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Psicopatología: 3er módulo

Práctico 1: Historial de Dora.

Dentro de la enseñanza del caso Dora hay algo estructural que marca un antes y un
después. Este historial de tratamiento de una muchacha histérica está destinado a ilustrar el
modo en que la interpretación del sueño se inserta en el trabajo del análisis. El análisis del
sueño es un rodeo por el cual se puede sortear la represión.
Existe una incapacidad de los enfermos para dar una exposición ordenada de su biografía
en lo atinente a su historial clínico. Para Freud esa falla se debe a un insinceridad
consciente, cuando por vergüenza y timidez se guarda consciente y deliberadamente una
parte que conoce; también se debe a una insinceridad inconsciente y por lagunas de la
memoria y espejismos del recuerdo para llenarlas.
Freud habla de las construcciones en análisis, las maneras de armar algún mito de aquello
que está inscripto y se puede rodear a través de una construcción analítica.
Cuando consulta con Freud, Dora tenía 18 años, su círculo familiar incluía a sus padres y a
un hermano un año y medio mayor que ella. La persona dominante era el padre, tanto por
su inteligencia y sus rasgos de carácter como por las circunstancias de su vida, Dora estaba
apegada a él con particular ternura, que se había acrecentado por las numerosas y graves
enfermedades que el padre padeció desde que ella cumplió se sexto año de vida. En esa
época enfermó de tuberculosis por lo cual la familia se trasladó a un pueblo donde su
afección pulmonar mejoró. Luego cuando Dora tenía diez años, el padre sufrió un
desprendimiento de retina por lo cual tuvo una disminución de la visión. Dos años después,
acude a Freud por un ataque de confusión, parálisis y perturbaciones psíquicas. La relación
de Dora con su madre era inamistosa. El hermano había sido en épocas anteriores el
modelo al cual quería parecerse. En los últimos años, las relaciones entre ambos se habían
vuelto más distantes.
Dora presentaba ya a la edad de ocho años síntomas neuróticos, disnea permanente en la
forma de ataques muy agudos, tos, migraña, asco como un síntoma en el cuerpo. Todo
intento de consultar a un nuevo médico provocaba su resistencia.
Al crecer, los signos principales de su enfermedad era una alteración del carácter.
Enfrentaba hostilmente a su padre y no se entendía con su madre. Buscaba evitar el trato
social. Un día los padres hallaron sobre su escritorio una carta en la cual se despedía
porque no toleraba más la vida, aunque lo desestimaron quedaron impresionados. Un día
Dora, tras un cambio de palabras con su padre, sufrió una pérdida de conocimiento. Por
este motivo el padre decidió que debía empezar un tratamiento.
Cuando se mudaron al pueblo, establecieron una relación de amistad con el señor y la
señora K, ésta última había cuidado al padre de Dora durante su enfermedad y a quien
Dora quería y admiraba. Ella cuidaba a los hijos de este matrimonio y tenían buena relación.
El señor K siempre se había mostrado muy amable hacia Dora-
En un viaje al pueblo con el padre donde ella se quedaría varios días, decidió regresar
antes con su padre debido a que el señor K, durante una caminata al lago con Dora, le
había hecho una propuesta amorosa diciéndole que su mujer no significaba nada para él.
Cuando Dora le cuenta este hecho a sus padres, el señor K lo desmiente haciendo alusión
a que Dora, según la señora K, sólo mostraba interés por asuntos sexuales.
El otro síntomas que ella contaba es que no podía ver a una pareja besándose.
Con el tiempo, Dora le comunica a Freud una vivencia anterior con el señor K, más
apropiada para producir el efecto de un trauma sexual y que ocurre a sus 14 años, cuando
el señor K pasa junto a ella en una escalera de una tienda y la agarra para darle un beso.
Esto a Dora le dió un violento asco y a partir de esto decide alejarse.
Esta escena es la segunda en la serie y la primera en el tiempo, no obstante Dora cuenta
primero la escena del lago, que pese a no ser la más violenta, si fue la que significó un
desencadenamiento. Dora no podía dejar de pensar en eso, tenía pensamientos
hipervalentes.
En la escena del lago hay un cambio de posición en Dora producido por las palabras dichas
por el señor K.

Teórico 1: Primera nosografía freudiana.


Teniendo en cuenta que una nosografía es el modo en que se clasifican las entidades
clínicas, las cuales reúnen ciertos síntomas que las caracterizan. La primera nosografía de
Freud, su punto de partida, se da entre 1894 y 1896, donde escribe tres textos, dos de los
cuales son “Las neuropsicosis de defensa” y “Nuevas puntualizaciones”.
Freud encuentra que distintos síntomas responden a un mismo conflicto psíquico frente a
una representación que resulta inconciliable y que pone en juego un mecanismo psíquico
que va a llamar neuropsicosis de defensa. Hay un conflicto entre el yo y la representación
inconciliable, un mecanismo que es la defensa. Es un momento en el que no había
distinción entre neurosis y psicosis por lo cual agrupaba en este grupo a la histeria, las
neurosis obsesivas, la amentia y la paranoia.
Lo que opone a las neuropsicosis de defensa son las neurosis (actuales) que son la
neurastenia y la neurosis de angustia. Entre ambas se produce una distinción fundamental
en el sentido de que en el primer grupo (neuropsicosis de defensa)se pone en juego una
representación inconciliable y un mecanismo de defensa frente al conflicto psíquico. En el
segundo grupo no sucede esto.
Freud va a ubicar que en la neuropsicosis de defensa la RI viene del pasado del sujeto,
infantil y que tiene que ver con un hecho traumático sexual en la infancia. En esta época
Freud pensaba que en la infancia no había sexualidad sino que ésta surgía en la pubertad.
Se trata de un sujeto inmaduro que no tiene un desarrollo sexual y que se encuentra con
ésta en relación a otro estando en un estado de inmadurez, entonces Freud va a suponer
que esto implica un trauma. La representación como tal no tuvo un efecto en el momento en
que ocurrió sino en un segundo momento cuando cobra significación sexual y la
representación se torna inconciliable con el yo y surge el conflicto. Esta es la primera teoría
traumática de Freud, el trauma en dos tiempos, causa de todas las neuropsicosis de
defensa. Sin embargo Freud se pregunta por qué si la causa es la misma los síntomas son
distintos. De esta manera va a decir que el conflicto se va a tratar de resolver separando la
representación de su monto de afecto quien toma distintos destinos, porque lo que torna
insoportable a la representación es su afecto. Freud introduce mecanismos formadores de
síntomas que son el mecanismo conversivo y el falso enlace en la neurosis obsesiva.
Los síntomas histéricos aparecen como un recorte del cuerpo, es localizado. El afecto se
tramita a través del síntoma en el cuerpo. Por su parte la representación deviene como un
grupo psíquico separado gracias a la amnesia histérica las representaciones funcionan
como borrada, como sin recortar.
En la neurosis obsesiva también se separa la representación del monto de afecto pero este
último no va al cuerpo sino que se enlaza a otra representación nimia.
La conversión histérica por ende es más efectiva por que logró sacar el afecto de lo
psíquico y llevarlo al cuerpo y que la representación quede sumergida en una amnesia, el
sujeto a nivel de lo psíquico aparece más aliviado a diferencia del obsesivo que parecerá
más atormentado en lo psíquico porque el afecto, al desplazarse a otra representación
nimia, sigue perturbando al sujeto desde lo psíquico.
El término neurastenia fue utilizado por Beard quién se refiere a la astenia cómo un estado
de fatiga, de falta de acción, de atención, un estado con un tinte depresivo. La perspectiva
con la cual utiliza este término era para definir un síntoma éticamente norteamericano en el
siglo XIX, momento de las consecuencias de la Revolución industrial, del impulso del
capitalismo y los sujetos que aparecen agotados por esa maquinaria que los pone a
funcionar.
Freud se interesó por esto en su texto de 1895 cuyo título indica la operación nosológica y
epistemológica que hace sobre la neurastenia de Beard. "Sobre la justificación de separar
de la neurastenia un determinado síndrome La diferencia con la neurosis de angustia es
que la angustia no tiene derivación psíquica , o sea no ocurre esto sino que directamente la
excitación sexual sufre un rechazo -VERSAYUNG- que impide la descarga adecuada, por
ejemplo el rechazo moral que luego se transforma en angustia directo sin pasar por la
representación psíquica. La no representación psíquica se opone al proceso de la defensa
que luego se va a llamar represión, implica que no hay defensa propia de las psiconeurosis
en la neurosis actuales.
en calidad de neurosis de angustia"
Freud separa un síndrome (conjunto de síntomas) a partir de los síntomas de la neurastenia
de Beard. La justificación para él es que estos síntomas tienen algo en común qué es que
todos son equivalentes de la angustia. Es decir que lo que queda cuando Freud separa la
neurastenia de la neurosis de angustia son síntomas que están más ligados a la angustia
(neurosis de angustia) y síntomas que están más ligados a una falta de energía
(neurastenia).
Freud llamó neurosis de angustia al síndrome que separa de la neurastenia de Beard
porque todos sus componentes se pueden agrupar alrededor del síntoma principal de la
angustia, conviene separarlo porque están ligados a la angustia
El cuadro clínico de la neurosis de angustia compone los siguientes síntomas:
1- Irritabilidad general que indica la acumulación de excitación o una incapacidad para
tolerarla.
2- Una expectativa angustiada cuando la sensación antecede al problema, se trata del
síntoma nuclear de la neurosis, tiene un Quantum de angustia libremente flotante siempre
pronta a conectarse con cualquier contenido de representación que le convenga.
3- Ataques de angustia, una irrupción brusca de angustia en la forma de perturbaciones en
la actividad cardíaca, perturbaciones en la respiración, diarreas, vértigo locomotor (no poder
sostenerse en pie), parestesias (hormigueo en el cuerpo), se trata de un momento.

Freud se pregunta por la teología de este síndrome entendiendo que la neuropsicosis de


defensa implica un trauma sexual del pasado en la infancia. Va a construir una hipótesis del
funcionamiento de la sexualidad porque la causalidad va a estar también en torno a la
sexualidad pero de un modo distinto, dado que en la neuropsicosis de defensa se trata de
un encuentro del sujeto infantil con la sexualidad. Freud va a construir una especie de
aparato sexual, cómo funcionaría la sexualidad.
Habría una excitación sexual somática que se incrementa hasta que llega a un umbral
donde pasa de lo somático a los psíquicos y se transforman una excitación psíquica que
lleva a una tramitación ideal a partir de la acción específica. Esa situación somáticas se va
acumulando y solo en un cierto momento el sujeto sienten deseo sexual
Se trata de una acumulación de excitación qué es de origen somático de naturaleza sexual.
Se produce la excitación sexual somática que periódicamente deviene un estímulo para la
vida psíquica y se generará el estado psíquico de tensión libidinosa que conlleva el esfuerzo
a inocular esa tensión. Lo adecuado para el alivio psíquico sería la acción específica.
Freud va a suponer que de alguna manera esto no funciona bien, encuentra que la
excitación sexual se acumula y no se descarga adecuadamente ya sea por la abstinencia
voluntaria por ejemplo. Por lo tanto, eso que no se descargó de la manera adecuada se
descarga como angustia. Freud encuentra una similitud somática entre los síntomas de la
angustia y los signos que se producen en el cuerpo durante el coito qué son las
sudoraciones, las palpitaciones, etc.
Entonces la causa que Freud va a introducir de la neurosis de angustia es que es excitación
se acumuló y se descargó de manera abrupta como angustia o sus equivalentes.
La otra opción sería que se descarga demasiado y no vuelve a cargarse, hay un desgaste
excesivo.
De una manera u otra parecería que el goce se tramita mal en el hablante y que genera
síntomas. Freud describe un problema en la sexualidad humana. Se da cuenta que las
neurosis actuales siempre de un modo u otro están presentes porque los síntomas de la
neuropsicosis de defensa, en tanto convienen a una representación psíquica e implican un
conflicto, son interpretables; en cambio los síntomas de la neurosis actuales no tienen
representación, no hay nada del orden del sentido de lo interpretable, es decir, que va a dar
una cara más real del síntoma y que está ligada a que hay algo en la sexualidad de los
hablantes que está afectada por el lenguaje en tanto no es una sexualidad instintiva y
biológica sino que tiene en ese aspecto la marca de algo que ha sido desviado, alterado de
su naturaleza. Entonces la etiología sexual se abrió en dos ramas: una traumática ligada al
pasado y la otra que es actual porque se trata de un problema que está presente en acto,
en la estructura del sujeto y que Freud lo ve en ciertos comportamientos sexuales como la
abstinencia y el coitus interruptus. Freud descubre que hay algo de la sexualidad que en el
acto es problema y que no funciona de ese modo instintivo, animal y que deja marcas.
En nuevas puntualizaciones Freud va a suponer que hay dos tipos de trauma: una donde el
sujeto infantil se encuentra con una situación sexual en un estado de inmadurez y solo vive
de manera pasiva y displacentera en la experiencia, y por otro lado un trauma activo y
placentero. Es decir, no solo sería un trauma si alguien lo hace sino también el hacer,
porque en el segundo tiempo genera reproches que es el inicio fundamental de lo que será
el concepto de culpa. En la histeria a nivel de la etiología traumática lo que va a estar en
juego es el trauma pasivo displacentero mientras que en la neurosis obsesiva también va a
ser un trauma pasivo displacentero pero se le agrega lo activo y placentero.

Seminario 1: Neurosis actuales.

En el texto “sobre la justificación de separar de la neurastenia un determinado síndrome en


calidad de neurosis de angustia” Freud sitúa un modo de funcionamiento de la angustia y
del mecanismo psíquico. Es la base de lo que actualmente se llama los síntomas
contemporáneos (ataques de pánico, anorexias, adicciones).
Freud plantea inicialmente en este texto la necesidad de separar de la neurastenia otro tipo
que es la neurosis de angustia. La neurastenia propuesta por Bleard se ubica como
diferente de la neurosis de angustia. Se trataba de un cuadro con síntomas de depresión,
de astenia, síntomas físicos como el cansancio, dolores, estomacales, de cabeza, etcétera.
Era un cuadro con características más ligadas a la depresión. Es la base de un cuadro que
ahora se conoce más como fibromialgia con componentes o bien depresivos o bien de
angustia y síntomas físicos. Entonces en la neurastenia se encuentran componentes
depresivos y en la neurosis de angustia componentes de angustia y síntomas orgánicos.
Estos dos cuadros son comunes ahora en la explicación del cuadro de fibromialgia,
enfermedad que no se conoce muy bien su causa sino sus síntomas.
Freud entonces plantea la necesidad de separar del cuadro de la neurastenia otro cuadro
distinto que es la neurosis de angustia y que compone cierto síntomas como la irritabilidad
general la expectativa angustiada qué es la característica principal implica que cualquier
cosa se vuelve trágica. La expectativa angustiada se sitúa como una angustia no ligada.
El tercer rasgo es el ataque de angustia donde se producen todos fenómenos corporales
que asaltan al sujeto de modo sorpresivo, súbito e inesperado.
El cuarto elemento es el ataque de angustia parcial con uno o dos de los elementos en el
cuerpo como las perturbaciones de la actividad cardíaca, palpitaciones, taquicardia,
actividad respiratoria, digestiva, parasimpática. Por último los temores nocturnos.
A diferencia de la neurastenia, el cuadro de la neurosis de angustia tiene una teología
sexual que tiene que ver con que no hay una descarga sexual apropiada, en ese punto la
descarga sexual inapropiada se transforma en angustia. Esto es importante porque Freud
más adelante plantea que en la medida en que hay represión nunca hay una la satisfacción
sexual total y Lacan agrega a esto que no hay representación sexual, siempre hay un punto
de no descarga sexual apropiada, de frustración sexual de modo estructural siempre hay un
fondo de angustia. Freud con esto va a decir que en este elemento persisten todas las
neurosis es decir hay un fondo de neurosis actuales.
Las consecuencias de la descarga inapropiada que propone Freud en ese texto es la
angustia virginal o de los adolescentes, la angustia de las recién casadas o que tienen
coitos interruptus, la angustia de las viudas o los accidentes voluntarios en el varón. Ocurre
la angustia por la abstinencia voluntaria o la angustia por el coitos interruptus o posponer la
eyaculación.
El elemento que vale para los dos casos es la masturbación, la excesiva carga de trabajo,
etcétera. Lo anterior era la teología que propone Freud para la neurosis de angustia.
Uno de los rasgos centrales es la no derivación psíquica, la angustia no tiene transacción
psíquica sino que toma a las representaciones psíquicas. En ese sentido se diferencia de la
defensa en el sentido de que lo que Freud ubica como el divorcio entre representación y
afecto, el cual se deriva a otro lado en el caso de las psiconeurosis. Hay una representación
traumática inicial que tiene asociado un afecto y entonces se produce una doble
modificación: primero se produce la mudanza de afecto entonces el placer se vuelve
displacer. En la histeria el placer se transforma en displacer por efecto de la mudanza de
afecto y éste se liga a una representación corporal por conversión histérica o bien el afecto
se transforma de placer en reproche y se liga a una representación de pensamiento que da
como resultado las representaciones obsesivas o el placer se transforman angustia y se liga
una representación de pensamiento qué es la angustia fóbica.
Estos son los modos del divorcio de la representación y el afecto y la derivación doble del
afecto, primero como mudanza de afecto y después como nueva ligazón, es decir, la forma
que toman todas las psiconeurosis. La diferencia con la neurosis de angustia es que la
angustia no tiene derivación psíquica , o sea no ocurre esto sino que directamente la
excitación sexual sufre un rechazo -VERSAYUNG- que impide la descarga adecuada, por
ejemplo el rechazo moral que luego se transforma en angustia directo sin pasar por la
representación psíquica. La no representación psíquica se opone al proceso de la defensa
que luego se va a llamar represión, implica que no hay defensa propia de las psiconeurosis
en la neurosis actuales.
En los síntomas contemporáneos se observa que no hay representación psíquica, hay vacío
de representaciones. El analista debe forzar en tratamiento una asociación. En un segundo
momento comienza asociarse, a conectarse a nivel de las representaciones lo cual implica
que hay conexión psíquica pero hay un elemento trabado por eso es considerado como
síntomas contemporáneos porque no son considerados como las neurosis clásicas.
Hay una disminución de placer psíquico por efecto de la descarga sexual inapropiada. Se
trata de un estado de malestar general que se conecta con el elemento de la expectativa
angustiada.
A diferencia de las psiconeurosis el modo de tratamiento de esta neurosis es las descargas
sexual apropiadas, punto que Freud modifica después.
Hay tres teorías de la angustia Freud: una primera teoría de la angustia en las neurosis de
angustia que tiene que ver con el elemento de la excitación sexual que se transforma en
angustia. Esta es la primera forma de la explicación de Freud de la angustia, en la cual la
angustia corresponde a una excitación sexual no descargada.
En la segunda de 1914, época de la metapsicología, lo que Freud plantea es que la
excitación sexual no se puede descargar correctamente en todas las neurosis porque hay
represión. En este punto se refiere a la excitación sexual como pulsión o libido. Esto quiere
decir que la represión es estructural. En la medida que hay represión primaria secundaria y
retorno de lo reprimido la represión primaria implica que una porción de la libido permanece
en un estado de no descarga. En ese punto un elemento de la libido que va hacer lo que
determine el punto de fijación nunca se puede descargar lo suficiente. De algún modo una
excitación sexual nunca se va a descargar de manera completa porque hay represión
primaria ya no tiene que ver con la vida sexual en la adultez sino que ya desde la infancia
está presente la represión primaria y hay un elemento de la libido que nunca se puede
descargar y esto determina la angustia. Entonces en esta teoría Freud ubica la angustia
como estructural a partir de la represión primaria. Lo que Freud plantea en esta época es
que la angustia es estructural en todas las neurosis. El psicótico tiene alucinaciones delirio
mientras que el neurótico tiene angustia en este sentido La angustia es correlativa de todo
el proceso y es producto de la represión.
El 1926 en el texto inhibición síntoma y angustia Freud plantea la tercera versión de la
angustia dónde la ubica como motor de la represión. La angustia funciona como motor de la
defensa produce la represión la cual hace que no se descargue totalmente la libido Y eso
produce angustia. Las tres teorías son válidas pero van agregando elementos.
La angustia es el motor de la represión porque es un nuevo tipo de angustia qué es la
angustia de castración.

Práctico 2.

Luego de la escena del lago Dora comienza los reproches hacia el padre. Freud deduce que
detrás del reproche hay un auto reproche como la paranoia. Dora no podía perdonarle al
padre que continuase tratando al señor k y a la señora k. Para ella no había ninguna duda
de que su padre había entablado con ella una relación y que Dora era objeto de cambio.
Ella muchas veces le decía a Freud que su papá era insincero, tenía un rasgo de falsía en
su carácter, sólo pensaba en su propia satisfacción y arreglaba las cosas para su mejor
conveniencia. Se le imponía la idea de que había sido entregada al señor k por la tolerancia
que esté mostraba hacia las relaciones entre su padre y la señora k.
Freud dice que una serie de reproches dirigidos a otras personas hacen sospechar la
existencia de una serie de autorreproches de idéntico contenido.
Antes de la escena del lago todos los años anteriores había hecho lo posible para encubrir
las relaciones del padre con la señora k, nunca iba a verla cuando sospechaba que su
padre estaba ahí. En casa de Dora había habido una persona que tempranamente intentó
abrirle los ojos a Dora sobre las relaciones del padre con la señora k y quiso incitarla a
tomar partido en contra de ella. Fue su gobernante quién fue despedida por decisión de
Dora porque se enemistó con ella además de que Dora observaba que esta mujer quería
seducir a su padre. La irritó además que cuando no estaba la gobernanta era indiferente
con Dora es decir que modificaba su comportamiento en presencia del padre. Texto Freud
deduce que la gobernanta había iluminado una parte del comportamiento de Dora el mismo
que ella tenía hacia los hijos del señor k a quienes cuidaba con cierto interés ya que la unía
con él. Frei deduce que ella todo este tiempo estuvo enamorada del señor k.
El reproche hacia su padre de que él creaba sus enfermedades como pretexto para
encontrarse con la señora k coincide también con un fragmento de su historia. También el
hecho de que haya comprendido que era la presencia del señor lo que hacía enfermar a la
mujer de este. Así como la señora k y como su padre usaban su enfermedad, ella también
ya que presentaba gran cantidad de ataques de tos y afonía en ausencia del señor k con
quién no obstante mantenía una comunicación por carta. Con sus enfermedades ella
demostraba su amor por él así como la mujer de este su aversión. Freud había interpretado
que cuando el señor que estaba lejos ella renunciaba al hablar, al hacerlo había perdido
valor ya que no podía hablar con él. Se trata de una solicitación somática donde algo en el
cuerpo se le une un significado. Todos los síntomas tenían el sentido de que el padre de
Dora abandone a la señora k. Cuando el síntoma alcanza la función secundaria con la carta
de suicidio dónde se observa una función de autocastigo.
Otro de los síntomas en Dora es el pensamiento hipervalente, la incesante repetición de los
mismos pensamientos acerca de la relación entre su padre y la señora k. Resulta patológico
porque no puede ser eliminado por más esfuerzos conceptuales conscientes que haga la
persona. Estoy itinerario hiperintenso de pensamiento debe su refuerzo a lo inconsciente, el
trabajo conceptual no puede resolverlo ya sea porque sus raíces llegan hasta el material
inconsciente, reprimido, sea porque tras el se oculta otro pensamiento inconsciente. Este
último es casi siempre su opuesto directo, uno de los pensamientos es consciente con
hiperintensidad pero su contraparte está reprimido y es inconsciente. Esto es resultado del
proceso represivo. La represión generalmente se produce por el esfuerzo desmedido del
opuesto del pensamiento que se reprimía. Esto es lo que Freud llama refuerzo reactivo y
llama pensamiento reactivo al que se afirma en lo consciente con hiperintensidad e
indestructible. Entonces según Freud hacer consciente el opuesto reprimido es el camino
que permite sustraer su refuerzo al pensamiento hiperintenso.
Freud deduce que refuerza la escena edípica con el padre posicionándose como una mujer
celosa tal cómo se lo había esperado de la madre como síntoma reactivo para sofocar el
amor por el señor k. Tenía que llamar al auxilio del amor hacia el padre y exagerar la
inclinación infantil a fin de protegerse contra ese enamoramiento que asediaba en su
conciencia.
Por último Freud descubre hacia el final tratamiento que tras el itinerario de pensamientos
hipervalentes que la hacían ocuparse de la relación de su padre con la señora que se
escondía una emoción de celos cuyo objeto era esa mujer. Descubre que Dora dirige la
libido hacia la mujer. Lo hipervalente entonces está destinado a sofocar el amor hacia el
señor k pero también hacia la señora k, amor que Freud llama ginecofilia.
Teórico 2.

