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La rebelión de Huánuco en 1812.

Aportes historiográficos 1

Gonzalo Zavala Córdova2

La producción historiográfica reciente ha empezado a poner énfasis en la participación de los


grupos subalternos durante el proceso de independencia. Entre todos los sucesos previos a la
llegada de las dos expediciones libertadoras, la rebelión ocurrida en febrero de 1812 en
Huánuco, muestra la respuesta de las poblaciones campesinas ante los abusos de poder del
aparato administrativo regional, así como la capacidad política de los indígenas para
enfrentarse al quiebre de la autoridad virreinal, mediante el mecanismo de la protesta
popular.
En esta ponencia, analizaremos la producción historiográfica sobre esta rebelión, enfatizando
en los discursos históricos en los que se basan, y en la forma en la que los actores sociales
(españoles, criollos, indígenas, sacerdotes, etc.) son caracterizados. Para realizar este análisis,
nos basamos en los planteamientos del grupo de Estudios Subalternos, especialmente en
Ranajit Guha y su crítica a la historia social británica (Hobsbawm).

Palabras claves: rebelión, revolución, discurso histórico, historiografía, Estudios subalternos.

La historiografía peruana reciente ha renovado su interés por la historia política, y sobre todo,
por las prácticas políticas de las poblaciones indígenas. El contexto que actualmente vivimos, el
de la celebración de los bicentenarios de independencia de las repúblicas andinas, ha
propiciado la relectura del contexto en el cual las rebeliones contra el dominio colonial español
tuvieron lugar, así como los diversos grados de participación de los actores sociales en todo el
proceso. Dentro de esta renovación se cuentan, también, trabajos que se ocupan de analizar la
independencia y su significado desde un punto de vista regional.
Sin embargo, dentro de esta renovación historiográfica, aún no se han tomado en cuenta los
momentos insurreccionales previos a la segunda década del siglo XIX. Me refiero
concretamente a las rebeliones ocurridas en el Cuzco (1805 y 1814), Huamanga (1812), Tacna
(1811 y 1813) y en Huánuco (1812), sin mencionar los estallidos ocurridos en Quito, Charcas y
Buenos Aires (Roel 1982: 83 – 128). Tradicionalmente, la historiografía ha dejado de lado los
sucesos ocurridos en los años posteriores a la rebelión de Túpac Amaru, subsumiendo a los
movimientos encabezados por indígenas como meras continuaciones de ese gran proceso; y
en el caso de las insurrecciones dirigidas por criollos, se convirtieron en “sucesos previos” a la
llegada de las expediciones libertadoras del Sur y del Norte 3 (Bonilla 1981: 15 – 24; Bonilla y
Spalding 1981: 96 – 106). Ese intento de “…resaltar el presunto esfuerzo colectivo y
entusiasta…” (Abugattas 1987: 49) con el que se acogió a la independencia fue matizado por la
1
Esta es una versión modificada de una ponencia que presentamos en el II Congreso Internacional Hacia
el Bicentenario (abril de 2011). Hemos realizado cambios mínimos (cuestiones de estilo, sobre todo) y
aumentado algunas secciones. Agradecemos por sus comentarios a Nanda Leonardini, Carlos Carcelen y
Alex Loayza.
2
Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Email: gonzacope@gmail.com
3

