COMENTARIO DE
CARLOS PENA GONZALEZ
Decano Facultad Ciencias Juridicas,
Universidad Diego Portales
‘Me voy a referira algunos de los problemas tebrico-practicos que
presenta el Principio de Separacién, por una parte las medidas penales
vlicables a nifios y adolescentes y por otra, alas medidas de proteccion
que suclen preverse para rinos que sin habe infingido la ley panal se
Gneuentran en situacién de carencia socioeconémica, Para abordar este
tema me voy aservir, como es evidente, de los trabajos que han presentado
Jaime Couso y Guillermo Davalos, no es mi propdsito, por cierto, someter
2 una especie de escrutinio conceptual-técnico tales documentos porque
Tes digo que no say experto en el tema que abordan, aunque intentaré
replantear algunos de los problemas que tanto Jaime como Guillermo
tricaran en sus respectivas presentaciones e intentaré, al mismo tiempo,
‘dentificar algunos inconvenientes que tiene el planteamiento particular
de Jaime Couso en torno al tema de la autonomfa progresiva.
Voy a comenzar mis comentarios haciendo, en primer lugar algunas
consideraciones en torno al Principio de Separacién, principalmente desde
Gl punto de vista normativo y luego de ello me voy a referir a las
Consecuencias que, desde el punto de vista de las pofticas pablicas, acarrea
tin principio como ese. Como ustedes saben, e! Principio de Separacién
de Medidas es una de las directrices que para las politicas piblicas en
materia de infancia formula explicitamente la Convencién de los Derechos
Uel Nino de las Naciones Unidas. El principio afirma, en términos may
generales, que los Estados deben tratar de manera distnta 0 diversa a los
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nifios que infringen Ia ley penal, por una parte, y a los nios que se
encuentran en situacién de carencia familiar 0 socioecondmica, por otra
El principio parece poseer una sencillez admirable y ademas una cieriy
evidencia puesto que prescribe, insiso, tratar de manera diversa a quien
presenta conductas anémegas por un lado, ya quien esta en situacidn de
pobreza socioeconémica 0 afectiva por otro lado. Una cosa es la active
estatal ante quien transgrede la ley y otra cosa muy distinta la actitud del
Estado ante quien se encuentra en una situacién de marginalidad, Ante
situaciones tan radicalmente clstintas como las que acabo de menctonar
no podria sino correspond acciones estatales tambign dstnas |
principio, como ustedes ven, parece poseer una sencillez que lo hace
«asl ieftable, conto y aunque parezca if conebito, Gx prince
como recuerda Jaime, resulta opuesto a una idea que se encuentra
firmemente arraigada en nuestra cultura juridica y politica e incluso en
Fuestro sistema legal. Nuestra cultura juridica, incluso la cultura juricica
de nuestros jueces, parece pensar al contrario de lo que proclama ese
principio, que la diferencia entre la situacién de quien es infractor por
luna parte y la de quien se encuentran desventaja social, por otra, es slo
tuna diferencia aparente. La situacién de carencia, razonan quienes
comparten este modo mayoritario de ver las cosas, conduce tarde o
fomprano a una conducta que infringe la ley. Un menor en la calle
‘equivaldria, bien miradas las cosas por un partidario de este punto de
vista, a un futuro delincuente. La distincién resulta, visto as, inadmisible,
entonces en vez de propugnar la separacién de medidas resultarfa mig
eficiente, incluso cronolégicamente mas adecuado, tratar de una manera
similar ambas situaciones, a fin de cuentas, concluyen quienes razonan
de esta manera, ambos ntios requieren ser socializados, puestos en vereda
Podrfamos decir, uno porque delinqui6 y el otro para evitar que lo haga
én un futuro préximo. Ese razonamiento que subyace a buena parte de
Nuestro sistema legal y que forma parte, insisto, de los prejuicios mas
arraigados de los operadores del sistema legal chileno, reposa, es justo
decirlo, sobre algunas evidencias facticas 0 empiricas que resulta claro y
dificil negar como lo sugiere el propio Jaime Couso, suele ocurrie que el
nic participe de conduct delictivassufre muchas veces al mismo tiempo
de abandono o de explotacién. Si fo anterior es asi gpor qué entonees
ropugnar la separacién de medidas en contra de lo que con mayor o
menor franqueza ha sostenido la doctrina de la situacién irregular?
Podriamos preguntar entonces, si hay una vinculacién factica entre
abandono y delincuencia spor qué entonces distinguir? Podrfa uno
3
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preguntarse no es defender de nuevo la doctrina de fa situacién inregular
y no un esfuerzo por comprender mejor la Convencién, o sea, no vean en
mf por favor un representante pero quiero fortalecer el argumento de la
situaci6n irregular para preguntarnos por qué estamos en esto.
