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Sinners Redempetion - Sam E. Kraemer
Sinners Redempetion - Sam E. Kraemer
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Sam E. Kraemer Sinners´ Redemption
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Sam E. Kraemer Sinners´ Redemption
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Sam E. Kraemer Sinners´ Redemption
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Sam E. Kraemer Sinners´ Redemption
Contenido
Contenido
Sinopsis
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Epílogo
Sobre el autor
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Sam E. Kraemer Sinners´ Redemption
Sinopsis
Una historia...
Seamus McCord es un hombre de fe que se ha convencido a sí
mismo de que puede ignorar los molestos pensamientos que ha
tenido durante años sobre su elección de convertirse en sacerdote y
hacer sus votos permanentes, afianzando su devoción a su vocación.
Se justifica en su mente que puede apartar sus dudas e ignorar el
oscuro secreto que guarda enterrado en lo más profundo de su
corazón.
El encuentro de una noche con un hombre guapo en una lavandería
complica aún más su situación, trayendo más problemas que no
necesita. Todas las viejas dudas salen a la superficie con una sola
mirada a los ojos azul-verde del hombre. Mientras Seamus cae en
una espiral de lujuria y deseo, llega a creer que el tiempo de las
oraciones de ayuda ya hace tiempo que quedó atrás.
Carter Lee Riggs ha cometido errores, uno de los cuales cambió el
curso de su vida para siempre. Después de haber pagado su deuda,
se enfrenta al desafío de controlar la rabia que lleva dentro cuando
se enfrenta a las injusticias de la vida. Una vez salvó una vida, pero
en el proceso estuvo a punto de llevarse otra.
Una noche, un hombre entra en su lugar de trabajo, y casi parece
que a Carter Lee se le da otra oportunidad de ser feliz. Sólo fue un
breve encuentro, pero si Carter tuviera la oportunidad de encontrar
al hombre de nuevo, ¿podrían tener una oportunidad de conseguir
algo para lo que ninguno de los dos esperó encontrar?
Si hubiera para Seamus y Carter una forma de expiar sus errores y
buscar los deseos de su corazón, ¿la aprovecharían?
¿Pueden dos pecadores ser redimidos por el amor?
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Capítulo uno
Seamus McCord -o Mack-, como se lo conocía desde que era un
niño pequeño que vivía en San Luis, se ajustó el cuello de la camisa
por tercera vez. Se sentía incómodo y extremadamente nervioso.
Tenía treinta y dos años y se sentía como si volviera a ser un niño de
diez años, sentado frente al despacho del director de la Immaculate
Conception junto a su mejor amigo, Tommy Dalton, por haberse
metido en una pelea en el patio. La ansiedad estaba haciendo que los
latidos de su corazón se aceleraran, tal y como había ocurrido hace
tantos años.
Seamus sabía que, independientemente de las palabras que
utilizara y de cómo las dijera, parecería que estaba imitando a ese
mocoso llorón de diez años, pero no entendía el propósito de su
reasignación. Seamus disfrutaba siendo párroco y enseñando religión
en la escuela primaria de Santo Tomás de Aquino.
Seamus disfrutaba ayudando a Clay Forrester a entrenar los
equipos de baloncesto y fútbol de los chicos, y se alegraba de ayudar a
Libby Forrester con los entrenamientos de fútbol de las chicas cuando
su entrenadora asistente, Melinda Duncan, tenía que tomarse un
tiempo libre para tener el quinto bebé de la familia.
Seamus oficiaba la misa matutina durante la semana y ayudaba
en las misas del domingo. Le encantaba su trabajo y creía que las cosas
iban bastante bien. Sólo que no podía entender la razón por la que lo
enviaban a otro lugar.
Cuando el padre Wolfe le informó de que debía ver a monseñor
en la diócesis el lunes por la mañana para recibir su próximo destino,
Seamus se quedó sorprendido. Creía que estaba haciendo la obra de
Dios en Santo Tomás, como llamaban a la parroquia sus miembros, y
había esperado estar en la línea para tomar el lugar del padre Wolfe
cuando el sacerdote mayor se retirara al año siguiente.
Seamus había vivido en la casa parroquial durante dos años, y
había cultivado la amistad con muchos de los feligreses. Incluso
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Individuos de uno u otro sexo que han ingresado a una congregación u orden, haciendo votos de
obediencia, pobreza y castidad.
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Juego de dados muy popular y es genial para una divertida noche de juegos de mesa en grupos grandes
o pequeños.
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Capítulo dos
Seamus estaba en el porche de la rectoría detrás de la iglesia
católica de la Inmaculada Concepción, el lugar donde se había criado.
El edificio de la escuela primaria/intermedia estaba al otro lado del
aparcamiento, cerca de los campos deportivos, mientras que el
convento estaba construido en el otro lado. Detrás estaba el instituto,
un patio de recreo y una pequeña capilla en el patio entre los edificios
escolares. Seamus recordaba muchos partidos de baloncesto jugados
con los compañeros del colegio, con los que estaba seguro de que se
encontraría en la misa de celebración del día siguiente.
Tocó el timbre, y cuando la puerta se abrió, allí estaba el padre
Akron con una sonrisa de bienvenida, lo cual fue un alivio. —Ahí está,
padre McCord, temprano como siempre. Pasa, muchacho, pasa.
Limpiándose los pies en la alfombra antes de entrar, Seamus
echó un vistazo a la rectoría para ver que había sido pintada
recientemente y que el suelo de madera había sido lijado y teñido. A
Seamus todavía le recordaba a su infancia.
El padre Marv siempre sobornaba a los monaguillos para que se
pasaran por la rectoría y ayudaran a la cocinera y ama de llaves del
párroco, la señora Owens, a mover los muebles cuando llegaba la hora
de la limpieza de primavera, o para que ayudaran a poner y quitar los
adornos de la iglesia y la rectoría en las fiestas con la ayuda de la
congregación de señoras. El pago era siempre el mismo... pastel y
helado casero en invierno, y crema helada en verano en el puesto de
la calle. Para Seamus, los recuerdos eran bastante vívidos y hacían que
su corazón se sintiera cálido.
Seamus siguió al padre Marv hasta la cocina, donde le esperaba
un plato de tartas. Había una tetera en la estufa, así que Seamus se
acercó y encendió el quemador de gas después de levantar la tetera
para sentir que estaba llena. La rectoría era casi su segunda casa
mientras crecía. —¿Quién limpia y cocina para ti estos días? —
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Vestidura eclesiástica de lino parecida al alba pero más corta y que se lleva sin ceñir al cuerpo .
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Capítulo tres
Carter Riggs estaba tranquilo, empujando el cortacésped por el
patio lateral de la casa de su hermano. El terreno era grande -un lote
doble- y la casa era grandiosa. El garaje al que se mudaría era de buen
tamaño y Carter estaba deseando volver a tener una vida normal.
Sólo le quedaban dos semanas en el centro de reinserción social
del condado de Butler antes de salir en libertad condicional. Había
encontrado un lugar decente para realizar sus horas de servicio a la
comunidad, lo que no temía mucho, y sorprendentemente tenía
grandes esperanzas para su futuro.
Una de las condiciones de su libertad anticipada era encontrar
una entidad sin ánimo de lucro aprobada para su servicio
comunitario, y su agente de la libertad condicional le había dicho que
trabajar en la pequeña iglesia a la que su hermano y su cuñada asistían
a misa era un buen lugar para terminar su tiempo.
Mientras Carter recortaba el último ramo del patio lateral con
el cortacésped, algo le llamó la atención y levantó la vista para ver a
su cuñada saludándolo con un vaso de limonada en el aire y una gran
sonrisa en su bonita cara.
Apagó el cortacésped y se acercó a la terraza trasera, que estaba
a un metro y medio por encima de donde él se encontraba en el jardín.
Tasha le entregó el vaso a través de los barrotes junto con una
servilleta y dos galletas. Tenían forma de pequeñas manos que debían
pertenecer a su sobrino de tres años, Paul.
Carter se rio. —Qué manera de ser maestra de jardín de infantes,
Tash. —Era gracioso porque ésa era la profesión de Natasha, y Carter
no podía imaginarla haciendo otra cosa.
Ella le sonrió alegremente. —Opie llamó para decir que está en
camino para llevarte a esa casa. Puse tu ropa sucia en el porche,
Rigger. ¿Cómo es que no traes tus sábanas? Tienes algunas, ¿verdad?
—preguntó Tasha, con un tono triste tiñendo su voz, lo que le hizo
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apreciar aún más su buen corazón. Carter era la razón por la que Opie
la había conocido en primer lugar, aunque las circunstancias eran un
poco inusuales.
Carter sintió que su cara se encendía ante su comentario. No
trajo sus sábanas porque estaba teniendo problemas de eyaculación
nocturna de nuevo, algo que no había tenido desde que era un
adolescente. Supuso que era bueno, por un lado: hacía tiempo que no
tenía deseos sexuales, así que el hecho de que soñara con tener sexo
era un paso en la dirección correcta.
Por supuesto, era demasiado embarazoso explicarle algo así a
su cuñada, sobre todo teniendo en cuenta todo lo que había pasado en
el pasado. Además, ella tuvo la amabilidad de arreglarle la ropa
habitual para que no fuera un desastre lleno de arrugas. No le
importaba llevar la ropa interior, los calcetines, las camisetas, las
toallas de mano y las sábanas a la lavandería, en la que trabajaba como
empleado de noche.
Estaba situada a pocas manzanas de la casa grande donde
residía con varios otros convictos, y el dinero que ganaba con el
trabajo a tiempo parcial en la lavandería le ayudaba a pagar a su
hermano por el abogado que Opie había contratado para conseguir
una liberación anticipada de la cárcel.
La transgresión de Carter no era tan mala como la de muchos
otros, pero aun así había cometido el delito, y cumplió la condena.
Cumplir cuatro años y medio de una condena de ocho a diez años por
intento de asesinato y agresión con agravantes fue, de hecho, una
bendición. Le debía la vida a Opie por haberle sacado de aquel
horrible lugar, porque Carter se había ganado unos cuantos enemigos
que se alegraba de no ver todos los días.
—Oye, está bien. Me los llevo al trabajo y lavo cosas gratis. Es
que me gusta cómo me arreglas las camisas y los pantalones, Tash. No
te preocupes, ¿está bien? ¿Cómo está Bastian? —preguntó, sintiendo
un sentimiento de ternura por el chico.
Sebastián era el hermano menor de Tasha, que pronto
cumpliría veintiún años. Carter sabía a ciencia cierta que Natasha se
alegraba de que el chico hubiera vivido hasta ver la edad legal para
beber. Era una propuesta de cincuenta por ciento en un momento
dado.
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Capítulo cuatro
Mientras dirigía la ceremonia de salida del sábado por la noche,
Seamus no estaba seguro de si había hecho amigos o enemigos en la
misa. Había algunas personas más jóvenes en los asientos, pero no
estaba seguro de si eran los acompañantes de algunos de los feligreses
de más edad o si realmente habían venido a conocerlo.
El día no había empezado bien porque Seamus había olvidado
cargar su teléfono el viernes por la noche cuando regresó a su nuevo
apartamento, por lo que su alarma no lo despertó a tiempo. Había
tenido sueños inusuales sobre Carter, el chico que había conocido en
la lavandería, y esos pensamientos eran difíciles de quitar.
El padre Kozlow había parecido no estar muy impresionado
cuando Seamus entró por la puerta trasera de la oficina en vaqueros
y camiseta en lugar de su ropa de clérigo como le habían indicado la
tarde anterior. El viejo sacerdote llevaba su camisa de cuello blanco,
pantalones negros y rabat negro y bebía una taza de café muy oscuro
mientras ojeaba un libro de contabilidad de tapa dura. Estaba sentado
detrás de un escritorio de roble en el que había una antigua máquina
de hacer cuentas -con cinta de papel y todo- a un lado del libro,
mientras que un bloc de notas amarillo descansaba en el otro. El
sacerdote tenía un lápiz en la mano izquierda y escribía furiosamente
algo en el bloc, con el ceño profundamente fruncido.
—He pensado en ponerme a trabajar en la evaluación del tejado
de la iglesia para ver qué daños ha sufrido durante el invierno. Pido
disculpas por vestirme de manera informal, pero no quería ensuciar
mi ropa de clérigo. —explicó Seamus con cierta cautela.
Basándose únicamente en el exterior del edificio, la rectoría
sería nada menos que un trabajo de vaciado total. La iglesia, sin
embargo, parecía que sólo necesitaba un tejado nuevo y algunos
trabajos en las escaleras y los cimientos.
Seamus estaba seguro de que podría conseguir que su padre y
sus hermanos bajaran a Beckett Creek para ayudar en la construcción
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hasta que el padre pueda averiguar cómo encontrar una tienda para
devolverlo. Lleva los registros financieros en un libro de
contabilidad de papel utilizando un bloc de papel y una máquina de
sumar para llevar la cuenta de los fondos de la parroquia. —había
dilucidado Seamus. Se había sentido como un niño llorón, pero le
habían puesto en una situación imposible, y necesitaba
desesperadamente que le orientaran.
Monseñor O'Keefe se había reído. —Llama a Cybil Maness. Es
la jefa del Comité de Finanzas. Su marido, Dick, es el presidente del
Consejo Parroquial. Ellos coordinarán una reunión sólo con usted
antes de la reunión prevista para el miércoles. Intentamos darle una
semana para que se adapte, pero debería haber sabido que el Padre
Kozlow no se tomaría bien esta situación. Pídale que me llame para
darle los detalles, y acudiré para ello. Las cosas irán bien, padre
McCord, se lo prometo.
