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GOLIAT DEBE CAER

Versículo: Salmos 27:1

Hermanos, ¿De dónde uno saca fuerzas para lidiar con los problemas que nos
trae la vida? ¿Cómo hace uno para estar de pie ante tantos golpes? ¿Cómo
podemos enfrentar nuestros gigantes? Estaremos compartiendo acerca de una
historia muy familiar: la de Goliat y el pequeño David en el Valle de Ela. En esta
historia podemos aprender la clave de la verdadera valentía; aprendemos cómo
se lucha con gigantes.

La historia bíblica
Encontramos el relato de la historia de David y Goliat en 1 Samuel 17. Los
filisteos, enemigos de Israel, habían desafiado a los israelitas a la guerra. Los
dos ejércitos se posicionaron frente a frente en montes opuestos, con el valle
de Elá de por medio, y esperaron.

Por cuarenta días, cada mañana y cada tarde, había estado Goliat
saliendo de las filas y proclamando su desafío.

Es decir 80 veces que habló las mismas palabras (1 samuel 17: 8-10)

El versículo 11 dice que cuando lo escucharon, quedaron aterrados y


profundamente perturbados. Esto es algo clave a destacar ya que la causa
por la cual ellos temían a Goliat es porque escucharon sus amenazas,
muchas veces vivimos una situación similar en nuestra vida, cuando
empezamos a escuchar a nuestros problemas.

¿Cómo le voy a hacer para pagar la mensualidad de mi casa?, ¿Cómo voy a


hacer para salir de esta enfermedad sin dinero?, ¡La crisis se viene muy
severa, nos va a ir muy mal!

Cuando dejamos de escuchar la voz de Dios que nos trae esperanza


terminamos escuchando nuestros problemas y en lugar de venir Fe viene
lo contrario que es miedo.

No es extraño que el ejército y todo Israel «se turbaron y tuvieron gran


miedo». El gigante era de aproximadamente 290 cm de alto – casi el
doble de altura que cualquier otro hombre en el ejército filisteo. No
hay duda que era un espectáculo aterrador y horrible.

Por eso debemos cuidar lo que escuchamos y vemos


Pero no caminamos por vista, sino caminamos con fe.

David escuchó las mismas palabras y vio al mismo gigante que el


ejército de Israel, pero su reacción fue diferente, ¿por qué?

Tenía una actitud diferente. No fue una reacción de miedo, fue una
reacción de celo.

David vio al gigante de diferente forma, todos vieron al gigante grande


que les dio temor, pero David vio al gigante tan grande como para no
pegarle con una piedra.

Me explico?

Los problemas los podemos ver tan grandes como para huir de ellos o
tan miserables y pequeños delante del Dios que tenemos

Muchas vece se levantan dificultades  que tienen como propósito


obstaculizar lo que Dios quiere hacer en nuestras vidas, y muchas veces
nosotros las aceptamos, las dejamos estorbarnos porque creemos que nos
lo merecemos o que no hemos hecho las cosas bien para Dios. Pero
alguien que conoce la voluntad de Dios se va a levantar contra la
enfermedad, contra la pobreza, contra el desánimo, contra la duda, contra
el miedo, todo eso representa Goliat un obstáculo en el propósito que Dios
tiene para nosotros.

¿Te ves en esta situación? Quizás también tienes un «gigante» que te


ha desafiado. Estos pueden alzarse amenazantes, y parecer invencibles.
David nos mostró la forma correcta de reaccionar frente a un gigante.
Su actitud cuando enfrentó a este enemigo fue: «¿Quién es este filisteo
incircunciso, para que provoque a los escuadrones del Dios viviente?»

Así fue como David se enfrentó a Goliat, le ganó y lo mató armado


únicamente con una honda, su bastón, su bolsa de pastor y 5 piedras lisas.
¡Pero, en realidad, esas no eran las únicas armas de David!

Veamos cinco principios básicos que fueron decisivos en esta historia.

La base del éxito de David


1. David conocía a Dios:
El Señor, que me libró de las garras del león y del oso, también me librará del poder de
ese filisteo.
(1 Samuel 17:37)

Como pastor de ovejas David había visto animales grandes y feroces


atacar a su rebaño. Dios lo había ayudado dándole la fuerza necesaria
para vencerlos. Por eso su fe en Dios era firme y estaba completamente
seguro de que el Señor lo ayudaría en esa ocasión a vencer a Goliat.

