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UNIVERSIDAD TECNOLÓGICA DEL PERÚ

Análisis de caso 3

El problema ético Smartphone viene de una mina

DOCENTE:
Heleny Soley Teran Plasencia

INTEGRANTES:

1. Pastor Cabrera Franklin Ademir


2. Ochoa Zamudio José Antonio – U18306345
3. Tovar Murillo, María Gabriela - U18218252

Lima, 02 de Octubre del 2022


Presentación de la problemática:

En la realidad es mucho más compleja. La mayor parte de los componentes que forman
los teléfonos inteligentes se crean gracias a una amplia variedad de elementos químicos
obtenidos por medio de la minería. Así, gracias a una sinfonía de electrónica y
química, se consigue que los teléfonos inteligentes sean completamente funcionales y
nos puedan conectar con el mundo.

Cuando se empezaron a comercializar los primeros teléfonos “portátiles”, aquellas


enormes máquinas del tamaño de cajas de zapatos, ya se podían encontrar unos 25 o 30
elementos químicos en ellos. En la actualidad, los smartphones están hechos con
aproximadamente 75 elementos, casi tres cuartas partes del total de elementos de la
tabla periódica. Y de esos 75 elementos, 62 son metales.

Aluminio, silicio, litio, carbono o níquel son algunos de los metales presentes dentro de
nuestros teléfonos inteligentes. Pero, ¿qué tienen en común todos estos metales? Todos
ellos son elementos que se encuentran en los distintos minerales que se extraen de
las minas.

Algunos de los minerales usados en los smartphones son el silicio, usado en los
circuitos de los procesadores y obtenido por medio del cuarzo, mineral abundante en
Galicia, o el grafito, usado en el interior de las baterías. También se pueden encontrar
compuestos menos conocidos como la bastnasita, la monacita y la xenotima. Estos
compuestos tienen en común el neodimio, uno de esos elementos raros usados en los
imanes con los que funcionan los altavoces, micrófonos o el sistema de vibración.

Otros de los minerales usados en un smartphone es la bauxita, una roca que contiene
galio y que se utiliza para la retro-iluminación de la pantalla; la esfalerita, fuente del
indio usado en la capa conductiva de electricidad de la pantalla; y la arsenopirita, fuente
de arsénico, el cual es usado en la radiofrecuencia del smartphone así como los
amplificadores de la batería en forma de arseniuro de galio. Incluso un elemento tan
común como el cobre, un gran conductor de calor y electricidad, viene de minerales
como la calcopirita y la bornita.

En el interior de los smartphones podemos encontrar todavía más elementos que hacen
que estos dispositivos puedan usar correctamente todas sus prestaciones.

Justificación:
Seguramente no sepas lo que es el coltán, en cuyo caso tampoco sabrás uno de los sitios
en los que más hay: tu casa. Y es que el coltán es uno de los minerales más usados a la
hora de fabricar todo tipo de aparatos electrónicos.

Su mayor uso reside en las baterías: la de tu ordenador, la de tu cámara de fotos, la de tu


móvil... la mayoría de ellas contienen coltán. También las lentes de casi la totalidad de
las cámaras fotográficas y de vídeo. Ahora te imaginarás hasta qué punto este material
es esencial en la mayoría de la tecnología que tienes en casa.

Pues bien, hay quien quiere deshacerse de él, y no parece que los motivos sean banales.
La ONG Alboan ha lanzado una campaña de recogida de firmas para que este material
deje de estar tan presente en las batallas comerciales dentro de la Unión Europea.

Los motivos son variados, pero hay dos que destacan por encima del resto.

Primer motivo: explotación laboral y contaminación

El primero es la dificultad para conseguirlo: actualmente, el Congo tiene cerca del 80%
de las reservas de coltán en todo el mundo, una situación que ha derivado en una guerra
constante entre mafias para hacerse con este mineral.

Además, el uso y tratado del coltán trae consigo una vulneración sistemática de los
derechos humanos, ya que quienes trabajan con este mineral lo hacen en unas
condiciones que muchos tachan de explotación laboral. De hecho, en ocasiones incluso
se obliga a niños a participar en la recolección del mineral.
Y es que, según denuncia Alboan, “su extracción, procesado y venta está controlada por
grupos armados que han convertido el Congo en el peor de los infiernos, con más de
cinco millones de muertos desde 1998, un millón de personas desplazadas sólo en 2013
y más de cien mil mujeres violadas al año”.

