obra conjunta no volviera a reeditarse
nunca. 3. La vida por delante
Beatrice y Sidney Webb se nos presentan,
también como una pareja excepcional. Puesto fl
que sus publicaciones más conocidas son pro- ff4’ reo que lo mejor es
pias de nuestro área de conocimiento y preo- empezar por recordaros a
cupación, el esclarecer y traer a la luz su apor- los estudiantes princi-
tación, tiene una especial significación. piantes, que los pensadores más admira-
Piénsese que sólo su monumental Historia bles de la comunidad académica a la que
del Sindicalismo, originalmente publicada en habeis decidido asociaros no separan sus
1894 y traducida en España por el Ministerio trabajos de sus vidas».
de Trabajo, es un clásico con todos los hono-
res. La última edición que prepararon los C.Wright MilIs, La imaginación
Webb es de 1920 y está puesta al día y prolo- sociológica, p. 206.
gada ampliamente en cada reedícton.
Para ellos, sin embargo, este extraordinario En ese espléndido apéndice de La imagina-
libro no era, no fué, más que un paso (¡de ción sociológica que se llama «Artesanía inte-
gigantes¡) en el desarrollo de su programa de lectual» cualquiera podría adivinar que se
investigación. Allí, como no dejarán de reite- halla, como un trasunto de tan acertadas refle-
rar en muy distintas ocasiones, lo que había, lo xiones, la figura y la obra de Beatrice Webb.
que hay, era y es una minuciosa y paciente No la menciona Wright Milís directamente en
reconstrucción histórica, modélica y ejemplar. esta ocasión, pero uno tiene la impresión de
Pero el colofón o cierre de su programa, que que hasta los ejemplos vienen de esa inspira-
les llevo seis años de investigación organizada ción. ¿No dice un poco más adelante de esa
y un laboriosísimo trabajo de campo, que din- cita que «muchos escritores creadores llevan
amos hoy, fue, como ya anunciaba antes, diarios; [pues] la necesidad de pensamiento
Industrial Democracy, un volumen de más de sistemático que siente el sociólogo lo exige»?,
novecientas páginas, publicado en enero de cuando, precisamente, en la cultura anglosajo-
1898, y que sigue siendo reeditado hoy en día na, los Diarios de Heatrice Webb, nacida Pot-
como una obra maestra ubicada en el cambio ter, son presentados como una auténtica cum-
de siglo, y no superada. bre del género, una suerte de historia íntima de
Aquí los Webb cerraban su largo periplo de cincuenta años de la vida —en su más amplia
reconstrucción sociológica apostando por acepción— de la Inglaterra victoriana y edwar-
—dicho en palabras de Beatrice, en el segundo diana para lo que aquí nos importa.
volumen de su autobiografía, Our Los Diarios de Beatrice Webb, al igual que
partnership— «por una teoría del sindicalismo su autobiografía publicada en 1926 bajo el sig-
consistente con los hechos que habíamos nificativo título de Mi aprendizaje, se convir-
observado y con las hipótesis que habíamos tieron en best sellers, reeditados hasta nuestros
verificado», días, en versiones cada vez más completas, y,
Una teoría que también, cómo no, llevaba por tanto con información de primera mano
consigo una defensa del papel que en «la ges- sobre aspectos tan minuciosos como el desa-
tión de la industria en un Estado democrático» rrollo de una investigación, los problemas de

~P&’5SM
Beatrice Webb: la Sociología del Trabajo entre dos siglos 199

una entrevista, la «fabricación», capitulo a Cuando Beatrice y Sidney, tras la muerte del
capitulo, de un libro, los avatares personales, e padre de aquélla, en enero de 1892, den a
incluso sentimentales, etc. En ellos tendremos conocer su compromiso, mantenido en secreto
un fundamento precioso para conocer, de cerca para no violentar a un padre retenido en cama
y por dentro, los entresijos del hacerse soció- por la paralisis, Herbert Spencer, un individua-
loga, de la construcción de un «arte» u oficio, lista convencido y «militante», a quien el sin-
del desarrollo y avatares de una sensibilidad dicalismo le parece, por decirlo suavemente,
extraordinaria. Es decir, la mejor manera de una herejía, decidirá revocar ese nombramien-
transmitir y aprender la experiencia de una to de albacea intelectual que había depositado
vida y de una obra. en Beatrice: no podría siquiera sufrir la idea de
Por supuesto, al escribir su autobiografía, que su «editor» estuviera casada con un cons-
Beatrice es perfectamente consciente (tiene ya picuo socialista, un radical «fabiano»...