La llamada telefónica con Monseñor dejaría al padre Kozlow de
muy mal humor, o así lo determinó Seamus, por lo que decidió
retirarse de cualquier interacción lo antes posible. —Gracias por la
invitación, pero aún estoy instalándome en mi nuevo apartamento.
Hágale saber al padre que estaré aquí a las seis y media de la mañana
para preparar la misa. Fue un placer conocerla, hermana Mary Luke.
Espero que vuelva a visitarnos pronto. —le ofreció mientras le
estrechaba la mano antes de salir por la puerta y dirigirse a toda prisa
al aparcamiento donde estaba estacionado su pequeño Chevy Hybrid.
Seamus se desabrochó la solapa del cuello y se abrió un poco la
camisa. La Iglesia había sido como un horno, incluso con esos
enormes ventiladores por los que era difícil hablar porque el padre
Kozlow parecía tener la impresión de que cuanto más bajo fuera el
volumen del sistema de sonido, menos kilovatios de electricidad
consumía el sistema. Seamus deseaba haberle mencionado eso a
Monseñor.
Mientras conducía por el camino bien pavimentado hacia el
garaje detrás de la gran casa de ladrillos blancos, vio a su anfitriona
de pie al final de las escaleras que subían a la puerta de su
apartamento. Se llamaba Natasha Riggs y era una mujer muy amable.
Se habían conocido brevemente la noche anterior, cuando él se había
detenido en la casa principal para preguntar dónde podía lavar su
ropa.
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recipiente con pollo y una bolsa roja y blanca que le resultaba bastante
familiar. Fue entonces cuando Seamus recordó que debía llevar pizza
para la cena que pensaba compartir con Carter.
—En realidad, ¿hay un buen lugar para conseguir pizza? Verás,
he quedado con un nuevo amigo para cenar y se suponía que tenía que
llevar la pizza. Me pregunto si debería pedir pollo frito en su lugar. —
Seamus dudó.
El Sr. Riggs se rio. —La mejor pizza de la zona está en Brimlee,
en realidad. Está a dos manzanas de la lavandería de la que te hablé
anoche. No vamos mucho por allí, pero tiene buenas críticas en el
periódico. Vas a venir mañana a cenar, ¿verdad? Tasha me dijo que te
invitó, y me encantaría que conocieras a Rigger, mi hermano
pequeño. Bueno, no es exactamente pequeño, pero es más joven, y es
realmente un gran tipo.
—Trabaja en esa lavandería, pero no sé nada de su horario. Sin
embargo, trabajará contigo en los terrenos de la iglesia. Creo que los
chicos de la familia Nash también van a ayudar con el mantenimiento
del terreno. Entraron en la oficina parroquial y robaron el tabernáculo
hace unos meses, y el padre Kozlow los hizo arrestar. —Era una noticia
interesante, pero no sorprendente. Sonaba exactamente como algo
que el padre Kozlow haría.
El Sr. Riggs continuó: —Fueron en bicicleta hasta Brimlee y
trataron de empeñar la maldita cosa, diciendo que era una casa de
muñecas de oro. Esos dos son malas noticias, he decidido. Deberías
vigilarlos de cerca. El padre Kozlow me contó los problemas que
causan a sus abuelos, y es una verdadera lástima. Cuídese, padre. —
Opie Riggs se acercó a la puerta de la piscina y la abrió, riendo
mientras la señora Riggs y el pequeño Paul se animaban.
Seamus los saludó con la mano mientras subía a su Hybrid y
retrocedía por el camino hasta llegar a la rotonda. Condujo hasta la
carretera estatal y giró a la izquierda para llegar a Brimlee. Se estaba
dando una patada por no haberle preguntado al señor Riggs el
nombre o el número de teléfono de la pizzería para poder llamar
antes.
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Miró el reloj del salpicadero y vio que eran las siete y doce. El
trayecto hasta el siguiente pueblo era de unos diez minutos, y si había
que esperar para llevar a la pizzería, llegaría tarde a su cita... no a su
cita. No es una cita. Eran dos nuevos amigos que se reunían para
compartir una comida de pizza y refresco. Seamus era un sacerdote.
No tenía una cita.
No es una cita... ¿lo es?
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Capítulo cinco
Carter había hecho sus tareas en la casa de acogida y estaba a
punto de subir a su habitación para prepararse para su turno de cinco
a medianoche en la lavandería. Tomó un vaso de agua helada porque
estaba sediento por haber trabajado fuera esa tarde limpiando los
desagües de la casa y ayudando a Vernon a reparar el porche
delantero. La barandilla estaba suelta y Carter no sabía arreglar cosas
de ese tipo, así que Vernon se ofreció a enseñarle, sobre todo teniendo
en cuenta que iba a pasar sus horas de servicio comunitario.
El señor Kerns hizo una visita esa mañana para decirle a Carter
que estaba bien si se mudaba el domingo en lugar de quedarse otra
semana. El señor Kerns había escrito una nota para el expediente de
Carter que fue aprobada por la junta de libertad condicional y firmada
por su juez de sentencia, por lo que todo estaba arreglado. Cuando
Opie lo pasó a buscar a la mañana siguiente para pasar el día en su
casa de Beckett Creek, Carter se mudaría de la casa de transición al
apartamento del garaje de la casa de su hermano y Tasha. Estuvo a
punto de abrazar al señor Kerns cuando se enteró de la noticia, y se
moría de ganas de sorprender a Opie y Tash.
Estaba a punto de entrar en el baño para ducharse cuando se
oyó un fuerte golpe en su puerta antes de que la misma estallara.
Carter no se sorprendió al ver a Tito Vega allí de pie, el musculoso
imbécil. Siempre había sido cuestión de tiempo que lo hiciera, de una
vez por todas. —Apuesto a que nunca pensaste que me verías aquí,
¿verdad, nene? —amenazó el hombre.
Carter y Tito trabajaban juntos en Farmington. Tito dirigía un
negocio de contrabando en la lavandería de la prisión, y Carter no
quería saber nada de eso. Estaba a punto de obtener la libertad
condicional anticipada y no iba a dejar que ese puto gilipolla se la
fastidiara. Le pasó una nota a uno de los guardias, que ordenó una
inspección sorpresa de la lavandería, descubriendo el alijo de
teléfonos móviles y otro contrabando de Tito, que estaba escondido
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cuando se producía una pelea. Cuando Tito empezó a ir a por él, oyó
el chasquido de otra pistola eléctrica y luego vio a Tito caer al suelo
como si tuviera un ataque. Cuando el idiota se orinó en los pantalones,
Carter quiso reírse, pero sabía que no debía hacerlo.
Era un puto desastre, sin duda, pero Carter no estaba dispuesto
a hacer nada que jodiera su libertad condicional. Quienquiera que
haya liberado a Tito Vega en el centro de reinserción social del
condado de Butler debe haber perdido la cabeza.
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Lindell te dará una buena recomendación, así que haz que me llame
cualquier posible empleador. Te daré una referencia.
—Sólo asegúrate de hacer tu servicio comunitario y haz que el
sacerdote firme tus horas. La señora Norville es simpática, pero se
atiene a las reglas, peor que yo. Debería saberlo porque solía trabajar
para ella. De todos modos, si necesitas algo, Carter, por favor
llámame. Lo creas o no, siempre he estado de tu lado. Tengo un
archivo lleno de cartas escritas en tu nombre sobre lo que pasó aquella
mañana cuando Sebastian Davis estaba... —El señor Kerns comenzó.
Carter le tocó el hombro. —Se lo agradezco, pero dejemos a Bas
fuera de esto. El chico ya tiene una vida lo suficientemente dura como
para preocuparse por mí. Opie me dijo que por fin puede moverse sin
la silla y que se está preparando para ir a la escuela de posgrado. Es la
mejor noticia que he escuchado en mucho tiempo. —le explicó a su
ahora ex oficial de libertad condicional.
El anciano sonrió. —Me alegro de oírlo, Carter. Cuídate, hijo, y
no te metas en líos, por el amor de Dios.
Ambos hombres se rieron mientras se daban la mano antes de
que Carter saliera del viejo Buick y recogiera su caja marrón como
maleta, dirigiéndose a la puerta de la valla de hierro forjado que
rodeaba la piscina. Vio a su cuñada sosteniendo una pelota de playa
mientras Opie llevaba a Paul sobre sus hombros. Era el mejor
espectáculo del mundo.
—¿Adivina quién ha llegado temprano? —llamó Carter mientras
abría la puerta y dejaba caer la caja en la banqueta. Se quitó las
zapatillas de tenis y se metió en la piscina con su familia. Cuando
Carter salió de debajo del agua y se sacudió el pelo castaño claro de la
cara, cayó en la cuenta de que no tenía forma de encontrar a Mack, el
hombre de negro. Odiaba la idea de que no intercambiaran números,
pero por fin estaba en casa. Eso era lo mejor que le había pasado en
mucho tiempo.
Fue abrazado fuertemente por Opie y Tash. Abrazó a Paul y los
dos se rieron juntos porque Carter se había tirado a la piscina con la
ropa puesta. Cuando se volvió hacia las luces que rodeaban el patio,
escuchó los jadeos. —Rigger, ¿qué demonios? —preguntó Tasha.
Carter casi se rio porque ella nunca maldecía.
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El nombre Seamus es muy común entre los escoceses.
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Capítulo seis
Seamus se sentó en el aparcamiento del mirador y contempló el
bosque que había debajo. Las montañas Ozark no eran precisamente
montañas como él las definía, basándose en otras cordilleras que
había visto en su vida, pero seguía siendo bonito mientras el sol se
ponía. Agarró la caja de pizza vacía y las dos latas de refresco con las
que se había atiborrado cuando vio que la lavandería estaba cerrada
esa tarde después de ir a pedir la pizza.
Incluso había golpeado la puerta, con la esperanza de que tal vez
Carter estuviera dentro y no hubiera abierto aún el local por la noche,
pero nadie contestó y no oyó ningún ruido del interior. Después de
esperar quince minutos mientras se preparaba la pizza, volvió a
subirse a su auto, tomó la pizza y se dirigió a la salida de la ciudad
antes de que alguien llamara a la policía tras verlo merodeando por la
lavandería.
Recordó haber visto una señal sobre un mirador a unos
kilómetros de la ciudad, así que Seamus condujo hasta allí y aparcó
para comer su comida. Ya había decidido volver a hacer el viaje a
Brimlee el lunes por la noche para ver qué había pasado para que
Carter cerrara la lavandería el sábado por la noche. Le hubiera
gustado pedirle el número al tipo, pero Seamus no estaba
precisamente en su juego cuando se trataba de algo parecido a la
atracción o el enganche.
Pero, de nuevo, no se suponía que un sacerdote lo hiciera,
¿verdad? Su situación actual no era muy distinta a la de estar
comprometido y engañar a su prometido; había prometido ser fiel a
la iglesia hasta hacer sus votos perpetuos, y no lo había hecho
exactamente, ¿verdad? Definitivamente, Seamus había deseado en su
corazón... y en su ducha y en su habitación.
Los sueños que había tenido la noche anterior tenían a Seamus
completamente desordenado, y casi se cayó del techo de la iglesia esa
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la comida al aire libre del día siguiente, así que subió el camino y entró
por la puerta trasera.
Vio al Sr. y a la Sra. Riggs sentados en la mesa de cristal con
unas cuantas botellas vacías sobre ella. —Eh, hola. Debería haber
llamado a la puerta o algo así. —dijo Seamus, avergonzado por haber
interrumpido su tiempo de intimidad. Vio el monitor del bebé que
descansaba sobre la mesa, e inmediatamente comenzó a caminar de
regreso a la puerta.
—No, padre. Ven a sentarte. Necesito hablar con usted de todos
modos. —le pidió el señor Riggs.
Seamus miró su reloj y vio que apenas eran las nueve y cuarenta
y cinco, así que tenía tiempo para sentarse y tomar una cerveza con el
hombre que parecía querer hablar. —Si no interrumpo.
Justo en ese momento, el monitor del bebé sonó: —¡Mamá!
La señora Riggs se rio. —Esa es la llamada para beber agua,
seguida por la llamada para ir al baño, seguida por la pelea de que no
está durmiendo con nosotros. Ya lo tengo. ¿Tal vez deberías explicarle
al padre lo de Rigger?
El Sr. Riggs asintió, así que la Sra. Riggs se levantó de su silla y
sonrió a Seamus mientras se alejaba de los dos, apretando el hombro
del Sr. Riggs mientras entraba. El señor Riggs se levantó de su asiento
y sacó dos cervezas de la pequeña nevera que había cerca de la puerta
trasera. Abrió una y se la dio a Seamus, abriendo la otra para él.
Aclarándose la garganta después de dar un sorbo, el señor Riggs
comenzó a hablar. —Espero que monseñor O'Keefe se haya acordado
de decirle lo de compartir el apartamento del garaje.
Seamus sonrió. —Sí, lo hizo. Eso no es ningún problema. Sólo
quería agradecerles a usted y a la señora Riggs que me permitieran
quedarme aquí mientras comienzan las obras en la iglesia y la
secretaría. No tenía ganas de dormir en el sofá del padre Kozlow.