En el primer texto de la neuropsicosis de defensa Freud establecía la diferencia entre la


histeria y la neurosis obsesiva en el tipo de síntoma. Se trataba de un síntoma que aparecía
como un recorte en el cuerpo y por el otro lado un síntoma en el pensamiento. Se podría
hacer una analogía con el automatismo mental en la psicosis con la diferencia de que al
obsesivo no le viene de lo real sino que lo reconoce como un pensamiento propio pero que
no puede controlar.
El las nuevas puntualizaciones intenta ubicar una diferencia en la etiología misma qué
diferencia la neurosis obsesiva de la histeria. La primera teoría etiológica que utiliza Freud
en esta época es la etiología traumática qué se basa en un supuesto de que no había una
sexualidad infantil, la teoría en este primer momento se basa en un encuentro de un sujeto
inmaduro con la sexualidad que aún no puede darle la significación de tal. Este trauma
entonces tiene dos tiempos: uno en el que el hecho ocurre pero que no tiene consecuencias
en el momento sino sólo en un segundo momento que se ubica en la pubertad cuando ese
primer momento toma eficacia en relación a la producción del síntoma y se torna una
representación inconciliable es decir que entra en conflicto con helio cómo lo ubica Freud y
en ese entonces.
Esto sería válido tanto para la histeria como para la neurosis obsesiva. La diferencia en el
plano teológico el que introduce en nuevas puntualizaciones, dónde plantea la idea de dos
tipos de traumas diferentes pero no diferentes en el sentido que uno correspondería a uno y
el otro al otro. Freud a introducir en nuevas puntualizaciones dos tipos de trauma: uno que
sería una vivencia sexual pasiva y displacentera (vivencia de seducción) en la más
temprana infancia donde alguien más grande lo seduce y produce una acción sexual que el
sujeto no significa como tal en el momento que ocurre si no que tiene el estatuto de algo
displacentero que le hicieron. El otro tipo de trauma que introduce Freud es una vivencia
sexual activa y placentera. Es decir que puede ser un trauma no solo qué te hayan hecho
algo sino haber hecho (agresión sexual) y engendrar reproches. Esa vivencia sexual pasiva
displacentera va a caracterizar a la histeria. Freud va a decir que también se encuentra la
neurosis obsesiva pero se le agrega la vivencia sexual activa placentera que le va a dar la
característica a la neurosis obsesiva.
Va a introducir la trayectoria típica de una neurosis obsesiva. Plantea una secuencia
diacrónica en la neurosis obsesiva.
I) Predisposición.
1) Periodo de inmoralidad infantil: sin sentido sexual de sus actos y sin sentido moral
(bien/mal).
En un primer periodo en la más temprana infancia las vivencias de seducción sexual
que luego posibilitan la represión y después las acciones de agresión sexual que
más tarde aparecen bajo la forma de acción reproche. Hay una VSPD (la misma que
supone para la histeria) a la cual se le suma la VSAP. Esto toma significación sexual
en el segundo momento donde el recuerdo se torna conflictivo.
2) Segundo momento de salud aparente.
El recuerdo cobra significación sexual en la pubertad y se invierte el orden de los
hechos: va primero el recuerdo de la vivencia sexual activa y placentera qué es la
que produce reproches y después se recuerda la primera, la vivencia sexual pasiva
displacentera, por lo tanto se reprime. La VSAP engendró reproches, los reproches
despertaron los recuerdos anteriores VSPD y luego todo se reprime.
Todo este proceso por la represión produce lo que Freud va a llamar síntomas de la
defensa primaria que, a diferencia de los síntomas que marcan la falla de la defensa,
resultan exitosos en el sentido de que va a mantener la defensa.
Al recuerdo de aquellas acciones placenteras se anuda un reproche y el nexo con la
vivencia inicial de pasividad posibilita reprimir es reproche y sustituirlo por un síntoma
defensivo primario, qué particularmente son tres: escrúpulos de la conciencia moral,
vergüenza y desconfianza de sí mismo. Son esos síntomas con los cuales empieza la salud
aparente. La defensa genera alguien intachable y escrupuloso que sería el éxito de la
defensa aunque a su vez esto genera un costo. Todo lo que había trabajado Freud sobre la
paranoia se basa en una comparación con la trayectoria típica de la neurosis obsesiva en el
sentido de que el obsesivo tiene desconfianza de sí mientras que el paranoico desconfía del
otro.
Los síntomas de la defensa primaria son un antecedente del concepto de formación
reactiva.

II) Enfermedad propiamente dicha.


El período siguiente, el de la enfermedad, se singulariza por el retorno de los recuerdos
reprimidos, por el fracaso de la defensa. Los recuerdos reanimados y los reproches
formados nunca ingresan inalterados en la conciencia, lo que deviene consciente como
representación y afectos obsesivos sustituyen al recuerdo patológico en la conciencia. Son
unas formaciones de compromiso entre las representaciones reprimidas y las represoras.
Aparece un nuevo tipo de síntoma qué son los síntomas del retorno de lo reprimido.
Existen dos formas de la neurosis obsesiva, dos tipos de síntomas del retorno de lo
reprimido: según que se conquiste el ingreso a la conciencia sólo el contenido mnemico de
la acción reproche o también el afecto reproche a ella anudado.
El primer caso es el de las representaciones obsesivas, síntomas en el pensamiento, ideas
que perturban y que no pueden ser controladas. Freila se llama como representaciones que
tienen un curso psíquico forzoso, es un modo de decir al pensamiento que se impone
forzosamente. El contenido de la representación obsesiva está doblemente desfigurado
respecto del que tuvo la acción obsesiva en la infancia: en primer lugar porque algo actual
reemplaza a lo pasado y en segundo lugar porque lo sexual está sustituido por un análogo
no sexual. La representación es desplazada por falso enlace.
El otro síntoma del retorno de lo reprimido se produce si lo que se conquista una
subrogación en la vida psíquica consciente no es el contenido mnemico reprimido sino el
reproche, reprimido igualmente. El afecto de reproche puede mudarse en un afecto
displacentero de cualquier otra índole. Entonces el reproche (por haber llevado a cabo en la
infancia la acción sexual) se muda en vergüenza (de qué otro se llega a enterar), en
angustia hipocondríaca por las consecuencias corporalmente nocivas de aquella acción
reproche, en angustia social, en angustia religiosa, en el delirio es ser notado, en angustia
de tentación, etcétera. Son matices de la angustia, formas de esta que suelen aparecer a la
neurosis obsesiva. Son angustias frente a la posibilidad de recibir algún tipo de castigo. Se
trata del grupo de los afectos obsesivos.
Estos síntomas resultan mortificables para el sujeto por lo tanto este introduce una nueva
forma de defensa. Junto a estos síntomas de compromiso qué significan un retorno de lo
reprimido y con el un fracaso de la defensa originariamente lograda, la neurosis obsesiva
forma una serie de otros síntomas que llama síntomas de la defensa secundaria y qué es
que el yo procura defenderse de aquellos retornos del recuerdo inicialmente reprimido. Se
caracterizan por estos síntomas las acciones obsesivas, los ceremoniales obsesivos. La
defensa secundaria frente a los afectos obsesivos da por resultado una serie todavía mayor
de medidas protectoras qué son susceptibles de mudarse en acciones obsesivas que se
pueden agrupar en medidas expiatorias, medidas de prevención, etc.
La defensa secundaria frente a las representaciones obsesivas puede tener éxito mediante
la compulsión a cavilar, a pensar y no actuar. Lo que en la actualidad se define como
procastinación. Es un problema clave con el acto, con la decisión. El obsesivo se escapa el
tiempo.

Otra cuestión fundamental en la neurosis obsesiva es la duda. La procrastinación y la duda


son muy útiles para evitar un acto entendiendo la duda como una oscilación sin resolución
en este caso.
Otros síntomas son la compulsión a examinar.
Freud ubica distintos tipos de síntomas (síntomas de la defensa primaria, síntomas del
retorno de lo reprimido y síntomas de la defensa secundaria) qué expresan distintos
momentos de la lógica del proceso defensivo, en su diacronia y que va generando distintas
cuestiones y fracasos. Es una trayectoria típica de una neurosis obsesiva.
Este primer momento de Freud está marcado por la ausencia del conocimiento de la
sexualidad infantil.

Seminario 2: intervención sobre la transferencia.

Lacan hace un análisis del caso Dora a partir de un desarrollo qué hace del método
dialéctico de Hegel. Aplica este método a partir de ubicar que en un análisis hay dos
lugares: el del sujeto y el del analista. Entonces se va a producir un análisis con una serie
de inversiones dialécticas. Lacan va a llamar a la serie "tesis, antítesis y síntesis" de Hegel
como desarrollo de verdad (tesis) y a eso se produce una inversión dialéctica que hace
el analista, como respuesta queda un segundo desarrollo de verdad. Los desarrollos de
verdad tienen que ver con la verdad de un sujeto en el momento en el que está, una
realidad simbólico-imaginaria determinada que es su verdad, su mundo determinado por
ciertas variables, luego en cierto momento del análisis el analista hace una intervención que
cambia al sujeto. Esos son los movimientos del análisis. Toda una serie de desarrollos de
verdad que va produciendo las modificaciones subjetivas que se producen en análisis.
Estás modificaciones subjetivas son nuevos desarrollos de verdad.
El primer desarrollo de verdad en Dora (reivindicación) es aquel en el cual ella consulta
llevada por su padre quién quería que Freud la arregle a Dora y que acallara sus denuncias.
En este primer desarrollo Dora plantea todas las reivindicaciones y denuncias en las cuales
había un pacto silencioso entre hombres que se intercambiaban a la mujer como objeto, un
pacto silencioso entre el padre y el señor k en el cual el padre era amante de la señora k y a
su vez el señor K que intentaba seducir a Dora quien era un adolescente. Dora denuncia
esto hace este desarrollo de verdad en el cual ella se ubica como objeto de verdad, se
trataba de su posición en relación a este pacto entre hombres.
Freud en ningún momento descree de Dora sino que produce una primera inversión
dialéctica donde acepta lo que Dora le dice pero le pregunta sobre el papel de ella con eso
que ocurre. Lo cual como efecto produce una primera inversión dialéctica donde se produce
lo que Lacan llama una “implicación subjetiva” en donde el sujeto se implica en el análisis.
Lograr una implicación subjetiva es lo que permite el comienzo en el análisis, es condición
para entrar en él. Si el sujeto solamente refiere a sus condiciones exteriores y a sus
condiciones de determinación hechas por el otro, en ese punto no inicia su análisis y se
remite a la queja.
Se puede ubicar la respuesta por parte del sujeto en la cual se produce, a partir de la
pregunta de Freud, una división subjetiva en Dora. Ella se reconoce parte del cuarteto,
como lo llama Lacan, a partir de esto produce un segundo desarrollo de verdad.
En este desarrollo se reconocen tres elementos:
1) El significante cómplice: ella en realidad percibía que el padre y la señora K eran
amantes ya desde hace mucho. Dora empieza con su crisis y todo esto se traduce dos años
antes del análisis, a sus 16 años, y cuando se produce la consulta del padre a Freud Dora
ya tiene 18 años. Sin embargo, desde los 14 ella ya ubicaba esta situación con la escena
del beso en la tienda.
En este segundo desarrollo Dora ubica el significante cómplice donde ella participaba de la
relación de amantes del padre con la señora K de manera activa, en la cual, por ejemplo,
cuando su padre y la sra K se iban ella se quedaba cuidando a los niños de la sra K- De
este modo aparece del lado del significante cómplice lo que ella sabía en relación al padre
y la señora K.
2) Regalos-joyas: aparece su posición con respecto al señor K. Tiene que ver con los
regalos que se producían en este cuarteto. Por un lado, los regalos que le hacía el padre a
la mujer a modo de contracción por falta de atención sexual y además el padre le hace
regalos a Dora, quien recibe también regalos del señor K. Entonces recibe regalos de los
dos y esto aparece en su segundo sueño con toda una cuestión en relación a las joyas, en
el punto en cual ella es la joya, la querida por todos y a la vez es ella misma la joya de
intercambio. Hasta ahora se trataba de una denuncia, luego ella se ubica como cómplice.
Ella no es ingenua con respecto a todas estas cosas que estaban pasando.
3) El tercer punto tiene que ver con cual es la razón por la cual ella era cómplice y recibía
los regalos. Dora en una sesión tiene un lapsus en el que en vez de decir que su padre era
un hombre con plata (vermogender) dijo que su padre era un hombre hipotente
(unvormogender), con un doble sentido entre no tener plata y no poder tener una erección.
Esto lleva a, en este segundo desarrollo de verdad, todo un trabajo de Dora en relación a la
enfermedad del padre, a verlo como un hombre débil desde que era una niña. Toda la
infancia de Dora se desarrolló cuidando a su padre por la enfermedad, en la posición de
amar y cuidar al padre en su enfermedad. Sabía en la actualidad que su padre tenía
problemas de impotencia sexual debido a sus enfermedades.
4) El lapsus sitúa en el segundo desarrollo de verdad la complicidad de Dora en toda la
cuestión, quien sosteniendo su relación con la señora K serviría al padre sosteniendo lo en
una posición deseante. A partir de la pregunta de Freud en el segundo desarrollo de verdad
primero aparece como cómplice Y a partir de su lapsus sabe porque y es porque sostiene
un padre deseante haciendo la vista gorda.
El punto que de algún modo responde al hecho de que ella es cómplice acepta los regalos y
sostiene la circulación de estos es porque de ese modo sostiene el deseo del padre y esto
sitúa su punto de identificación hacia él.
4) identificación al padre donde ella sostiene al padre como sujeto deseante y a su vez se
identifica con él mediante el síntoma y está identificación se sitúa fundamentalmente en el
síntoma de la tos.
Dora reconoce esto pero sin embargo no puede dejar de estar enojada con su padre Y en
este punto se produce la segunda inversión dialéctica donde Freud le pregunta por qué no
está enojada con la señora k, quién cuando ella había denunciado su relación de amantes
entre el padre y ella había negado esto y había hecho alusión A qué hora estaba muy
interesada por asuntos sexuales y que leía libros de psicología del cuerpo.
Se produce el tercer desarrollo de verdad donde Dora habla de la señora k a la cual refiere
querer mucho y plantea todo una serie de aspectos de la señora acá por lo cual la admira.
Refiere que tiene un cuerpo hermosamente blanco a su complicidad entre ambas y que ella
le enseñó todo lo que Dora sabe del amor.
Aparece una escena en la que Dora va a dresde a ver un cuadro llamado la Madonna de
desdre pintura que observa durante 2 horas y que no sabe qué pasó mientras tanto sino
que queda capturada por la imagen que en su asociación libre lo une al cuerpo de la señora
k.
En este desarrollo de verdad ella expresa lo que le pasa con la señora acá hasta cierto
punto porque luego de haber hablado de la fascinación que siente por ella y a ver situado
este desarrollo de verdad ahora empieza a mostrar sus resistencias al análisis y lo
interrumpe.
A partir de este tercer desarrollo de verdad Freud hace una tercera inversión dialéctica qué
es la interpretación del objeto fundamental qué es para ella la señora acá y entonces se
produce en el medio entre la intervención de Freud y la respuesta del sujeto que aparece
como una resistencia la interrupción de Dora en el análisis. Aparece el punto resistencial
donde Freud se interroga cuál fue la razón del fracaso analítico y se responde por dos
cuestiones: por un lado el manejo de la transferencia (teniendo en cuenta que en 1905
todavía Freud no tenía teorización sobre la misma). Por el otro Freud supone que el deseo
de Dora es un deseo homosexual hacia la señora k lo que llama ginecofilia. El supone que
hay una homosexualidad reprimida en ella.
La parte que Freud no situó en el segundo desarrollo de verdad es la transferencia hacia
Freud como un hombre. Si en el segundo desarrollo de verdad toda la cuestión era la
identificación con el hombre en el que ella estaba tan enojada con su padre y con el señor k,
Freud no vio que él era también un hombre más en la serie. Entonces en la transferencia
hay una parte del enojo de Dora con los hombres que Freud no pudo interpretar. El se
ubicaba como un hombre al cual Dora tenía un buen trato, no vió el enojo de Dora con los
hombres y que él era uno más.
Freud tampoco vio el objeto fundamental que era la señora K para Dora, puedo interrogar la
pero no avanzar al respecto. La suposición de Freud era que se trataba de un deseo
hmosexual. Sin embargo la cancele esto de otro modo diciendo que no se trata de un deseo
hmosexual hacia la señora k sino una pregunta por su propia feminidad. La señora k
encarna el lugar del saber sobre la feminidad sobre qué es una mujer.
La tercera inversión dialéctica que no produce el cuarto desarrollo de verdad dice Lacan si
hubiera ocurrido si hubieran situado cosas que Dora ya dijo pero no sabía lo que había
dicho, si hubieran resignificado cosas que ya están en el material de Dora. En el tercer
desarrollo de verdad ubica la fascinación por la señora k se hubiera habido un cuarto
desarrollo verdad habría ubicado por un lado en relación a la señora k el personaje que
encarna el misterio de su propia feminidad, quién representa la pregunta histérica qué es
una mujer. Parador a la mujer es un misterio lo que contempla en el cuadro de la Madonna
es ese misterio contempla en la señora cazzu saber sobre lo femenino. Lo que Freud ubica
cómo un deseo homosexual hacia la señora k, en realidad es la fascinación sobre su saber
femenino.
Por otro lado hubiera resituado el recuerdo encubridor que en una de las sesiones
planteados sobre su infancia. Los recuerdos encubridores o recuerdos pantalla son los
primeros recuerdos que uno tiene memoria de su infancia. Freud dice que esos primeros
recuerdos remiten a modo de pantalla a lo que está reprimido originariamente, es decir
encubre los recuerdos totalmente olvidados por la represión primaria. El recuerdo
encubridor remite a los puntos de fijación de un sujeto que se sitúa en relación a estos
puntos. Para Lacan el recuerdo tiene que ver con el fantasma.
El primer recuerdo que Dora tiene en su infancia es ella muy chiquita chupándose el dedo
sentada junto a su hermano al cual le tira mientras tanto de la oreja. Freud lo ubica como un
punto de autosatisfaccion primordial en el sentido del objeto anal. Lora ya está en el plano
de la elección de objeto ya hay un elemento edípico.
Lacan plantea que la señora k para Dora implica dos cosas: por un lado encarna la pregunta
sobre lo femenino por el otro también encarna el punto fantasmático, qué es el objeto oral
en Dora, lo que Lacan llama la matriz imaginaria (molde en el cual se ubican todos los
elementos libidinales). El fantasma en la pulsión oral es lo que inicia la pulsión de repetición
en Dora. A partir de este punto de fijación cómo lo ubica Freud se encuentra la compulsión
de repetición. En la tos de Dora hay una identificación al padre pero también una
satisfacción pulsional oral.
De haber llegado a este punto Dora hubiera podido encontrar qué es una mujer y un
hombre para ella. Más hubiera encontrado qué su deseo sexual la pulsión oral tiene un
papel fundamental.
Por último hubieran tenido qué es un hombre para ella. Un nombre es una herramienta útil
para preguntarse por la feminidad. Los hombres paradores son una herramienta, sirven
para algo.

Práctico 3. Estructura histérica en Dora.

La estructura del síntoma histérico en Dora tiene como precondición somática la zona oral,
que se ubica en una escena de chupeteo mientras tira de la oreja del hermano como una
práctica habitual en ella. Es una precondición somática para la posibilidad de una
solicitación somática porque constituye un punto de fijación en el desarrollo libidinal. La
solicitación somática es el momento desencadenante, que en Dora es una tos real. La tos
en Dora es un estímulo susceptible de fijación porque hay una precondición somática oral.
Los síntomas tienen su parte orgánica y su parte psíquica. Esa tos fue real pero después,
debido a que hay una precondición somática, fue el lugar de expresión de las fantasías
inconscientes y las identificaciones del síntoma. Un hecho notable proporcionaba en ella la
precondición somática para la creación autónoma de una fantasía, este hecho es la escena
que ella recordaba. La intensa activación de esta zona erógena a temprana edad es la
condición para la posterior solicitación somática. Ese lugar se solicita cuando hay una
pulsión que se tiene que tramitar y no se sabe cómo. La escena del lago claramente a Dora
la conmociona y la angustia y la lleva a denunciar la relación del padre con la señora k,
hasta entonces era cómplice.
Un síntoma, dice Freud, corresponde con toda regularidad a varios significados simultánea
y sucesivamente. La interpretación del síntomas de la garganta de Dora entonces puede ser
explicada como una situación sexual fantaseada que depende del punto de fijación oral pero
a la vez el advenimiento y la desaparición de las manifestaciones patológicas imitaba la
presencia y ausencia del hombre amado, según Freud, el señor K. En el síntoma de la tos
real hay una soldadura entre la fantasía oral que toca el punto de fijación, la pulsión y las
identificaciones a la sra K y al padre.
Freud dice que la sexualidad que es traumática como estructura para la subjetividad, es lo
que permite esa fuerza impulsora de manifestación de síntomas y además que la
sexualidad humana no es algo azaroso ni contingente, se separa del instinto sexual. Ubica
la moción homosexual hacia la señora K como la más fuerte de la vida anímica de Dora.
(Acá agregar algo del sueño).

Teórico 3: síntoma, fantasía y pulsión.

