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DAVID y GOLIAT ¿Y LAS OTRAS 4 PIEDRAS?

Una de las más llamativas historias de la Biblia es la del


encuentro entre David y Goliat (1 Samuel 16). Este relato está
lleno de aspectos interesantísimos, y esencialmente nos cuenta
que mientras los ejércitos israelitas y filisteos estaban
enfrentados, y a punto de comenzar una batalla que
seguramente sería muy destructiva y sangrienta, aparece un
soldado filisteo llamado Goliat que se burlaba de Dios y de su
pueblo. Confiado en su experticia como guerrero y en su
potencia y envergadura física (su estatura era cercana a los 3
metros), dijo: “¿Por qué no escogen a alguien que se me
enfrente? Si es capaz de hacerme frente y matarme, nosotros
les serviremos a ustedes; pero, si yo lo venzo y lo mato, ustedes
serán nuestros esclavos y nos servirán. ¡Yo desafío hoy al
ejército de Israel! ¡Elijan a un hombre que pelee conmigo!” (v.
8-10).

La respuesta de los soldados israelitas fue de un silencio


vergonzoso. Nadie se atrevía a enfrentar a semejante enemigo,
pero aquí aparece David, quien siendo aún muy joven para la
guerra, se había acercado al lugar sólo para llevar provisiones
para sus hermanos que formaban parte del ejército. Al saber lo
que ocurría con este filisteo, se sintió indignado y se ofreció
para pelear con él.

Hubo muchos intentos de las personas por detenerlo, sin


embargo nada lo hizo desistir de su idea, y equipado solamente
con un bastón y una honda, se acercó al margen de un río de
donde tomó 5 piedras. Luego se dirigió hacia donde estaba el
gigante diciéndole: “Tú vienes contra mí con espada, lanza y
jabalina, pero yo vengo a ti en el nombre del Señor
Todopoderoso, el Dios de los ejércitos de Israel, a quien has
desafiado” (v. 45). El gigante, desbordado por su furia comenzó
a correr hacia David, pero éste, anticipándose, tomó una
piedra, la puso en su honda, y “se la lanzó al filisteo, hiriéndolo
en la frente. Con la piedra incrustada entre ceja y ceja, el
filisteo cayó de bruces al suelo. Así fue como David triunfó
sobre el filisteo: lo hirió de muerte con una honda y una piedra,
y sin empuñar espada, se la lanzó al gigante hiriéndole en la
frente.” (vs. 49-50)

Siempre me pregunté: ¿para qué sirvieron las otras cuatro


piedras que juntó David?

Jugando con mi imaginación, como si yo pudiera ponerme en el


lugar de David luego de que todo esto pasó, que las pulsaciones
bajaron, cuando las emociones ya decantaron, poniendo mi
mirada en esas cuatro piedras que no fueron utilizadas, me
aparecen dos pensamientos que me llenan de gozo:

- Primeramente, esas cuatro piedras me hablan acerca de que


Dios puede hacer lo imposible con lo mínimo… David no
necesitó cinco piedrazos para vencer al gigante, porque Dios
usó una sola piedra y la hizo impactar en el lugar correcto y del
modo correcto para que su pueblo tenga la victoria.

- Y en segundo lugar, esas piedras también me traen la idea de


que Dios nos incluye en su obra. Una de las cinco fue lanzada y
utilizada por Dios. Aunque el gigante desafiaba a su pueblo,
sólo apareció el obrar poderoso de Dios cuando hubo un David,
que se movilizó en fe y se animó a tirar la piedra.

Que Dios nos de la fe y la valentía de David, para poder


enfrentar activamente nuestras adversidades en la confianza en
que él nos acompaña con sus recursos poderosos.

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