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CUENTOS.

El pequeño pez
-"Usted perdone", le dijo un pez a otro, "es usted más viejo y con más
experiencia que yo y probablemente podrá usted ayudarme. Dígame: ¿dónde
puedo encontrar eso que llaman Océano? He estado buscándolo por todas
partes, sin resultado".
-"El Océano", respondió el viejo pez, "es donde está ahora mismo".
-¿Esto? Pero si esto no es más que agua... Lo que yo busco es el Océano,
replicó el joven pez, totalmente decepcionado, mientras se marchaba nadando
a buscar en otra parte.
Deja de buscar, pequeño pez. No hay nada que buscar. Sólo tienes que estar
tranquilo, abrir tus ojos y mirar. No puedes dejar de verlo.

El granjero bondadoso
Un anciano rey tuvo que huir de su país asolado por la guerra. Sin escolta
alguna, cansado y hambriento, llegó a una granja solitaria, en medio del país
enemigo, donde solicitó asilo. A pesar de su aspecto andrajoso y sucio, el gran-
jero se lo concedió de la mejor gana. No contento con ofrecer una opípara cena
al caminante, le proporcionó un baño y ropa limpia, además de una confortable
habitación para pasar la noche.
Y sucedió que, en medio de la oscuridad, el granjero escuchó una plegaria
musitada en la habitación del desconocido y pudo distinguir sus palabras:
-Gracias, Señor, porque has dado a este pobre rey destronado el consuelo de
hallar refugio. Te ruego ampares a este caritativo granjero y haz que no sea
perseguido por haberme ayudado.
El generoso granjero preparó un espléndido desayuno para su huésped y
cuando éste se marchaba, hasta le entregó una bolsa con monedas de oro
para sus gastos.
Profundamente emocionado por tanta generosidad, el anciano monarca se pro-
metió recompensar al hombre si algún día recobraba el trono. Algunos meses
después estaba de nuevo en su palacio y entonces hizo llamar al caritativo la-
briego, al que concedió un título de nobleza y colmó de honores. Además, fian-
do en la nobleza de sus sentimientos, le consultó en todos los asuntos
delicados del reino.

Las llaves
Cuentan que un día estaba Mullah en la calle, en cuatro patas, buscando algo,
cuando se le acercó un amigo y le preguntó:
Mullah, ¿qué buscas?
Y él le respondió: Perdí mi llave.
Oh, Mullah, qué terrible. Te ayudaré a encontrarla. Se arrodilló y luego
preguntó:
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¿Dónde la perdiste?
En mi casa.
Entonces, ¿por qué la buscas aquí afuera?
Porque aquí hay más luz.
Aunque les parezca cómico, ¡eso es lo que hacemos con nuestra vida!
Creemos que todo lo que hay que buscar está ahí afuera, a la luz, donde es
fácil encontrarlo, cuando las únicas respuestas están en el propio interior.

Una historia de $50.00


Pablo, con el rostro abatido de pesar, se reúne con su amiga Laura en una
cafetería a tomar un café. Deprimido, descarga en ella sus angustias... ¡Que el
trabajo, que el dinero, que la relación con su pareja, que su vocación!... Todo
parecía estar mal en su vida.
Laura introdujo la mano en su bolso, sacó un billete de $ 50 y le dijo:
-¿Quieres este billete?
Pablo un poco confundido al principio, le contestó:
-Claro, Laura... son $ 50, ¿quién no los querría?
Entonces Laura tomó el billete en uno de sus puños y lo arrugó hasta hacerlo
una pequeña bola. Mostrando la estrujada pelotita a Pablo, volvió a
preguntarle:
-Y ahora, ¿lo quieres también?
-Laura, no sé qué pretendes con esto, pero siguen siendo $ 50, claro que lo
cogeré si me lo das.
Laura desdobló el arrugado billete, lo tiró al suelo y lo restregó con el pie,
levantándolo sucio y marcado.
-¿Lo sigues queriendo?
-Mira Laura, sigo sin entender a dónde vas, pero es un billete de $50, y
mientras no lo rompas, conserva su valor...
-Pablo, debes saber que aunque a veces algo no salga como quieres, aunque
la vida te arrugue o pisotee, sigues siendo tan valioso como siempre lo has
sido... Lo que debes preguntarte es cuánto vales en realidad y no lo golpeado
que puedas estar en un momento determinado.
Pablo se quedó mirando a Laura sin atinar con palabra alguna, mientras el
impacto del mensaje penetraba profundamente en su cerebro. Laura puso el
arrugado billete a su lado en la mesa y con una sonrisa cómplice agregó:
-Toma, guárdalo, para que te acuerdes de esto cuando te sientas mal... pero
me debes un billete nuevo de $ 50 para poderlo usar con el próximo amigo que
lo necesite. Le dio un beso en la mejilla y se alejó hacia la puerta.
Pablo volvió a mirar el billete, sonrió, lo guardó y con una renovada energía
llamó al camarero para pagar la cuenta...

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¿Cuántas veces dudamos de nuestro propio valor?, ¿De qué realmente
merecemos más y que podemos conseguirlo si nos lo proponemos? Claro que
no basta con el mero propósito... Se requiere acción y existen muchos
caminos. Trata de contestar a estas preguntas:
1- Nombra las 5 personas más adineradas del mundo.
2- Nombra las 5 últimas ganadoras del concurso de Miss Universo.
3- Nombra 10 ganadores del premio Nobel.
4- Nombra los 5 últimos ganadores del Oscar como mejor actor o actriz.
¿Qué tal?, ¿Cómo te fue?, ¿Mal?... No te preocupes. Ninguno de nosotros
recuerda los titulares de ayer. ¡Los aplausos se van!, ¡Los trofeos se
empolvan!, ¡Los ganadores se olvidan!
Ahora contesta a estas otras:
1- Nombra 3 profesores que te hayan ayudado en tu formación.
2- Nombra 3 amigos que te hayan ayudado en tiempos difíciles.
3-Piensa en algunas personas que te hayan hecho sentir algo especial.
4- Nombra 5 personas con las que disfrutes pasar tú tiempo.
¿Qué tal?, ¿Te fue mejor?... Las personas que marcan la diferencia en tu vida
no son aquellas con los mejores credenciales, con mucho dinero, o los mejores
premios... Son aquellas que se preocupan por ti, que te cuidan, las que de
muchas maneras están contigo.
Reflexiona un momento. ¡La vida es muy corta!... Tú, ¿en qué lista estás?

El león y los ratones


Un león encontró a un grupo de gatos conversando. `Voy a devorarlos', pensó.
Pero comenzó a sentir una extraña calma. Y decidió sentarse con ellos para
escuchar lo que decían.
-Mi buen Dios -dijo uno de los gatos, sin notar la presencia del león-. Hemos
rezado toda la tarde, pidiendo que lloviesen ratones del cielo!
-Y hasta ahora no ha pasado nada! -dijo otro-. ¿Será que Dios no existe?
El cielo permaneció mudo. Y los gatos perdieron la fe.
El león se levantó y siguió su camino, pensando `Hay que ver como son las
cosas: yo iba a matar a esos animales, pero Dios me lo impidió. Aun así, ellos
dejaron de creer en las gracias divinas: estaban tan preocupados con lo que les
faltaba que ni se dieron cuenta de la protección que recibieron.

La estrella que brilla


Había una vez una estrella que tenía un color muy brillante y cuando era de
noche su color tan brillante sorprendía a todos.
Unos decían que un científico le dio ese color, pero otros dicen que es natural,
y solo una persona cree que le cayó un meteorito y por eso tiene ese color.
Nadie sabe cuál es la verdad, nadie sabe que paso y muchos intentan
averiguarlo pero no lo han descubierto por más que lo intentan y lo intentan.

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Hasta que un día un señor llamado Ricardo dijo que iba a llegar a la luna e iba
a descubrir esa razón por la que brillaba así de bonito.
Cuando llego se dio cuenta que ese era su color natural. Regreso a la tierra y
les explico a todos que era su color natural y nadie le creyó. La verdad un
científico le dio ese color. El científico quería ser más famoso haciendo un
invento que hiciera que la estrella fuera aun más pequeña de un centímetro
pero falló y en lugar de hacerla pequeña la hizo brillante y nadie lo quiso, así
que él se fue a su casa y nunca salió. Todos piensan que está muerto pero la
verdad es que no, sino que está en su casa llorando.
Hasta que un día en la noche la estrella no brillaba y todos se pusieron tan
tristes, pero, el científico se dio cuenta y salió de su casa y volvo a hacer que la
estrella brillara y todos siguieron felices.

Mis temas selectos


Hacía cerca de 11 años, aproximadamente, que me había mudado a la casa de
aquella señora de unos treinta y seis. No pasó mucho tiempo para que por esa
misma puerta entraran dos pares de piecitos junto a ella a quienes por lo
regular llamaba hijas.
Como me encantaba jugar con Azul y Celeste, como les había puesto su
madre. ¡Azul y Celeste! Parecía que era una clase de pintura. Por las tardes
ella trabajaba, creo que era profesora porque sabía mucho y además era un
poco amargada, yo salía jugar con las niñas.
Pasó el tiempo y ahí me tenías tratando de complacer los gustos de estas
niñas, ¡La niñita jugando a la casita y a la cena con té! ¡Bah!
Una noche llegó rendida y directa a mi sillón preferido de la casa y vi como ella
las mandaba a dormir y hasta un beso les regalo en la frente, yo creo como un
“seguro de los sueños de leche y galletas” eso me enterneció y me hizo llorar
media noche recordando a mi madre muerta hacía un tiempo remotamente
corto, razón por la cual conocí a esta señora, o bueno una de ellas.
Esa mañana había un raro ambiente sospechoso que hasta me hizo
levantarme temprano. Les preparó el desayuno, ya que era lo poco que hacía
en esa casa, y ellas ya venían listas para ir a la escuela.
Les dije: “Las espero a las 3:00 pm para terminar el juego” – “¡sí!” – contestaron
ellas. Les iba a gritar que no corrieran por las escaleras como es costumbre de
nosotros tres, pero vi que Celeste había olvidado su desayuno.
Las escaleras parecían ser de escalones más y más pequeños casa vez, al
llegar al garaje me encontré a las dos a punto de subir. “¡no está el auto!” –
Dijeron en coro las dos – “Y el closet de mamá estaba vacío”. Nos sentamos
los tres en la acera y en fila, cuando Azul volteó de frente a mi cara: “Y ahora
que vamos a hacer… papá”
Y en el agua reflejaba la imagen de un cabello cano y hendiduras en la piel que
había olvidado.

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Una historia diaria
¡Hola! ¿Tú también interesado? ¡Vamos! Yo sé que quieres conocerlo.
Yo tenía cerca de 6 años cuando lo conocí, anteriormente vivía en otro país
pero al llegar a América el me vio y se hizo una muy buena amistad.
Él me contaba sus secretos aunque desgraciadamente yo no podía hablar,
aunque vivíamos en la misma casa no lo podía acompañar a la escuela, no
tenia brazos ni piernas tampoco, ¡vaya suerte la mía! No puedo hablar,
caminar, ni tampoco hacer mímica.
Un buen día llegó y me dijo: – ¿Qué crees?, hoy conocí a la chica más
hermosa del cole, la invite al cine y me dijo que sí. ¡Estoy tan emocionado!
Las cosas parecían de película, un día me decía “voy al cine” y al otro “ya es mi
novia” y después… se olvidó de mí. Y yo me encontraba sólo en la casa. ¿Qué
hacía yo? Me dije – no te deprimas, seguro en la tarde vuelve.
Un veintitrés por la tarde (era muy bueno para recordar fechas) el entró por la
misma puerta:
Mañana voy a casarme con el amor de mi vida, tal vez no vuelva a verte por un
tiempo, pero, sabes cómo es esto.
No puede decirle lo feliz que estaba por él y aún así creo que lo entendió.
Ahora creo que es arquitecto y hasta hijos tiene, me parece la persona más
feliz del mundo pero… que puede valer la opinión de un simple diario.

I = 200, q = ¿?, corazón cero


-¡Vamos mamá! Cuéntame la historia de Edward. – ¿Cómo crees?, es muy
fuerte tema para ti.
-Pero todos mis hermanos lo saben, sólo de eso hablan, y yo casí cumplo 8 y…
Para, para, está bien, pero debes prometerme no contársela a nadie
-¡Prometido!
-De acuerdo, uhmm déjame ver, ¿Sabes que significa IQ?
-No, uhmm espera, este, ¡no!, la verdad no
-Significa “coeficiente intelectual”
-¿Qué es eso?
-Quiere decir que tan listo eres. Pues hubo una vez que encontré las notas de
un tipo llamado Edward. En las notas, venía todos los resultados de los
experimentos raros que él hacia al día, y digamos que un poco de detalles:
“27 de marzo, hoy va a ser mi primer día en la escuela, bueno la verdad llevó
tres años en ella, pero ayer descubrí que soy un verdadero genio, algo en
verdad fuera de lo normal, y hoy por fin pienso aprovecharme de eso para
conquistar a la chica que me gusta…”
-¿Y lo logró?
-Calma, no sea impaciente “… mi profesor dijo que mi IQ era de un promedio
de 200 y que tengo una habilidad para persuadir fácilmente a las personas.

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7 de abril no estoy seguro de lo que pasa, llevó semanas tratando de
convencerla sólo para que me diera un beso y de una forma u otra se zafa
¿Cómo, porqué?
9 de abril la respuesta era obvia ella amaba a alguien y como superar el
intelecto al amor verdadero, aun así no dejaré de intentarlo, NUNCA”
-No, ya enserio, ¿lo consiguió?
-Bueno, pues, según tengo entendido, sí, así fue no se sabe cómo pero él, al
fin tenía lo que buscaba.
-¡Wow! Qué locura. Genios ¡ja! No hay que meterse con ellos
-Ahora a dormir que ya es muy tarde
-Pero apenas son las 10:00 pm.
-¡Dios mío! La cena y aún falta arreglar las cosas de mañana
-Una última pregunta
-Dime
-¿Cómo se apellidaba?
-Bliteen, Edward Bliteen
-¿Cómo el abuelo?
-No, como tu padre
-Espera, mi padre no es Edward Bliteen
-Si, “tu padre no es Edward, ahora duerme

¿Cómo va a ser tu día hoy? ¿Cómo va a ser tu día hoy?


Esta mañana desperté emocionado con todas las cosas que tengo que hacer
antes de que el reloj marque la medianoche. Tengo responsabilidades que
cumplir hoy. Soy importante. Mi trabajo es escoger qué clase de día voy a
tener. Hoy puedo quejarme porque el día esta lluvioso, o puedo dar gracias a
Dios porque las plantas están siendo regadas gratis. Hoy me puedo sentir triste
porque no tengo más dinero, o puedo estar contento de que mis finanzas me
empujan a planear mis compras con inteligencia. Hoy puedo quejarme de mi
salud, o puedo regocijarme de que estoy vivo. Hoy puedo lamentarme de todo
lo que mis padres no me dieron mientras estaba creciendo, o puedo sentirme
agradecido de que me permitieran haber nacido.
Hoy puedo llorar porque las rosas tienen espinas, o puedo celebrar que las
espinas tienen rosas. Hoy puedo auto compadecerme por no tener muchos
amigos, o puedo emocionarme y embarcarme en la aventura de descubrir
nuevas relaciones. Hoy puedo quejarme porque tengo que ir a trabajar, o
puedo gritar de alegría porque tengo un trabajo. Hoy puedo quejarme porque
tengo que ir a la escuela, o puedo abrir mi mente enérgicamente y llenarla con
nuevos y ricos conocimientos. Hoy puedo murmurar amargamente porque
tengo que hacer las labores del hogar, o puedo sentirme honrado porque tengo
un techo para mi mente, cuerpo y alma. Hoy el día se presenta ante mí,
esperando a que yo le dé forma y aquí estoy, el escultor que tiene que darle
forma.
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Lo que suceda hoy depende de mí, yo debo escoger qué tipo de día voy a
tener.
¡Ten un gran día... A menos que tengas otros planes!

Las potencialidades
Había una vez un rey muy caprichoso que tenía una hija muy hermosa y buena
quería casarla, aunque puso una condición algo absurda. El estableció que
sería elegido aquel hombre que fuera capaz de hacer volar un halcón que
desde hace un tiempo estaba posado en una rama .Y nadie, absolutamente
nadie hasta el presente había logrado hacerlo. Una cantidad de personajes
aparecieron en el palacio y con distintas mañas intentaron que el pájaro volará
sin embargo ninguno lo consiguió. Cuentan que una mañana el rey se levantó y
vio volando al halcón por su jardín. Su hija ya tenía pretendiente y cuando lo
mandó a llamar le pregunto cómo había hecho semejante milagro.
Cuando estuvo frente al campesino le dijo:
-¿Tú hiciste volar al halcón?
– ¿Cómo lo hiciste? ¿Eres mago, acaso? Entre feliz e intimidado, el hombrecito
solo explico.
-" No fue difícil, Su Alteza: solo corté la rama., entonces el halcón se dio cuenta
que tenía alas y simplemente se echó a volar"

Tu propio juicio
A un oasis llega un joven, toma agua, se asea y pregunta a un anciano que se
encuentra descansando:
- ¿Qué clase de personas viven aquí? El anciano le pregunta:
-¿Qué clase de gente había en el lugar de donde tu vienes?
-"Un montón de gente egoísta y mal intencionada "replicó el joven. Estoy
encantado de haberme ido de allí. A lo cual el anciano comento:
- Lo mismo habrá de encontrar aquí. Ese mismo día otro joven se acercó a
beber agua al oasis y viendo al anciano preguntó:
- ¿Qué clase de personas viven en este lugar? El viejo respondió con la misma
pregunta:
-"¿Qué clase de personas viven en el lugar de donde tu vienes?
-"Un magnifico grupo de personas, honestas, amigables, hospitalarias, me
duele mucho haberlos dejado.
- "Lo mismo encontrarás aquí", respondió el anciano. Un hombre que había
escuchado ambas conversaciones le preguntó al viejo:
- ¿Cómo es posible dar dos respuestas tan diferentes a la misma pregunta? A
lo cual el viejo contestó:
-"Cada uno de nosotros solo puede ver lo que lleva en su corazón". Aquel que
no encuentra nada bueno en los lugares donde estuvo no podrá encontrar otra
cosa aquí ni en ninguna otra parte. Si te sientes dolorido por alguna causa
externa; no es eso lo que te perturba. Si no tu propio juicio sobre ello.
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Los lobos
Un viejo cacique de una tribu estaba teniendo una charla con sus nietos acerca
de la vida. Les decía:
- Una vieja pelea está ocurriendo dentro de mí, es entre dos lobos; uno de los
lobos es maldad, temor, ira, envidia, dolor, rencor, avaricia, arrogancia, culpa,
resentimiento, inferioridad, mentiras, orgullo, competencia, superioridad,
egolatría. El otro es bondad, alegría, paz, amor, esperanza, serenidad,
humildad, dulzura, generosidad, benevolencia, amistad, empatía, verdad,
compasión y fe. Esta misma pelea está ocurriendo continuamente dentro de
ustedes y dentro de todos los seres de la tierra...
Los chicos se quedaron pensativos, y uno de ellos preguntó a su abuelo:
-¿Cuál de los lobos ganará?
Y el viejo cacique respondió simplemente:
-"El que alimentes"-...

La casa de los espejos


Hace tiempo, en un lejano pueblo, había una casa abandonada. Cierto día, un
cachorro, buscando refugio del sol, logró meterse por un agujero en el portón
de la residencia. Subió lentamente las viejas escaleras de madera hasta que se
topó con una puerta semi-abierta, se adentró en el cuarto, cautelosamente.
Con gran sorpresa, se dio cuenta que dentro de esa habitación había mil
perritos más observándolo tan fijamente como él a ellos, y vio asombrado que
todos los cachorros comenzaron a mover la cola, exactamente en el momento
en que él manifestó alegría. Luego ladró festivamente a uno de ellos y el
conjunto de canes le respondió de manera orquestada, idéntica. Todos
sonreían y latían como él.
Cuando se retiró del cuarto se quedó pensando en lo agradable que le había
resultado conocer el lugar y se dijo: " Volveré más seguido por aquí."
Pasado un tiempo, otro perro callejero ingresó al mismo ambiente. A diferencia
del primer visitante al ver a todos los congéneres del cuarto, se sintió
amenazado, ya que lo miraban de manera agresiva, con desconfianza. Empezó
a gruñir; y vio, maravillado, como los otros mil perritos hacían lo mismo que él.
Comenzó a ladrarles y los otros también hicieron lo mismo ruidosamente.
Cuando salió del cuarto pensó: "Que lugar tan horrible es este. Nunca
regresaré."
Ninguno de los canes exploradores alcanzaron a reparar en el letrero instalado
en el frente de la misteriosa mansión: "La casa de los mil espejos."

Los rostros que observamos del mundo son espejos. Tu mirada es todo lo que
consigues obtener de la realidad. Cada percepción demuestra las posibilidades
de proyección y de captación que nos permitimos. Las cosas más bellas de la
vida no se ven, se captan con el corazón. Si las puertas de la percepción
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estuviesen totalmente abiertas descubriríamos que navegamos en el infinito.
Como están semi-cerradas, la vida, al igual que el eco, o el espejo, nos
devuelve lo que hacemos. La visita por la casa terráquea es muy fugaz.
Consigue un espejo, sonríele al personaje que aparece y no te enojes no te
asustes si te contesta con una divina carcajada.

La princesa de fuego
Hubo una vez una princesa increíblemente rica, bella y sabia. Cansada de
pretendientes falsos que se acercaban a ella para conseguir sus riquezas, hizo
publicar que se casaría con quien le llevase el regalo más valioso, tierno y
sincero a la vez. El palacio se llenó de flores y regalos de todos los tipos y
colores, de cartas de amor incomparables y de poetas enamorados. Y entre
todos aquellos regalos magníficos, descubrió una piedra; una simple y sucia
piedra. Intrigada, hizo llamar a quien se la había regalado. A pesar de su
curiosidad, mostró estar muy ofendida cuando apareció el joven, y este se
explicó diciendo:
- Esa piedra representa lo más valioso que os puedo regalar, princesa: es mi
corazón. Y también es sincera, porque aún no es vuestro y es duro como una
piedra. Sólo cuando se llene de amor se ablandará y será más tierno que
ningún otro.
El joven se marchó tranquilamente, dejando a la princesa sorprendida y
atrapada. Quedó tan enamorada que llevaba consigo la piedra a todas partes, y
durante meses llenó al joven de regalos y atenciones, pero su corazón seguía
siendo duro como la piedra en sus manos. Desanimada, terminó por arrojar la
piedra al fuego; al momento vio cómo se deshacía la arena, y de aquella piedra
tosca surgía una bella figura de oro. Entonces comprendió que ella misma
tendría que ser como el fuego, y transformar cuanto tocaba separando lo inútil
de lo importante.
Durante los meses siguientes, la princesa se propuso cambiar en el reino, y
como con la piedra, dedicó su vida, su sabiduría y sus riquezas a separar lo
inútil de lo importante. Acabó con el lujo, las joyas y los excesos, y las gentes
del país tuvieron comida y libros. Cuantos trataban con la princesa salían
encantados por su carácter y cercanía, y su sola presencia transmitía tal calor
humano y pasión por cuanto hacía, que comenzaron a llamarla cariñosamente
"La princesa de fuego".
Y como con la piedra, su fuego deshizo la dura corteza del corazón del joven,
que tal y como había prometido, resultó ser tan tierno y justo que hizo feliz a la
princesa hasta el fin de sus días
Pedro Pablo Sacristán

Los malos vecinos


Había una vez un hombre que salió un día de su casa para ir al trabajo, y justo
al pasar por delante de la puerta de la casa de su vecino, sin darse cuenta se le
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cayó un papel importante. Su vecino, que miraba por la ventana en ese
momento, vio caer el papel, y pensó:
- ¡Qué descarado, el tío va y tira un papel para ensuciar mi puerta, disimulando
descaradamente! Pero en vez de decirle nada, planeó su venganza, y por la
noche vació su papelera junto a la puerta del primer vecino. Este estaba
mirando por la ventana en ese momento y cuando recogió los papeles encontró
aquel papel tan importante que había perdido y que le había supuesto un
problemón aquel día. Estaba roto en mil pedazos, y pensó que su vecino no
sólo se lo había robado, sino que además lo había roto y tirado en la puerta de
su casa. Pero no quiso decirle nada, y se puso a preparar su venganza. Esa
noche llamó a una granja para hacer un pedido de diez cerdos y cien patos, y
pidió que los llevaran a la dirección de su vecino, que al día siguiente tuvo un
buen problema para tratar de librarse de los animales y sus malos olores. Pero
éste, como estaba seguro de que aquello era idea de su vecino, en cuanto se
deshizo de los cerdos comenzó a planear su venganza.
Y así, uno y otro siguieron fastidiándose mutuamente, cada vez más
exageradamente, y de aquel simple papelito en la puerta llegaron a llamar a
una banda de música, o una sirena de bomberos, a estrellar un camión contra
la tapia, lanzar una lluvia de piedras contra los cristales, disparar un cañón del
ejército y finalmente, una bomba-terremoto que derrumbó las casas de los dos
vecinos...
Ambos acabaron en el hospital, y se pasaron una buena temporada
compartiendo habitación. Al principio no se dirigían la palabra, pero un día,
cansados del silencio, comenzaron a hablar; con el tiempo, se fueron haciendo
amigos hasta que finalmente, un día se atrevieron a hablar del incidente del
papel. Entonces se dieron cuenta de que todo había sido una coincidencia, y
de que si la primera vez hubieran hablado claramente, en lugar de juzgar las
malas intenciones de su vecino, se habrían dado cuenta de que todo había
ocurrido por casualidad, y ahora los dos tendrían su casa en pie...
Y así fue, hablando, como aquellos dos vecinos terminaron siendo amigos, lo
que les fue de gran ayuda para recuperarse de sus heridas y reconstruir sus
maltrechas casas.
Pedro Pablo Sacristán

El hada y la sombra
Hace mucho, mucho tiempo, antes de que los hombres y sus ciudades llenaran
la tierra, antes incluso de que muchas cosas tuvieran un nombre, existía un
lugar misterioso custodiado por el hada del lago. Justa y generosa, todos sus
vasallos siempre estaban dispuestos a servirle. Y cuando unos malvados seres
amenazaron el lago y sus bosques, muchos se unieron al hada cuando les
pidió que la acompañaran en un peligroso viaje a través de ríos, pantanos y
desiertos en busca de la Piedra de Cristal, la única salvación posible para
todos.
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El hada advirtió de los peligros y dificultades, de lo difícil que sería aguantar
todo el viaje, pero ninguno se asustó. Todos prometieron acompañarla hasta
donde hiciera falta, y aquel mismo día, el hada y sus 50 más leales vasallos
comenzaron el viaje. El camino fue aún más terrible y duro que lo había
anunciado el hada. Se enfrentaron a bestias terribles, caminaron día y noche y
vagaron perdidos por el desierto sufriendo el hambre y la sed. Ante tantas
adversidades muchos se desanimaron y terminaron por abandonar el viaje a
medio camino, hasta que sólo quedó uno, llamado Sombra. No era el más
valiente, ni el mejor luchador, ni siquiera el más listo o divertido, pero continuó
junto al hada hasta el final. Cuando ésta le preguntaba que por qué no
abandonaba como los demás, Sombra respondía siempre lo mismo "Os dije
que os acompañaría a pesar de las dificultades, y eso es lo que hago. No voy a
dar media vuelta sólo porque haya sido verdad que iba a ser duro".
Gracias a su leal Sombra pudo el hada por fin encontrar la Piedra de Cristal,
pero el monstruoso Guardián de la piedra no estaba dispuesto a entregársela.
Entonces Sombra, en un último gesto de lealtad, se ofreció a cambio de la
piedra quedándose al servicio del Guardián por el resto de sus días...
La poderosa magia de la Piedra de Cristal permitió al hada regresar al lago y
expulsar a los seres malvados, pero cada noche lloraba la ausencia de su fiel
Sombra, pues de aquel firme y generoso compromiso surgió un amor más
fuerte que ningún otro. Y en su recuerdo, queriendo mostrar a todos el valor de
la lealtad y el compromiso, regaló a cada ser de la tierra su propia sombra
durante el día; pero al llegar la noche, todas las sombras acuden el lago, donde
consuelan y acompañan a su triste hada.
Pedro Pablo Sacristán

La invitación para el baile


Un príncipe terriblemente desordenado nunca hace caso a sus padres cuando
le piden orden. La princesa del reino vecino, de la que está enamorado en
secreto, organiza un gran baile e invita a todos los príncipes de los alrededores.
El príncipe está emocionado y lo prepara todo con esmero, pero el día del baile
no encuentra la invitación entre el desorden de su cuarto. La busca
desesperado y no la encuentra, y al final decide ordenar todo su cuarto,
encontrando la invitación justo encima de la mesa. Para cuando llega al baile
ya se marchaban todos y se vuelve muy triste y habiendo aprendido la lección.
Pero tuvo suerte, y como no encontró novio, la princesa repitió el baile poco
después, y como esta vez tuvo todo ordenado, no perdió la invitación y pudo
conocer a la princesa, que también se enamoró de él.
Pedro Pablo Sacristán

La competición de vuelo
Dos murciélagos se preparan para una gran competición de vuelo en la que
participan todos los murciélagos. El día del concurso, la pequeña murciélaga
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vuela de forma increíble, mereciendo claramente el galardón. El otro, aunque
está muy decepcionado por no haber ganado, corre a felicitarle y darle la
enhorabuena, mientras el resto la crítica o se marcha enfadado. Agradecida, la
campeona decide compartir el premio, y el pequeño murciégalo, no sólo obtuvo
el premio del concurso, sino el de ganar una amiga, y todo ello sólo por saber
perder con deportividad.
Pedro Pablo Sacristán

Lio en la clase de ciencias


El profesor de ciencias, Don Estudiete, había pedido a sus alumnos que
estudiaran algún animal, hicieran una pequeña redacción, y contaran sus
conclusiones al resto de la clase. Unos hablaron de los perros, otros de los
caballos o los peces, pero el descubrimiento más interesante fue el de la
pequeña Sofía:
- He descubierto que las moscas son unas gruñonas histéricas - dijo
segurísima.
Todos sonrieron, esperando que continuara. Entonces Sofía siguió contando:
- Estuve observado una mosca en mi casa durante dos horas. Cuando volaba
tranquilamente, todo iba bien, pero en cuanto encontraba algún cristal, la
mosca empezaba a zumbar. Siempre había creido que ese ruido lo hacían con
las alas, pero no. Con los prismáticos de mi papá miré de cerca y vi que lo que
hacía era gruñir y protestar: se ponía tan histérica, que era incapaz de cruzar
una ventana, y se daba de golpes una y otra vez: ¡pom!, ¡pom!, ¡pom!. Si sólo
hubiera mirado a la mariposa que pasaba a su lado, habría visto que había un
hueco en la ventana... la mariposa incluso trató de hablarle y ayudarle, pero
nada, allí seguía protestando y gruñendo.
Don Estudiete les explicó divertido que aquella forma de actuar no tenía tanto
que ver con los enfados, sino que era un ejemplo de los distintos niveles de
inteligencia y reflexión que tenían los animales, y acordaron llevar al día
siguiente una lista con los animales ordenados por su nivel de inteligencia...
Y así fue como se armó el gran lío de la clase de ciencias, cuando un montón
de papás protestaron porque sus hijos... ¡¡les habían puesto entre los menos
inteligentes de los animales!! Según los niños, porque no hacían más que
protestar, y no escuchaban a nadie.
Y aunque Don Estudiete tuvo que hacer muchas aclaraciones y calmar unos
cuantos padres, aquello sirvió para que algunos se dieran cuenta de que por
muy listos que fueran, muchas veces se comportaban de forma bastante poco
inteligente.
Pedro Pablo Sacristán

El vikingo de los cien cuernos


Olav Brutolsen era el más terrible de los vikingos. Con sus propios brazos era
capaz de luchar contra un toro y vencerle en unos pocos segundos. Y para que
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todos le conocieran y distinguieran, llevaba adornados su casco y su capa con
los trofeos de sus victorias: más de cien cuernos sobre la cabeza y mil piedras
preciosas colgando de sus hombros, una por cada uno de los enemigos
derrotados.
En su ciudad todos se apartaban a su paso, pero cierto día, un joven que leía
despistado se cruzó en su camino y le hizo tropezar. Furioso, Olav le increpó y
le desafió a un combate a muerte. El delgaducho joven no tenía elección, así
que sólo puso una condición.
- Puesto que no veo muy bien y no te conozco, necesito que lleves el casco y la
capa durante la lucha, para poder distinguirte.
Olav lanzó una risotada y aceptó orgulloso aquella estúpida condición, justo
antes de lanzarse sobre el joven para destrozarlo. El chico, ágil, se escabulló
por poco. Lo mismo ocurrió con las siguientes embestidas de Olav, y según iba
pasando el tiempo, cada vez esquivaba al gigantón más fácilmente. Aunque
nadie podía creer que aguantase tanto, todos esperaban que con el primer
golpe el joven caería muerto. Ese golpe no llegó nunca. Olav estuvo luchando
poco más de cinco minutos, y a los diez cayó como muerto.
Muchos pensaron entonces que aquel joven era un brujo o un hechicero, pero
Virtensen, que así se llamaba el despistado estudiante de medicina, mostró a
todos que el orgullo y la ostentación del vikingo fuero más que suficientes para
que cayera desmayado bajo el peso del casco y la capa. Olav, como buen
guerrero, aceptó su derrota al despertar, y desde entonces cambió los símbolos
inútiles y superfluos por la austeridad, pasando en todas partes como uno de
tantos. En todas, menos en el campo de batalla, donde no se le reconocía por
cuernos, espadas o capas, sino por una fiereza sin igual.
Pedro Pablo Sacristán

Un halloween diferente
Hace mucho tiempo, la mayoría de los monstruos eran seres simpáticos y
golosos, tontorrones y peludos que vivían felizmente en su monstruoso mundo.
Hablaban y jugaban con los niños y les contaban cuentos por las noches. Pero
un día, algunos monstruos tuvieron una gran discusión por un caramelo, y uno
se enfadó tanto que sus furiosos gritos hubieran asustado a cualquiera. Y entre
todos los que quedaron terriblemente asustados, las letras más miedosas,
como la L, la T y la D, salieron corriendo de aquel lugar. Como no dejaron de
gritar, las demás letras también huyeron de allí, y cada vez se entendían
menos las palabras de los monstruos. Finalmente, sólo se quedaron unas
pocas letras valientes, como la G y la R , de forma que en el mundo de los
monstruos no había forma de encontrar letras para conseguir decir algo distinto
de " GRRR!!!", "AAAARG!!!" u "BUUUUH!!!". A partir de aquello, cada vez que
iban a visitar a alguno de sus amigos los niños, terminaban asustándoles; y con
el tiempo, se extendió la idea de que los monstruos eran seres terribles que
sólo pensaban en comernos y asustarnos.
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Un día, una niña que paseaba por el mundo de los monstruos buscando su
pelota, encontró escondidas bajo unas hojas a todas las letras, que vivían allí
dominadas por el miedo. La niña, muy preocupada, decidió hacerse cargo de
ellas y cuidarlas, y se las llevó a casa. Aquella era una niña especial, pues aún
conservaba un amigo monstruo muy listo y simpático, que al ver que nada de lo
que decía salía como quería, decidió hacerse pasar por mudo, así que nunca
asustó a nadie y hablaba con la niña utilizando gestos. Cuando aquella noche
fue a visitar a su amiga y encontró las letras, se alegró tanto que le pidió que se
las dejara para poder hablar, y por primera vez la niña oyó la dulce voz del
monstruo.
Juntos se propusieron recuperan las voces de los demás monstruos, y uno tras
otro los fueron visitando a todos, dejándoles las letras para que pudieran volver
a decir cosas agradables. Los monstruos, agradecidos, les entregaban las
mejores golosinas que guardaban en sus casas, y así, finalmente, fueron a ver
a aquel primer monstruo gruñón que organizó la discusión. Estaba ya muy
viejecito, pero al ver las letras, dio un salto tan grande de alegría que casi se le
saltan los huesos. Y mirando con ternura las asustadas letras, escogió las
justas para decir "perdón". Debía llevar esperando años aquel momento,
porque enseguida animó a todos a entrar en su casa, donde todo estaba
preparado para grandísima fiesta, llena de monstruos, golosinas y caramelos.
Como que las que se hacen en Halloween hoy día; qué coincidencia, ¿verdad?
Pedro Pablo Sacristán

Los monos bubuanos


Había una vez una extraña selva llena de monos bubuanos. Los bubuanos
eran unos monos de largos brazos y piernas cortitas, que dedicaban todo el
tiempo a adornar sus brazos de coloridas y brillantes pulseras. Cada cierto
tiempo les visitaba el macaco Mambo, con su carro lleno de pulseras y
cachivaches. En una de sus visitas, apareció con unas enormes y brillantísimas
pulseras, las más bonitas que había llevado nunca. Y también las más caras,
porque nunca antes había pedido tanto por ellas. Todos los bubuanos, menos
Nico, corrieron por todas partes a conseguir plátanos suficientes para pagar su
pulsera. Siendo tan caras, tenían que ser las mejores.
Pero Nico, que guardaba plátanos por si alguna vez en el futuro hicieran falta, y
que a menudo dudaba de que todas aquellas pulseras sirvieran para algo,
pensó que eran demasiado caras. Pero como no quería desaprovechar la visita
de Mambo, rebuscó entre sus cachivaches algo interesante, hasta dar con una
caja extraña llena de hierros torcidos. "No sirve para nada, Nico", le dijo el
vendedor, "puedes quedártela por un par de plátanos".
Así, Mambo se fue habiendo vendido sus pulseras, dejando a los bubuanos
encantados y sonrientes. Pero al poco tiempo comenzaron a carse cuenta de
que aquellas pulseras, tan anchas y alargadas, no dejaban mover bien los
brazos, y eran un verdadero problema para hacer lo más importante en la vida
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de un bubuano: coger plátanos. Trataron de quitárselas, pero no pudieron. Y
entonces resultó que todos querían los plátanos de Nico, que eran los únicos
en toda la selva que no estaban en los árboles. Así, de la noche a la mañana,
Nico se convirtió en el bubuano más rico y respetado de la selva.
Pero no quedó ahí la cosa. Aquella caja de raros hierros torcidos que tan
interesante le había parecido a Nico y tan poco le había costado, resultó ser
una caja de herramientas, y cuando Nico descubrió sus muchas utilidades, no
sólo pudo liberar a los demás bubuanos de aquellas estúpidas pulseras, sino
que encontraron muchísimas formas de utilizarlas para conseguir cosas
increíbles.
Y así fue como, gracias a la sensatez de Nico, los bubuanos comprendieron
que el precio de las cosas nada tiene que ver con su valor real, y que dejarse
llevar por las modas y demás mensajes de los vendedores es una forma
segura de acabar teniendo problemas.
Pedro Pablo Sacristán

La joven del bello rostro


Había una vez una joven de origen humilde, pero increíblemente hermosa,
famosa en toda la comarca por su belleza. Ella, conociendo bien cuánto la
querían los jóvenes del reino, rechazaba a todos sus pretendientes, esperando
la llegada de algún apuesto príncipe. Este no tardó en aparecer, y nada más
verla, se enamoró perdidamente de ella y la colmó de halagos y regalos. La
boda fue grandiosa, y todos comentaban que hacían una pareja perfecta.
Pero cuando el brillo de los regalos y las fiestas se fueron apagando, la joven
princesa descubrió que su guapo marido no era tan maravilloso como ella
esperaba: se comportaba como un tirano con su pueblo, alardeaba de su
esposa como de un trofeo de caza y era egoísta y mezquino. Cuando
comprobó que todo en su marido era una falsa apariencia, no dudó en
decírselo a la cara, pero él le respondió de forma similar, recordándole que sólo
la había elegido por su belleza, y que ella misma podía haber elegido a otros
muchos antes que a él, de no haberse dejado llevar por su ambición y sus
ganas de vivir en un palacio.
La princesa lloró durante días, comprendiendo la verdad de las palabras de su
cruel marido. Y se acordaba de tantos jóvenes honrados y bondadosos a
quienes había rechazado sólo por convertirse en una princesa. Dispuesta a
enmendar su error, la princesa trató de huir de palacio, pero el príncipe no lo
consintió, pues a todos hablaba de la extraordinaria belleza de su esposa,
aumentando con ellos su fama de hombre excepcional. Tantos intentos hizo la
princesa por escapar, que acabó encerrada y custodiada por guardias
constantemente.
Uno de aquellos guardias sentía lástima por la princesa, y en sus encierros
trataba de animarle y darle conversación, de forma que con el paso del tiempo
se fueron haciendo buenos amigos. Tanta confianza llegaron a tener, que un
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día la princesa pidió a su guardián que la dejara escapar. Pero el soldado, que
debía lealtad y obediencia a su rey, no accedió a la petición de la princesa. Sin
embargo, le respondió diciendo:
- Si tanto queréis huir de aquí, yo sé la forma de hacerlo, pero requerirá de un
gran sacrificio por vuestra parte.
Ella estuvo de acuerdo, confirmando que estaba dispuesta a cualquier cosa, y
el soldado prosiguió:
- El príncipe sólo os quiere por vuestra belleza. Si os desfiguráis el rostro, os
enviará lejos de palacio, para que nadie pueda veros, y borrará cualquier rastro
de vuestra presencia. Él es así de ruin y miserable.
La princesa respondió diciendo:
- ¿Desfigurarme? ¿Y a dónde iré? ¿Qué será de mí, si mi belleza es lo único
que tengo? ¿Quién querrá saber nada de una mujer horriblemente fea e inútil
como yo? - Yo lo haré - respondió seguro el soldado, que de su trato diario con
la princesa había terminado enamorándose de ella - Para mí sois aún más
bella por dentro que por fuera.
Y entonces la princesa comprendió que también amaba a aquel sencillo y
honrado soldado. Con lágrimas en los ojos, tomó la mano de su guardián, y
empuñando juntos una daga, trazaron sobre su rostro dos largos y profundos
cortes...
Cuando el príncipe contempló el rostro de su esposa, todo sucedió como el
guardián había previsto. La hizo enviar tan lejos como pudo, y se inventó una
trágica historia sobre la muerte de la princesa que le hizo aún más popular
entre la gente.
Y así, desfigurada y libre, la joven del bello rostro pudo por fin ser feliz junto a
aquel sencillo y leal soldado, el único que al verla no apartaba la mirada, pues
a través de su rostro encontraba siempre el camino hacia su corazón.
Pedro Pablo Sacristán

El regalo mágico del conejito pobre


Hubo una vez en un lugar una época de muchísima sequía y hambre para los
animales. Un conejito muy pobre caminaba triste por el campo cuando se le
apareció un mago que le entregó un saco con varias ramitas."Son mágicas, y
serán aún más mágicas si sabes usarlas" El conejito se moría de hambre, pero
decidió no morder las ramitas pensando en darles buen uso.
Al volver a casa, encontró una ovejita muy viejita y pobre que casi no podía
caminar."Dame algo, por favor", le dijo. El conejito no tenía nada salvo las
ramitas, pero como eran mágicas se resistía a dárselas. Sin embargó, recordó
como sus padres le enseñaron desde pequeño a compartirlo todo, así que sacó
una ramita del saco y se la dio a la oveja. Al instante, la rama brilló con mil
colores, mostrando su magia. El conejito siguió contrariado y contento a la vez,
pensando que había dejado escapar una ramita mágica, pero que la ovejita la
necesitaba más que él. Lo mismo le ocurrió con un pato ciego y un gallo cojo,
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de forma que al llegar a su casa sólo le quedaba una de las ramitas. Al llegar a
casa, contó la historia y su encuentro con el mago a sus papás, que se
mostraron muy orgullosos por su comportamiento. Y cuando iba a sacar la
ramita, llegó su hermanito pequeño, llorando por el hambre, y también se la dio
a él.
En ese momento apareció el mago con gran estruendo, y preguntó al conejito
¿Dónde están las ramitas mágicas que te entregué? ¿Qué es lo que has hecho
con ellas? El conejito se asustó y comenzó a excusarse, pero el mago le cortó
diciendo ¿No te dije que si las usabas bien serían más mágicas? ¡Pues sal
fuera y mira lo que has hecho! Y el conejito salió temblando de su casa para
descubrir que a partir de sus ramitas, ¡¡todos los campos de alrededor se
habían convertido en una maravillosa granja llena de agua y comida para todos
los animales!! Y el conejito se sintió muy contento por haber obrado bien, y
porque la magia de su generosidad hubiera devuelto la alegría a todos
Pedro Pablo Sacristán

Gorg el gigante
Gorg el gigante vivía desde hacía siglos en la Cueva de la Ira. Los gigantes
eran seres pacíficos y solitarios hasta que el rey Cío el Terrible les acusó de
arruinar las cosechas y ordenó la gran caza de gigantes. Sólo Gorg había
sobrevivido, y desde entonces se había convertido en el más feroz de los seres
que habían existido nunca; resultaba totalmente invencible y había acabado
con cuantos habían tratado de adentrarse en su cueva, sin importar lo valientes
o poderosos que fueran.
Muchos reyes posteriores, avergonzados por las acciones de Cío, habían
tratado de sellar la paz con Gorg, pero todo había sido en vano, pues su furia y
su ira le llevaban a acabar con cuantos humanos veía, sin siquiera escucharles.
Y aunque los reyes dejaron tranquilo al gigante, no disminuyó su odio a los
humanos, pues muchos aventureros y guerreros llegaban de todas partes
tratando de hacerse con el fabuloso tesoro que guardaba la cueva en su
interior.
Sin embargo, un día la joven princesa fue mordida por una serpiente de los
pantanos, cuyo antídoto tenía una elaboración secreta que sólo los gigantes
conocían, así que el rey se vio obligado a suplicar al gigante su ayuda. Envió a
sus mejores guerreros y a sus más valientes caballeros con la promesa de
casarse con la princesa, pero ni sus mágicos escudos, ni las más poderosas
armas, ni las más brillantes armaduras pudieron nada contra la furia del
gigante. Finalmente el rey suplicó ayuda a todo el reino: con la promesa de
casarse con la princesa, y con la ayuda de los grandes magos, cualquier
valiente podía acercarse a la entrada de la cueva, pedir la protección de algún
conjuro, y tratar de conseguir la ayuda del gigante.
Muchos lo intentaron armados de mil distintas maneras, protegidos por los más
formidables conjuros, desde la Fuerza Prodigiosa a la Invisibilidad, pero todos
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sucumbieron. Finalmente, un joven músico apareció en la cueva armado sólo
con un arpa, haciendo su petición a los magos: "quiero convertirme en una
bella flor y tener la voz de un ángel".
Así apareció en el umbral de la cueva una flor de increíble belleza, entonando
una preciosa melodía al son del arpa. Al oír tan bella música, tan alejada de las
armas y guerreros a que estaba acostumbrado, la ira del gigante fue
disminuyendo. La flor siguió cantando mientras se acercaba al gigante, quien
terminó tomándola en su mano para escucharla mejor. Y la canción se fue
tornando en la historia de una joven princesa a punto de morir, a quien sólo un
gigante de buen corazón podría salvar. El gigante, conmovido, escuchaba con
emoción, y tanta era su calma y su tranquilidad, que finalmente la flor pudo
dejar de cantar, y con voz suave contó la verdadera historia, la necesidad que
tenía la princesa de la ayuda del gigante, y los deseos del rey de conseguir una
paz justa y duradera.
El gigante, cansado de tantas luchas, viendo que era verdad lo que escuchaba,
abandonó su cueva y su ira para curar a la princesa. Y el joven músico, quien
además de domar la ira del gigante, conquistó el corazón de la princesa y de
todo el reino, se convirtió en el mejor de los reyes.
Pedro Pablo Sacristán

Las lenguas hechizadas


Hubo una vez un brujo malvado que una noche robó mil lenguas en una
ciudad, y después de aplicarles un hechizo para que sólo hablaran cosas malas
de todo el mundo, se las devolvió a sus dueños sin que estos se dieran cuenta.
De este modo, en muy poco tiempo, en aquella ciudad sólo se hablaban cosas
malas de todo el mundo: "que si este había hecho esto, que si aquel lo otro,
que si este era un pesado y el otro un torpe", etc... Y aquello sólo llevaba a que
todos estuvieran enfadados con todos, para mayor alegría del brujo.
Al ver la situación, el Gran Mago decidió intervenir con sus mismas armas,
haciendo un encantamiento sobre las orejas de todos. Las orejas cobraron
vida, y cada vez que alguna de las lenguas empezaba sus críticas, ellas se
cerraban fuertemente, impidiendo que la gente oyera. Así empezó la batalla
terrible entre lenguas y orejas, unas criticando sin parar, y las otras haciéndose
las sordas...¿Quién ganó la batalla? Pues con el paso del tiempo, las lenguas
hechizadas empezaron a sentirse inútiles: ¿para qué hablar si nadie les
escuchaba?, y como eran lenguas, y preferían que las escuchasen, empezaron
a cambiar lo que decían. Y cuando comprobaron que diciendo cosas buenas y
bonitas de todo y de todos, volvían a escucharles, se llenaron de alegría y
olvidaron para siempre su hechizo.Y aún hoy el brujo malvado sigue
hechizando lenguas por el mundo, pero gracias al mago ya todos saben que lo
único que hay que hacer para acabar con las críticas y los criticones, es cerrar
las orejas, y no hacerles caso.
Pedro Pablo Sacristán
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Furmiga, el futbol de las hormigas
Por aquellos días, el gran árbol hueco estaba rebosante de actividad. Se
celebraba el campeonato del mundo de furmiga, el fútbol de las hormigas, y
habían llegado hormigas de todos los tipos desde todos los rincones del
mundo. Allí estaban los equipos de las hormigas rojas, las negras, las hormigas
aladas, las termitas... e incluso unas extrañas y variopintas hormigas locas; y a
cada equipo le seguía fielmente su afición. Según fueron pasando los partidos,
el campeonato ganó en emoción, y las aficiones de los equipos se fueron
entregando más y más, hasta que pasó lo que tenía que pasar: en la grada,
una hormiga negra llamó "enanas" a unas hormigas rojas, éstas contestaron el
insulto con empujones, y en un momento, se armó una gran trifulca de antenas,
patas y mandíbulas, que acabó con miles de hormigas en la enfermería y el
campeonato suspendido.
Aunque casi siempre había algún problema entre unas hormigas y otras,
aquella vez las cosas habían llegado demasiado lejos, así que se organizó una
reunión de hormigas sabias. Estas debatieron durante días cómo resolver el
problema de una vez para siempre, hasta que finalmente hicieron un
comunicado oficial:
"Creemos que el que todas las hormigas de un equipo sean iguales, hace que
las demás actúen como si se estuvieran comparando los tipos de hormigas
para ver cuál es mejor. Y como sabemos que todas las hormigas son
excelentes y no deben compararse, a partir de ahora cada equipo de furmiga
estará formado por hormigas de distintos tipos"
Aquella decisión levantó un revuelo formidable, pero rápidamente aparecieron
nuevos equipos de hormigas mezcladas, y cada hormiga pudo elegir libremente
su equipo favorito. Las tensiones, a pesar de lo emocionante, casi
desaparecieron, y todas las hormigas comprendieron que se podía disfrutar del
deporte sin tensiones ni discusiones.
Pedro Pablo Sacristán

El concurso de belleza
En un precioso jardín vivía la mariposa más bonita del mundo. Era tan bonita y
había ganado tantos concursos de belleza, que se había vuelto vanidosa.
Tanto que un día, la cucaracha lista se hartó de sus pavoneos y decidió darle
una lección.
Fue a ver a la mariposa, y delante de todos le dijo que no era tan bonita, que si
ganaba los concursos era porque los jurados estaban comprados, y que todos
sabían que la cucaracha era más bella. Entonces la mariposa se enfureció, y
entre risas y desprecios le dijo a ti te gano un concurso con el jurado que
quieras. "Vale, acepto, nos vemos el sábado", respondió la cucaracha sin darle
tiempo. Ese sábado todos fueron a ver el concurso, y la mariposa iba confiada
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hasta que vio quiénes formaban el jurado: cucarachas, lombrices, escarabajos
y chinches. Todos ellos preferían el aspecto rastrero y el mal olor de la
cucaracha, que ganó el concurso claramente, dejando a la mariposa tan llorosa
y humillada, que nunca más volvió a participar en un concurso de belleza.
Por suerte, la cucaracha perdonó a la mariposa su vanidad y se hicieron
amigas, y algún tiempo después la mariposa ganó el premio a la humildad
Pedro Pablo Sacristán

Mirando por la ventana


Había una vez un niño que cayó muy enfermo. Tenía que estar todo el día en la
cama sin poder moverse. Como además los niños no podían acercarse, sufría
mucho por ello, y empezó a dejar pasar los días triste y decaído, mirando el
cielo a través de la ventana. Pasó algún tiempo, cada vez más desanimado,
hasta que un día vio una extraña sombra en la ventana: era un pingüino
comiendo un bocata de chorizo, que entró a la habitación, le dio las buenas
tardes, y se fue.
El niño quedó muy extrañado, y aún no sabía qué habría sido aquello, cuando
vio aparecer por la misma ventana un mono en pañales inflando un globo. Al
principio el niño se preguntaba qué sería aquello, pero al poco, mientras
seguían apareciendo personajes locos por aquella extraña ventana, ya no
podía dejar de reír, al ver un cerdo tocando la pandereta, un elefante saltando
en cama elástica, o un perro con gafas que sólo hablaba de política...
Aunque por si no le creían no se lo contó a nadie, aquellos personajes
terminaron alegrando el espíritu y el cuerpo del niño, y en muy poco tiempo
este mejoró notablemente y pudo volver al colegio.
Allí pudo hablar con todos sus amigos, contándoles las cosas tan raras que
había visto. Entonces, mientras hablaba con su mejor amigo, vio asomar algo
extraño en su mochila. Le preguntó qué era, y tanto le insistió, que finalmente
pudo ver el contenido de la mochila:
¡¡Allí estaban todos los disfraces que había utilizado su buen amigo para
intentar alegrarle!!
Y desde entonces, nuestro niño nunca deja que nadie esté solo y sin sonreir un
rato.
Pedro Pablo Sacristán

Tutón el comeplanetas
Para hacerse una idea del tamaño de los molokos, hay que mirarlos desde muy
lejos. Si te pusieras a su lado, ellos ni siquiera te verían, y si el mayor de
nuestros gigantes de cuento se pusiera a su lado, probablemente los
gigantescos molokos seguirían sin poder verlo. Quizá la mejor forma de saber
cómo son, es conociendo su comida favorita. Y para un buen moloko, nada
está más rico que un enorme planeta, con sus océanos, sus desiertos y sus
montañas.
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Y de todos ellos, nadie como Tutón, el gran Tutón. Grande como una estrella,
podía zamparse un planeta mediano de un solo bocado. Era, además,
excelente descubriendo los planetas más deliciosos, y había llegado a
convertirse en el más famoso de los molokos. Pero aún más grande que su
fama de descubridor, era su fama de egoísta, pues nunca jamás compartía ni
un trocito de sus fabulosas comidas, de modo que los demás molokos sólo
llegaban a probar algunas pequeñas migajas de aquellas deliciosas montañas.
Durante miles de años, porque los molokos viven muchísimos años para que
les dé tiempo a crecer tanto, Tutón degustó los mejores planetas. Pero ocurrió
que uno de aquellos planetas, uno precioso de color rojo, azul y amarillo, cuya
corteza tenía el mejor sabor que se pueda imaginar, resultó tener el centro del
acero más duro del universo, y los indestructibles dientes del famoso moloko se
rompieron en mil pedazos.
Jamás un moloko había vivido algo parecido, pero resultó ser la más horrible
de las desgracias. Tantos riquísimos planetas a su alcance, y ni siquiera tenía
un diente que poder hincarles. Y cuando pidió ayuda a otros molokos, todos le
recordaron su antiguo egoísmo, y no le dejaban otra cosa que las migajas de
planetas de mucho peor sabor que aquellos a los que estaba acostumbrado
Tutón.
Y el hasta entonces colosal y famosísimo comeplanetas, se convirtió en un
mendigo, pasando todo tipo de penas y calamidades. Sólo sabía llorar, pedir,
exigir… y pasar hambre. Y aún tuvo que pasar mucho tiempo viviendo así,
hasta que se dio cuenta de que si quería recibir algo, tendría que ser el primero
en dar, por muy pobre y mísero que fuera.
Y buscando entre lo poco que tenía para dar, descubrió que aún seguía siendo
un brillante descubridor de planetas exquisitos. Así que habló con otros
molokos, y se ofreció a enseñarles dónde se escondían las mejores delicias
¡Qué gran alegría para todos!, que descubrieron entonces sabores que ni
siquiera sabían que existían. Y los molokos, agradecidos a Tutón por compartir
con ellos su gran habilidad, comenzaron a mostrarse mucho más atentos con
él, y ya nunca faltó quien le pulverizara unas montañas, o le hiciera un buen
zumo de desierto.