El primer ensayo para una teoría sexual en Freud es el de las aberraciones sexuales de
1905, donde Freud trataba de describir todas las series de “desviaciones sexuales” porque
hasta esa época estaba la concepción de que la sexualidad tenía una finalidad y objeto
específicos. Hacia el final de este ensayo, se produce un giro porque Freud se empieza a
dar cuenta que la sexualidad humana es desviada si uno la considera desde una
perspectiva naturalista, instintiva, la sexualidad humana es estructuralmente perversa, no en
un sentido moral, sino perverso en el sentido de algo que está desviado, torcido. Se trata de
una desviación estructural.
El segundo ensayo va a desarrollar la sexualidad infantil que no tiene que ver con el orden
de la genitalidad, ni con la reproducción, sino que la sexualidad infantil tiene que ver con la
pulsión autoerótica, el erotismo oral, anal y fálico que caracteriza distintas formas de goce
en la infancia que van a ser fundamentales. Por lo tanto, si hay sexualidad infantil ya no
podemos pensar en el trauma en dos tiempos porque el mismo implica la suposición de que
no había sexualidad infantil y que esta surge en la pubertad donde retroactivamente el
hecho se tornaba representación inconciliable. Esta idea del trauma como algo
efectivamente acontecido tendría un carácter contingente, es decir, que podría haber
ocurrido o no. Cuando Freud empieza a estudiar la cuestión de la neurosis y ve que el
problema no se limita a sujetos que efectivamente en la infancia se hayan encontrado en
una escena pasiva displacentera o activa placentera, sino que es algo más general, se da
cuenta que el problema no es tan contingente sino algo estructural, que hay algo
problemático como tal en la sexualidad humana que se manifiesta desde la infancia. Es una
sexualidad atravesada por el lenguaje.
Entonces la nueva conceptualización de Freud introduce el concepto de pulsión, que es
autoerótica y parcial. El concepto de fantasía se articula en este segundo ensayo con la
pulsión, va a ser clave en el sentido de la constitución de la realidad psíquica.
Freud va a decir en “las fantasías histéricas y su relación con la bisexualidad” que las
fantasías se presentan de manera regular en todas las psiconeurosis y que en ellas se
pueden discernir importantes nexos para la causación de los síntomas neuróticos. La
fantasía es una formación psíquica que se va a presentar en distintos planos y va a tener
una punta más consciente, estas pueden ser los sueños diurnos que remiten a algo que en
el análisis remiten a la infancia. Estos sueños diurnos son investidos con un gran interés
grande, se los cultiva con esmero y las más de las veces se los reserva con vergüenza.
Partiendo del sueño diurno como la punta consciente de la fantasía, Freud trata de ver en
este texto las raíces inconscientes de estas fantasías y va a decir que pueden haberlo sido
desde siempre, haberse formado en lo inconciente, o bien fueron una vez fantasías
concientes, sueños diurnos, y luego se las olvidó adrede por la represión (esto después
cambia).
Va a decir que la fantasía inconciente mantiene un vínculo muy importante con la vida
sexual de la persona y agrega que es idéntica a la fantasía que le sirvió para su satisfacción
sexual durante un período masturbatorio. Freud dice que el acto masturbatorio en la infancia
se componía en esa época de dos fragmentos: por un lado la convocación de la fantasía
más lo que llama operación activa de satisfacción (autosatisfacción). Esta composición
consiste en una soldadura, es decir, la unión de dos cosas heterogéneas. Es decir, la
fantasía implica la soldadura entre la empresa autoerótica pura destinada a ganar placer de
una determinada zona erógena sin ningún tipo de representación a la cual, más tarde, se le
fusiona una representación-deseo tomada del círculo del amor de objeto, edípico. La
fantasía le da una escena, una representación, un objeto a esa pulsión autoerótica que es
parcial y sin representación, la fantasía le articula representaciones, le arma una escena.
Entonces, la primera constitución de las fantasías son incestuosas, eso hace que se
repriman. Es por eso que al ser reprimida, lejos de desaparecer, prolifera y se manifiesta
como síntoma patológico. Es decir que la nueva definición que Freud da del síntoma es que
al venir en lugar de la masturbación, comienza a ser el síntoma un modo de satisfacción. La
satisfacción que estaba implicada en la fantasía va a estar puesta en juego en el síntoma.
1ero: EAP (empresa autoerótica pura) → 2do: F (soldadura con la fantasía) → 3ro R→4to síntoma.
Antes parecía que el niño era inocente y el otro el perverso que le hacía algo, ahora el niño
es el perverso polimorfo. Hay algo que implica esa desviación.
A su vez, las fantasías tienen una dimensión conflictiva que va a implicar una cierta
satisfacción que tiene una relación conflictiva con el sujeto. Antes, lo conflictivo dependía de
una escena que el sujeto no podía asumir, ahora se debe a que hay una satisfacción en él
que no puede asumir y que rechaza y que está en conflicto con eso, en principio porque ha
sido reprimido al ser perversa, es decir, parcial por desviación estructural y al mismo tiempo
implica una cuestión edípica. Por eso Freud va a decir que para los síntomas histéricos las
fantasías inconscientes son los estadíos psíquicos previos más próximos, teniendo en
cuenta que en la fantasía hay una soldadura entre la empresa autoerótica con toda una
serie de representaciones.
Lo problemático entonces queda también del lado de lo pulsional. Ya no se trata de un
trauma contingente sino que todo ser hablante tiene el problema de arreglárselas con ese
goce fragmentario y problemático que es la pulsión. La fantasía también es un modo de
tratar a lo pulsional, un modo de situarlo.
El segundo problema que Freud en estos años empieza a tratar de resolver, ya presente en
el caso de Dora, el cual se encuentra entre el primer y el segundo momento de Freud es del
síntoma histérico. En el caso Dora va a decir que lo que opera como una precondición para
que una parte del cuerpo se preste a expresar el conflicto neurótico bajo la formación de un
síntoma es una intensa activación de una zona erógena, que en Dora lo ubica en la
autosatisfacción por el chupeteo. Va a decir que los síntomas histéricos no son otra cosa
que las fantasías inconscientes figuradas mediante conversión y que en la medida en que
son síntomas somáticos con frecuencia están tomados del círculo de las mismas
sensaciones sexuales e inervaciones motrices que originariamente acompañaron a la
fantasía.
Primero se ubica un síntoma que como tal no tiene ningún sentido, que luego Freud articula
con el síntoma de las neurosis actuales en las cuales el síntoma es sin sentido, sin
representación. Utiliza la metáfora del grano de arena para ubicar a modo de ejemplo lo
común en ambos casos. Entendiendo que la perla se forma por la entrada de un grano de
arena en el molusco, el cual genera una secreción que lo envuelve hasta que se torna algo
suave como una perla y no lo lastima, se puede decir que el grano de arena es el síntoma
en su dimensión más real y que deja huella en el cuerpo por lo pulsional, que en el caso de
Dora lo plantea como solicitación somática. Años después va a decir que se trata de un
síntoma de neurosis actual, es decir que para la formación del síntoma histérico Freud
introduce la necesidad del síntoma de neurosis actual. El síntoma histérico conversivo
implica darle un sentido, se trata de una defensa, un tratamiento, de ese punto que marca el
cuerpo en un determinado lugar. En el caso de Dora es esa satisfacción por el chupeteo
que marcó ese punto que luego va a servir para expresar distintos sentidos que son las
fantasías inconscientes y las identificaciones en juego. El síntomas histérico conversivo está
ensamblado de dos cosas: el grano de arena y los sentidos. Podríamos decir que en el
análisis se trata de ir desarmando la perla hasta llegar al punto residual.
En el caso Dora esas fantasías orales expresan también como ella fantasea la relación
entre su padre hipotente y la señora K. Al interpretar esto parece que el síntoma sede, para
luego manifestarse nuevamente, es decir, el síntoma luego de ser analizado y desaparecer,
luego retorna, entonces Freud se pregunta si eso tiene el mismo sentido, si el síntoma
quiere decir lo mismo, aunque se trate del mismo síntoma. Entonces Freud recurre a una
frase bíblica que hace referencia a vinos nuevos en odre viejo para explicar que el vino
serían los sentidos, los cuales pueden cambiar y renovarse debido a que el sujeto tiene una
zona marcada, predispuesta a ser síntoma, cada vez que tiene un conflicto que expresar lo
hará a través de esa vía y aunque el síntoma parezca el mismo pueden estar diciendo otra
cosa. Entonces una persona a lo largo de su vida puede tener el mismo síntoma en el
mismo cuerpo y que en distintos momentos esté expresando otras fantasías aunque sea el
mismo.
Entonces un síntoma neurótico tiene una cara real que sería el grano de arena, sin sentido
en sí mismo, y sentidos que pueden ser variables y que lo recubren, lo envuelven, como el
molusco al grano de arena, le da distintas características.
Los ataques histéricos son ubicados por Freud como una puesta en escena
Por otra parte, es notorio el caso de histéricos que no expresan sus fantasías en síntomas
sino en una realización consciente y así fingen, dice Freud, atentados, maltratos, agresiones
sexuales.
La neurosis obsesiva en esta época va a ser abordada por Freud en dos textos
fundamentales que son acciones obsesivas y prácticas religiosas de 1907 donde Freud
describe lo que ubica en la trayectoría típica como acciones obsesivas y los ceremoniales y
los compara con la religión. Toda religión prescribe para el sujeto la realización de ciertas
ceremonias y que están prohibidas ciertas cosas. El ceremonial neurótico consiste en
pequeñas prácticas que para ciertas acciones de la vida cotidiana, se cumplen de una
manera idéntica o con variaciones que responden a leyes y que parecen carentes de
significado, de igual manera se le presentan al enfermo el cual es incapaz de abandonarlas
debido a que cualquier desvío respecto del ceremonial se castiga con una angustia que
fuerza a reparar lo omitido. Los obsesivos se comportan como si tuvieran una especie de
religión privada, tienen que hacer una cosa de determinada manera y no se puede hacer de
otra. Hay una compulsión a tener que hacerlo. Freud se da cuenta que aunque parecen
absurdos esos ceremoniales, sin embargo, al igual que el síntoma histérico, tienen un
sentido, están queriendo decir algo de eso. La base del psicoanálisis es siempre partir de
que el síntoma quiere decir algo, son síntomas que dicen algo.
En la trayectoría típica estaba el trauma en dos tiempos, la clave estaba en que el sujeto
padecía reproches. Freud suponía que el trauma efectivamente había acontecido, había
una acción satisfactoria y placentera del sujeto, activo y placentero, que luego generaba
reproches. Cuando Freud descubre que no es necesario que esto haya acontecido, sino
que basta con que haya tenido la tentación. Puede decirse que quien padece de compulsión
y prohibiciones se comporta como si estuviera bajo el imperio de una conciencia de culpa
de la que él nada sabe, de una conciencia inconsciente de culpa. No hace falta hacer nada
concreto, basta con la tentación que engendra la culpa. La tentación expresa una pulsión
bajo la forma de esa fantasía. La tentación engendró el sentimiento de culpa inconsciente y
se proyecta hacia el futuro como un castigo y como angustia de expectativa (cuando el
sujeto vive con la sensación angustiosa de que algo malo va a pasar). Hay algo de una
fantasmática que el sujeto no soporta porque se colisiona con algo de un goce que
concierne a un objeto amado. La idea para Freud en este momento es que las acciones y
ceremoniales son medidas protectoras para la angustia de expectativa. La tentación es una
fantasía, y la fantasía expresa una moción del erotismo sádico-anal.

Seminario 3: la pregunta histérica.

En el seminario 3 Lacan se hace conocido en su época porque ubica un mecanismo


fundante en la psicosis entonces todo el tratamiento de la psicosis tiene que tomar ese
mecanismo, por eso el segundo texto es “cuestión preliminar a todo tratamiento posible de
la psicosis”, lo preliminar para tratar la psicosis es saber que hay forclusión.
El otro elemento por el cual Lacan en este seminario se hace conocido es porque además
de ubicar el mecanismo para la psicosis, ubica a partir del tratamiento de Heidegger.
Así como Lacan tomaba a Hegel, filósofo dialéctico, para formalizar cómo se producía la
cura analítica a partir de los movimientos de tesis-antítesis-síntesis, en los capítulos para la
pregunta histérica Lacan se inspira en Heidegger (1930), filósofo existencialista. El
existencialismo en el momento en que Lacan empieza su enseñanza era la filosofía
principal a partir de los seguidores de Heidegger que eran Sartre (1940).
La filosofía existencialista había trabajado en la época de Heidegger y de Sartre cómo un
ser humano se ubica en relación a la pregunta por su existencia. El existencialismo consiste
en llevar al humano a preguntarse por su existencia. Heidegger plantea en “el ser y el
tiempo” que un hombre se confronta a su percepción de su mortalidad pero en su vida se
engaña con cosas superficiales y se olvida de que se va a morir, entonces entra en una
falsa vida. La pregunta existencial lleva a lo que Heidegger llamaba “el ser para la muerte”
que implica que el sujeto no se engaña respecto de su existencia como mortal por lo que se
compromete con su existencia y hace algo correspondiente a su ser para la muerte, se
compromete con su propia existencia. Esta es la cuestión del sentido para la existencia.
Esto es la filosofía existencialista que había en la época de Lacan, quien se hace conocido
en su época porque en el trabajo de la neurosis hace una conjunción entre Freud y
Heidegger dándole un sentido existencialista al análisis. Un sujeto en un análisis no va solo
a curar sus síntomas sino que el análisis lo lleva a confrontarse con la pregunta por su
existencia. Lacan toma la pregunta por la existencia de Heidegger y la ubica en relación al
Inconsciente, dándole un giro al ubicar que esa pregunta por la existencia es la neurosis
misma. Toda la estructura de la neurosis es una pregunta que gira alrededor de tres
significantes no inscriptos que son: la sexualidad femenina, la muerte y la procreación (lo
que luego va a llamar los significantes que faltan en el otro (el Otro barrado). Alrededor de
estos tres significantes las neurosis se preguntan por ellos y la pregunta por su existencia
pasa por éstos, pero a diferencia de Heidegger, de modo inconsciente, es decir, el sujeto no
sabe que se hace esa pregunta sino que hace la pregunta con su Yo, es decir, se hace la
pregunta sin saberlo. Toda la neurosis es una pregunta en relación a estos tres
significantes. La histeria se pregunta principalmente en relación a la sexualidad femenina.
La neurosis obsesiva se pregunta principalmente en relación a la muerte y a la procreación,
es decir, qué es la muerte y qué es un padre.
Además, Lacan toma de Heidegger la función del filósofo que es mantener abierta, a lo
largo de toda la filosofía, la pregunta por el ser. El filósofo tiene que sostener la pregunta, no
dar respuestas. La pregunta es ¿qué es el Ser?.
Lacan toma la función del filósofo para ubicar la función del analista, que es no la de dar
respuestas sino de sostener la pregunta por la existencia, la pregunta por el ser. El analista
debe abrir la pregunta, no sostenerse de las respuestas que se da el sujeto. Es una de las
razones por la que los análisis son largos. El analista intenta que el sujeto no se pierda en la
serie de identificaciones que van respondiendo la pregunta inconsciente en relación a la
sexualidad femenina, la muerte y la procreación. Por eso Lacan en su época se hace
conocido, porque hasta ahí el psicoanálisis era un tratamiento de los síntomas. El análisis
lleva a preguntarse sobre la existencia, y siempre va a llevar esa pregunta por la existencia,
implica la confrontación de la angustia.
En el tercer desarrollo de verdad de Dora, dice Lacan, se abre para ella la pregunta sobre
qué es un hombre y qué es una mujer. Una mujer es dos cosas: por un lado la mujer
encarnada en la señora K es lo que sitúa el misterio de su propia feminidad y por el otro un
objeto imposible de desprender de un primitivo deseo oral. Es decir, una mujer es un
misterio y un objeto oral, eso es lo que se formula en Dora en sus síntomas. Ella consulta
por una tos, una afonía, una depresión y un enojo muy grande hacia su padre y el señor K.
En su anĺisis se pone en juego su formulación de qué es un hombre y una mujer.
En la histeria de la mujer específicamente, a nivel del aparato psíquico, Freud plantea que
no se inscriben las representaciones de la sexualidad femenina, la muerte ni la procreación.
Lacan dice que no se inscriben en el conjunto de los significantes del otro como tesoro de
los significantes. Una mujer en tanto no hay un significante de la mujer o no hay una
representación femenina en lo inconsciente según Freud, no se inscribe a nivel femenino el
significante de la mujer y si se inscribe el significante del lado hombre que es el fano. Como
no hay inscripción del lado femenino entonces la pregunta por lo femenino no tiene
respuesta simbólica, no quiere decir que no se pueda ser una mujer. No hay significante al
cual identificarse que diga qué es lo femenino o cómo se inscribe, por lo cual hay un agujero
a nivel simbólico sobre lo femenino, tanto para el hombre como para la mujer. Sin embargo
se puede ser mujer a partir de identificaciones imaginarias, ideales, a nivel de lo real,
distintos modos pero no hay medio simbólico material para lo femenino sino que se trata de
un agujero.
Entonces Lacan plantea que esto le hace a la mujer dar una vuelta en relación al hombre
para poder responderse por lo femenino. Necesita utilizar al hombre como instrumento para
hacerse su pregunta por lo femenino. Cuando Lacan plantea que primero para Dora la
mujer es un misterio lo que plantea es que a nivel de lo femenino hay estructuralmente un
misterio sobre lo femenino, un misterio en el sentido de que para una mujer su propia
feminidad siempre pasa por una pregunta. Una mujer debe responder por su posición como
mujer. Del lado hombre y del lado mujer significa un problema la no inscripción de lo
femenino, así como también significa un problema la no inscripción de la muerte ni de lo
femenino. Es un problema en el sentido de la pregunta por la existencia, es un problema
que no tiene respuesta. Así como Heidegger planteaba que el ser no tiene respuesta y hay
que sostener la pregunta, esto se le formula al sujeto porque no hay material significante
para responderselo, entonces el neurótico gira en relación a esta pregunta. Toda la
estructura de la neurosis es una pregunta , no se trata de hacerse una pregunta sino de ser
una pregunta. Con la neurosis, los síntomas y los fantasmas, un neurótico se responde
sintomática y fantasmáticamente lo que no está inscripto. La neurosis es la pregunta misma.
Lacan le da a esto el valor de una no inscripción en el inconsciente y por eso años más
tarde va a situar la formulación de “la mujer no existe”, que quiere decir que no hay
significante de lo femenino, entonces cada mujer es una respuesta singular al no haber un
significante que las englobe como tales. Mientras que un hombre se tiene que ubicar en
relación a un significante universal que es el falo, que hace que siempre sea menos con
respecto a ese significante fálico, siempre hay un punto de angustia de castración respecto
de ese significante. Un hombre nunca se siente a la altura del significante hombre, nunca un
hombre se siente hombre. Del lado de lo femenino si hay distintos tipos de cómo ser mujer.
Lo que Heidegger ubicaba era el ser para la muerte, mientras que para Lacan se trata del
ser en relación a estos significantes no inscriptos. Me confronto con esto por los síntomas,
los fantasmas, los títulos fálicos, etc., son las respuestas a la pregunta, de esta manera me
confronto a esto y me formulo qué hay de verdadero y de falso, qué hay de mi propio modo
de goce, qué no soporto de esto, en relación a la pregunta neurótica. Entonces, la neurosis
es una pregunta, se pregunta por sí mismo.
La pregunta histérica es ¿qué es una mujer?, no hay significante de la mujer, lo que le
permite el acceso a un goce que no alcanza y que está situado a partir de esta falta, Lacan
le da el valor de un acceso a un saber que un hombre no puede acceder. Lacan plantea que
no existe la mujer como algo en más respecto del hombre. El hecho de que a nivel de la
sexualidad haya dos cosas que no se inscriben que son lo femenino y la relación sexual, es
lo que permite que haya diversidad, respuestas a nivel del género y de lo femenino, es
decir, que cada mujer se las tenga que arreglar para serlo y que el sexo en general se las
tenga que arreglar para la respuesta a la relación sexual.
Del lado de qué es una mujer y qué es un hombre para Dora, el misterio de su propia
feminidad está encarnado en la señora k. Entonces Dora se pregunta qué es una mujer
mediante su admiración y fascinación por la señora k. Momento en el cual ubicamos la
segunda inversión dialéctica de Freud en relación a por qué Dora no se enoja con la señora
K y ella plantea las respuestas en relación a su admiración. Freud lo interpreta como un
deseo homosexual hacia ella y Lacan dice que no es lo fundamental el amor hacia la señora
k sino que ésta le daba a Dora una respuesta sobre qué es una mujer. Ella contempla en la
señora K el misterio de lo femenino.
Lacan plantea que en este cuarteto está la pregunta en relación a qué es un hombre y qué
es una mujer. Los hombres para Dora, que son el padre y el señor k, son los lugares donde
se identifica a nivel del Yo, son sus semejantes. Ella se identifica en su yo imaginariamente
con los hombres para hacerse la pregunta sobre qué desean estos hombres en esta mujer,
es decir, qué tiene la señora k que hace que los hombres la deseen, es decir, se formula
pregunta qué es una mujer a partir de su identificación imaginaria con el padre y con el
señor k. Se identifica a ellos imaginariamente porque desean a la señora k, no se identifica
a otros hombres sino a ellos dos. Se pregunta por la señora k a partir de una identificación
imaginaria a los hombres. Se identifica a los hombres porque hay sólo un significante que
es el significante fálico. Esto es lo que Lacan llama la identificación viril de la histeria.
En los tiempos del edipo se ubica en un tercer tiempo que niño y niña se identifican con los
títulos fálicos, pero si es niño se identifica con los títulos fálicos el padre, si es niña pasa por
una fase de identificación al hombre dice Freud, hay un momento donde la niña se identifica
con el hombre para luego identificarse con una mujer, se trata de un momento de pasaje por
la identificación viril. Entonces en la histeria siempre hay como parte del pasaje por el edipo
femenino, un elemento de identificación viril para luego pasar a lo femenino. Esto es lo que
hace Dora, reviviendo su identificación viril infantil que es a partir de identificarse con los
hombres para preguntarse por la mujer.
Entonces, los hombres a Dora y a la histeria le sirven como un medio para un fin, no es el
hombre en sí mismo, Lacan lo llama los hombres de paja.
La ruptura del cuarteto se da a partir de que el señor k le confiesa su amor y desestima a la
señora k, de esta manera ya no le sirve a Dora como identificación imaginaria. Si no desea
a la señora k entonces no le sirve. En ese punto el se sale del cuarteto y entonces se
produce un desequilibrio que confronta a Dora de forma directa con lo femenino y
desencadena la neurosis. Hasta la escena en el lago Dora era neurótica pero no tenía un
desencadenamiento de su neurosis, luego de la escena del lago se desencadena la
neurosis. Antes sólo había una tos, luego con la confrontación con el significante no
inscripto de la sexualidad femenina se desencadena la neurosis de Dora.

Práctico 4: El hombre de las ratas.

Freud reúne neurosis obsesiva e histeria en el mismo grupo por el mecanismo psíquico de
la defensa como naturaleza psíquica en común. En la neurosis obsesiva se trata de un falso
enlace frente a una representación inconciliable separada de su monto de afecto el cual se
une por falso enlace a una representación nimia y la representación queda reprimida.
El hombre de las ratas es un joven de formación universitaria. que se presenta indicando
que padece representaciones obsesivas desde su infancia pero con particular intensidad
desde hace cuatro años. El contenido principal de su padecer son dos temores relacionados
con que le suceda algo a dos personas que ama mucho, a su padre y a una dama a quien
admira. Además dice sentir impulsos obsesivos como cortarse el cuello con una navaja
mientras se afeita, ciertas prohibiciones referidas a cosas indiferentes, manifiesta que la
lucha contra esas ideas le ha hecho perder años. Freud dice que no hay nada más costoso
en la vida que la enfermedad y la estupidez, la neurosis nos vuelve estúpidos y nos hace
perder años de vida. Por eso el hombre de las ratas se ha extendido su carrera y refiere que
de las curas intentadas la única provechosa fue un tratamiento de aguas pero sólo se debió
a haber tratado allí un vínculo que desembocó en una relación sexual regular. Refiere que
sus relaciones sexuales son raras y con intervalos irregulares, que las prostituas le dan
asco, que su vida asexual ha sido en general pobre, que la masturbación sólo ubicó un
papel a su edad de los 16 y 17 años, afirma que su potencia sexual es normal pero que su
primer relación sexual fue a sus 26 años. Freud le pregunta sobre qué lo llevó a él a ir
terapia y contar sobre su vida sexual, a lo que el señor de las ratas le dice que había leído
partes de sus libros, particularmente “psicopatología de la vida cotidiana“. Se trata de
alguien que en parte quiere dar al otro lo que quiere escuchar, responde a la demanda.
Entonces Freud le explica las reglas fundamentales en análisis y el paciente comienza a
relatar que él siempre acude a un amigo a quien respeta por el motivo de que lo asedia la
idea de que se siente un criminal y necesita que este amigo le dijera lo contrario para
sentirse más tranquilo, sin embargo este pensamiento retornaba. Luego comienza a hablar
repentinamente de su sexualidad infantil la cual inició a los 4 o 5 años, momento donde
tenía una gobernanta a la cual llama Peter y refiere que una noche ella estaba ligeramente
desnuda en el sofá leyendo y él que estaba junto a ella le pidió permiso para desligarse
debajo de su falda, lo cual ella permitió con la condición de que él no dijera nada. Refiere
que le tocó los genitales y la panza, desde entonces le quedó una curiosidad ardiente y
atormentadora de ver el cuerpo femenino.
Luego refiere a sus 6 años soler ver a otra gobernanta mientras se apretaba abscesos en la
cola en la noche. Estas dos escenas, la de Peter y la última relatada que consiste en la
pulsión de ver lo asqueroso, significan dos escenas activas.
Luego cuenta que a los 7 años escucha a la gobernanta Lima conversar con otra señorita
donde hablaban de él y de su hermano, él no sabía bien a qué se referían pero sí entendió
el menosprecio y empezó a llorar. Esta es una escena pasiva. Él refiere tomarse libertades
con ella metiéndose en su cama, destapándola y tocándola, lo cual ella consentía quieta.
Refiere que evidentemente ella sentía una necesidad sexual, con 23 años de edad Lima ya
había tenido un hijo y se casó, por lo cual tomó el apellido de su esposo que es HOTRAT.
La señorita con la que él se había criado y había estado en su infancia ahora se llamaba de
este modo.
Refiere padecer de erecciones desde los 6 años y que una vez acudió a su mamá para
quejarse. Refiere que a partir del momento que pasan estas escenas tiene la idea de que
los padres podían saber sus pensamientos aunque él no los haya dicho en voz alta.
Momento que él ubica como el comienzo de su enfermedad porque decía que a partir de ahí
tenía esa ardiente curiosidad por ver mujeres desnudas pero a raíz de ese desear tenía un
sentimiento penoso como si por fuerza hubiera de suceder algo si él lo pensaba y debía de
hacer toda clase de cosas para impedirlo, que son por ejemplo dos temores: que su padre
iba a morir si él quería ver mujeres desnudas. No obstante refiere que los pensamientos
sobre la muerte del padre ya lo habían ocupado desde temprano y que le daba una gran
tristeza. El deseo está imposibilitado por la presencia de otra persona, mientras que en la
histeria se trata de un deseo insatisfecho.

Teórico 4: Síntoma, sentido y satisfacción.