1
renovación historiográfica ocurrida desde principios de los años 70 del siglo pasado, que buscó
resaltar el aporte popular dentro de este proceso. No obstante, y tal como se ha comprobado
posteriormente, el marcado determinismo dependentista de la “nueva historia” hizo que el eje
del discurso se centrara únicamente en el proceso libertador extranjero, dejando de lado los
eventos previos4. Uno de los correctivos más importantes ha sido el artículo de Scarlett
O’Phelan (1987), en el cual señala que, esta “independencia concedida” no lo fue tanto, pues
existieron, desde época temprana, intentos de romper los lazos con la metrópoli y que los
indígenas tuvieron un papel muy importante dentro de ellos 5.
Creemos que, luego de las reconsideraciones producidas en el contexto del retorno a la
historia política, es necesario retomar los procesos previos a la independencia para poder
comprender mejor la relación que esta tuvo con las elites y las poblaciones subalternas
(indígenas, mujeres, esclavos, extranjeros, etc.). En el caso específico que trataremos aquí, la
rebelión ocurrida en las subdelegaciones de Panataguas, Huánuco y Huamalíes, utilizaremos
los planteamientos del grupo de Estudios subalternos, especialmente los ensayos de Ranajit
Guha (2002a y b), los cuales sintetizan las consideraciones historiográficas iniciales de este
movimiento de renovación metodológica y de crítica a la construcción del discurso histórico.
Guha (2002a: 33 – 36) señala que la historiografía tradicional india, interesada solamente en el
accionar de las elites, no ha podido explicar el papel que tuvo el pueblo (independientemente
de la elite) en la construcción del nacionalismo indio. Esa búsqueda de la política del pueblo
(Guha 2002a: 36), entendida como ámbito autónomo e independiente (pues no provenía de la
elite, ni dependía de ella), se convirtió en la meta principal del grupo de historiadores indios,
junto al estudio de la construcción de la subalternidad, entendida en términos gramscianos 6, y
las características de los movimientos subalternos. Otro punto importante de resaltar es el
diálogo crítico que, desde un principio, Guha entabla con la conocida history from below, la
historia desde abajo, y principalmente con Eric Hobsbawm. Si bien pueden parecer, en
términos generales, lo mismo, lo planteado por los Estudios Subalternos dista mucho de las
ideas de la historia social británica: al contrario de los historiadores británicos y sus seguidores,
quienes tratan de “darle voz al que no tiene voz” y documentar la resistencia (obrera,
campesina, incluso de género), los “subalternistas” tratan de mostrar las continuas
negociaciones entre las elites y las clases populares: mientras estas tratan de influir en las
“formaciones políticas dominantes”, aquellas buscan la cooperación de las masas para

4
Dentro de la historiografía dependentista que se haya ocupado de la independencia contamos
únicamente con textos producidos por Heraclio Bonilla: el combativo ensayo de 1972, escrito con Karen
Spalding (Bonilla y Spalding 1981), en el cual cuestionan, desde un punto de vista global, la respuesta de
los criollos peruanos a los sucesos internacionales desde la abdicación de Fernando VII hasta la llegada
de San Martín y Bolívar; y el no tan citado pero muy importante ensayo de 1981, en el cual analiza las
rebeliones de Huánuco (1812) y Cuzco (1814), contextualizándolas con las actitudes criollas de esa
misma época.
5
Es importante resaltar que, aunque se encuentra en el intervalo cronológico al que se refiere el
artículo, O’Phelan no se ocupa de la insurrección de Huánuco. Consideramos que esto se debe al interés
que se ha puesto, de parte de toda la historiografía, a los sucesos ocurridos en el área sureña del
virreinato. Otro punto importante de mencionar es que el movimiento huanuqueño aparenta no tener
una estructura organizativa ni un programa específico. Pareciera que nos encontramos frente a una
revuelta ocasionada por un estímulo específico y que no tendría mayor trascendencia. Profundizaremos
más sobre este punto más adelante.
6
La influencia de Gramsci en los primeros ensayos de Guha (y en la primera etapa del grupo) fue
fundamental. Como señala Mallon (2009: 163), “… la subordinación del subalterno es una relación
recíproca que involucra tanto a los dominados como a los dominadores…”. Prakash (s. f.: 301) resalta la
importancia del cambio del sujeto del discurso, es decir, “… establecer la presencia de los subalternos
como sujetos de su propia historia.”.

