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Peldaños

hacia la
salvación:
Tamar, Rahab,
Rut, y Betsabé

J. Vernon McGee
Peldaños
hacia la
salvación:
Tamar, Rahab,
Rut, y Betsabé

J. Vernon McGee
©2021 THRU THE BIBLE RADIO NETWORK

Impreso en los Estados Unidos


Al menos que se indique lo contrario, el texto bíblico ha sido tomado de la versión Reina-Valera ©
1960 Sociedades Bíblicas en América Latina;
© renovado 1988 Sociedades Bíblicas Unidas. Utilizado con permiso.
Reina-Valera 1960TM es una marca registrada de la American Bible Society,
y puede ser usada solamente bajo licencia.

Este folleto está basado en la enseñanza del Dr. J. Vernon McGee (1904-1988),
autor del estudio bíblico A Través de la Biblia.

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A Través de la Biblia

Peldaños haciaa la Salvación:


Tamar, Rahab, Rut y Betsabé

No muchas personas encuentran interesantes las genealogías de las


Escrituras. De hecho, les parecen aburridas y monótonas. Sin embargo,
una mirada más cercana a estas largas listas de nombres puede revelar
un tesoro enterrado, porque cada nombre tiene una historia que
contarnos, si estamos dispuestos a investigar un poco.

Cuando yo era un joven que asistía a una conferencia de jóvenes, el


maestro de Biblia hizo la pregunta: “¿Cuántos de ustedes, jóvenes,
leyeron la Biblia durante el año pasado?” Nadie levantó una sola
mano. Después de un tiempo, un joven levantó la mano con bastante
cautela. El maestro preguntó: “¿Leíste la Biblia el año pasado?”
“Bueno”, dijo, “leí todo excepto las “descendencias”, y las pasé por
alto porque no tenían sentido para mí”. El grupo se rio y el maestro de
Biblia dijo: “Yo también hago eso; las paso por alto”.

Desde ese momento hasta el presente, “las descendencias” de la Biblia


me han interesado mucho. Permítame citar algunos versículos:

Libro de la genealogía de Jesucristo, hijo de David, hijo de


Abraham. Abraham engendró a Isaac, Isaac a Jacob, y Jacob a
Judá y a sus hermanos. Judá engendró de Tamar a Fares y a Zara,
Fares a Esrom, y Esrom a Aram. Aram engendró a Aminadab,
Aminadab a Naasón, y Naasón a Salmón. Salmón engendró de
Rahab a Booz, Booz engendró de Rut a Obed, y Obed a Isaí. Isaí
engendró al rey David, y el rey David engendró a Salomón de la
que fue mujer de Urías. (Mateo 1: 1-6)

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Peldaños hacia la Salvación

En la superficie, usted no puede encontrar algo más aburrido que eso.


¡Pero he llegado a la firme convicción de que ¡las descendencias son
una de las partes más importantes de la Palabra de Dios! Puede definir
el Antiguo Testamento así: es la historia familiar de Jesucristo. Por lo
tanto, las genealogías en el Antiguo Testamento, comenzando con
Adán y avanzando hasta el Nuevo Testamento, llegan a Jesucristo. El
Nuevo Testamento comienza con esta genealogía.

Ahora, desafortunadamente, cuando se trata de dar a conocer el


Nuevo Testamento, siempre he sentido que también debería haber
una advertencia, especialmente para aquellos que lo leen por primera
vez. Un capellán me dijo una vez: “En la Segunda Guerra Mundial,
entregué literalmente miles de Nuevos Testamentos. Se los entregué
a niños que nunca antes habían visto una Biblia, a veces en las literas
y otras en el frente. Tan pronto a medida que los niños se apoderaban
de esas Biblias, las abrían y comenzaban a leer. Pero no leían mucho.
Simplemente se atascaban con todos esos nombres largos”. Así que
nunca pasaron de esta genealogía en Mateo, capítulo uno. Es aburrido,
sin embargo, es probablemente la parte más importante del Nuevo
Testamento, ya que Este se sostiene o recae en la exactitud de esta
genealogía.

Obviamente, las genealogías se guardaban en el templo, y cuando


Tito, el general romano, destruyó el templo en el año 70 d.C., las
genealogías se perdieron. Sin embargo, cuando Jesús estaba haciendo
su proclamación, las genealogías todavía estaban allí. Es muy
interesante notar que, aunque los enemigos de Jesús cuestionaron
todo lo demás, nunca lo hicieron con su genealogía. La razón es obvia:
las genealogías demostraban que el Señor Jesús era quien decía ser
en lo que respecta a su linaje. Él es el hijo de David, y también el de
Abraham, porque vino de ese linaje que Dios dijo que daría al Mesías.

Note que Mateo comienza su Evangelio declarando este hecho:

Libro de la genealogía de Jesucristo, hijo de David, hijo de


Abraham. (Mateo 1:1)

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A Través de la Biblia

Una lectura cuidadosa de la genealogía que sigue es más que


interesante; es emocionante. Se destacan cuatro nombres como
si fueran luces de neón. Es sorprendente verlos incluidos en la
genealogía de Cristo. Primero, son nombres de mujeres; segundo, ¡son
nombres de gentiles!

Las mujeres no se metieron en las genealogías, pero no se encuentran


fallas en la gente de esos días, porque en el día de hoy se hace lo
mismo en el matrimonio. El nombre que toma la pareja es el del
hombre. No toman el de la mujer. Su línea termina; la del hombre
sigue. Así es como lo hacemos hoy y así lo hacían en ese entonces.
A lo largo de los años, he realizado bodas en las que la chica tenía un
nombre encantador como Jones o Smith, ¡y quería cambiarlo por
un nombre como Neuenschwander o Schicklegruber! Usted creería
que ella no querría renunciar a su nombre por uno de cuatro o cinco
sílabas, pero esa es la forma en que la hacemos hoy en día. En mis
archivos tengo un recorte de hace algunos años que cuenta de una
pareja en Pasadena, que hizo la rareza de tomar el nombre de la mujer,
lo cual, según tengo entendido, se puede hacer legalmente.
Pero nuestra costumbre es que la mujer tome el nombre de su marido,
y es la genealogía del hombre la que se da.