Todavía no es precisamente un fanático mío. —bromeó, aunque las
palabras eran más acertadas que cualquiera de las que había
pronunciado en ese momento.
—Por favor, llámenos Opie y Tasha, padre. No somos nada
formales por aquí... bueno, lo aprenderás por ti mismo cuanto más
tiempo vivas aquí, y no tenemos prisa porque te vayas pronto. Mi
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Capítulo siete
Carter se despertó el domingo por la mañana en la casa de Opie
y Tash, sin saber dónde estaba durante una fracción de segundo. No
había ruidos dentro ni fuera de la casa, lo que no era algo a lo que
Carter estuviera acostumbrado y definitivamente algo a lo que tendría
que adaptarse. Se le ocurrió que su hermano y su cuñada
probablemente estaban en la iglesia, así que se levantó de un salto,
sólo para sentir el dolor en su cuerpo por el asalto del día anterior.
Una ducha caliente le aliviaría mucho los dolores... sobre todo el que
tenía entre las piernas.
Entró en el cuarto de baño junto al dormitorio de invitados y
abrió la ducha antes de vaciar la vejiga y mirarse en el espejo. Tenía
un aspecto bastante hosco. Un afeitado era definitivamente necesario,
pero el corte en la garganta probablemente no debería mojarse
demasiado, decidió.
Después de lavarse los dientes y la cara, Carter se metió en la
ducha. Se alegró de ver un champú y un jabón de lujo en el estante,
abrió rápidamente el champú y cerró los ojos para olerlo bien. La
mierda que había usado en la cárcel y luego la mierda barata que había
podido comprar en la tienda de un dólar después de ser liberado en la
casa de acogida no olía nada como los productos de su ducha.
Cerró los ojos y se lavó el pelo, con la mente puesta en Mack y
sus suaves labios. "Carter, cariño, quiero chuparte la polla", le
susurró Mack mientras tomaba la erección de Carter en su resbaladiza
mano.
"Yo también quiero eso, Mack, pero primero quiero besarte",
susurró al oído de Mack mientras los dos permanecían juntos bajo el
chorro de la ducha, con las lenguas girando al compás del otro
mientras las manos acariciaban las pollas y los dedos se introducían
en los apretados anillos musculares del otro. Fue perfecto, y en poco
tiempo, Carter se disparó sobre la mano de Mack.
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Sam E. Kraemer Sinners´ Redemption
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Carter vio a Opie mirando entre ellos, pero Tash fue la más
inteligente. —Opie, ven a ayudarme a guardar la comida. Agarra a
Paul y vamos a conseguirle algo de comer. ¿Quieren algo? —preguntó
mientras miraba a Carter y luego a Mack. Ambos negaron con la
cabeza que no tenían hambre. No era de extrañar.
Una vez que estuvieron solos en el patio, ninguno se acercó. —
Anoche vine a la lavandería. ¿Dónde estabas y qué te pasó en la cara?
—preguntó Mack.
Carter miró a su alrededor y decidió que necesitaban tener más
privacidad para la conversación. —Vamos al apartamento. Ya
volveremos, pero creo que los dos tenemos alguna mierda que decir.
—sugirió. Mack asintió y salió por la terraza de la piscina y por la
puerta.
Carter entró en la sala de estar y sostuvo la bolsa. —Ya vuelvo.
¿Qué sabe él de mí? —le preguntó a su hermano, que inmediatamente
puso cara de vergüenza.
—¿Sabías que es un sacerdote? —preguntó Opie.
—No, se olvidó de mencionarlo, al igual que yo no le dije que soy
un ex convicto, pero supongo que ya se lo habrás contado, ¿no? —
Carter intentaba contener su ira porque no era culpa de Opie que las
cosas hubieran caído en picada. ¿Carter se había enamorado de un
sacerdote cuando ni siquiera creía en Dios? Eso era una lección de
ironía, pero aún peor, parecía que el sacerdote podría haber caído por
él también.
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En el billar estar “detrás de la bola 8", se refiere a estar en una mala posición estratégica en la partida.
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Sam E. Kraemer Sinners´ Redemption
Capítulo ocho
Después de que Carter saliera del apartamento, Seamus se
dirigió a su habitación y cerró la puerta para estar unos minutos a
solas, esperando como un demonio procesar lo que acababa de
suceder. El día que Mack ya había padecido había sido una catástrofe.
El hecho de que monseñor O'Keefe no le hubiera devuelto la llamada
no hizo más que agravar su estrés. No estaba seguro de lo que estaba
sucediendo, y lo estaba volviendo loco que todo pareciera estar tan
fuera de su control.
Se acercó a su mesita de noche y agarró las cuencas del rosario
que su padre le había regalado cuando se graduó en el seminario. Eran
las cuencas de su abuelo, de su primera comunión hace tantos años
en Escocia. Estaban hechas de pino escocés tallado a mano y las había
hecho el bisabuelo de Seamus para su primogénito.
Las cuencas se las habían regalado a su padre, Sean McCord,
cuando el abuelo de Mack murió, y Sean había llevado a Mack a un
lado cuando se había graduado en el seminario y se las había dado.
Eran muy primitivos, lo que daba crédito a la historia de que habían
sido tallados a mano, pero para Seamus no tenían precio.
El rosario se había transmitido en la familia McCord y
actualmente estaba en posesión de Mack, lo que también le daba una
sensación de obligación, porque las cuencas estaban lisas y
ligeramente pulidas por haber sido bien utilizadas por los que le
precedieron. Había una conexión personal con esas bolitas de pino, y
Mack se sentía aún más culpable por tenerlas y no usarlas lo
suficiente.
Recordó el brazalete del rosario que el padre Akron le había
regalado antes de que Mack se mudara a Beckett Creek, y se preguntó
por qué no lo llevaba. Se preguntó por qué había dejado de ser tan
disciplinado como para rezar sus oraciones por la mañana y por la
noche, como Mack había hecho desde que había entrado en el
seminario.
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La Universidad de Virginia, también conocida como U.Va., UVA, Universidad del Sr. Jefferson, o La
Universidad, es una universidad pública situada en Charlottesville, Virginia, fundada por Thomas
Jefferson. Es la única universidad estadounidense señalada como Patrimonio de la Humanidad.
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hable de ello, más fácil será salir adelante ¿Es ése el consejo que daría
un sacerdote? —preguntó, mirando a Mack.
Mack tomó aire y sonrió a Sebastian. —Creo que es un consejo
sólido, y también diría que usar ese ejemplo para aconsejar a alguien
que veas que lo necesita también podría ser una buena manera de
seguir adelante. Las personas se ponen en nuestras vidas cuando más
las necesitamos. Puede que no sepamos por qué, pero así es como
trabaja Dios. Ahora, si me disculpan, tengo que buscar mis gafas de
sol del apartamento. Señora Davis, es un placer conocerla. —le dijo
Mack a la pelirroja mientras ella lo miraba con sorpresa.
Sin decir nada más, el sacerdote sonrió y dio la vuelta a la
cubierta de la piscina, salió por la puerta y subió las escaleras. Cuando
abrió la puerta para entrar en el apartamento, de la radio se escuchaba
música country a todo volumen y se rio. La puerta del cuarto de baño
estaba abierta, así que Mack fue a colocarse en la puerta, apoyándose
en la jamba. —¿De verdad creías que iba a ser un... cómo lo has
llamado? ¿Un marica que se odia a sí mismo?
Carter se estaba recortando el vello facial de la línea de la
mandíbula que era bastante atractiva. —No sabía que estaba bien que
un sacerdote fuera gay... que le gustaran los gays... que besara a los
gays.
Mack entró en el baño y se colocó detrás de Carter, apoyando su
barbilla en el fuerte hombro del hombre. —¿Dónde te has hecho eso?
—preguntó mientras señalaba una cicatriz en la caja torácica de Carter
en el lado derecho.
—Me apuñalaron en la ducha la primera semana que estuve en
Farmington. Los chicos pequeños tienen que cuidarse de los locos
pervertidos que quieren violarlos. La mentalidad de manada pseudo-
alfa que está arraigada en el sistema penitenciario hace que los líderes
de ciertos grupos tengan que seguir defendiendo su territorio. Tu
tamaño determina tu nivel de amenaza para los líderes de la banda, y
cada hijo de puta loco intentará darte una paliza para demostrar que
es el alfa del bloque de celdas. —respondió Carter.
—¿Qué tal este? —preguntó Mack mientras besaba la cicatriz del
bíceps de Carter.
—Apuñalado con un maldito tenedor el pasado noviembre. Me
metí entre dos chicas trans que se peleaban por un hombre. Como el
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El Rigger o Señalero es la persona que apoya y guía al operador de grúa mediante señales o por radio.
Calcula ángulos de izaje y determina maniobras, mientras el operador se encuentra en la máquina de
elevación.
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Si lo saben y hacen la vista gorda porque creen que ese tipo de trato
está bien, no sé cómo pueden dormir por la noche.
Mack esperó unos instantes antes de continuar. —Pienso
intentar hacer algo por esos chicos, pero no estoy seguro de qué o
cómo puedo ayudarles. Esos jóvenes no deberían vivir con miedo. El
amor y la familia no deben ser eso. —afirmó Mack mientras se giraba
para ver a Carter salir de la casa con una sonrisa en la cara.
—¿Qué está pasando? —preguntó el hombre guapo de los ojos
hermosos.
Opie se puso de pie y salió del patio sin decir nada. Mack se
volvió hacia Carter y le ofreció una sonrisa cautelosa. —Mañana
vamos a trabajar con los chicos de Nash. ¿Los conoces o has oído
hablar de ellos?
—No, ¿por qué? —preguntó Carter.
—Al parecer, una vez robaron el vino de la comunión, y robaron
el Tabernáculo e intentaron empeñarlo en Brimlee. Dijeron que era
una casa de muñecas de oro o algo así. Hoy he conocido a sus abuelos.
Creo que vamos a tener las manos llenas. —le dijo Mack a Carter.
Observó cómo el apuesto hombre sonreía. —No me preocupan
unos niños pequeños. Me llevo muy bien con los niños. Al principio,
me tienen miedo por mi tamaño, pero luego aprenden que no voy a
hacerles daño, y normalmente quieren que les enseñe algunos
movimientos ninja. Todo irá bien mientras ese cura malhumorado se
mantenga alejado. ¿Qué voy a hacer? —preguntó Carter.
—Creo que empezaremos por limpiar el jardín y los parterres
alrededor de la iglesia. Tengo que hacer una llamada y luego me
pondré en contacto con el jefe del Consejo Parroquial para enviar una
solicitud de voluntarios para poner un nuevo techo en la iglesia el
próximo fin de semana. Haré que mi familia venga a ayudar. —
Comenzó Mack, mirando la cara de Carter para ver la preocupación—
. Estará bien, Carter. Mi familia te querrá. —afirmó Mack con
confianza.
Carter se rio. —¿Como el ex convicto gregario o como el hombre
que se está enamorando de ti? —Luego volvió a entrar en la casa
dejando a Mack solo. Eso definitivamente echó un manto de agua en
la noche, aunque Mack estaba seguro de que revisaría esas palabras
en sus sueños una y otra vez
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Capítulo nueve
Carter subió corriendo las escaleras del apartamento del garaje.
Hacía una semana que él y Mack habían empezado a compartir el
espacio vital, y los dos hombres apenas se habían mirado desde
aquella tarde de domingo en la que Mack le había besado las cicatrices
mientras hablaban de cómo Carter había llegado a tenerlas. Más
tarde, esa noche, cuando se retiraron a sus habitaciones por separado,
se despidieron amistosamente y luego, todas las noches de esa
semana, no hubo ninguna otra conversación. Ninguna. Nada.
En cuanto al trabajo, Carter estaba conociendo poco a poco a
Denny y Donnie Nash, y disfrutaba pasando tiempo con los chicos,
aunque pensaba que tenían algunos hábitos peculiares. Sólo
respondían a Carter cuando éste les hacía preguntas directas, pero
creía que eran tímidos, así que no se burlaba de ellos. Los dos eran
rubios y de ojos azules, y a veces parecían tan tristes que casi le
rompían el corazón a Carter. Se sentía atraído por ellos de una manera
que nunca se había sentido atraído por muchos niños en el pasado...
excepto por Paul, que era su amiguito.
Los Nash eran buenos chicos, aunque fueran callados y
reservados. En realidad, al pensarlo, ambos parecían tener miedo de
sus propias sombras. Carter recordaba haber oído al mayor susurrarle
al menor que se comportara cuando se emocionaba al encontrar una
rana en uno de los jardines, diciéndole: "El padre Kozlow llamará a
la abuela y los dos nos meteremos en problemas por portarnos mal".
El chico más joven asintió y apartó suavemente la rana del lugar
donde estaban escardando, y pareció ir sobre ruedas el resto de ese
día.
Ese incidente había molestado a Carter, pero Mack no había
hablado con él ni en el trabajo ni en casa. Carter no iba a preguntarle
nada a ese malvado sacerdote.
El martes por la tarde, el pequeño Donnie no podía sentarse
cuando tomaba un descanso del sol. Cuando Carter le preguntó por
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Indulto parcial por el que se sustituye una pena por otra de menor grado o rigor.
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Todo lo que Carter pudo hacer fue asentir con el hombre. Las
palabras... La declaración de amor que Carter moría por decir se le
atascaba en la garganta, pero tenía la esperanza de que algún día esas
palabras fueran pronunciadas en voz alta y delante de otras personas,
no de forma vergonzosa, sino celebrándolo con amigos y miembros de
su familia. Nunca lo había imaginado para sí mismo, pero tal vez...
