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El ser humano, más allá de las etiquetas, sobrenombres o títulos académicos, es un  

ser social o
antisocial. Contribuye al bienestar social con sus virtudes y carencias, o se desliga socialmente y se
concentra en las mezquindades del lucro y del consumo superfluo.
Eugenio Martínez Bravo fue de los primeros, de esos hombres que luchan por hacer posible la
utopía.
Nació en Orizaba, Veracruz el 19 de noviembre de 1922, hijo de Eugenio Martínez Lazzari y
Soledad Bravo Huesca, egresó como médico cirujano por la UNAM (1950-1956), estudió un
posgrado en Cancerología, Radioterapia y Medicina Nuclear en la UNAM en 1964 y realizó una
Especialidad en Protección contra Radiaciones en la Universidad de Rochester, Nueva Jersey,
Estados Unidos en 1966, fue profesor en la Universidad Autónoma de San Luis Potosí, docente
investigador en la Universidad Autónoma de Zacatecas (1980) y Profesor Emérito del Instituto
Superior de Ciencias Médicas de Santiago de Cuba, fundó y desarrolló la terapéutica denominada
microdosis sobre las cuales escribió varios libros. Su esposa fue Dora Olivares, sus seis hijos fueron:
Eugenio, Fernando, Ernesto, Noemí, Pablo y Brenda.

Laboró en el IMSS, ISSSTE y la Secretaría de Salubridad y Asistencia (1954-1972), participó


activamente en los movimientos rebeldes y apoyó a la guerrilla socialista de México. Fue
colaborador de la revista “Siempre” y de la Asociación Cívico Nacional Revolucionaria (ACNR) de
Genaro Vázquez Rojas, Miembro del Partido Comunista Mexicano en Monterrey y del Comité
Nacional del Movimiento de Liberación Nacional. Según los expedientes de la extinta y funesta
Dirección Federal de Seguridad (DFS) dependiente de la Secretaría de Gobernación, Eugenio
Martínez Bravo era “un elemento comunista”.
En mayo de 1971 visitó a Genaro Vázquez Rojas en Guerrero y contribuyó con su guerrilla
enviando medicamentos. Junto con el Dr. Gutiérrez formó el Comité “Flores Magón” para difundir
la causa de la ACNR. El 11 febrero de 1972 es detenido, torturado y encarcelado en la
penitenciaría de Chilpancingo, los cargos “privación ilegal de la libertad, plagio, asalto, robo y
asociación delictuosa” acusaciones realizadas por el gobierno por sus vínculos con la guerrilla de
Genaro Vázquez Rojas. Permaneció preso tres años, durante los cuales realizó algunas de las
primeras pruebas de su concepto de microdosis utilizando fármacos, con la finalidad de ayudar a los
internos del penal con los limitados recursos disponibles en la enfermería del reclusorio.
Al salir de prisión, en 1975, el médico Eugenio Martínez Bravo se incorporó como profesor titular de
fitofisiología en la facultad de Agronomía de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí (1975-
1978) y a partir de 1978 como investigador de la Universidad Autónoma de Zacatecas,
donde desarrolló ampliamente sus trabajos en microdosis. Sistematizó la información obtenida y
la presentó en el Primer Congreso Internacional de Medicina Tradicional que se celebró en
Cuernavaca, Morelos.
En ese evento la delegación de Cuba lo invitó a proseguir sus trabajos en la isla, donde pudo
identificar las vías de aplicación de las microdosis y precisar su hipótesis terapéutica. Eugenio
Martínez Bravo falleció el 16 de enero de 2003.

Como todo ingenio de los humildes, por los humildes y para los humildes, las microdosis se han
dispersado, en la práctica, mediante procesos marginales y alternativos, de “boca en boca”, sin
mercadotecnia, pero con un profundo amor al prójimo. En el ambiente científico, se cuenta, en la
actualidad, con diversas publicaciones en revistas internacionales e indexadas que avalan la hipótesis
terapéutica de Eugenio Martínez Bravo.

Particularmente “El Ahuehuete, herbolaria”, emprendimiento autogestivo, fiel a la tradición


herbolaria mexicana, contribuye a la salud comunitaria ofreciendo consulta gratuita y una serie de 84
tipos diferentes de microdosis que incluyen 123 plantas medicinales, con las cuales se atienden
más de 200 afecciones estacionales o crónico-degenerativas, estimulando las funciones de órganos
y tejidos, contribuyendo así a mejorar la calidad de vida de las personas.

Eugenio Martínez Bravo: médico y científico rebelde – Tribuna de Querétaro (tribunadequeretaro.com)

La azarosa vida de un hombre dinámico como el doctor Eugenio Martínez


Bravo hace poco sencillo el conseguir datos para la construcción de una
biografía amplia.

Sin embargo, logramos recabar algunas opiniones y datos de sus familiares y


amigos.

Sirva esta como el inicio del acercamiento a la vida de nuestro personaje, cuyo
trabajo fortalece la imagen internacional de la Universidad Autónoma de
Zacatecas (UAZ).
El doctor Jorge Eugenio Agustín Martínez Bravo, mejor conocido como
Eugenio Martínez Bravo nació en Orizaba, Veracruz, el 19 de noviembre de
1922.

Fue hijo de Eugenio Martínez Lazzari, originario de San Luis Potosí (SLP) y de
Soledad Bravo Huesca, de la Mancha, Veracruz.