68 años cuando se publica My apprenticeship) En todo caso, creo que puede decirse que
de que el recurso a sus diarios ha de hacerse uno de los trazos que más destacan en la for-
tratándolos como una fuente más: esto, anali- mación de Beatrice como socióloga está, pre-
zándolos como si se tratara de un documento. cisamente, en el paso de un individualismo
Pero, escribe a la vez, es tan difícil separarse, spenceriano que no aceptará ninguna interven-
distanciarse, de uno mismo... ción estatal o colectiva, a la ruptura total con
En todo caso, tanto My apprenticeship como semejante posición ideológica, y su misma
el segundo volumen, editado postumamente, contribución, como veremos, a la fundamenta-
en 1949, Ourpartnership, son un intento cons- ción científica del papel necesario de los sindi-
ciente de transmitirnos la experiencia comple- catos como mediación institucional en el fun-
ta de la formación de una socióloga. Así lo cionamiento de las instituciones democráticas
dice en la primera línea: «En las páginas que más amplias y complejas de un país.
siguen describo el oficio de una investigadora Ese evolutivo pero radical cambio de un
social, tal y como yo lo he practicado». punto de partida teórico, de una «visión»,
como la llamaría Schumpeter, no es cuestión
de un día, ni tampoco un corte que separe niti-
4. El punto de partida: una damente dos épocas. Para Beatrice los «años
cruciales» de su formación se extienden entre
discípula de Spencer 1882, año de la muerte de su madre, cuando
ella tiene 24 años, y 1892, año de la muerte de
MM su padre, y de su matrimonio con Sidney
erbert Spencer, el influyente filóso- Webb: «años cruciales -deja escrito- durante
fo y sociólogo evolucionista e mdi- los cuales adquirí el oficio de investigador
vidualista británico, frecuentaba a social, experimenté una intensa presión emo-
la familia Potter, y será no sólo una de las lec- cional, y persistí en una dura tarea intelectual
turas, junto con «el aburrido Comte» de las bajo circunstancias adversas».
que se nutra Beatrice Potter, sino que además
tendrá innumerables ocasiones de pasear, dis-
cutir, y comentar los más variados temas, tanto 5. Ir al terreno: «un viaje
en su propia casa como en viajes europeos,
viajes que Beatrice recuerda con detalle en sus sentimental»
diarios.
De hecho Beatrice atenderá al «poor oíd
man», como le llama con gran afecto, viajando fl~ yudándose de una relación fami-
hasta Brighton a su llamada en muchas ocasio- SS liar que le permite aparecer como
nes, especialmente en los últimos años de la «Miss Iones», una inventada hija
vida de Spencer (que muere, como es sabido de un granjero que quiere conocer la vida de la
en 1903). La confianza de éste, de Spencer, en industria en Bacup, Lancashire, Beatrice da, en
Beatrice, debió ser muy grande pues le nombra su propia apeciación «el primer paso» de su
su albacea intelectual, encargada de su legado formación: ir al terreno, instalarse en él, cono-
y publicaciones a su muerte. cer de primera mano las condiciones de trabajo
200 Juan José Castillo

y de vida de los mill-hands, los obreros de las «La vida de los estibadores en el Este de Lon-
fábricas, a los que entrevista en su propio lugar dres», que será publicado en septiembre de
de trabajo o en su casa. Así —reflexiona tres 1887 en la revista Nineteenth Century.
años más tarde, en 1886, de nuevo en Bacup— En su diario recoge esta nota en mayo de
la vida obrera se le hace familiar, pierde su 1887: «Además de secas estadísticas quiero
frescura, sí, y su parte de aventura de la prime- viveza local; una clara descripción de los
ra incursión, pero es sólo así, viviendo entre la metodos de empleo de los hombres, de tipos de
gente, como se conoce la realidad social. Su carácter y hombres empleados, y dónde viven.