Después de que ambos se vistieran, comieron tostadas y
bebieron café antes de ir a la iglesia y subir las escaleras para quitar el
resto de las tejas de esa mañana. Hablaron de hacer que los chicos de
Nash recogieran los restos de tejas del suelo esa tarde y los
depositaran en el gran contenedor que Mack había encargado y que
se entregaría en una hora. La familia McCord llegaría a la ciudad en
algún momento del día y Carter sabía que Mack estaba intentando
averiguar qué decirles sobre los cambios que se avecinaban. Carter
estaba seguro de que algunas cosas serían difíciles de discutir, pero
aún así era necesario decirlas, y planeaba apoyar a Mack tanto como
el hombre lo permitiera.
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Sam E. Kraemer Sinners´ Redemption
Vio a Mack hacer lo mismo antes de mirar por el lado del tejado
y luego se volvió hacia él con una mirada de preocupación. —Esa es la
cuestión, Carter. No es precisamente mi amigo, y si está en Italia, me
temo que algo ha salido mal. Verás, la iglesia protege a los suyos, y hay
algo extraño en todo este encargo para mí. Esa es parte de la razón
por la que quiero que mis padres vengan este fin de semana. Quiero
que sean testigos de lo que pasa en persona antes de decirles que estoy
enamorado de un luchador de MMA. Creo que podrían estar lo
suficientemente confundidos como para saltarse la parte en la que soy
gay. —ofreció Mack en voz baja.
Carter dejó de hacer lo que estaba haciendo y miró al apuesto
sacerdote que llevaba el pelo recogido con una bandana. Era tan
jodidamente sorprendente ver la sonrisa en su cara, que Carter se
echó a reír. —No puedo esperar a ver cómo funciona eso, cariño. Oh,
la parte en la que les dices que vives con un intento de asesino convicto
será un verdadero placer, ¿no? —se burló Carter.
Se sorprendió cuando Mack dejó de trabajar y lo miró con una
gran sonrisa. —No, eso no es nada comparado con cuando les diga que
estoy enamorado de ese presunto intento de asesino. Tú no mataste a
ese tonto. Por cierto, ¿dónde está? —preguntó Mack mientras
arrojaban más tejas por el lado del tejado al contenedor.
Cuando Carter vio a aquel malvado cura en el suelo gritando a
aquellos dos chicos, no esperó a llamar la atención de Mack y no
utilizó la escalera para bajar. Llegó al suelo en un tiempo récord y se
interpuso entre el padre Crabby mientras reprendía a aquellos dos
chiquillos.
—¿Cuál es el problema, viejo? —preguntó Carter, conteniendo
su temperamento lo mejor que pudo. No golpearía a un hombre de
setenta y tantos años, pero no permitiría que golpeara a un niño de
trece como había estado a punto de hacer por lo que Carter pudo ver
desde su lugar en el techo de la iglesia.
—No tienes derecho a hablarme así. Estás aquí por mi buen
humor, porque tu hermano necesitaba un lugar para que hicieras tu
servicio comunitario. Puedo cancelarlo tan rápido como lo permití y
vuelves a la cárcel, donde debes estar. —amenazó el hombre.
Carter Lee Riggs se creía un tipo decente. Había dicho muchas
palabrotas a lo largo de su vida, y podía reconocerlas cuando las oía
dirigidas a él. Se había reído de muchas de ellas cuando estaba en
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resto de su condena. Tenía una buena razón para sobrevivir, y tal vez
tuviera otro propósito para volver a casa con vida, ¿en la forma de un
antiguo sacerdote? Desde luego, eso esperaba.
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Capítulo diez
Mack levantó la vista para ver a Carter saltar básicamente desde
el tejado de la iglesia, y se apresuró a acercarse para ver al gigantesco
moreno arrastrando al padre Kozlow lejos de Denny y Donnie Nash.
Mack no tenía ni idea de qué había impulsado a Carter a saltar y
abordar al viejo sacerdote, pero sabía que tenía que llegar al suelo y
tomar el control de la situación antes de que se intensificara hasta el
punto de no retorno que podría enviar a Carter de vuelta a la cárcel
para cumplir el resto de su condena.
Mack acababa de profesar su amor por Carter Lee Riggs, y
cuando el hombre no se lo devolvió, dejó a Mack con la incómoda
sensación de que tal vez se estaba comportando de forma inmadura.
¿Qué sabía él? Nunca había estado realmente enamorado. Sin
embargo, sabía que no podía dejar que ocurriera nada que los
separara, con todo lo que estaba en el aire.
Se apresuró a bajar la escalera y se acercó a donde Donnie Nash
estaba llorando a mares. Mack miró hacia abajo para ver que el chico
había mojado los pantalones, y vio que Denny estaba tratando de
consolarlo. —Nos escaparemos. No dejaré que te pegue otra vez, lo
prometo. —oyó que Denny le decía a su hermanito.
—Yo tampoco dejaré que te pegue. Toma a tu hermanito... Ve a
sentarte bajo ese árbol y espérame. Voy a ocuparme de algunas cosas
y luego volveré. Se limpiarán y luego pensaremos en los siguientes
pasos, ¿Ok? —Mack se ofreció a los chicos.
El sacerdote sabía que tenía que llegar a Carter antes de que el
hombre grande matara al padre Kozlow, así que se apresuró a ir al
otro lado de la iglesia para ver que Carter tenía al anciano sacerdote
de pie cerca de un parterre que los chicos habían limpiado a principios
de semana.
—¿Ves ese parterre? A menos que quieras que ese sea tu lugar
de descanso final, te sugiero que aligeres la mierda de los chicos Nash.
No te tengo miedo, y no puedes intimidarme en absoluto con tu
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Pre-Cana es un curso o consulta para parejas que se preparan para casarse en una iglesia católica. El
nombre se deriva de Juan 2: 1–12, la fiesta de bodas en Caná en Galilea, donde Jesús realizó el milagro de
convertir el agua en vino.
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Cerca y Lejos es un juego de mesa de Ryan Laukat (autor de Arriba y Abajo, un imperio en 8 minutos o
islebound entre otros) en el que los jugadores tendrán que explorar diferentes mapas en busca de la
Última Ruina, y durante el transcurso de la campaña podrán reclutar nuevos aventureros y conseguir
tesoros.
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Capítulo once
Después de que Carter se llevara a los chicos de la iglesia...
Carter desbloqueó el Chevy de Mack y abrió la puerta trasera del
lado del pasajero para Donnie Nash. El chico parecía tan asustado con
respecto a lo que le iba a pasar, que a Carter se le revolvió el estómago.
Le dedicó una pequeña sonrisa, tratando de aligerar el
ambiente. —¿Qué pasa? Vamos a casa de mi hermano. Mi cuñada es
maestra en su escuela, creo. Enseña en el jardín de infancia y es muy
simpática. Vamos a arreglar esto, chicos. Nadie va a volver a
golpearlos si yo tengo algo que decir al respecto—, les explicó Carter.
Esos dos chicos eran zombis andantes y parlantes en opinión de
Carter. Estaban asustados por todo, lo que no era una forma de vivir,
según juzgaba Carter la situación. Necesitaban que alguien cuidara de
ellos y luchara por ellos en lugar de permitir que los trataran como lo
habían hecho ese viejo cura bastardo y sus abuelos, a quienes Carter
aún no conocía.
Los niños pequeños deberían estar llenos de energía y
curiosidad. Su sobrino tenía tres años y hacía más preguntas que
cualquier otro niño que Carter hubiera visto. Algo no iba bien en la
casa de los Nash.
Carter acercó el Chevy al garaje pero no lo condujo al interior
porque si la visita con la trabajadora social no salía como él quería,
sacaría a esos niños de allí como si fuera un piloto de la Indy 500. Se
merecían algo mucho mejor que la mano que les había tocado, y
Carter haría todo lo posible para que lo obtuvieran.
—De acuerdo, yo vivo ahí arriba—, Carter señaló el apartamento
del garaje que compartía con Mack, —pero vamos a ir a casa de Opie
y Tash—, continuó mientras señalaba la gran casa con la piscina.
—Conseguiremos que se limpien y laven su ropa, y llamaré a sus
abuelos. Todo irá bien, lo juro—, prometió Carter, y lo cumpliría.
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suave tela de la bata de Tasha. Era de satén, pensó Carter, pero nunca
le había intrigado la lencería femenina. Justo entonces, sonó el timbre
de la secadora, así que se levantó de un salto. —Esa es tu ropa. Vuelvo
enseguida—, les dijo.
Se dirigió a la gran lavandería y sacó su ropa de la secadora. Le
recordó la cita que había planeado para él y Mack, y esperaba que aún
pudieran ir. Con la mierda que había pasado ese día, no estaba seguro
de que pudieran escaparse, pero lo intentaría con todas sus fuerzas.
Era importante para él.
Carter volvió a la sala de estar y vio que los tres chicos seguían
ensamblando algo que se parecía a una valla. —¿Qué es eso?—,
preguntó mientras entregaba a cada uno de los hermanos Nash su
ropa limpia y seca.
—Un zoológico, tío Carter. Hacemos un zoo—, les dijo Paul con
una gran sonrisa.
Carter miró a los dos niños para ver que ambos estaban
embelesados con lo que hacía el niño de tres años. —¿Han estado
alguna vez en un zoológico?— Los dos niños bajaron la mirada y
negaron con la cabeza. Era desgarrador.
Tasha entró en la sala de estar y sonrió. —Chicos, vayan a
cambiarse y luego bajen aquí porque una amiga mía va a venir a
conocerlos. De momento les voy a preparar un bocadillo. ¿Les gustan
los sándwiches de jamón y queso? Puedo hacerlos a la parrilla—, se
ofreció.
Denny se levantó del suelo y sonrió. —No hace falta que los haga
a la parrilla, señoritas. Estamos bien con sólo el pan y el queso. Puede
tomar el jamón, señora.
Carter se levantó del suelo y miró a Tasha, que sonrió y anunció:
—Jamón y queso a la parrilla será, y también abriré una lata de sopa
de tomate. La haría fresca, pero Stefani Jennings llegará muy pronto.
Creo que les caerá bien. Es muy simpática y le encantan los niños—,
dijo Tasha antes de volver a la cocina.
Treinta minutos más tarde, Carter estaba sentado en la barra de
la cocina con los niños mientras Stefani y Tasha les hacían preguntas
de la manera más desenfadada posible. Carter miró el reloj del
microondas y vio que era casi la hora en que los Nash saldrían de su
casa para recoger a los niños de la iglesia. —Tenemos que llamar a sus
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abuelos para que los recojan aquí. Deberías reunirte con ellos—, le
dijo a Stefani.
Ella asintió, así que él tomó el teléfono de la casa de Tasha y
marcó el número que Denny le había dado. Sonó dos veces antes de
que le contestaran. —¿Hola?
Era la anciana. Carter se tragó su ira y sonrió. —Señora Nash,
soy Carter Riggs. Hoy hubo un percance en la iglesia, así que tengo a
sus nietos en casa de mi hermano, Opie Riggs... Está en el Consejo
Parroquial. De todos modos, no es necesario que vayas hasta el pueblo
para recogerlos en la iglesia. Están en la casa de Opie en...— Carter
explicó, conteniendo su temperamento lo mejor que pudo.
Le dio a la mujer las indicaciones para llegar a la casa de Opie y
Tasha y exhaló mientras desconectaba la llamada. —En camino. Voy
a correr a casa y a ducharme. Volveré en diez minutos, ¿de acuerdo?—
, preguntó mientras se volvía hacia los chicos que habían terminado
los dos sándwiches y un plato de sopa cada uno. Habían comido todo
lo que Carter podía bajar de una sentada, y cuando escuchó el ruido
del estómago de Donnie, miró para ver al chico con miedo en su
rostro.
—¿Qué pasa?—, preguntó en voz baja.
—He comido demasiado. Voy a tener problemas por
desperdiciar comida—, le dijo el niño a Carter mientras empezaba a
llorar de nuevo y corría por el pasillo, dando un portazo al tocador.
Carter miró a Denny, que también parecía molesto. —Esta vez
también voy a tener problemas. ¿Hay otro baño?
—Ve al de arriba—, le dijo Carter. El chico subió corriendo las
escaleras y escucharon el portazo.
Tash lo miró con los ojos muy abiertos, aparentemente
confundida por lo que estaba pasando. Carter se aclaró la garganta. —
Creo que se han sobrealimentado demasiado rápido. Supongo que sus
cuerpos no están acostumbrados a alimentos tan calóricos y ambos
están vomitando.
Se volvió para mirar a la trabajadora social. —Hacen pasar
hambre a esos chicos, ya ves. Puedes ver lo pequeños que son,
¿verdad? Tienes que hacer algo, o sus abuelos se los llevarán a casa y
les pegarán por lo que ha pasado hoy, y seguirán matándolos de
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—Iré con él. Nos veremos en una semana, seguro—, les dijo
Tasha mientras abrazaba a cada uno de los chicos. Carter pudo ver el
dolor en sus ojos mientras salían para ir con la trabajadora social,
pero no había mucho que pudieran hacer en ese momento.
Tasha se giró para mirarlo con dureza en sus grandes ojos y
comenzó a maldecir como un marinero, escandalizándolo. —Esos
hijos de puta no merecen tener a esos preciosos chicos en sus vidas.
