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ENSEÑANZAS

 FELICIDAD (FELIZ EL QUE ESPERA EN EL SEÑOR)


Las Bienaventuranzas. (Feliz El Que Espera En El Señor Su Dios)
MATEO 5, 1-12
 Felices los que tienen el espíritu del pobre, porque de ellos es el Reino
de los Cielos.
 Felices los que lloran, porque recibirán consuelo.
 Felices los pacientes, porque recibirán la tierra en herencia.
 Felices los que tienen hambre y sed de justicia, porque serán saciados.
 Felices los compasivos, porque obtendrán misericordia.
 Felices los de corazón limpio, porque verán a Dios.
 Felices los que trabajan por la paz, porque serán reconocidos como
hijos de Dios.
 Felices los que son perseguidos por causa del bien, porque de ellos es el
Reino de los Cielos.
 Felices ustedes, cuando por causa mía los insulten, los persigan y les
levanten toda clase de calumnias. Alégrense y muéstrense contentos,
porque será grande la recompensa que recibirán en el cielo. Pues bien
saben que así persiguieron a los profetas que vivieron antes de ustedes."

 CUMPLIMIENTO DE LA LEY (los mandamientos).


1. Amarás a Dios sobre todas las cosas.
2. No tomarás el nombre de Dios en vano.
3. Santificarás las fiestas.
4. Honrarás a tu padre y a tu madre.
5. No matarás.
6. No cometerás actos impuros.
7. No robarás.
8. No darás falso testimonio ni mentirás.
9. No consentirás pensamientos ni deseos impuros.
10.No codiciarás los bienes ajenos.
Una Ley Más Perfecta (El Mandamiento Del Amor)
1. MATEO 5, 20 (Amar a Dios).
"Yo se lo digo: si no hay en ustedes algo mucho más perfecto que lo de los
Fariseos, o de los maestros de la Ley, ustedes no pueden entrar en el Reino de
los Cielos."
2. MATEO 5, 21-22. 23-24 Reconciliación. (Amor a tu prójimo). (Oración
del Padre Nuestro). Pedimos perdón a Dios.
Ustedes han escuchado lo que se dijo a sus antepasados: «No matarás; el
homicida tendrá que enfrentarse a un juicio.»
Pero yo les digo: Si uno se enoja con su hermano, es cosa que merece
juicio. "Por eso, si tú estás para presentar tu ofrenda en el altar, y te
acuerdas de que tu hermano tiene algo contra ti, deja allí mismo tu
ofrenda ante el altar, y vete antes a hacer las paces con tu hermano;
después vuelve y presenta tu ofrenda."

