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DÍA DEL PADRE, EL RADIALISTA Y CARPINTERO

El 19 de marzo es un día especial en


el país con múltiples festejos,
empezando por el padre, el ser que
aplaude los primeros logros del niño, la
figura que orienta a distinguir el bien y
el mal al adolescente, la autoridad que
pone límites a los deseos del joven y, a
la hora de la madurez, el amigo y
consejero infaltable.

Es también el día del radialista, una


actividad peculiar del profesional que
acompaña a los hogares en los momentos de tedio. En una sociedad vertiginosa,
en la que importan más las formas que el contenido, el locutor tiene una gran
responsabilidad social en la educación de la comunidad.

Finalmente, es el día del carpintero, uno de los oficios más antiguos de la


humanidad y una tarea reservada a pocos que gustan del arte manual. Cada vez
son menos estos artesanos que llevan la imagen de San José como patrono.

A todos ellos felicidades, porque constituyen la base de esta sociedad a la que


ayudan a construir día a día.

EL DÍA DEL PADRE EN BOLIVIA


Todo acontecimiento de cualquier índole, sea religioso, social, cívico – histórico,
hasta folklórico y tradicional en nuestro país tiene su justificativo y es lógico que
exista celebración, homenaje o reconocimiento a cierto hecho que rememore,
costumbres, tradiciones, contribuciones de personajes en la historia o las fechas
bien definidas del calendario de la fe cristiana.

Entre esas fechas existía una celebración especial dirigida a recordar a San José,
el carpintero de Galilea y el Padre adoptivo de Jesús, por tanto esa fecha marcada
en 19 de marzo tenía y aún tiene connotaciones especiales para su celebración,
especialmente entre los obreros de la madera, como se denomina a los ebanistas
y carpinteros.

Pero fue recién en el año 1958, cuando por impulso de un empresario privado,
Don Víctor Handal Salame se impuso la celebración del Día del Padre como un
elemento simbólico de recordación a un Ser importante que es la base del hogar y
que se lo reconoce como el Padre… de familia.
Todo comenzó con una promoción específicamente comercial, tentando en una
primera instancia a las mamás y a los hijos mayores a homenajear al papá con un
regalo en el Día de San José, que se convertiría desde entonces en el Día del
Padre. Varios años se habló del Día del Padre, pero la reacción fue de duda y
hasta de rechazo a la iniciativa de saludar a un componente básico de la familia, el
Padre.

Una intensa campaña más adelante


cumplió el cometido de concienciar
a la familia para que el Padre
también tuviese su día y así,
aunque sin las características
oficiales de Estado, se impuso el
Día del Padre, que se cumple cada
19 de marzo y que por esos efectos
del marketing año que pasa tiene
las mismas connotaciones
comerciales que también se aprecia
por ejemplo en el Día de la Madre o
el Día de la Amistad, inclusive en el
Día de San Roque con predominio
mercantil.

Sin embargo, por encima de esa condicionante del mercado el Día del Padre sirve
para comprender y responder al deseo de la mayoría de los niños y jóvenes que
tienen derecho a tener un papá y su mamá. Ese binomio sin el cual no hay
perfección natural de hacer familia.

Ahora bien ser Padre no es simple y llanamente engendrar es mucho más que
eso, es dar vida total, esfuerzo, capacidad y sobre todo ejemplo a hijos e hijas
para que a su vez respondan al gran reto de seguir haciendo familia
incrementando los eslabones de la cadena humana, como Dios lo dispuso.

Al haberse conmemorado en la jornada pasada el Día del Padre, incluimos


fragmentos de "La oración de un Padre", de la autoría del General Douglas
MacArthur, cuando dice: "Dame, Señor, un hijo lo bastante fuerte para saber
cuándo es débil y lo bastante valeroso para enfrentarse consigo mismo cuando
sienta miedo; un hijo que sea orgulloso e inflexible en la derrota honrada y humilde
y magnánimo en la victoria, pero además dale humildad para que pueda recordar
siempre la sencillez de la verdadera grandeza, la imparcialidad de la verdadera
sabiduría, la mansedumbre de la verdadera fuerza… Entonces yo, su padre, me
atreveré a murmurar: No he vivido en vano". 

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