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Morales Torres Atonal Ricardo

Pérez Espinosa Víctor Hugo


Sistema Político Mexicano II
Cuestionario
1.- ¿Qué diferencia hay entre cambio de gobierno y cambio de régimen?
R: Para responder este cuestionamiento, hay que tener en claro primero, qué es
cambio político y la diferencia entre régimen y sistema político. De otra manera, se
podría tornar confusa la respuesta.

El cambio político, puede ser entendido de muchas maneras desde diversas


perspectivas teóricas, sin embargo, Juan Dávila (2002) aglutinó en tres respuestas
generales lo que diferentes corrientes políticas han estudiado. La primera es que
cambio político significa cualquier transformación que acontezca en el sistema
político y en sus componentes. La segunda concepción es que el cambio político
consiste en la modernización de las unidades y relaciones del sistema político. La
tercera y última definición es que cambio político es el ajuste marginal al conjunto de
reglas, normas y cumplimiento obligatorio que constituyen el marco institucional. 1

Es visible que lo anterior es muy general y según la definición que se utilice, se


llegará a resultados distintos. Lo que es posible afirmar es que muchos factores
pueden llevar a un cambio político. Por otro lado, dos de las tres definiciones se
componen con la categoría “sistema político” y la última definición no la utiliza pero
introduce otros conceptos como “reglas” “normas” y “marco institucional” ¿Podrá ser
que sistema político compagine con marco institucional?

En la Ciencia Política contemporánea “el estudio de las ideas, entendidas de un


modo muy amplio como creencias, valores, ideologías, paradigmas de políticas o
conocimiento especializado, ha recobrado dinamismo y legitimidad. Entender las
‘creencias de la gente’ ha vuelto a ser relevante” 2, esas son las bases del
neoinstitucionalismo. En este sentido muchas de las concepciones teóricas se han
redefinido o se han delimitado de una mejor manera para ser comprendidas. Tal es
el caso de sistema político y régimen político.

Luis Medina Peña (2004) quien, para su estudio, dice que en el neoinstitucionalismo
hay cuatro principios básicos: 1) las instituciones son las “reglas del juego”; 2) las
reglas se dividen en formales e informales; 3) dichas reglas regulan las acciones
económicas o políticas de los actores; 4) los actores están integrados por grupos y
organizaciones.3 Teniendo en mente estos principios, ejerciendo una ruptura sobre
las concepciones anteriores, se entiende por régimen político: “la forma de gobierno

1 Juan Manuel Dávila, «LA TRANSICIÓN MEXICANA, EL CAMBIO POLÍTICO EN EL ESTADO DE


NUEVO LEÓN» (Tesis de Doctorado en Ciencia Política, Universidad Autónoma de Barcelona,
2002), 6-7.
2 Adolfo Garcé, «El institucionalismo discursivo como oportunidad. La ciencia política
latinoamericana y el estado del arte en la literatura sobre el poder político de las ideas», Política y
Gobierno XXII, n.o 1 (2015): 200-201.
3 Luis Medina Peña, Invención del sistema político mexicano: Forma de gobierno y gobernabilidad
en México en el siglo XIX (Distrito Federal: Fondo de Cultura Económica, 2004), 16.
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y las normas4 para su funcionamiento son el régimen político y, a su vez, el régimen
político constituye la esencia de las reglas formales” 5. Mientras tanto, Sistema
Político se define como: “las reglas informales, aquellas que tácita o implícitamente
acordadas entre los actores políticos, integran lo que se ha conocido como sistema
político. Se trata, a fin de cuentas, de una serie de reglas que determinan la forma
de hacer las cosas, de conducir los procesos políticos, de lograr la estabilidad o de
regular el cambio político”6.

Ahora bien, una vez definidos estos conceptos, falta definir gobierno. Para este
propósito, se utilizan dos diccionarios. En el primero, se define gobierno como
“consecuentemente, régimen político, partidos, sistemas electorales, parlamento,
ejecutivo, administración pública. El gobierno es el proceso que conjunta, unifica y
conduce el complejo institucional del Estado; en él se resume la institución y la
acción del Estado político en el seno de la sociedad civil” 7. Por otra parte, la
segunda concepción parte del supuesto de que gobierno no tiene una definición
homogénea, puesto que, el gobierno es diferente en todos los países.