reflexión, sobre este punto, es muy clara, y no Tengo que verificar la «espera a las puertas»
está muy lejos de lo que hoy nos preocupa, [de las personas que buscan trabajo], y encon-
metodológicamente: «La observación real dia- trar por mí misma las horas exactas a las cua-
na de hombres y cosas toma el lugar de la acu- les las diferentes clases son cogidas [para el
mulación de hechos sacados de libros y elucu- trabajo]».
braciones de despacho (...); para aprovechar Y en su autobiografía nos da cuenta del pro-
este tipo de observaciones debo, a la vez, ceso por el que se familiariza con su objeto de
adquirir más conocimientos [descriptivos y estudio, por medio de una documentación
teóricos](...) antes de que pueda darse cuenta exhaustiva: «hay páginas y páginas [del diario]
en el terreno de que le faltan». con notas y entrevistas con funcionarios por-
tuarios, y con las diversas categorías de traba-
jadores y sus mujeres. Mañana tras mañana me
6. «Vida y trabajo levanto temprano -escribe—, para ver la lucha
de las gentes de Londres»: porDesde
conseguír trabajo atrabajo
su primer las puertas del puerto».
publicado, por
una gran encuesta tanto, la documentación exhaustiva, la partici-
pación personal directa, el ir al terreno, las
entrevistas cualificadas, dan un enfoque espe-
harles Booth, primo político de cífico a la metodología de Beatrice Potter que
Beatrice, había emprendido por podemos, desde luego recuperar e imitar hoy
estas fechas, 1886, la que será una en día con provecho.
de las más impresionantes encuestas (y de las
más voluminosas: 17 tomos), que se realizan a
finales del siglo diecinueve. Una aproxima- 7. «Diario de una
ción compleja, con un doble enfoque: estudiar trabajadora»: El estudio
la vida, la habitación, y junto a ella el empleo
o forma de garnarse la vida. Y por otro lado, y del sweating system
como contraste, llevar a cabo un análisis de las
formas de trabajo, y, con ellas la vida de las
personas. Con formas de recogida de la infor- E uando se encargue, dentro de la
mación que combinaban tanto estudios esta- misma gran encuesta sobre Lon-
dísticos como detalladas reconstrucciones de dres dirigida por Booth, del estudio
datos secundarios, con la ayuda de lo que hoy de la subcontratación, del trabajo a domicilio,
llamaríamos «informantes privilegiados», y nos presentará un marco metodológico real,
finalmente, estudios directos sobre el terreno, aplicado, que sigue siendo un modelo en el
cuyo fundamento principal es la entrevista y la que podríamos inspirarnos hoy en la mejor
observación directa. En el diseño de la investigación.
investigación el papel de Beatrice, según los Beatrice estudió, finalmente, el sweating
buenos conocedores del tema, fue importante. system en la manufactura del vestido barato, y
En Mi aprendizaje le dedica a Charles Booth de ello resultaron cuatro ensayos distintos, el
y su encuesta un largo capítulo entero, el quin- más famoso de los cuales fue el publicado en
to, antes de presentamos, en el siguiente, su la revista Nineteenth Century, «Páginas del
papel en ella, y, sobre todo sus primeros pasos diario de una chica trabajadora».
como investigadora, su experiencia, y la publi- Además de la elaboración de un «censo» de
cación de su primer artículo como socióloga, todos los establecimientos que se dedican a
Beatrice Webb: la Sociología del Trabajo entre dos siglos 201

esta producción, con datos reales sobre perso- sociológicas» que le permitan escapar a la
nas, producción, etc., que hará por encargo constricción de las masas de datos a los que
suyo la oficina de Booth, Beatrice llevará a tiene que enfrentarse el investigador social.
cabo, nuevamente entrevistas sobre el terreno, Con ello busca, en sus propias palabras, «un
y terminará por aprender el oficio de pantalo- camino para hacer llegar a ricos y pobres esas
nera, para poder entrar a trabajar en distintas verdades sobre la organización social que uno
empresas, y conocer así desde dentro la vida descubre», aunque, obviamente, para hacerlo,
del trabajo. Así lo recoge en su diario: «Mi piensa, lo primero es un dominio absoluto del
determinación de presentar «una fotografía» a oficio de sociólogo.