2
mantener sus prerrogativas de clase dominante (Mallon 2009: 163 – 4). Thurner señala muy
bien las intenciones de la historia subalterna con respecto a su objeto de estudio:
“… no es el sujeto subalterno plenamente recuperable como voz autónoma,
como alguna vez imaginó equivocadamente Guha. Tampoco es el sujeto
prepolítico de Eric Hobsbawm, ni el sujeto heroico de E. P. Thompson. Más
bien, es un imposible histórico con múltiples posibilidades críticas y
narrativas. Este imposible marca los límites del discurso histórico como
sistema totalizador y representativo del poder.” (2006: 14 – 5. Las negritas son
nuestras.).

Si bien los inicios de este grupo datan de la década de los ochenta, han sido pocos los trabajos
influenciados por estas consideraciones metodológicas 7, debido principalmente a la posterior
influencia de la crítica poscolonial que se integró tempranamente en el grupo indio (Prakash s.
f.: 303 – 313). Si bien, mediante una analogía rápida podría decirse que el concepto de
poscolonial serviría perfectamente para el caso latinoamericano, el uso que se le ha venido
dando (de parte de críticos literarios y filósofos) no ha tenido en cuenta las especificidades de
cada región latinoamericana, así como de las expectativas de cada sector de la sociedad.
Méndez (2006: 119 – 120) ha señalado, con mucha pertinencia, que no quedaría clara cuál
sería la renovación epistemológica con respecto a los conceptos ya utilizados, desde hace
bastantes años, por los historiadores latinoamericanos 8.

Tomando en cuenta todas estas consideraciones es que tratamos, como una suerte de
experimento metodológico, de realizar un balance, en el cual revisaremos la mayor cantidad
de trabajos existentes sobre la rebelión de 1812 en Huánuco 9. Consideramos que, de todas las
investigaciones revisadas, podemos distinguir cuatro corrientes historiográficas, las que
difieren en la presentación de las causas, los actores, las motivaciones, y la significación
histórica que este movimiento tuvo en el desarrollo de la historia peruana. Se puede apreciar,
también, la impronta permanente del discurso ideológico de cada corriente historiográfica, la
que condiciona no sólo la interpretación de los hechos, sino la presentación misma del
discurso histórico10.

7
Es conocido que, durante la mitad de la década de los noventa, se formó un “Grupo de Estudios
Subalternos Latinoamericanos”, integrado, en su mayoría, por críticos literarios y filósofos. En la
actualidad, existen nodos en varios países, siendo los principales el Instituto Pensar de la Universidad
Javeriana de Colombia; el doctorado de Estudios Culturales Latinoamericanos de la Universidad Andina
Simón Bolívar de Ecuador; los grupos de investigación de CLACSO en Argentina; y la Duke University de
Estados Unidos. Sobre este aspecto ver Mallon (2009) y Méndez Gastelumendi (2006 y 2009).
8
No es nuestra intención retomar los debates existentes en nuestra historiografía: los mencionamos por
ser de interés para la presentación de este trabajo. Para una crítica temprana a la influencia de los
Estudios Subalternos en Latinoamérica ver Mallon (2009). Méndez (2006) es una reseña ampliada a una
de las pocas compilaciones que existen sobre el tema, hecha por historiadores latinoamericanos. Para
una crítica a lo subalterno – poscolonial en la historiografía reciente (y un comentario a Mallon), ver
Méndez (2009).
9
Venimos trabajando este tema y esta perspectiva casi la misma cantidad de tiempo. Este balance
historiográfico forma parte de un trabajo mayor que estamos realizando, buscando (re)interpretar los
eventos que se produjeron, además de presentar el estado de la región en los años previos a la
independencia. No hemos tomado en cuenta algunos artículos periodísticos que se han venido
publicando, por considerarlos coyunturales y sin mayor contribución al tema.
10
Un acercamiento a los esquemas filosóficos y políticos de la época (fines del siglo XVIII y principios del
XIX), ver Trelles (1991). Es importante ubicar los sucesos ocurridos con el gobierno del virrey Abascal, el

