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El mismo Lugar, Dos Formas de Sentirlo

Vuelvo al DF después de casi un año desde la última vez, el motivo: La presentación del nuevo
material discográfico de José Cruz, titulado “Una Razón Para Vivir”.

22 de Noviembre, tomo el autobús algo retrasada a las diez para las cuatro de la tarde, el
concierto empezaría a las siete, mi Amigo “El Gabrielo” me recalcó: Llega temprano, los boletos no
están numerados.

Y ahí estaba yo, en el asiento número nueve del autobús, una vez más.

Los rayos de sol descansando en mi cara, mi acompañante de viaje tratando de hacerme platica,
¡Que bonita bolsa!, ¿Tú las haces?, y yo pensando este “cuate” ya quiere ligar, pero no, más bien
era que después me pregunto en tono algo desesperado, ¿Señorita que no tiene calor?”, y yo muy
quitada de la pena le dije, No, después de un silencio algo incómodo entendí la indirecta, ¿Quiere
que corra la cortina?, le pregunte, a lo que respondió ahora en tono de agradecimiento, ¡Siiiii
señorita, si es muuuy amaaaableeeee!. Ahí termino mi idea del rato agradable que pensaba pasar
con mi vecino, después de correr la cortina, mi acalorado acompañante de asiento se durmió
hasta la entrada al DF, mientras tanto yo, hacia el imposible intento de encogerme, para que el
bello durmiente no dejara caer toda su humanidad sobre mí.

Durante el camino recibí mensajitos a mi celular de un Buen Amigo de Guadalajara, deseándome


un Feliz Viaje y pidiendo que no echará de menos ningún detalle de mí tan esperado viaje al DeFe
y de mi Amigo Gabriel, regañándome por salir tarde.

El camino fue como siempre, de casi dos horas, el vecinito somnoliento se bajo en la parada de
Cárcel, ¡uuufff!

Ya faltaba poco para llegar a la Terminal, tarde pero seguro, como se dice por ahí.

No se pueden imaginar los pensamientos y sentimientos, que se revolotean en mi cabeza loca, al


ver el DF desde una parte de la carretera, que por la altura, deja ver una infinidad de lucecitas, la
inmensa ciudad bajo un cielo al atardecer, ya no me dio tiempo de tomar una foto.
Y ahí estaba yo, bajando del autobús, ¡Por fin! En el DF, camine por el mismo pasillo, emocionada,
ansiosa… pensando en cómo dos horas, hacen la diferencia… en fin.

Casi las seis de la tarde, no tenía ni idea hasta donde era el concierto, Gabriel me dijo que era casi
a la entrada a Cuernavaca, y yo le creo, subimos a su coche, pero antes de, hice una parada
necesaria y urgente a los baños de la terminal.

En el camino hacia el concierto, le trate de explicar a Gabriel y de convencerle también de que


no me odiará por llegar tarde, ¡Si llegamos!, si no hubiera tráfico seguro que sí, me decía él.

Mientras tanto, durante el atareado recorrido platicábamos de cosas que uno platica cuando
vuelves a ver a tus amigos después de tanto, y entre la desesperación por querer llegar ¡Ya!, y el
lento transitar de los vehículos, incluyéndonos, afuera de nosotros, la ciudad pasaba ante mis
ojos, marañas de puentes a desnivel, como si la ciudad jugara a resolver un laberinto, y en el
intento a encontrar la salida se enredarán los caminos trazados posibles, desde donde estaba no le
veía salida alguna, el viento revolviendo mi cabello, el tráfico, los “peceros” llenos, alzaba la
mirada y veía a pasajeros leyendo el periódico, escuchando música, sus caras cansadas… la vida
cotidiana, yo veía una buena toma de fotografía en todo lo que la ciudad encierra, en cada enorme
edificio, en las luces de los autos, en carteles y anuncios, en cada rostro, hasta en la desesperación
y maldiciones de mi Amigo, quizá porque yo iba de vacaciones, o porque todo ese movimiento,
todo ese ruido, todas esas luces, el tráfico, el metro, los interminables puentes a desnivel, me
parecen de lo más fascinante…

Y ahí estábamos, después de buscar un lugar de estacionamiento, entramos a la Sala Ollin Yoliztli.