En los días de Jesús era muy poco común encontrar el nombre de


una mujer en una genealogía, sin embargo, aquí en la Biblia tenemos
cuatro nombres. Una vez más, estas no son solo cuatro mujeres,
sino cuatro gentiles. Como sabrá, en La ley mosaica Dios decía que
su pueblo no debía casarse con tribus que eran idólatras y paganas.
Incluso Abraham recibió instrucciones de Dios de enviar a su propio
pueblo a buscar una novia para su hijo Isaac. Además, Isaac hizo lo
mismo con su hijo Jacob. Fue el arreglo de Dios que el monoteísmo,
la adoración de un Dios verdadero, debería ser la creencia
predominante de aquellos que estaban en el linaje que conducía al
Señor Jesucristo. Sin embargo, en su genealogía están los nombres de
cuatro mujeres gentiles.

Dos de ellas eran cananeas, una era moabita y la cuarta hitita.

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Peldaños hacia la Salvación

Naturalmente, usted se preguntaría: “¿Cómo llegaron a la genealogía


de Cristo?”

Al examinarlo, encontramos que, incluso en la genealogía de Cristo,


Dios ha tejido la historia de la salvación. De hecho, tenemos los
peldaños de la salvación en su Genealogía.

El Nuevo Testamento comienza con estas palabras: “El libro de la


genealogía [o generación] de Jesucristo ...” Esa es una expresión poco
común. Si usted comenzara en Mateo 1: 2 y recorriera todo el Nuevo
Testamento hasta el final del Apocalipsis, no volvería a encontrar la
expresión “el libro de la genealogía de” nadie. Este es el único lugar
en el que aparece: abre el Nuevo Testamento. Usted puede decir:
“Entonces debe encontrarse muchas veces en el Antiguo Testamento,
ya que el mismo da el linaje familiar que conduce a Cristo”. Pero puede
comenzar con Malaquías y hojear su camino de regreso a través de
los libros proféticos, poéticos y la sección histórica del Pentateuco,
y aun así no la encontrará. Puede revisar Deuteronomio, Números,
Levítico, Éxodo, y volver al Génesis; y cuando llegue al sexto capítulo
de Génesis, dirá, “Parece que no está aquí”. Pero en el quinto capítulo
comienza a leer, “Este es el libro de la genealogía de Adán”. Y ese es el
único otro lugar en el que aparece en la Biblia.

Entonces sabemos que hay dos libros: el de las generaciones de


Adán y el de las generaciones de Jesucristo. El libro de Adán es el de
la muerte. Todos estamos en ese libro. “En Adán todos mueren...” (1
Corintios 15:22). Si el Rapto no ocurre primero, todos moriremos.

Por tanto, como el pecado entró en el mundo por un hombre, y por


el pecado la muerte, así la muerte pasó a todos los hombres, por
cuanto todos pecaron. (Romanos 5: 12)

Cada uno de nosotros, pertenecemos a la familia de Adán. Y en dicha


familia todos estamos relacionados debido al hecho que la muerte se
ha “extendido” a todos nosotros. Ese es el libro de la muerte, y todos
estamos inscritos en él. Hay otro libro. El de la generación del Señor
Jesucristo. Es el Libro de la Vida del Cordero. Dicho libro, es opuesto
al de la muerte, pero usted entra en él de la misma manera que en el

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A Través de la Biblia

primer libro. Entra en el libro de Adán al nacer en su familia. Entra en el


de la Vida del Cordero por el nuevo nacimiento, por nacer en la familia
de Dios. Esa es la razón por la que nuestro Señor le dijo a Nicodemo
que debía nacer de nuevo:

“De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no


puede ver el reino de Dios” (Juan 3: 3).

Usted entra en el Libro de la Vida por la fe en el Señor Jesucristo:

Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les
dio potestad de ser hechos hijos de Dios. (Juan 1:12)

Veamos algunas de las personas en el Libro de la Vida del Cordero y


la historia de salvación que está entretejida en la genealogía que se
encuentra en el Evangelio según Mateo. Quiero destacar los nombres de
las cuatro mujeres gentiles y ver cómo llegaron a la genealogía de Cristo.

TAMAR-PECADO

El primer nombre aparece en Mateo 1: 3, “ Judá engendró de Tamar a


Fares y a Zara...”

No se puede leer su historia en Génesis 38 sin llegar a la conclusión de


que esta mujer entró en la
genealogía de Cristo por una sola razón: ella era una pecadora. Si no
hubiera sido pecadora, no habría entrado en la genealogía de Cristo.

Como usted ve, Tamar se había casado con dos de los hijos de Judá,
y el Señor los había destruido a ambos debido a su maldad. Entonces
Judá le prometió su tercer hijo, Sela, cuando tuviera la edad suficiente
para casarse. Pero él no cumplió su palabra, por lo que Tamar tomó el
asunto en sus propias manos:

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Peldaños hacia la Salvación

Pasaron muchos días, y murió la hija de Súa, mujer de Judá.