la vez que una monografía, me llevó a un Su análisis e interpretación de este modo de
experimento en el oficio de investigador organizar la producción, el sweating system, es
social, que trajo en su tiempo una notoriedad de una iluminadora lucidez y, en muchos pun-
temporal». tos, nos vuelve a situar en la actualidad nues-
Notoriedad temporal porque se debatió tra de nuestros días, por ejemplo, en la España
publicamente sobre cuánto tiempo había real- de 1998: la subcontratación, la división del fra-
mente trabajado como pantalonera, duración bajo entre empresas, el trabajo sumergido, a
que ella misma reconoce que pudo exagerar domicilio, negro —dirá— no es la «culpa» de un
«un poco», pero que, en su idea de cómo se «explotador», el sweater, sino que es una
hace una investigación incluía, sin duda, toda forma estructural de organizar la producción
la información recogida de empresarios, reales capitalista, de la que se benefician todos los
o virtuales, estos por ser, en realidad los «inter- empresarios, ya estén en el medio, los inter-
mediarios», los middlemen cuya situación en medianos, o ya estén, y ese papel es más deci-
los procesos de trabajo era tan precaria como sivo, en la cabeza de la cadena productiva. Y
la de los propios trabajadores subcontrados o a ahí está la raiz de las infames condiciones de
domicilio, trabajo a la que se ven sometidos los trabaja-
En el diario siguen las descripciones de dores.
todos los pormenores dados: la plánificación
de la investigación, su formación como plain
trouser ¡zane!, pantalonera, sus visitas a distin- 8. «El movimiento
tas empresas, sus minuciosas y sorprendente- cooperativo»: entrando
mente lúcidas, notas de trabajo de campo...
Era la primavera de 1888. Con su trabajo en la madurez
directo, nos dice Beatrice, quería comprobar
los datos secundarios ya obtenidos, y una vez fl
realizado este contraste, tan sólo transcribió intiéndose ya más segura en su ofi-
las anotaciones de du diario, eliminando cual- do, Beatrice comienza la que será
quier traza que pudiera reconocer a las perso- su primera investigación personal,
nas comprometidas. Este fue, como ella misma publicada como libro en 1891: El movimiento
dice, no sin ironía, «mi primer y único éxito cooperativo en Gran Bretaña.
literario». Y, desde luego, las páginas del dia- Las páginas de su diario y su autobiografía
rio, también en esta ocasión, cautivan al lector nos dejan constancia de su profesionalidad,
por su penetración y su estilo narrativo, dura profesionalidad: las notas dejulio y agos-
Una preocupación que será continua en su to de 1889 indican su revisión de la prensa
carrera: cómo contar, como una narración apa- cooperativa, horas y horas de trabajo de docu-
sionante, los hallazgos de las ciencias sociales, mentación que muchas veces se ve poco pre-
tantas veces áridos y poco susceptibles de miado por la información encontrada. Conti-
comunicación masiva. Otra de las preocupa- nuos viajes para participar en congresos y
ciones actuales de la sociología: retórica, argu- reuniones de cooperativistas. Entrevistas sin
mentación, reflexividad. cuento. La sensación, cada vez más arraigada,
Beatrice Potter se pregunta ya por cómo de conseguir una gran profesionalidad en la
divulgar, socializar, los conocimientos y realización de entrevistas. Un trabajo que
los avances de las ciencias sociales, y se plan- empieza ya a ser canónico: las fichas indivi-
teará más de una vez el escribir «novelas duales por temas y aspectos, que puedan luego

PRAL ifi&b
202 Juan José Castillo

clasificarse y reclasificarse. Lo que ella misma podría haber hecho en siete semanas, con su
y Sidney llamarían «la especialidad de la casa colaboración: «¿por qué —le dice Sidney— no
Webb». Lo que otros, críticos feroces y fala- me deja ayudarla en la investigación sobre el
ces, llamaran «pilas y pilas de fichas clasifica- sindicalismo?; mientras usted hace las entre-
das de todas las maneras posibles». vistas, yo puedo «vaciar» informes, actas y
Sus conclusiones de esta etapa de trabajo periódicos».