Pedro Pablo Sacristán

La deliciosa música del arpa


Un rey adoraba tanto la música que buscó por todo el mundo el mejor
instrumento que hubiera, hasta que un mago le entregó un arpa. La llevó a
palacio, pero cuando tocó el músico real, estaba desafinada; muchos otros
músicos probaron y coincidieron en que no servía para nada y había sido un
engaño, así que se deshicieron del arpa tirándolo a la basura. Una niña muy
pobre encontró el arpa, y aunque no sabía tocar, decidió intentarlo.

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Tocaba y tocaba durante todo el día, durante meses y años, siempre
desafinando, pero haciéndolo mejor cada vez. Hasta que un día, de repente, el
arpa comenzó a entonar las melodías más maravillosas, pues era un arpa
mágica que sólo estaba dispuesta a tocar para quien de verdad pusiera interés
y esfuerzo. El rey llegó a escuchar la música, y mandó llamar a la niña; cuando
vio el arpa, se llenó de alegría, y en aquel momento nombró a la niña como su
músico particular, llenando de riquezas a ella y a su familia.
Pedro Pablo Sacristán

La cabeza de colores
Esta es la increíble historia de un niño muy singular. Siempre quería aquello
que no tenía: los juguetes de sus compañeros, la ropa de sus primos, los libros
de sus papás... y llegó a ser tan envidioso, que hasta los pelos de su cabeza
eran envidiosos. Un día resultó que uno de los pelos de la coronilla despertó de
color verde, y los demás pelos, al verlo tan especial, sintieron tanta envidia que
todos ellos terminaron de color verde. Al día siguiente, uno de los pelos de la
frente se manchó de azul, y al verlo, nuevamente todos los demás pelos
acabaron azules. Y así, un día y otro, el pelo del niño cambiaba de color,
llevado por la envidia que sentían todos sus pelos.
A todo el mundo le encantaba su pelo de colores, menos a él mismo, que tenía
tanta envidia que quería tener el pelo como los demás niños. Y un día, estaba
tan enfadado por ello, que se tiró de los pelos con rabia. Un pelo delgadito no
pudo aguantar el tirón y se soltó, cayendo hacia al suelo en un suave vuelo... y
entonces, los demás pelos, sintiendo envidia, se soltaron también, y en un
minuto el niño se había quedado calvo, y su cara de sorpresa parecía un chiste
malo.
Tras muchos lloros y rabias, el niño comprendió que todo había sido resultado
de su envidia, y decidió que a partir de entonces trataría de disfrutar de lo que
tenía sin fijarse en lo de los demás. Tratando de disfrutar lo que tenía, se
encontró con su cabeza lisa y brillante, sin un solo pelo, y aprovechó para
convertirla en su lienzo particular. Desde aquel día comenzó a pintar hermosos
cuadros de colores en su calva cabeza, que gustaron tantísimo a todos, que
con el tiempo se convirtió en un original artista famoso en el mundo entero.
Pedro Pablo Sacristán

La espada pacifista
Había una vez una espada preciosa. Pertenecía a un gran rey, y desde
siempre había estado en palacio, participando en sus entrenamientos y
exhibiciones, enormemente orgullosa. Hasta que un día, una gran discusión
entre su majestad y el rey del país vecino, terminó con ambos reinos
declarándose la guerra.
La espada estaba emocionada con su primera participación en una batalla de
verdad. Demostraría a todos lo valiente y especial que era, y ganaría una gran
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fama. Así estuvo imaginándose vencedora de muchos combates mientras iban
de camino al frente. Pero cuando llegaron, ya había habido una primera batalla,
y la espada pudo ver el resultado de la guerra. Aquello no tenía nada que ver
con lo que había imaginado: nada de caballeros limpios, elegantes y
triunfadores con sus armas relucientes; allí sólo había armas rotas y melladas,
y muchísima gente sufriendo hambre y sed; casi no había comida y todo estaba
lleno de suciedad envuelta en el olor más repugnante; muchos estaban medio
muertos y tirados por el suelo y todos sangraban por múltiples heridas...
Entonces la espada se dio cuenta de que no le gustaban las guerras ni las
batallas. Ella prefería estar en paz y dedicarse a participar en torneos y
concursos. Así que durante aquella noche previa a la gran batalla final, la
espada buscaba la forma de impedirla. Finalmente, empezó a vibrar. Al
principio emitía un pequeño zumbido, pero el sonido fue creciendo, hasta
convertirse en un molesto sonido metálico. Las espadas y armaduras del resto
de soldados preguntaron a la espada del rey qué estaba haciendo, y ésta les
dijo:
- "No quiero que haya batalla mañana, no me gusta la guerra"
- "A ninguno nos gusta, pero ¿qué podemos hacer?"
- "Vibrad como yo lo hago. Si hacemos suficiente ruido nadie podrá
dormir"
Entonces las armas empezaron a vibrar, y el ruido fue creciendo hasta hacerse
ensordecedor, y se hizo tan grande que llegó hasta el campamento de los
enemigos, cuyas armas, hartas también de la guerra, se unieron a la gran
protesta.
A la mañana siguiente, cuando debía comenzar la batalla, ningún soldado
estaba preparado. Nadie había conseguido dormir ni un poquito, ni siquiera los
reyes y los generales, así que todos pasaron el día entero durmiendo. Cuando
comenzaron a despertar al atardecer, decidieron dejar la batalla para el día
siguiente.
Pero las armas, lideradas por la espada del rey, volvieron a pasar la noche
entonando su canto de paz, y nuevamente ningún soldado pudo descansar,
teniendo que aplazar de nuevo la batalla, y lo mismo se repitió durante los
siguientes siete días.
Al atardecer del séptimo día, los reyes de los dos bandos se reunieron para ver
qué podían hacer en aquella situación. Ambos estaban muy enfadados por su
anterior discusión, pero al poco de estar juntos, comenzaron a comentar las
noches sin sueño que habían tenido, la extrañeza de sus soldados, el
desconcierto del día y la noche y las divertidas situaciones que había creado, y
poco después ambos reían amistosamente con todas aquellas historietas.
Afortunadamente, olvidaron sus antiguas disputas y pusieron fin a la guerra,
volviendo cada uno a su país con la alegría de no haber tenido que luchar y de
haber recuperado un amigo. Y de cuando en cuando los reyes se reunían para

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comentar sus aventuras como reyes, comprendiendo que eran muchas más las
cosas que los unían que las que los separaban.
Pedro Pablo Sacristán

El hada fea
Había una vez una aprendiz de hada madrina, mágica y maravillosa, la más
lista y amable de las hadas. Pero era también una hada muy fea, y por mucho
que se esforzaba en mostrar sus muchas cualidades, parecía que todos
estaban empeñados en que lo más importante de una hada tenía que ser su
belleza. En la escuela de hadas no le hacían caso, y cada vez que volaba a
una misión para ayudar a un niño o cualquier otra persona en apuros, antes de
poder abrir la boca, ya la estaban chillando y gritando:
-¡fea! ¡bicho!, ¡lárgate de aquí!.
Aunque pequeña, su magia era muy poderosa, y más de una vez había
pensado hacer un encantamiento para volverse bella; pero luego pensaba en lo
que le contaba su mamá de pequeña:
- tú eres como eres, con cada uno de tus granos y tus arrugas; y seguro que es
así por alguna razón especial...
Pero un día, las brujas del país vecino arrasaron el país, haciendo prisioneras a
todas las hadas y magos. Nuestra hada, poco antes de ser atacada, hechizó
sus propios vestidos, y ayudada por su fea cara, se hizo pasar por bruja. Así,
pudo seguirlas hasta su guarida, y una vez allí, con su magia preparó una gran
fiesta para todas, adornando la cueva con murciélagos, sapos y arañas, y
música de lobos aullando. Durante la fiesta, corrió a liberar a todas las hadas y
magos, que con un gran hechizo consiguieron encerrar a todas las brujas en la
montaña durante los siguientes 100 años.
Y durante esos 100 años, y muchos más, todos recordaron la valentía y la
inteligencia del hada fea. Nunca más se volvió a considerar en aquel país la
fealdad una desgracia, y cada vez que nacía alguien feo, todos se llenaban de
alegría sabiendo que tendría grandes cosas por hacer.
Pedro Pablo Sacristán

El gran palacio de la mentira


Todos los duendes se dedicaban a construir dos palacios, el de la verdad y el
de la mentira. Los ladrillos del palacio de la verdad se creaban cada vez que un
niño decía una verdad, y los duendes de la verdad los utilizaban para hacer su
castillo. Lo mismo ocurría en el otro palacio, donde los duendes de la mentira
construían un palacio con los ladrillos que se creaban con cada nueva mentira.
Ambos palacios eran impresionantes, los mejores del mundo, y los duendes
competían duramente porque el suyo fuera el mejor.
Tanto, que los duendes de la mentira, mucho más tramposos y marrulleros,
enviaron un grupo de duendes al mundo para conseguir que los niños dijeran
más y más mentiras. Y como lo fueron consiguiendo, empezaron a tener
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muchos más ladrillos, y su palacio se fue haciendo más grande y espectacular.
Pero un día, algo raro ocurrió en el palacio de la mentira: uno de los ladrillos se
convirtió en una caja de papel. Poco después, otro ladrillo se convirtió en
arena, y al rato otro más se hizo de cristal y se rompió. Y así, poco a poco,
cada vez que se iban descubriendo las mentiras que habían creado aquellos
ladrillos, éstos se transformaban y desaparecían, de modo que el palacio de la
mentira se fue haciendo más y más débil, perdiendo más y más ladrillos, hasta
que finalmente se desmoronó.
Y todos, incluidos los duendes mentirosos, comprendieron que no se pueden
utilizar las mentiras para nada, porque nunca son lo que parecen y no se sabe
en qué se convertirán.
Pedro Pablo Sacristán

El ladrón de rubíes
El en palacio de Rubilandia había un ladrón de rubíes. Nadie sabía quién era, y
a todos tenía tan engañados el ladrón, que lo único que se sabía de él era que
vivía en palacio, y que en palacio debía tener ocultas las joyas.
Decidido el rey a descubrir quién era, pidió ayuda a un enano sabio, famoso
por su inteligencia. Estuvo el enano algunos días por allí, mirando y
escuchando, hasta que se volvió a producir un robo. A la mañana siguiente el
sabio hizo reunir a todos los habitantes del palacio en una misma sala. Tras
inspeccionarlos a todos durante la mañana y el almuerzo sin decir palabra, el
enano comenzó a preguntar a todos, uno por uno, qué sabían de las joyas
robadas.
Una vez más, nadie parecía haber sido el ladrón. Pero de pronto, uno de los
jardineros comenzó a toser, a retorcerse y a quejarse, y finalmente cayó al
suelo.
El enano, con una sonrisa malvada, explicó entonces que la comida que
acababan de tomar estaba envenenada, y que el único antídoto para aquel
veneno estaba escondido dentro del rubí que había desaparecido esa noche. Y
explicó cómo él mismo había cambiado los rubíes auténticos por unos falsos
pocos días antes, y cómo esperaba que sólo el ladrón salvara su vida, si es
que era especialmente rápido...
Las toses y quejidos se extendieron a otras personas, y el terror se apoderó de
todos los presentes. De todos, menos de uno. Un lacayo que al sentir los
primeros dolores no tardó en salir corriendo hacia el escondite en que
guardaba las joyas, de donde tomó el último rubí. Efectivamente, pudo abrirlo y
beber el extraño líquido que contenía en su interior, salvando su vida.
O eso creía él, porque el jardinero era uno de los ayudantes del enano, y el
veneno no era más que un jarabe preparado por el pequeño investigador para
provocar unos fuertes dolores durante un rato, pero nada más. Y el lacayo así
descubierto fue detenido por los guardias y llevado inmediatamente ante la
justicia.
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El rey, agradecido, premió generosamente a su sabio consejero, y cuando le
preguntó cuál era su secreto, sonrió diciendo:
- Yo sólo trato de conseguir que quien conoce la verdad, la de a conocer. -¿Y
quién lo sabía? si el ladrón había engañado a todos... - No, majestad, a todos
no. Cualquiera puede engañar a todo el mundo, pero nadie puede engañarse a
sí mismo.
Pedro Pablo Sacristán

La maldición de los Mentirukis


Los mentirukis no siempre se llamaron así. No es que se pasaran la vida
contando mentiras, sólo las utilizaban de vez en cuando para engañar a los
viajeros y quedarse con sus joyas. Eso fue lo que los condenó, pues sin
saberlo, tramaron un engaño contra un gran mago. Y éste, al descubrirlo, lanzó
una gran maldición sobre todos los del pueblo: ni un sólo día podrían acostarse
sin haber dicho una mentira.
No parecía una maldición tan terrible, teniendo en cuenta que sólo se trataba
de una mentira al día, pero sus efectos resultaron desastrosos. ¡Todos mentían
todos los días! Así que no había manera de fiarse de ellos, ni de saber si
hablaban en serio, si irían adonde decían o pagarían lo que prometían. Los
engaños y enfados entre ellos eran constantes, y el ambiente en el pueblo se
volvió insoportable. Finalmente, se acostumbraron a todo aquello, y los
mentirukis, como empezaron a llamarlos, se ganaron la peor fama del mundo,
pues además de mentirosos, se les consideraba tramposos y ladrones. Y así
siguió siendo durante siglos...
Panta fue el primer mentiruki que trató de liberarse de la maldición. Le parecía
increíble que una sola mentira al día pudiera provocar aquel caos, y buscó por
todas partes la forma de pararlo. Consultó los grandes libros de la magia, habló
con guardianes de la luz y suplicó ayuda a las brujas negras, pero todo era
inútil: sólo el mago que inició la maldición tenía poder para terminarla.
Panta no se rindió, pues deseaba con todas sus fuerzas poder tener amigos de
los que fiarse, y conseguir que ellos también pudieran fiarse de él. Y entonces,
se le ocurrió un experimento: ¿qué pasaría si sólo decía mentiras?
Cuando probó su idea, algunos pensaron que se había vuelto loco, pero no
tardaron en comprender qué era lo que pretendía, y en unos pocos días, Panta
se convirtió en el primer mentiruki en quien se podía confiar. Y aquello resultó
ser un alivio para el resto de los mentirukis, pues llevaban toda la vida
deseando tratar con alguien que no fuera a mentirles en cualquier momento.
Todos confiaban a Panta sus negocios y temas importantes, y antes de darse
cuenta, Panta el Sincero se había convertido en el más famoso y querido de los
mentirukis. Viendo las ventajas que tenía la vida desde el lado honrado, y
hartos de su mentira de cada día, los mentirukis comenzaron a seguir el
ejemplo de Panta, y se pasaron al grupo de los que hablaban al revés, y todo lo
que decían era mentira.
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Así siguieron viviendo los mentirukis durante muchos años, hasta que aquella
historia se transformó en leyenda y luego se olvidó. Y el único recuerdo que
quedó de la maldición fue un extraño idioma que parecía hablarse al revés, y
un cuidado muy especial por no decir ni una sola mentira, pues nadie mejor
que los mentirukis sabe que hasta las más pequeñas mentiras tienen poder
para estropearlo todo.
Pedro Pablo Sacristán

El niño valiente y el fantasma multicolor


Un niño viaja de vacaciones a un gran castillo. Recorre todas las salas y
corredores, excepto uno al que no se acerca por miedo a la oscuridad. Justo en
esa zona del castillo habita un miedoso fantasma multicolor que no se atreve a
salir de allí por miedo a la claridad. Ambos intentan superar sus miedos
muchas veces sin éxito, hasta que un día el niño se arma de valor, y empieza a
atravesar el corredor oscuro, mientras se ayuda imaginando que todos sus
amigos le han preparado una fiesta sorpresa. Así llega junto al fantasma, que al
verle se alegra mucho de conocer a alguien y está muy simpático, así que
hacen muy amigos. Y se hacen tan amigos, que el niño ayuda al fantasma a
vencer su miedo a la claridad.
Pedro Pablo Sacristán

El bebé de los Paponatas


Los paponatas son unos pequeños seres de colores con forma de patata.
Además de ser divertidos y simpáticos, los paponatas tienen una característica
muy especial: cada vez que nace un bebé paponata, sea del color que sea, a
sus papás les crece un nuevo brazo del mismo color que el bebé. Ese es el
brazo especial del bebé, que sus papás dedican exclusivamente a cuidar de
ese hijo.
Pero un día un bebé paponata de color azul nació sin que a sus padres les
creciera ningún brazo azul ¡Menudo problema! ¿Cómo podrían cuidarlo, si sus
papás sólo tenían el brazo verde de su hermano mayor y el brazo rosa de su
otra hermana? Lo primero que intentaron aquellos papás tan preocupados fue
ponerse un brazo de mentira, pero no servía para nada, y el bebé no hacía otra
cosa que llorar. Luego pidieron ayuda a otros papás paponatas, pero todos
tenían todos sus brazos muy ocupados con sus propios niños, y nadie pudo
hacer nada.
Los papás del pequeño paponatito azul ya no sabían qué hacer, y se morían de
pena al ver que su bebé moriría por no poder cuidar de él.
Pero entonces, sucedió algo que no había ocurrido jamás. El hermanito verde y
la hermanita rosa fueron a ver a sus papás y se ofrecieron ¡a compartir sus
brazos especiales! Los papás no podían creer que tuvieran unos hijos tan
generosos y estupendos que estaban dispuestos a compartir sus brazos, a
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pesar de saber que si los dejaban para cuidar a su hermanito, muchas veces
no podrían usarlos con ellos mismos por estar ocupados con el bebé. Papá y
mamá paponata se llenaron de alegría y felicidad por poder cuidar al bebé, y
desde aquel día quisieron todavía muchísimo más a sus generosísimos hijos
mayores.
Y tanto los quisieron, y tan generosos habían sido aquellos pequeños
paponatas verde y rosa, que al poco tiempo también a ellos les creció un
alucinante brazo multicolor, con el que pudieron ayudar a sus papás a cuidar
del bebé siempre que quisieron.
Pedro Pablo Sacristán

El felicímetro
Dani estaba muy disgustado con Papá Noel. Era un niño muy bueno, pero le
molestaba tremendamente ver que casi todos los años muchos otros niños,
claramente más malos, recibían más juguetes por Navidad. Y fueron tantas sus
quejas, que una noche el propio Papá Noel apareció con el trineo en su
habitación, y le llevó con él al Polo Norte.
- Quiero enseñarte el mayor de los secretos -le dijo Papá Noel-. Si vienes te
mostraré cómo decidimos cuántos juguetes recibe cada niño en Navidad.
Cuando llegaron, Santa Claus le mostró algunos raros artilugios, mientras le
explicaba:
- Esto fue nuestro primer medidor de juguetes. Era una balanza, y los juguetes
se regalaban por peso. Dejamos de usarlo cuando un niño recibió tantos globos
que al explotar derrumbaron las paredes de su casa. - Ese otro con forma de
molde se llamaba "igualator". Servía para asegurarnos de que todos los niños
recibieran los mismos juguetes, pero como luego no tenía gracia cambiarlos
con otros niños, nadie los quería... Puff, casi me quedo sin trabajo, hubo un año
que apenas recibí unas pocas cartas y tuvimos que cambiarlo a toda prisa...
Y así fue hablando de los inventos que habían utilizado; algunos realmente
ridículos, otros un poco simplones, hasta que finalmente dijo:
- Pero todo se arregló con este invento, y desde entonces cada año recibo
muchos más millones de cartas que el anterior. Se llama Felicímetro, y
sirve para medir la felicidad de los niños. Cuando visitamos un niño,
ponemos en el felicímetro todo lo que tiene, y automáticamente nos dice
los mejores regalos para él.
- Pues debe estar estropeado, a mí siempre me tocan pocos regalos...-
protestó el niño.- ¡Qué va! funciona perfectamente.
Los niños que como tú tienen muchos amigos, unos papás y hermanos que les
quieren mucho, son generosos y no buscan la felicidad en las cosas tienen
miles de puntos en el felicímetro, y regalarles muchos juguetes sólo podría
bajárselos. Sin embargo, los niños que están más solos, o cuyos papás les
hacen menos caso, o que no tienen hermanos ni amigos, tienen tan pocos
puntos que da igual cuántos regalos añadamos al felicímetro: nunca pasan de
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la mitad... ése es el gran secreto del felicímetro: reciben más quienes de
verdad menos tienen.
Como no parecía terminar de creerlo, aquella Navidad Dani acompañó a Santa
Claus en su trineo llevando el felicímetro, comprobando él mismo cómo
quienes más regalos recibían eran los menos felices de todos. Y no pudo evitar
llorar cuando vieron un niño muy rico pero muy triste, que después de haber
abierto cien regalos, pasó la noche solitario en su habitación...
Y sintió tanta pena por esos niños, que ya nunca más volvió a envidiar sus
regalos y sus cosas, y se esforzó cada día por hacerles llegar a aquellos niños
una pequeña parte de su gran felicidad.
Pedro Pablo Sacristán

La criatura del desván


La primera noticia de la criatura del desván surgió cuando uno de los niños
subió a buscar un viejo libro. Todo estaba oscuro, pero entre las sombras pudo
ver claramente dos ojos que le miraban fijamente, desde lo alto, con gesto
terrible. Eran dos ojos grandes, separados casi un metro, lo que daba idea del
tamaño de la cabeza de aquel horrible ser, que se lanzó hacia el niño. Este
gritó a todo pulmón, cerró la puerta con llave, y dejó al monstruo gruñendo en
el desván.
Durante dos días el pueblo vivió aterrorizado. Los gruñidos del desván y los
aporreos de la puerta continuaron, y las noticias de las crueldades de aquel
"bicho" se extendían por todas partes. El número de tragedias y desgracias
aumentaba, pero nadie tenía valor para subir al desván y plantar cara a la
bestia.
Al poco pasó por allí un pescador noruego, cuyo barco ballenero había
naufragado días atrás; parecía un auténtico lobo de mar indomable, un tipo
duro; y aprovechando que conocía el idioma, los hombres del lugar le pidieron
su ayuda para enfrentarse a la horrible criatura. El noruego no dudó en hacerlo
a cambio de unas monedas, pero cuando al acercarse al desván escuchó los
gruñidos de la bestia, torció el gesto, y bajando las escaleras pidió mucho más
dinero, algunas herramientas, una gran red y un carro, pues si triunfaba quería
llevarse aquel ser como trofeo.
A todo accedieron los del pueblo, que vieron cómo el noruego abría la puerta y
desaparecía entre gritos profundos y estremecedores que cesaron al poco rato.
Nunca más volvieron a ver al noruego ni a escuchar a la bestia. Tampoco nadie
se atrevió a subir de nuevo al desván.
¿Queréis saber qué ocurrió tras la puerta? ¿Seguro?
Cuando el noruego abrió, pudo ver el ojo de Olav, su enorme y bravo timonel.
El ojo se veía también reflejado en un espejo, dando la impresión de pertenecer
a la misma cabeza, porque el otro ojo de Olav llevaba años cubierto por un
parche. Ambos siguieron hablaron a gritos en su idioma, mientras el ballenero
le contaba a su encerrado amigo que aquellas miedosas gentes le habían dado
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tanto dinero que podrían volver a tomar un barco y dedicarse a la pesca. Juntos
encontraron la forma de escapar del desván, subir al carro y desaparecer para
siempre.
Y así, el miedo, y sólo el miedo, empobreció a todo el pueblo y permitió
recuperarse a los pescadores. Tal y como sigue ocurriendo hoy con muchas de
nuestras cosas, en las que un miedo sin sentido nos lleva a hacer tonterías, e
incluso permite a otros aprovecharse de ello.
Pedro Pablo Sacristán

La madriguera abarrotada
Un conejo construyó una estupenda madriguera en la que vivía felizmente. Lo
hizo tan bien, que cuando llegaron unas grandes lluvias que inundaron
prácticamente todo el bosque y las casas de numerosos animales, la suya
quedó a salvo. Pronto empezaron el resto de animales a pedirle que les dejara
pasar aquel invierno en su casa, uno detrás de otro, hasta que la madriguera
estaba totalmente llena y no cabía nadie más, pero al conejo no le importó la
incomodidad porque se sentía generoso.
Un día de primavera, cuando todos habían vuelto a rehacer sus casas, el
conejo andaba paseando tan despistado que no se dio cuenta de que un lince
planeaba atraparle. Uno de los animales que había vivido en casa del conejo le
advirtió justo antes de ser cazado, y le ofreció cobijo. El lince destrozó su casa,
pero el conejo pudo escapar hasta llegar a ocultarse en casa de otro de sus
amigos. Así, durante todo un día, el lince persiguió al conejo de cueva en cueva
y de madriguera en madriguera, pero éste pudo salvarse ayudado por todos
aquellos a quienes había ofrecido cobijo, y aun por muchos otros que
estuvieron encantados de ayudarle.
Y se sintió enormemente feliz, no sólo de escapar del lince, sino de haber
llegado a tener tantos amigos gracias a su generosidad.
Pedro Pablo Sacristán

La economía de la sonrisa
Había una vez un rey sabio y bueno que observaba preocupado la importancia
que todos daban al dinero, a pesar de que en aquel país no había pobres y se
vivía bastante bien.
- ¿Por qué tanto empeño en conseguir dinero?- preguntó a sus consejeros. -
¿Para qué les sirve? - Parece que lo usan para comprar pequeñas cosas que
les dan un poco más de felicidad - contestaron tras muchas averiguaciones.
- ¿Felicidad, es eso lo que persiguen con el dinero? - y tras pensar un
momento, añadió sonriente. - Entonces tengo la solución: cambiaremos de
moneda.
Y fue a ver a los magos e inventores del reino para encargarles la creación de
un nuevo aparato: el portasonrisas. Luego, entregó un portasonrisas con más
de cien sonrisas a cada habitante del reino, e hizo retirar todas las monedas.
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-¿Para qué utilizar monedas, si lo que queremos es felicidad? - dijo
solemnemente el día del cambio.- ¡A partir de ahora, llevaremos la felicidad en
el bolsillo, gracias al portasonrisas!
Fue una decisión revolucionaria. Cualquiera podía sacar una sonrisa de su
portasonrisas, ponérsela en la cara y alegrarse durante un buen rato.
Pero algunos días después, los menos ahorradores ya habían gastado todas
sus sonrisas. Y no sabían cómo conseguir más. El problema se extendió tanto
que empezaron a surgir quejas y protestas contra la decisión del rey,
reclamando la vuelta del dinero. Pero el rey aseguró que no volvería a haber
monedas, y que deberían aprender a conseguir sonrisas igual que antes
conseguían dinero.
Así empezó la búsqueda de la economía de la sonrisa. Primero probaron a
vender cosas a cambio de sonrisas, sólo para descubrir que las sonrisas de
otras personas no les servían a ellos mismos. Luego pensaron que
intercambiando portasonrisas podrían arreglarlo, pero tampoco funcionó.
Muchos dejaron de trabajar y otros intentaron auténticas locuras. Finalmente,
después de muchos intentos en vano, y casi por casualidad, un viejo labrador
descubrió cómo funcionaba la economía de la sonrisa.
Aquel labrador había tenido una estupenda cosecha con la que pensó que se
haría rico, pero justo entonces el rey había eliminado el dinero y no pudo hacer
gran cosa con tantos y tan exquisitos alimentos. Él también trató de utilizarlos
para conseguir sonrisas, pero finalmente, viendo que se echarían a perder,
decidió ir por las calles y repartirlos entre sus vecinos.
Aunque le costó regalar toda su cosecha, el labrador se sintió muy bien
después de haberlo hecho. Pero nunca imaginó lo que le esperaba al regresar
a casa, con las manos completamente vacías. Tirado en el suelo, junto a la
puerta, encontró su olvidado portasonrisas ¡completamente lleno de nuevas y
frescas sonrisas!
De esta forma descubrieron en aquel país la verdadera economía de la
felicidad, comprendiendo que no puede comprarse con dinero, sino con las
buenas obras de cada uno, las únicas capaces de llenar un portasonrisas. Y
tanto y tan bien lo pusieron en práctica, que aún hoy siguen sin querer saber
nada del dinero, al que sólo ven como un obstáculo para ser verdaderamente
felices.
Pedro Pablo Sacristán

La nube avariciosa
Érase una vez una nube que vivía sobre un país muy bello. Un día, vio pasar
otra nube mucho más grande y sintió tanta envidia, que decidió que para ser
más grande nunca más daría su agua a nadie, y nunca más llovería.
Efectivamente, la nube fue creciendo, al tiempo que su país se secaba. Primero
se secaron los ríos, luego se fueron las personas, después los animales, y
finalmente las plantas, hasta que aquel país se convirtió en un desierto. A la
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nube no le importó mucho, pero no se dio cuenta de que al estar sobre un
desierto, ya no había ningún sitio de donde sacar agua para seguir creciendo, y
lentamente, la nube empezó a perder tamaño, sin poder hacer nada para
evitarlo.
La nube comprendió entonces su error, y que su avaricia y egoísmo serían la
causa de su desaparición, pero justo antes de evaporarse, cuando sólo
quedaba de ella un suspiro de algodón, apareció una suave brisa. La nube era
tan pequeña y pesaba tan poco, que el viento la llevó consigo mucho tiempo
hasta llegar a un país lejano, precioso, donde volvió a recuperar su tamaño.
Y aprendida la lección, siguió siendo una nube pequeña y modesta, pero
dejaba lluvias tan generosas y cuidadas, que aquel país se convirtió en el más
verde, más bonito y con más arcoíris del mundo.
Pedro Pablo Sacristán

Un trato con Santa Claus


Julio estaba tan enfadado por los pocos regalos que había recibido la Navidad
anterior, que la carta que escribió a Papá Noel aquel año resultó tan dura que
el mismo Santa Claus fue a visitarlo unos días antes.
- ¿Por qué tanto enfado y tantos regalos? - preguntó Papá Noel- ¡Pero si tienes
un montón de amigos!
- ¡Me da igual! Quiero más juguetes y menos amigos.
Y tan molesto estaba que el bueno de Santa Claus tuvo que proponerle un
trato:
- Está bien. Como muchos otros niños me han pedido tener más amigos, te
daré un regalo más por cada amigo al que renuncies para que se lo pueda
ofrecer a otros niños.
- ¡Hecho! - dijo el niño sin dudar.. -Además, puedes quedártelos todos.
Aquella Navidad Julio se encontró con una enorme montaña de regalos.
Tantos, que dos días después aún seguía abriéndolos. El niño estaba feliz,
gritaba a los vientos lo mucho que quería a Santa Claus, y hasta le escribió
varias cartas de agradecimiento.
Luego comenzó a jugar con sus regalos. Eran tan alucinantes que no pudo
esperar a salir a la calle para mostrárselos a los demás niños.
Pero, una vez en la calle, ninguno de los niños mostró interés por aquellos
juguetes. Y tampoco por el propio Julio. Ni siquiera cuando este les ofreció
probar los mejores y más modernos aparatos.
- Vaya- pensó el niño - supongo que me he quedado sin amigos. Bueno, qué
más da, sigo teniendo mis juguetes.
Y Julio volvió a su casa. Durante algunas semanas disfrutó de un juguete
nuevo cada día, y la emoción que sentía al estrenar un juguete todas las
mañanas le hizo olvidar su falta de amigos. Pero no había pasado ni un mes
cuando sus juguetes comenzaron a resultarle aburridos. Siempre hacían lo
mismo, y la única forma de cambiar los juegos era inventándose nuevos
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mundos y aventuras, como hacía habitualmente con sus amigos. Sin embargo,
hacerlo solo no tenía mucha gracia.
Entonces empezó a echar de menos a sus amigos. Se daba cuenta de que
cuando estaba con sus amigos, siempre se les ocurrían nuevas ideas y formas
de adaptar sus juegos ¡Por eso podían jugar con un mismo juguete durante
semanas! Y tanto lo pensó, que finalmente llegó a estar convencido de que sus
amigos eran mucho mejores que cualquier juguete ¡Pero si llevaba años
jugando con sus amigos y nunca se había aburrido de ellos!
Y tras un año de mortal aburrimiento, al llegar la Navidad redactó para Papá
Noel una humilde carta en la que pedía perdón por haber sido tan torpe de
cambiar sus mejores regalos por unos aburridos juguetes, y suplicaba
recuperar todos sus antiguos amigos.
Y desde entonces, no deseó por Navidad otra cosa que tener muchos amigos y
poder compartir con ellos momentos de juegos y alegrías, aunque fuera junto a
los viejos juguetes de siempre.
Pedro Pablo Sacristán

Brodek, el dragón del día y la noche


Llegó el día. El joven dragón Brodek tendría que elegir su bando, y convertirse
en un dragón de la noche o en un dragón de la luz. Ambos grupos, enemigos
naturales, se odiaban a muerte, y cada dragón, al llegar su tiempo, tenía que
escoger uno de los bandos y formar parte de su ejército.
Casi todos se decidían siendo aún pequeños, y se entrenaban durante años,
antes del cambio definitivo. Pero Brodek no lo tenía claro. Y ya no le quedaba
tiempo. Al amanecer, sus alas se cubrirían con el azul de la noche o el dorado
del sol, y permanecerían así para siempre, y todo su ser odiaría al sol o a la
luna sin poderlo remediar. Era el precio del mágico y funesto don de escupir
fuego.
Por eso Brodek había ido a pensar al bosque, donde esperaba encontrar una
respuesta. Pero allí, sentado, en el silencio de la noche, no había respuestas.
Sólo una luna llena blanca y preciosa, con pálidos brillos de plata. Y el viento
en las hojas de los árboles, más suave y frío que de constumbre, como
despidiéndose del joven dragón. Y la noche, una noche profunda llena de
estrellas lejanas... Por nada del mundo quería Brodek convertirse en un dragón
de la luz para odiar toda esa maravilla, y sintió cómo sus alas comenzaban a
teñirse lentamente con el color de la noche.
Pero la noche fue perdiendo fuerza para dar paso a las primeras luces del alba.
Era ese uno de los momentos favoritos del dragón, y disfrutó de los tonos
rosados del cielo, del suave calor del primer rayo de sol en la cara, de los
brillos de cristal y fuego en las aguas y de la alegría que despertaban en el
bosque los primeros cantos de los pajarillos... No, tampoco quería ser un
dragón de la noche para odiar tantísima belleza.

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Y antes de que las lágrimas inundaran sus ojos, antes incluso de saber cuál era
el color definitivo de sus alas, Brodek voló hasta la laguna, se sumergió cuanto
pudo en ella para calmar su sed de paz, y voló hacia el cielo, tan alto como
pudo, como tratando de escapar de la injusta tierra y de su cruel destino. Y
cuando estuvo tan lejos que el frío le impedía mover las alas, abrió la boca para
soltar su gran llamarada, como queriendo gastarla completamente, o no
haberla tenido nunca.
Pero en lugar de fuego, de su boca surgió una finísima capa de escarcha que
cubrió los campos, como si su deseo de paz y el agua de la laguna hubieran
obrado un milagro. Y sólo entonces descubrió que no sería un dragón de la
noche, ni un dragón de la luz, pues una de sus alas pertenecía a la luna, y la
otra la sol.
Y cada cierto tiempo, Brodek vuelve a decorar los campos con su mágico
aliento escarchado, como queriendo recordar al mundo que no es necesario
elegir entre el día y la noche cuando no se sabe odiar.
Pedro Pablo Sacristán

Adalina, el hada sin alas


Adalina no era un hada normal. Nadie sabía por qué, pero no tenía alas. Y eso
que era la princesa, hija de la Gran Reina de las Hadas. Como era tan pequeña
como una flor, todo eran problemas y dificultades. No sólo no podía volar, sino
que apenas tenía poderes mágicos, pues la magia de las hadas se esconde en
sus delicadas alas de cristal. Así que desde muy pequeña dependió de la
ayuda de los demás para muchísimas cosas. Adalina creció dando las gracias,
sonriendo y haciendo amigos, de forma que todos los animalillos del bosque
estaban encantados de ayudarla.
Pero cuando cumplió la edad en que debía convertirse en reina, muchas hadas
dudaron que pudiera ser una buena reina con tal discapacidad. Tanto
protestaron y discutieron, que Adalina tuvo que aceptar someterse a una
prueba en la que tendría que demostrar a todos las maravillas que podía hacer.
La pequeña hada se entristeció muchísimo. ¿Qué podría hacer, si apenas era
mágica y ni siquiera podía llegar muy lejos con sus cortas piernitas? Pero
mientras Adalina trataba de imaginar algo que pudiera sorprender al resto de
las hadas, sentada sobre una piedra junto al río, la noticia se extendió entre sus
amigos los animales del bosque. Y al poco, cientos de animalillos estaban junto
a ella, dispuestos a ayudarla en lo que necesitara.
- Muchas gracias, amiguitos. Me siento mucho mejor con todos vosotros a mi
lado- dijo con la más dulce de sus sonrisas- pero no sé si podréis ayudarme.
- ¡Claro que sí! - respondió la ardilla- Dinos, ¿qué harías para sorprender a
esas hadas tontorronas? - Ufff.... si pudiera, me encantaría atrapar el primer
rayo de sol, antes de que tocara la tierra, y guardarlo en una gota de rocío,
para que cuando hiciera falta, sirviera de linterna a todos los habitantes del
bosque. O... también me encantaría pintar en el cielo un arco iris durante la
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noche, bajo la pálida luz de la luna, para que los seres nocturnos pudieran
contemplar su belleza... Pero como no tengo magia ni alas donde guardarla...
- ¡Pues la tendrás guardada en otro sitio! ¡Mira! -gritó ilusionada una vieja
tortuga que volaba por los aires dejando un rastro de color verde a su paso.
Era verdad. Al hablar Adalina de sus deseos más profundos, una ola de magia
había invadido a sus amiguitos, que salieron volando por los aires para crear el
mágico arco iris, y para atrapar no uno, sino cientos de rayos de sol en finas
gotas de agua que llenaron el cielo de diminutas y brillantes lamparitas.
Durante todo el día y la noche pudieron verse en el cielo ardillas, ratones,
ranas, pájaros y pececillos, llenándolo todo de luz y color, en un espectáculo
jamás visto que hizo las delicias de todos los habitantes del bosque.
Adalina fue aclamada como Reina de las Hadas, a pesar de que ni siquiera ella
sabía aún de dónde había surgido una magia tan poderosa. Y no fue hasta
algún tiempo después que la joven reina comprendió que ella misma era la
primera de las Grandes Hadas, aquellas cuya magia no estaba guardada en sí
mismas, sino entre todos sus verdaderos amigos.

Pedro Pablo Sacristán

La grandeza de un rey
Había una vez un poderoso rey que tenía tres hijos. Dudando sobre quién
debía sucederlo en el trono, envió a cada uno de ellos a gobernar un territorio
durante cinco años, al término de los cuales deberían volver junto a su padre
para mostrarle sus logros.
Así marcharon los tres, cada uno a su lugar, alegres por poder ejercer como
reyes. Pero al llegar descubrieron decepcionados que tan sólo se trataba de
pequeñas villas con un puñado de aldeanos, en las que ni siquiera había un
castillo.
- Seguro que a mis hermanos se les han dado reinos mayores, pero
demostraré a mi padre que puedo ser un gran rey - se dijo el mayor. Y juntando
a los pocos habitantes de su villa, les enseñó las artes de la guerra para formar
un pequeño ejército con el que conquistar las villas vecinas. Así, su pequeño
reino creció en fuerza y poder, y al cabo de los cinco años había multiplicado
cien veces su extensión. Orgulloso, el joven príncipe reunió a aquellos primeros
aldeanos, y viajó junto a su padre.
- Seguro que a mis hermanos se les han dado reinos mayores; sin duda mi
padre quiere probar si puedo ser un gran rey - pensó el mediano. Y desde
aquel momento inició con sus aldeanos la construcción del mayor de los
palacios. Y tras cinco años de duro trabajo, un magnífico palacio presidía la
pequeña aldea. Satisfecho, el joven príncipe viajó junto a su padre en
compañía de sus fieles aldeanos.
- Seguro que a mis hermanos se les han dado reinos mayores, así que la gente
de esta aldea debe de ser importante para mi padre - pensó el pequeño. Y
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resolvió cuidar de ellos y preocuparse por que nada les faltara. Durante sus
cinco años de reinado, la aldea no cambió mucho; era un lugar humilde y
alegre, con pequeñas mejoras aquí y allá, aunque sus aldeanos parecían muy
satisfechos por la labor del príncipe, y lo acompañaron gustosos junto al rey.
Los tres hermanos fueron recibidos con alegría por el pueblo, con todo
preparado para la gran fiesta de coronación. Pero cuando llegaron ante su
padre y cada uno quiso contar las hazañas que debían hacerle merecedor del
trono, el rey no los dejó hablar. En su lugar, pidió a los aldeanos que contaran
cómo habían sido sus vidas.
Así, los súbditos del hijo mayor mostraron las cicatrices ganadas en sus
batallas, y narraron todo el esfuerzo y sufrimiento que les había supuesto
extender su reino. El hermano mayor sería un rey temible, fuerte y poderoso, y
se sentían orgullosos de él.
Los súbditos del mediano contaron cómo, bajo el liderazgo del príncipe, habían
trabajado por la mañana en el campo y por la tarde en la obra para construir
tan magnífico palacio. Sin duda sería un gran rey capaz de los mayores logros,
y se sentían orgullosos de él.
Finalmente, los súbditos del pequeño, medio avergonzados, contaron lo felices
que habían sido junto a aquel rey humilde y práctico, que había mejorado sus
vidas en tantas pequeñas cosas. Como probablemente no era el gran rey que
todos esperaban, y ellos le tenían gran afecto, pidieron al rey que al menos
siguiera gobernando su villa.
Acabadas las narraciones, todos se preguntaban lo mismo que el rey ¿Cuál de
los príncipes estaría mejor preparado para ejercer tanto poder?
Indeciso, y antes de tomar una decisión, el rey llamó uno por uno a todos sus
súbditos y les hizo una sola pregunta:
- Si hubieras tenido que vivir estos cinco años en una de esas tres villas, ¿cuál
hubieras elegido?
Todos, absolutamente todos, prefirieron la vida tranquila y feliz de la tercera
villa, por muy impresionados que estuvieran por las hazañas de los dos
hermanos mayores.
Y así, el más pequeño de los príncipes fue coronado aquel día como el más
grande de los reyes, pues la grandeza de los gobernantes se mide por el afecto
de sus pueblos, y no por el tamaño de sus castillos y riquezas.

Pedro Pablo Sacristán

El robot desprogramado
Ricky vivía en una preciosa casa del futuro con todo lo que quería. Aunque no
ayudaba mucho en casa, se puso contentísimo cuando sus papás compraron
un robot mayordomo último modelo. Desde ese momento, iba a encargarse de
hacerlo todo: cocinar, limpiar, planchar, y sobre todo, recoger la ropa y su
cuarto, que era lo que menos le gustaba a Ricky. Así que aquel primer día
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Ricky dejó su habitación hecha un desastre, sólo para levantarse al día
siguiente y comprobar que todo estaba perfectamente limpio.
De hecho, estaba "demasiado" limpio, porque no era capaz de encontrar su
camiseta favorita, ni su mejor juguete. Por mucho que los buscó, no volvieron a
aparecer, y lo mismo fue ocurriendo con muchas otras cosas que
desaparecían. Así que empezó a sospechar de su brillante robot mayordomo.
Preparó todo un plan de espionaje, y siguió al robot por todas partes, hasta que
le pilló con las manos en la masa, cogiendo uno de sus juguetes del suelo y
guardándoselo.
El niño fue corriendo a contar a sus padres que el robot estaba roto y mal
programado, y les pidió que lo cambiaran. Pero sus padres dijeron que de
ninguna manera, que eso era imposible y que estaban encantados con el
mayordomo. Que además cocinaba divinamente. Así que Ricky tuvo que
empezar a conseguir pruebas y tomar fotos a escondidas. Continuamente
insistía a sus padres sobre el "chorizo" que se escondía bajo aquel amable y
simpático robot, por mucho que cocinara mejor que la abuela.
Un día, el robot oyó sus protestas, y se acercó a él para devolverle uno de sus
juguetes y algo de ropa.
- Toma, niño. No sabía que esto te molestaba- dijo con su metálica voz.
- ¡Cómo no va a molestarme, chorizo! ¡Llevas semanas robándome cosas!
-respondió furioso el niño.
- Sólo creía que no te gustaban, y que por eso las tratabas tan mal y las tenías
por el suelo. Yo estoy programado para recoger todo lo que pueda servir, y por
las noches lo envío a lugares donde a otra gente pueda darles buen uso. Soy
un robot de eficiencia máxima, ¿no lo sabías? - dijo con cierto aire orgulloso.

Entonces Ricky comenzó a sentirse avergonzado. Llevaba toda la vida tratando


las cosas como si no sirvieran para nada, sin cuidado ninguno, cuando era
verdad que mucha otra gente estaría encantada de tratarlas con todo el
cuidado del mundo. Y comprendió que su robot no estaba roto ni
desprogramado, sino que estaba ¡verdaderamente bien programado!
Desde entonces, decidió convertirse él mismo en un "niño de eficiencia
máxima" y puso verdadero cuidado en tratar bien sus cosas, tenerlas
ordenadas y no tener más de las necesarias. Y a menudo compraba cosas
nuevas para acompañar a su buen amigo el robot a visitar y ayudar a aquellas
otras personas.

Pedro Pablo Sacristán

La ley del bosque iluminado


El bosque iluminado era el mejor bosque en que se podía vivir, donde las
fiestas llenaban de luz las noches y todos disfrutaban. En aquel bosque sólo
había una ley: "perdonar a todos". Y nunca tuvieron problemas con ella, hasta
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que un día la abeja picó al conejo por error, y éste sufrió tanto que no quería
perdonarla. Pidió al búho que reuniera al consejo y revisaran aquella ley. Todos
estuvieron de acuerdo en que no habría problema por relajarla, así que se
permitió una única excepción por animal; si alguien se enfadaba de verdad con
alguien, no tenía por qué perdonarle si no quería. Y así siguieron hasta la gran
fiesta de la primavera, la mejor del año, que resultó un grandísimo fracaso: sólo
aparecieron el búho y unos pocos animales más. Entonces el señor búho
decidió investigar el asunto, y fue a ver al conejo. Este le dijo que no había ido
por si iba la abeja, a la que aún no había perdonado. Luego la abeja dijo que no
había ido por si iba la ardilla, a la que no había perdonado por tirar su colmena.
La ardilla tampoco fue por si iba el zorro, a quien no había perdonado que
robara su comida... y así sucesivamente todos contaron cómo habían dejado
de ir por si se presentaba aquel a quien no habían perdonado. El búho
entonces convocó la asamblea, y mostró a todos cómo aquella pequeña
excepción a la ley había acabado con la felicidad del bosque.
Unánimemente decidieron recuperar su antigua ley, "perdonar a todos", a la
que añadieron: "sin excepciones"

Pedro Pablo Sacristán

¡¡Ya no aguanto más!!


Había una vez dos puertas en la misma casa. Una era una bella puerta de
salón, mientras que la otra era una puerta de baño del montón, pero en lo que
coincidían ambas era en que llevaban una vida de perros. La casa estaba llena
de niños traviesos y descuidados que no dejaban de arrearles portazos y
golpes día tras día.
Cada noche, cuando todos dormían, las puertas comentaban su mala fortuna,
pero mientras la puerta de salón se mostraba siempre harta y a punto de
explotar, la puerta de baño la tranquilizaba diciendo:
- No te preocupes, es normal; son niños y ya aprenderán; aguanta un poco y
verás cómo todo cambiará a mejor.
Y la puerta de salón se calmaba por algún tiempo. Pero un día, tras una gran
fiesta en la casa llena de golpes y portazos, explotó diciendo:
"Ya está bien. No aguanto más. Al próximo portazo que me den, me rompo y se
van a enterar de lo que es bueno.
No hizo caso de las palabras de la otra puerta, y cuando al día siguiente recibió
su primer golpe, la puerta del sálón se rompió. Aquello causó un gran revuelo y
preocupación en la casa, y los niños fueron advertidos para tener más cuidado,
lo que llenó de satisfacción a la puerta, que saboreaba su venganza.
Pero pasados los primeros días de problemas, los dueños de la casa se
hartaron de la incomodidad de tener una puerta rota. Sin embargo, en lugar de
arreglarla, decidieron cambiarla, así que sacaron de su sitio la antigua puerta y
sin ningún miramiento la abandonaron junto a la basura.
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Entonces la bella puerta de salón se lamentó de lo que había hecho, pues por
no haber aguantado un poco más, ahora se veía esperando a ser convertida en
serrín, mientras que su amiga, la vulgar puerta de baño, seguía en su sitio y
además era tratada con más cuidado...
Afortunadamente, la puerta de salón no acabó hecha serrín, porque un hombre
muy pobre la descubrió junto a la basura y aunque rota, le pareció la mejor
puerta que podía encontrar para su pobre casa; y la puerta fue feliz de tener
otra oportunidad y volver a hacer de puerta, y de aceptar con agrado las
incomodidades de un trabajo tan duro y tan digno como es ser una puerta.