El tercer momento en Freud de su metapsicología se ubica entre el 1914 y 1920, a partir del
cual se ubica el cuarto momento que escribe los textos “Más allá del principio de placer” “El
Yo y el Ello” y “Inhibición, síntoma y angustia” y “Psicología de la masas y el análisis del yo”,
este último es un texto donde Freud sistematiza tu teoría de las identificaciones y
especialmente en este conjunto temático lo que va a llamar Freud las identificaciones que
tienen que ver con la formación de síntomas, cómo operan en las neurosis las
identificaciones en la formación de síntomas.
El tercer momento puede ser ubicado en un momento donde Freud intenta sistematizar y
reordenar cosas que venía elaborando.
En el texto “Introducción al narcisismo” Freud termina de formular más claramente la
distinción entre lo que hoy llamamos neurosis y psicosis. Freud no lo establece bajo esa
nominación inicialmente sino que lo va a hacer bajo la distinción de neurosis de
transferencia y neurosis narcisista. Freud nos advierte que el diagnóstico diferencial es
parte de un proceso que se produce cuando el paciente le habla al analista y se produce un
vínculo, el analista está adentro del problema desde el momento en que recibe la demanda
del paciente. Freud, con los obstáculos que se había encontrado en la clínica de la psicosis
que era la retracción libidinal que tornaba problemática la transferencia, mientras que en
este texto dice que en el neurótico se mantiene la investidura del objeto en la fantasía y eso
es lo que se transfiere al analista quien está involucrado libidinalmente en el proceso y
opera desde ahí. En introducción al narcisismo Freud ubica la distinción neurosis y psicosis.
En el texto “La represión” plantea cómo funciona la represión en la histeria de conversión y
en la neurosis obsesiva. Lo sobresaliente en la histeria de conversión es que consigue
hacer desaparecer por completo el monto de afecto. El enfermo exhibe entonces hacia sus
síntomas la conducta que Charcot ha llamado “la bella indiferencia de la histeria”. Se trata
de un sujeto que tiene un síntoma en el cuerpo pero no se encuentra muy afectado por ello.
Es Dora antes de que se desencadene luego de la escena del lago. Otras veces esa
indiferencia es más fallida. El contenido de representación de la agencia representante de
pulsión se ha sustraído radicalmente de la conciencia, como formación sustitutiva y al
mismo tiempo como síntoma se encuentra una inervación hiperintensa somática en la
mayoría de los casos. Sin embargo, la represión de la histeria de conversión puede juzgarse
totalmente fracasada en la medida en que sólo se ha vuelto posible mediante unas extensas
formaciones sustitutivas que son los síntomas. El sujeto rechazó algo por represión y eso
retornó como formación sustitutiva, desfigurada, irreconocible. Sin embargo con respecto a
la finiquitación del monto de afecto, que es la genuina tarea de la represión, por línea
general constituye un éxito completo. La formación sustitutiva en la histeria es éxito y
fracaso. El proceso represivo de la histeria de conversión se clausura entonces con la
formación de síntoma, y no necesita recomenzar en un segundo tiempo. El afecto
desaparece del ámbito de lo psíquico y retorna como un acontecimiento en el cuerpo, es
decir, para Freud en la histeria la represión implica una formación sustitutiva que es
equivalente a la formación de síntoma y eso implica un extraño éxito y fracaso al mismo
tiempo. Esos puntos en el cuerpo que hacen acontecimiento de síntoma y con los cuales el
sujeto puede ser indiferente.
En la neurosis obsesiva Freud comienza a ubicar la moción sádica o aspiración hostil que
interfiere en una moción tierna. En la neurosis obsesiva hay una regresión por la cual una
aspiración sádica reemplaza a una aspiración tierna. Al obsesivo se le mezcla todo el
tiempo algo hostil con algo amoroso engendrando culpa. Este impulso hostil hacia una
persona amada es el que cae bajo la represión. Primero alcanza un éxito pleno: el
contenido de representación es rechazado y se hace desaparecer el afecto. Como
formación sustitutiva se encuentra una alteración del yo en la forma de unos escrúpulos de
conciencia extremos, lo que no puede llamarse propiamente un síntoma y que como
antecedente se encuentra lo que ubica como síntoma de la defensa primaria que sostenía la
defensa. Es éxito porque produce una formación sustitutiva que no es formación de
síntoma. En este caso entonces divergen la formación sustitutiva y la formación del síntoma.
Para evitar la confusión de llamar síntoma a algo que es éxito de la defensa, Freud lo va a
llamar formación reactiva que es la reconceptualización de lo que llamó antes síntoma de la
defensa primaria y que produce algo muy distinto a un síntoma, produce lo que llama Freud
el carácter. Es una formación que pasa a ser egosintónica, no egodistónica, y que se
contrapone al impulso hostil, se integra al Yo. La formación reactiva es el fortalecimiento del
opuesto.
Esa represión inicialmente buena no resiste en el circuito ulterior, su fracaso se esfuerza
cada vez más. La ambivalencia, en virtud de la cual se había hecho posible la represión por
formación reactiva, es también el lugar en el cual lo reprimido consigue retornar. El afecto
desaparecido retorna mudándose en angustia social, en angustia de la conciencia moral, en
reproches sin medida; la representación rechazada se reemplaza mediante un sustituto por
desplazamiento a lo ínfimo e indiferente. El sujeto se comienza a complicar.
El conflicto obsesivo tiene a lo largo de la elaboración freudiana distintos nombres y que
opone a la cuestión del amor que para el obsesivo se torna bastante compleja. Freud
siempre está tratando de nombrar a aquello que se opone al amor en la neurosis obsesiva.
Primero lo ubica como agresión sexual al TSAP que Freud no menciona el concepto del
amor pero lo da a entrever en los ejemplos que da, porque en realidad sóo una agresión a
alguien que uno ama puede generar ciertos reproches. Luego entiende que el trauma es
algo contingente, y ubica la tentación como causante. Lo empieza a llamar una moción
sádica-anal como unn impulso hostil, en el hisitorial del hombre de las Ratas lo ubica como
odio. Podemos ver un goce problemático, del orden pulsional, que se infiltra en las
relaciones amorosas para el sujeto. Finalmente lo va a ubicar en una desmezcla de la
pulsión de muerte.
En las lecciones de introducción al psicoanálisis de Freud, las conferencias 17 y 23 de
1916-1917, para que la gente empezara a entender qué es el inconsciente, qué es la
neurosis, qué es un síntoma, empezaba por explicar el inconsciente a partir de los sueños,
experiencia del inconsciente que tenemos todos naturalmente y que uno no puede
reconocerse como autor pero sí una construcción compleja, que siempre históricamente fue
interpretado. La estrategia de Freud es comenzar por los sueños, por su elaboración
compleja en la cual no pueden reconocerse como autores pero si concernidos, para
demostrar que hay un inconsciente. La conclusión de Freud es que los sueños hablan,
están diciendo algo de una manera enigmática, oracular, pero que puede ser interpretado.
Luego se guía por los fallidos y los chistes, que detrás de ambos hay una verdad. Son
experiencias que demuestran la presencia de alguna otra cosa dentro nuestro. Todas estas
formaciones quieren decir algo, Freud descubre que a partir de su interpretación se accede
a algo de la verdad inconsciente del sujeto.
Después de explicarle al público eso, ubica que los síntomas neuróticos también hablan y
quieren decir algo, son como los sueños, los lapsus y los chistes. Los síntomas neuróticos
hablan y tienen un sentido. Luego dar dos ejemplos de neurosis obsesiva y la repetición de
lo absurdo para demostrar que hay toda una historia detrás de esa acción que se extrae por
el trabajo de análisis.
Entre la conferencia 17 y 23 Freud desarrolla toda la teoría de la pulsión y de la líbido y
llega a la idea de que el síntoma es, al igual que los sueños, los chistes y los lapsus, algo
que tiene un sentido pero tiene algo que lo diferencia de todo eso y que es que el síntoma
tiende a ser el mismo, hay una fijeza que lo otro no tiene. El síntoma por su constancia, por
su fijeza, nos muestra que no es sólo sentido sino que también hay una fijeza porque en el
síntoma hay también una satisfacción, una cierta fijeza de goce como ubica Lacan, un
beneficio primario del síntoma. El síntoma es la práctica sexual de los neuróticos. Los
síntomas son un sustituto para la satisfacción, repite de algún modo aquella modalidad de
satisfacción de su primera infancia, desfigurada por la censura que nace del conflicto, por lo
general volcada a una sensación de sufrimiento. La paradoja que hay en el síntoma es
juntar sufrimiento con satisfacción. Es irreconocible para la persona esa satisfacción, la
siente como un sufrimiento y como tal se queja de ella. Entonces, el síntoma es una
conjunción de sentido y satisfacción.

Seminario 4: Inhibición, síntoma y angustia.

En este texto de 1926 ya ubica la segunda tópica y entonces el modo de trabajo en relación
a la neurosis no es solamente entre lo consciente, lo inconsciente y lo preconsciente sino
incluyendo las tres instancias. En este texto habla sobre la angustia, los puntos de fijación y
las defensas en la neurosis obsesiva.
En cuanto al punto de fijación Freud ubica como la libido en su camino progrediente ha
tenido sus puntos de fijación y dice que en todas las neurosis un punto de fijación es el
elemento fálico. El punto de partida de la regresión en todas las neurosis es la regresión a la
etapa fálica pero luego la libido comparte su punto de fijación con otro elemento: en la NO
es la fijación anal y éste es tu principal punto de fijación, para la histeria Freud dice que los
puntos de fijación son lo falico y también lo oral. Mientras que en la fobia sólo se trata de lo
fálico.
En relación a esto, como lo fálico es el punto de conjunción entre las tres neurosis, quiere
decir que el objeto nunca se pierde, el sujeto siempre está en relación a este y si pierde un
objeto de la realidad lo sustituye por uno de la fantasía. Por eso dice Freud, la retracción
libidinal es mucho más tajante a la de la psicosis porque no permanece ligada a los objetos.
El período de la elección de objeto va a tener que ver con que la libido va hacia el objeto a
buscarlo, en Lacan eso quiere decir que va hacia el campo del otro a buscarlo, pasa por el
lenguaje. Lo que va a buscar son los objetos A de la pulsión, los objetos orales, anales y
fálicos.
La líbido siempre está en el campo del otro. Cuando los objetos se pierden o están
prohibidos, entonces se sustituyen por objetos fantaseados por lo que toma peso la cuestión
de la fantasía. El punto de fijación en Freud es el fantasma en Lacan, fantasma oral, anal y
fálico; se trata del sujeto en relacion a uno de los objetos de ela pulsión.
Freud agrega un elemento más que es la angustia de castración y plantea su tercera teoría
de la angustia.
La primera de 1895 era la transformación de la energía (que luego llama libido) en angustia
de modo directo por efecto de malas prácticas sexuales.
La segunda teoría de la angustia de 1914 implicaba que la represión produce que la libido
reprimida no se pueda descargar, es algo constitutivo de la libido el hecho de que hay
represión por lo tanto nunca se va a poder descargar suficientemente y eso genera
angustia.
En este texto ubica la tercera teoría de la angustia, la cual funciona como angustia señal y
es el motor de la represión, se invierte la teoría de la angustia. Lo que Freud va a plantear
es que en relación al puto de fijación, cuando el sujeto se acerca a lo que está prohibido
dentro de sus puntos de fijación libidinales aparece la angustia como angustia señal de un
elemento nuevo que hasta acá no había ubicado que es la angustia de castración. Por eso
todas las neurosis tienen su primer punto de fijación en el estadío fálico en el cual cualquier
acercamiento a la satisfacción va a producir angustia de castración, que es la señal de que
hay un exceso pulsional, hay demasiada satisfacción. En este punto aparece la angustia de
castración como una señal de que va a perder algo, entonces el aparato psíquico reprime.
En ese sentido se mantiene la dimensión de que la represión es estructural, siempre se
reprime, nunca se descarga la líbido del todo; pero ahora la angustia funciona como una
amenaza que es la amenaza de castración.
La amenaza de castración significa la posibilidad de pérdida propia de cada una de las
etapas. Freud dice que cuando pasamos por cada una de las etapas no sólo hay una
fijación en alguna de estas sino que cada una tiene su propia angustia específica.
-La angustia propia de la etapa oral es la angustia de la pérdida del objeto amado, por
ejemplo la madre.
-La angustia propia de lo anal es la perdida del amor de objeto.
-La angustia propia de la etapa fálica es la angustia de pérdida de una parte del propio
cuerpo, es decir, de una pieza del narcisismo, una pérdida narcisistica.
Ante el exceso de satisfacción aparece la angustia señal que llama a la represión y esto es
válido para todas las neurosis.
En la neurosis obsesiva, a diferencia de la histeria, el punto de fijación principal es el punto
de fijación anal que implica que lo que aparece a nivel de la angustia señal es un elemento
que Freud plantea como un elemento frente al cual el aparato no está preparado en el
sentido de que se trata d euna fijaciión mas primaria que la fijación fálica y entonces cuando
aparecen los síntomas de la neurosis obsesiva la represión como defensa principal, a
diferencia de la histeria en la cual la represión es eficaz, no alcanza. La histeria logra un
contenido eficaz que es producir una laguna mnémica y olvidar aquello que se reprime,
mientras que en la neurosis obsesiva la fijación anal es mucho más intensa y entonces la
represión se infiltra por la pulsión misma. Es decir, que el síntoma mismo se vuelve una
satisfacción sustitutiva y tiene un exceso de satisfacción por el elemento anal. Entonces no
alcanza el síntoma como resultado de la represión, no se elimina el conflicto sino que hay
una lucha contra el síntoma por lo cual son necesarias otras medidas que son las medidas
de la defensa secundaria. Los síntomas secundarios son las compulsiones y los afectos y
representaciones obsesivas que se producen por las medidas de la defensa secundaria.
Freud en este texto agrega tres medidas de la defensa secundaria a la represión, lo que
llama los mecanismos auxiliares de la represión porque con la represión no alcanza. Éstos
son la formación reactiva, la anulación y el aislamiento. Las tres están ligadas al punto de
fijación anal, esto implica que la represión funciona en relacion a la angustia de castración
pero no alcanza en relación a lo anal, por lo cual es necesario agregar las defensas
auxiliares a la represión. Freud plantea que lo que se produce en el punto de fijación
obsesivo es que las pulsiones que estaban fijadas a nivel de lo fálico sufren una regresión
mayor hacia lo anal y entonces se produce la desmezcla de las pulsiones. Cuando la libido
va de manera progrediente se mezclan las pulsiones orales con las anales, éstas con las
fálicas, por lo cual, cuando se produce la regresión a los puntos de fijación se desmezclan
esas pulsiones. Entonces tenemos las funciones fálicas por un lado y las anales por el otro
lo que lleva al aparato a tener que defenderse primero de las pulsiones fálicas mediante la
represión y luego de las pulsiones anales. Éstas últimas son mucho más intensas porque en
la etapa anal se encuentra el punto de fijación principal y entonces por eso que no alcanza
la represión. En el caso Dora Freud decía que en la histeria el síntoma es eficaz porque
logra funciona bien la represión y hacía la metáfora del odre viejo con el vino nuevo, se trata
del mismo síntoma, no es necesaria más lucha contra el síntoma. En la neurosis obsesiva
es necesario seguir la lucha, en vez de repetirse siempre del mismo modo pero con distintos
contenidos, en la neurosis obsesiva siempre se va agrandando el síntoma por nuevos
mecanismos y nuevas luchas contra él.
El mecanismo auxiliar de defensa de formación reactiva consiste en una reacción, un
apuesto, a todo lo que aparece como fantasía a nivel de la fijación anal. Entonces, todo lo
que tiene que ver con lo anal como lo sucio, lo asqueroso, lo desprolijo, como todos los
modos del lado de la satisfacción anal. Pero además también todo lo que tiene que ver con
la agresión propia del sadismo anal, lo malo, lo agresivo, sádico, frente a todos esos
elementos se produce una reacción activa, se reacciona con lo opuesto. Se produce la
reacción de lo limpio, lo ordenado, lo pulcro, la bondad, la amabilidad, el exceso de
educación. La formación reactiva ocurre como un proceso a nivel del yo, del carácter,
constituye una alteración del yo porque no sólo el síntoma hace que el sujeto sea limpio y
ordenado sino que además todo el carácter se transforma.
El mecanismo auxiliar de la defensa de la anulación consiste en anular el síntoma, negarlo,
a través del pensamiento mágico, no pasó ni ocurrió. En ese punto, la anulación consiste en
tratar como Non arrive aquello que se pone en juego a nivel de las fijaciones anales. Esa
anulación es la base del síntoma en dos tiempos, característico de la neurosis obsesiva,
que implica que primero aparece el elemento de la fijación anal, por ejemplo el sadismo, y
luego la anulación de eso. Lo mismo que hace la formación reactiva que es convertir lo
sucio en limpio, lo malo en bueno, pero a nivel del yo, todo el yo se vuelve limpio y bueno.
En cambio con la anulación todo en el mismo síntoma primero ocurre el acto sádico y luego
el acto bueno. Un ejemplo de esto es el hombre de las ratas frente a la piedra en el camino
de su amada.
El mecanismo de defensa auxiliar del aislamiento consiste en aislador dos representaciones
del preconsciente como si no tuvieran nada que ver una con la otra, del mismo modo que
hace la represión la cual aísla una representación volviendo inconsciente entonces se
produce un olvido de eso, el sujeto no se entera de esa representación o de ese
significante. En cambio en la neurosis obsesiva esa representación está en el
preconsciente, sí la sabe, pero se aísla de las otras representaciones. Entonces lo que
ocurre en la neurosis obsesiva cuando se produce una interpretación es desestimarla
porque refiere ya saberlo. Pero no está ligado al otro elemento sino que están disociados,
entonces en esa disociación el obsesivo puede vivir entre elementos aislados uno con el
otro como si nada tuvieran que ver, como elementos preconscientes. En el momento donde
se encuentra el punto que causaba todas las represiones y el síntoma de las ratas en el
hombre de las ratas, es a partir de un significante ligado a las ratas que consistía en que la
madre le habría propuesto casarse con una prima que tenía plata mientras que él estaba
enamorado de una dama no tan rica. En ese punto él entra en la duda entre la dama rica y
la dama pobre a partir de la propuesta de casamiento familiar, en esa misma duda había
una relación con el padre quien había elegido la dama rica quien era su madre. Él se
encuentra en el mismo punto de elección y ante esto se produce una detención de toda su
carrera porque de haberse recibido tenía que casarse, es decir, tomar una decisión. Él no
puede entrar en relación a esa elección. Lo que se descifra de todas las obsesiones del
hombre de las ratas es que le son útiles para no recibirse y pensar en eso, evitar el
encuentro con la decisión, el punto donde tiene que jugar su deseo.
Freud plantea que el aislamiento consiste en disociar dos representaciones preconscientes,
entonces cuando el hombre de las ratas cuenta toda la cuestión del casamiento, él refiere
ya saberlo pero fue desestimado, en ese punto está la disociación.
La formación reactiva produce una alteración de carácter, la anulación produce un síntoma
en dos tiempos y el aislamiento produce las disociaciones propias de la obsesión que serían
la duda obsesiva principalmente.

Teórico 5: Síntoma, identificaciones y pulsión de muerte.

El cuarto momento de la elaboración freudiana comienza con la sistematización de la teoría


de la identificación, punto que desarrolla en psicología de las masas y análisis del Yo. Al
mismo tiempo, el otro punto se ubica en el giro importante que Freud llega a cabo a partir de
los años 20’ y que tiene que ver con el principio de placer y la pulsión de muerte.
En el texto psicología de las masas Freud señala distintos tipos de identificación: habla de
una identificación que luego en “el yo y el ello” definirá como primaria y que Freud ubica
antes de toda elección de objeto, lo llama “la más temprana exteriorización de una ligazón
afectiva con otras personas, la ubica en la prehistoria del complejo de Edipo y que por ende
es algo anterior y condición de posibilidad del edipo. En análisis se transforma en una
condición de posibilidad estructural, que Freud míticamente lo llama una incorporación oral
canibalística, algo que se incorpora. En realidad lo que incorpora para Lacan más que
“tragarse al padre” es que le han hecho tragar el lenguaje, ha incorporado la estructura, eso
es lo primario. Lo que llama prehistoria se opone a la historia, que es el complejo de Edipo.
La historia es la diacronía, mientras que la prehistoria es la sincronía, la estructura que es
condición de posibilidad. Para que se constituya el edipo primero hay que tragarse el
lenguaje, es el viviente que incorpora la estructura, los significantes del otro. Esos
significantes van a ser la base de lo que después será el Ideal del yo.
Luego Freud ubica otro tipo de identificaciones que intervienen en la formación de síntomas
neuróticos. El concepto de identificación en Freud es trabajo desde antes, cuando marcaba
la importancia de la identificación en la histeria. La ubicaba como un elemento muy
importante para pensar los síntomas de la histeria. Por ese camino, los enfermos llegan a
expresar en su síntoma las vivencias de toda una serie de personas. El síntoma como un
reducto donde por un minimalismo notable se expresa toda una novela, toda una serie de
interacciones entre personajes diversos, condensado en un síntoma. Los enfermos llegan a
expresar en sus síntomas las vivencias de toda una serie de personas y no solo las propias.
En los síntomas hay toda una historia, como si padecieran por todo un grupo de personas y
figuraran todos los papeles de un drama con sus propios recursos personales. En las
identificaciones entonces hay varias cuestiones.
Freud dice que todas las identificaciones que van a operar en la neurosis son
identificaciones a un rasgo, algo que recorta sólo un detalle y da varios ejemplos:
- Uno de ellos es cuando la hija se identifica a la madre, solamente en un rasgo que
sería la tos, se identifica a su síntoma. Entendiendo que la madre es el rival en
relación al amor al padre, por eso dice Freud que realiza la sustitución de la madre y
el síntoma expresa el amor de objeto por el padre porque se ha puesto en el lugar
de la madre a quien sustituyó pagando con el síntoma. Realiza la sustitución de la
madre bajo el influjo de la conciencia de culpa entonces lo paga sufriendo lo mismo
que la madre. Se trata de una identificación que se sostiene en el complejo de edipo
pero dirigida a un rival. La hija pasa a ocupar el lugar de la madre a partir de la
identificación al rasgo de la tos y padece el castigo por ubicarse en ese lugar.
- La segunda forma que ubica Freud a modo de ejemplo es cuando el síntoma puede
ser el mismo que el de la persona amada, como en el caso Dora quien toma la tos
del padre. Se identifica al síntoma de la persona amada o de su rival. Dora imitaba la
tos de su padre por eso dice Freud en este caso la identificación es regresiva. La
elección de objeto ha regresado a la identificación porque Freud supone que entre
las identificaciones de amor hay una dialéctica porque, entendiendo que uno elige
los objetos de amor en función de ciertas identificaciones, pero al mismo tiempo
cada vez que uno resigna un objeto amado precipita una identificación, es como si
uno es lo que ha amado, su Yo son las marcas de las cosas que ha amado. Los
primeros amores edípicos han precipitado una serie de identificaciones que hacen al
yo de cada uno. Para Freud siempre lo primero es la identificación por eso hay una
identificación primera que es condición del edipo y como tal es condición del amor.
Por eso, primero es la identificación y después el amor, al mismo tiempo cuando se
pierde el amor de ese objeto eso deja una identificación. Entonces la elección de
objeto por el padre regresa a la identificación. Somos lo que hemos amado.
- Freud plantea una tercera posibilidad de formación de síntoma que es lo que va a
llamar la identificación más propiamente histérica en la que la identificación
prescinde por completo del objeto sino que pasa por otro lado. El mecanismo de la
identificación en este caso es sobre la base del poder o querer ponerse en la misma
situación, como si todo por ese movimiento convergiera sobre un mismo punto, que
es lo que Freud llama la misma situación, que sería una situación de deseo, hay un
mecanismo inconsciente de ponerse en la misma situación de deseo. Freud deduce
que si hay un yo que se identifica en un punto común, por ejemplo en torno a un
ideal del yo, se produce el efecto de la masa. Situación inconsciente de ponerse en
la misma posición de deseo. Cuando muchas personas ponen un ideal en común se
identifican entre sí y reaccionan como una masa. Hay una especie de aparato
psíquico colectivo con un líder que funciona como hipnotizador. En la histeria es la
misma situación de deseo lo que permite explicar los efectos de grupo, por qué la
masa funciona como si fueran lo mismo a partir del mismo líder y la identificación
entre sí.
¿Por qué son importantes entonces las identificaciones? Las identificaciones y las fantasías
tienen que ver con el sentido de los síntomas, con eso que recubre el grano de arena ligado
a la perla, lo que recubre de sentido los síntomas neuróticos y le da ese aspecto descifrable.
Forma parte de la pregunta sobre qué quiere decir un síntoma, de qué habla, y Freud
encuentra que habla de identificaciones y fantasías aunque sea una pequeña tos.
En el último momento de la elaboración de Freud comienzan a aparecer los puntos de
resistencia más fuertes que se encuentran en la cura, ligados a la pulsión de muerte,
fundamental en la neurosis obsesiva.
En Inhibición, síntoma y angustia (cap 6), Freud destaca dos cuestiones en relación a la
neurosis obsesiva lo que va a llamar dos técnicas auxiliares y sustitutivas de la represión,
con variaciones de ésta, que van a ser la anulación y el aislamiento, y las diferencia de la
histeria en ese punto.
En la neurosis obsesiva el yo, mucho más que en la histeria, es más escenario para la
formación de síntomas, se adhiere con firmeza a su vínculo con la realidad y su conciencia,
hay un mayor rechazo al inconsciente en la neurosis obsesiva. La actividad del pensamiento
aparece sobreinvestida, erotizada porque la acción del pensamiento pasa a ser un goce en
sí mismo porque no es un pensamiento que sirve para la acción, ese es el gran problema
del obsesivo. Hay un goce en el pensamiento, Lacan va a hablar de los laberintos del
neurótico y eso lo inhibe para la acción que tiene que ver con un deseo.
Freud habla de la anulación y ubica El hombre de las ratas y su síntoma en dos tiempos.
Hay cierta compulsión protectora con respecto a su amada y ubica la piedra en el camino de
su amada y se vió obligado (curso psíquico forzoso) a removerla porque tuvo la idea de un
accidente para en un segundo tiempo pensar que eso era un disparate, hace una autocrítica
de su acción principal entonces se ve obligado a volver a poner la piedra donde estaba. La
amenaza está en el fantasma del sujeto.
Entre el primer y segundo momento hay un conflicto con el amor en tanto en la fantasía hay
un odio y daño. En un segundo momento la acción hostil se abre paso como compulsión y
se adorna bajo la idea del racionamiento en tanto lo segundo es menos razonable. En el
hombre de las ratas lo ubica como una ambivalencia amor-odio. En Inhibición, síntoma y
angustia llama a esto la pulsión de muerte que se desmezcla como si hubiera un goce
destructivo en el obsesivo que siempre impacta en el objeto amado y es sujeto se defiende
separando las dos cosas.
Por otro lado, en el aislamiento marca la diferencia de la represión en la neurosis obsesiva y
la histeria, porque mientras que en esta última predomina la represión bajo la forma de la
amnesia y el sujeto no se acuerda, lo reprime, en la neurosis obsesiva no es tanto que el
sujeto no recuerda sino que esas representaciones aparecen aisladas de lo otro, corta los
nexos asociativos entre una cosa y la otra. Muchas veces el aislamiento hace de obstáculo
en el análisis porque justamente se trata de asociar libremente. Todo el esfuerzo del
pensamiento obsesivo atenta contra la asociación libre.
Con esto terminamos la elaboración freudiana de la neurosis y comenzamos la elaboración
lacaniana de la neurosis.
De la elaboración lacaniana vamos a señalar fundamentalmente cómo va a reformular los
conceptos freudianos sobre la neurosis en lo que vamos a llamar una clínica de la pregunta
neurótica. La neurosis gira en torno a una pregunta que va a ser una especie de respuesta.
Eso es lo que va llevando a Lacan a pasar del esquema L al grafo del deseo, que está
basado en el funcionamiento de la cadena significante. Un grafo son relaciones
vectorizadas. Implica una articulación significante y el efecto retroactivo de significación. El
mismo esquema lo podemos pensar como un esquema de preguntas y respuestas. Lo
simbólico lo podemos concebir como un conjunto, como un tesoro de respuestas. ¿Qué soy
ahí? es una pregunta que el otro no puede responder. No hay significantes sobre el sexo y
la muerte que puedan responder de manera absoluta, y eso va a ser un punto de angustia
para el neurótico.
La vida humana está atravesada por ese misterio y que la cuestión de su existencia baña al
sujeto, lo sostiene, lo invade e incluso lo desgarra, como lo demuestra la experiencia
analítica. El neurótico va a llegar a una defensa respecto a esto porque llegar a fondo le va
a contraer angustia. La neurosis genera un cortocircuito intentando que eso no se
despliegue hasta el fondo, formando unas falsas respuestas, para evitar confrontarse con el
agujero, con la respuesta de que no hay respuesta.
Lo que opera como respuesta va a ser el fantasma. El síntoma va a operar como una
respuesta. Las identificaciones Lacan las va a leer como respuestas para ese cortocircuito.
El fantasma, lo que Freud llamaba fantasía, es una matriz pequeña de situaciones que se
tienden a repetir que constituye nuestra realidad. Eso tiene un fuerte componente pulsional
también. El fantasma es ese punto de respuesta inconsciente que guía las acciones del
sujeto, sometidas a condición de que se concreten en una conducta del sujeto. Estas
respuestas orientan el modo en que el sujeto se comporta en su vida.