3. MATEO 5, 27-30 Cortar de raíz todo aquello que nos aleja de Dios.
(Amor a ti mismo).
"Ustedes han oído que se dijo: «No cometerás adulterio.» Pero yo les digo:
Quien mira a una mujer con malos deseos, ya cometió adulterio con ella en su
corazón. Por eso, si tu ojo derecho te está haciendo caer, sácatelo y tíralo
lejos; porque más te conviene perder una parte de tu cuerpo y no que
todo tu cuerpo sea arrojado al infierno. Y si tu mano derecha te lleva al
pecado, córtala y aléjala de ti; porque es mejor que pierdas una parte de tu
cuerpo y no que todo tu cuerpo sea arrojado al infierno."
Amar a los enemigos
1. MATEO 5, 38 -48.
Ustedes han oído que se dijo: «Ojo por ojo y diente por diente.»
Pero yo les digo: No resistan al malvado. Antes bien,
Si alguien te golpea en la mejilla derecha, ofrécele también la otra.
Si alguien te hace un pleito por la camisa, entrégale también el manto.
Si alguien te obliga a llevarle la carga, llévasela el doble más lejos.
Da al que te pida, y al que espera de ti algo prestado, no le vuelvas la
espalda. .
Ustedes han oído que se dijo: «Amarás a tu prójimo y no harás amistad con tu
enemigo.» Pero yo les digo: Amen a sus enemigos y recen por sus
perseguidores, para que así sean hijos de su Padre que está en los Cielos.
Porque él hace brillar su sol sobre malos y buenos, y envía la lluvia sobre
justos y pecadores. Si ustedes aman solamente a quienes los aman, ¿qué
mérito tiene? También los cobradores de impuestos lo hacen. Y si saludan
sólo a sus amigos, ¿qué tiene de especial? También los paganos se comportan
así. Por su parte, sean ustedes perfectos como es perfecto el Padre de ustedes
que está en el Cielo.
2. MATEO 7, 3-5 (leer) (Saca primero el tronco de tu ojo y así verás mejor
para sacar la pelusa de tu hermano).
Hacer el bien solo por Dios. (Amor a Dios). Dios es nuestro Padre).
3. MATEO 6, 1-8 (leer) (Esperar en Dios) (tu limosna quedará en secreto.
Y tu Padre, que ve en lo secreto, te premiará)
El Padre Nuestro (Oración) (Dios nos ama).
4. MATEO 6, 9- 13 (A Dios puedes hablar como Padre).
"Ustedes, pues, recen así: Padre nuestro, que estás en el Cielo, santificado
sea tu Nombre, venga tu Reino, hágase tu voluntad así en la tierra como en el
Cielo. Danos hoy el pan que nos corresponde; y perdona nuestras deudas,
como también nosotros perdonamos a nuestros deudores; y no nos dejes
caer en la tentación, sino líbranos del Maligno."
Hijos del Reino.
5. MATEO 7, 7-9 (Pidan y se les dará)
"Pidan y se les dará; busquen y hallarán; llamen y se les abrirá la puerta.
Porque el que pide, recibe; el que busca, encuentra; y se abrirá la puerta al que
llama. ¿Acaso alguno de ustedes daría a su hijo una piedra cuando le pide
pan? ¿O le daría una culebra cuando le pide un pescado? Pues si ustedes, que
son malos, saben dar cosas buenas a sus hijos, ¡con cuánta mayor razón el
Padre de ustedes, que está en el Cielo, dará cosas buenas a los que se las
pidan! Todo lo que ustedes desearían de los demás, háganlo con ellos: ahí
está toda la Ley y los Profetas."
Oración
1 CARTA DE JUAN 4, 7-21
Queridos míos, amémonos unos a otros, porque el amor viene de Dios. Todo
el que ama ha nacido de Dios y conoce a Dios. El que no ama no ha
conocido a Dios, pues Dios es amor.
Miren cómo se manifestó el amor de Dios entre nosotros: Dios envió a su
Hijo único a este mundo para que tengamos vida por medio de él.
En esto está el amor; no es que nosotros hayamos amado a Dios, sino que él
nos amó primero y envió a su Hijo como víctima por nuestros pecados.
Queridos, si Dios nos amó de esta manera, también nosotros debemos
amarnos mutuamente. A Dios no lo ha visto nadie jamás, pero si nos amamos
unos a otros, Dios está entre nosotros y su amor da todos sus frutos entre
nosotros. Y ¿cómo sabemos que permanecemos en Dios y él en nosotros?
Porque nos ha comunicado su Espíritu. Pero también hemos visto nosotros, y
declaramos, que el Padre envió a su Hijo como Salvador del mundo. Quien
reconozca que Jesús es el Hijo de Dios, Dios permanece en él y él en Dios.
Por nuestra parte, hemos conocido el amor que Dios nos tiene, y hemos creído
en él. Dios es amor: el que permanece en el amor, permanece en Dios y
Dios en él. Cuando el amor alcanza en nosotros su perfección, miramos con
confianza al día del juicio, porque ya somos en este mundo como es El. En
el amor no hay temor. El amor perfecto echa fuera el temor, pues hay temor
donde hay castigo. Quien teme, no conoce el amor perfecto. Amemos, pues,
ya que él nos amó primero. Si uno dice «Yo amo a Dios» y odia a su hermano,
es un mentiroso. Si no ama a su hermano, a quien ve, no puede amar a
Dios, a quien no ve. Pues este es el mandamiento que recibimos de él: el que
ama a Dios, ame también a su hermano."