Después Judá se consoló, y subía a los trasquiladores de sus
ovejas a Timnat, él y su amigo Hira el adulamita. Y fue dado aviso
a Tamar, diciendo: He aquí tu suegro sube a Timnat a trasquilar
sus ovejas. Entonces se quitó ella los vestidos de su viudez, y se
cubrió con un velo, y se arrebozó, y se puso a la entrada de Enaim
junto al camino de Timnat; porque veía que había crecido Sela, y
ella no era dada a él por mujer. Y la vio Judá, y la tuvo por ramera,
porque ella había cubierto su rostro. Y se apartó del camino
hacia ella, y le dijo: Déjame ahora llegarme a ti: pues no sabía
que era su nuera; y ella dijo: ¿Qué me darás por llegarte a mí? El
respondió: Yo te enviaré del ganado un cabrito de las cabras. Y
ella dijo: Dame una prenda hasta que lo envíes. Entonces Judá
dijo: ¿Qué prenda te daré? Ella respondió: Tu sello, tu cordón, y
tu báculo que tienes en tu mano. Y él se los dio, y se llegó a ella, y
ella concibió de él. (Génesis 38: 12-18)

Engañó a su suegro y fue lo suficientemente inteligente como para


obtener pruebas de que él era el padre de su hijo:

Sucedió que al cabo de unos tres meses fue dado aviso a Judá,
diciendo: Tamar tu nuera ha fornicado, y ciertamente está encinta
a causa de las fornicaciones. Y Judá dijo: Sacadla, y sea quemada.
Pero ella, cuando la sacaban, envió a decir a su suegro: Del varón
cuyas son estas cosas, estoy encinta. También dijo: Mira ahora de
quién son estas cosas, el sello, el cordón y el báculo. Entonces Judá
los reconoció, y dijo: Más justa es ella que yo, por cuanto no la he
dado a Sela mi hijo. Y nunca más la conoció. (Génesis 38: 24-26)

Tamar era una pecadora y entró en la genealogía de Cristo sobre esa


base. ¿Y usted sabe que Dios comienza con todos nosotros sobre la
base de que somos pecadores? El Señor Jesús dijo: “ No he venido a
llamar a justos, sino a pecadores al arrepentimiento.” (Lucas 5:32). La
razón por la que dijo esto, es porque no había justos. Toda la familia
humana pertenece a una categoría: los pecadores.

Usted y yo comenzamos con Él allí. No tenemos algo que ofrecerle

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A Través de la Biblia

a Dios. No sé de dónde ha venido la noción de que cuando Dios nos


atrapa, obtiene algo que vale la pena y que nosotros tenemos algo
que ofrecerle. Él está en el negocio de salvar a los pecadores, a nadie
más. Y si usted no ha venido a Él como pecador, no ha venido a Él,
porque no ha llegado al único lugar de reunión. Dios comienza con
nosotros donde estamos, con lo que somos y cómo somos. Y nos dice:
“Por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios”
(Romanos 3:23).

Hoy se está produciendo una revolución en el ámbito moral y social, ya


que esta generación actual atribuye sus nuevos valores a la sociedad.
El profeta Isaías dijo que llegaría el día en que el mundo llamaría al
bien mal y al mal bien, y ese día ha llegado. Hoy se habla del mal como
bueno y del bien como malo.

Por ejemplo, me sorprende que en las islas hawaianas todo el


asunto para el turista sea que los hawaianos tenían vidas paganas
maravillosas y felices, y esos viejos y mezquinos misioneros salieron
y los sometieron al cristianismo, lo cual ha sido algo terrible. Puedo
decirle que nada podría estar más lejos de la verdad. Cualquiera que
mire una historia precisa de las islas hawaianas sabrá que los primeros
hombres blancos que fueron allí fueron los comerciantes, que robaron
a los hawaianos y les transmitieron enfermedades venéreas. Como
resultado, los hawaianos se habían hundido tanto como la gente podía
hundirse, moralmente. Luego llegaron los misioneros y estalló un
avivamiento. Y mi amado, el pueblo hawaiano se liberó de su miedo y
depresión, y se convirtió en un pueblo verdaderamente alegre.

En un día en el que se le llama bien al mal y mal al bien, se está


produciendo una revolución social. Pero los hombres en el pasado,
incluso en el mundo pagano, reconocieron que esto que la Biblia llama
pecado es una realidad. Séneca, el filósofo romano, dijo: “Debemos
decir de nosotros mismos que somos malos, que hemos sido malos
y, lamentablemente, debo agregar que también lo seremos en el
futuro. Nadie puede librarse. Alguien debe extender una mano para
levantarse.” Eso es de un filósofo pagano, fuera de la influencia de la
Palabra de Dios.

Ahora, no discutiré el punto de que hay diferentes niveles de

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Peldaños hacia la Salvación

pecadores. Pero todos estamos bajo pecado. Los hombres en la cárcel


están ahí por diferentes delitos. Algunos están ahí por lo que puede no
ser muy serio; otros por delitos graves. Pero tienen una cosa en común:
todos están en la cárcel. Y usted, dondequiera que esté, puede que no
se sienta un gran pecador. Puede que usted sea un pecador respetable
y que se tiene en alta estima en la comunidad. ¿Pero sabe por qué?
Solo es porque la gracia común de Dios se le ha extendido a usted. Es
solo por la gracia de Dios que no está en la cuneta.

Usted y yo tenemos la misma naturaleza que ha metido a hombres en


penitenciarías, que ha enviado a algunos a la tumba de borrachos y ha
provocado que otros cometan asesinatos. Tenemos esa naturaleza. Sin
embargo, ¿por qué no hemos hecho esas cosas? La razón por la que
no lo hemos hecho es por la gracia común de Dios. El comienza con
nosotros donde estamos.

Nuestro Señor llamó a Zaqueo para que bajara de ese árbol porque el
hombre era un publicano y pecador. Jesús dijo: “ Zaqueo, date prisa,
desciende, porque hoy es necesario que pose yo en tu casa” (Lucas
19: 5). ¿Por qué no acudió al alcalde o a la supuesta gente buena del
pueblo? Llamó a este publicano para que el mundo supiera que había
venido a llamar a los pecadores.

El ejemplo clásico se encuentra en el Libro del Éxodo cuando Dios


descendió para liberar a su pueblo Israel de la esclavitud egipcia. Él le
dijo a Moisés que había venido a librarlos por dos razones. Dios no dijo:
“Vengo a librarlos porque me aman, me sirven y me han sido fieles”.

