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Presentación
demos de este modo reconstruir "lo que estaban pensando", la idea que se hacían l.1 ~ i111 ·n cionc:.:s, c:.: scapan en mayor o menor medida a la voluntad de c.¡ui c:.: 11cs
de sus problemas, intereses y posibilidades, cuando actuaron de un modo u otro. .ll ll'ia11 .
En la historia remota esto no es imposible, pero siempre es m:ís limitado. ' !(ido ·s to nos ll cv:i :1 1111 :1 u 111 111sió n muy rclcva111 · p:11·;1 n11 ._,1 ro :1~ 11111 0 :
Ahora bien . Sucede que ésta, que es sin duda un :i gr:1n vrn1:ija, puede ser 1·11 l.1 lii ~ toria re i ·111 · 110 ~l' 1ra 1.1sin1pkrn ·111 c de darle 1:1 ¡i:d.1h1 .1 .1 lm .1111 111'.\,
a h vc:.: 7, una compli cación , una fuente de confusio nes y 111 .d.1., 1111crprc:.:raciones. ¡101q111· l'lio,, po r ~r 111i,\111 0., 1.111 M 1l o p11 n lc11 d:1r l ll l' llt .1 de lo q11 · ¡11·11,.d1.111
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querían cuando les tocó actuar, o bien, en un relato retrospectivo, de lo que bilidades como responsabilidades, originadas, como dijimos recién, sea por
creen hoy que estaban haciendo en ese momento. Y eso, si bien puede ser muy fallas de percepción o evaluación o por inconsistencias y debilidades para juz-
ilustrativo, no basta para una comprensión amplia de los hechos. De lo que se gar moralmente la situación que a los protagonistas les tocó vivir.
trata es de comprender las complejas relaciones entre los actores, s~s acciones y
los procesos en que estuvieron inmersos. Ello significa, en primer lugar, reco-
nocer la especificidad de procesos (la situación) y acciones, y las complejas El pasado remoto y el reciente en la actualidad argentina
articulaciones que se dan entre ellos; y en segundo lugar, y al mismo tiempo,_
distinguir y correlacionar las intenciones de los actores y las consecuencias de _ Hemos dicho que la historia reciente nos puede ayudar, y mucho, a entender
sus actos. las tendencias, los problemas y las posibilid ades que definen nuestro presente.
Hay una complicación complementaria en esta relación entre acciones, ¿C uáles son los rasgos de este entorno presente cuyas raíces nos interesa bus-
consecuencias de los actos, procesos históricos y relatos retrospectivos y es la ·::ir?, ¿cuáles son las señas que describen la Arge ntin a actual, y cómo podemos
siguiente: el problema no es sólo la presencia de los recuerdos y voces de los rastrear su origen y significado en el pasad o reciente ?
protagonistas, sino de quienes los escuchan y juzgan, de quienes escriben y Si tuviéramos que definir a la Argentin a acrual seguram ente estaríamos de
leen sobre el pasado reciente, para quienes también en alguna medida esa es su .1·uerdo en decir que es un país con una gran desiguald::id social, que ha logra-
historia, y hacen un ejercicio de reconstrucción en que la memoria y el olvido do mantener un régimen democrático pero en medi o el e graves dificultades,
se combinan de forma tambi én compleja. l on gobiernos e instituciones frecuentem ente débil es y poco efi caces. Si o ri en-
Sin duda que pod emos aprend er mu cho del pasado reciente a través de 1.imos nuestra mirada hacia atrás, buscand o ca usas y antecedentes, veremos
las personas que.lo protagonizaron, así como de evocar nuestros recuerdos; y qu · la Argentina se ha empobrecido progres ivamente, y que en co mparación
que en toda indagación histórica es imposible suprimir completamente el 1011 otros países de la región durante las últim as décad as , ha logrado progresos
sesgo que imprimen al recuerdo nuestras opiniones personales y el sentido 11L\s bien pobres, y sobre tocio poco sosten id os, en términ os ele crecimiento
común presente. Pero al reflexionar sobre el pasado debemos tomar distancia n o nómico, distribución e integración de los actores a la producción y el con-
crítica, poner entre paréntesis nuestras evocaciones habituales y nuestras sim- 1111110 (gráficos 1 a 3). Asimismo, podrem os ver que hasta que en 1983 se instau-
patías o antipatías, comprender antes de juzgar. Sólo así podremos ser real- 1.'1 un sistema democrático mínimamente es table se vivi eron sucesivos experi-
mente justos en la consideración del papel de sus protagonistas, y de nuestro lll l' IHOS autoritarios, y también fuert es conflictos qu e implicaron el uso
propio lugar en la historia: ¿cuánto de lo que sucedió dependía de las volun- ' \1 rnclido y extremo de la violencia, en muy diversas formas y con diversas
tades de quienes actuaron? , ¿qué los movió a actuar, qué representación se 11 1\1 ill caciones .