Seminario 5: Neurosis obsesiva.

El texto “El mito individual del neurótico” es un texto de 1951, mismo año en que Lacan
trabaja el caso Dora y está dedicado al estudio del hombre de las ratas. El texto ubica la
novela familiar del neurótico que trata de cómo está configurado el edipo singular de cada
uno y como esta configuración determina los síntomas del sujeto. Es decir, la configuración
del edipo en la relación del sujeto al otro. En el otro está ubicado el edipo, quienes fueron
los Otros del sujeto que transmitieron el deseo del otro castrado, a quien le falta algo y tiene
un deseo entonces transmite ese deseo, que no sólo tiene que ver con los deseos ideales
sino que es la transmisión desde los síntomas del otro. El otro barrado no sólo transmite sus
ideales sino sus fallas, sus carencias, sus castraciones, es decir, sus puntos sintomáticos.
Lo que Lacan analiza inicialmente es la novela familiar del neurótico a partir de dos puntos
del padre y la madre del hombre de las ratas. La novela familiar en la configuración del
edipo es el encuentro entre los padres.
El primer punto es la relación amorosa entre los padres. Siendo el padre un hombre cercano
a su hijo, compañero, que mostraba sus fallas de un modo simple. Este hombre había sido
suboficial y al nacer su hijo ya se había retirado de su oficio pero continuaba su actitud
como tal, siendo el suboficial alguien intermedio, menos formado y más bruto dentro de los
códigos dentro de los vínculos entre militares. Él hacía un poco este personaje bruto,
chistoso, mal hablado, él expone esa posición. Mientras que la madre es una mujer de la
burguesía de familia adinerada. El matrimonio entre ambos fue ventajoso para el padre
quien asciende de posición social a partir de éste. La relación entre ambos era muy buena y
la madre le hacía un chiste frecuente hacia el padre cuando éste se ponía amoroso con ella
que tenía que ver con que el padre estaba enamorado de una chica pobre pero bonita antes
de casarse con ella. El significante “pobre pero bonita” se repetía muchas veces. El padre
esto lo negaba y lo desestimaba. Esto el hombre de las ratas lo escuchó varias veces.
El segundo punto del mito individual del neurótico tiene que ver con que el padre tenía una
adicción al juego, era un apostador, por eso no le alcanzaba la plata que tenía y en un cierto
momento está a punto de perder su carrera militar porque entra en una deuda importante
entonces un amigo lo ayuda y le da esa plata con la cual él puede pagar la deuda. Ésto fue
contado al hombre de las ratas.
Esos dos puntos se ponen en juego en la consulta con Freud, momento del cúlmine de los
síntomas y las compulsiones, momento en el cual él estaba haciendo sus ejercicios militares
obligatorios, momento en el cual se encuentra con un capitán al cual le divertía mucho
contar las torturas que le hacían a sus enemigos durante épocas de guerra. Lo contaba con
orgullo y desde una posición muy explícita un goce sádico. Esto al hombre de las ratas le
produce un efecto de perplejidad frente a la tortura escuchada en ese personaje que
encarna el lugar de un Otro gozador. El capital cruel desencadena, no la neurosis que ya
estaba desencadenada, sino sus síntomas y compulsiones porque se encuentra con alguien
que encarna su propio sadismo del cual él no quiere saber nada. El goce fantasmático del
hombre de las ratas, lo que Freud llama el punto de satisfacción, es el goce sádico, el cual
está reprimido.
Luego de la escena del encuentro con el capital cruel a él se le conforma un síntoma
compulsivo que es la de devolver las 3.80 coronas. En toda la configuración de esta escena
está la exposición de su mito individual edípico. En la escena de la devolución del dinero se
pone en juego un elemento que Lacan llama la asania el obsesivo, en la cual se ubica su
historia familiar que es la deuda de juego del padre con su amigo el cual lo salva. En lo
ocurrido entre el teniente A y el B se trata del padre debiéndole el dinero al amigo. En su
delirio obsesivo él reproduce la devolución del dinero entre los dos hombres, teniente A y B.
A su vez, él sabe que le tiene que devolver el dinero a quien verdaderamente lo puso, que
es la empleada de la estafeta postal, quien puso el dinero por él. Esta mujer está asociada a
nivel del significante con el dinero.
El elemento que luego el hombre de las ratas sitúa en sus asociaciones con Freud era un
pueblo por donde él había pasado con sus compañeros donde había una chica con la cual
en el momento en el que ellos estaban entre soldados él la había tocado y ella lo había
permitido, un juego de seducción entre ellos. En ese juego también se figura el delirio
obsesivo, la duda entre la empleada de la estafeta postal asociada al dinero y la chica que
le había gustado a él y con la cual había tenido un juego de seducción, la mujer pobre pero
bonita.
Es decir, se trata de dos hombres (teniente A y B) que encarnan la deuda de juego del
padre y las dos mujeres que encarnan la deuda de amor y el matrimonio por conveniencia.
En ese punto no se trata sólo de la deuda de juego del padre sino de la deuda de amor, los
dos puntos en los cuales el padre cae en su dimensión de padre ideal, o sea, los dos puntos
donde el padre se ubica como Otro barrado. Entonces en el delirio obsesivo de algún modo
él repara las deudas del padre.
El segundo punto que Lacan ubica es el deseo imposible del obsesivo que consiste en la
construcción estructural a nivel de su deseo imposible, que no se puede realizar, que Lacan
ubica en el punto donde el obsesivo que está por realizar su deseo huye con sus
obsesiones y en vez de realizar su deseo lo evita. En ese punto Lacan plantea dos
elementos de la posición de este obsesivo entre sus dos deseos importantes que son tener
éxito a nivel de su carrera y de encontrar una mujer con la que se pueda casar. En el punto
de la realización posible, la procrastina, la posterga. Entonces él está, en relación a la
deuda de juego del padre, cerca de recibirse y la retrasa. Posterga la realización de su
deseo. Lacan ubica la hazaña y la procrastinación del obsesivo, donde se pone en juego el
deseo imposible del obsesivo que Lacan sitúa una relación con la cuestión temporal, ya sea
pasado reproduciendo la historia de sus padres o futuro en el punto de perder el tiempo y
pasar la realización para otro momento. En ese perder el tiempo de lo que se trata es de
uno de los significantes no inscriptos a nivel del otro que son la mujer, la procreación y la
sexualidad femenina-. La pregunta que se pone en juego a nivel de la neurosis obsesiva es
la muerte. En el punto de la procrastinación siempre se trata de una dimensión temporal en
los síntomas del obsesivo donde no realiza su deseo porque lo puede hacer otro día. Se
trata en el sujeto de la pregunta por la muerte del mismo modo que en la histeria se trata de
qué es una mujer. Toda la neurosis de un sujeto encarna una pregunta, de la misma
manera, todos los síntomas del obsesivo encarna una pregunta por la muerte.
En “Variantes de la cura-tipo” Laca ubica lo que sitúa como la relación entre lo que llama la
trama imaginaria de la neurosis (a-a’) y la cadena de las palabras. Ésta última encarna los
significantes fundamentales del sujeto, cuáles son los significantes que se ponen en juego
en su neurosis. La trama imaginaria encarna cuales son los objetos imaginarios en los
cuales se entrampa en narcisismo el obsesivo, es decir, el narcisismo del obsesivo en su Yo
queda pegado a ciertos objetos de los cuales no se puede desprender, que son el padre
imaginario y la dama idealizada, porque los dos se tratan de un semejante frente al cual
todos sus síntomas se pueden en juego y se dirigen a esos dos, que son imaginarios y a
quienes le dirige sus síntomas.
En la cadena de las palabras está el punto central de la interpretación de Freud que se sitúa
en el punto de unión entre la trama imaginaria y la cadena de las palabras. Lacan va a decir
que la interpretación de Freud es inexacta pero verdadera: no es lo que verdaderamente
está pasando pero es verdadera en el sentido del inconsciente del sujeto. Lo que Freud le
dice es que en el momento central en el cual el hombre de las ratas cuenta al pasar en una
sesión que su madre le había propuesto un plan matrimonial beneficioso económicamente
que él no había desechado sino que queda nuevamente en la duda (otro de los síntomas
del obsesivo) entre la mujer rica y la mujer pobre. Su duda es entre elegir el matrimonio por
conveniencia que eligió su padre o el matrimonio por amor que es el que su padre no eligió.
Por lo cual él está en el mismo punto de duda respecto del padre. Entonces, la cadena de
las palabras es una cadena de significantes que parte de las ratas. Freud le dice que él en
realidad sabe que debería seguir el deseo de su padre que es casarse con la mujer rica
pero desea casarse con la mujer pobre. La interpretación de Freud se ubica en el punto de
desarticulación entre la cadena de las palabras y la trama imaginaria, es decir, hace que se
libere la cadena de las palabras a partir de un significante que es “HAIRATEN”
(casamiento). El hombre de las ratas por el mecanismo de aislamiento ya lo sabía, ya sabía
la duda sobre la mujer rica y la mujer pobre, luego de la sesión sigue con las asociaciones
que lo angustian en relación a ciertos significantes que son los S1. El otro significante que
aparece en la asociación libre es la nodriza que toma como apellido el del marido
“HOFRAT”, también lo relacionado al dinero que él lo transformaba en cuotas que era
“RATEN”, el otro elemento fundamental a nivel de sus asociaciones es el significante
“jugador empedernido” referido al padre que en alemán se le dice rata de juego. El S1
entendido como la letra, la sílaba “rat” que está puesta en juego en sus síntomas como
elemento fundamental del cual parte toda la desarticulación sintomática y en todos los
síntomas que son el síntoma de la neurosis infantil, el síntoma en relación al dinero, en
relación a la deuda de juego del padre. En dos momentos el hombre de las ratas reproduce
la novela familiar edípica, la novela individual del neurótico, en el primer momento en el
cúlmine de su angustia, en su compulsión obsesiva que es el delirio de la devolución del
dinero. La trama imaginaria en la cual está capturado en su Yo que impide que aparezcan
los significantes del inconsciente, a partir de la interpretación exacta pero verdadera de
Freud sale de la captura imaginaria en la cual estaba y pasa a situar los significantes
fundamentales de su inconsciente.

Teórico 6: Clínica de la pregunta neurótica.

La pregunta neurótica es parte del trabajo de Lacan de los años 50, que al mismo tiempo
veíamos que va a ser un poco lo que le va a permitir pasar del esquema L al grafo del
deseo. La clínica de la pregunta permitía reordenar varios de los conceptos freudianos que
fuimos trabajando desde una nueva perspectiva, captando cómo esa pregunta neurótica se
sostiene fundamentalmente en las identificaciones, en las fantasías del sujeto, y que
permite reordenar todo eso desde la lógica del ser hablante. Solo los hablantes nos
formulamos preguntas en torno a la existencia y a la sexualidad. Nos formulamos
preguntas porque de alguna manera porque lo simbólico no da una respuesta sobre
ese punto. Hay algo que atraviesa la existencia de los seres hablantes en torno a esa
pregunta que lo simbólico no da una respuesta y que la neurosis va a ser un modo de
defenderse de ese punto de agujero en lo simbólico.
Cuando trabajamos la psicosis, veíamos como de alguna manera la relación imaginaria
compensaba la estructura hasta el momento en que se desencadenaba porque aparecía un
elemento real que venía a perturbar. Podríamos decir que hay una lógica similar en pensar
que es lo que va a dar una estabilidad a la estructura neurótica, y la estabilidad la da la
falsa respuesta que el neurótico arma a esa pregunta, la respuesta anticipada.
Mientras al sujeto le funcione esa respuesta la neurosis encuentra una cierta estabilidad.
Por eso va a ser clave el punto en el que la neurosis se desencadena. En Freud teníamos
algo parecido cuando trabajabamos la trayectoria típica, donde había un período de salud
aparente y de enfermedad propiamente dicha. Toda estructura sea neurótica o sea psicótica
tienen formas de estabilidad.
Es clave ver cómo en la respuesta neurótica el sujeto la lleva a su pantomima, a lo que
hace, a cómo reacciona, a como actúa en la vida. Funciona con esa lógica, con esa
estrategia neurótica, y también se va a poner en juego en la sesión analítica, en la
transferencia. Por eso para Lacan va a ser muy importante como uno capte la función que
va a tener eso y también ubicar cuáles son las coyunturas donde al sujeto se le pone en
cuestionamiento esa respuesta.
En “Función y campo de la palabra y el lenguaje” Lacan dice que hay que saber por
quién y para quién el sujeto plantea su pregunta y se construye a partir de lo que el
sujeto dice. Está el riesgo de confundir estos dos lugares, de hecho es parte del problema
que va a tener Freud en el caso Dora. Lacan va a decir que el sujeto histérico cautiva el
objeto en una intriga refinada y su ego, es decir su yo, está en el tercero. ¿Quién es el
tercero en el caso Dora? El señor K. Es por intermedio del señor K que Dora se
interroga por la señora K. En este caso, el hombre no es el objeto de deseo, es solo un
punto de identificación, no la finalidad como tal. Ese es el problema que tuvo Freud, porque
él partió de la equivocación de creer que Dora en tanto mujer tiene como objeto de deseo el
amor del señor K. Es como si la histérica estuviera viendo desde el lugar del hombre, por
eso se identifica. Esta relación de identificación imaginaria es lo que Lacan va a llamar
“identificación viril”, adopta ese punto, trata de ver desde ese lugar, qué se ve de una mujer
desde ese lugar. Se pregunta por lo femenino, pero el problema es que se lo pregunta mal
porque lo hace desde los hombres, como si se preguntara qué es lo que le ve a la otra.
El señor K le sirve a Dora de yo en la medida en que por su intermedio para sostener
efectivamente su relación con la señora K. La mediación del señor K es lo único que le
permite a Dora tener una relación soportable. Los cuatro protagonistas son importantes y
este equilibrio se rompe cuando el señor K le dice “mi mujer no es nada para mi” en la
escena del lago. Cuando le dice eso se rompe el equilibrio de la situación, en donde el
señor K deja de ser intermediario para ser como fin y la apuntara a ella directamente como
objeto de su deseo. El equilibrio se sostiene en tanto la señora K fuese algo importante
para el señor K. Es a partir de este momento que la situación se descompensa y un
pequeño síndrome de persecución aparece en Dora. Es como si ella a través del señor K
estuviera indagando qué es la señora K. Dora adora su propio misterio de la feminidad en la
señora K, que aparece como la otra que tiene respuestas, que sabe gozar. Esta lógica le
permitía a Dora sostener su respuesta neurótica.
El neurótico siempre cree que el otro tiene una clave que él no tiene. Si la pregunta en una
mujer histérica gira por lo femenino, qué es ser una mujer, es lógico que lo ponga en otra,
pero el problema es que lo pone en otra visto desde un hombre como si el hombre tuviera
un acceso a qué es una mujer. La histérica vive preguntandose qué es ser una mujer, que
es una forma de no serlo. Implica estar atrapado en una lógica Edípica, y por eso también la
importancia del padre en la histeria.
¿Qué pasa ahora con el obsesivo? El obsesivo arrastra en la jaula de su narcisismo los
objetos que en su pregunta repercute y apunta a otro lado. Formula su pregunta a través del
yo y de los objetos. Lacan compara al obsesivo con un domador de circo. El domador de
circo hace un espectáculo, su pregunta repercute y la dirige a un palco. El domador corre
riesgos mortales pero con leones viejos y drogados, pero parece que está corriendo un gran
riesgo. El obsesivo en general se muestra en escenas haciendo hazañas truchas.
La pregunta en el obsesivo es por la existencia y la existencia implicaba la cuestión de la
muerte y los riesgos. El discurso del obsesivo tiene siempre algo del orden de competencia,
de la confrontación, de la lucha, esa es la jaula. En el obsesivo tenemos la relación
imaginaria, que es una relación de agresividad y rivalidad, de tratar de dominar al rival y
ganarle.
El obsesivo tiene él mismo un lugar en su palco, y se relaciona con el
desdoblamiento. Es como si por un lado, él estuviera haciendo el espectáculo y al mismo
tiempo estuviera viendo cómo se ve desde el palco. Él trata de verse como es visto desde el
lugar del otro, qué es lo que el otro quiere ver y esto también se pone en juego en el análisis
ya que el analista también se encuentra en el palco.
El obsesivo toma la posición de esclavo que trabaja para un amo, que lo mira desde algún
lugar, y en el obsesivo se ve el sentimiento de trabajo que tiene el sujeto, y la nota de
trabajo forzado que envuelve hasta sus propios ocios (“y tengo que ir a jugar al tenis”, “y
tengo que ir a un asado”, todo lo vive como un trabajo). El obsesivo no es casual que su
pregunta sea por su existencia, y como todo es un trabajo forzado se pregunta qué clase de
vida es esta. El obsesivo está esperando el día que se libere de ese amo para empezar
a vivir, aunque no deja de rendirle homenaje, y ese día nunca llega. Y mientras tanto
renuncia al goce y está en una posición de espera. La posición de espera es la razón de
la duda y la procrastinación, que son características esenciales del neurótico obsesivo.
Procrastinar y dudar afecta la capacidad de actuar: quien duda no actúa. El obsesivo de esa
manera se escapa en el tiempo como una defensa neurótica para no actuar porque un acto
verdadero nos confronta con la cuestión de la existencia, del verdadero riesgo, de alguna
manera con la vida y con la muerta, en ese punto donde no hay garantía y no es sin
angustia. De esta manera el deseo queda del lado de la imposibilidad.
La neurosis parece que corre grandes riesgos pero en realidad no cruza ningún rubicón
verdadero.

Seminario 6 (llegué tarde):

Una paciente de Freud le relata un sueño y él le pide que asocie lo que se le venga a la
menta. Ella realiza tres asociaciones.

1era asociación: el marido está gordo.


2da asociación: la escena de un pintor conocido quien quería pintar la cara de él por ser tan
expresiva, el marido le responde que mejor que pintar su cabeza es pintar “una buena
rebanada de trasero”. Una parte del trasero de una bella muchacha.
3era asociación: ella dice que está muy enamorada del marido y que le gusta pelearlo y
también le ha pedido que no le de caviar. Freud le pregunta sobre esto y ella refiere que
ésta es su comida preferida y ella sabe que si se lo dijera a su marido todos los días a la
mañana él le daría de comer eso y ella no quiere gastar en esos gustos caros. El marido le
satisfaría aquello que a ella más le gusta. Entonces Freud advierte que está obligada a
crearse en su vida un deseo insatisfecho.
Luego refiere que fue a visitar a una de sus amigas de quien está celosa porque su marido
habla muy bien de ella. Felizmente para ella, la amiga es flaca y a su marido le gustan las
voluptuosidades. La amiga le refiere que quiere engordar y le dice de ir a cenar a su casa
donde se come muy bien.
Estas explicaciones se deben a un sueño que ella le refiere a Freud y que a medida que
éste le pide que lo asocie, se van librando la resistencias.
En el sueño le dice que ella no puede darle una comida de forma que cumple el deseo de
no contribuir a ser más bella a su amiga.
En el sueño realiza un deseo insatisfecho por partida cuádruple: a la amiga la deja flaca, de
ese modo no satisface el deseo de la amiga de engordar y gustarle más al marido; ella que
no puede comer su comida preferida también adelgaza entonces ella también queda flaca
en el sueño, como a su marido le gustan las redondeces lo priva de esto. El marido se
queda con un deseo porque no tiene ni a la amiga ni a ella con sus redondeces, la amiga se
queda con un deseo insatisfecho porque no puede engordar para gustarse al marido y ella
se queda con un deseo insatisfecho porque está flaca en el sueño y no le gusta al marido.
Todos quedan en falta de algo. Este es el punto de crear un deseo insatisfecho, de este
modo lo que logra la histeria en su deseo insatisfecho es seguir sosteniendo el
deseo. En la medida en que el deseo está en falta, se sigue sosteniendo. Si el deseo
se colma eso impide la posibilidad de que el deseo sea activo. Si a la histeria le
respondemos todo el tiempo lo que quiere en ese sentido tapamos la posibilidad de su
deseo insatisfecho. En ese punto es necesario sostener un deseo insatisfecho para
sostener un deseo activo, es un deseo que convoca más deseo porque está en falta,
pero no sólo es una operación con su propio deseo sino, como se ve en el sueño, es
una operación con el deseo del otro, es decir, se lo hace desear al otro. El deseo
insatisfecho tiene que ver con crear una falta en sí misma y en el otro, captura el deseo del
otro. En Dora todo el sostén de la escena del padre con la señora k y el señor k con ella era
un modo de sostener también la insatisfacción de todos. Todo el cuarteto previo a la
bofetada tiene que ver con el sostén del deseo del otro. Dora sostiene al padre por
procuración, le procura a alguien a quien desear pero hay algo que falta que tiene que ver
con la impotencia del padre.
Lacan en el seminario 10 sintetiza al deseo insatisfecho en la fórmula “la pequeña nada que
ella guarda en reserva” es un elemento a nivel del deseo insatisfecho que se sustrae de la
escena (el salmón, el caviar, la impotencia del padre en Dora) y que produce la falta en el
otro y en el sujeto. La nada no es algo fundamental pero captura el deseo del Otro.
Lacan ubica al deseo insatisfecho como algo donde el deseo histérico se sostiene, como
una capacidad de la histeria de mantener activo el deseo, de hacer desear. A la señora que
consulta con Freud, le permite sostener su relación amorosa con su marido, sigue el amor a
partir de ese deseo insatisfecho. Ella sostiene su fantasía en relación al otro, un deseo en
relación a su marido en vez de desear a otro porque construye la escena del deseo
insatisfecho. La fórmula del fantasma histérico sitúa el punto donde la histeria sustrae una
pequeña nada de la escena y de este modo sostiene -φ y esto está en relación a sostener
al otro, el deseo del otro. El fantasma histérico es una estrategia del fantasma para
responder a la pregunta de qué desea el otro. El deseo final del otro para el sujeto es
enigmático entonces se crea una estrategia para hacerse dueña del deseo del otro, ella
sabe de su deseo porque ella misma se lo escondió.