Tampoco dijo: “Son personas justas y no se han entregado al pecado.


Me agradan y he descendido para salvarlas”. Estas no fueron las
razones que Dios le dio a Moisés, porque ninguna de esas cosas era
verdad.
Los hijos de Israel se habían vuelto a la idolatría. Estaban tan inmersos
en la misma, que cuando llegaron al desierto, no podían esperar para
hacer un becerro de oro, para luego postrarse y adorar ante él. Eran
idólatras. ¿Eran justos? Después de cuarenta años en el desierto, Dios
dijo a través de Moisés:

“Por tanto, sabe que no es por tu justicia que Jehová tu Dios te da

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A Través de la Biblia

esta buena tierra para tomarla; porque pueblo duro de cerviz eres
tú.”. (Deuteronomio 9: 6)

Bueno, entonces, ¿qué había en esta gente que apelaría a Dios?


Escúchelo a él:

Y el SEÑOR dijo: “Bien he visto la aflicción de mi pueblo que está


en Egipto, y he oído su clamor a causa de sus exactores; pues he
conocido sus angustias”. (Éxodo 3: 7)

Eso es todo. Escuchó su clamor. Estaban ahí sometidos en esclavitud.


Los capataces habían recibido latigazos en la espalda, y en esos largos
y agotadores días y noches clamaban por liberación. Dios dice: “Los
escuché”. Amigo mío, si hay un pecador en cualquier lugar que tenga
una necesidad y clama a Dios, Él librará a esa persona:

Y oyó Dios el gemido de ellos, y se acordó de su pacto con Abraham,


Isaac y Jacob. (Éxodo 2:24)

Dios había hecho un pacto con Abraham, incluso dándole detalles del
cautiverio egipcio:

Luego le dijo a Abram: “Ten por cierto que tu descendencia morará en


tierra ajena, y será esclava allí, y será oprimida cuatrocientos años.
Mas también a la nación a la cual servirán, juzgaré yo; y después de
esto saldrán con gran riqueza”. (Génesis 15:13, 14)

Como usted ve, Dios había predicho el cautiverio egipcio y había


prometido liberarlos. Cumplió su pacto.

Anselmo, ese gran santo de Dios del siglo XII, escribió sobre el tema
de la redención usando un lenguaje fuerte: “Preferiría ir al infierno sin
pecado, que ir al cielo con el pecado”. Y deseo que la verdad llegue a
la gente de hoy. ¿Usted cree que puede ir al cielo tal como es? ¿Que
puede entrar al cielo con el pecado en su vida? Amigo mío, ese pecado
debe ser tratado. Un Dios santo hoy nos dice que no puede recibirnos
hasta que se haya producido un cambio en nuestras vidas.

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Peldaños hacia la Salvación

Fue Alexander MacClaren, el gran predicador escocés, quien una


vez dijo:

“No es porque Dios es grande y yo pequeño. Ni porque Él viva para


siempre, y mi vida no es más que un palmo. No es por la diferencia
entre su omnisciencia y mi ignorancia, su fuerza y ​​mi debilidad, que
estoy separado de Él. “Vuestras iniquidades han hecho división entre
vosotros y vuestro Dios “ [Ese es el lenguaje de las Escrituras]. Y ningún
hombre que construya las torres de Babel tan alto, puede llegar allí.
Hay un medio por el cual la separación llega a su fin, y por el que todos
los obstáculos objetivos a la unión y todos los obstáculos subjetivos
son eliminados por igual. Cristo ha venido, y en Él los cielos se han
inclinado para tocar y bendecir esta tierra aquí abajo. Y el hombre y
Dios son uno solo una vez más”.

Cristo, amigo mío, puede traer a un pecador a Dios; solo él puede


hacer eso. Pero usted tendrá que comenzar con Él, en su lugar, tiempo
y términos. Y dice que usted es un pecador. Ahí es donde comienza.

Mucho antes de que yo apareciera en este mundo, allá en la eternidad,


Dios el Padre y Dios el Hijo hicieron un pacto. En efecto, el Padre dijo:
“Ese compañero, Vernon McGee, va a ser un pecador y necesitará un
Salvador. Se perderá a menos que yo le proporcione una salvación”.

El Hijo dijo: “Lo amo. Iré, moriré por él y pagaré su castigo”.

El Padre dijo: “Lo amo. Y lo salvaré si confía en mí”. Dios hizo un pacto
de que salvaría a todo pecador que confiara en la muerte sustitutiva
del Señor Jesús. Dios quebrantaría su Palabra si no le salva a usted.
Él dijo: “Me acordé de mi pacto con Abraham, Isaac y Jacob, y he
descendido para librarlos”.

Amados míos, Dios no nos salva porque encuentra algo que valga la
pena en nosotros. De hecho, en el tercer capítulo de Romanos leemos:

Por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios,


siendo justificados gratuitamente por su gracia, mediante la
redención que es en Cristo Jesús. (Romanos 3:23, 24)

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A Través de la Biblia

Esa palabra significa libremente “sin causa”. Es la palabra griega


dorean, la misma que el Señor Jesús usó cuando dijo: “Me
aborrecieron sin causa”. Estamos justificados sin causa. Es decir,
cuando Dios nos salva, no encuentra explicación alguna en nosotros.
Lo único que le atrae en nosotros, es nuestra condición perdida.

Debes renunciar por completo a tus mejores resoluciones,


A que tus más altas ambiciones se traspasen;
Nunca debes pensar que alguna vez serás salvo,
Hasta que aprendas que estás perdido.
Autor Desconocido

Dios comienza con usted como un alma perdida; como un pecador. Si


no ha venido por esa ruta, no ha venido. Amigo mío, usted tiene que
empezar por ahí.

Tamar entró en la genealogía de Cristo debido a su pecado.