Conversión / arrepentimiento / decisión


6. MATEO 7, 13-14
"Entren por la puerta angosta, porque ancha es la puerta y espacioso el camino
que conduce a la ruina, y son muchos los que pasan por él. Pero ¡qué angosta
es la puerta y qué escabroso el camino que conduce a la salvación! y qué
pocos son los que lo encuentran. Cuídense de los falsos profetas: se presentan
ante ustedes con piel de ovejas, pero por dentro son lobos feroces. Ustedes los
reconocerán por sus frutos. "
7. MATEO 7, 15-20 (LEER) (el árbol se conoce por los frutos)
8. MATEO7, 21-29 (LEER) (La casa edificada sobre roca)
Poner la confianza en Dios y no en el dinero.
1. MATEO 6, 24-34 (Confianza en Dios). (DESICIÓN)
"24.Nadie puede servir a dos patrones: necesariamente odiará a uno y
amará al otro, o bien cuidará al primero y despreciará al otro. Ustedes no
pueden servir al mismo tiempo a Dios y al Dinero. 25. Por eso yo les digo:
No anden preocupados por su vida con problemas de alimentos, ni por su
cuerpo con problemas de ropa. ¿No es más importante la vida que el
alimento y más valioso el cuerpo que la ropa? 26. Fíjense en las aves del
cielo: no siembran, ni cosechan, no guardan alimentos en graneros, y sin
embargo el Padre del Cielo, el Padre de ustedes, las alimenta. ¿No valen
ustedes mucho más que las aves? 27. ¿Quién de ustedes, por más que se
preocupe, puede añadir algo a su estatura? 28. Y ¿por qué se preocupan
tanto por la ropa? Miren cómo crecen las flores del campo, y no trabajan ni
tejen. 29. Pero yo les digo que ni Salomón, con todo su lujo, se pudo vestir
como una de ellas. 30. Y si Dios viste así el pasto del campo, que hoy brota
y mañana se echa al fuego, ¿no hará mucho más por ustedes? ¡Qué poca fe
tienen! 31. No anden tan preocupados ni digan: ¿tendremos alimentos? o
¿qué beberemos? o ¿tendremos ropas para vestirnos? 32. Los que no
conocen a Dios se afanan por esas cosas, pero el Padre del Cielo, Padre de
ustedes, sabe que necesitan todo eso. 33. Por lo tanto, busquen primero el
Reino y la Justicia de Dios, y se les darán también todas esas cosas. 34. No
se preocupen por el día de mañana, pues el mañana se preocupará por sí
mismo. A cada día le bastan sus problemas."
MATEO 10, 1-4 Jesús llama a sus discípulos

Jesús llamó a sus doce discípulos y les dio poder sobre los malos espíritus
para expulsarlos y para curar toda clase de enfermedades y dolencias.
Estos son los nombres de los doce apóstoles: primero Simón, llamado
Pedro, y su hermano Andrés; Santiago, hijo de Zebedeo, y su hermano
Juan; Felipe y Bartolomé; Tomás y Mateo, el recaudador de impuestos;
Santiago, el hijo de Alfeo, y Tadeo; Simón, el cananeo y Judas Iscariote, el
que lo traicionaría.

MILAGROS
Sanación a Enfermos:
MATEO 8, 1-4 Sanación a un Leproso

Jesús, pues, bajó del monte, y empezaron a seguirlo muchedumbres. Un


leproso se acercó, se arrodilló delante de él y le dijo: «Señor, si tú quieres,
puedes limpiarme.»

Jesús extendió la mano, lo tocó y le dijo: «Quiero; queda limpio.» Al


momento quedó limpio de la lepra.

Jesús le dijo: «Mira, no se lo digas a nadie; pero ve a mostrarte al


sacerdote y ofrece la ofrenda ordenada por la Ley de Moisés, pues tú
tienes que hacerles una declaración.»

MATEO 8, 5-22 Parálisis, la fe de centurión, curación de fiebre a una mujer,


expulsión de demonios. (Seguir a Jesús implica dejarlo todo).
Al entrar Jesús en Cafarnaún, se le acercó un capitán de la guardia,
suplicándole: «Señor, mi muchacho está en cama, totalmente paralizado,
y sufre terriblemente.»
Jesús le dijo: «Yo iré a sanarlo.» El capitán contestó: «Señor, ¿quién soy
yo para que entres en mi casa? Di no más una palabra y mi sirviente
sanará. Pues yo, que no soy más que un capitán, tengo soldados a mis
órdenes, y cuando le digo a uno: Vete, él se va; y si le digo a otro: Ven, él
viene; y si ordeno a mi sirviente: Haz tal cosa, él la hace.»
Jesús se quedó admirado al oír esto, y dijo a los que le seguían: «Les
aseguro que no he encontrado a nadie en Israel con tanta fe.
Yo se lo digo: vendrán muchos del oriente y del occidente para sentarse a
la mesa con Abrahán, Isaac y Jacob en el Reino de los Cielos, mientras
que los que debían entrar al reino serán echados a las tinieblas de afuera:
allí será el llorar y rechinar de dientes.»
Luego Jesús dijo al capitán: «Vete a casa, hágase todo como has creído.»
Y en ese mismo momento el muchacho quedó sanó.

