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1. ¿ A que denominamos Historia reciente?

La historia reciente surgió entre mediados y fines de los años noventa para estudiar
la historia argentina de las últimas décadas. En primer lugar, la historia reciente está
definida por una temporalidad que se delimita por su relación de cercanía con el
presente y su objeto de estudio se encuentra en permanente reconstitución por esa
relación de coetaneidad entre el sujeto que estudia, el historiador, y su objeto de
conocimiento, el tiempo reciente. Sin embargo, en su mayoría, la historiografía
concuerda en que la especificidad de la historia reciente deviene de algo excesivo,
excepcional y novedoso en la historia argentina, difícil de conceptualizar pero
aludido siempre a partir de algunos términos clave como ‘violencia’, ‘represión
clandestina’, ‘terrorismo de Estado’, ‘desaparecidos’.

2. ¿ A qué se le llama “Historia Oral”?

De acuerdo con la Asociación de Historia Oral, “la Historia Oral es un campo de


estudio y un método de recopilar, preservar e interpretar las voces y memorias de la
gente, las comunidades y los participantes en eventos pasados”. La historia oral es
acerca de memorias y experiencias vividas. Es acerca de escuchar y ser
escuchado. Es acerca del pasado y cómo la gente le da significado al pasado.

3. ¿Qué diferencia hay entre historia y memoria?

La memoria es la capacidad universal y humana para recordar. En cambio, la


historia se dedica al estudio de los acontecimientos sociales ocurridos en el pasado.
Tambien, la memoria apela a emociones y recuerdos con testimonios. En cambio, la
historia obliga a efectuar analisis, sistematizacion y constrastacion de fuentes.
La historia tambien busca ser rigurosa y la construyen los expertos/profesionales.
Tambien, efectúa interpretaciones del pasado sobre acontecimientos del presente.
En cuanto a la memoria, es al mismo tiempo invididual, (sujeta a las emociones) y
colectiva y heterogenea.
4. Explicar cómo fue la revolución cubana, cuales sus causas y
consecuencias hasta el dia de hoy.

Se conoce como Revolución Cubana al levantamiento en armas del movimiento


revolucionario cubano, Ejército Guerrillero izquierdista liderado por Fidel Castro Ruz,
contra el régimen dictatorial de Fulgencio Batista, quien regía los destinos de la isla
caribeña desde 1952.
Este alzamiento tuvo inicio el 26 de julio de 1953, cuando un grupo de jóvenes
liderados por Castro se desprendió del Partido del Pueblo Cubano y emprendió la
lucha armada contra Batista, autodenominándose “Generación del Centenario”, y
trataron de tomar el Cuartel Moncada en Santiago de Cuba y el Cuartel Carlos
Manuel de Céspedes en Bayamo, fracasando en el intento y siendo apresados y
enjuiciados por la dictadura.
Castro y sus seguidores serían amnistiados en 1955 gracias a la presión
internacional, luego de pagar 22 meses de cárcel, y fundaron el Movimiento 26 de
Julio (M-26-7), organización antiimperialista y democrática, fundamentada en las
ideas de José Martí.
Luego se dirigieron a México y formaron allí un ejército revolucionario con el cual
derrocar a Batista, objetivo que emprendieron el 25 de noviembre de 1956,
desembarcando en Cuba e internándose en la Sierra Maestra al oriente del país.
Al mando del Ejército Guerrillero, Fidel Castro, Ernesto “Che” Guevara y Camilo
Cienfuegos y Juan Almeida, gozaron de enormes simpatías mundiales en pleno
contexto de la Guerra Fría entre Estados Unidos y la Unión Soviética, a medida que
iniciaron su lucha de casi 3 años de duración por derrocar la dictadura.
El 1 de enero de 1959 las tropas guerrilleras tomaron La Habana y Santiago,
instaurando un gobierno provisional y diverso, a manos del magistrado Manuel
Urrutia Lleó en la presidencia y con Fidel Castro como comandante del Ejército.
Este gobierno fue reconocido por los Estados Unidos y significó el fin de la dictadura
de Batista.

