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El pequeño pez
-"Usted perdone", le dijo un pez a otro, "es usted más viejo y con más
experiencia que yo y probablemente podrá usted ayudarme. Dígame: ¿dónde
puedo encontrar eso que llaman Océano? He estado buscándolo por todas
partes, sin resultado".
-"El Océano", respondió el viejo pez, "es donde está ahora mismo".
-¿Esto? Pero si esto no es más que agua... Lo que yo busco es el Océano,
replicó el joven pez, totalmente decepcionado, mientras se marchaba nadando
a buscar en otra parte.
Deja de buscar, pequeño pez. No hay nada que buscar. Sólo tienes que estar
tranquilo, abrir tus ojos y mirar. No puedes dejar de verlo.
El granjero bondadoso
Un anciano rey tuvo que huir de su país asolado por la guerra. Sin escolta
alguna, cansado y hambriento, llegó a una granja solitaria, en medio del país
enemigo, donde solicitó asilo. A pesar de su aspecto andrajoso y sucio, el gran-
jero se lo concedió de la mejor gana. No contento con ofrecer una opípara cena
al caminante, le proporcionó un baño y ropa limpia, además de una confortable
habitación para pasar la noche.
Y sucedió que, en medio de la oscuridad, el granjero escuchó una plegaria
musitada en la habitación del desconocido y pudo distinguir sus palabras:
-Gracias, Señor, porque has dado a este pobre rey destronado el consuelo de
hallar refugio. Te ruego ampares a este caritativo granjero y haz que no sea
perseguido por haberme ayudado.
El generoso granjero preparó un espléndido desayuno para su huésped y
cuando éste se marchaba, hasta le entregó una bolsa con monedas de oro
para sus gastos.
Profundamente emocionado por tanta generosidad, el anciano monarca se pro-
metió recompensar al hombre si algún día recobraba el trono. Algunos meses
después estaba de nuevo en su palacio y entonces hizo llamar al caritativo la-
briego, al que concedió un título de nobleza y colmó de honores. Además, fian-
do en la nobleza de sus sentimientos, le consultó en todos los asuntos
delicados del reino.
Las llaves
Cuentan que un día estaba Mullah en la calle, en cuatro patas, buscando algo,
cuando se le acercó un amigo y le preguntó:
Mullah, ¿qué buscas?
Y él le respondió: Perdí mi llave.
Oh, Mullah, qué terrible. Te ayudaré a encontrarla. Se arrodilló y luego
preguntó:
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¿Dónde la perdiste?
En mi casa.
Entonces, ¿por qué la buscas aquí afuera?
Porque aquí hay más luz.
Aunque les parezca cómico, ¡eso es lo que hacemos con nuestra vida!
Creemos que todo lo que hay que buscar está ahí afuera, a la luz, donde es
fácil encontrarlo, cuando las únicas respuestas están en el propio interior.
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¿Cuántas veces dudamos de nuestro propio valor?, ¿De qué realmente
merecemos más y que podemos conseguirlo si nos lo proponemos? Claro que
no basta con el mero propósito... Se requiere acción y existen muchos
caminos. Trata de contestar a estas preguntas:
1- Nombra las 5 personas más adineradas del mundo.
2- Nombra las 5 últimas ganadoras del concurso de Miss Universo.
3- Nombra 10 ganadores del premio Nobel.
4- Nombra los 5 últimos ganadores del Oscar como mejor actor o actriz.
¿Qué tal?, ¿Cómo te fue?, ¿Mal?... No te preocupes. Ninguno de nosotros
recuerda los titulares de ayer. ¡Los aplausos se van!, ¡Los trofeos se
empolvan!, ¡Los ganadores se olvidan!
Ahora contesta a estas otras:
1- Nombra 3 profesores que te hayan ayudado en tu formación.
2- Nombra 3 amigos que te hayan ayudado en tiempos difíciles.
3-Piensa en algunas personas que te hayan hecho sentir algo especial.
4- Nombra 5 personas con las que disfrutes pasar tú tiempo.
¿Qué tal?, ¿Te fue mejor?... Las personas que marcan la diferencia en tu vida
no son aquellas con los mejores credenciales, con mucho dinero, o los mejores
premios... Son aquellas que se preocupan por ti, que te cuidan, las que de
muchas maneras están contigo.
Reflexiona un momento. ¡La vida es muy corta!... Tú, ¿en qué lista estás?
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Hasta que un día un señor llamado Ricardo dijo que iba a llegar a la luna e iba
a descubrir esa razón por la que brillaba así de bonito.
Cuando llego se dio cuenta que ese era su color natural. Regreso a la tierra y
les explico a todos que era su color natural y nadie le creyó. La verdad un
científico le dio ese color. El científico quería ser más famoso haciendo un
invento que hiciera que la estrella fuera aun más pequeña de un centímetro
pero falló y en lugar de hacerla pequeña la hizo brillante y nadie lo quiso, así
que él se fue a su casa y nunca salió. Todos piensan que está muerto pero la
verdad es que no, sino que está en su casa llorando.
Hasta que un día en la noche la estrella no brillaba y todos se pusieron tan
tristes, pero, el científico se dio cuenta y salió de su casa y volvo a hacer que la
estrella brillara y todos siguieron felices.
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Una historia diaria
¡Hola! ¿Tú también interesado? ¡Vamos! Yo sé que quieres conocerlo.
Yo tenía cerca de 6 años cuando lo conocí, anteriormente vivía en otro país
pero al llegar a América el me vio y se hizo una muy buena amistad.
Él me contaba sus secretos aunque desgraciadamente yo no podía hablar,
aunque vivíamos en la misma casa no lo podía acompañar a la escuela, no
tenia brazos ni piernas tampoco, ¡vaya suerte la mía! No puedo hablar,
caminar, ni tampoco hacer mímica.
Un buen día llegó y me dijo: – ¿Qué crees?, hoy conocí a la chica más
hermosa del cole, la invite al cine y me dijo que sí. ¡Estoy tan emocionado!
Las cosas parecían de película, un día me decía “voy al cine” y al otro “ya es mi
novia” y después… se olvidó de mí. Y yo me encontraba sólo en la casa. ¿Qué
hacía yo? Me dije – no te deprimas, seguro en la tarde vuelve.
Un veintitrés por la tarde (era muy bueno para recordar fechas) el entró por la
misma puerta:
Mañana voy a casarme con el amor de mi vida, tal vez no vuelva a verte por un
tiempo, pero, sabes cómo es esto.
No puede decirle lo feliz que estaba por él y aún así creo que lo entendió.
Ahora creo que es arquitecto y hasta hijos tiene, me parece la persona más
feliz del mundo pero… que puede valer la opinión de un simple diario.
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7 de abril no estoy seguro de lo que pasa, llevó semanas tratando de
convencerla sólo para que me diera un beso y de una forma u otra se zafa
¿Cómo, porqué?
9 de abril la respuesta era obvia ella amaba a alguien y como superar el
intelecto al amor verdadero, aun así no dejaré de intentarlo, NUNCA”
-No, ya enserio, ¿lo consiguió?
-Bueno, pues, según tengo entendido, sí, así fue no se sabe cómo pero él, al
fin tenía lo que buscaba.
-¡Wow! Qué locura. Genios ¡ja! No hay que meterse con ellos
-Ahora a dormir que ya es muy tarde
-Pero apenas son las 10:00 pm.
-¡Dios mío! La cena y aún falta arreglar las cosas de mañana
-Una última pregunta
-Dime
-¿Cómo se apellidaba?
-Bliteen, Edward Bliteen
-¿Cómo el abuelo?
-No, como tu padre
-Espera, mi padre no es Edward Bliteen
-Si, “tu padre no es Edward, ahora duerme
Las potencialidades
Había una vez un rey muy caprichoso que tenía una hija muy hermosa y buena
quería casarla, aunque puso una condición algo absurda. El estableció que
sería elegido aquel hombre que fuera capaz de hacer volar un halcón que
desde hace un tiempo estaba posado en una rama .Y nadie, absolutamente
nadie hasta el presente había logrado hacerlo. Una cantidad de personajes
aparecieron en el palacio y con distintas mañas intentaron que el pájaro volará
sin embargo ninguno lo consiguió. Cuentan que una mañana el rey se levantó y
vio volando al halcón por su jardín. Su hija ya tenía pretendiente y cuando lo
mandó a llamar le pregunto cómo había hecho semejante milagro.
Cuando estuvo frente al campesino le dijo:
-¿Tú hiciste volar al halcón?
– ¿Cómo lo hiciste? ¿Eres mago, acaso? Entre feliz e intimidado, el hombrecito
solo explico.
-" No fue difícil, Su Alteza: solo corté la rama., entonces el halcón se dio cuenta
que tenía alas y simplemente se echó a volar"
Tu propio juicio
A un oasis llega un joven, toma agua, se asea y pregunta a un anciano que se
encuentra descansando:
- ¿Qué clase de personas viven aquí? El anciano le pregunta:
-¿Qué clase de gente había en el lugar de donde tu vienes?
-"Un montón de gente egoísta y mal intencionada "replicó el joven. Estoy
encantado de haberme ido de allí. A lo cual el anciano comento:
- Lo mismo habrá de encontrar aquí. Ese mismo día otro joven se acercó a
beber agua al oasis y viendo al anciano preguntó:
- ¿Qué clase de personas viven en este lugar? El viejo respondió con la misma
pregunta:
-"¿Qué clase de personas viven en el lugar de donde tu vienes?
-"Un magnifico grupo de personas, honestas, amigables, hospitalarias, me
duele mucho haberlos dejado.
- "Lo mismo encontrarás aquí", respondió el anciano. Un hombre que había
escuchado ambas conversaciones le preguntó al viejo:
- ¿Cómo es posible dar dos respuestas tan diferentes a la misma pregunta? A
lo cual el viejo contestó:
-"Cada uno de nosotros solo puede ver lo que lleva en su corazón". Aquel que
no encuentra nada bueno en los lugares donde estuvo no podrá encontrar otra
cosa aquí ni en ninguna otra parte. Si te sientes dolorido por alguna causa
externa; no es eso lo que te perturba. Si no tu propio juicio sobre ello.
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Los lobos
Un viejo cacique de una tribu estaba teniendo una charla con sus nietos acerca
de la vida. Les decía:
- Una vieja pelea está ocurriendo dentro de mí, es entre dos lobos; uno de los
lobos es maldad, temor, ira, envidia, dolor, rencor, avaricia, arrogancia, culpa,
resentimiento, inferioridad, mentiras, orgullo, competencia, superioridad,
egolatría. El otro es bondad, alegría, paz, amor, esperanza, serenidad,
humildad, dulzura, generosidad, benevolencia, amistad, empatía, verdad,
compasión y fe. Esta misma pelea está ocurriendo continuamente dentro de
ustedes y dentro de todos los seres de la tierra...
Los chicos se quedaron pensativos, y uno de ellos preguntó a su abuelo:
-¿Cuál de los lobos ganará?
Y el viejo cacique respondió simplemente:
-"El que alimentes"-...
Los rostros que observamos del mundo son espejos. Tu mirada es todo lo que
consigues obtener de la realidad. Cada percepción demuestra las posibilidades
de proyección y de captación que nos permitimos. Las cosas más bellas de la
vida no se ven, se captan con el corazón. Si las puertas de la percepción
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estuviesen totalmente abiertas descubriríamos que navegamos en el infinito.
Como están semi-cerradas, la vida, al igual que el eco, o el espejo, nos
devuelve lo que hacemos. La visita por la casa terráquea es muy fugaz.
Consigue un espejo, sonríele al personaje que aparece y no te enojes no te
asustes si te contesta con una divina carcajada.
La princesa de fuego
Hubo una vez una princesa increíblemente rica, bella y sabia. Cansada de
pretendientes falsos que se acercaban a ella para conseguir sus riquezas, hizo
publicar que se casaría con quien le llevase el regalo más valioso, tierno y
sincero a la vez. El palacio se llenó de flores y regalos de todos los tipos y
colores, de cartas de amor incomparables y de poetas enamorados. Y entre
todos aquellos regalos magníficos, descubrió una piedra; una simple y sucia
piedra. Intrigada, hizo llamar a quien se la había regalado. A pesar de su
curiosidad, mostró estar muy ofendida cuando apareció el joven, y este se
explicó diciendo:
- Esa piedra representa lo más valioso que os puedo regalar, princesa: es mi
corazón. Y también es sincera, porque aún no es vuestro y es duro como una
piedra. Sólo cuando se llene de amor se ablandará y será más tierno que
ningún otro.
El joven se marchó tranquilamente, dejando a la princesa sorprendida y
atrapada. Quedó tan enamorada que llevaba consigo la piedra a todas partes, y
durante meses llenó al joven de regalos y atenciones, pero su corazón seguía
siendo duro como la piedra en sus manos. Desanimada, terminó por arrojar la
piedra al fuego; al momento vio cómo se deshacía la arena, y de aquella piedra
tosca surgía una bella figura de oro. Entonces comprendió que ella misma
tendría que ser como el fuego, y transformar cuanto tocaba separando lo inútil
de lo importante.
Durante los meses siguientes, la princesa se propuso cambiar en el reino, y
como con la piedra, dedicó su vida, su sabiduría y sus riquezas a separar lo
inútil de lo importante. Acabó con el lujo, las joyas y los excesos, y las gentes
del país tuvieron comida y libros. Cuantos trataban con la princesa salían
encantados por su carácter y cercanía, y su sola presencia transmitía tal calor
humano y pasión por cuanto hacía, que comenzaron a llamarla cariñosamente
"La princesa de fuego".
Y como con la piedra, su fuego deshizo la dura corteza del corazón del joven,
que tal y como había prometido, resultó ser tan tierno y justo que hizo feliz a la
princesa hasta el fin de sus días
Pedro Pablo Sacristán
El hada y la sombra
Hace mucho, mucho tiempo, antes de que los hombres y sus ciudades llenaran
la tierra, antes incluso de que muchas cosas tuvieran un nombre, existía un
lugar misterioso custodiado por el hada del lago. Justa y generosa, todos sus
vasallos siempre estaban dispuestos a servirle. Y cuando unos malvados seres
amenazaron el lago y sus bosques, muchos se unieron al hada cuando les
pidió que la acompañaran en un peligroso viaje a través de ríos, pantanos y
desiertos en busca de la Piedra de Cristal, la única salvación posible para
todos.
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El hada advirtió de los peligros y dificultades, de lo difícil que sería aguantar
todo el viaje, pero ninguno se asustó. Todos prometieron acompañarla hasta
donde hiciera falta, y aquel mismo día, el hada y sus 50 más leales vasallos
comenzaron el viaje. El camino fue aún más terrible y duro que lo había
anunciado el hada. Se enfrentaron a bestias terribles, caminaron día y noche y
vagaron perdidos por el desierto sufriendo el hambre y la sed. Ante tantas
adversidades muchos se desanimaron y terminaron por abandonar el viaje a
medio camino, hasta que sólo quedó uno, llamado Sombra. No era el más
valiente, ni el mejor luchador, ni siquiera el más listo o divertido, pero continuó
junto al hada hasta el final. Cuando ésta le preguntaba que por qué no
abandonaba como los demás, Sombra respondía siempre lo mismo "Os dije
que os acompañaría a pesar de las dificultades, y eso es lo que hago. No voy a
dar media vuelta sólo porque haya sido verdad que iba a ser duro".
Gracias a su leal Sombra pudo el hada por fin encontrar la Piedra de Cristal,
pero el monstruoso Guardián de la piedra no estaba dispuesto a entregársela.
Entonces Sombra, en un último gesto de lealtad, se ofreció a cambio de la
piedra quedándose al servicio del Guardián por el resto de sus días...
La poderosa magia de la Piedra de Cristal permitió al hada regresar al lago y
expulsar a los seres malvados, pero cada noche lloraba la ausencia de su fiel
Sombra, pues de aquel firme y generoso compromiso surgió un amor más
fuerte que ningún otro. Y en su recuerdo, queriendo mostrar a todos el valor de
la lealtad y el compromiso, regaló a cada ser de la tierra su propia sombra
durante el día; pero al llegar la noche, todas las sombras acuden el lago, donde
consuelan y acompañan a su triste hada.
Pedro Pablo Sacristán
La competición de vuelo
Dos murciélagos se preparan para una gran competición de vuelo en la que
participan todos los murciélagos. El día del concurso, la pequeña murciélaga
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vuela de forma increíble, mereciendo claramente el galardón. El otro, aunque
está muy decepcionado por no haber ganado, corre a felicitarle y darle la
enhorabuena, mientras el resto la crítica o se marcha enfadado. Agradecida, la
campeona decide compartir el premio, y el pequeño murciégalo, no sólo obtuvo
el premio del concurso, sino el de ganar una amiga, y todo ello sólo por saber
perder con deportividad.
Pedro Pablo Sacristán
Un halloween diferente
Hace mucho tiempo, la mayoría de los monstruos eran seres simpáticos y
golosos, tontorrones y peludos que vivían felizmente en su monstruoso mundo.
Hablaban y jugaban con los niños y les contaban cuentos por las noches. Pero
un día, algunos monstruos tuvieron una gran discusión por un caramelo, y uno
se enfadó tanto que sus furiosos gritos hubieran asustado a cualquiera. Y entre
todos los que quedaron terriblemente asustados, las letras más miedosas,
como la L, la T y la D, salieron corriendo de aquel lugar. Como no dejaron de
gritar, las demás letras también huyeron de allí, y cada vez se entendían
menos las palabras de los monstruos. Finalmente, sólo se quedaron unas
pocas letras valientes, como la G y la R , de forma que en el mundo de los
monstruos no había forma de encontrar letras para conseguir decir algo distinto
de " GRRR!!!", "AAAARG!!!" u "BUUUUH!!!". A partir de aquello, cada vez que
iban a visitar a alguno de sus amigos los niños, terminaban asustándoles; y con
el tiempo, se extendió la idea de que los monstruos eran seres terribles que
sólo pensaban en comernos y asustarnos.
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Un día, una niña que paseaba por el mundo de los monstruos buscando su
pelota, encontró escondidas bajo unas hojas a todas las letras, que vivían allí
dominadas por el miedo. La niña, muy preocupada, decidió hacerse cargo de
ellas y cuidarlas, y se las llevó a casa. Aquella era una niña especial, pues aún
conservaba un amigo monstruo muy listo y simpático, que al ver que nada de lo
que decía salía como quería, decidió hacerse pasar por mudo, así que nunca
asustó a nadie y hablaba con la niña utilizando gestos. Cuando aquella noche
fue a visitar a su amiga y encontró las letras, se alegró tanto que le pidió que se
las dejara para poder hablar, y por primera vez la niña oyó la dulce voz del
monstruo.
Juntos se propusieron recuperan las voces de los demás monstruos, y uno tras
otro los fueron visitando a todos, dejándoles las letras para que pudieran volver
a decir cosas agradables. Los monstruos, agradecidos, les entregaban las
mejores golosinas que guardaban en sus casas, y así, finalmente, fueron a ver
a aquel primer monstruo gruñón que organizó la discusión. Estaba ya muy
viejecito, pero al ver las letras, dio un salto tan grande de alegría que casi se le
saltan los huesos. Y mirando con ternura las asustadas letras, escogió las
justas para decir "perdón". Debía llevar esperando años aquel momento,
porque enseguida animó a todos a entrar en su casa, donde todo estaba
preparado para grandísima fiesta, llena de monstruos, golosinas y caramelos.
Como que las que se hacen en Halloween hoy día; qué coincidencia, ¿verdad?
Pedro Pablo Sacristán
Gorg el gigante
Gorg el gigante vivía desde hacía siglos en la Cueva de la Ira. Los gigantes
eran seres pacíficos y solitarios hasta que el rey Cío el Terrible les acusó de
arruinar las cosechas y ordenó la gran caza de gigantes. Sólo Gorg había
sobrevivido, y desde entonces se había convertido en el más feroz de los seres
que habían existido nunca; resultaba totalmente invencible y había acabado
con cuantos habían tratado de adentrarse en su cueva, sin importar lo valientes
o poderosos que fueran.
Muchos reyes posteriores, avergonzados por las acciones de Cío, habían
tratado de sellar la paz con Gorg, pero todo había sido en vano, pues su furia y
su ira le llevaban a acabar con cuantos humanos veía, sin siquiera escucharles.
Y aunque los reyes dejaron tranquilo al gigante, no disminuyó su odio a los
humanos, pues muchos aventureros y guerreros llegaban de todas partes
tratando de hacerse con el fabuloso tesoro que guardaba la cueva en su
interior.
Sin embargo, un día la joven princesa fue mordida por una serpiente de los
pantanos, cuyo antídoto tenía una elaboración secreta que sólo los gigantes
conocían, así que el rey se vio obligado a suplicar al gigante su ayuda. Envió a
sus mejores guerreros y a sus más valientes caballeros con la promesa de
casarse con la princesa, pero ni sus mágicos escudos, ni las más poderosas
armas, ni las más brillantes armaduras pudieron nada contra la furia del
gigante. Finalmente el rey suplicó ayuda a todo el reino: con la promesa de
casarse con la princesa, y con la ayuda de los grandes magos, cualquier
valiente podía acercarse a la entrada de la cueva, pedir la protección de algún
conjuro, y tratar de conseguir la ayuda del gigante.
Muchos lo intentaron armados de mil distintas maneras, protegidos por los más
formidables conjuros, desde la Fuerza Prodigiosa a la Invisibilidad, pero todos
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sucumbieron. Finalmente, un joven músico apareció en la cueva armado sólo
con un arpa, haciendo su petición a los magos: "quiero convertirme en una
bella flor y tener la voz de un ángel".
Así apareció en el umbral de la cueva una flor de increíble belleza, entonando
una preciosa melodía al son del arpa. Al oír tan bella música, tan alejada de las
armas y guerreros a que estaba acostumbrado, la ira del gigante fue
disminuyendo. La flor siguió cantando mientras se acercaba al gigante, quien
terminó tomándola en su mano para escucharla mejor. Y la canción se fue
tornando en la historia de una joven princesa a punto de morir, a quien sólo un
gigante de buen corazón podría salvar. El gigante, conmovido, escuchaba con
emoción, y tanta era su calma y su tranquilidad, que finalmente la flor pudo
dejar de cantar, y con voz suave contó la verdadera historia, la necesidad que
tenía la princesa de la ayuda del gigante, y los deseos del rey de conseguir una
paz justa y duradera.
El gigante, cansado de tantas luchas, viendo que era verdad lo que escuchaba,
abandonó su cueva y su ira para curar a la princesa. Y el joven músico, quien
además de domar la ira del gigante, conquistó el corazón de la princesa y de
todo el reino, se convirtió en el mejor de los reyes.
Pedro Pablo Sacristán
El concurso de belleza
En un precioso jardín vivía la mariposa más bonita del mundo. Era tan bonita y
había ganado tantos concursos de belleza, que se había vuelto vanidosa.
Tanto que un día, la cucaracha lista se hartó de sus pavoneos y decidió darle
una lección.
Fue a ver a la mariposa, y delante de todos le dijo que no era tan bonita, que si
ganaba los concursos era porque los jurados estaban comprados, y que todos
sabían que la cucaracha era más bella. Entonces la mariposa se enfureció, y
entre risas y desprecios le dijo a ti te gano un concurso con el jurado que
quieras. "Vale, acepto, nos vemos el sábado", respondió la cucaracha sin darle
tiempo. Ese sábado todos fueron a ver el concurso, y la mariposa iba confiada
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hasta que vio quiénes formaban el jurado: cucarachas, lombrices, escarabajos
y chinches. Todos ellos preferían el aspecto rastrero y el mal olor de la
cucaracha, que ganó el concurso claramente, dejando a la mariposa tan llorosa
y humillada, que nunca más volvió a participar en un concurso de belleza.
Por suerte, la cucaracha perdonó a la mariposa su vanidad y se hicieron
amigas, y algún tiempo después la mariposa ganó el premio a la humildad
Pedro Pablo Sacristán
Tutón el comeplanetas
Para hacerse una idea del tamaño de los molokos, hay que mirarlos desde muy
lejos. Si te pusieras a su lado, ellos ni siquiera te verían, y si el mayor de
nuestros gigantes de cuento se pusiera a su lado, probablemente los
gigantescos molokos seguirían sin poder verlo. Quizá la mejor forma de saber
cómo son, es conociendo su comida favorita. Y para un buen moloko, nada
está más rico que un enorme planeta, con sus océanos, sus desiertos y sus
montañas.
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Y de todos ellos, nadie como Tutón, el gran Tutón. Grande como una estrella,
podía zamparse un planeta mediano de un solo bocado. Era, además,
excelente descubriendo los planetas más deliciosos, y había llegado a
convertirse en el más famoso de los molokos. Pero aún más grande que su
fama de descubridor, era su fama de egoísta, pues nunca jamás compartía ni
un trocito de sus fabulosas comidas, de modo que los demás molokos sólo
llegaban a probar algunas pequeñas migajas de aquellas deliciosas montañas.
Durante miles de años, porque los molokos viven muchísimos años para que
les dé tiempo a crecer tanto, Tutón degustó los mejores planetas. Pero ocurrió
que uno de aquellos planetas, uno precioso de color rojo, azul y amarillo, cuya
corteza tenía el mejor sabor que se pueda imaginar, resultó tener el centro del
acero más duro del universo, y los indestructibles dientes del famoso moloko se
rompieron en mil pedazos.
Jamás un moloko había vivido algo parecido, pero resultó ser la más horrible
de las desgracias. Tantos riquísimos planetas a su alcance, y ni siquiera tenía
un diente que poder hincarles. Y cuando pidió ayuda a otros molokos, todos le
recordaron su antiguo egoísmo, y no le dejaban otra cosa que las migajas de
planetas de mucho peor sabor que aquellos a los que estaba acostumbrado
Tutón.
Y el hasta entonces colosal y famosísimo comeplanetas, se convirtió en un
mendigo, pasando todo tipo de penas y calamidades. Sólo sabía llorar, pedir,
exigir… y pasar hambre. Y aún tuvo que pasar mucho tiempo viviendo así,
hasta que se dio cuenta de que si quería recibir algo, tendría que ser el primero
en dar, por muy pobre y mísero que fuera.
