Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Aún desde la muerte del Profeta Joseph como martir en Carthage, Illinois, algunos Santos de los
Últimos Días se han sentido decepcionados porque Emma, la esposa de Joseph, no fue con la Iglesia en
el éxodo hacia occidente de los Santos en 1846-47.
Los descendientes de Emma y Joseph crecieron separados de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de
los Últimos Días. Yo siquiera sabía poco de esas cosas, dado que nuestra rama de la familia estaba muy
alejada de nuestra herencia Smith. Mientras crecía en una granja cerca de Ronan, Montana, yo supe que
tenía un familiar llamado Joseph Smith, pero no recuerdo haber escuchado la palabra Mormón o haber
visto un Libro de Mormón hasta que fui casi una adulta.
Aun cuando la religión organizada no fue una parte prominente de mi vida, recuerdo anhelar en mi
corazón por una relación con Dios. Cuando tenía diecisiete años, nuestra familia se mudó a Conrad,
Montana, donde ocurrió que conseguí un trabajo de niñera con una familia Santo de los Últimos Días.
En Agosto de 1955, ellos me presentaron a los misioneros, Élder James Waldron y Élder Dean Richins,
quienes se emocionaron al saber de mi relación con Joseph Smith. Ellos me contaron de la Primera
Visión y me obsequiaron un Libro de Mormón.
El Élder Waldron me dijo, “Esta es una copia del Libro de Mormón. Fue traducido mediante el poder
de Dios por tu tátara-tátara-abuelo, y es verdadero.” Al tomar el libro en mis manos, todo mi ser parecía
sentir oleadas y oleadas de emoción con una convicción total: “¡Es verdadero! ¡Es realmente
verdadero!”
Fui bautizada el 17 de marzo de 1956. Después de mi conversión, siempre que los miembros de la
Iglesia sabían de mi relación con el Profeta, me trataban con amabilidad inusual debido a la reverencia
que sentían por él.
Sin embargo, descubrí que había una actitud diferente acerca de Emma. Un día, cuando estaba en el
salón de la Sociedad de Socorro, noté una pintura de una mujer de cabello obscuro. Curiosa, me
acerqué. En la placa leí la inscripción: “Emma Hale Smith – Dama Escogida – Primera Presidenta de la
Sociedad de Socorro.” Fascinada por ver al fin una pintura de mi tátara-tátara-abuela, pensé: ¡Que
hermosa es! Me llenaron sentimientos de amor por ella. Pero mis pensamientos fueron interrumpidos
cuando alguien detrás de mí dijo, “Mi esposo dice que deberían quitar la pintura de esa mujer de la
pared de la iglesia.” Estupefacta tanto por el tono de voz como por las palabras que dijo, me perturbó y
me hizo preguntarme que motivó esa opinión sobre Emma.
Tiempo después, mientras leía el libro Historia del Profeta Joseph Smith por Su Madre, encontré el
tributo de Lucy Mack Smith a Emma: “Nunca he visto a una mujer en mi vida, que soportara toda clase
de fatigas y problemas, de mes a mes, y de año a año, con ese indoblegable coraje, celo y paciencia,
como ella siempre lo hizo; porque sé que lo que ella ha tenido que soportar -ella ha sido arrojada al
océano de la incertidumbre- ella ha enfrentado las tormentas de la persecución, y ha sido golpeada por
la ira de hombres y diablos, lo que hubiese derrumbado a cualquier otra mujer.”
Me impactó fuertemente por el contraste entre las amorosas palabras de alguien que la conoció y el
juicio de alguien que no la conoció.
Aprendiendo de Emma
Después de treinta y cinco años de investigación y mucha lucha en mi alma, he satisfecho mi búsqueda
al entender lo que pudo haber motivado las diversas reacciones hacia Emma. He encontrado en la vida
de Emma un ejemplo del cual podemos obtener sabiduría y aprender mucho concerniente al amor de
nuestro Salvador, Jesucristo, que redime.
Emma nació el 10 de julio de 1804, siendo sus padres Isaac y Elizabeth Lewis Hale. Los Hale tenían
una granja cerca de Harmony, Pennsylvania, y operaban una posada. Emma y Joseph se conocieron
cuando él se alojó en la posada de su padre mientras trabajaba en el área. Isaac se opuso acremente a su
noviazgo, pero Joseph le pidió matrimonio a Emma y ella “prefiriéndolo a todos los otros” que había
conocido, aceptó. Se casaron en el hogar del terrateniente Thomas Tarbell en South Bainbridge, New
York, el 18 de enero de 1827.
