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Sheryl Acevedo 1855338

LATINOAMERICANISMO: UN PASO DEL ORIENTALISMO DE EDWARD SAID


AL IMAGINARIO LATINOAMERICANO QUE HA SIDO CONSTRUIDO POR
HOLLYWOOD VISTO DESDE BREAKING BAD

Occidente se ha caracterizado, a menudo, por ser quien ha escrito la historia y quien ha


tenido el orden del discurso, ya que termina por arrebatar la facultad de tener voz sobre los
hechos a los otros, y todo ello es debido a que han sido ellos los que han conquistado
pueblos e impuesto su poder en medio del proceso de colonización que toma como víctimas
a quienes no tienen una cosmovisión que congenie con la de ellos, espor esto que lo que
Edward Said denominó como orientalismo tuvo validez frente a muchos ojos sin cuestionar
la posición planteada por quienes lo construyeron:

En una visita que hizo a Beirut durante la terrible guerra civil de 1975-1976, un
periodista francés, profundamente entristecido, escribió refiriéndose al devastado
centro de la ciudad: «Hubo una época en la que parecía formar parte del Oriente
descrito por Chateaubriand y Nerval».' Sin duda, tenía mucha razón en lo que
respecta al lugar, especialmente desde el punto de vista de un europeo. Oriente era
casi una invención europea y, desde la antigüedad, había sido escenario de
romances, seres exóticos, recuerdos y paisajes inolvidables y experiencias
extraordinarias. Ahora estaba desapareciendo, en cierto sentido había existido, pero
su momento ya había pasado. (Said, 1997, pág. 14)

Estas narrativas construidas sobre la otredad que se alejan de la realidad, siguen viéndose
en la contemporaneidad (como si el orientalismo fuera un fenómeno aplicable a cualquier
potencia que quiera ejercer algún tipo de poder sobre algún otro territorio), incluso a pesar
de que la globalización permite que se tenga el acceso a mucha información y, de este
modo, no se crea lo que se muestra en una de las dos caras de la moneda como lo hace el
periodista francés antes mencionado. Ejemplo de ello es lo que sucede con América Latina,
que no sólo fue escrita por España cuando la somete, sino que también lo ha sido por
Hollywood, quien lleva las riendas de la representación por medio de sus producciones
audiovisuales gracias a su masiva difusión. Allí, los mediadores juegan con múltiples
recursos técnicos para dibujar el imaginario de una Latinoamérica genérica, exotizada,
salvaje y violenta, lo que repercute sobre la visión política y cultural que se tiene sobre la
misma en el exterior.

Para hablar de por qué LatAm es vista de esa manera y no otra, hay que recurrir a los
antecedentes que tiene como continente. Se sabe que en 1492 fue “descubierto” por
Cristóbal Colón y toda la tripulación española con la que venía y, mediante un sanguinario
y tortuoso proceso, la volvieron colonia de España, por lo que fueron ellos quienes
escribieron al, como lo bautizaron, Nuevo Mundo: por medio de lo que hoy se conoce
como Crónicas de indias, hombres como Hernán Cortés, Bartolomé de las Casas, entre
otros, se dedicaron a construir narrativas para hablar de aquel territorio, pero siempre bajo
sus perspectivas, sin comprender las de quienes estaban pretendiendo retratar, pues eso no
les interesaba, creando así, una imagen falsa de lo que era América en ese momento,
dejándola como inadaptada por no tener las mismas concepciones que ellos y mostrando a
sus habitantes como indómitos, no porque en realidad fueran así, sino por no aceptar a
ciegas lo que la corona les dictaba. Desde entonces, la subordinación ha servido como
adjetivo para caracterizar a Latinoamérica.