Pedro Pablo Sacristán

Los experimentos de la señorita Elisa


La señorita Elisa aquel fin de semana les propuso uno de sus famosos trabajos
sobre experimentos. A sus alumnos les encantaba aquella forma de enseñar,
en la que ellos mismos tenían que pensar experimentos que ayudaran a
comprender las cosas. Muchos tenían que ver con las ciencias o la química,
pero otros, los que más famosa la habían hecho, tenían que ver con las
personas y sus comportamientos. Y aquella vez el tema era realmente difícil: la
libertad. ¿Cómo puede hacerse un experimento sobre la libertad? ¿Qué se
podría enseñar sobre la libertad a través de experimentos?
Estas y otras preguntas parecidas se hacían los alumnos camino de sus casas.
Pero ya se habían lucido con otros experimentos difíciles, y aquella vez no fue
una excepción. El lunes llegaron con sus experimentos listos, y fueron
mostrándolos uno a uno. Fueron muy interesantes, pero para no hacer muy
larga la historia, la señorita Elisa me ha pedido que sólo cuente los
experimentos de Amaya, Carlos y Andrea, que le gustaron mucho.
Amaya llevó 5 cajas de colores y le dio a elegir a la profesora. La maestra,
agradecida, escogió la caja rosa con una sonrisa. Luego Amaya sacó 5 cajas
amarillas, se acercó a Carlos y le dio a elegir. Carlos contrariado, tomó una
cualquiera. La señorita Elisa, divertida, preguntó a Amaya cómo se llamaba el
experimento.
- Lo he titulado "Opciones". Para que exista libertad hay que elegir entre
distintas opciones. Por eso Carlos se ha enfadado un poco, porque al ser las
cajas iguales realmente no le he dejado elegir. Sin embargo la señorita Elisa
estaba muy contenta porque pudo elegir la caja que más le gustó.
Carlos había preparado otro tipo de ejercicio más movido: hizo subir a la
pizarra a la maestra, a Lucas, un chico listo pero vago, y a Pablo, uno de los
peores de la clase. Entonces, dividió la clase en tres grupos y dijo dirigiéndose
al primer grupo: - Voy a haceros una pregunta dificilísima; podéis elegir a
cualquiera de los tres de la pizarra para que os ayude a contestarla. Quien
acierte se llevará una gran bolsa de golosinas.

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Todos eligieron a la maestra. Entonces Carlos dijo a los del segundo grupo:
- La misma pregunta va a ser para vosotros, pero tenéis que saber que a
Pablo, antes de empezar, le he dado un papel con la pregunta y la respuesta.
Entre las quejas de los del primer grupo, los del segundo eligieron sonrientes a
Pablo. Luego Carlos siguió con los últimos:
- Os toca a vosotros. Lo que les he contado a los del segundo grupo era
mentira. El papel se lo había dado a Lucas.
Y entre abucheos de unos y risas de otros, Pablo mostró las manos vacías y
Lucas enseñó el papel con la pregunta y la respuesta. Po supuesto, fue el
único que acertó la difícil pregunta que ni la maestra ni Pablo supieron
responder. Mientras los ganadores repartían las golosinas entre todos, Carlos
explicó:
- Este experimento se llama "Sin verdad no hay libertad". Demuestra que sólo
podemos elegir libremente si conocemos toda la verdad y tenemos toda la
información. Los grupos 1 y 2 parecía que eran libres para elegir a quien
quisieran, pero al no saber la verdad, realmente no eran libres, aun sin saberlo,
cuando eligieron. Si lo hubiera sabido su elección habría sido otra
El experimento de Andrea fue muy diferente. Apareció en la clase con Lalo, su
hámster, y unos trozos de queso y pan, y preparó distintas pruebas.
En la primera puso un trozo de queso, cubierto con un vaso de cristal, y al lado
un pedazo de pan al aire libre. Cuando soltó a Lalo, este fue directo al queso,
golpeándose contra el vaso. Trató de llegar al queso durante un buen rato, pero
al no conseguirlo, terminó comiendo el pan. Andrea siguió haciendo pruebas
parecidas durante un rato, un pelín crueles, pero muy divertidas, en las que que
el pobre Lalo no podía alcanzar el queso y terminaba comiendo su pan.
Finalmente, colocó un trozo de queso y otro pan, ambos sueltos, y Lalo,
aburrido, ignoró el queso y fue directamente a comer el pan. El experimento
gustó mucho a todos, y mientras la señorita Elisa premiaba a Lalo con el queso
que tanto se había merecido, Andrea explicó:
- El experimento se llama "Límites". Demuestra que lo, lo sepamos o no,
nuestra libertad siempre tiene límites, y que no sólo pueden estar fuera, sino
dentro de nosotros, como con mi querido Lalo, que pensaba que no sería
capaz de coger el queso aunque estuviera suelto.
Muchos más experimentos interesantes se vieron ese día, y puede que alguna
vez los contemos, pero lo que está claro es que los niños de la clase de la
señorita Elisa terminaron sabiendo de la libertad más que muchos mayores.

Pedro Pablo Sacristán

El pingüino y el canguro
Había una vez un canguro que era un auténtico campeón de las carreras, pero
al que el éxito había vuelto vanidoso, burlón y antipático. La principal víctima de

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sus burlas era un pequeño pingüino, al que su andar lento y torpón impedía
siquiera acabar las carreras.
Un día el zorro, el encargado de organizarlas, publicó en todas partes que su
favorito para la siguiente carrera era el pobre pingüino. Todos pensaban que
era una broma, pero aún así el vanidoso canguro se enfadó muchísimo, y sus
burlas contra el pingüino se intensificaron. Éste no quería participar, pero era
costumbre que todos lo hicieran, así que el día de la carrera se unió al grupo
que siguió al zorro hasta el lugar de inicio. El zorro los guió montaña arriba
durante un buen rato, siempre con las mofas sobre el pingüino, sobre que si
bajaría rondando o resbalando sobre su barriga...
Pero cuando llegaron a la cima, todos callaron. La cima de la montaña era un
cráter que había rellenado un gran lago. Entonces el zorro dio la señal de
salida diciendo: "La carrera es cruzar hasta el otro lado". El pingüino,
emocionado, corrió torpemente a la orilla, pero una vez en el agua, su
velocidad era insuperable, y ganó con una gran diferencia, mientras el canguro
apenas consiguió llegar a la otra orilla, lloroso, humillado y medio ahogado. Y
aunque parecía que el pingüino le esperaba para devolverle las burlas, éste
había aprendido de su sufrimiento, y en lugar de devolvérselas, se ofreció a
enseñarle a nadar.
Aquel día todos se divirtieron de lo lindo jugando en el lago. Pero el que más lo
hizo fue el zorro, que con su ingenio había conseguido bajarle los humos al
vanidoso canguro.

Pedro Pablo Sacristán

Bulá, el viajero
Hace muchos, muchos años, un gran señor llamado Bulá reconoció en el cielo
signos nunca vistos. Anunciaban la llegada del más grande de los reyes que el
mundo hubiera conocido. Asombrado por tanto poder, el rico señor decidió salir
en su búsqueda con la intención de ponerse al servicio de aquel poderoso rey y
así ganar un puesto de importancia en el futuro imperio.
Juntando todas sus riquezas, preparó una gran caravana y se dirigió hacia el
lugar que indicaban sus signos. Pero no contaba aquel poderoso señor con que
el camino era largo y duro.
Muchos de sus sirvientes cayeron enfermos, y él, señor bondadoso, se ocupó
de ellos, gastando grandes riquezas en sabios y doctores. Cruzaron también
zonas tan secas, que sus habitantes morían de hambre por decenas, y les
permitió unirse a su viaje, proporcionándoles vestido y alimento. Encontró
grupos de esclavos tan horriblemente maltratados que decidió comprar su
libertad, constándole grandes sumas de oro y joyas. Los esclavos,
agradecidos, también se unieron a Bulá.
Tan largo fue el viaje, y tantos los que terminaron formando aquella caravana,
que cuando por fin llegaron a su destino, apenas guardaba ya algunas joyas,
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una pequeñísima parte de las que inicialmente había reservado como regalo
para el gran rey. Bulá descubrió el último de los signos, una gran estrella
brillante tras unas colinas, y se dirigió allí cargando sus últimas riquezas.
Camino hacia el palacio del gran rey se cruzó con muchos caminantes pero, al
contrario de lo que esperaba, pocos eran gente noble y poderosa; la mayoría
eran pastores, hortelanos y gente humilde. Viendo sus pies descalzos, y
pensando que de poco servirían sus escasas riquezas a un rey tan poderoso,
terminó por repartir entre aquellas gentes las últimas joyas que había
guardado.
Definitivamente, sus planes se habían torcido del todo. Ya no podría siquiera
pedir un puesto en el nuevo reino. Y pensó en dar media vuelta, pero había
pasado por tantas dificultades para llegar hasta allí, que no quiso marcharse sin
conocer al nuevo rey del mundo.
Así, continuó andando, sólo para comprobar que tras una curva el camino
terminaba. No había rastro de palacios, soldados o caballos. Tan sólo podía
verse, a un lado del camino, un pequeño establo donde una humilde familia
trataba de protegerse del frío. Bulá, desanimado por haberse perdido de nuevo,
se acercó al establo con la intención de preguntar a aquellas gentes si
conocían la ruta hacia el palacio del nuevo rey.
- Traigo un mensaje para él- explicó mostrando un pergamino -. Me gustaría
ponerme a su servicio y tener un puesto importante en su reino.
Todos sonrieron al oír aquello, especialmente un bebé recién nacido que
reposaba en un pesebre. La mujer dijo, extendiendo la mano y tomando el
mensaje:
- Deme el mensaje, yo lo conozco y se lo daré en persona.
Y acto seguido se lo dio al niño, que entre las risas de todos lo aplastó con sus
manitas y se lo llevó a la boca, dejándolo inservible.
Bulá no sonrió ante aquella broma. Destrozado al ver que apenas tenía ya
nada de cuanto un día llegó a poseer, cayó al suelo, llorando amargamente.
Mientras lloraba, la mano del bebé tocó su pelo. El hombre levantó la cabeza y
miró al niño. Estaba tranquilo y sonriente, y era en verdad un bebé tan precioso
y alegre, que pronto olvidó sus penas y comenzó a juguetear con él.
Allí permaneció casi toda la noche el noble señor, acompañando a aquella
humilde familia, contándoles las aventuras y peripecias de su viaje, y
compartiendo con ellos lo poco que le quedaba. Cuando ya amanecía, se
dispuso a marchar, saludando a todos y besando al niño. Este, sonriente como
toda la noche, agarró el babeado pergamino y se lo pegó en la cara, haciendo
reír a los presentes. Bulá tomó el pergamino y lo guardó como recuerdo de
aquella agradable familia.
Al día siguiente inició el viaje de vuelta a su tierra. Y no fue hasta varios días
después cuando, recordando la noche en el establo, encontró el pergamino
entre sus ropas y volvió a abrirlo. Las babas del bebé no habían dejado rastro
del mensaje original. Pero justo en aquel momento, mientras miraba el vacío
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papiro, finísimas gotas de agua y de oro llenaron el aire y se fueron posando
lentamente en él. Y con lágrimas de felicidad rodando por las mejillas, Bulá
pudo leer:
Recibí tu mensaje. Gracias por tu visita y por los regalos que trajiste de tus
tierras para todos los amigos míos que fuiste encontrando por el camino. Te
aseguro que ya tienes un Gran Puesto en mi Reino.
Fdo.: Jesús, Rey de Reyes

Pedro Pablo Sacristán

El día del Silencio


Regal no podía oír nada. Era un niño normal en todo, pero había nacido sordo.
Era muy famoso en el pueblo, y todos le trataban con mucho cariño, pero a la
hora de la verdad, no le tenían muy en cuenta para muchas cosas. Los niños
pensaban que podría hacerse daño, o que no reaccionaría rápido durante un
juego sin oír la pelota, y los adultos actuaban como si no fuera capaz de
entenderles, casi como si hablaran con un bebé. A Regal no le gustaba mucho
esto, pero mucho menos aún a su amigo Manuel, que un día decidió que
aquello tenía que cambiar. Y como Manuel era el hijo del alcalde, convenció a
su padre para que aquel año, en honor de Regal, dedicaran un día de las
fiestas a quienes no pueden oir, y durante 24 horas todos llevaran unos
tapones en los oidos con los que no se pudiera oír nada.
La idea fue muy bien recibida, porque todos querían mucho a Regal, que
durante las semanas previas a las fiestas tuvo que aguantar bastantes miradas
de lástima y sonrisas compasivas. Y el Día del Silencio, como así lo llamaron,
todos fueron a ponerse sus tapones con gran fiesta y alegría.
La mañana estuvo llena de chistes, bromas y risas, pero según fueron pasando
las horas, todos comenzaron a ser conscientes de las dificultades que tenían al
no poder oir. Pero todo lo que aprendieron sobre lo difícil que era vivir así, no
fue nada comparado con el gran descubrimiento del día: ¡Regal era un
fenómeno! Como resultaba que ya nadie se fijaba en su sordera, aquel día
Regal pudo jugar a todo como cualquier niño, y resultó que era buenísimo a
casi todo. Y no sólo eso; Regal tenía una mente clara y ágil y aquel día como
nadie tenía la prisa habitual todos pudieron atender a Regal, que era quien
mejor se expresaba por gestos.
Y todos quedaron sorprendidos de su inteligencia y creatividad, y su facilidad
para inventar soluciones a casi cualquier problema. Y se dieron cuenta de que
siempre había sido así, y que lo único que necesitaba Regal era un poco más
de tiempo para expresarse bien.
Así que el Día del Silencio fue el del gran descubrimiento de Regal, y de que
había que dar a todos la oportunidad de demostrar lo que valían. Y para que
otros aprendieran la misma lección, desde aquel día, cada vez que alguien

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visitaba el pueblo le recibían con gran alegría, poniéndole un gran gorro con el
que no se podía oír nada.

Pedro Pablo Sacristán

La pequeña Estrella de Navidad


De entre todas las estrellas que brillan en el cielo, siempre había existido una
más brillante y bella que las demás. Todos los planetas y estrellas del cielo la
contemplaban con admiración, y se preguntaban cuál sería la importante
misión que debía cumplir. Y lo mismo hacía la estrella, consciente de su
incomparable belleza.
Las dudas se acabaron cuando un grupo de ángeles fue a buscar a la gran
estrella:
- Corre. Ha llegado tu momento, el Señor te llama para encargarte una
importante misión.
Y ella acudió tan rápido como pudo para enterarse de que debía indicar el lugar
en que ocurriría el suceso más importante de la historia. La estrella se llenó de
orgullo, se vistió con sus mejores brillos, y se dispuso a seguir a los ángeles
que le indicarían el lugar. Brillaba con tal fuerza y belleza, que podía ser vista
desde todos los lugares de la tierra, y hasta un grupo de sabios decidió
seguirla, sabedores de que debía indicar algo importante.
Durante días la estrella siguió a los ángeles, indicando el camino, ansiosa por
descubrir cómo sería el lugar que iba a iluminar. Pero cuando los ángeles se
pararon, y con gran alegría dijeron “Aquí es”, la estrella no lo podía creer. No
había ni palacios, ni castillos, ni mansiones, ni oro ni joyas. Sólo un pequeño
establo medio abandonado, sucio y maloliente.
- ¡Ah, no! ¡Eso no! ¡Yo no puedo desperdiciar mi brillo y mi belleza alumbrando
un lugar como éste! ¡Yo nací para algo más grande!
Y aunque los ángeles trataron de calmarla, la furia de la estrella creció y creció,
y llegó a juntar tanta soberbia y orgullo en su interior, que comenzó a arder. Y
así se consumió en sí misma, desapareciendo.
¡Menudo problema! Tan sólo faltaban unos días para el gran momento, y se
habían quedado sin estrella. Los ángeles, presa del pánico, corrieron al Cielo a
contar a Dios lo que había ocurrido. Éste, después de meditar durante un
momento, les dijo:
- Buscad y llamad entonces a la más pequeña, a la más humilde y alegre de
todas las estrellas que encontréis.
Sorprendidos por el mandato, pero sin dudarlo, porque el Señor solía hacer
esas cosas, los ángeles volaron por los cielos en busca de la más diminuta y
alegre de las estrellas. Era una estrella pequeñísima, tan pequeña como un
granito de arena. Se sabía tan poca cosa, que no daba ninguna importancia a
su brillo, y dedicaba todo el tiempo a reír y charlar con sus amigas las estrellas
más grandes. Cuando llegó ante el Señor, este le dijo:
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- La estrella más perfecta de la creación, la más maravillosa y brillante, me ha
fallado por su soberbia. He pensado que tú, la más humilde y alegre de todas
las estrellas, serías la indicada para ocupar su lugar y alumbrar el hecho más
importante de la historia: el nacimiento del Niño Dios en Belén.
Tanta emoción llenó a nuestra estrellita, y tanta alegría sintió, que ya había
llegado a Belén tras los ángeles cuando se dio cuenta de que su brillo era
insignificante y que, por más que lo intentara, no era capaz de brillar mucho
más que una luciérnaga.
“Claro”, se dijo. “Pero cómo no lo habré pensado antes de aceptar el encargo.
¡Si soy la estrella más pequeña! Es totalmente imposible que yo pueda hacerlo
tan bien como aquella gran estrella brillante... ¡Qué pena! Mira que ir a
desaprovechar una ocasión que envidiarían todas las estrellas del mundo...”.
Entonces pensó de nuevo “todas las estrellas del mundo”. ¡Seguro que estarían
encantadas de participar en algo así! Y sin dudarlo, surcó los cielos con un
mensaje para todas sus amigas:
"El 25 de diciembre, a medianoche, quiero compartir con vosotras la mayor
gloria que puede haber para una estrella: ¡alumbrar el nacimiento de Dios! Os
espero en el pueblecito de Belén, junto a un pequeño establo."
Y efectivamente, ninguna de las estrellas rechazó tan generosa invitación. Y
tantas y tantas estrellas se juntaron, que entre todas formaron la Estrella de
Navidad más bella que se haya visto nunca, aunque a nuestra estrellita ni
siquiera se la distinguía entre tanto brillo. Y encantado por su excelente
servicio, y en premio por su humildad y generosidad, Dios convirtió a la
pequeña mensajera en una preciosa estrella fugaz, y le dio el don de conceder
deseos cada vez que alguien viera su bellísima estela brillar en el cielo.

Pedro Pablo Sacristán

Las arrugas
Era un día soleado de otoño la primera vez que Bárbara se fijó en que el
abuelo tenía muchísimas arrugas, no sólo en la cara, sino por todas partes.
- Abuelo, deberías darte la crema de mamá para las arrugas.
El abuelo sonrió, y un montón de arrugas aparecieron en su cara.
- ¿Lo ves? Tienes demasiadas arrugas - Ya lo sé Bárbara. Es que soy un poco
viejo... Pero no quiero perder ni una sola de mis arrugas. Debajo de cada una
guardo el recuerdo de algo que aprendí.
A Bárbara se le abrieron los ojos como si hubiera descubierto un tesoro, y así
los mantuvo mientras el abuelo le enseñaba la arruga en la que guardaba el día
que aprendió que era mejor perdonar que guardar rencor, o aquella otra que
decía que escuchar era mejor que hablar, esa otra enorme que mostraba que
es más importante dar que recibir o una muy escondida que decía que no
había nada mejor que pasar el tiempo con los niños...

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Desde aquel día, a Bárbara su abuelo le parecía cada día más guapo, y con
cada arruga que aparecía en su rostro, la niña acudía corriendo para ver qué
nueva lección había aprendido. Hasta que en una de aquellas charlas, fue su
abuelo quien descubrió una pequeña arruga en el cuello de la niña:
- ¿Y tú? ¿Qué lección guardas ahí?
Bárbara se quedó pensando un momento. Luego sonrió y dijo
- Que no importa lo viejito que llegues a ser abuelo, porque.... ¡te quiero!

Pedro Pablo Sacristán

Dos amigos en un pequeño apuro


Dos amigos jugando llegan a un laboratorio secreto donde encuentran una
máquina que por accidente encoge al niño hasta hacerlo del tamaño de una
canica. Después de tratar de arreglarlo y no encontrar a nadie, la niña recoge a
su amigo y le guarda dentro de su propia mochila para llevarlo a casa. El viaje
en la mochila, que estaba muy desordenada, es aterrador, y el niño lo pasa
fatal y no deja de llorar con todo moviéndose por todas partes. Cuando su
amiga trata de sacarlo de la mochila, al estar tan desordenada no lo encuentra,
y después de muchos intentos y muchas lágrimas, decide ir sacando las cosas
una a una, dejándolas en su sitio. Gracias a eso al final puede encontrar a su
amigo. Ambos aprenden la importancia de tener todo ordenado, incluso dentro
de la mochila, y al día siguiente vuelven al laboratorio, donde un simpático
inventor hace recuperar al niño su tamaño normal.

Pedro Pablo Sacristán

El origen de la felicidad
Había una vez un niño que era muy feliz, , aunque no tenía muchos juguetes ni
dinero. Él decía que lo que le hacía feliz era hacer cosas por los demás, y que
eso le daba una sensación genial en su interior. Pero realmente nadie le creía,
y pensaban que no andaba muy bien de la cabeza. Dedicaba todo el día a
ayudar a los demás, a dar limosna y ayuda a los más pobres, a cuidar de los
animales, y raras veces hacía nada para sí mismo.
Un día conoció a un famoso médico al que extrañó tanto su caso, que decidió
investigarlo, y con un complejo sistema de cámaras y tubos, pudo grabar lo que
ocurría en su interior. Lo que descubrieron fue sorprendente: cada vez que
hacía algo bueno, un millar de angelitos diminutos aparecían para hacerle
cosquillas justo en el corazón.
Aquello explicó la felicidad del niño, pero el médico siguió estudiando hasta
descubrir que todos tenemos ese millar de angelitos en nuestro interior. La
pena es que como hacemos tan pocas cosas buenas, andan todos aburridos
haciendo el vago. Y así se descubrió en qué consiste la felicidad, y gracias a

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ese niño todos sabemos qué hay que hacer para llegar a sentir cosquillitas en
el corazón

Pedro Pablo Sacristán

Los calaguarris
Todo el mundo sabe que la historia de nuestro planeta cambió para siempre
algún tiempo después de los juegos olímpicos de Pekín. Sucedió que las
costas y mares de la tierra se llenaron de una especie animal muy dañina y
contaminante, parecida a un calamar, a los que se llamó "calaguarris". Los
calaguarris eran numerosísimos e imposibles de atrapar, pero lo peor era que
llenaban las aguas del mar de aceites, latas, papeles y todo tipo de basuras. La
situación era terrible, pues el planeta se contaminó a toda velocidad, y se
organizaron cazas y equipos de investigación avanzadísimos para intentar
acabar con aquella plaga. Pero nadie era capaz ni siquiera de pescar un
calaguarri.
Pito Pescaito fue el primero en conseguirlo. Era un niño que vivía en una
pequeña aldea de pescadores y cuando enseñó su calaguarri se convirtió en el
niño más famoso del mundo. A la aldea llegaron sabios, científicos y
gobernantes de todas partes para estudiar aquella especie. Todo se preparó
para abrir al animal, e incluso iba a ser retransmitido por televisión a todo el
mundo...
Así que todo el mundo alucinó cuando al abrir el calaguarri descubrieron una
minúscula nave espacial del tamaño de zapato con unos marcianitos dentro.
Resultó que eran simpáticos y divertidos, y muy listos, y en muy poco tiempo
estaban hablando con los gobernantes del mundo, todos muy enfadados con la
actitud tan sucia y contaminante que tenían con el planeta. Así que todos
esperaban una explicación para un comportamiento tan poco civilizado...
- Venimos de un planeta que iba a ser destruido - comenzaron explicando-. La
tierra nos gustó tanto, que estuvimos días espiando lo que hacíais los
humanos, para poder quedarnos aquí haciendo lo mismo y que fuerais felices.
Por eso, al ver que plantábais latas, papeles y aceites, inventamos unas
máquinas carísimas que hacían lo mismo, y escondidos en disfraces de
calamar, tratamos de vivir felices y en paz. ¿Estáis contentos? ¿Podemos
quedarnos? por fiiiss....
Los calaguarris se quedaron esperando una respuesta. Pero nadie dijo nada.
Todos, hasta los que lo veían por televisión, estaban rojos de vergüenza,
recordando la última vez que habían tirado un papel o un poco de aceite al
suelo. Y todos los que lo vimos, seguimos recordando cómo unos inocentes
marcianitos nos hicieron darnos cuenta de lo poco que cuidábamos el planeta.

Pedro Pablo Sacristán

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El inventor de monstruos
Ramoncete no quería aprender a leer. Tantas letras juntas le parecía un
aburrimiento enorme, y no terminaba de entender por qué todos los mayores y
muchos otros niños, disfrutaban tanto con la lectura.
Él miraba las letras y no veía nada interesante, a él que tanto le gustaban las
historias de monstruos y bichos terribles. Un día paseaba por la tienda de
disfraces de don Mostrocho. Le encantaba aquella tienda, porque don
Mostrocho era capaz de inventar los monstruos más alucinantes, y cada año
tenía muchos nuevos monstruos, ¡con lo difícil que era sólo inventar uno nuevo!
Aquel día el dueño de la tienda leía, y a Ramoncete le llamó la atención:
- ¿Por qué lee tanto? ¡si los libros no dicen nada interesante!
- ¿Cómo que no? - respondió don Mostrocho.
- Pues claro, no dicen nada de monstruos ni bichos- añadió el chaval.
- ¡No puedo creerlo! - exclamó sorprendido el tendero- ¿Aún no te he contado
mi secreto?
Entonces don Mostrocho tomó el libro que estaba leyendo y se lo enseñó a
Ramoncete.
- ¿Qué ves aquí?
El niño comenzó a leer con cierta dificultad y desgana.
- ¡No, no! , así no. Tienes que mirarlo todo. Si quieres puedes alejártelo un
poco, o incluso darle la vuelta. ¿No ves algo diferente?
Al momento Ramoncete lo vio: ¡las líneas y letras de aquella página formaban
un gran dibujo que le recordaba a un dinosaurio!, y una enorme sonrisa se
dibujó en su cara. Comenzó a pasar las hojas y descubrió muchas otras figuras
en cada página, según se largaban y acortaban las líneas, al derecho, de lado
y al revés, y sin dejar de imaginarse que podían ser monstruos, animales o
fantasmas...
- Ahora ya sabes cómo invento tantos monstruos- dijo don Mostrocho
guiñándole un ojo.- Lo único que tienes que hacer es leer la página, y luego
mirarla para descubrir el monstruo que esconde. ¿Sabías que casi todas tienen
algo especial? sólo hay que saber verlo.
Ramoncete se despidió ilusionado con su nuevo descubrimiento, y desde aquel
momento era raro no encontrarle con un libro en la mano, buscando las figuras
que escondía, y sin siquiera darse cuenta de las miles de cosas nuevas que
aprendía, cada día, a través de sus libros.
Y tú ¿has encontrado algo escondido en este cuento?... y no olvides que
puedes darle la vuelta.

Pedro Pablo Sacristán

Mi papa está muy ocupado


El papá de Alberto era un hombre importantísimo y muy ocupado que trabajaba
tantas horas, que a menudo debía trabajar los fines de semana. Un domingo
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Albertó se despertó antes de tiempo, y al escuchar que su papá abría la puerta
de la calle para salir hacia la oficina, corrió a preguntarle:
- ¿Por qué tienes que ir hoy a trabajar, papi? Podríamos jugar juntos... - No
puedo. Tengo unos asuntos muy importantes que resolver. - ¿Y por qué son
tan importantes, papi? - Pues porque si salen bien, serán un gran negocio para
la empresa.-
¿Y por qué será un gran negocio? - Pues porque la empresa ganará mucho
dinero, y a mí es posible que me asciendan.
-¿Y por qué quieres que te asciendan? -Pues para tener un trabajo mejor y
ganar más dinero. - ¡Qué bien! Y cuando tengas un trabajo mejor, ¿podrás
jugar más conmigo?
El papá de Alberto quedó pensativo, así que el niño siguió con sus preguntas.
- ¿Y por qué necesitas ganar más dinero? Pues para poder tener una casa
mejor y más grande, y para que tú puedas tener más cosas. - ¿Y para qué
queremos tener una casa más grande? ¿Para guardar todas esas cosas
nuevas? - No hijo, porque con una casa más grande estaremos más a gusto y
podremos hacer más cosas.
Alberto dudó un momento y sonrió.
- ¿Podremos hacer más cosas juntos? ¡Estupendo! Entonces vete rápido. Yo
esperaré los años que haga falta hasta que tengamos una casa más grande.
Al oír eso, el papá de Alberto cerró la puerta sin salir. Alberto crecía muy
rápido, y su papá sabía que no le esperaría tanto. Así que se quitó la chaqueta,
dejó el ordenador y la agenda, y mientras se sentaba a jugar con un Alberto tan
sorprendido como encantado, dijo: Creo que el ascenso y la casa nueva podrán
esperar algunos años.

Pedro Pablo Sacristán

La llegada inesperada
Menudo revuelo se armó en el Cielo cuando apareció Tatiana. Nadie se lo
esperaba, porque aún era muy joven y además era la mamá de dos niños
pequeños, así que San Pedro la miró muy severamente, diciendo:
- ¿Pero qué haces aquí? Seguro que todavía no te toca...
Sin embargo, al comprobar su libro, San Pedro no se lo podía creer. Era
verdad, había hecho todas aquellas cosas que permitían la entrada al Cielo,
incluyendo dar todo lo que necesitaban sus hijos, ¡y en tan poco tiempo! Al ver
su extrañeza, Tatiana dijo sonriente.
- Siempre fui muy rápida en todo. Desde que Renato y Andrea eran bebés les
di cuanto tenía, y lo guardé en un tesoro al que sólo pudieran acceder ellos.
Todos sabían a qué se refería Tatiana. Las mamás van llenando de amor y
virtudes el corazón de sus hijos, y sólo pueden ir al Cielo cuando está
completamente lleno. Aquello era un notición, porque no era nada normal
conocer niños que tuvieran el corazón lleno tan pronto, y todos quisieron verlo.
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Ver los corazones de los niños es el espectáculo favorito de los ángeles. Por la
noche, cuando los niños duermen, sus corazones brillan intensamente con un
brillo de color púrpura que sólo los ángeles pueden ver, y se sientan alrededor
susurrando bellas canciones. Esa noche esperaron en la habitación de Adrián y
Andrea miles de ángeles. Ninguno de ellos había dejado de estar triste por la
marcha de su madre, pero no tardaron en dormirse. Cuando lo hicieron, su
corazón comenzó a iluminarse como siempre lo hacen, poco a poco, brillando
cada vez más, hasta alcanzar unos brillos y juegos de luces de belleza
insuperable. Sin duda Tatiana había dejado su corazón tan rebosante de amor
y virtudes, que podrían compartirlo con otros mil niños, y los ángeles
agradecieron el espectáculo con sus mejores cánticos, y la promesa de volver
cada noche. Al despertar, ni Adrián ni Andrea vieron nada extraño, pero se
sintieron con fuerzas para comenzar el día animados, dispuestos a llegar a ser
los niños que su madre habría querido.
Así, sin dejar de echar de menos a su mamá, Adrián y Andrea crecieron como
unos niños magníficos y singulares, excelentemente bondadosos, que tomaban
ánimos cada día del corazón tan rebosante de amor y virtudes que les había
dejado su madre, y de la compañía de los miles de ángeles que cada noche
acudían a verlo brillar.

Pedro Pablo Sacristán

Las pelotas de tenis son muy raras


Un perrito y un gatito compartían casa con sus amos. Salían al jardín a buscar
caracoles y jugaban con ellos como si fueran pelotas. Un día, decidieron
preparar un gran torneo de tenis, llamaron a sus amigos y formaron equipos,
pero justo cuando iban a comenzar, los caracoles se negaron a ser utilizados
como pelotas, y todos los presentes comenzaron a busdar pelotas de tenis
para el campeonato. Primero uno trajo una piedra, pero vieron que no rodaba;
otro siguió llevando una naranja, y resultó que no botaba; un cuarto acudió con
una rana, que sin duda botaba, pero no era redonda; otro siguió con un balón
de fútbol, pero era demasiado grande; luego llevaron otra pelotita, pero en color
negro, pero así nadie la distinguiría en el juego. Hasta que finalmente
encontraron una pequeña pelota de tenis, redonda, votante, verde y llamativa, y
comenzaron el torneo.
Pero no puedo decir quien ganó, porque tras tantas búsquedas, ¡¡todos los que
jugaban acabaron tan cansados que se durmieron sobre la pista!!

Pedro Pablo Sacristán

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El ladrón de pelos
Valeria era una niña muy preocupada por su papá. Desde hacía algún tiempo,
había visto que se estaba quedando calvo, y que cada vez tenía menos pelo.
Un día, se atrevió a preguntárselo:
- Papá, ¿por qué cada día tienes menos pelo?
Su papá le dijo sonriente:
- Es por el ladrón de pelos. Hay por esta zona un ladronzuelo chiquitito que
visita mi cabeza por las noches cuando estoy dormido, y me quita todos los
pelos que le da gana. ¡Y no hay forma de atraparlo!
Valeria se quedó preocupada, pero decidida a ayudar a su papá, aquella
misma noche aguantó despierta tanto como pudo. Cuando oyó los primeros
ronquidos de su padre, agarró una gran masa y se fue a la habitación de sus
padres. Entró muy despacito, sin hacer ruido, para que el ladrón de pelos no
pudiera sentirla, y cuando llegó junto a su papá, se quedó observando
detenidamente su cabeza, decidida a atrapar al ladrón de pelos en cuanto
apareciera. Al poco, vio una una sombra sobre la cabeza, y con todas las
fuerzas que tenía, lanzó el porrazo más fuerte que pudo.
¡Menudo golpe! Su papá pegó un enorme grito y se levantó de un salto, con un
enorme chichón en la cabeza y un buen susto en el cuerpo. Al encender la luz,
se encontró con Valeria de frente, con la mano en alto sujetando la maza, y
diciendo:
- ¡casi lo tenía! papá. ¡Creo que le he dado, pero el ladrón de pelos se ha
escapado!
Al oír eso, y ver al papá con la cabeza bien dolorida, la mamá comenzó a
reírse:
- Eso te pasa por contarle tonterías a la niña - dijo divertida.
Y el padre de Valeria tuvo que explicarle que no existía ningún ladrón de pelos,
y contarle la verdad de por qué se quedaba calvo. Y así, con la ayuda de un
gran chichón en su cabeza, comprendió lo importante que era no engañar a los
niños y contarles siempre la verdad. Y Valeria, que seguía preocupada por su
papá, dejó de buscar ladrones de pelos, y le compró un bonito gorro de dormir.

Pedro Pablo Sacristán

Una flor al día


Había una vez dos amigos que vivían en un palacio con sus familias, que
trabajaban al servicio del rey. Uno de ellos conoció una niña que le gustó tanto
que quería que pensó hacerle un regalo. Un día, paseaba con su amigo por el
salón principal y vio un gran jarrón con las flores más bonitas que pudiera
imaginarse, y decidió coger una para regalársela a la niña, pensando que no se
notaría. Lo mismo hizo al día siguiente, y al otro, y al otro... hasta que un día
faltaron tantas flores que el rey se dio cuenta y se enfadó tanto que mandó
llamar a todo el mundo.
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Cuando estaban ante el rey, el niño pensaba que debía decir que había sido él,
pero su amigo le decía que se callara, que el rey se enfadaría muchísimo con
él. Estaba muerto de miedo, pero cuando el rey llegó junto a él, decidió
contárselo todo. En cuanto dijo que había sido él, el rey se puso rojo de cólera,
pero al oír lo que había hecho con las flores, en su cara apareció una gran
sonrisa, y dijo "no se me habría ocurrido un uso mejor para mis flores". Y desde
aquel día, el niño y el rey se hicieron muy amigos, y se acercaban juntos a
tomar dos de aquellas maravillosas flores, una para la niña, y otra para la reina.

Pedro Pablo Sacristán

La rosa blanca
En un jardín de matorrales, entre hierbas y maleza, apareció como salida de
la nada una rosa blanca. Era blanca como la nieve, sus pétalos parecían de
terciopelo y el rocío de la mañana brillaba sobre sus hojas como cristales
resplandecientes. Ella no podía verse, por eso no sabía lo bonita que era.
Por ello pasó los pocos días que fue flor hasta que empezó a marchitarse
sin saber que a su alrededor todos estaban pendientes de ella y de su
perfección: su perfume, la suavidad de sus pétalos, su armonía. No se daba
cuenta de que todo el que la veía tenia elogios hacia ella.Las malas hierbas
que la envolvían estaban fascinadas con su belleza y vivían hechizadas por su
aroma y elegancia.
Un día de mucho sol y calor, una muchacha paseaba por el jardín pensando
cuántas cosas bonitas nos regala la madre tierra, cuando de pronto vio una
rosa blanca en una parte olvidada del jardín, que empezaba a marchitarse.
–Hace días que no llueve, pensó – si se queda aquí mañana ya estará
mustia. La llevaré a casa y la pondré en aquel jarrón tan bonito que me
regalaron. Y así lo hizo. Con todo su amor puso la rosa marchita en agua, en
un lindo jarrón de cristal de colores, y lo acercó a la ventana.- La dejaré aquí,
pensó –porque así le llegará la luz del sol. Lo que la joven no sabía
es que su reflejo en la ventana mostraba a la rosa un retrato de ella misma
que jamás había llegado a conocer.
-¿Esta soy yo? Pensó. Poco a poco sus hojas inclinadas hacia el suelo se
fueron enderezando y miraban de nuevo hacia el sol y así, lentamente, fue
recuperando su estilizada silueta. Cuando ya estuvo totalmente restablecida
vio, mirándose al cristal, que era una hermosa flor, y pensó: ¡¡Vaya!!
Hasta ahora no me he dado cuenta de quién era, ¿cómo he podido estar tan
ciega? La rosa descubrió que había pasado sus días sin apreciar su belleza.
Sin mirarse bien a sí misma para saber quién era en realidad.
Si quieres saber quién eres de verdad, olvida lo que ves a tu alrededor y
mira siempre en tu corazón.

Rosa María Roé


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La isla de las dos caras
La tribu de los mokokos vivía en el lado malo de la isla de las dos caras. Los
dos lados, separados por un gran acantilado, eran como la noche y el día. El
lado bueno estaba regado por ríos y lleno de árboles, flores, pájaros y comida
fácil y abundante, mientras que en el lado malo, sin apenas agua ni plantas, se
agolpaban las bestias feroces. Los mokokos tenían la desgracia de vivir allí
desde siempre, sin que hubiera forma de cruzar. Su vida era dura y difícil:
apenas tenían comida y bebida para todos y vivían siempre aterrorizados por
las fieras, que periódicamente devoraban a alguno de los miembros de la tribu.
La leyenda contaba que algunos de sus antepasados habían podido cruzar con
la única ayuda de una pequeña pértiga, pero hacía tantos años que no crecía
un árbol lo suficientemente resistente como para fabricar una pértiga, que
pocos mokokos creían que aquello fuera posible, y se habían acostumbrado a
su difícil y resignada vida, pasando hambre y soñando con no acabar como
cena de alguna bestia hambrienta.
Pero quiso la naturaleza que precisamente junto al borde del acantilado que
separaba las dos caras de la isla, creciera un árbol delgaducho pero fuerte con
el que pudieron construir dos pértigas. La expectación fue enorme y no hubo
dudas al elegir a los afortunados que podrían utilizarlas: el gran jefe y el
hechicero.
Pero cuando estos tuvieron la oportunidad de dar el salto, sintieron tanto miedo
que no se atrevieron a hacerlo: pensaron que la pértiga podría quebrarse, o
que no sería suficientemente larga, o que algo saldría mal durante el salto... y
dieron tanta vida a aquellos pensamientos que su miedo les llevó a rendirse. Y
cuando se vieron así, pensando que podrían ser objeto de burlas y
comentarios, decidieron inventar viejas historias y leyendas de saltos fallidos e
intentos fracasados de llegar al otro lado. Y tanto las contaron y las
extendieron, que no había mokoko que no supiera de la imprudencia e
insensatez que supondría tan siquiera intentar el salto. Y allí se quedaron las
pértigas, disponibles para quien quisiera utilizarlas, pero abandonadas por
todos, pues tomar una de aquellas pértigas se había convertido, a fuerza de
repetirlo, en lo más impropio de un mokoko. Era una traición a los valores de
sufrimiento y resistencia que tanto les distinguían.
Pero en aquella tribu surgieron Naru y Ariki, un par de corazones jóvenes que
deseaban en su interior una vida diferente y, animados por la fuerza de su
amor, decidieron un día utilizar las pértigas. Nadie se lo impidió, pero todos
trataron de desanimarlos, convenciéndolos con mil explicaciones de los
peligros del salto.
-¿Y si fuera cierto lo que dicen? - se preguntaba el joven Naru.
- No hagas caso ¿Por qué hablan tanto de un salto que nunca han hecho? Yo
también tengo un poco de miedo, pero no parece tan difícil -respondía Ariki,
siempre decidida.

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-Pero si sale mal, sería un final terrible – seguía Naru, indeciso.
- Puede que el salto nos salga mal, y puede que no. Pero quedarnos para
siempre en este lado de la isla nos saldrá mal seguro ¿Conoces a alguien que
no haya muerto devorado por las fieras o por el hambre? Ese también es un
final terrible, aunque parezca que nos aún nos queda lejos.
- Tienes razón, Ariki. Y si esperásemos mucho, igual no tendríamos las fuerzas
para dar este salto... Lo haremos mañana mismo
Y al día siguiente, Naru y Ariki saltaron a la cara buena de la isla. Mientras
recogían las pértigas, mientras tomaban carrerilla, mientras sentían el impulso,
el miedo apenas les dejaba respirar. Cuando volaban por los aires, indefensos
y sin apoyos, sentían que algo había salido mal y les esperaba una muerte
segura. Pero cuando aterrizaron en el otro lado de la isla y se abrazaron felices
y alborotados, pensaron que no había sido para tanto.
Y mientras corrían a descubrir su nueva vida, pudieron escuchar a sus
espaldas, como en un coro de voces apagadas:
-Ha sido suerte - Yo pensaba hacerlo mañana - ¡Qué salto tan malo! Si no llega
a ser por la pértiga...
Y comprendieron por qué tan pocos saltaban, porque en la cara mala de la isla
sólo se oían las voces resignadas de aquellas personas sin sueños, llenas de
miedo y desesperanza, que no saltarían nunca...

Pedro Pablo Sacristán

Facilitonia, el paraíso de las cosas fáciles


Contaba la leyenda que existía un país llamado Facilitonia donde todo era
extremadamente fácil y sencillo. Roberto y Laura, una pareja de aventureros,
dedicó mucho tiempo a investigar sobre aquel lugar, y cuando creyeron saber
dónde estaba fueron en su busca. Vivieron mil aventuras y pasaron cientos de
peligros; contemplaron lugares preciosos y conocieron animales nunca vistos.
Y finalmente, encontraron Facilitonia.
Todo estaba en calma, como si allí se hubiera parado el tiempo. Les recibió
quien parecía ser el único habitante de aquel lugar, un anciano hombrecillo de
ojos tristes.
- Soy el desgraciado Puk, el condenado guardián de los durmientes - dijo con
un lamento. Y ante la mirada extrañada de los viajeros, comenzó a contar su
historia.
El anciano explicó cómo los facilitones, en su búsqueda por encontrar la más
fácil de las vidas, una vida sin preocupaciones ni dificultades, habían construido
una gran cámara, en la que todos dormían plácidamente y tenían todo lo que
podían necesitar. Sólo el azar había condenado a Puk a una vida más dura y
difícil, con la misión de cuidar del agradable sueño del resto de facilitones,
mantener los aparatos y retirar a aquellos que fueran muriendo por la edad.
Todo aquello ocurrió muchos años atrás, y los pocos facilitones que quedaban,
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aquellos que como Puk eran muy jóvenes cuando iniciaron el sueño, eran ya
bastante ancianos.
Los viajeros no podían creer lo que veían. - ¿En serio sientes envidia del resto?
- ¡Pues claro!- respondió Puk- Mira qué vida tan sencilla y cómoda llevan. Yo,
en cambio, tengo que buscar comida, sufrir calor y frío, reparar las averias,
preocuparme por los durmientes y mil cosas más... ¡esto no es vida!
Los aventureros insistieron mucho en poder hablar con alguno de ellos, y con la
excusa de que les hablara de su maravillosa existencia, convencieron a Puk
para que despertara a uno de los durmientes. El viejo protestó pero se dejó
convencer, pues en el fondo él también quería escuchar lo felices que eran los
facilitones.
Así, despertaron a un anciano. Pero cuando hablaron con él, resultó que sólo
era un anciano en apariencia, pues hablaba y pensaba como un niño. No sabía
prácticamente nada, y sólo contaba lo bonitos que habían sido sus sueños. Puk
se sintió horrorizado, y despertó al resto de durmientes, sólo para comprobar
que a todos les había ocurrido lo mismo. Habían hecho tan pocas cosas en su
vida, habían superado tan pocas dificultades, que apenas sabían hacer nada, y
al verlos se dudaba de que hubieran llegado a estar vivos alguna vez. Ninguno
quiso volver a su plácido sueño, y el bueno de Puk, con gran paciencia,
comenzó a enseñar a aquel grupo de viejos todas las cosas que se habían
perdido.
Y se alegró enormemente de su suerte en el sorteo, de cada noche que
protestó por sus tareas, de cada problema y dificultad que había superado, y de
cada vez que no entendió algo y tuvo que probar cien veces hasta aprenderlo.
En resumen, de haber sido el único de todo su pueblo que había llegado a vivir
de verdad.

Pedro Pablo Sacristán

Las columnas de la tierra


Érase una vez un niño que siempre trataba a su madre con gritos e insultos, sin
importarle lo mucho que esto la entristecía. Un día, sin saber cómo, despertó
en un lugar inmenso y solitario, sentado sobre una roca de la que surgían
cuatro columnas que parecían sustentar el mundo entero. Estaba allí solo,
cuando al poco vio llegar una inmensa bandada de cuervos con picos de metal
que se lanzaron contra la roca, picoteándola con fuerza. Cuando volvió a estar
sólo, misteriosamente se abrió una puerta en una de las columnas, y de ella
salió una niña simpática y preciosa.
-¿Has venido a ayudarnos? ¡Qué bien! nos hace falta toda la gente posible.
El niño no comprendía, y viendo su extrañeza, la niña le explicó.
-¿Así que no sabes dónde estás? Esto es el centro de la tierra, estas columnas
lo sujetan todo, y la piedra sobre la que estás las mantiene unidas
-¿Y a qué queréis que os ayude?- dijo el niño extrañado. - Pues a cuidar la
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piedra, claro. Se te ve en la cara que eres la persona ideal-respondió la
niña-.Los pájaros que has visto son cada vez más numerosos, y si no cuidamos
esta piedra un día se romperá y todo se vendrá abajo.
- ¿Que se me ve en la cara?-exclamó el niño sorprendido-¡Pero si nunca he
cuidado una piedra! - Pero aprenderás a hacerlo, igual que hasta ahora no lo
has hecho. Toma, mírate en este espejo- respondió la niña mientras le ponía
un espejo frente a la cara.
Entonces el niño se vio reflejado, y pudo ver claramente cómo su rostro parecía
el de un pájaro, y su nariz comenzaba a estar metalizada. Quedó allí parado,
asustado y preocupado, sin decir palabra.
- Todos esos pájaros fueron niños como tú y como yo-explicó la niña-pero ellos
decidieron no cuidar este lugar. Ahora que son mayores, se han convertido en
pájaros malvados que sólo lo destruyen. Hasta ahora, tú no has hecho mucho
por cuidarlo, pero ahora que ya lo sabes, ¿me ayudarás a conservar todo esto?
- dijo con una sonrisa mientras le tendía la mano.
El niño no terminaba de comprender todo aquello, pero entonces, al mirar de
cerca las columnas, vio que cada una estaba hecha de miles y miles de
figuritas representado los grandes valores: sinceridad, esfuerzo, honradez,
generosidad.... Y al acercarse al suelo, comprobó que la enorme roca estaba
formada por las diminutas historias de niños respetando a sus madres,
abuelos, hermanos, ancianos... sobre la que los cuervos trataban de grabar
escenas de gritos e insultos. Y junto a sus pies, pudo ver su propio dibujo, el de
la última vez que había gritado a su madre. Aquella imagen, en aquel extraño
lugar, le hizo ver que era el respeto lo que mantenía unidas las columnas de los
valores que sostienen el mundo.
El niño, arrepentido, permaneció allí cuidando la roca durante días y días, con
alegría y buenas obras, reponiendo el daño que causaba cada aparición de los
pájaros, sin llegar a dormir un minuto. Así estuvo hasta que, agotado por el
esfuerzo, cayó rendido.
Al despertar, volvía a estar en su casa, y no sabía si todo aquello había sido un
sueño; pero de lo que sí estaba seguro, era de que ningún cuervo volvería a
grabar un dibujo suyo gritando a su madre.

Pedro Pablo Sacristán

El árbol mágico
Hace mucho mucho tiempo, un niño paseaba por un prado en cuyo centro
encontró un árbol con un cartel que decía: soy un árbol encantado, si dices las
palabras mágicas, lo verás.
El niño trató de acertar el hechizo, y probó con abracadabra,
supercalifragilisticoespialidoso, tan-ta-ta-chán, y muchas otras, pero nada.
Rendido, se tiró suplicante, diciendo: "¡¡por favor, arbolito!!", y entonces, se
abrió una gran puerta en el árbol. Todo estaba oscuro, menos un cartel que
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decía: "sigue haciendo magia". Entonces el niño dijo "¡¡Gracias, arbolito!!", y se
encendió dentro del árbol una luz que alumbraba un camino hacia una gran
montaña de juguetes y chocolate.
El niño pudo llevar a todos sus amigos a aquel árbol y tener la mejor fiesta del
mundo, y por eso se dice siempre que "por favor" y "gracias", son las palabras
mágicas

Pedro Pablo Sacristán

El gato, el pato y las sirenas


Un gallo y un pato discutían tanto sobre si existían las sirenas, que decidieron
averiguarlo yendo al fondo del mar. Bajaron viendo primero pececitos de
colores, luego peces medianos y grandes, hasta que todo estaba oscuro y no
veían nada. Entonces les entró un gran miedo y subieron. El gallo estaba
aterrado y no quería volver, pero el pato le animó a seguir intentándolo, y para
calmarle llevó una gran linterna. Bajaron, y al llegar a la oscuridad, cuando
estaban pasando más miedo, encendieron la linterna y descubrieron que
estaban totalmente rodeados de sirenas, que les podían ver en la oscuridad.
Ellas les contaron que pensaban que no les querían, porque la otra vez se
habían ido justo cuando les iban a invitar a una gran fiesta, y se alegraron
muchísimo de volver a verles.
Y gracias a su valentía y su perseverancia, el pollo y el pato fueron grandes
amigos de las sirenas.

Pedro Pablo Sacristán

La Brujita Dulce
Había una vez una brujita muy especial, porque era una brujita buena, pero no
tenía ni idea de cómo ser buena. Desde pequeñita había aguantado las
regañinas de las brujas, que le decían que tenía que ser mala como todas, y
había sufrido mucho porque no quería serlo. Todos sus hechizos eran un
fracaso, y además, no encontraba nadie que quisiera enseñarle a ser buena,
así que casi siempre estaba triste.
Un día se enteró de que las brujas viejas planeaban hechizar una gran
montaña y convertirla en volcán para arrasar un pequeño pueblo. La brujita
buena pensó en evitar aquella maldad, pero no sabía cómo y en cuanto se
acercó al pueblo tratando de avisar a la gente, todos se echaron a la calle y la
ahuyentaron tirando piedras al grito de "¡¡largo de aquí, bruja!!". La brujita huyó
del lugar corriendo, y se sentó a llorar junto al camino.
Al poco llegaron unos niños, que al verla llorar trataron de consolarla. Ella les
contó que era una bruja buena, pero que no sabía cómo serlo, y que todo el
mundo la trataba mal. Entonces los niños le contaron que ser bueno era muy

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fácil, que lo único que había que hacer era ayudar a los demás y hacer cosas
por ellos.
- ¿Y qué puedo hacer por vosotros?- dijo la bruja. - ¡Podías darnos unos
caramelos!, le dijeron alegres.
La bruja se apenó mucho, porque no llevaba caramelos y no sabía ningún
hechizo, pero los niños no le dieron importancia, y enseguida se fueron
jugando. La brujita, animada, volvió a su cueva dispuesta a ayudar a todo el
mundo, pero cuando iba de camino encontró a las brujas viejas hechizando la
montaña, que ya se había convertido en un enorme volcán y empezaba a
escupir fuego. Quería evitarlo, pero no sabía cómo, y entonces le vinieron a la
cabeza un montón de palabras mágicas, y cuando quiso darse cuenta, el fuego
se convirtió en caramelos, y la montaña escupía una gran lluvia de caramelos y
dulces que cayó sobre el pueblo. Así fue como la brujita aprendió a ser buena,
deseando de verdad ayudar a los demás.
Los niños se dieron cuenta de que aquello había sido gracias a ella, se lo
contaron a todo el mundo, y a partir de aquel día nadie más en el pueblo la
consideró una bruja mala. Se hizo amiga de todo el mundo ayudando siempre
a todos, y en recuerdo de su primer hechizo, desde entonces la llamaron La
Brujita Dulce.