Jesús fue a casa de Pedro; allí encontró a la suegra de éste en cama, con
fiebre. Jesús le tocó la mano y se le pasó la fiebre. Ella se levantó y
comenzó a atenderle.

Al atardecer le llevaron muchos endemoniados. Él expulsó a los espíritus


malos con una sola palabra, y sanó también a todos los enfermos. Así se
cumplió lo que había anunciado el profeta Isaías: Él tomó nuestras
debilidades y cargó con nuestras enfermedades.
Jesús, al verse rodeado por la multitud, dio orden de cruzar a la otra
orilla. Entonces se le acercó un maestro de la Ley y le dijo: «Maestro, te
seguiré adondequiera que vayas.» Jesús le contestó: «Los zorros tienen
cuevas y las aves tienen nidos, pero el Hijo del Hombre ni siquiera tiene
dónde recostar la cabeza.»
Otro de sus discípulos le dijo: «Señor, deja que me vaya y pueda primero
enterrar a mi padre.» Jesús le contestó: «Sígueme y deja que los muertos
entierren a sus muertos.»

MATEO 9, 18-26 (Jesús resucita a una niña y cura a una mujer enferma).

Mientras Jesús hablaba, llegó un jefe de los judíos, se postró delante de él


y le dijo: «Mi hija acaba de morir, pero ven, pon tu mano sobre ella, y
vivirá.»
Jesús se levantó y lo siguió junto con sus discípulos. Mientras iba de
camino, una mujer que desde hacía doce años padecía hemorragias, se
acercó por detrás y tocó el fleco de su manto.

Pues ella pensaba: «Con sólo tocar su manto, me salvaré.» Jesús se dio
vuelta y, al verla, le dijo: «Animo, hija; tu fe te ha salvado.» Y desde aquel
momento, la mujer quedó sana.

Al llegar Jesús a la casa del jefe, vio a los flautistas y el alboroto de la


gente. Entonces les dijo: «Váyanse, la niña no ha muerto, sino que está
dormida.» Ellos se burlaban de él. Después que echaron a toda la gente,
Jesús entró, tomó a la niña por la mano, y la niña se levantó. El hecho se
divulgó por toda aquella región.

MATEO 9, 1-8 (Jesús Sana a un paralitico) “Animo, Hijo; tus pecados quedan
perdonados).

Jesús volvió a la barca, cruzó de nuevo el lago y vino a su ciudad. Allí le


llevaron a un paralítico, tendido en una camilla. Al ver Jesús la fe de esos
hombres, dijo al paralítico: «¡Animo, hijo; tus pecados quedan
perdonados!»

Algunos maestros de la Ley pensaron: «¡Qué manera de burlarse de


Dios!» Pero Jesús, que conocía sus pensamientos, les dijo: «¿Por qué
piensan mal?

¿Qué es más fácil decir: "Quedan perdonados tus pecados", o: "Levántate


y anda"? Sepan, pues, que el Hijo del Hombre tiene autoridad en la tierra
para perdonar pecados.» Entonces dijo al paralítico: «Levántate, toma tu
camilla y vete a casa.»
Y el paralítico se levantó y se fue a su casa. La gente, al ver esto, quedó
muy impresionada, y alabó a Dios por haber dado tal poder a los hombres.

MATEO 9, 27-34 (Jesús cura a dos ciegos) Los Fariseos comentaban “Este
echa a los demonios con la ayuda del príncipe de los demonios”.

Al retirarse Jesús de allí, lo siguieron dos ciegos que gritaban: «¡Hijo de


David, ten compasión de nosotros!» Cuando Jesús estuvo en casa, los
ciegos se le acercaron, y Jesús les preguntó: «¿Creen que puedo hacer
esto?» Contestaron: «Sí, Señor.»

Entonces Jesús les tocó los ojos, diciendo: «Hágase así, tal como han
creído». Y sus ojos vieron. Después les ordenó severamente: «Cuiden de
que nadie lo sepa.»

Pero ellos, en cuanto se fueron, lo publicaron por toda la región. Apenas


se fueron los ciegos, le trajeron a uno que tenía un demonio y no podía
hablar. Jesús echó al demonio, y el mudo empezó a hablar. La gente
quedó maravillada y todos decían: «Jamás se ha visto cosa igual en
Israel.» En cambio, los fariseos comentaban: «Este echa a los demonios
con la ayuda del príncipe de los demonios.»

Calma la tempestad.
MATEO 8, 23-27 (¿Quién es éste, que hasta los vientos y el mar le
obedecen?)