RAHAB-FE
El segundo nombre que se destaca en las luces de neón es Rahab.
“Salmón engendró de Rahab a Booz...” (Mateo 1: 5).

¡Rahab! Ese es un nombre para maravillarse: ¡era una gentil, cananea y


prostituta!

Por la fe Rahab la ramera no pereció juntamente con los


desobedientes, habiendo recibido a los espías en paz. (Hebreos
11:31)

Ella entró en la genealogía de Cristo por fe. Supongo que nadie diría
que Rahab entró en la genealogía de Cristo por su carácter, por quién
era. Ella lo hizo debido a la fe.

Cuando los espías llegaron a la ciudad de Jericó, el testimonio de esta


mujer fue extraordinario. Escúchela mientras les habla a los espías:

“Sé que Jehová os ha dado esta tierra; porque el temor de vosotros


ha caído sobre nosotros, y todos los moradores del país ya han
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Peldaños hacia la Salvación

desmayado por causa de vosotros. Porque hemos oído que Jehová


hizo secar las aguas del Mar Rojo delante de vosotros cuando
salisteis de Egipto, y lo que habéis hecho a los dos reyes de los
amorreos que estaban al otro lado del Jordán, a Sehón y a Og, a los
cuales habéis destruido.” (Josué 2: 9, 10).

“Rahab, ¿qué es lo que escuchaste?”


“Escuché cómo el Señor apartó el agua del Mar Rojo para ustedes”.
- Eso fue hace cuarenta años, ¿y te enteraste? ¿Quiere decir que la
ciudad de Jericó sabía de esto? “
“Sí.”

Si usted cree que Dios se apresuró un poco a destruir a los habitantes


de Jericó, considere el hecho de que les había dado cuarenta años.
¿Cuánto tiempo más quería que Él les diera? De hecho, el pueblo de
Israel marcó un tiempo en el desierto hasta que la iniquidad de este
pueblo fuera completa. Dios les estaba dando la oportunidad de
volverse a Él, ¡y tuvieron cuarenta años para hacerlo! El mismo Dios es
paciente con nuestra nación el día de hoy, y esto tiene a mucha gente
engañada. Piensan que Él no va a hacer nada porque está esperando
pacientemente en segundo plano. Él es sufrido y misericordioso, no
quiere que nadie perezca. A Dios no le gusta juzgar; el juicio es su obra
extraña. Quiere salvar. Permítame hacerle una pregunta: ¿Dios habría
salvado al alcalde de Jericó y al concejo de la ciudad si se hubiesen
vuelto a Él? ¿Habría salvado al ciudadano promedio de Jericó? Amigo
mío, así como salvó a Rahab la ramera, lo habría hecho con cualquiera
que se hubiera vuelto a Él. “ Por la fe Rahab la ramera no pereció
juntamente con los desobedientes “. Tuvieron la oportunidad de creer,
pero no lo hicieron. Esta mujer creyó y Dios la salvó.

“Oyendo esto, ha desmayado nuestro corazón; ni ha quedado más


aliento en hombre alguno por causa de vosotros, porque Jehová
vuestro Dios es Dios arriba en los cielos y abajo en la tierra. Os
ruego pues, ahora, que me juréis por Jehová, que como he hecho
misericordia con vosotros, así la haréis vosotros con la casa de mi
padre, de lo cual me daréis una señal segura”. (Josué 2:11, 12)

He aquí una mujer extraordinaria. Estaré de acuerdo con cualquiera


que quiera decir que ella es la peor persona en la ciudad de Jericó,

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A Través de la Biblia

¡pero mire su fe! Cuando llegó la noticia a su pueblo cuarenta años


antes, tuvieron miedo, pero no hicieron nada al respecto. Pasaron los
años, y cuando a esta mujer le dijeron de niña: “Hay gente que viene
por el desierto y dicen que Dios les ha dado nuestra tierra”, creyó a
Dios en su corazón. Y Él la salvó por la fe.

Permítame transmitirle algunas definiciones de fe. “La fe real no es lo


que un hombre sostiene, sino lo que la sostiene. No es aquello a lo que
un hombre asiente, sino a lo que se somete”. Hay muchas personas
hoy en día que solo asienten con la cabeza y dicen: “Sí, soy cristiano”.
Amigo mío, eso no es fe salvadora. La fe salvadora es cuando usted
cree en Dios y se somete a Él. Realmente la fe no es un objeto de
adoración, sino un impulso de vida “. Spurgeon dijo:” No es su gozo en
Cristo lo que le salva; es Cristo. Ni siquiera es su fe en Él, aunque ese
sea el instrumento; es la sangre y el mérito de Cristo “.

Nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho,


sino por su misericordia, por el lavamiento de la regeneración y por
la renovación en el Espíritu Santo. (Tito 3: 5)

Sin embargo, a lo largo de los siglos, el desprecio del escéptico ha


seguido a la predicación de la Palabra de Dios. En 1948, el Dr. W. T.
Stace, profesor de filosofía en la Universidad de Princeton, escribió
esto en un artículo para la edición de octubre del Atlantic Monthly:

“Por mi parte, no creo en religión alguna. Con la desaparición de


Dios del cielo, todo esto ha cambiado. Dado que el mundo no está
gobernado por un ser espiritual, sino por fuerzas ciegas, no puede
haber ideales morales o de otro tipo. Vivimos en un universo muerto y
no hay algún amigo en el cielo “.

Puedo decir que este profesor habría sido un buen ciudadano de


Jericó. Ellos tampoco creyeron.

Ahora ponga eso en contraste con lo que dijo Martín Lutero. Una
vez alguien le preguntó: “¿Usted siente que ha sido perdonado?”
Él respondió: “No, pero estoy tan seguro como que hay un Dios en
el cielo. Porque los sentimientos vienen y van, y los mismos son
engañosos. Mi garantía es la Palabra de Dios. No vale la pena creer

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Peldaños hacia la Salvación

nada más”. A eso se le llama fe en la Palabra de Dios, amado mío.

