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de la vida privada
en la Argentina
Bajo la dirección de Fernando Devoto y Marta Madero
Tomo II
La Argentina plural: 1870-1930
ESPAÑA PORTUGAL
ARGENTINA PUERTO RICO
COLOMBIA VENEZUELA
CHILE ECUADOR
MÉXICO COSTA RICA
ESTADOS UNIDOS REP. DOMINICANA
PARAGUAY GUATEMALA
PERÚ URUGUAY
© De esta edición:
1999, Aguilar, Altea, Taurus, Alfaguara, S.A.
Beazley 3860 (1437) Buenos Aires
Edición digital
ISBN: 950-511-558-X
Hecho el depósito que indica la ley 11.723
La niñez en los espacios
urbanos (1890-1920)
Al dirigir la mirada sobre la construcción de los significados socia- El fuerte crecimiento poblacional,
les en torno a la niñez en los espacios urbanos de principios del siglo inmigración mediante, de finales de
XX, se observan ciertos recorridos específicos en los cuales se viven vi- siglo en la Argentina, instala en las
calles la presencia de grupos de niños
das de niño muy diferentes. Estos circuitos no sólo encauzan la vida de
que circulan libremente, muchos de
los niños como moldes preestablecidos sino que se conforman, a la vez, ellos sin contención familiar.
a partir de las representaciones que se van construyendo sobre lo que de- Los “niños pobres” abandonados,
be ser la niñez, su evolución esperable y normal, y las desviaciones con desamparados afectivamente, serán los
respecto a esta norma. que engrosarán las filas del Patronato
de la Infancia de la Ciudad de Buenos
Dos circuitos básicos parecen surgir en la articulación de estas con-
Aires. Entre 1880 y 1912 se internaron
figuraciones vivenciales y representativas, fuera de las cuales no hay re- 32.725 niños. En el mismo período
ferencias discursivas sobre la niñez. Uno de estos circuitos se mueve en- murieron en el asilo el cincuenta y un
tre la familia y la escuela. Una familia “bien constituida”, que cumple por ciento de ellos.
con su función moralizadora fundamental y con la educación obligato- Niños ingresantes al Patronato de la
ria, exigida por el Estado desde el año 1900. En la articulación de estos Infancia, 1900. (Archivo General de la
Nación)
espacios se define lo normal en la niñez a través de una gama de repre-
sentaciones y de intervenciones que se constituyen en modelo normati-
vo y se entroncan con valoraciones propias de discursos políticos. El
otro circuito tiene como centro la calle, entendida como lugar de desam-
paro y abandono, debido a una inexistente o frustrada relación con un
ámbito familiar contenedor; la calle como el espacio de la vagancia, la
mendicidad, la enfermedad, la explotación del trabajo infantil, la prosti-
tución y la delincuencia. Este lugar opera como fuente de referencias pa-
ra otro abanico de representaciones y de intervenciones sobre la niñez.