3
Existe un discurso historiográfico regional que ha contribuido a la formación de la conciencia
histórica huanuqueña. Según los historiadores más tradicionales, fueron los criollos
huanuqueños los que, influenciaron en los indígenas y los condujeron contra los españoles 11.
Berroa (1934: 165) señala que, por estar más preparados (es decir, saber leer y escribir) fueron
los curas los más importantes participantes y dirigentes de la rebelión, señalando incluso como
principal agitador a Fray Marcos Durán Martel (Ídem: 53). En cambio, Varallanos enfatiza en el
papel que tuvieron los criollos como verdaderas vanguardias de la insurrección, representados
en la figura de Juan José Crespo y Castillo. La participación de los indígenas, según Varallanos,
habría sido una de las causas de la derrota de la rebelión:

“Su fracaso debióse, por otra parte, a la falta de organización y preparación


militar, a la carencia de armamentos y a la indisciplina de la masa india que,
en la expansión de su instinto primario, entregóse al saqueo e
insubordinación.” (1959: 495. Las negritas son nuestras.)

Ambos autores no profundizan más en sus análisis respecto a las revueltas. Sin embargo, por
ser considerados por la mayor parte de la población huanuqueña como textos fundamentales,
estas afirmaciones fueron (y, con variaciones, siguen siendo) utilizadas por las elites regionales
como instrumento ideológico.
De igual modo, existe un tipo de historiografía conservadora, asociada principalmente a la
Comisión Nacional del Sesquicentenario de la Independencia, la cual reproduce el discurso de
una nación mestiza, en la que criollos e indígenas participaron activa y entusiastamente
(Abugattas 1987; Flores Galindo 1987a: 13 – 4 y 1987b: 131 – 144; Bonilla y Spalding 1981: 70
– 4, 106 – 113). Entre estos se encuentra Ella Dunbar Temple, quien en el prólogo al tomo
primero referente a la rebelión de Huánuco en la Colección documental de la Independencia,
refiere que fueron tanto criollos como religiosos los que encabezaron la revuelta y que la masa
indígena participó instigada por ellos (1971: XXIX). Años antes, Fernández Maldonado (1938:
18) señalaba que los indígenas secundaron a criollos y mestizos para librarse de los mandones
que los oprimían. Durand Flórez, en cambio, va más allá de lo comúnmente señalado por este
discurso histórico: él enfatiza en el carácter “democrático” de la insurrección pues “[l]as
autoridades y jefes militares de la sublevación, son elegidos por una Junta de Cabildantes […].
Incluso la primera autoridad es destituida y Crespo y Castillo es elegido por un nuevo Cabildo.”
(1975: 117). Además, es uno de los pocos dentro de este discurso ideológico que considera
importante la figura del Inca que aparece en los interrogatorios del proceso judicial (Ibíd.)
Diferente a los anteriores es el grupo más pequeño de historiadores que consideran que
fueron los indígenas los que, sin influencia de nadie, iniciaron la rebelión y se vieron en la
necesidad de aliarse con los criollos, quienes tuvieron como estrategia el apoyarlos a la vez
que negociaban secretamente con el Intendente de Tarma. Roel Pineda (1982) resume en
pocas páginas, los sucesos principales que ocurrieron, subrayando el hecho que los criollos
habían “… asumido el gobierno local únicamente por causa del vacío de poder ocasionado por

cual fue uno de los principales interesados en ponerle fin a las revueltas. Sobre la política represiva del
virrey, véase el ya clásico trabajo de Hamnett (2000) y el más reciente de Orrego (2009). Un balance más
que bibliográfico es Peralta (2006).
11
Es importante tomar en cuenta que la insurrección se hace en contra de las autoridades españolas:
únicamente contra los europeos. Los criollos se sumaron a la rebelión y trataron de conducirla para
beneficiarse ellos mismo. Véase el artículo de Szeminski (1990) para realizar una comparación sobre
este detalle.

