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Prefacio

Este libro aborda el tem a de los cambios en la cultura de la cla­


se trabajadora durante los últimos treinta o cuarenta años, en particular
los cambios alentados p o r las publicaciones de masas. Pienso que los re­
sultados habrían sido similares si hubiese analizado otras formas de en­
tretenim iento, en especial el cine y la radio comercial, para ilustrar mis
conceptos.
Me inclino a creer que m uchas veces los libros sobre cultura popular
pierden p arte de su fuerza porq u e no dejan bien en claro a qué se refie­
ren con “la g en te”, o no relacionan adecuadam ente los aspectos p u n tu a­
les analizados con la vida de “la g e n te ” e n general ni con sus actitudes
frente al entreten im ien to que se les ofrece. P o r esa razón, he tratado de
describir el en to rn o y, siem pre q ue m e fue posible, de prop o rcio n ar las
relaciones y las actitudes características de la clase trabajadora.
En la presentación del p an o ram a general, el libro está basado p rin ­
cipalm ente en m i experiencia personal y, p o r lo tanto, no p reten d e ser
un estudio sociológico de carácter científico. G eneralizar a partir de la
experiencia entraña ciertos riesgos; p o r ello he incluido, d onde lo con­
sideré necesario (en especial en las notas), algunos conceptos aportados
po r sociólogos que m atizaran o d ieran sustento teórico a mis puntos de
vista. T am bién he incluido unos pocos ejem plos en los que otros autores
con u n a experiencia similar a la m ía tien en opiniones diferentes sobre
los mismos fenóm enos.
En las páginas siguientes se observan dos tipos de escritura: u n a com o
la que acabo de describir y u n análisis literario específico de las publica­
ciones populares. A prim era vista, puecle p arecer extraño que las dos for­
mas convivan en u n mismo texto, y el cam bio de enfoque en la segunda
m itad es, p o r cierto, abrupto, p ero espero que los lectores encu en tren , al
igual que yo, que cada u n a de las partes echa luz sobre la otra.
Al escribir este ensayo, he pensado que mi público estaría constitui­
do p o r “personas com unes”, “lectores inteligentes no especializados”
de cualquier clase social. Con esto no quiero decir que haya tratado de
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adoptar ningún tono de voz en particular o que haya evitado los térm i­
nos técnicos y sólo haya m encionado las alusiones más obvias. Por el
contrario, m e propuse escribir con la m ayor claridad posible según mis
conocim ientos del tema, y usé térm inos técnicos y alusiones todas las
veces que consideré que eran pertin en tes y enriquecedores. El “lector
inteligente no especializado” es u n a figura elusiva, y la popularización,
u n proceso peligroso; pero me parece que quienes sentimos que escribir
para esa clase de público es una necesidad im periosa debem os seguir tra­
tando de llegar a él. O curre que u n o de los rasgos más notables y om ino­
sos ele la situación cultural actual es la división entre el lenguaje técnico
de los especialistas y el nivel extrao rd in ariam ente bajo de los órganos de
com unicación de masas.

R. I-I.
Universidad de Hull, 1952-1956
Nota del autor sobre el texto

O R ALID AD*

El problem a que tuve que resolver fue cóm o acercarm e al so­


nido del habla de la clase trabajadora u rb a n a sin confundir al lector ni
crear u n aire de extrañeza. La transcripción fonética habría tenido la
prim era de las desventajas señaladas, y copiar el dialecto, la segunda. Por
ello, he recurrido a formas ortográficas que se aproxim an a los sonidos
y deberían ser captadas de inm ediato. Así, you aparece como y, aunque
probablem ente u n a transcripción más próxim a al sonido debería h aber
sido ye o yü. H e usado yer cuando la palabra siguiente comienza con vo­
cal. U na vez más, en el habla de la clase trabajadora, / se pronuncia ce,
como el sonido inicial de apple. Ah tiene la desventaja de que recuerda
la form a de h ablar del sur de los Estados U nidos, pero es u na form a
m enos confusa que cey más adecuada que I. H e elim inado casi todas las
instancias de h, y algunos lectores dirán que no todos los integi'antes de
la clase trabajadora no la pronuncian. No obstante, casi todos la om iten,
p o r lo que es más adecuado quitarla que incluirla. Aquí, al igual que con
you y I, he sido deliberadam ente inconstante y a veces utilicé las formas
norm ales.