En los sistemas llamados parlamentarios o de gabinete, sean republicanos


o monárquicos, se considera que el gobierno es el Poder Ejecutivo, con
exclusión de los Poderes Legislativo, Judicial y Moderador… mientras que
en los países americanos, de sistema presidencialista, el gobierno está
integrado por los tres poderes clásicos; el Legislativo, Ejecutivo y
Judicial… gobierno es cosa distinta del Estado, ya que considera a aquél
en su función de ordenar, de mantener un régimen, de gobernar, en suma,
si se le define como un conjunto de órganos...el gobierno -afirma- es algo
del Estado y para el Estado, pero no es el Estado.8

Las dos definiciones tienen el presupuesto que gobierno dista de ser el Estado, en
todo caso es el que conduce a la conjunción de sus órganos. En la primera
definición es prácticamente imposible que el autor tenga por base los supuestos
neoinstitucionales, por la fecha en la que se escribió el diccionario. En la segunda
definición, es muy probable que tampoco se tuviera de por medio, dichos principios.
Estas dos razones son importantes para poder definir gobierno.

Gobierno, es el proceso que conjunta, unifica y conduce a los órganos estatales


(también los poderes Legislativo y Judicial). En caso de que no fuese una

4 Aquí también podría caber “leyes” en vez de normas, puesto que son reglas formales o escritas.
5 Luis Medina Peña, Invención del sistema político mexicano: Forma de gobierno y gobernabilidad
en México en el siglo XIX.
6 Ibídem.
7 Omar Guerrero, «Gobierno», en DICCIONARIO DE POLITICA Y ADMINISTRACION PUBLICA,
Primera edición (Distrito Federal: Colegio de Licenciados en Ciencias Políticas y Administración
Pública A.C., 1978), 60.
8 Manuel Ossorio, «Diccionario de Ciencias Jurídicas Políticas y Sociales» (Datascan, Sin fecha),
439, https://conf.unog.ch/tradfraweb/Traduction/Traduction_docs%20generaux/Diccionario%20de
%20Ciencias%20Juridicas%20Politicas%20y%20Sociales%20-%20Manuel%20Ossorio.pdf.
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democracia, el mismo concepto es aplicable. Agregando que, aún en el
neoinstitucionalismo, se entiende por régimen un objeto que da forma y
funcionamiento al gobierno en leyes establecidas.

Una vez definidos los conceptos sobre los que se parte para visualizar las
diferencias entre cambio de régimen y cambio de gobierno, se expresa lo siguiente:
Un cambio de gobierno implica un cambio de conjunción, unificación o dirección en
los órganos estatales, por otro lado, un cambio de régimen implicaría un cambio en
la forma de gobierno o en las normas que establecen su funcionamiento. Aun
cuando un cambio de régimen implica mayores dimensiones por lo que esto
significa. Debe tomarse en cuenta (considerando visiones neoinstitucionalistas y no
neoinstitucionalistas) que el gobierno y el régimen van de la mano, si bien un cambio
en el gobierno puede no significar un cambio en el régimen, la estrecha relación abre
la posibilidad de que así suceda.

2.-Cuáles son en su opinión las fortalezas y debilidades del Sistema


Político Mexicano hoy?
R: El actual periodo democrático en México ha tenido problemas en cuestiones
esenciales para la gobernabilidad, una de esas cuestiones ha sido la disolución o
fragmentación de la autoridad del Estado provocado por el desequilibrio de las
relaciones de las elites con el partido del Estado en 1982 coincidiendo con el fin del
modelo del Estado rector; por otro lado, el proceso de democratización en el país ha
sido gradual ascendente, centrado principalmente en la creación de reformas
electorales de corte elitista que expandió el repertorio de actores políticos que
reclamaban el derecho a participar en las decisiones que antes tomaba el partido
hegemónico.