La sala ya estaba a más de las terceras partes de su totalidad llena, obviamente Gabriel me odio
más, encontramos lugar muy lejos del escenario, aunque si se veía bien, y también porque ya
estaba tocando Monocordio, grupo que le gusta a “El Gabrielo”.

Alcanzamos a escuchar tres canciones de Monocordio, Fernando Rivera Calderón, cantó Escalera,
que no la conocía, Amar es combatir que dice algo así, “Si dos se besan cambia el mundo..” esta
canción es un fragmento de Piedra de Sol de Octavio Paz, y la última, Siempre te busqué “El
tiempo pasó todo transformó y sin saber por qué siempre te busqué…”

Terminó la participación de Monocordio, creí que tocarían más invitados, pero no fue así, después
de escuchar “tercera llamada …” presentaron a José Cruz y su Real de Catorce, y entonces el
esperado momento por todos, José sale al escenario, imagen que cala en lo más profundo, José
en silla de ruedas, dándonos una “Lección de Vida”, una “Razón para Vivir”, no puedes evitar
sentirte de lo más pequeño, todos de pie en la sala recibiendo al Poeta, José agradece emocionado
y presenta a sus músicos, ellos no pasan de los veintitantos, muy jóvenes y excelentes en lo que
hacen.

Cruz empezó su concierto con una canción de su nuevo disco, no recuerdo el nombre, pero todos
atentos, expectantes, tampoco recuerdo el orden de las canciones, ni cuántas, ¡Que importa! La
Sala se pintó de Azul, del color de las olas del mar, de las imágenes que cada uno de los presentes
evocaba al escuchar aquella canción que nos trasportaba al amor, a los cuartos de hotel, a las
ciudades en otra vida, al mágico ayer, al polvo de los días, a las horas nuevas, José con su voz nos
lleva de “viaje”, nos pone en “trance”, basta cerrar los ojos, escucharle y dejarte caer, dejarte ir.

Cómo te explicas que una frase tan corta como “Necesito Amor, ámame” te prenda tanto, o la de
“Dame de esa ración que me ayude a vivir”, o que tal esta, “Me desprenderé tu nombre sin llorar”
ó "Esta noche sudaré contigo"y tantas y tantas más.

¿Cómo explicas la belleza?

¿Cómo describir lo que es la poesía, lo que te hace sentir?

Disfrutamos de canciones emblemáticas del Real y del nuevo material de José, canciones como, la
Medicina, Beso de Ginebra, El Lobo, Malo, Contraley, Me Miraba a los Ojos, Azul, El Quinqué, y las
nuevas de las cuáles recuerdo sólo parte de la letra, “…Para ver si tu amor es de a deberás…”, “ Y
de música de fondo un blues”, así como también participaciones de sus invitados.

En lo particular me gustó mucho la participación de Fernando Rivera Calderón cantando El Lobo,


muy aparte de que es bastante atractivo, se le veía disfrutar del momento, de la música, veía a
Cruz y su rostro sonreía... También de la voz de Marí José cantando la Medicina y un par de
canciones del nuevo disco.

No faltaron los ¡Te amo José!, ¡José, el Real eres tú!, la chica sensual que bailo a ritmo de Azul, los
que cantamos junto con José, el chico que iba solo, los destellos de las cámaras, los cuerpos, los
pies, las manos moviéndose a ritmo de blues y la clásica ¡Otra, otra!, José Cruz terminó su
presentación con la canción que le da el nombre a su disco, “Una Razón para Vivir”.
La Sala fue quedando vacía, pero nosotros nos llenamos de blues...

de luz.

¡Gracias José Cruz!

¡Gracias Poeta!

Así terminó el concierto.

Ya no adquirí el disco porque no saldrá a la venta hasta finales de diciembre o principios de enero.

Espero poder ir a algunos de los tantos conciertos que seguro dará José en los próximos muchos
muchos meses.

Me quede un par de días en el DF, pero eso...

ya es otra historia…

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