4
la ausencia de las autoridades coloniales, y que su acción se orientaba fundamentalmente a
buscar los medios de ponerle fin a la insurgencia.” (103).
Dentro de este grupo existe también un discurso mucho más radical que indica que los
motivos de los indígenas estuvieron condicionados principalmente por un afán de retornar a
un “modelo andino”. Es Nieto Bonilla (2004 y 2005) el que más recientemente ha renovado
esta visión. En su libro, basado en su tesis de licenciatura, Nieto Bonilla (2004), sintetiza el
contexto político, económico y social de las subdelegaciones de Huánuco, Panataguas y
Huamalíes, centrándose especialmente en la diferenciación de la producción comercial 12, la
que produjo que los subdelegados formaran una red de corrupción conformada por sus
parientes y allegados, llegando incluso a prohibir que los indígenas comerciaran y obligándoles
a vender sus productos a precios bajísimos (66 – 73). Sin embargo, más allá de las causas
políticas, económicas y sociales, sería, para el mencionado autor, un deseo de volver a un
“modelo andino”:

“La insurgencia revolucionaria desarrollada por los indígenas fue por la


simpatía a su ancestro andino político. Esto es, la personificación de un líder,
que para ellos significaba la venida del Inca Castelli13. Por lo tanto, este
movimiento indígena optó por la propuesta política más radical, pues
devendría en retorno al modelo andino.” (2004: 145. Las negritas son
nuestras.).

Nieto Bonilla no explica cuál sería ese modelo andino al que los indígenas querrían retornar:
¿la sociedad incaica? ¿Las formas de organización política y social anteriores a los incas? ¿Un
modelo distinto? En una ponencia publicada posteriormente, señala que los rebeldes
indígenas “… estaban arrastrados al mesianismo propio de su etnicidad andina.” (2005: 187).
No coincido con el investigador huanuqueño pues considero que habría que revisar, primero,
si existió un tipo de idea utópica (en el sentido que le dan Flores Galindo y Burga) entre
indígenas periféricos dentro del sistema colonial 14.

El último grupo historiográfico está conformado por tres investigadores franceses, quienes han
desarrollado sus investigaciones teniendo en cuenta una perspectiva metodológica distinta 15.

12
Las tres subdelegaciones (Huamalíes, Huánuco y Panataguas) han estado divididas históricamente
tanto por su geografía (Sierra y Puna; valle medio; y ceja de selva respectivamente), así como por su
producción económica (obrajes de paños y sacos; productos de pan llevar; y coca, miel y cascarilla,
respectivamente). Ver Rojas Herrera (2007) para un ejemplo de los continuos conflictos por el control
comercial de la zona.
13
Las referencias a Juan José Castelli son bastante interesantes, llegando a mencionarse una supuesta
relación entre los movimientos de Buenos Aires y Huánuco (Piel 2010). No creo que ese sea el caso. Las
alusiones a un “Inca” son también muy interesantes. Habría que ver el contexto en las que estas se
hacen, es decir, los interrogatorios. La idea de una revuelta “por orden del Inca”, en un contexto
posterior a Túpac Amaru, es una muy buena estrategia. Sobre Castelli y su papel en los procesos
revolucionarios continentales véase Chassin (1990), Mazzeo (2007) y Soux (2007).
14
Recordemos que Huánuco formó parte del circuito económico colonial, siendo una de los territorios
especializados en la producción de paños y ropas necesarias para la mita de Potosí. Estos temas han sido
tratados por Miguel León y Laura Escobari en distintas ocasiones.
15
Podría parecer, incluso para sorpresa nuestra, que la división que hemos realizado (historiografía
conservadora, “indianista” e historia de las ideas políticas) es un solapado panegírico a favor de las
investigaciones extranjeras. Nada más alejado de la intención de este documento. Al contrario, esto