tienen mucho que ver con lo que hemos llama-
do el estudio de lo hecho más que el de lo
dicho: su crítica a los grandes científicos 9. La Democracia Industrial:
sociales del momento, Mill o Marshall, por un jalón histórico en las
ejemplo, es, precisamente, que toman por real
lo que dicen los periódicos y publicaciones del Ciencias Sociales del Trabajo
movimiento cooperativo, y que ella, tras leerse
de cabo a rabo esa prensa, ha intentado com-
probar en la realidad. Y ésta, la realidad real es ~eatrice y Sidney Webb se casaron en
una cosa bien distinta: «lejos de abolir el siste- ~julio de 1892, y celebraron su luna
ma capitalista, el movimiento cooperativo lo de miel investigando en Dublín y
que ha hecho es extenderlo también a los tra- Belfast, y asistiendo al Congreso de las Trade
bajadores intelectuales». Unions en Glasgow, «recogiendo documentos
La segunda conclusión a la que llega, tras sindicales y entrevistando a secretarios sindi-
esta etapa de investigación, nos dirige, directa- cales».
mente, a la gran obra de finales de siglo: La La casa de los Webb en Orosvenor Road se
Democracia Industrial. En efecto, como lo convirtió pronto en un lugar de trabajo que ha
condensa Beatrice Potter, parecía evidente que sido descrito, no sólo físicamente, sino en su
la democracia de los consumidores debía ser funcionamiento, con minuciosidad, tanto por
completada por un estudio de la democracia de la propia Beatrice, como por colaboradores y
los trabajadores, de los sindicatos. Por ello, amigos de la pareja que la frecuentaron con
nos cuenta, «decidí, a principios de 1889, asiduidad. Y también por viejos amigos luego
hacer del estudio del Sindicalismo Británico convertidos en enemigos declarados como
mi próximo campo de estudio». H.G. Wells, que incluso escribió un roman ñ
Cuando estaba redactando su libro sobre clef, Los nuevos maquiavelos, donde el trasun-
cooperación, en enero de 1890, conoció a to de los protagonistas es casi un calco, un
Sidney Webb, «El Otro», como le llama en su mapa escala uno a uno que diría Borges, de los
autobiografía. La ocasión de encontrarse vino Webb.
dada porque, al echar de menos en su trabajo FW. Galton, que fue su ayudante de investi-
información histórica, y habiendo pedido con- gación, precisamente desde 1891 hasta 1898,
sejo sobre a quien consultar, le dirigieron a la fecha de publicación de Industrial Demo-
este joven que parece, le dijeron, «una biblio- cracy, ha dejado una minuciosa descripción
teca ambulante». Y en efecto, se encontraron hasta de los ritmos de trabajo y las costumbres
y, muy rápidamente, y con una letra clara y más menudas de la «empresa Webb». De ella
elegante, según ella recuerda treinta años des- nos interesa, especialmente destacar las ms-
pués, Sidney le dará una información exhaus- trucciones que recibía de Beatrice para la
tiva sobre todo lo que necesitaba. fabricaciónn de las famosasfiches: papeles ad
No se volverán a ver en esos meses siguien- ¡¡oc, del mismo tipo y tamaño, uno para cada
tes de 1890 porque ella está continuamente asunto y fecha, etc.: «mis instrucciones sobre
haciendo trabajo de campo en Manchester, este y otros detalles del trabajo -escribe Gal-
Glasgow, etc., recogiendo informaciones para ton en 1949— venían de Miss Potter al princi-
su libro, y también, deja dicho, «empezando la pio, ya que apenas veía u oía a Webb en con-
investigación sobre el Sindicalismo». tadas ocasiones».
En la primavera de 1891, cuando Beatrice Según Galton «ella tenía una muy conside-
le manda a Sidney el borrador del libro sobre rable facultad para ver como las preguntas
la cooperación, éste le dice que un libro así, se engarzaban unas con otras, y para recono-
que le ha llevado siete meses de trabajo, se cer un hilo común de uso entre cosas e ideas
Beatrice Webb: la Sociología del Trabajo entre dos siglos 203

aparentemente no relacionadas unas con Ese poío, a veces ese vaivén, entre la entre-
otras».En el trabajo de investigación conjun- ga a la consecución de una mejor atención
to Beatrice «era responsable mayormente de asistencial, su campaña por la abolición de la
los planes, o para decirlo de alguna manera, ley de pobres en 1.909, por ejemplo, o su com-
de la arquitectura, mientras que toda la cons- promiso sin fisuras con la Rusia soviética de
trucción final era hecha por Sidney». los años treinta, se doblará siempre por una
Para otros observadores, como Leonard forma de investigar la sociedad que podría hoy
Woolf, «la parte cuantitativa de los análisis era en día, en que la sociología, eternamente en
de Sidney, mientras que Beatrice se encargaba crisis, busca nuevos caminos, servir de mode-
de los elementos cualitativos de la situación lo a las jóvenes generaciones que necesitan,
social que estudiaban». que necesitamos, recuperar nuestra herencia,
Lord Beveridge, quien fuera el cuarto direc- recrear una nueva tradición, para poder mirar
tor de la London School of Economics que así hacia el futuro con firmeza y esperanza.