Jesús subió a la barca y sus discípulos le siguieron.

Se levantó una tormenta muy violenta en el lago, con olas que cubrían la
barca, pero él dormía. Los discípulos se acercaron y lo despertaron
diciendo: «¡Señor, sálvanos, que estamos perdidos!»
Pero él les dijo: «¡Qué miedosos son ustedes! ¡Qué poca fe tienen!»
Entonces se levantó, dio una orden al viento y al mar, y todo volvió a la
más completa calma. Grande fue el asombro; aquellos hombres decían:
«¿Quién es éste, que hasta los vientos y el mar le obedecen?»

MATEO 8, 28-34 (Hasta los demonios proclaman a Jesús como hijo de Dios).

Al llegar a la otra orilla, a la tierra de Gadara, dos endemoniados salieron


de entre los sepulcros y vinieron a su encuentro. Eran hombres tan
salvajes que nadie se atrevía a pasar por aquel camino.

Y se pusieron a gritar: «¡No te metas con nosotros, Hijo de Dios! ¿Has


venido aquí para atormentarnos antes de tiempo?»

A cierta distancia de allí había una gran piara de cerdos comiendo.

Los demonios suplicaron a Jesús: «Si nos expulsas, envíanos a esa piara
de cerdos.» Jesús les dijo: «Vayan».

Salieron y entraron en los cerdos. Al momento toda la piara se lanzó hacia


el lago por la pendiente, y allí se ahogaron. Los cuidadores huyeron,
fueron a la ciudad y contaron todo lo sucedido, y lo que había pasado con
los endemoniados. Entonces todos los habitantes salieron al encuentro de
Jesús y, no bien lo vieron, le rogaron que se alejase de sus tierras.

REFLEXIÓN
 En Jesús encontramos alivio
 
“Venid a mi todos los que estáis fatigados y sobrecargados, y yo os daré
descanso. Tomad sobre vosotros mi yugo, y aprended de mí, que soy manso y
humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas. Porque mi yugo es
suave y mi carga ligera”.Mateo 11, 28-30

¿Cuál debería ser nuestra actitud ante el dolor, la enfermedad y ante los enfermos?

Primero, ante el dolor y la enfermedad propios: aceptarlos como venidos de la mano de


Dios que quiere probar nuestra fe, nuestra capacidad de paciencia y nuestra confianza en
Él. Ofrecerlos con resignación, sin protestar, como medios para crecer en la santidad y en
humildad, en la purificación de nuestra vida y como oportunidad maravillosa de colaborar
con Cristo en la obra de la redención de los hombres.

Y ante el sufrimiento y el dolor ajenos: acercarnos con respeto y reverencia ante quien
sufre, pues estamos delante de un misterio; tratar de consolarlo con palabras suaves y
tiernas, rezar juntos, pidiendo a Dios la gracia de la aceptación amorosa de su santísima
voluntad.

Además de consolar al que sufre, hay que hacer cuanto esté en nuestras manos para
aliviarlo y solucionarlo, y así demostrar nuestra caridad generosa(109) El buen samaritano
nos da el ejemplo práctico: no sólo ve la miseria, ni sólo siente compasión, sino que se
acerca, se baja de su cabalgadura, saca lo mejor que tiene, lo cura, lo monta sobre su
jumento, lo lleva al mesón, paga por él. La caridad no es sólo ojos que ven y corazón que
siente; es sobre todo, manos que socorren y ayudan.

Juan Pablo II en su exhortación "Salvifici doloris", sobre el dolor salvífico, dice que el
sufrimiento tiene carácter de prueba.(110) Es más, sigue diciendo el Papa: "El sufrimiento
debe servir para la conversión, es decir, para la reconstrucción del bien en el sujeto, que
puede reconocer la misericordia divina en esta llamada a la penitencia. La penitencia tiene
como finalidad superar el mal, que bajo diversas formas está latente en el hombre, y
consolidar el bien tanto en uno mismo como en su relación con los demás y, sobre todo,
con Dios" (número 12).

https://es.zenit.org/2022/02/10/7-breves-reflexiones-del-papa-sobre-la-
enfermedad-en-ocasion-de-la-jornada-mundial-del-enfermo/
CATECISMO DE LA IGLESIA

La enfermedad en la vida humana


1500 La enfermedad y el sufrimiento se han contado siempre entre los problemas
más graves que aquejan la vida humana. En la enfermedad, el hombre
experimenta su impotencia, sus límites y su finitud. Toda enfermedad puede
hacernos entrever la muerte.