El hombre es justificado por la fe, no por obras, ni por el carácter o


alguna otra cosa. Lo único que tenemos que ofrecerle a Dios es la
mano débil de la fe. Entonces Él hará el resto.

Aquí está esta mujer Rahab. Ella no tenía derecho alguno sobre Dios.
Pero entró en la genealogía de Cristo porque creyó en el Señor. Fue
salva solo sobre esa base, y nosotros solo somos salvos sobre la misma
base.

RUT-GRACIA
Ahora llegamos a la tercera mujer que se menciona aquí, Rut. “Salmón
engendró de Rahab a Booz, Booz engendró de Rut a Obed ...” (Mateo
1: 5).

Rut es moabita, pero es una persona encantadora. Las dos primeras


mujeres que hemos considerado estaban muy arrepentidas. No se
puede decir mucho de Tamar y tampoco de Rahab; pero si de Rut. En
realidad, en las páginas de la escritura no se le presenta como una
pecadora. ¿Lo ha notado alguna vez? Ella es una mujer de belleza y
carácter.

Bueno, ¿entró en la genealogía de Cristo porque era una persona


encantadora? No. Ella nunca lo podría haber hecho por su belleza.
Resultó que había una ley que la excluía. La ley mosaica decía:

“No entrará amonita ni moabita en la congregación de Jehová, ni


hasta la décima generación de ellos; no entrarán en la congregación
de Jehová para siempre”. (Deuteronomio 23: 3)

La Ley la condenó. Esta siempre condenó a las mejores personas que


jamás hayan existido. La Ley excluyó Rut.

Si usted lee el Libro de Rut, encontrará que esto fue lo que su suegra
le había dicho mientras aún estaba en la tierra de Moab, antes de que
partieran hacia Belén. Naomi había reunido a sus dos nueras, Orfa y
Rut, y les habló como un tío holandés habla con su hijastro pelirrojo.
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A Través de la Biblia

En efecto, esto es lo que les dijo:

‘’¿No saben que si regresan conmigo mi pueblo las condenará al


ostracismo por ser moabitas? La ley mosaica las excluye. Nunca serían
aceptadas entre mi gente. Tendrán que aceptar la pobreza perpetua,
porque lo he perdido todo. Y también tendrán que aceptar la viudez
perpetua, porque ningún hombre de mi pueblo se arriesgaría a casarse
con un moabita “.

Orfa dijo: “Bueno, eso es todo lo que necesito escuchar. Regresaré con
mi propia familia”.

Entonces Naomi le dijo a Rut: “Mira, tu cuñada ha vuelto a su pueblo y


a sus dioses. Vuelve tú también”.

“No”, dijo Rut. “Tomé una decisión por Dios y estoy dispuesta a pagar
el precio, sea lo que sea. Voy contigo”. Y así se fue con Naomi de
regreso a Belén.

Un día, Booz entró en el campo y la vio espigar allí. Fue amor a primera
vista. Por lo que le había dicho su suegra, Rut se sorprendió al darse
cuenta que alguien estaba interesado en ella, y su pregunta fue:

“¿Por qué he hallado gracia en tus ojos para que me reconozcas,


siendo yo extranjera?” (Rut 2:10)

Yo puedo responder a su pregunta. Podría decirle: Rut, ve a mirarte al


espejo. Eres encantadora. Y él ha escuchado qué tipo de mujer eres.

Booz le dijo:

“He sabido todo lo que has hecho con tu suegra después de la muerte
de tu marido, y que dejando a tu padre y a tu madre y la tierra donde
naciste, has venido a un pueblo que no conociste antes”. (Rut 2:11)

Como usted ve, cuando ella llegó a la pequeña ciudad de Belén, las
lenguas se movían: “¿Viste a Naomi y esa chica extranjera con ella?
¡Oooooo, es hermosa!” Y ellos dijeron: “Mírala, ella empezará a andar
detrás de los hombres de la ciudad”.

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Peldaños hacia la Salvación

Pero no lo hizo. Ella aceptó el hecho de que era forastera. Pero este
hombre, Booz, la envolvió con su manto de protección y le dijo:
“Espiga en mi campo”, e hizo todos los movimientos posibles para
conquistarla. Y lo hizo.

Puedo responder a su pregunta: “ ¿Por qué he hallado gracia en tus


ojos?” Pero no puedo responder a la mía, “¿Por qué encontré gracia en
los ojos de Dios?” Ahora no me diga que me vaya a mirar en el espejo
porque lo he hecho, y a la vista no es hermoso. He encontrado gracia
en sus ojos, no por algo de lo que soy, sino por quién es Él. El Señor me
ha abierto el camino al dar a su Hijo para morir en la cruz. Entré por
gracia. Maravillosa, infinita, asombrosa gracia.

Ahora sé que el teólogo define la gracia como un favor inmerecido.


Y tendré que estar de acuerdo con eso porque ¿quién soy yo para ir
contra los teólogos? Pero me gustaría agregar esto: La Gracia es amor
en acción. Eso es lo que es.

Usted puede hablar de amar, y eso es todo lo que puede ser, solo
habla. Recuerdo la vieja historia del joven que le escribió una carta a
su chica. Quería ser poético, ¡y lo fue! Él escribió: “Yo nadaría el océano
más ancho por ti. Escalaría la montaña más alta por ti. Me arrastraría
por las ardientes arenas del desierto por ti, y caminaría a través de la
tormenta de nieve hasta el cuello por ti”. “Y luego puso un poco de P.S.
al final de la carta: “Si no llueve el próximo miércoles por la noche,
iré a verte”. Permítame decirle, amigo, que en el día de hoy se habla
mucho de amar, pero no se está demostrando mucho.