fundaron los Webb, como ya dije, en 1895, Para Beatrice Webb, «el equipamiento men-
considera que La historia del Sindicalismo y tal del investigador social» debía construirse
La democracia industrial «fué su primera gran sobre tres principios básicos: el primero, «ser
contribución para fundar la ciencia social capaz de fijar la atención en lo que se ve, se
sobre nuevas bases». oye o se lee»; es decir, tener capacidad de
Bernard Shaw recuerda en 1949 que esos mirar y ver teóricamente, para poder fijar la
dos libros, esas dos grandes investigaciones, atención y observar allí donde para otros los
«hicieron época» en su tiempo. hechos sociales pasan desapercibidos.
En una evaluación más distanciada en el En segundo lugar, decía, «hay que ser capa-
tiempo, publicada por Simey, en el British ces de ordenar deliberada y pacientemente
Journal of Sociology, en 1961, se afirma que todos los hechos»; el a veces farragoso trabajo
«cuando se examina la obra de los Webb en su de campo, sin el cual ninguna teoría sirve para
punto más alto [esto, en La democracia indus- mucho más que para ser el famoso «marco teó-
trial], se halla uno confrontado con lo que es rico» del que no se hace colgar ningún cuadro...
una nueva sociología que sigue la tradición del En tercer y último lugar, Beatrice afirmaba
empirismo británico. Su objetivo, como se ha que era necesario ser consciente de que uno es
dicho, fue «retar a la ortodoxia en cada punto siempre sujeto en situación, de que uno tiene
de la cadena; retarla y ponerla en cuestión no orientaciones teóricas o políticas determina-
por un ataque crudo y frontal, sino por la insis- das, que le permiten ver, pero también le limi-
tencia en preguntarse si las cosas que se daban tan la mirada. Una rara, exquisita y fecunda
por hechas eran realmente cosas; si los hechos conciencia autocrítica debe acompañar el viaje
eran realmente hechos o meras nociones, que difícil que es la aventura sociológica.
se tomaban por dadas porque nunca fueron El trabajo de campo, directo y personal, es
objetiva y desapasionadamente analizadas», para Beatrice Webb indispensable; casi habría
que decir insustituible. Así lo vuelve a recor-
dar indirectamente, precisamente al final de
10. Conclusión: investigar con Industrial Democracy: «Nadie que no haya
método para reformar con vivido él o ella misma
dres, Glasgow, entre
Liverpool o los pobres depuede
Manchester Lon-
pasión formarse una idea adecuada de la agresión,
nunca vista ni medida, que comporta para el
carácter nacional la contaminación social a la
‘~ihay una marca que identifique la que lleva esa miseria».
~obra y la vida de Beatrice Potter- No será raro encontrar, por tanto, como
Webb esta es, sin duda, su compro- entrada de un capítulo de su libro Methods of
miso con la necesidad de conocimiento cientí- social study, de 1932, la recomendación de
fico, sólido, metodológicamente escrupuloso, «mirar a las instituciones trabajando», por
con un objetivo único: su utilización en la apli- medio de la observación participante.
cación de reformas sociales que favorezcan la O los sabios consejos de alguien que ha
vida de la mayoría. practicado mucho su oficio de entrevistadora:

~I’bEM6
204 Juan José Castillo

para hacer una buena entrevista para una felicidad puede ser la vida humana¡. Cómo
investigación, lo primero es la preparación podríamos hacer que esa felicidad sea universal
mental de quien entrevista, o casi universal, ese es el problema».