Y buscando entre lo poco que tenía para dar, descubrió que aún seguía siendo
un brillante descubridor de planetas exquisitos. Así que habló con otros
molokos, y se ofreció a enseñarles dónde se escondían las mejores delicias
¡Qué gran alegría para todos!, que descubrieron entonces sabores que ni
siquiera sabían que existían. Y los molokos, agradecidos a Tutón por compartir
con ellos su gran habilidad, comenzaron a mostrarse mucho más atentos con
él, y ya nunca faltó quien le pulverizara unas montañas, o le hiciera un buen
zumo de desierto.
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Tocaba y tocaba durante todo el día, durante meses y años, siempre
desafinando, pero haciéndolo mejor cada vez. Hasta que un día, de repente, el
arpa comenzó a entonar las melodías más maravillosas, pues era un arpa
mágica que sólo estaba dispuesta a tocar para quien de verdad pusiera interés
y esfuerzo. El rey llegó a escuchar la música, y mandó llamar a la niña; cuando
vio el arpa, se llenó de alegría, y en aquel momento nombró a la niña como su
músico particular, llenando de riquezas a ella y a su familia.
Pedro Pablo Sacristán
La cabeza de colores
Esta es la increíble historia de un niño muy singular. Siempre quería aquello
que no tenía: los juguetes de sus compañeros, la ropa de sus primos, los libros
de sus papás... y llegó a ser tan envidioso, que hasta los pelos de su cabeza
eran envidiosos. Un día resultó que uno de los pelos de la coronilla despertó de
color verde, y los demás pelos, al verlo tan especial, sintieron tanta envidia que
todos ellos terminaron de color verde. Al día siguiente, uno de los pelos de la
frente se manchó de azul, y al verlo, nuevamente todos los demás pelos
acabaron azules. Y así, un día y otro, el pelo del niño cambiaba de color,
llevado por la envidia que sentían todos sus pelos.
A todo el mundo le encantaba su pelo de colores, menos a él mismo, que tenía
tanta envidia que quería tener el pelo como los demás niños. Y un día, estaba
tan enfadado por ello, que se tiró de los pelos con rabia. Un pelo delgadito no
pudo aguantar el tirón y se soltó, cayendo hacia al suelo en un suave vuelo... y
entonces, los demás pelos, sintiendo envidia, se soltaron también, y en un
minuto el niño se había quedado calvo, y su cara de sorpresa parecía un chiste
malo.
Tras muchos lloros y rabias, el niño comprendió que todo había sido resultado
de su envidia, y decidió que a partir de entonces trataría de disfrutar de lo que
tenía sin fijarse en lo de los demás. Tratando de disfrutar lo que tenía, se
encontró con su cabeza lisa y brillante, sin un solo pelo, y aprovechó para
convertirla en su lienzo particular. Desde aquel día comenzó a pintar hermosos
cuadros de colores en su calva cabeza, que gustaron tantísimo a todos, que
con el tiempo se convirtió en un original artista famoso en el mundo entero.
Pedro Pablo Sacristán
La espada pacifista
Había una vez una espada preciosa. Pertenecía a un gran rey, y desde
siempre había estado en palacio, participando en sus entrenamientos y
exhibiciones, enormemente orgullosa. Hasta que un día, una gran discusión
entre su majestad y el rey del país vecino, terminó con ambos reinos
declarándose la guerra.
La espada estaba emocionada con su primera participación en una batalla de
verdad. Demostraría a todos lo valiente y especial que era, y ganaría una gran
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fama. Así estuvo imaginándose vencedora de muchos combates mientras iban
de camino al frente. Pero cuando llegaron, ya había habido una primera batalla,
y la espada pudo ver el resultado de la guerra. Aquello no tenía nada que ver
con lo que había imaginado: nada de caballeros limpios, elegantes y
triunfadores con sus armas relucientes; allí sólo había armas rotas y melladas,
y muchísima gente sufriendo hambre y sed; casi no había comida y todo estaba
lleno de suciedad envuelta en el olor más repugnante; muchos estaban medio
muertos y tirados por el suelo y todos sangraban por múltiples heridas...
Entonces la espada se dio cuenta de que no le gustaban las guerras ni las
batallas. Ella prefería estar en paz y dedicarse a participar en torneos y
concursos. Así que durante aquella noche previa a la gran batalla final, la
espada buscaba la forma de impedirla. Finalmente, empezó a vibrar. Al
principio emitía un pequeño zumbido, pero el sonido fue creciendo, hasta
convertirse en un molesto sonido metálico. Las espadas y armaduras del resto
de soldados preguntaron a la espada del rey qué estaba haciendo, y ésta les
dijo:
- "No quiero que haya batalla mañana, no me gusta la guerra"
- "A ninguno nos gusta, pero ¿qué podemos hacer?"
- "Vibrad como yo lo hago. Si hacemos suficiente ruido nadie podrá
dormir"
Entonces las armas empezaron a vibrar, y el ruido fue creciendo hasta hacerse
ensordecedor, y se hizo tan grande que llegó hasta el campamento de los
enemigos, cuyas armas, hartas también de la guerra, se unieron a la gran
protesta.
A la mañana siguiente, cuando debía comenzar la batalla, ningún soldado
estaba preparado. Nadie había conseguido dormir ni un poquito, ni siquiera los
reyes y los generales, así que todos pasaron el día entero durmiendo. Cuando
comenzaron a despertar al atardecer, decidieron dejar la batalla para el día
siguiente.
Pero las armas, lideradas por la espada del rey, volvieron a pasar la noche
entonando su canto de paz, y nuevamente ningún soldado pudo descansar,
teniendo que aplazar de nuevo la batalla, y lo mismo se repitió durante los
siguientes siete días.
Al atardecer del séptimo día, los reyes de los dos bandos se reunieron para ver
qué podían hacer en aquella situación. Ambos estaban muy enfadados por su
anterior discusión, pero al poco de estar juntos, comenzaron a comentar las
noches sin sueño que habían tenido, la extrañeza de sus soldados, el
desconcierto del día y la noche y las divertidas situaciones que había creado, y
poco después ambos reían amistosamente con todas aquellas historietas.
Afortunadamente, olvidaron sus antiguas disputas y pusieron fin a la guerra,
volviendo cada uno a su país con la alegría de no haber tenido que luchar y de
haber recuperado un amigo. Y de cuando en cuando los reyes se reunían para
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comentar sus aventuras como reyes, comprendiendo que eran muchas más las
cosas que los unían que las que los separaban.
Pedro Pablo Sacristán
El hada fea
Había una vez una aprendiz de hada madrina, mágica y maravillosa, la más
lista y amable de las hadas. Pero era también una hada muy fea, y por mucho
que se esforzaba en mostrar sus muchas cualidades, parecía que todos
estaban empeñados en que lo más importante de una hada tenía que ser su
belleza. En la escuela de hadas no le hacían caso, y cada vez que volaba a
una misión para ayudar a un niño o cualquier otra persona en apuros, antes de
poder abrir la boca, ya la estaban chillando y gritando:
-¡fea! ¡bicho!, ¡lárgate de aquí!.
Aunque pequeña, su magia era muy poderosa, y más de una vez había
pensado hacer un encantamiento para volverse bella; pero luego pensaba en lo
que le contaba su mamá de pequeña:
- tú eres como eres, con cada uno de tus granos y tus arrugas; y seguro que es
así por alguna razón especial...
Pero un día, las brujas del país vecino arrasaron el país, haciendo prisioneras a
todas las hadas y magos. Nuestra hada, poco antes de ser atacada, hechizó
sus propios vestidos, y ayudada por su fea cara, se hizo pasar por bruja. Así,
pudo seguirlas hasta su guarida, y una vez allí, con su magia preparó una gran
fiesta para todas, adornando la cueva con murciélagos, sapos y arañas, y
música de lobos aullando. Durante la fiesta, corrió a liberar a todas las hadas y
magos, que con un gran hechizo consiguieron encerrar a todas las brujas en la
montaña durante los siguientes 100 años.
Y durante esos 100 años, y muchos más, todos recordaron la valentía y la
inteligencia del hada fea. Nunca más se volvió a considerar en aquel país la
fealdad una desgracia, y cada vez que nacía alguien feo, todos se llenaban de
alegría sabiendo que tendría grandes cosas por hacer.
Pedro Pablo Sacristán
El ladrón de rubíes
El en palacio de Rubilandia había un ladrón de rubíes. Nadie sabía quién era, y
a todos tenía tan engañados el ladrón, que lo único que se sabía de él era que
vivía en palacio, y que en palacio debía tener ocultas las joyas.
Decidido el rey a descubrir quién era, pidió ayuda a un enano sabio, famoso
por su inteligencia. Estuvo el enano algunos días por allí, mirando y
escuchando, hasta que se volvió a producir un robo. A la mañana siguiente el
sabio hizo reunir a todos los habitantes del palacio en una misma sala. Tras
inspeccionarlos a todos durante la mañana y el almuerzo sin decir palabra, el
enano comenzó a preguntar a todos, uno por uno, qué sabían de las joyas
robadas.
Una vez más, nadie parecía haber sido el ladrón. Pero de pronto, uno de los
jardineros comenzó a toser, a retorcerse y a quejarse, y finalmente cayó al
suelo.
El enano, con una sonrisa malvada, explicó entonces que la comida que
acababan de tomar estaba envenenada, y que el único antídoto para aquel
veneno estaba escondido dentro del rubí que había desaparecido esa noche. Y
explicó cómo él mismo había cambiado los rubíes auténticos por unos falsos
pocos días antes, y cómo esperaba que sólo el ladrón salvara su vida, si es
que era especialmente rápido...
Las toses y quejidos se extendieron a otras personas, y el terror se apoderó de
todos los presentes. De todos, menos de uno. Un lacayo que al sentir los
primeros dolores no tardó en salir corriendo hacia el escondite en que
guardaba las joyas, de donde tomó el último rubí. Efectivamente, pudo abrirlo y
beber el extraño líquido que contenía en su interior, salvando su vida.
O eso creía él, porque el jardinero era uno de los ayudantes del enano, y el
veneno no era más que un jarabe preparado por el pequeño investigador para
provocar unos fuertes dolores durante un rato, pero nada más. Y el lacayo así
descubierto fue detenido por los guardias y llevado inmediatamente ante la
justicia.
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El rey, agradecido, premió generosamente a su sabio consejero, y cuando le
preguntó cuál era su secreto, sonrió diciendo:
- Yo sólo trato de conseguir que quien conoce la verdad, la de a conocer. -¿Y
quién lo sabía? si el ladrón había engañado a todos... - No, majestad, a todos
no. Cualquiera puede engañar a todo el mundo, pero nadie puede engañarse a
sí mismo.
Pedro Pablo Sacristán
El felicímetro
Dani estaba muy disgustado con Papá Noel. Era un niño muy bueno, pero le
molestaba tremendamente ver que casi todos los años muchos otros niños,
claramente más malos, recibían más juguetes por Navidad. Y fueron tantas sus
quejas, que una noche el propio Papá Noel apareció con el trineo en su
habitación, y le llevó con él al Polo Norte.
- Quiero enseñarte el mayor de los secretos -le dijo Papá Noel-. Si vienes te
mostraré cómo decidimos cuántos juguetes recibe cada niño en Navidad.
Cuando llegaron, Santa Claus le mostró algunos raros artilugios, mientras le
explicaba:
- Esto fue nuestro primer medidor de juguetes. Era una balanza, y los juguetes
se regalaban por peso. Dejamos de usarlo cuando un niño recibió tantos globos
que al explotar derrumbaron las paredes de su casa. - Ese otro con forma de
molde se llamaba "igualator". Servía para asegurarnos de que todos los niños
recibieran los mismos juguetes, pero como luego no tenía gracia cambiarlos
con otros niños, nadie los quería... Puff, casi me quedo sin trabajo, hubo un año
que apenas recibí unas pocas cartas y tuvimos que cambiarlo a toda prisa...
Y así fue hablando de los inventos que habían utilizado; algunos realmente
ridículos, otros un poco simplones, hasta que finalmente dijo:
- Pero todo se arregló con este invento, y desde entonces cada año recibo
muchos más millones de cartas que el anterior. Se llama Felicímetro, y
sirve para medir la felicidad de los niños. Cuando visitamos un niño,
ponemos en el felicímetro todo lo que tiene, y automáticamente nos dice
los mejores regalos para él.
- Pues debe estar estropeado, a mí siempre me tocan pocos regalos...-
protestó el niño.- ¡Qué va! funciona perfectamente.
Los niños que como tú tienen muchos amigos, unos papás y hermanos que les
quieren mucho, son generosos y no buscan la felicidad en las cosas tienen
miles de puntos en el felicímetro, y regalarles muchos juguetes sólo podría
bajárselos. Sin embargo, los niños que están más solos, o cuyos papás les
hacen menos caso, o que no tienen hermanos ni amigos, tienen tan pocos
puntos que da igual cuántos regalos añadamos al felicímetro: nunca pasan de
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la mitad... ése es el gran secreto del felicímetro: reciben más quienes de
verdad menos tienen.
Como no parecía terminar de creerlo, aquella Navidad Dani acompañó a Santa
Claus en su trineo llevando el felicímetro, comprobando él mismo cómo
quienes más regalos recibían eran los menos felices de todos. Y no pudo evitar
llorar cuando vieron un niño muy rico pero muy triste, que después de haber
abierto cien regalos, pasó la noche solitario en su habitación...
Y sintió tanta pena por esos niños, que ya nunca más volvió a envidiar sus
regalos y sus cosas, y se esforzó cada día por hacerles llegar a aquellos niños
una pequeña parte de su gran felicidad.
Pedro Pablo Sacristán
La madriguera abarrotada
Un conejo construyó una estupenda madriguera en la que vivía felizmente. Lo
hizo tan bien, que cuando llegaron unas grandes lluvias que inundaron
prácticamente todo el bosque y las casas de numerosos animales, la suya
quedó a salvo. Pronto empezaron el resto de animales a pedirle que les dejara
pasar aquel invierno en su casa, uno detrás de otro, hasta que la madriguera
estaba totalmente llena y no cabía nadie más, pero al conejo no le importó la
incomodidad porque se sentía generoso.
Un día de primavera, cuando todos habían vuelto a rehacer sus casas, el
conejo andaba paseando tan despistado que no se dio cuenta de que un lince
planeaba atraparle. Uno de los animales que había vivido en casa del conejo le
advirtió justo antes de ser cazado, y le ofreció cobijo. El lince destrozó su casa,
pero el conejo pudo escapar hasta llegar a ocultarse en casa de otro de sus
amigos. Así, durante todo un día, el lince persiguió al conejo de cueva en cueva
y de madriguera en madriguera, pero éste pudo salvarse ayudado por todos
aquellos a quienes había ofrecido cobijo, y aun por muchos otros que
estuvieron encantados de ayudarle.
Y se sintió enormemente feliz, no sólo de escapar del lince, sino de haber
llegado a tener tantos amigos gracias a su generosidad.
Pedro Pablo Sacristán
La economía de la sonrisa
Había una vez un rey sabio y bueno que observaba preocupado la importancia
que todos daban al dinero, a pesar de que en aquel país no había pobres y se
vivía bastante bien.
- ¿Por qué tanto empeño en conseguir dinero?- preguntó a sus consejeros. -
¿Para qué les sirve? - Parece que lo usan para comprar pequeñas cosas que
les dan un poco más de felicidad - contestaron tras muchas averiguaciones.
- ¿Felicidad, es eso lo que persiguen con el dinero? - y tras pensar un
momento, añadió sonriente. - Entonces tengo la solución: cambiaremos de
moneda.
Y fue a ver a los magos e inventores del reino para encargarles la creación de
un nuevo aparato: el portasonrisas. Luego, entregó un portasonrisas con más
de cien sonrisas a cada habitante del reino, e hizo retirar todas las monedas.
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-¿Para qué utilizar monedas, si lo que queremos es felicidad? - dijo
solemnemente el día del cambio.- ¡A partir de ahora, llevaremos la felicidad en
el bolsillo, gracias al portasonrisas!
Fue una decisión revolucionaria. Cualquiera podía sacar una sonrisa de su
portasonrisas, ponérsela en la cara y alegrarse durante un buen rato.
Pero algunos días después, los menos ahorradores ya habían gastado todas
sus sonrisas. Y no sabían cómo conseguir más. El problema se extendió tanto
que empezaron a surgir quejas y protestas contra la decisión del rey,
reclamando la vuelta del dinero. Pero el rey aseguró que no volvería a haber
monedas, y que deberían aprender a conseguir sonrisas igual que antes
conseguían dinero.
Así empezó la búsqueda de la economía de la sonrisa. Primero probaron a
vender cosas a cambio de sonrisas, sólo para descubrir que las sonrisas de
otras personas no les servían a ellos mismos. Luego pensaron que
intercambiando portasonrisas podrían arreglarlo, pero tampoco funcionó.
Muchos dejaron de trabajar y otros intentaron auténticas locuras. Finalmente,
después de muchos intentos en vano, y casi por casualidad, un viejo labrador
descubrió cómo funcionaba la economía de la sonrisa.
Aquel labrador había tenido una estupenda cosecha con la que pensó que se
haría rico, pero justo entonces el rey había eliminado el dinero y no pudo hacer
gran cosa con tantos y tan exquisitos alimentos. Él también trató de utilizarlos
para conseguir sonrisas, pero finalmente, viendo que se echarían a perder,
decidió ir por las calles y repartirlos entre sus vecinos.
Aunque le costó regalar toda su cosecha, el labrador se sintió muy bien
después de haberlo hecho. Pero nunca imaginó lo que le esperaba al regresar
a casa, con las manos completamente vacías. Tirado en el suelo, junto a la
puerta, encontró su olvidado portasonrisas ¡completamente lleno de nuevas y
frescas sonrisas!
De esta forma descubrieron en aquel país la verdadera economía de la
felicidad, comprendiendo que no puede comprarse con dinero, sino con las
buenas obras de cada uno, las únicas capaces de llenar un portasonrisas. Y
tanto y tan bien lo pusieron en práctica, que aún hoy siguen sin querer saber
nada del dinero, al que sólo ven como un obstáculo para ser verdaderamente
felices.
Pedro Pablo Sacristán
La nube avariciosa
Érase una vez una nube que vivía sobre un país muy bello. Un día, vio pasar
otra nube mucho más grande y sintió tanta envidia, que decidió que para ser
más grande nunca más daría su agua a nadie, y nunca más llovería.
Efectivamente, la nube fue creciendo, al tiempo que su país se secaba. Primero
se secaron los ríos, luego se fueron las personas, después los animales, y
finalmente las plantas, hasta que aquel país se convirtió en un desierto. A la
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nube no le importó mucho, pero no se dio cuenta de que al estar sobre un
desierto, ya no había ningún sitio de donde sacar agua para seguir creciendo, y
lentamente, la nube empezó a perder tamaño, sin poder hacer nada para
evitarlo.
La nube comprendió entonces su error, y que su avaricia y egoísmo serían la
causa de su desaparición, pero justo antes de evaporarse, cuando sólo
quedaba de ella un suspiro de algodón, apareció una suave brisa. La nube era
tan pequeña y pesaba tan poco, que el viento la llevó consigo mucho tiempo
hasta llegar a un país lejano, precioso, donde volvió a recuperar su tamaño.
Y aprendida la lección, siguió siendo una nube pequeña y modesta, pero
dejaba lluvias tan generosas y cuidadas, que aquel país se convirtió en el más
verde, más bonito y con más arcoíris del mundo.
Pedro Pablo Sacristán
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Y antes de que las lágrimas inundaran sus ojos, antes incluso de saber cuál era
el color definitivo de sus alas, Brodek voló hasta la laguna, se sumergió cuanto
pudo en ella para calmar su sed de paz, y voló hacia el cielo, tan alto como
pudo, como tratando de escapar de la injusta tierra y de su cruel destino. Y
cuando estuvo tan lejos que el frío le impedía mover las alas, abrió la boca para
soltar su gran llamarada, como queriendo gastarla completamente, o no
haberla tenido nunca.
Pero en lugar de fuego, de su boca surgió una finísima capa de escarcha que
cubrió los campos, como si su deseo de paz y el agua de la laguna hubieran
obrado un milagro. Y sólo entonces descubrió que no sería un dragón de la
noche, ni un dragón de la luz, pues una de sus alas pertenecía a la luna, y la
otra la sol.
Y cada cierto tiempo, Brodek vuelve a decorar los campos con su mágico
aliento escarchado, como queriendo recordar al mundo que no es necesario
elegir entre el día y la noche cuando no se sabe odiar.
Pedro Pablo Sacristán
La grandeza de un rey
Había una vez un poderoso rey que tenía tres hijos. Dudando sobre quién
debía sucederlo en el trono, envió a cada uno de ellos a gobernar un territorio
durante cinco años, al término de los cuales deberían volver junto a su padre
para mostrarle sus logros.
Así marcharon los tres, cada uno a su lugar, alegres por poder ejercer como
reyes. Pero al llegar descubrieron decepcionados que tan sólo se trataba de
pequeñas villas con un puñado de aldeanos, en las que ni siquiera había un
castillo.
- Seguro que a mis hermanos se les han dado reinos mayores, pero
demostraré a mi padre que puedo ser un gran rey - se dijo el mayor. Y juntando
a los pocos habitantes de su villa, les enseñó las artes de la guerra para formar
un pequeño ejército con el que conquistar las villas vecinas. Así, su pequeño
reino creció en fuerza y poder, y al cabo de los cinco años había multiplicado
cien veces su extensión. Orgulloso, el joven príncipe reunió a aquellos primeros
aldeanos, y viajó junto a su padre.
- Seguro que a mis hermanos se les han dado reinos mayores; sin duda mi
padre quiere probar si puedo ser un gran rey - pensó el mediano. Y desde
aquel momento inició con sus aldeanos la construcción del mayor de los
palacios. Y tras cinco años de duro trabajo, un magnífico palacio presidía la
pequeña aldea. Satisfecho, el joven príncipe viajó junto a su padre en
compañía de sus fieles aldeanos.
- Seguro que a mis hermanos se les han dado reinos mayores, así que la gente
de esta aldea debe de ser importante para mi padre - pensó el pequeño. Y
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resolvió cuidar de ellos y preocuparse por que nada les faltara. Durante sus
cinco años de reinado, la aldea no cambió mucho; era un lugar humilde y
alegre, con pequeñas mejoras aquí y allá, aunque sus aldeanos parecían muy
satisfechos por la labor del príncipe, y lo acompañaron gustosos junto al rey.
Los tres hermanos fueron recibidos con alegría por el pueblo, con todo
preparado para la gran fiesta de coronación. Pero cuando llegaron ante su
padre y cada uno quiso contar las hazañas que debían hacerle merecedor del
trono, el rey no los dejó hablar. En su lugar, pidió a los aldeanos que contaran
cómo habían sido sus vidas.
Así, los súbditos del hijo mayor mostraron las cicatrices ganadas en sus
batallas, y narraron todo el esfuerzo y sufrimiento que les había supuesto
extender su reino. El hermano mayor sería un rey temible, fuerte y poderoso, y
se sentían orgullosos de él.
Los súbditos del mediano contaron cómo, bajo el liderazgo del príncipe, habían
trabajado por la mañana en el campo y por la tarde en la obra para construir
tan magnífico palacio. Sin duda sería un gran rey capaz de los mayores logros,
y se sentían orgullosos de él.
Finalmente, los súbditos del pequeño, medio avergonzados, contaron lo felices
que habían sido junto a aquel rey humilde y práctico, que había mejorado sus
vidas en tantas pequeñas cosas. Como probablemente no era el gran rey que
todos esperaban, y ellos le tenían gran afecto, pidieron al rey que al menos
siguiera gobernando su villa.
Acabadas las narraciones, todos se preguntaban lo mismo que el rey ¿Cuál de
los príncipes estaría mejor preparado para ejercer tanto poder?
Indeciso, y antes de tomar una decisión, el rey llamó uno por uno a todos sus
súbditos y les hizo una sola pregunta:
- Si hubieras tenido que vivir estos cinco años en una de esas tres villas, ¿cuál
hubieras elegido?
Todos, absolutamente todos, prefirieron la vida tranquila y feliz de la tercera
villa, por muy impresionados que estuvieran por las hazañas de los dos
hermanos mayores.
Y así, el más pequeño de los príncipes fue coronado aquel día como el más
grande de los reyes, pues la grandeza de los gobernantes se mide por el afecto
de sus pueblos, y no por el tamaño de sus castillos y riquezas.
El robot desprogramado
Ricky vivía en una preciosa casa del futuro con todo lo que quería. Aunque no
ayudaba mucho en casa, se puso contentísimo cuando sus papás compraron
un robot mayordomo último modelo. Desde ese momento, iba a encargarse de
hacerlo todo: cocinar, limpiar, planchar, y sobre todo, recoger la ropa y su
cuarto, que era lo que menos le gustaba a Ricky. Así que aquel primer día
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Ricky dejó su habitación hecha un desastre, sólo para levantarse al día
siguiente y comprobar que todo estaba perfectamente limpio.
De hecho, estaba "demasiado" limpio, porque no era capaz de encontrar su
camiseta favorita, ni su mejor juguete. Por mucho que los buscó, no volvieron a
aparecer, y lo mismo fue ocurriendo con muchas otras cosas que
desaparecían. Así que empezó a sospechar de su brillante robot mayordomo.
Preparó todo un plan de espionaje, y siguió al robot por todas partes, hasta que
le pilló con las manos en la masa, cogiendo uno de sus juguetes del suelo y
guardándoselo.
El niño fue corriendo a contar a sus padres que el robot estaba roto y mal
programado, y les pidió que lo cambiaran. Pero sus padres dijeron que de
ninguna manera, que eso era imposible y que estaban encantados con el
mayordomo. Que además cocinaba divinamente. Así que Ricky tuvo que
empezar a conseguir pruebas y tomar fotos a escondidas. Continuamente
insistía a sus padres sobre el "chorizo" que se escondía bajo aquel amable y
simpático robot, por mucho que cocinara mejor que la abuela.
Un día, el robot oyó sus protestas, y se acercó a él para devolverle uno de sus
juguetes y algo de ropa.
- Toma, niño. No sabía que esto te molestaba- dijo con su metálica voz.
- ¡Cómo no va a molestarme, chorizo! ¡Llevas semanas robándome cosas!
-respondió furioso el niño.
- Sólo creía que no te gustaban, y que por eso las tratabas tan mal y las tenías
por el suelo. Yo estoy programado para recoger todo lo que pueda servir, y por
las noches lo envío a lugares donde a otra gente pueda darles buen uso. Soy
un robot de eficiencia máxima, ¿no lo sabías? - dijo con cierto aire orgulloso.