Alguien amaba a Rut, y la amaba tanto que estaba dispuesto a


arriesgarlo todo por ella. Y lo hizo. Booz la envolvió con su manto de
protección. La rodeó con su brazo de amor y la trajo como esposa
a la congregación del Señor. ¡Qué historia! Y Dios lo dio en el plano
humano para que yo pudiera entenderlo, para que con mi mente
simple pudiera captar algo de su amor por mí y por usted.

Cuando Él bajó a la tierra, éramos pecadores. La Ley nos condenó; nos


excluyó. Ningún hombre puede tomar la Ley o el Sermón del Monte
y mirarlos con honestidad, luego mirar su propio corazón y decir:

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A Través de la Biblia

“Puedo estar delante de Dios, he cumplido con todo”. El Señor dice


que usted miente si dice que puede guardar Su ley. Si usted afirma que
no tiene pecado, miente. La Ley me excluyó y condenó. Pero Dios nos
amó tanto que dio a su Hijo unigénito. Amó tanto al mundo como para
salvarlo. Él amó tanto al mundo que dio a su Hijo unigénito para que
los pecadores pudieran venir a él. Amigo mío, usted puede venir en
este momento.

Pero tiene que tomar su propia decisión. Usted decide. Dios le ha


demostrado su amor. Y si viene y extiende la mano débil de la fe, y
nada más, Él extiende Su brazo poderoso de salvación en gracia y lo
levanta.

Libre de la ley, oh feliz condición.


Jesús ha sangrado y hay remisión.
Maldito por la ley y magullado por la caída,
Cristo nos redimió una vez para siempre.
-P.P. Bliss

Y John Greenleaf Whittier escribió:

La hora se acerca
Sin embargo, retrasados y tarde,
Cuando, en la Puerta Eterna,
Dejamos las palabras y las obras que llamamos nuestras,
Y levantamos las manos vacías solas
Para que el amor nos llene.

Nuestra desnudez de alma


No trae peaje a esa puerta,
Sin regalo venimos a Aquel que todo lo da,
Y vivimos porque Él vive.

Como usted ve, Dios por amor no puede simplemente inclinarse y


salvar arbitrariamente y con gran corazón. Eso es algo que los jueces
de este país deben aprender: que las leyes deben cumplirse. Dios
no es sin ley. Él no puede, de una manera tierna, decirle al pecador:
“Simplemente me rompe el corazón; no puedo castigarte. Debes entrar

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Peldaños hacia la Salvación

al cielo”. Dios nunca salva de esa manera. Él debe castigar el pecado.

“El alma que pecare, esa morirá ...” (Ezequiel 18:20). Dios ama al
pecador y tuvo que proporcionar una manera para que la Ley se
cumpliera. Así que su Hijo vino y pagó el castigo. Oh, deténgase ¡mire
eso, amigo mío! Él pagó el castigo por sus pecados para que pudiera
venir a su Presencia, no como un criminal perdonado, sino como
alguien que está en Cristo, con tanto derecho en el cielo como Él lo
tiene. No quiero ser irreverente porque usted tiene Su derecho. Lo hizo
porque le amó, pero tenía que proporcionarle una salvación.

Y así fue con Rut. Ella entró en la genealogía de Cristo por la gracia, la
impresionante gracia de Dios.

BETSABÉ-SEGURIDAD
Hay una más: Betsabé.

“Isaí engendró al rey David, y el rey David engendró a Salomón de la


que fue mujer de Urías”. (Mateo 1:6)

En realidad, no se da el nombre de Betsabé. Creo que el Espíritu de


Dios, con reticencia maravillosa, omitió su nombre porque el pecado
no es de ella, sino de David. Sin embargo, resulta ser el hombre de
quien Dios dice: “Es un hombre conforme a mi corazón”. ¿Cómo puede
ser eso, si Él es un Dios santo? Este relato sobre Betsabé revela que
podemos tener la seguridad de la salvación. David nunca perdió su
salvación. Dijo en gran confesión: “Vuélveme el gozo de tu salvación”
(Salmo 51:12). Había perdido su gozo, pero no su salvación.

Ahora mírelo por un momento. Este hombre cometió un pecado


terrible (el registro está en 2 Samuel, capítulo 11). ¿Puede él salirse
con la suya? El rey de Babilonia podría haberlo hecho y lo hizo; el
faraón de Egipto lo logró; también los césares de Roma y las estrellas
de Hollywood y de la televisión. Pero David no pudo salirse con la suya
porque era un hombre de Dios. Esa es la diferencia, diría yo, entre
el pecado de un creyente y el de un incrédulo. Si usted es un hijo de
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A Través de la Biblia

Dios y comete un pecado, no puede escaparse de las consecuencias.


“Bueno”, dice alguien, “¿qué pasa con el pecado del incrédulo?” El
diablo azota a sus propios hijos. Dios cuida de los suyos y disciplina
únicamente a los suyos.

Después de que David había pecado, se sentó en su trono y miró a su


alrededor, pensando, me pregunto si alguien lo sabe. En su confesión
nos dice:

Mientras callé, se envejecieron mis huesos En mi gemir todo el día.


Porque de día y de noche se agravó sobre mí tu mano; Se volvió mi
verdor en sequedades de verano.” (Salmo 32: 3, 4)

Él dice: “¡Me duelen los huesos!”

Déjeme decirle, un hijo de Dios cuando peca, simplemente no se sale


con la suya. El hijo pródigo, cuando volvió en sí, dijo: “Quiero volver a
la casa del padre. No me gusta el chiquero”. Si a usted le gusta, no es
hijo de Dios. Como usted sabrá, solo hay una clase a la que le gustan
los chiqueros, y es a los cerdos. Y no es la policía la que es un cerdo,
sino el pecador sin Cristo. A los pecadores les encanta el chiquero.

