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Todos somos líderes: humildad

“Así que se levantó de la mesa, se quitó el manto, se ató una toalla a la cintura y echó
agua en un recipiente. Luego comenzó a lavarles los pies a los discípulos y a secárse-
los con la toalla que tenía en la cintura.” (Juan 13:4-5 NTV)6

Jesús vino a enseñarnos con su ejemplo. Él desea que todos seamos un modelo de lo que Él hizo
y fue mientras vivió entre nosotros. Para esto, no necesitamos un título especial, simplemente
debemos reflejarlo en nuestro círculo de amistades o conocidos, pues ahí están los que observan
como vivimos, qué hacemos y cómo nos conducimos. Una de las primeras leyes del ministerio de
Jesús es la humildad y como cristianos debemos siempre recordar que caminar con Dios significa
cada día ser más humildes.

Cuando la Biblia se refiere a nosotros, como hijos de Dios, hace alusión a diversos títulos de
autoridad: linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios. Y como
autoridad, como referencia, como líderes, somos llamados a ser humildes. Sin embargo, ¿cómo
podemos ser líderes humildes y reflejar a Jesús?.

1.- La humildad no está relacionada con nuestras posesiones, si tengo poco soy humilde y si
tengo mucho soy soberbio. Más bien, debemos ser conscientes de que la humildad se refiere al
concepto que tengo de mí como persona frente a los demás y cómo los trato. La Palabra nos
anima a tener más en cuenta de los demás que a nosotros mismos: “no hagan nada por egoísmo
o vanidad. Más bien, hagan todo con humildad, considerando a los demás como mejores que ustedes
mismos” (Filipenses 2:3).

2.- La humildad también es reconocer que no somos Dios. Juan 3:30 dice algo tan simple y al
mismo tiempo tan completo acerca de la humildad: “es necesario que Él crezca, y que yo
disminuya”.  Como Hijos de Dios, debemos mantener firme la convicción de saber que somos Sus
hijos y dependemos de Él. Pedro nos dice que nos humillemos bajo la poderosa mano de Dios,
para que Él nos exalte a su debido tiempo  (1 Pedro 5:6). Dar a Dios su lugar en nuestra vida es
ponerlo como número uno, entregarle nuestras cargas, nuestro orgullo, nuestro dolor, nuestra
angustia y también cada una de nuestras conquistas y nuestros logros porque sin Él nada
seríamos ni nada podríamos hacer.

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Todos somos líderes: humildad
“Así que se levantó de la mesa, se quitó el manto, se ató una toalla a la cintura y echó
agua en un recipiente. Luego comenzó a lavarles los pies a los discípulos y a secárse-
los con la toalla que tenía en la cintura.” (Juan 13:4-5 NTV)6

3.- La humildad sirve: “porque el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para
dar su vida en rescate por muchos” (Marcos 10:45). Tú eres un siervo de Dios y Él te quiere usar
para servir a otros y la manera en la que sirves a las personas tiene que ver con sacrificio. Jesús se
sacrificó por nosotros y por eso es que somos llamados a entregarnos por los demás. ¿Cuándo
fue la última vez que lavaste un traste en casa? O ¿cuándo fue la última vez que apoyaste a alguien
en necesidad? Y ¿con qué corazón lo estás haciendo? ¿Uno que busca engrandecer su propia
imagen o uno que busca dar honra a Dios? La humildad permite identificar nuestras motivaciones,
por amor a Dios o porque busco mi propio beneficio o auto promoción..

Reflexiona sobre esto:


¿Cómo puedes disponerte a servirle a los demás? ¿Estás dispuesto a sacrificar tu orgullo por
otros?
¿Mis motivaciones y mis actitudes hacia los demás demuestran que soy un siervo de Dios?

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