Pedro Pablo Sacristán

Finales felices
Perico Picolisto era un niño rico que llevaba una vida muy tranquila y cómoda,
aislado de muchas de las desgracias del mundo. Un día, Perico fue al cine a
ver una película que le hacía muchísima ilusión, pero llegó un pelín tarde, justo
cuando la taquillera le vendía la última entrada a un niño con un aspecto muy
pobre, que llevaba ahorrando semanas para ver la película. Al verse sin su
entrada, Perico se enojó muchísimo, y comenzó a gritar y protestar, exigiéndole
al niño que le diera su entrada.
-¿Por qué voy a darte mi entrada? He llegado antes que tú y la he pagado- dijo
el niño - Pues... ¡porque yo soy más importante que tú! ¡Mírame!, yo soy rico y
tú eres pobre, ¿lo ves? - respondió Perico cargado de razón.
Entonces apareció un señor muy distinguido, que se acercó a Perico Picolisto y
le ofreció una entrada diciendo
- Por supuesto, niño. Tú tienes más derecho que él de ver esta película
Entonces Perico, con tono ostentoso y soberbio, apartó al otro niño y entró al
cine. Echó un vistazo alrededor y se sintió muy cómodo cuando vio que la sala
estaba llena de niños ricos como él, y se sentó a disfrutar de la película.
Pero en cuanto se sentó, se sintió trasportado a la pantalla, y se convirtió en un
personaje más, protagonista de muchas historias. Y en todas aquellas historias,
Perico empezaba con muchísima mala suerte: unas veces sus padres
desaparecían, otras su casa se quemaba y perdían todo su dinero, otras
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estaba de viaje en un país del que no entendía el idioma, otras le tocaba
trabajar desde niño para ayudar a criar a un montón de hermanos, otras vivía
en un lugar donde todos le trataban como si fuera tonto o no tuviera
sentimientos... Y en todas aquellas historias, Perico se esforzaba terriblemente
por salir adelante, aunque todo eran dificultades y casi nadie le daba ninguna
oportunidad. Pero igualmente, todas las historias acabaron con un final feliz,
cuando un misterioso personaje, rico, sabio y afortunado, le ayudaba a salir
adelante y cumplir sus sueños.
Cuando terminó la película y Perico volvió a encontrarse en su asiento, estaba
asustado. Pensó que en la vida real, él siempre había sido de aquellos que
teniendo suerte, nunca ayudaban a crear finales felices. Se sintió tan mal, que
estuvo llorando largo rato en su silla...
Finalmente, una enorme sonrisa se dibujó en su rostro, y salió del cine casi
bailando. Estaba contento porque ya sabía a qué se iba a dedicar: sería esa
ayuda que necesitan quienes tienen menos suerte, ¡sería creador de finales
felices!
Y mientras volvía a casa dispuesto a cambiar su mundo, vio a lo lejos al señor
distinguido que le había dado la entrada. Era el misterioso personaje que le
había ayudado a resolver todas las historias de su película.

Pedro Pablo Sacristán

Titín, el niño avispa


Titín volvía otra vez a casa sin merienda. Como casi siempre, uno de los chicos
mayores se la había quitado, amenazándole con pegarle una buena zurra. De
camino, Titín paró en el parque y se sentó en un banco tratando de controlar su
enfado y su rabia. Como era un chico sensible e inteligente, al poco rato lo
había olvidado y estaba disfrutando de las plantas y las flores. Entonces,
revoloteando por los rosales, vio una avispa y se asustó.
Al quitarse de allí, un pensamiento pasó por su cabeza. ¿Cómo podía ser que
alguien muchísimo más pequeño pudiera hacerle frente y asustarle? ¡Pero si
eso era justo lo que él mismo necesitaba para poder enfrentarse a los niños
mayores!
Estuvo un ratito mirando los insectos, y cuando llegó a casa, ya tenía claro el
truco de la avispa: el miedo. Nunca podría luchar con una persona, pero todos
tenían tanto miedo a su picadura, que la dejaban en paz. Así que Titín pasó la
noche pensando cuál sería su "picadura", buscando las cosas que asustaban a
aquellos grandullones.
Al día siguiente, Titín parecía otro. Ya no caminaba cabizbajo ni apartaba los
ojos. Estaba confiado, dispuesto a enfrentarse a quien fuera, pensando en su
nuevo trabajo de asustador, y llevaba su mochila cargada de "picaduras".
Así, el niño que le quitó el bocadillo se comió un sandwich de chorizo
picantísimo, tan picante que acabó llorando y tosiendo, y nunca más volvió a
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querer comer nada de Titín. Otro niño mayor quiso pegarle, pero Titín no salió
corriendo: simplemente le dijo de memoria los teléfonos de sus padres, de su
profesor, y de la madre del propio niño; "si me pegas, todos se van a enterar y
te llevarás un buen castigo", le dijo, y viéndole tan decidido y valiente, el chico
mayor le dejó en paz. Y a otro abusón que quiso quitarle uno de sus juguetes,
en lugar de entregarle el juguete con miedo, le dio una tarjetita escrita por un
policía amigo suyo, donde se leía "si robas a este niño, te perseguiré hasta
meterte en la cárcel".
La táctica dio resultado. Igual que Titín tenía miedo de sus palizas, aquellos
grandullones también tenían miedo de muchas cosas. Una sola vez se llevó un
par de golpes y tuvo que ser valiente y cumplir su amenaza: el abusón recibió
tal escarmiento que desde aquel día prefirió proteger a Titín, que así llegó a ser
como la valiente avispita que asustaba a quienes se metían con ella sin
siquiera tener que picarles.

Pedro Pablo Sacristán

Billetes de Cielo
Había una vez un niño enfermo llamado Juan. Tenía una grave y rara
enfermedad, y todos los médicos aseguraban que no viviría mucho, aunque
tampoco sabían decir cuánto. Pasaba largos días en el hospital, entristecido
por no saber qué iba a pasar, hasta que un payaso que pasaba por allí y
comprobó su tristeza se acercó a decirle:
- ¿Cómo se te ocurre estar así parado? ¿No te hablaron del Cielo de los niños
enfermos?
Juan negó con la cabeza, pero siguió escuchando atento.
- Pues es el mejor lugar que se pueda imaginar, mucho mejor que el cielo de
los papás o cualquier otra persona. Dicen que es así para compensar a los
niños por haber estado enfermos. Pero para poder entrar tiene una condición.
- ¿Cuál? - preguntó interesado el niño. - No puedes morirte sin haber llenado el
saco. - ¿El saco?- Sí, sí. El saco. Un saco grande y gris como este – dijo el
payaso mientras sacaba uno bajo su chaqueta y se lo daba. - Has tenido suerte
de que tuviera uno por aquí. Tienes que llenarlo de billetes para comprar tu
entrada.
- ¿Billetes? Pues vaya. Yo no tengo dinero. - No son billetes normales, chico.
Son billetes especiales: billetes de buenas acciones; un papelito en el que
debes escribir cada cosa buena que hagas. Por la noche un ángel revisa todos
los papelitos, y cambia los que sean buenos por auténticos billetes de cielo.-
¿De verdad?
- ¡Pues claro! Pero date prisa en llenar el saco. Llevas mucho tiempo enfermo y
no sabemos si te dará tiempo. Esta es una oportunidad única ¡Y no puedes
morirte antes de llenarlo, sería una pena terrible!

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El payaso tenía bastante prisa, y cuando salió de la habitación Juan quedó
pensativo, mirando el saco. Lo que le había contado su nuevo amigo parecía
maravilloso, y no perdía nada por probar. Ese mismo día, cuando llegó su
mamá a verle, él mostró la mejor de sus sonrisas, e hizo un esfuerzo por estar
más alegre que de costumbre, pues sabía que aquello la hacía feliz. Después,
cuando estuvo solo, escribió en un papel: “hoy sonreí para mamá”. Y lo echó al
saco.
A la mañana siguiente, nada más despertar, corrió a ver el saco ¡Allí estaba!
¡Un auténtico billete de cielo! Tenía un aspecto tan mágico y maravilloso, que el
niño se llenó de ilusión, y el resto del día no dejó de hacer todo aquello que
sabía que alegraba a los doctores y enfermeras, y se preocupó por acompañar
a otros niños que se sentían más solos. Incluso contó chistes a su hermanito y
tomó unos libros para estudiar un poquito. Y por cada una de aquellas cosas,
echó su papelito al saco.
Y así, cada día, el niño despertaba con la ilusión de contar sus nuevos billetes
de cielo, y conseguir muchos más. Se esforzaba cuanto podía, porque se había
dado cuenta de que no servía el truco de juntar los billetes en el saco de
cualquier manera: cada noche el ángel los colocaba de la forma en que menos
ocupaban. Y Juan se veía obligado a seguir haciendo buenas obras a toda
velocidad, con la esperanza de conseguir llenar el saco antes de ponerse
demasiado enfermo...
Y aunque aún tuvo muchos días, nunca llegó a llenar el saco. Juan, que se
había convertido en el niño más querido de todo el hospital, en el más alegre y
servicial, terminó curando del todo. Nadie sabía cómo: unos decían que su
alegría y su actitud tenían que haberle curado a la fuerza; otros estaban
convencidos de que el personal del hospital le quería tanto, que dedicaban
horas extra a tratar de encontrar alguna cura y darle los mejores cuidados; y
algunos contaban que un par de ancianos millonarios a los que había animado
mucho durante su enfermedad, habían pagado un costosísimo tratamiento
experimental para él.
El caso es que todos decían la verdad, porque tal y como el payaso había visto
ya muchas veces, sólo había que poner un poquito de cielo cada noche en su
saco gris para que lo que parecía una vida que se apaga, fueran los mejores
días de toda una vida, durase lo que durase.

Pedro Pablo Sacristán

El dibujo parlante
Pintín Tilirín era un niño pequeño que disfrutaba yendo al cole y haciendo
cualquier cosa, menos pintar y escribir. A Pintín no se le daba muy bien eso de
usar los lápices, así que sus dibujos no le salían muy bonitos y él se disgustaba
y no quería seguir pintando. Pero un día, Pintín encontró un lápiz de colores tan
chulo, que no pudo resistirse y se puso a pintar un círculo. Como siempre, no le
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salió muy bien, y ya estaba a punto de tirar el lápiz cuando el dibujo comenzó a
hablar:
- Pss, no irás a dejarme así, ¿verdad?. Píntame unos ojos por lo menos.
Pintín, alucinado, dibujó dos puntitos dentro del círculo.
- Mucho mejor, así ya puedo verme - dijo el círculo mientras se observaba... -
¡¡¡Argggg!!! ¡Pero qué me has hecho!
El niño comenzó a excusarse:
- Es que yo no dibujo muy bien... - ¡Bueno, no pasa nada! -le interrumpió el
acelerado dibujo-. Seguro que si lo vuelves a intentar te sale mejor. ¡Venga,
puedes borrarme!
Pintín borró el círculo y trazó otro nuevo. Como el anterior, no era muy
redondo.
- ¡Ey!, ¡los ojos, que se te olvidan otra vez!- ¡Ah, sí! - Hmmm, creo que voy a
tener que enseñarte a pintar hasta que me dejes bien -dijo el muñeco con su
vocecilla rápida y gritona.
A Pintín, que seguía casi paralizado, no le pareció mala idea, y enseguida se
encontró dibujando y borrando círculos. El muñeco no paraba de decir, "borra
aquí, pero con cuidado que duele", o "¡píntame un poco de pelo, anda, que
parezco un chupa chups!", y otras cosas divertidas. Después de pasar juntos
casi toda la tarde, Pintín ya era capaz de dibujar el muñeco mucho mejor que la
mayoría de sus compañeros de clase. Estaba tan contento, que no quería dejar
de pintar con aquel profesor tan chiflado, y antes de acostarse, le dio miles de
gracias por haberle enseñado a pintar tan bien.
- ¡Pero si yo no he hecho nada, tontuelo!- respondió con su habitual tono
acelerado-. ¿No ves que has estado practicando mucho y con alegría? Seguro
que nunca antes lo habías hecho, ¡pintabichos!
Pintín se paró a pensar. Realmente antes dibujaba tan mal que nunca había
practicado más de 10 minutos seguidos, y siempre lo hacía enfadado y
protestando. Sin duda, el muñeco tenía razón.
- Bueno, tienes razón, pero gracias de todas formas- dijo el niño, y antes de
meterse en la cama, guardó con mucho cuidado el lápiz en su mochila.
A la mañana siguiente, Pintín se levantó de un salto y fue corriendo a buscar su
lápiz, pero no estaba. Buscó por todas partes, pero no había rastro del lápiz. Y
la hoja en que había dibujado el muñeco, aunque seguía llena de borrones,
estaba blanca. Empezó a ponerse nervioso, y ya no sabía si había estado toda
la tarde anterior hablando con el muñeco o lo había soñado. Así que para salir
de dudas, tomó un lápiz y una hoja, y se puso a dibujar un muñeco...
No le salió nada mal, sólo se le torcieron un par de esquinas; entonces se
imaginó al muñeco mandón pidiéndole que redondeara esos bordes, que
parecía que le quería poner granos, y con alegría borró ese tramo y lo rehízo. Y
se dio cuenta de que su loco dibujo tenía razón: daba igual o no tener el lápiz
mágico, para aprender a hacer las cosas bastaba seguir intentándolas con
alegría; y desde aquel día, cada vez que pintaba, dibujaba o hacía cualquier
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otra cosa, no dejaba de divertirse imaginando el resultado de su trabajo
protestando y diciendo "¡arréglame un poco, chico, que así no puedo ir a la
fiesta!".

Pedro Pablo Sacristán

Nómadas modernos
Un día cualquiera, la clase de don Ernesto transcurría normalmente mientras
explicaba a sus alumnos la historia del hombre. Les contaba que en un
principio los hombres fueron nómadas, que no vivían en un lugar fijo porque
iban de un lado a otro buscando la comida donde estaba, y cuando se
acababa, se marchaban a otro lugar. Les contó cómo el invento de la
agricultura y la ganadería fue algo excepcional, porque al aprender a cuidar la
tierra y los animales, el hombre pudo tener comida siempre, de mejor calidad, y
además vivir en un sitio fijo, lo que facilitaba que se pudieran hacer muchas
otras cosas que necesitaban mucho tiempo para hacerse, y a raíz de eso se
contruyeron los primeros pueblos y ciudades...
Todos escuchaban como encantados aquella historia, hasta que saltó Lucía:
- ¿Y si aquello fue tan importante y mejoró todo tanto, por qué somos nómadas
otra vez, don Ernesto?
Don Ernesto se quedó sin decir palabra. Lucía era una niña muy inteligente,
conocía a su casa y a sus padres, y estaba seguro de que no eran nómadas;
¿qué querría decir?
- Todos nos hemos vuelto nómadas -siguió Lucía-. El otro día a las afueras de
la ciudad estaban talando los bosques, hace poco un pescador me contó cómo
pescaban; y con todos era lo mismo: cuando se acababa un bosque, se iban a
otro, y cuando se acababan los peces en un sitio, cambiaban de lugar. Eso es
lo que hacían los nómadas ¿no?
El maestro asintió pensativo con la cabeza. Realmente, Lucía tenía razón, y los
hombres habíamos terminado por convertirnos en nómadas a la hora de
conseguir muchas cosas. ¡Menudo atraso! en lugar de cuidar la tierra y sus
recursos para seguir obteniéndolos en el futuro, ¡seguimos exprimiéndolos
hasta que se acaban, y luego nos vamos! El resto de la tarde estuvieron
hablando sobre qué podían hacer para demostrar lo civilizados que eran...
Al día siguiente, todos fueron a clase llevando una camiseta verde con un
mensaje que decía "¡Yo no soy un nómada!", y a partir de entonces, se
dedicaron a demostrar a todos que no lo eran; cada vez que sabían que iban a
necesitar algo, se preocupaban por asegurarse de que hubiera sido obtenido
con cuidado y control: si querían madera o papel, se aseguraban de que fuera
de árboles replantados, el pescado lo compraban en piscifactoría, vigilando que
no fueran peces pequeñitos; sólo utilizaban productos de animales cuidados y
alimentados en granjas... y así, desde su pequeña ciudad, aquellos niños

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consiguieron dejar de ser nómadas de nuevo, como habían hecho los hombres
prehistóricos hacía miles de años.

Pedro Pablo Sacristán

El reto matemático de los tres cerditos


Cuenta la leyenda que los tres cerditos del cuento, animados por su triunfo
sobre el lobo, recorrían el país como héroes, contando sus aventuras a
cualquiera que los invitara a comer manzanas, su fruta favorita. Pero las
manzanas empezaron a escasear porque el rey había ordenado llenar su gran
despensa, y los cerditos fueron a hablar con él. Este los recibió con alegría,
pero también con envidia.
- Vaya, los famosos, listos y trabajadores cerditos del cuento. Os daré cuantas
manzanas queráis si sois capaces de decirme exactamente cuántas manzanas
guardo en mi despensa.
Los cerditos aceptaron el reto, y el primero de ellos se lanzó a la despensa.
Estaba lleno de cestos de manzanas de todos los tipos y tamaños ¡un auténtico
paraíso!
Pero contar las manzanas resultó muy difícil. Cuando llegaba a varios cientos
se perdía o se equivocaba y tenía que empezar de cero. El rey disfrutaba
viendo las dificultades del cerdito, y cuando este dijo un número final,
respondió:
- No es correcto. Por cierto, olvidé deciros que si falláis los tres, mañana seréis
la comida de mis invitados. El señor lobo es uno de mis mejores amigos...
¡Guardias, encerrad a este cerdito!
El segundo cerdito se puso a contar. Viendo lo fácil que era confundirse con
tantas manzanas, decidió ir haciendo grupos y contar cada cesto por separado.
Unos tenían 92, otros 107, otros 88... Así consiguió avanzar sin errores, pero
cuando llegó la hora de sumar las manzanas de todos los cestos, era incapaz
de recordar cuántas había en cada uno. Y también falló.
- Buen banquete tendremos mañana ¡Guardias, encerrad también a este
cerdito!
Quedaba únicamente el cerdito mayor, el más famoso de los tres, y el rey se
preguntaba qué haría.
- Bueno, hagamos esto con un poco de orden - dijo el cerdito- Primero un
cestito pequeño con 10 manzanas. Y luego, otro cestito de 10. Y luego, otro
cestito de 10…
- ¡Ja,ja,ja,ja! - rió el rey - Así tardarás una semana en contarlas, y para cuando
acabes nos habremos comido a tus hermanos, ¡ja,ja,ja!
Pero el cerdito continuó.
- Ahora que tengo 10 cestitos de 10, los echo todos en un cesto mediano y así
tengo uno de 100. Y vuelvo a hacer cestitos de 10... Así, ¿lo ves? ya tengo

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otros 10 cestitos, los junto todos en otro cesto mediano, y tengo otro grupo de
100 manzanas...
El cerdito siguió contando. Cuando llegó a tener 10 cestos de 100, los juntó
todos en uno de los cestos más grandes para hacer un grupo enorme de 1000
manzanas. Y volvió a empezar con sus grupitos. Cuando terminó de contar,
mucho antes de lo que el rey había pensado y de lo que habían tardado sus
hermanos, el cerdito había llenado 9 cestos grandes, 8 medianos y 3
pequeños, y le quedaban 7 manzanas sueltas.
- Nueve mil ochocientas treinta y siete manzanas, majestad.- respondió seguro
el cerdito.
El rey, un poco rabioso, no quería reconocer su asombro y, recordando lo
difíciles que eran las sumas con llevadas, trajo una bandeja con unas pocas
manzanas.
- Uy, perdona, había olvidado las 8 manzanas del comedor-
Y mientras se las daba, sonreía pensado para sus adentros: “je,je, je, ahora
tendrá que volver a empezar de nuevo”.
Pero el cerdito, sin preocuparse, juntó aquellas 8 manzanas a las 7 que tenía
sueltas, y volvió a meter 10 de ellas en un cestito que puso junto a los otros
cestos pequeños. Luego contó las que le sobraron sueltas, que eran 5. Al final
había los mismos cestos grandes y medianos, pero tenía un cestito más, y 5
manzanas sueltas.
- Nueve mil ochocientas cuarenta y cinco manzanas, majestad- volvió a decir
triunfante, ante el asombro del rey.
El rey, que en el fondo no tenía ni idea de cuántas manzanas tenía, quedó tan
maravillado por aquella forma de contar que liberó inmediatamente al cerdito y
a sus hermanos, y ordenó que desde aquel momento todo el mundo utilizara el
mismo sistema de grupitos para contar. Y de este modo, los cerditos salieron
de los libros de cuentos para entrar también en los de matemáticas, en forma
de unidades, decenas, centenas... y sumas con llevadas.

Pedro Pablo Sacristán

La mejor elección
Rod y Tod. Así se llamaban los 2 afortunados niños que fueron elegidos para ir
a ver al mismísimo Santa Claus en el Polo Norte. Un mágico trineo fue a
recogerlos a las puertas de sus casas, y volaron por las nubes entre música y
piruetas. Todo lo que encontraron era magnífico, ni en sus mejores sueños lo
habrían imaginado, y esperaban con ilusión ver al adorable señor de rojo que
llevaba años repartiéndoles regalos cada Navidad.
Cuando llegó el momento, les hicieron pasar a una grandísima sala, donde
quedaron solos. El salón se encontraba oscuro y vacío: sólo una gran mesa a
su espalda, y un gran sillón al frente. Los duendes les avisaron:

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- Santa Claus está muy ocupado. Sólo podréis verlo unos segunditos, así que
aprovechadlos bien.
Esperaron largo rato, en silencio, pensando qué decir. Pero todo se les olvidó
cuando la sala se llenó de luces y colores. Santa Claus apareció sobre el gran
sillón, y al tiempo que aparecía, la gran mesa se llenaba con todos los juguetes
que siempre habían deseado ¡Qué emocionante! Mientras Tod corría a abrazar
a Santa Claus, Rod se giró hacia aquella bicicleta con la que tanto había
soñado. Sólo fueron unos segundos, los justos para que Tod dijera "gracias", y
llegara a sentirse el niño más feliz del mundo, y para que Santa Claus
desapareciera antes de que Rod llegara siquiera a mirarle. Entonces sintió que
había desperdiciado su gran suerte, y lo había hecho mirando los juguetes que
había visto en la tienda una y otra vez. Lloró y protestó pidiendo que volviera,
pero al igual que Tod, en unas pocas horas ya estaba de regreso en casa.
Desde aquel día, cada vez que veía un juguete, sentía primero la ilusión del
regalo, pero al momento se daba la vuelta para ver qué otra cosa importante
estaba dejando de ver. Y así, descubrió los ojos tristes de quienes estaban
solos, la pobreza de niños cuyo mejor regalo sería un trozo de pan, o las prisas
de muchos otros que llevaban años sin recibir un abrazo u oír un "te quiero". Y
al contrario que aquel día en el Polo Norte, en que no había sabido elegir,
aprendió a caminar en la dirección correcta, ayudando a los que no tenían
nada, dando amor a los que casi nunca lo tuvieron, y poniendo sonrisas en las
vidas más desdichadas.

Él solo llegó a cambiar el ambiente de su ciudad, y no había nadie que no lo


conociera ni le estuviera agradecido. Y una Navidad, mientras dormía, sintió
que alguien le rozaba la pierna y abrió los ojos. Al momento reconoció las
barbas blancas y el traje rojo, y lo rodeó con un gran abrazo. Así estuvo un
ratito, hasta que Rod dijo con un hilillo de voz acompañado por lágrimas.
- Perdóname. No supe escoger lo más importante.
Pero Santa Claus, con una sonrisa, respondió:
- Olvida eso. Hoy era yo quien tenía que elegir, y he preferido pasar un rato con
el niño más bueno del mundo, antes que dejarte en la chimenea la montaña de
regalos que te habías ganado ¡Gracias!
A la mañana siguiente, no hubo ningún regalo en la chimenea de Rod. Aquella
Navidad, el regalo había sido tan grande, que sólo cabía en su enorme
corazón.

Pedro Pablo Sacristán

El monstruo hechizado para siempre


Había una vez un niño que se portaba tan mal, que el hada del reino se le
apareció para castigarle. Lo hechizó y lo convirtió en un monstruo, de manera
que sólo podría dejar de serlo si asustaba terriblemente a alguien. Al principio
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pensó que sería fácil, pero pronto se dio cuenta de que los niños de su entorno
eran muy difíciles de asustar.
Pasó mucho tiempo y se fue desanimando, así que decidió buscar una presa
fácil: un chico con fama de buenazo. Para no fallar, lo estudió durante algún
tiempo, siguiéndole allá donde iba, y viendo de paso todas las buenas obras
que hacía: daba limosna, jugaba con los niños del hospital, ayudaba a los
ancianos... Finalmente, un día tuvo a tiro el mejor susto del mundo, aquel que
podría liberarle para siempre y dejar tieso al niño bueno. Pero cuando fue a
asustarle, vinieron a su mente las imágenes de aquellos a quienes el niño
bueno ayudaba, y decidió perdonarle, porque comprendió que la labor de aquel
muchacho no tenía precio él sería culpable de todo lo malo que les pasara a
todos los que ayudaba. Justo en ese instante se aparición el hada, que premió
su actitud devolviéndole su aspecto.
Y aquel niño, antes tan malvado, se convirtió en un niño ejemplar y bondadoso,
muy amigo de aquel niño bueno a quien estuvo a punto de matar del susto

Pedro Pablo Sacristán

Los problemillas del arca


En el arca de Noé los animales llevaban tanto tiempo que empezaron a
organizar juegos y actividades para divertirse. Pero no tuvieron mucho cuidado,
y en uno de los juegos, un pájaro carpintero terminó haciendo un agujero en el
fondo del arca. El agujero empezó a crecer, y en poco tiempo comenzó a entrar
muchísima agua. Uno a uno, distintos animales trataron de arreglarlo,
peleándose incluso por ser los que salvaran el barco, pero ni siquiera la presa
del castor pudo hacer nada. Empezaron a asustarse y pensaron que el barco
se hundiría, pero entonces la abeja explicó a todos cómo ellas siempre
trabajaban todas juntas y en equipo, cada una haciendo lo que mejor sabía, y
todos comenzaron a organizarse y ayudarse: los pájaros tiraban todos juntos
del barco hacia arriba, los elefantes y otros animales grandes llenaban sus
bocas de agua para sacarla del barco, los más rápidos iban de acá para allá
juntando materiales que los que construían nidos y madrigueras utilizaban para
arreglar el boquete cada vez mayor. Así, todos trabajando, consiguieron frenar
un poco el hundimiento, pero no pararlo. Desesperados, siguieron buscando si
faltaba algún animal por ayudar. Buscaron y buscaron, pero en el barco no
había nadie más. Pero de repente, un pez se coló en barco, y los animales se
dieron cuenta de que ¡aún no habían pedido ayuda a todos los animales del
mar! Pidieron al pez que buscara ayuda para salvar el barco, y acudieron peces
y peces, y hasta una gran ballena que terminó por cubrir el agujero mientras el
resto de animales reparaban el barco. Y así fue como todos los animales se
salvaron con la ayuda de todos

Pedro Pablo Sacristán


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La princesa del lago
Había una vez dos bellas princesas que siendo aún pequeñas, habían sido
raptadas por un rey enemigo. Éste había ordenado llevarlas a un lago perdido,
y abandonarlas en una pequeña isla, donde permanecerían para siempre
custodiadas por un terrible monstruo marino.
Sólo cuando el malvado rey y su corte de brujos y adivinos fueron derrotados,
pudieron en aquel país descubrir que en el destino estaba escrito que llegaría
el día en que un valiente príncipe liberaría a las princesas de su encierro.
Cuando el viento llevó la noticia a la isla, llenó de esperanza la vida de las
princesas. La más pequeña, mucho más bella y dulce que su hermana,
esperaba pacientemente a su enamorado, moldeando pequeños adornos de
flores y barro, y cantando canciones de amor.
La mayor, sin embargo, no se sentía a gusto esperando sin más. "Algo tendré
que hacer para ayudar al príncipe a rescatarme. Que por lo menos sepa dónde
estoy, o cómo es el monstruo que me vigila." Y decidida a facilitar el trabajo del
príncipe, se dedicó a crear hogueras, construir torres, cavar túneles y mil cosas
más. Pero el temible monstruo marino fastidiaba siempre sus planes.
Con el paso del tiempo, la hermana mayor se sentía más incómoda. Sabía que
el príncipe elegiría a la pequeña, así que no tenía mucho sentido seguir
esperando. Desde entonces, la joven dedicó sus esfuerzos a tratar de escapar
de la isla y del monstruo, sin preocuparse por si finalmente el príncipe
aparecería para salvarla o no.
Cada mañana preparaba un plan de huída diferente, que el gran monstruo
siempre terminaba arruinando. Los intentos de fuga y las capturas se sucedían
día tras día, y se convirtieron en una especie de juego de ingenio entre la
princesa y su guardián. Cada intento de escapada era más original e ingenioso,
y cada forma de descubrirlo más sutil y sorprendente. Ponían tanto empeño e
imaginación en sus planes, que al acabar el juego pasaban horas comentando
amistosamente cómo habían preparado su estrategia. Y al salir la luna, se
despedían hasta el día siguiente y el monstruo volvía a las profundidades del
lago.
Un día, el monstruo despidió a la princesa diciendo:
- Mañana te dejaré marchar. Eres una joven lista y valiente. No mereces seguir
atrapada. Pero a la mañana siguiente la princesa no intentó escapar. Se quedó
sentada junto a la orilla, esperando a que apareciera el monstruo.
- ¿Por qué no te has marchado? - No quería dejarte aquí solo. Es verdad que
das bastante miedo, y eres enorme, pero tú también eres listo y mereces algo
más que vigilar princesas. ¿Por qué no vienes conmigo? - No puedo- respondió
con gran pena el monstruo-. No puedo separarme de la isla, pues a ella me ata
una gran cadena. Tienes que irte sola.
La joven se acercó a la horrible fiera y la abrazó con todas sus fuerzas. Tan
fuerte lo hizo, que el animal explotó en mil pedazos. Y de entre tantos

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pedacitos, surgió un joven risueño y delgaducho, pero con esa misma mirada
inteligente que tenía su amigo el monstruo.
Así descubrieron las princesas a su príncipe salvador, quien había estado con
ellas desde el principio, sin saber que para que pudiera salvarlas antes debían
liberarlo a él. Algo que sólo había llegado a ocurrir gracias al ánimo y la actitud
de la hermana mayor. Y el joven príncipe, que era listo, no tuvo ninguna duda
para elegir con qué princesa casarse, dejando a la hermana pequeña con sus
cantos, su belleza y su dulzura... y buscando algún príncipe tontorrón que
quisiera a una chica con tan poca iniciativa.

Pedro Pablo Sacristán

El valiente Manuté
"El mejor hombre de toda la tribu es el valiente Manuté", decían todos. No
había momento del día en que no pudiera comprobarse su valentía: saltaba
desde varios metros de altura hasta el suelo, luchaba con serpientes
venenosas, atrapaba escorpiones con la mano y podía hacerse una herida de
un palmo con un cuchillo sin un gesto de dolor. Todo lo contrario decían de
Pontomá, a quien nunca se había visto ni siquiera atrapar un mono.
Un día coincidieron ambos en la misma zona de la selva, y estaba Manuté
mostrándole a Pontomá una serpiente coral que acababa de atrapar, cuando
comenzó a diluviar como nunca antes habían visto. Ambos corrieron a
guarecerse bajo unas grandes plantas, y allí permanecieron hasta que dejó de
llover.
Sin embargo, cuando iban a salir de su escondite, oyeron a menos de 2 metros
el rugido de un tigre. Las plantas eran muy espesas y el animal no podría
atravesarlas, pero estaba prácticamente junto a la entrada del escondite. Si se
le ocurría atravesarla y les encontraba allí, no saldrían vivos, así que Manuté se
inquietó mucho y empezó a ponerse nervioso. Quería salir a toda costa y
enfrentarse al tigre en un terreno más abierto en que pudiera hacer uso de su
gran habilidad de cazador. Pontomá le hacía señas para que se quedara quieto
sin hacer ruido, pero Manuté, cansado de la compañía de un miedica, salió
fuera, sorprendiendo al tigre.
El tigre recibió un par de heridas profundas, pero no tardó en recuperarse y con
dos zarpazos hirió al valiente Manuté, arrojándolo al suelo. Tomó impulso y
saltó sobre él, pero la lanza de Manuté interrumpió su vuelo. El tigre se revolvió
herido, pero la lanza se movía a la velocidad del rayo, con una precisión
increíble, hiriendo una y otra vez al animal, hasta que éste cayó sin vida.
Manuté, con la boca abierta y sangrando abundantemente por sus heridas,
presenció todo desde el suelo. Jamás antes había visto a nadie hacer frente a
un tigre y manejar la lanza con la calma y fuerza con que acababa de ver
hacerlo a Pontomá.

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Ninguno dijo nada, no era necesario añadir palabras a la mirada agradecida de
Manuté, ni a la mano tendida de Pontomá, ni a la piel del tigre que
increíblemente dejaron allí en la selva.
Pero desde aquel día, todos piensan que Manuté no es el mismo, que ya no es
tan valiente, y les extraña aún más ver entre las cosas de Pontomá la antigua
lanza de Manuté. Pero él sonríe y recuerda el día que aprendió que los
verdaderos valientes no buscan los peligros; les basta con controlar su miedo
cuando los peligros les encuentran.

Pedro Pablo Sacristán

La pócima y el viento
Es noche cerrada en el bosque. El viento sacude las hojas de los árboles,
como queriendo extraer su esencia para llevarla lejos, y unirla a su gran
colección de sonidos, tomados cada uno de un lugar distinto. Hoy el viento
viene cargado de enfados, de rabias, de lloros, de insultos, de amenazas.
"Nada de provecho", piensa el brujo, justo antes de que el viento traiga a sus
dominios una risa; es una risa simple, con ganas de existir, y el brujo, rápido, la
atrapa sin dudar.
"Ya está", dice satisfecho. Su mayor secreto, su conjuro más potente, su
pócima más valiosa, está por fin completa. Como siempre, ayudará a quien la
reciba a superar mil adversidades, dando al viejo aún más fama en la comarca,
si es que se puede ser más famoso. Y como siempre, también, se preguntarán
qué oscuras artes habrá utilizado para tan poderosa poción.
Pero el mago no revelará su secreto ¿cómo decir que son sólo 3 sonrisas y
buen humor bien tierno, y que con eso basta para hacer frente a todos los
males? nadie le creería, así que no perderá el tiempo con explicaciones, y
volverá a viajar al bosque, de noche, a esa zona junto al roble, donde el viento
trae de cuando en cuando alguna sonrisa fresca.

Pedro Pablo Sacristán

FABÚLAS.

El águila, el cuervo y el pastor.

Lanzándose desde una cima, un águila arrebató a un corderito.

La vio un cuervo y tratando de imitar al águila, se lanzó sobre un carnero, pero


con tan mal conocimiento en el arte que sus garras se enredaron en la lana, y
batiendo al máximo sus alas no logró soltarse.
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Viendo el pastor lo que sucedía, cogió al cuervo, y cortando las puntas de sus
alas, se lo llevó a sus niños.

Le preguntaron sus hijos acerca de que clase de ave era aquella, y él les dijo:

Para mí, sólo es un cuervo; pero él, se cree águila.

Pon tu esfuerzo y dedicación en lo que realmente estás preparado, no en lo


que no te corresponde.

El águila, la liebre y el escarabajo

Estaba una liebre siendo perseguida por un águila, y viéndose perdida pidió
ayuda a un escarabajo, suplicándole que le ayudara.

Le pidió el escarabajo al águila que perdonara a su amiga. Pero el águila,


despreciando la insignificancia del escarabajo, devoró a la liebre en su
presencia.

Desde entonces, buscando vengarse, el escarabajo observaba los lugares


donde el águila ponía sus huevos, y haciéndolos rodar, los tiraba a tierra.
Viéndose el águila echada del lugar a donde quiera que fuera, recurrió a Zeus
pidiéndole un lugar seguro para depositar sus huevos.

Le ofreció Zeus colocarlos en su regazo, pero el escarabajo, viendo la táctica


escapatoria, hizo una bolita de estiércol, voló y la dejó caer sobre el regazo de
Zeus.

Se levantó entonces Zeus para sacudirse aquella suciedad, y tiró por tierra los
huevos sin darse cuenta. Por eso desde entonces, las águilas no ponen huevos
en la época en que salen a volar los escarabajos.

Nunca desprecies lo que parece insignificante, pues no hay ser tan débil que
no pueda alcanzarte.

El águila de ala cortada y la zorra.

Cierto día un hombre capturó a un águila, le cortó sus alas y la soltó en el corral
junto con todas sus gallinas. Apenada, el águila, quien fuera poderosa, bajaba
la cabeza y pasaba sin comer: se sentía como una reina encarcelada.

Pasó otro hombre que la vio, le gustó y decidió comprarla. Le arrancó las
plumas cortadas y se las hizo crecer de nuevo. Repuesta el águila de sus alas,

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alzó vuelo, apresó a una liebre para llevársela en agradecimiento a su
liberador.

La vio una zorra y maliciosamente la mal aconsejaba diciéndole:

No le lleves la liebre al que te liberó, sino al que te capturó; pues el que te


liberó ya es bueno sin más estímulo. Procura más bien ablandar al otro, no
vaya a atraparte de nuevo y te arranque completamente las alas.

Siempre corresponde generosamente con tus bienhechores, y por prudencia


mantente alejado de los malvados que insinúan hacer lo incorrecto.

El águila y la zorra.

Un águila y una zorra que eran muy amigas decidieron vivir juntas con la idea
de que eso afianzaría su amistad.

El águila escogió un árbol muy elevado para poner allí sus huevos, mientras
que la zorra soltó a sus hijos bajo unas zarzas sobre la tierra al pie del mismo
árbol.

Un día que la zorra salió a buscar su comida, el águila, que estaba hambrienta
cayó sobre las zarzas, se llevó a los zorruelos, y entonces ella y sus crías se
regocijaron con un banquete.

Regresó la zorra y más le dolió el no poder vengarse, que saber de la muerte


de sus pequeños; ¿Cómo podría ella, siendo un animal terrestre, sin poder
volar, perseguir a uno que vuela? Tuvo que conformarse con el usual consuelo
de los débiles e impotentes: maldecir desde lo lejos a su enemigo.

Más no pasó mucho tiempo para que el águila recibiera el pago de su traición
contra la amistad. Se encontraban en el campo unos pastores sacrificando una
cabra; cayó el águila sobre ella y se llevó una víscera que aún conservaba
fuego, colocándola en su nido.

Vino un fuerte viento y transmitió el fuego a las pajas, ardiendo también sus
pequeños aguiluchos, que por pequeños aún no sabían volar, los cuales se
vinieron al suelo. Corrió entonces la zorra, y tranquilamente devoró a todos los
aguiluchos ante los ojos de su enemiga.

Nunca traiciones la amistad sincera, pues si lo hicieras, tarde o temprano del


cielo llegará el castigo.

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El águila y la flecha.

Estaba asentada un águila en el pico de un peñasco esperando por la llegada


de las liebres.

Más la vio un cazador, y lanzándole una flecha le atravesó su cuerpo.

Viendo el águila entonces que la flecha estaba construida con plumas de su


propia especie exclamó:

¡Qué tristeza, terminar mis días por causa de las plumas de mi especie!

Más profundo es nuestro dolor cuando nos vencen con nuestras propias armas.

El águila y los gallos.

Dos gallos reñían por la preferencia de las gallinas; y al fin uno puso en fuga al
otro.

Resignadamente se retiró el vencido a un matorral, ocultándose allí. En cambio


el vencedor orgulloso se subió a una tapia alta dándose a cantar con gran
estruendo.

Más no tardó un águila en caerle y raptarlo. Desde entonces el gallo que había
perdido la riña se quedó con todo el gallinero.

A quien hace alarde de sus propios éxitos, no tarda en aparecerle quien se los
arrebate.

Las zorras a orillas del río Meandro.

Se reunieron un día las zorras a orillas del río Meandro con el fin de calmar su
sed; pero el río estaba muy turbulento, y aunque se estimulaban unas a otras,
ninguna se atrevía a ingresar al río de primera.

Al fin una de ellas habló, y queriendo humillar a las demás, se burlaba de su


cobardía presumiendo ser ella la más valiente. Así que saltó al agua atrevida e
imprudentemente. Pero la fuerte corriente la arrastró al centro del río, y las
compañeras, siguiéndola desde la orilla le gritaban:

¡No nos dejes compañera, vuelve y dinos cómo podremos beber agua sin
peligro!

Pero la imprudente, arrastrada sin remedio alguno, y tratando de ocultar su


cercana muerte, contestó:
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Ahora llevo un mensaje para Mileto; cuando vuelva les enseñaré cómo pueden
hacerlo.

Por lo general, los fanfarrones siempre están al alcance del peligro.

La zorra a la que se le llenó su vientre.

Una zorra hambrienta encontró en el tronco de una encina unos pedazos de


carne y de pan que unos pastores habían dejado escondidos en una cavidad. Y
entrando en dicha cavidad, se los comió todos.

Pero tanto comió y se le agrandó tanto el vientre que no pudo salir. Empezó a
gemir y a lamentarse del problema en que había caído.

Por casualidad pasó por allí otra zorra, y oyendo sus quejidos se le acercó y le
preguntó que le ocurría. Cuando se enteró de lo acaecido, le dijo:

¡Pues quédate tranquila hermana hasta que vuelvas a tener la forma en que
estabas, entonces de seguro podrás salir fácilmente sin problema!

Con paciencia se resuelven muchas dificultades.

La zorra y el espino

Una zorra saltaba sobre unos montículos, y estuvo de pronto a punto de


caerse. Y para evitar la caída, se agarró a un espino, pero sus púas le hirieron
las patas, y sintiendo el dolor que ellas le producían, le dijo al espino

¡Acudí a ti por tu ayuda, y más bien me has herido!

A lo que respondió el espino:

¡Tú tienes la culpa, amiga, por agarrarte a mí, bien sabes lo bueno que soy
para enganchar y herir a todo el mundo, y tú no eres la excepción!

Nunca pidas ayuda a quien acostumbra a hacer el daño.

La zorra y el leñador.

Una zorra estaba siendo perseguida por unos cazadores cuando llegó al sitio
de un leñador y le suplicó que la escondiera. El hombre le aconsejó que
ingresara a su cabaña.

Casi de inmediato llegaron los cazadores, y le preguntaron al leñador si había


visto a la zorra.

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El leñador, con la voz les dijo que no, pero con su mano disimuladamente
señalaba la cabaña donde se había escondido.

Los cazadores no comprendieron las señas de la mano y se confiaron


únicamente en lo dicho con la palabra.

La zorra al verlos marcharse, salió silenciosa, sin decirle nada al leñador.

Le reprochó el leñador por qué a pesar de haberla salvado, no le daba las


gracias, a lo que la zorra respondió:

Te hubiera dado las gracias si tus manos y tu boca hubieran dicho lo mismo.

No niegues con tus actos, lo que pregonas con tus palabras.

La zorra y la serpiente.

Se encontraba una higuera a la orilla de un camino, y una zorra vio junto a ella
una serpiente dormida.

Envidiando aquel cuerpo tan largo, y pensando en que podría igualarlo, se


echó la zorra a tierra al lado de la serpiente e intentó estirarse cuanto pudo.
Tanto esfuerzo hizo, hasta que al fin, por vanidosa, se reventó.

No imites a los más grandes, si aún no tienes las condiciones para hacerlo.

La zorra y los racimos de uvas.

Estaba una zorra con mucha hambre, y al ver colgando de una parra unos
deliciosos racimos de uvas, quiso atraparlos con su boca.

Mas no pudiendo alcanzarlos, a pesar de sus esfuerzos, se alejó diciéndose:

¡Ni me agradan, están tan verdes!

Nunca traslades la culpa a los demás de lo que no eres capaz de alcanzar.

La zorra y el cocodrilo.

Discutían un día la zorra y el cocodrilo sobre la nobleza de sus antepasados.

Por largo rato habló el cocodrilo acerca de la alcurnia de sus ancestros, y


terminó por decir que sus padres habían llegado a ser los guardianes del
gimnasio.

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No es necesario que me lo digas, replicó la zorra; las cualidades de tu piel
demuestran muy bien que desde hace muchos años te dedicas a los ejercicios
de gimnasia.

Recuerda siempre que lo que bien se ve, no se puede ocultar con la mentira

La zorra con el rabo cortado.

Una zorra a la cual un cepo le había cortado la cola, estaba tan avergonzada,
que consideraba su vida horrorosa y humillante, por lo cual decidió que la
solución sería aconsejar a las demás hermanas cortarse también la cola, para
así disimular con la igualdad general, su defecto personal.

Reunió entonces a todas sus compañeras, diciéndoles que la cola no sólo era
un feo agregado, sino además una carga sin razón.

Pero una de ellas tomó la palabra y dijo:

Oye hermana, si no fuera por tu conveniencia de ahora, ¿nos darías en


realidad este consejo?

Cuídate de los que dan consejo en busca de su propio beneficio, y no por hacer
realmente un bien.

La zorra que nunca había visto un león.

Había una zorra que nunca había visto un león.

La puso el destino un día delante de la real fiera. Y como era la primera vez
que le veía, sintió un miedo espantoso y se alejó tan rápido como pudo

Al encontrar al león por segunda vez, aún sintió miedo, pero menos que antes,
y lo observó con calma por un rato.

En fin, al verlo por tercera vez, se envalentonó lo suficiente hasta llegar a


acercarse a él para entablar conversación.

En la medida que vayas conociendo algo, así le irás perdiendo el temor. Pero
mantén siempre la distancia y prudencia adecuada.

76
La zorra y la careta vacía.

Entró un día una zorra en la casa de un actor, y después de revisar sus


utensilios, encontró entre muchas otras cosas una máscara artísticamente
trabajada.

La tomó entre sus patas, la observó y se dijo:

¡Hermosa cabeza! Pero qué lástima que no tiene sesos.

No te llenes de apariencias vacías.

Llénate mejor siempre de buen juicio.

La zorra y el hombre labrador.

Había un hombre que odiaba a una zorra porque le ocasionaba algunos daños
ocasionalmente.

Después de mucho intentarlo, pudo al fin cogerla, y buscando vengarse de ella,


le ató a la cola una mecha empapada en aceite y le prendió fuego.

Pero un dios llevó a la zorra a los campos que cultivaba aquel hombre.

Era la época en que ya se estaba listo para la recolección del producto y el


labrador siguiendo a la raposa, contempló llorando, cómo al pasar ella por sus
campos, se quemaba toda su producción.

Procura ser comprensivo e indulgente, pues siempre sucede que el mal que
generamos, tarde o temprano se regresa en contra nuestra.

La zorra y el cangrejo de mar.

Queriendo mantener su vida solitaria, pero un poco diferente a la ya


acostumbrada, salió un cangrejo del mar y se fue a vivir a la playa.

Lo vio una zorra hambrienta, y como no encontraba nada mejor para comer,
corrió hacia él y lo capturó.

Entonces el cangrejo, ya listo para ser devorado exclamó:

¡Merezco todo esto, porque siendo yo animal del mar, he querido comportarme
como si fuera de la tierra!

Si intentas entrar a terrenos desconocidos, toma primero las precauciones


debidas, no vayas a ser derrotado por lo que no conoces.
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La zorra y el cuervo hambriento.

Un flaco y hambriento cuervo se posó en una higuera, y viendo que los higos
aún estaban verdes, se quedó en el sitio a esperar a que maduraran.

Vio una zorra al hambriento cuervo eternizado en la higuera, y le preguntó qué


hacía. Una vez que lo supo, le dijo:

Haces muy mal perdiendo el tiempo confiado a una lejana esperanza; la


esperanza se llena de bellas ilusiones, mas no de comida.

Si tienes una necesidad inmediata, de nada te servirá pensar satisfacerla con


cosas inalcanzables.

Las zorras, las águilas y las liebres.

Cierto día las águilas se declararon en guerra contra las liebres.

Fueron entonces éstas a pedirle ayuda a las zorras. Pero ellas les contestaron:

Las hubiéramos ayudado si no supiéramos quienes son ustedes y si tampoco


supiéramos contra quienes luchan.

Antes de decidir unirte a una campaña, mide primero la capacidad de los


posibles adversarios.

La zorra y la leona.

Reprochaba una zorra a una leona el hecho de que siempre sólo pariese a un
pequeñuelo.

Y le contestó la leona:

Sí, uno solo, tienes razón, ¡pero un señor león!

No midas el valor de las cosas por su cantidad, sino por su virtud.

La zorra y el león anciano.

Un anciano león, incapaz ya de obtener por su propia fuerza la comida, decidió


hacerlo usando la astucia. Para ello se dirigió a una cueva y se tendió en el
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suelo, gimiendo y fingiendo que estaba enfermo. De este modo, cuando los
otros animales pasaban para visitarle, los atrapaba inmediatamente para su
comida.

Habían llegado y perecido ya bastantes animales, cuando la zorra, adivinando


cuál era su ardid, se presentó también, y deteniéndose a prudente distancia de
la caverna, preguntó al león cómo le iba con su salud.

Claro que hubiera entrado, le dijo la zorra si no viera que todas las huellas
entran, pero no hay ninguna que llegara a salir.

Siempre advierte a tiempo los indicios del peligro, y así evitarás que te dañe.

La zorra, el oso y el león.

Habiendo encontrado un león y un oso al mismo tiempo a un cervatillo, se


retaron en combate a ver cuál de los dos se quedaba con la presa.

Una zorra que por allí pasaba, viéndolos extenuados por la lucha y con el
cervatillo al medio, se apoderó de éste y corrió pasando tranquilamente entre
ellos.

Y tanto el oso como el león, agotados y sin fuerzas para levantarse,


murmuraron:

¡Desdichados nosotros! ¡Tanto esfuerzo y tanta lucha hicimos para que todo
quedara para la zorra!

Por empeñarnos en no querer compartir, podemos perderlo todo

Las ranas y el pantano seco.

Vivían dos ranas en un bello pantano, pero llegó el verano y se secó, por lo
cual lo abandonaron para buscar otro con agua. Hallaron en su camino un
profundo pozo repleto de agua, y al verlo, dijo una rana a la otra:

Amiga, bajemos las dos a este pozo.

Pero, y si también se secara el agua de este pozo, repuso la compañera,


¿Cómo crees que subiremos entonces?

Al tratar de emprender una acción, analiza primero las consecuencias de ella.

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La rana del pantano y la rana del camino.

Vivía una rana felizmente en un pantano profundo, alejado del camino,


mientras su vecina vivía muy orgullosa en una charca al centro del camino.

La del pantano le insistía a su amiga que se fuera a vivir al lado de ella, alejada
del camino; que allí estaría mejor y más segura.

Pero no se dejó convencer, diciendo que le era muy difícil abandonar una
morada donde ya estaba establecida y satisfecha.

Y sucedió que un día pasó por el camino, sobre la charca, un carretón, y


aplastó a la pobre rana que no quiso aceptar el mudarse.

Si tienes la oportunidad de mejorar tu posición, no la rechaces.

La rana que decía ser médico y la zorra.

Gritaba un día una rana desde su pantano a los demás animales:

¡Soy médico y conozco muy bien todos los remedios para todos los males!

La oyó una zorra y le reclamó:

¿Cómo te atreves a anunciar ayudar a los demás, cuando tú misma cojeas y no


te sabes curar?

Nunca proclames ser lo que no puedes demostrar con el ejemplo.

La rana gritona y el león.

Oyó una vez un león el croar de una rana, y se volvió hacia donde venía el
sonido, pensando que era de algún animal muy importante.

Esperó y observó con atención un tiempo, y cuando vio a la rana que salía del
pantano, se le acercó y la aplastó diciendo:

¡Tú, tan pequeña y lanzando esos tremendos gritos!

Quien mucho habla, poco es lo que dice.

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El león y el boyero.

Un boyero que apacentaba un hato de bueyes perdió un ternero. Lo buscó,


recorriendo los alrededores sin encontrarlo. Entonces prometió a Zeus
sacrificarle un cabrito si descubría quien se lo había robado.

Entró de inmediato al bosque y vio a un león comiéndose al ternero.

Levantó aterrado las manos al cielo gritando:

¡Oh grandioso Zeus, antes te prometí inmolarte un cabrito si encontraba al


ladrón; pero ahora te prometo sacrificar un toro si consigo no caer en las garras
del ladrón!