Probablemente tratan mejor a su perro que a sus nietos. Maldita sea,
no dejaré que vuelvan a poner sus malditas manos en ellos. Quiero
que Denny y Donnie vivan con nosotros, Rigger, porque Opie y yo los
amaremos y protegeremos. Deja las cosas en mis manos, y yo se lo
explicaré a tu testarudo hermano. Puede que no esté de acuerdo
inmediatamente, pero entrará en razón si sabe lo que es bueno para
él—, prometió Tasha mientras daba la vuelta y se dirigía de nuevo a la
cocina.
Carter se rio porque sabía que a su hermano le esperaba un
infierno cuando se trataba de que Tasha quisiera algo, y ella podía ser
muy persuasiva cuando se trataba de Opie. Carter esperaba tener eso
mismo en su vida algún día. Podía ser un dolor de cabeza, pero parecía
que podría ser jodidamente genial.
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Capítulo doce
Carter se sentó en el suelo del baño del apartamento mientras
Mack se duchaba. Había llegado al complejo con su familia a cuestas,
y no había habido tiempo para que ambos tuvieran una conversación,
así que Carter estaba ansioso por saber qué había pasado después de
salir de la iglesia con los hermanos Nash. —¿Dónde está ese cura
malhumorado?—, preguntó.
Mack se rio. —Su hermano lo llevó al hospital. Creo que el padre
Kozlow podría haber sufrido un golpe de calor. Estaba gritando al
vacío y tropezó con el borde de ladrillo que rodea el jardín lateral antes
de estrellarse contra el contenedor. ¿Tal vez incluso tiene una
conmoción cerebral? ¿Supongo que Tasha te contó sobre los planes
de cerrar la Parroquia?
—No mucho, pero dijo que Opie tenía una reunión de
emergencia hoy. ¿Cuándo se va a cerrar y qué significa eso para ti?—
preguntó Carter. El agua se cerró, y Mack salió a la alfombra de baño,
alcanzando la toalla limpia en el tocador. Carter agarró el borde de la
toalla y la sostuvo mientras observaba de nuevo el cuerpo sexy de
Mack.
Observó cómo el agua se deslizaba por el apretado abdomen y
los fuertes muslos. Las piernas de Mack tenían vello oscuro y un
abundante arbusto13, pero aquella gruesa polla colgaba larga e
impresionante. Carter no podía imaginar lo grande que podría ser
cuando estuviera dura, pero quería saberlo más que nada.
Luchaba con toda la determinación que llevaba dentro para
quedarse en el suelo. Si se acercaba demasiado a Mack, tendría esa
polla en la boca en un tiempo récord, y sabía que no era lo que Mack
quería.
13
Expresión, para referirse que tiene abundante vello en su pelvis.
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14
Una colección memorable de imágenes mentales que uno desea retener para propósitos manuales.
(pajas)
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estaba seguro de cuánto sabía Opie sobre lo que habían pasado esos
chicos, pero a Carter le parecía que su hermano había decidido que se
alinearía con el resto de las ovejas de esa iglesia y que ignoraría las
peticiones de ayuda de esos chicos. Kozlow había permitido que los
abuelos Nash maltrataran a dos inocentes. ¿Cómo podía alguien
ignorar la culpabilidad del viejo en esa situación?
Por supuesto, no dijo nada de eso con los McCord allí sentados.
—No lo hice, pero fue porque Tasha necesitaba ayuda con los chicos
Nash hoy ya que ambos estaban molestos. Llamaré a mi oficial
mañana, ¿de acuerdo? Todavía habrá que trabajar en la iglesia. Sólo
tengo doscientas horas, Opie. Estoy seguro de que puedo encontrar
algo que hacer después de que la iglesia esté cerrada—, se defendió
Carter.
Carter vio que el padre de Mack lo miraba con curiosidad
respecto a por qué estaba haciendo servicio comunitario. —Es una
larga historia. Estuve encarcelado en el correccional estatal de
Farmington durante cuatro años y medio. Opie me sacó antes porque
el juez tenía prejuicios. Estuve viviendo en un centro de reinserción
social durante unos meses, y ahora vivo aquí, pero sigo en libertad
condicional. Trabajar en la iglesia fue una condición para mi
liberación anticipada—, explicó Carter.
Las cejas de la madre de Mack se alzaron bastante, y él pudo ver
que tenía preguntas, pero Opie intervino con una sonrisa amistosa. —
Carter salvó a un joven de ser asesinado. Este idiota que tomó
esteroides se volvió un poco loco en...— Opie explicó.
Carter se giró para ver a Mack mirándolo con preocupación. No
quería que el hombre se preocupara, así que le hizo un discreto guiño
antes de escuchar lo que decía Opie. —Es un héroe, de verdad.
Carter se rio. —No vayas a sacar las cosas de quicio. Había un
chico de diecisiete años en el vestuario ocupándose de sus propios
asuntos. Había estado nadando en la piscina mientras su abuela hacía
ejercicio. Un psicópata inducido por los esteroides perdió la cabeza y
empezó a golpear al chico contra el suelo porque no le gustaba la
canción que el chico tarareaba. Evité que el daño fuera mucho peor de
lo que era y luego cumplí condena porque casi mato al otro tipo. No
he vuelto a perder el control desde aquel día, — aclaró Carter.
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ring, y sabía que estaba loco. Hice lo que creí necesario en ese
momento. No soy una persona violenta por naturaleza—, ofreció.
Mack, que seguía de pie, se colocó detrás de la silla de Carter y
apoyó sus manos en los hombros de éste. —Se declaró culpable de los
cargos y fue a la cárcel por salvar la vida de un inocente. Tienes que
dar un paso atrás y mirarlo desde todos los ángulos, madre,— exigió
con la rabia aún presente en su tono.
Carter puso su mano derecha sobre la mano de Mack en su
hombro derecho sin pensarlo. —Está bien. Pueden hacer sus
preguntas. Es bueno que se preocupen por ti. Yo también lo hago,—
ofreció en voz baja. Carter levantó la vista y vio los hermosos ojos de
Mack mirándolo con amor. Eso era todo el consuelo que necesitaba.
Después de la cena, todos se sentaron en la cubierta de la
piscina, relajándose. Carter y Mack estaban sentados en el último
escalón de la cubierta de la piscina con los pies en el agua, y Carter se
dio cuenta de que los padres de Mack lo miraban fijamente. —Tienes
que ir a hablar con ellos, cariño. Están preocupados por ti, y no puedo
culparlos. Subiré al apartamento para que puedas pasar tiempo con
ellos. Opie y Tash entrarán si les hago una señal, y tú podrás hablar
con tus padres en privado. Está bien—, le dijo Carter.
Mack lo miró y sonrió. —¿Me esperas despierto? Quiero oír
hablar de los hermanos Nash.
Carter asintió. —Con mucho gusto. He pensado que podríamos
ir a Brimlee a la lavandería mañana por la noche y comprar una pizza
de Goodies. No pude comer nada de la pizza que compraste—,
bromeó.
Mack se rio. —Es una cita. Subiré pronto.
Carter se puso de pie y caminó hacia la mesa, deteniéndose
detrás de Opie. —Siento irme, pero tengo que conversar un poco con
estos chicos y luego tengo que irme a la cama. Ha sido un placer
conocerlos a todos, y espero que podamos conocernos mejor. Que
tengan un buen viaje a casa mañana—, ofreció mientras estrechaba la
mano de Mark, Paddy y Sean McCord. Erin y Shannon lo abrazaron,
y la señora McCord se limitó a asentir con la cabeza sin mostrar
ninguna emoción.
Opie y Tasha se despidieron y los tres Riggs entraron en la casa.
Carter vio los Lego's de antes de la tarde, así que se acercó a limpiarlos
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Capítulo trece
Los hermanos de Mack llevaron el Suburban de su padre de
vuelta al hotel después de que Mack les dijera que llevaría a sus padres
más tarde. Toda la familia necesitaba sentarse a discutir sus
intenciones para el futuro, pero Mack creía que sería mejor si
empezaba con sus padres. Su madre ya le estaba lanzando miradas
recelosas en el transcurso de la noche, así que no tenía sentido aplazar
la confrontación como esperaba poder hacer.
—Así que, después de aclarar este asunto en el Sagrado Corazón,
me voy de la iglesia—, soltó sintiendo que la comida que habían
ingerido antes se le revolvía en el estómago. Rezó para que no
vomitara.
Sean miró la mesa, pero Mack prestaba más atención a la cara
de su madre. Ella intentaba no mostrar ninguna emoción, y eso lo
tenía bastante preocupado. —¿Y bien?—, volvió a preguntar. Sabía sin
lugar a dudas que su madre tenía una lista de argumentos en orden
alfabético en su cabeza. Más le valía sacarlos y que empezara la
discusión.
Sorprendentemente, su padre empezó a reírse antes de soltar
una carcajada. Su mano golpeaba la mesa y tenía lágrimas rodando
por sus mejillas, lo que sorprendió a Mack. —¿Qué?
Se giró para ver que su madre estaba bastante enfadada con su
padre, y aunque Mack apreciaba que su padre atrajera parte de la ira
de su madre, eso no iba a iniciar un diálogo productivo. —Papá, no
creo que eso sirva de mucho—, le llamo la atención.
Sean se limpió los ojos con el pañuelo pero siguió resoplando un
poco. Se volvió hacia Molly y le rodeó los hombros con un brazo,
dándole un beso en la sien. —Tu madre se jacta de conocer a sus hijos
mejor que yo, pero le dije la otra semana, cuando llegaste a casa, que
creía que estabas reconsiderando hacer tus votos definitivos. Está
enfadada porque ahora puedo unirme a ese club de pesca en el que
Wilbert Dell me ha pedido que participe durante los últimos días.
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Se refiere a que el granito es duro jajaja. 6v6
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productivo para los chicos si se mueven mucho. Estaré rezando por ti,
Opie. Creo que Dios guiará tu camino—, le dijo Mack. Y lo decía en
serio.
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Capítulo catorce
—¡Mamá! ¡Papá! Tío Carter Lee Riggs!— Se escuchó desde lo
alto de la escalera mientras Carter tarareaba en la cocina mientras
terminaba el desayuno.
—¡Paul Carter Riggs!— gritó en respuesta. Oyó la ducha
corriendo en el piso de arriba, así que supo que Tasha estaba en el
baño y Carter supuso que Paul necesitaba ayuda con algo, así que el
tío Carter dejó a un lado la mezcla de huevos revueltos que había
estado batiendo, salió al pasillo y subió las escaleras a toda prisa.
—¿Qué pasa, amigo?—, preguntó mientras levantaba a su
sobrino.
—No voy a bajar si no hay nadie. ¿Puedo bajar?—, preguntó el
pequeño. Era tan lindo que Carter le sonrió.
—¿Quieres ir al baño y vestirte primero?—, preguntó. Paul
todavía estaba en proceso de aprendizaje para ir al baño, pero llevaba
esos pantalones de entrenamiento nocturnos, y la parte delantera no
era azul -o lo que sea que se suponía que era cuando Paul había
orinado en ellos durante la noche- así que Carter creía que no habría
sorpresas cuando el niño se los quitara.
Después de ponerle a Paul unos pantalones cortos y una
camiseta, lo bajó sobre sus hombros por las escaleras. Se dirigieron a
la puerta del patio, y Paul golpeó el cristal y saludó con la mano,
llamando la atención de Mack, que estaba sentado en la mesa
hablando con Opie, quien le devolvió el saludo.
—Sóplale un beso—, le dijo Carter al chico.
A Paul le encantaba soplar besos, y cuando lo hacía, Mack se los
devolvía. Se rio y entonces Opie se dio la vuelta y empezó a reírse
también. —¿Quieres un poco de jugo mientras papá habla con
Mack?— preguntó Carter.
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voy a estar bien con mis planes. No estaré bien si me dejas atrás.
Tenemos un futuro, Carter. No dudes de mí, por favor.
Carter le besó la mejilla y se apartó. —No lo haré, Mack. Sé que
tienes razón en el hecho de que nos conocimos cuando más nos
necesitábamos. No creo que sea un pecado que nos amemos, pero si
lo es... Moriré como un pecador si puedo ser amado por ti. Sufriré el
fuego del infierno con tal de ser amado por ti—, susurró Carter. Decía
en serio cada palabra.
Cuando Mack giró la cara y lo besó apasionadamente, Carter
casi se derritió en la hermosa baldosa de travertino de su cuñada.
Cuando la lengua del hombre tanteó suavemente la costura de los
labios de Carter, quiso apartarse porque creía que lo mejor era que
Mack se mantuviera fiel a sus votos hasta que terminara. Carter no
quería ser el motor para que él se alejara de su compromiso con Dios,
pero cuando Mack gimió y lo abrazó más fuerte, no pudo contenerse.
Aceptó el beso y lo intensificó hasta el punto de echarse al padre
McCord al hombro y llevarlo a su apartamento, donde se harían cosas
muy perversas. Era la fantasía permanente de Carter, y no podía
esperar a que se hiciera realidad.
Finalmente se separó y tomó aire. —Ve a cambiarte. Ve a la
iglesia con Opie y Tasha. Tengo que cortar el césped de todos modos.