La reconstrucción del poder estatal se llevó a cabo mediante el restablecimiento del


poder despótico del Estado con base en una nueva forma de relación entre las élites
que sentó las bases para la implantación de un nuevo modelo económico
neoliberal9Sin embargo, el proceso de liberalización económico, sumergido en el
contexto de la globalización restaba eficacia al ideario del nacionalismo
revolucionario como factor de reconciliación social (cuyo proyecto impulsaron las
elites para reestablecer los lazos Estado-sociedad) al mismo tiempo, las políticas
reformistas de apertura al exterior vaciaban de contenido dicha ideología y
contribuyeron al debilitamiento del mismo Estado, pues le restaban atribuciones y
mermaban sus fuentes de ingresos económicos. En resumen, el cambio de modelo
económico obstaculizó, en gran medida el proceso de reconstrucción del poder
infraestructural del Estado.

9 Soledad Loeza, «La metamorfosis del Estado: del jacobinismo centralizador a la fragmentación
democrática», en Los grandes problemas de México: Instituciones y procesos políticos , de Soledad
Loeza y Jean-François Pru’home, Primera edición (Distrito Federal: El Colegio de México, 2010), 4 5 .
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Los recortes presupuestales causaron el deterioro de los servicios públicos, y, como
respuesta a estas carencias, se formaron organizaciones proveedoras de este tipo
de servicios, haciendo que el PRI perdiera la base de su apoyo clientelar.

En consecuencia, el gobierno recurrió a un plan heterodoxo de estabilización, que


coordinaba a actores económicos gubernamentales y no gubernamentales: el Pacto
de Solidaridad Económica (PSE)10. Al proponer este acuerdo, el gobierno reconocía
implícitamente que la autonomía del Estado no era sostenible en condiciones de
bancarrota financiera y que tampoco tenía el poder de imponer decisiones
unilaterales. La nueva fórmula de cooperación descansaba en el reconocimiento de
que ni el Estado ni ninguno de los actores económicos podría imponer sus
decisiones a los demás ni hacer efectivo el Pacto sin el apoyo de los demás 11

De tal forma que podríamos catalogar al Pacto de Solidaridad como un acuerdo de


debilidades, garantizado por las concesiones mutuas entre intereses en conflicto,
empresarios y Estado, que si bien logró reducir gran parte de los problemas
económicos y sociales generados por la inflación, no resolvía las cuestiones
puntuales referentes al fortalecimiento del Estado, porque las reformas estructurales
estaban diseñadas para favorecer a los empresarios, de suerte que los equilibrios
obtenidos, fueron siempre en detrimento del Estado.

Por su parte, en el campo del sistema de partidos, el cambio pasó de lo micro a lo


macro, puesto que no sucedió a partir de unas elecciones inaugurales ni con la
formación de un proceso constituyente que garantizase la inauguración de un
diseño constitucional que permitiera el tránsito a la democracia, como fue el caso
del proceso democratizador español o alemán. Al contrario, le apostó al desarrollo
gradual de la apertura electoral de corte plural-federalista 12 propiciado por las
reformas electorales de 1977 y la reforma al art. 115 constitucional de 1983, que
obligaban al régimen a pasar forzosamente por la alternancia política.

La reforma de 1977 impulsó según Loaeza un “proceso de renovación profunda”,


pues gracias a esa ley nuevas corrientes ingresaron al poder legislativo en 1979, sin
embargo, el proceso integración de nuevas corrientes se ve efectivamente en los
procesos electorales de 1988 cuando el PRI no ganó la mayoría calificada y tuvo
una disputa muy cerrada con la escisión del Frente Democrático Nacional liderado
por Cuauhtémoc Cárdenas y Francisco Muñoz Ledo. Lo cual demostró que el
partido del Estado había perdido la capacidad de cooptar y forzar las voluntades de
sus adversarios, con lo cual daba por terminada su hegemonía.