Cuando busques una solución, ten presente que al encontrarla, ésta a su vez
puede convertirse en el siguiente problema.

El león y los tres bueyes.

Pastaban juntos siempre tres bueyes.

Un león quería devorarlos, pero el estar juntos los tres bueyes le impedían
hacerlo, pues el luchar contra los tres a la vez lo ponía en desventaja.

Entonces con astucia recurrió a enojarlos entre sí con pérfidas patrañas,


separándolos a unos de los otros.

Y así, al no estar ya unidos, los devoró tranquilamente, uno a uno.

Si permites que deshagan tu unidad con los tuyos, más fácil será que te dañen.

El león y el mosquito volador.

Un mosquito se acercó a un león y le dijo:

No te temo, y además, no eres más fuerte que yo. Si crees lo contrario,


demuéstramelo. ¿Que arañas con tus garras y muerdes con tus dientes?

¡Eso también lo hace una mujer defendiéndose de un ladrón! Yo soy más fuerte
que tú, y si quieres, ahora mismo te desafío a combate.

Y haciendo sonar su zumbido, cayó el mosquito sobre el león, picándole


repetidamente alrededor de la nariz, donde no tiene pelo.

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El león empezó a arañarse con sus propias garras, hasta que renunció al
combate. El mosquito victorioso hizo sonar de nuevo su zumbido; y sin darse
cuenta, de tanta alegría, fue a enredarse en una tela de araña.

Al tiempo que era devorado por la araña, se lamentaba que él, que luchaba
contra los más poderosos venciéndolos, fuese a perecer a manos de un
insignificante animal, la araña.

No importa que tan grandes sean los éxitos en tu vida, cuida siempre que la
dicha por haber obtenido uno de ellos, no lo arruine todo.

El buen rey león.

Había un león que no era enojoso, ni cruel, ni violento, sino tratable y justo
como una buena criatura, que llegó a ser el rey.

La tímida liebre dijo entonces:

He anhelado ardorosamente ver llegar este día, a fin de que los débiles
seamos respetados con justicia por los más fuertes.

E inmediatamente corrió lo mejor que pudo.

Cuando en un Estado se practica la justicia, los humildes pueden vivir


tranquilos..., pero no deben atenerse.

El león apresado por el labrador.

Entró un león en la cuadra de un labrador, y éste, queriendo cogerlo, cerró la


puerta. El león, al ver que no podía salir, empezó a devorar primero a los
carneros, y luego a los bueyes.

Entonces el labrador, temiendo por su propia vida, abrió la puerta.

Se fue el león, y la esposa del labrador, al oírlo quejarse le dijo:

Tienes lo que buscaste, pues ¿por qué has tratado de encerrar a una fiera que
más bien debías de mantener alejada?

Si te metes a competir con los más poderosos, prepárate antes muy bien. De lo
contrario saldrás malherido de la contienda.

82
El león enamorado de la hija del labrador.

Se había enamorado un león de la hija de un labrador y la pidió en matrimonio.

Y no podía el labrador decidirse a dar su hija a tan feroz animal, ni negársela


por el temor que le inspiraba.

Entonces ideó lo siguiente: como el león no dejaba de insistirle, le dijo que le


parecía digno para ser esposo de su hija, pero que al menos debería cumplir
con la siguiente condición:

Que se arrancara los dientes y se cortara sus uñas, porque eso era lo que
atemorizaba a su hija.

El león aceptó los sacrificios porque en verdad la amaba.

Una vez que el león cumplió lo solicitado, cuando volvió a presentarse ya sin
sus poderes, el labrador lleno de desprecio por él, lo despidió sin piedad a
golpes.

Nunca te fíes demasiado como para despojarte de tus propias defensas, pues
fácilmente serás vencido por los que antes te respetaban.

El león, la zorra y el ciervo.

Habiéndose enfermado el león, se tumbó en una cueva, diciéndole a la zorra, a


la que estimaba mucho y con quien tenía muy buena amistad:

Si quieres ayudarme a curarme y que siga vivo, seduce con tu astucia al ciervo
y tráelo acá, pues estoy antojado de sus carnes.

Vengo a darte una excelente noticia –Fue a decirle la zorra al ciervo-. Como
sabes, el león, nuestro rey, es mi vecino; pero resulta que ha enfermado y está
muy grave. Me preguntaba qué animal podría sustituirlo como rey después de
su muerte.

Y me comentaba: "el jabalí no, pues no es muy inteligente; el oso es muy torpe;
la pantera muy temperamental; el tigre es un fanfarrón; creo que el ciervo es el
más digno de reinar, pues es esbelto, de larga vida, y temido por las serpientes
por sus cuernos." Pero para qué te cuento más, está decidido que serás el rey.

¿Y qué me darás por habértelo anunciado de primero? Contéstame, que tengo


prisa y temo que me llame, pues yo soy su consejero. Pero si quieres oír a un
experimentado, te aconsejo que me sigas y acompañes fielmente al león hasta
su muerte.

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Terminó de hablar la zorra, y el ciervo, lleno de vanidad con aquellas palabras,
caminó decidido a la cueva sin sospechar lo que ocurriría.

Al verlo, el león se le abalanzó, pero sólo logró rasparle las orejas. El ciervo,
asustado, huyó velozmente hacia el bosque.

La zorra se golpeaba sus patas al ver perdida su partida. Y el león lanzaba


fuertes gritos, estimulado por su hambre y la pena. Suplicó a la zorra que lo
intentara de nuevo.

Y dijo la zorra:

Es algo penoso y difícil, pero lo intentaré.

Salió de la cueva y siguió las huellas del ciervo hasta encontrarlo reponiendo
sus fuerzas.

Viéndola el ciervo, encolerizado y listo para atacarla, le dijo:

¡Zorra miserable, no vengas a engañarme! ¡Si das un paso más, cuéntate


como muerta! Busca a otros que no sepan de ti, háblales bonito y súbeles los
humos prometiéndoles el trono, pero ya no más a mí.

Mas la astuta zorra le replicó:

Pero señor ciervo, no seas tan flojo y cobarde. No desconfíes de nosotros que
somos tus amigos. El león, al tomar tu oreja, sólo quería decirte en secreto sus
consejos e instrucciones de cómo gobernar, y tú ni siquiera tienes paciencia
para un simple arañazo de un viejo enfermo. Ahora está furioso contra ti y está
pensando en hacer rey al intrépido lobo. ¡Pobre!, ¡todo lo que sufre por ser el
amo! Ven conmigo, que nada tienes que temer, pero eso sí, sé humilde como
un cordero. Te juro por toda esta selva que no debes temer nada del león. Y en
cuanto a mí, sólo pretendo servirte.

Y engañado de nuevo, salió el ciervo hacia la cueva. No había más que


entrado, cuando ya el león vio plenamente saciado su antojo, procurando no
dejar ni recuerdo del ciervo. Sin embargo cayó el corazón al suelo, y lo tomó la
zorra a escondidas, como pago a sus gestiones. Y el león buscando el faltante
corazón preguntó a la zorra por él.

Le contestó la zorra:

Ese ciervo ingenuo no tenía corazón, ni lo busques. ¿Qué clase de corazón


podría tener un ciervo que vino dos veces a la casa y a las garras del león?

84
Nunca permitas que el ansia de honores perturbe tu buen juicio, para que no
seas atrapado por el peligro.

El león y la liebre.

Sorprendió un león a una liebre que dormía tranquilamente. Pero cuando


estaba a punto de devorarla, vio pasar a un ciervo. Dejó entonces a la liebre
por perseguir al ciervo.

Despertó la liebre ante los ruidos de la persecución, y no esperando más,


emprendió su huída.

Mientras tanto el león, que no pudo dar alcance al ciervo, ya cansado, regresó
a tomar la liebre y se encontró con que también había buscado su camino a
salvo.

Entonces se dijo el león:

Bien me lo merezco, pues teniendo ya una presa en mis manos, la dejé para ir
tras la esperanza de obtener una mayor.

Si tienes en tus manos un pequeño beneficio, cuando busques uno mayor, no


abandones el pequeño que ya tienes, hasta tanto no tengas realmente en tus
manos el mayor.

El león y el jabalí.

Durante el verano, cuando con el calor aumenta la sed, acudieron a beber a


una misma fuente un león y un jabalí.

Discutieron sobre quien debería sería el primero en beber, y de la discusión


pasaron a una feroz lucha a muerte.

Pero, en un momento de descanso, vieron una nube de aves rapaces en


espera de algún vencido para devorarlo. Entonces, recapacitando, se dijeron:

¡Más vale que seamos amigos y no pasto de los buitres y cuervos!

Las luchas inútiles sólo sirven para enriquecer y alimentar a sus espectadores.

85
El león y el delfín

Paseaba un león por una playa y vio a un delfín asomar su cabeza fuera del
agua. Le propuso entonces una alianza:

Nos conviene unirnos a ambos, siendo tú el rey de los animales del mar y yo el
de los terrestres, le dijo.

Aceptó gustoso el delfín. Y el león, quien desde hacía tiempo se hallaba en


guerra contra un loro salvaje, llamó al delfín a que le ayudara. Intentó el delfín
salir del agua, mas no lo consiguió, por lo que el león lo acusó de traidor.

¡No soy yo el culpable ni a quien debes acusar, sino a la Naturaleza, respondió


el delfín, porque ella es quien me hizo acuático y no me permite pasar a la
tierra!

Cuando busques alianzas, fíjate que tus aliados estén en verdad capacitados
de unirte a ti en lo pactado.

El león, la zorra y el lobo.

Cansado y viejo el rey león, se quedó enfermo en su cueva, y los demás


animales, excepto la zorra, lo fueron a visitar.

Aprovechando la ocasión de la visita, acusó el lobo a la zorra expresando lo


siguiente:

Ella no tiene por nuestra alteza ningún respeto, y por eso ni siquiera se ha
acercado a saludar o preguntar por su salud.

En ese preciso instante llegó la zorra, justo a tiempo para oír lo dicho por el
lobo. Entonces el león, furioso al verla, lanzó un feroz grito contra la zorra; pero
ella, pidió la palabra para justificarse, y dijo:

Dime, de entre todas las visitas que aquí tenéis, ¿quién te ha dado tan especial
servicio como el que he hecho yo, que busqué por todas partes médicos que
con su sabiduría te recetaran un remedio ideal para curarte, encontrándolo por
fin?

¿Y cuál es ese remedio?, dímelo inmediatamente. Ordenó el león.

Debes sacrificar a un lobo y ponerte su piel como abrigo, respondió la zorra.

Inmediatamente el lobo fue condenado a muerte, y la zorra, riéndose exclamó:

Al patrón no hay que llevarlo hacia el rencor, sino hacia la benevolencia.

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Quien tiende trampas para los inocentes, es el primero en caer en ellas.

El león y el asno presuntuoso.

De nuevo se hicieron amigos el ingenuo asno y el león para salir de caza.


Llegaron a una cueva donde se refugiaban unas cabras monteses, y el león se
quedó a guardar la salida, mientras el asno ingresaba a la cueva coceando y
rebuznando, para hacer salir a las cabras.

Una vez terminada la acción, salió el asno de la cueva y le preguntó si no le


había parecido excelente su actuación al haber luchado con tanta bravura para
expulsar a las cabras.

¡Oh sí, soberbia, repuso el león, que hasta yo mismo me hubiera asustado si
no supiera de quien se trataba!

Si te alabas a ti mismo, serás simplemente objeto de la burla, sobre todo de los


que mejor te conocen.

El león y el ratón.

Dormía tranquilamente un león, cuando un ratón empezó a juguetear encima


de su cuerpo. Despertó el león y rápidamente atrapó al ratón; y a punto de ser
devorado, le pidió éste que le perdonara, prometiéndole pagarle
cumplidamente llegado el momento oportuno. El león echó a reír y lo dejó
marchar.

Pocos días después unos cazadores apresaron al rey de la selva y le ataron


con una cuerda a un frondoso árbol. Pasó por ahí el ratoncillo, quien al oír los
lamentos del león, corrió al lugar y royó la cuerda, dejándolo libre.

Días atrás le dijo, te burlaste de mí pensando que nada podría hacer por ti en
agradecimiento. Ahora es bueno que sepas que los pequeños ratones somos
agradecidos y cumplidos.

Nunca desprecies las promesas de los pequeños honestos. Cuando llegue el


momento las cumplirán.

El león, la zorra y el asno.

El león, la zorra y el siempre ingenuo asno se asociaron para ir de caza.

87
Cuando ya tuvieron bastante, dijo el león al asno que repartiera entre los tres el
botín. Hizo el asno tres partes iguales y le pidió al león que escogiera la suya.
Indignado por haber hecho las tres partes iguales, saltó sobre él y lo devoró.

Entonces pidió a la zorra que fuera ella quien repartiera.

La zorra hizo un montón de casi todo, dejando en el otro grupo sólo unas
piltrafas. Llamó al león para que escogiera de nuevo.

Al ver aquello, le preguntó el león que quien le había enseñado a repartir tan
bien.

¡Pues el asno, señor, el asno!

Siempre es bueno no despreciar el error ajeno y más bien aprender de él.

El león, Prometeo y el elefante

No dejaba un león de quejarse ante Prometeo diciéndole:

Tú me hiciste bien fuerte y hermoso, dotado de mandíbulas con buenos


colmillos y poderosas garras en las patas, y soy el más dominante de los
animales. Sin embargo le tengo un gran temor al gallo.

¿Por qué me acusas tan a la ligera? ¿No estás satisfecho con todas las
ventajas físicas que te he dado? Lo que flaquea es tu espíritu. Replicó
Prometeo.

Siguió el león deplorando su situación, juzgándose de pusilánime. Decidió


entonces poner fin a su vida.

Se encontraba en esta situación cuando llegó el elefante, se saludaron y


comenzaron a charlar. Observó el león que el elefante movía constantemente
sus orejas, por lo que le preguntó la causa.

¿Ves ese minúsculo insecto que zumba a mí alrededor? Respondió el elefante,


pues si logra ingresar dentro de mi oído, estoy perdido.

Entonces se dijo el león: ¿No sería insensato dejarme morir, siendo yo mucho
más fuerte y poderoso que el elefante, así como mucho más fuerte y poderoso
es el gallo con el mosquito?

Muchas veces, muy pequeñas molestias nos hacen olvidar las grandezas que
poseemos.

88
El león y el toro.

Pensando el león como capturar un toro muy corpulento, decidió utilizar la


astucia. Le dijo al toro que había sacrificado un carnero y que lo invitaba a
compartirlo. Su plan era atacarlo cuando se hubiera echado junto a la mesa.

Llegó al sitio el toro, pero viendo sólo grandes fuentes y asadores, y ni asomo
de carnero, se largó sin decir una palabra.

Le reclamó el león que por qué se marchaba así, pues nada le había hecho.

Sí que hay motivo, respondió el toro, pues todos los preparativos que has
hecho no son para el cuerpo de un carnero, sino para el de un toro.

Observa y analiza siempre con cuidado tu alrededor, y así estarás mejor


protegido de los peligros.

El león y el ciervo.

Estaba un león muy furioso, rugiendo y gritando sin ninguna razón.

Lo vio un ciervo a prudente distancia y exclamó:

¡Desdichados de nosotros, los demás animales del bosque, si cuando el león


estaba sosegado nos era tan insoportable! ¿De qué no será capaz estando en
la forma que está ahora?

Cuidémonos de no dar nunca poder a los irascibles y dañinos, pues si ya sin


motivo nos dañan, más lo harán si por cualquier causa se sienten inconformes.

El león, la zorra y el ratón.

Dormía tranquilamente un león, cuando un ratoncillo se puso a correr sobre su


cuerpo.

Se despertó el león, y se movió en todas direcciones buscando a ver quien era


el intruso que le molestaba.

Lo observaba una zorra, y le criticó por creer que tenía miedo de un simple
ratoncillo, siendo él todo un señor león.

No es miedo del ratoncillo, dijo el león, sino que me sorprendió que hubiera un
animal que tuviera el valor de pisotear el cuerpo de un león dormido.

89
Nunca dejes de cuidarte ni aún de las más pequeñas cosas, por ínfimas que
sean.

Los lobos y los perros alistándose a luchar.

Se alistaban los lobos y los perros a luchar. Eligieron los perros como general a
un perro griego. Pero éste parecía no tener prisa en iniciar la batalla y por ello
le reclamaron.

¿Saben contestó por qué doy tiempo? Porque antes de actuar siempre es
bueno deliberar. Los lobos todos son de la misma raza, talla y color, pero
nosotros somos de costumbres muy diferentes, y procedemos de diversas
regiones de las cuales cada uno está orgulloso. Nuestros uniformes no son
parejos como los de ellos, tenemos rubios, negros, blancos y cenicientos.

¿Cómo voy a empezar una guerra con soldados tan disparejos? Primero debo
idear cómo nivelar a mi gente.

Cuando de asociarse se trata, entre más equilibrada sea la unidad de voluntad


y de pensamiento entre los miembros, mayor garantía habrá de éxito.

Los lobos reconciliándose con los perros.

Llamaron los lobos a los perros y les dijeron:

Oigan, siendo ustedes y nosotros tan semejantes, ¿por qué no nos


entendemos como hermanos, en vez de pelearnos? Lo único que tenemos
diferente es cómo vivimos. Nosotros somos libres; en cambio ustedes sumisos
y sometidos en todo a los hombres: aguantan sus golpes, soportan los collares
y les guardan los rebaños. Cuando sus amos comen, a ustedes sólo les dejan
los huesos. Les proponemos lo siguiente: dennos los rebaños y los pondremos
en común para hartarnos.

Creyeron los perros las palabras de los lobos traicionando a sus amos, y los
lobos, ingresando en los corrales, lo primero que hicieron fue matar a los
perros.

Nunca des la espalda o traiciones a quien verdaderamente te brinda ayuda y


confía en ti.

90
Los lobos y los carneros.

Intentaban los lobos sorprender a un rebaño de carneros. Pero gracias a los


perros guardianes, no podían conseguirlo. Entonces decidieron emplear su
astucia. Enviaron unos delegados a los carneros para pedirles que les
entregaran a sus perros diciéndoles:

Los perros son los causantes de que haya enemistad entre ustedes y nosotros.
Sólo tienen que entregárnoslos y la paz reinará entre nosotros.

Y los ingenuos carneros, sin sospechar lo que sucedería, les entregaron los
perros, y los lobos, ya libres de los perros, se apoderaron sin problemas del
rebaño.

Nunca les entregues a los enemigos, a los que les dan el apoyo y protección.

Los lobos, los carneros y el carnero mayor.

Enviaron los lobos una representación a un rebaño de carneros,


prometiéndoles hacer una paz permanente si les entregaban a los perros. Los
carneros aceptaron hacerlo, exceptuando a un viejo carnero padre que les
reclamó a los lobos:

¿Cómo les voy a creer y vivir con ustedes, si ahora mismo, aún con el cuido de
los perros no puedo pacer con tranquilidad?

Nunca te desprendas de lo que es primordial para tu propia seguridad.

El lobo orgulloso de su sombra, y el león.

Vagaba cierto día un lobo por lugares solitarios, a la hora en que el sol se ponía
en el horizonte. Y viendo su sombra bellamente alargada exclamó:

¿Cómo me va a asustar el león con semejante talla que tengo? ¡Con treinta
metros de largo, bien fácil me será convertirme en rey de los animales!

Y mientras soñaba con su orgullo, un poderoso león le cayó encima y empezó


a devorarlo. Entonces el lobo, cambiando de opinión se dijo:

La presunción es causa de mi desgracia.

Nunca valores tus virtudes por la apariencia con que las ven tus ojos, pues
fácilmente te engañarás.
91
El lobo y el cordero en el arroyo.

Miraba un lobo a un cordero que bebía en un arroyo, e imaginó un simple


pretexto a fin de devorarlo. Así, aún estando él más arriba en el curso del
arroyo, le acusó de enturbiarle el agua, impidiéndole beber. Y le respondió el
cordero:

Pero si sólo bebo con la punta de los labios, y además estoy más abajo y por
eso no te puedo enturbiar el agua que tienes allá arriba.

Viéndose el lobo burlado, insistió:

El año pasado injuriaste a mis padres.

¡Pero en ese entonces ni siquiera había nacido yo! contestó el cordero.

Dijo entonces el lobo:

Ya veo que te justificas muy bien, mas no por eso te dejaré ir, y siempre serás
mi cena.

Para quien hacer el mal es su profesión, de nada valen argumentos para no


hacerlo.

No te acerques nunca donde los malvados.

El lobo y el cordero en el templo.

Dándose cuenta de que era perseguido por un lobo, un pequeño corderito


decidió refugiarse en un templo cercano.

Lo llamó el lobo y le dijo que si el sacrificador lo encontraba allí dentro, lo


inmolaría a su dios.

¡Mejor así! replicó el cordero prefiero ser víctima para un dios a tener que
perecer en tus colmillos.

Si a caso sin remedio vamos a ser sacrificados, más nos vale que sea con el
mayor honor.

El lobo y la cabra.

Encontró un lobo a una cabra que pastaba a la orilla de un precipicio. Como no


podía llegar a donde estaba ella le dijo:
92
Oye amiga, mejor baja pues ahí te puedes caer. Además, mira este prado
donde estoy yo, está bien verde y crecido.

Pero la cabra le dijo:

Bien sé que no me invitas a comer a mí, sino a ti mismo, siendo yo tu plato.

Conoce siempre a los malvados, para que no te atrapen con sus engaños.

El lobo, la nana y el niño.

Se hallaba hambriento un lobo, y vagaba en busca de su comida. Llegó a una


choza y oyó a un niño que lloraba y a su nana que le decía:

No llores, mi niño, porque te llevo donde el lobo.

Creyendo el lobo aquellas palabras, se quedo esperando por mucho tiempo. Y


llegada la noche, la nana, cuando arrullaba al niño le cantaba:

Si viene el lobo, lo mataremos.

Al oír el lobo las nuevas palabras, siguió su camino meditando:

En esta casa dicen primero una cosa, y después quieren hacer otra muy
diferente.

Más importante que las palabras, son los actos de amor verdadero.

El lobo y la grulla.

A un lobo que comía un hueso, se le atragantó el hueso en la garganta, y corría


por todas partes en busca de auxilio.

Encontró en su correr a una grulla y le pidió que le salvara de aquella situación,


y que enseguida le pagaría por ello. Aceptó la grulla e introdujo su cabeza en la
boca del lobo, sacando de la garganta el hueso atravesado. Pidió entonces la
cancelación de la paga convenida.

Oye amiga dijo el lobo ¿No crees que es suficiente paga con haber sacado tu
cabeza sana y salva de mi boca?

Nunca hagas favores a malvados, traficantes o corruptos, pues mucha paga


tendrías si te dejan sano y salvo.

93
El lobo y el caballo.

Pasaba un lobo por un sembrado de cebada, pero como no era comida de su


gusto, la dejó y siguió su camino. Encontró al rato a un caballo y le llevó al
campo, comentándole la gran cantidad de cebada que había hallado, pero que
en vez de comérsela él, mejor se la había dejado porque le agradaba más oír el
ruido de sus dientes al masticarla. Pero el caballo le repuso:

¡Amigo, si los lobos comieran cebada, no hubieras preferido complacer a tus


oídos sino a tu estómago!

A todo malvado, aunque parezca actuar como bueno, no debe de creérsele.

El lobo y el asno.

Un lobo fue elegido rey entre sus congéneres y decretó una ley ordenando que
lo que cada uno capturase en la caza, lo pusiera en común y lo repartiese por
partes iguales entre todos; de esta manera ya no tendrían los lobos que
devorarse unos a otros en épocas de hambre.

Pero en eso lo escuchó un asno que estaba por ahí cerca, y moviendo sus
orejas le dijo:

Magnífica idea ha brotado de tu corazón, pero ¿Por qué has escondido todo tu
botín en tu cueva? Llévalo a tu comunidad y repártelo también, como lo has
decretado.

El lobo, descubierto y confundido, derogó su ley.

Si alguna vez llegas a tener poder de legislar, sé el primero en cumplir tus


propias leyes.

El lobo y el león.

Cierta vez un lobo, después de capturar a un carnero en un rebaño, lo


arrastraba a su guarida.

Pero un león que lo observaba, salió a su paso y se lo arrebató.

Molesto el lobo, y guardando prudente distancia le reclamó:

¡Injustamente me arrebatas lo que es mío!

El león, riéndose, le dijo:

94
Ajá; me vas a decir seguro que tú lo recibiste buenamente de un amigo.

Lo que ha sido mal habido, de alguna forma llegará a ser perdido.

El lobo y el perro.

Se encontró un lobo con un corpulento perro sujeto por un collar, y le preguntó:

¿Quién te ha encadenado y quién te ha alimentado de esa forma?

Mi amo, el cazador respondió el perro.

¡Que los dioses nos libren a los lobos de semejante destino! Prefiero morir de
hambre a tener que cargar tan pesado collar.

Vale más el duro trabajo en libertad, que el placer en esclavitud.

El lobo y el pastor.

Acompañaba un lobo a un rebaño de ovejas pero sin hacerles daño. Al


principio el pastor lo observaba y tenía cuidado de él como un enemigo. Pero
como el lobo le seguía y en ningún momento intentó robo alguno, llegó a
pensar el pastor que más bien tenía un guardián de aliado.

Cierto día, teniendo el pastor necesidad de ir al pueblo, dejó sus ovejas


confiadamente junto al lobo y se marchó.

El lobo, al ver llegado el momento oportuno, se lanzó sobre el rebaño y devoró


casi todo.

Cuando regresó el pastor y vio todo lo sucedido exclamó:

Bien merecido lo tengo; porque ¿De dónde saqué confiar las ovejas a un lobo?

Nunca dejes tus valores al alcance de los codiciosos, no importa su inocente


apariencia.

El lobo harto y la oveja.

Un lobo hartado de comida y ya sin hambre, vio a una oveja tendida en el


suelo. Dándose cuenta que se había desplomado simplemente de terror, se le
acercó, y tranquilizándola le prometió dejarla ir si le decía tres verdades.

Le dijo entonces la oveja que la primera es que preferiría no haberle


encontrado; la segunda, que como ya lo encontró, hubiera querido encontrarlo
ciego; y por tercera verdad le dijo:
95
¡Ojalá, todos los lobos malvados, murieran de mala muerte, ya que, sin haber
recibido mal alguno de nosotras, nos dan una guerra cruel!

Reconoció el lobo la realidad de aquellas verdades y dejó marchar a la oveja.

Camina siempre soportado en la verdad, y ella te abrirá los caminos del éxito,
aún entre adversarios.

El lobo herido y la oveja.

Un lobo que había sido mordido por unos perros, yacía en el suelo todo
malherido. Viendo la imposibilidad de procurarse comida en esa situación, pidió
a una oveja que pasaba por allí que le llevara un poco de agua del cercano río.

Si me traes agua para beber le dijo, yo mismo me encargaré de mi comida.

Si te llevo agua para beber respondió la oveja, yo misma asistiré a tu cena.

Prevé siempre el verdadero fondo de las aparentemente inocentes propuestas


de los malhechores.

El lobo y el labrador.

Llevó un labrador su yunta de bueyes al abrevadero.

Caminaba por ahí cerca un lobo hambriento en busca de comida.

Encontró el lobo el arado y empezó a lamer los bordes del yugo, y enseguida y
sin darse cuenta terminó por meter su cabeza adentro. Agitándose como mejor
podía para soltarse, arrastraba el arado a lo largo del surco.

Al regresar el labrador, y viéndolo en esta actividad le dijo:

¡Ah, lobo ladrón, que felicidad si fuera cierto que renunciaste a tu oficio y te has
unido a trabajar honradamente la tierra!

A veces, por casualidad o no, los malvados parecieran actuar bien, mas su
naturaleza siempre los delata.

El lobo y el perro dormido.

Dormía plácidamente un perro en el portal de una casa. Un lobo se abalanzó


sobre él, dispuesto a darse un banquete, cuando en eso el perro le rogó que no
lo sacrificara todavía.
96
Mírame, ahora estoy en los huesos, le dijo; espera un poco de tiempo, ya que
mis amos pronto van a celebrar sus bodas y como yo también me daré mis
buenos atracones, me engordaré y de seguro seré un mucho mejor manjar
para tu gusto.

Le creyó el lobo y se marchó. Al cabo de algún tiempo volvió. Pero esta vez
encontró al perro durmiendo en una pieza elevada de la casa. Se detuvo al
frente y le recordó al perro lo que habían convenido. Entonces el perro repuso:

¡Ah lobo, si otro día de nuevo me ves dormir en el portal de la casa, no te


preocupes por esperar las bodas!

Si una acción te lleva a caer en un peligro, y luego te logras salvar de él,


recuerda cual fue esa acción y evita repetirla para no volver a ser su víctima.

El lobo flautista y el cabrito.

Un cabrito se rezagó en el rebaño y fue alcanzado por un lobo que lo


perseguía. Se volvió hacia éste y le dijo:

Ya sé, señor lobo, que estoy condenado a ser tu almuerzo. Pero para no morir
sin honor, toca la flauta y yo bailaré por última vez.

Y así lo hicieron, pero los perros, que no estaban lejos, oyeron el ruido y
salieron a perseguir al lobo. Viendo la mala pasada, se dijo el lobo:

Con sobrada razón me ha sucedido esto, porque siendo yo cazador, no debí


meterme a flautista.

Cuando vayas a efectuar una nueva actividad, antes ten en cuenta tus
capacidades y las circunstancias, para valorar si puedes salir adelante.

Los dos perros

Un hombre tenía dos perros. Uno era para la caza y otro para el cuido. Cuando
salía de cacería iba con el de caza, y si cogía alguna presa, al regresar, el amo
le regalaba un pedazo al perro guardián. Descontento por esto el perro de
caza, lanzó a su compañero algunos reproches: que sólo era él quien salía y
sufría en todo momento, mientras que el otro perro, el cuidador, sin hacer nada,
disfrutaba de su trabajo de caza.

El perro guardián le contestó:

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¡No es a mí a quien debes de reclamar, sino a nuestro amo, ya que en lugar de
enseñarme a trabajar como a ti, me ha enseñado a vivir tranquilamente del
trabajo ajeno!

Pide siempre a tus mayores que te enseñen una preparación y trabajo digno
para afrontar tu futuro, y esfuérzate en aprenderlo correctamente.

Los perros hambrientos.

Vieron unos perros hambrientos en el fondo de un arroyo unas pieles que


estaban puestas para limpiarlas; pero como debido al agua que se interponía
no podían alcanzarlas decidieron beberse primero el agua para así llegar
fácilmente a las pieles.

Pero sucedió que de tanto beber y beber, reventaron antes de llegar a las
pieles.

Ten siempre cuidado con los caminos rápidos, pues no siempre son los más
seguros.

El hombre al que mordió un perro.

Un perro mordió a un hombre, y éste corría por todo lado buscando quien le
curara.

Un vecino le dijo que mojara un pedazo de pan con la sangre de su herida y se


lo arrojase al perro que lo mordió. Pero el hombre herido respondió:

¡Si así premiara al perro, todos los perros del pueblo vendrían a morderme!

Grave error es alagar la maldad, pues la incitas a hacer más daño todavía.

El perro de pelea y los perros sencillos

Un perro había sido muy bien alimentado en una casa y fue adiestrado para
luchar contra las fieras.

Un día, al ver un gran número de ellas colocadas en fila, rompió el collar que le
sujetaba y rápidamente echó a correr por las calles del pueblo. Lo vieron pasar
otros perros, y viendo que era fuerte como un toro, le preguntaron:

¿Por qué corres de esa manera?

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Sé que vivo en la abundancia, sin hambres, con mi estómago siempre
satisfecho, pero también siempre estoy cerca de la muerte combatiendo a esos
osos y leones respondió.

Entonces los otros perros comentaron:

Nuestra vida es en verdad pobre, pero más bella, sin tener que pensar en
combatir con leones ni osos.

Las grandes ganancias, siempre van acompañadas de grandes riesgos.

El perro, el gallo y la zorra.

Cierta vez un perro y un gallo se unieron en sociedad para recorrer el mundo.


Llegada una noche, el gallo subió a un árbol y el perro se recostó al pie del
tronco.

Y como era su costumbre, cantó el gallo antes del amanecer.

Oyó su canto una zorra y corrió hacia el sitio, parándose al pie del árbol. Le
rogó que descendiera, pues deseaba besar a un animal que tenía tan exquisita
voz.

Le replicó entonces el gallo que por favor, primero despertara al portero que
estaba durmiendo al pie del árbol.

Y entonces el perro, cuando la zorra buscaba como establecer conversación


con el portero, le saltó encima descuartizándola. Es inteligente actitud, cuando
encontramos un enemigo poderoso, encaminarlo a que busque a otros más
fuertes que nosotros.

El perro y la almeja.

Un perro de esos acostumbrados a comer huevos, al ver una almeja, no lo


pensó dos veces, y creyendo que se trataba de un huevo, se la tragó
inmediatamente. Desgarradas luego sus entrañas, se sintió muy mal y se dijo:

Bien merecido lo tengo, por creer que todo lo que veo redondo son huevos.

Nunca tomes un asunto sin antes reflexionar, para no entrar luego en extrañas
dificultades.

99
El perro y la liebre.

Un perro de caza atrapó un día a una liebre, y a ratos la mordía y a ratos le


lamía el hocico. Cansada la liebre de esa cambiante actitud le dijo:

¡Deja ya de morderme o de besarme, para saber yo si eres mi amigo o si eres


mi enemigo!

Sé siempre consistente en tus principios.

El perro y su reflejo en el río.

Vadeaba un perro un río llevando en su hocico un sabroso pedazo de carne.


Vio su propio reflejo en el agua del río y creyó que aquel reflejo era en realidad
otro perro que llevaba un trozo de carne mayor que el suyo.

Y deseando adueñarse del pedazo ajeno, soltó el suyo para arrebatar el trozo a
su supuesto compadre.

Pero el resultado fue que se quedó sin el propio y sin el ajeno: éste porque no
existía, sólo era un reflejo, y el otro, el verdadero, porque se lo llevó la
corriente.

Nunca codicies el bien ajeno, pues puedes perder lo que ya has adquirido con
tu esfuerzo.

El perro y la corneja.

Una corneja que ofrecía en sacrificio una víctima a Atenea invitó a un perro al
banquete.

Le dijo el perro:

¿Por qué dilapidas tus bienes en inútiles sacrificios? Pues deberías de saber
que la diosa te desprecia hasta el punto de quitar todo crédito a tus presagios.

Entonces replicó la corneja:

Es por eso que le hago estos sacrificios, porque sé muy bien su indisposición
conmigo y deseo su reconciliación.

Si deseas que los más alejados te escuchen, debes llamarlos con mayor
intensidad.

100
La corneja y el cuervo.

Sentía una corneja celos contra los cuervos porque éstos dan presagios a los
hombres, prediciéndoles el futuro, y por esta razón los toman como testigos.
Quiso la corneja poseer las mismas cualidades.

Viendo pasar a unos viajeros se posó en un árbol, lanzándoles espantosos


gritos. Al oír aquel estruendo, los viajeros retrocedieron espantados, excepto
uno de ellos, que dijo a los demás:

Eh, amigos, tranquilos; esa ave es solamente una corneja. Sus gritos no son de
presagios.

Cuando vanidosamente y sin tener capacidades, se quiere rivalizar con los más
preparados, no sólo no se les iguala, sino que además se queda en ridículo.

La corneja con los cuervos.

Una corneja que por esas cosas del destino era más grande que sus
compañeras, despreciando y burlándose de sus congéneres, se fue a vivir
entre los cuervos pidiéndoles que aceptaran compartir su vida.

Pero los cuervos, a quienes su figura y voz les eran desconocidas, sin pensarlo
mucho la golpearon y la arrojaron de su grupo.

Y la corneja, expulsada por los cuervos, volvió de nuevo donde las demás
cornejas. Pero éstas, heridas por el ultraje que les había hecho, se negaron a
recibirla otra vez. Así, quedó esta corneja excluida de la sociedad de unos y de
otros.

Cuando pienses cambiar de sociedad, domicilio o amistades, no lo hagas


nunca despreciando a la anterior, no sea que más tarde tengas que regresar
allá.

La corneja fugitiva.

Un hombre cazó a una corneja, le ató un hilo a una pata y se la entregó a su


hijo. Mas la corneja, no pudiendo resignarse a vivir prisionera en aquel hogar,
aprovechó un instante de libertad en un descuido para huir y tratar de volver a
su nido.

Pero el hilo se le enredó en las ramas de un árbol y el ave no pudo volar más,
quedando apresada. Viendo cercana su muerte, se dijo:

101
¡Hecho está! Por no haber sabido soportar la esclavitud entre los hombres,
ahora me veo privada de la vida.

En cuanto mayor son los valores que se buscan, mayores son los riesgos.

El cuervo y Hermes.

Un cuervo que había caído en un cepo prometió a Apolo que le quemaría


incienso si lo salvaba; pero una vez liberado de la trampa olvidó su promesa.

Capturado de nuevo en otro cepo, dejó a Apolo para dirigirse a Hermes,


prometiéndole también un sacrificio. Mas el dios le dijo:

¿Cómo voy a creerte ahora, miserable, si ya engañaste y renegaste de tu


primer señor?

Si por nuestra voluntad faltamos a nuestra primera promesa, no tendremos


oportunidad de que nos crean una segunda.

El cuervo enfermo.

Un cuervo que se encontraba muy enfermo dijo a su madre:

Madre, ruega a los dioses por mí y ya no llores más.

La madre contestó:

¿Y cuál de todos, hijo mío, tendrá piedad de ti? ¿Quedará alguno a quien aún
no le hayas robado la carne?

No te llenes innecesariamente de enemigos, pues en momentos de necesidad


no encontrarás un solo amigo.

El ruiseñor y el gavilán.

Subido en un alto roble, un ruiseñor cantaba como de costumbre. Lo vio un


gavilán hambriento, y lanzándose inmediatamente sobre él, lo apresó en sus
garras.

Seguro de su próxima muerte, el ruiseñor le rogó que le soltara, diciéndole que


con sólo él no bastaría para llenar su vientre, y que si en verdad tenía hambre,
debería de apresar a otros más grandes. El gavilán le repuso:

102
Necio sería si te oyera y dejara escapar la presa que tengo, por ir a buscar a la
que ni siquiera he visto.

No dejemos los bienes que ya tenemos, por ilusiones que ni siquiera


divisamos.

El gallo y la comadreja.

Una comadreja atrapó a un gallo y quiso tener una razón plausible para
comérselo.

La primera acusación fue la de importunar a los hombres y de impedirles dormir


con sus molestos cantos por la noche. Se defendió el gallo diciendo que lo
hacía para servirles, pues despertándolos, les recordaba que debían comenzar
sus trabajos diarios.

Entonces la comadreja buscó una segunda acusación: que maltrataba a la


Naturaleza por buscar como novias incluso a su madre y a sus hermanas.
Repuso el gallo que con ello también favorecía a sus dueños, porque así las
gallinas ponían más huevos.

Para el malvado decidido a agredir, no lo para ninguna clase de razones.

El ciervo, el manantial y el león.

Agobiado por la sed, llegó un ciervo a un manantial. Después de beber, vio su


reflejo en el agua. Al contemplar su hermosa cornamenta, sintiéndose
orgulloso, pero quedó descontento por sus piernas débiles y finas. Sumido aún
en estos pensamientos, apareció un león que comenzó a perseguirle. Echó a
correr y le ganó una gran distancia, pues la fuerza de los ciervos está en sus
piernas y la del león en su corazón.

Mientras el campo fue llano, el ciervo guardó la distancia que le salvaba; pero
al entrar en el bosque sus cuernos se engancharon a las ramas y, no pudiendo
escapar, fue atrapado por el león. A punto de morir, exclamó para sí mismo:

¡Desdichado soy! Mis pies, que pensaba que me traicionaban, eran los que me
salvaban, y mis cuernos, en los que ponía toda mi confianza, son los que me
pierden.

Muchas veces, a quienes creemos más indiferentes, son quienes nos dan la
mano en las congojas, mientras que los que nos adulan, ni siquiera se asoman.

103
Los perros y la zorra.

Unos perros, encontrando la piel de un león, comenzaron a rasgarlo en


pedazos con sus dientes. Una zorra, viéndolos, les dijo:

Si ese león estuviera vivo, ustedes averiguarían pronto que las garras de él
eran más fuertes que los dientes de ustedes.

No tiene nada de valor luchar contra lo que ya está derruido.

El Sol

Es la razón material de nuestra existencia en la tierra. Su irradiante energía es


la que llena de vida a todos los organismos. Su distancia a la tierra está en un
punto único y excepcional para que se desarrollara la vida tal como la
conocemos, eso aunado a la rotación de la tierra que permite un balance de la
temperatura en todo a su alrededor.

El zapatero convertido en doctor.

Un zapatero incapaz de ganarse la vida con su oficio y desesperado por la


pobreza, comenzó a practicar como doctor en una ciudad en la cual él no era
conocido. Allí vendía una medicina, diciendo que era un antídoto para todos los
venenos, y obtuvo un gran nombre para él por medio de falsas alabanzas y
publicidad. Cuando el zapatero resultó caer enfermo él mismo de una
enfermedad grave, el Gobernador de la ciudad determinó probar su habilidad.

Para este fin él pidió una taza, y mientras la llenaba con agua, simuló mezclar
veneno con el antídoto del zapatero, mandándolo a beberlo con la promesa de
una recompensa. El zapatero, con miedo de una inminente muerte, admitió que
él no tenía ningún conocimiento de la medicina, y que sólo fue hecho famoso
por los clamores estúpidos de la muchedumbre. El Gobernador entonces llamó
a una asamblea pública y se dirigió a los ciudadanos:

¿De qué locura han sido culpables ustedes? Ustedes no han vacilado en
confiar sus cabezas a un hombre, que nadie podría emplear ni siquiera para
hacer los zapatos para sus pies.

Los farsantes e impostores, siempre son víctimas de sus propios actos.

104
Hermano y hermana.

Un padre tenía un hijo y una hija, el hijo de muy buena apariencia, y ella de
una fealdad extraordinaria. Mientras ellos jugaban un día como niños, por
casualidad se miraron juntos en un espejo que estaba colocado en la silla de su
madre. El muchacho se congratuló de su buen parecer; pero la muchacha se
puso enojada, y no podía aguantar las auto-alabanzas de su hermano,
interpretando todo que él decía como cosas en contra de ella. (¿Y cómo podría
hacerlo de otra manera?) Ella corrió a donde su padre pidiendo que castigara
a su hermano, y rencorosamente lo acusó de que como muchacho, hacía uso
de una cualidad que pertenece sólo a muchachas. El padre los abrazó a
ambos, y el otorgando sus besos y afecto imparcialmente a cada uno, dijo:

Deseo que ambos se examinen ante el espejo cada día: tú, mi hijo, no debes
estropear tu belleza con una mala conducta; y tú, mi hija, puedes compensar tu
carencia de belleza con tus grandes virtudes.

Siempre debemos respetar las cualidades y defectos ajenos, y no maltratar al


prójimo presumiendo de nuestras ventajas.

Las avispas, las perdices y el agricultor.

Las avispas y las perdices, vencidas con la sed, fueron donde un agricultor y le
suplicaron que les diera un poco de agua para beber. Ellas prometieron
ampliamente reembolsarle el favor al cual solicitaban. Las perdices declararon
que ellas cavarían alrededor de sus vides y los harían producir uvas más finas.
Las avispas dijeron que ellas harían la guardia y ahuyentarían a los ladrones
con sus picaduras. Pero el agricultor las interrumpió, diciendo:

Tengo ya dos bueyes, que, sin hacer cualquier promesa, hacen todas estas
cosas. Es seguramente mejor para mí darles el agua a ellos que a ustedes.

Cuando tengas necesidad de pedir algún favor, pídelo humilde y directamente


sin promesas a cambio. Luego de recibirlo, si te lo dan, entonces como
agradecimiento ofrece alguno de tus servicios por si desean aceptarlo.

La casa del perro.

En el invierno, un perro enroscado en un espacio tan pequeño como le era


posible debido al frío, pensó en hacerse una pequeña casa.

Sin embargo, cuando el verano volvió otra vez, él se dormía estirado en su


máxima longitud y se creía él mismo ser de un gran tamaño.

105
Entonces mejor consideró que no sería un trabajo tan fácil ni tan necesario
hacer tal casa que lo pudiera acomodar.

Muchas veces son las circunstancias del momento, y no las verdaderas


necesidades, las que determinan nuestras actitudes.

Las aves, las bestias y el murciélago.

Las aves y las bestias se encontraban en guerra, y cada grupo era por turnos el
vencedor. Un murciélago, temiendo los vaivenes inciertos de la lucha, siempre
se aliaba al lado del que él sentía era el más fuerte en ese momento.

Cuando la paz fue proclamada, su conducta cambiante fue notoria para ambos
combatientes. Por lo tanto, siendo condenado por cada grupo por su traición,
fue conducido y señalado ante la luz del día, y de aquí en adelante se ocultó en
escondrijos oscuros, volando siempre sólo por la noche.

Cuando otros están en disputa, lo mejor es mantenerse en la neutralidad, o


aliarse sinceramente con solamente uno de los bandos, si compartes sus
planteamientos.

La zorra y el león enjaulado.

Una zorra vio a un león encerrado y abatido en una jaula, y poniéndose cerca
de él, amargamente lo injurió.

El león dijo a la zorra:

No eres tú quien me hiere, sino quienes me tienen en esta desgracia que me


ha acontecido.

No te burles de tu enemigo si no fuiste tú quien lo venció.

No te burles de tu enemigo si no fuiste tú quien lo venció.

El búho y las aves.

Un búho, en su sabiduría, aconsejó a las aves que cuando ciertas bellotas


comenzaran a salir, las alejaran de la tierra y así no pudieran crecer. Ella dijo
que las bellotas producirían un fruto, del cual un veneno irremediable sería
extraído y por el cual ellas serían capturadas.

106
El Búho después les aconsejó que desenterraran las semillas del lino, que los
hombres habían sembrado, pues era una planta que no les presagiaba nada
bueno. Y, finalmente, el búho, viendo acercarse a un arquero, predijo que este
hombre, estando parado en un mismo sitio, lanzaría dardos armados con
plumas que volarían más rápido que las alas de ellas mismas.

Las aves no dieron crédito a estas palabras de advertencia, y más bien


pensaron que el búho estaba fuera de sí y dijeron que estaba loco.

Pero después, ante los hechos, descubrieron que sus palabras eran ciertas, y
ellas se admiraron de su conocimiento y la juzgaron de ser la más sabia de las
aves.

De ahí es que parece que ellas lo contemplan como el que sabe todas las
cosas, y aunque él ya no les da nuevos consejos, en la soledad lamenta que no
siguieran sus anteriores advertencias.

Nunca se deben de rechazar, sin haberlas analizado serenamente, las


recomendaciones de los más sabios.

El trompetista tomado prisionero.

Un trompetista, que dirigía con valentía a los soldados, fue capturado por el
enemigo. Él gritó a sus captores:

Les ruego que me escuchen, y no tomen mi vida sin causa o sin preguntar. No
he matado a un solo hombre de su tropa. No tengo ninguna arma, y solamente
llevo esta trompeta de cobre.

Es la justa razón por la cual usted debe ser sentenciado, dijeron ellos; porque
mientras usted no participa directamente en la lucha, su trompeta mueve a
todos los demás para luchar.

Tan responsable es quien ejecuta como quien promueve.

El Leñador

Persona que se dedica a la corta de árboles para la posterior utilización de su


madera como leña, confección de muebles o de habitaciones. Cuando no
existía la sierra, su única herramienta era el hacha, por lo que debía de gozar
de buena musculatura y salud para su buen manejo, además de permanecer
durante varios días en los bosques realizando su trabajo.

107
El asno en la piel de león.

Un asno, habiéndose puesto una piel de león, vagaba en el bosque y se


divertía él mismo asustando a todos los animales ingenuos que él se
encontraba en sus vagabundeos.

Por fin encontrando a una zorra, trató de asustarla también, pero la zorra
apenas oyó el sonido de su voz exclamó:

Posiblemente yo podría haber sido asustada también, si no hubiera oído tu


rebuzno.

Al mejor falsificador siempre le sale algún error.

El gorrión y la liebre.

Una liebre capturada por un águila sollozaba muchísimo y pronunciaba gritos


desesperadamente. Un gorrión la reprendió y le dijo:

¿Dónde está ahora la rapidez notable de tu pie? ¿Por qué tus pies fueron tan
lentos?

Mientras el gorrión hablaba así, un halcón de repente lo agarró y lo mató. La


liebre se sintió consolada en su muerte, y antes de expirar dijo:

¡Ah! Usted, quien últimamente se creía estar bien seguro y se burló de mi


calamidad, pues ahora tiene una razón de deplorar una desgracia similar.

No hay que burlarse de la desgracia ajena, pues en cualquier momento puede


tocarle a uno también.

No hay que burlarse de la desgracia ajena, pues en cualquier momento puede


tocarle a uno también.

La pulga y el buey.

Una pulga preguntaba a un buey:

¿Qué sucede contigo, que siendo tan enorme y fuerte, te rindes a los maltratos
de los hombres y eres su esclavo día a día, mientras yo, siendo una criatura
tan pequeña, despiadadamente me alimento de su carne y bebo su sangre en
cualquier momento?

El buey contestó:

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No deseo ser desagradecido, ya que yo soy amado y bien cuidado con cariño
por los hombres, ellos a menudo me acarician frotando mi cabeza y hombros.

¡Qué malo sería eso para mí! dijo la pulga; esa caricia que te gusta, si me la
dieran a mí, traería mi destrucción inevitable.

Lo que puede ser bueno para unos, puede ser malo para otros.

Lo que puede ser bueno para unos, puede ser malo para otros.

Los Dos Bolsos.

Cada hombre, según una leyenda antigua, nace en el mundo con dos bolsos
suspendidos de su cuello, uno al frente y otro en la espalda. Todo el bolso que
lleva al frente está lleno de las faltas y defectos de sus vecinos, y el bolso
grande que lleva detrás en la espalda lo lleva lleno de sus propias faltas y
defectos. De ahí es que los hombres son rápidos para ver las faltas de otros,
pero son a menudo ciegos para ver sus propios defectos.

Antes de ver y juzgar los defectos ajenos, primero veamos nuestros propios
defectos.

La gaviota y el cuervo.

Una gaviota encerrada en una jaula se jactaba del gran número de crías que
había incubado. Un cuervo que la oyó, le dijo:

Mi buena amiga, deja esa jactancia intempestiva. Entre más grande el número
de tu familia, mayor será tu pena, en vista de que más de los tuyos
permanecerán encerrados en esta casa de prisión.

Si no hemos previsto las consecuencias de nuestros actos, no nos


vanagloriemos de ellos.

La zorra y la grulla.

Una zorra invitó una Grulla a cenar y no proporcionó nada especial para su
invitada excepto una sopa de legumbres, que fue servida en un amplio plato de
piedra bien llano. Por lo amplio del plato y por su cuello largo la grulla no podía
tomar la sopa cada vez que lo intentaba, y su congoja por la incapacidad de
comer le proporcionaba a la zorra mucha diversión.

109
La grulla, cuando tuvo su oportunidad, invitó a la zorra a cenar, y puso ante
ellas un jarro con una boca estrecha larga, de modo que la grulla podía insertar
fácilmente su cuello y disfrutar de su contenido a su voluntad. La zorra, en
cambio, incapaz hasta de probarlo, encontró una compensación apropiada a la
manera de su propia hospitalidad.

De acuerdo al trato que demos, así será el trato que recibiremos.

La Gaviota

Ave que habita en las costas y considerada como el ave marina por excelencia.
Muy diestra tanto al volar como al nadar. Vive en nutridas colonias, y sus nidos
los confecciona con toda clase de materia vegetal. Se alimenta básicamente de
insectos, gusanos, moluscos y crustáceos.

El asno y su comprador.

Un hombre quiso comprar un asno, y acordó con su dueño que él debería


probar al animal antes de comprarlo. Entonces llevó al asno a su casa y lo puso
en donde guarda la paja junto con sus otros asnos.

El nuevo animal se separó de todos los demás e inmediatamente se fue junto


al que era el más ocioso y el mayor comedor de todos ellos.

Viendo esto, el hombre puso un cabestro sobre él y lo condujo de regreso a su


dueño.

Siendo preguntado cómo, en un tiempo tan corto, él podría haber hecho un


proceso de calificación, él contestó:

No necesito mayor tiempo; sé que él será exactamente igual a aquel que él


eligió para su compañía.

Según con quien te relaciones, así te juzgarán.

La perra y sus cachorros.

Una perra a punto de tener su cría, seriamente pidió a un pastor un lugar donde
posarse para dar a luz a sus cachorros. Cuando su petición fue concedida, de
nuevo suplicó permiso para alimentar y criar a sus hijos en el mismo sitio. El
pastor otra vez aceptó. Pero al cabo de algún tiempo, la perra, rodeada de sus

110
cachorros ya crecidos, y capaces de defenderse y atacar, afirmó la toma del
lugar para su derecho exclusivo, no permitiendo al pastor acercarse.