La Revolución Cubana es considerada un evento de importancia a nivel continental


y mundial, todavía símbolo de las luchas antiimperialistas de América Latina y del
tercer mundo, así como de la izquierda revolucionaria y el compromiso izquierdista
con la lucha armada.

Causas de la Revolución Cubana


Las principales causas de la Revolución Cubana pueden resumirse en:
- La influencia mundial de la Revolución de Octubre de 1917, en la que el
proletariado ruso depuso a los zares e inició un gobierno revolucionario. Lo
mismo ocurrió con la Revolución en Guatemala en 1944.
- El golpe de Estado de Fulgencio Batista contra el gobierno legítimamente
electo de Carlos Prío Socarrás, que causó un profundo malestar en la
población.
- La dependencia de EE. UU que mantenía en Cuba la dictadura militar de
Batista, mientras el pueblo cubano padecía desempleo y la corrupción
generalizada.

La Revolución Cubana es considerada un evento de importancia a nivel


continental y mundial, todavía símbolo de las luchas antiimperialistas de
América Latina y del tercer mundo, así como de la izquierda revolucionaria y
el compromiso izquierdista con la lucha armada.
Otras de las consecuencias principales fueron:

- Caída de la dictadura de Batista e inicio del período de reformas


revolucionarias y nacionalizaciones en Cuba, que afectó a la banca, las
industrias azucareras y que ocasionó a la larga un éxodo masivo de la clase
media cubana.
- Ruptura de relaciones entre EE. UU y Cuba (1961) y bloqueo económico y
comercial de los primeros hacia la isla caribeña, que pasará a depender
económicamente de la Unión Soviética hasta su desplome a inicios de los 90.
- Inicio del régimen comunista cubano que todavía gobierna esta nación, y que
rápidamente se ganaría el rechazo de la intelectualidad latinoamericana que
inicialmente les apoyara, debido a sus políticas autoritarias (fusilamientos,
juicios sumarios, persecución a opositores, a homosexuales y a artistas,
prohibición de salida de la isla, etc.).
- La Revolución Cubana ejerció una influencia enorme sobre otros
movimientos izquierdistas revolucionarios a lo largo y ancho de América
Latina, lo que condujo también a la aparición de guerrillas y movimientos
insurreccionales que fueron respondidos por EE. UU mediante financiamiento
de sangrientas dictaduras anticomunistas como el Pinochetismo (Chile) o el
Proceso de Reorganización Nacional (Argentina).

5. Realizar un trabajo practico de investigación sobre historia “reciente” de


nuestro país a elección.

Para responder y aprobar:

1. Copian la pregunta y responden, en forma clara y precisa

2. En la pregunta nro. 5 se debe contar una historia reciente de nuestro país,


teniendo en cuenta los puntos 1, 2, y 3 de alguna “Historia Oral” que hayan
escuchado, donde haya Historia y Memoria.
Debe tener un minimo de 6 hojas, anverso y reverso (ojo, no agrandar la letra ni los
espacios)
PROYECTO DE INVESTIGACION – Desaparición y secuestros durante la
dictadura militar de 1976 en Argentina.

Introducción:

La historia oral nos da los elementos para comprender las formas en que la gente
recuerda y construye sus memorias. Igualmente, esto nos ayuda a poder recopilar
datos de hechos sucedidos, pero también estos testimonios siempre estarán sujetos
a una reelaboración de lo que interpreto en dicho momento el sujeto. Aun así, habrá
recuerdos que no podrán ser recuperados del todo debido a lo traumático que
pudiesen haber sido.
Esto a su vez debe ser sostenido con datos empíricos validos que nos brinda la
historia misma. Y con esta combinación poder reconstruir los hechos del pasado
que se recuerdan junto con la subjetividad de los sujetos que la vivieron.
A su vez, el objeto de estudio a desarrollar aquí va a ser sobre los testimonios de
las abuelas y madres de plaza de mayo con relación a los hijos y nietos; y también
los familiares de desaparecidos durante la dictadura. Esta, considerada como una
historia reciente, la cual está en permanente reconstitución por dicha relación de con
la cotidianidad entre el sujeto que estudia, el historiador, y su objeto de
conocimiento.
En ese sentido, los testimonios orales son documentos (obtenidos del dialogo entre
el historiador y el entrevistado) que incluyen interrelaciones entre memorias
privadas, individuales, públicas, entre experiencias pasadas, situaciones presentes y
representaciones culturales del pasado y del presente.
La dictadura

La última dictadura militar argentina, también llamada Proceso de Reorganización


Nacional, fue una dictadura cívico-militar que tuvo lugar en Argentina entre 1976 y
1983.
El gobierno dictatorial se estableció tras el golpe de Estado que el 24 de marzo de
1976 derrocó al gobierno de María Estela Martínez de Perón. Su primer presidente
de facto fue el general Jorge Rafael Videla.
Documentos, juicios e investigaciones académicas, periodísticas y de organismos
de derechos humanos, demostraron que hubo una continuidad entre la violencia
represiva de los años previos al golpe de 1976 y la que desplegó la dictadura militar.
Sin embargo, si bien la represión clandestina y paraestatal se había desarrollado en
la Argentina como una política de estado desde mediados de la década de 1950, la
dictadura militar produjo un salto en la escala y magnitud de la represión.
Las primeras desapariciones y los primeros centros clandestinos de detención se
instalaron en 1975, durante el gobierno constitucional de María Estela Martínez de
Perón, y continuaron hasta 1984, durante el gobierno constitucional de Raúl
Alfonsín.
El modelo de ejecuciones de la dictadura no daba cabida al fusilamiento. El
problema de almacenar cadáveres en fosas comunes abría un potencial juicio
internacional a crímenes de lesa humanidad contra el régimen militar.
De modo que la Junta optó por las desapariciones. Esta práctica consistía en
secuestrar a los llamados ‘traidores’, reclutarlos en centros clandestinos, torturarlos
y luego matarlos.
Muchos de ellos sufrieron ‘los vuelos de la muerte’. A los opositores se les drogaba,
se les ponía cemento en los pies, y luego se les lanzaba desde aviones que
sobrevolaban Mar del Plata. Así se perdían, eternamente, en el océano.
La razón de que un Estado totalitario recurra a este método es que busca la
impunidad al dificultar la prueba del cuerpo del delito, el desconocimiento del destino
de los desaparecidos infunde terror en las víctimas y en la sociedad y la falta de
certeza acerca de lo sucedido dificulta la acción de los ciudadanos y favorece su
división.
El procedimiento de hacer desaparecer a los opositores es un método represivo que
se basa fundamentalmente en la producción de desconocimiento. Por eso, saber
qué pasó, recuperar la memoria y exigir la verdad, se volvieron reclamos principales
de las víctimas y de las organizaciones de derechos humanos. Una de las
consignas que refleja esta preocupación, cantada en las marchas de protesta contra
el gobierno militar, decía: «¡Los desaparecidos, que digan donde están!».
La desaparición de personas genera una situación de agravamiento de la represión
y las heridas, debido a las dificultades para los familiares de «dar por muertos» a
sus seres queridos y eventualmente dar por finalizada la búsqueda de sus restos y
la averiguación de lo que realmente les sucedió.
Tradicionalmente los organismos de derechos humanos, el movimiento sindical y la
mayoría de los partidos políticos, realizaron una estimación de la cantidad de
desapariciones en un número redondo de 30 000 personas. En una carta escrita
Eduardo Luis Duhalde en el año 2009, el entonces secretario de Derechos
Humanos de la Nación defendía este número como el resultado de diversas
variables tenidas en cuenta para su valoración, entre las que se encuentran por
ejemplo la cantidad de centros de detención y exterminio, el número proporcional de
habeas corpus presentados y los dichos de los propios militares. Aseguraba que "la
cifra de 30.000 no es ni arbitraria ni caprichosa, aunque es lamentable reducir la
dimensión de la tragedia argentina a un problema contable" ya que "el carácter
masivo, criminal y abyecto no se mide por un resultado aritmético, al menos para los
que creemos que cuando se asesina un hombre se está asesinando a la
humanidad"