Y aunque esta parte del continente no tiene el mismo tipo de relación que tenía con España
al hablar de Estados Unidos (aunque no se puede negar la existente correlación de poder,
sobre todo por temas económicos), se puede tener certeza de una equivalencia de esas
crónicas al remitirse a las producciones hollywoodenses; el espectador puede dar cuenta de
que se ha edificado de manera eficiente la imagen latinoamericana de modo que muchas
personas la han interiorizado y la toman por cierta, a pesar de que no han tenido ningún tipo
de acercamiento, ni siquiera por el buscador de sus celulares.

Ahora bien, ¿cómo retrata el lente hollywoodense a los habitantes de esa parte del planeta
tierra? En este caso se hablará, con puntualidad, del caso de la serie estadounidense
Breaking Bad para responder esa pregunta. Para resumirla, se debe decir que: esta obra
tiene como lugar de desarrollo la ciudad de Albuquerque, que limita con México. Su
personaje principal es Walter White, un profesor de química fracasado a quien le descubren
cáncer, pero al no tener el dinero para pagar su tratamiento y tampoco querer comentarle la
noticia a su familia porque le avergüenza, toma la decisión de dedicarse a la composición
de estupefacientes para generar ingresos. Al ser químico tiene la facilidad de crear la
metanfetamina más pura del mercado y por ello es visto como potencial peligro para los
líderes del narcotráfico (todos ellos latinos, estando representados por el Cartel de Juárez y
Gus Fring, un chileno), por lo que es perseguido para que sea el actor intelectual y técnico
de la mercancía que venden y debido a lo necesario que se vuelve para ellos por sus
conocimiento, asciende tanto social como económicamente.

Teniendo esta información, el análisis es el siguiente: a pesar de que Walter White está
igual de involucrado que los otros personajes en el mundo del tráfico de drogas, el
tratamiento y la lectura que se le da es diferente, no se le tiene miedo, es admirado,
respetado, obtiene el éxito e incluso es un símbolo para la sociedad norteamericana, en él
puede llegarse a ver incluso el alcance del llamado sueño americano:1

Hay una necesidad de cumplir el American Dream, aunque la situación del país se
encuentre muy distante de las promesas que se habían hecho en los medios desde
los años cincuenta; y en caso de que no se pueda lograr dicho proyecto por la vía del
trabajo duro y ser recompensado como se espera, la opción siguiente es alcanzarlo
por otros medios. Esta transgresión de la vía tradicional fue lo que volvió a Walter
White un personaje tan popular y lo llevó a convertirse en un referente de la cultura
pop, ya que cumplió una fantasía que subsiste dentro del imaginario social
estadunidense; esto es, hacer realidad la promesa que empezó desde la llegada de los
primeros peregrinos, y que en pleno siglo XXI sigue siendo latente: conseguir el
éxito tanto económico como social. (Tinoco, 2019, pág. 81)

Su enaltecimiento como personaje se entiende; al ser el principal debe generar más puntos
de empatía que los demás, pero la crítica comienza cuando sus acciones y las consecuencias
de ellas se asignan desproporcionadamente, si se ubican en paralelo con la de los demás.

Es de esta manera que el estadounidense compone su figura dentro de sus trabajos,


mostrándose no solo como ícono, también como un salvador; con sus saberes llega a ser
una especie de héroe para los latinos que incursionan en el mundo de la venta de

1
“Este concepto acuña el ideal del país sobre cuál es el objetivo concreto que debe tener cada ciudadano;
en pocas palabras, obtener dinero y reconocimiento con base en tu esfuerzo y trabajo constantes, en una
actividad para la cual te profesionalizas” (Tinoco, 2019, pág. 14)
estupefacientes; él fue, a pesar de su inexperiencia en este mundo en comparación con
quienes ya estaban, quien mejoró la calidad del producto, y con ello, generar mayores
ganancias en el mercado. Construyó un imperio mucho más rápido y más avanzado que no
pudieron alcanzar por si solos sus contrincantes latinoamericanos, poniéndolo en
condiciones de superioridad.