El deseo imposible.

La definición del deseo es “el deseo es el deseo del Otro”, en la neurosis obsesiva se
crea una relación en relación al deseo del otro que tiene que ver con la demanda del
otro, lo que el otro pide. El obsesivo se relaciona no con lo que el otro desea a nivel
inconsciente sino lo que el otro demanda a nivel consciente, lo que dice y lo que pide. En la
histeria todo lo que se relata en el sueño se trata de deseos inconscientes, son
suposiciones del deseo del otro.
El obsesivo no se atiene a lo que supone que desea el otro sino a la demanda del Otro, a lo
que el Otro dice, lo toma de un modo literal. En este punto a nivel del deseo imposible se
produce el efecto de una imposibilidad que es o bien realizar lo que el otro quiere, le doy lo
que quiere, o bien realizar mi deseo y no importa lo que el otro quiere. La dimensión del
deseo imposible consiste en que el obsesivo oscila en una báscula dice Lacan que va de
una punta que es “todo para el otro” a la otra que es “todo para mi”. En los dos el deseo no
es el deseo del otro, o es el deseo del otro solo (que en realidad no es el deseo sino la
demanda pero él cree que lo es porque es lo que el otro quiere) o todo para mi.
Lacan plantea que el obsesivo oscila a nivel de su deseo permanentemente en dos puntas:
en el fantasma de completar todo lo que el otro desea y entonces ser amable y bueno
para el otro, darle todo lo que quiere, realizar todos sus pedidos, incluso lo que no pide
pero seguramente debe querer, es decir, la obediencia absoluta al otro. O en cierto
momento pasar al estado de desprenderse del otro, que Lacan llama la eliminación del
otro, que es la fantasía de que el otro puede dejar de existir, se produce un
aislamiento. El aislamiento obsesivo es sacarse al otro de encima. Entonces, la otra
punta del deseo imposible es darse la plena satisfacción a uno mismo sin la
satisfacción del otro.
La oscilación entre el todo para el otro o el todo para mí ubica la dimensión del deseo
imposible en la neurosis obsesiva. Esa fórmula de la oscilación entre las dos puntas del
deseo imposible es también el modo de sostener el deseo en la neurosis obsesiva. El
obsesivo se mantiene activo en relación a la relación con el otro por la cual pasa de un
plano al otro, mantiene su deseo con el fantasma de todo para el otro o con el fantasma de
todo para mí.
Todo esto, plantea Lacan, está en relación a que siempre a nivel de la neurosis obsesiva
hay una relación con el tiempo, o es todo para el otro o es todo para mí, que requiere una
cuestión de tiempo. En el fondo de esa cuestión del tiempo, así como en la histeria está la
pregunta por lo femenino, está la pregunta por la muerte. La cuestión del tiempo pone en
juego la pregunta por el fin de ese tiempo que es la muerte.
En relación a esto aparecen otros elementos ligados al deseo imposible que son la
prohibición, el permiso y la hazaña. El obsesivo necesita construirse todo el tiempo la
dimensión de una prohibición, en el todo para el otro está el hecho de que el otro prohíbe
(en el hombre de las ratas, el padre le prohíbe casarse con la mujer pobre). El obsesivo
necesita construirse un otro que prohíbe y así se pone en juego esperar la muerte del amo,
esperar que ese otro que prohíbe se vaya. Pero también aparece la fantasía de eliminación
de ese otro, pasando de este modo al plano del todo para mí: el otro me prohíbe entonces
yo quiero todo para mi y espero que el otro desaparezca o deseo eliminarlo, sacarlo, ya sea
aislándose o ya sea por la agresividad obsesiva. En el hombre de las ratas toda su relación
con su amada, los celos por el primo, sus vacaciones, sus fantasías hacia ella, finalmente
nunca se lo dice porque se trata de una prohibición del otro porque no lo va a querer,
finalmente es el fantasma de la prohibición del otro.
Por otro lado, el otro elemento del trabajo con el tiempo en la neurosis obsesiva es la
hazaña del obsesivo, es decir, en este todo para el otro el obsesivo está dispuesto a hacer
todas las hazañas en relación al otro para darle lo que quiere. El obsesivo realiza
fantasiosamente una hazaña que consiste en salvar al otro, el fantasma de la
salvación del otro, pero al mismo tiempo en esa hazaña se ubica narcisisticamente
como el que puede hacer las grandes cosas que nadie puede hacer. Salvando al otro
cumple al mismo tiempo un deseo narcisista que es que él puede hacer todo.

Teórico 7: Fobia parte I

La cuestión de la fobia también la desarrolla Freud bajo el nombre de histeria de angustia.


La represión implicaba separar la representación del monto de afecto y la cuestión era qué
destino tomaría ese monto de afecto. En la fobia el afecto primero se libera como angustia.
La angustia es el único afecto que no miente y aparece sin representación. Los demás
afectos en tanto se ligan a una representación siempre pueden ser engañosos. La
atribución CC del malestar puede ser engañosa, en cambio la angustia no engaña porque
cuando uno está angustiado lo siente pero no puede decir porqué es. Por eso la llama
histeria de angustia, porque la primera manifestación en el cuerpo es la angustia. Ese es
solo el primer momento nos dice Freud porque vamos a ver que la angustia luego se liga a
una representación y cuando se liga eso ya es empezar a tramitar la angustia. La angustia,
de esta manera, se transforma en miedo. La ganancia es pasar de sentir algo que no puedo
decir qué es a poder atribuirselo a algo. La fobia empieza a construirse cuando se localiza
algo de lo que se tiene miedo pero necesita un tercer paso más que son los parapetos de la
fobia. No solamente se le tiene miedo o se localiza un miedo, si no que al mismo tiempo eso
se expande, se desplaza y el sujeto termina encerrándose. Los parapetos marcan zonas de
evitación donde el sujeto no va a pasar, arma una estrategia en el espacio. Esto lo
desarrolla Freud en el caso Juanito.

1er momento: angustia no ligada.


2do momento: angustia ligada a una representación se transforma en miedo.
3er momento: parapetos de la fobia.
Lacan se va a preguntar qué pasaba antes, como si ubicasemos un tiempo 0, antes de la
irrupción de angustia. La historia comienza con el padre contando la historia del niño en
donde todo transcurría bien y de golpe le dice a Freud que le parece que es un caso clínico.
Ahí es donde se desencadena la neurosis con la forma de la irrupción de angustia.
Para satisfacer el deseo de la madre, que es insaciable en su fundamento, el niño toma el
camino de hacerse él mismo objeto que vendría a colmar ese deseo. Este deseo que no
puede ser saciado es cuestión de engañarlo precisamente porque el niño le muestra a la
madre algo que él no es, que es ser el falo para la madre, lo que ubicamos como el primer
tiempo del Edipo. Ese es el momento en donde todo marcha bien, está en el paraíso, pero
el tema es ver porqué se termina. Lacan va a intentar marcar cuales son las
coordenadas del pasaje del paraíso a la angustia y lo va a ubicar a partir de que
aparece un nuevo elemento perturbador que es lo que va a llamar pene real. El niño
empieza a tener sus primeras erecciones y se vuelven muy difíciles de integrar en el plano
simbólico. Estas erecciones generan una clase de perturbación en su relación con la madre
que tampoco sabe muy bien qué hacer con eso. La irrupción del pene real con el cual el
sujeto no sabe bien qué hacer y eso genera un punto de ruptura con el otro materno y se
pone en cuestión qué es para la falta del otro, porque no es lo mismo para él ser todo falo
para la madre que tener un pene real.
Para Lacan el padre no se define por ciertos cuidados que le brinde al hijo, si no que se
define en torno a cómo opera en el deseo de la madre como mujer, porque eso es lo que
evita que ese deseo quede fijado nada más ni nada menos que en el niño.
Hay una diferencia fundamental en el modo que interpretó Freud la constitución de la fobia:
Freud en ese encuentro un día el padre lleva a Juanito a ver a Freud y le dice: “yo antes de
que vos nacieras sabía que iba a ver un chico como vos que iba a querer mucho a su mamá
y por eso le iba a tener miedo a su papá”. ¿Cuando Freud le dice eso le está interpretando
el Edipo que está ocurriendo o le está enchufando algo que no está ocurriendo? La
interpretación de Freud es que Juanito le tiene miedo al padre, hay una ambivalencia y es
amado y es al mismo tiempo odiado. Por lo tanto, para resolver esa ambivalencia que recae
en el mismo objeto, ubica a los caballos y desplaza el temor al padre hacia los caballos.
Lacan considera que Freud le está enchufando algo del Edipo que no está sucediendo. Es
un padre que se empecina en no querer castrarlo porque el padre de Juanito en realidad
aparece casi como un par, como un cómplice.
El padre de Juanito es un padre que no se hace cargo del deseo de la mujer y se
empecina en no querer castrar a su hijo, es decir, no cumple las funciones del padre
en el Edipo. Tenemos el primer tiempo del Edipo, pero no funciona ni el segundo ni el
tercero, especialmente lo que Lacan llamaba el padre real, el padre que transmite la
castración al hijo como una separación necesaria de la madre pero al mismo tiempo, que le
permita con la castración simbolizar el pene real. Es necesaria esa doble acción del padre.
Lacan introduce la idea de que el caballo va a ser un significante que viene a ser una
suplencia respecto del padre, dando vuelta el argumento freudiano. No es que el
caballo encarna el temor al padre, si no que el caballo viene a suplir el temor que el
padre no genera e introduce una tramitación de la angustia y una regulación. Aparece
esta idea de suplencia, es decir, que aún estando el nombre del padre, en el caso de la
neurosis muchas veces también lo que puede fallar es el padre real.
En la asunción de la función viril juega un papel esencial la presencia del padre real. Para
que un niño pueda asumir la función viril va a ser clave cómo juegue allí el padre real. El
padre debe asumir su rol de castrador de manera empírica. El padre castrador solo puede
asumir su rol desde un cierto goce y deseo en relación a esa mujer.
El caballo y también los parapetos marcan para Lacan la construcción de lo que viene
a suplir a ese padre que no opera como tal. Se complica la salida del Edipo y Juanito
lo tramita a través de la fobia. La fobia es una solución neurótica de la
angustia y el caballo se vuelve el significante que reorganiza el mundo simbólico de Juanito
y que le permite pasar de la angustia al miedo.
En la neurosis lo que falla es la función paterna como modo de tramitar un más allá de ese
primer tiempo en lo que se tendría que jugar en el segundo y tercer tiempo del Edipo y eso
nos muestra la dimensión de la angustia en la neurosis.

Seminario 7: Los objetos A en la neurosis obsesiva: el objeto anal y el objeto


escópico. (La clase más mareada que dió el profesor)

Freud ubicaba los puntos de fijacion en los estadíos oral-anal-fálico con los puntos de
regresión. En la neurosis obsesiva el punto de fijación sería anal. Lacan no tiene una
teorización cronológica de los estadios, no lo plantea en estadios evolutivos de la líbido sino
que habla del fantasma. El fantasma es en Lacan lo que en Freud es la fijación y su fórmula
es $<> a, quiere decir la relación del sujeto en todas las formas de relación posibles al
objeto A. Todas las formas de relación posibles implica que a nivel de la pulsión en Freud,
que eran la pulsión oral-anal-fálica, en Lacan son la oral, la anal, pero en la medida que el
falo es trabajado por Lacan como un significante, lo fálico tiene un carácter entre el límite
del objeto A y el significante fálico, es decir, que el objeto fálico no es del todo un objeto A
sino que está en el borde entre el objeto y el significante. (Recuerdan todo lo que vimos del
significante fálico y la significación fálica que vimos en los tiempos del edipo, por eso el falo
no es un objeto como los otros sino que el falo es principalmente un significante, también
tiene algo de la dimensión del objeto principal pero principalmente funciona a nivel de lo
simbólico).
Las que Lacan agrega son la pulsión escópica (la mirada) y la pulsión invocante (la voz),
con lo cual lo que Lacan plantea es: así como para Freud hay un punto de fijación al cual
toda la libido retorna, en Lacan el fantasma funciona como el fantasma fundamental que
es el punto al que retorna la pulsión en su compulsión a la repetición, es decir, la
base de la compulsión a la repetición en Lacan está dada por el fantasma
fundamental, eso quiere decir que todo neurótico tiene su fantasma fundamental, lo
que en Freud era el punto de fijación, y sus síntomas siempre van a remitir a ese
fantasma fundamental. A lo largo de un análisis se trata de ubicar las variables de ese
fantasma fundamental, que justamente a diferencia del significante, no puede ser
interpretado porque está a nivel de la pulsión sino que es construído en un análisis muy
avanzado, teniendo en cuenta que el principio de un análisis se trata de los significantes del
sujeto y su relación con el otro y cerca de los finales se trata de ubicar el punto de
repetición, el punto fantasmático del sujeto.
Lacan ubica los pisos del objeto: lo oral, lo anal, la mirada y la voz. En el centro de ellos se
ubica el objeto fálico. Esto implica que todos los objetos tienen alguna referencia a lo fálico
que los convierte en objetos erotizados. La función del significante fálico es erotizar a
los objetos. Por ejemplo, un objeto anal se erotiza en el pasaje por lo fálico.
Lacan empieza a formalizar el registro de lo real a partir del seminario 7, empieza a trabajar
claramente el registro de lo real en un dimensión que es la de el goce, el goce en Freud es
el más allá del principio de placer. El goce es el elemento de lo pulsional que el principio
de placer no soporta. El deseo está en el plano del principio de placer mientras que el
goce está en el plano del más allá del principio de placer, por lo tanto el goce para el
sujeto se le vuelve insoportable. Es lo que Freud llamaba inicialmente lo inconciliable
para el Yo. Toda la teoría del trauma en Freud tiene que ver con lo inconciliable para
el yo, lo que el Yo no soporta haber experimentado, es un goce que está más allá del
principio de placer.
El registro de lo real es un registro que no entra ni en lo simbólico ni en lo imaginario,
permanece por fuera del significante, es decir, el significante no puede nombrar al goce
porque éste no está en el campo significante sino que está más allá del significante.
Entonces, a diferencia del deseo que se puede interpretar y se puede poner en
significantes, el goce no se puede poner en significantes. Todo lo que Freud ubica del lado
de la pulsión y del lado de la compulsión a la repetición tiene que ver con el registro de lo
real. Dentro de la pulsión en Freud hay una parte que está dentro del principio de placer y
una parte que está más allá del principio de placer. Todo lo que tiene que ver con lo
pulsional está incluido en el goce pero hay una parte de lo real que nunca entra en el plano
de lo simbólico y de lo imaginario, y una pequeña parte que sí entra en el borde entre real y
simbólico que es el objeto A, que está entre real y simbólico porque se ubica a nivel del
fantasma. El fantasma es el elemento que permite que se conecten un elemento simbólico
que es el sujeto con un elemento real que es el objeto, permite esta articulación.
El fantasma tiene tres niveles: uno simbólico, uno imaginario y uno real. La parte simbólica
es la frase fantasmática que Lacan llama axiomas, una frase que no se puede cuestionar,
no tiene un valor de verdadero o falso, sino que es verdadera en sí misma, por ejemplo
“pegan a un niño”. El fantasma es el axioma del sujeto, “pegan a un niño” es el punto de
llegada, detrás de éste no hay nada, es la frase fantasmática para ese sujeto cuyo fantasma
es pegarle a un niño, para otro sujeto puede ser “devoran un pancho” y todas sus
compulsiones a repetición van a volver a “Devoran un pancho” (jajajaja). La frase
fantasmática es el axioma fundamental del sujeto y Freud trabaja esa frase fantasmática
en un fantasma específico que es “pegan a un niño”.
Luego a nivel de lo imaginario tenemos la escena fantasmática es la escena que construye
la frase “pegan a un niño”. Entonces, en esta frase tenemos la escena situada en relación a
alguien que pega, generalmente una persona mayor, con poder y con gusto por pegar, es
decir con goce sádico, y otra persona menor, un niño, que es pegado por esa persona con
un dominio sobre el niño, entonces hay del otro lado un goce masoquista. La escena
fantasmática son todas las formas imaginarizadas de la frase, todo el escenario que se
construye en relación a eso.
El elemento real es el goce o en términos freudianos la satisfacción pulsional. Esa
satisfacción pulsional sin embargo tiene un cuantum que no es soportable por el aparato,
que es lo que queda más allá del principio de placer. No es el quantum soportable para lo
simbólico, no está en el plano del deseo. Si estuviera en este plano podría ser interpretado
porque entraría en el campo del significante, en el campo de el deseo es el deseo del otro.
Cuando estamos en el plano del goce estamos en el plano de un quantum mayor de lo que
el aparato puede soportar.
El registro de lo real entonces tiene que ver con lo que está más allá del principio de placer,
no entra en sí mismo en lo simbólico ni en lo imaginario, no es interpretable ni significante.
Dentro del registro de lo Real está el goce que es un elemento dentro de lo Real, es decir, el
goce no es lo real sino que está dentro de él, así como el significante está dentro de lo
simbólico. Lo Real tiene una parte que nunca entra en lo simbólico que se lo llama Real sin
ley, y otro elemento que sí entra en lo simbólico que es el objeto A, elemento que está
entre real y simbólico. El elemento que podemos tomar en un análisis y con lo cual sí
podemos trabajar de lo real es el objeto A, hay otra parte de lo real que nunca
podemos llegar a trabajar. Hay una parte de lo real que no puede ser tomada por lo
simbólico.
Entonces, real/goce: dos formas de lo real. Dentro del objeto A entre real y simbólico, la
neurosis lo tramita a través del fantasma cuya fórmula es $<> a. El fantasma tiene tres
dimensiones: la frase fantasmática en lo simbólico, la escena fantasmática en lo imaginario
y el goce en lo real.

Quien pone en juego de un modo muy evidente el fantasma a nivel de la clínica es el


perverso, quien en vez de reprimir su fantasma, lo actúa. No tiene la frase fantasmática
reprimida a nivel del inconsciente sino que la actúa y entonces escenifica la escena “pegan
a un niño”, lo ejerce como acto perverso. El perverso entonces realiza la escena
fantasmática, por eso Lacan lo ubica como una estructura diferente a la neurosis porque en
eso el perverso avanza sobre su goce, no se detiene frente al más allá del principio de
placer sino que lo ejerce y cuando lo hace Lacan acuña otro término, sólo para la
perversión, que se llama voluntad de goce, el perverso realiza la voluntad de goce, ejerce
un goce más allá del principio de placer. El perverso en relación al goce no se detiene
como el neurótico, lo cual lo vuelve peligroso. La voluntad de goce implica que el perverso
ejerce el más allá del principio de placer, entonces hace lo que Freud llama malestar en la
cultura cuando el neurótico se detiene ante una ley, el perverso avanza frente a esa Ley, no
se detiene frente al nombre del padre porque tiene un mecanismo que se llama la
renegación del nombre del padre y rompe la ley.

El fantasma en la neurosis está reprimido en su pata simbólica y en su pata real es lo que


Freud llamaba el punto de fijación, es decir, la compulsión a la repetición se va a dar en
relación a este punto de fijación, por eso Lacan lo llama fantasma fundamental porque es el
fantasma central del neurótico a partir del cual vienen las fantasías. Las fantasías son las
fantasías inconscientes que aparecen en un sueño o bajo modo preconsciente, eso son las
fantasías que entran dentro del plano simbólico-imaginario. El fantasma fundamental está
en la base, es lo que está a nivel de la represión primaria, mientras que las fantasías están
a nivel de la represión secundaria.
La fantasía fundamental en Dora es la pulsión oral, la escena fantasmática es la de ella con
el hermano. En este caso la satisfacción pulsional en Dora está en relación al objeto A. Las
fantasías inconscientes en Dora, lo que el fantasma del lado del goce pasa para el lado del
deseo, las fantasías de deseo inconscientes prohibidas para Dora, las fantasías ligadas a la
tos son la “fellatio” y el “cunnilingus”. Freud decia que la fantasía de Dora es una felfellatios
porque tiene que ver con el sexo oral de la sra k hacia su padre, Lacan esto lo modifica y va
a decir que en realidad la fantasía que está en juego en su tos es la fantasía de cunnilingus,
es decir, el sexo oral del padre hacia la sra k. Es importante porque el objeto en la escena,
el objeto A en la escena es la mujer, ella es chupada.
Las fantasías inconscientes pueden ser interpretadas, forman parte de la represión
secundaria.
El fantasma fundamental del hombre de las ratas es la escena infantil en la cual al hombre
de las ratas lo retan, entonces él se enoja violentamente contra el padre y, al no tener
palabras, le dice “eh tu lámpara, pañuelo, plato”. Esa es la furia del hombre de las ratas, su
sadismo, su enojo, y ahí está el punto a nivel del fantasma fundamental de lo que está
reprimido primordialmente que es el sadismo en el hombre de las ratas, la maldad. Sus
fantasías a nivel de la represión secundaria son matar al padre y matar a la dama.
El fantasma fundamental está a nivel del goce, la fantasía a nivel del deseo, sí se puede
interpretar. El fantasma fundamental es el origen de la compulsión de repetición.
La pregunta del sujeto neurótico a nivel simbólico es en relación a los significantes que no
están inscriptos, entonces la histeria se pregunta qué es la mujer, el obsesivo se pregunta
qué es la muerte y el padre. Luego tenemos las respuestas a nivel simbólico, imaginario y
real. Las respuestas a nivel simbólico son las identificaciones, las respuestas a nivel
imaginario son las distintas figuraciones, fantasías, identificaciones imaginarias (por
ejemplo, las respuestas a qué es ser una mujer, serían ser linda, ser como la señora k,
como mi mamá) todo lo que puedo imaginar. A nivel de la real, en intervención sobre la
transferencia, Lacan decía que la mujer para dora es dos cosas: primero el misterio de la
feminidad y luego un objeto imposible de desprender de un primitivo deseo oral. Entonces,
la mujer para dora es primero la pregunta y después la respuesta a nivel de lo real, un
objeto a ser chupado.