Los “desaparecidos”

El origen del término "desaparecidos" lo dio el represor y genocida Jorge Rafael


Videla, cuando en 1978 y frente a las cámaras de televisión declaraba
impunemente: "No existen. No están ni vivos ni muertos, están desaparecidos...".
La "desaparición", alcanzó a personas de todas las edades y condiciones sociales,
que fueron sometidas a la privación de su libertad y a la tortura, y entre ellas a
centenares de niñas y niños secuestrados con sus padres o nacidos en los centros
clandestinos de detención adonde fueron conducidas las jóvenes.
Particularmente, en este trabajo, quiero expresar el relato de una niña que
sobrevivió a las torturas de la dictadura argentina llamada Marcela Quiroga. Dicha
niña, es la hermana mayor, de 3 hermanos secuestrados cuando eran niños.

El 6 de septiembre de 1977, los acusados rodearon una casa precaria del barrio
Unión Villa España de Berazategui, un suburbio al sur del Gran Buenos Aires. Allí se
escondían dos integrantes del área de Prensa de la organización armada
Montoneros. María Nicasia Rodríguez alcanzó a refugiar en el baño a sus tres hijos:
Marcela (12), Sergio (9) y Marina (de un año y medio). “Pórtense bien, que mamita
los quiere”, les dijo, cerró la puerta y resistió el ataque a tiros junto a Arturo
Alejandrino Jaimez, Silver, otro militante que vivía en la casa. Ambos murieron.
“Cuando cesó el fuego, un uniformado detectó que había “pichones en el nido” y
abrió el baño. Entraron a patadas. Yo cargaba a mi hermanita. Nos sacaron con
violencia, a ojos de todo el mundo. Estábamos semidesnudos, descalzos y
aterrorizados”, contó Marcela Quiroga mientras lloraba al recordar que su hermano
Sergio tuvo que ver a su madre muerta. A su vez, Sergio declaró entre lágrimas que
los esposaron a un vehículo, y que a Marcela la llamaron “puta” y se la llevaron.
“Me llevaron a señalar casas, lugares, vecinos", contó Marcela a los jueces.
"Preguntaban por mi árbol genealógico y toda relación que podíamos tener. Dije
todo lo que sabía. Pero algunos estaban enojados y me pedían más. Me asusté y di
una dirección inventada. Entonces me llevaron a una pieza, me golpearon y me
retorcieron los pezones. Yo tenía 12 años e iba por mi segunda menstruación.
Recién en 2013, al declarar en otro juicio, pude ponerle palabras a esto, que fue un
abuso sexual”, dice.

Marcela Quiroga estuvo tres meses desaparecida, controlada por los verdugos
Fresco y Francés. Pasó por el Regimiento de La Tablada y los centros de detención
Vesubio y Sheraton. Sufrió torturas y amenazas. Debió caminar a ciegas sobre otros
cuerpos y usar un baño electrificado, oír los gritos de la tortura y las crisis de nervios
de las detenidas arrancadas de sus hijos. “Tenía terror, pero no conciencia. Y una
parte mía se mantenía pensando que mi mamá iba a volver”, dijo en el juicio.
Por último, analizo, "No sé cómo hice este camino terrible, pero si sobreviví es para
decirlo”. Para encontrar a Marcela hubo un proceso largo y de por medio muchos
años, según contaron los hermanos, pero la marca de dicha experiencia asegura
que los marco de por vida.