DATOS SOBRE LECTORES


Salvo que indique lo contrario, todos los datos sobre lectores, tanto en
el texto com o en las notas, están tom ados de las tablas publicadas en el
Hulton Reculership Swvey.
El Hulton Readership Suwey (HRS) hace u n a división socioeconóm ica
en cinco grupos. Los com piladores (1955) tienen especial cuidado en

* Si bien las aclaraciones del autor en este apartado se refieren a la lengua


inglesa, aportan inform ación sustancial sobre los problem as de transcripción de
la oralidad que se planteó y los criterios que definió para resolverlos. [N. de E.]
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señalar que “la división es más social que económ ica. Sin em bargo, como
hay cierta correlación en tre la clase social y el nivel de ingresos, decidi­
mos p ro p o rcio n ar los siguientes datos generales de los rangos de ingre­
sos típicos de u n je fe de familia de cada clase”. Los grupos son:

A. Ricos: 4% de los entrevistados (probablem ente más de 1300


libras anuales).
B. Clase m edia: 8 % de los entrevistados (probablem ente entre
800 y 1300 libras anuales).
C. Clase m edia baja: 17% de los entrevistados (probablem ente
en tre 450 y 800 libras anuales).
D. Clase trabajadora: 64% de los entrevistados (probablem ente
en tre 250 y 450 libras a n u a le s)..
E. Pobres: 7% de los entrevistados (probablem ente m enos de
250 libras anuales).

La división p ro p o rcio n a sólo u na idea m uy general de los tipos de lec­


tores que constituyen el objeto de estudio del presente ensayo, en par­
ticular los grupos D y E, que abarcan a la clase trabajadora y a m uchos
m iem bros de la clase m ed ia baja, según los térm inos que he em pleado.
Sin em bargo, sólo he recurrido a estadísticas com o evidencia secundaria
de apoyo, p o r lo que esos datos tien en cierto valor.
La distinción e n tre circulación (ventas reales) y lectores (cantidad real
estim ada de personas que leen las publicaciones) debería quedar clara
en el texto. Algunos expertos consideran que 3,5 personas leen cada n ú ­
m ero vendido de u n a publicación, y otros creen que el núm ero se acerca
más a 2,5. Las cifras proporcionadas en el H R S son una estim ación de la
cantidad real de lectores mayores de 16 años; la población calculada para
ese grupo es de 37 m illones.

ESTU DIO DE DERBY


He usado esta denom inación, tanto en el texto com o en las notas, para
referirm e a The Communication of Ideas, ele C auter y Downham.
En el Estudio de Derby la población se com pone de:

• Clase alta: 3%
• Clase m edia: 25%
• Clase trabajadora: 72%
Los hom bres de esta era de realism o crítico, llevados p o r
la estupidez de masas y la tiranía de masas, han alzado su
voz contra el ho m b re com ún hasta el p u n to de p e rd e r el
contacto directo con él. [...] Y quizás -e s extraño que sea
yo q u ien deb a hacer esta observación- no han dejado u n a
huella más p ro fu n d a e n su pueblo p o rq u e no lo h a n querido
lo suficiente.
L U D W IG LEW ISO H N

Y una advertencia contra la visión rom ántica:

La sangre que corre p o r mis venas es sangre de cam pesino, y


nadie p u ed e sorp ren d erm e con las virtudes del cam pesinado.
ANTÓN CHÉJO V

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