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Todos eligieron a la maestra. Entonces Carlos dijo a los del segundo grupo:
- La misma pregunta va a ser para vosotros, pero tenéis que saber que a
Pablo, antes de empezar, le he dado un papel con la pregunta y la respuesta.
Entre las quejas de los del primer grupo, los del segundo eligieron sonrientes a
Pablo. Luego Carlos siguió con los últimos:
- Os toca a vosotros. Lo que les he contado a los del segundo grupo era
mentira. El papel se lo había dado a Lucas.
Y entre abucheos de unos y risas de otros, Pablo mostró las manos vacías y
Lucas enseñó el papel con la pregunta y la respuesta. Po supuesto, fue el
único que acertó la difícil pregunta que ni la maestra ni Pablo supieron
responder. Mientras los ganadores repartían las golosinas entre todos, Carlos
explicó:
- Este experimento se llama "Sin verdad no hay libertad". Demuestra que sólo
podemos elegir libremente si conocemos toda la verdad y tenemos toda la
información. Los grupos 1 y 2 parecía que eran libres para elegir a quien
quisieran, pero al no saber la verdad, realmente no eran libres, aun sin saberlo,
cuando eligieron. Si lo hubiera sabido su elección habría sido otra
El experimento de Andrea fue muy diferente. Apareció en la clase con Lalo, su
hámster, y unos trozos de queso y pan, y preparó distintas pruebas.
En la primera puso un trozo de queso, cubierto con un vaso de cristal, y al lado
un pedazo de pan al aire libre. Cuando soltó a Lalo, este fue directo al queso,
golpeándose contra el vaso. Trató de llegar al queso durante un buen rato, pero
al no conseguirlo, terminó comiendo el pan. Andrea siguió haciendo pruebas
parecidas durante un rato, un pelín crueles, pero muy divertidas, en las que que
el pobre Lalo no podía alcanzar el queso y terminaba comiendo su pan.
Finalmente, colocó un trozo de queso y otro pan, ambos sueltos, y Lalo,
aburrido, ignoró el queso y fue directamente a comer el pan. El experimento
gustó mucho a todos, y mientras la señorita Elisa premiaba a Lalo con el queso
que tanto se había merecido, Andrea explicó:
- El experimento se llama "Límites". Demuestra que lo, lo sepamos o no,
nuestra libertad siempre tiene límites, y que no sólo pueden estar fuera, sino
dentro de nosotros, como con mi querido Lalo, que pensaba que no sería
capaz de coger el queso aunque estuviera suelto.
Muchos más experimentos interesantes se vieron ese día, y puede que alguna
vez los contemos, pero lo que está claro es que los niños de la clase de la
señorita Elisa terminaron sabiendo de la libertad más que muchos mayores.
El pingüino y el canguro
Había una vez un canguro que era un auténtico campeón de las carreras, pero
al que el éxito había vuelto vanidoso, burlón y antipático. La principal víctima de
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sus burlas era un pequeño pingüino, al que su andar lento y torpón impedía
siquiera acabar las carreras.
Un día el zorro, el encargado de organizarlas, publicó en todas partes que su
favorito para la siguiente carrera era el pobre pingüino. Todos pensaban que
era una broma, pero aún así el vanidoso canguro se enfadó muchísimo, y sus
burlas contra el pingüino se intensificaron. Éste no quería participar, pero era
costumbre que todos lo hicieran, así que el día de la carrera se unió al grupo
que siguió al zorro hasta el lugar de inicio. El zorro los guió montaña arriba
durante un buen rato, siempre con las mofas sobre el pingüino, sobre que si
bajaría rondando o resbalando sobre su barriga...
Pero cuando llegaron a la cima, todos callaron. La cima de la montaña era un
cráter que había rellenado un gran lago. Entonces el zorro dio la señal de
salida diciendo: "La carrera es cruzar hasta el otro lado". El pingüino,
emocionado, corrió torpemente a la orilla, pero una vez en el agua, su
velocidad era insuperable, y ganó con una gran diferencia, mientras el canguro
apenas consiguió llegar a la otra orilla, lloroso, humillado y medio ahogado. Y
aunque parecía que el pingüino le esperaba para devolverle las burlas, éste
había aprendido de su sufrimiento, y en lugar de devolvérselas, se ofreció a
enseñarle a nadar.
Aquel día todos se divirtieron de lo lindo jugando en el lago. Pero el que más lo
hizo fue el zorro, que con su ingenio había conseguido bajarle los humos al
vanidoso canguro.
Bulá, el viajero
Hace muchos, muchos años, un gran señor llamado Bulá reconoció en el cielo
signos nunca vistos. Anunciaban la llegada del más grande de los reyes que el
mundo hubiera conocido. Asombrado por tanto poder, el rico señor decidió salir
en su búsqueda con la intención de ponerse al servicio de aquel poderoso rey y
así ganar un puesto de importancia en el futuro imperio.
Juntando todas sus riquezas, preparó una gran caravana y se dirigió hacia el
lugar que indicaban sus signos. Pero no contaba aquel poderoso señor con que
el camino era largo y duro.
Muchos de sus sirvientes cayeron enfermos, y él, señor bondadoso, se ocupó
de ellos, gastando grandes riquezas en sabios y doctores. Cruzaron también
zonas tan secas, que sus habitantes morían de hambre por decenas, y les
permitió unirse a su viaje, proporcionándoles vestido y alimento. Encontró
grupos de esclavos tan horriblemente maltratados que decidió comprar su
libertad, constándole grandes sumas de oro y joyas. Los esclavos,
agradecidos, también se unieron a Bulá.
Tan largo fue el viaje, y tantos los que terminaron formando aquella caravana,
que cuando por fin llegaron a su destino, apenas guardaba ya algunas joyas,
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una pequeñísima parte de las que inicialmente había reservado como regalo
para el gran rey. Bulá descubrió el último de los signos, una gran estrella
brillante tras unas colinas, y se dirigió allí cargando sus últimas riquezas.
Camino hacia el palacio del gran rey se cruzó con muchos caminantes pero, al
contrario de lo que esperaba, pocos eran gente noble y poderosa; la mayoría
eran pastores, hortelanos y gente humilde. Viendo sus pies descalzos, y
pensando que de poco servirían sus escasas riquezas a un rey tan poderoso,
terminó por repartir entre aquellas gentes las últimas joyas que había
guardado.
Definitivamente, sus planes se habían torcido del todo. Ya no podría siquiera
pedir un puesto en el nuevo reino. Y pensó en dar media vuelta, pero había
pasado por tantas dificultades para llegar hasta allí, que no quiso marcharse sin
conocer al nuevo rey del mundo.
Así, continuó andando, sólo para comprobar que tras una curva el camino
terminaba. No había rastro de palacios, soldados o caballos. Tan sólo podía
verse, a un lado del camino, un pequeño establo donde una humilde familia
trataba de protegerse del frío. Bulá, desanimado por haberse perdido de nuevo,
se acercó al establo con la intención de preguntar a aquellas gentes si
conocían la ruta hacia el palacio del nuevo rey.
- Traigo un mensaje para él- explicó mostrando un pergamino -. Me gustaría
ponerme a su servicio y tener un puesto importante en su reino.
Todos sonrieron al oír aquello, especialmente un bebé recién nacido que
reposaba en un pesebre. La mujer dijo, extendiendo la mano y tomando el
mensaje:
- Deme el mensaje, yo lo conozco y se lo daré en persona.
Y acto seguido se lo dio al niño, que entre las risas de todos lo aplastó con sus
manitas y se lo llevó a la boca, dejándolo inservible.
Bulá no sonrió ante aquella broma. Destrozado al ver que apenas tenía ya
nada de cuanto un día llegó a poseer, cayó al suelo, llorando amargamente.
Mientras lloraba, la mano del bebé tocó su pelo. El hombre levantó la cabeza y
miró al niño. Estaba tranquilo y sonriente, y era en verdad un bebé tan precioso
y alegre, que pronto olvidó sus penas y comenzó a juguetear con él.
Allí permaneció casi toda la noche el noble señor, acompañando a aquella
humilde familia, contándoles las aventuras y peripecias de su viaje, y
compartiendo con ellos lo poco que le quedaba. Cuando ya amanecía, se
dispuso a marchar, saludando a todos y besando al niño. Este, sonriente como
toda la noche, agarró el babeado pergamino y se lo pegó en la cara, haciendo
reír a los presentes. Bulá tomó el pergamino y lo guardó como recuerdo de
aquella agradable familia.
Al día siguiente inició el viaje de vuelta a su tierra. Y no fue hasta varios días
después cuando, recordando la noche en el establo, encontró el pergamino
entre sus ropas y volvió a abrirlo. Las babas del bebé no habían dejado rastro
del mensaje original. Pero justo en aquel momento, mientras miraba el vacío
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papiro, finísimas gotas de agua y de oro llenaron el aire y se fueron posando
lentamente en él. Y con lágrimas de felicidad rodando por las mejillas, Bulá
pudo leer:
Recibí tu mensaje. Gracias por tu visita y por los regalos que trajiste de tus
tierras para todos los amigos míos que fuiste encontrando por el camino. Te
aseguro que ya tienes un Gran Puesto en mi Reino.
Fdo.: Jesús, Rey de Reyes
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visitaba el pueblo le recibían con gran alegría, poniéndole un gran gorro con el
que no se podía oír nada.
Las arrugas
Era un día soleado de otoño la primera vez que Bárbara se fijó en que el
abuelo tenía muchísimas arrugas, no sólo en la cara, sino por todas partes.
- Abuelo, deberías darte la crema de mamá para las arrugas.
El abuelo sonrió, y un montón de arrugas aparecieron en su cara.
- ¿Lo ves? Tienes demasiadas arrugas - Ya lo sé Bárbara. Es que soy un poco
viejo... Pero no quiero perder ni una sola de mis arrugas. Debajo de cada una
guardo el recuerdo de algo que aprendí.
A Bárbara se le abrieron los ojos como si hubiera descubierto un tesoro, y así
los mantuvo mientras el abuelo le enseñaba la arruga en la que guardaba el día
que aprendió que era mejor perdonar que guardar rencor, o aquella otra que
decía que escuchar era mejor que hablar, esa otra enorme que mostraba que
es más importante dar que recibir o una muy escondida que decía que no
había nada mejor que pasar el tiempo con los niños...
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Desde aquel día, a Bárbara su abuelo le parecía cada día más guapo, y con
cada arruga que aparecía en su rostro, la niña acudía corriendo para ver qué
nueva lección había aprendido. Hasta que en una de aquellas charlas, fue su
abuelo quien descubrió una pequeña arruga en el cuello de la niña:
- ¿Y tú? ¿Qué lección guardas ahí?
Bárbara se quedó pensando un momento. Luego sonrió y dijo
- Que no importa lo viejito que llegues a ser abuelo, porque.... ¡te quiero!
El origen de la felicidad
Había una vez un niño que era muy feliz, , aunque no tenía muchos juguetes ni
dinero. Él decía que lo que le hacía feliz era hacer cosas por los demás, y que
eso le daba una sensación genial en su interior. Pero realmente nadie le creía,
y pensaban que no andaba muy bien de la cabeza. Dedicaba todo el día a
ayudar a los demás, a dar limosna y ayuda a los más pobres, a cuidar de los
animales, y raras veces hacía nada para sí mismo.
Un día conoció a un famoso médico al que extrañó tanto su caso, que decidió
investigarlo, y con un complejo sistema de cámaras y tubos, pudo grabar lo que
ocurría en su interior. Lo que descubrieron fue sorprendente: cada vez que
hacía algo bueno, un millar de angelitos diminutos aparecían para hacerle
cosquillas justo en el corazón.
Aquello explicó la felicidad del niño, pero el médico siguió estudiando hasta
descubrir que todos tenemos ese millar de angelitos en nuestro interior. La
pena es que como hacemos tan pocas cosas buenas, andan todos aburridos
haciendo el vago. Y así se descubrió en qué consiste la felicidad, y gracias a
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ese niño todos sabemos qué hay que hacer para llegar a sentir cosquillitas en
el corazón
Los calaguarris
Todo el mundo sabe que la historia de nuestro planeta cambió para siempre
algún tiempo después de los juegos olímpicos de Pekín. Sucedió que las
costas y mares de la tierra se llenaron de una especie animal muy dañina y
contaminante, parecida a un calamar, a los que se llamó "calaguarris". Los
calaguarris eran numerosísimos e imposibles de atrapar, pero lo peor era que
llenaban las aguas del mar de aceites, latas, papeles y todo tipo de basuras. La
situación era terrible, pues el planeta se contaminó a toda velocidad, y se
organizaron cazas y equipos de investigación avanzadísimos para intentar
acabar con aquella plaga. Pero nadie era capaz ni siquiera de pescar un
calaguarri.
Pito Pescaito fue el primero en conseguirlo. Era un niño que vivía en una
pequeña aldea de pescadores y cuando enseñó su calaguarri se convirtió en el
niño más famoso del mundo. A la aldea llegaron sabios, científicos y
gobernantes de todas partes para estudiar aquella especie. Todo se preparó
para abrir al animal, e incluso iba a ser retransmitido por televisión a todo el
mundo...
Así que todo el mundo alucinó cuando al abrir el calaguarri descubrieron una
minúscula nave espacial del tamaño de zapato con unos marcianitos dentro.
Resultó que eran simpáticos y divertidos, y muy listos, y en muy poco tiempo
estaban hablando con los gobernantes del mundo, todos muy enfadados con la
actitud tan sucia y contaminante que tenían con el planeta. Así que todos
esperaban una explicación para un comportamiento tan poco civilizado...
- Venimos de un planeta que iba a ser destruido - comenzaron explicando-. La
tierra nos gustó tanto, que estuvimos días espiando lo que hacíais los
humanos, para poder quedarnos aquí haciendo lo mismo y que fuerais felices.
Por eso, al ver que plantábais latas, papeles y aceites, inventamos unas
máquinas carísimas que hacían lo mismo, y escondidos en disfraces de
calamar, tratamos de vivir felices y en paz. ¿Estáis contentos? ¿Podemos
quedarnos? por fiiiss....
Los calaguarris se quedaron esperando una respuesta. Pero nadie dijo nada.
Todos, hasta los que lo veían por televisión, estaban rojos de vergüenza,
recordando la última vez que habían tirado un papel o un poco de aceite al
suelo. Y todos los que lo vimos, seguimos recordando cómo unos inocentes
marcianitos nos hicieron darnos cuenta de lo poco que cuidábamos el planeta.
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El inventor de monstruos
Ramoncete no quería aprender a leer. Tantas letras juntas le parecía un
aburrimiento enorme, y no terminaba de entender por qué todos los mayores y
muchos otros niños, disfrutaban tanto con la lectura.
Él miraba las letras y no veía nada interesante, a él que tanto le gustaban las
historias de monstruos y bichos terribles. Un día paseaba por la tienda de
disfraces de don Mostrocho. Le encantaba aquella tienda, porque don
Mostrocho era capaz de inventar los monstruos más alucinantes, y cada año
tenía muchos nuevos monstruos, ¡con lo difícil que era sólo inventar uno nuevo!
Aquel día el dueño de la tienda leía, y a Ramoncete le llamó la atención:
- ¿Por qué lee tanto? ¡si los libros no dicen nada interesante!
- ¿Cómo que no? - respondió don Mostrocho.
- Pues claro, no dicen nada de monstruos ni bichos- añadió el chaval.
- ¡No puedo creerlo! - exclamó sorprendido el tendero- ¿Aún no te he contado
mi secreto?
Entonces don Mostrocho tomó el libro que estaba leyendo y se lo enseñó a
Ramoncete.
- ¿Qué ves aquí?
El niño comenzó a leer con cierta dificultad y desgana.
- ¡No, no! , así no. Tienes que mirarlo todo. Si quieres puedes alejártelo un
poco, o incluso darle la vuelta. ¿No ves algo diferente?
Al momento Ramoncete lo vio: ¡las líneas y letras de aquella página formaban
un gran dibujo que le recordaba a un dinosaurio!, y una enorme sonrisa se
dibujó en su cara. Comenzó a pasar las hojas y descubrió muchas otras figuras
en cada página, según se largaban y acortaban las líneas, al derecho, de lado
y al revés, y sin dejar de imaginarse que podían ser monstruos, animales o
fantasmas...
- Ahora ya sabes cómo invento tantos monstruos- dijo don Mostrocho
guiñándole un ojo.- Lo único que tienes que hacer es leer la página, y luego
mirarla para descubrir el monstruo que esconde. ¿Sabías que casi todas tienen
algo especial? sólo hay que saber verlo.
Ramoncete se despidió ilusionado con su nuevo descubrimiento, y desde aquel
momento era raro no encontrarle con un libro en la mano, buscando las figuras
que escondía, y sin siquiera darse cuenta de las miles de cosas nuevas que
aprendía, cada día, a través de sus libros.
Y tú ¿has encontrado algo escondido en este cuento?... y no olvides que
puedes darle la vuelta.
La llegada inesperada
Menudo revuelo se armó en el Cielo cuando apareció Tatiana. Nadie se lo
esperaba, porque aún era muy joven y además era la mamá de dos niños
pequeños, así que San Pedro la miró muy severamente, diciendo:
- ¿Pero qué haces aquí? Seguro que todavía no te toca...
Sin embargo, al comprobar su libro, San Pedro no se lo podía creer. Era
verdad, había hecho todas aquellas cosas que permitían la entrada al Cielo,
incluyendo dar todo lo que necesitaban sus hijos, ¡y en tan poco tiempo! Al ver
su extrañeza, Tatiana dijo sonriente.
- Siempre fui muy rápida en todo. Desde que Renato y Andrea eran bebés les
di cuanto tenía, y lo guardé en un tesoro al que sólo pudieran acceder ellos.
Todos sabían a qué se refería Tatiana. Las mamás van llenando de amor y
virtudes el corazón de sus hijos, y sólo pueden ir al Cielo cuando está
completamente lleno. Aquello era un notición, porque no era nada normal
conocer niños que tuvieran el corazón lleno tan pronto, y todos quisieron verlo.
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Ver los corazones de los niños es el espectáculo favorito de los ángeles. Por la
noche, cuando los niños duermen, sus corazones brillan intensamente con un
brillo de color púrpura que sólo los ángeles pueden ver, y se sientan alrededor
susurrando bellas canciones. Esa noche esperaron en la habitación de Adrián y
Andrea miles de ángeles. Ninguno de ellos había dejado de estar triste por la
marcha de su madre, pero no tardaron en dormirse. Cuando lo hicieron, su
corazón comenzó a iluminarse como siempre lo hacen, poco a poco, brillando
cada vez más, hasta alcanzar unos brillos y juegos de luces de belleza
insuperable. Sin duda Tatiana había dejado su corazón tan rebosante de amor
y virtudes, que podrían compartirlo con otros mil niños, y los ángeles
agradecieron el espectáculo con sus mejores cánticos, y la promesa de volver
cada noche. Al despertar, ni Adrián ni Andrea vieron nada extraño, pero se
sintieron con fuerzas para comenzar el día animados, dispuestos a llegar a ser
los niños que su madre habría querido.
Así, sin dejar de echar de menos a su mamá, Adrián y Andrea crecieron como
unos niños magníficos y singulares, excelentemente bondadosos, que tomaban
ánimos cada día del corazón tan rebosante de amor y virtudes que les había
dejado su madre, y de la compañía de los miles de ángeles que cada noche
acudían a verlo brillar.
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El ladrón de pelos
Valeria era una niña muy preocupada por su papá. Desde hacía algún tiempo,
había visto que se estaba quedando calvo, y que cada vez tenía menos pelo.
Un día, se atrevió a preguntárselo:
- Papá, ¿por qué cada día tienes menos pelo?
Su papá le dijo sonriente:
- Es por el ladrón de pelos. Hay por esta zona un ladronzuelo chiquitito que
visita mi cabeza por las noches cuando estoy dormido, y me quita todos los
pelos que le da gana. ¡Y no hay forma de atraparlo!
Valeria se quedó preocupada, pero decidida a ayudar a su papá, aquella
misma noche aguantó despierta tanto como pudo. Cuando oyó los primeros
ronquidos de su padre, agarró una gran masa y se fue a la habitación de sus
padres. Entró muy despacito, sin hacer ruido, para que el ladrón de pelos no
pudiera sentirla, y cuando llegó junto a su papá, se quedó observando
detenidamente su cabeza, decidida a atrapar al ladrón de pelos en cuanto
apareciera. Al poco, vio una una sombra sobre la cabeza, y con todas las
fuerzas que tenía, lanzó el porrazo más fuerte que pudo.
¡Menudo golpe! Su papá pegó un enorme grito y se levantó de un salto, con un
enorme chichón en la cabeza y un buen susto en el cuerpo. Al encender la luz,
se encontró con Valeria de frente, con la mano en alto sujetando la maza, y
diciendo:
- ¡casi lo tenía! papá. ¡Creo que le he dado, pero el ladrón de pelos se ha
escapado!
Al oír eso, y ver al papá con la cabeza bien dolorida, la mamá comenzó a
reírse:
- Eso te pasa por contarle tonterías a la niña - dijo divertida.
Y el padre de Valeria tuvo que explicarle que no existía ningún ladrón de pelos,
y contarle la verdad de por qué se quedaba calvo. Y así, con la ayuda de un
gran chichón en su cabeza, comprendió lo importante que era no engañar a los
niños y contarles siempre la verdad. Y Valeria, que seguía preocupada por su
papá, dejó de buscar ladrones de pelos, y le compró un bonito gorro de dormir.
La rosa blanca
En un jardín de matorrales, entre hierbas y maleza, apareció como salida de
la nada una rosa blanca. Era blanca como la nieve, sus pétalos parecían de
terciopelo y el rocío de la mañana brillaba sobre sus hojas como cristales
resplandecientes. Ella no podía verse, por eso no sabía lo bonita que era.
Por ello pasó los pocos días que fue flor hasta que empezó a marchitarse
sin saber que a su alrededor todos estaban pendientes de ella y de su
perfección: su perfume, la suavidad de sus pétalos, su armonía. No se daba
cuenta de que todo el que la veía tenia elogios hacia ella.Las malas hierbas
que la envolvían estaban fascinadas con su belleza y vivían hechizadas por su
aroma y elegancia.
Un día de mucho sol y calor, una muchacha paseaba por el jardín pensando
cuántas cosas bonitas nos regala la madre tierra, cuando de pronto vio una
rosa blanca en una parte olvidada del jardín, que empezaba a marchitarse.
–Hace días que no llueve, pensó – si se queda aquí mañana ya estará
mustia. La llevaré a casa y la pondré en aquel jarrón tan bonito que me
regalaron. Y así lo hizo. Con todo su amor puso la rosa marchita en agua, en
un lindo jarrón de cristal de colores, y lo acercó a la ventana.- La dejaré aquí,
pensó –porque así le llegará la luz del sol. Lo que la joven no sabía
es que su reflejo en la ventana mostraba a la rosa un retrato de ella misma
que jamás había llegado a conocer.
-¿Esta soy yo? Pensó. Poco a poco sus hojas inclinadas hacia el suelo se
fueron enderezando y miraban de nuevo hacia el sol y así, lentamente, fue
recuperando su estilizada silueta. Cuando ya estuvo totalmente restablecida
vio, mirándose al cristal, que era una hermosa flor, y pensó: ¡¡Vaya!!
Hasta ahora no me he dado cuenta de quién era, ¿cómo he podido estar tan
ciega? La rosa descubrió que había pasado sus días sin apreciar su belleza.
Sin mirarse bien a sí misma para saber quién era en realidad.
Si quieres saber quién eres de verdad, olvida lo que ves a tu alrededor y
mira siempre en tu corazón.
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-Pero si sale mal, sería un final terrible – seguía Naru, indeciso.
- Puede que el salto nos salga mal, y puede que no. Pero quedarnos para
siempre en este lado de la isla nos saldrá mal seguro ¿Conoces a alguien que
no haya muerto devorado por las fieras o por el hambre? Ese también es un
final terrible, aunque parezca que nos aún nos queda lejos.
- Tienes razón, Ariki. Y si esperásemos mucho, igual no tendríamos las fuerzas
para dar este salto... Lo haremos mañana mismo
Y al día siguiente, Naru y Ariki saltaron a la cara buena de la isla. Mientras
recogían las pértigas, mientras tomaban carrerilla, mientras sentían el impulso,
el miedo apenas les dejaba respirar. Cuando volaban por los aires, indefensos
y sin apoyos, sentían que algo había salido mal y les esperaba una muerte
segura. Pero cuando aterrizaron en el otro lado de la isla y se abrazaron felices
y alborotados, pensaron que no había sido para tanto.
Y mientras corrían a descubrir su nueva vida, pudieron escuchar a sus
espaldas, como en un coro de voces apagadas:
-Ha sido suerte - Yo pensaba hacerlo mañana - ¡Qué salto tan malo! Si no llega
a ser por la pértiga...
Y comprendieron por qué tan pocos saltaban, porque en la cara mala de la isla
sólo se oían las voces resignadas de aquellas personas sin sueños, llenas de
miedo y desesperanza, que no saltarían nunca...
El árbol mágico
Hace mucho mucho tiempo, un niño paseaba por un prado en cuyo centro
encontró un árbol con un cartel que decía: soy un árbol encantado, si dices las
palabras mágicas, lo verás.
El niño trató de acertar el hechizo, y probó con abracadabra,
supercalifragilisticoespialidoso, tan-ta-ta-chán, y muchas otras, pero nada.
Rendido, se tiró suplicante, diciendo: "¡¡por favor, arbolito!!", y entonces, se
abrió una gran puerta en el árbol. Todo estaba oscuro, menos un cartel que
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decía: "sigue haciendo magia". Entonces el niño dijo "¡¡Gracias, arbolito!!", y se
encendió dentro del árbol una luz que alumbraba un camino hacia una gran
montaña de juguetes y chocolate.
El niño pudo llevar a todos sus amigos a aquel árbol y tener la mejor fiesta del
mundo, y por eso se dice siempre que "por favor" y "gracias", son las palabras
mágicas
La Brujita Dulce
Había una vez una brujita muy especial, porque era una brujita buena, pero no
tenía ni idea de cómo ser buena. Desde pequeñita había aguantado las
regañinas de las brujas, que le decían que tenía que ser mala como todas, y
había sufrido mucho porque no quería serlo. Todos sus hechizos eran un
fracaso, y además, no encontraba nadie que quisiera enseñarle a ser buena,
así que casi siempre estaba triste.