Los militares que tomaron el poder en Argentina en 1976 usaron (y abusaron) de la


referencia a la familia. La familia como célula básica de la sociedad y la nación,
entendida como gran familia, fue parte de una imagen que fue leída de maneras
diferentes e incluso contradictorias. Los militares fueron mucho más allá que la
apelación a la metáfora y el discurso; intervinieron violentamente en la privacidad y
la intimidad de la vida familiar argentina.

Conclusión: Historia y memoria.

Según el relato propuesto se puede observar que, en el caso de los 3 hermanos, se


ve expresa en todos ellos la necesidad de poder hablar del momento en que se
produjo el secuestro y muerte de sus seres queridos y el proceso interno que habían
hecho de ese suceso. En dicha observación, se pudo observar que una vez que el
entrevistado podía soltar todas sus vivencias en torno al momento de la
desaparición, se daban las condiciones (al ponerlo en palabras) de poder asimilar lo
vivido, como expreso Marcela al decir “Pude ponerle palabras a esto, que fue un
abuso sexual.” El relato sobre el recuerdo del desaparecido se reconstruye,
justamente, a partir del momento de la desaparición. La desaparición marca dos
tiempos, el pasado nostálgico y la tristeza del presente.

Estos relatos de vida de estos tres hermanos me permitieron reflexionar, en primer


lugar, sobre dos dimensiones de la memoria, la individual y la colectiva y el modo en
que éstas se articulan en la trama social.
Los testimonios presentados, si bien están construidos por hechos históricos,
también están constituidos fundamentalmente por el impacto en la subjetividad de
cada uno, en como impactaron esos hechos traumáticos.
Las experiencias extremas permiten reflexionar sobre la necesidad de que la
historia recupere tanto los hechos del pasado como su representación. Además,
permite a los testigos revelar a todo el mundo el daño que sufrieron en silencio esas
personas.

En Argentina, la labor de las organizaciones sociales de derechos humanos, entre


otras, insistieron reiteradamente en que se escucharan los relatos de las víctimas y
promovieron activamente la recepción extensa y el registro escrito de los
testimonios de los sobrevivientes.
A su vez, cabe destacar la gran conocida frase “Nunca Más” la cual es el nombre
del informe elaborado en 1984 por la Comisión Nacional sobre la Desaparición de
las Personas (CONADEP), creada por el presidente Alfonsín para investigar la
represión desarrollada por el estado argentino durante la última dictadura militar,
entre 1976 a 1983. Así, Nunca Más está en el centro de la memoria y de la política
de la democracia, y aunque las opiniones acerca de esa interpretación del pasado
se han modificado con el paso del tiempo, su carácter fundacional, tanto ético como
político, han subsistido. Se trata de uno de esos objetos complicados para el análisis
del historiador: interrogarse sobre ellos, tomar distancia, tratar de comprenderlos,
parece cuestionar el meollo mismo de los valores políticos de la comunidad.

En definitiva, la recuperación de la memoria plantea desafíos particulares y


complejos. Desde esta perspectiva se trató de mostrar como elementos de un
pasado traumático impregnan el presente y como, a la misma vez, contribuyen a la
elaboración de la memoria. Por lo tanto, creo que es necesario identificar dos cosas.
En primer lugar, comprender que la magnitud del genocidio debe considerarse un
trauma histórico para la sociedad argentina. Por lo tanto, abordar este tema de
manera global es un modo de definir políticas públicas de denuncia y condena sobre
los responsables y también políticas de la memoria. En segundo lugar, es necesario,
además, continuar realizando investigaciones históricas que profundicen en las
particularidades que tuvo dicha dictadura. Estas investigaciones, permitirán
complejizar en la compresión de los diferentes modos en que se implementa ese
plan en los años que duro el gobierno dictatorial.

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