Estaré por aquí cuando vuelvas esta tarde. Vamos a hacer de niñeros
esta noche, así que tal vez después de que Paul se vaya a dormir,
podemos ir a bañarnos desnudos. No he tenido acción en mucho
tiempo, pero me comportaré. Vaya a hacer lo que tenga que hacer,
padre McCord, mientras aún tengo algo de autocontrol. Pero no me
presione—, se burló mientras besaba la mejilla de Mack.
El otro hombre se rio. —Bien. Tenemos el resto de nuestras
vidas, ¿verdad?
Carter tomó su mano y la colocó sobre su corazón. —¿Sientes
eso? Ese será el ritmo del resto de nuestras vidas. Eres un astuto,
Mack McCord. Te metiste ahí y no puedo sacarte. Veré el resto de
nuestras vidas juntos y te mantendré en una eternidad—, respondió
Carter.
Vio al hombre que amaba sonreír suavemente. —Está bien—.
Besó a Carter en la mejilla y se apresuró a salir por la puerta trasera y
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escuela, si es que iban. Eres un imbécil por permitir que eso le ocurra
a tu propia sangre—, reprendió Carter, esperando que el hombre
empezara algo para poder darle una paliza. Sería una oportunidad
perfecta para trabajar la agresividad. Definitivamente, tenía que idear
un régimen de alivio del estrés antes de perder la cabeza.
El hombre miró los adoquines que rodeaban la cubierta de la
piscina. Carter se dio cuenta de que Dean Nash estaba molesto, pero
no estaba seguro de por qué, y no iba a averiguarlo a menos que se
calmara y hablara con el tipo en un tono algo civilizado.
Carter tenía dos cuchillos a su espalda, pero tenía la sensación
de que no los iba a necesitar. El razonamiento conseguía más
resultados que los puños. Eso era lo que le había dicho el capellán de
la cárcel en muchas ocasiones.
—Bien, por qué no tomas asiento. Enseguida vuelvo. Le traeré
un vaso de té—, ofreció Carter. El tipo asintió y sacó una silla del patio,
tomando asiento mientras Carter entraba a buscar a Paul y lo ponía a
dormir una siesta para darle tiempo a hablar con el hombre sobre
Denny y Donnie. ¿Tal vez la discusión conduciría a algo productivo?
Carter tenía muchas esperanzas.
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Capítulo quince
Mack volvió a la Sacristía con Monseñor O’Keefe aquel sábado
por la mañana para ayudar al anciano a quitarse los ornamentos y
colgarlos, mientras el padre Stillwell, el párroco, daba las gracias a los
monaguillos.
Monseñor O’Keefe sonrió a Mack mientras cerraba la puerta del
armario. —Me alegro de verlo en la misa, padre McCord. Respeto su
deseo de no participar, pero me alegro de que haya venido igualmente.
Si tiene algo de tiempo, me gustaría hablar con usted y llevarlo a algún
sitio. Tengo un viejo amigo que vive en la zona, y creo que sería
beneficioso para usted conocerlo—, sugirió Monseñor. No era
realmente una pregunta.
Mack asintió antes de que el hombre volviera a hablar. —
Entonces, cuéntame qué pasó con el padre Kozlow. Pasé por el
hospital esta mañana y se veía pálido. El médico dijo que lo retendrán
un par de días más, así que me quedaré por aquí, y cuando le den el
alta, organizaré el transporte para que convalece con los frailes en
Washington, DC. Puede que quiera volver a Croacia, pero eso lo
decidirá la archidiócesis.
—Dijo que el joven que fue asignado al Sagrado Corazón para el
servicio comunitario amenazó con enterrarlo bajo un parterre. ¿Es
eso cierto?—, preguntó Monseñor.
Mack trató de no reírse porque había sido testigo del miedo en
los ojos del padre Kozlow después de la diatriba de Carter, pero
realmente creía que su Carter no haría daño a una mosca. —Uh, estoy
seguro de que fue un malentendido. Habíamos hablado de las
plantaciones, así que tal vez Carter estaba mencionando esas cosas.
De todos modos, me gustaría discutir una situación con usted, señor—
, comentó Mack.
El monseñor asintió y fue a despedirse del padre Stillwell. Le
agradeció su cortesía y le pidió que fuera al hospital a visitar al padre
Kozlow, añadiendo: —No tome demasiado en serio lo que dice. El
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Organización Juvenil Católica. (Catholic Youth Organization (CYO))
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En caso que no se entienda, porque en el texto original no se explaya mas que esto, habla de él y la
iglesia, ambos “se van” juntos.
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silencio, se dio cuenta de que una de las ventanas estaba rota, y estaba
abierta.
Seamus sabía que tenía que taparla porque había cosas caras
dentro de la iglesia, y él era el responsable si no se daba cuenta de
todo, así que se acercó en silencio a la sala acristalada y miró por la
ventana para ver a los hermanos Nash tumbados en uno de los
bancos. Ambos estaban empapados, así que se apresuró a entrar en la
habitación, tocándolos. Cuando los dos chicos saltaron, Mack se sintió
aliviado.
—¿Qué están haciendo aquí?—, preguntó.
—Queríamos hablar con usted. No nos gusta esa familia. Fueron
amables, pero sólo querían retenernos el fin de semana—, le dijo
Denny mientras se sentaba en el banco.
—Bueno, era lo que llaman una 'colocación de emergencia'. Esa
familia no iba a ser tu familia de acogida, sólo iban a mantenerlos
hasta que se pudieran hacer arreglos para algo más permanente.
¿Están bien?—, preguntó mientras tomaba la mano de Donnie para
ayudarlo a sentarse.
—Hace calor, pero estamos bien. Hemos roto la ventana, pero la
pagaremos si podemos trabajar por aquí. El padre Kozlow no tiene
por qué saberlo, ¿verdad?— preguntó Denny, con la preocupación en
su dulce rostro.
Mack se rio mientras se desabrochaba el cuello de la camisa y
sacaba la lengüeta blanca, colocándola en el bolsillo delantero de la
camisa. —No, no tiene por qué saberlo, y ya se nos ocurrirá algo.
¿Quieren ir a dar un paseo conmigo?— preguntó mientras se
levantaba del banco donde los chicos habían estado descansando.
—¿Podemos conseguir un poco de agua?— preguntó Donnie.
Mack se rio y abrazó al chico. —Todo lo que quieras—, le dijo.
Empezaron a caminar hacia la casa de los Riggs, pero Mack se detuvo
en la tienda de la esquina antes de que empezaran a recorrer la calle
donde vivían los Riggs. Compró a cada chico una botella de agua de
un litro y una pequeña para él.
—Quiero que estén vacías para cuando lleguemos a la casa de
Paul. Llamaremos a la trabajadora social cuando lleguemos y le
haremos saber que están bien. No estoy seguro de que puedan
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Capítulo dieciséis
—Estoy seguro de que no es una decisión fácil de tomar, pero a
veces alejarse para darles una oportunidad de tener una vida mejor es
lo mejor—, explicó Carter a Dean Nash, el padre de los chicos,
mientras esperaban la llegada de Stefani Jennings. La trabajadora
social se había disgustado cuando los chicos se escaparon del hogar
de acogida temporal, pero cuando Carter la llamó para decirle que
estaban en casa de Opie y Tasha, le dio las gracias y dijo que estaba
aliviada. Le pidió que mantuviera a todos allí hasta que ella pudiera
llegar, y él había accedido.
La puerta corredera se abrió y Paul paso de la mano con Donnie.
El chico llevaba un pantalón de baño de Tasha y una de sus camisetas
de tirantes, y estaba sonriendo. Denny salió con un par de pantalones
cortos viejos de Opie, y Mack llevaba un par de sus propios pantalones
cortos. —Vamos a nadar. Esperamos no interrumpir la conversación,
pero si lo hacemos, pueden ir dentro—, bromeó Mack mientras le
guiñaba un ojo a Carter.
Dean miró a Donnie y luego miró al suelo. —Yo, eh, creo que
Donnie es una de esas, eh, personas trans. No lo entiendo, pero sé que
es una cosa. No lo dejarás de querer por eso, ¿verdad?— preguntó
Dean.
Carter sonrió. Era como había sospechado cuando vio a Donnie
en la bata de Tasha el día anterior. —No, Dean, seguiremos
queriéndolo a él... o a ella. Supongo que tu madre lo sabía y no se
emocionó.
Dean tomó un sorbo de su cerveza y sacudió la cabeza,
quitándose la gorra sucia que llevaba. —A mamá no le emociona nada,
créeme. Me odio por dejarlos con mis padres, pero después de que
Sally sufriera una sobredosis, simplemente no tenía dónde llevarlos.
Necesitaban comer e ir al médico, así que los dejé con mis padres. Ya
veo que fue un error—, explicó Dean mientras parecía asimilar el
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sabido que dejarlos con Elsie y Morris era una mala idea. No eran
así cuando yo era joven, pero cambiaron mientras crecía. Por eso
salí cuando tenía dieciocho años, pero debería haberlo recordado.
Lo siento, y espero que tengan una buena vida ahora que están con
gente decente. Pensaré en ustedes todos los días, pero será mejor que
se olviden de mí por su propio bien. No soy lo suficientemente bueno
para ustedes, pero esta gente... Ellos los querrán. Sean los buenos
chicos que sé que son—, les había dicho Dean antes de alejarse sin
mirar atrás.
Carter había visto que Denny empezaba a derrumbarse, pero
Donnie le había tomado las manos y se había aferrado a ellas. —Es lo
mejor, Denny. Sabe que no puede cuidar de nosotros, y nos está dando
una oportunidad de algo mejor. Esto es mejor—, le había susurrado
Donnie a su hermano. Carter tuvo que secarse los ojos al escuchar el
comentario del chico. Sus almas eran mucho más viejas de lo que sus
edades biológicas atestiguaban, pero era hora de un nuevo comienzo
para todos ellos.
Carter recordó la pregunta del chico. —Sí, puedes darte una
ducha, pero no fría. Hay una marca en el pomo... deja que te la
enseñe—, sugirió, llevando a Donnie al baño para mostrarle dónde
estaba la marca en el grifo de la ducha para el agua tibia.
—No estás enojado porque nos escapamos, ¿verdad?— preguntó
Donnie mientras Carter le daba la espalda al chico y tomaba asiento
en el lavabo como había hecho el día anterior.
Carter lo pensó detenidamente porque no quería que se
escaparan de nuevo. —No, no estoy enfadado por ello, pero quiero que
pienses en lo peligroso que fue eso, Donnie. Un extraño podría
haberlos encontrado y haberles hecho mucho daño. No toleraremos
que huyas de nosotros, ¿de acuerdo? Mack y yo te queremos a salvo,
y queremos saber dónde estás todo el tiempo. ¿Han ido alguna vez a
la escuela?
Donnie no respondió, así que Carter miró en el espejo para ver
el reflejo del chico, viendo que se estaba lavando el pelo. Después de
que se enjuagara, Carter volvió a preguntar por la escuela. —Justo
cuando el oficial de absentismo escolar vino a la granja para quejarse
de ello. La abuela se enteró de lo de la educación en casa y no nos
mandaron más.
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A partir de ahora se empezaran a utilizar términos femeninos.
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Capítulo diecisiete
Mack sonrió cuando Denny abrió la puerta del todoterreno para
Danita y la ayudó a bajar del vehículo. Carter le había explicado a
Denny lo que sabía sobre una persona transgénero y le aclaró al chico
que, aunque sería una adaptación difícil para todos -especialmente
para Donnie/Danita- al principio, le ayudaría que Denny utilizara el
nombre de Danita y se utilizare el “ella”.
—Así que le buscaremos un consejero a través de los Servicios
Sociales, y creo que sería bueno que la acompañaras unas cuantas
veces para que empieces a entender su transición también. No va a
ser fácil para ninguno de los dos porque sólo has conocido a Donnie,
pero él... Quiero decir, ella siempre se ha llamado a sí misma Danita
en su mente—, había explicado Carter, deslizándose.
Vio que el chico había sido receptivo a sus sugerencias, así que
había continuado. —Tendrás un desliz y la llamarás Donnie, o te
referirás a ella como 'él' al principio porque todavía no lo tienes muy
presente, pero ella te lo perdonará. Tal vez sólo la trates como a
cualquier chica que conozcas del colegio hasta que te sientas más
cómodo con esta nueva faceta de Danita. Puede que sea un poco
incomodo al principio, pero, por favor, intenta no decir cosas
hirientes sobre lo que está pasando cuando te enojes—, había
reafirmado Carter.
Denny había mirado a Mack con ojos interrogantes, por lo que
había asentido con la cabeza. —Yo viví con dos hermanas mientras
crecía, así que sé que no es fácil, pero creo que si le demuestras que
lo intentas, significará mucho para ella. Ella te perdonará si te
olvidas a veces, pero estoy seguro de que se alegrará de que siquiera
intentes comprender. Estaremos aquí para los dos, ¿de acuerdo?—
le había dicho Mack mientras abrazaba al adolescente. Era algo nuevo
para él también, pero muchas cosas en el mundo de Mack iban a ser
nuevas. Había estado tratando de adaptarse a todo con la misma
intensidad que Denny.
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buscaremos otro lugar para rendir culto. Mack quiere ir, así que
iremos. Estará bien—, ofreció el joven mientras tomaba la mano de su
hermana del brazo de Mack y la colocaba entre las suyas,
conduciéndola con orgullo hacia el interior.