Formación académica
Su formación básica la realiza en SLP, en 1950 se traslada a la Ciudad de
México para concluir la carrera de médico en el año de 1956.

Desde 1954, ingresa al Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS).

En la institución se desempeña como comisionado para la realización de los


estudios para organizar el establecimiento de los servicios médicos y de
seguridad social.

Fue el iniciador de estos servicios en Chihuahua, Durango, Coahuila y


finalmente contribuye a ese mismo propósito en SLP.

La trayectoria profesional y los cargos que desempeñó en este periodo


señalan que principalmente fue médico, director administrativo y jefe del
Departamento de Riesgos.

Aunque, primordialmente se desempeñó como médico investigador de


amplio sentido humanitario.

De 1959 al 60, fue director de los Servicios Médicos del Hospital Regional de
Orizaba, Veracruz.

De 1960 al 63, realiza estudios de Posgrado en Radiología y Cancerología, en


el Hospital de esta especialidad en la Ciudad de México.

En este periodo también estuvo adscrito como médico en el Instituto de


Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado (ISSSTE).

Colaboraba con el doctor Fujiyaki, de amplio prestigio y reconocimiento


internacional.
Participó con los doctores Rolf Meiners y Miguel Ángel Cruz, del Instituto
Politécnico Nacional (IPN), en el movimiento de resistencia al abogar por
mejores beneficios para los pacientes, lo que describe que desde temprana
edad ejerció su vida de filantropía.

Coordinador operativo en la SSA del 1963 al 66. En este mismo año obtiene la
Especialidad en Cancerología por parte de la Universidad de Rocherter, Nueva
Jersey, Estados Unidos.

Regresa a la SSA y es titular del Departamento de Higiene y Seguridad


Industrial de 1969 al 71.

Su periodo en la cárcel
En enero de 1972 es aprehendido, acusado de pertenecer al grupo de guerrilla
de Genaro Vázquez y es trasladado al penal de Chilpancingo Guerrero, donde
permanece hasta 1975.

Es puesto en libertad provisional gracias a los esfuerzos de sus hermanos, su


esposa Dora Olivares, que se trasladó a vivir con su familia a Chilpancingo,
Guerrero; y al encargado de su defensa, el licenciado Valentín Martínez.

Los que convivían en su entorno, recuerdan que la forma de ser del doctor
Martínez Bravo nunca cambió, a pesar de estar prisionero.

Siempre prestó ayuda a los reclusos y familiares, a los que daba consulta
médica gratuita.

Algunas ocasiones atendía en la misma Enfermería del penal; muchas veces


cuando el medicamento escaseaba, lo diluía para hacerlo rendir.

Comentaba el doctor Martínez Bravo que algunas veces funcionaba, otras no


tanto, esta experiencia sería la futura propuesta científica para la creación de
las microdosis.

De 1976 al 79, la nueva etapa de su vida familiar y profesional, se lleva a cabo


en SLP, donde encuentra trabajo como Maestro Titular de Fito Fisiología en la
Facultad de Agronomía de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí
(UASLP).
En este periodo, conoce al doctor José Huerta Peña, director de la Escuela de
Odontología de Zacatecas, misma que pasaba por una crisis académica por la
situación política interna de la Universidad Autónoma.

La aventura en Zacatecas
El doctor Huerta lo invita a impartir algunos contenidos a los alumnos de
Odontología.

Junto con su hermano Jesús, el doctor Eugenio Martínez Bravo se traslada a


Zacatecas a impartir sus clases en forma gratuita.

Cada semana se tiene que presentar a firmar en el juzgado de SLP hasta


obtener su libertad definitiva en 1978.

Esta situación le permite trasladarse de forma definitiva a Zacatecas y en


septiembre de 1980 obtiene su carga de trabajo en la UAZ.

Su desempeño como docente investigador era notable, aunque por su


personalidad, no contaba con la estimación de muchos colegas.

Sus estudios preliminares de herbolaria los realizó en estafiate, pasiflora y


sangre de drago.

Presentó sus primeros resultados en el Primer Congreso Internacional de


Medicina Tradicional, realizado en Cuernavaca, Morelos.

Sus colegas y asistentes relacionados con la temática, quedaron


impresionados por la claridad con que expuso sus teorías y fundamentos.

La microdosis
Por la perseverancia y amor a su actividad, generó un ambiente de
reconocimiento a nivel nacional e internacional.

Más aún con la creación de su forma terapéutica de curación denominada


microdosis, donde recordaba muchos de los resultados con los medicamentos
en la prisión de Guerrero.
La microdosis es uno de los proyectos que más imagen y relevancia
internacional han dado a la UAZ, a nuestro estado y a México.

En Cuba, Nicaragua, Honduras, principalmente, y en todo Latinoamérica es


conocido nuestro país por ser el lugar en que se creó y desde donde se
difundió este procedimiento metodológico.

El doctor Eugenio Martínez Bravo falleció el 16 de enero del 2003, dejó la


herencia de sus trabajos publicados y libros que dan fe del fruto propio de
personajes de trabajo, carácter y bonhomía sin tacha.

Eugenio Martínez Bravo, espíritu luminoso, hombre de ciencia y filantropía


perenne.

Eugenio Martínez Bravo, padre de la microdosis (imagenzac.com.mx)

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