hacían de sus motivos y qué justificaciones se daban?, ¿qué grado de consis- Al rastrear la genealogía de los rasgos económicos, sociales e instit~ciona-
tencia existe entre sus intenciones, explícitas o implícitas, y las consecuencias 11' que hoy nos identifican, un hecho descollante se destaca entre los muchos
de sus actos? Recién entonces correspondería preguntarse por las responsabi- 111 111lecimientos y procesos vividos en las últimas décadas: la dictadura militar
lidades morales: ¿qué intenciones y actos son moralmente defendibles?, ¿en •Jll\' ri gió en el país entre 1976 y 1983. Ella constituye, sin duda, un momento
qué medida son moralmente responsables de las consecuencias?, ¿en qué In i,, ivo de nuestra historia, porque a la vez significa el desenlace de procesos
medida estas consideraciones permiten asignar también culpabilidades? 111 .1\ 1cmo tos y la agudización de muchos de los problemas en ellos contenidos.
Aunque los juicios, morales o pragmáticos, con implicancias políticas o 1 <1 q11 c sucedió en esos años será, por muchos motivos, imposible de olvidar. Y
puramente historiográficas (juicios que, alternativa o simultáneamente, nos .11 1 111i smo modo que sucede en Europa con el fascismo y el nazismo, por
permiten identificar crímenes y errores), no pueden antepon erse a la compren- 111111 110.~ años se seguirá discutiendo sobre su legado de destrucción, sus ense-
sión, una plena comprensión no puede evitar concluir en ::d gt.'111 juicio de ese l1,i111.1s y los modos de evitar que algo semejante vuelva a suceder.
tipo, cuand o las acciones lo justifi can. No dejaremos :iq1ií de pl :1nrearl os, y de l ,.1 hi s1ori::i que nos interesa estudiar aquí tiene, por lo tanto, por una de
id e ntifi ca r, o al menos propon er un debar · ori enrado :1 id l· 111 ill l :1r 1:11H o cidp:1- 11•, 111 \·1:1s ·entrales, sino la más importante, comprender ese régimen y sus
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legados. Ello no significa que postulemos un pasado ideal truncado por la dic- aplicados por los países vecinos en los duros años setenta. Le dio un sello "ar-
tadura de 1976. Ni mucho menos que consideremos los años de democracia gentino" al método de la desaparición forzada de personas y a los asesinatos
como una prolongación de esa dictadura. Sino simplemente que 1976 signifi- clandestinos en masa. No fue el único autoritarismo de la época que impuso
ca un punto de quiebre en la historia del país; y que resulta imposible com- profundas reformas económicas y abruptos cambios en la distribución del in-
prender los problemas y desafíos de la democracia sin tener en cuenta ese mo- greso a su sociedad, pero el caso argentino también se destaca a este respecto:
mento fundamental. logró que el nuestro pasara de ser uno de los países socialmente más integrados
La exigencia de un diálogo entre lo remoto y lo cercano vuelve a plantear- y económicamente desarrollados de la región a una situación de quiebra finan-
se en este punto. Porque, ¿cómo explicar esa dictadura sin remontarse un poco ciera, desindustrialización y desarticulación productiva, y empobrecimiento y
más atrás? Cuando pensamos en el empobrecimiento de la sociedad argentina, exclusión de amplios grupos sociales.