Un día se enteró de que las brujas viejas planeaban hechizar una gran
montaña y convertirla en volcán para arrasar un pequeño pueblo. La brujita
buena pensó en evitar aquella maldad, pero no sabía cómo y en cuanto se
acercó al pueblo tratando de avisar a la gente, todos se echaron a la calle y la
ahuyentaron tirando piedras al grito de "¡¡largo de aquí, bruja!!". La brujita huyó
del lugar corriendo, y se sentó a llorar junto al camino.
Al poco llegaron unos niños, que al verla llorar trataron de consolarla. Ella les
contó que era una bruja buena, pero que no sabía cómo serlo, y que todo el
mundo la trataba mal. Entonces los niños le contaron que ser bueno era muy
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fácil, que lo único que había que hacer era ayudar a los demás y hacer cosas
por ellos.
- ¿Y qué puedo hacer por vosotros?- dijo la bruja. - ¡Podías darnos unos
caramelos!, le dijeron alegres.
La bruja se apenó mucho, porque no llevaba caramelos y no sabía ningún
hechizo, pero los niños no le dieron importancia, y enseguida se fueron
jugando. La brujita, animada, volvió a su cueva dispuesta a ayudar a todo el
mundo, pero cuando iba de camino encontró a las brujas viejas hechizando la
montaña, que ya se había convertido en un enorme volcán y empezaba a
escupir fuego. Quería evitarlo, pero no sabía cómo, y entonces le vinieron a la
cabeza un montón de palabras mágicas, y cuando quiso darse cuenta, el fuego
se convirtió en caramelos, y la montaña escupía una gran lluvia de caramelos y
dulces que cayó sobre el pueblo. Así fue como la brujita aprendió a ser buena,
deseando de verdad ayudar a los demás.
Los niños se dieron cuenta de que aquello había sido gracias a ella, se lo
contaron a todo el mundo, y a partir de aquel día nadie más en el pueblo la
consideró una bruja mala. Se hizo amiga de todo el mundo ayudando siempre
a todos, y en recuerdo de su primer hechizo, desde entonces la llamaron La
Brujita Dulce.
Finales felices
Perico Picolisto era un niño rico que llevaba una vida muy tranquila y cómoda,
aislado de muchas de las desgracias del mundo. Un día, Perico fue al cine a
ver una película que le hacía muchísima ilusión, pero llegó un pelín tarde, justo
cuando la taquillera le vendía la última entrada a un niño con un aspecto muy
pobre, que llevaba ahorrando semanas para ver la película. Al verse sin su
entrada, Perico se enojó muchísimo, y comenzó a gritar y protestar, exigiéndole
al niño que le diera su entrada.
-¿Por qué voy a darte mi entrada? He llegado antes que tú y la he pagado- dijo
el niño - Pues... ¡porque yo soy más importante que tú! ¡Mírame!, yo soy rico y
tú eres pobre, ¿lo ves? - respondió Perico cargado de razón.
Entonces apareció un señor muy distinguido, que se acercó a Perico Picolisto y
le ofreció una entrada diciendo
- Por supuesto, niño. Tú tienes más derecho que él de ver esta película
Entonces Perico, con tono ostentoso y soberbio, apartó al otro niño y entró al
cine. Echó un vistazo alrededor y se sintió muy cómodo cuando vio que la sala
estaba llena de niños ricos como él, y se sentó a disfrutar de la película.
Pero en cuanto se sentó, se sintió trasportado a la pantalla, y se convirtió en un
personaje más, protagonista de muchas historias. Y en todas aquellas historias,
Perico empezaba con muchísima mala suerte: unas veces sus padres
desaparecían, otras su casa se quemaba y perdían todo su dinero, otras
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estaba de viaje en un país del que no entendía el idioma, otras le tocaba
trabajar desde niño para ayudar a criar a un montón de hermanos, otras vivía
en un lugar donde todos le trataban como si fuera tonto o no tuviera
sentimientos... Y en todas aquellas historias, Perico se esforzaba terriblemente
por salir adelante, aunque todo eran dificultades y casi nadie le daba ninguna
oportunidad. Pero igualmente, todas las historias acabaron con un final feliz,
cuando un misterioso personaje, rico, sabio y afortunado, le ayudaba a salir
adelante y cumplir sus sueños.
Cuando terminó la película y Perico volvió a encontrarse en su asiento, estaba
asustado. Pensó que en la vida real, él siempre había sido de aquellos que
teniendo suerte, nunca ayudaban a crear finales felices. Se sintió tan mal, que
estuvo llorando largo rato en su silla...
Finalmente, una enorme sonrisa se dibujó en su rostro, y salió del cine casi
bailando. Estaba contento porque ya sabía a qué se iba a dedicar: sería esa
ayuda que necesitan quienes tienen menos suerte, ¡sería creador de finales
felices!
Y mientras volvía a casa dispuesto a cambiar su mundo, vio a lo lejos al señor
distinguido que le había dado la entrada. Era el misterioso personaje que le
había ayudado a resolver todas las historias de su película.
Billetes de Cielo
Había una vez un niño enfermo llamado Juan. Tenía una grave y rara
enfermedad, y todos los médicos aseguraban que no viviría mucho, aunque
tampoco sabían decir cuánto. Pasaba largos días en el hospital, entristecido
por no saber qué iba a pasar, hasta que un payaso que pasaba por allí y
comprobó su tristeza se acercó a decirle:
- ¿Cómo se te ocurre estar así parado? ¿No te hablaron del Cielo de los niños
enfermos?
Juan negó con la cabeza, pero siguió escuchando atento.
- Pues es el mejor lugar que se pueda imaginar, mucho mejor que el cielo de
los papás o cualquier otra persona. Dicen que es así para compensar a los
niños por haber estado enfermos. Pero para poder entrar tiene una condición.
- ¿Cuál? - preguntó interesado el niño. - No puedes morirte sin haber llenado el
saco. - ¿El saco?- Sí, sí. El saco. Un saco grande y gris como este – dijo el
payaso mientras sacaba uno bajo su chaqueta y se lo daba. - Has tenido suerte
de que tuviera uno por aquí. Tienes que llenarlo de billetes para comprar tu
entrada.
- ¿Billetes? Pues vaya. Yo no tengo dinero. - No son billetes normales, chico.
Son billetes especiales: billetes de buenas acciones; un papelito en el que
debes escribir cada cosa buena que hagas. Por la noche un ángel revisa todos
los papelitos, y cambia los que sean buenos por auténticos billetes de cielo.-
¿De verdad?
- ¡Pues claro! Pero date prisa en llenar el saco. Llevas mucho tiempo enfermo y
no sabemos si te dará tiempo. Esta es una oportunidad única ¡Y no puedes
morirte antes de llenarlo, sería una pena terrible!
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El payaso tenía bastante prisa, y cuando salió de la habitación Juan quedó
pensativo, mirando el saco. Lo que le había contado su nuevo amigo parecía
maravilloso, y no perdía nada por probar. Ese mismo día, cuando llegó su
mamá a verle, él mostró la mejor de sus sonrisas, e hizo un esfuerzo por estar
más alegre que de costumbre, pues sabía que aquello la hacía feliz. Después,
cuando estuvo solo, escribió en un papel: “hoy sonreí para mamá”. Y lo echó al
saco.
A la mañana siguiente, nada más despertar, corrió a ver el saco ¡Allí estaba!
¡Un auténtico billete de cielo! Tenía un aspecto tan mágico y maravilloso, que el
niño se llenó de ilusión, y el resto del día no dejó de hacer todo aquello que
sabía que alegraba a los doctores y enfermeras, y se preocupó por acompañar
a otros niños que se sentían más solos. Incluso contó chistes a su hermanito y
tomó unos libros para estudiar un poquito. Y por cada una de aquellas cosas,
echó su papelito al saco.
Y así, cada día, el niño despertaba con la ilusión de contar sus nuevos billetes
de cielo, y conseguir muchos más. Se esforzaba cuanto podía, porque se había
dado cuenta de que no servía el truco de juntar los billetes en el saco de
cualquier manera: cada noche el ángel los colocaba de la forma en que menos
ocupaban. Y Juan se veía obligado a seguir haciendo buenas obras a toda
velocidad, con la esperanza de conseguir llenar el saco antes de ponerse
demasiado enfermo...
Y aunque aún tuvo muchos días, nunca llegó a llenar el saco. Juan, que se
había convertido en el niño más querido de todo el hospital, en el más alegre y
servicial, terminó curando del todo. Nadie sabía cómo: unos decían que su
alegría y su actitud tenían que haberle curado a la fuerza; otros estaban
convencidos de que el personal del hospital le quería tanto, que dedicaban
horas extra a tratar de encontrar alguna cura y darle los mejores cuidados; y
algunos contaban que un par de ancianos millonarios a los que había animado
mucho durante su enfermedad, habían pagado un costosísimo tratamiento
experimental para él.
El caso es que todos decían la verdad, porque tal y como el payaso había visto
ya muchas veces, sólo había que poner un poquito de cielo cada noche en su
saco gris para que lo que parecía una vida que se apaga, fueran los mejores
días de toda una vida, durase lo que durase.
El dibujo parlante
Pintín Tilirín era un niño pequeño que disfrutaba yendo al cole y haciendo
cualquier cosa, menos pintar y escribir. A Pintín no se le daba muy bien eso de
usar los lápices, así que sus dibujos no le salían muy bonitos y él se disgustaba
y no quería seguir pintando. Pero un día, Pintín encontró un lápiz de colores tan
chulo, que no pudo resistirse y se puso a pintar un círculo. Como siempre, no le
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salió muy bien, y ya estaba a punto de tirar el lápiz cuando el dibujo comenzó a
hablar:
- Pss, no irás a dejarme así, ¿verdad?. Píntame unos ojos por lo menos.
Pintín, alucinado, dibujó dos puntitos dentro del círculo.
- Mucho mejor, así ya puedo verme - dijo el círculo mientras se observaba... -
¡¡¡Argggg!!! ¡Pero qué me has hecho!
El niño comenzó a excusarse:
- Es que yo no dibujo muy bien... - ¡Bueno, no pasa nada! -le interrumpió el
acelerado dibujo-. Seguro que si lo vuelves a intentar te sale mejor. ¡Venga,
puedes borrarme!
Pintín borró el círculo y trazó otro nuevo. Como el anterior, no era muy
redondo.
- ¡Ey!, ¡los ojos, que se te olvidan otra vez!- ¡Ah, sí! - Hmmm, creo que voy a
tener que enseñarte a pintar hasta que me dejes bien -dijo el muñeco con su
vocecilla rápida y gritona.
A Pintín, que seguía casi paralizado, no le pareció mala idea, y enseguida se
encontró dibujando y borrando círculos. El muñeco no paraba de decir, "borra
aquí, pero con cuidado que duele", o "¡píntame un poco de pelo, anda, que
parezco un chupa chups!", y otras cosas divertidas. Después de pasar juntos
casi toda la tarde, Pintín ya era capaz de dibujar el muñeco mucho mejor que la
mayoría de sus compañeros de clase. Estaba tan contento, que no quería dejar
de pintar con aquel profesor tan chiflado, y antes de acostarse, le dio miles de
gracias por haberle enseñado a pintar tan bien.
- ¡Pero si yo no he hecho nada, tontuelo!- respondió con su habitual tono
acelerado-. ¿No ves que has estado practicando mucho y con alegría? Seguro
que nunca antes lo habías hecho, ¡pintabichos!
Pintín se paró a pensar. Realmente antes dibujaba tan mal que nunca había
practicado más de 10 minutos seguidos, y siempre lo hacía enfadado y
protestando. Sin duda, el muñeco tenía razón.
- Bueno, tienes razón, pero gracias de todas formas- dijo el niño, y antes de
meterse en la cama, guardó con mucho cuidado el lápiz en su mochila.
A la mañana siguiente, Pintín se levantó de un salto y fue corriendo a buscar su
lápiz, pero no estaba. Buscó por todas partes, pero no había rastro del lápiz. Y
la hoja en que había dibujado el muñeco, aunque seguía llena de borrones,
estaba blanca. Empezó a ponerse nervioso, y ya no sabía si había estado toda
la tarde anterior hablando con el muñeco o lo había soñado. Así que para salir
de dudas, tomó un lápiz y una hoja, y se puso a dibujar un muñeco...
No le salió nada mal, sólo se le torcieron un par de esquinas; entonces se
imaginó al muñeco mandón pidiéndole que redondeara esos bordes, que
parecía que le quería poner granos, y con alegría borró ese tramo y lo rehízo. Y
se dio cuenta de que su loco dibujo tenía razón: daba igual o no tener el lápiz
mágico, para aprender a hacer las cosas bastaba seguir intentándolas con
alegría; y desde aquel día, cada vez que pintaba, dibujaba o hacía cualquier
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otra cosa, no dejaba de divertirse imaginando el resultado de su trabajo
protestando y diciendo "¡arréglame un poco, chico, que así no puedo ir a la
fiesta!".
Nómadas modernos
Un día cualquiera, la clase de don Ernesto transcurría normalmente mientras
explicaba a sus alumnos la historia del hombre. Les contaba que en un
principio los hombres fueron nómadas, que no vivían en un lugar fijo porque
iban de un lado a otro buscando la comida donde estaba, y cuando se
acababa, se marchaban a otro lugar. Les contó cómo el invento de la
agricultura y la ganadería fue algo excepcional, porque al aprender a cuidar la
tierra y los animales, el hombre pudo tener comida siempre, de mejor calidad, y
además vivir en un sitio fijo, lo que facilitaba que se pudieran hacer muchas
otras cosas que necesitaban mucho tiempo para hacerse, y a raíz de eso se
contruyeron los primeros pueblos y ciudades...
Todos escuchaban como encantados aquella historia, hasta que saltó Lucía:
- ¿Y si aquello fue tan importante y mejoró todo tanto, por qué somos nómadas
otra vez, don Ernesto?
Don Ernesto se quedó sin decir palabra. Lucía era una niña muy inteligente,
conocía a su casa y a sus padres, y estaba seguro de que no eran nómadas;
¿qué querría decir?
- Todos nos hemos vuelto nómadas -siguió Lucía-. El otro día a las afueras de
la ciudad estaban talando los bosques, hace poco un pescador me contó cómo
pescaban; y con todos era lo mismo: cuando se acababa un bosque, se iban a
otro, y cuando se acababan los peces en un sitio, cambiaban de lugar. Eso es
lo que hacían los nómadas ¿no?
El maestro asintió pensativo con la cabeza. Realmente, Lucía tenía razón, y los
hombres habíamos terminado por convertirnos en nómadas a la hora de
conseguir muchas cosas. ¡Menudo atraso! en lugar de cuidar la tierra y sus
recursos para seguir obteniéndolos en el futuro, ¡seguimos exprimiéndolos
hasta que se acaban, y luego nos vamos! El resto de la tarde estuvieron
hablando sobre qué podían hacer para demostrar lo civilizados que eran...
Al día siguiente, todos fueron a clase llevando una camiseta verde con un
mensaje que decía "¡Yo no soy un nómada!", y a partir de entonces, se
dedicaron a demostrar a todos que no lo eran; cada vez que sabían que iban a
necesitar algo, se preocupaban por asegurarse de que hubiera sido obtenido
con cuidado y control: si querían madera o papel, se aseguraban de que fuera
de árboles replantados, el pescado lo compraban en piscifactoría, vigilando que
no fueran peces pequeñitos; sólo utilizaban productos de animales cuidados y
alimentados en granjas... y así, desde su pequeña ciudad, aquellos niños
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consiguieron dejar de ser nómadas de nuevo, como habían hecho los hombres
prehistóricos hacía miles de años.
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otros 10 cestitos, los junto todos en otro cesto mediano, y tengo otro grupo de
100 manzanas...
El cerdito siguió contando. Cuando llegó a tener 10 cestos de 100, los juntó
todos en uno de los cestos más grandes para hacer un grupo enorme de 1000
manzanas. Y volvió a empezar con sus grupitos. Cuando terminó de contar,
mucho antes de lo que el rey había pensado y de lo que habían tardado sus
hermanos, el cerdito había llenado 9 cestos grandes, 8 medianos y 3
pequeños, y le quedaban 7 manzanas sueltas.
- Nueve mil ochocientas treinta y siete manzanas, majestad.- respondió seguro
el cerdito.
El rey, un poco rabioso, no quería reconocer su asombro y, recordando lo
difíciles que eran las sumas con llevadas, trajo una bandeja con unas pocas
manzanas.
- Uy, perdona, había olvidado las 8 manzanas del comedor-
Y mientras se las daba, sonreía pensado para sus adentros: “je,je, je, ahora
tendrá que volver a empezar de nuevo”.
Pero el cerdito, sin preocuparse, juntó aquellas 8 manzanas a las 7 que tenía
sueltas, y volvió a meter 10 de ellas en un cestito que puso junto a los otros
cestos pequeños. Luego contó las que le sobraron sueltas, que eran 5. Al final
había los mismos cestos grandes y medianos, pero tenía un cestito más, y 5
manzanas sueltas.
- Nueve mil ochocientas cuarenta y cinco manzanas, majestad- volvió a decir
triunfante, ante el asombro del rey.
El rey, que en el fondo no tenía ni idea de cuántas manzanas tenía, quedó tan
maravillado por aquella forma de contar que liberó inmediatamente al cerdito y
a sus hermanos, y ordenó que desde aquel momento todo el mundo utilizara el
mismo sistema de grupitos para contar. Y de este modo, los cerditos salieron
de los libros de cuentos para entrar también en los de matemáticas, en forma
de unidades, decenas, centenas... y sumas con llevadas.
La mejor elección
Rod y Tod. Así se llamaban los 2 afortunados niños que fueron elegidos para ir
a ver al mismísimo Santa Claus en el Polo Norte. Un mágico trineo fue a
recogerlos a las puertas de sus casas, y volaron por las nubes entre música y
piruetas. Todo lo que encontraron era magnífico, ni en sus mejores sueños lo
habrían imaginado, y esperaban con ilusión ver al adorable señor de rojo que
llevaba años repartiéndoles regalos cada Navidad.
Cuando llegó el momento, les hicieron pasar a una grandísima sala, donde
quedaron solos. El salón se encontraba oscuro y vacío: sólo una gran mesa a
su espalda, y un gran sillón al frente. Los duendes les avisaron:
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- Santa Claus está muy ocupado. Sólo podréis verlo unos segunditos, así que
aprovechadlos bien.
Esperaron largo rato, en silencio, pensando qué decir. Pero todo se les olvidó
cuando la sala se llenó de luces y colores. Santa Claus apareció sobre el gran
sillón, y al tiempo que aparecía, la gran mesa se llenaba con todos los juguetes
que siempre habían deseado ¡Qué emocionante! Mientras Tod corría a abrazar
a Santa Claus, Rod se giró hacia aquella bicicleta con la que tanto había
soñado. Sólo fueron unos segundos, los justos para que Tod dijera "gracias", y
llegara a sentirse el niño más feliz del mundo, y para que Santa Claus
desapareciera antes de que Rod llegara siquiera a mirarle. Entonces sintió que
había desperdiciado su gran suerte, y lo había hecho mirando los juguetes que
había visto en la tienda una y otra vez. Lloró y protestó pidiendo que volviera,
pero al igual que Tod, en unas pocas horas ya estaba de regreso en casa.
Desde aquel día, cada vez que veía un juguete, sentía primero la ilusión del
regalo, pero al momento se daba la vuelta para ver qué otra cosa importante
estaba dejando de ver. Y así, descubrió los ojos tristes de quienes estaban
solos, la pobreza de niños cuyo mejor regalo sería un trozo de pan, o las prisas
de muchos otros que llevaban años sin recibir un abrazo u oír un "te quiero". Y
al contrario que aquel día en el Polo Norte, en que no había sabido elegir,
aprendió a caminar en la dirección correcta, ayudando a los que no tenían
nada, dando amor a los que casi nunca lo tuvieron, y poniendo sonrisas en las
vidas más desdichadas.
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pedacitos, surgió un joven risueño y delgaducho, pero con esa misma mirada
inteligente que tenía su amigo el monstruo.
Así descubrieron las princesas a su príncipe salvador, quien había estado con
ellas desde el principio, sin saber que para que pudiera salvarlas antes debían
liberarlo a él. Algo que sólo había llegado a ocurrir gracias al ánimo y la actitud
de la hermana mayor. Y el joven príncipe, que era listo, no tuvo ninguna duda
para elegir con qué princesa casarse, dejando a la hermana pequeña con sus
cantos, su belleza y su dulzura... y buscando algún príncipe tontorrón que
quisiera a una chica con tan poca iniciativa.
El valiente Manuté
"El mejor hombre de toda la tribu es el valiente Manuté", decían todos. No
había momento del día en que no pudiera comprobarse su valentía: saltaba
desde varios metros de altura hasta el suelo, luchaba con serpientes
venenosas, atrapaba escorpiones con la mano y podía hacerse una herida de
un palmo con un cuchillo sin un gesto de dolor. Todo lo contrario decían de
Pontomá, a quien nunca se había visto ni siquiera atrapar un mono.
Un día coincidieron ambos en la misma zona de la selva, y estaba Manuté
mostrándole a Pontomá una serpiente coral que acababa de atrapar, cuando
comenzó a diluviar como nunca antes habían visto. Ambos corrieron a
guarecerse bajo unas grandes plantas, y allí permanecieron hasta que dejó de
llover.
Sin embargo, cuando iban a salir de su escondite, oyeron a menos de 2 metros
el rugido de un tigre. Las plantas eran muy espesas y el animal no podría
atravesarlas, pero estaba prácticamente junto a la entrada del escondite. Si se
le ocurría atravesarla y les encontraba allí, no saldrían vivos, así que Manuté se
inquietó mucho y empezó a ponerse nervioso. Quería salir a toda costa y
enfrentarse al tigre en un terreno más abierto en que pudiera hacer uso de su
gran habilidad de cazador. Pontomá le hacía señas para que se quedara quieto
sin hacer ruido, pero Manuté, cansado de la compañía de un miedica, salió
fuera, sorprendiendo al tigre.
El tigre recibió un par de heridas profundas, pero no tardó en recuperarse y con
dos zarpazos hirió al valiente Manuté, arrojándolo al suelo. Tomó impulso y
saltó sobre él, pero la lanza de Manuté interrumpió su vuelo. El tigre se revolvió
herido, pero la lanza se movía a la velocidad del rayo, con una precisión
increíble, hiriendo una y otra vez al animal, hasta que éste cayó sin vida.
Manuté, con la boca abierta y sangrando abundantemente por sus heridas,
presenció todo desde el suelo. Jamás antes había visto a nadie hacer frente a
un tigre y manejar la lanza con la calma y fuerza con que acababa de ver
hacerlo a Pontomá.
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Ninguno dijo nada, no era necesario añadir palabras a la mirada agradecida de
Manuté, ni a la mano tendida de Pontomá, ni a la piel del tigre que
increíblemente dejaron allí en la selva.
Pero desde aquel día, todos piensan que Manuté no es el mismo, que ya no es
tan valiente, y les extraña aún más ver entre las cosas de Pontomá la antigua
lanza de Manuté. Pero él sonríe y recuerda el día que aprendió que los
verdaderos valientes no buscan los peligros; les basta con controlar su miedo
cuando los peligros les encuentran.
La pócima y el viento
Es noche cerrada en el bosque. El viento sacude las hojas de los árboles,
como queriendo extraer su esencia para llevarla lejos, y unirla a su gran
colección de sonidos, tomados cada uno de un lugar distinto. Hoy el viento
viene cargado de enfados, de rabias, de lloros, de insultos, de amenazas.
"Nada de provecho", piensa el brujo, justo antes de que el viento traiga a sus
dominios una risa; es una risa simple, con ganas de existir, y el brujo, rápido, la
atrapa sin dudar.
"Ya está", dice satisfecho. Su mayor secreto, su conjuro más potente, su
pócima más valiosa, está por fin completa. Como siempre, ayudará a quien la
reciba a superar mil adversidades, dando al viejo aún más fama en la comarca,
si es que se puede ser más famoso. Y como siempre, también, se preguntarán
qué oscuras artes habrá utilizado para tan poderosa poción.
Pero el mago no revelará su secreto ¿cómo decir que son sólo 3 sonrisas y
buen humor bien tierno, y que con eso basta para hacer frente a todos los
males? nadie le creería, así que no perderá el tiempo con explicaciones, y
volverá a viajar al bosque, de noche, a esa zona junto al roble, donde el viento
trae de cuando en cuando alguna sonrisa fresca.
FABÚLAS.
Le preguntaron sus hijos acerca de que clase de ave era aquella, y él les dijo:
Estaba una liebre siendo perseguida por un águila, y viéndose perdida pidió
ayuda a un escarabajo, suplicándole que le ayudara.
Se levantó entonces Zeus para sacudirse aquella suciedad, y tiró por tierra los
huevos sin darse cuenta. Por eso desde entonces, las águilas no ponen huevos
en la época en que salen a volar los escarabajos.
Nunca desprecies lo que parece insignificante, pues no hay ser tan débil que
no pueda alcanzarte.
Cierto día un hombre capturó a un águila, le cortó sus alas y la soltó en el corral
junto con todas sus gallinas. Apenada, el águila, quien fuera poderosa, bajaba
la cabeza y pasaba sin comer: se sentía como una reina encarcelada.
Pasó otro hombre que la vio, le gustó y decidió comprarla. Le arrancó las
plumas cortadas y se las hizo crecer de nuevo. Repuesta el águila de sus alas,
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alzó vuelo, apresó a una liebre para llevársela en agradecimiento a su
liberador.
El águila y la zorra.
Un águila y una zorra que eran muy amigas decidieron vivir juntas con la idea
de que eso afianzaría su amistad.
El águila escogió un árbol muy elevado para poner allí sus huevos, mientras
que la zorra soltó a sus hijos bajo unas zarzas sobre la tierra al pie del mismo
árbol.
Un día que la zorra salió a buscar su comida, el águila, que estaba hambrienta
cayó sobre las zarzas, se llevó a los zorruelos, y entonces ella y sus crías se
regocijaron con un banquete.
Más no pasó mucho tiempo para que el águila recibiera el pago de su traición
contra la amistad. Se encontraban en el campo unos pastores sacrificando una
cabra; cayó el águila sobre ella y se llevó una víscera que aún conservaba
fuego, colocándola en su nido.