10 ibid. 47.
11 ibid. 48.
12 ISRAEL COVARRUBIAS, «México, del cambio político a la inseguridad de la democracia.»
Revista Historia Autónoma, n.o 10 (2017): 177-214.
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Desde entonces, el órgano legislativo se volvió un actor de mayor peso y presencia
en el régimen mexicano al convertirse, al menos en sus discursos, en un espacio de
“expresión de la pluralidad”.13

Ahora bien, pese al talante democratizador de este proceso, la injerencia de los


partidos en las áreas de competencia del Ejecutivo fraccionó y entorpeció los
procesos de decisión, dando surgimiento a la Partidocracia, que en su momento
parecía ser la única alternativa hacia la democratización acelerada del régimen 14.

Otro de los efectos de la decadencia del PRI fue, el acelerado proceso de


descentralización del poder político, pero no como un proceso ordenado, sino como
un movimiento derivado de la relación de fuerzas coyunturales pues como menciona
Soledad Loaeza: “Con el pluralismo y finalmente con la derrota presidencial del PRI,
que se ha acompañado de una notable fragmentación en el Congreso de la Unión,
el Ejecutivo perdió la facultad política que le permitía corregir abusos y restablecer la
estabilidad en los estados. Bajo el nuevo esquema político el Ejecutivo es un actor
más en las negociaciones y cuenta con pocos recursos para vencer una oposición
colectiva de los gobernadores”.15

Ahora bien, fue en las elecciones intermedias de 1997 que el otrora partido
hegemónico perdió la mayoría absoluta en la Cámara de Diputados, lo que
transformó la lógica interna y obligó a la edificación de una Ley Orgánica del Poder
Legislativo en 1999.16 Empero, fue hasta el sexenio de Vicente Fox Quesada que el
Congreso asumió y ejerció sus facultades constitucionales participando como un
contrapeso a la figura presidencial y al ejercicio del poder.

La creación del Instituto Federal Electoral (IFE) en 1990 también contribuyó al


proceso democratizador y a la generación de nuevos vínculos entre la sociedad y el
Estado, pues ha asumido algunas de las funciones de integración política,
fiscalización de los partidos políticos y organización y administración de las
elecciones, procesos que antes desempeñaba el Ejecutivo Federal, casi siempre en
beneficio el partido hegemónico.

A pesar de los cambios que buscaban impulsar la democracia en el país, la pérdida


de la presidencia y la mayoría absoluta en el congreso, casi de la noche a la
13 Josafat Cortez Salinas, «El Poder Legislativo en México: entre la fortaleza constitucional y la
debilidad política», Revista Casa del Tiempo, Mitos y Realidades de la política mexicana, 2
(noviembre de 2008): 9-13.
14 Aunque implicó que ciertas élites (sobre todo locales) de los partidos políticos fueran
estructuradas y capturadas por actores relevantes, como son los grupos empresariales o, como
vemos en la actualidad, por grupos criminales, que lograron ocupar una amplia franja de la
proliferación y expansión de los intereses tanto en el mercado económico, como en el social y
político, en una época totalmente marcada por el dinamismo inherente al cambio que vivió México
con el pasaje de siglo. ISRAEL COVARRUBIAS, «México, del cambio político a la inseguridad de la
democracia.» op. cit.
15 Soledad Loeza, «La metamorfosis del Estado: del jacobinismo centralizador a la fragmentación
democrática» op cit., 50.
16 Josafat Cortez Salinas, «El Poder Legislativo en México: entre la fortaleza constitucional y la
debilidad política, op Cit.
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mañana pasamos de un hiperpresidente a un hipopresidente, es decir, un
presidente débil e incapaz de enfrentarse a no tener mayoría en el Congreso y
someterse a las legislaciones parlamentarias que no podía controlar. 17

De tal forma, que la antigua estructura piramidal que distribuía el poder de arriba
hacia abajo, cedió su lugar a un esquema de complicidades y alianzas fundadas en
intereses particulares, frente los cuales se reaccionó a través de constantes
iniciativas de reformas en el diseño institucional del Estado y del sistema político en
general. ¡Tantas reformas y cambios en la constitución equivalen a una nueva
Constitución! Y eso trae consigo muchos riesgos.

