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UNIVERSIDAD NACIONAL

AUTÓNOMA DE MÉXICO

FACULTAD DE ESTUDIOS SUPERIORES


ARAGÓN

SOCIOLOGIA Y POLÍTICA DEL MEXICO


ACTUAL

ENSAYO

“EL SISTEMA PRESIDENCIALISTA”

ALUMNA:
JUÁREZ MELÉNDEZ VANESSA MICHELLE

PROFESOR: LUIS MIGUEL CARDENAS


SÁNCHEZ

GRUPO: 2212
INTRODUCCIÓN

En este trabajo se analizará el origen y la evolución del régimen de gobierno


presidencialista en México. El presidencialismo es un sistema, un tipo de gobierno que
conforma a los regímenes típicos y vigentes a nivel mundial y, como el resto de
instituciones, es fruto de la modernidad, apareció con el primer Estado Federal de la
historia al alcanzar la independencia política de España y tras la fallida monarquia de
Agustín de Iturbide, se incorporó también en la primera ley fundamental, la de 1824, bajo
la investidura del primer presidente en nuestra historia. Así, entre altibajos y
transformaciones, el régimen de gobierno que nos ocupa ha conducido los destinos del
país durante casi dos siglos, sin embargo el objeto de estudio de este ensayo no sólo es
el presidencialismo mexicano, sino también de sus controles, mismos que la teoría ha
clasificado en jurídicos, administrativos y políticos, Jorge Carpizo señaló que el
Presidencialismo en México denomina la predominancia del Poder Ejecutivo sobre los
pesos y contrapesos del régimen político y sobre los mecanismos de decisión política en
el periodo citado, gracias a que la institución presidencial pudo hacer uso de facultades
constitucionales y meta constitucionales que le otorgaron al presidente poderes por
encima de los demás órganos del Estado.

DESARROLLO
Causas
Los problemas teóricos y prácticos del sistema político de la sociedad, constituyen en la
contemporaneidad problemas que son verdaderamente principales aún cuando su
importancia no ha sido constatada en su real magnitud. Esto se explica por el hecho de
que la acertada solución a las cuestiones relativas al papel y lugar del Estado, él o los
partidos políticos y las numerosas organizaciones sociales y de masas, contribuyen a
resolver con mayor eficacia las tareas económicas, sociales, políticas y espirituales que la
sociedad debe enfrentar en este proceso. Una de las características de un sistema
político contemporáneo es la superioridad del poder ejecutivo sobre los demás poderes y
mecanismos de decisión política.

Características
Las características de un sistema presidencial son muy importantes, aún que no todas se
dan en los sistemas presidenciales y no todas se cumplen de manera correcta, algunas
de estas características son que la separación entre los poderes legislativo y ejecutivo
debe ser nítida, es decir; el congreso, como regla general, no designará de manera
directa o indirectamente al presidente, el congreso no puede censurar al presidente,
porque este no es responsable políticamente ante el, y debido a que el presidente ha sido
electo por el pueblo para un periodo fijo, en el sistema presidencial existen controles
propios, el control más importante es la facultad de veto de las leyes, mismo que para ser
realmente tal, el congreso sólo debe poder superar por mayoría calificada, que
generalmente es de dos terceras partes de los votos de los legisladores presentes.

America Latina
Los sistemas presidenciales se inspiraron en el modelo norteamericano, si embargo
sabemos que estos sistemas solo forman parte de los sistemas políticos, el éxito que han
tenido los regímenes políticos se deben a muchos factores extra jurídicos como la opinión
pública y el alto nivel de educación política, así como también ha tenido éxito el modelo
del sistema presidencial norteamericano a tenido sus fracasos, ya que en cada país
cambian algunas cosas y no aplicaría de manera correctas las normas y características a
seguir de este, también influye mucho los países, por ejemplo que en países ricos hay
gente mayormente preparada, a diferencia de algunos países que están desarrollándose,
el tener gente mayormente preparada hace tener una vista al presidente más amplía
sobre problemas económicos, o maneras para ayudar a mejorar el país y hacerlo crecer
más, también tienen muchos más valores, cosa que vemos muy poco en países en pleno
desarrollo.

Desde el punto de vista institucional, el presidencialismo ha sido el principal rasgo del


sistema político mexicano que, a su vez, la sucesión presidencial se constituyó como la
principal fuente de controversia entre distintas entre las distintas facciones que disputaban
el poder ejecutivo. Los principios básicos de la institucionalidad mexicana (el
republicanismo, federalismo y presidencialismo) fueron adoptados tempranamente,
aunque no coincidente. Casi hasta finales del siglo XIX hubo sectores que impulsaban
una forma de gobierno monarquica y centralista.

La concentración del poder en manos de presidentes fuertes fue la solución que los
latinoamericanos encontraron frente a las condiciones políticas que debieron enfrentar
durante y con posterioridad a la independencia de la corona española, sin embargo, la
preocupación de los constituyentes no era principalmente sentar las bases institucionales
para el desarrollo económico basado en una economía capitalista como en el caso
norteamericano, sino, construir una nación independiente sobre cuyos caminos no existía
acuerdo entre las élites mexicanas. En los hechos, los presidentes mexicanos gobernaron
sobre la base de reglas informales que determinaron en buena medida dos resultados:
por un lado, presidentes institucionalmente débiles que imponían su voluntad gracias a su
poder militar, u otras fuentes de poder político; por otro lado fue precisamente este modo
arbitrario de ejercer el poder el que determinó en cierta forma la inestabilidad política
característica del periodo analizado. Cuando un presidente intentaba ignorar la
constitución y los límites formales a su poder, un movimiento contrario buscaba derrocar
al presidente acusándolo de dictador, acto seguido, un nuevo presidente ocupaba el
gobierno.