1501 La enfermedad puede conducir a la angustia, al repliegue sobre sí mismo, a


veces incluso a la desesperación y a la rebelión contra Dios. Puede también hacer
a la persona más madura, ayudarla a discernir en su vida lo que no es esencial
para volverse hacia lo que lo es. Con mucha frecuencia, la enfermedad empuja a
una búsqueda de Dios, un retorno a Él.

El enfermo ante Dios

1502 El hombre del Antiguo Testamento vive la enfermedad de cara a Dios. Ante
Dios se lamenta por su enfermedad (cf Sal 38) y de Él, que es el Señor de la vida
y de la muerte, implora la curación (cf Sal 6,3; Is 38). La enfermedad se
convierte en camino de conversión (cf Sal 38,5; 39,9.12) y el perdón de Dios
inaugura la curación (cf Sal 32,5; 107,20; Mc 2,5-12). Israel experimenta que la
enfermedad, de una manera misteriosa, se vincula al pecado y al mal; y que la
fidelidad a Dios, según su Ley, devuelve la vida: "Yo, el Señor, soy el que te
sana" (Ex 15,26). El profeta entreve que el sufrimiento puede tener también un
sentido redentor por los pecados de los demás (cf Is 53,11). Finalmente, Isaías
anuncia que Dios hará venir un tiempo para Sión en que perdonará toda falta y
curará toda enfermedad (cf Is 33,24)

Cristo, médico

1503 La compasión de Cristo hacia los enfermos y sus numerosas curaciones de


dolientes de toda clase (cf Mt 4,24) son un signo maravilloso de que "Dios ha
visitado a su pueblo" (Lc 7,16) y de que el Reino de Dios está muy cerca. Jesús
no tiene solamente poder para curar, sino también de perdonar los pecados
(cf Mc 2,5-12): vino a curar al hombre entero, alma y cuerpo; es el médico que
los enfermos necesitan (Mc 2,17). Su compasión hacia todos los que sufren llega
hasta identificarse con ellos: "Estuve enfermo y me visitasteis" (Mt 25,36). Su
amor de predilección para con los enfermos no ha cesado, a lo largo de los siglos,
de suscitar la atención muy particular de los cristianos hacia todos los que sufren
en su cuerpo y en su alma. Esta atención dio origen a infatigables esfuerzos por
aliviar a los que sufren.
1504 A menudo Jesús pide a los enfermos que crean (cf Mc 5,34.36; 9,23). Se
sirve de signos para curar: saliva e imposición de manos (cf Mc 7,32-36; 8, 22-
25), barro y ablución (cf Jn 9,6s). Los enfermos tratan de tocarlo (cf Mc 1,41;
3,10; 6,56) "pues salía de él una fuerza que los curaba a todos" (Lc 6,19). Así, en
los sacramentos, Cristo continúa "tocándonos" para sanarnos.

1505 conmovido por tantos sufrimientos, Cristo no sólo se deja tocar por los
enfermos, sino que hace suyas sus miserias: "Él tomó nuestras flaquezas y cargó
con nuestras enfermedades" (Mt 8,17; cf Is 53,4). No curó a todos los enfermos.
Sus curaciones eran signos de la venida del Reino de Dios. Anunciaban una
curación más radical: la victoria sobre el pecado y la muerte por su Pascua. En la
Cruz, Cristo tomó sobre sí todo el peso del mal (cf Is 53,4-6) y quitó el "pecado
del mundo" (Jn 1,29), del que la enfermedad no es sino una consecuencia. Por su
pasión y su muerte en la Cruz, Cristo dio un sentido nuevo al sufrimiento: desde
entonces éste nos configura con Él y nos une a su pasión redentora.

“Sanad a los enfermos...”

1506 Cristo invita a sus discípulos a seguirle tomando a su vez su cruz


(cf Mt 10,38). Siguiéndole adquieren una nueva visión sobre la enfermedad y
sobre los enfermos. Jesús los asocia a su vida pobre y humilde. Les hace
participar de su ministerio de compasión y de curación: "Y, yéndose de allí,
predicaron que se convirtieran; expulsaban a muchos demonios, y ungían con
aceite a muchos enfermos y los curaban" (Mc 6,12-13).