Y así nos recomienda cosas que hoy noso- Esta novela utópica que Beatrice Potter-
tros recomendamos a nuestros doctorandos: el Webb quería extender a la sociedad, propo-
entrevistador tiene que estar informado perfec- niendo y asumiendo un compromiso radical de
tamente sobre aquellos temas sobre los que la ciencia social con las gentes, a partir de la
realiza las entrevistas. Y pone buenos ejem- reforma social; creando un entramado de reía-
píos pedagógicos: uno no puede hacer una ciones donde las personas sean el horizonte de
entrevista a un inspector de trabajo sin saber la reflexión para la acción; esa novela está aún
distinguir una empresa de un centro de trabajo. por escribir. La tarea es grande y se presenta
El inspector lo puede considerar una imperti- nebulosa. Aquí hay trabajo para todos y para
nencia. Y sobre todo, puede dar por terminada todas. Para los sociólogos más grandes, los
la entrevista. medianos y los chicos, como dijo nuestro
La segunda condición para una buena entre- poeta.
vista, nos recuerda Beatrice, es el no equivo-
carse de entrevistado: esto es, que esa persona
tenga algo que decir sobre lo que se está inves- NOTAS
tigando y que ese algo sea desconocido para el
entrevistador Así, pone como ejemplo, en los ¡ Este texto fue en su origen una conferencia pronun-

escalones más bajos de una organización sin- ciada en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociología
de Madrid, el 10 de diciembre dc 1998, dentro de los
dical se sabe mucho más sobre trabajos con- actos conmemorativos del Centenario de la Primera
cretos que en las alturas. Cátedra de Sociología en España.
Y llego así al final de este artículo que quie- 2 Las obras citadas están recogidas en las referencias

re ser un homenaje a una mujer de la que pro- bibliográficas finales. y son fácilmente identificables.
bablemente sólo he mostrado pequeños aspec-
tos de su gigantesca personalidad. Quiero
cerrarlo con unas hermosísimas palabras, que BIBLIOGRAFÍA
me tomo la libertad de traducir de su diario.
Fueron escritas el primero de mayo de 1897, BERTAUX, Daniel (1979): «Écrire la sociologie», en
0 1,
acabando de escribir La Democracia Indus- pp.
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be—, los amigos queridos, esta hermosa pnma- Conclusion, Londres, MacMillan, 451 p.
vera con todos sus dulces sonidos, colores y CASTILLO, Juan José (1998): A la búsqueda del trabajo
aromas, la hermosa casa y el jardín, las largas perdido, «Trabajo
—(1998): Madrid, Tecnos, 1998,trabajo
del pasado, 213 p. del futuro: por
horas de asueto, todo ello es exuberante hasta una renovación de la Sociología del Trabajo», en
el abuso. Uno se plantea a veces si nuestro tra- Sociología del Trabajo, nueva época, n.0 34, otoño de
bajo se merece toda la felicidad y bienestar que 1998, pp. 133-147.
estamos sacando de la vida de la comunidad, y —(1999): El trabajo delfuturo, Madrid, Editorial Com-
a veces uno se siente incómodo porque quizá plutense, 186 p.
COLE, G.D.H. (1964): Historia del pensamiento socialis-
estemos tomando más de lo que en buen repar- ta.m. La Segunda Internacional (1889-1914), Méxi-
to nos pertenece. Felizmente, el supremo lujo co, Fondo de Cultura Económica, [Edición inglesa,
del amor y la total camaradería no quita a los 1956], 477 p.
demás posibilidades de gozo. Nuestra vida pre- COLE, Margaret (cd.) (1949): The Webbs aná iheir work,
sente es como el principio del verano, crecer y Londres,«The
—(1961): Frederick
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gozar del crecimiento, del amor y de la delicia tish Journal of Sociology, vol. XII. n.0 2, junio 1961,
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[cumple 40 años en enero de 1898], y nos sen- DURÁN, María Angeles (cd.) (1996): Mujeres y hombres
timos jóvenes en nuestra vida intelectual, siem- en la formación de la teoría sociológica, Madrid,
pre en el umbral de un hallazgo nuevo, y real- Centro F.W
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Beatrice Webb: la Sociología del Trabajo entre dos siglos 205

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