La calle se vincula en forma necesaria a otros espacios de alternancia,
136 ESPACIOS Y LUGARES
La familia y la escuela En la Argentina de fin de siglo XIX y principios del siglo XX, una
vez lograda la organización institucional del Estado, se plantea como
problema el logro de la integración social en un contexto de crisis polí-
tica –Revolución del 90– del modelo de “Paz y Administración” del pri-
mer gobierno de Roca (1880-1886). Este modelo genera un rápido pro-
ceso de modernización y crecimiento demográfico de la sociedad civil
aluvial y trae una serie de consecuencias en relación con la composición
social y moral, vinculadas, fundamentalmente, a la inmigración europea
meridional. En este sentido, en el segundo gobierno del presidente Ro-
ca (1898-1904) se afianza una política de centralización institucional es-
tatal que apunta a un doble objetivo: por un lado, consolidar un proyec-
to de apertura hacia afuera, en procura de una inserción definitiva den-
tro del conjunto de naciones civilizadas, y por el otro, a través de una mi-
rada interna, lograr una homogeneización geopolítica de toda la nación
a partir de un repertorio consensuado de emblemas culturales, costum-
bres sociales e ideologías nacionales que marcan el desarrollo de la na-
ción. Las expresiones científicas y ensayísticas del pensamiento positi-
vista intentan articular una interpretación de esta realidad social nacio-
nal con la acción concreta de instituciones públicas y estatales –educa-
tivas, jurídicas, sanitarias y militares– sobre los problemas de este con-
texto señalado: una masa social en proceso de integración; una distribu-
ción marcadamente desigual del crecimiento económico, producto de la
economía agroexportadora favorecida por la coyuntura mundial. Desde
el discurso académico –biologicista y medicalizado–, estos y otros obs-
táculos y efectos no deseados del proceso de modernización son inter-
pretados como expresiones de patologías sociales e individuales. Estas
LA NIÑEZ EN LOS ESPACIOS URBANOS (1890-1920) 137
patologías, como la delincuencia, exigirán una intervención racional pa- Hacia 1914, veintidós años después del
ra restablecer desviaciones o favorecer el desarrollo esperado tanto del Congreso Pedagógico Nacional, el país
individuo como de la sociedad. cuenta con seiscientos cuarenta y
cuatro escuelas para 190.000 alumnos.
Desde este discurso académico,1 la concepción del niño se aleja de
Pero esa cifra constituye la mitad de la
la figura del inocente, ángel, libre de pecados. En el marco de la ley bio- población en edad escolar. Tanto en las
genética fundamental haeckeliana, según la cual el desarrollo del indivi- zonas urbanas como rurales, las
duo recapitula las etapas del desarrollo de la propia especie, adquiere la menores tasas de escolaridad
categoría de “evidencia” que el niño contenga manifestaciones de vio- corresponden a los sectores de menores
recursos económicos. El sueño
lencia de la personalidad primitiva y poco desarrollada del hombre en su
sarmientino de difundir la instrucción
adaptación al medio. Constituye una analogía entre el período infantil de pública entre las clases y las regiones
la humanidad y las etapas infantiles del futuro adulto. del país menos favorecidas se
“Filogenéticamente consideradas las tendencias criminosas le son encuentra aún lejos de realizarse.
naturales como eran naturales en el hombre primitivo [...] El niño no na- Los niños en la escuela en 1914.
ce un dechado de bondades, por el contrario, la germinación delictuosa (Colección particular de la familia
Pareto)
es mucho más activa y variada que en el adulto.”2
En armonía con la matriz evolucionista del darwinismo social, don-
138 ESPACIOS Y LUGARES
La “norma” pretende apoyarse en una norma “natural”, definida por la No lejos del centro, en las zonas más
propia evolución. Esto lleva a que ciertas carencias del niño con respec- pobres del sur de la ciudad de Buenos
to al estado adulto sean “toleradas” como normales. Sin embargo, esta Aires, el juego y el ocio callejero de los
niños lleva al doctor José María Ramos
norma supuestamente “natural” encierra un ideal, el ideal educativo Mejía a opinar que los niños porteños
propio del ámbito escolar. Y como la escuela, en cuanto proyecto mo- viven más en las calles que en ninguna
derno, encarna los ideales de racionalidad propios de la cultura occi- otra ciudad del mundo. Pero las
dental adulta, la definición de la norma y lo normal en el niño-alumno viviendas de Buenos Aires ofrecen
queda enraizada en un ideal propio de la etapa adulta de una determi- pocas posibilidades para “retener” al
niño en los espacios reducidos de las
nada cultura. Así, la indisciplina se plantea como un problema de inter-
piezas de conventillo y las precarias
vención sobre la desviación con respecto a la norma, como un proble- viviendas de los suburbios.
ma de intervención sobre lo “anormal”. De esta forma, no se ve la con- Niños jugando, 1905. (Archivo General
tradicción entre postular como conocimiento natural las tendencias vio- de la Nación)
lentas en la evolución individual del niño (que reproduciría etapas más
primitivas de la evolución de la humanidad) y concebir la indisciplina
como algo anormal.