Me parece que el Principio de Separacién que resulta opuesto, como
digo a ese prejuicio tan arraigado en nuestra cultura, puede ser defendido
en varios niveles como un principio eficiente y corrects creo yo de politica
puiblica, como también creo que es posible en primer lugar sostener que
se trata el Principio de Separacién de un principio que es moralmente
cortecto, a la luz de los principios de un Estado de derecho democritico
y, ademés, creo que se trata de un principio que todavia es mas eficiente
desde el punto de vista de las politicas sociales lo que si voy a intentar
exponer son; ambos aspecto desde mi punto de vista, 0 sea por qué es
mas correcto moralmente el Principio de Separacién, pero al mismo tiempo
‘qué problemas plantea y por qué luego es més eficiente desde el punto de
vista de las politicas sociales y estatales, sobre todo en Estados como en
los que vivimos; en ese orden voy air intentando desmentir esa evidencia
factica que presenta la doctrina de a situacién irregular que como ustedes
‘yen no es un puto prejuicio, presenta algén grado de razonabilidad, puede
ser defendido en algén nivel. Por ejemplo, si fuera partidario de a situacién
imregular, que aqui la damos como evidentemente refutada, comentaria
de la siguiente manera: yo diria los nifios no tienen autonomia, son fruto
dle instancias sociales y econémicas, fruto de zonas deficientes dela politica
social estatal y como no tienen autonomfa no son responsables, en
consecuencia lo que corresponde es resocializarlos 0 reeducarlos,
modificarles las costumbres y eso qué tiene de malo? Pero claro, uno
intuitivamente piensa que ese es un razonamiento perverso y la pregunta
5 3por qué es perverso? Y, a eso quiero referitme ahora.
Yo creo que el Principio de Separacién que acabo recién de recordar
posee mayor correccién moral que el principio de la situacién irregular, la
raz6n de ello radica simplemente en que se trata de un principio que resulta
en verdad mas coherente con la idea que subyace al sistema de derechos
hhumanos. La idea de Derechos Humanos, como ustedes sin duda saben,
reposa sobre el principio de autonomia, uno de los principios que solié
acompaiiar los origenes del Estado moclemo y en conformidad a ese principio
los seres humanos, los hombres y las mujeres -obsérvese que no digo los
nifios, los hombres y las mujeres adultos- somos eres humanos auténomos,
es decir somos seres capaces de discernir adecuadamente cul es nuestro
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bien, seres capaces de trazar planes de vida a la luz de ese discemimiento
¥ sor finalmente seres capaces de ajustar los actos cotidianos de nuestra,
vidas a ese plan que nos hemos trazado, En otras palabras, la idea de
autonomia que subyace a los derechos humanos en el Estado modeme
Supone que los hombres y las mujeres somos sujetos de nuestas vidas y no
‘objetos de los designios de otras personas, esa idea de aulonomia, come
digo, es la que funda buena parte de los derechos humanos, la que oriente
ademas la promocién de los Derechos Humanos en un Estado democratico
¥, alencién, esa idea es la que funda muchos conceptos, ahora habituales,
de nuestro lenguaje moral y legal, a idea de responsabilidad por ejemplo o
de responsabilidad penal descansa sobre la idea de autonomia porque los
seres humanos podemos autodeterminar el conjunto de nuestros actos
libremente y pueden sernos reprochadios aquellos que hacemos. Un sujeto
fen consecuencia es susceptible de reproche por parte del Estado, como
dice Shakespeare en el "Rey Lear’; si nuestros actos fueran producto de la
influencia planetaria ninguno de nosotros podria ser castigado, sdlo hay
responsabilidad penal allf donde hay autonomfa, si no hay autonomy
eentonces no hay posibilidad alguna de reproche, Hay aqui, en esta sencilla
Constatacién conceptual que acabo de hacer, y lo digo nada més entre
Paréntesis porque no quiero dedicar a eso mi comentario, una cierta
inconsistencia, desde luego en el rlerecho penal juvenil y en general en la
visién de-la Convencién respecto a la infancia, porque cuando se aplican
medidas penales a un nifto se aplica el principio de autonomia, se esté
Suponiendo en algén nivel que ese niio fue auténomo, osea que fue capaz
de autodeterminarse si nolo fue, bueno entonces jpor qué se le reprocha?,
si fue auténomo entonces descargamos el monopolio de la fuerza reunica
€en el Estado sobre ese nifo, pero al mismo tiempo cuando esgrimimos
medidas de proteccién, o sea el derecho a impartir tutelar como se llama,
estamos suponiendo que los niios no son auténomos y que requieren set
‘educaclos para el logro de esa autonomia, Entonces en el tema dela infancia
tal cual aparece en la Convencién, o tal cual lo presenta, por ejemplo,
Emilio Garcia 0 Clleros, hay una inconsistencia nunca resuelta entre, por
Una parte, repito, la idea de responsabilidad a la que subyace el
feconocimiento de a autanomia del adolescente y del nino, por ota pate,
la idea de que no son auténomos motivo por el cual hay que educarlos, En
el fondo-yo creo que aqui lo que ocurre es que tanto la pena como la