El resto de la tripulación lo siguió, incluido Paul, que había
tomado la mano de Mack. El ex sacerdote miró detrás de él para ver
que Opie Riggs seguía sin estar precisamente contento, pero parecía
que el hombre intentaba mantener la mente abierta. Mack tenía la
sensación de que la petarda de su esposa que caminaba a su lado tenía
mucho que ver con ello.
Se acomodaron en un banco más o menos a mitad de camino
hacia el frente, y cuando Mack vio salir a Creighton Jones-Alonzo con
un traje y una sonrisa brillante, respiró hondo y lo soltó, sin estar
seguro de qué esperar en absoluto. —¡Buenos días! Parece que
nuestro Creador ha tenido la gracia darnos un respiro del calor, y se
lo agradezco—, bromeó Creighton, lo que pareció tranquilizar a la
multitud.
El resto del servicio no fue tan desconocido como Mack pensó
que podría ser. Hubo canciones y discusiones. La familia se presentó
al resto de la congregación, y después de la oración final, en la que
Creighton agradeció al Universo las muchas bendiciones que les había
concedido y pidió que guiara a los que aún estaban perdidos, toda la
congregación ofreció un 'Amén'
Se dieron cuenta de que todos se abrazaban tras el cierre del
servicio, así que todos hicieron lo mismo. Mack notó que Opie Riggs
parecía totalmente incómodo, pero Carter, Denny y Danita parecían
alegres. Paul se reía con Danita mientras luchaban con los pulgares, y
Tasha estaba radiante mientras observaba a su familia.
Mack se apartó de la fila para salir de la iglesia y se dirigió hacia
donde Opie Riggs había utilizado una salida lateral para escapar de
saludar al ministro y a su marido. —¿Estás bien?
Vio la fría mirada del hombre, y Mack se sintió culpable por
haber siquiera sugerido que asistieran al servicio. —No lo entiendo.
Yo sólo... fui a la escuela católica para el grado, la secundaria y la
universidad. No entiendo esta mierda—, se quejó Opie.
Mack exhaló. —Sí, puedo ver lo difícil que debe ser para ti, pero
yo estoy en la posición en la que mi religión no me quiere. No soy su
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ejemplo ideal de alguien que quiere ayudar a sus semejantes, así que
no se me permite rendir culto como lo he hecho toda mi vida. Puedo
ser un mentiroso y negarme a mí mismo, volver a la iglesia y vivir algo
distinto a mi verdad, pero entonces tengo que vivir sin Carter.
—No tienes que aceptarlo, Opie. Tú y tu familia siguen siendo
bienvenidos en la iglesia católica. Has hecho todo lo que tu fe espera
de ti, así que no tienes nada de qué preocuparte. No fuiste a la cárcel
con Carter. No tienes que ir a la iglesia con él si decide que le gusta y
quiere continuar. Esto fue sólo una prueba—, explicó Mack.
Opie se volvió para mirarlo y señaló a Danita. —Y, ¿qué es eso?
Mack tocó el brazo de Opie para detenerlo. —Esa es una chica
transexual. Esa es una hija de Dios que nació en el cuerpo equivocado.
No es fácil para nosotros reconciliarlo en nuestras mentes porque no
es nada que hayamos considerado o a lo que hayamos estado
expuestos en el pasado, pero es algo real. Nuestra educación católica
no nos permite creer que esta niña haya sido creada a imagen y
semejanza de Dios, como nos dicen las Escrituras, pero eso no hace
que no sea real, Opie—, intentó aclarar Mack.
Al ver que el hombre seguía siendo escéptico, Mack continuó. —
Nuestra educación religiosa nos enseña que cualquier cosa fuera de la
ley canónica es antinatural. La homosexualidad, la transexualidad, los
problemas de salud mental. Los niños que nacen con autismo o
cualquier otra discapacidad solían ser considerados poseídos por
demonios, Opie. Ahora sabemos que no es así, pero ¿te imaginas la
persecución que habría sufrido un niño con autismo en aquella época
por las dificultades asociadas al trastorno?
—La tasa de suicidio es alta entre los adolescentes transexuales,
como he llegado a saber investigando un poco. Denny me dijo que una
vez evitó que Donnie se cortara las venas. Imagínate el desperdicio de
una vida preciosa que habría sido—, declaró Mack en voz baja
mientras Danita y Paul hablaban de ir a nadar y se tomaban de la
mano mientras se dirigían a los vehículos.
Opie miró a Mack y sacudió la cabeza. —Esto es mucho para
asumir, ¿sabes?
El ex sacerdote asintió. —Todo lo bueno que es diferente
requiere trabajo y comprensión. Llevo años escondiéndome de ser yo,
y el hecho de que ya no tenga que esconderme, y encima tenga a tu
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Las cosas habían ido bien entre Carter, Denny, Danita y Mack.
Los niños Nash fueron con Mack al Sagrado Corazón para ayudarlo a
empacar las cosas en la iglesia mientras Tasha investigaba para
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Se utilizó “fuck” como insulto y se tradujo como “mierda” pero también es un término sexual.
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—Siento que hayas oído todo eso, Denny. Debe ser raro para ti,
¿verdad?— preguntó Mack, tratando de ser empático con la situación
del chico.
Cuando Denny se rio, a Mack le pilló un poco desprevenido. —
No estoy seguro de lo que Do... Danita pensó al respecto, pero a mí
me pareció un poco dulce. Quiero decir, aparte de la parte en la que
estás tratando de averiguar qué hacer con nosotros cuando Opie y
Tasha no nos quieren.
—Me sorprende que sean pareja porque son muy diferentes,
pero luego, en algunas cosas, son iguales. Supongo que está bien—, le
dijo el chico mientras seguían envolviendo y colocando cosas en
grandes cajas de envío.
Mack estaba a punto de alcanzar una estatua de la Virgen Madre
cuando Denny le tocó el brazo. —Mira, no puedo culparlos por no
querer quedarse con nosotros. Diablos, no se conocen demasiado
bien, y ni siquiera saben si van a durar. La presión de tener dos... un
chico y una chica viviendo con ustedes puede ser dura. Hay un
montón de mierda apilada para ti, así que si Tasha y Opie no nos
quieren, no tienes que preocuparte por ello.
—Cuidaré de mí y de Danita, aunque puede que tenga que volver
a ser Donnie porque no hay mucha gente lo suficientemente
comprensiva como para aceptar a una chica trans. Por eso le dije que
esperara a cambiar hasta que fuéramos mayores. Todo irá bien—,
había intentado asegurar Denny a Mack mientras arrancaba otro
trozo de plástico de burbujas y lo colocaba sobre la mesa para que el
ex sacerdote lo usara para la estatua.
Después de eso, no hubo mucha discusión. Los dos se tomaron
descansos y bebieron mucha agua porque todavía hacía calor en la
iglesia. Justo cuando se puso la última etiqueta en la caja final, ambos
oyeron el portazo de un vehículo. —¿Chicos? ¿Dónde están?
—¡Aquí atrás!— Mack llamó a Carter. Cuando el apuesto
hombre entró en el área detrás del altar, tenía una gran sonrisa que
Mack no esperaba. Denny Nash salió por la puerta trasera para
dejarlos solos, lo que preocupó un poco a Mack.
—¿Cómo te fue con la reunión con tu oficial de libertad
condicional?—, preguntó después de que Carter entrara más en la
habitación.
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Sam E. Kraemer Sinners´ Redemption
Capítulo dieciocho
Carter se sentó en la cubierta de la piscina para ver el amanecer,
como recordaba haber hecho cuando trabajaba en la lavandería de la
prisión. No le sorprendió que se viera mucho mejor sin las rejas.
Desgraciadamente, su razón para estar allí tan temprano no era sólo
disfrutar de la libertad de ver un amanecer y agradecer el amanecer
de un nuevo día. Era mucho más serio.
Esa mañana se iban a ir de campamento: los hombres de
McCord, los de Riggs y Denny Nash. Las mujeres McCord también
venían al pueblo, junto con la prometida de Mark, Callie y sus hijas,
Ella y Rose. Carter sabía que a Danita le ponía muy nerviosa conocer
gente nueva, así que le había preguntado a la chica si se sentiría mejor
viniendo con Denny, pero ella había dicho que no porque Tasha le
había dicho que iban a hacerse la manicura y la pedicura en
Springfield. Incluso había concertado una cita para que Danita se
dejara peinar por una señora que Tasha conocía y que estaba
especializada en peinados cortos, y Danita estaba muy emocionada.
Carter había notado que su voz había subido una octava y era
un poco más suave, casi imitando el tono de la voz de Tasha. Danita
también había empezado a moverse con un poco más de confianza al
haber pasado más tiempo con Tasha, captando gestos más femeninos.
Carter creía que era definitivamente un paso en la dirección correcta
para la joven.
El ex convicto seguía preocupado por el fin de semana con el
padre y los hermanos de Mack porque sabía que no se daban cuenta
de que él y Mack eran pareja, y Carter nunca había sido un buen actor.
Mack seguía diciéndole que tuviera fe, así que iba a intentarlo.
Carter había empezado a trabajar en la iglesia con Manny y
Creigh, y sinceramente había llegado a quererlos y respetarlos. Le
habían explicado la misión de la iglesia y podía entender mejor por
qué Mack se sentía atraído por ello. El hombre necesitaba algún tipo
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Sam E. Kraemer Sinners´ Redemption
de conexión con Dios en su vida porque siempre había estado ahí para
él.
Tal vez esa gente de la iglesia no quería a Mack en su iglesia
católica, pero Mack no iba a abandonar su amor por la espiritualidad
debido a sus mentes estrechas. Mack no lo catalogaría como tal, pero
Carter seguro que sí.
El hombre que Opie había sugerido para retirar las vidrieras del
Sagrado Corazón había trabajado todo el día del viernes, y Mack,
Denny, Danita y Carter las habían empaquetado cuidadosamente una
vez retiradas de la estructura. La diócesis había contratado a una
empresa de camiones para que recogiera todo el viernes por la noche,
así que habían estado en la iglesia hasta tarde. Opie y Tasha les habían
traído hamburguesas y les habían ayudado en las tareas, pero al
observar que Opie miraba fijamente a Danita mientras ésta trabajaba
con Denny para llevar las cajas al camión, Carter empezó a enfadarse.
Sabía que Opie disfrutaba de su café en la cubierta de la piscina
a primera hora de la mañana, así que Carter se sentó a esperar a su
hermano porque necesitaban tener una discusión. Si Opie ni siquiera
iba a intentarlo con Danita, Carter tenía que idear rápidamente planes
alternativos sobre lo que podían hacer para evitar que el Estado les
quitara a los niños Nash. Entrarían en el sistema, y no había forma de
que Carter o Mack pudieran encontrarlos. Ya habían tenido suficiente
dolor y decepción en sus jóvenes vidas. Carter estaba decidido a
salvarlos si podía.
Cuando la puerta corrediza de vidrio se abrió detrás de él, Carter
se puso de pie y comenzó a subir las escaleras, deteniéndose cuando
vio a su hermano de pie allí con ese vestido que Tasha había comprado
en la tienda de descuentos la semana anterior. Carter no pudo evitar
la risa porque ver al gran Opie Riggs con un vestido era lo último que
pensaba ver esa mañana.
Entró en la sala de estar para ver el sofá cubierto de sábanas y
una manta, junto con una almohada. Siguió a Opie a la cocina y tomó
asiento en la isla mientras Opie le servía una taza de café. Su hermano
tenía un aspecto horrible, y Carter no podía esperar a escuchar el
motivo.
Finalmente, tras unos sorbos del humeante y mágico líquido,
miró a Opie y sonrió. —Me habría imaginado que eras más bien una
rueda de colores otoñales, pero supongo que eso está bien. ¿Cuál es la
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Sam E. Kraemer Sinners´ Redemption
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Sam E. Kraemer Sinners´ Redemption
manera que no era natural para ti. Odio que hayas tenido que pasar
por algo así, pero ahora todo cambió.
—¿Podrías ir a la casa y despertar a Tasha, cariño? Todos
tenemos que desayunar y prepararnos para nuestra acampada, y
ahora tenemos que limpiar a Carter Lee. Tengo que ver si tiene que ir
al médico antes de que nos vayamos con la familia de Mack—. Ella
asintió y echó a correr, su bata abierta volando detrás de ella.
Un minuto más tarde, Carter se dejó caer en la cama
improvisada de Opie en el gran sofá de la sala de estar antes de que
Opie se apresurara a subir las escaleras para recuperar los
suministros médicos para limpiarlo. Denny lo siguió arriba para
mantener a Paul entretenido, y Mack estaba mirando a Carter desde
su asiento en la otomana, el escondite de Paul.
—No te preguntaré qué pasó porque parece que fue algo entre
hermanos, y sé cómo pueden escalar ese tipo de cosas. Yo también
tengo dos, así que lo entiendo. Lo que quiero saber es por qué querías
dejarme atrás, Carter. Te quiero. Ha sido rápido, seguro, pero no me
importa. Cuando está bien, está bien, cariño—. Mack parecía muy
seguro, pero Carter aún tenía sus dudas.
Mack lo miró a los ojos. —No sé lo que crees que has hecho o lo
que te has dicho a ti mismo que has hecho, pero te equivocas. Tengo
la suerte de tenerte en mi vida, ¿me oyes? No puedo... no puedo
perderte, Carter. He estado esperando lo que parecía una eternidad
para que me encontraras, y lo has hecho. Has arreglado todas las
grietas en mí, y has calmado todas las dudas que tenía sobre el
propósito de mi vida.