Así pues, “esos minerales 'manchados de sangre' son los que llegan a nuestras manos
escondidos en nuestros móviles. Sin ser muy conscientes de ello, contribuimos a
financiar la continuidad de la explotación de tanta gente en las minas y el
mantenimiento de los grupos armados que intervienen en los conflictos”.

Segundo motivo: la naturaleza

En segundo lugar, el coltán es una sustancia que perjudica -y mucho- el medioambiente.


Y es que no sólo es altamente contaminante, sino que además se trata de un material no
renovable y de un solo uso, con lo que su ciclo de vida es mucho más corto que el de
otros materiales que podrían usarse en su lugar.

Según Alboan, el tratamiento ético del comercio de coltán depende del país en el que se
mire. Para la ONG, Estados Unidos es un ejemplo del rechazo a la guerra suscitada en
torno a este material. Y es que la Ley Dodd-Frank regula el comercio de este mineral y
es obligatoria para todas las empresas estadounidenses que lo empleen y coticen en
Bolsa. Gracias a ello, esta ley “ha elevado el nivel de concienciación sobre la
vinculación existente entre conflicto y explotación de minerales”, además de que “ha
demostrado que las empresas pueden hacer esfuerzos razonables para mejorar la
transparencia en su cadena de suministros”.
Así pues, el objetivo de esta campaña, además de recolectar firmas, es que la Unión
Europea abandone esta colaboración comercial en torno al coltán. En definitiva,
“impedir que los grupos armados se sigan financiando con los minerales con una
legislación que obligue a los fabricantes a utilizar solo aquellos cuyo origen sea limpio,
que no procedan de conflictos en ninguna parte del mundo y así contribuir a
detenerlos”.

Soluciones:
Una empresa holandesa adopta estándares responsables y sostenibles para fabricar sus
teléfonos

El fabricante de teléfonos móviles Fairphone anunció que había logrado su objetivo. No


se trataba de un importante aumento de los beneficios, ni de una cuota de mercado
determinada. Tampoco una fusión con otra empresa más grande ni un acuerdo frente a
la competencia. Simplemente, había conseguido una vía para obtener wolframio.
Más concretamente, una forma de acceder a este elemento (también conocido como
tungsteno) que no sirva para financiar conflictos en la región central de África. Antes ya
lo había hecho con el tantalio, el estaño y el oro, que forman el grupo a veces conocido
como minerales de sangre. Esto es, aquellos cuya comercialización supone un mayor
riesgo de enriquecer a grupos armados en el continente.
Fairphone no es una empresa común. Radicada en Países Bajos y vinculada en su origen
al entorno de las ONG, aspira a comercializar móviles de forma ética y sostenible. Así,
pretende que duren, que se puedan reparar fácilmente y que su fabricación garantice el
respeto a sus trabajadores y a los derechos humanos en general.
En menos de tres años han vendido 100.000 dispositivos en el salvajemente competitivo
mercado de las telecomunicaciones. Es una cifra ciertamente pequeña para las grandes
marcas, pero todo un éxito para una campaña surgida del crowdfunding. Fabian Hühne,
de su oficina de prensa, comenta que la meta “es vender 150.000 teléfonos al año” y
asegura que por ahora son "financieramente sostenibles”.
El primer modelo apareció en 2013. El Fairphone 1 estaba fabricado con estaño y
tantalio (el metal que se obtiene del tristemente famoso coltán) de minas de la República
Democrática del Congo (RDC) certificadas como "libres de conflicto". Además, venía
con un manual de reparación y la posibilidad de adquirir cualquier pieza que se
estropeara. Dos años después se lanzaba el Fairphone 2, fabricado en módulos para
facilitar aún más su reparación y el cambio de unas piezas por otras. Así, cuando
aparece un nuevo módulo se puede actualizar el teléfono sin tener que comprar otro,
para generar el menor impacto posible en el medio ambiente. En este modelo se
utilizaba además otro metal certificado, el oro, procedente de una mina peruana: no es
una zona conflictiva, pero incluye el sello de comercio justo.

Conclusiones:
1. Los consumidores y sus representantes electos tienen la oportunidad de cambiar
de manera decisiva las dinámicas del conflicto en la Región de los Grandes
Lagos centrando la atención internacional en los actores económicos de esta
catástrofe de los derechos humanos.
2. Al exigir transparencia y responsabilidad a las empresas electrónicas más
grandes del mundo, los consumidores podemos cambiar la lógica del conflicto y
poner fin a la amenaza de los minerales en conflicto.
3. Los esfuerzos no tendrán su recompensa al menos que los consumidores
individuales den un paso adelante y exijan un cambio

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