Antes de conceder un beneficio, siempre de primero se deben de definir los


límites de la concesión.

La alondra sepultando a su padre.

La alondra (según una leyenda antigua) fue creada antes que la tierra misma, y
cuando su padre murió, como no había ninguna tierra, no podía encontrar
ningún lugar para su entierro. Ella lo dejó sin enterrar durante cinco días, y al
sexto día, no sabiendo que más hacer, lo sepultó en su propia cabeza. De ahí
ella obtuvo su cresta, que popularmente se dice que es el montículo de la
tumba de su padre.

Honremos siempre a nuestros progenitores.

El pastor y las ovejas.

Un pastor que conducía a sus ovejas a un bosque, vio un roble de gran tamaño
lleno de bellotas, y extendiendo su capa bajo las ramas, subió al árbol y
moviendo sus ramas las bajó. Las ovejas, comiéndose las bellotas, por
descuido deshilacharon y rasgaron la capa. Cuando el pastor bajó y vio lo
sucedido, les dijo,

¡Oh ustedes, de las más desagradecidas criaturas! Proporcionan la lana para


hacer la ropa para otros hombres, pero destruyen la ropa de quien las alimenta.

Nunca debemos maltratar la mano que bondadosamente nos ayuda.

El saltamontes y el búho.

Un búho, acostumbrado a alimentarse por la noche y dormir durante el día, fue


enormemente molestado por el ruido de un saltamontes y seriamente le suplicó
que dejara de chillar. El saltamontes rechazó la petición, y chilló más alto, y a
su vez más alto el búho volvía a suplicarle. Cuando vio que no podía conseguir
ninguna bondad y que sus palabras eran despreciadas, el búho atacó al
parlanchín con una estratagema.

Ya que no puedo dormir, dijo, debido a su canción que, créame, es dulce como
la lira de Apolo, me complaceré en la bebida de un néctar que Pallas
últimamente me dio. Si no le disgusta, venga conmigo y lo beberemos juntos.
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El saltamontes, quién tenía sed, y complacido con la alabanza para su voz, con
impaciencia aceptó. El búho lo esperó al frente de su hueco, lo agarró, y lo usó
para su cena.

Ser intolerante solo conduce a ser rechazado y al fracaso.

Los dos soldados y el ladrón.

Dos soldados que viajaban juntos fueron atacados por un ladrón. Uno huyó
lejos; pero el otro se mantuvo en su puesto y se defendió él mismo con su toda
su fuerza y valor. El ladrón fue vencido, y entonces el compañero tímido volvió
corriendo y sacó su espada, y moviendo su capa de viaje en el aire dijo,

Voy sobre él, y me aseguraré que haya aprendido a quien ha atacado.

En esto, el que había luchado contra el ladrón respondió:

Me gustaría que me hubieras ayudado en ese momento, aun si hubiera sido


sólo con esas palabras, creyéndolas ser verdaderas, ya que yo fui el más
valeroso. Pero ahora, guarda tu espada en su vaina y calla tu lengua
igualmente inútil, antes de que puedas engañar a otros que no te conocen. En
efecto, yo, que he experimentado con que velocidad te escapas, sé con buen
derecho que ningún honor puede ser colocado en tu valor."

Nunca hay que vanagloriarse de lo que no hemos hecho.

El Gavilán

Ave rapaz de actividad diurna y vida solitaria. Se alimenta de animales de poco


tamaño como roedores, reptiles y otras aves más pequeñas. Donde hay crías
de gallinas, los polluelos de éstas son una fuerte atracción para su cacería.

Los árboles escogidos.

Los dioses, según una leyenda antigua, escogieron a ciertos árboles para
tenerlos bajo su protección especial. Zeus eligió el roble, Afrodita el mirto,
Apolo el laurel, Cibeles el pino, y Heracles el álamo. Atenea, preguntándose
por qué ellos habían preferido árboles a los que no se les aprovecha la fruta,
preguntó la razón de su opción. Zeus contestó:

Es que no deseamos parecer desear fervientemente el honor por la fruta.

Pero replicó Atenea:


112
Le digo a cualquiera que la aceituna es mi más querido árbol debido a su fruta.

Zeus entonces dijo:

Mi hija, te llaman correctamente sabia; ya que a menos que lo que hagamos


sea útil, la gloria por ello sería vana.

La utilidad de toda acción o acto, lo determina la bondad de su producto.

El asno y el caballo.

Un asno suplicó a un caballo que le regalara una pequeña parte de lo que


estaba comiendo.

Sí, dijo el caballo; si algo queda de lo que estoy comiendo ahora, se lo daré por
mi propia dignidad superior, y si usted viene cuando yo esté en mi puesto por la
tarde, le daré un pequeño saco lleno de cebada.

El asno contestó,

Gracias. Pero no puedo pensar que usted, que me rechaza un poquito de su


comida ahora, me proporcionará más tarde un mayor beneficio.

Las promesas de los altaneros y mentirosos nunca son de confiar.

La Verdad y el viajero.

Un caminante, que viajaba por el desierto, encontró a una mujer que estaba
sola y terriblemente abatida. Él le preguntó:

¿Quién eres?

Mi nombre es La Verdad contestó ella.

¿Y por cual razón preguntó él, abandonas la ciudad para morar sola aquí en el
páramo?

Ella respondió:

En viejos tiempos, la falsedad era cosa de muy pocos, pero ahora convive con
todos los hombres y ya no hay lugar para mí.

Deja entrar a La Verdad a tu corazón y convive felizmente con ella.

113
El león y la zorra en sociedad.

Una zorra entró en sociedad con un león con el pretexto de ser su criada. Cada
cual emprendió su deber apropiado, de acuerdo con su propia naturaleza y
poderes.

La zorra descubrió e indicó donde había una presa; el león saltó sobre la presa
y la agarró. La zorra pronto se puso celosa del león pues él se llevaba la mejor
parte, y se dijo que ya no buscaría y señalaría la presa al león, sino que la
capturaría por su propia cuenta.

Al día siguiente ella intentó arrebatar un cordero de una manada, pero ella
misma cayó víctima de los cazadores y sabuesos.

Antes de salirse de una sociedad, primero debe de analizarse si no se estará


peor fuera de ella.

El león y el águila.

Un águila bajó de su vuelo y pidió a un león hacer una alianza con ella para su
mutua conveniencia. El león contestó:

No tengo ninguna otra objeción, excepto que usted debe perdonarme por
requerir cómo encontraré la seguridad de su buena fe, porque ¿cómo puedo
confiar en alguien como amigo, si es capaz de irse volando y abandonar su
compromiso cada vez que le complazca?

Antes de confiar a ciegas, primero deben de pedirse verdaderas válidas


garantías.

El bufón y el campesino.

Un noble rico una vez abrió un teatro sin cobrarle a la gente, y públicamente
anunció que él recompensaría generosamente a cualquier persona que
inventara una nueva diversión para la ocasión. Varios ejecutantes públicos
compitieron por el premio.

Entre ellos vino un bufón conocido entre el pueblo por sus bromas, y dijo que él
tenía un nuevo entretenimiento que nunca había sido presentado en ninguna
ocasión anterior. Este informe se extendió rápidamente y provocó gran
excitación, y el teatro fue atestado en todas sus localidades.

El bufón apareció solo sobre la plataforma, sin ningún aparato o ayudantes, y


por la misma expectativa se produjo un silencio intenso. De repente él dobló su
114
cabeza hacia su pecho e imitó los chirridos de un pequeño cerdo tan
admirablemente con su voz que el auditorio declaró que de seguro él tenía un
cerdo bajo su capa, y exigió que debiera quitarse la capa y sacudirla. Cuando
esto fue hecho y nada fue encontrado, el público aclamó al actor, y lo elogiaron
con los aplausos más fuertes.

Un campesino en la muchedumbre, observando todo que había pasado, dijo:

¡Ahora Heracles, ayúdame, él no me vencerá con ese truco! e inmediatamente


proclamó que él haría la misma cosa al día siguiente, aunque de un modo
totalmente natural.

En la mañana, una muchedumbre todavía más grande se reunió en el teatro,


pero ahora la parcialidad para su actor favorito prevalecía muy extendidamente,
y el auditorio llegó sobre todo para ridiculizar al campesino y no
específicamente para ver el espectáculo.

Ambos ejecutantes aparecieron en la escena. El bufón gruñó y chilló de


primero, y obtuvo, como durante el día precedente, los aplausos y las
aclamaciones de los espectadores. Después el campesino comenzó su
presentación, y actuando como que él ocultaba a un pequeño cerdo bajo su
ropa (que en verdad así hizo, pero que no era sospechado por el auditorio)
buscó la forma de coger y tirar de la oreja del cerdo y así logró hacerlo chillar.

La muchedumbre, sin embargo, gritó por unanimidad que el bufón había dado
una imitación mucho más exacta, y pidió al campesino a gritos que saliera del
teatro.

Entonces el granjero sacó al pequeño cerdo de su capa, y mostrándolo, le dio


al público la prueba más positiva de la gran equivocación en su juzgamiento.

Miren ustedes dijo él, esto demuestra que clase de jueces son ustedes.

Los prejuicios son la base de grandes errores.

El cazador y el jinete ladrón.

Un cierto cazador, habiendo cogido con su lazo a una liebre, la colocó sobre
sus hombros y se dirigió a su casa. En el camino encontró a un hombre a
caballo que le pidió le vendiera la liebre.

Sin embargo, cuando el jinete tuvo en sus manos la liebre, corrió en el caballo
tan lejos y tan rápido como pudo. El cazador lo persiguió, seguro de que lo
alcanzaría, pero el jinete aumentaba cada vez más la distancia entre ellos.

El cazador, profundamente contra su voluntad, le gritó diciéndole:


115
¡Llévatela contigo! pues ahora la liebre será mi regalo para ti.

Cuando definitivamente no se puede remediar una situación indeseada,


aceptarla con resignación es la mejor decisión.

El Carnero

Mamífero macho de las ovejas. Especie bovina de la que se aprovecha su lana,


carne, leche y piel. Domesticados desde los inicios de la civilización. De
alimentación herbaria, sobre todo en extensos territorios de escasa vegetación,
por lo que tienen que hacer largos recorridos. Íntimamente ligados a las
narraciones y simbolismos religiosos de oriente medio, como el Judaísmo,
Cristianismo e Islam.

El hijo del rey y el león pintado.

Un rey, cuyo único hijo era aficionado a ejercicios marciales, tuvo un sueño en
el cual fue advertido que su hijo sería matado por un león.

Temeroso de que el sueño se hiciera realidad, construyó para su hijo un


agradable palacio, y para su diversión embelleció las paredes con dibujos de
todas las clases de animales de tamaño natural, entre los cuales estaba el de
un león. Cuando el joven príncipe vio esto, y al ser confinado adentro, su pena
explotó, y estando de pie cerca del dibujo del león, dijo:

¡Oh usted, el más detestable de los animales! por un sueño intimidante de mi


padre, y por lo que él vio en su sueño, he sido encerrado en este palacio como
si yo fuera un malvado. ¿Qué haré ahora?

Terminando estas palabras, y sin más pensarlo, estiró sus manos hacia un
árbol de espinas, tratando de cortar un palo de sus ramas de modo que pudiera
golpear al león. Pero una de las espinas del árbol perforó su dedo y le causó un
gran dolor e inflamación, de modo que el joven príncipe cayó en un
desvanecimiento. Una fiebre violenta de repente se apoderó de él, y murió no
muchos días más tarde.

Afrontemos con paciencia y buen conocimiento nuestros problemas, buscando


una solución correcta y no con desesperación y enojo. Obtendremos así
mejores resultados.

116
Las cabras y sus barbas.

Las cabras, que habían obtenido su barba por una petición a Zeus, produjo que
los cabros quedaran profundamente disgustados y se quejaban de que las
hembras los igualaran en dignidad.

Permítales dijo Zeus, de que ellas disfruten de un honor vacío y de que asuman
la insignia de su noble sexo, en tanto que ellas no los igualarán a ustedes en
fuerza o coraje.

No importa si otros se parecen exteriormente a nosotros, si conocemos muy


bien las diferencias en las cualidades interiores.

El camello y su conductor.

Un conductor de camellos, después de completar la carga de su camello, le


preguntó que le gustaría más: subir la colina o bajarla. La pobre bestia
contestó, con muy buena razón:

¿Por qué me lo pregunta? ¿Es que el camino plano por el desierto está
cerrado?

Burlarse del débil, creyéndole ignorante, no es una noble actitud.

El molinero, su hijo y su asno.

Un molinero y su hijo llevaban su asno a una feria en la ciudad vecina para


venderlo. Ellos no habían andado muy lejos cuando se encontraron con un
grupo de mujeres alrededor de un pozo, hablando y riéndose.

¡Miren eso! gritó una de ellas, ¿han visto alguna vez a semejantes
compañeros, andar con dificultad a lo largo del camino a pie cuándo podrían
montar sobre el asno?

El anciano, que oyó aquello, rápidamente hizo montar a su hijo sobre el asno, y
siguió andando alegremente a su lado. Poco después toparon con unos
ancianos que discutían entre ellos.

¡Ahí está! dijo uno del grupo, demuestra lo que yo les decía. ¿Cuál respeto hay
para la vejez en estos días? Vean ustedes esa ociosa tranquilidad juvenil
mientras su viejo padre tiene que andar. ¡Baje usted, agraciado joven, y deje al
anciano descansar sus cansados miembros!

117
Por aquellas palabras, el anciano hizo a su hijo desmontarse, y montarse él
mismo. Y siguiendo adelante, no habían llegado muy lejos cuando encontraron
un grupo de mujeres y niños:

¿Por qué, usted, viejo perezoso gritaron varios a la vez, puede montar sobre la
bestia, mientras a ese pequeño pobre chaval le cuesta seguir el ritmo al lado de
usted?

El Molinero bondadoso inmediatamente tomó a su hijo y lo montó detrás de él.


Y ya ahora casi habían alcanzado la ciudad.

¡Dios con ustedes, buenos amigos! dijo un ciudadano, ¿es ese asno de
ustedes?

Sí contestó al anciano.

¡Oh, no lo habría pensado así! dijo el ciudadano, y a propósito, veo que


ustedes van encima de él. ¿Por qué ustedes dos juntos, no llevan a la bestia
sobre ustedes, y no ustedes sobre ella?

Podríamos complacerle dijo el anciano; lo intentaremos.

De este modo, bajando ambos del asno, le ataron juntas las piernas, y con la
ayuda de un poste lo llevaban en sus hombros. Cerca de la entrada de la
ciudad pasaron sobre un puente. Esta vista divertida atrajo a la gente en
muchedumbres para reírse, y hasta el asno, no gustando del ruido ni del
manejo extraño al cual era sujeto, rompió las cuerdas que lo ligaban y, cayendo
del poste, todos fueron a dar al río.

Por todo esto, el anciano, fastidiado y avergonzado, decidió que lo mejor era
regresar a casa otra vez, convencido de que procurando complacer a cada
uno, en realidad no había complacido a nadie, y además de que perdió la
oportunidad de vender a su asno.

Toma tus decisiones con tu mejor parecer, no con el parecer ajeno.

El cuervo y la oveja.

Un cuervo, acostumbrado a molestar, se asentó al dorso de una oveja. La


oveja, muy en contra de su voluntad, la llevó de uno a otro lado durante mucho
tiempo, y por fin dijo:

Si usted hubiera tratado a un perro de esta manera, habría sido su postre en


sus dientes agudos.

A esto el cuervo contestó:


118
Desprecio al débil y cedo ante el fuerte. Sé a quién puedo intimidar y a quien
debo adular; así prolongo mi vida a una vejez buena.

Quien no tiene propósitos definidos para su vida, sólo puede vivir bajo las
sombras ajenas.

La perdiz y el cazador.

Un cazador de aves agarró una perdiz y estaba a punto de matarla. La perdiz


seriamente le pidió que le perdonara su vida, diciendo:

Le suplico, mi amo, que me permita vivir y le atraeré muchas otras perdices


como recompensa por su piedad para mí.

El cazador contestó:

Pues ahora con menos escrúpulos tomaré su vida, porque usted quiere salvar
la suya a costa de engañar a sus amigos y familiares.

Los traidores a su propia naturaleza, tarde o temprano, siempre son


despreciados por quienes les llegan a conocer, sean amigos o enemigos.

La pulga y el hombre.

Un hombre, muy enojado con una pulga, la agarró por fin, y le dijo:

¿Quién es usted que se atreve a alimentarse de mis miembros, y darme tanto


problema para poder atraparle?

La pulga contestó:

¡Oh mi estimado señor, le ruego conserve mi vida, y no me destruya, ya que


realmente no puedo hacerle mucho daño!

El hombre, entre risas, contestó:

Ahora ciertamente usted morirá por mis propias manos, para no sufrir yo
ningún mal, sea este pequeño o grande, y no tener que tolerarlo.

Quien hace algún daño, debe de estar preparado a sufrir sus consecuencias.

119
El Delfín

Cetáceo mamífero que vive en los mares y en algunos amplios ríos como el
Amazonas, el Plata o el Ganges. Es carnívoro y se alimenta de peces,
mariscos o moluscos. Acostumbra acompañar a las bandas de atunes, por lo
que muchos de ellos son matados indiscriminadamente durante la pesca del
atún, lo que hace que hoy se reglamente muy estrictamente dicha pesca para
evitar el exterminio de los delfines.

Los viajeros y el árbol frondoso.

Dos viajeros, desgastados por el calor del sol del verano, se posaron al
mediodía bajo las amplias ramas de un frondoso árbol. Mientras descansaban
bajo su sombra, uno de los viajeros dijo al otro:

¡Qué singularmente inútil es este árbol frondoso! Veo que no da ningún fruto, y
no creo que le sirva ni un poquito al hombre

El árbol frondoso, interrumpiéndole, le dijo:

¡Ustedes compañeros desagradecidos! ¡Recibiendo ventajas de mí frondosidad


y descansando bajo mi sombra, y se atreven a describirme como inútil y poco
servicial!

Siempre hay que saber valorar y agradecer los bienes recibidos. Pequeños o
grandes, todos son para nuestro beneficio.

El hombre rico y el curtidor.

Un hombre rico se mudó a vivir cerca de un curtidor, e incapaz de aguantar el


olor desagradable de la curtiduría, presionó a su vecino para que se marchase
de la vecindad.

El curtidor aplazaba su salida una y otra vez, diciendo siempre que él se


marcharía pronto. Pero como todavía se seguía quedando y no se marchaba,
con el paso del tiempo, el hombre rico se acostumbró al olor, y no sintiendo ya
más la molestia, no hizo de nuevo ninguna queja adicional.

La persistencia de una situación dada, la llega a hacer imperceptible.

120
Las mulas y los ladrones.

Dos mulas bien cargadas con paquetes andaban con dificultad por el camino.
Una cargaba sacos con dinero, y la otra llevaba granos.

La mula que llevaba el dinero andaba con la cabeza erguida, como si supiera
del valor de su carga, y movía de arriba abajo las campanas sonoras sujetadas
a su cuello. Su compañera seguía con el paso tranquilo y silencioso.

De repente unos ladrones se precipitaron sobre ellas desde sus escondrijos, y


en la riña con sus dueños, la mula que llevaba el dinero fue herida con una
espada, y avariciosamente tomaron el dinero sin hacer caso del grano.

La mula que había sido robada y herida se lamentó sus desgracias. La otra
contestó:

Estoy en efecto muy contenta de que fui despreciada, pues no he perdido


nada, y tampoco me hicieron daño con herida alguna.

La ostentación bulliciosa de la riqueza sólo trae desventuras.

La pantera y los pastores.

Una pantera, por alguna desgracia, cayó en un hoyo. Varios pastores la


descubrieron, y algunos lanzaron sobre ella palos y piedras, mientras que
otros, movidos por la compasión hacia quien va a morir, y sabiendo que no
podría hacerles ningún daño, le lanzaron algún alimento para prolongar su vida.
Por la noche todos volvieron a casa, sin pensar en cualquier peligro, pero
suponiendo que por la mañana la encontrarían muerta.

La pantera, sin embargo, habiendo recuperado su fuerza, se liberó con un


repentino salto del hoyo, y se apresuró a su guarida con pasos rápidos.

Después de unos días ella regresó y mató al ganado, y, matando también a los
pastores que la habían atacado, rugió con enojada furia.

Entonces aquellos que le habían salvado su vida, temiendo por su seguridad, le


ofrecieron sus animales y pidieron sólo que les respetara sus vidas. La Pantera
les dio esta respuesta:

Recuerdo tanto a aquellos que buscaron terminar mi vida con palos y piedras,
como a aquellos que me dieron el alimento con su buena voluntad, por lo tanto,
dejen sus temores. Vuelvo como una enemiga sólo con los que me hirieron.

El mal que se hace, tarde o temprano, regresa a su autor.

121
El asno y el caballo de guerra.

Un asno congratuló a un caballo por ser tan generosamente alimentado y


cuidado, mientras que él mismo tenía apenas lo mínimo para comer y además
le correspondía hacer un trabajo difícil. Pero cuando la guerra estalló, un
soldado pesadamente armado montó al caballo, y llevándolo al campo de
batalla, lo introdujo en medio del enemigo. El caballo fue herido y cayó muerto
en el campo de batalla. Entonces el asno, viendo todas estas cosas, cambió de
opinión, y compadeció al caballo.

Cuando no se conocen todos los aspectos de una situación, se la juzga


incorrectamente.

El hombre calvo y la mosca.

Un mosquito, para alimentarse, se posaba sobre la cabeza desnuda de un


hombre calvo, quien procurando destruirlo, se dio una pesada palmada.
Huyendo, el mosquito dijo en tono burlón:

Usted, que ha buscado venganza, hasta con la muerte, por la presencia de un


insecto diminuto, vea qué daño se ha hecho por añadir su propio insulto a la
herida.

El hombre calvo contestó:

Puedo hacer fácilmente la paz conmigo, porque sé que yo no tenía ninguna


intención de dañarme. Pero en cuanto a usted, un insecto mal favorecido y
desdeñable que se deleita con sorber la sangre humana, lamento que yo no
pudiera haberle matado aun si yo hubiera incurrido en una pena más pesada.

Muchas veces, por no pensar en defendernos con un plan adecuado, el daño


nos lo hacemos nosotros mismos.

El aceituno y la higuera.

El aceituno ridiculizaba a la higuera porque, mientras él era verde todo el año,


la higuera cambiaba sus hojas con las estaciones. Un día una nevada cayó
sobre ellos, y, estando el aceituno lleno de follaje, la nieve cayó sobre sus
hojas y con su peso se quebraron sus ramas, despojándolo inmediatamente de
su belleza y matando al árbol. Pero al estar la Higuera desnuda de hojas, la
nieve cayó directamente a la tierra, y no la perjudicó en absoluto.

122
No debemos burlarnos de las cualidades ajenas, pues las nuestras pueden ser
inferiores.

El Asno

Miembro de la familia de los caballos pero más bajo y de orejas más largas. Su
desarrollo y crianza es de origen africano. Se emplea especialmente para la
carga y transporte, sobre todo en lugares donde no hay posibilidades para el
transporte mecánico moderno. Su cara y aspecto sencillo le ha dado fama de
poco inteligente o ingenuo. El cruce biológico de un asno con una yegua
produce las mulas.

El águila y el milano.

Un águila, abrumada con una pena, se sentó sobre las ramas de un árbol en
compañía de un Milano.

¿Por qué, dijo que el Milano, tienes una mirada tan pesarosa?

Busco, contestó ella, un compañero conveniente para mí, y no he sido capaz


de encontrarlo.

Acéptame respondió el Milano, soy mucho más fuerte que tú.

¿Y cómo eres capaz de asegurar los medios de vida por medio de los raptos?

Bien, yo a menudo he capturado y llevado a un avestruz en mis garras.

El águila, persuadida por estas palabras, lo aceptó como su compañero.

Poco después de las nupcias, el águila dijo:

Vuela y tráeme el avestruz que me prometiste.

El milano, elevándose a lo alto en el aire, regresó con el ratón más lamentable


posible, apestando por el tiempo que había estado sobre los campos.

¿Es esta dijo el Águila, la realización fiel de tu promesa a mí?

El milano contestó:

Por alcanzar tu mano real, no hay nada que yo no hubiera prometido, por más
que yo supiera que podría fallar en la realización.

Para quien está decidido a alcanzar un objetivo deshonestamente, no le


importa hacer promesas falsas.
123
El asno y su amo.

Un asno, conducido a lo largo de un camino en la montaña, de repente resbaló


y empezó a caer al borde de un precipicio profundo. Mientras él estaba en el
acto de abandonarse al abismo, su dueño lo agarró por la cola, procurando
regresarlo. Cuando el asno persistió en su esfuerzo de dejarse ir abajo, el
hombre lo soltó y dijo:

Triunfa, pero triunfa a tu propio costo.

Al terco hay que dejarlo con su terquedad.

ANALOGÍAS.

1) Todo el mundo se asustó al ver al Mullab Nasruddin recorrer


apresuradamente las calles de la aldea, montado en su asno.
“¿A dónde vas, Mullab?”, le preguntaban.
“Estoy buscando a mi asno”, respondía Nasruddin al pasar.

Hay veces que la solución esta ante nosotros o en sí mismo, sólo la oímos y
notamos pero no podemos o queremos escucharla ni observarla.

2) Cuando el Maestro de Zen alcanzó la iluminación, escribió lo siguiente para


celebrarlo:
“¡Oh, prodigio maravilloso: Puedo cortar madera y sacar agua del pozo!”.

Para muchos no tienen nada de prodigiosas éstas actividades, pero una vez
alcanzada la comprensión, en realidad no cambia nada. Todo sigue siendo
igual. Lo que ocurre es que entonces el corazón se llena de asombro, ahora
uno puede ver todas las cosas de diferente modo.

3) PREGUNTABA EL MONJE: “Todas estas montañas y estos ríos y la tierra y


las estrellas… ¿de dónde vienen?”.
Y preguntó el Maestro: “¿Y de dónde viene tu pregunta?”.
¡Busca en tu interior!

4) Nasruddin se ganaba la vida vendiendo huevos. Entró una persona en su


tienda y le dijo: “Adivina lo que llevo en la mano”.
“Dame una pista”, dijo Nasruddin.
“Te daré más de una: Tiene la forma de un huevo y el tamaño de un huevo.
Parece un huevo, sabe como un huevo y huele como un huevo. Por dentro es

124
blanco y amarillo. Antes de cocerlo es líquido y, una vez cocido, es espeso.
Además ha sido puesto por una gallina…”.
“¡Ya lo tengo!”, dijo Nasruddin, “¡es una clase de pastel!”.

El experto tiene el don de no acertar con lo evidente.

5) El marido: “¿Sabes, querida? Voy a trabajar duro y algún día seremos ricos”.
La mujer: “Ya somos ricos, querido. Nos tenemos el uno al otro. Tal vez algún
día también tengamos dinero”.

Frecuentemente no nos percatamos de las cosas maravillosas que poseemos,


aunque éstas no sean físicas.

6) Los animales se reunieron en asamblea y comenzaron a quejarse de que los


humanos no hacían más que quitarles cosa:
“Se llevan mi leche”, dijo la vaca.
“Se llevan mis huevos”, dijo la gallina.
“Se llevan mi carne y mi tocino”, dijo el cerdo.
“Me persiguen para llevarse mi grasa”, dijo la ballena.
Y así sucesivamente.
Por fin habló el caracol: “Yo tengo algo que les gustaría tener más que
cualquier otra cosa. Algo que ciertamente me arrebatarían si pudieran:
TIEMPO”.

Tienes todo el tiempo del mundo. Sólo hace falta que quieras tomártelo. ¿Qué
te detiene?

7) Una oveja descubrió un agujero en la cerca y se escabulló a través de él.


Estaba feliz de haber escapado. Anduvo errando mucho tiempo y acabó
desorientándose.
Entonces se dio cuenta de que estaba siendo seguida por un lobo. Echó a
corres y a correr…, pero el lobo seguía persiguiéndola. Hasta que llegó el
pastor, la salvó y la condujo de nuevo, con todo cariño, al redil.
Y a pesar de que todo el mundo le instaba a lo contrario, el pastor se negó a
reparar el agujero de la cerca.

Todos necesitamos vivir nuestras propias experiencias para aprender y crecer,


siguiendo así nuestro desarrollo evolutivo.

8) La mente de Xavier es como esos veinte minutos de madrugada en el que el


cielo empieza a azular y el viento para. A veces lanzó piedrecitas por su
coronilla y juego a intentar adivinar la profundidad de su silencio. Pero esas
piedras adquieren velocidad hasta transformarse en cometas que luego surcan
125
la noche. A veces sospecho que todas las estrellas son piedrecitas que han
lanzado al silencio de sus pensamientos. Será hijo de hada y de ángel, de
pastor y cabra.

9) Los antiguos poetas animaron con dioses o genios todos los objetos
perceptibles, dándoles nombres y adornándolos con los atributos de los
bosques, los ríos, las montañas, los lagos, las ciudades, las naciones, y con
cualquier cosa que sus sentidos, muchos y más agudos, pudieran percibir.

9) Y en particular estudiaron el genio de cada ciudad y de cada país, y lo


pusieron bajo la protección de su deidad mental. Hasta que se formó un
sistema del que algunos se aprovecharon para esclavizar a los hombres
comunes, intentando abstraer o convertir en realidades independientes de sus
objetos a las deidades mentales: así nació el sacerdocio. Escogiendo los ritos
de culto narrados en los relatos poéticos. Y por fin decretaron que los dioses
habían ordenado tales cosas. Así olvidaron los hombres que todas las
deidades habitan en su corazón.

10) Si escuchas con atención un relato, nunca volverás a ser el mismo, porque
el relato se introducirá en tu corazón y, como si fuera un gusano, acabará
royendo todos los obstáculos que se oponen a la comprensión de la verdad
que esconden.

11) Dos mujeres se encontraban en su despacho compartido trabajando con


sus respectivos ordenadores. A una de las mujeres mientras estaba
escribiendo, le empezaron a aparecer mensajes en la pantalla de su ordenador.
Mensajes que decían "nunca solucionarás tu problema" "eres una inútil" "la
gente te ve mal" Cuando leyó estos mensajes empezó a creérselos y a
angustiarse, a sufrir terriblemente ¡¡¡Parecían tan ciertos!!! Entonces intentó
borrarlos de la pantalla, pero no pudo. Así que continuó trabajando. De vez en
cuando, volvían a aparecer pero como ella sabía que no podía eliminarlos, no
intentó hacer nada y siguió trabajando. A pesar de los mensajes que a veces
aparecían y le hacían sufrir, la mujer disfrutaba y se sentía bien consigo misma
porque su trabajo estaba quedando tal y como ella quería.

A la otra mujer, le empezó a suceder lo mismo. Empezaron a aparecerle los


mismos mensajes que a su compañera: "nunca solucionarás tu problema "eres
una inútil"… Entonces intentó eliminarlos, pero no lo conseguía. Sufría
muchísimo porque estaba totalmente convencida de que los mensajes eran
ciertos. Y además sufría porque no conseguía eliminarlos. Así que dejó de
trabajar para pensar qué métodos podía emplear para eliminar los mensajes.
Estaba segura de que si no los borraba no podría continuar trabajando. Así que
empezó a probar un método tras otro, pero no conseguía nada. Los mensajes
126
seguían allí. Miraba a su compañera con rabia porque la veía trabajando e
incluso parecía que estuviera disfrutando con su trabajo. Pensó que su
compañera podía trabajar porque no recibía los mismos mensajes que ella. Así
que siguió en su empeño por eliminarlos. Su sufrimiento iba en aumento: cada
vez tenía más mensajes negativos, fracasaba en todos sus intentos por
eliminarlos y encima no avanzaba en su trabajo. Se quedó encallada en esta
situación."

12) Imagínate una gárgola en tu hombro, como las gárgolas son de piedra, esta
gárgola de depresión te hunde y te dificulta moverte para realizar cualquier tipo
de actividad. Además te está constantemente susurrando al oído. Los
mensajes son negativos, humillantes, te culpabilizan por todo. Si te encuentras
mal, la gárgola te afirma rotundamente que así te sentirás siempre. Y lo peor es
que tú te crees todo lo que te susurra. En las próximas semanas, deberás
aprender a identificar cuáles son estos mensajes y ser consciente que vienen
de la gárgola"

13) Las mentes son como los paracaídas. Solo funcionan si están abiertas.

14) Un extraterrestre llega, azarosamente, a nuestro planeta. Como buen


extranjero, nada sabe de la civilización humana, excepto que sus miembros se
comunican entre sí, y lo hacen, entre otras cosas, a través de la emisión
regulada de una serie de sonidos. Imaginemos entonces que, con cierta
fortuna, desciende en el centro mismo de una sociedad de poetas, un territorio
amurallado y aislado del resto se la población. Allí no sólo se cultiva el arte de
la poesía, sino que también se ha inventado un lenguaje propio basado en
metáforas de autores clásicos mediante el cual los residentes se comunican
cotidianamente. En pocas semanas, el alienígena aprende a utilizar de manera
aceptable categorías, descripción de estados y acciones básicos, pero lo hace
–obviamente- de acuerdo al enorme, coherente y sistemático grupo de
metáforas mediante el que los miembros de la comunidad en la que vive se
comunican entre sí.

15) "Hay algunos que son como los olivos, que sólo a palos dan fruto".
Compara explícitamente a cierto tipo de gente (testaruda) con los olivos
basándose en el hecho de que ambos solo producen cuando se les fuerza (a
palos).

16) Ama como si nunca te hubieran lastimado.


Baila como si nadie te viera.
Canta como si nadie te escuchara.
Trabaja como si no necesitaras dinero.
Vive como si tuvieras el cielo en la tierra.
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17) "El amigo verdadero ha de ser como la sangre.... Que siempre acude a la
herida sin esperar que la llamen".

18) Soy una dejada. Últimamente me he puesto a darle vueltas al asunto y, a


mi pesar, llegué a la definitiva decisión de que soy de esas personas que
empiezan entusiasmadas y dejan todo a medias. Los libros son ejemplo. Tengo
una lista enorme de libros que quiero leerme. Me los consigo, los empiezo, me
embalo y después los dejo ahí... pendientes. Lo peor es que no dejo de leer,
sino que me empiezo con otro que no me aguanto tener ahí sin empezarlo. Es
así como tengo "Porno", "The Vampire Lestat" y tantos otros más dando
vueltas por mi escritorio sin ser leídos.
Lo mismo me pasa con las relaciones. Cuando conozco a alguien, me
entusiasmo con esa persona, quiero conocerla, salir con ella y todo lo demás.
Pero llega a un punto, en que simplemente no se puede, ya sea por horarios
coincidentes ó cualquiera de esas cosas banales que no te permiten hacer lo
que quieras. Y ahí quedan. On hold. Ahora, es distinto el no poder dar vuelta la
página a una relación y pasar al siguiente capítulo, a no querer dar vuelta la
página porque sabes que aquél, es el último capítulo de un libro que no quieres
terminar. Eso también me pasa. Y mucho.

19) Cuando la suegra fue a pasar una semana con ellos, los hijos se alegraron
mucho. Cuando transcurrieron dos meses y no se iba, los hijos empezaron a
lamentarse.
A los tres meses comenzaron a pensar cómo podían hacer para que se fuera.
- Esta noche, dijo la mujer a su marido, cuando yo sirva la sopa, nos ponemos
a discutir. Tú dices que está muy salada y yo digo que está sosa. Si tu madre te
da la razón, yo me pongo furiosa y si me la da a mi, entonces te pones furioso
tú. De todas formas, así podremos decirle que se vaya a su casa. Se sirvió la
sopa, se armó la bronca y la mujer dijo a la madre:
- ¿A ti qué te parece, está sosa o está salada?
La buena señora hundió la cuchara en la sopa, se la llevó a los labios, la probó
cuidadosamente, hizo una pausa y dijo:
- A mí me gusta.

20) “¿Cómo es una abeja? Ovalada con alas traslucidas, amarilla con negro,
cara estética, veloz, su zumbido no molesta, tiene miel en su interior como
espada lleva un pico y luchar si se presenta la ocasión defiende tanto su
postura sin importarle que morirá, a la hora de picar esta causa un pequeño y
terrible hinchazón que recorre como máquina de vapor, dejando salir las
impurezas y pensar en tu hoy por unos instantes te desconecta de tu película
de ficción, fue su manera de trasmitir que murió, pero a ti, te dejo una lección.”

128
Exclamaste no encajar… más que te puedo decir eh sabido que los consejos
nomás se dan cuando son requeridos o de ellos depende la vida, no dar
consejos porque si no te quedas sin ellos, una vez escuche, así qué te puedo
expresar tener aguijón con el cual poder volar por el cielo sin recelo de bajar o
tener que frenar, ir más rápido y buscar entre espacios aún tan pequeños que
no se visualizar, tomar de todo un poco alimentarte de las flores amarillas,
rosas de color del aura y de una puesta tardesina, agua clara, dulce, limpia olor
a azufre y montañas verdes con brisa del día y luz de noche.
Ese aguijón lleva un historial su contenido muy arraigado está, tiene tanta
información que se podría volver una canción llegar a los oídos de los sordos y
hacer escuchar, cambiar un poco el rostro que tan tenso siempre está,
regresarle el olfato a quien una vez se olvidó del recuerdo de una vida y un
pasado que como dice la palabra “pasó” mas la esencia permaneció, esa
esencia es de oler mantiene todo tu ser, es un perfume personal mas no te
pongas a quererlo cotizar es aroma original que en algún lugar de tu cuerpo lo
almacenó ese fruto tan profundo que mantiene a lo demás entre más crece
más penetrante será. Mantenlo siempre fresco, sal a caminar arroja una gota a
tu fiel trazo no dudes de tus pasos imagina que volando siempre estás con un
pequeño aguijón invisible a los demás, no pretendas encajar ni dejar tu esencia
en su totalidad camina y ve rociando un sembradío sin cuestionar ¿quién lo
tomará?, si en algo servirá, ya hiciste tu papel y el que esté preparado para él
olerá, tomará morderá y beberá la manzana roja que una tarde arrojé la lance
junto con mi alma, siendo el viento quien ayudó soplo fuerte y duro pero con
aire de tranquilidad, sutileza y seguridad a encontrar ese camino que me
envolvió me protegió de las ramas y cuidó mi interior.
Hoy le escribo al sonido, al reflejo del sol que teniendo tanto trabajo jamás me
abandonó, puliendo cada pasmo regresándole su resplandor.
 
21) Había una vez una pareja que había satisfecho muchas de sus ambiciones.
Pero aún tenían pendiente uno de sus mayores sueños: querían nadar hasta el
Japón. Pensaron mucho al respecto y por fin, un día iniciaron su aventura. No
estaban muy acostumbrados a nadar, así que les resultó una tarea ardua.
Pronto se dieron cuenta de lo pesadas que se habían vuelto sus extremidades.
Les dolían por el esfuerzo constante, especialmente cuando nadaban contra
corriente. Gradualmente, sin embargo, sus cuerpos se acostumbraron al
ejercicio y desarrollaron un ritmo que exigía poco esfuerzo.
Empezaron a reparar en el agua que les rodeaba y en cómo cambiaba de color
al cabo del día. Por las mañanas, era clara y azul, y cuando la luz se reflejaba,
aparecían destellos de verde esmeralda. Cuando el sol se ponía, mostraba los
ricos y cálidos colores del cielo al atardecer. Contemplaron el agua, los peces
plateados que nadaban a su lado durante el día, las oscuras sombras que les
rozaban desde las profundidades. Advirtieron cómo cambiaba el sonido de las
olas cuando chocaban contra sus cuerpos y repararon en los sutiles cambios
129
del tiempo, en cómo la brisa se transformaba en viento para volver de nuevo a
brisa. Aprendieron a encontrar comida en el agua, a alimentarse y a utilizar sus
cuerpos sin esfuerzo. Desarrollaron un aguzado sentido del olfato que les
permitió detectar cambios en el entorno por la fragancia que la brisa
transportaba.
Nadaron durante días y semanas sin rastro de tierra a la vista. Un día, vieron el
perfil oscuro de la tierra en el horizonte. Continuaron nadando y reconocieron
las costas del Japón. Conforme se aproximaban, se volvieron más silenciosos,
hasta que, por fin, se miraron y en ese momento lo supieron. Se dieron la
vuelta y continuaron nadando mar adentro.
Pasado cierto tiempo, y empujado por una curiosidad casi humana nuestro
alíen decide escapar de la comunidad poética y explorar qué hay fuera de ella.
Es allí donde aparece su desconcierto: los individuos de los alrededores se
comunican en base a un lenguaje desconocido. Como resultado, si bien logra
entender –luego de mucho esfuerzo inferencial- algunas emisiones, hay otras
para las cuales no tiene respuesta. A través de la simple experiencia ostensiva,
comienza a darse cuenta de que lo que él conocía anteriormente como “hijo del
bosque” este nuevo grupo de humanos lo denomina, extrañamente “árbol”. A
aquella sensación física que sus primeros amigos llamaban “vacío corporal”
éstos la denominan “hambre”. Luego de convivir con sus vecinos durante un
breve período, el alienígena comienza a adquirir habilidades en el arte de
interpretar estas descripciones “inusuales” – descripciones que, no obstante,
sigue pensando como de segundo orden. De manera previsible, lo inverso
también ocurre: los humanos asimilan las expresiones “extrañas” del
alienígena y aprenden a usarlas en los contextos acertados, pero la siguen
concibiendo como descripciones no literales.

22) Una abejita muy trabajadora siempre llevaba más polen para la reina que
todas las demás, las demás abejas eran unas zánganas, que todo el tiempo
sentadas sin obrar esperaban que el polen lo llevara la abejita que trabajaba y
trabaja todo el día sin parar. Su jefa la abeja reina cierto día convoco, a un
concurso para ver quien mas polen podía llevar al panal donde habitaban. Los
zánganos estaban preocupados por no ganar el concurso, por no saber donde
más polen podían encontrar ya que todo el día se la pasaban cotorreando sin
parar, en cambio la abeja trabajadora ansiosa estaba por que el gran día
llegara para demostrar toda la capacidad que tenía para recolectar polen sin
parar

23) Un abogado con 18 años de trayectoria con un excelente curriculum y un


bufete de abogados exitoso y famoso tenia un caso en el cual una familia le
pidió rescatar una casa que ellos tenían pero por diversas circunstancias se las
quitaron, entonces el abogado llevo el proceso pero por problemas que el
cargaba a su trabajo se equivoco en su tramite y días y días cargo con esa
130
culpabilidad de haber perdido esa casa, no sabia como infórmale a esa familia
que le había pedido rescatar esa casa, el abogado se enfermo, de tanta
preocupación, hasta que un día se armó de valor para dar esa gran noticia,
cuando se los dijo apenado a la familia solo respondieron: ¡No se preocupe
abogado, las cosas pasan por algo!

24) Un joven aprendiz le pregunto a un anciano de la aldea considerado uno de


los más sabios: ¿Qué es más importante amar o ser amado?
El anciano con una sonrisa en la cara le respondió: ¿Qué es más importante
para una paloma, su ala izquierda o su ala derecha?

25) Una zorra estaba siendo perseguida por unos cazadores cuando llegó al
sitio de un leñador y le suplicó que la escondiera. El hombre le aconsejó que
ingresara a su cabaña. Casi de inmediato llegaron los cazadores, y le
preguntaron al leñador si había visto a la zorra. El leñador, con la voz les dijo
que no, pero con su mano disimuladamente señalaba la cabaña donde se
había escondido. Los cazadores no comprendieron las señas de la mano y se
confiaron únicamente en lo dicho con la palabra.
La zorra al verlos marcharse, salió sin decir nada. Le reprochó el leñador por
qué a pesar de haberla salvado, no le daba las gracias, a lo que la zorra
respondió:
-Te hubiera dado las gracias si tus manos y tu boca hubieran dicho lo mismo.

26) La hija de un granjero llevaba un recipiente lleno de leche a vender al


pueblo, y empezó a hacer planes futuros:
-Cuando venda esta leche, compraré trescientos huevos. Los huevos,
descartando los que no nazcan, me darán al menos doscientos pollos. Los
pollos estarán listos para mercadearlos cuando los precios de ellos estén en lo
más alto, de modo que para fin de año tendré suficiente dinero para comprarme
el mejor vestido para asistir a las fiestas donde todos los muchachos me
pretenderán, y yo los valoraré uno a uno.
Pero en ese momento tropezó con una piedra, cayendo junto con la vasija de
leche al suelo, regando su contenido. Y así todos sus planes acabaron en un
instante.

27) El castor es un animal que vive en los pantanos. Ciertas de sus partes
sirven, según dicen, para curar algunas enfermedades. Por eso cuando se ve
descubierto y perseguido para cortarle las partes, sabiendo por qué le
persiguen, huye hasta alguna distancia, sirviéndose de la rapidez de sus pies
para conservarse intacto; pero cuando se ve perdido, él mismo corta sus
partes, las arroja y salva de este modo su vida.

131
28) Una tortuga que se recreaba al sol, se quejaba a las aves marinas de su
triste destino, y de que nadie le había querido enseñar a volar. Un águila que
paseaba a la deriva por ahí, oyó su lamento y le preguntó con qué le pagaba si
ella la alzaba y la llevaba por los aires.
- Te daré – dijo – todas las riquezas del Mar Rojo.
- Entonces te enseñaré al volar – replicó el águila.
Y tomándola por los pies la llevó casi hasta las nubes, y soltándola de pronto,
la dejó ir, cayendo la pobre tortuga en una soberbia montaña, haciéndose
añicos su coraza. Al verse moribunda, la tortuga exclamó:
- Renegué de mi suerte natural. ¿Qué tengo yo que ver con vientos y nubes,
cuando con dificultad apenas me muevo sobre la tierra?

CHISTES.

1) Un marido flaco y débil regresa de pronto a su casa. Mirando por una


ventana desde el exterior hacia el dormitorio, ve a su mujer copulando con un
enorme luchador de catch. Aprieta los dientes, empuña las manos, se pone
rojo, sopla aire candente por las narices, ve el paraguas que el visitante ha
dejado en la entrada, se precipita sobre él y lo parte en dos. Después lanza un
largo suspiro y masculla: “Y ahora, estoy seguro que se pondrá a llover a
chuzos”.
Reflexión: Este hombre espera que el cielo le solucione los problemas que por
cobardía no se atreve a enfrentar. Creyendo haber hecho lo necesario, realiza
una acción pequeña y se siente satisfecho. Se parece a esos discípulos que le
piden a su Maestro que les diga una bonita frase para calmarles sus angustias
metafísicas, o los enfermos que le piden al doctor que les cure sus síntomas
sin que los obligue a hacerle frente a la causa del mal. Aquellos seres de
voluntad débil viven tragando aspirinas para sumergirse en muy cortos
períodos de satisfacción. Quien desee llegar a la sana conciencia, debe ser
capaz de encarar voluntariamente su sufrimiento base. Para sanar una herida,
primero hay que abrirla y desinfectarla; si no es así, no cicatriza nunca.

2) Un hombre entra en un restaurante de lujo acompañado por un niño.


-Sírvame el cubierto especial para mí- le dice al camarero- y un helado al
pequeño.
El caballero da cuenta del opíparo menú, mientras el niño repite su ración de
helado.
132
-Bien -se levanta el comensal, dirigiéndose al pequeño-, termina tu ración de
helado mientras yo voy a hacer un recado.
El camarero prepara la cuenta y espera el regreso del padre del niño. Pero este
tarda más de lo debido y el camarero pregunta al chico:
-Parece que tu padre tarda un poco, ¿no?
-Mi padre está de viaje.
-¿Cómo que está de viaje? ¿No acaba de salir de aquí hace un momento?
-¿Se refiere a ese señor que ha entrado conmigo?
-¡Naturalmente!
-¡No lo había visto en mi vida! Me lo encontré en la calle y me dijo que me
invitaba a un helado.
Reflexión: Este chiste me hace pensar en las tretas de gran parte de las sectas
y de los Maestros con egos descomunales: te revelan una pequeña verdad
para venderte una gran mentira. Así también actúa el ego personal: te da
pequeñas satisfacciones para que olvides tu inmensa insatisfacción. Las
apariencias no son la verdad. Parecer es una cosa, ser es otra. La única
manera lograr la felicidad, alcanzando lo sublime, es compartir lo que vas
obteniendo. Las verdades guardadas como secreto, son egoístas intentos de
tomas de poder. Dáles perlas-semillas a los puercos. Estos las tragarán, no
podrán digerirlas pero las defecarán en tierras fértiles.
El folklore popular transmite verdades que no comprende. Al contrario de los
mentirosos, los sabios pueden revelarte una pequeña mentira para que
obtengas una gran verdad. El Tarot fue lanzado al mundo como un banal juego
de cartas. Todos los secretos están abiertos, hay mentes cerradas. “El que
tenga ojos para ver que vea”.

3) El anti-poeta chileno Nicanor Parra, gran humorista, para atacar al


consumismo norteamericano, de esta manera presentó la más sagrada
oración:
“Padre nuestro que estás en los Cielos
SantificadO sea tu nombre
Venga a nos tu reino, hágase tu voluntad en la tierra Como en el cielo
El pan nuestro de cAda día dánoslo hoy
Perdona nuestras deudas así Como nosotros
PerdOnamos a nuestros deudores
Y no nos metas en tentación mas Líbranos del mal
Porque tuyo es el reino y el poder y la gloriA
Por todos los $iglos. Amén.”
Reflexión: Cierto es que el humor crítico es útil para presentarnos aspectos de
nosotros mismos, que de tanto repetirlos se han hecho rutinarios, perdiendo un
significado profundo, pero, aparte de abrirnos los ojos, nos deja inquietos en
medio de las ruinas.

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4) Mientras se viste, la prostituta tiembla de contento. Cubre de miradas al
hombre que aún yace en el lecho. Entusiasta, ella le dice: “¡Mmm..., qué gusto!
¡Sería maravilloso que todos los hombres supiera hacer el amor como tú!
¡Verdaderamente, fornicas como un Dios!¡Te felicito! ¿Pero, dime, quién te hizo
esos hoyos que tienes en las manos y en los pies?
Reflexión: El ego personal, de alguien encerrado en su mente como en un
calabozo, no reconoce al Dios interior. En el centro del obscuro inconsciente
hay una fuente de vida, luminosa, que lo conoce todo -desde el nacimiento de
este universo hasta la presencia de incontables universos paralelos-, que está
en comunicación con la humanidad entera, que tiene infinitas posibilidades de
realización. Quien no traspasa las fronteras de sus prejuicios egoístas, va por
la vida, sin verlos, de milagro en milagro. A veces, cuando por un muy breve
momento se detiene a observarse a sí mismo, se aterra y sorprende al
encontrarse frente a un increíble desconocido.

5) Una señora acude a la consulta de un médico acompañada de su hija.


-Desnúdese -le dice el médico a la muchacha.
-Doctor -le advierte la hija-, la enferma es mi madre.
-Saque la lengua, señora -indica el médico a la madre.
Reflexión: El mundo que conocemos no es el mundo tal cual es, sino como lo
vamos eligiendo según nuestros gustos e impresiones subjetivas. En realidad,
de todo lo que nos sucede somos cómplices, porque somos nosotros los
principales constructores de la realidad en que vivimos. Una realidad semi-
construída por el ego individual, egoísta, tiene un cariz fétido muy distinto de la
realidad fragante semi-construída por el transpersonal Ser Esencial.

6) Un turista, perdido en la montaña, llega frente a un cabaña pequeña. Golpea


en la puerta, gritando:
-¿Hay alguien?
Una voz de niño le responde:
-Si.
Entonces el hombre pregunta:
-¿Tu papá está ahí?
-¡No! Salió justo antes que mamá entrara.
-Entonces, ¿tu mamá esta ahí?
- ¡No! Salió cuando yo llegué.
- Pero entonces, ¿en esta familia ustedes no están nunca juntos?
-No, aquí no. Aquí es el cagadero.
Reflexión: El adulto que no se ha liberado de su ego infantil y vive encerrado en
su celda mental, vegetando en la fetidez de sus pensamientos, sentimientos,
deseos y nece(si)dades egoístas, cuando intenta penetrar en su oscuridad el
Ser esencial, lo rechaza temiendo que la luz que le aporta revele sus arcaicos
sufrimientos. Ojos que no ven, corazón que no siente… Walt Withman escribió:
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“¿Quien camina una legua sin amor, avanza cubierto por un sudario hacia su
propio funeral”.