—No, no todo es perfecto, pero cariño, nada es perfecto excepto
nuestro Padre Celestial. Esta vida es preciosa, pero no va a ser fácil
porque tiene que recordarnos el maravilloso regalo que se nos ha
dado, y no podemos darlo por sentado. El amor que compartimos
redime nuestras debilidades, Carter. Dios nos creó a cada uno de
nosotros a su imagen y semejanza, así que ninguno está equivocado.
Incluso Opie con ese feo vestido. ¿De qué se trata?— preguntó Mack
mientras acariciaba la mano de Carter, examinando el daño que éste
le había hecho durante su ataque de ira y autocastigo.
Justo en ese momento, Tasha y Opie bajaron con gasas, algodón
y pomada antibiótica. Tasha lo miró y sacudió la cabeza. —Idiota. Ve
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Sam E. Kraemer Sinners´ Redemption
Capítulo diecinueve
Nueve meses después
—No entiendo por qué tengo que saber toda esta mierda—, se
quejó Carter al entrar en la sala de estar de la casa de Opie y Tasha,
donde Mack estaba ayudando a Danita y Denny con las tareas
escolares. Paul estaba coloreando en la mesa de café como si estuviera
haciendo su propia tarea, y había una pizza en el congelador que
planeaban calentar cuando tuvieran hambre.
—Uno, tenemos orejitas, señor Riggs, así que limpie el lenguaje,
y dos, porque eso es lo que te exigen para obtener tu certificación. Si
no quieres trabajar en ese lugar, entonces deja la guía de estudio y
ayuda a Danita a resolver su lección de gramática—, ordenó Mack.
En ese momento sonó el timbre, así que Carter se abrió paso
entre el laberinto de cajas hasta la puerta principal. Seamus lo oyó
saludar a alguien y cerrar la puerta. —Disculpen el desorden, pero nos
mudamos el próximo miércoles. Enviamos a Opie y a Tash a una cita
nocturna antes de que comience el caos final. Los niños están
haciendo los deberes. Por favor, pasen—, invitó Carter.
Cuando Mack levantó la vista, vio a Stefani Jennings con su
contagiosa sonrisa. Danita se levantó del sofá y se acercó a la mujer,
abrazándola. Denny se levantó y le dio a Stefani un abrazo a medias
antes de volver a plegar su cuerpo más alto en el suelo y regresar a su
tarea de álgebra. Había sido un largo camino, pero había sido más
gratificante para Mack que cualquier cosa que hubiera previsto en su
vida.
Toda la familia se mudaba de nuevo a San Luis para estar más
cerca de la parte del clan McCord. Mack iba a asumir el cargo de
pastor de la Iglesia Unitaria de Webster Groves e iba a trabajar en su
maestría en Teología para poder enseñar en una universidad privada
cercana.
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Sam E. Kraemer Sinners´ Redemption
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Sam E. Kraemer Sinners´ Redemption
después de la fecha oficial del juicio, y Danita, que era una chica que
se hacía cargo de todo, insistió en que iba a planificarla... con la ayuda
de Erin y Shannon McCord. Todas se habían unido más rápido de lo
que Mack había pensado, pero era una bendición.
—Todavía no, pero he pensado... ven aquí, por favor—, le
susurró a Opie, a quien tomó de la mano y condujo por el pasillo para
hablar en privado.
Mack notó la sonrisa de Tasha. —Ven a la cocina, y vamos a
comer pizza y palitos de queso con salsa de Goodies. Papá insistió en
pedir dos de las tartas extragrandes, para que todo el mundo se sacie.
Stef, sé que te gusta su pizza. ¿Una copa de vino?—, invitó mientras
las dos mujeres iban a la cocina, dejando a Denny, Paul, Mack y Carter
en la sala de estar.
—Hoy hablé con Ronnie Shields del gimnasio. Me ha dicho que
lo único que tengo que hacer es avisarle de cuándo quiero hacer el
examen, y él lo organizará en el colegio comunitario. ¿Y qué pasa si lo
estropeo?—, preguntó Carter mientras se dejaba caer en el gran sofá
junto a Mack y rodeaba con su brazo las caderas de su amante,
pellizcándole el culo en el proceso.
Mack saltó y se rio, viendo que Denny ponía los ojos en blanco.
—Me voy por la pizza. Vamos, hermanito. Tú tampoco deberías estar
presente en esto—, se quejó Denny mientras levantaba a Paul y lo
llevaba a la cocina.
Carter tiró de Mack sobre su regazo y lo besó suavemente. Tomó
la mano del hombre y comenzó a jugar con sus dedos. —Eres bueno,
mi amor, pero lo harás bien en tu examen. Lo sabes todo, Carter.
Confía en ti mismo—, volvió a reprenderlo Mack.
El hombre era una de las personas más arrogantes que el ex
sacerdote había conocido, pero cuando se trataba de ciertas cosas,
permitía que sus sentimientos de incapacidad por su pasado se
apoderaran de él y le hicieran dudar de sí mismo. Había sido un
obstáculo considerable para Carter, uno contra el que todavía
luchaban, para superarlo.
La confianza en sí mismo de Carter no era lo único en lo que
discrepaban. Mack quería pasar a eso, pero Carter se lo impedía.
Habían hecho muchas otras cosas, así que la razón por la que Carter
se negaba a tener relaciones sexuales era un misterio.
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—Algunas personas son duras con los que ven como una
amenaza, Seamus. ¿Estás seguro, hijo? No quiero que pases por el
dolor de corazón que tendrás cuando la gente te trate mal sólo para
decidir que tal vez te has equivocado. Pensaba que podías ser
sacerdote y ser gay siempre que te mantuvieras célibe—, le había
dicho Sean.
Seamus había podido ver la compasión que albergaban los ojos
de su padre por el hermano de su amigo, pero el ex sacerdote había
aprendido de primera mano que mentir sobre su sexualidad había
sido mucho peor que sufrir el juicio de los fanáticos. Siempre había
sabido que habría gente poco amable, pero mientras tuviera a Carter
Lee Riggs, Mack aprendería a compadecerlos por su juicio, no a
temerlos. Además, sabía con certeza que Carter podía darle una paliza
a cualquiera que intentara crear problemas.
Seamus había tomado la mano de su padre del volante y la había
sostenido entre las dos suyas, mirando a los ojos de su padre. —Tienes
razón, papá. Probablemente podría haber seguido en el sacerdocio
y permanecer célibe, pero ya había tomado la decisión de dejarlo
antes de conocer a Carter. Ahora que me he enamorado de él, no
puedo imaginarme siendo célibe. Lo siento si es raro—, había
intentado explicar Seamus.
Sean le había apretado la mano a cambio, ofreciéndole una
sonrisa amable. —A eso se refería tu madre cuando decía que estaría
bien cuando estuvieras preparado. Creo que es un camino difícil,
Mack, pero trabajo con algunos chicos que son gay, así que sé que no
es una elección. Te apoyaré en todo, hijo. Lo admito, creo que Carter
es un tipo muy guapo, y parece muy protector contigo ahora que lo
pienso. ¿Qué demonios le ha pasado para que esté tan maltrecho?
Mack se había reído. —Él y Opie tuvieron una discusión esta
mañana. Carter se enfadó y fue al bosque a descargar su
agresividad en un olmo. Destrozó la maldita cosa, te lo aseguro.
Cuando volvieron a las cabañas, Sean tuvo el pie para anunciar
la sexualidad de Mack a Mark y Paddy. Ambos hombres se habían
reído antes de comenzar a ofrecer todas las banderas rojas que su
padre debería haber visto con respecto a la sexualidad de Mack
cuando todos habían crecido. —Todo empezó con los pósters del
reparto de '90210', 'Salvados por la campana' y Jonathan Taylor
Thomas de 'Home Improvement'. Dios, cerró la puerta muchas veces
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Sam E. Kraemer Sinners´ Redemption
Mark se dio la vuelta y golpeó con el puño a Paddy, así que Mack
se quedó donde estaba, observando a su hermano. Sintió un suave
toque en su hombro, así que miró para ver a una bonita camarera con
un vaso de licor marrón. —¿Mack McCord?—, preguntó.
—Eh, sí. ¿Puedo...?—, empezó él.
Ella le entregó un billete doblado y la bebida, guiñándole un ojo.
Él buscó dinero para darle una propina, pero Paddy dejó caer un
billete de cinco en su bandeja, y ella se fue. Mack olió el vaso y se
sorprendió de que fuera de los buenos... un escocés Macallan de
dieciocho años, de una sola malta, si la memoria no le fallaba. Era
demasiado caro para él, pero lo había probado varias veces y era
suave.
Abrió la nota y vio el garabato de Carter. —Encuéntrame junto
a las ranuras del Titanic. Sé que eras un gran fan de Leo. 'Nunca te
dejaré ir...'— Paddy miró por encima de su hombro y empezó a reírse
detrás de él, apartando la nota para mostrársela a Mark, que
inmediatamente cobró su apuesta y se volvió hacia Mack.
—Vamos a ver qué tiene tu hombre en mente. ¿Vas a beber eso?
Huele a lo mejor—, bromeó Mark.
Mack se rio y bloqueó la mano de su hermano. —Sí, y es
preocupante que puedas reconocer un buen escocés desde esa
distancia. Vamos, tontos—, bromeó mientras se dirigían a las
máquinas tragamonedas.
Cuando se acercaron a la máquina gigante con la foto de Rose y
Jack, Mack se sorprendió al ver a su padre de pie junto a Carter, que
llevaba una camisa blanca con un chaleco tartán20 de los McCord. La
tela azul, roja, verde y blanca era una gran parte de la historia de la
familia de Mack.
Los McCord llevaban los tartanes en las fiestas, y Mack tenía
varias piezas de un armario de muchas tallas a lo largo de los años. De
hecho, iba a llevar una corbata con los colores cuando celebrara la
ceremonia de boda de su hermano y Callie el fin de semana siguiente.
—Mierda, ya te han equipado. Lo siento. La familia esperará
verlo cuando...— Mack intentó explicar.
20
Un chaleco de traje esconces.
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Epílogo
La mano de Carter volvió a recibir una bofetada cuando
intentaba deslizarla por el muslo de Seamus mientras estaban en la
fila de recepción fuera de la Iglesia Unitaria de Webster Groves. —
Para antes de que le muestres a Dios y a todo el mundo lo que hay bajo
la falda escocesa. Pronto lo verás, Carter.
Opie se rio junto a ellos, al igual que Denny. Carter se volvió
para ver a Mark y Paddy riéndose al otro lado de Mack. Por supuesto,
Molly McCord le estaba echando el ojo, así que se calmó y desescaló
su deseo de ver si el rumor era cierto.
—Lo siento, cariño, pero me ha dado un patatús. ¿Lo entiendes?
Por cierto, tienes unas piernas estupendas—, susurró Carter mientras
saludaba a la tía, alguien del lado de Molly. Miró para ver a Sean de
pie frente a él con el pulgar hacia abajo, lo que significaba que no
volvería a ver a la mujer, así que no tenía sentido prestarle mucha
atención.
Era un sistema que habían elaborado desde que Carter y Mack
se habían comprometido con la ayuda de Sean. Carter había
preguntado al hermano de Mack, Mark, si le importaba que le
propusiera matrimonio a Mack la noche de la despedida de soltero, y
el hombre había dado su bendición.
El vídeo de la proposición había circulado por ambas familias a
lo largo de la semana, por lo que todo el mundo lo había superado y
se había centrado, con razón, en la boda de Mark y Callie cuando ésta
había llegado. Carter podía recordar que estaba sentado junto a Molly
en la fila de la familia en el lugar de la boda.
Mack nunca le había parecido más hermoso mientras celebraba
la ceremonia el día de la boda de Mark... hasta el momento en que
Carter vio a Seamus dirigirse al altar para recibirlo con la falda
escocesa de tartán del clan McCord. Hacía juego con el chaleco que
Sean le había hecho a Carter para darle la bienvenida a la familia
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Sam E. Kraemer Sinners´ Redemption
21
Una banda de gaitas es un conjunto musical formado por gaiteros y bateristas. El término pipas y
tambores, utilizado por bandas de tubos militares también es común.
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22
Sporran es un complemento tradicional del traje típico de las Tierras Altas de Escocia, similar a la
faltriquera o a un zurrón, una especie de riñonera para los tradicionales kilts, que carecen de bolsillos.
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Fin
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Sam E. Kraemer Sinners´ Redemption
Sobre Sam
Sam E. Kraemer creció en el Medio Oeste rural antes de mudarse a
la Costa Este con un joven apuesto que la enamoró, y ahora la pareja
se ha establecido en el desierto de Nevada. Sam escribe romance
contemporáneo M/M, subgéneros: dulce de baja angustia, con
diferencia de edad, vaqueros, misterios y militar/mercenario. Sam
cree firmemente en que "el amor es amor", independientemente de
cómo se presente, y es una aliada incondicional de la comunidad
LGBTQIA+.
Sam tiene una familia cariñosa y solidaria y se siente bendecida por
el universo cada día por todo lo que le ha sido dado. Sam es lo
suficientemente mayor como para saber cómo divertirse, pero
demasiado mayor como para preocuparse por lo que otros piensen
sobre su definición de un buen momento. En su corazón y en su
alma, Sam cree que le ha tocado el premio gordo cósmico.
¡Salud!
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