Lacan plantea que el objeto anal tiene la característica, a diferencia del objeto oral, que en
el objeto anal se pone en juego la demanda del otro en el control de efínteres del niño que
tiene que ver con domesticar una función del cuerpo a pedido del otro. El aprendizaje del
control de esfínteres es el primer aprendizaje, es la base de todos los demás, es la base de
la entrada del sujeto en el campo de la demanda del otro. La demanda del otro es el
principio de la demanda educativa: siempre hay otro que está pidiendo cosas. El objeto anal
entonces es el que está en relación a la demanada del otro, es el primer aprendizaje. Lacan
dice que lo educativo tiene que ver con la demanda del otro, eso es distinto del deseo del
otro que es inconsciente y no se sabe. En el objeto anal lo que se pone en juego es la
dimensión de la demanda por la cual el elemento de la satisfacción pulsional que está en
juego en ese goce es una satisfacción pulsional relacionada con la demanda, con que el
otro pide. Entonces, en el control esfinteriano se pone en juego que el otro le pide que
expulse y retenga en ciertos momentos, el otro le pide tanto la retención como la expulsión
porque se trata de un aprendizaje, de un ritmo.Se produce una paradoja fundamental a nivel
del objeto anal es que lo esperado por el otro es a la vez un don, un regalo, algo que el otro
espera y festeja y al mismo tiempo es asqueroso, un resto, entonces tiene el valor de un
objheto preciado y al mismo tiempo el valor de un objeto resto. Por un lado es objeto
demandado y por el otro expulsado.
A nivel del objeto A hay dos dimensiones: el hagalma, lo que produce el deseo del objeto a,
y el resto.
Entonces a nivel del objeto anal se produce esa paradoja por la cual ese objeto a la vez es
deseado o demandado y asqueroso. Esa satisfacción pulsional, la satisfacción anal del
obsesivo, tiene la característica de ser una satisfacción a la vez deseada y a la vez
rechazada y prohibida. Entonces siempre a nivel de la neurosis obsesiva la dimensión del
goce tiene esa característica de tener un quantum alto de mucha satisfacción y al mismo
tiempo mucho rechazo de esa satisfacción. Entonces, a nivel de ese objeto en ese
fantasma, se trata de un objeto con quantum alto y a la vez rechazado, este es el punto
paradojal, es un objeto ansiado y rechazado.
El fantasma fundamental obsesivo se ubica en relación a ese objeto a la vez deseado y a la
vez rechazado y eso lleva a que si el obsesivo tiene un fantasma anal se ponga en relación
a la demanda del otro cuando tiene un fantasma anal. A nivel simbólico, el obsesivo se
ubica en relación a la demanda del otro y entonces al ponerse en esta posición se produce
la báscula del deseo del otro y el propio. En esa báscula se pone en juego los dos extremos
a nivel anal que tienen que ver con la retención y la expulsión. A nivel del deseo en la
relación a la demanda del otro estamos en el plano de todo para el otro o todo para mi,
cuando estamos en el plano del goce estamos en el plano donde se trata de la retención
(todo para mí) o la expulsión (todo para mí).
El segundo punto a nivel del objeto anal es la dimensión sádica del objeto anal. O sea,
primero está la dimensión asquerosa del objeto anal, la dimensión de el resto, pero ese
resto a su vez en la medida que es demandado por el otro como el regalo oscila en primer
término entre el regalo y lo asqueroso. Primera dimensión del objeto anal: regalo/resto.
Segunda dimensión del objeto anal: el punto donde el otro demanda se transforma en el
sujeto en una dimensión de dominación: como el otro demanda, el sujeto tiene su
satisfacción a demanda, tiene que controlar su satisfacción por la demanda del otro lo que
se transforma en una dimensión de dominación, el otro lo domina, el otro le pide pero
también le ordena, el sujeto responde a una orden. En esa orden se pone en juego un
dominio sado-masoquista en el cual el sujeto es o bien dominado o bien es dominante.
Entonces, en el plano mismo del fantasma anal y en plano mismo del objeto anal se pone
en juego la pulsión sádica, por eso se habal de lo sádico-anal, por un lado el regalo/resto o
el hagalma/resto, el objeto preciado y el objeto asqueroso, y por el otro lado se pone en
juego el dominado/dominante en el mismo objeto. Por ejemplo, en el hombre de las ratas lo
más predominante es la parte sádica. En otros obsesivos no es ni lo asqueroso ni lo sádico
sino lo masoquista, ser dominado por el otro, y se ubica en una posición de pasividad frente
al dominio del otro y su satisfacción pulsional es el lugar de dominación por parte del otro.
En relación al obejto anal y la satisfacción anal, el tercer rasgo es la ambivalencia obsesiva
que tiene que ver con esa paradoja que hace que sea dos cosas al mismo tiempo, por lo
cual el obsesivo en su fantasma fundamental también está en el plano de la ambivalencia.
El trabajo en relación al fantasma fundamental de obsesivo implica que toda su compulsión
a la repetición a nivel de sus síntomas, todos sus síntomas en el fondo van a tener que ver
con el fantasma fundamental anal, por eso todo el trabajo en relación al hombre de las
ratas pasa por su trabajo en relación a su sadismo, ante las cuales el hombre de las ratas
se defiende con su formacion reactiva y todos los sintomas de la defensa auxiliar (formación
reactiva, aislamiento y alunación). Su punto de satisfacción pulsional es una satisfacción
pulsional sádica, todas sus formaciones reactivas están destinadas a reprimir y evitar esto.
Cuando se encuentra con alguien que representa esa satisfacción pulsional de modo
exhibido y gustoso como es el capital cruel, no lo puede soportar, por eso el punto de
angustia de él porque se encuentra con su propio fantasma fundamental encarnado en otra
persona.
Teórico 8: Fobia parte II

La clase pasada veíamos con Juanito cómo se situaba el punto de angustia que era algo así
como quedar atrapado como objeto del deseo del otro. Que una cosa es, así como decía
Lacan, engañar el deseo del otro, ese deseo que aparecía como insaciable y lo
interpretamos como ser el falo (primer tiempo del Edipo donde imaginariamente ese hijo
colma ese deseo y responde a esa falta). El problema de Juanito es pasar de ser el falo
para la madre a tener el falo bajo esa forma de transmisión simbólica que se pone en juego
a través de la relación paterna, lo que Lacan llamaba el padre real. Este era el que de
alguna manera daba pruebas de tener el falo en relación a la madre y al hijo, un tener el falo
marcado por la castración. El padre es fundamentalmente hacerse cargo de esa dialéctica
entre madre - hijo - falo que desvía el deseo de la madre en tanto mujer hacia el padre, si no
ese deseo se condensa en el hijo. Juanito en ese punto no cuenta con la ayuda paterna,
tiene un padre que se empecina en no querer castrarlo, y por lo tanto Lacan postula una
mirada distinta del caso de aquella que propuso Freud. Para Freud los caballos y la fobia
eran un desplazamiento de la ambivalencia hacia el padre: como el padre es amado y
temido lo resuelve desplazando lo temido hacia el caballo. Para Lacan, en cambio,
este padre no es temido en ningún aspecto, no introduce límite ni separación, y Juanito
se tiene que inventar algo que lo proteja de ese deseo, tiene que suplir algo que el padre no
hace. En la neurosis de alguna manera, si bien está la metáfora paterna, hay algo que falla
con lo que Lacan llama ahí el padre real fundamentalmente, y eso sí nos permite marcar
cuestiones inherentes a la neurosis. Los tres tiempos del Edipo funcionan como una lógica
ideal, pero siempre algo ahí no funciona y la neurosis testimonia de eso.
El caso de Juanito es paradigmático porque irrumpe algo que rompe la estabilidad y que
Lacan llama real, que problematiza la solución imaginaria. Lo real siempre aparece en
Lacan como un elemento no asimilable, que problematiza las coordenadas en las que el
sujeto se movía. Rota esa solución engañosa inicial irrumpe ese punto donde si no está la
ayuda del padre o la suplencia fóbica, el punto es quedar como tomado por el deseo del
otro y donde corre el riesgo de perder su estatuto de sujeto deseante para transformarse en
objeto para el otro.
La fobia puede ser como una plataforma giratoria, dice Lacan, y la fobia frente a ese
punto de angustia es una defensa más elemental que puede ir luego a formas más
sofisticadas como la histeria o la neurosis obsesiva.

Hoy vamos a trabajar qué pasa con el DESEO en la histeria, la neurosis obsesiva y la
fobia. En la fobia el sujeto va a sostener su deseo en esa forma de prevención que implica
todos los parapetos fóbicos. Al suplir al padre en la fobia le permite sostenerse como
deseante y no quedar tomado como objeto del deseo del otro.
Todas las soluciones neuróticas implican de alguna manera que el sujeto no puede poner
en juego algo del deseo en relación a un acto, el deseo queda empantanado, detenido en
su solución neurótica. Lo que vamos a llamar formas neuróticas del deseo son formas
defensivas que introducen solución por una lado y problema por el otro. Esta perspectiva es
la segunda vuelta de tuerca que da Lacan en torno a la teoría de las neurosis (la primera
era la clínica de las preguntas, era pensar que hay respuestas neuróticas. Hay una
pregunta, hay un punto de no respuesta y hay respuestas anticipadas tapón con las que el
sujeto se defiende).
Para dar cuenta de las formas neuróticas del deseo hay que ver como Lacan trabaja la
diferencia entre deseo y demanda, podríamos llamarlo el ternario necesidad - deseo -
demanda. La necesidad como tal quedan profundamente alteradas por la entrada en el
lenguaje. Las necesidades de todos los seres vivos responden a objetos específicos,
tipificados y regulados instintivamentes. En los seres hablantes esto está alterado por el
lenguaje que hace que el deseo humano sea tan particular. La idea de Lacan es que el
deseo es un efecto de haber entrado en el lenguaje pero persiste como una falla dentro del
lenguaje, como algo que marca un desfazaje, que hace que siempre aparezca en diferencia
con respecto a cualquier demanda. Vamos a llamar demanda a todo lo que uno puede decir
y pedir. Demandar es hablar, cada vez que hablamos demandamos algo, aunque sea ser
escuchados. Pero el deseo justamente va a ser una diferencia de cualquier cosa que se
demande. Cualquier cosa que una demande y reciba, nunca cierra esa brecha que
llamamos deseo. El deseo tiene como tal una cierta negatividad. Esa negatividad que marca
esa falta que caracteriza a lo humano. La falta y la causa nos mueve.
Siempre entre el deseo y la demanda hay una diferencia: cualquier cosa que pida y
cualquier cosa que me dan nunca va a responder a esa falta.
Por otra parte, para constituirnos por el lenguaje, primero tenemos que pasar por el deseo
del otro, tiene que haber algo que me aloje en ese deseo y a la vez algo que me separe.
La histeria y la neurosis obsesiva van a tomar diferentes estrategias sobre este tema:
- En la HISTERIA afirma ese enigma del deseo y de alguna manera lo afirma
sabiendo que el deseo se sostiene en relación al deseo del otro. El sujeto histérico
acentúa la relación directa con el deseo, quiere decir que desea ser deseado por el
otro. Se alimenta de ese deseo como un modo de mantener por fuera la cuestión del
objeto. Es deseo de deseo. El sujeto histérico busca producir la falta en el otro,
en un otro que supone que no le falta nada, que está sin barrar. Promueve el
deseo pero a condición de sustraerse como objeto de ese deseo. “Deseo que me
deseen pero que no me agarren como objeto”. Esto promueve el deseo como
insatisfacción pero con la ventaja que promueve el deseo, en vano, pero lo
promueve, y genera enigma. La defensa histérica se apoya en el deseo del otro pero
de una forma sustractiva y suponer que en el otro no hay falta si no que es el sujeto
el que la va a introducir.
- En la NEUROSIS OBSESIVA la estrategia es al revés. Va a ser tratar de aplastar el
deseo sobre la demanda. El obsesivo cree que todo podría ser demandado, que
todo podría ser dicho. El fantasma obsesivo rompe por un lado la dialéctica con el
deseo del otro, va a tratar de afirmar un deseo en contra del deseo del otro, ese es
su problema. Quiere que las cosas sean como él quiere y el deseo del otro, la
intromisión de ese deseo, se vuelve una molestia. Aplasta el deseo del otro y lo deja
en un lugar más burocratizado. El problema es que cuando uno va contra el deseo
del otro también termina matando el propio.
En la neurosis obsesiva si aparece la falta en el otro pero de una manera que parece
que podría ser colmada. Es otro modo de no querer saber que esa falta es
estructural.
Toda la dialéctica del objeto anal gira en torno a la demanda del objeto con la
demanda del otro. Implica que el sujeto ceda algo de su cuerpo valioso porque el
otro lo pide. Es lo primero que se cede por amor al otro, la base de los intercambios.
Lacan va a decir que el fantasma obsesivo es un fantasma de oblatividad. El
obsesivo cree que le puede dar lo que al otro le falta. El punto de angustia para el
sujeto es intentar colmar eso e igual encontrar que el otro tiene una falta.
El obsesivo se tiene que buscar una estrategia para igual poder sostener un deseo y
la estrategia es procurarse un deseo imposible generando un deseo prohibido.
El obsesivo vive pidiendo permiso, porque si lo hace ya no está haciendo lo que
quiere si no lo que el otro le demanda. Y si no me lo da me da el beneficio porque
me da un deseo prohibido entonces no lo puedo hacer.

En los dos casos, tanto en histeria como en neurosis obsesiva, vemos que ambos faltas son
negadas. En un lado porque niega que la falta esté y en el otro caso sí plantea una falta
pero que supone que puede colmarse. Eso plantea que el obsesivo, él mismo se ubica
como un falo también para el otro, que es lo que Lacan va a llamar el “yo fuerte” del
obsesivo. El yo y la consciencia, como el sujeto se ve y como trata de observarse desde
como el otro lo mira son características importantes en la neurosis obsesiva. El neurótico
obsesivo lo que supone que el otro ama en él es la imagen que él le da. Es por eso que
Lacan articula la neurosis obsesiva nos solo con el objeto anal si no también con la
dimensión escópica. El obsesivo trata de que el otro lo vea como lo quiere ver. Esa es
la forma en que el obsesivo trata de colmar la falta en el otro. Ese es el punto
fundamental.
Las dos formas del deseo entonces, el deseo insatisfecho y el imposible, son formas
neuróticas del deseo, son modos de encerrar el deseo en una determinada fantasmática
que cumple una función defensiva pero que lo aleja al sujeto del acto. Tanto en la histeria
como en la neurosis obsesiva terminan deseando en vano.

Seminario 8: (MAI)

Teórico 9: Neurosis y goces.

Vamos a tener que hacer un pasaje por la teoría lacaniana de la sexuación. Podríamos
decir que las fórmulas que Lacan va a introducir las va a llamar sexuación, ya la palabra
novedosa indica que la posición sexual de un sujeto es el resultado de un dato de partida,
es un resultado de un cierto proceso. Y si bien esta conceptualización sobre la sexuación
Lacan la introduce en los años 70, podemos encontrar algunas bases en tanto embrionarias
en los capítulos del Seminario 3 dedicados a la histeria que nos van a servir para abordar la
cuestión, me refiero a los títulos de “la pregunta histérica”.
En ese Seminario lo que quiere distinguir Lacan es la feminización forzada del delirio
Schreberiano que se produce en la psicosis y su diferencia con la pregunta por lo femenino
en un caso de histeria, sobre todo en un caso de histeria masculino. Lacan allí sigue un
caso de un analista que se llamaba Eisler donde comenta el caso de una histeria en un
varón, por eso es que esa comparación especialmente porque la histeria en un varón es la
misma pregunta que está en juego en la histeria de una mujer: qué es una mujer.
En esos dos capítulos es un momento donde Lacan hace algunos planteos cuando viene
comentando este tema y dice en la página 242: Si el conocimiento de la posición sexual del
sujeto no está ligada al aparato simbólico, en análisis el freudismo puede tranquilamente
desaparecer, no quieren decir nada. Es decir que lo que Lacan nos plantea es que lo que
llama posición sexual es un resultado, no un punto de partida. Esto desnaturaliza la
sexualidad humana, no es que nacemos con una sexualidad y con una posición sexual.
Nacemos anatómicamente con genitales, pero la posición sexual depende de un aparato
simbólico. Es decir que acá no tenemos ninguna posición sexuada, es pasando por el
aparato simbólico, si esto no es así el psicoanálisis no tendría sentido: El sujeto encuentra
su lugar en un aparato simbólico preformado que instaura la ley en la sexualidad y esta ley
sólo le permite realizar al sujeto su sexualidad en el plano simbólico. El Edipo quiere decir
esto, lo que Freud desarrolló como Edipo lo podemos leer con Lacan como un aparato
simbólico de sexuación. Está claro que cuando uno lee la teoría del Edipo en Freud es
que hay que pasar por una serie de objetos (madre, padre, etc), por la dialéctica del falo y la
castración, y las identificaciones que se ponen en juego en el Edipo para tener una posición
sexuada. El problema de ese aparato simbólico es que está marcado por una disimetría
fundamental.
Cuando uno lee a Freud encontramos varias cuestiones disimétricas: el primer objeto de
amor edípico para el varón es la madre y el complejo de castración permite la salida de la
relación con la madre, la identificación con el padre (el sepultamiento del complejo de
Edipo). Pero para la niña (y acá está la disimetría) marca que la relación con la madre es lo
pre-edípico, allí en donde el niño sale del Edipo, la niña recién entra con el padre. Hay más
disimetrías en Freud porque implicaba un cambio de zona erógena. De todos modos para
Lacan en definitiva la disimetría fundamental no se remite solamente a esto, sino que la
disimetría está en lo simbólico. Lo simbólico que plantea una disimetría porque lo simbólico
significa las posiciones sexuadas a partir de un único elemento que es el falo. Ya Lacan va
a plantear algo que desarrolla mucho en los años 70 y que da una lectura novedosa en la
cuestión de lo femenino en el psicoanálisis: Hablando estrictamente, no hay simbolización
del sexo de la mujer en cuanto tal. Es decir que la simbolización se hace, si se hace a partir
del falo, y ese es un problema no de las mujeres sino de lo simbólico porque lo simbólico
opera bajo la lógica presencia/ausencia que es lo que Freud descubrió en las teorías
sexuales infantiles. Lo simbólico es lo que introduce la falta, introduce un “debería haber
algo” donde no lo hay. Entonces Lacan dice que lo imaginario está tomado dentro de lo
simbólico y eso por un lado lo plantea diciendo que el sexo femenino tiene un carácter de
ausencia, de vacío, de agujero. Y en el sexo masculino hay algo que tiene en lo imaginario-
simbólico un carácter provocador y plantea una disimetría esencial: hay/no hay,
presencia/ausencia. Es así como lo simbólico introduce las diferencias y se apoya en lo
imaginario, en la imagen del cuerpo. Ya en 1957/8 Lacan ubica la posición sexual como
resultado del aparato simbólico, ese aparato simbólico está marcado por una disimetría
significante que simboliza en esos términos y esta idea que ya está acá como que lo
femenino está más allá de lo simbólico. Esto último va a ser un punto esencial de los
desarrollos posteriores de Lacan, la disimetría en la histeria.
Cuando trabajamos las nociones introductorias a principio del año hacíamos referencia a los
dos efectos del lenguaje, ubicábamos autoerotismo y narcisismo. En el pasaje del primer
efecto al segundo efecto lo ubicábamos con la metáfora paterna, es decir, con el Edipo. Ese
segundo efecto del lenguaje entendido a partir de la metáfora paterna, de la carretera
principal del nombre del padre implicaba cierta regulación del goce de la relación de los
objetos fantasmáticos con los objetos de amor. Ahora vamos a dividir: Edipo y Más allá del
Edipo.
Cuando Lacan en el Seminario 3 nos dice que lo femenino está por fuera de lo simbólico es
lo que ubica como más allá del Edipo que no quiere decir sin el Edipo, el “más allá”
involucra lo que es superada, es algo que supera los límites de lo edípico. Es un modo de
decir que lo femenino no se reduce a la lógica del falo/castración, lógica en la cual toda
mujer también en tanto hablante y neurótica también está tomada en esa lógica, pero sí nos
indica que hay algo en ella que va más allá, que es lo que Lacan va a trabajar como
femenino y goce femenino. En la historia del psicoanálisis uno encuentra que efectivamente
Freud empezó dilucidando lo que en una mujer está dentro de la lógica de falo/castración, lo
hizo porque parte de una experiencia tratando de teorizar en los pacientes que tiene.
Empieza a tratar de estructurar una teoría de lo femenino en función de lo que escucha de
sus pacientes histéricas. En la histeria esto va a tener un lugar fundamental y es coherente
que Freud se haya detenido en eso. Freud se da cuenta de un primer problema porque no
le queda tan claro como le queda en la línea del Edipo con el padre, fundamental en la
histeria porque la última definición de Lacan en la histeria es que el sujeto histérico se
sostiene en un armazón del amor al padre que no es exento de conflictos. Freud hizo una
primera teoría de lo femenino basada en la clínica de la histeria, en la lógica edípica y
suponía que si la niña entra por la castración allí por donde el niño sale… cómo sale
entonces la niña? Se encuentra con un problema por el punto verdadero de salida de eso, si
lo que era la puerta de salida para uno termina siendo la puerta de llegada de ella. Después
dice que hay tres salidas distintas:
1) El complejo de masculinidad que llevaría a una especie de identificación con el padre,
con lo masculino. Quedaría tomada en la reinvindicación fálica y en la competencia fálica.
2) Inhibición de la sexualidad, un rechazo de la sexualidad.
3) Buscar el falo a través de un hombre en la forma de un hijo.
Son todas salidas que de alguna manera están enmarcadas por el falo y la castración, la
idea de que finalmente encuentra el falo bajo la forma de un hijo. Si bien Freud y la mayoría
de los textos se sitúa en eso, él sigue insistiendo que eso no es todo, que eso no explica
todo de lo femenino, que sigue habiendo algo que ubica como un enigma. Ese enigma es lo
que Lacan va a desarrollar como “más allá del Edipo”. La teoría freudiana se centra en esto
que es válido pero no es todo y él lo vio. Ahora podemos entender porqué para la histeria es
por lo femenino en tanto que está más allá del Edipo y de lo simbólico como tal. Una
fórmula sirve para resumir o comprimir todo un desarrollo argumentativo.
Esto marca mucho la posición sexuada que tampoco hay que confundir con identidades
sexuales que es otra cosa, sino que la posición sexuada implica cierta posición en relación
al goce. Del lado “hombre” el sujeto se constituye como deseante en esta lógica
falo/castración y esto hace que la posición masculina se caracteriza por tratar de abordar el
otro sexo a través de su fantasma. La posición masculina está determinada por el fantasma
y por abordar a una mujer desde ese punto buscando el objeto. No quiere decir que de esa
posición una mujer obtenga algun goce específico, eso es más bien lo que busca un
hombre, lo que Lacan va a llamar la perversión polimorfa del macho, es su fantasma. Los
fantasmas masculinos se caracterizan por recortar el cuerpo de las mujeres, recortar ciertas
zonas selectivas que despiertan el deseo masculino. Esto es como una fetichización del
cuerpo de una mujer que realiza el hombre fantasmáticamente. Las flechas marcan que lo
que busca uno en el otro no es necesariamente de lo que el otro goza, porque las fórmulas
de la sexuación parten de la idea de que no hay relación sexual, no hay
complementariedad. Si hubiera complementariedad uno busca en lo que otro quiere poner
en juego, los dos gozarían de lo mismo y daría un acople armonioso. Esto es lo que intenta
suplir la ausencia de relación sexual. De este lado también escribe el falo, es decir que la
posición masculina está fuertemente marcada por el fantasma y el falo, resultado del pasaje
por el Edipo. Su castración o su falta la responde fantasmáticamente y se define en relación
a lo que podríamos llamar el goce fálico que está muy marcado por lo simbólico.
Del lado de lo femenino o del más allá del Edipo Lacan escribe un LA tachado para marcar
que no hay el universal de lo femenino. Esto quiere decir que del lado masculino tenemos
más como una regularidad en los modos en que el sujeto se relaciona con el goce, con el
falo, con el fantasma. Los hombres están cortados con la misma tijera de la castración y
funcionamos de un modo más previsible en cuanto a nuestro goce fálico y en los modos en
que eso se simboliza en el cuerpo, en la sexualidad, en la lógica de como se localiza ese
goce en el cuerpo con una localización evidente con unos ciclos que se ubican muy bien en
el comienzo y el final. Lacan trabajó en el Seminario 10 el ciclo de la erección que marca
muy bien que el goce masculino de la lógica fálica tiene un punto clave de finalización que
es evidente. Funciona de manera discontinua, medible y contable: se pueden contar los
coitos, eso es bien simbólico, se puede decir que empezó y que terminó. En cambio,
cuando en la historia del psicoanálisis se tuvo que trabajar el tema de lo femenino se
encontraron con un problema, por ejemplo la cuestión de que en la mujer podría haber dos
tipos goces distintos: bajo la forma de que habría un goce clitoridio que sería muy similar al
del varon, con esa misma lógica; y la idea de un goce vaginal, que era la idea de que se
tenía que pasar de una zona a la otra o coexistir estos dos tipos de goce. Lacan resuelve de
una manera sumamente original y distinta, va a decir que es un error querer buscar una
localización de ese otro goce de manera análoga a como se hace con la cuestión fálica
porque más bien ese otro goce no involucra ni tiene las características del goce fálico, no es
localizable, no tiene un lugar único en el cuerpo donde situar, no tiene necesariamente esa
forma de un principio y un final claramente delimitado. En el Seminario 20 Lacan lo compara
con algunos éxtasis místicos, del éxtasis de Santa Teresa que es una escultura del escultor
Bernini que muestra un momento de éxtasis en relación a todo el cuerpo donde se la puede
ver con la cabeza inclinada y la boca entreabierta como algo que la invade en todo el
cuerpo y es así como ella lo describe porque la escultura está basada en las escrituras
donde ella comenta un éxtasis que siente en su cuerpo pero del que no se puede decir
mucho salvo que lo sienta. Decir mucho es ponerle palabras, es recortar, el lenguaje
justamente recorta y localiza. Justamente acá hay algo que escapa a esa lógica, algo que a
veces se puede sentir como oleadas, como algo que recorre el cuerpo pero que no tiene la
precisión del goce fálico.El LA tachado marca, por un lado, que no hay universal de lo
femenino a diferencia de los hombres donde parecería que hay una mayor uniformidad con
ciertos matices, pero aparece una uniformidad, mientras que del otr lado encontramos que
cada mujer es excepcional, no se caracteriza tanto por lo que se parece a la otra sino por un
modo distinto de relacionarse con esto. El goce femenino no tiene que ver con el lenguaje,
está más allá del lenguaje, por eso Lacan lo ubica con este matema que siempre Lacan
escribe lo que marca los límites, lo que no puede decirse, donde en lo simbólico no hay
respuesta. La pregunta histérica es por lo femenino porque es el punto donde lo simbólico
no da respuestas, sólo da respuestas fálicas. No nos da una verdadera respuesta, no hay
una última respuesta por lo femenino y eso es lo más interesante, lo que hace a la
singularidad de cada mujer.
Pero más allá del Edipo obviamente una mujer también está dentro de la lógica fálica, en LA
mujer con el LA tachado que barra el universal salen dos vectores divergentes: uno que
está dentro de su propio campo y donde ese goce femenino está más allá de la relación con
un hombre y el punto donde sí en la mujer puede haber y hay una relación con el falo que
puede buscar en un hombre o con un hijo. Del lado femenino tenemos una duplicidad o una
relación a dos tipos de goces distintos: goce fálico y goce femenino. ¿Qué características
tienen estos dos goces? Para un hombre, en general, el ejercicio del goce fálico lo sostiene
en su identidad y esto lo vemos en la clínica masculina cuando los hombres se ven
impedidos de funcionar fálicamente. Un caso de impotencia masculina, eso lo pone en
cuestión como hombre, lo pone en cuestión en su identidad. Al contrario, decimos que el
ejercicio del goce fálico lo afirma en su identidad masculina. Muchas veces encontramos
que cuanto más coge un hombre, más hombre se siente porque se afirma en su identidad.
En cambio, del lado femenino lo que encontramos muchas veces en la clínica es que el
encuentro de una mujer con el goce femenino no produce identidad sino que produce
alteridad. Es decir, sentirse otra o desconocerse. Como lo femenino está más allá de lo
simbólico, a las mujeres o al goce femenino se lo maldice, se lo insulta y no se lo puede
decir bien. Es mal dicho por muchas mujeres, cuanto más histérica, más se maldice eso. Da
alteridad más que identidad y lo voy a mostrar con un ejemplo: una mujer que estaba
casada hace varios años, tenía un par de hijos, se había casado con su novio de la juventud
y único hombre con el que estuvo toda su vida. En una determinada circunstancia de trabajo
conoce a otro hombre y empieza a tener una relación de cierta amistad que deviene en una
relación de amantes. Esta mujer que siempre había sido fiel a su pareja y que decía con
respecto a la sexualidad de su pareja una “normal”, que no estaba mal. Conoce a este otro
tipo porque es interesante porque ella empieza a sentirse extraña frente a este otro tipo y se
pregunta empieza a hacer cosas más arriesgadas para verse con este otro tipo. Ella
empieza a comentar en análisis que está angustiada porque no sabe si no sabe si se está
volviendo loca o me estoy emputeciendo, porque no se reconoce en lo que siente que le
pasa con este tipo. Al mismo tiempo no podía dejar de hacer lo que estaba haciendo, se
sentía otra, ella se reconocía cuando estaba en la lógica fálica. Cuando ella comenta la
diferencia de lo que le pasaba con el marido decía que tenía esa buena sexualidad que
consistía en que el tipo era atlético, en cambio, este otro tipo no pasa por ahí ni es una
escena de tipo película pornográfico. La cuestión pasa por cómo este tipo me habla, no
hace grandes destrezas sexuales, sino que es el modo en que él me habla. Por eso Lacan
dice que hay una gran diferencia entre el acto de amor y el hacer el amor: el acto de amor,
coger, es el ejercicio de la perversión polimorfa del macho; en cambio, hacer el amor es
poesía porque la poesía es forzar el lenguaje para tratar de bordear lo que no puede
decirse. Mientras que el acto de amor va por ese lado, la poesía va más cuando un hombre
puede bordear algo de eso en la mujer. Esto ha sido poetizado porque Santa Teresa
además de ser una mística católica y que tuvo esas experiencias escribía poesías y escribió
una donde comenta sus éxtasis de manera poética bordeando esto. El ejemplo que yo les
daba de esa paciente que maldecía el encuentro en su cuerpo con sensaciones distintas a
las había tenido hasta ese momento con su pareja en la sexualidad, es la idea de un
enloquecimiento, algo que venía a perturbar el orden en el que ella se había movido y la
aventuraba a algo que no sabía qué consecuencias podía tener para su vida, lo vivía con
cierta angustia. Lo que vamos a encontrar, y en esto la histeria va a ser fundamental, es que
puede haber conflicto con ese otro goce. Un modo de vivirlo, de rechazarlo, de no querer
saber nada con eso. Especialmente la histeria nos va a dar cuenta de algo de esto porque
la posición histérica que se pregunta por lo femenino, que lo hace desde el lado masculino,
hecha desde la visión o perspectiva de los hombres y por eso Lacan dice que se pregunta
para no llegar a serlo. Lo que Lacan llamaba tempranamente la identificación viril en la
histeria.
Acá vamos a entender ahora porqué Freud al abordar lo femenino desde la histeria lo hizo
desde esa perspectiva porque muestra eso: se pregunta por lo femenino desde una
posición masculina, porque hay una respuesta sostenida en el padre y en el Edipo. ¿Qué
saben los hombrs del goce femenino? Nada. Lo único que encuentra ahí son los fantasmas
masculinos, la respuesta de Dora es que es un objeto a ser chupado, un objeto oral. La
histeria es entonces una pregunta por lo femenino que queda empantada en la lógica
masculina edípica y atada al padre, a la idea de que el padre tendría que dar una respuesta
por lo femenino. Dijimos que la disimetría edípica hacía que la niña en esa primera relación
con la madre tenía que pasar al padre. Es como si dijera que la respuesta que le dio la
madre se la tiene que dar, el padre la tendría que hacer mujer, tendría que resolver todo. Y
no puede resolver todo porque decir que es más allá del Edipo es decir que no hay padre de
lo femenino. Que querer aplastar lo femenino desde el lado edípico y del lado del padre es
el problema de la histeria que la pone en una posición conflictiva con el goce femenino y
queda entrampada en esta lógica. La lógica del fantasma confunde lo que son las
posiciones sexuales en creer que la posición masculina es activa y la posición femenina es
pasiva. Ese es el equívoco que produce la fórmula fantasmática, confundir lo femenino y
masculino con lo activo y pasivo que es el par de los lugares fantasmáticos.
Entonces, para Lacan una mujer no tiene un goce específico en encarnar el objeto deseado
para el hombre fantasmáticamente, pero puede consentir a esa posición como parte del
juego. Puede consentir a esa posición como parte del juego en relación al deseo del
hombre, pero eso no quiere decir ni que eso define a la posición femenina ni que el goce
femenino se basa en ser un objeto para el hombre. Es más bien como si fuese un disfraz
para jugar el juego pero no identificarse a eso, y saber que su goce está más allá de eso.
En cambio, para la histérica, la primera hipótesis de Freud con respecto a la teoría del
trauma en dos tiempos el trauma pasivo y displacentero era quedar en una posición pasiva
frente al otro que Freud supuso como un trauma efectivamente acontecido para pensar el
por qué de cuando una histérica queda en posición de estar ubicada como objeto del deseo
del hombre, rechace esa posición. Tomemos el ejemplo de Dora con el señor K en donde
busca despertar el deseo pero cuando queda en esa posición se sustrae porque equivalía a
quedar en una posición pasiva frente al deseo del otro. El sujeto histérico no puede vivirlo
como parte de un juego en relación al deseo, sino que lo vive como un sometimiento, como
una posición pasiva. Hay un rechazo de esa posición porque la lee desde la perspectiva
fantasmática masculina. Es decir que eso lo lleva al deseo como sostener el deseo y la
insatisfacción, porque la satisfacción del deseo aparece superpuesta a la realización del
fantasma donde quedaría en posición pasiva. Por lo tanto, la insatisfacción es lo que marca
a la posición histérica y eso Lacan lo teoriza luego como que la insatisfacción pasa a ser
una forma de goce, lo que llama el goce de la privación. El goce de privación es privarse,
obstaculizar su funcionamiento sexual en relación con un hombre, no puede soportar tener
ese lugar de objeto. Hay distintas maneras de sustraerse, no es solamente al modo Dora
dando un cachetazo, a veces es insensibilizando el cuerpo. Esas mujeres que tuvieron
relaciones sexuales pero no sintieron mucho, bajo la forma de una ausencia, de gozar de
privarse. Podemos encontrar desde mujeres que la instatisfacción las lleva a un punto de
soledad dejando de lado su sexualidad y la relación con los hombres, sentirse
decepcionadas de los hombres. En otros casos la insatisfacción puede multiplicar los
partenaire, es la mujer que busca EL hombre y lo que encuentra es que están todos
castrados, cortados por la misma tijera. Estaría buscando El hombre que sería el padre, la
histeria queda atrapada en el Edipo y en el amor al padre. Buscando al hombre que no
estaría castrado, que no sería un boludo igual que los otros y la ilusión de haberlo
encontrado, pero lo castra también. La histérica goza de la instatisfacción, el goce no es
solamente hacer algo que da una gran satisfacción, sino también puede ser privándose de
algo, vivir privándose de algo, de un vínculo amoroso y sexual con un hombre que sí vaya
castrado, y que no hay El hombre que la haga LA mujer.
Lacan va a optimizar un tipo de notación lógica, símbolo que se usa en la lógica para
formular algo que se llaman cuantificadores. Cuantificador se escribe como una A
invertida, esto en lógica quiere decir “para todo”, que refiere al cuantificador universal. Indica
que todo aquel que se inscribe de este lado (X) queda regulado en su goce por la función
fálica. En lógica para formar un conjunto universal algo se tiene que exceptuar para que eso
funcione y se escribe con una E mayúscula invertida especularmente para decir que existe
uno que está por fuera de esto y eso se inscribe con una rayita arriba de la función que en
lógica es la negación. Es un modo de formalizar no solo la teoría del Edipo en Freud y la
castración, sino también la teoría de Freud de Tótem y Tabú, existe uno que está afuera y
transmite esa función a todos los demás. El que arma el conjunto es el padre y todos los
demás quedaron inscriptos en la lógica fálica.
Seminario 9: La sexuación.