Vino un fuerte viento y transmitió el fuego a las pajas, ardiendo también sus
pequeños aguiluchos, que por pequeños aún no sabían volar, los cuales se
vinieron al suelo. Corrió entonces la zorra, y tranquilamente devoró a todos los
aguiluchos ante los ojos de su enemiga.
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El águila y la flecha.
¡Qué tristeza, terminar mis días por causa de las plumas de mi especie!
Más profundo es nuestro dolor cuando nos vencen con nuestras propias armas.
Dos gallos reñían por la preferencia de las gallinas; y al fin uno puso en fuga al
otro.
Más no tardó un águila en caerle y raptarlo. Desde entonces el gallo que había
perdido la riña se quedó con todo el gallinero.
A quien hace alarde de sus propios éxitos, no tarda en aparecerle quien se los
arrebate.
Se reunieron un día las zorras a orillas del río Meandro con el fin de calmar su
sed; pero el río estaba muy turbulento, y aunque se estimulaban unas a otras,
ninguna se atrevía a ingresar al río de primera.
¡No nos dejes compañera, vuelve y dinos cómo podremos beber agua sin
peligro!
Pero tanto comió y se le agrandó tanto el vientre que no pudo salir. Empezó a
gemir y a lamentarse del problema en que había caído.
Por casualidad pasó por allí otra zorra, y oyendo sus quejidos se le acercó y le
preguntó que le ocurría. Cuando se enteró de lo acaecido, le dijo:
¡Pues quédate tranquila hermana hasta que vuelvas a tener la forma en que
estabas, entonces de seguro podrás salir fácilmente sin problema!
La zorra y el espino
¡Tú tienes la culpa, amiga, por agarrarte a mí, bien sabes lo bueno que soy
para enganchar y herir a todo el mundo, y tú no eres la excepción!
La zorra y el leñador.
Una zorra estaba siendo perseguida por unos cazadores cuando llegó al sitio
de un leñador y le suplicó que la escondiera. El hombre le aconsejó que
ingresara a su cabaña.
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El leñador, con la voz les dijo que no, pero con su mano disimuladamente
señalaba la cabaña donde se había escondido.
Te hubiera dado las gracias si tus manos y tu boca hubieran dicho lo mismo.
La zorra y la serpiente.
Se encontraba una higuera a la orilla de un camino, y una zorra vio junto a ella
una serpiente dormida.
No imites a los más grandes, si aún no tienes las condiciones para hacerlo.
Estaba una zorra con mucha hambre, y al ver colgando de una parra unos
deliciosos racimos de uvas, quiso atraparlos con su boca.
La zorra y el cocodrilo.
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No es necesario que me lo digas, replicó la zorra; las cualidades de tu piel
demuestran muy bien que desde hace muchos años te dedicas a los ejercicios
de gimnasia.
Recuerda siempre que lo que bien se ve, no se puede ocultar con la mentira
Una zorra a la cual un cepo le había cortado la cola, estaba tan avergonzada,
que consideraba su vida horrorosa y humillante, por lo cual decidió que la
solución sería aconsejar a las demás hermanas cortarse también la cola, para
así disimular con la igualdad general, su defecto personal.
Reunió entonces a todas sus compañeras, diciéndoles que la cola no sólo era
un feo agregado, sino además una carga sin razón.
Cuídate de los que dan consejo en busca de su propio beneficio, y no por hacer
realmente un bien.
La puso el destino un día delante de la real fiera. Y como era la primera vez
que le veía, sintió un miedo espantoso y se alejó tan rápido como pudo
Al encontrar al león por segunda vez, aún sintió miedo, pero menos que antes,
y lo observó con calma por un rato.
En la medida que vayas conociendo algo, así le irás perdiendo el temor. Pero
mantén siempre la distancia y prudencia adecuada.
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La zorra y la careta vacía.
Había un hombre que odiaba a una zorra porque le ocasionaba algunos daños
ocasionalmente.
Pero un dios llevó a la zorra a los campos que cultivaba aquel hombre.
Procura ser comprensivo e indulgente, pues siempre sucede que el mal que
generamos, tarde o temprano se regresa en contra nuestra.
Lo vio una zorra hambrienta, y como no encontraba nada mejor para comer,
corrió hacia él y lo capturó.
¡Merezco todo esto, porque siendo yo animal del mar, he querido comportarme
como si fuera de la tierra!
Un flaco y hambriento cuervo se posó en una higuera, y viendo que los higos
aún estaban verdes, se quedó en el sitio a esperar a que maduraran.
Fueron entonces éstas a pedirle ayuda a las zorras. Pero ellas les contestaron:
La zorra y la leona.
Reprochaba una zorra a una leona el hecho de que siempre sólo pariese a un
pequeñuelo.
Y le contestó la leona:
Claro que hubiera entrado, le dijo la zorra si no viera que todas las huellas
entran, pero no hay ninguna que llegara a salir.
Siempre advierte a tiempo los indicios del peligro, y así evitarás que te dañe.
Una zorra que por allí pasaba, viéndolos extenuados por la lucha y con el
cervatillo al medio, se apoderó de éste y corrió pasando tranquilamente entre
ellos.
¡Desdichados nosotros! ¡Tanto esfuerzo y tanta lucha hicimos para que todo
quedara para la zorra!
Vivían dos ranas en un bello pantano, pero llegó el verano y se secó, por lo
cual lo abandonaron para buscar otro con agua. Hallaron en su camino un
profundo pozo repleto de agua, y al verlo, dijo una rana a la otra:
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La rana del pantano y la rana del camino.
La del pantano le insistía a su amiga que se fuera a vivir al lado de ella, alejada
del camino; que allí estaría mejor y más segura.
Pero no se dejó convencer, diciendo que le era muy difícil abandonar una
morada donde ya estaba establecida y satisfecha.
¡Soy médico y conozco muy bien todos los remedios para todos los males!
Oyó una vez un león el croar de una rana, y se volvió hacia donde venía el
sonido, pensando que era de algún animal muy importante.
Esperó y observó con atención un tiempo, y cuando vio a la rana que salía del
pantano, se le acercó y la aplastó diciendo:
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El león y el boyero.
Cuando busques una solución, ten presente que al encontrarla, ésta a su vez
puede convertirse en el siguiente problema.
Un león quería devorarlos, pero el estar juntos los tres bueyes le impedían
hacerlo, pues el luchar contra los tres a la vez lo ponía en desventaja.
Si permites que deshagan tu unidad con los tuyos, más fácil será que te dañen.
¡Eso también lo hace una mujer defendiéndose de un ladrón! Yo soy más fuerte
que tú, y si quieres, ahora mismo te desafío a combate.
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El león empezó a arañarse con sus propias garras, hasta que renunció al
combate. El mosquito victorioso hizo sonar de nuevo su zumbido; y sin darse
cuenta, de tanta alegría, fue a enredarse en una tela de araña.
Al tiempo que era devorado por la araña, se lamentaba que él, que luchaba
contra los más poderosos venciéndolos, fuese a perecer a manos de un
insignificante animal, la araña.
No importa que tan grandes sean los éxitos en tu vida, cuida siempre que la
dicha por haber obtenido uno de ellos, no lo arruine todo.
Había un león que no era enojoso, ni cruel, ni violento, sino tratable y justo
como una buena criatura, que llegó a ser el rey.
He anhelado ardorosamente ver llegar este día, a fin de que los débiles
seamos respetados con justicia por los más fuertes.
Tienes lo que buscaste, pues ¿por qué has tratado de encerrar a una fiera que
más bien debías de mantener alejada?
Si te metes a competir con los más poderosos, prepárate antes muy bien. De lo
contrario saldrás malherido de la contienda.
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El león enamorado de la hija del labrador.
Que se arrancara los dientes y se cortara sus uñas, porque eso era lo que
atemorizaba a su hija.
Una vez que el león cumplió lo solicitado, cuando volvió a presentarse ya sin
sus poderes, el labrador lleno de desprecio por él, lo despidió sin piedad a
golpes.
Nunca te fíes demasiado como para despojarte de tus propias defensas, pues
fácilmente serás vencido por los que antes te respetaban.
Si quieres ayudarme a curarme y que siga vivo, seduce con tu astucia al ciervo
y tráelo acá, pues estoy antojado de sus carnes.
Vengo a darte una excelente noticia –Fue a decirle la zorra al ciervo-. Como
sabes, el león, nuestro rey, es mi vecino; pero resulta que ha enfermado y está
muy grave. Me preguntaba qué animal podría sustituirlo como rey después de
su muerte.
Y me comentaba: "el jabalí no, pues no es muy inteligente; el oso es muy torpe;
la pantera muy temperamental; el tigre es un fanfarrón; creo que el ciervo es el
más digno de reinar, pues es esbelto, de larga vida, y temido por las serpientes
por sus cuernos." Pero para qué te cuento más, está decidido que serás el rey.
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Terminó de hablar la zorra, y el ciervo, lleno de vanidad con aquellas palabras,
caminó decidido a la cueva sin sospechar lo que ocurriría.
Al verlo, el león se le abalanzó, pero sólo logró rasparle las orejas. El ciervo,
asustado, huyó velozmente hacia el bosque.
Y dijo la zorra:
Salió de la cueva y siguió las huellas del ciervo hasta encontrarlo reponiendo
sus fuerzas.
Pero señor ciervo, no seas tan flojo y cobarde. No desconfíes de nosotros que
somos tus amigos. El león, al tomar tu oreja, sólo quería decirte en secreto sus
consejos e instrucciones de cómo gobernar, y tú ni siquiera tienes paciencia
para un simple arañazo de un viejo enfermo. Ahora está furioso contra ti y está
pensando en hacer rey al intrépido lobo. ¡Pobre!, ¡todo lo que sufre por ser el
amo! Ven conmigo, que nada tienes que temer, pero eso sí, sé humilde como
un cordero. Te juro por toda esta selva que no debes temer nada del león. Y en
cuanto a mí, sólo pretendo servirte.
Le contestó la zorra:
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Nunca permitas que el ansia de honores perturbe tu buen juicio, para que no
seas atrapado por el peligro.
El león y la liebre.
Mientras tanto el león, que no pudo dar alcance al ciervo, ya cansado, regresó
a tomar la liebre y se encontró con que también había buscado su camino a
salvo.
Bien me lo merezco, pues teniendo ya una presa en mis manos, la dejé para ir
tras la esperanza de obtener una mayor.
El león y el jabalí.
Las luchas inútiles sólo sirven para enriquecer y alimentar a sus espectadores.
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El león y el delfín
Paseaba un león por una playa y vio a un delfín asomar su cabeza fuera del
agua. Le propuso entonces una alianza:
Nos conviene unirnos a ambos, siendo tú el rey de los animales del mar y yo el
de los terrestres, le dijo.
Cuando busques alianzas, fíjate que tus aliados estén en verdad capacitados
de unirte a ti en lo pactado.
Ella no tiene por nuestra alteza ningún respeto, y por eso ni siquiera se ha
acercado a saludar o preguntar por su salud.
En ese preciso instante llegó la zorra, justo a tiempo para oír lo dicho por el
lobo. Entonces el león, furioso al verla, lanzó un feroz grito contra la zorra; pero
ella, pidió la palabra para justificarse, y dijo:
Dime, de entre todas las visitas que aquí tenéis, ¿quién te ha dado tan especial
servicio como el que he hecho yo, que busqué por todas partes médicos que
con su sabiduría te recetaran un remedio ideal para curarte, encontrándolo por
fin?
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Quien tiende trampas para los inocentes, es el primero en caer en ellas.
¡Oh sí, soberbia, repuso el león, que hasta yo mismo me hubiera asustado si
no supiera de quien se trataba!
El león y el ratón.
Días atrás le dijo, te burlaste de mí pensando que nada podría hacer por ti en
agradecimiento. Ahora es bueno que sepas que los pequeños ratones somos
agradecidos y cumplidos.
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Cuando ya tuvieron bastante, dijo el león al asno que repartiera entre los tres el
botín. Hizo el asno tres partes iguales y le pidió al león que escogiera la suya.
Indignado por haber hecho las tres partes iguales, saltó sobre él y lo devoró.
La zorra hizo un montón de casi todo, dejando en el otro grupo sólo unas
piltrafas. Llamó al león para que escogiera de nuevo.
Al ver aquello, le preguntó el león que quien le había enseñado a repartir tan
bien.
¿Por qué me acusas tan a la ligera? ¿No estás satisfecho con todas las
ventajas físicas que te he dado? Lo que flaquea es tu espíritu. Replicó
Prometeo.
Entonces se dijo el león: ¿No sería insensato dejarme morir, siendo yo mucho
más fuerte y poderoso que el elefante, así como mucho más fuerte y poderoso
es el gallo con el mosquito?
Muchas veces, muy pequeñas molestias nos hacen olvidar las grandezas que
poseemos.
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El león y el toro.
Llegó al sitio el toro, pero viendo sólo grandes fuentes y asadores, y ni asomo
de carnero, se largó sin decir una palabra.
Le reclamó el león que por qué se marchaba así, pues nada le había hecho.
Sí que hay motivo, respondió el toro, pues todos los preparativos que has
hecho no son para el cuerpo de un carnero, sino para el de un toro.
El león y el ciervo.
Lo observaba una zorra, y le criticó por creer que tenía miedo de un simple
ratoncillo, siendo él todo un señor león.
No es miedo del ratoncillo, dijo el león, sino que me sorprendió que hubiera un
animal que tuviera el valor de pisotear el cuerpo de un león dormido.
89
Nunca dejes de cuidarte ni aún de las más pequeñas cosas, por ínfimas que
sean.
Se alistaban los lobos y los perros a luchar. Eligieron los perros como general a
un perro griego. Pero éste parecía no tener prisa en iniciar la batalla y por ello
le reclamaron.
¿Saben contestó por qué doy tiempo? Porque antes de actuar siempre es
bueno deliberar. Los lobos todos son de la misma raza, talla y color, pero
nosotros somos de costumbres muy diferentes, y procedemos de diversas
regiones de las cuales cada uno está orgulloso. Nuestros uniformes no son
parejos como los de ellos, tenemos rubios, negros, blancos y cenicientos.
¿Cómo voy a empezar una guerra con soldados tan disparejos? Primero debo
idear cómo nivelar a mi gente.
Creyeron los perros las palabras de los lobos traicionando a sus amos, y los
lobos, ingresando en los corrales, lo primero que hicieron fue matar a los
perros.
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Los lobos y los carneros.
Los perros son los causantes de que haya enemistad entre ustedes y nosotros.
Sólo tienen que entregárnoslos y la paz reinará entre nosotros.
Y los ingenuos carneros, sin sospechar lo que sucedería, les entregaron los
perros, y los lobos, ya libres de los perros, se apoderaron sin problemas del
rebaño.
Nunca les entregues a los enemigos, a los que les dan el apoyo y protección.
¿Cómo les voy a creer y vivir con ustedes, si ahora mismo, aún con el cuido de
los perros no puedo pacer con tranquilidad?
Vagaba cierto día un lobo por lugares solitarios, a la hora en que el sol se ponía
en el horizonte. Y viendo su sombra bellamente alargada exclamó:
¿Cómo me va a asustar el león con semejante talla que tengo? ¡Con treinta
metros de largo, bien fácil me será convertirme en rey de los animales!
Nunca valores tus virtudes por la apariencia con que las ven tus ojos, pues
fácilmente te engañarás.
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El lobo y el cordero en el arroyo.
Pero si sólo bebo con la punta de los labios, y además estoy más abajo y por
eso no te puedo enturbiar el agua que tienes allá arriba.
Ya veo que te justificas muy bien, mas no por eso te dejaré ir, y siempre serás
mi cena.
¡Mejor así! replicó el cordero prefiero ser víctima para un dios a tener que
perecer en tus colmillos.
Si a caso sin remedio vamos a ser sacrificados, más nos vale que sea con el
mayor honor.
El lobo y la cabra.
Conoce siempre a los malvados, para que no te atrapen con sus engaños.
En esta casa dicen primero una cosa, y después quieren hacer otra muy
diferente.
Más importante que las palabras, son los actos de amor verdadero.
El lobo y la grulla.
Oye amiga dijo el lobo ¿No crees que es suficiente paga con haber sacado tu
cabeza sana y salva de mi boca?
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El lobo y el caballo.
El lobo y el asno.
Un lobo fue elegido rey entre sus congéneres y decretó una ley ordenando que
lo que cada uno capturase en la caza, lo pusiera en común y lo repartiese por
partes iguales entre todos; de esta manera ya no tendrían los lobos que
devorarse unos a otros en épocas de hambre.
Pero en eso lo escuchó un asno que estaba por ahí cerca, y moviendo sus
orejas le dijo:
Magnífica idea ha brotado de tu corazón, pero ¿Por qué has escondido todo tu
botín en tu cueva? Llévalo a tu comunidad y repártelo también, como lo has
decretado.
El lobo y el león.
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Ajá; me vas a decir seguro que tú lo recibiste buenamente de un amigo.
El lobo y el perro.
¡Que los dioses nos libren a los lobos de semejante destino! Prefiero morir de
hambre a tener que cargar tan pesado collar.
El lobo y el pastor.
Bien merecido lo tengo; porque ¿De dónde saqué confiar las ovejas a un lobo?
Camina siempre soportado en la verdad, y ella te abrirá los caminos del éxito,
aún entre adversarios.
Un lobo que había sido mordido por unos perros, yacía en el suelo todo
malherido. Viendo la imposibilidad de procurarse comida en esa situación, pidió
a una oveja que pasaba por allí que le llevara un poco de agua del cercano río.
El lobo y el labrador.
Encontró el lobo el arado y empezó a lamer los bordes del yugo, y enseguida y
sin darse cuenta terminó por meter su cabeza adentro. Agitándose como mejor
podía para soltarse, arrastraba el arado a lo largo del surco.
¡Ah, lobo ladrón, que felicidad si fuera cierto que renunciaste a tu oficio y te has
unido a trabajar honradamente la tierra!
A veces, por casualidad o no, los malvados parecieran actuar bien, mas su
naturaleza siempre los delata.
Le creyó el lobo y se marchó. Al cabo de algún tiempo volvió. Pero esta vez
encontró al perro durmiendo en una pieza elevada de la casa. Se detuvo al
frente y le recordó al perro lo que habían convenido. Entonces el perro repuso:
Ya sé, señor lobo, que estoy condenado a ser tu almuerzo. Pero para no morir
sin honor, toca la flauta y yo bailaré por última vez.
Y así lo hicieron, pero los perros, que no estaban lejos, oyeron el ruido y
salieron a perseguir al lobo. Viendo la mala pasada, se dijo el lobo:
Cuando vayas a efectuar una nueva actividad, antes ten en cuenta tus
capacidades y las circunstancias, para valorar si puedes salir adelante.
Un hombre tenía dos perros. Uno era para la caza y otro para el cuido. Cuando
salía de cacería iba con el de caza, y si cogía alguna presa, al regresar, el amo
le regalaba un pedazo al perro guardián. Descontento por esto el perro de
caza, lanzó a su compañero algunos reproches: que sólo era él quien salía y
sufría en todo momento, mientras que el otro perro, el cuidador, sin hacer nada,
disfrutaba de su trabajo de caza.
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¡No es a mí a quien debes de reclamar, sino a nuestro amo, ya que en lugar de
enseñarme a trabajar como a ti, me ha enseñado a vivir tranquilamente del
trabajo ajeno!
Pide siempre a tus mayores que te enseñen una preparación y trabajo digno
para afrontar tu futuro, y esfuérzate en aprenderlo correctamente.
Pero sucedió que de tanto beber y beber, reventaron antes de llegar a las
pieles.
Ten siempre cuidado con los caminos rápidos, pues no siempre son los más
seguros.
Un perro mordió a un hombre, y éste corría por todo lado buscando quien le
curara.
¡Si así premiara al perro, todos los perros del pueblo vendrían a morderme!
Grave error es alagar la maldad, pues la incitas a hacer más daño todavía.
Un perro había sido muy bien alimentado en una casa y fue adiestrado para
luchar contra las fieras.
Un día, al ver un gran número de ellas colocadas en fila, rompió el collar que le
sujetaba y rápidamente echó a correr por las calles del pueblo. Lo vieron pasar
otros perros, y viendo que era fuerte como un toro, le preguntaron:
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Sé que vivo en la abundancia, sin hambres, con mi estómago siempre
satisfecho, pero también siempre estoy cerca de la muerte combatiendo a esos
osos y leones respondió.
Nuestra vida es en verdad pobre, pero más bella, sin tener que pensar en
combatir con leones ni osos.
Oyó su canto una zorra y corrió hacia el sitio, parándose al pie del árbol. Le
rogó que descendiera, pues deseaba besar a un animal que tenía tan exquisita
voz.
Le replicó entonces el gallo que por favor, primero despertara al portero que
estaba durmiendo al pie del árbol.
El perro y la almeja.
Bien merecido lo tengo, por creer que todo lo que veo redondo son huevos.
Nunca tomes un asunto sin antes reflexionar, para no entrar luego en extrañas
dificultades.
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El perro y la liebre.
Y deseando adueñarse del pedazo ajeno, soltó el suyo para arrebatar el trozo a
su supuesto compadre.
Pero el resultado fue que se quedó sin el propio y sin el ajeno: éste porque no
existía, sólo era un reflejo, y el otro, el verdadero, porque se lo llevó la
corriente.
Nunca codicies el bien ajeno, pues puedes perder lo que ya has adquirido con
tu esfuerzo.
El perro y la corneja.
Una corneja que ofrecía en sacrificio una víctima a Atenea invitó a un perro al
banquete.
Le dijo el perro:
¿Por qué dilapidas tus bienes en inútiles sacrificios? Pues deberías de saber
que la diosa te desprecia hasta el punto de quitar todo crédito a tus presagios.
Es por eso que le hago estos sacrificios, porque sé muy bien su indisposición
conmigo y deseo su reconciliación.
Si deseas que los más alejados te escuchen, debes llamarlos con mayor
intensidad.
100
La corneja y el cuervo.
Sentía una corneja celos contra los cuervos porque éstos dan presagios a los
hombres, prediciéndoles el futuro, y por esta razón los toman como testigos.
Quiso la corneja poseer las mismas cualidades.
Eh, amigos, tranquilos; esa ave es solamente una corneja. Sus gritos no son de
presagios.
Cuando vanidosamente y sin tener capacidades, se quiere rivalizar con los más
preparados, no sólo no se les iguala, sino que además se queda en ridículo.
Una corneja que por esas cosas del destino era más grande que sus
compañeras, despreciando y burlándose de sus congéneres, se fue a vivir
entre los cuervos pidiéndoles que aceptaran compartir su vida.
Pero los cuervos, a quienes su figura y voz les eran desconocidas, sin pensarlo
mucho la golpearon y la arrojaron de su grupo.
Y la corneja, expulsada por los cuervos, volvió de nuevo donde las demás
cornejas. Pero éstas, heridas por el ultraje que les había hecho, se negaron a
recibirla otra vez. Así, quedó esta corneja excluida de la sociedad de unos y de
otros.
La corneja fugitiva.
Pero el hilo se le enredó en las ramas de un árbol y el ave no pudo volar más,
quedando apresada. Viendo cercana su muerte, se dijo:
101
¡Hecho está! Por no haber sabido soportar la esclavitud entre los hombres,
ahora me veo privada de la vida.
En cuanto mayor son los valores que se buscan, mayores son los riesgos.
El cuervo y Hermes.
El cuervo enfermo.
La madre contestó:
¿Y cuál de todos, hijo mío, tendrá piedad de ti? ¿Quedará alguno a quien aún
no le hayas robado la carne?
El ruiseñor y el gavilán.
102
Necio sería si te oyera y dejara escapar la presa que tengo, por ir a buscar a la
que ni siquiera he visto.
El gallo y la comadreja.
Una comadreja atrapó a un gallo y quiso tener una razón plausible para
comérselo.
Mientras el campo fue llano, el ciervo guardó la distancia que le salvaba; pero
al entrar en el bosque sus cuernos se engancharon a las ramas y, no pudiendo
escapar, fue atrapado por el león. A punto de morir, exclamó para sí mismo:
¡Desdichado soy! Mis pies, que pensaba que me traicionaban, eran los que me
salvaban, y mis cuernos, en los que ponía toda mi confianza, son los que me
pierden.
Muchas veces, a quienes creemos más indiferentes, son quienes nos dan la
mano en las congojas, mientras que los que nos adulan, ni siquiera se asoman.
103
Los perros y la zorra.
Si ese león estuviera vivo, ustedes averiguarían pronto que las garras de él
eran más fuertes que los dientes de ustedes.
El Sol
Para este fin él pidió una taza, y mientras la llenaba con agua, simuló mezclar
veneno con el antídoto del zapatero, mandándolo a beberlo con la promesa de
una recompensa. El zapatero, con miedo de una inminente muerte, admitió que
él no tenía ningún conocimiento de la medicina, y que sólo fue hecho famoso
por los clamores estúpidos de la muchedumbre. El Gobernador entonces llamó
a una asamblea pública y se dirigió a los ciudadanos:
¿De qué locura han sido culpables ustedes? Ustedes no han vacilado en
confiar sus cabezas a un hombre, que nadie podría emplear ni siquiera para
hacer los zapatos para sus pies.
104
Hermano y hermana.
Un padre tenía un hijo y una hija, el hijo de muy buena apariencia, y ella de
una fealdad extraordinaria. Mientras ellos jugaban un día como niños, por
casualidad se miraron juntos en un espejo que estaba colocado en la silla de su
madre. El muchacho se congratuló de su buen parecer; pero la muchacha se
puso enojada, y no podía aguantar las auto-alabanzas de su hermano,
interpretando todo que él decía como cosas en contra de ella. (¿Y cómo podría
hacerlo de otra manera?) Ella corrió a donde su padre pidiendo que castigara
a su hermano, y rencorosamente lo acusó de que como muchacho, hacía uso
de una cualidad que pertenece sólo a muchachas. El padre los abrazó a
ambos, y el otorgando sus besos y afecto imparcialmente a cada uno, dijo:
Deseo que ambos se examinen ante el espejo cada día: tú, mi hijo, no debes
estropear tu belleza con una mala conducta; y tú, mi hija, puedes compensar tu
carencia de belleza con tus grandes virtudes.
Las avispas y las perdices, vencidas con la sed, fueron donde un agricultor y le
suplicaron que les diera un poco de agua para beber. Ellas prometieron
ampliamente reembolsarle el favor al cual solicitaban. Las perdices declararon
que ellas cavarían alrededor de sus vides y los harían producir uvas más finas.