tenemos en mente la idea de que en algún momento este fue un país en el que Por último, aunque en general los autoritarismos de la región tuvieron
había más integración e igualdad, y en el que la promesa de progreso para problemas para ser aceptados como actores legítimos en el ámbito internacio-
todos parecía al alcance de la mano. Si pensamos en el "ciclo de inestabilidad nal, ninguno llegó al extremo de aislamiento en que cayó el Proceso, ni a la
y golpes de Estado" lo hacemos a contraluz de un pasado más remoto en que paradójica situación, tras proclamarse vanguardia de Occidente en la lucha con-
la Argentina pareció encaminarse desde una Constitución republicana fun- Lra el comunismo, de hacerle la guerra a una potencia occidental intentando
dacional, moderna pero restringida, hacia una democracia plena sin mayores aliarse para ello con la URSS y Cuba.
dificultades. Otros indicadores que podríamos tomar en consideración lo presentan
La última dictadura no sólo adquiere un significado por sus legados pre- como un caso atípico: en particular, la combinación de rasgos ideológicos,
sentes, sino por su rol de bisagra en el tiempo, desenlace de un largo ciclo de institucionales y programáticos antagónicos entre sí. Como muestra de ello
inestabilidad política, declive económico y conflictividad social. Un ciclo que cabe señalar la abismal contradicción entre un sistema altamente instituciona-
muchos han llamado "la decadencia argentina", fechando su inicio en algún lizado y la propensión extendida y permanente a violar todas las reglas escritas
momento de la primera mitad del siglo XX. El objetivo de los primeros capítu- y no escritas, tanto del derecho público y penal como de los códigos que el
los de este libro consiste precisamente en pasar rápida revista a ese ciclo, de régimen se dictó a sí mismo. Existen muchos casos de regímenes autoritarios y
modo de poner en perspectiva la experiencia iniciada en 1976, y en un sentido 1otalitarios que crearon su propia normativa e institucionalidad para hacer pre-
más amplio, toda nuestra historia reciente. visible y "ordenar el arbitrio": los fascismos, los sistemas comunistas, las dicta-
duras de Franco en España y de Pinochet en Chile. En todos ellos hubo discre-
·ionalidad de los jerarcas, pero también estatalidad. En la dictadura argentina
La "decadencia" y el quiebre de los años setenta iniciada en 1976 fue tan intensa la pretensión de emularlos como la'voluntad
de buena parte de sus jerarcas de no hacerlo, y la incapacidad del resto para
La dictadura militar que rigió los destinos de la Argentina entre 1976 y 1983 lograrlo , lo que en conjunto generaría una aguda incertidumbre respecto de las
no es simplemente un caso más en la larga serie de gobiernos militares registra- premisas y los procedimientos a que se ajustaba el uso del poder. La consecuen-
dos en nuestro país. Ni tampoco uno más entre los muchos regímenes autori- t i:i de ello será la práctica destrucción del Estado, un Estado que ya desde antes
tarios que encontramos a lo largo del siglo XX en toda América Latina. Ciertos l".~taba muy debilitado, y que al final de la dictadura llegaría a una casi total
rasgos la distinguen. Algunos, por ser el caso más extremo en una escala: la han carrora , fin anciera, administrativa y ética.