Sin embargo, las principales debilidades del sistema son su sistema electoral que lo
han convertido en un nido de partido minúsculos con poder de chantaje, en su
momento el sistema mixto mexicano estaba hecho para ser supervisado por el PRI
pero después de la elección de 1988, la coalición del FDN le permitió a muchos
partidos acceder al congreso y ejercer presión de forma continua.

Además, esa creciente pluralización ha sido controlada por la partidocracia, de


forma que surge un fenómeno de balcanización de lo político y al mismo tiempo un
estancamiento de la política, por lo menos desde 2006 hasta las elecciones del
2018. Lo cual ha propiciado el crecimiento de la delincuencia, debido a que los
partidos han sido capturados por actores como el crimen organizado, lo cual es una
consecuencia directa de las formas de pérdida del control territorial del poder
político oficialista y hegemónico, pero al mismo tiempo es un efecto de la
desestructuración del mercado desde el inicio del modelo neoliberal y la inmersión
mexicana en la globalización, así como la desarticulación de los grandes carteles,
los cuales estaban vinculados en gran medida al poder público estatal.

Como se mencionó más arriba, en el año 2000 se asistió al debilitamiento oficial del
poder ejecutivo en México, pero sin una profunda reelaboración de las directrices
principales de la ordenación estatal.18

Es precisamente la desorganización del régimen que en la actualidad aparecen


problemas de este tipo en la democracia mexicana, donde después de la ruptura
piramidal del poder ejecutivo, sucedió la democratización de la ilegalidad fundado en
las alianzas establecidas por el nuevo orden de partidos. 19

La democracia mexicana heredó de la época política del priismo expresiones de


fenómenos degenerativos clásicos, propios de nuestro régimen político, como es el
caso de la corrupción que actúa como lubricante eficaz de la operatividad política en
todos los niveles del Estado a lo largo del desarrollo político a partir del final de la
17 Giovanni Sartori, Ingienería constitucional comparada. Una investigación de estructuras,
incentivos y resultados., Primera edicion electronica. (México, D.F.: Fondo de Cultura Económica,
2011).
18 Josafat Cortez Salinas, «El Poder Legislativo en México: entre la fortaleza constitucional y la
debilidad política, op Cit.
19 ISRAEL COVARRUBIAS, «México, del cambio político a la inseguridad de la democracia.» op. cit.
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Revolución mexicana20. Lo cual nos muestra que México es un caso extraño de
democratización no aterrizado, con la urgencia de una profunda reconfiguración.

Otra debilidad del sistema político mexicano que corresponde con el derrumbe de la
tradición presidencialista y que es herencia del antiguo régimen, corresponde a que
la imagen del presidente aparece como el autor y único responsable de todas las
acciones gubernamentales, sean fracasadas o exitosas. Por tal motivo, las
alteraciones constantes de una economía débil como la mexicana, los problemas de
seguridad y los altibajos en la tasa de desempleo se traducen en opiniones positivas
o negativas para el presidente.21

Lo anterior obliga al presidente a procurar obtener la mayor rentabilidad política


derivada de las actividades de su gobierno, “con lo que inhibe cualquier expresión
cooperativa por parte de las diferentes fuerzas de oposición. Estas fuerzas saben
que todo cuanto se traduzca en una posibilidad de victoria para el presidente
equivale a una perspectiva de derrota para ellas.” 22 En respuesta, las fuerzas
buscarán bloquear cualquier acción gubernamental de forma que puedan afectar el
prestigio del presidente y la popularidad de su partido para la siguiente jornada
electoral, lo cual obliga al presidente a mantener acuerdos y sacrificar tiempo y
recursos valiosos de gobierno.

De nuestro análisis podemos deducir, que probablemente la fortaleza más


recalcable del sistema político fue el cambio progresivo y gradual que evitó un
proceso traumático de discontinuidad política que hubiera sido ocasionado por un
cambio radical como el de una revolución. Las ventajas de esos cambios graduales,
de lo pequeño a lo grande, permitieron que la sociedad se fuera familiarizando con
los instrumentos otorgados por las reformas, de tal modo que se pudiera transmitir
la idea de que no habría una ruptura drástica en el orden institucional. Por otro lado,
esa estrategia permitió que la clase política pudiera prepararse para abandonar sus
puestos de poder o intercambiarlos con otros.