La educación “completa” del niño-alumno se concibe como una
educación física, intelectual y de los sentimientos. Esta última, identifi-
142 ESPACIOS Y LUGARES
Fuera del circuito familia-escuela se encuentran muchos niños cu- La vida en la calle
yas condiciones de vida no les permiten ubicarse dentro de las repre-
sentaciones de normalidad esperada. Niños huérfanos o abandonados
por padres no incorporados al trabajo asalariado; hijos de padres en-
fermos y sin atención sanitaria; niños trabajadores, obreros, vendedo-
res ambulantes; “niños de la calle” que vagabundean, mendigan o co-
meten delitos. La ausencia de un espacio familiar contenedor, que
cumpla con la función rectora de las tendencias infantiles, traslada a
“la calle” el espacio vital de la niñez, donde otras reglas son necesa-
rias para poder sobrevivir.
No se trata ya de la calle como ámbito de encuentro con los amigos
del barrio, que se complementa con el hogar al que siempre se puede
volver en busca de refugio. En esos casos, siguen siendo la casa o la es-
cuela los lugares privilegiados. Se trata más bien de la “calle” en cuanto
ausencia de refugio, en donde la privacidad ha dejado de existir como
tal, ya que todo queda a la vista, donde el propio espacio es aquel por el
que todos circulan, es de todos y de nadie a la vez, fuente de peligros y
de inmoralidad en tanto no respeta los límites de la privacidad e intimi-
dad. Como señala Philippe Ariès,11 la calle sólo deja de ser inmoral
cuando se convierte en un lugar de tránsito y cuando pierde “el carácter
y la tentación de la permanencia”.
No obstante, la calle como espacio de exclusión no se caracteriza só-
lo por su sentido negativo (porque no se tiene otro espacio para vivir).
Adquiere también una caraterización propia: constituye el espacio de los
pobres, de lo marginal, de lo masculino, de la “mala vida”. Cuando el
niño tiene una casa, o bien ésta es demasiado pequeña y obliga a salir y
permanecer fuera de ella, o bien contiene un ambiente sumamente vio-
lento y desgraciado que empuja a buscar algo distinto fuera de ella. La
calle se convierte en un espacio sin adentro y sin afuera, que ofusca otras
discriminaciones. El lustrabotas, el vendedor ambulante, el vendedor de
diarios, el vago, el mendigo, el delincuente, todos terminan bajo una
misma representación que los abarca y los incluye dentro de la inmora-
lidad, el riesgo y la peligrosidad.
–¿No le he de castigar
Siendo tan mal educado?
La mala vida: Las acciones que se realizan para resolver estos problemas específi-
castigar, reformar, educar cos se dan en campos diferentes. Desde el punto de vista del Derecho,
el Código Penal de 1886 sostiene en el artículo 81 inciso 2º que los me-
nores de diez años están exentos de pena. La ley presume juris et jure
que a esa edad no existe discernimiento en el niño. El inciso 3º del mis-
mo artículo dice: “Quedan exentos de pena: los mayores de 10 años y
menores de 15 a no ser que hayan obrado con discernimiento”. Como el
juez tiene que decidir si ha obrado con discernimiento o no para decla-
rarlo culpable, debe indagar y apoyarse en informaciones confiables an-
tes de establecer una conclusión fundamentada.15 El problema del dis-
cernimiento no es, por otra parte, una cuestión menor, ya que dentro del
marco naturalista determinista de pensamiento que se extiende por estos
años, el libre albedrío y la responsabilidad terminarán constituyendo ca-
LA NIÑEZ EN LOS ESPACIOS URBANOS (1890-1920) 149
La tarea filantrópica realizada por el Patronato de la Infancia desde Patronato del “amor”
1892 resulta paradigmática de la concepción del niño desvalido. Conce-
bido desde sus inicios como una institución filantrópica privada, se au-
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tala en forma más estable y extensa, y las contribuciones e innovaciones El niño escolarizado cuenta con el
de estas asociaciones quedan encauzadas y subordinadas en forma más espacio que le brinda la institución
definida dentro del sistema oficial. A la vez, el mencionado sistema de escolar obligatoria como ámbito
considerado imprescindible para su
exclusión de los niños recluidos en los institutos y asilos, a fines de la desarrollo individual y social.