Las avispas dijeron que ellas harían la guardia y ahuyentarían a los ladrones
con sus picaduras. Pero el agricultor las interrumpió, diciendo:
Tengo ya dos bueyes, que, sin hacer cualquier promesa, hacen todas estas
cosas. Es seguramente mejor para mí darles el agua a ellos que a ustedes.
105
Entonces mejor consideró que no sería un trabajo tan fácil ni tan necesario
hacer tal casa que lo pudiera acomodar.
Las aves y las bestias se encontraban en guerra, y cada grupo era por turnos el
vencedor. Un murciélago, temiendo los vaivenes inciertos de la lucha, siempre
se aliaba al lado del que él sentía era el más fuerte en ese momento.
Cuando la paz fue proclamada, su conducta cambiante fue notoria para ambos
combatientes. Por lo tanto, siendo condenado por cada grupo por su traición,
fue conducido y señalado ante la luz del día, y de aquí en adelante se ocultó en
escondrijos oscuros, volando siempre sólo por la noche.
Una zorra vio a un león encerrado y abatido en una jaula, y poniéndose cerca
de él, amargamente lo injurió.
106
El Búho después les aconsejó que desenterraran las semillas del lino, que los
hombres habían sembrado, pues era una planta que no les presagiaba nada
bueno. Y, finalmente, el búho, viendo acercarse a un arquero, predijo que este
hombre, estando parado en un mismo sitio, lanzaría dardos armados con
plumas que volarían más rápido que las alas de ellas mismas.
Pero después, ante los hechos, descubrieron que sus palabras eran ciertas, y
ellas se admiraron de su conocimiento y la juzgaron de ser la más sabia de las
aves.
De ahí es que parece que ellas lo contemplan como el que sabe todas las
cosas, y aunque él ya no les da nuevos consejos, en la soledad lamenta que no
siguieran sus anteriores advertencias.
Un trompetista, que dirigía con valentía a los soldados, fue capturado por el
enemigo. Él gritó a sus captores:
Les ruego que me escuchen, y no tomen mi vida sin causa o sin preguntar. No
he matado a un solo hombre de su tropa. No tengo ninguna arma, y solamente
llevo esta trompeta de cobre.
Es la justa razón por la cual usted debe ser sentenciado, dijeron ellos; porque
mientras usted no participa directamente en la lucha, su trompeta mueve a
todos los demás para luchar.
El Leñador
107
El asno en la piel de león.
Por fin encontrando a una zorra, trató de asustarla también, pero la zorra
apenas oyó el sonido de su voz exclamó:
El gorrión y la liebre.
¿Dónde está ahora la rapidez notable de tu pie? ¿Por qué tus pies fueron tan
lentos?
La pulga y el buey.
¿Qué sucede contigo, que siendo tan enorme y fuerte, te rindes a los maltratos
de los hombres y eres su esclavo día a día, mientras yo, siendo una criatura
tan pequeña, despiadadamente me alimento de su carne y bebo su sangre en
cualquier momento?
El buey contestó:
108
No deseo ser desagradecido, ya que yo soy amado y bien cuidado con cariño
por los hombres, ellos a menudo me acarician frotando mi cabeza y hombros.
¡Qué malo sería eso para mí! dijo la pulga; esa caricia que te gusta, si me la
dieran a mí, traería mi destrucción inevitable.
Lo que puede ser bueno para unos, puede ser malo para otros.
Lo que puede ser bueno para unos, puede ser malo para otros.
Cada hombre, según una leyenda antigua, nace en el mundo con dos bolsos
suspendidos de su cuello, uno al frente y otro en la espalda. Todo el bolso que
lleva al frente está lleno de las faltas y defectos de sus vecinos, y el bolso
grande que lleva detrás en la espalda lo lleva lleno de sus propias faltas y
defectos. De ahí es que los hombres son rápidos para ver las faltas de otros,
pero son a menudo ciegos para ver sus propios defectos.
Antes de ver y juzgar los defectos ajenos, primero veamos nuestros propios
defectos.
La gaviota y el cuervo.
Una gaviota encerrada en una jaula se jactaba del gran número de crías que
había incubado. Un cuervo que la oyó, le dijo:
Mi buena amiga, deja esa jactancia intempestiva. Entre más grande el número
de tu familia, mayor será tu pena, en vista de que más de los tuyos
permanecerán encerrados en esta casa de prisión.
La zorra y la grulla.
Una zorra invitó una Grulla a cenar y no proporcionó nada especial para su
invitada excepto una sopa de legumbres, que fue servida en un amplio plato de
piedra bien llano. Por lo amplio del plato y por su cuello largo la grulla no podía
tomar la sopa cada vez que lo intentaba, y su congoja por la incapacidad de
comer le proporcionaba a la zorra mucha diversión.
109
La grulla, cuando tuvo su oportunidad, invitó a la zorra a cenar, y puso ante
ellas un jarro con una boca estrecha larga, de modo que la grulla podía insertar
fácilmente su cuello y disfrutar de su contenido a su voluntad. La zorra, en
cambio, incapaz hasta de probarlo, encontró una compensación apropiada a la
manera de su propia hospitalidad.
La Gaviota
Ave que habita en las costas y considerada como el ave marina por excelencia.
Muy diestra tanto al volar como al nadar. Vive en nutridas colonias, y sus nidos
los confecciona con toda clase de materia vegetal. Se alimenta básicamente de
insectos, gusanos, moluscos y crustáceos.
El asno y su comprador.
Una perra a punto de tener su cría, seriamente pidió a un pastor un lugar donde
posarse para dar a luz a sus cachorros. Cuando su petición fue concedida, de
nuevo suplicó permiso para alimentar y criar a sus hijos en el mismo sitio. El
pastor otra vez aceptó. Pero al cabo de algún tiempo, la perra, rodeada de sus
110
cachorros ya crecidos, y capaces de defenderse y atacar, afirmó la toma del
lugar para su derecho exclusivo, no permitiendo al pastor acercarse.
La alondra (según una leyenda antigua) fue creada antes que la tierra misma, y
cuando su padre murió, como no había ninguna tierra, no podía encontrar
ningún lugar para su entierro. Ella lo dejó sin enterrar durante cinco días, y al
sexto día, no sabiendo que más hacer, lo sepultó en su propia cabeza. De ahí
ella obtuvo su cresta, que popularmente se dice que es el montículo de la
tumba de su padre.
Un pastor que conducía a sus ovejas a un bosque, vio un roble de gran tamaño
lleno de bellotas, y extendiendo su capa bajo las ramas, subió al árbol y
moviendo sus ramas las bajó. Las ovejas, comiéndose las bellotas, por
descuido deshilacharon y rasgaron la capa. Cuando el pastor bajó y vio lo
sucedido, les dijo,
El saltamontes y el búho.
Ya que no puedo dormir, dijo, debido a su canción que, créame, es dulce como
la lira de Apolo, me complaceré en la bebida de un néctar que Pallas
últimamente me dio. Si no le disgusta, venga conmigo y lo beberemos juntos.
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El saltamontes, quién tenía sed, y complacido con la alabanza para su voz, con
impaciencia aceptó. El búho lo esperó al frente de su hueco, lo agarró, y lo usó
para su cena.
Dos soldados que viajaban juntos fueron atacados por un ladrón. Uno huyó
lejos; pero el otro se mantuvo en su puesto y se defendió él mismo con su toda
su fuerza y valor. El ladrón fue vencido, y entonces el compañero tímido volvió
corriendo y sacó su espada, y moviendo su capa de viaje en el aire dijo,
El Gavilán
Los dioses, según una leyenda antigua, escogieron a ciertos árboles para
tenerlos bajo su protección especial. Zeus eligió el roble, Afrodita el mirto,
Apolo el laurel, Cibeles el pino, y Heracles el álamo. Atenea, preguntándose
por qué ellos habían preferido árboles a los que no se les aprovecha la fruta,
preguntó la razón de su opción. Zeus contestó:
El asno y el caballo.
Sí, dijo el caballo; si algo queda de lo que estoy comiendo ahora, se lo daré por
mi propia dignidad superior, y si usted viene cuando yo esté en mi puesto por la
tarde, le daré un pequeño saco lleno de cebada.
El asno contestó,
La Verdad y el viajero.
Un caminante, que viajaba por el desierto, encontró a una mujer que estaba
sola y terriblemente abatida. Él le preguntó:
¿Quién eres?
¿Y por cual razón preguntó él, abandonas la ciudad para morar sola aquí en el
páramo?
Ella respondió:
En viejos tiempos, la falsedad era cosa de muy pocos, pero ahora convive con
todos los hombres y ya no hay lugar para mí.
113
El león y la zorra en sociedad.
Una zorra entró en sociedad con un león con el pretexto de ser su criada. Cada
cual emprendió su deber apropiado, de acuerdo con su propia naturaleza y
poderes.
La zorra descubrió e indicó donde había una presa; el león saltó sobre la presa
y la agarró. La zorra pronto se puso celosa del león pues él se llevaba la mejor
parte, y se dijo que ya no buscaría y señalaría la presa al león, sino que la
capturaría por su propia cuenta.
Al día siguiente ella intentó arrebatar un cordero de una manada, pero ella
misma cayó víctima de los cazadores y sabuesos.
El león y el águila.
Un águila bajó de su vuelo y pidió a un león hacer una alianza con ella para su
mutua conveniencia. El león contestó:
No tengo ninguna otra objeción, excepto que usted debe perdonarme por
requerir cómo encontraré la seguridad de su buena fe, porque ¿cómo puedo
confiar en alguien como amigo, si es capaz de irse volando y abandonar su
compromiso cada vez que le complazca?
El bufón y el campesino.
Un noble rico una vez abrió un teatro sin cobrarle a la gente, y públicamente
anunció que él recompensaría generosamente a cualquier persona que
inventara una nueva diversión para la ocasión. Varios ejecutantes públicos
compitieron por el premio.
Entre ellos vino un bufón conocido entre el pueblo por sus bromas, y dijo que él
tenía un nuevo entretenimiento que nunca había sido presentado en ninguna
ocasión anterior. Este informe se extendió rápidamente y provocó gran
excitación, y el teatro fue atestado en todas sus localidades.
La muchedumbre, sin embargo, gritó por unanimidad que el bufón había dado
una imitación mucho más exacta, y pidió al campesino a gritos que saliera del
teatro.
Miren ustedes dijo él, esto demuestra que clase de jueces son ustedes.
Un cierto cazador, habiendo cogido con su lazo a una liebre, la colocó sobre
sus hombros y se dirigió a su casa. En el camino encontró a un hombre a
caballo que le pidió le vendiera la liebre.
Sin embargo, cuando el jinete tuvo en sus manos la liebre, corrió en el caballo
tan lejos y tan rápido como pudo. El cazador lo persiguió, seguro de que lo
alcanzaría, pero el jinete aumentaba cada vez más la distancia entre ellos.
El Carnero
Un rey, cuyo único hijo era aficionado a ejercicios marciales, tuvo un sueño en
el cual fue advertido que su hijo sería matado por un león.
Terminando estas palabras, y sin más pensarlo, estiró sus manos hacia un
árbol de espinas, tratando de cortar un palo de sus ramas de modo que pudiera
golpear al león. Pero una de las espinas del árbol perforó su dedo y le causó un
gran dolor e inflamación, de modo que el joven príncipe cayó en un
desvanecimiento. Una fiebre violenta de repente se apoderó de él, y murió no
muchos días más tarde.
116
Las cabras y sus barbas.
Las cabras, que habían obtenido su barba por una petición a Zeus, produjo que
los cabros quedaran profundamente disgustados y se quejaban de que las
hembras los igualaran en dignidad.
Permítales dijo Zeus, de que ellas disfruten de un honor vacío y de que asuman
la insignia de su noble sexo, en tanto que ellas no los igualarán a ustedes en
fuerza o coraje.
El camello y su conductor.
¿Por qué me lo pregunta? ¿Es que el camino plano por el desierto está
cerrado?
¡Miren eso! gritó una de ellas, ¿han visto alguna vez a semejantes
compañeros, andar con dificultad a lo largo del camino a pie cuándo podrían
montar sobre el asno?
El anciano, que oyó aquello, rápidamente hizo montar a su hijo sobre el asno, y
siguió andando alegremente a su lado. Poco después toparon con unos
ancianos que discutían entre ellos.
¡Ahí está! dijo uno del grupo, demuestra lo que yo les decía. ¿Cuál respeto hay
para la vejez en estos días? Vean ustedes esa ociosa tranquilidad juvenil
mientras su viejo padre tiene que andar. ¡Baje usted, agraciado joven, y deje al
anciano descansar sus cansados miembros!
117
Por aquellas palabras, el anciano hizo a su hijo desmontarse, y montarse él
mismo. Y siguiendo adelante, no habían llegado muy lejos cuando encontraron
un grupo de mujeres y niños:
¿Por qué, usted, viejo perezoso gritaron varios a la vez, puede montar sobre la
bestia, mientras a ese pequeño pobre chaval le cuesta seguir el ritmo al lado de
usted?
¡Dios con ustedes, buenos amigos! dijo un ciudadano, ¿es ese asno de
ustedes?
Sí contestó al anciano.
De este modo, bajando ambos del asno, le ataron juntas las piernas, y con la
ayuda de un poste lo llevaban en sus hombros. Cerca de la entrada de la
ciudad pasaron sobre un puente. Esta vista divertida atrajo a la gente en
muchedumbres para reírse, y hasta el asno, no gustando del ruido ni del
manejo extraño al cual era sujeto, rompió las cuerdas que lo ligaban y, cayendo
del poste, todos fueron a dar al río.
Por todo esto, el anciano, fastidiado y avergonzado, decidió que lo mejor era
regresar a casa otra vez, convencido de que procurando complacer a cada
uno, en realidad no había complacido a nadie, y además de que perdió la
oportunidad de vender a su asno.
El cuervo y la oveja.
Quien no tiene propósitos definidos para su vida, sólo puede vivir bajo las
sombras ajenas.
La perdiz y el cazador.
El cazador contestó:
Pues ahora con menos escrúpulos tomaré su vida, porque usted quiere salvar
la suya a costa de engañar a sus amigos y familiares.
La pulga y el hombre.
Un hombre, muy enojado con una pulga, la agarró por fin, y le dijo:
La pulga contestó:
Ahora ciertamente usted morirá por mis propias manos, para no sufrir yo
ningún mal, sea este pequeño o grande, y no tener que tolerarlo.
Quien hace algún daño, debe de estar preparado a sufrir sus consecuencias.
119
El Delfín
Cetáceo mamífero que vive en los mares y en algunos amplios ríos como el
Amazonas, el Plata o el Ganges. Es carnívoro y se alimenta de peces,
mariscos o moluscos. Acostumbra acompañar a las bandas de atunes, por lo
que muchos de ellos son matados indiscriminadamente durante la pesca del
atún, lo que hace que hoy se reglamente muy estrictamente dicha pesca para
evitar el exterminio de los delfines.
Dos viajeros, desgastados por el calor del sol del verano, se posaron al
mediodía bajo las amplias ramas de un frondoso árbol. Mientras descansaban
bajo su sombra, uno de los viajeros dijo al otro:
¡Qué singularmente inútil es este árbol frondoso! Veo que no da ningún fruto, y
no creo que le sirva ni un poquito al hombre
Siempre hay que saber valorar y agradecer los bienes recibidos. Pequeños o
grandes, todos son para nuestro beneficio.
120
Las mulas y los ladrones.
Dos mulas bien cargadas con paquetes andaban con dificultad por el camino.
Una cargaba sacos con dinero, y la otra llevaba granos.
La mula que llevaba el dinero andaba con la cabeza erguida, como si supiera
del valor de su carga, y movía de arriba abajo las campanas sonoras sujetadas
a su cuello. Su compañera seguía con el paso tranquilo y silencioso.
La mula que había sido robada y herida se lamentó sus desgracias. La otra
contestó:
Después de unos días ella regresó y mató al ganado, y, matando también a los
pastores que la habían atacado, rugió con enojada furia.
Recuerdo tanto a aquellos que buscaron terminar mi vida con palos y piedras,
como a aquellos que me dieron el alimento con su buena voluntad, por lo tanto,
dejen sus temores. Vuelvo como una enemiga sólo con los que me hirieron.
121
El asno y el caballo de guerra.
El aceituno y la higuera.
122
No debemos burlarnos de las cualidades ajenas, pues las nuestras pueden ser
inferiores.
El Asno
Miembro de la familia de los caballos pero más bajo y de orejas más largas. Su
desarrollo y crianza es de origen africano. Se emplea especialmente para la
carga y transporte, sobre todo en lugares donde no hay posibilidades para el
transporte mecánico moderno. Su cara y aspecto sencillo le ha dado fama de
poco inteligente o ingenuo. El cruce biológico de un asno con una yegua
produce las mulas.
El águila y el milano.
Un águila, abrumada con una pena, se sentó sobre las ramas de un árbol en
compañía de un Milano.
¿Por qué, dijo que el Milano, tienes una mirada tan pesarosa?
¿Y cómo eres capaz de asegurar los medios de vida por medio de los raptos?
El milano contestó:
Por alcanzar tu mano real, no hay nada que yo no hubiera prometido, por más
que yo supiera que podría fallar en la realización.
ANALOGÍAS.
Hay veces que la solución esta ante nosotros o en sí mismo, sólo la oímos y
notamos pero no podemos o queremos escucharla ni observarla.
Para muchos no tienen nada de prodigiosas éstas actividades, pero una vez
alcanzada la comprensión, en realidad no cambia nada. Todo sigue siendo
igual. Lo que ocurre es que entonces el corazón se llena de asombro, ahora
uno puede ver todas las cosas de diferente modo.
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blanco y amarillo. Antes de cocerlo es líquido y, una vez cocido, es espeso.
Además ha sido puesto por una gallina…”.
“¡Ya lo tengo!”, dijo Nasruddin, “¡es una clase de pastel!”.
5) El marido: “¿Sabes, querida? Voy a trabajar duro y algún día seremos ricos”.
La mujer: “Ya somos ricos, querido. Nos tenemos el uno al otro. Tal vez algún
día también tengamos dinero”.
Tienes todo el tiempo del mundo. Sólo hace falta que quieras tomártelo. ¿Qué
te detiene?
9) Los antiguos poetas animaron con dioses o genios todos los objetos
perceptibles, dándoles nombres y adornándolos con los atributos de los
bosques, los ríos, las montañas, los lagos, las ciudades, las naciones, y con
cualquier cosa que sus sentidos, muchos y más agudos, pudieran percibir.
10) Si escuchas con atención un relato, nunca volverás a ser el mismo, porque
el relato se introducirá en tu corazón y, como si fuera un gusano, acabará
royendo todos los obstáculos que se oponen a la comprensión de la verdad
que esconden.
12) Imagínate una gárgola en tu hombro, como las gárgolas son de piedra, esta
gárgola de depresión te hunde y te dificulta moverte para realizar cualquier tipo
de actividad. Además te está constantemente susurrando al oído. Los
mensajes son negativos, humillantes, te culpabilizan por todo. Si te encuentras
mal, la gárgola te afirma rotundamente que así te sentirás siempre. Y lo peor es
que tú te crees todo lo que te susurra. En las próximas semanas, deberás
aprender a identificar cuáles son estos mensajes y ser consciente que vienen
de la gárgola"
13) Las mentes son como los paracaídas. Solo funcionan si están abiertas.
15) "Hay algunos que son como los olivos, que sólo a palos dan fruto".
Compara explícitamente a cierto tipo de gente (testaruda) con los olivos
basándose en el hecho de que ambos solo producen cuando se les fuerza (a
palos).
19) Cuando la suegra fue a pasar una semana con ellos, los hijos se alegraron
mucho. Cuando transcurrieron dos meses y no se iba, los hijos empezaron a
lamentarse.
A los tres meses comenzaron a pensar cómo podían hacer para que se fuera.
- Esta noche, dijo la mujer a su marido, cuando yo sirva la sopa, nos ponemos
a discutir. Tú dices que está muy salada y yo digo que está sosa. Si tu madre te
da la razón, yo me pongo furiosa y si me la da a mi, entonces te pones furioso
tú. De todas formas, así podremos decirle que se vaya a su casa. Se sirvió la
sopa, se armó la bronca y la mujer dijo a la madre:
- ¿A ti qué te parece, está sosa o está salada?
La buena señora hundió la cuchara en la sopa, se la llevó a los labios, la probó
cuidadosamente, hizo una pausa y dijo:
- A mí me gusta.
20) “¿Cómo es una abeja? Ovalada con alas traslucidas, amarilla con negro,
cara estética, veloz, su zumbido no molesta, tiene miel en su interior como
espada lleva un pico y luchar si se presenta la ocasión defiende tanto su
postura sin importarle que morirá, a la hora de picar esta causa un pequeño y
terrible hinchazón que recorre como máquina de vapor, dejando salir las
impurezas y pensar en tu hoy por unos instantes te desconecta de tu película
de ficción, fue su manera de trasmitir que murió, pero a ti, te dejo una lección.”
128
Exclamaste no encajar… más que te puedo decir eh sabido que los consejos
nomás se dan cuando son requeridos o de ellos depende la vida, no dar
consejos porque si no te quedas sin ellos, una vez escuche, así qué te puedo
expresar tener aguijón con el cual poder volar por el cielo sin recelo de bajar o
tener que frenar, ir más rápido y buscar entre espacios aún tan pequeños que
no se visualizar, tomar de todo un poco alimentarte de las flores amarillas,
rosas de color del aura y de una puesta tardesina, agua clara, dulce, limpia olor
a azufre y montañas verdes con brisa del día y luz de noche.
Ese aguijón lleva un historial su contenido muy arraigado está, tiene tanta
información que se podría volver una canción llegar a los oídos de los sordos y
hacer escuchar, cambiar un poco el rostro que tan tenso siempre está,
regresarle el olfato a quien una vez se olvidó del recuerdo de una vida y un
pasado que como dice la palabra “pasó” mas la esencia permaneció, esa
esencia es de oler mantiene todo tu ser, es un perfume personal mas no te
pongas a quererlo cotizar es aroma original que en algún lugar de tu cuerpo lo
almacenó ese fruto tan profundo que mantiene a lo demás entre más crece
más penetrante será. Mantenlo siempre fresco, sal a caminar arroja una gota a
tu fiel trazo no dudes de tus pasos imagina que volando siempre estás con un
pequeño aguijón invisible a los demás, no pretendas encajar ni dejar tu esencia
en su totalidad camina y ve rociando un sembradío sin cuestionar ¿quién lo
tomará?, si en algo servirá, ya hiciste tu papel y el que esté preparado para él
olerá, tomará morderá y beberá la manzana roja que una tarde arrojé la lance
junto con mi alma, siendo el viento quien ayudó soplo fuerte y duro pero con
aire de tranquilidad, sutileza y seguridad a encontrar ese camino que me
envolvió me protegió de las ramas y cuidó mi interior.
Hoy le escribo al sonido, al reflejo del sol que teniendo tanto trabajo jamás me
abandonó, puliendo cada pasmo regresándole su resplandor.
21) Había una vez una pareja que había satisfecho muchas de sus ambiciones.
Pero aún tenían pendiente uno de sus mayores sueños: querían nadar hasta el
Japón. Pensaron mucho al respecto y por fin, un día iniciaron su aventura. No
estaban muy acostumbrados a nadar, así que les resultó una tarea ardua.
Pronto se dieron cuenta de lo pesadas que se habían vuelto sus extremidades.
Les dolían por el esfuerzo constante, especialmente cuando nadaban contra
corriente. Gradualmente, sin embargo, sus cuerpos se acostumbraron al
ejercicio y desarrollaron un ritmo que exigía poco esfuerzo.
Empezaron a reparar en el agua que les rodeaba y en cómo cambiaba de color
al cabo del día. Por las mañanas, era clara y azul, y cuando la luz se reflejaba,
aparecían destellos de verde esmeralda. Cuando el sol se ponía, mostraba los
ricos y cálidos colores del cielo al atardecer. Contemplaron el agua, los peces
plateados que nadaban a su lado durante el día, las oscuras sombras que les
rozaban desde las profundidades. Advirtieron cómo cambiaba el sonido de las
olas cuando chocaban contra sus cuerpos y repararon en los sutiles cambios
129
del tiempo, en cómo la brisa se transformaba en viento para volver de nuevo a
brisa. Aprendieron a encontrar comida en el agua, a alimentarse y a utilizar sus
cuerpos sin esfuerzo. Desarrollaron un aguzado sentido del olfato que les
permitió detectar cambios en el entorno por la fragancia que la brisa
transportaba.
Nadaron durante días y semanas sin rastro de tierra a la vista. Un día, vieron el
perfil oscuro de la tierra en el horizonte. Continuaron nadando y reconocieron
las costas del Japón. Conforme se aproximaban, se volvieron más silenciosos,
hasta que, por fin, se miraron y en ese momento lo supieron. Se dieron la
vuelta y continuaron nadando mar adentro.
Pasado cierto tiempo, y empujado por una curiosidad casi humana nuestro
alíen decide escapar de la comunidad poética y explorar qué hay fuera de ella.
Es allí donde aparece su desconcierto: los individuos de los alrededores se
comunican en base a un lenguaje desconocido. Como resultado, si bien logra
entender –luego de mucho esfuerzo inferencial- algunas emisiones, hay otras
para las cuales no tiene respuesta. A través de la simple experiencia ostensiva,
comienza a darse cuenta de que lo que él conocía anteriormente como “hijo del
bosque” este nuevo grupo de humanos lo denomina, extrañamente “árbol”. A
aquella sensación física que sus primeros amigos llamaban “vacío corporal”
éstos la denominan “hambre”. Luego de convivir con sus vecinos durante un
breve período, el alienígena comienza a adquirir habilidades en el arte de
interpretar estas descripciones “inusuales” – descripciones que, no obstante,
sigue pensando como de segundo orden. De manera previsible, lo inverso
también ocurre: los humanos asimilan las expresiones “extrañas” del
alienígena y aprenden a usarlas en los contextos acertados, pero la siguen
concibiendo como descripciones no literales.
