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En pleno corazón del bosque vivían tres cerditos, que eran hermanos.

Su vida
en el bosque era muy tranquila y divertida, paseaban a menudo, cantaba y
jugaban sin parar. Sin embargo, siempre les acechaba un peligro: el feroz
lobo.
Un día, el cerdito mayor les hizo una propuesta a sus hermanos. ¿Y si construimos una
casa donde podamos sentirnos seguros de las amenazas de ese lobo? Los hermanos
estuvieron de acuerdos y, ni cortos ni perezosos, se pusieron manos a la obra.
Cada uno construyó su propia casita. El más pequeño decidió hacerla de paja ya que
esta era muy blanda y se podía sujetar con facilidad. De esa manera, no necesitaría
esforzarse mucho, podría terminar pronto e irse a jugar.
El hermano mediano hizo su casa de madera pues había muchos troncos por los
alrededores. Así terminaría en un santiamén y podría jugar.
A diferencia de sus hermanos, el cerdito mayor decidió construir su casa con ladrillos.
Era consciente de que necesitaría mucho esfuerzo y que tendría que invertir más
tiempo que sus hermanos pero, como recompensa, tendría una casa más fuerte y
resistente. De esa manera, estaría a salvo del lobo e incluso podría ponerle una
chimenea donde asar las bellotas y hacer caldo de zanahorias.
Cuando las tres casitas estuvieron terminadas, los cerditos cantaron y bailaron felices
pues ya no tendrían que preocuparse nunca más por las amenazas del lobo feroz. Sin
embargo, al poco rato, apareció el lobo y se dirigió directamente hacia los cerditos.
Estos salieron corriendo hacia sus casas, pensando que allí estarían a salvo. Grande
era el miedo, pero mayor fue el orgullo cuando los tres se sintieron seguros dentro de
sus casas. Aunque esa alegría duró poco.
El lobo se dirigió a la casa del cerdito más pequeño. Después de mucho gritar y
batallar con la puerta para poder entrar, sin conseguirlo, se apartó y comenzó a soplar
sobre la casa. Sopló con todas sus fuerzas hasta que la casita de paja se vino abajo. El
cerdito pequeño tuvo que salir corriendo para protegerse en la casa de su hermano
mediano.
El lobo lo persiguió hasta la otra casita, donde los cerditos cantaban felices por haber
escapado. Una vez más, el lobo arremetió contra la puerta para intentar entrar. Al ver
que no podía, se alejó furioso y comenzó a soplar con todas sus fuerzas. La madera
crujió y las paredes, que parecían tan fuertes, cayeron como si fueran palillos. Los
cerditos salieron disparados hacia la casa de su hermano mayor.
Con un hambre atroz, el lobo persiguió a los cerditos hasta la casa de ladrillos. Los
cerditos cantaban y bailaban de alegría hasta que escucharon al lobo intentando abrir
la puerta, como había hecho antes. En cierto punto, el lobo se alejó y comenzó a soplar
sobre la casa. Sopló, una y otra vez, pero a diferencia de las casitas anteriores, la casa
de ladrillos era muy resistente y no consiguió derribarla. Entonces vio la chimenea y se
le ocurrió entrar por allí.
El lobo trepó por la chimenea y comenzó a descender pero el cerdito mayor se percató
y echó leña al caldero donde estaba haciendo una sopa de nabos. El lobo fue a parar
al caldero de agua caliente, salió disparado de un solo brinco y no paró hasta llegar al
lago. Los cerditos nunca más lo volvieron a ver.
En la siguiente sopa de letras pinta las palabras: LOBO, LUNA, BOTÓN, BURRO, LIMÓN, BOTA, LEÓN,
LIBRO, LÁPIZ, LECHUGA.

En la siguiente sopa de letras pinta las palabras: LOBO, LUNA, BOTÓN, BURRO, LIMÓN, BOTA, LEÓN,
LIBRO, LÁPIZ, LECHUGA.

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