7) Había una vez un niño que se llamaba Calcetín. Cuando salió a la calle, se
lo pusieron.
Reflexión: En cierta manera, los nombres con que nos bautizan son un límite, y
nos imponen un destino. Podemos cumplir este destino o luchar con él. Conocí
a una mujer que se llamaba Pura; para realizarse sexualmente tuvo que hacer
esfuerzos gigantes. En los árboles genealógicos donde hay parejas
José+María, reina una penuria sexual. Autodevaluación como mujer si te
endilgaron un nombre masculino. Si recibes el nombre de un hermanito muerto
antes que tú, tienes dificultades para ser y cargas sobre tu espalda el fantasma
de ese difunto. Muchos Jesús, Cristián, Salvador, pueden morir o retirarse del
mundo a los 33 años… En fin, este tema es extenso, fundamental pero
imposible de resumir en pocas líneas. Aconsejo indagar sobre el nombre que
nos dieron, de dónde viene, qué significa, quién lo tuvo en nuestra familia, a
quién se nos pide que repitamos. Una vez hecho esto o cambiar de nombre o
darle un significado diferente, exaltándolo. Por ejemplo: como mi nombre suena
a alejar, cuando pronuncio, escribo o escucho Alejandro, en mi mente lo
traduzco por Acercandro.

8) Un negro entra en una pub de Londres a tomar algo, llevando un loro posado
sobre el hombro.
-Dos cervezas -pide al camarero.
-¿Dos?
-Sí, una para mí y otra para el loro.
-¡Vaya! ¿De dónde lo has sacado?
-De África -responde el loro.
Reflexión: Este es un chiste que en el fondo se burla de los ingleses racistas
que consideran que un africano es un negro solo bueno para ser esclavo.
Nosotros, desde un punto de vista simbólico, podemos interpretar esto de otra
manera: pensaremos que el pub de Londres, con su camarero, son la energía
divina creadora del universo. La cerveza es la Verdad. El Negro, principio
oscuro, es el ego individual, ignorante. El loro, animal aéreo, inteligente, pleno
de colores, es el luminoso ser esencial. El ego, pensando ser la totalidad de
nosotros, actúa como amo, creyendo que los misterios que hierven en su
inconsciente son meras ilusiones. Cuando llega el momento de la verdad, el
enfrentamiento con lo impensable, el infinito, la eternidad, la muerte, se da
cuenta de que él es la ilusión. Entonces cede su poder y se abre al Ser
esencial, al diamante interior, a la luz de su alma. Sólo entonces puede beber
la cerveza, es decir, emborracharse de felicidad.

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9) Dos locos están desayunando en el comedor del manicomio.
-Oye -le dice uno al otro-, ¿por qué tiras los panecillos después de untarlos con
mantequilla?
-Porque no me gusta la mantequilla -responde el otro.
Reflexión: Cada individuo crea sus propias desgracias. Somos todos cómplices
de lo que nos sucede. Si se nos otorga una oportunidad, por miedo a triunfar -
es decir al cambio de vida que nos provocará la nueva situación- nos ponemos
bastones en las ruedas, impidiéndonos avanzar. No somos locos, pero vivimos
encerrados en una cárcel mental, construida por la familia, la sociedad y la
cultura, compuesta de ideas locas, sentimientos invasores, deseos desviados y
necesidades inútiles. Cuando queremos abrir la puerta para que libremente se
desarrolle nuestra conciencia, desdeñamos la oportunidad de hacerlo. De tanto
ponerle mantequilla a los panes y tirarlos, el ego termina por inducirnos al
fracaso y a la autodestrucción.

10) El loro del portero de un edificio, se escapa de la jaula y se instala al pie de


la escalera. Apenas entra alguien, se pone a gritar:
-¡Atención al escalón!
Y todo el mundo se cae porque no hay ningún escalón.
Reflexión: Muchos gurús predican abstinencias, meditaciones, renuncias, para
así lograr la iluminación. Sus discípulos se sacrifican muchos años sin lograr
iluminarse, simplemente porque la iluminación es solo una ilusión del maestro,
no existe…Todo el psicoanálisis de Freud está basado en la existencia del
inconsciente. Pero Freud nunca lo pudo definir, ni encontrar donde estaba, sólo
lo imaginó. ¿Es esto dañino? A veces sí, otras no. Un arquero que quería cazar
la luna, nunca lo logró pero se convirtió en el mejor arquero del mundo. Decir
“me voy a iluminar” es lo mismo que decir “me voy a engrucuñar”. Iluminar y
engrucuñar son sólo palabras. Buda, bajo el árbol, se iluminó. Buda bajo el
árbol se engrucuñó… Te dicen palabras que te hacen creer que te trasmiten
conocimiento. ¡Cuidado, si las crees te sentirás engrucuñado y comenzarás a
enseñar a discípulos como engrucuñarse! Propongo que estos sabios gurús se
metan el engrucuñamiento por el trasero!

11) Un señor va donde el médico:


-Doctor, me he torcido un tobillo.
-¡Bueno, vamos a ver eso! ¡Quítese el zapato y párese delante de esta ventana
sacando la lengua, lo más que pueda!
El paciente obedece. El médico, sin moverlo de ese sitio, le examina el tobillo
durante media hora.
-Es sólo un problema muscular. Ahora entre la lengua y siéntese mientras
escribo su receta.
-¿Por qué, doctor, mientras que me examinaba, me puso en la ventana con
toda la lengua afuera? Eso no tiene nada que ver con mi tobillo.
136
-Así es, no tiene nada que ver. Le dije que hiciera eso simplemente porque
detesto a mi vecina de enfrente.
Reflexión: Todo el día la vecina de enfrente ve a los pacientes sacarle la
lengua… Esto me hace pensar que existen personas que se aprovechan de
nosotros. Hay que fijarse mucho con quién nos mezclamos, porque pueden, sin
que nos demos cuenta, utilizarnos para otros fines que los que hemos previsto.
Esto sucede sobre todo en grupos donde reinan Maestros o instructores
embarcados en sueños de poder. Tienes que darte cuenta claramente si vas
ahí para que te curen el tobillo (liberarte del ego egoísta) o para que te hagan
sacar la lengua (entregarle tu energía vital al Ego desmesurado del gurú). Este
chiste también se puede aplicar a la pareja: te enredas con una persona
pensando que vas a encontrar el amor. En lugar de darte el cariño que buscas,
te utiliza como pantalla de proyección, echándote encima los problemas
neuróticos que tiene con su madre , su padre o ambos. Te lías con un cordero
que al final se comporta como un tremendo lobo hambriento… Y también se
puede aplicar este chiste a la relación paciente-psicoanalista: vas a que te
curen lo más rápido posible de una depresión, y el psicoanalista, para que le
sigas pagando, te mantiene en ese estado durante años.

12) Un chofer, enojado por tener que frenar bruscamente para evitar chocar
con el automóvil que le precedía, grita:
- ¡Seguro que es una mujer la que conduce!
Para su gran sorpresa, es un hombre. Entonces vuelve a gritar:
- ¡Seguro que es su madre la que le enseñó a conducir!
Reflexión: Hay momentos en que alguien conduce mal un coche porque no
sabe bien conducir y no porque sea una mujer. Nuestro chofer debe aceptar
que un hombre, en este caso él mismo, puede conducir mal, sin darse excusas
por lo que le pasa. Su ego narcisista arregla la realidad para que ella
concuerde con sus opiniones. A lo largo de todo el día adultera la visión de lo
que sucede para no cambiar un milímetro sus prejuicios. “Nunca cometo un
error, los errores los cometen los otros”. Los deseos que reprime, al
proyectarlos en sus vecinos, lo convierte en un feroz censor. El ladrón cree vivir
rodeado de ladrones. El santo ve la santidad en el corazón de cada ser
humano.

13) -Por favor -le pide un señor a un boticario- ¿vende usted preservativos con
rayas amarillas y negras?
-¡Pero, que pregunta tan rara! ¿De qué le pueden servir preservativos con
rayas amarillas y negras?
-Es que yo soy ayuda de cámara de una baronesa muy rica y cuando ella me
invita a hacerle el amor, exige que no olvide mi categoría.
Reflexión: La baronesa necesita que el camarero, hagan lo que hagan, siga
siendo camarero, permaneciendo a un nivel social más bajo que ella… Muchas
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veces nosotros mismos impedimos que los seres que amamos suban a nuestro
nivel; y otras veces, si no tienen la capacidad de hacerlo, no nos dignamos
descender hacia ellos. Cuando la relación es de superior a inferior, es mera
ignorancia, el uno del otro. Cuando es de igual a igual, se transforma en mutuo
conocimiento.
14) -¡Querida -dice un comerciante muy angustiado- tengo una idea genial para
que hagamos economías! ¡Si aprendes a cocinar, podremos despedir a la
criada!
-¡Tengo una idea mejor -le responde su esposa-! ¡Si aprendes a hacer el amor,
podremos despedir al chofer!
Reflexión: Cuando en una pareja, uno critica al otro, el otro también lo critica.
En el amor, si el otro/a no te satisface, es seguro que tú también no lo/a
satisfaces. En una relación verdadera, la crítica no tiene sitio. Si tú criticas al
otro, el otro te critica. Si tu pareja no te satisface en un aspecto, en otro aspecto
tú no la satisfaces. Es ilusorio que tú seas la princesa y él un sapo, tampoco es
posible que él sea un príncipe y tú una rana. Ambos son cómplices de lo que
les sucede. La mejor manera que tienes de saber si el otro te ama, es la de
preguntarte si tú lo amas. De la misma manera que te comportas, el otro
acabará por comportarse. Si ella no sabe cocinar, tú no sabes fornicar. Con
toda seguridad ella le hace sandwiches maravillosos al chofer. Cuando la
comprensión cojea, todo cojea.

15) Un automovilista entra en un garaje y le dice al garajista:


-Quiero que me cambie mi claxon. Haga que suene cinco veces más fuerte.
-¿Pero por qué quiere usted una bocina tan ruidosa?
-Es porque ya no tengo frenos.
Reflexión: Muchas personas, en lugar de solucionar un problema fundamental,
piden que les solucionen otra cosa que nada tiene que ver con ese problema.
El enfermo desea que le eliminen los síntomas pero no la causa de su
enfermedad, causa que es insoportablemente dolorosa. Duele menos eliminar
los síntomas. Se parece a quien tiene un cofre que mantiene siempre cerrado.
Sabe que hay algo dentro, pero no osa jamás ver qué es. Cuando por fin se ve
obligado a abrir el cofre, encuentra una masa podrida. Venciendo las nauseas
que la fetidez le provoca, escarba el magma. Descubre que en el fondo yace un
diamante. Nuestro inconsciente es semejante a este cofre: dentro de su
obscuridad mefítica anida un centro luminoso, fragmento de la conciencia
universal. Pocos se atreven a abrir la caja, enfrentar la fetidez del pasado,
descender profundamente hacia la región de los traumas infantiles, y
atravesarlos sin retroceder, hasta encontrar al diamante, es decir, al ser
esencial, impersonal, fuente de felicidad… Muchos “iniciados” hablan de una
“espiritualidad” a la que creen encontrar “en lo alto”, lejos de los impulsos
primarios del inconsciente. Para ellos , la conciencia está allá, en los cielos,
lejos de sus cuerpos tan vergonzosamente provistos de penes o vaginas.
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Nunca abren el cofre. Se pasean con bocinas ensordecedoras… Analizando
árboles genealógicos, he abierto muchos cofres , en todos ellos, lo primero que
esparce su hediondez es el incesto. Dejemos de lado a Freud y no hablemos
del complejo de Edipo. Nombremos hoy sólo al incesto esencial, el narcisismo.
La masturbación es un incesto homosexual, donde esa mano al servicio de la
imaginación, acaricia a un hombre si eres hombre o a una mujer si eres mujer.
La tragedia de este amor, es que nunca encontrará a otro ser humano al que
pueda amar. Sólo estará acompañado por espejos.

16) -¿Cómo reventó este neumático? -interroga el garajista.


-OH, tontamente, tontamente: rodé sobre una botella de whisky. – contesta el
automovilista.
-¿Pero, cómo? Una botella de whisky se ve desde lejos.
-Esta no, el hombre la tenía en un bolsillo.
Reflexión: El chofer se está mintiendo a sí mismo, para eludir la
responsabilidad de su crimen. La mayor parte de las personas que no han
desarrollado su conciencia social, nunca asumen la responsabilidad de lo que
cometen. Se dan miles de excusas, transforman a sus víctimas en culpables,
escapan sin mirar hacia atrás, padecen ataques de rabia cuando se les piden
cuentas, son inocentes perpetuos. A esta ralea pertenece una inmensa
manada de padres ausentes. Escupen su esperma y luego, a lo Pilatos, se
lavan las manos. Tanto como no es normal que las mujeres den a luz sus hijos
sin contar con la presencia de su pareja, es absolutamente repugnante desde
un punto de vista humano, que los hombres no asistan al aborto de sus
amantes. El feto no es “sólo de ellas”, es un producto de ambos. En cada
clínica, si es ahí donde la eliminación sucede, debe estar junto a la mujer, el
hombre que la inseminó, sosteniéndola moralmente, ofreciéndole su compasiva
compañía… Y juntos deben, se amen o no, después del aborto realizar una
ceremonia de duelo ( que he descrito en mi “Manual de Psicomagia”).
Estos automovilistas cínicos declaran: “No hice nada malo. Es cierto que soy
padre de ese niño. Pero me fui antes que naciera (lea “escapé” es lugar de
“fui)”. No me conoce. ¿Qué daño puedo hacerle?…Ni siquiera sabe como soy.
No le importo nada. Déjenme vivir tranquilo.”… Sin embargo ese niño va a
tratar de saber, toda su vida, quién fue su padre. Los seres humanos necesitan
ser formados por una madre y un padre. Si falta uno de los dos, cojean
psicológicamente… Cuando desarrollamos nuestra conciencia ( a esto los
discípulos zen, que creen ser bombillas, lo llaman “iluminarse”) primero que
nada nos damos cuenta de la crueldad nuestra y la de los otros, luego nos
invade el corazón la compasión. Entonces asumimos la responsabilidad y
hacemos lo que sea necesario para solucionar el problema que hemos
causado. No se trata de parchar un neumático sino de socorrer al hombre
atropellado.

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17) -Doctor, tengo un problema gástrico: mi estómago no transforma los
alimentos. Cuando como pan, cago pan. Cuando como zanahorias, cago
zanahorias. Cuando como pollo, cago pollo. ¿Qué debo hacer?
-No se preocupe. Coma mierda.
Reflexión: Este doctor se preocupa de obtener un resultado de apariencia
saludable sin preocuparse de los destrozos que puede causar su método. La
mayoría de las medicinas píldoreras sanan los síntomas pero provocan efectos
dañinos secundarios que exigen tragar nuevas píldoras para acabar con ellos.
Las nuevas píldoras producen otros males secundarios y así y así, como un
cuento de nunca acabar. Conocí a un hombre que se casó con una mujer
dominante, se divorció y luego volvió a casarse con una mujer dominante, y así
y así, hasta que la última lo asesinó. Nunca osó entablar una confrontación con
su madre dominante para solucionar sus traumas infantiles… Hay otra manera
de interpretar este chiste: nos transformamos en lo que comemos. Los
vegetarianos tienden al pacifismo, los carnívoros pueden llegar a la violencia.
En Tíbet los discípulos comían el cerebro y el corazón de su maestro muerto
para incorporarlo a sus almas. Pero el estómago y los pulmones no son los
exclusivos asimiladores de alimento: el espíritu se nutre de sentimientos e
ideas. Si te llenas de sentimientos negativos, celos, envidias, rencores,
posesividad, llenarás al mundo de efluvios emocionales pestilentes,
competencias crueles, ocios mortales, guerras. Lo mismo con las ideas: si te
repites sin cesar “no hay cosa que valga” creyendo que lo sublime es una
utopía odiosa, con tus bajas vibraciones mentales contribuyes a la destrucción
de tu sociedad y tu planeta… Estamos por entero unidos a los otros: si
inyectamos en nuestra sangre sustancias nocivas, acortamos no sólo nuestra
vida sino la de nuestros semejantes. “Cuando tú te auto destruyes, destruyes
una parte de mí. Cuando tú te auto destruyes eres un fragmento del planeta
que se destruye. Cuando tú te auto destruyes desprovees de tu aliento a las
plantas; y a tu muerte, envenenando el suelo, haces padecer al mineral”.
Nuestra vida no es un tesoro individual, pertenece a la riqueza de la raza
humana. Nuestra sagrada tarea es descubrir y desarrollar lo sublime que anida
en nuestro cuerpo, alma y espíritu. Si me nutro de belleza colaboro a
transformar el mundo en un edén.

18) Tres señoras católicas discuten sobre el milagro. La primera pregunta:


-¿Que es un milagro?
- Bueno -responde la segunda- un milagro se produce cuando Dios hace
exactamente lo que nuestro sacerdote le pide.
-No estoy de acuerdo -dice la tercera-.Yo pienso que un milagro se produce
cuando nuestro sacerdote hace exactamente lo que Dios le pide.
Reflexión: Me hago la misma pregunta de las tres señoras: ¿Qué es un
milagro? ¿Cuándo ese impensable que llamamos Dios hace exactamente lo
que yo le pido, es eso un milagro? Si aceptara esto caería en el error de
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utilizar a Dios en mi egoísta provecho. Prefiero pensar que un milagro se
produce cuando hago exactamente lo que mi Dios interior me propone. Un
milagro no es lo que yo quiero, pidiéndolo como un niño. Un milagro aparece
en mi vida cuando obedezco a mis impulsos profundos, que siempre son
sublimes porque corresponden a los intentos del futuro para conducirme al
triunfo de la raza humana sobre la muerte. Es decir, cuando acepto mi
verdadera naturaleza, (no obedeciendo al ego artificial creado por la familia, la
sociedad y la cultura), confío en ella y creo que es auténtica, pura. El milagro
es la aceptación y realización de las fuerzas sagradas que se manifiestan en
nosotros. Una catástrofe es la desviación de estas fuerzas, para emplearlas de
manera destructiva… Una persona que ha llegado a desarrollar su conciencia
suprema, ve a toda la realidad como un milagro, dándose cuenta que
simplemente el hecho de estar viva es la felicidad.

19) Un anciano tiene una finca con un lago. Después de algún tiempo, decide ir
a ver si está todo en orden. Coge un cesto para aprovechar el paseo y traer
unas frutas por el camino. Al aproximarse al lago, escucha voces animadas. Ve
un grupo de mujeres bañándose, completamente desnudas. Al percibirlo todas
se van a la parte más honda del lago, manteniendo solamente la cabeza fuera
del agua. Una de las mujeres grita:
-¡No saldremos mientras usted no se aleje!
El viejo responde:
-¡Yo no vengo hasta aquí para verlas nadar o salir desnudas del lago!
Levantando el cesto, les dice:
- Estoy aquí nada más que para dar de comer al cocodrilo….
Reflexión: El anciano es la mente, la finca es el ego, el lago el inconsciente.
Después de un tiempo de insatisfacción, el individuo decide analizarse. El cesto
que coge son sus deseos de eliminar fácilmente los síntomas angustiosos,
productos de la represión de su sexualidad. Pero al profundizar en sus regiones
oscuras descubre sus deseos acumulados. Se encuentra ante el dilema de
verlos, aceptarlos y realizarlos o de escaparse hacia su rutinario calabozo
intelectual. Luego de una molesta lucha consigo mismo, se miente, diciéndose:
“No me analizo para dar rienda suelta a mis deseos vergonzosos, sino para
destruir todo aquello que no le convenga a la restringida imagen de mí mismo
que me han inculcado desde niño. Ahuyento a mi lascivia y me mantengo en la
masturbación.”

20) Un niño. Al regresar a casa. Se precipita llorando hacia su madre. Tiene un


pequeño rasguño en la mejilla. Entre sollozo y sollozo, lograr articular algunas
quejas:
-¡Mamá, ese niño malo se me echó encima y me golpeó!
La madre, conmovida por el dolor de su hijo:
-Mi pobre niño… ¿lo conoces?
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-¡No, no lo conozco!
-Entonces, ¿cómo vamos a hacer para identificarlo?
-No lo sé, pero si te puede servir para algo, tengo su oreja en mi bolsillo.
Reflexión: Hay muchas personas que se quejan de ser víctimas, teniendo en su
bolsillo una oreja del “verdugo”. A veces no son orejas sino testículos, ovarios o
trozos de corazón. Por supuesto que hay verdaderas víctimas, pero en el
terreno psicológico y en nuestra vida personal, abundan quienes nos dicen
“¡Me has hecho esto y aquello!”. Te sientes culpable, mas cuando te tocas la
cara te das cuenta que te han arrancado una oreja. Haz la lista de tus
relaciones y trata de ver con quién estás perdiendo pedazos, quién sin cesar de
quejarse te está devorando la energía vital. Un antiguo proverbio japonés dice:
“Cuando hay arena en el arroz cocido, hay espinas en el barro”… Si alguien se
queja de que tú tienes arena en el arroz, averigua si él tiene espinas en su
barro. La relación víctima-verdugo es casi siempre una complicidad. Hay
agresión en la “víctima”, hay debilidad en el “verdugo”. No hablo de situaciones
policíacas o políticas, sino de relaciones psicológicas. Un pájaro se posa sobre
un cacto y luego lo acusa: “¡Canalla, me atraviesas con tus espinas!”.

21) Mulla Nasrudin, el idiota sabio, pierde su asno, que sin duda huyó hacia los
cerros vecinos. En lugar de irlo a buscar, recorre toda la aldea gritando:
- ¡Loado sea Alah! ¡Gracias a Alah!
-¡Es increíble – le dicen-, perdiste a tu burro y le das gracias a Dios!
-¡Compréndanme bien! No le agradezco a Alah porque el asno se perdió. Le
agradezco porque cuando se perdió yo no estaba montado en él.
Reflexión: El asno es nuestra parte animal. A veces, para satisfacerlo, nos
emborrachamos. Eso nos sirve de excusa: “Gracias a Dios, hice aquello pero
no era yo”. Eliminamos una parte de nosotros mismos declarando que el
culpable es el asno. Lo nos permite, a veces, sumergirnos en una promiscua
aventura sexual ( o de cualquier otra índole prohibida) pidiendo que después
nos perdonen , si somos descubiertos, porque nos poseyó una locura que nada
tiene que ver con lo que en realidad somos… Se puede aplicar también este
chiste a la vida espiritual, viendo a Nasrudin no como un idiota sino como un
sabio. Tú, lector, concéntrate: deja hablar a tu niño y pregúntate “¿Amo la vida?
¿Y si la amo, por qué?”. Puedes responderte: “No se claramente por qué, pero
amo a la vida”. ¿Estás seguro que tú amas la vida y no que la vida te ama? Un
pantano no es consciente cuando produce un loto. Si el barro se dijera: “¡Me
voy a preparar para crear un loto!”, nunca produciría esa bella planta florida.
Pero si se entrega simplemente a su naturaleza, sin interrogarse, sin querer
saber, ni controlar, ni dirigir, sino siendo lo que es, su fuerza vital producirá la
flor blanca. Nadie se puede preparar para crear: la creación se hace a través
de nosotros y obedece a cosas mas vastas que la inteligencia personal.
En este caso, el burro del chiste va hacia los cerros porque es ahí donde
realizará mejor una vida libre, y Nasrudin, un ser consciente, felicita a su ser
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esencial por haberlo hecho dejar libre a su burro, sin desviarlo de su sana
satisfacción. La satisfacción verdadera del ego, es dejar la cárcel del intelecto
para unirse a la totalidad sublime e infinita.

22) Un día Mulla Nasrudin, montado en su burro, fue al bosque, para recoger
ramas secas. Con ellas hizo un haz, lo cargó sobre su espalda y luego montó
en el asno. Al regresar a la aldea, la gente se rió de él:
-¿Porqué cargas tú ese pesado haz, en lugar de ponerlo en el lomo del burro?
-Este pobre animal soporta ya mi peso, ¿quieren que además lo cargue con el
peso de la madera? ¡Yo la cargo, para no cansarlo!
Reflexión: Hay algunas personas que tienen problemas psicológicos profundos.
En lugar de enfrentarlos directamente liberando sus emociones reprimidas, los
remiten al intelecto tratando de aplacarlos con sesudas negaciones pero, en el
fondo, llevándolos en la mente como una molesta carga. Actuando así, piensan
haber liberado a su organismo de tales problemas: pagan esta utopía con
cualquier clase de enfermedad. Su equivocación consiste en vivir divididos en
áreas, a las que mantienen incomunicadas. Para ellos la conciencia no es el
inconsciente, el intelecto no es la intuición, el espíritu no es el cuerpo. No se
dan cuenta que los problemas los tienen en todos los centros: un problema
profundo, por ejemplo un abuso, repercute en la mente, en las emociones, en
el desarrollo sexual, en el funcionamiento de las vísceras y órganos. Tales
personas que enfrentan el problema sólo con el intelecto y piensan que eso les
aligera, dicen, como si fuera una gran solución “Lo he comprendido todo”, pero
en realidad no han solucionado nada, porque lo que sienten liviano en un
centro, se convierte en una pesada carga en los otros. Se engañan a sí
mismos. Un día el burro caerá al suelo, reventado por tanta carga.

23) Un ladrón entra en la miserable cabaña de Mulla Nasrudin. Encuentra muy


pocas cosas que valgan algo. Se las lleva. Nasrudin, que estaba escondido
bajo la cama, después de observar toda la operación, sigue al ladrón hasta su
casa y ahí le dice con amabilidad:
-Te agradezco de haber adoptado a mis pobres objetos. Ahora mismo voy a ir a
buscar a mi familia, mujer y diez hijos, para que vengan a aprovechar tu
generosa hospitalidad.
Reflexión: Este chiste me hace pensar en una frase de Gurdjieff: “Te ofrecen
una pequeña verdad para venderte una gran mentira”. Cuando uno absorbe
una verdad de un Maestro, puede absorber también todos sus errores. Las
personas “normales”, que funcionan con sólo una mitad de su cerebro, la que
utiliza el razonamiento lógico, se llenan de conceptos, nombres y símbolos,
creyendo haber encontrado la verdad, pero le cae encima el peso de los
acontecimientos reales: no saben qué hacer cuando de golpe se enamoran,
cuando la llamada sexual los aloca, cuando la angustia económica les afecta
las vías respiratorias. En el chiste de Nasrudin podemos adoptar como héroe al
143
ladrón y verlo como un buscador de la Verdad. Entra en una cofradía esotérica
y encuentra pequeñas verdades. Decepcionado se da cuenta que la Verdad no
se busca, sino que se recibe. Abre los brazos y, cesando de rechazar, analizar,
codiciar, buscar poderes, acepta al mundo completo. Khalil Gibran, en “El
Profeta”, dice: “Cuando el Amor te llama, síguelo, y cuando sus alas te
envuelvan, entrégate. No digas “Dios está en mi corazón”, sino más bien “Yo
estoy en el corazón de Dios”.”
24) Un grano de arena le dice otro grano de arena:
-¿Damos un paseo?
-¡De acuerdo!
Los dos granos de arena ruedan por el desierto del Sahara. De pronto un grano
le dice al otro:
-Mira con disimulo hacia atrás. Tengo la impresión de que nos están siguiendo.
Reflexión: Esos dos se creían únicos, pero había millones y millones de granos
de arena alrededor de ellos. Muchas veces, nosotros actuamos igual. Creemos
que somos únicos y que nuestro sufrimiento es un caso especial, sin darnos
cuenta que hay multitud de personas que tienen el mismo problema. La mejor
manera de sanar es comenzar a curar a los otros. Nada que sea para nosotros
sin que también sea para los demás.
25) Abrahán está agonizando, rodeado por toda su familia. Abre un ojo y
pregunta con voz temblorosa:
-¿José, estás aquí?
-Sí, padre, estoy aquí.
-¿Y mi santa esposa está aquí?
-Sí, esposo mío, estoy aquí.
-¿Y mi hermano, está aquí?
-Aquí estoy.
-¿Y mi hija, está aquí?
-Sí, aquí estoy también.
-¿Están todos aquí?
-¡Aquí estamos todos!
Abraham, recuperando algunas fuerzas, exclama con vigor:
-¿Y quien diablos, entonces, está en la tienda?
Reflexión: Los familiares que rodean al comerciante, representan los diferentes
aspectos de nuestro ego, (el yo intelectual, el yo emocional, el yo sexual y el yo
corporal) presentes en el momento donde realizamos la gran mutación hacia la
transpersonalidad, es decir un Yo unido, libre de definiciones. Cuando estamos
desprendiéndonos de la imagen parcelada de nosotros mismos, injertada en
nuestro espíritu por la familia, la sociedad y la cultura, si nos preocupamos de
perder los beneficios que obtenemos trabajando en lo que no nos gusta,
podemos abandonar el trabajo espiritual y cesar de desarrollar nuestra
conciencia, sumergiéndonos otra vez en los hábitos nocivos de la mediocridad.

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26) Una prostituta, volviéndose a vestir tiembla de satisfacción. Le echa unas
miradas cálidas al tipo que aún está acostado en la cama deshecha. Le habla
en tono confidencial:
-Vaya gusto que me has dado. Sería ideal si todos mis clientes supieran hacer
el amor como tú. ¡De veras, fornicas como un dios!… Pero dime: ¿quién te hizo
esos hoyos que tienes en las manos y en los pies?
Reflexión: Podemos interpretar este chiste blasfemo en una forma iniciática: La
prostituta, que en este caso no ama y vive en un mundo limitado, sólo en busca
de la prosperidad material, es el ego individual, limitado: una cárcel mental
compuesta de doctrinas rancias y manías inculcadas por la familia, la sociedad
y la cultura. A pesar de creerse la totalidad de su ser, vive en la insatisfacción,
porque está separado de la verdadera realidad: la realidad del alma. Cuando
por azar el ego recibe el llamado de su Ser interior, aunque experimente una
inexplicable felicidad, no reconoce su naturaleza divina. A una persona que se
siente vacía, le es difícil aceptar que en las profundidades de su inconsciente
anida la misma conciencia creadora que da vida a todo el universo.

27) -¡Mamá, mi papá se quiere lanzar del octavo piso!


-Corre y dile que le puse cuernos y no alas!
Reflexión: Un ejemplo perfecto de un niño aplastado por las relaciones
neuróticas entre sus padres. El padre, sin pensar en sus hijos, solo preocupado
de sí mismo, se suicida o bien se deprime o bien fracasa o bien tiene un
accidente grave o bien se arruina. Incapaz de liberarse de una familia que
nunca quiso tener, se autodestruye. Su mujer, insatisfecha, lo engaña, pero
actúa de manera irresponsable. Ella no tiene nada que ver con lo que le pasa al
otro (así como el otro no tiene nada que ver con lo que le pasa a ella)…. “Si
sufres es porque eres tonto”… “No, sufro porque no puedo hacerte sufrir a ti”…
El niño crecerá sintiéndose culpable de no haber podido unir a sus padres.
Será incapaz de amarse a sí mismo.

28) El equipo español de fútbol acaba de vencer al equipo holandés.


-Hemos ganado -dice el capitán del equipo- porque le rezamos a Dios antes del
partido.
-No comprendo -se queja el capitán holandés- porque nosotros hicimos lo
mismo.
-Sí -responde el capitán del equipo triunfador- pero ustedes no rezaron en
español.
Reflexión: Esto se puede aplicar al ego individual, por naturaleza egoísta y
miope. El individuo que aún no ha descubierto que no está separado del resto
de la humanidad, vive en el mundo como si este fuera su espejo. Proyecta sus
límites mentales, emocionales y sexuales, en los otros, aceptando sólo a los
que concuerdan con él, y excluyendo a los que encuentra “diferentes”. Si habla
español, creerá que una “manzana” es el fruto, pero que “une pomme”, “one
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apple”, (una manzana en francés y en inglés) no son el fruto. Para él, por
fuerza si hay un Dios tiene un nombre español y habla español, lo que
metafóricamente quiere decir: “Quien no piense y no sea como yo, es un
intruso en este mundo”. El ego, conociendo sólo una parte, comete el error de
creer que esa parte es el todo. Es trágico que en casi la mayoría de las
familias, los padres obliguen a sus hijos a ser como ellos, a pensar como ellos,
a sentir como ellos, a vivir como ellos piensan que se debe vivir. Los individuos
crecen sumergidos en una personalidad que los tiene encerrados como en un
calabozo.

29) Un hombre tiene un burro que es el más testarudo de la comarca. Cuando


decide no obedecer, no hay nadie que pueda darle una orden. El propietario
oye hablar de un profesor que enseña a obedecer a los burros. Lo busca, lo
encuentra, lo contrata y lo lleva ante su burro. El maestro toma un mazo de
hierro y lo descarga en la cabeza del animal, desmayándolo. “¡Qué le hizo a mi
burro! -Grita el dueño- ¡Usted me dijo que le iba a enseñar!” “¡Sí -contesta el
profesor- le voy a enseñar, pero primero tengo que ganarme su atención!”.
Reflexión: A veces una gran catástrofe es necesaria para que la Humanidad se
dé cuenta que está en peligro de extinción y se decida a cambiar sus sistemas
nocivos.

POEMAS.

Solo entonces…
Regresaré a tu voz,
cuando el silencio apague las luciérnagas del viento
en la afilada costumbre de los días.
Regresaré a tu piel,
cuando en la aurora se perfilen los últimos poemas
que el otoño descubre entre las hojas de mi diario gastado,
y tu voz, y tu piel,
y mis poesías, sean para tu nombre y mis pisadas,
un ánfora de entregas.
Regresaré a tus ojos, cuando ciña palabras en la diáspora ingenua
de esta historia que se gesta medrosa entre las páginas.
Cuando este río llegue, con su carga de ciclos
al laberinto oscuro del paisaje,
y mi sangre convierta en derrotero
las huellas sin secretos que dejaron tus pasos,
regresaré a tu fuerza desatando las voces que nos llaman,
desde la herida flama de un manojo de versos.
Regresaré por fin, hasta la pálida boca del encuentro
sin burlas ni lamentos, en la noche brotada,
146
y mientras el sueño de vivir nos crezca como un niño en el alba,
podremos besar las golondrinas que regresan del tiempo,
y oler a madreselvas, a tierra roturada, a tradición de pan,
y a estas cantigas que me surgen de pronto en las manos aladas.
Cuando las amapolas convoquen la frotada insolencia de la lluvia,
a caricias que vuelven de agónicos exilios en la tierra del ansia,
regresaré a tu sombra, a la costumbre de estos años
de guarecer abrazos – con tu piel y tu voz y mis poemas-
en la vida que trepa sin pudores por la falda del alma.
Sólo entonces amor
regresaré en el alba.

Poemas sin versos


Mis poemas versos no tienen porque poeta no soy
culto como el pobre y bohemio como el suave vino
como piedra madera como papel tijera sin filo
mi pergamino de historia mi historia sin amarillo
Mis versos a pasear se fueron a la batalla de la paz
no hay estrellas que tiritan no hay golpes en la vida
enredado en un arbusto de hojas de hierba me quedé
la dulzura de tu sal del azúcar mi amargura será
La literatura amiga nunca fue pero hoy la necesito
como necesito tantas cosas que ayer no aproveché
puedes pedir perdón pero arrepentido quizás no estar
hablo lo que siento sin sentirme de las normas preso
Porque en su momento lo descubierto admiración fue
hoy bajo el hombro miramos la ciencia maravillosa
salimos de lo habitual volviendo por la nueva rutina
somos creación perfecta pero imperfectos nos hacemos
¿Somos evolución? ¿Somos de dios? o de barro arcilla
escribo por los que papel tienen pero tinta les falta
escribo por los que piensan silencio de valor ausente
escribo por los que semillas tienen pero no las siembran
no me importan los honores si no entiendes el mensaje
no me importan los títulos ni lo que los grandes piensen
mis poemas versos no tienen porque poeta no soy
cansado estoy de tantas cosas pero es verde mi ilusión

Puerto Viejo
Son a mis barcos tus almas
Las almas adoradas y raíz
De las hojas de tus ramas
En las semillas de mis días
147
Ayeres de amores y memorias
Bajo suspiros y placeres
Del mar de labios y sonrisas
Del espacio alado
Del corto instante
Del reloj y la arena
Somos tan pasados como nuestro ayer…Tan cercanos como lejanos
Poemas de nuestra vida…
Poemas que nos escriben
Y que nos sueñan bajo
El beso de cada rayo de la luna
Luna que nos dio las noches
De la vida que compartimos!!.
Como barcos, como puertos…
Mares y océanos, agua y viento
Ola sobre ola, mano a mano…

Ligero Duermo
Suelo soñar cielos divinos
Y con uvas desde el suelo
¡Dónde puentes pasan cerezos!
Los suelos que piso
Los sueños que duermo
Los cielos que hubo…
Y suelo soñar mañanas
¡Entre siesta y sopor!
Donde los amores no pasan
Donde los pasos no pesan
¡Entre suelo y cielo!
…Suelo soñar mañanas…
¡Cómo hubo divinas uvas!
¡Cómo pasé puentes!
En el suelo de las mañanas
En el cielo de mis sueños
¡Espejos los reflejos florean!
Añejos los rostros del tiempo.
De vinos y violines del viento.
¡De ires y venires del cuento…
¡Suelo soñar olores ubérrimos!
Y desde el suelo al cielo.
¡Con uvas, cerezas, puentes…!
Los cielos de muchas mañanas
¡Dónde los amores no pasan!
148
¡Dónde los sueños no pesan!

Instrucciones para abrocharse los cordones


Primero te pones los zapatos para caminar hacia un nuevo día, luego tomas los
cordones y los juntas como la vida y la muerte…pasas uno debajo del otro
como los errores pasan al pasar; los ajustas como cerrando lo peor de nosotros
y abrir una nueva vida, los aprietas hasta que queden bien ajustados como el
puño de un avaro… le haces un nudo como diciendo “hasta aquí llego lo peor
de mi”

Las dos sendas


Haciendo un recorrido por el pasado
Y meditando en mi propia existencia
Trato de plasmar mi sentir.
Veo en el camino de la vida “Dos sendas”
Una de ellas es dura y rocosa
La otra es un camino lleno de flores
¿Me pregunto por cual caminaré?
¿Qué camino escogeremos?…
Y tomo en cuenta
que tarde o temprano todos caminamos
por las dos sendas.
y eso nos hace ver la vida en su totalidad.
Para caminar por la senda de flores
Tenemos que aprender a cultivarlas,
Con nuestros propios méritos.

El sentido de llorar
A veces lloramos sin razón, por simples situaciones, y pensamos que la vida es
tan cruel con nosotros que muchas veces decimos” PORQUE ME PASA TODO
ESTO”.
La vida es dura pero bella, hay muchas cosas que decir, hacer o sentir, muchos
caminos que seguir y en ellos elegimos el más corto en donde es mas fácil
rendirse que seguir luchando, mas fácil caer que levantarse.
Cuantas veces me sentí defraudada conmigo misma, porque luchaba y no
encontré la victoria, porque amaba a pesar de la distancia y no conseguí
nada…. fueron cosas de la vida y seguirán siendo cosas de la vida.
Llorar es normal no es cobardía, es demostrar que has amado y sentir que has
perdido, si lo haces por algo valioso tus lagrimas se volverán sonrisas solo es
cuestión de tiempo, pero llorar por tonterías o por cosas que no tienen
149
importancia se vuelve una amargura, no hagas de tu vida un martirio, haz del
martirio una vida plena y segura, tampoco sufras en silencio, si quieres grita
aunque se agote tu voz.
Cada experiencia es una virtud, cada amanecer un nuevo día, y cada paso que
das un laberinto de amigos porque mientras caminas aunque sea con los pies
heridos siempre habrá una persona que te ayude a seguir.

Dos O
Quizás ya ni te vuelva a ver
pero en las noches tú aparecerás
pero recibe de mi mucho querer
Recibe una sonrisa porque eres especial.
Porque eres una gentil fortaleza,
tus manos son manantiales de belleza,
tu pecho es el hogar de un corazón con fuerza,
mueve un mundo y te da vida ¡linda princesa!
Porque eres de un milagro,
Dos ‘’O’’ que brillan como la mar,
una rosa que da sinceridad
la dama hermosa que no tiene igual.
No cambies, hoy, un día o mañana,
no escuches mentiras de la envidia,
no recibas rencor de alguien que no te llama,
duerme y despierta con la esperanza,
sonríe mujer, criatura q embellece almas.
Sin olvidar eres la mujer,
con quien cualquier hombre desea envejecer,
inteligente con unos ojos que son de cristal,
un pelo con una dicha que da suspirar.
Si un día me llegas a necesitar,
me dará gusto con un poema hacerte volar,
si aun necesitas mas, te doy mis ojos,
mi piel, mi voz, mi hombro para llorar.
Creo que ya no tengo nada más que decir, tal vez sin oportunidad a tu sombra
daré un abrazo, recordar tus palabras, aquellos momentos que serán del
pasado, que serán de mi eterno QUERER.

Qué lindo es ser niño…


Qué lindo es ser niño,
ellos pueden trabajar sin cesar y aún así conservar su alegría.
Nosotros los adultos trabajamos todo el día
y para la alegría ya no nos queda tiempo,
cobramos a fin de mes
150
y lo único que sentimos es desaliento.
Que lindo es ser niño,
porque los niños tienen amor infinito para dar
no conocen a nadie llamado odio, egoísmo ni envidia,
nosotros no lo podemos evitar,
si a alguien le va mejor nos llenamos
de todos los sentimientos malos que existen en la vida.
que lindo es ser niño,
ellos se sienten protegidos con una persona mayor a su lado
en cambio nosotros desconfiamos de todo y de todos
nos escondemos de la gente, no queremos acercarnos.
me gustaría volver a ser niño otra vez por última vez,
inventarme un mundo feliz, vivir en él como un sueño,
y cuando me esté por despertar,
correr hasta las alas de mis queridos padres,
sentiré otra vez lo que algún día sentí,
que nada me puede pasar, que por fin volví a ser feliz…
Qué lindo es ser niño…

Revertir el pasado
Puede ser que nos castiguemos al tener un fracaso
es la vida sin ello no hay progreso
que mejor que el amor la salida de descenso
que mejor que amar y ser amado
salir de un pozo ciego
es la meta del desacuerdo mental al que pertenecemos
pero miremos menos no temblemos
la vida es un milagro lleno de éxito
la vida es la frase que da ganas día a día
yo he caído por ese momento
soledad tristeza y rencoroso es un lamento
pero nos golpeamos es natural que pase
solo se que si salimos haber que pasa afuera
revertiremos un mal momento
cuesta lo sé somos duros pero intentar
es lo perfecto.

Flores verdes en campo rojos


Platónico...oh es casi platónico,
intentar encontrar el hilo,
en este mundo tejido a mano.
Mas los demás te llaman extraño,
al verte en pleno viaje,
151
mas los demás no encuentran tus ojos,
entre los otros,
sin distinguir matices, de los que puedas llegar a tener.
Como flores verdes en campos rojos.
Tras la monótona tapa,
cuántas historias diferentes hay,
pero ¿Cómo saber su origen si se manchan todas con la misma tinta?
Trazos y trazos me muestra la vida,
y soy uno de ellos,
pero algunos trazos perfectos opacan mis dudosas líneas,
platónico, es platónico.
Más ¿Quién puede definir la locura en un mundo tan desdibujado como este?
Como flores verdes en campos rojos.
¿Es loco aquél que mira distinto?
¿Es loco aquél que pinta la vida con las manos?
La cordura nunca muere, se transforma.
El papel manchado esta de pasteles colores,
y en estos surcan unos oscuros.
¡Extraño! no, demasiado ordinarios.
Los contrastes logrados,
nos marcan a cada uno,
en el alma, en la cabeza,
serán extraños aquellos cuyos colores no forman ninguno?
La belleza nos rodea, y pasa de ser percibida tantas veces,
que muere con el tiempo,
y con el tiempo, la nuestra también.
Flores verdes en campos rojos.
¿Formarían una bella pradera,
no?

Vuelo sin prisa


Como imaginar a los cuerpos
emprendiendo un vuelo
sabiéndote humano y sin poder despegar
de suelo pero aun así deja
que fluya tu imaginación y veras
los cielos con colores que no se descifran
entre lilas y celeste
atrevido pensamiento que crees tener alas
y atravesar el mundo como inocente gaviota igual como lo hace cada verano
se puede esperar porque la imaginación ni el vuelo no tienen prisa.

Vida
152
Quisiera poder personificar a la vida...
Sentirla en carne y hueso, con todas sus virtudes y defectos
Me imagino a una persona muy compleja, por fuera tan hermosa como el sol
naciente.
Me la imagino a simple viste sin ningún problema que la aqueje.
Por dentro vería sentimientos de odio y amor, de justicia e igualdad, de
venganza.
Tendría miles de anécdotas por contar, muchas experiencias, muchos aciertos,
muchos desengaños y arrepentimientos.
Sería una persona muy inteligente, dando siempre pasos emprendedores, por
más que a veces se agote su caminar y respirar.
¿Y si ella encontrase el amor? ¿Te imaginas que tan feliz sería?
La verías siempre suspirar frente al crepúsculo, bailando entre rosas y
azucenas, desfilando siempre una sonrisa en su rostro, pensando siempre en
la inmortalidad de las cosas y de su amor que juntos forman el brillo en su
mirar.
Cada día con un aroma distinto, siempre pendiente del mundo viendo lo
maravilloso que aún no se va.
Me gustaría imaginarla de anciana con su gran amor, sentados de la mano,
dando sus últimos suspiros juntos, mirándose el uno al otro a las caras y
recordando lo hermoso que es existir acompañados.
Vida... ¿Qué tan esclareciente es el amor para ti?
Vida...Tú que has sentido lo que es sufrir, dime tu que hago con este dolor que
no me permite continuar.
Vida...Que tienes la clave exacta, la medida justa de desengaños y alegrías,
dime tú qué hacer para conservar tu fuerza en mi.
Vida...Que te abres al mundo por igual, con indescriptible justicia en tus manos
juzgadoras del bien y el mal, ¿por qué yo he de pagar tanto mis errores sin
ningún descanso, que en mis ojos tantas lágrimas han brotado?

Percepción
Mundo perdido,
mundo acabado.
Vida en espera,
muerte en demora.
La percepción de la vida no es más que engaños que cambian
tú verdad y mi verdad, tu pensar y mi pensar, tu mirar y mi mirar,
siendo el eterno enemigo de la realidad
nos envuelve en mentiras ajenas, ajenas de prioridad egoísta.
Sentir el viento en tu cara,
el amor en un beso,
el amor en un abrazo;
son hechos sin percepciones,
153
reales en su naturaleza,
reales en su acción.
Falso o verdadero…
¡Tú eliges!
Real o imaginario…
¡Tú eliges!
Elección fácil pero compleja,
sólo tú tienes la llave de tu mente
¡Qué esperas!, ¡Ábrela!,
adéntrate en un mundo sin fin,
en donde somos lo que somos sin secretos ni mentiras,
en donde la paz es paz sin malos sentimientos ni falsas ilusiones,
en donde crees que la realidad es otra pero te das cuenta de que el verdadero
mundo de todos estuvo siempre ahí y
que aquel que pensábamos que era real fue simplemente una percepción,
entonces solo me queda aconsejarte:
Sé parte del infinito y deja que el infinito sea parte de ti.

Si pudiera elegir mi paisaje


Si pudiera elegir mi paisaje
de cosas memorables, mi paisaje
de otoño desolado,
elegiría, robaría esta calle
que es anterior a mí y a todos.
Ella devuelve mi mirada inservible,
la de hace apenas quince o veinte años
cuando la casa verde envenenaba el cielo.
Por eso es cruel dejarla recién atardecida
con tantos balcones como nidos a solas
y tantos pasos como nunca esperados.
Aquí estarán siempre, aquí, los enemigos,
los espías aleves de la soledad,
las piernas de mujer que arrastran a mis ojos
lejos de la ecuación dedos incógnitas.
Aquí hay pájaros, lluvia, alguna muerte,
hojas secas, bocinas y nombres desolados,
nubes que van creciendo en mi ventana
mientras la humedad trae lamentos y moscas.
Sin embargo existe también el pasado
con sus súbitas rosas y modestos escándalos
con sus duros sonidos de una ansiedad cualquiera
y su insignificante comezón de recuerdos.
Ah si pudiera elegir mi paisaje
154
elegiría, robaría esta calle,
esta calle recién atardecida
en la que encarnizadamente revivo
y de la que sé con estricta nostalgia
el número y el nombre de sus setenta árboles.

¿Qué les queda a los jóvenes?


¿Qué les queda por probar a los jóvenes
en este mundo de paciencia y asco?
¿Sólo graffiti? ¿Rock? ¿Escepticismo?
también les queda no decir amén
no dejar que les maten el amor
recuperar el habla y la utopía
ser jóvenes sin prisa y con memoria
situarse en una historia que es la suya
no convertirse en viejos prematuros
¿Qué les queda por probar a los jóvenes
en este mundo de rutina y ruina?
¿Cocaína? ¿Cerveza? ¿Barras bravas?
les queda respirar abrir los ojos
descubrir las raíces del horror
inventar paz así sea a ponchazos
entenderse con la naturaleza
y con la lluvia y los relámpagos
y con el sentimiento y con la muerte
esa loca de atar y desatar
¿Qué les queda por probar a los jóvenes
en este mundo de consumo y humo?
¿Vértigo? ¿Asaltos? ¿discotecas?
también les queda discutir con dios
tanto si existe como si no existe
tender manos que ayudan abrir puertas
entre el corazón propio y el ajeno
sobre todo les queda hacer futuro
a pesar de los ruines de pasado
y los sabios granujas del presente.

Entre siempre y jamás


Entre siempre y jamás
el rumbo el mundo oscilan
y ya que amor y odio
nos vuelven categóricos
pongamos etiquetas
155
de rutina y tanteo
-jamás volveré a verte
-unidos para siempre
-no morirán jamás
-siempre y cuando me admitan
-jamás de los jamases
-(y hasta la fe dialéctica
de) por siempre jamás
-etcétera, etcétera
de acuerdo pero en tanto
que un siempre abre un futuro
y un jamás se hace un abismo
mi siempre puede ser
jamás de otros tantos
siempre es una meseta
con borde con final
jamás es una oscura
caverna de imposibles
y sin embargo a veces
nos ayuda un indicio
que cada siempre lleva
su hueso de jamás
que los jamases tienen
arrebatos de siempres
así incansablemente
insobornablemente
entre siempre y jamás
fluye la vida insomne
pasan los grandes ojos
abiertos de la vida.

Me sirve, no me sirve
La esperanza tan dulce
tan pulida tan triste
la promesa tan leve
no me sirve
no me sirve tan mansa
la esperanza
la rabia tan sumisa
tan débil tan humilde
el furor tan prudente
no me sirve
no me sirve tan sabia
156
tanta rabia
el grito tan exacto
si el tiempo lo permite
alarido tan pulcro
no me sirve
no me sirve tan bueno
tanto trueno
el coraje tan dócil
la bravura tan chirle
la intrepidez tan lenta
no me sirve
no me sirve tan fría
la osadía
si me sirve la vida
que es vida hasta morirse
el corazón alerta
si me sirve
me sirve cuando avanza
la confianza
me sirve tu mirada
que es generosa y firme
y tu silencio franco
si me sirve
me sirve la medida
de tu vida
me sirve tu futuro
que es un presente libre
y tu lucha de siempre
si me sirve
me sirve tu batalla
sin medalla
me sirve la modestia
de tu orgullo posible
y tu mano segura
si me sirve
me sirve tu sendero
compañero.

Personas que insultan


De las personas que insultan,
no escucho sus palabras,
aunque cuando así hablan,
lo que son manifiestan.
157
Y en ese momento que así han hablado...
han perdido, tal vez por siempre,
que mis oídos les presten atención.
¡Porque no escucho a los que mienten!
Son mentiras los insultos,
palabras sin sentido en las bocas,
que ensucian a quien las pronuncia,
pobrecitos mal educados...
pobrecitos que hablar bien no saben
y tal vez nunca cambiarán.
Me pregunto ¿Quien los escuchará?
Quizás, tan solo ¿Los que hablan semejante?

La verdad
La verdad es muy bella,
aún incluso la complicada,
aquella que es difícil de contar;
o la que necesita sabiduría,
para poderla expresar.
Si me preguntan: ¿porque?
por qué es lo correcto digo.
La mentira produce errores;
mientras la verdad es de honor,
y respeto de los hombres.
Quiero que me digan la verdad,
que no me mientan, o afirmen,
lo que no están seguros, sin la duda.
Luego me pregunto: ¿Cómo saber,
si el que ha mentido no mentirá?
Desmentidas, tras desmentidas,
he escuchado de algunas bocas,
y al final ¿cuál es la verdad?
¿Porque se habla con ligereza?
Creo, hay que pensar más las palabras.
Dudo, si estamos creciendo
la humanidad en la moral,
en ética, y en todo lo bueno...
¿Porque las virtudes a veces se olvidan?
¿No queremos estar mejor?
Es que hay ocasiones en que solo escucho,
abusos, engaños, robos, estafas,
desamores, y penas que no seré eco.
Hasta dicen "todo está mal",
158
y ello no lo considero, hoy, verdadero.
Dios bendiga, a los que aman la verdad,
a los que dudan por amor de ella,
a los que no se acobardan y la aprecian,
a los que no la venden cambiándola.
¡Son bellas las verdades! y te ayudan.