22) Una abejita muy trabajadora siempre llevaba más polen para la reina que
todas las demás, las demás abejas eran unas zánganas, que todo el tiempo
sentadas sin obrar esperaban que el polen lo llevara la abejita que trabajaba y
trabaja todo el día sin parar. Su jefa la abeja reina cierto día convoco, a un
concurso para ver quien mas polen podía llevar al panal donde habitaban. Los
zánganos estaban preocupados por no ganar el concurso, por no saber donde
más polen podían encontrar ya que todo el día se la pasaban cotorreando sin
parar, en cambio la abeja trabajadora ansiosa estaba por que el gran día
llegara para demostrar toda la capacidad que tenía para recolectar polen sin
parar
25) Una zorra estaba siendo perseguida por unos cazadores cuando llegó al
sitio de un leñador y le suplicó que la escondiera. El hombre le aconsejó que
ingresara a su cabaña. Casi de inmediato llegaron los cazadores, y le
preguntaron al leñador si había visto a la zorra. El leñador, con la voz les dijo
que no, pero con su mano disimuladamente señalaba la cabaña donde se
había escondido. Los cazadores no comprendieron las señas de la mano y se
confiaron únicamente en lo dicho con la palabra.
La zorra al verlos marcharse, salió sin decir nada. Le reprochó el leñador por
qué a pesar de haberla salvado, no le daba las gracias, a lo que la zorra
respondió:
-Te hubiera dado las gracias si tus manos y tu boca hubieran dicho lo mismo.
27) El castor es un animal que vive en los pantanos. Ciertas de sus partes
sirven, según dicen, para curar algunas enfermedades. Por eso cuando se ve
descubierto y perseguido para cortarle las partes, sabiendo por qué le
persiguen, huye hasta alguna distancia, sirviéndose de la rapidez de sus pies
para conservarse intacto; pero cuando se ve perdido, él mismo corta sus
partes, las arroja y salva de este modo su vida.
131
28) Una tortuga que se recreaba al sol, se quejaba a las aves marinas de su
triste destino, y de que nadie le había querido enseñar a volar. Un águila que
paseaba a la deriva por ahí, oyó su lamento y le preguntó con qué le pagaba si
ella la alzaba y la llevaba por los aires.
- Te daré – dijo – todas las riquezas del Mar Rojo.
- Entonces te enseñaré al volar – replicó el águila.
Y tomándola por los pies la llevó casi hasta las nubes, y soltándola de pronto,
la dejó ir, cayendo la pobre tortuga en una soberbia montaña, haciéndose
añicos su coraza. Al verse moribunda, la tortuga exclamó:
- Renegué de mi suerte natural. ¿Qué tengo yo que ver con vientos y nubes,
cuando con dificultad apenas me muevo sobre la tierra?
CHISTES.
133
4) Mientras se viste, la prostituta tiembla de contento. Cubre de miradas al
hombre que aún yace en el lecho. Entusiasta, ella le dice: “¡Mmm..., qué gusto!
¡Sería maravilloso que todos los hombres supiera hacer el amor como tú!
¡Verdaderamente, fornicas como un Dios!¡Te felicito! ¿Pero, dime, quién te hizo
esos hoyos que tienes en las manos y en los pies?
Reflexión: El ego personal, de alguien encerrado en su mente como en un
calabozo, no reconoce al Dios interior. En el centro del obscuro inconsciente
hay una fuente de vida, luminosa, que lo conoce todo -desde el nacimiento de
este universo hasta la presencia de incontables universos paralelos-, que está
en comunicación con la humanidad entera, que tiene infinitas posibilidades de
realización. Quien no traspasa las fronteras de sus prejuicios egoístas, va por
la vida, sin verlos, de milagro en milagro. A veces, cuando por un muy breve
momento se detiene a observarse a sí mismo, se aterra y sorprende al
encontrarse frente a un increíble desconocido.
7) Había una vez un niño que se llamaba Calcetín. Cuando salió a la calle, se
lo pusieron.
Reflexión: En cierta manera, los nombres con que nos bautizan son un límite, y
nos imponen un destino. Podemos cumplir este destino o luchar con él. Conocí
a una mujer que se llamaba Pura; para realizarse sexualmente tuvo que hacer
esfuerzos gigantes. En los árboles genealógicos donde hay parejas
José+María, reina una penuria sexual. Autodevaluación como mujer si te
endilgaron un nombre masculino. Si recibes el nombre de un hermanito muerto
antes que tú, tienes dificultades para ser y cargas sobre tu espalda el fantasma
de ese difunto. Muchos Jesús, Cristián, Salvador, pueden morir o retirarse del
mundo a los 33 años… En fin, este tema es extenso, fundamental pero
imposible de resumir en pocas líneas. Aconsejo indagar sobre el nombre que
nos dieron, de dónde viene, qué significa, quién lo tuvo en nuestra familia, a
quién se nos pide que repitamos. Una vez hecho esto o cambiar de nombre o
darle un significado diferente, exaltándolo. Por ejemplo: como mi nombre suena
a alejar, cuando pronuncio, escribo o escucho Alejandro, en mi mente lo
traduzco por Acercandro.
8) Un negro entra en una pub de Londres a tomar algo, llevando un loro posado
sobre el hombro.
-Dos cervezas -pide al camarero.
-¿Dos?
-Sí, una para mí y otra para el loro.
-¡Vaya! ¿De dónde lo has sacado?
-De África -responde el loro.
Reflexión: Este es un chiste que en el fondo se burla de los ingleses racistas
que consideran que un africano es un negro solo bueno para ser esclavo.
Nosotros, desde un punto de vista simbólico, podemos interpretar esto de otra
manera: pensaremos que el pub de Londres, con su camarero, son la energía
divina creadora del universo. La cerveza es la Verdad. El Negro, principio
oscuro, es el ego individual, ignorante. El loro, animal aéreo, inteligente, pleno
de colores, es el luminoso ser esencial. El ego, pensando ser la totalidad de
nosotros, actúa como amo, creyendo que los misterios que hierven en su
inconsciente son meras ilusiones. Cuando llega el momento de la verdad, el
enfrentamiento con lo impensable, el infinito, la eternidad, la muerte, se da
cuenta de que él es la ilusión. Entonces cede su poder y se abre al Ser
esencial, al diamante interior, a la luz de su alma. Sólo entonces puede beber
la cerveza, es decir, emborracharse de felicidad.
135
9) Dos locos están desayunando en el comedor del manicomio.
-Oye -le dice uno al otro-, ¿por qué tiras los panecillos después de untarlos con
mantequilla?
-Porque no me gusta la mantequilla -responde el otro.
Reflexión: Cada individuo crea sus propias desgracias. Somos todos cómplices
de lo que nos sucede. Si se nos otorga una oportunidad, por miedo a triunfar -
es decir al cambio de vida que nos provocará la nueva situación- nos ponemos
bastones en las ruedas, impidiéndonos avanzar. No somos locos, pero vivimos
encerrados en una cárcel mental, construida por la familia, la sociedad y la
cultura, compuesta de ideas locas, sentimientos invasores, deseos desviados y
necesidades inútiles. Cuando queremos abrir la puerta para que libremente se
desarrolle nuestra conciencia, desdeñamos la oportunidad de hacerlo. De tanto
ponerle mantequilla a los panes y tirarlos, el ego termina por inducirnos al
fracaso y a la autodestrucción.
12) Un chofer, enojado por tener que frenar bruscamente para evitar chocar
con el automóvil que le precedía, grita:
- ¡Seguro que es una mujer la que conduce!
Para su gran sorpresa, es un hombre. Entonces vuelve a gritar:
- ¡Seguro que es su madre la que le enseñó a conducir!
Reflexión: Hay momentos en que alguien conduce mal un coche porque no
sabe bien conducir y no porque sea una mujer. Nuestro chofer debe aceptar
que un hombre, en este caso él mismo, puede conducir mal, sin darse excusas
por lo que le pasa. Su ego narcisista arregla la realidad para que ella
concuerde con sus opiniones. A lo largo de todo el día adultera la visión de lo
que sucede para no cambiar un milímetro sus prejuicios. “Nunca cometo un
error, los errores los cometen los otros”. Los deseos que reprime, al
proyectarlos en sus vecinos, lo convierte en un feroz censor. El ladrón cree vivir
rodeado de ladrones. El santo ve la santidad en el corazón de cada ser
humano.
13) -Por favor -le pide un señor a un boticario- ¿vende usted preservativos con
rayas amarillas y negras?
-¡Pero, que pregunta tan rara! ¿De qué le pueden servir preservativos con
rayas amarillas y negras?
-Es que yo soy ayuda de cámara de una baronesa muy rica y cuando ella me
invita a hacerle el amor, exige que no olvide mi categoría.
Reflexión: La baronesa necesita que el camarero, hagan lo que hagan, siga
siendo camarero, permaneciendo a un nivel social más bajo que ella… Muchas
137
veces nosotros mismos impedimos que los seres que amamos suban a nuestro
nivel; y otras veces, si no tienen la capacidad de hacerlo, no nos dignamos
descender hacia ellos. Cuando la relación es de superior a inferior, es mera
ignorancia, el uno del otro. Cuando es de igual a igual, se transforma en mutuo
conocimiento.
14) -¡Querida -dice un comerciante muy angustiado- tengo una idea genial para
que hagamos economías! ¡Si aprendes a cocinar, podremos despedir a la
criada!
-¡Tengo una idea mejor -le responde su esposa-! ¡Si aprendes a hacer el amor,
podremos despedir al chofer!
Reflexión: Cuando en una pareja, uno critica al otro, el otro también lo critica.
En el amor, si el otro/a no te satisface, es seguro que tú también no lo/a
satisfaces. En una relación verdadera, la crítica no tiene sitio. Si tú criticas al
otro, el otro te critica. Si tu pareja no te satisface en un aspecto, en otro aspecto
tú no la satisfaces. Es ilusorio que tú seas la princesa y él un sapo, tampoco es
posible que él sea un príncipe y tú una rana. Ambos son cómplices de lo que
les sucede. La mejor manera que tienes de saber si el otro te ama, es la de
preguntarte si tú lo amas. De la misma manera que te comportas, el otro
acabará por comportarse. Si ella no sabe cocinar, tú no sabes fornicar. Con
toda seguridad ella le hace sandwiches maravillosos al chofer. Cuando la
comprensión cojea, todo cojea.
139
17) -Doctor, tengo un problema gástrico: mi estómago no transforma los
alimentos. Cuando como pan, cago pan. Cuando como zanahorias, cago
zanahorias. Cuando como pollo, cago pollo. ¿Qué debo hacer?
-No se preocupe. Coma mierda.
Reflexión: Este doctor se preocupa de obtener un resultado de apariencia
saludable sin preocuparse de los destrozos que puede causar su método. La
mayoría de las medicinas píldoreras sanan los síntomas pero provocan efectos
dañinos secundarios que exigen tragar nuevas píldoras para acabar con ellos.
Las nuevas píldoras producen otros males secundarios y así y así, como un
cuento de nunca acabar. Conocí a un hombre que se casó con una mujer
dominante, se divorció y luego volvió a casarse con una mujer dominante, y así
y así, hasta que la última lo asesinó. Nunca osó entablar una confrontación con
su madre dominante para solucionar sus traumas infantiles… Hay otra manera
de interpretar este chiste: nos transformamos en lo que comemos. Los
vegetarianos tienden al pacifismo, los carnívoros pueden llegar a la violencia.
En Tíbet los discípulos comían el cerebro y el corazón de su maestro muerto
para incorporarlo a sus almas. Pero el estómago y los pulmones no son los
exclusivos asimiladores de alimento: el espíritu se nutre de sentimientos e
ideas. Si te llenas de sentimientos negativos, celos, envidias, rencores,
posesividad, llenarás al mundo de efluvios emocionales pestilentes,
competencias crueles, ocios mortales, guerras. Lo mismo con las ideas: si te
repites sin cesar “no hay cosa que valga” creyendo que lo sublime es una
utopía odiosa, con tus bajas vibraciones mentales contribuyes a la destrucción
de tu sociedad y tu planeta… Estamos por entero unidos a los otros: si
inyectamos en nuestra sangre sustancias nocivas, acortamos no sólo nuestra
vida sino la de nuestros semejantes. “Cuando tú te auto destruyes, destruyes
una parte de mí. Cuando tú te auto destruyes eres un fragmento del planeta
que se destruye. Cuando tú te auto destruyes desprovees de tu aliento a las
plantas; y a tu muerte, envenenando el suelo, haces padecer al mineral”.
Nuestra vida no es un tesoro individual, pertenece a la riqueza de la raza
humana. Nuestra sagrada tarea es descubrir y desarrollar lo sublime que anida
en nuestro cuerpo, alma y espíritu. Si me nutro de belleza colaboro a
transformar el mundo en un edén.
19) Un anciano tiene una finca con un lago. Después de algún tiempo, decide ir
a ver si está todo en orden. Coge un cesto para aprovechar el paseo y traer
unas frutas por el camino. Al aproximarse al lago, escucha voces animadas. Ve
un grupo de mujeres bañándose, completamente desnudas. Al percibirlo todas
se van a la parte más honda del lago, manteniendo solamente la cabeza fuera
del agua. Una de las mujeres grita:
-¡No saldremos mientras usted no se aleje!
El viejo responde:
-¡Yo no vengo hasta aquí para verlas nadar o salir desnudas del lago!
Levantando el cesto, les dice:
- Estoy aquí nada más que para dar de comer al cocodrilo….
Reflexión: El anciano es la mente, la finca es el ego, el lago el inconsciente.
Después de un tiempo de insatisfacción, el individuo decide analizarse. El cesto
que coge son sus deseos de eliminar fácilmente los síntomas angustiosos,
productos de la represión de su sexualidad. Pero al profundizar en sus regiones
oscuras descubre sus deseos acumulados. Se encuentra ante el dilema de
verlos, aceptarlos y realizarlos o de escaparse hacia su rutinario calabozo
intelectual. Luego de una molesta lucha consigo mismo, se miente, diciéndose:
“No me analizo para dar rienda suelta a mis deseos vergonzosos, sino para
destruir todo aquello que no le convenga a la restringida imagen de mí mismo
que me han inculcado desde niño. Ahuyento a mi lascivia y me mantengo en la
masturbación.”
21) Mulla Nasrudin, el idiota sabio, pierde su asno, que sin duda huyó hacia los
cerros vecinos. En lugar de irlo a buscar, recorre toda la aldea gritando:
- ¡Loado sea Alah! ¡Gracias a Alah!
-¡Es increíble – le dicen-, perdiste a tu burro y le das gracias a Dios!
-¡Compréndanme bien! No le agradezco a Alah porque el asno se perdió. Le
agradezco porque cuando se perdió yo no estaba montado en él.
Reflexión: El asno es nuestra parte animal. A veces, para satisfacerlo, nos
emborrachamos. Eso nos sirve de excusa: “Gracias a Dios, hice aquello pero
no era yo”. Eliminamos una parte de nosotros mismos declarando que el
culpable es el asno. Lo nos permite, a veces, sumergirnos en una promiscua
aventura sexual ( o de cualquier otra índole prohibida) pidiendo que después
nos perdonen , si somos descubiertos, porque nos poseyó una locura que nada
tiene que ver con lo que en realidad somos… Se puede aplicar también este
chiste a la vida espiritual, viendo a Nasrudin no como un idiota sino como un
sabio. Tú, lector, concéntrate: deja hablar a tu niño y pregúntate “¿Amo la vida?
¿Y si la amo, por qué?”. Puedes responderte: “No se claramente por qué, pero
amo a la vida”. ¿Estás seguro que tú amas la vida y no que la vida te ama? Un
pantano no es consciente cuando produce un loto. Si el barro se dijera: “¡Me
voy a preparar para crear un loto!”, nunca produciría esa bella planta florida.
Pero si se entrega simplemente a su naturaleza, sin interrogarse, sin querer
saber, ni controlar, ni dirigir, sino siendo lo que es, su fuerza vital producirá la
flor blanca. Nadie se puede preparar para crear: la creación se hace a través
de nosotros y obedece a cosas mas vastas que la inteligencia personal.
En este caso, el burro del chiste va hacia los cerros porque es ahí donde
realizará mejor una vida libre, y Nasrudin, un ser consciente, felicita a su ser
142
esencial por haberlo hecho dejar libre a su burro, sin desviarlo de su sana
satisfacción. La satisfacción verdadera del ego, es dejar la cárcel del intelecto
para unirse a la totalidad sublime e infinita.
22) Un día Mulla Nasrudin, montado en su burro, fue al bosque, para recoger
ramas secas. Con ellas hizo un haz, lo cargó sobre su espalda y luego montó
en el asno. Al regresar a la aldea, la gente se rió de él:
-¿Porqué cargas tú ese pesado haz, en lugar de ponerlo en el lomo del burro?
-Este pobre animal soporta ya mi peso, ¿quieren que además lo cargue con el
peso de la madera? ¡Yo la cargo, para no cansarlo!
Reflexión: Hay algunas personas que tienen problemas psicológicos profundos.
En lugar de enfrentarlos directamente liberando sus emociones reprimidas, los
remiten al intelecto tratando de aplacarlos con sesudas negaciones pero, en el
fondo, llevándolos en la mente como una molesta carga. Actuando así, piensan
haber liberado a su organismo de tales problemas: pagan esta utopía con
cualquier clase de enfermedad. Su equivocación consiste en vivir divididos en
áreas, a las que mantienen incomunicadas. Para ellos la conciencia no es el
inconsciente, el intelecto no es la intuición, el espíritu no es el cuerpo. No se
dan cuenta que los problemas los tienen en todos los centros: un problema
profundo, por ejemplo un abuso, repercute en la mente, en las emociones, en
el desarrollo sexual, en el funcionamiento de las vísceras y órganos. Tales
personas que enfrentan el problema sólo con el intelecto y piensan que eso les
aligera, dicen, como si fuera una gran solución “Lo he comprendido todo”, pero
en realidad no han solucionado nada, porque lo que sienten liviano en un
centro, se convierte en una pesada carga en los otros. Se engañan a sí
mismos. Un día el burro caerá al suelo, reventado por tanta carga.
144
26) Una prostituta, volviéndose a vestir tiembla de satisfacción. Le echa unas
miradas cálidas al tipo que aún está acostado en la cama deshecha. Le habla
en tono confidencial:
-Vaya gusto que me has dado. Sería ideal si todos mis clientes supieran hacer
el amor como tú. ¡De veras, fornicas como un dios!… Pero dime: ¿quién te hizo
esos hoyos que tienes en las manos y en los pies?
Reflexión: Podemos interpretar este chiste blasfemo en una forma iniciática: La
prostituta, que en este caso no ama y vive en un mundo limitado, sólo en busca
de la prosperidad material, es el ego individual, limitado: una cárcel mental
compuesta de doctrinas rancias y manías inculcadas por la familia, la sociedad
y la cultura. A pesar de creerse la totalidad de su ser, vive en la insatisfacción,
porque está separado de la verdadera realidad: la realidad del alma. Cuando
por azar el ego recibe el llamado de su Ser interior, aunque experimente una
inexplicable felicidad, no reconoce su naturaleza divina. A una persona que se
siente vacía, le es difícil aceptar que en las profundidades de su inconsciente
anida la misma conciencia creadora que da vida a todo el universo.
POEMAS.
Solo entonces…
Regresaré a tu voz,
cuando el silencio apague las luciérnagas del viento
en la afilada costumbre de los días.
Regresaré a tu piel,
cuando en la aurora se perfilen los últimos poemas
que el otoño descubre entre las hojas de mi diario gastado,
y tu voz, y tu piel,
y mis poesías, sean para tu nombre y mis pisadas,
un ánfora de entregas.
Regresaré a tus ojos, cuando ciña palabras en la diáspora ingenua
de esta historia que se gesta medrosa entre las páginas.
Cuando este río llegue, con su carga de ciclos
al laberinto oscuro del paisaje,
y mi sangre convierta en derrotero
las huellas sin secretos que dejaron tus pasos,
regresaré a tu fuerza desatando las voces que nos llaman,
desde la herida flama de un manojo de versos.
Regresaré por fin, hasta la pálida boca del encuentro
sin burlas ni lamentos, en la noche brotada,
146
y mientras el sueño de vivir nos crezca como un niño en el alba,
podremos besar las golondrinas que regresan del tiempo,
y oler a madreselvas, a tierra roturada, a tradición de pan,
y a estas cantigas que me surgen de pronto en las manos aladas.
Cuando las amapolas convoquen la frotada insolencia de la lluvia,
a caricias que vuelven de agónicos exilios en la tierra del ansia,
regresaré a tu sombra, a la costumbre de estos años
de guarecer abrazos – con tu piel y tu voz y mis poemas-
en la vida que trepa sin pudores por la falda del alma.
Sólo entonces amor
regresaré en el alba.
Puerto Viejo
Son a mis barcos tus almas
Las almas adoradas y raíz
De las hojas de tus ramas
En las semillas de mis días
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Ayeres de amores y memorias
Bajo suspiros y placeres
Del mar de labios y sonrisas
Del espacio alado
Del corto instante
Del reloj y la arena
Somos tan pasados como nuestro ayer…Tan cercanos como lejanos
Poemas de nuestra vida…
Poemas que nos escriben
Y que nos sueñan bajo
El beso de cada rayo de la luna
Luna que nos dio las noches
De la vida que compartimos!!.
Como barcos, como puertos…
Mares y océanos, agua y viento
Ola sobre ola, mano a mano…
Ligero Duermo
Suelo soñar cielos divinos
Y con uvas desde el suelo
¡Dónde puentes pasan cerezos!
Los suelos que piso
Los sueños que duermo
Los cielos que hubo…
Y suelo soñar mañanas
¡Entre siesta y sopor!
Donde los amores no pasan
Donde los pasos no pesan
¡Entre suelo y cielo!
…Suelo soñar mañanas…
¡Cómo hubo divinas uvas!
¡Cómo pasé puentes!
En el suelo de las mañanas
En el cielo de mis sueños
¡Espejos los reflejos florean!
Añejos los rostros del tiempo.
De vinos y violines del viento.
¡De ires y venires del cuento…
¡Suelo soñar olores ubérrimos!
Y desde el suelo al cielo.
¡Con uvas, cerezas, puentes…!
Los cielos de muchas mañanas
¡Dónde los amores no pasan!
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¡Dónde los sueños no pesan!
El sentido de llorar
A veces lloramos sin razón, por simples situaciones, y pensamos que la vida es
tan cruel con nosotros que muchas veces decimos” PORQUE ME PASA TODO
ESTO”.
La vida es dura pero bella, hay muchas cosas que decir, hacer o sentir, muchos
caminos que seguir y en ellos elegimos el más corto en donde es mas fácil
rendirse que seguir luchando, mas fácil caer que levantarse.
Cuantas veces me sentí defraudada conmigo misma, porque luchaba y no
encontré la victoria, porque amaba a pesar de la distancia y no conseguí
nada…. fueron cosas de la vida y seguirán siendo cosas de la vida.
Llorar es normal no es cobardía, es demostrar que has amado y sentir que has
perdido, si lo haces por algo valioso tus lagrimas se volverán sonrisas solo es
cuestión de tiempo, pero llorar por tonterías o por cosas que no tienen
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importancia se vuelve una amargura, no hagas de tu vida un martirio, haz del
martirio una vida plena y segura, tampoco sufras en silencio, si quieres grita
aunque se agote tu voz.
Cada experiencia es una virtud, cada amanecer un nuevo día, y cada paso que
das un laberinto de amigos porque mientras caminas aunque sea con los pies
heridos siempre habrá una persona que te ayude a seguir.
Dos O
Quizás ya ni te vuelva a ver
pero en las noches tú aparecerás
pero recibe de mi mucho querer
Recibe una sonrisa porque eres especial.
Porque eres una gentil fortaleza,
tus manos son manantiales de belleza,
tu pecho es el hogar de un corazón con fuerza,
mueve un mundo y te da vida ¡linda princesa!
Porque eres de un milagro,
Dos ‘’O’’ que brillan como la mar,
una rosa que da sinceridad
la dama hermosa que no tiene igual.
No cambies, hoy, un día o mañana,
no escuches mentiras de la envidia,
no recibas rencor de alguien que no te llama,
duerme y despierta con la esperanza,
sonríe mujer, criatura q embellece almas.
Sin olvidar eres la mujer,
con quien cualquier hombre desea envejecer,
inteligente con unos ojos que son de cristal,
un pelo con una dicha que da suspirar.
Si un día me llegas a necesitar,
me dará gusto con un poema hacerte volar,
si aun necesitas mas, te doy mis ojos,
mi piel, mi voz, mi hombro para llorar.
Creo que ya no tengo nada más que decir, tal vez sin oportunidad a tu sombra
daré un abrazo, recordar tus palabras, aquellos momentos que serán del
pasado, que serán de mi eterno QUERER.
Revertir el pasado
Puede ser que nos castiguemos al tener un fracaso
es la vida sin ello no hay progreso
que mejor que el amor la salida de descenso
que mejor que amar y ser amado
salir de un pozo ciego
es la meta del desacuerdo mental al que pertenecemos
pero miremos menos no temblemos
la vida es un milagro lleno de éxito
la vida es la frase que da ganas día a día
yo he caído por ese momento
soledad tristeza y rencoroso es un lamento
pero nos golpeamos es natural que pase
solo se que si salimos haber que pasa afuera
revertiremos un mal momento
cuesta lo sé somos duros pero intentar
es lo perfecto.
Vida
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Quisiera poder personificar a la vida...
Sentirla en carne y hueso, con todas sus virtudes y defectos
Me imagino a una persona muy compleja, por fuera tan hermosa como el sol
naciente.
Me la imagino a simple viste sin ningún problema que la aqueje.
Por dentro vería sentimientos de odio y amor, de justicia e igualdad, de
venganza.
Tendría miles de anécdotas por contar, muchas experiencias, muchos aciertos,
muchos desengaños y arrepentimientos.
Sería una persona muy inteligente, dando siempre pasos emprendedores, por
más que a veces se agote su caminar y respirar.
¿Y si ella encontrase el amor? ¿Te imaginas que tan feliz sería?
La verías siempre suspirar frente al crepúsculo, bailando entre rosas y
azucenas, desfilando siempre una sonrisa en su rostro, pensando siempre en
la inmortalidad de las cosas y de su amor que juntos forman el brillo en su
mirar.
Cada día con un aroma distinto, siempre pendiente del mundo viendo lo
maravilloso que aún no se va.
Me gustaría imaginarla de anciana con su gran amor, sentados de la mano,
dando sus últimos suspiros juntos, mirándose el uno al otro a las caras y
recordando lo hermoso que es existir acompañados.
Vida... ¿Qué tan esclareciente es el amor para ti?
Vida...Tú que has sentido lo que es sufrir, dime tu que hago con este dolor que
no me permite continuar.