Por otro lado, en cuanto a los demás personajes, todos los latinos que están dentro de esta
serie tienen nexos con el narcotráfico y son personas peligrosas, por ejemplo, Gus Fring
tiene un pasado desconocido, Héctor Salamanca, uno de los integrantes del cartel de Juárez
estuvo toda su vida en el negocio de los carteles y enseñó lecciones de vida a su familia
desde la agresividad, en contraste con los personajes estadounidenses de quienes si se
desarrolla el lado simpático a pesar de su actuar turbio: Walter White tiene una bonita
familia, Mike, un servidor de Fring es un abuelo dedicado a su nieta caracterizado por su
paciencia y el don de ser buen consejero.

Para hablar de la representación del terreno, cuando los encuentros tienen lugar en la
superficie latina, siempre se eligen zonas desérticas y la pantalla se muestra amarilla como
dando a entender que el impacto del calor es mayor en aquella zona que en Albuquerque, el
que, a pesar de ser fronterizo y encontrarse en el desierto se enseña como una ciudad
urbana como cualquier otra que sea de USA.

Y todo lo que se trae a colación dentro de este estudio no es un caso aislado, “el fenómeno
de la pantalla amarilla”2, que sirve para denotar que se está en una zona desértica, calurosa,
ya se ha vuelto costumbre para dar a entender que la escena que lleva ese filtro tiene lugar
en alguno de los países de América que no se encuentran en el norte, así como se ha
perpetuado el ideal narco para enmarcar a los habitantes de ese lugar, lo que deja entrever
la posición en la que se ponen los unos con los otros.

Bruno Mazzara indica que para que exista un estereotipo debe haber una necesidad
de simplificar el mundo, así como una necesidad de pertenencia, en la que grupos
culturales defienden su visión del mundo y miran con desconfianza lo ajeno, y por

2
Con esto se hace referencia al hecho de que su use, de manera indistinta, un filtro sepia en cualquier
momento en que se realice una escena en un país latinoamericano al que solo se distingue por la epígrafe
usada para guiar a espectador.
último, debe haber una historia compleja de relación entre las culturas. (Tinoco,
2019)

Se ve, entonces, como a partir de una sencilla construcción de imagen de Latinoamérica


desde Hollywood, así como lo hicieron los occidentales con Oriente tal como dice Said, se
erige un discurso de poder sobre todo un terreno (al mostrarse sobresaliente y menospreciar
al otro), que termina siendo nocivo cuando sobrepasa los límites de la ficción, pues el
problema en sí no es recurrir a este tipo de representaciones estereotipadas dentro del cine,
las cuales son necesarias por cuestión de practicidad, al ya haberse construido una
convención, un código en el lenguaje audiovisual respecto a los elementos antes
nombrados, sino que sí lo es cuando se dan por sentados en la realidad y se termina por
estereotipar hasta el punto de creer que todos los habitantes de cierto lugar son
pertenecientes a grupos al margen de la ley o que se dedican al tráfico ilegal de
estupefacientes o que todas las tierras que son ajenas a Norteamérica son desérticas o
selváticas y que no conocen las tecnologías informáticas, cuando esto no es así. Por ello no
es de extrañar que cuando se esté en el exterior, siendo latinoamericano, lleguen miradas de
sospecha o preguntas relacionadas a si se es pariente de un narco o que si en el país del que
se es originario la gente vive en condiciones de pobreza extrema. Este tipo de discursos no
hacen nada más que acrecentar una figura de sumisión y la imposibilidad de que se
construya, desde narrativas propias, la imagen de nación y es allí donde radica el problema
de su perpetuación y su aceptación.

REFERENCIAS:

Gilligan, V. [Productor] (2008 a 2013). Breaking Bad [Serie de televisión]. Estados


Unidos: AMC.

Said, E. (1997) Orientalismo. DeBolsillo.

Tinoco, O. (2019) La paradoja del sueño americano en Breaking Bad (una lectura desde la
saga del héroe).

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