Así mismo, la alternancia no eliminó todas las facultades exclusivas del presidente,
de tal forma que aún conserva atribuciones suficientes para ejercer un papel
importante en la toma de decisiones, no obstante, se encuentra bajo un esquema
presidencialista racionalizado.

3.- ¿Dónde radican los puntos de equilibrio o de convergencia entre los


poderes formales y de facto del país y qué riesgo suponen la constante
polarización política?

20 ibid.
21 Diego Valadés, «El sistema presidencial mexicano. Actualidad y perspectivas.», Boletín mexicano
de derecho comparado, 2010.
22 ibid.
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R: Primero, para dar respuesta, es necesario ubicar a los poderes formales y de
facto en el país. En una línea similar a la desarrollada en la primera pregunta de
este trabajo, los poderes formales corresponden el régimen político y los poderes de
facto al sistema político. También, es necesario ubicar lo que se entiende por actor
político.

Un actor político puede ser entendido como la persona o agrupación que


desempeña un rol político relevante y puede afectar las operaciones de una
estructura (o varias) dentro del sistema político. 23 A la vez, Luis Medina ubica cuatro
actores relevantes en el México decimonónico, la iglesia, el ejército, los pueblos y la
clase política civil. Sin embargo, para el México del siglo XX y aún más, en el del
siglo XXI, los actores aumentan su número.

Cuando el modelo económico implementado en el siglo XX, sufrió una gran crisis
que se juntó con una crisis del sistema político y del régimen político, enfrentando
tanto la esfera económica como la política en la sociedad y el gobierno. Para
superar lo anterior, el Estado tuvo que recuperar sus relaciones infraestructurales
(con la sociedad) y despóticas (con las élites). “La democratización también
buscaba crear nuevas redes de interacción con la sociedad, que sustituyeran las
que se vinieron abajo con el Estado jacobino… por una parte, se restableció el
poder despótico del Estado con base en una nueva forma de relación entre las
élites, derivada de la crisis de los años 1982-1987, que sentó las bases para la
implantación de un nuevo modelo económico. Por la otra, las élites políticas
recurrieron a la legislación electoral para restablecer el poder infraestructural, es
decir, los vínculos con la sociedad”24.

Estas nuevas relaciones trajeron consigo el auge y declive de algunos actores


políticos ya existentes, así como el surgimiento de otros tantos. Se pueden
identificar a los actores políticos relevantes en el cambio de modelo económico,
régimen político y sistema político. Los actores formales constituyen aquellos que
están establecidos en las leyes. 25 Por ende, en un principio se tienen los tres
poderes: el Ejecutivo, el Legislativo y el Judicial. A su vez, también adquieren valor
las dependencias más relevantes de estos poderes (siempre y cuando pueda
modificar una estructura del sistema político) jugando como actores políticos.

En el caso del poder Judicial, pocas instancias de su totalidad pueden ser


enteramente actores políticos, por lo tanto, solo se toma a la Suprema Corte de
Justicia de la Nación (SCJN), el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la
Federación (TEPJF) y el Consejo de la Judicatura Federal (CJF). Para México,

23 Luis Medina Peña, Invención del sistema político mexicano: Forma de gobierno y gobernabilidad
en México en el siglo XIX, 174.
24 Loeza, «La metamorfosis del Estado: del jacobinismo centralizador a la fragmentación
democrática», 45.
25 En la misma lógica neoinstitucionalista.
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también hay que agregar como actores formales los órganos autónomos del Estado
gracias a la reforma constitucional de 1993, estos actores son, por ejemplo, el
Instituto Nacional Electoral (INE antes IFE), el Banco de México (BANXICO) y la
Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH), entre otros. Además, a partir del
reconocimiento de partidos políticos por su entrada en el Legislativo y las reformas
posteriores, los partidos fueron constituidos como actores políticos formales, aun
cuando existían partidos no reconocidos. En común, todas aquellas organizaciones
que ostentan una estructura o un reconocimiento legal pueden formar un actor
político pero no por ello todos aquellos que lo tienen son actores políticos.