Vida...Que tienes la clave exacta, la medida justa de desengaños y alegrías,
dime tú qué hacer para conservar tu fuerza en mi.
Vida...Que te abres al mundo por igual, con indescriptible justicia en tus manos
juzgadoras del bien y el mal, ¿por qué yo he de pagar tanto mis errores sin
ningún descanso, que en mis ojos tantas lágrimas han brotado?
Percepción
Mundo perdido,
mundo acabado.
Vida en espera,
muerte en demora.
La percepción de la vida no es más que engaños que cambian
tú verdad y mi verdad, tu pensar y mi pensar, tu mirar y mi mirar,
siendo el eterno enemigo de la realidad
nos envuelve en mentiras ajenas, ajenas de prioridad egoísta.
Sentir el viento en tu cara,
el amor en un beso,
el amor en un abrazo;
son hechos sin percepciones,
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reales en su naturaleza,
reales en su acción.
Falso o verdadero…
¡Tú eliges!
Real o imaginario…
¡Tú eliges!
Elección fácil pero compleja,
sólo tú tienes la llave de tu mente
¡Qué esperas!, ¡Ábrela!,
adéntrate en un mundo sin fin,
en donde somos lo que somos sin secretos ni mentiras,
en donde la paz es paz sin malos sentimientos ni falsas ilusiones,
en donde crees que la realidad es otra pero te das cuenta de que el verdadero
mundo de todos estuvo siempre ahí y
que aquel que pensábamos que era real fue simplemente una percepción,
entonces solo me queda aconsejarte:
Sé parte del infinito y deja que el infinito sea parte de ti.
Me sirve, no me sirve
La esperanza tan dulce
tan pulida tan triste
la promesa tan leve
no me sirve
no me sirve tan mansa
la esperanza
la rabia tan sumisa
tan débil tan humilde
el furor tan prudente
no me sirve
no me sirve tan sabia
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tanta rabia
el grito tan exacto
si el tiempo lo permite
alarido tan pulcro
no me sirve
no me sirve tan bueno
tanto trueno
el coraje tan dócil
la bravura tan chirle
la intrepidez tan lenta
no me sirve
no me sirve tan fría
la osadía
si me sirve la vida
que es vida hasta morirse
el corazón alerta
si me sirve
me sirve cuando avanza
la confianza
me sirve tu mirada
que es generosa y firme
y tu silencio franco
si me sirve
me sirve la medida
de tu vida
me sirve tu futuro
que es un presente libre
y tu lucha de siempre
si me sirve
me sirve tu batalla
sin medalla
me sirve la modestia
de tu orgullo posible
y tu mano segura
si me sirve
me sirve tu sendero
compañero.
La verdad
La verdad es muy bella,
aún incluso la complicada,
aquella que es difícil de contar;
o la que necesita sabiduría,
para poderla expresar.
Si me preguntan: ¿porque?
por qué es lo correcto digo.
La mentira produce errores;
mientras la verdad es de honor,
y respeto de los hombres.
Quiero que me digan la verdad,
que no me mientan, o afirmen,
lo que no están seguros, sin la duda.
Luego me pregunto: ¿Cómo saber,
si el que ha mentido no mentirá?
Desmentidas, tras desmentidas,
he escuchado de algunas bocas,
y al final ¿cuál es la verdad?
¿Porque se habla con ligereza?
Creo, hay que pensar más las palabras.
Dudo, si estamos creciendo
la humanidad en la moral,
en ética, y en todo lo bueno...
¿Porque las virtudes a veces se olvidan?
¿No queremos estar mejor?
Es que hay ocasiones en que solo escucho,
abusos, engaños, robos, estafas,
desamores, y penas que no seré eco.
Hasta dicen "todo está mal",
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y ello no lo considero, hoy, verdadero.
Dios bendiga, a los que aman la verdad,
a los que dudan por amor de ella,
a los que no se acobardan y la aprecian,
a los que no la venden cambiándola.
¡Son bellas las verdades! y te ayudan.
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Dos puntos de vista
Si gustan los claveles,
no es necesario a las otras flores,
mirarles mal o no quererles.
Pero cuando manifiesto,
un simple punto de vista
divergente a del otro...
¿Comienza a apreciarme menos?
¿Porqué, mejor no aprendemos,
de nuestras distintas ideas,
que dan lugar a las diferencias?
No es una competencia,
entre dos que hablan.
Que sea un buscar inteligencia.
Tenemos distintas opiniones:
¿Quién sabe? tal vez luego,
una mejor y nueva se forme.
Cada vez más cerca de la verdad.
De la belleza que beneficia,
corrigiendo sabiamente las sendas.
Intentando ampliar la sabiduría.
¿Quien alguna vez no se ha equivocado?
Mejor es que no erremos todos...
¿Sino quien nos volverá al buen camino?
Opino entre versos: ¡Mas nos escuchemos!
Creo en ti
Creo en tí amigo:
Si tu sonrisa es como un rayo de luz
que alegra mi existencia.
Creo en ti amigo:
Si tus ojos brillan de alegría al encontrarnos.
Creo en ti amigo:
Si compartes mis lágrimas y
sabes llorar con los que lloran.
Creo en ti amigo:
Si tu mano está abierta para dar y
tu voluntad es generosa para ayudar.
Creo en ti amigo:
Si tus palabras son sinceras y
expresan lo que siente tu corazón.
Creo en ti amigo:
Si sabes comprender bondadosamente mis debilidades y
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me defiendes cuando me calumnian.
Creo en ti amigo:
Si tienes valor para corregirme amablemente.
Creo en ti amigo:
Si sabes orar por mí,
y brindarme buen ejemplo.
Creo en ti amigo:
Si tu amistad me lleva a amar más a Dios
y a tratar mejor a los demás.
Creo en tí amigo:
Si no te avergüenzas de ser mi amigo
en las horas tristes y amargas.
Amistad
Si tienes un amigo, has merecido un don divino.
La amistad leal, sincera, desinteresada
es la verdadera comunión de las almas.
El recuerdo del amigo lejano,
del amigo de la niñez o de la juventud
produce íntima alegría de haberlos conocido,
Nuestra vida se enriqueció con su contacto
por breve que haya sido.
La amistad no se conquista, no se impone,
se cultiva como una flor, se abona con pequeños
detalles de cortesía y de ternura y de lealtad,
se riega con aguas vivas de desinterés
y de cariño silencioso.
Táctica y estrategia
Mi táctica es mirarte
aprender como eres
quererte como eres
mi táctica es hablarte
y escucharte construir con palabras
un puente indestructible
mi táctica es quedarme en tu recuerdo
no sé cómo ni sé con qué pretexto
pero quedarme en tí
mi táctica es ser franco
y saber que eres franca
y que no nos vendamos
simulacros para que entre los dos
161
no haya telón ni abismos
mi estrategia es en cambio
más profunda y más simple
mi estrategia es que un día cualquiera
no sé cómo ni sé con qué pretexto
por fin me necesites.
Veneno
Si ves mis ojos dirigidos a la nada
no preguntes
Si percibes algo perdido en mi mirada
no trates de entenderme.
Si me vez mirarte y volar con tus ojos,
no trates de buscarme,
162
estoy tan lejos...
Si me vez alejarme y observarte profundo,
trata de alcanzarme,
estoy a un paso.
Si me vez recorrerte con pasión,
no te burles.
La pasión es un juego para jugar en serio.
Si me encuentras marcada,
y la piel con tu nombre;
no te alarmes, el amor no es veneno.
"Enamorada"
Me enamoré perdidamente sin apenas darme cuenta
te has quedado en mi mente y mi felicidad es completa
no creí que volvería a sentir esa sensación
y muy abandonado tenia a mi pobre corazón
Pero tú me has despertado de ese terrible letargo
y de mi alma has borrado hasta el recuerdo mas amargo
has curado mis heridas con tu profunda mirada
y te has metido en mi vida de una forma inesperada
Nocturno a Rosario
¡Pues bien!, yo necesito decirte que te adoro,
decirte que te quiero con todo el corazón;
que es mucho lo que sufro, que es mucho lo que lloro,
que ya no puedo tanto, y al grito en que te imploro,
te imploro y te hablo en nombre de mi última ilusión.
Yo quiero que tú sepas que ya hace muchos días
estoy enfermo y pálido de tanto no dormir;
que están mis noches negras, tan negras y sombrías,
que ya se han muerto todas las esperanzas mías,
que ya no sé ni dónde se alzaba el porvenir.
De noche, cuando pongo mis sienes en la almohada
y hacia otro mundo quiero mi espíritu volver,
camino mucho, mucho, y al fin de la jornada,
las formas de mi madre se pierden en la nada,
y tú de nuevo vuelves en mi alma a aparecer.
Comprendo que tus besos jamás han de ser míos,
comprendo que en tus ojos no me he de ver jamás;
y te amo y en mis locos y ardientes desvaríos,
bendigo tus desdenes, adoro tus desvíos,
y en vez de amarte menos te quiero mucho más.
A veces pienso en darte mi eterna despedida,
borrarte en mis recuerdos y huir de esta pasión;
163
mas si es en vano todo y el alma no te olvida,
¿qué quieres tú que yo haga, pedazo de mi vida,
qué quieres tú que yo haga con este corazón?
Y luego que ya estaba concluido el santuario,
tu lámpara encendida, tu velo en el altar,
el sol de la mañana detrás del campanario,
chispeando las antorchas, humeando el incensario,
y abierta allá a lo lejos la puerta del hogar...
¡Qué hermoso hubiera sido vivir bajo aquel techo,
los dos unidos siempre y amándonos los dos;
tú siempre enamorada, yo siempre satisfecho,
los dos una sola alma, los dos un solo pecho,
y en medio de nosotros mi madre como un Dios!
¡Figúrate qué hermosas las horas de esa vida!
¡Qué dulce y bello el viaje por una tierra así!
Y yo soñaba en eso, mi santa prometida;
y al delirar en eso con alma estremecida,
pensaba yo en ser bueno por ti, no más por ti.
Bien sabe Dios que ese era mi más hermoso sueño,
mi afán y mi esperanza, mi dicha y mi placer;
¡bien sabe Dios que en nada cifraba yo mi empeño,
sino en amarte mucho en el hogar risueño
que me envolvió en sus besos cuando me vio nacer!
Esa era mi esperanza... mas ya que a sus fulgores
se opone el hondo abismo que existe entre los dos,
¡adiós por la vez última, amor de mis amores;
la luz de mis tinieblas, la esencia de mis flores;
mi lira de poeta, mi juventud, adiós!
164
Metáforas
Conocer es ver
El tiempo es dinero
El tiempo es una cinta en la que nos desplazamos
Toda discusión es una guerra
La vida es un viaje
La vida es estar aquí
Las personas son recipientes
167
momentos de diversión o de amistad, amor... todos esos momentos que
te hacen sentir feliz en tu vida, con tu familia, con tus amigos... Los
momentos compartidos con los demás. También hay que tener cuidado,
la excesiva fiesta y el cachondeo (el exceso de sal) también pueden
estropear la ensalada.
5. Vinagre: Un elemento necesario, pero no en abundancia, porque este si
que puede destrozar la ensalada. Símbolo de esos momentos agrios de
la vida. Los palos más duros que te hacen aprender y ser mejor persona.
Si esos momentos son demasiados se tiene que saber soportar muy
bien ese sabor agrio para superarlos, por eso el exceso de vinagre no le
gusta casi a nadie y acabas por tirar la ensalada o por no querer comerla
(depresiones) si ves q está muy agria.
6. Otros ingredientes: La parte más personal y optativa. Cada persona le
añade a su gusto diferentes ingredientes y para cada uno nos puede
representar una cosa. Sin ellos la vida sigue pero siempre se enriquece
la ensalada con la incorporación de ingredientes a nuestro gusto.
Las nubes grises también forman parte del paisaje
O aprendes a querer la espina o no aceptes rosas
Había una vez un rey que se quedo sin castillo y un mendigo le dio
abrigo, vino, pan y cama. El rey le quiso pagar con un anillo, pero el
mendigo le dijo “págame con una buena acción mañana”. Hay quien
comparte hasta su pobreza, lo material no le interesa, y eso si es tener
riqueza.
El amigo ha de ser como la sangre, que acude luego a la herida sin que
lo llamen
La amistad, como el diluvio universal, son fenómenos del que todo el
mundo habla, pero q nadie ha visto con sus ojos
No puedes tenerlo todo, ¿Donde lo meterías?
Mi vida deja de tener sentido cuando dejo de creer en ella.
La vida es como un espejo: te sonríe si la miras sonriendo.
Los errores bien asumidos son mejores maestros que las victorias
¿Te toco un camino sin alfombras, con una luz tan tenue que parece una
sombra? Algún día veras con brillo todo lo que fue nada, porque la
felicidad aun no es propiedad propiedad privada
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Sí señor, en este mundo de una comodidad refinada es difícil aceptar
que aprender a vivir es como aprender a caminar: aprender a punta de
tropezones, caídas y un buen número de golpes
Nos hace bien vacunarnos contra la soberbia que engendran los triunfos
fáciles.
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El tiempo es el mal
Guerra y muerte son atroces
La muerte debe ser una gran aventura
Muerte en cuanto se nos ofrece despiertos
Mas ninguna verdad hay tan clara que a primera vista no parezca
increíble
Concha de protección
Buche de pájaro
Boca de un túnel
Oído de un ventilador
Deterioro y envejecimiento de los edificios
Piel de hormigón
Los hombres vivimos juntos, pero cada uno se muere solo, y la muerte
es la suprema soledad
Vendrá de noche, sí, vendrá de noche, Su negro sello servirá de broche
que cierra el alma; Vendrá de noche sin hacer ruido, Se apagara de lejos
el ladrido, Vendrá la calma…Vendrá la noche…
La muerte es un arrepentimiento y una expiración
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La muerte es una casa sin puertas
La envidia es un cuchillo con espinas
Un árbol perdiendo las hojas
La familia es como una mandarina con gajitos dulces
Ser astuto como un zorro
Ser lento como una tortuga
Ser terco como una mula
Guardar el secreto como una tumba
Ser listo como un lince
Tengo un amigo misionero; tiene un corazón de oro
Mi padre tiene muchas obligaciones y por eso siempre anda de cabeza
Hoy todo me sale mal, me levante con el pie izquierdo
Todo le sale mal porque piensa con los pies
Como pez en el agua
La fuerza es la base de toda virtud
L a virtud es el dote de un ser flaco por naturaleza, y fuerte por la
voluntad
La hipocresía es un homenaje que el vicio tributa a la virtud
Y a los dos nos parecemos al roble que mas resiste: tú en ser dura, yo
en ser firme
Dormido como una piedra
Nace el hombre y nace el sol
Hombre veloz como un ciervo
Cuando se cierra una puerta, se abre una ventana
Todas las virtudes pertenecen al sabio; pero el héroe suple las que le
faltan con el esplendor de las que posee. Las virtudes del primero son
templadas, pero sin mezcla de vicios; y si el segundo tiene defectos, los
borra la brillantez de sus virtudes. El uno siempre solido, nada tiene
malo; y el otro siempre grande, nada tiene mediano
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No debemos deshacernos del dedo que apunta a los rencores,
enemistades y malos sentimientos hacia las personas, con guardarlo en
un cofrecito será suficiente para recordar que siempre hay amigos que
podrán encerrarlos y conservarlos por ti.
Algunas personas son perfumes muy deliciosos que intentan llegar por
nuestra nariz, y solo cuando concedemos cierta oportunidad podremos
disfrutar de su aroma.
Las uvas maduran siempre en racimo
Solo los árboles mueren de pie, pero cuando pueden caer lo hacen
Si cuando un bebé llora la mamá le da leche, este lo repite hasta que le
den una vaca entera
Solo las computadoras nuevas son capaces de descargar información
diversa, pero las computadoras viejas son aquellas que ya lo guardan
para ellos
Algunos sueños solo son ornamentales
Lo mejor de la lluvia es mojarse, lo peor de la lluvia también lo es.
Si muestras aquellos grafitis de tu vida en un mismo lienzo este suele
perturbarse por artistas ajenos
Cuando las aves crecen, suelen abandonar el nido
El reloj no regula el tiempo, lo indica.
Cuando cortas algo con un cuchillo oxidado, la tarea suele ser más
difícil.
Nosotros tiramos un cabello todos los días, lo importante es saber que
otro nuevo crecerá también su lugar
La vida va a tirarte tierra, todo tipo de tierra. El truco para salir del pozo
es sacudírtela y usarla para dar un paso hacia arriba. ¡Usa la tierra que
te echan para salir adelante!
Cada uno de nuestros problemas es un escalón hacia arriba. Podemos
salir de los más profundos pozos si no nos damos por vencidos.
Estaba inmóvil como si hubiera echado raíces´
El discurso es un viaje
Las ideas son comida
Los ojos son recipientes de emociones
Lo significativo no necesariamente es grande
Estoy feliz de ver a mi nieta disfrutar de la primavera de la vida
“Imagínate una gárgola en tu hombro, como las gárgolas son de piedra,
esta gárgola de depresión te hunde y te dificulta moverte para realizar
cualquier tipo de actividad. Además te está constantemente susurrando
al oído. Los mensajes son negativos, humillantes, te culpabilizan por
todo. Si te encuentras mal, la gárgola te afirma rotundamente que así te
sentirás siempre. Y lo peor es que tú te crees todo lo que te susurra. En
174
las próximas semanas, deberás aprender a identificar cuáles son estos
mensajes y ser consciente que vienen de la gárgola"
Las mentes son como los paracaídas. Solo funcionan si están abiertas.
Una niña de 14 años era utilizada por la familia para expresar las cosas
que no eran capaz de expresar. El terapeuta le manifestó que la veía
como si fuera la voz de todos y se veía como el muñeco de un
ventrílocuo, pidiéndole que se sentara en las piernas de alguno para que
se hiciera evidente
- Bueno- dijo el doctor- Su problema se puede curar con una operación, dos
semanas en el hospital y estando después un mes
totalmente horizontal haciendo reposo y sin hacer esfuerzos.
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- ¡Doctor! ¡No me puedo permitir el coste de todo eso!- gritó Nasrudín. Me va
fatal pagar la operación y la estancia en el hospital y no puedo desatender mis
negocios durante casi dos meses.
Rey
El asceta dijo:
Y el asceta repuso:
Maestro Zen 1
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pintura zen en absoluto porque una pintura zen es espontánea, tiene que fluir.
El maestro lo siguió intentando y cuanto más lo intentaba, más sudaba. El
discípulo estaba allí sentado negando constantemente con la cabeza:
-No, no está perfecto. – Y el maestro iba cometiendo cada vez más errores.
- Sal fuera y prepara más tinta – Mientras el discípulo estaba fuera el maestro
hizo su obra maestra. Cuando el discípulo volvió a entrar dijo:
- Me he dado cuenta de una cosa: tú presencia, la misma idea de que aquí hay
alguien para apreciar o criticar, diciendo sí o no, alteró mi tranquilidad interna.
Ahora ya nunca más será alterada. Me he dado cuenta de que estaba tratando
de hacerla perfecta y ésa es la única razón de que no fuera perfecta.
Búsqueda
-¿Para qué tanto esfuerzo inútil? -le preguntó el maestro. Y agregó-: ¡Qué
gasto de tiempo y energía!
-¿Tan ofuscada está tu mente que dejas un tesoro fabuloso y te dedicas a dar
vueltas de aquí para allá? Nada puedo entregarte ni enseñarte que no puedas
obtener en tu vida cotidiana. No tienes que dejar tu hogar, ni tus amigos, ni tu
trabajo, ni tu vida habitual. Lo que tienes que dejar, y de una vez, es tu sentido
de posesión, tu apego, tu visión incorrecta y tus engaños mentales. Eso puedes
hacerlo estando en tu casa, sin necesidad de abandonado todo, cuando lo que
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debes abandonar son los oscurecimientos de la mente. Deja de dar vueltas
atolondradas, regresa a tu casa y emprende allí el trabajo interior que te
conducirá hacia la paz que anhelas.
Miedo a envejecer
Se cuenta que el noble Ping de Dsin había cumplido setenta años. Tenía un
músico ciego también de avanzada edad que era su confidente. El noble se
lamentó:
- ¡Qué pena ser tan mayor! Ahora, aunque quisiera estudiar y emprender la
lectura de libros importantes, ya es demasiado tarde para ello.
El noble se quedó perplejo con aquella respuesta. ¿Es que su súbdito trataba
de mofarse de él? Dijo:
- Jamás bromearía un pobre músico ciego como yo con los asuntos del señor.
Nunca osaría una cosa tal, pero prestadme un poco de atención.
Maestro Zen 2
Un noble pidió al maestro zen Takuan que le indicase alguna forma de matar el
tiempo. Los días se le hacían intolerablemente largos en su despacho, sentado
rígidamente hora tras hora, recibiendo el homenaje de unos y otros.
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La joya más grande es como el día más corto.
Aprendiz
El aprendiz saltó del agua, deseando respirar. El maestro se reía; ¿Dime cuál
ha sido tu deseo más fuerte ahora?
El camino
Pasaron los meses. Un día el eremita pasó de nuevo por la ruta. Se acordó de
su buena amiga y acudió a visitarla. La encontró triste y muy afligida.
- Pero, querida mía, yo te pedí que no mordieras, pero nunca te pedí que no
silbaras y asustaras así a los que no te respetan.
Atado
Verdad
Un discípulo se mostraba ansioso de recibir las más altas enseñanzas, por eso
no dudó en preguntar a su maestro:
-Pero en la vida de cada día sólo encuentro rutina y vulgaridad, pero no veo la
verdad por ningún lado.
El maestro dijo:
Camino
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-Es sólo un viajero que también trata de descansar pero no puede por la sed
-Dadle agua -ordenó el jefe-, así podremos descansar todos. El enviado llevó
un odre de agua al sediento, que éste bebió con deleite. Pasados otros diez
minutos, y de nuevo en medio del silencio de la noche se escuchó la misma
voz quejumbrosa:
Maestro Zen 3
Una vieja historia zen explica que un discípulo se acerca al maestro y le dice:
-¡Espera! ¿Ya hiciste pasar por las tres barreras lo que me vas a contar?
-Al menos, pero, lo habrás hecho pasar por la segunda barrera que es la
bondad; ¿aquello que me quieres decir es por lo menos bueno?
Había una vez un hombre que vivía con su hijo en una casita del campo. Se
dedicaba a trabajar la tierra y tenía un caballo para la labranza y para cargar
los productos de la cosecha, era su bien más preciado. Un día el caballo se
escapó saltando por encima de las bardas que hacían de cuadra.
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El vecino que se percató de este hecho corrió a la casa del hombre para
avisarle:
-Tu caballo se escapó, ¿que harás ahora para trabajar el campo sin él? Se te
avecina un invierno muy duro, ¡qué mala suerte has tenido!
Pasó algún tiempo y el caballo volvió a su redil con diez caballos salvajes más.
El vecino al observar esto, otra vez llamó al hombre y le dijo:
-No solo recuperaste tu caballo, sino que ahora tienes diez caballos más,
podrás vender y criar, ¡qué buena suerte has tenido!
Unos días más tarde el hijo montaba uno de los caballos salvajes para domarlo
y calló al suelo partiéndose una pierna. Otra vez el vecino fue a decirle:
-¡Qué mala suerte has tenido!, tras el accidente tu hijo no podrá ayudarte, tu
eres ya viejo y sin su ayuda tendrás muchos problemas para realizar todos los
trabajos.
Pasó el tiempo y estalló la guerra con el país vecino de manera que el ejército
empezó a reclutar jóvenes para llevarlos al campo de batalla. Al hijo del vecino
se lo llevaron por estar sano y al accidentado se le declaró no apto.
Nuevamente el vecino corrió diciendo:
-Se llevaron a mi hijo por estar sano y al tuyo lo rechazaron por su pierna rota.
¡Qué buena suerte has tenido!
La madera de sándalo
Verdad
En compañía de uno de sus acólitos, el diablo vino a dar un largo paseo por el
planeta Tierra. Habiendo tenido noticias de que la Tierra era terreno de odio y
perversidades, corrupción y malevolencia, abandonó durante unos días su
reino para disfrutar de su viaje. Maestro y discípulo iban caminando
tranquilamente cuando, de súbito, este último vio una partícula de verdad.
Alarmado, previno al diablo:
El farol
Sin poder dejar de gemir, la mujer, con la voz entrecortada por los sollozos,
pudo responder a duras penas:
–Busco una aguja que he perdido en mi casa, pero como allí no hay luz, he
venido a buscarla junto a este farol.
Atado
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El instructor contestó:
Interés
Cuenta una antigua historia que en el siglo XV vivió el monje más famoso de
todo Japón, Ikkyu, que era hijo ilegítimo del emperador. Cuando el príncipe de
la provincia en la que vivía decidió dar una gran fiesta invitó a Ikkyu,
reservándole un honroso lugar a su lado. El día de la fiesta el monje apareció
humildemente vestido, casi parecía un mendigo, con lo cual el príncipe montó
en cólera y lo expulsó. Luego Ikkyu regresó ataviado con buena vestimenta y,
una vez en el palacio, se las fue quitando lentamente y las dejó en una silla. -
¿Qué estás haciendo?, preguntó el príncipe- Te había entendido mal, pensaba
que me habías invitado a mi, pero invitaste a mi vestimenta, así que aquí la
dejo- respondió Ikkyu.
La playa
Entiendo, le dije, pero debe haber miles de estrellas de mar sobre la playa, no
puedes lanzarlas a todas. Son demasiadas. Y quizás no te des cuenta de que
esto sucede probablemente en cientos de playas a lo largo de la costa. ¿No
estás haciendo algo que no tiene sentido?
El árbol mágico
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suelo estaba duro y el hombre pensó en lo agradable que sería disponer de
una cama. Resulta que aquél era un árbol celestial de los que conceden los
deseos de los pensamientos y los hacen realidad. Así es que al punto apareció
una confortable cama. El hombre se echó sobre ella y estaba disfrutando en el
mullido lecho cuando pensó en lo placentero que resultaría que una joven le
diera masaje en sus fatigadas piernas. Al momento apareció una bellísima
joven que comenzó a procurarle un delicioso masaje. Bien descansado, sintió
hambre y pensó en qué grato sería poder degustar una sabrosa y opípara
comida. En el acto aparecieron ante él los más suculentos manjares. El hombre
comió hasta saciarse y se sentía muy dichoso. De repente le asaltó un
pensamiento: “! Mira que si ahora un tigre me atacase!” Apareció un tigre y lo
devoró.
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