Según este enfoque, el paradigma presidencialista norteamericano fue adaptado y en


cierta medida reconfigurado a partir del legado ideacional que heredaron las colonias
españolas en América, la concentración del poder presidencial ha sido destacada
sistemáticamente como un rasgo característico de la política mexicana, configurando un
caso de hiperpresidencialismo. En primer lugar, desde el punto de vista territorial, en la
medida en que el poder puede estar disperso entre regiones y estados como en el caso
ideal de la organización federal o hallarse centralizado en algún punto del territorio, como
en el caso de los países unitarios o de tradición centralizadora, en segundo lugar, desde
el punto de vista funcional, dado que el poder puede estar disperso entre distintas
instituciones o ramas del gobierno, propio de las constituciones presidencialista en las
cuales el gobierno se encuentra dividido en distintos poderes poderes, o bien,
concentrado típicamente al poder ejecutivo.

En opinión de Maurice Duverger, “el sistema presidencial se caracteriza por el principio


de separación de poderes en donde el presidente es designado por sufragio universal,
nombra y remueve a sus ministros y estos no son responsables ante el parlamento”.

André Hauriou ha afirmado que “el régimen de tipo presidencial permite un encuádrame to
más autoritario del país, y esta afirmación parece verificarse, en parte, cuando
contemplamos que varios países se han decidido por el sistema presidencial, o han
pasado a el, después de una experiencia parlamentaria, como una forma de configurar un
ejecutivo más fuerte”.

Para finalizar, MacGregor afirma que “los siglos XVI y XVII se distinguieron en el mundo
occidental por el gobierno de monarcas muy poderosos que centralizaron el poder, que el
siglo XVIII fue la época de las asambleas populares y las legislaturas, que el XIX y los
principios del XX se señalan por la formación de los partidos, y se pregunta si
actualmente, en todo el mundo, estamos entrando en una etapa de gobierno ejecutivo”.

CONCLUSIONES

En primer lugar, debemos destacar que el poder ejecutivo mexicano ha ido incorporando,
formal e informalmente, un considerable poder a lo largo del tiempo, el presidencialismo
mexicano ha sido calificado como un caso de “hiperpresidencialismo”, en el cual el poder
ejecutivo ha logrado anular la acción del conjunto de instituciones políticas que la
constitución concibió y estableció para compartir y contrabalancear el poder presidencial.
Al menos hasta finales del siglo XX, el poder del presidente ha logrado pernear en el resto
de las instituciones y poderes del estado mexicano, logrando de algún modo desarticular
los frenos y contrapesos propios del modelo original estadounidense. Sin embargo, la
concentración del poder ejecutivo no ha sido impulsada principalmente por las
instituciones formales, sino por el ejercicio del poder o, en otros términos, por instituciones
informales.

Cabe resaltar el profundo impacto que ha tenido la elección de los constituyentes de


1824, que adoptaron el presidencialismo como forma de gobierno, el porque de la
adopción del presidencialismo no es vidente, y está sujeto a debates e interpretadores,
desde luego, la influencia del modelo norteamericano no puede desconocerse. Sin
embargo, otras condiciones confluyeron para lograr el resultado conocido. La tradición
hispánica de gobierno fuerte (autoritarios) propiciaban la creación de un gobierno cuyo
vértice tuviera autoridad suficiente para imponerse sobre otros poderes. De hecho, la
adopción del presidencialismo puede ser vista vista como una respuesta institucional a
una situación de desgobierno, y de riesgo de desintegración territorial. En consecuencia,
en 1824 los constituyentes buscaron crear un gobierno fuerte. Que lo hayan logrado o no
es tema de debate, igual hasta qué punto este gobierno aseguró la estabilidad política,
pero es bastante claro que esa era su intención.

La trayectoria política mexicana estuvo marcada fuertemente por esta tensión, las
concepciones liberales y conservadora que impulsaban distintas formas de
presidencialismo, no pudieron imponerse unilateralmente. Tampoco existió una solución
transaccional, gran parte de la inestabilidad que presentó el siglo diecinueve se debió
precisamente a la imposibilidad de cada una de estas concepciones de lograr imponer su
hegemonía sobre la otra.

Fuentes

Universidad complutense de Madrid, “El presidencialismo mexicano en su contexto


histórico: instituciones y actores”, Eduardo Sergio de la Torre Jaramillo.

Carpizo, Jorge, El Presidencialismo Mexicano, México, siglo XXI, 1987. P. 19-20, 25-26,
82-83.

Hurtado, Javier. El sistema presidencial mexicano. Evolución y perspectivas, Ed. Fondo


de Cultura Económica, México, 2001. pp. 15-18, 66-72.

Crespo, José Antonio, Del absolutismo presidencial al presidencialismo débil, en Alberto


Aziz Nassif y Jorge Alonso Sánchez (coords.) Globalización, poderes y seguridad
nacional. El Estado mexicano: herencias y cambios, México, CIESAS-Miguel Ángel
Porrúa, 2005.

http://catarina.udlap.mx/u_dl_a/tales/documentos/lri/cristales_a_p/capitulo2.pdf

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