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Mateo 22, 37 - 40: Respondió Él: “Amarás al Señor tu Dios de todo tu corazón, con toda tu
alma, y con todo tu espíritu. Éste es el mayor y primer mandamiento. El segundo le es
semejante: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”. De estos dos mandamientos pende
toda la Ley y los Profetas”.
1 Juan 4, 20 – 21: Si alguno dice: “Yo amo a Dios”, y odia a su hermano, es un mentiroso;
pues el que no ama a su hermano a quien ve, no puede amar a Dios, a quien nunca ha
visto. Y éste es el mandamiento que tenemos de Él: que quien ama a Dios ame también a
su hermano.
3. La corrección fraterna.
Mateo 18, 15 – 18. “Si tu hermano peca [contra ti] repréndelo entre tú y él solo; si te
escucha, habrás ganado a tu hermano. Si no te escucha toma todavía contigo un hombre o
dos, para que por boca de dos testigos o tres conste toda palabra. Si a ellos no escucha,
dilo a la Iglesia. Y si no escucha tampoco a la Iglesia, sea para ti como un pagano y como
un publicano. En verdad, os digo, todo lo que atareis sobre la tierra, será atado en el cielo,
y todo lo que desatareis sobre la tierra, será desatado en el cielo.
Mateo 18, 21 – 22. Entonces Pedro le dijo: “Señor, ¿cuántas veces pecará mi hermano
contra mí y le perdonaré? ¿Hasta siete veces?” Jesús le dijo: “No te digo hasta siete veces,
sino hasta setenta veces siete.
5. DIOS manda a honrar a quien tiene autoridad y los que tienen autoridad a sus inferiores.
Éxodo 20, 12. Honra a tu padre y a tu madre, para que se prolongue tu vida sobre la tierra
que Yahvé, tu Dios, te va a dar.
6. También obliga a los superiores para con los inferiores, y a los padres para con los hijos.
En primer lugar y por mandamiento, los padres biológicos, los sacerdotes, los mayores y
los ancianos, las autoridades civiles, los superiores, los amos, los maestros y todo aquel
que tenga un grado de autoridad o superioridad que otro, debe ejercer su autoridad
conforme a la voluntad de DIOS, pues si se hace lo contrario a lo que DIOS manda, se es
reo de juicio.
Juan 19, 11. Jesús le respondió: “No tendrías sobre Mí ningún poder, si no te hubiera sido
dado de lo alto; por esto quien me entregó a ti, tiene mayor pecado”
Mateo 18, 23 – 35. Por eso el reino de los cielos es semejante a un rey que quiso ajustar
cuentas con sus siervos. Y cuando comenzó a ajustarlas, le trajeron a uno que le era
deudor de diez mil talentos. Como no tenía con qué pagar, mandó el Señor que lo
vendiesen a él, a su mujer y a sus hijos y todo cuanto tenía y se pagase la deuda. Entonces
arrojándose a sus pies el siervo, postrado, le decía: “Ten paciencia conmigo, y te pagaré
todo”. Movido a compasión el amo de este siervo, lo dejó ir y le perdonó la deuda. Al salir,
este siervo encontró a uno de sus compañeros, que le debía cien denarios, y agarrándolo,
lo sofocaba y decía: “Paga lo que debes”. Su compañero, cayendo a sus pies, le suplicaba y
decía: “Ten paciencia conmigo y te pagaré”. Más él no quiso, y lo echó a la cárcel, hasta
que pagase la deuda. Pero, al ver sus compañeros lo ocurrido, se contristaron
sobremanera y fueron y contaron al amo todo lo que había sucedido. Entonces lo llamó
su señor y le dijo: “Mal siervo, yo te perdoné toda aquella deuda como me suplicaste. ¿No
debías tú también compadecerte de tu compañero, puesto que yo me compadecí de ti?”
Y encolerizado su señor, lo entregó a los verdugos hasta que hubiese pagado toda su
deuda. Esto hará con vosotros mi Padre Celestial si no perdonáis de corazón cada uno a su
hermano”
Lucas 16: 1-13: Dijo también, dirigiéndose a sus discípulos: “Había un hombre rico, que
tenía un mayordomo. Este le fue denunciado como que dilapidaba sus bienes. Lo hizo
venir y le dijo: “¿Qué es eso que oigo de ti? Da cuenta de tu administración, porque ya no
puedes ser mayordomo”. Entonces el mayordomo se dijo dentro de sí mismo: “¿Qué voy
a hacer, puesto que mi amo me quita la mayordomía? De cavar no soy capaz; mendigar
me da vergüenza. Yo sé lo que voy a hacer, para que, cuando sea destituido de la
mayordomía, me reciban en sus casas”. Y llamando a cada uno de los deudores de su
amo, dijo al primero: “¿Cuánto debes a mi amo?” Y él contestó: “Cien barriles de aceite”.
Le dijo: “Aquí tienes tu vale; siéntate en seguida y escribe cincuenta”. Luego dijo a otro:
“Y tú, ¿cuánto debes?” Éste le dijo: “Cien medidas de trigo”. Le dijo: “Aquí tienes tu vale,
escribe ochenta”. Y alabó el señor al inicuo mayordomo, porque había obrado
sagazmente. Es que los hijos del siglo, en sus relaciones con los de su especie, son más
listos que los hijos de la luz. Por lo cual Yo os digo, granjeaos amigos por medio de la
inicua riqueza para que, cuando ella falte, os reciban en las moradas eternas. El fiel en lo
muy poco, también en lo mucho es fiel; y quien en lo muy poco es injusto, también en lo
mucho es injusto. Si, pues, no habéis sido fieles en la riqueza inicua, ¿quién os confiará la
verdadera? Y si en lo ajeno no habéis sido fieles, ¿quién os dará lo vuestro?”.
Jesús no alaba las malas prácticas del administrador, que salva su existencia a costa de los
bienes de su amo, así nosotros podemos “atesorar riquezas en el cielo”, administrando los
bienes terrenales a favor de otros. Al tratarse de un mayordomo denota autoridad, que
administra lo que no es suyo, pues todo lo temporal es ajeno, pertenecen a DIOS y deben
usarse para servir a los demás; así toda autoridad debe administrar lo terrenal,
guardándose de “colocar pesadas cargas sobre los hombros de los demás”.
Una ley humana, podrá ser licita ante los ojos del hombre, pero si carece de justicia divina,
trae juicio contra quien la administra, llámese padre, madre, hijo, amo, siervo, jefe,
subalterno, maestro, alumno, mayor, menor, etcetera. Quien tenga oídos que oiga.
9. Tenerlos ocupados.
13. Procurar la debida separación entre hijos e hijas, y personas de diferente sexo.
14. No admitir persona alguna, que pueda con sus conversaciones o de cualquier otra manera ser
motivo de escándalo a la familia.
2. Amarlos de corazón.
3. Respetarlos debidamente, y hablar bien de ellos tanto en su presencia como estando ausentes.
la Iglesia.
10. No hacer ni decir cosa alguna delante de los hijos, aunque pequeños, que pueda serles motivo
de escándalo.
1. Apreciar al marido.
2. Respetarle como a su cabeza.
1. Asistir a la doctrina.
9. Rogar a Dios y tomar consejo de hombres prudentes, para acertar el estado que se debe tomar.
3. Enemiga de la ociosidad.
4. Amante de la mortificación.
5. Dada a la oración.
7. Pensar a menudo que los ricos están muy en peligro de condenarse, por el mal uso que hacen
de las riquezas.
6. No perder el tiempo.
Faltar a sus deberes es faltar a DIOS y se es reo de juicio por cada falta según su gravedad.