Estos poderes formales actúan bajo reglas y formas de proceder formales entre
ellos e internamente, no obstante, responden a maneras de proceder no escritas en
las leyes, para resolver problemas o mantener estabilidad. Estas líneas de
interacción fueron las que poco a poco se modificaron a finales del siglo XX para
pasar muchos actores hasta entonces informales a su reconocimiento o regulación
con tal de restar poder a quien manejaba o marginaba a estos actores, el Presidente
de la República.26

En esta dirección, la marginación de las comunidades indígenas no soportó más y


estalló una supuesta guerrilla el 1 de enero de 1994, lo que provocó que se tuviera
que reconocer a México como Estado pluricultural, la prohibición de cualquier forma
de discriminación, además de otorgarles reconocimiento jurídico con derecho a
autogobernarse, todos ellos presentes en el artículo 2° de la Constitución Política de
los Estados Unidos Mexicanos.

También, la reforma de 1977 donde se incluían diferentes corrientes políticas al


poder Legislativo por medio de la representación proporcional (la obtención de
curules según el porcentaje de votos obtenidos), la formación y obtención de la
autonomía del organismo que organiza y regula las elecciones y, por último, el
financiamiento público gracias a la reforma ejercida desde 1997, dirigieron a que los
partidos políticos fungieron como los principales actores políticos en el nuevo
régimen-sistema político mexicano.

Finalmente, hay que mencionar a las Organizaciones de la Sociedad Civil (OSC).


Desde 1985, donde se cimentan las bases de las organizaciones civiles 27, hasta la
actualidad, las OSC han adquirido mayor relevancia en el juego político, tan es así,
que en las pasadas elecciones tuvieron una gran influencia desmintiendo o
profundizando sobre lo que hacían o decían los candidatos presidenciales. Para
motivos de responder el presente cuestionamiento, es pertinente también nombrar a
los poderes informales o de facto más importantes.

26 Héctor Aguilar Camín, «Nocturno de la democracia mexicana», Nexos, 1 de mayo de 2016,


https://www.nexos.com.mx/?p=28283.
27 Soledad Loeza, «La metamorfosis del Estado: del jacobinismo centralizador a la fragmentación
democrática», 46.
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Como se mencionó, los poderes formales pueden actuar con procedimientos no


formales, sin embargo, estas actuaciones no los transforman en poderes informales
o de facto. Con esta consideración, se tiene que los poderes informales o de facto,
son aquellos que pueden modificar las estructuras del sistema político pero no están
establecidos dentro del régimen, es decir, dentro del orden jurídico, esto no quiere
decir que sean ilegales aunque pueden serlo. Para esclarecer lo anterior, los actores
políticos no formales o de facto han sido varios a lo largo de la historia de México,
para esta etapa, surge uno trascendental por su gran impacto en la vida social,
política y económica del país, el crimen organizado. El crimen organizado con su
principal cara, el narcotráfico, ha influído por medio de financiamiento a campañas
políticas28, violencia en contra de funcionarios públicos o candidatos 29 o la
corrupción de los mismos para trabajar en complicidad 30. En realidad, es el único
actor informal que surgió en este proceso y adquirió una capacidad influencia muy
grande.

Una vez desarrollado lo anterior, cabe mencionar que, los actores más relevantes
en el sistema político pertenecen al plano de los actores formales y únicamente el
actor informal más relevante es el crimen organizado. Pero dejar una conclusión así,
sería incompleta, por lo tanto, habría que advertir, que los principales puntos de
equilibrio o de convergencia serían entre las formas de proceder informales de los
actores formales.