¿Le gustaría tener una fe así? David no era un soñador. Confiaba en Dios porque lo
conocía y porque ya lo había ayudado. Sabía por experiencia propia que Jehová es un
Dios protector y que cumple sus promesas. Para tener una fe como la suya,
necesitamos seguir aprendiendo del Dios de la Biblia. Si ponemos en práctica lo que
aprendemos, tendremos buenos resultados, y eso también fortalecerá nuestra fe

Para reflexionar: ¿Has experimentado el poder de Dios en tu vida?


¿Recuerdas situaciones específicas en las que Dios te ayudó a superar una
prueba o a resolver un problema? ¿Se fortaleció tu fe gracias a esa
experiencia? ¿Ha crecido tu confianza en Dios con el pasar de los años?

2. David conocía sus armas:


Tú vienes contra mí con espada, lanza y jabalina, pero yo vengo a ti en el nombre del
Señor Todopoderoso, el Dios de los ejércitos de Israel, a quien has desafiado.
(1 Samuel 17:45)

Saúl ofreció a David su uniforme de batalla y sus armas, pero David no


quiso usarlos. ¡Ni siquiera podía caminar llevando todo eso encima!
Prefirió usar las armas que usaba a diario para proteger a sus ovejas: su
bastón, su bolsa de pastor, su honda y cinco piedras lisas que escogió con
mucho cuidado. Sabía cómo usarlas, para qué servían y cómo podía sacar
el mejor provecho de ellas para que fueran más efectivas.

David era muy consciente del tamaño de Goliat y de sus armas, pero eso no lo
intimidó. No cometió el mismo error que Saúl y su ejército, no se comparó a sí mismo
con Goliat. Más bien, comparó a Goliat con Jehová. Es verdad, con sus casi  tres
metros de altura (9,5 pies), sobresalía por encima de todos, pero ¿qué era ese gigante
comparado con el Altísimo del universo? Lo cierto es que, como cualquier otro
hombre, Goliat no era mayor que un insecto; un insecto que Jehová estaba a punto de
aplastar.

Para reflexionar: ¿Conoces la armadura que Dios ha provisto para sus hijos?
Lee Efesios 6:10-18 y permite que Dios te examine y te muestre cómo usar las
armas que él te ha dado para que puedas vencer en los momentos de prueba,
de tentación o dificultad que llegan a tu vida.
3. David se conocía a sí mismo:
David le respondió: A mí me toca cuidar el rebaño de mi padre. Cuando un león o un
oso viene y se lleva una oveja del rebaño, yo lo persigo y lo golpeo hasta que suelta la
presa. Y, si el animal me ataca, lo agarro por la melena y lo sigo golpeando hasta
matarlo. Si este siervo de Su Majestad ha matado leones y osos, lo mismo puede hacer
con ese filisteo pagano, porque está desafiando al ejército del Dios viviente.
(1 Samuel 17:34-36)

David cuidaba el rebaño de su familia, sabía usar su fuerza y su astucia para


rescatar a las ovejas. Él conocía su rapidez y su agilidad. Sabía cuál era la
distancia perfecta para atacar con efectividad sin arriesgarse demasiado. Él
conocía las habilidades que Dios le había dado y las usaba con confianza.

Muchas veces creemos que cuentan más los números, los músculos, o lo
que nuestros ojos ven pero somos más cuando estamos con Dios, aunque
sea uno solo, si le cree a Dios es más que muchos hombres juntos.

Para reflexionar: ¿Conoces los talentos, dones y fortalezas que Dios te ha


dado? ¿Estás usando todo el potencial que Dios ha puesto en ti para su gloria?
Dios nos ha creado con un propósito y espera que aportemos lo mejor de
nosotros para bendecir y ayudar a las personas de nuestro entorno.

4. David no se dejó intimidar por lo que vio:


Un famoso guerrero, oriundo de Gat, salió del campamento filisteo. Su nombre era
Goliat, y tenía una estatura de casi tres metros.
(1 Samuel 17:4)

Hasta Saúl, que era el rey de Israel y el hombre más alto entre todos los
del pueblo (1 Samuel 9:2) se sentía intimidado por el tamaño y la
armadura de Goliat. Este por su parte se aprovechaba de ese temor y
lanzaba amenazas a gran voz. Pero David no se dejó intimidar ni por la
estatura ni por los gritos.

David se concentró en algo en lo que los demás no se fijaron: la parte de


Goliat que estaba sin proteger. Ese pequeño espacio de la frente del gigante
que quedaba expuesto. David lanzó la piedra. Imagínese el silencio que se produjo
mientras la piedra volaba por los aires hacia su objetivo. Sin duda, Jehová se aseguró
de que David no tuviera que repetir el tiro. La piedra dio en el blanco y se hundió en la
frente de Goliat. El coloso se tambaleó y cayó hacia delante. Presa del pánico, su
escudero seguramente huyó. Entonces, David se acercó a Goliat, le quitó la espada y
le cortó la cabeza

Para reflexionar: ¿Aprovechas las oportunidades que Dios pone en tu vida?