extensión y crueldad de la represión, la profundidad del cambio social y econó- l ~sla di ctadura enormemente destructiva, incomparablemente fracasada,
mico , la violación del derecho internacional y los derechos humanos y el aisla- ddK s ·r exp li c:ida. ¿Có1110 fue posible que en un país con un nivel relativa-
mirnto consecuente del concierto de naciones civilizadas. El Proceso de Reor- 111 c11tL· :illO de des:i rroll o sm i.11, llil111r:d y co n instituciones cal vez inesr::iblcs
ganización Nacional se hizo mundialmente famoso por l;i s i ~ 1c111.Hicidad de un p("10 110 i1H.: x i ~1e111cs, se i111p11 , il'1 .1 ~l' llll'j.ullc barb::iri ·y destrucción, se de.~
plan rcprc.:sivo sin p;irangón en la hisrnria argen1in ;i y ll\l l" , ti¡ lt"r(> ·n mucho los (0 111p11 ~ in :1 li :is 1.11 :tl l'X l1 l· 1110 l.1 11111vivl'1H i.1 l' ivili'f.:1d :1 yL· l l ·: ~ 1 a do de dn("cho?
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Las explicaciones posibles son muchas, pero una cuestión esencial no puede agudizar. Con el agravante, en nuestro caso, de que esta crisis aparecía como la
pasar desapercibida: si esto fue posible es en parte porque esta dictadura no Íase terminal de un prolongado y agudo proceso de deterioro, que requería
surgió de un día para otro, ni fue la obra exclusiva de un pequeño y aislado soluciones especialmente drásticas, incluso inclementes, e innovadoras, que
grupo de fanáticos alienados. El régimen y sus protagonistas tuvieron raíces rompieran definitivamente con los marcos establecidos. Como los militares de
profundas en la sociedad y en los procesos previos. 1976 no se cansarían de repetir, ellos no tomaban el poder para desplazar a un
Es por ello necesario buscar respuestas a la pregunta por las causas en el gobierno, sino para corregir cuarenta años, o más, de desencuentros y fracasos
largo ciclo de "decadencia" vivido por el país en las décadas precedentes. Y argentinos. ¿A qué se referían? Una revisión de ese pasado y del diagnóstico
atender con especial atención a los años inmediatamente anteriores al golpe de sobre la "decadencia" que las elites habían llegado a elaborar nos permitirá tal
1976. Porque también ese golpe tiene su historia remota y su historia cercana, vez entenderlos.
sus causas estructurales y coyunturales.
Este recorrido es relevante tambi én porque el golpe de 1976 y el régimen
resultante aparecieron a los ojos de sus contemporáneos como respuestas nece-
sarias a un largo proceso signado por la inestabilidad institucional, la crisis
económica recurrente y la intensificación de conflictos violentos entre grupos
políticos y de interés. El go lpe y la dictadura eran la respuesta a esa "decaden-
cia" en que parecía resumirse su historia reciente. La de 1976, en este sentido,
no era sólo una coyuntura especialmente crítica, una situación de emergencia
grave pero "excepcional ", que pudiera por tanto considerarse pasajera. Era la
expresión de una crisis a la vez política y económica con raíces identificables en
la primera mitad del siglo, por largo tiempo incubada, que se había ido agra-
vando desde la década del sesenta y que estalló con roda virulencia en la prime-
ra mirad de la siguiente.
La Argentina, igual que otros países de la región, ensayó durante ese peri-
plo una variedad de planes de industri al ización, tanto de corte desarrollista y
distribucionista, como más concentradores y ortodoxos; probó fórmulas de
gobierno democrático y semidemocrático, así como también regímenes auto-
ritarios ordenancistas y modernizadores. Sin embargo, los resultados alcanza-
dos con esos intentos fueron decepcionantes para buena parte de sus protago-
nistas sociales y políticos. Aunque vistos desde hoy, en términos estadísticos,
los resultados no fueron tan pobres, al menos en comparación con los de otros
países de la región (véase gráfico 1), fueron vividos como fracasos. En lo cual
podía encontrarse tanto un efecto como una causa del carácter efímero de
todos y cada uno de esos proyectos.
A resultas de este accidentado recorrido, la confianza de las elites y de
sectores muy amplios de la sociedad en cualquiera de estas fórmulas se había
vuelto muy escasa. Igual que en otros países latinoamericanos, se advertía el
agotamiento del orden económico y social vigente desde la Segund a Guerra
Mundial, que la crisis del petróleo, iniciada a principios de los Sl'I · 111 :1, vino a