Ese otoño, Joseph obtuvo las planchas de oro y continuó su misión de ser un instrumento en las manos
de Dios en la restauración del evangelio. Emma sirvió como escriba durante sus primeros esfuerzos en
traducir el Libro de Mormón. Ella fue bautizada el 28 de junio de 1830, poco después que la Iglesia fue
organizada. En julio de 1830 el Señor delineó su misión, en una revelación: “Eres una dama elegida a
quien he llamado. … Y el oficio de tu llamamiento consistirá en ser un consuelo para mi siervo José
Smith, hijo, tu marido, en sus tribulaciones.” (D&C 25: 3, 5.) Ella también fue dirigida a compilar un
libro de himnos para la Iglesia, y fue advertida de “contin[uar] con el espíritu de mansedumbre y
cu[idarse] del orgullo.” (D&C 25:11-14.)
La bendición patriarcal de Emma, dada el 9 de diciembre de 1834 por su suegro, Joseph Smith, padre,
presenta información importante concerniente a la contribución de Emma a la Restauración, como el
Señor consideraba a Emma, y que le prometió.
“Emma … eres bendita del Señor, por tu fidelidad y verdad, serás bendecida con tu esposo y te
regocijarás en la gloria que vendrá sobre él. Tu alma ha estado afligida debido a la malicia de los
hombres en buscar la destrucción de tu compañero, y toda tu alma ha estado entregada en oración para
su liberación.; regocíjate, porque el Señor tu Dios ha escuchado tu súplica. Has sufrido por la dureza de
los corazones de la casa de tu padre, y has anhelado por su salvación. El Señor tendrá respeto a tus
ruegos, y por sus juicios Él causará que algunos de ellos vean su tontería y se arrepientan de sus
pecados; pero será por aflicción que ellos serán salvos. Verás muchos días, sí, el Señor te preservará
hasta que estés satisfecha, porque verás a tu Redentor. Tu corazón se regocijará en la gran obra del
Señor, y nadie quitará ese regocijo de tí. Recordarás siempre la gran condescendencia de tu Dios en
permitirte acompañar a mi hijo [Joseph] cuando el ángel le entregó el registro de los Nefitas a su
cuidado. … Tu serás bendecida con entendimiento, y tendrás poder para instruir a tu sexo, enseñar
rectitud a tu familia, y a tus pequeñitos la manera de vivir, los ángeles santos te cuidarán y tu serás
salva en el reino de Dios, aún así, Amén.”
Emma no conoció un hogar estable hasta que estuvo en Nauvoo. Debido a la persecución y a impulsar
la obra del Señor, los miembros de la Iglesia se mudaban de estado a estado. Emma sufrió muchas
tribulaciones. Fue robada y ridiculizada; usualmente ella y los niños pasaban hambre. Aún así, ella se
afanaba para proveer para sus hijos durante las encarcelaciones de Joseph y sus largas ausencias.
Muchos Santos la ayudaron, pero algunos tomaban ventaja, incrementando severamente sus
dificultades y socavando la confianza que había en ella. Mientras Joseph y los otros líderes de la Iglesia
eran encarcelados injustamente en Liberty, Missouri, Emma y sus cuatro pequeños hijos formaron parte
del mayor éxodo de la Iglesia saliendo del estado después que la orden de exterminio fue promulgada
el 27 de octubre de 1838 por el Gobernador de Missouri Lilburn Boggs.
Estando en Quincy, Illinois, en marzo de 1839, Emma expresó su lealtad a Joseph en estas palabras:
“No intentaré escribir mis sentimientos en conjunto, por la situación en la cual estás, las paredes, barras
y cerrojos, ríos ondulantes, arroyos caudalosos, colinas elevadas, valles profundos y extendidas
praderas que nos separan, y la cruel injusticia que primero te lanzó en prisión y todavía te mantiene allí.
… Si no fuese por la inocencia consciente y la interposición directa de la misericordia divina, estoy
muy segura que no hubiese sido capaz de haber resistido las escenas de sufrimiento por las que he
pasado … pero todavía vivo y estoy dispuesta aún a sufrir más si eso es la voluntad del bondadoso
cielo, que lo haga por tí … y si Dios no registra nuestros sufrimientos y venga nuestros errores en
aquellos que son culpables, estaré tristemente equivocada. … Puede que estés asombrado de mi mala
escritura y de mi actitud incoherente, pero perdonarás todo cuando reflexiones cuan duro sería para ti
escribir cuando tus manos estuviesen rígidas con el trabajo duro y tu corazón convulsionado con la
intensa ansiedad … pero espero que vengan mejores días aún para nosotros. … Soy siempre tuya
afectuosamente. Emma Smith.”