Así, una vez identificados los actores que se presentan, los importantes puntos de
equilibrio o de convergencia, surgirán y desarrollarán en el plano de la informalidad,
es decir, todas aquellas instituciones que se forman alrededor de los procesos
políticos. Las presiones políticas, mediáticas, económicas forman parte de estas
instituciones. También la negociación de una ley o política pública por medio del
lobbying o del cabildeo. Todas estas maneras forman parte de lo que los actores
pueden tener a su alcance como recursos para realizar sus intereses ya sea como
grupo, sector o individuo.

A pesar de que estas “reglas” existan y puedan generar estabilidad, el constante


desencuentro entre las diferentes partes del sistema político, como sucedió en el
periodo de crisis política y económica a finales del siglo XX. “La crisis profundizó la
dispersión de los recursos políticos, por los que tuvo que competir con otros
partidos… La liberalización económica también fue tema de consulta y negociación
pero con un grupo selecto de empresarios”. 31 La inclusión de ciertas “partes” de la

28 Elin Falguera, Samuel Jones, y Magnus Ohman, eds., «El financiamiento de los partidos políticos
y las campañas electorales. Manual sobre financiamiento político.» (IDEA Y TEPJF, 2015), 391.
29 «¿A qué se deben las agresiones contra políticos?», Animal Político (blog), 20 de abril de 2018,
https://www.animalpolitico.com/2018/04/politicos-asesinados-proceso-electoral/.
30 «La corrupción mata: funcionarios coludidos con criminales», Animal Político (blog), 3 de mayo de
2018, https://www.animalpolitico.com/2018/05/corrupcion-mata-impunidad-mexico/.
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sociedad y la competencia de los recursos políticos, dirigió a la sociedad más que a
una pluralidad, a una fragmentación.

A pesar de que México es la decimoquinta economía mundial, su estabilidad pende


constantemente de un hilo, además, aunque desde el siglo XX se logró la
estabilidad política, no han cesado los enfrentamientos entre simpatizantes con
ciertas banderas políticas y, sumando ambos factores, la polarización y
fragmentación de la sociedad pueden conducir a crisis económicas y políticas.

4.- ¿Qué implica para el Sistema Político un cambio de élites políticas


gobernantes?
R: Los grandes teóricos de las élites (Gaetano Mosca, Vilfredo Pareto y Robert
Michels) han formulado sus argumentos al establecer que existen pequeños grupos
de minorías organizadas que “poseen estructura, cualidades superiores y control de
fuerzas sociales, además de conexiones y parentescos” 32. Estas minorías son las
que dirigen, mandan y dominan al conjunto de la sociedad. A su vez, estas teorías
han planteado la formación de élites, su circulación, sus enfrentamientos con élites
emergentes o la misma sociedad y la dirigencia que tienen sobre la masa.

A pesar de lo anterior, un estudio que se hizo al respecto en México de Peter Smith


(1981) expresa que estas teorías se abocan más a las élites en sí y no a sus formas
de proceder. “Apartándome un tanto de la teoría clásica, también intento formular
algunas hipótesis, al menos provisionales, acerca de la posible relación que existe
entre la composición de la élite y sus actitudes y comportamiento. Frecuentemente
hemos visto que los análisis tradicionales de élites nunca se refieren a ese
problema, tal vez porque se fundan en la premisa de que las élites son autónomas:
estos análisis ponen énfasis en quienes son los líderes, y no en lo que hacen.
Después de todo, la esencia de la política es la acción”. 33

Desde la perspectiva de las teorías clásicas, por sus límites, sería confuso o poco
claro determinar lo que conlleva un cambio de élites sobre el sistema político. Desde
la experiencia y lo que se sabe de la historia, los cambios de élites sí impactan en
cambios sobre el sistema político, el grado o lo profundo de estos cambios llevaría
un estudio completo, sin embargo, la fuerza y grado de estos cambios, varían según
las élites que entran.

Referencias bibliográficas

31 Soledad Loeza, «La metamorfosis del Estado: del jacobinismo centralizador a la fragmentación
democrática», 49.
32 Rosendo Bolívar Meza, «La teoría de las elites en Pareto, Mosca y Michels», Iztapalapa: Revista
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