Está en la página 1de 3

Lic.

en Psicología Social Comunitaria

Actividad de apertura

Alumno: Moisés Orlando Camacho Barreras

Materia: Lectura Crítica y Redacción de textos Académicos I Grupo: 3

Maestro: Lic. Mario Jesús Verdugo

13 de septiembre del 2022.


Mis primeras experiencias con la lectura:

Todo empezó a mis siete años de edad. Mi primer logro fue aprender a leer, gracias al
esfuerzo de mi maestra con sus enseñanzas en el salón de clases y de mi hermano el mayor
con el seguimiento que me dio en casa.
Un día común se convirtió en un día lleno de alegría. Mi mamá se disponía a salir al centro
de mi ciudad natal Navojoa a realizar unas compras. Yo sabía que si le insistía en
acompañarla iba a terminar por convencerla y después de la jornada de compras, me
llevaría por una nieve. Así fue; para mí, lo importante no era la nieve, ni las compras, sino
el momento compartido con mi madre y las largas charlas que íbamos a tener en la ida y en
el regreso.
Recuerdo que una de sus motivaciones constantes en ese momento de mi vida era que yo
aprendiera a leer y después de hacerme reflexionar al respecto… sucedió. Al mismo tiempo
que escuchaba las palabras de mi mamá, iba yo haciendo todo lo posible por leer todos y
cada uno de los letreros de los anuncios comerciales de las tiendas. De pronto, lo logré.
“Mamá, ahí dice abarrotes tres hermanos”, mi mamá hizo una pausa, buscó donde decía lo
que yo le había comentado y al darse cuenta que era así, se sorprendió y me pidió que
leyera otro letrero. Hice mi mejor esfuerzo por complacerla y satisfacerla. Quería que se
sintiera muy orgullosa de mí, verla sonreír y que fuera feliz siempre.
Según el ritmo del camión urbano en el que íbamos me permitió leer, seguí con más y más
letreros. “Coppel”, “Plaza Ley del Mayo”, “Pollos asados El Carrizal” y lo que más me
gustó leer en ese momento… “Paletería y nevería La Michoacana”. Nunca me había sido
tan satisfactorio comerme una nieve de vainilla con cobertura de chocolate. Yo feliz por
haber aprendido a leer, mi mamá orgullosa de mí, ambos viéndonos de frente disfrutando
nuestra nieve sonriendo por todo. Mi premio no era la nieve (aunque la disfruté al máximo),
mi premio fue la sonrisa de mamá. Está de más decir que a partir de ese día no paré. Quería
leer las instrucciones, los recibos de luz, las etiquetas en los productos y todo en donde yo
identificara letras, vocales y consonantes.
Después; con el paso del tiempo, la lectura se volvió un hábito. Combinaba los libros de
texto con historietas, comics, revistas, periódicos, entre otros. El primer libro que leí
completo fue la biblia. Desde chico fui fan de las revistas “Selecciones”, “Muy Interesante”
y algunas obras de Carlos Cuauhtémoc Sánchez.
Reconozco que el hábito de la lectura y yo a veces nos distanciamos y nos dejamos de
hablar… pero, pronto nos reconciliamos y volvemos a empezar. Creo que a veces las
dinámicas propias de la vida diaria no nos dan mucho margen para leer como nos gustaría,
pero, aun así, debemos de encontrar un punto de equilibrio para nunca dejar de leer.
En diferentes momentos de mi vida, leer me ha levantado, me ha construido, me ha
restaurado, me ha fortalecido y me ha vivificado. Espero fortalecer el hábito de la lectura,
reafirmarlo cada año y formar a mi hija para que también ame y abrace leer.

También podría gustarte