5
Entre ellos, Joëlle Chassin es la que más años ha venido examinando las fuentes disponibles. Ya
en 1977, en conjunto con Martine Dauzier, destacó la multiplicidad de causas que tuvo este
proceso, así como la necesidad de evaluar el carácter propiamente indígena de la insurrección,
si bien vuelve a la idea tradicional de la colaboración entre criollos e indígenas (Chassin y
Dauzier 1977 y 1981). Posteriormente, la investigadora francesa empezó a desarrollar
extensamente las posibilidades que la documentación publicada permite: en 1989, realizó un
interesante ensayo sobre las estrategias seguidas por abogados, testigos y acusados durante el
proceso judicial que tuvo lugar luego de la derrota de los insurgentes. En 1998 publicó un
artículo en el cual destaca la importancia del rumor y de la conversación (realizadas ambas
prácticas en un espacio público) para la propagación de las ideas revolucionarias y la
preparación de la revuelta de febrero de 1812. Finalmente, el año 2008 publicó un artículo en
el que, además de resumir muchas de sus ideas, remarca la importancia de los alcaldes de
indios en la dirigencia de la insurrección, advirtiendo la importancia de estos como
articuladores y representantes de un tipo de modernidad política.
Maud Lachenal escribió su memoria de DEA con la intención de demostrar en otro trabajo
(suponemos que una tesis doctoral) que la rebelión ocurrida en 1812 forma parte de una
suerte de tradición de revueltas y guerrillas; por lo que el MRTA encontró un terreno propicio
para establecerse siglos después. No consideramos pertinente realizar mayores comentarios al
proyecto doctoral (aunque, de primer impulso, estemos en desacuerdo completo: eso
significaría que la sociedad huanuqueña, y andina, es violenta per se). Sin embargo, Lachenal
es una de entre todos los investigadores de estos hechos, que ha apuntado enfáticamente que
la idea de la venida del Inca es una maniobra política destinada a atraer la simpatía de las
poblaciones indígenas de parte de los criollos (1999: 41); a la vez que una forma de
autoafirmación de identidad hecha por los indígenas (Ídem: 61). Caracteriza también, a la
revuelta como xenófoba y antiseñorial, por estar dirigida únicamente en contra de las
autoridades españolas (Ídem: 49).
Es Jean Piel el último que ha escrito sobre estos sucesos, relacionándolos con los de mayo de
1810 ocurridos en Buenos Aires. Para Piel, el movimiento insurgente huanuqueño estaría
inscrito en un ciclo distinto de protesta social, inaugurado por el movimiento criollo argentino.
No estamos tan seguros de la relación entre ambos procesos, pues consideramos que, por un
lado, los rebeldes de Buenos Aires tenían en mente romper definitivamente con la metrópoli,
mientras que los indígenas de Huánuco iban en contra de las autoridades españolas, pero no
del rey. Además, el nexo, real y material, entre ambos movimientos no ha sido encontrado.
La producción historiográfica sobre el movimiento insurgente de Huánuco es amplia y muy
completa. Se puede apreciar en ella los cambios y las influencias que han venido ocurriendo en
las ciencias sociales durante todo el siglo XX. Cada momento histórico ha tenido su propia
interpretación de los hechos. No obstante la diversidad de lecturas que se han hecho, aún
queda mucho por investigar: Nieto Bonilla (2004), por ejemplo, es el único que ha utilizado,
hasta ahora, documentación del Archivo Regional de Huánuco, así como documentación de
comunidades campesinas. Casi todos los autores han tratado de encontrar el “justo medio”
entre los intereses criollos e indígenas, para mostrar que, desde años tempranos, la sociedad
peruana quiso desligarse del dominio colonial; a la vez que “apoyaban” a uno de los sectores
involucrados. Las posibles investigaciones que se pueden hacer de este proceso, así como de
todos los demás que mencionamos en un principio, darán una mejor visión de la participación
popular durante la independencia, así como las diferentes formas en las que los sectores
subalternos se relacionan con las elites y el Estado.

muestra como un episodio tan importante, histórica e historiográficamente hablando, ha sido dejado de
lado por los investigadores nacionales. Los trabajos de Nieto Bonilla son los primeros que se han
realizado después de casi 20 años. La escasez de fuentes no es una excusa.