¿Te enfocas en las puertas que Dios abre ante ti o en lo difícil que parecen?
¿Llenas tu mente con la Palabra de Dios y vas al Padre en oración cada día
para recibir el ánimo necesario? ¿O te dejas llevar por pensamientos
derrotistas y la creencia de que no podrás hacer las cosas?

5. David tenía un propósito: que Dios fuera glorificado


Todos los que están aquí reconocerán que el Señor salva sin necesidad de espada ni de
lanza. La batalla es del Señor, y él los entregará a ustedes en nuestras manos.
(1 Samuel 17:47)

La gloria sería para Dios, su nombre sería ensalzado. David tenía la certeza de
que lograría vencer a Goliat en el nombre del Señor, pero no buscaba ser
reconocido o admirado por eso. Él sabía que la victoria solo vendría por
intervención divina. Dios sería glorificado y todos verían el gran poder
salvador de Dios librando a sus hijos del mal.

La forma en la que Dios batalla o las armas que usa pueden parecer ilógicas
humanamente hablando. Sin embargo, sus armas son las más efectivas
porque vienen llenas de poder, con su bendición y nos llevan a glorificar
su nombre.

Para reflexionar: ¿Haces todo para la gloria de Dios o te envaneces con tus
logros? ¿Hablas de las cosas que Dios hace en tu vida? ¿O prefieres hablar de
ti, de tu inteligencia, tu fuerza o tus destrezas? Haz un recuento de cosas
"inexplicables" que has visto en tu vida: provisión en el momento oportuno,
protección de algún mal, sanidad o mejoría de tu salud. Da la gloria a Dios.
Agradece al Padre y cuenta a otros sus maravillas.

¿Cómo podemos superar esas batallas en nuestras vidas que siempre


estamos luchando?

No es el plan de Dios que vivamos siempre con un gigante en medio de


nuestras vidas desmoralizándonos día tras día, menospreciando la gloria de
Dios y robándonos la gloria que Dios tiene para nosotros. Nunca ha sido más
importante que comprendamos que nuestra libertad y la gloria de Dios se
encuentren eternamente entrelazadas en una sola historia.

Dios quiere que vivamos libres. Quiere que reconozcamos que Él ya ha


matado a ese gigante. Estos adversarios establecen su posición y antes de que
nos demos cuenta, estamos tolerando cosas que restan la gloria de Dios en
nuestras vidas y nos impiden llegar a la libertad que Jesús planeó para
nosotros. Entonces, ¿cómo destruimos esos gigantes de una vez por todas?
Una vez que comprendamos la fuente de la cual surgen nuestros gigantes,
podremos estar seguros de que, cualquiera que sea nuestra aflicción, puede,
debe y caerá por el poder de Jesús.

si nosotros nos enfocamos en el tamaño de nuestro Dios, y no en la altura de nuestros


gigantes, y caminamos en la victoria que Jesús ya nos ganó. 

A través de frecuentes ataques contra estos gigantes en tu vida, por


medio de la fe y la perseverancia, también experimentarás que puedes
mantenerte firme; no hay ningún razón para sentirse débil, o que eres
incapaz de resistir. El Dios que aseguró la victoria de David también lo
hará contigo. «No me molestarás más, ¡Orgullo! Para siempre he
acabado con ustedes, ¡Deseos! ¡Voy contra ustedes en el nombre de
Jehová de los ejércitos! El Señor los entregará hoy en mi mano.» Está
escrito en Samuel que David salió tras su enemigo. Él no se paralizó ni
se preocupó – sabía cuál sería el resultado.
Cuando recibimos una tal fe viva y poderosa en lo que Dios es capaz
de hacer en nuestras propias vidas, entonces tenemos las mismas
posibilidades. ¡Tenemos el mismo Dios! También podemos ser
ejemplos vivos de lo que Él puede hacer en aquellos que confían en su
poder.
¡Ten fe! ¡Resiste! ¡No escuches tus sentimientos! No tienes que ceder a
las tentaciones. Gracias Dios que el poder que estuvo disponible en los
días de David está presente e igual de fuerte en la actualidad. Cuando
vemos el futuro no necesitamos temer a las tentaciones – ¡como un
soldado en el ejército del Dios viviente podemos considerarlas como
batallas ya ganadas! Un día los «gigantes» que ves en tu vida
desaparecerán para siempre. Por fe podemos demostrar que todavía
hay un «Dios en Israel» todopoderoso».

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