Tenía lo que me gustaba


Tenía lo que me gustaba
de la forma que quería,
luego de trabajar e intentar
podía, de esto, disfrutar.
Pero se me ocurrió una mejora...
Me dio tristeza, lo rompí.
Con mucha tontera me sentí.
Por dentro, tuve angustia...
Pensé: "Me gustaría de alguien,
que como fiel amigo me ayude."
Me envolvió el silencio, me sentí solo.
Entonces oré a Dios por la solución.
Intenté, y fue tan solo en minutos,
que tenía nuevamente lo que me gustaba,
de la forma que quería y un poco mejor,
entonces a Dios le dije nuevamente: "Te amo."

El potencial que hay en uno


Me pregunto si mucho no es acaso,
un ejercicio continuo en nuestras vidas.
Desde el buen ejercicio físico,
hasta el aprendizaje que da inteligencia.
Aprendemos lentamente y con esfuerzo,
siendo al premio, ampliación o mejoría;
"Me ejercito y cada día mejor lo hago."
Dice aquel que intenta alcanzar una meta.
Aunque en algún momento viene el cansancio,
eso que te impide algunas cosas,
me refiero a cuando somos ancianos,
o cuando nuestro cuerpo necesita frenar...
Y así vamos, sumando en nosotros mismos,
distintos matices, habilidades diversas.
Pero a algunos no le interesa el ejercicio,
por más que puedan, no usan ese potencial.

159
Dos puntos de vista
Si gustan los claveles,
no es necesario a las otras flores,
mirarles mal o no quererles.
Pero cuando manifiesto,
un simple punto de vista
divergente a del otro...
¿Comienza a apreciarme menos?
¿Porqué, mejor no aprendemos,
de nuestras distintas ideas,
que dan lugar a las diferencias?
No es una competencia,
entre dos que hablan.
Que sea un buscar inteligencia.
Tenemos distintas opiniones:
¿Quién sabe? tal vez luego,
una mejor y nueva se forme.
Cada vez más cerca de la verdad.
De la belleza que beneficia,
corrigiendo sabiamente las sendas.
Intentando ampliar la sabiduría.
¿Quien alguna vez no se ha equivocado?
Mejor es que no erremos todos...
¿Sino quien nos volverá al buen camino?
Opino entre versos: ¡Mas nos escuchemos!

Creo en ti
Creo en tí amigo:
Si tu sonrisa es como un rayo de luz
que alegra mi existencia.
Creo en ti amigo:
Si tus ojos brillan de alegría al encontrarnos.
Creo en ti amigo:
Si compartes mis lágrimas y
sabes llorar con los que lloran.
Creo en ti amigo:
Si tu mano está abierta para dar y
tu voluntad es generosa para ayudar.
Creo en ti amigo:
Si tus palabras son sinceras y
expresan lo que siente tu corazón.
Creo en ti amigo:
Si sabes comprender bondadosamente mis debilidades y
160
me defiendes cuando me calumnian.
Creo en ti amigo:
Si tienes valor para corregirme amablemente.
Creo en ti amigo:
Si sabes orar por mí,
y brindarme buen ejemplo.
Creo en ti amigo:
Si tu amistad me lleva a amar más a Dios
y a tratar mejor a los demás.
Creo en tí amigo:
Si no te avergüenzas de ser mi amigo
en las horas tristes y amargas.

Amistad
Si tienes un amigo, has merecido un don divino.
La amistad leal, sincera, desinteresada
es la verdadera comunión de las almas.
El recuerdo del amigo lejano,
del amigo de la niñez o de la juventud
produce íntima alegría de haberlos conocido,
Nuestra vida se enriqueció con su contacto
por breve que haya sido.
La amistad no se conquista, no se impone,
se cultiva como una flor, se abona con pequeños
detalles de cortesía y de ternura y de lealtad,
se riega con aguas vivas de desinterés
y de cariño silencioso.

Táctica y estrategia

Mi táctica es mirarte
aprender como eres
quererte como eres
mi táctica es hablarte
y escucharte construir con palabras
un puente indestructible
mi táctica es quedarme en tu recuerdo
no sé cómo ni sé con qué pretexto
pero quedarme en tí
mi táctica es ser franco
y saber que eres franca
y que no nos vendamos
simulacros para que entre los dos
161
no haya telón ni abismos
mi estrategia es en cambio
más profunda y más simple
mi estrategia es que un día cualquiera
no sé cómo ni sé con qué pretexto
por fin me necesites.

Cuando en la noche te envuelven


Cuando en la noche te envuelven
las alas de tu sueño
y tus tendidas pestañas
semejan arcos de ébano,
por escuchar los latidos
de tu corazón inquieto
y reclinar tu dormida
cabeza sobre mi pecho,
¡diera, alma mía, cuanto poseo,
la luz, el aire y el pensamiento!
Cuando se clavan tus ojos
en un invisible objeto
y tus labios ilumina de una sonrisa el reflejo,
por leer sobre tu frente el callado pensamiento
que pasa como la nube del mar sobre el ancho espejo,
¡diera, alma mía, cuanto deseo, la fama, el oro,
la gloria, el genio!
Cuando enmudece tu lengua
y se apresura tu aliento,
y tus mejillas se encienden
y entornas tus ojos negros,
por ver entre sus pestañas
brillar con húmedo fuego
la ardiente chispa que brota
del volcán de los deseos,
diera, alma mía, por cuanto espero,
la fe, el espíritu, la tierra, el cielo.

Veneno
Si ves mis ojos dirigidos a la nada
no preguntes
Si percibes algo perdido en mi mirada
no trates de entenderme.
Si me vez mirarte y volar con tus ojos,
no trates de buscarme,
162
estoy tan lejos...
Si me vez alejarme y observarte profundo,
trata de alcanzarme,
estoy a un paso.
Si me vez recorrerte con pasión,
no te burles.
La pasión es un juego para jugar en serio.
Si me encuentras marcada,
y la piel con tu nombre;
no te alarmes, el amor no es veneno.
"Enamorada"
Me enamoré perdidamente sin apenas darme cuenta
te has quedado en mi mente y mi felicidad es completa
no creí que volvería a sentir esa sensación
y muy abandonado tenia a mi pobre corazón
Pero tú me has despertado de ese terrible letargo
y de mi alma has borrado hasta el recuerdo mas amargo
has curado mis heridas con tu profunda mirada
y te has metido en mi vida de una forma inesperada

Nocturno a Rosario
¡Pues bien!, yo necesito decirte que te adoro,
decirte que te quiero con todo el corazón;
que es mucho lo que sufro, que es mucho lo que lloro,
que ya no puedo tanto, y al grito en que te imploro,
te imploro y te hablo en nombre de mi última ilusión.
Yo quiero que tú sepas que ya hace muchos días
estoy enfermo y pálido de tanto no dormir;
que están mis noches negras, tan negras y sombrías,
que ya se han muerto todas las esperanzas mías,
que ya no sé ni dónde se alzaba el porvenir.
De noche, cuando pongo mis sienes en la almohada
y hacia otro mundo quiero mi espíritu volver,
camino mucho, mucho, y al fin de la jornada,
las formas de mi madre se pierden en la nada,
y tú de nuevo vuelves en mi alma a aparecer.
Comprendo que tus besos jamás han de ser míos,
comprendo que en tus ojos no me he de ver jamás;
y te amo y en mis locos y ardientes desvaríos,
bendigo tus desdenes, adoro tus desvíos,
y en vez de amarte menos te quiero mucho más.
A veces pienso en darte mi eterna despedida,
borrarte en mis recuerdos y huir de esta pasión;
163
mas si es en vano todo y el alma no te olvida,
¿qué quieres tú que yo haga, pedazo de mi vida,
qué quieres tú que yo haga con este corazón?
Y luego que ya estaba concluido el santuario,
tu lámpara encendida, tu velo en el altar,
el sol de la mañana detrás del campanario,
chispeando las antorchas, humeando el incensario,
y abierta allá a lo lejos la puerta del hogar...
¡Qué hermoso hubiera sido vivir bajo aquel techo,
los dos unidos siempre y amándonos los dos;
tú siempre enamorada, yo siempre satisfecho,
los dos una sola alma, los dos un solo pecho,
y en medio de nosotros mi madre como un Dios!
¡Figúrate qué hermosas las horas de esa vida!
¡Qué dulce y bello el viaje por una tierra así!
Y yo soñaba en eso, mi santa prometida;
y al delirar en eso con alma estremecida,
pensaba yo en ser bueno por ti, no más por ti.
Bien sabe Dios que ese era mi más hermoso sueño,
mi afán y mi esperanza, mi dicha y mi placer;
¡bien sabe Dios que en nada cifraba yo mi empeño,
sino en amarte mucho en el hogar risueño
que me envolvió en sus besos cuando me vio nacer!
Esa era mi esperanza... mas ya que a sus fulgores
se opone el hondo abismo que existe entre los dos,
¡adiós por la vez última, amor de mis amores;
la luz de mis tinieblas, la esencia de mis flores;
mi lira de poeta, mi juventud, adiós!

164
Metáforas

Consiste en la identificación entre dos términos, de tal manera que para


referirse a uno de ellos se nombra al otro, pueden ayudarles a los lectores u
oyentes a entender mejor algún particular sobre el objeto o idea a la cual la
metáfora está siendo aplicada., pueden hacer que el habla y la escritura sean
más vivas e interesantes así como comunicar una gran cantidad de significados
con una simple palabra o frase y así mismo Las metáforas, dado que implican
en vez de aseverar relaciones en forma directa, pueden ayudar a los oyentes y
lectores a pensar sobre lo que oyen o leen.

 El conocimiento es fuente de luz


 No hay deber que descuidemos tanto como el deber de ser felices
 Tu puedes ser lo que quieras, solo hay un obstáculo, tu mismo
 La vida que construimos todos los días es la casa donde vivimos. Y la
hemos estado haciendo nosotros. Si no queremos, no nos fijemos
demasiado si la casa tiene lujos o algunos detalles sin terminar, pero
cuidemos muy bien cómo la vamos armando. Cuánta energía, cuánto
interés, cuánto cuidado, cuánta cautela pusimos hasta acá en construir
nuestra vida.
 Muchas personas pierden las pequeñas alegrías, esperando la gran
felicidad
 La vida sólo puede ser comprendida mirando para atrás; mas sólo
puede ser vivida mirando para adelante
 ¿Para qué repetir los errores antiguos habiendo tantos errores nuevos
que cometer?
165
 Cuando no tienes nada que perder, te queda solo todo por ganar
 La mejor forma de predecir el futuro, es crearlo
 El que quiere de esta vida todas las cosas a su gusto, tendrá muchos
disgustos
 La vida puede no ser la fiesta que esperábamos, pero mientras estemos
aquí debemos bailar

 Conocer es ver
 El tiempo es dinero
 El tiempo es una cinta en la que nos desplazamos
 Toda discusión es una guerra
 La vida es un viaje
 La vida es estar aquí
 Las personas son recipientes

 El aro dorado emerge del mar


 Su beso, suave brisa de verano
 Como un pájaro voló tu beso.
 Tu sonrisa blanca de luna.
 Como la luz invisible de tu alma.
 El verde calor de tu mirada.
 Mi conciencia es el ángel guardián que me corrige
 Su palabra es la nobleza del alma
 Su pensamiento es síntesis de bondad
 Un silencio ensordecedor
 Empieza el llanto de la guitarra
 El amor, herida mortal
 Vierte la fuente un agua confiada
 Tus labios, pétalos perfumados
 Hay algunos que son como los olivos, que solo a palos dan fruto
 Dientes de marfil
 Cual gusano que va de sí tejiendo su cárcel y su sepultura
 Las perlas de sus lágrimas
 “Cada quien sabe lo que trae en su morral” (juvenal)
 “Confiar en todos e insensato; pero no confiar en nadie es neurótica
torpeza” (juvenal)
 “El amor es como la fiebre: nace y se extingue sin que la voluntad tome
en ello la menor parte” (strendhal)
 “El amor es el milagro de la civilización” (stendhal)
 El escultor cincela el mármol o da forma a la arcilla,  construye el mundo
con las manos.
166
 La vida es como un viaje de tren, en el que habrá personas que te
traerán felicidad en tu trayecto, aunque el vagón se parara y algunos se
bajaran en alguna estación, pero ese dolor se reemplaza por nuevas
personas haciendo que el recorrido este lleno de un paisaje de colores.
Algunos solo subieron para pasear, otros para encontrar tristeza y otros
para ayudar. Muchos al bajar nos dejan un recuerdo, cuando los quieres
mirar ya no están en el asiento, es curioso ver a los que quieres en un
vagón distinto, pero ello no impide que volvamos a encontrarlos por eso
el viaje esta lleno de todo: de desafíos, sueños, fantasías, esperas,
despedidas, pero nunca regresos. Hagamos el viaje lo mejor que
podamos, tratando de estar bien con todos los pasajeros, buscando en
cada uno lo mejor de ellos, ya que no sabremos en que estación
bajaremos.
 A veces una retirada a tiempo vale más que mil batallas ganadas
muriendo.
 No dejes que tus sentimientos tengan un botón de power ni que tus
pensamientos sean programados como un software.
 El juego recompensa la exprimida
 La desgracia es la fragancia que a la vida da el sabor
 Encierra los problemas con la pala del podrás
 Las voces se funden en melodías a llantos y canciones dolidas, son los
signos del espejismo y de la vida anhelada
 La ensalada representa la vida misma, llena de ingredientes, que en
ocasiones pueden ser buenos o en otros casos destrozan la ensalada, y
a cada cual le gusta la ensalada con unos u otros ingredientes y en
cantidades diferentes.
Los ingredientes básicos de los que se compone una ensalada:
1. Lechuga: El ingrediente principal. Se trata de la salud, sin salud no hay
ensalada. Aunque siempre se puede inventar una ensalada sin lechuga,
pues hay personas que no tienen este ingrediente pero de igual manera
siguen con la elaboración de la ensalada.
2. Jitomate: El jitomate le da color, intensidad y variedad, la hace más
interesante y motivadora. Por eso el jitomate es como el amor dentro de
la vida. Pero no cualquier amor, debe ser el amor junto con la pasión!!
Como el amor de una pareja.
3. Aceite: con su color dorado, simboliza el dinero. ¿Como es una ensalada
sin aceite o con poco aceite? El aceite te permite tener una ensalada
más o menos sofisticada y rica, une todos los demás elementos y los
enriquece... Pero hay que tener precaución, añadir mucho aceite puede
subir el colesterol y acabas por destrozar la ensalada.
4. Sal: Es más o menos como con el aceite. Es imprescindible, le da vida a
la ensalada y es una de las partes más importantes. Se trata de los

167
momentos de diversión o de amistad, amor... todos esos momentos que
te hacen sentir feliz en tu vida, con tu familia, con tus amigos... Los
momentos compartidos con los demás. También hay que tener cuidado,
la excesiva fiesta y el cachondeo (el exceso de sal) también pueden
estropear la ensalada.
5. Vinagre: Un elemento necesario, pero no en abundancia, porque este si
que puede destrozar la ensalada. Símbolo de esos momentos agrios de
la vida. Los palos más duros que te hacen aprender y ser mejor persona.
Si esos momentos son demasiados se tiene que saber soportar muy
bien ese sabor agrio para superarlos, por eso el exceso de vinagre no le
gusta casi a nadie y acabas por tirar la ensalada o por no querer comerla
(depresiones) si ves q está muy agria.
6. Otros ingredientes: La parte más personal y optativa. Cada persona le
añade a su gusto diferentes ingredientes y para cada uno nos puede
representar una cosa. Sin ellos la vida sigue pero siempre se enriquece
la ensalada con la incorporación de ingredientes a nuestro gusto.
 Las nubes grises también forman parte del paisaje
 O aprendes a querer la espina o no aceptes rosas
 Había una vez un rey que se quedo sin castillo y un mendigo le dio
abrigo, vino, pan y cama. El rey le quiso pagar con un anillo, pero el
mendigo le dijo “págame con una buena acción mañana”. Hay quien
comparte hasta su pobreza, lo material no le interesa, y eso si es tener
riqueza.
 El amigo ha de ser como la sangre, que acude luego a la herida sin que
lo llamen
 La amistad, como el diluvio universal, son fenómenos del que todo el
mundo habla, pero q nadie ha visto con sus ojos
 No puedes tenerlo todo, ¿Donde lo meterías?
 Mi vida deja de tener sentido cuando dejo de creer en ella.
 La vida es como un espejo: te sonríe si la miras sonriendo.
 Los errores bien asumidos son mejores maestros que las victorias
 ¿Te toco un camino sin alfombras, con una luz tan tenue que parece una
sombra? Algún día veras con brillo todo lo que fue nada, porque la
felicidad aun no es propiedad propiedad privada

 ¡Cómo nos sirve recordar que es sabiendo perder como se llega a


ganar!

 Hay que educar en el arte de fracasar porque estamos asediados por un


facilismo y un inmediatismo que dan miedo.

168
 Sí señor, en este mundo de una comodidad refinada es difícil aceptar
que aprender a vivir es como aprender a caminar: aprender a punta de
tropezones, caídas y un buen número de golpes

 Nos hace bien vacunarnos contra la soberbia que engendran los triunfos
fáciles.

 Lo mejor es graduarnos en sencillez y en perseverancia.

 No mueras intentando vivir

 La amistad duplica las alegrías y divide las angustias por la mitad

 La amistad supone sacrificios y sólo el que está dispuesto a hacerlos sin


molestia comprende la amistad

 Más fácil es encontrar un amor apasionado que una amistad perfecta

 Si los ciudadanos practicasen entre sí la amistad, no tendrían necesidad


de la justicia

 Es parentesco sin sangre una amistad verdadera

 La amistad es un comercio desinteresado entre semejantes

 Los lazos de la amistad son más estrechos que los de la sangre y la


familia

 Una amistad noble es una obra maestra a dúo

 La amistad, como la sombra vespertina, se ensancha en el ocaso de la


vida

 La muerte es como la vida y solo dura un instante

 La amistad no tiene un valor de supervivencia, sino más bien es una de


las cosas que da valor a la supervivencia

 Nada es la muerte para nosotros, puesto que cuando nosotros estamos


la muerte no está, y cuando ella llega no estamos ya nosotros
 Muerte es cuantas cosas vemos al despertar, sueños cuantas al dormir
vemos
 Memoria de sí misma es la memoria

169
 El tiempo es el mal
 Guerra y muerte son atroces
 La muerte debe ser una gran aventura
 Muerte en cuanto se nos ofrece despiertos
 Mas ninguna verdad hay tan clara que a primera vista no parezca
increíble
 Concha de protección
 Buche de pájaro
 Boca de un túnel
 Oído de un ventilador
 Deterioro y envejecimiento de los edificios
 Piel de hormigón
 Los hombres vivimos juntos, pero cada uno se muere solo, y la muerte
es la suprema soledad
 Vendrá de noche, sí, vendrá de noche, Su negro sello servirá de broche
que cierra el alma; Vendrá de noche sin hacer ruido, Se apagara de lejos
el ladrido, Vendrá la calma…Vendrá la noche…
 La muerte es un arrepentimiento y una expiración

 La humanidad es un doloroso parto, de última muerte que salvo a la


vida, te dio a la luz como Luz de nuestra noche…
 Cada cosa se esfuerza, cuanto esta a su alcance, por perseverar en su
ser
 Un rio de alegría
 La joroba de un camello
 Una espuma blanca y dulce
 Un esquimal desnudo sobre el hielo
 La verdad es un reloj dando las doce en punto
 La mentira es un saco con los bolsillos rotos
 La escuela es una jaula con pájaros cantando
 Una manzana dulce
 El dolor es una astilla en el pie
 El dolor es una gota de lagrima
 El miedo es un muerto vivo
 La tristeza es una casa que se llueve
 El miedo es un mono chillando
 La noche es un perro que ladra y no se ve
 La noche es un campo muy obscuro
 La noche es una camisa negra que se pone el día
 El peligro es un pozo enfurecido
 El relámpago es un dragón echando fuego por la nariz

170
 La muerte es una casa sin puertas
 La envidia es un cuchillo con espinas
 Un árbol perdiendo las hojas
 La familia es como una mandarina con gajitos dulces
 Ser astuto como un zorro
 Ser lento como una tortuga
 Ser terco como una mula
 Guardar el secreto como una tumba
 Ser listo como un lince
 Tengo un amigo misionero; tiene un corazón de oro
 Mi padre tiene muchas obligaciones y por eso siempre anda de cabeza
 Hoy todo me sale mal, me levante con el pie izquierdo
 Todo le sale mal porque piensa con los pies
 Como pez en el agua
 La fuerza es la base de toda virtud
 L a virtud es el dote de un ser flaco por naturaleza, y fuerte por la
voluntad
 La hipocresía es un homenaje que el vicio tributa a la virtud
 Y a los dos nos parecemos al roble que mas resiste: tú en ser dura, yo
en ser firme
 Dormido como una piedra
 Nace el hombre y nace el sol
 Hombre veloz como un ciervo
 Cuando se cierra una puerta, se abre una ventana
 Todas las virtudes pertenecen al sabio; pero el héroe suple las que le
faltan con el esplendor de las que posee. Las virtudes del primero son
templadas, pero sin mezcla de vicios; y si el segundo tiene defectos, los
borra la brillantez de sus virtudes. El uno siempre solido, nada tiene
malo; y el otro siempre grande, nada tiene mediano

 La abeja parece superar por la estructura de sus células de ceda a la


habilidad de más de un arquitecto. Pero lo que distingue desde el
principio al peor de los arquitectos de la abeja más experta, es que aquel
ha construido la célula en su cabeza antes de construirla en la
colmena....Y aun cuando las abejas no nos hubiesen revelado sino esa
misteriosa espiral de resplandores en la noche todopoderosa , sería
bastante para no sentir el tiempo consagrado al estudio de su pequeños
gastos y de sus humildes costumbres, tan distantes y, sin embargo, tan
próximos a nuestras grandes pasiones y a nuestros destinos orgullosos
 El sufrimiento, cuando se convierte en concepto, queda mudo y estéril
 Solo lo que no deja de doler permanece en la memoria
 No necesito amigos que asientan y cambien cuando yo la hago; mi
sombra lo hace mucho mejor
171
 “Toda hecha de ausencias tu presencia.”
 “Estar juntos se apoya/ en nuestras soledades.” 
 “Hoy tenemos cuerpos de hacer más alma.”
 “El abrazo que pone en libertad a lo abrazado.” (Ulalume González de
León)
 “Las palabras son islas/ fabulosas, dispersas/ en el mar del silencio…”
 “El hombre es un precipicio/ a cuyos bordes se acerca/ la muerte con un
puñado/ de palabras como piedras…” (Orlando González Esteva)
 Las personas tenemos cajas, que guardan los besos y abrazos. Siempre
que alguien se siente deprimido, debe tomar alguno de la caja y recordar
el amor que los demás y uno mismo han puesto ahí.- 
 Las rocas que obstruyen el camino en nuestra vida suelen esconder
tesoros más grandes al moverlas
 Diariamente arrojamos un número de piedritas o guijarros al abismo que
divide nuestra vida entre el bien y el mal.
 Los panes que disfrutamos cuando aún están calientes son los más
deliciosos y los que brillan con fulgor dorado
 Quizá existan flautas o violines que toquen eso que logra tu superación y
logra una luz en las personas
 Sobrevivir a la casa de “Injusticia” es una lucha ganada en sí mismo
 Cuando un halcón no quiere volar y pasar la vida parado en una rama
suele ser mejor cortar esa rama solo entonces el halcón se dará cuenta
que tiene alas y volará
 ¿Sabes que tienes alas? 
¿Sabes que puedes volar? 
¿A qué estás agarrado? 
¿De qué no te puedes soltar? 
¿Qué está esperando tu rama para romperse? 
¿Quién o qué la puede cortar? 
¿Cuáles son las razones que hoy te impiden levantar vuelo?
 A veces es muy extraño darnos cuenta que, aún siendo hambrientos,
tenemos momentos donde no hay hambre.
 ¿Nos olvidamos a veces, de nuestra sombra o es que nuestra sombra
nos abandona de vez en cuando?
 Hemos abierto las ventanas de siempre. Hemos encendido las mismas
lámparas. Hemos subido las escaleras de cada noche, y sin embargo
han pasado las horas, las semanas sin que notemos su presencia. 
 Los rencores hacen que guardemos una papa frita en una pequeña
bolsa de plástico, ésta papa se irá pudriendo, desgastando y dependerá
de nosotros tirar esa bolsa porque la papa ya no sirve.
 El subastador pensó que perdía su tiempo mostrando ese viejo violín
estropeado y arañado, pero aún así, lo mostró. -¿Cuánto ofrecen, buena
172
gente? -gritó.- ¿Quién hará la primera oferta?--¡Un dólar, un dólar! -
entonces......- -¡Dos! ¿Sólo dos?--¡Dos dólares!--¿Hay alguien que dé
tres?- -¡Tres dólares! ... a la una!-¡Tres dólares...a las dos!--Que se va
por tres...pero,- ¡No! - Un hombre canoso se puso de pie, llegó adelante
y tomó en sus manos el arco. Limpiando el polvo del viejo violín
armonizó sus cuerdas y tocó una melodía muy tierna. Al cesar la música
el subastador dijo, en voz muy baja y más bien para sí, - ¿Cuánto daría
yo por tener este viejo violín? Y tomándolo con más cariño lo volvió a
levantar:-¡Cien dólares!- ¿Y quién da doscientos? -¡Doscientos!- -¿Y
quién da trescientos?-- ¡Trescientos!- -¡Trescientos, a la una!- -
¡Trescientos a las dos!- -¡Y se va y se fue! -exclamó. Algunos lloraban y
los demás aplaudían... - No podemos comprender se decían- -¿Qué
cambió su valor? Alguien dijo por allí que fue "El toque de la mano de un
maestro".-Muchas personas sienten que sus vidas están fuera de
tono. No saben cómo aprovechar todos los recursos y talentos que
disponen.
 Cuando nuestra vida está sujeta por una pequeña rama no podrá
soltarse, para no caer a un precipicio, a menos que crea que una caída
es mejor a una vida colgante.
 "Tengo en mis manos dos cajas. Pongo todas mis penas en la negra, y
todas mis alegrías en la dorada" Pero mientras la dorada se fue
poniendo muy pesada la negra permanecía tan liviana como antes. Con
curiosidad abrí la caja negra para saber por qué seguía tan liviana y
encontré en el fondo de la caja un agujero por el cual se habían ido
todas mis tristezas. Pensé en voz alta, " ¿donde habrán ido a parar mis
penas?" Tengo dos cajas: la dorada es para que cuente mis
bendiciones y la negra para que desaparezcan mis penas.
 Un orador puede crear falsos paraísos, un médico dirá la verdad por
cruda que ésta sea. Pero existen médicos que pueden persuadir como
oradores y oradores que estudian medicina y no vuelve mejores a
ninguno.
 Algunas flores deben ser humilladas poniéndoles abono, solo así
descubrirán la belleza que en ella crece
 El agua tiende a escaparse entre los dedos y solo cuando logras retener
un poco será que entiendas su delicadeza y elegancia
 A veces creemos tirar botellas al mar para que se las lleven las olas,
pero siempre terminan en tierra donde pueden regresar a su origen.
 Yo soy un felino, que no le gusta mojarse y que por eso ha decidido no
hacerlo y comenzar a flotar en el agua que, en cualquier otro momento,
me habría tragado y sumergido en sí mismo. Pero nunca será así.
 Cualquier sueño malo debe convertirse en una nube de bombón y un río
de leche con chocolate atrapará esas cosas que nos hacen daño.

173
 No debemos deshacernos del dedo que apunta a los rencores,
enemistades y malos sentimientos hacia las personas, con guardarlo en
un cofrecito será suficiente para recordar que siempre hay amigos que
podrán encerrarlos y conservarlos por ti.
 Algunas personas son perfumes muy deliciosos que intentan llegar por
nuestra nariz, y solo cuando concedemos cierta oportunidad podremos
disfrutar de su aroma.
 Las uvas maduran siempre en racimo
 Solo los árboles mueren de pie, pero cuando pueden caer lo hacen
 Si cuando un bebé llora la mamá le da leche, este lo repite hasta que le
den una vaca entera
 Solo las computadoras nuevas son capaces de descargar información
diversa, pero las computadoras viejas son aquellas que ya lo guardan
para ellos
 Algunos sueños solo son ornamentales
 Lo mejor de la lluvia es mojarse, lo peor de la lluvia también lo es.
 Si muestras aquellos grafitis de tu vida en un mismo lienzo este suele
perturbarse por artistas ajenos
 Cuando las aves crecen, suelen abandonar el nido
 El reloj no regula el tiempo, lo indica.
 Cuando cortas algo con un cuchillo oxidado, la tarea suele ser más
difícil.
 Nosotros tiramos un cabello todos los días, lo importante es saber que
otro nuevo crecerá también su lugar
 La vida va a tirarte tierra, todo tipo de tierra. El truco para salir del pozo
es sacudírtela y usarla para dar un paso hacia arriba. ¡Usa la tierra que
te echan para salir adelante!
 Cada uno de nuestros problemas es un escalón hacia arriba. Podemos
salir de los más profundos pozos si no nos damos por vencidos. 
 Estaba inmóvil como si hubiera echado raíces´
 El discurso es un viaje 
 Las ideas son comida
 Los ojos son recipientes de emociones
 Lo significativo no necesariamente es grande
 Estoy feliz de ver a mi nieta disfrutar de la primavera de la vida
 “Imagínate una gárgola en tu hombro, como las gárgolas son de piedra,
esta gárgola de depresión te hunde y te dificulta moverte para realizar
cualquier tipo de actividad. Además te está constantemente susurrando
al oído. Los mensajes son negativos, humillantes, te culpabilizan por
todo. Si te encuentras mal, la gárgola te afirma rotundamente que así te
sentirás siempre. Y lo peor es que tú te crees todo lo que te susurra. En

174
las próximas semanas, deberás aprender a identificar cuáles son estos
mensajes y ser consciente que vienen de la gárgola"
 Las mentes son como los paracaídas. Solo funcionan si están abiertas.
 Una niña de 14 años era utilizada por la familia para expresar las cosas
que no eran capaz de expresar. El terapeuta le manifestó que la veía
como si fuera la voz de todos y se veía como el muñeco de un
ventrílocuo, pidiéndole que se sentara en las piernas de alguno para que
se hiciera evidente

 Cliente: Mi vida es como el infierno


¿Terapeuta: Qué sería necesario para cambiar al cielo?
¿Por lo tanto no ha sido lo suficientemente caliente como para que
pueda salir aún?
¿Cómo caliente deba ser salir?
¿Quizás esos demonios son Ángeles disfrazado allí a motivarte?

 Cliente: A veces me siento como que estoy encarcelado


¿Terapeuta: Qué sería necesario para acoplar abajo las paredes?
¿Qué es lo que es mantenerlo dentro?
¿De qué libertad te tienen interior que le permitirá salir?

 Cliente: Mi vida es como una carrera y nunca gano


Terapeuta: Si no se introduce la competencia nunca obtendrá una
oportunidad de ganar, mejor en el fuera!
Ganar es para perdedores que necesitan ser lo primero.
¿Si su vida no fue una carrera de lo desearía?

 En el caso de la frigidez, por ejemplo, se le impone a la interesada la


obligación de imaginarse, hasta en sus menores detalles, cómo deshiela
en su casa el frigorífico.
 El terapeuta puede tratar la manera en que comen juntos,
preguntándoles sí alguna vez cenan solos sin la presencia de los
hijos. Mientras los Interroga sobre este punto, comentará aspectos de la
comida que guardan similitud con las relaciones sexuales diciendo, por
ejemplo: "A veces a la esposa le gusta tomar aperitivos antes de cenar y
empezar a hacerlo lentamente, y el marido y el marido prefiere
zambullirse directamente en la carne con papas ", o bien: "Algunos
maridos elogian a sus esposas por la buena presentación de la comida,
pero otros ni siquiera se fijan, y entonces sus mujeres no se esfuerzan
en absoluto”.
175
CUENTOS METAFÓRICOS

Ocultar y retocar los problemas

Cuando el dolor de espalda de Nasrudín se hizo insoportable, a regañadientes


fue al especialista para que diagnosticara su problema.

- Bueno- dijo el doctor- Su problema se puede curar con una operación, dos
semanas en el hospital y estando después un mes
totalmente horizontal haciendo reposo y sin hacer esfuerzos.

176
- ¡Doctor! ¡No me puedo permitir el coste de todo eso!- gritó Nasrudín. Me va
fatal pagar la operación y la estancia en el hospital y no puedo desatender mis
negocios durante casi dos meses.

- Bien -sugirió el doctor- . Entonces por 25 dólares puedo retocar la radiografía.

Entonces Nasrudín, se dio cuenta de lo erróneo de su actitud y aceptó


someterse al tratamiento que realmente le iba a curar de su mal.

Rey

Había un rey de corazón puro y muy interesado por la búsqueda espiritual. A


menudo se hacía visitar por yoguis y maestros místicos que pudieran
proporcionarle prescripciones y métodos para su evolución interna. Le llegaron
noticias de un asceta muy sospechoso y entonces decidió hacerlo llamar para
ponerlo a prueba.

El asceta se presentó ante el monarca, y éste, sin demora, le dijo:

-¡O demuestras que eres un renunciante auténtico o te haré ahorcar!

El asceta dijo:

-Majestad, os juro y aseguro que tengo visiones muy extrañas y


sobrenaturales. Veo un ave dorada en el cielo y demonios bajo la tierra. ! Ahora
mismo los estoy viendo! ¡Sí, ahora mismo!

-¿Cómo es posible -inquirió el rey- que a través de estos espesos muros


puedas ver lo que dices en el cielo y bajo tierra?

Y el asceta repuso:

-Sólo se necesita miedo.

Maestro Zen 1

Un maestro zen estaba pintando un cuadro y su principal discípulo estaba


sentado a su lado para decirle cuando el cuadro estaba perfecto. El discípulo
estaba preocupado y el maestro también estaba preocupado, porque el
discípulo nunca había visto hacer algo imperfecto al maestro. Pero ese día las
cosas se empezaron a torcer. El maestro lo intentó y cuanto más
lo intentaba más lo estropeaba. El arte de la caligrafía se hace sobre papel de
arroz, muy sensible y frágil. Y cualquier titubeo hará que se extienda más tinta
de la cuenta y quedará reflejado para siempre. Y un entendido dirá: “no es una

177
pintura zen en absoluto porque una pintura zen es espontánea, tiene que fluir.
El maestro lo siguió intentando y cuanto más lo intentaba, más sudaba. El
discípulo estaba allí sentado negando constantemente con la cabeza:

-No, no está perfecto. – Y el maestro iba cometiendo cada vez más errores.

Entonces se empezó a acabar la tinta, de modo que el maestro dijo:

- Sal fuera y prepara más tinta – Mientras el discípulo estaba fuera el maestro
hizo su obra maestra. Cuando el discípulo volvió a entrar dijo:

- Pero ¡maestro, está perfecto! ¿Qué ha sucedido?

El maestro se echó a reír y dijo:

- Me he dado cuenta de una cosa: tú presencia, la misma idea de que aquí hay
alguien para apreciar o criticar, diciendo sí o no, alteró mi tranquilidad interna.
Ahora ya nunca más será alterada. Me he dado cuenta de que estaba tratando
de hacerla perfecta y ésa es la única razón de que no fuera perfecta.

Búsqueda

Dejó su hogar para dar comienzo a un prolongado viaje en busca de la


serenidad. Así recorrió pueblos y ciudades; atravesó bosques y desiertos; visitó
comunidades espirituales y monasterios; caminó junto a peregrinos y
permaneció justo a ascetas en sus ermitas. Buscaba sin tregua, dejando atrás
la familia, el trabajo, los amigos y su rutina cotidiana. Buscaba un maestro que
pudiera impartirle una enseñanza para hallar la tan ansiada paz interior. Por fin
tuvo noticia de un sabio mentor espiritual y se dirigió hacia donde moraba.
Cuando se presentó ante el maestro, le dijo:

-Venerable mentor, he viajado incesantemente en busca de claves para hallar


la serenidad interior. He dejado mi trabajo, mi familia, mis amigos… Llevo
meses y meses viajando por muchos países.

-¿Para qué tanto esfuerzo inútil? -le preguntó el maestro. Y agregó-: ¡Qué
gasto de tiempo y energía!

El buscador se quedó perplejo y desencantado. -Pero, señor… -acertó a


balbucear. El maestro declaró:

-¿Tan ofuscada está tu mente que dejas un tesoro fabuloso y te dedicas a dar
vueltas de aquí para allá? Nada puedo entregarte ni enseñarte que no puedas
obtener en tu vida cotidiana. No tienes que dejar tu hogar, ni tus amigos, ni tu
trabajo, ni tu vida habitual. Lo que tienes que dejar, y de una vez, es tu sentido
de posesión, tu apego, tu visión incorrecta y tus engaños mentales. Eso puedes
hacerlo estando en tu casa, sin necesidad de abandonado todo, cuando lo que

178
debes abandonar son los oscurecimientos de la mente. Deja de dar vueltas
atolondradas, regresa a tu casa y emprende allí el trabajo interior que te
conducirá hacia la paz que anhelas.

Miedo a envejecer

Se cuenta que el noble Ping de Dsin había cumplido setenta años. Tenía un
músico ciego también de avanzada edad que era su confidente. El noble se
lamentó:

- ¡Qué pena ser tan mayor! Ahora, aunque quisiera estudiar y emprender la
lectura de libros importantes, ya es demasiado tarde para ello.

El músico ciego preguntó:

- ¿Por qué no enciende la vela?

El noble se quedó perplejo con aquella respuesta. ¿Es que su súbdito trataba
de mofarse de él? Dijo:

- ¿Cómo te atreves, osado, a bromear con tu señor?

La irritación del noble era evidente.

- Jamás bromearía un pobre músico ciego como yo con los asuntos del señor.
Nunca osaría una cosa tal, pero prestadme un poco de atención.

El noble se calmó y el músico ciego dijo:

_ He oído decir que si un hombre es estudioso en su juventud, se labrará un


futuro brillante como el sol matinal; si estudia cuando ha llegado a una edad
mediana, será su futuro como el sol de mediodía; si empieza a estudiar en la
ancianidad, lo será como la llama de una vela. Aunque la vela no es muy
brillante, por lo menos es mejor que andar a tientas en la oscuridad.

Ese mismo día el noble comenzó a estudiar.

Maestro Zen 2

Un noble pidió al maestro zen Takuan que le indicase alguna forma de matar el
tiempo. Los días se le hacían intolerablemente largos en su despacho, sentado
rígidamente hora tras hora, recibiendo el homenaje de unos y otros.

Takuan escribió ocho caracteres chinos y se los entregó al noble:

Un día sólo es un día;

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La joya más grande es como el día más corto.

Ese día nunca volverá;

Cada segundo vale lo que una joya sin precio.

Aprendiz

El aprendiz visitó su maestro un día y le preguntó: Maestro, ¿cómo puedo


llegar a la iluminación? El viejo sabio se llevó al aprendiz al rio sagrado, el
Ganges. Le hizo arrodillar en la orilla y poner la cabeza justo encima del agua.
Entonces el maestro colocó la mano encima de la nuca del aprendiz.

Empezó a empujar y meter la cabeza del aprendiz completamente en el agua.


Después de un minuto el aprendiz se puso muy nervioso. Después de un
minuto y medio el aprendiz entró en pánico, se movía bruscamente, agitaba los
brazos, el cuerpo y la cabeza para poder salir. El maestro le mantenía debajo
del agua. No podía sacar la cabeza del agua. Después de dos minutos cuando
pensaba que se iba a ahogar, el maestro le soltó.

El aprendiz saltó del agua, deseando respirar. El maestro se reía; ¿Dime cuál
ha sido tu deseo más fuerte ahora?

Poder respirar, dijo el chico.

Ahora bien- dijo el maestro – si tu deseo hacía la iluminación es igual de fuerte,


entonces la recibirás.

El camino

En la espesura, al borde del camino, una serpiente aprovechaba para morder a


todo aquel que transitaba por el lugar. Ya había provocado diferentes muertes.
Estaba en su naturaleza ser violenta, atacar y dejar su terrible veneno en la
persona agredida. Pero un día, un eremita acertó a pasar por el lugar. De
súbito, se dio cuenta de que una serpiente aparecía entre la espesura con
intención de morderle. El hombre santo desplegó todo su amor y paz hacia el
violento animal y éste se refrenó. Entonces el eremita, con gran afecto, le
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explicó a la serpiente los beneficios de la no violencia y le hizo prometer que
nunca volvería a morder a nadie. Impresionada por la compasión del santo, así
lo prometió el animal. Luego eremita y serpiente se despidieron.

Cuando los vecinos de la localidad comprobaron que la serpiente se había


tornado inofensiva, comenzaron a maltratarla siempre que había ocasión para
ello. El pobre animal estaba muy compungido y se dejaba maltratar, puesto que
no quería romper la firme promesa que hubiera realizado al santo.

Pasaron los meses. Un día el eremita pasó de nuevo por la ruta. Se acordó de
su buena amiga y acudió a visitarla. La encontró triste y muy afligida.

- Pero ¿qué te ocurre mi querida amiga?- preguntó el hombre

- Como han comprobado que no muerdo, han dejado de temerme y me


maltratan.

Entonces el sabio dijo:

- Pero, querida mía, yo te pedí que no mordieras, pero nunca te pedí que no
silbaras y asustaras así a los que no te respetan.

Atado

La primera escena que aparece en esta historia nos muestra a un hombre en


una pequeña habitación. Tiene una soga atada al cuello y sus pies se
sostienen sobre un taburete que se antoja bastante inestable. Sus manos están
en su espalda. Da la impresión de que la soga está ya bastante tirante, pues en
determinados momentos el hombre se pone de puntillas para relajar la tensión
en el cuello. No parece que pueda aguantar mucho tiempo así. Nos sentimos
algo acongojados ante la escena. En eso que vemos abrirse la puerta y entrar
a una persona. Suspiramos aliviados, alguien ha llegado para liberarle. Vemos
que lleva un objeto en la mano, un taburete. La persona se acerca y le ofrece al
hombre cambiarle el taburete precario que le sostiene por uno más fuerte y
más alto. Estará en una postura más relajada, con menos tensión. Ante
nuestra sorpresa, el hombre rechaza la oferta. Ponemos atención para oír sus
palabras: No quiero un taburete más alto. Quiero que me liberes. Corta la
soga. La otra persona le mira entre compasiva y resignada y musitando un
- eso no puedo hacerlo –sale de la habitación. Nos quedamos asombrados de
que haya rechazado la oferta, pero al mismo tiempo nos damos cuenta de que
no puede aceptarla porque es tal su miedo a resbalar, tiene tanta necesidad de
sentir que controla la situación, que lo único que puede hacer es pedir su
liberación. Vemos que la escena se repite varias veces del mismo modo, con
diferentes personas y asistimos preocupados a los hechos, impotentes y
temerosos ya que la cuerda parece cada vez más corta y los esfuerzos del
hombre por mantenerse son mayores. Cuando ya estamos a punto de girar la
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cabeza para no asistir a lo que parece ser el final, vemos entrar a un niño de
unos siete años. El hombre reacciona con una expresión extraña, como si lo
conociera. La verdad es que se parecen, casi se diría que es una
versión infantil del hombre. El niño no lleva un taburete, sino que lleva una cuña
de madera. Se acerca al hombre y éste, no sabemos si por sentirse reflejado
en el niño, acepta que le ponga la cuña bajo los pies. Respiramos aliviados, ya
que la soga cede un poco. El hombre le suplica: por favor, corta la cuerda. El
niño le mira atentamente y le dice: usa tus manos, sólo tú puedes hacerlo. Nos
damos cuenta entonces de que las manos del hombre, están a su espalda pero
no están atadas. Vemos que las mueve, las acerca a su cuello y empieza a
aflojar el nudo. El niño sonríe y sale de la habitación. Dejamos al hombre
deshaciendo el nudo y nos marchamos ya tranquilos

Verdad

Un discípulo se mostraba ansioso de recibir las más altas enseñanzas, por eso
no dudó en preguntar a su maestro:

-Por favor, señor, ¿qué es la verdad?

-La verdad está en la vida de cada día.

Decepcionado, el discípulo protestó:

-Pero en la vida de cada día sólo encuentro rutina y vulgaridad, pero no veo la
verdad por ningún lado.

El maestro dijo:

-Esa es la diferencia: unos la ven y otros no la ven.

Camino

Los fatigados miembros de una caravana llegaron por fin a un oasis y se


dispusieron a descansar. A los diez minutos, y en medio del silencio, oyeron
una voz que lastimosamente decía:

-¡Qué sed tengo! ¡Qué sed tengo!

El jefe de la caravana mandó a un hombre a ver que ocurría. A su regreso dijo:

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-Es sólo un viajero que también trata de descansar pero no puede por la sed

-Dadle agua -ordenó el jefe-, así podremos descansar todos. El enviado llevó
un odre de agua al sediento, que éste bebió con deleite. Pasados otros diez
minutos, y de nuevo en medio del silencio de la noche se escuchó la misma
voz quejumbrosa:

-¡Qué sed tenía! ¡Pero qué sed tenía!

Maestro Zen 3

Una vieja historia zen explica que un discípulo se acerca al maestro y le dice:

-Maestro, quiero explicarte que una persona ha estado hablando de tú con


maledicencia

El maestro, interrumpiéndolo, le dice:

-¡Espera! ¿Ya hiciste pasar por las tres barreras lo que me vas a contar?

-¿Las tres barreras? Preguntó el discípulo.

-Sí –replicó el sabio- La primera es la verdad: ¿ya has comprobado con


cuidado que aquello que me quieres decir es verdad?

- No. De hecho no… pero me ha llegado de buena tinta!

-Al menos, pero, lo habrás hecho pasar por la segunda barrera que es la
bondad; ¿aquello que me quieres decir es por lo menos bueno?

- Pues no. Más bien el contrario…

- Ah! entonces vayamos a la tercera barrera. ¿Es necesario que me expliques


esto?

- Para ser sincero, no! Necesario no es ¡ - Entonces –dijo el maestro sonriente


-, si no sabes a ciencia cierta que es verdad, ni bueno, ni necesario,…
enterrémoslo en el olvido!

Buena suerte, mala suerte…

Había una vez un hombre que vivía con su hijo en una casita del campo. Se
dedicaba a trabajar la tierra y tenía un caballo para la labranza y para cargar
los productos de la cosecha, era su bien más preciado. Un día el caballo se
escapó saltando por encima de las bardas que hacían de cuadra.

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El vecino que se percató de este hecho corrió a la casa del hombre para
avisarle:

-Tu caballo se escapó, ¿que harás ahora para trabajar el campo sin él? Se te
avecina un invierno muy duro, ¡qué mala suerte has tenido!

El hombre lo miró y le dijo:

-Buena suerte, mala suerte, ¿quien sabe?

Pasó algún tiempo y el caballo volvió a su redil con diez caballos salvajes más.
El vecino al observar esto, otra vez llamó al hombre y le dijo:

-No solo recuperaste tu caballo, sino que ahora tienes diez caballos más,
podrás vender y criar, ¡qué buena suerte has tenido!

El hombre lo miró y le dijo:

-Buena suerte, mala suerte, ¿quien sabe?

Unos días más tarde el hijo montaba uno de los caballos salvajes para domarlo
y calló al suelo partiéndose una pierna. Otra vez el vecino fue a decirle:

-¡Qué mala suerte has tenido!, tras el accidente tu hijo no podrá ayudarte, tu
eres ya viejo y sin su ayuda tendrás muchos problemas para realizar todos los
trabajos.

El hombre, otra vez lo miró y dijo:

-Buena suerte, mala suerte, ¿quien sabe?

Pasó el tiempo y estalló la guerra con el país vecino de manera que el ejército
empezó a reclutar jóvenes para llevarlos al campo de batalla. Al hijo del vecino
se lo llevaron por estar sano y al accidentado se le declaró no apto.
Nuevamente el vecino corrió diciendo:

-Se llevaron a mi hijo por estar sano y al tuyo lo rechazaron por su pierna rota.
¡Qué buena suerte has tenido!

Otra vez el hombre lo miró diciendo:

-Buena suerte, mala suerte, ¿quien sabe?

La madera de sándalo

Era un hombre que había oído hablar mucho de la preciosa y aromática


madera de sándalo, pero que nunca había tenido ocasión de verla. Había
surgido en él un fuerte deseo por conocer la apreciada madera de sándalo.
Para satisfacer su propósito, decidió escribir a todos sus amigos y solicitarles
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un trozo de madera de esta clase. Pensó que alguno tendría la bondad de
enviársela. Así, comenzó a escribir cartas y cartas, durante varios días,
siempre con el mismo ruego: “Por favor, enviadme madera de sándalo”. Pero
un día, de súbito, mientras estaba ante el papel, pensativo, mordisqueó el lápiz
con el que tantas cartas escribiera, y de repente olió la madera del lápiz y
descubrió que era de sándalo

Verdad

En compañía de uno de sus acólitos, el diablo vino a dar un largo paseo por el
planeta Tierra. Habiendo tenido noticias de que la Tierra era terreno de odio y
perversidades, corrupción y malevolencia, abandonó durante unos días su
reino para disfrutar de su viaje. Maestro y discípulo iban caminando
tranquilamente cuando, de súbito, este último vio una partícula de verdad.
Alarmado, previno al diablo:

–Señor, allí hay una partícula de verdad, cuidado no vaya a extenderse.

Y el diablo, sin alterarse en lo más mínimo, repuso:

–No te preocupes, ya se encargarán de institucionalizarla.

El farol

Una mujer estaba buscando afanosamente algo alrededor de un farol.


Entonces un transeúnte pasó junto a ella

Y se detuvo a contemplarla. No pudo por menos que preguntar:

–Buena mujer, ¿qué se te ha perdido?, ¿qué buscas?

Sin poder dejar de gemir, la mujer, con la voz entrecortada por los sollozos,
pudo responder a duras penas:

–Busco una aguja que he perdido en mi casa, pero como allí no hay luz, he
venido a buscarla junto a este farol.

Atado

Angustiado, el discípulo acudió a su instructor espiritual y le preguntó:

– ¿Cómo puedo liberarme, maestro?

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El instructor contestó:

–Amigo mío, ¿y quién te ata?

Interés

Cuenta una antigua historia que en el siglo XV vivió el monje más famoso de
todo Japón, Ikkyu, que era hijo ilegítimo del emperador. Cuando el príncipe de
la provincia en la que vivía decidió dar una gran fiesta invitó a Ikkyu,
reservándole un honroso lugar a su lado. El día de la fiesta el monje apareció
humildemente vestido, casi parecía un mendigo, con lo cual el príncipe montó
en cólera y lo expulsó. Luego Ikkyu regresó ataviado con buena vestimenta y,
una vez en  el palacio, se las fue quitando lentamente y las dejó en una silla. -
¿Qué estás haciendo?, preguntó el príncipe- Te había entendido mal, pensaba
que me habías invitado a mi, pero invitaste a mi vestimenta, así que aquí la
dejo- respondió Ikkyu.

La playa

Cierto día, caminando por la playa reparé en un hombre que se agachaba a


cada momento, recogía algo de la arena y lo lanzaba al mar. Hacía lo mismo
una y otra vez.

Tan pronto como me aproximé me di cuenta de que lo que el hombre levantaba


eran estrellas de mar que las olas depositaban en la arena y una a una las
arrojaba de nuevo al mar.

Intrigado, lo interrogué sobre lo que estaba haciendo, a lo que me respondió:


Estoy lanzando estas estrellas marinas nuevamente al océano. Como ves, la
marea es baja y estas estrellas han quedado en la orilla si no las arrojo al mar
morirán aquí por falta de oxígeno.

Entiendo, le dije, pero debe haber miles de estrellas de mar sobre la playa, no
puedes lanzarlas a todas. Son demasiadas. Y quizás no te des cuenta de que
esto sucede probablemente en cientos de playas a lo largo de la costa. ¿No
estás haciendo algo que no tiene sentido?

El hombre sonrió, se inclinó y tomó una estrella marina y mientras la lanzaba


de vuelta al mar me respondió:

El árbol mágico

Se trataba de un hombre que llevaba muchas horas viajando a pie y estaba


realmente cansado y sudoroso bajo el implacable sol de la India. Extenuado y
sin poder dar un paso más, se echó a descansar bajo un frondoso árbol. El

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suelo estaba duro y el hombre pensó en lo agradable que sería disponer de
una cama. Resulta que aquél era un árbol celestial de los que conceden los
deseos de los pensamientos y los hacen realidad. Así es que al punto apareció
una confortable cama. El hombre se echó sobre ella y estaba disfrutando en el
mullido lecho cuando pensó en lo placentero que resultaría que una joven le
diera masaje en sus fatigadas piernas. Al momento apareció una bellísima
joven que comenzó a procurarle un delicioso masaje. Bien descansado, sintió
hambre y pensó en qué grato sería poder degustar una sabrosa y opípara
comida. En el acto aparecieron ante él los más suculentos manjares. El hombre
comió hasta saciarse y se sentía muy dichoso. De repente le asaltó un
pensamiento: “! Mira que si ahora un tigre me atacase!” Apareció un tigre y lo
devoró.

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