6
Colofón: Dos universidades, dos libros (y una antología) 16

Han pasado varios años desde la redacción inicial de este trabajo. Nuestra intención fue
mostrar las tendencias historiográficas y los discursos históricos que se produjeron alrededor
de las investigaciones sobre la rebelión huanuqueña en el siglo XX 17. Durante el año del
bicentenario de la rebelión, se publicaron tres compilaciones de artículos de investigadores
nacionales y extranjeros, integradas por investigaciones inéditas, traducciones y
reimpresiones. Nos ocuparemos, primero, de las compilaciones hechas por ambas
universidades, y en segundo término, de la pequeña antología también publicada.
Mucho más acertado título lleva el texto compilado por Víctor Domínguez (2013), “Rebeliones
indígenas. Huánuco 1812” pues, en cambio, “Diálogos sobre la rebelión de 1812” (2012) 18 no
hace tanta referencia al título. En el caso de “Rebeliones…”, cuenta con 9 artículos, de los
cuales tres habían sido ya publicados y uno es una traducción 19. Asimismo, el artículo final de
Víctor Domínguez es más una descripción interpretativa de la representación (actual) de los
hechos ocurridos durante la rebelión. Por su parte, en “Diálogos…”, contamos de igual forma,
con 9 artículos, en este caso, solo dos artículos ya publicados fueron incluidos en esta
antología, junto a una selección “comentada” de algunos textos de tono diverso sobre la
rebelión, totalmente innecesaria20.
Importante es ver que casi los mismos investigadores publican en ambos libros, lo cual quiere
decir que el intercambio de ideas y el diálogo en el grupo de investigadores locales es fluido y
productivo. Sin embargo, entre las críticas que podemos hacer a ambas compilaciones, dos
resaltan: la publicación de artículos que son accesibles (por ejemplo el de Campos y Fernández
de Sevilla o el de Espinoza) y, a su vez, la publicación, en ambos textos del mismo artículo
(Chassin 2008)21. Otro punto importante a destacar que la mayoría de los artículos en ambas
compilaciones buscan hacer precisiones sobre temáticas específicas (la participación indígena
en el caso de los artículos de Cipriano Quispe) o hacer reflexiones generales sobre temas ya
tratados (la crisis política y económica del principios del siglo XIX, por ejemplo, en los artículos

16
Tomamos (y modificamos) este título de la reseña realizada por Andrés Cloud en el diario Ahora
(Huánuco) el día 22 de marzo de 2013.
17
En otro ensayo nos ocupamos de la historiografía decimonónica que trata a la rebelión. Debemos este
interés a las propuestas de Cecilia Méndez y a los comentarios de Juan José Heredia, a quienes
agradecemos.
18
Por comodidad, nos referiremos a Domínguez (2013) también como “Rebeliones…” y a AAVV (2012a)
como “Diálogos…”.
19
Es importante resaltar la traducción del artículo del historiador francés Jean Piel (2010), pues además
de abrir miradas diferentes al contexto revolucionario de las independencias, retoma una casi perdida
tradición de intercambio lingüístico entre la investigación francófona y el mundo académico de habla
hispana.
20
Esta selección, de autoría de Adalberto Pérez Naupay, comete el error de mostrar lo que ya se conoce:
toca autores bastante difundidos (Varallanos, Macera) sin hacer ningún tipo de crítica o lectura con
profundidad. Más bien, glosa y repite cuestiones consabidas en comentarios sin importancia y que no
aportan nada (y que, nos arriesgamos a decir, no buscaban mostrar nada).
21
Podría parecer una queja excesiva si es que tomamos en cuenta que, si bien estos artículos están a
libre disposición de los interesados en Internet, no son tan conocidos por los lectores huanuqueños.
Consideramos que este tipo de argumento subestima a los estudiosos de estos temas ya que están
acostumbrados a buscar información en muchos repositorios. En el caso del artículo de Chassin, siendo
esta autora una de las investigadoras más prolíficas y teniendo una obra de acceso limitado (por ser en
su mayoría documentos de trabajo escritos en francés), creemos que la traducción o publicación de
algún otro de sus artículos habría sido más productivo para los investigadores e interesados.