Lacan va a trabajar la sexuación, es decir, cómo hombres y mujeres se ubican de uno y otro
lado de la sexuación.
Lacan en el seminario 5 había ubicado dos modos de ubicarse en relación al único
significante que se describe del lado de la sexualidad que es el falo. En ese seminario
ubicada dos modos de posicionarse en relación al falo y en el seminario 20 lo retoma como
dos modos que no implica el sexo biológico.
Lacan dice que la identidad de género en realidad es el significante, es el hecho de que se
nombran hombres y mujeres como significante, y en tanto se nombran como significantes
se identifican de un modo u otro en relación a un semblante.
Hay un “error común” que es creer que aquello que designa la cultura es un ser y no un
semblante. Un semblante es un compuesto simbólico imaginario. Si decimos un hombre,
todos sabemos qué es un hombre, bueno, eso es un semblante porque hay un significante y
una significación de lo que sería ser un hombre. Un semblante es un modo de revestir lo
que estaría del lado del ser (ser hombre o ser mujer) se reviste con un semblante. El “error
común” es creer que lo que el otro de la cultura designa como hombre o mujer
implica SER hombre o mujer, el error es CREERSE el semblante. El punto es que de
que te nombren hombre o mujer a SER hombre o mujer, osea inscribirte de un lado o del
otro de la sexuación, para eso hay que pagar el precio de la pequeña diferencia que es la
castración. Osea que para que un sujeto se ubique en una posición sexuada debe pasar por
la castración.
Primer paso: naces, el otro te pone la bata rosa o celeste, te llama pepito o pepita. Ese es el
error común, creer en el semblante. Pero Lacan plantea que para habitar ese semblante e
inscribirse en relación a la sexuación, cada uno debe pasar por la castración. Lacan en
varios lugares del seminario 5 va ubicando modos de posicionarse en relación al género
según la elección de sexual a nivel ICC. Él plantea como un sujeto a partir de los tres
tiempos del Edipo y de la elección del fantasma, sale del Edipo ubicado como heterosexual,
como homosexual, bisexual, transexual, etc. Lacan plantea que es una elección ICC. Lo que
ahora conocemos como la autopercepción de género. La autopercepción implica dos
elementos:
- El yo consciente, que percibe un deseo.
- El sujeto que se ubica en una posición de enunciación.
Lacan plantea, antes de la sexuación, cómo a nivel ICC se produce esa elección. El yo
CC en cierto momento se entera de una elección que fue producida mucho tiempo antes. La
autopercepción quiere decir entonces que percibo que deseo tal cosa, pero entonces
¿cómo se constituyó ese deseo? Eso es parte de la elección ICC.
Lacan plantea una diferenciación entre la elección sexual y la identificación a nivel
identitario. Una es lo que te gusta y otra es a lo que te identificas y Lacan tiene una frase
que dice “la identificación se cristaliza en una identidad”. Te identificas y eso en cierto
momento se cristaliza, se fija en una identidad. Esas identificaciones se producen a lo largo
de los tiempos del Edipo y Lacan lo que ubica es que el tercer tiempo del Edipo (el de la
identificación de los títulos fálicos) es el momento clave para esas identificaciones. A partir
de ahí se produce la identificación a nivel de la identidad y por otro lado lo que determina
aquello que te atrae a nivel del deseo, pero para terminar eso que te atrae a nivel del deseo
está por un lado este tercer tiempo del Edipo y por otro lado el fantasma en relación a cuál
es el objeto de la pulsión que se elige. Lacan ya diferenciaba así a la elección sexual de
la identificación que da la identidad. Y es fundamental que ubicaba que eso se daba
de manera ICC antes de la autopercepción. El género está del lado del semblante.
Habitar esos semblantes no dice nada sobre los modos de goce sexuado y entonces ahora
vamos a trabajar los modos de goce sexuado.
Lo que vamos a agregar ahora al goce fantasmático son los modos de goce sexuados.
Venimos hablando del goce pulsional y ahora vamos a hablar de otro goce, que no es el
pulsional, si no que es el goce sexuado. El goce pulsional se produce en torno al objeto A y
el goce sexuado se produce en relación a la función fálica.
Lacan va a ubicar a nivel del goce dos posiciones de goce sexuado (acá no está hablando
de género ya que ahí estaría hablando sobre el semblante). Para esto Lacan hace una
construcción lógica a partir de construir los dos pisos de la sexuación hay que pasar por la
lógica aristotélica. Lacan modifica la lógica de Aristóteles para llegar a la lógica de la
sexuación en relación a la función fálica:
- Goce del lado hombre: existe uno que no está castrado (el padre), que no está
incluido en la ley, que no pasa por la función fálica. Por consecuencia eso implica
que como hay uno que está por fuera, todos los demás están por dentro de la ley.
Eso implica que un sujeto sea del sexo biológico que sea, se inscribe del lado
hombre.
Cuando hablamos del modo de goce tenemos que cuando alguien se inscribe
del lado hombre todo su goce es fálico.
- Goce del lado mujer: acá es donde Lacan hace una torsión de la lógica de
Aristóteles y agrega el “no todo”. Del lado femenino Lacan ubica una negación. No
hay una excepción como lo es el padre. Que no haya una excepción implica que no
hay medida, un límite. Como no hay medida eso se puede infinitizar.
Como no hay excepción a la regla esto implica que del lado del goce de la
mujer no todo el goce femenino pasa por el falo.
Todo su goce no es fálico y eso quiere decir que desde su lado hay un goce
que excede lo fálico, un goce más allá del falo, Otro goce.

Lacan plantea que quien se inscribe del lado femenino tiene dos goces: el goce fálico y el
otro goce que excede lo fálico, y esos dos goces pueden funcionar articulados o
independientes. Articulados funcionan bien pero independiente enloquecen a una mujer, lo
que Lacan ubica como la locura femenina. Del otro lado, el goce todo fálico, cuando
funciona absolutamente del modo fálico (sin articulación con la pulsión) embrutece a los
hombres. Con lo cual Lacan ubica como la tendencia de cada lado de la sexuación de la
tendencia de los hombres de embrutecerse como un animal y de las mujeres a
enloquecerse.
Del lado todo fálico: es un goce que se ubica en relación a la palabra, se puede decir. Es un
goce que como tiene un punto de capitón es un goce con límite. Es un goce que en tanto
tiene su punto de excepción, es un goce medible, se puede ubicar y está regulado
pudiéndose acotar o frenar ese goce. Es un goce localizado en el cuerpo, del lado del
órgano genital pero también puede ser otra localización en el cuerpo.
Del lado no todo fálico: es un goce indecible, no pasa por la palabra, se siente pero no se
puede decir. Es un goce sin límite, lo cual no implica que es infinito, si no que es
infinitizable. Es un goce que como no tiene medida es un goce que puede estar
desregulado. Y por último, está deslocalizado, es decir ese goce no se ubica en una parte
del cuerpo, sino que se ubica en el cuerpo en general.
Seminario 10: La sexuación parte II.

La función fálica implica un goce fálico y un goce por la castración también. En la fórmula
existe uno cuyo goce no pasa por el falo y la castración y ese es el padre, que tiene un goce
ilimitado. Cuando alguien se ubica del lado hombre se ubica en relación a este para todos
porque hay uno solo que está en la excepción. Esto quiere decir que todo su goce pasa por
el goce fálico y que todos los que se ubican en lado hombre se ubican en relación exclusiva
a ese goce. Ese goce fálico incluye el goce en relación al objeto A. Del lado femenino no se
inscribe la excepción, no está el uno que no y no está el para todos. Esto quiere decir que
no todo el goce pasa por el falo o por la función fálica y la castración. Esto implica que el
goce es no todo fálico, eso quiere decir que quien se inscribe del lado mujer, tiene un goce
divido entre goce fálico y Otro goce. Del lado mujer, si una mujer se inscribe ahí quiere decir
que no todo su goce es fálico si no que se comparte y que por otro lado, no se puede hacer
un conjunto cerrado de todas las mujeres ya que a medida que no pasan todas por el goce
fálico el modo que se inscribe el goce para cada mujer es distinto. Por eso Lacan dice que
no se puede escribir la mujer, porque la mujer sería la idea de que hay un conjunto, un para
todos, que se inscriben en relación a una propiedad.
El goce femenino es un goce que se puede sentir pero que no se puede decir. Cuando se
siente se sabe de ese goce pero no se puede transmitir. En el caso de la histeria esto
funciona como el elemento del lado femenino que produce el enigma en relación a la otra
mujer. Dora, por ejemplo, lo que percibe en la señora K es el acceso de la señora K a
un goce que Dora no entiende y por eso se preguntá qué es una mujer. Dora percibe
el acceso a ese goce pero es un goce del cual la señora K tampoco podría enseñarle.
Y es un goce además que no se puede adiestrar. Una última propiedad es que ese goce es
un goce contingente. No es un goce que se pueda provocar ni buscar.
Del lado hombre se inscribe en esa función haciéndose uno entre otros. Esto implica que
del lado hombre siempre va a estar en juego la lógica de la rivalidad fálica. El punto de esta
rivalidad que implica del lado hombre toda la cuestión de la competencia y la conquista.
Como se trata de un todo se pone en juego una competencia porque hay un atributo que
hace que todos se inscriban en relación a ese universal, entonces lo que puede pasar es
que haya más o menos en relación a ese universal: más hombre, menos hombre. Ese
atributo único produce además cierta brutalidad del lado hombre, cierta cosa muy simple. El
hombre se identifica al atributo de otros hombres, en esa dimensión es muy importante el
padre y los títulos paternos. Rivalidad y competencia con el padre, más evidente aún en la
neurosis obsesiva. En el pasaje del padre al hijo en el atributo fálico siempre hay algo del
orden de la herencia.
Del lado mujer, Lacan plantea que una mujer se inscribe como mujer de un modo que no
tiene modelo, entonces cada mujer se la tiene que arreglar e inscribirse a su modo, de un
modo que no es universal y que no se enseña. Cada una es singular y no rige el “para
todas”, es más bien una por una. En ese punto Lacan le da un valor muy importante a lo
femenino ya que por un lado tiene acceso a un goce que los hombres no tienen y por otro
lado que no se puede hacer un conjunto de las mujeres y por otro lado también el elemento
del lado misterio del goce femenino, del lado de lo indecible, que implica un goce que no se
puede decir. Es un misterio para los otros pero también para la propia mujer que se inscribe
en ese lado.
En el lado inferior de la fórmula, Lacan va a plantear del lado hombre y del lado mujer lo que
hay entre los dos es una raya, el muro de la no relación sexual. Entre los dos goces no solo
no hay complementariedad, si no que no hay comunicación entre los dos goces y por eso es
que no hay relación sexual. Lacan dice como de un lado del goce se pasa al otro lado en el
sentido de hacer relación a pesar de que estructuralmente no la hay. Es decir, como un
hombre, como el que está inscripto del lado hombre se relaciona con el que está inscripto
del lado mujer y como viceversa. Tomando ahí solamente dos modos de goce que no
determinan el género.
El lado hombre tiene dos términos: el sujeto barrado y el falo. Eso implica que el lado
hombre se sostiene en el lugar del sujeto deseante (el sujeto barrado) y por otro lado se
sostiene en el falo, aquello del cual su goce está inscripto. Salta el muro ubicando a una
mujer o ubicando lo que está del otro lado al modo del objeto de su fantasma, un objeto A. Y
al ubicarla de esa manera se produce la fórmula (sujeto - flecha - A) y solo en esta medida
puede abordar a una mujer. Si no, el hombre se queda en una posición de amor imposible y
platónico. Sólo puede abordarla sexualmente si la ubica como objeto del fantasma. Si no,
dice Lacan, el hombre se queda solo en el lugar del falo en el cual el hombre se puede
quedar solo con el goce fálico sin abordar a una mujer, solo con el goce masturbatorio.
Cuando hay pasaje al otro lado solo es posible si el hombre ubica a la mujer como
causa de su deseo y allí puede abordarla sexualmente ubicándola en el fantasma.
Esto implica que para la elección de hombre a una mujer, esa mujer debe tener para ese
hombre los rasgos de su fantasma. Esto implica por otro lado, que en ese ubicarla como
causa de deseo se pueden producir dos cosas: si entra en el plano de la sublimación (ya
que el objeto A se puede sublimar, como el real más inalcanzable) y a quien esté ubicada
en ese lugar de causa de deseo se la puede idealizar absolutamente y se puede entrar en
un amor de esa manera, en sentido de amor pasional hacia esa persona que entra en lugar
del objeto A idealizado. Pero al mismo tiempo, en la medida que se ubica en ese lugar de
objeto A también se puede degradar, y volverse objeto resto. Así se ubica del lado hombre
una propiedad sintomática en el deseo del hombre que es la división que Freud señala en la
degradación de la vida erótica entre la mujer idealizada y la mujer degradada y que solo se
la usa en el sentido del deseo sexual. Entre la madre y la mujer degradada.
La mujer se ubica en el lado de LA mujer barrada, y en su modo de saltar el modo y de su
goce tiene tres modos de goce:
- Una parte de su goce es fálico, y se ubica del mismo lado que el hombre. Una mujer
también puede ubicar a un hombre en sus dos formas de uso, degradado o
idealizado. En ese punto una mujer se coloca durante un rato como un hombre.
- El LA que va hacia el falo implica un elemento importante que es como elige una
mujer a un hombre a título de falo. Un hombre elige a una mujer como objeto de
su fantasma. Una mujer elige a un hombre a título de falo y no como objeto de
su fantasma y cuando no desempeña más esos títulos fálicos, cae.
- La tercera flecha va del LA al S barrado y es propiamente femenina, separada de la
dimensión del falo. Las dos primeras flechas el goce femenino es la parte fálica, en
cambio en esta tercera flecha es la parte que se separa del goce fálico, es el goce
suplementario. Va del LA a los significantes que faltan en el otro y en ese sentido lo
femenino tiene la posibilidad de conectarse con algo que va más allá de las palabras
y que no va ni por el lado del objeto del fantasma ni por el lado del falo, si no que es
una conexión indecible y esa conexión es amorosa. Lo amoroso puede dar acceso a
ese goce por fuera del falo, en el sentido de un goce mucho mayor.

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