1507 El Señor resucitado renueva este envío ("En mi nombre [...] impondrán las
manos sobre los enfermos y se pondrán bien", Mc 16,17-18) y lo confirma con
los signos que la Iglesia realiza invocando su nombre (cf. Hch 9,34; 14,3). Estos
signos manifiestan de una manera especial que Jesús es verdaderamente "Dios
que salva" (cf Mt 1,21; Hch 4,12).

1509 "¡Sanad a los enfermos!" (Mt 10,8). La Iglesia ha recibido esta tarea del


Señor e intenta realizarla tanto mediante los cuidados que proporciona a los
enfermos, como por la oración de intercesión con la que los acompaña. Cree en la
presencia vivificante de Cristo, médico de las almas y de los cuerpos. Esta
presencia actúa particularmente a través de los sacramentos, y de manera especial
por la Eucaristía, pan que da la vida eterna (cf Jn 6,54.58) y cuya conexión con la
salud corporal insinúa san Pablo (cf 1 Co 11,30).
1510 No obstante, la Iglesia apostólica tuvo un rito propio en favor de los
enfermos, atestiguado por Santiago: "Está enfermo alguno de vosotros? Llame a
los presbíteros de la Iglesia, que oren sobre él y le unjan con óleo en el nombre
del Señor. Y la oración de la fe salvará al enfermo, y el Señor hará que se
levante, y si hubiera cometido pecados, le serán perdonados" (St 5,14-15). La
Tradición ha reconocido en este rito uno de los siete sacramentos de la Iglesia (cf
DS 216; 1324-1325; 1695-1696; 1716-1717).

IV. Efectos de la celebración de este sacramento

1520 Un don particular del Espíritu Santo. La gracia primera de este sacramento
es un gracia de consuelo, de paz y de ánimo para vencer las dificultades propias
del estado de enfermedad grave o de la fragilidad de la vejez. Esta gracia es un
don del Espíritu Santo que renueva la confianza y la fe en Dios y fortalece contra
las tentaciones del maligno, especialmente tentación de desaliento y de angustia
ante la muerte (cf. Hb 2,15). Esta asistencia del Señor por la fuerza de su Espíritu
quiere conducir al enfermo a la curación del alma, pero también a la del cuerpo,
si tal es la voluntad de Dios (cf Concilio de Florencia: DS 1325). Además, "si
hubiera cometido pecados, le serán perdonados" (St 5,15; cf Concilio de Trento:
DS 1717).

1521 La unión a la Pasión de Cristo. Por la gracia de este sacramento, el


enfermo recibe la fuerza y el don de unirse más íntimamente a la Pasión de
Cristo: en cierta manera es consagrado para dar fruto por su configuración con la
Pasión redentora del Salvador. El sufrimiento, secuela del pecado original, recibe
un sentido nuevo, viene a ser participación en la obra salvífica de Jesús.

PÁRABOLAS, MILAGROS Y SIGNOS

MATEO 13, 31-43 (Jesús les explica las parábolas a sus discípulos)

Jesús les propuso otra parábola: «Aquí tienen una figura del Reino de los
Cielos: el grano de mostaza que un hombre tomó y sembró en su campo.
Es la más pequeña de las semillas, pero cuando crece, se hace más grande
que las plantas de huerto. Es como un árbol, de modo que las aves vienen
a posarse en sus ramas.»

Jesús les contó otra parábola: «Aquí tienen otra figura del Reino de los
Cielos: la levadura que toma una mujer y la introduce en tres medidas de
harina. Al final, toda la masa fermenta.» Todo esto lo contó Jesús al
pueblo en parábolas. No les decía nada sin usar parábolas, de manera que
se cumplía lo dicho por el Profeta: Hablaré en parábolas, daré a conocer
cosas que estaban ocultas desde la creación del mundo.

Después Jesús despidió a la gente y se fue a casa. Los discípulos se le


acercaron y le dijeron: «Explícanos la parábola de las malas hierbas
sembradas en el campo.» Jesús les dijo: «El que siembra la semilla buena
es el Hijo del Hombre. El campo es el mundo. La buena semilla es la gente
del Reino. La maleza es la gente del Maligno.

El enemigo que la siembra es el diablo; la cosecha es el fin del mundo, y


los segadores son los ángeles. Vean cómo se recoge la maleza y se quema:
así sucederá al fin del mundo.

El Hijo del Hombre enviará a sus ángeles; éstos recogerán de su Reino


todos los escándalos y también los que obraban el mal, y los arrojarán en
el horno ardiente. Allí no habrá más que llanto y rechinar de dientes.
Entonces los justos brillarán como el sol en el Reino de su Padre. Quien
tenga oídos, que entienda.