7
del finado Roger Vidal)22, sin discutir entre sí y sin ir más allá de un esquema maniqueo
(españoles malos, indios y criollos patriotas) que, en el estado actual de las investigaciones de
las guerras de las independencias, debería haber sido superado.
Por último, la corta “Antología…” (2012b) cuenta con dos artículos de investigación, una
reedición y una reflexión final que vuelve a las críticas usuales respecto a la situación social,
política y económica de la región. De esta recopilación, resalta, nuevamente, el artículo de
Cipriano Quispe (“Mariano Silvestre: gestor, promotor y mártir en la insurrección campesina
de 1812”), quien se ocupa de la importancia de la cultura letrada en este movimiento
insurreccional23.

Conclusiones
La rebelión de Huánuco de 1812 fue una de las más importantes dentro del contexto de las
guerras de independencia americana. Dentro de este contexto, fue una de los movimientos
rebeldes que convulsionó a una región tan cercana a la capital limeña. Sin embargo, y a pesar
de esta importancia, las investigaciones sobre este tema no son prolíficas. La repetición de
visiones ya caducas, la falta de nuevas fuentes y el centrismo con el que se suele mirar a esta
rebelión, dificultan las múltiples posibilidades que tiene para comprender y explicar con más
profundidad lo ocurrido y las motivaciones que llevaron a los diversos actores sociales a
alzarse contra el orden social imperante. Mientras no se rompa con las miradas tradicionales,
no podrá avanzarse en las investigaciones históricas y se mantendrán interpretaciones
desfasadas y vetustas.

Bibliografía

AA.VV.
2012a Diálogos sobre la revolución de 1812. Huánuco: UNHEVAL.
2012b Antología. La insurrección de Huánuco. 200 años después. Huánuco: Empresa
Periodística Perú.
Abugattas, Juan
1987 Ideología de la Emancipación. En: Alberto Adrianzen (ed.) Pensamiento Político
Peruano: 47 – 71. Lima: DESCO.
Berroa, Francisco Rubén

22
Queremos llamar la atención sobre dos artículos que muestran de manera muy clara los problemas de
estas compilaciones: el artículo de Jorge Espinoza (“Síntesis del aspecto jurídico en la revolución
doceañista de Huánuco”) y el de Emiliano Flores (“La revolución indígena en el partido de Huamalíes”).
En el caso de Espinoza, estamos frente a una interpretación anacrónica, en la que el uso de categorías
del derecho moderno hace incomprensible la situación colonial y tergiversan los hechos ocurridos. Hay
varios autores que han trabajado estos temas con mucha mejor suerte. En cambio, Emiliano Flores es
quien mejor se acerca a las dinámicas propias de la rebelión, buscando comprender las motivaciones
que llevaron a los pueblos de Huamalíes a abrazar o rechazar la rebelión. Si bien la mirada del autor no
termina de completar la escena rebelde, es uno de los aportes más importantes de los últimos años.
23
El otro artículo pertenece a Nicéforo Bustamante, quien, como en otros casos, glosa pasajes del
informe del cura Jadó al arzobispo de Lima sobre lo ocurrido en Huánuco en 1812. El aporte
interpretativo y documental es casi nulo.

8
1934 Monografía eclesiástica de la diócesis de Huánuco y Junín. Huánuco: Tipografía
“El Seminario”.
Bonilla, Heraclio
1981 Clases populares y Estado en el contexto de la crisis colonial. En: Bonilla,
Heraclio et al La Independencia en el Perú: 13 – 69. Lima: IEP.
Bonilla, Heraclio y Karen Spalding
1981 La Independencia en el Perú: las palabras y los hechos. En: Bonilla, Heraclio et
al La Independencia en el Perú: 70 – 113. Lima: IEP.
Calderón Morales, Carmen Rosa
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