segunda década queda cristalizado, marcando irreversiblemente la frag- Niños en la escuela en la década del
mentación entre las diferentes vidas de los niños argentinos. veinte. (Colección particular de la
familia Hernández)
156 ESPACIOS Y LUGARES
Notas
1. J. C. Ríos y A. M. Talak, “La Sociedad de Psicología de Buenos Aires de 1908”, en
Anuario de investigaciones, vol. VI, Buenos Aires, Fac. de Psicología, Univ. de Bs.
As, 1998.
3. La familia promedio de cinco personas compartía una habitación de 3,6 x 3,6 me-
tros, aproximadamente. C. Solberg, Inmigration and Nationalism in Argentina and
Chile: 1890-1914, Austin, University of Texas Press, 1970.
9. Ibíd. p.126.
13. V. Sierra, “La minoridad que delinque en la ciudad de Buenos Aires”, en Revista de
Criminología, Psiquiatría y Medicina Legal, IV, 1017, pp. 59-60.
15. En 1893 se crea el Depósito 24 de Noviembre para alojar a los sospechosos de de-
litos, en tanto el Departamento Central de Policía queda para los contraventores y
detenidos preventivamente. En este último, mientras se instruye el sumario, los me-
nores permanecen con los detenidos adultos. Las penas (art. 54 del Código Penal)
LA NIÑEZ EN LOS ESPACIOS URBANOS (1890-1920) 157
pueden ser prisión, penitenciaría y presidio, de las cuales sólo la primera puede ser
aplicada a los menores. La Prisión Nacional (antes Asilo de Reforma de menores
varones y Cárcel de Encausados) contiene pabellones separados para menores y
adultos.
16. C. Ruibal, Ideología del control social Buenos Aires 1880-1920, Buenos Aires,
Centro Editor de América Latina, 1993, p. 41.
17. U. Fernández, “La protección y asistencia social del recién nacido, hijo de menores
sujetos a la tutela del Ministerio Público”, en Revista de Criminología, Psiquiatría
y Medicina Legal, IV, 1917, pp. 295-297.
19. Ingenieros menciona que en este Congreso hubo una sección dedicada a los meno-
res, en la cual se establece un criterio de distinción sustancial entre el adulto y el ni-
ño: las faltas o delitos de este último no permiten calificarlo de criminal. El menor
en esta situación no puede ser “penado”, sino “corregido, educado y reformado”, In-
genieros (1916), en Criminología, Obras completas, Tomo II, Buenos Aires, Edicio-
nes Mar Océano, 1962, pp. 387-8.
23. Ibíd.
24. Ibíd.
25. El Patronato de la Infancia cuenta con un registro de nodrizas que ejerce el control
sanitario respectivo, y por consiguiente una correspondiente selección de aptitud
lactaria y de salud física en general. E. Pagani, y M. V. Alcaraz, Las nodrizas en
Buenos Aires. Un estudio histórico (1880-1940), Buenos Aires, Centro Editor de
América Latina, 1988.
26. En 1907 aparece un artículo periodístico del doctor Francisco Lavalle titulado “Los
horrores de la quema de basura”, en el que describe el espectáculo de hombres y ni-
ños buscando su alimento entre los desperdicios de la Reina del Plata. Esto inspira
a las autoridades del Patronato a crear tres escuelas aledañas al llamado “barrio de
la quema” en Flores y al “barrio de las ranas” en el Parque de los Patricios, donde
los niños recibirán instrucción pública y alimentación diaria, convirtiéndose en los
primeros comedores escolares en la ciudad de Buenos Aires.
27. Cf. Little, “Education, philanthropy, and feminism: components of Argentine wo-
manhood 1860-1926”, en A. Lavrin (comp.), Latin American Women, Westport, CT,
Greenwood Press, 1978, pp. 235-253.
29. Idea expresada en la “Liga Nacional de Maestros”, fundada en 1910 por el maestro
anarquista Julio Barcos.