MATEO 14, 13-21 (Multiplicación de los panes)

Al conocer esa noticia, Jesús se alejó discretamente de allí en una barca y


fue a un lugar despoblado. Pero la gente lo supo y en seguida lo siguieron
por tierra desde sus pueblos. Al desembarcar Jesús y encontrarse con tan
gran gentío, sintió compasión de ellos y sanó a sus enfermos.

Cuando ya caía la tarde, sus discípulos se le acercaron, diciendo:


«Estamos en un lugar despoblado, y ya ha pasado la hora. Despide a esta
gente para que se vayan a las aldeas y se compren algo de comer.»

Pero Jesús les dijo: «No tienen por qué irse; denles ustedes de comer.»
Ellos respondieron: Aquí sólo tenemos cinco panes y dos pescados.

Jesús les dijo: «Tráiganmelos para acá.» Y mandó a la gente que se


sentara en el pasto. Tomó los cinco panes y los dos pescados, levantó los
ojos al cielo, pronunció la bendición, partió los panes y los entregó a los
discípulos. Y los discípulos los daban a la gente. Todos comieron y se
saciaron, y se recogieron los pedazos que sobraron: ¡doce canastos llenos!
Los que habían comido eran unos cinco mil hombres, sin contar mujeres y
niños.

MATEO 14, 22-36 (Jesús Camina sobre las Aguas)

Inmediatamente después Jesús obligó a sus discípulos a que se


embarcaran; debían llegar antes que él a la otra orilla, mientras él
despedía a la gente. Jesús, pues, despidió a la gente, y luego subió al cerro
para orar a solas. Cayó la noche, y él seguía allí solo. La barca en tanto
estaba ya muy lejos de tierra, y las olas le pegaban duramente, pues
soplaba el viento en contra.

Antes del amanecer, Jesús vino hacia ellos caminando sobre el mar. Al
verlo caminando sobre el mar, se asustaron y exclamaron: «¡Es un
fantasma!» Y por el miedo se pusieron a gritar.
En seguida Jesús les dijo: «Animo, no teman, que soy yo.» Pedro
contestó: «Señor, si eres tú, manda que yo vaya a ti caminando sobre el
agua.»

Jesús le dijo: «Ven.» Pedro bajó de la barca y empezó a caminar sobre las
aguas en dirección a Jesús. Pero el viento seguía muy fuerte, tuvo miedo y
comenzó a hundirse. Entonces gritó: «¡Señor, sálvame!»

Al instante Jesús extendió la mano y lo agarró, diciendo: «Hombre de


poca fe, ¿por qué has vacilado?»

Subieron a la barca y cesó el viento, y los que estaban en la barca se


postraron ante él, diciendo: «¡Verdaderamente tú eres el Hijo de Dios!»
Terminada la travesía, desembarcaron en Genesaret.

Los hombres de aquel lugar reconocieron a Jesús y comunicaron la noticia


por toda la región, así que le trajeron todos los enfermos. Le rogaban que
los dejara tocar al menos el fleco de su manto, y todos los que lo tocaron
quedaron totalmente sanos.

MATEO 15, 10-20 (Lo que sale de la boca procede del corazón).

Luego Jesús mandó acercarse a la gente y les dijo: «Escuchen y


entiendan: Lo que entra por la boca no hace impura a la persona, pero sí
mancha a la persona lo que sale de su boca.»

Poco después los discípulos se acercaron y le dijeron: «¿Sabes que los


fariseos se han escandalizado de tu declaración?» Jesús respondió: «Toda
planta que no haya plantado mi Padre celestial, será arrancada de raíz.

¡No les hagan caso! Son ciegos que guían a otros ciegos. Y si un ciego guía
a otro ciego, los dos caerán en el hoyo.»
Entonces Pedro tomó la palabra: «Explícanos esta sentencia.» Jesús le
respondió: «¿También ustedes están todavía cerrados? ¿No comprenden
que todo lo que entra por la boca va al estómago y después termina en el
basural? En cambio, lo que sale de la boca procede del corazón, y eso es lo
que hace impura a la persona. Del corazón proceden los malos deseos,
asesinatos, adulterios, inmoralidad sexual, robos, mentiras, chismes.

Estas son las cosas que hacen impuro al hombre; pero el comer sin lavarse
las manos, no hace impuro al hombre.»

MATEO 12, 22-37 EL PECADO CONTRA EL ESPIRITU SANTO NO SERÁ


PERDONADO

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