Ahora el hijo de Dios puede meterse en el chiquero. David entró allí,


pero no se quedó en ese lugar. ¡Oh, él está perturbado! Y mira a su
alrededor, preguntándose si alguien lo sabe. Muchos cristianos son así.

Tengo una carta de un hombre que me contó la carga que llevaba. Si


usted es hijo de Dios, tiene que hablar con alguien sobre su pecado. Y
David está sentado allí en su trono, y mira a la multitud y se dice a sí
mismo: No creo que ellos lo sepan, nadie está actuando como ellos.

Luego hay una pausa y el profeta Natán se acerca con una pequeña
historia para contarle al rey. Fue algo así:

“Da la casualidad de que hay dos hombres en tu reino de los que me


gustaría hablarte. Uno tiene rebaños y rebaños de ganado. Y al lado
de él vive un hombre pobre que solo tiene una corderita. Un visitante
vino al hombre rico y, con el fin de preparar la comida para su invitado,
el rico mató a esa corderita. Tenía sus propias ovejas, pero mató a la

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Peldaños hacia la Salvación

corderita mascota de su pobre vecino”.

David—que era pelirrojo—se levantó de su trono enojado. ¡Vaya, él


está harto! Es interesante lo fácil que es para nosotros ver el pecado
en la vida de otras personas. La razón por la que hay tantos chismes
en la iglesia es que siempre podemos ver el pecado de los demás,
¿no es así? Y David se levantó y dijo: “El hombre que ha hecho esto,
ciertamente morirá. Y devolverá este cordero cuatro veces”.

Natán, en mi opinión, es el hombre más valiente de la Biblia. Él dice:


“¡Tú eres ese hombre!”

¿Sabe lo que pudo haber hecho David? Pudo haber sido piadoso. “¿Yo?
Vaya, nunca haría algo así. ¡Saca a este hombre, Natán, y ejecútalo!”
Y eso lo habría terminado. Pero no para David. Él es el hombre de
Dios. Ha estado sufriendo bajo la carga del pecado no confesado. ¡Sus
huesos han estado ardiendo dentro de sí mismo! Reconoce su pecado,
va y confiesa: “He pecado contra el Señor”. Entonces Dios dice: “David,
porque hiciste esto, estás haciendo que los incrédulos y los paganos,
me blasfemen”.

Y después de más de 3000 años, todavía blasfeman contra Dios por


el pecado de David. Un día, al pasar por Pershing Square en el centro
de Los Ángeles, escuché a un blasfemo burlarse: “¡Imagínense a Dios
llevándose a ese tal David!”. Y, con una sonrisa, agregó: “Y dicen que es
un Dios santo”.

Una noche, ese mismo blasfemo se sentó en mi congregación, y


después del servicio se acercó a mí con la misma tontería, burlándose:
“¿Por qué Dios tomaría a un hombre como David?”

Le dije: “Será mejor que le agradezca a Dios que tomaría a un hombre


como David, porque si tomara a David, Él podría tomarle a usted y a mí”.

Doy gracias a Dios que no se rindió con David. Este hombre anhelaba
volverse al Señor y tener comunión con Él. Leer sus salmos me
convence de que nadie amaba a Dios más que David. Y El Señor no lo
arrojó, sino que lo recibió. Pero Dios lo llevó a la leñera y nunca le quitó
el látigo de la espalda. Llegó la tragedia. Ese primer pequeño nacido

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A Través de la Biblia

de Betsabé murió. Más tarde, una de sus hijas quedó arruinada; un


hijo era culpable. Otro hijo, al que David amaba por encima de todo, a
quien había consentido, y el que quería que le sucediera en el trono,
este muchacho Absalón levantó una insurrección contra él.

David le dijo a Joab y a los demás capitanes de su ejército: “Perdonen


a mi hijo Absalón”. Y luego se sentó y esperó. Finalmente, vio venir a
un mensajero con noticias de la batalla. ¡Y este le informó que había
sido ganada!

Pero a David no le interesa eso. “¿Y mi hijo Absalón?”

El mensajero dijo: “No lo sé”.

Luego vino otro emisario; éste tenía novedades. Cuando llegó a


donde estaba sentado David, el rey le preguntó: “¿Qué pasa con mi
hijo Absalón?”

El emisario le dijo que Absalón estaba muerto.

David tomó su gran manto, se lo echó sobre la cara y, subiendo los


escalones hasta lo alto del muro, lloró.

“Y yendo, decía así: !!Hijo mío Absalón, hijo mío, hijo mío Absalón!
!!Quién me diera que muriera yo en lugar de ti, Absalón, hijo mío,
hijo mío!” (2 Samuel 18:33)

En este momento, tengo ganas de decirle a Dios: “Señor, lo has


azotado lo suficiente”. Pero David nunca dijo eso. El Señor tampoco le
quitó el látigo de la espalda.

Finalmente, como un anciano sentado en el trono, David miró hacia


atrás en su vida y dijo: “El Señor es mi pastor; nada me faltará”. Doy
gracias a Dios que no arrojó a David por la borda. Usted puede llamarlo
la perseverancia de los santos; la seguridad del creyente; pero yo digo
que es la seguridad de la salvación. Doy gracias a Dios porque cuando
el Señor Jesús nos salva, no nos salva solo por unos pocos días; sino
por el tiempo y la eternidad. Y debido a que somos sus hijos, no nos
dejará vivir en pecado. Usted no encontrará a David cometiendo ese

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Peldaños hacia la Salvación

pecado una y otra vez. ¿Sabe por qué? Porque pertenece a Dios. Le
confesó su pecado, y el Señor le devolvió una dulce comunión consigo
mismo. David no perdió su salvación.

Aquí en la genealogía de Cristo se entreteje esta maravillosa historia


de salvación. El primer paso es venir como pecador; el segundo es
levantar la mano débil de la fe; el tercero, Dios nos alcanza en la gracia
y nos libera; el cuarto, Él nos salva por el tiempo y la eternidad.

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